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Para mí y para ti el resultado fue el

mismo que para él: un absoluto desastre.


Dio igual que suplicásemos perdón, nadie
volvió a creernos ni a confiar en nosotros.
Si hubiese imaginado las consecuencias,
jamás hubiera permitido que Luis te
convenciese, ni yo le hubiese dicho sí tan
fácilmente. Sentados alrededor de aquellas
tazas de té, oyendo su plan, dejamos que
atrapase para sí toda nuestra atención.
Ahora ya todo da igual, es demasiado
tarde.

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