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SUCAR UNIVERSIDAD Serie Antropologia, dirigida por Alberto Cardin eveo.yu RAG 1992 et PAUL RABINOW freire ay 9, rodriguez ral 008 ‘personal REFLEXIONES SOBRE UN TRABAJO DE CAMPO EN MARRUECOS | .FONDO noNACION Dra. M? Bster Gabe 2007 Universidad de Chile a Serie Antropologia JUCAR UNIVERSIDAD “Tmpreso en. Romanyé/Valls. C/ Verda 1. Capellades Titulo original: Reflections on Fieldwork in Morocco Traduccién: Pedro Horrillo Calderén Cubierta: Montse Vega Primera edicién: Marzo de 1992 © The University of California Press © de esta edicién, Ediciones Juicar, 1992 Fernandez de los Rios, 18.-28015 Madi LS.B.N.: 84-334-7038-8 Depésito Legal: B. 9.596 + 1992 Alto Atocha, 7. Gi Printed in Spain Dedico este libro a mis amigos marro- quies, cuyos nombres aparecen aqui cam- biados para proteger su anonimato. Las personas que a continuacién men- ciono me han sido de especial ayuda y ge- nerosidad: Rober Bellah, Jean Paul Du- mont, Kevin Dwyer, Clifford Geertz, Euge- ne Gendlin, Sherry Orther, Robert Paul, Gwen Wright. Y sobre todo, deseo dar las gracias a Pau! Hyman por sus asombrosas Y perceptivas fotos, sus comentarios agu- dos y tinicos, y su amistad. PROLOGO A LA EDICION ESPANOLA Maria Cétedra Poco voy a decir de este libro sin tener en cuenta a los ilustres compafieros de prélogo y epilogo que me acompafan, Si acaso unas reflexiones de lo que ha significado en el panorama antropo- légico desde la distancia de los catorce afos que median entre ‘su publicacién.en inglés y espafiol, y también la posible relevancia de este importante y casi modélico volumen en la etnografia espa- fiola actual. El libro se encuadra en la tradicién bdsica y central de la etno- grafia y su renovacién dentro del espiritu de experimentacién que Ja viene animando tltimamente de un modo consciente y sistemati- co. Es precisamente en esto, én la prdctica critica de la etnografia, enfrentando lo familiar y lo extraito, donde seguin mi parecer radi- ca.una de las fuentes de vitalidad y creatividad de la Antropologia. Pero este libro responde al problema fundamental, no. sdlo, en Antropologia. sino en otras ciencias sociales, de com. i Social: el problema de la descripcién. texto modernista propio de la Antropologta Interpretativa que con- sidera que un trabajo de etnografia es. un documento histérico y autoconsciente, ei teconoce la posibilidad de miiltiples 'f audiéiicias y la relevancia de varios posibles discursos. El enfoque y pues, (rata de planter y coniprender el propio proceso de investi | gacién: Tas bases epistemoldgicas de las descripciones, 14 naturaleza ;|' del condcimiento'y €I andlisis etnografico. Fit naires &'aa ejem= plo definitivo de que el silencio sobre la escritura etnogréfica se ha roto. a oo - “‘Atinique algunos autores relacionan el origen de la preocupacion 10 Paul Rabinow. por el proceso de etnografia con el relativismo antropolégico: de las primeras décadas del siglo, sin embargo hasta los aflos 60 no \ ‘se.aprecia un esfuerzo continuado ni un persistente interés por { ‘el problema. Y eso que en el camino quedan autores radiéalmente * experimentales como Gregory Bateson, quien en 1936, con_ Ni ven', produce un increible texto donde plantea formas alternati- vas de represeritacién de un ritual e inauigura la preocupacién ex- plicita de fos antropdlogos por la descripcién de una cultura. Tam- bién Ménica Willson da ejemplo de rigor metodolégico, preocupa- cin por la evidencia etnografica y respeto por la traduccién de, ua sistema intelectual ajeno.en sus monografias de los Nyakyusa. Willson, a principios de los $0, ya-protestaba de ese todo amorfo~ la gente de la culturan=del-que tanto ha-utilizado, y-abusado;= el antropélogo, mostrando y especificando claramente al informan- te hasta entonces semioculto en la pagina de los agradecimientos © en una nota a pie de-pagina:-Con-ella-se-inaugura la preocupa-— cidn consciente por la especificacién del discurso: zquién habla?, icon quign?, jen qué momento? Inevitablemente tras estas pregiin- tas aparece el aiitropélogo: las respuestas de los informantes tienen ‘mucho que ver con las pregiiftas que se les hacen. Todo un ejem) pplo del delicado balance entre Ta distancia analitica por un lado y la participacién y empatia del antropdlogo por otro. Es evidente que tras uno y otto autor no sélo se delata al infor- _mante y al informador sino que adems nos topamos con el pro- ‘Blema dé como” conocenios y como” traducimos.” La Mied hacia los ejercicios, conscientes de interpretacién, introspeccién y critica del proceso de la etnografia de los 70 no est quebrada. Muy significativamente los siguientes hitos forman literaria y filos6fica como los famosos Tristes Tropiques de Livi-Strauss en 1955 0 la novela de Laura Bohanan Return to Laughter que firma con seudénimo (Bowen, 1954). También aparecen los primeros infor- mantes en. libros colectivos, como. los dibujados por veinte antro- pélogos en Casagrande (ed)? en 1960, quien en Ia introduccién reconoce que el trabajo de campo es esencialmente una actividad de_colaboracién’ y que al retratar a los informantes uno dibuj no sélo la relacién que mantiene con ellos, sino su propia experien- cia biografica en. el campo. Junto alos informantes, los informa- dores —o més propiamente informadoras— en el caso de la doce- 1 Publicado: en castellano en: Jucar 1990. 2 In the Company of Man. Twenty Portraits by Anthropologists Harper & Brothers. New York. Reflexiones sobre un trabajo de campo en Marruecos = ———— I na de antropélogas que hablan, de sus experiencias en Golde (ed), Women in the Field en 1970. Freilich, en este mismo afto, arroja las primeras dudas sobre la supuesta posibilidad de conversion del antropélogo en nativo, sefialando su basica naturaleza mar- ginal’, La voz personal del autor se transparenta entre lineas pero di ante mucho tiempo la convencién profesional técitamente pro bid explicitar la estrecha relacién entre la subjetividad del autor y la supuesta objetividad del texto. «Demasiado personal» era el comentario critico utilizado frente al que se lanzaba al andlisis de uno mismo en una situacién de conocimiento tan fundamental- mente «personal» como la etnogréfica. La experiencia del autor se ha presentado pues de una manera estilizada y romantizada en muchas ocasiones —la vuelta del antropélogo se parece dema- siado a la vuelta del gran cazador de la tribu lejana— con datos intrascendentes y poca implicaciém personal. Por él contrario, en ‘otros casos, puede llegar a ser un perfecto ejemplo de exhibicionis- mo, especialmente cuando la reflexion narcisista de ta experienci de campo se convierte en un fin en si misma. Con frecuencia toma la forma de consejos de clase o recetario para evitar proble- mas del tipo de «llegué,-me equivoqué,-comprendi,-restableci-y- fortaleci vinculos» cuando no.un mero anecdotario donde se narra, a lo viajeroy lo bien que uno lleva adelante ef trabajo pese a las dificiles condiciones de vida: No se dice nada sobre confusiones y depresiones, sentimientos violentos, censura, fallos y errores im- Portantes, deseos y placeres excesivos, tan asociados a la humana condicién. Por eso probablemente el diario privado de Malinows- ki, cuyo trabajo de campo se ha vénido considerando modéliée @a la profesién, produce tal impacto en (1967, convirtiéndose en un turning point, y especialmente dentro de ia tradicién anglo- sajona que, frente a la francesa por ejemplo, es menos dada a la confesién de emociones asociadas a la experiencia de campo. Balandier en 1957, Maybury-Lewis en 1965 y Chagnon en 19685 3M. Frelich, Marginal Natives: Anthropoligists at work Harper & Row: New York. + Como ha seialado recientemente M. Delgado (EI Pais, 11-290:8) en su recension de la publicacién de este texto en castellano (B, Malinowski, Diario de campo en Melanesia, 1989 Scar, Madrid-Gijon). 5G. Balandier. L’Afrique ambigue Plon, Paris; D. Maybury-Lewis. The | ‘Savage and the innocent, World Pub; N.A. Chagnon. Yanomamo. The Fierce People Holt, Rinehardt and Winston, New York. a Paul: Rabiniow. son de los pritheros en enfrentarse directamente: con’ su’ experiencia, aunque sus relatos parecen més confesiones cas analiticas. Este Ultimo autor en esta monografia es un. 2 de la usual practica antropolégica de escribir ua primer capitulo exponiendo las circunstancias del trabajo de campo, los'sentimi¢n= tos iniciales del etndgrafo, su choque cultural, y su desarrollo:pos- terior. Suelen aparecer noticias sobre un par. de informantes 0 situaciones claves que enriquecen o-dan un vuelco tebrico"o" perso: nal a la experiencia de campo. En su caso, al enfrentarse al grupo Yanomamo (una sociedad. donde se_valora la agresividad-y-a-cuya= gente define como fierce people), se-refiere mas-crudamente-a la = naturaleza de sus sentimientos y el cambio dé actitud ¥de imagen “= de sf mismo —la propia alienacién— que tiene que llevar @ cabo para poder adaptarse a.esta sociedad. Sin embargo, pronto critica. y confesiones merecen un libro que aparece generaimente despuiés de la monografia (caso de Balandier, Chagnon'y Dumont aunque no el de Maybury-Lewis). El propio Rabinow publica dos afios. antes de estas Reflexiones una monografia que leva: por tt Symbolic Domination: Cultural Form and. Historical Change Morocco (1975, Univ. of Chicago Press)..Parece que: esta’ especie de «esquizofrenian, que separa tan tajantemente el texto etnografi 0 de los relatos sobre la experiencia en el campo, no-es ajena a la necesidad de cumplir estrictamente con el ritual de la’ teiis doctoral: y por tanto la insatisfaccién que fe queda al etndgtafo ~ ae no‘ poder comunicar 16 més vivo, huimano y valioso de la ex riencia. En otras palabras, y esta vez son las de Marcus y Fisher”, se produce una intolerable disonancia entre lo que uno conoce y lo que le obligan a contar por convenciones del propio género doctoral’. De aqui surge una tradicién de descripcién y reflexién sobre 1 trabajo de campo que aunque varia en grado de sofisticacién © “G. Balandier. 1955 Sociologie actuelle de L’Afrique noire. Presses Uni- versitaires de la France: N. A. Chagnon, 1974 Studying the Yanomamo. Holt Rinehart & Winston; JP. Dumont, 1976. Under the Rainbow y 1978. The Headman and I. ambos de Univ. of Texas P.; D. Maybury-Lewis, 1976. Adwe= ‘Shavante Society. Oxford. — 1 Anthropology as Cultural Critique University of Chicago Press, 1986:'37. 5 Y Ja fusion tiene sus riesgos. Un ejemplo’ significative: y pionero Tue. ‘Naven, que al parecer fue presentada por su autor como Tesis Doctoral en Cambridge y no fue aceptada como tal por lo que, segin se cuenta; 1 é fue: siempre «Mister» (y no «Doctor») Bateson. ~ —_— iB Reflexiones sobre un trabajo de campo en Marruecos y cardcter, plantea un buen niimero de problemas epistemoldgicos, existenciales, morales, ideolégicos 0 politicos e inicia la discusién franca y abierta de temas de violencia, deseos, luchas, confusiones y transacciones econémicas, intentando rastrear su impacto en el trabajo concreto y su relevancia para la préctica de la descripcién y andlisis etnograficos®. Ademds no sdlo aparece la cultura estu- diada sino la propia y Ja relacién entre ambas. El antiguo rol del etndgrafo —narrador y autoridad por antonomasia== se com-| parte con el informante; comienza a ceder la palabra, a trasmitir } timidamente las voces nativas. El antropélogo inicia, en suma,.+ ‘un didlogo frente al antiguo monélogo, una discusién seria de’ la epistemologia del trabajo de campo y su estatus como método, , inaugurando un enfoque tedrico de comunicacién dentro y entre culturas. Este movimiento que hoy se llama Antropologia Interpretativa, © posmodernismo es hijo de un conjunto de ideas en torno a la tradicién cultural, critica literaria y simbolismo de los 70. Aun- que Geertz llama a Rabinow junto a otros «los hijos de Malinows- ki» y los considera enfermos del mal dei «diario» que aquejd a éste, todos ellos son igualmente hijos del Geertz de La interpreta- idn de las culturas’® y su esfuerzo por el examen del proceso —o procesos— de comunicacién por los quéel aritropologo, @ través del trabajo de campo, adquiere un conocimiento del sistema de significados culturales y lo representa en textos etnograficos. Geertz ha indicado que para entender el punto de vista nativo ng. s6lo_¢s importante la empatia sino que la comunicacién. depen- de del intercambio. Su interés por el texto ha estimulado el interés en el contexto, la compleja relacién en que se produce el texto. He aqui el antecedente inmediato del presente trabajo de Rabinow. Y vamos brevemente con este tltimo y lo que representa en rela- cin con Ia situacién espafiola. Geertz se refiere a este trabajo y a su autor como el primero de una serie de j6venes airados —o mejor, inquietos y descorazo- nados—, como Dwyer y Crapazano entre otros, que significativa- ‘mente han realizado sus etnografias en Marruecos, como él mismo, 3” Un buen ejemplo reciente que plantea con franqueza temas de sexo, ‘ginero y personalidad es T. L. Whitehead & M. E. Conaway (eds,), Self ‘Sex and Gender in Cross-Cultural Fieldwork, 1986 University of Wlinois Press, Urbana. . 10 Vease El antropélogo como autor, Paidés 1989 y La Interpretacién de as culturas, Gedisa 1988. MO © att Rabiiog ¥ que producen textos «autor-saturados». Ciertamente — uno de sus fallos: su excesivo tono de seriedad— no encont en este autor el chispeante y corrosive humor de Nigel Barley’ pero a diferencia de Malinowski, Rabinow se enfrenta de un modo franco y con gran honestidad a lo que éste no pudo hacer, ‘mas que como desahogo privado en su diario, Rabinow ha elegido describir su tarea a través del proceso -de interdcéién con sus infor: mantes. Esta interrelacién no es en absoluto la edulcorada y sensi- blona sembianza a la que nos tienen acostumbrados los antropélo- 4g08 y que suele terminar en esas lgrimas que culminan todo trat jo de campo de éxito y-de-muy distinto signo a las vertidas al Hegar. Sus informantes, muestra, son tan variados.como-la-propia— sociedad en que estan. inmersos-y. a. través del-corruptorproceso== de la etnografia, ni ellos serén los mismos, ni el propio etndgrafo, Este libro destroza ‘varios mitos. Y éntre ellos el de la propia imagen del etndgrafo. Voy-a-poner-un-ejemplo-de-lo-que puede’ set una de Sus facetas. En una ocasién en que ensefiaba un curso introduetorio de Antropologia, al intentar explicar-lo que: era: trabajo de campo, uno de mis jévenes alumnos' muy pensativo exclamé de pronto ‘con la cara iuminada, como el que ha’ dado. con el quid de la cuestidn: «peto ef antropdlogo... jes una especie de misionero!». El comentario, que nos hizo reir a todos, puede hacernos también pensar. Evidentemente, aparte de las drésticas diferencias, hay semejanzas entre ambos trabajos, como la perma nencia.en_dreas. tradicionalmente.compartidas-por-estos-colectivos —en ocasiones la nica oportunidad de los espaftoles para enfren- tarse a grupos primitivos— y la interrelacién con los nativos. Tam- bién un oscuro sentido de ia vocacién que nos lleva a abandonar lugares y lugarefos familiares para enfrentarnos con lo extrafio y desconocido en nombre de una idea (en un caso, nuestra «cien- cia», aunque més bien puede ser el cumplir con los requisitos investigadores de nuestra carrera, en otro caso Dios, aunque tam- bign suele haber otro tipo de més concretos intereses). La figura del etnégrafo también mostraba semejanza con el misionero en un punto: ambos, por distintos motivos, rodeados por la incom- prensin, debian mostrar un talante diligente, soportar con entere- 2a las penalidades en tan remotos lugares, evitar las pasiones. de-. sordenadas, ganarse la.confianza de todas [0s iiativos, «salvar» almas o-materiales que de otro modo se perderian y contri con el conocimiento 0 —en algunos casos— con su propi ‘EL antropologo inocente. Anagramia 1989. Reflexiones sobre un trabajo de campo en Marruecos =——— 15 cado» esfuerzo al desarrollo de la sociedad que se investigaba 0 se convertia. Como al misionero al que aman para administrar Jos sacramentos a altas horas de la noche, el antropélogo en teotia resiste horas de hambre, sed o suelo para presenciar y participar en un raro ritual. Y ademas, en ambos casos, reconoce la simbdli- ca violencia para adquirir informacion y llevar a cabos sus planes, en nuestro caso también Hamada «estrategia de investigacién» 2, El documento que nos proporciona Rabinow sale al paso de los mitos tan familiares como el del «etndgrafo sonriente», «la gente siempre tiene razénn, «la ocultacién dela” personalidad «uno debe refrenar. sus. propios sentimientos», «el etndgrafo-a asexiiddo-a», “el amable antfopélogo que hace de chéfer», etc. Estos estereotipos, que se elaboran en el proceso de formacién de los neéfitos, suelen adquirir su cardcter mis y cierto poder por la individualidad y caracteristicas que tiene: la iniciacién del propio ritual de campo. Es probable que, de algin grado, sea una imagen-tomada del clasico, aparentemente imperturbable, dis- tante y coftés antropdlogo britdnico. Por supuesto, la realidad empirica no concuerda con estos imperativos: el etndgrafo no s0- porta a algunos de sus informantes —y viceversa— , utiliza tacti- cas con los amigos (y en ocasiones con las «amigas») que le produ- cen culpabilidades —y viceversa—. Especialmente debatido es el tema del intercambio de informacién a cambio: de servicios que ofrece el antropdlogo, que en los libros suele aparecer de ocasional enfermero, maestro o chéfer. El intercambio de dinero es un tema tabi, al menos en el contexte espafiol, y en cierto modo se convier- te en un indice de un trabajo de campo con poco éxito en el que el etndgrafo no ha podido siquiera ganarse la confianza y el afecto (ademas de la gratuidad de las informaciones) de sus informantes. Pero, en vez de ese dinero, parece exhibir una com- pulsiva necesidad de reparar y devolver'3, soportando con fran- ciscana paciencia, una complaciente sonrisa (jy una paternalista superioridad!), los inconvenientes del trabajo de campo, la estre- cha relacién con otros seres humanos. Y sin embargo, probable- mente debido a una compleja combinacién de choque cultural, "2 Probablemente debido a todas estas semejanzas no es extraho el conti- ‘nuo trasvase y conversi6n, entre los misioneros especialmente, que se «recilan» ‘como antropdlogos. 13 En el mejor de los casos. También estén las figuras opuestas. del -- antrop6logo-apisonadora, o el seductor que consideran que la gente tiene la obligacién de informaes.

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