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ISSN: 0188-7017
alte@xanum.uam.mx
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad
Iztapalapa
México
Massa, Paola
Antropología y patrimonio cultural. Un estudio sobre los monumentos a los caídos
Alteridades, vol. 8, núm. 16, julio-diciembre, 1998, pp. 85-94
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa
Distrito Federal, México
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ALTERIDADES, 1998
8 (16): Págs. 85-94
PAOLA MASSA**
ANTHROPOLOGY AND CULTURAL HERITAGE. A FALLEN MONUMENTS’ STUDY. The essay presents some
results of an anthropological field research concerning war memorials, developed in the city of Naples in the last
five years. The author first introduces the main historical and theoretic aspects regarding these monuments; she
then analyses their present social uses in order to find out their symbolic meaning and value for social subjects.
As the author points up, the observation of commemorative ceremonies in honour of the fallen shows that the
dialectic between functions and uses of these monuments is in reference to the field of power relationships.
Casi siempre que ha estudiado el patrimonio cultural, debían ser aquellos especialistas que, por tradición de
la antropología italiana ha centrado su interés en una la propia materia, aparato teórico-metodológico, inte-
categoría de elementos particulares de éste que, según rés y objetivos cognoscitivos, resultaban legítima-
criterios normativos, pueden englobarse en la definición mente reconocibles como especialistas de la cultura,
de bienes del patrimonio cultural folklórico.1 En cierto y principalmente de la cultura “popular”, es decir, los
sentido, la relación de la antropología con lo que en antropólogos.2 Aunque más lentamente, y entre no
una acepción más amplia se define hoy día como pa- pocas dificultades e incertidumbres, a escala institu-
trimonio cultural (siguiendo la expresión francesa cional se identifica finalmente al antropólogo con esa
patrimoine), se ha basado casi en la totalidad de los figura profesional a quien se confían las tareas de do-
casos en una competencia especializada de la discipli- cumentación, catalogación y reformulación del deno-
na con respecto a un objeto de estudio específico. En minado patrimonio folklórico (Clemente, 1996).
virtud de dicha competencia se ha juzgado siempre No obstante, sólo en contadas ocasiones se ha plan-
evidente que quienes tenían que ocuparse de objetos, teado la cuestión de si la antropología no está ya lo
fenómenos y en general productos de la cultura popular bastante madura como para ofrecer una contribución
(ya fueran aperos de labranza, fiestas populares, a los estudios sobre el patrimonio cultural que no se
textos narrativos y musicales folklóricos, etcétera) limite necesariamente a lo que le es indiscutiblemente
* El presente artículo está publicado con la contribución del Centro Interdipartimentale di Ricerca Audiovisiva per lo Studio
della Cultura Popolare dell’Università degli Studi di Napoli “Federico II”.
** Doctorado de investigación del Departamento de Sociología de la Università degli Studi di Napoli “Federico II”.
1
Según la normatividad en vigor, la catalogación de estos bienes del patrimonio cultural corresponde al Instituto Central
para el Catálogo y la Documentación, mediante fichas correspondientes que los dividen en cuatro categorías: FKO (objetos
de la cultura material), FKM (música de tradición oral), KFN (textos narrativos de tradición oral) y FKC (ceremonias) (Ministe-
rio del Patrimonio Cultural y Ambiental, 1978).
2
Empleamos aquí este término en su acepción más amplia, que comprende los distintos aspectos específicos existentes en
el marco de las disciplinas demoetnoantropológicas.
Antropología y patrimonio cultural. Un estudio sobre los monumentos a los caídos
pertinente respecto a un objeto específico. ¿Por qué no ducto “diseñado y construido como tal (...) en el ámbito
considerar la posibilidad de una relación de la antro- de proyectos e intereses definidos” (Bravo, 1979: 18).
pología con el patrimonio cultural basada en la espe- Parece pues ineludible la cuestión de la elaboración en
cificidad de una perspectiva teórico-metodológica, la términos simbólicos del objeto del patrimonio cultu-
propia de esta disciplina, que permita una clave de ral y de su consiguiente —cambiante— estatuto, en el
lectura peculiar e insólita? ¿Por qué no intentar explorar cuadro de las distintas políticas culturales. En cierto
la potencialidad de una “mirada” antropológica —ya sentido, los objetos del patrimonio son siempre “produc-
sea de cerca o de lejos, según los casos y la elección tos”, incluso cuando se presentan indudablemente
del método— respecto de objetos, creaciones, obras y como “datos”, sedimentos de un pasado que sobrevive
fenómenos pertenecientes a distintas categorías del a sí mismo (una excavación arqueológica, monumen-
patrimonio cultural que son competencia de otros es- tos y vestigios de otras épocas, a veces enteros asen-
pecialistas: arquitectos, historiadores del arte, arqueó- tamientos de población...): en realidad son produci-
logos, etcétera? En el respeto absoluto de estas com- dos como objetos del patrimonio cultural por parte de
petencias, evidentemente no sustituibles, ¿puede el sujetos sociales que tienen el poder de producirlos en
antropólogo aportar un saber y un enfoque especiali- cuanto tales (Bourdieu y Darbel, 1972).
zados al acercarse al estudio de los productos de la
cultura? ¿Cuál puede ser, en el caso en cuestión, la es-
pecificidad de su “mirada”? ¿Cuál su contribución? Una investigación antropológica sobre
En respuesta a estas interrogaciones se puede vis- los monumentos dedicados a los caídos
lumbrar una posible vía en el sentido de un esfuerzo
de problematización, observación y análisis de las que La problemática aquí planteada necesitaría de otro es-
se definen habitualmente como dinámicas de aprove- pacio de reflexión y profundización, incompatible con
chamiento. En el marco de una perspectiva “desde los límites del presente escrito. Éste, lejos de intentar
abajo”, por así decir, dirigida a la comprensión del sig- desarrollar un discurso teórico general sobre el pa-
nificado y del valor que el patrimonio cultural reviste trimonio cultural —para lo que las competencias de
para los sujetos sociales, el análisis antropológico, quien escribe no son sin duda adecuadas—, pretende
haciendo uso de sus tradicionales medios de recolección más bien examinar un tipo particular, respecto al cual
de datos, incluida su recogida directa “sobre el terre- se ha conducido un trabajo específico de investiga-
no”, puede centrarse provechosamente en las que son ción antropológica. Evidentemente, las cuestiones a
prácticas concretas de uso, funcionalización y seman- las que se ha hecho referencia anteriormente consti-
tización del patrimonio cultural por parte de los acto- tuyen un telón de fondo importante de las motivacio-
res sociales. nes que han inspirado el trabajo de investigación,
Hay que tener presente además que, en muchos además de un referente teórico constante para el aná-
casos, los elementos del patrimonio cultural se cons- lisis realizado y las consideraciones a las que se ha
tituyen en la práctica como objetos situados entre un llegado.
promotor, que impulsa o ha impulsado su creación, y La investigación mencionada se refiere a los monu-
un destinatario, que está dispuesto a ofrecer una res- mentos dedicados a los caídos presentes en la ciudad
puesta a esa voluntad. Por tanto, pueden utilizarse de Nápoles.3 Antes de entrar brevemente en la expli-
para mostrar mensajes y hacer públicos discursos, re- cación de la investigación realizada y de las reflexiones
presentando sustancialmente el vehículo formal de que se han derivado de ella, es oportuno aportar aquí
una dialéctica que hay que ordenar y analizar. A este algunos elementos de naturaleza histórica y teórica
propósito, nos parece provechoso recoger la indica- que permiten una contextualización correcta del fenó-
ción de Gianluigi Bravo, quien sugiere distinguir entre meno objeto de estudio.
bienes del patrimonio cultural como “datos” y bienes
del patrimonio como “productos”. Junto a una di-
mensión de objeto, manufactura, obra, fenómeno que Algunos elementos para la definición
se puede constatar empíricamente e inscribir en un del cuadro histórico y teórico de referencia
contexto espacio-temporal determinado, el patrimonio
cultural presenta siempre otra igualmente significati- Desde un punto de vista histórico, la difusión genera-
va, si no más: se puede identificar de hecho como pro- lizada de los monumentos dedicados a los caídos, en
3
Esta investigación se ha llevado a cabo en el ámbito de un doctorado de investigación en Ciencias Antropológicas y Análisis
de la Mutación Cultural, en el Instituto Universitario Oriental de Nápoles.
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Italia como en el resto de Europa, se remonta al pe- dimensión sobrehumana de heroísmo: de muerto
riodo inmediatamente posterior a la primera Guerra pasa a ser caído.
Mundial; se trata de un fenómeno común a todos los Desde su aparición, los monumentos dedicados a
Estados implicados en el conflicto, ya sean vencedores los caídos, por sus mismas características formales,
o vencidos. Estos monumentos apuntan al campo de resultan portadores de una función que podríamos
experiencia de la muerte en el combate o en situacio- definir pedagógica; se inscriben, de hecho, en la línea
nes bélicas de sujetos sociales generalmente mascu- de una tradición preexistente: la de una monumen-
linos, jóvenes y anónimos. Apuntan pues, por un lado, talidad destinada a los espacios públicos —en la
al tema de la muerte violenta, y por eso mismo inna- mayor parte de los casos constituida por estatuas
tural —aunque no casual—, y por otro al del recuerdo (Agulhon, 1978)— dedicada a los “grandes hombres”
agradecido por parte de la colectividad hacia aquéllos (generales, soberanos, mártires,...), por medio de la
que, por ella, han sacrificado sus propias vidas. Este cual, y ya desde la antigüedad, el poder dominante
último aspecto, sin embargo, no justifica suficientemen- había aspirado a construir y dar visibilidad a una es-
te las razones de su edificación y difusión generalizada. pecie de pedagogía del ejemplo (Escobedo y Gori,
La gran guerra, no en vano definida como tal, consti- 1989) que, al declarar y difundir un discurso de na-
tuye un evento bélico sin comparación posible con turaleza ético-político-ideológica, desempeñara igual-
ninguno de los acontecidos en los siglos precedentes. mente la importantísima función de representar y le-
Las poblaciones de los países implicados conocen a gitimar el mismo poder (Moscati, 1978; Tobia, 1991 y
causa de ésta un luto de dimensiones espantosas e in- Zanker, 1993).4
soportables. Las pérdidas alcanzan cifras antes impen- Observándolos en la dimensión de la actualidad,
sables, resultado del desarrollo de las tecnologías bé- los monumentos dedicados a los caídos constituyen
licas en el siglo XIX. La cuantía de las pérdidas, las productos humanos que conducen a otro tiempo
dimensiones del luto, el espesor de una aflicción in- reportándolo a hoy, evocándolo gracias a su propia
consolable, las desastrosas condiciones de vida que el presencia. Representan las huellas empíricamente
conflicto ha acarreado provocan la puesta en marcha, perceptibles de un continuum histórico, se sitúan
a escala internacional, de una operación político- como indicadores de un pasado que gracias a ellos se
cultural que tiende a la construcción de un consenso actualiza incesantemente; se colocan, pues, entre los
retroactivo que permita una especie de legitimación a elementos constitutivos de la formación de esa con-
posteriori de la propia guerra. Hay que lograr la supe- ciencia histórica cuya importancia en los procesos de
ración del horror de la guerra: la misma muerte, constitución de la identidad es bien conocida. Dicho
“obscena e indecible”, necesita ser reintegrada (Canal, de otro modo, constituyen lugares de memoria, enten-
1982). En los años inmediatamente posteriores a la diendo esta expresión en su acepción más amplia,
conclusión del conflicto toma forma lo que se ha defi- también a la luz de cómo ésta se ha propuesto re-
nido como el mito de la experiencia de la guerra (Mosse, cientemente en el ámbito de la reflexión historiográ-
1990); es en este contexto donde se va perfilando la fica francesa e italiana (Isnenghi, 1996-97; Nora,
afirmación de un auténtico culto del soldado caído, al 1984-1993).
que seguirá el inicio de una “campaña monumental de En efecto, la misma noción de monumento contiene
masa” (Isnenghi, 1977). La figura del joven combatien- implícitamente una dimensión de memoria. El térmi-
te, representado viril y audaz en la iconografía de los no (del latín monumentum) deriva del verbo monère
monumentos a los caídos, mientras se encamina (recordar, amonestar); se utiliza para indicar una obra
hacia el propio destino, funciona como elemento de re- de carácter conmemorativo creada con el fin de man-
dención de la imagen dolorosa de la muerte; el sol- tener vivo en el tiempo el recuerdo de personas o
dado muerto en la guerra no se considera un derro- acontecimientos grandiosos.
tado, sino un individuo que ha ofrecido consciente-
mente la propia vida para la realización de un ideal. Su Se llamará monumento cualquier manufactura edificada
muerte, de cruel pérdida, se reelabora en términos de por una comunidad de individuos para acordarse o para
un justo sacrificio que lo ennoblece y eleva a una recordar a otras generaciones de personas, aconteci-
4
Evidentemente son numerosas y muy significativas las diferencias entre los monumentos dedicados a “grandes hombres”
y los que conmemoran a los caídos anónimos. Ya sólo en relación con estos últimos, en particular, siguiendo las huellas
de su evolución histórica, surgen elementos de transformación si se comparan los productos de la “campaña monumen-
tal de masa” de los años veinte y treinta con las obras realizadas después de la segunda Guerra Mundial (Galmozzi, 1986;
Vovelle, 1986).
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mientos, sacrificios, ritos, creencias. La especificidad del Si existe una relación no exclusivamente semán-
monumento (...) reside en su modo de actuar sobre la tica entre la noción de monumento, en su más amplia
memoria. No sólo actúa sobre ella y la sacude gracias a la acepción, y la de memoria, esta relación se manifies-
mediación de la afectividad, reproponiedo el pasado y ha- ta con mayor evidencia en el caso de los monumentos
ciéndolo vibrar a la manera del presente. Pero este pasado dedicados a los caídos. En ellos, la intención conme-
invocado y convocado (...) no es un pasado cualquiera: es morativa se halla explícitamente presente ya en las
un pasado localizado y seleccionado con fines vitales, en fases de decisión y realización de la obra, representando
la medida en que puede, directamente, contribuir a man- una de las razones prioritarias de su edificación. Ca-
tener y preservar la identidad de una comunidad étnica o racterizándose pues por una clara “voluntad, o in-
religiosa, nacional, tribal o familiar (Choay, 1992: 1). tención, de memoria inicial” (Nora, 1984: XV-XLII), el
monumento a los caídos pertenece con pleno derecho
La relación del monumento con la memoria no se a la categoría de “monumentos intencionales”, cuyo
agota pues en una simple función del primero como destino se asume a priori, elaborada al principio de
neutro indicador del tiempo pasado; en ese caso sólo nuestro siglo (Riegl, 1985).
constituiría el lugar en el que se custodia, por así Para el antropólogo que se mueve en el contexto
decir, la memoria, en una dimensión metahistórica y urbano (Hannerz, 1990; Signorelli, 1996) los monu-
metacultural. El monumento conmemorativo dedicado mentos a los caídos presentan otra característica im-
a los caídos representa igualmente el lugar en que se portante, estrechamente ligada a su naturaleza de
funda la memoria; representa una especie de labora- lugares de memoria. Constituyen objetos a los que no
torio en que esta última actúa, y a partir del cual se se puede reconocer, si se mira desde el punto de vista
constituye; esto se verifica en el cuadro de procesos y de sus destinatarios, un valor de uso en el sentido eco-
dinámicas culturales que orientan y modelan en los nómico del término; no sirven, de hecho, para un pro-
sujetos sociales la percepción y el uso de los recuerdos pósito pragmático, utilitario, no tienen evidentemente
y del olvido —ya que tanto los unos como el otro consti- relación con esa dimensión de la actividad humana
tuyen la memoria— que se depositan en el monumento. que se orienta racionalmente a la consecución de un
Mona Ozouf ha puesto en evidencia con gran efi- fin práctico determinado. Más bien representan luga-
cacia esta función fundacional de todos los lugares de res impregnados, para sus destinatarios, de un valor
memoria, no necesariamente monumentales: esencialmente simbólico, entendiendo con este térmi-
no lo que tiene “capacidad de prefigurar, representar,
Para que haya un lugar de memoria es necesario que haya evocar algo” (Turner, 1976). Sobre este aspecto volve-
un pasado, pero este pasado nunca está vinculado sola- remos más adelante.
mente a sí mismo, no es fundador. Es la exigencia actual
la que funda. (...) el lugar de memoria deja de existir sin
una exigencia presente que aporte los contenidos Contenidos de la investigación
(Magazine Littéraire, 1993: 24).
El principal objetivo de la investigación realizada ha
Lo que hay que cuestionar entonces es cuáles son sido la identificación del significado y del valor —el
los sujetos portadores de una exigencia fundacional, sentido antropológico— que revisten para los sujetos
y qué dialéctica se instaura entre las distintas exi- sociales estos peculiares productos de la actividad hu-
gencias de sujetos sociales distintos. En definitiva, la mana que son los monumentos a los caídos. Asumien-
memoria se colma de sustancia en la unión con el pa- do como “punto de vista” de la investigación los que
sado vivido y compartido en el presente, porque es el podemos identificar como los destinatarios de tales
mismo presente el que lo interpela. monumentos, es decir, el público de “usuarios” poten-
Podemos considerar pues a los monumentos como ciales, se ha intentado sustancialmente dar una res-
lugares de memoria en una doble acepción: por un puesta a preguntas de este tipo: cuáles son los actores
lado custodian la memoria en cuanto documentos, sociales que “confieren sentido” a estos monumentos,
testimonios de otras épocas y del clima que los ha pro- concediéndoles significado y valor; cuál es el espesor
ducido; por otro, contribuyen a fundar y a alimentar simbólico del uso, evidentemente no utilitario, que se
la propia memoria, en la medida en que se consideran hace de ellos; según qué formas y modalidades se veri-
como referentes de los procesos de construcción de la fica la utilización concreta de estos monumentos; qué
identidad histórico-cultural: procesos más o menos relación existe entre las situaciones y las dinámicas de
espontáneos y “desde abajo” o, al contrario, guiados, uso que se activan en torno a estos monumentos y las re-
controlados y hegemonizados. laciones entre los sujetos sociales que participan en ellos.
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En el marco de la diferencia de fondo entre civiles y militares, recordemos sólo brevemente los representantes de distinto
grado de las diversas armas, los pertenecientes a las numerosas asociaciones ligadas a la guerra (de los veteranos de guerra
a los condecorados por el valor militar, de los partisanos a los exprisioneros en los campos nazis, etcétera), los familiares
de los caídos, los ciudadanos comunes.
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Se trata de entrevistas de distinto tipo y grado de profundización: formales/informales, estructuradas/abiertas, grabadas
o no, etcétera, que han sido objeto de un específico trabajo analítico.
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“desaparición de las condiciones intelectuales y morales extra-territorialización de los mensajes y de los dis-
en el marco de las cuales se ha erigido”. En particular, cursos políticos, sin que evidentemente estos últimos
Ozouf pone en duda la posibilidad de la eficacia actual hayan perdido su eficacia propagandista. Si es cierto
de un arte “propagandista y educativo”: que muchos monumentos ya no son capaces de hablar
un lenguaje formativo-educativo destinado a las masas,
Demasiados realismos socialistas han desacreditado la es sin embargo posible pensar que este lenguaje circu-
capacidad del arte para desempeñar la instrucción y la re- la a través de otros canales, donde se revela con mayor
conciliación civil. Nosotros sabemos que se puede vivir eficacia.
entre estatuas colosales y cuadros edificantes sin verlos, Sobre la base de los datos recogidos surge otra
y hasta podemos darles la espalda. (...) Lo que sostiene el breve consideración, que aquí se propone sólo a un
culto a los grandes hombres, en el momento en que éste primer nivel de problematización. Los monumentos
se elabora, es la fe en la solidaridad espontánea entre la considerados parecen constituirse, en el contexto ur-
estética y la moral, y en la docilidad del público a la lección bano napolitano, como referentes de la organización
de los sentidos, y en la eficacia de un arte pedagógico. espacial, protuberancias que ayudan a orientar en los
Nadie puede creer hoy que la representación visual sea el sujetos sociales la percepción y el uso del territorio
lugar propio de la formación moral y de la manipulación urbano. La pregunta es pues si es posible asumirlos
ideológica (Ozouf, 1984: 163). como objetos a los que se puede atribuir una función
appaesante (de ambientación); función que resulta-
El análisis de la estudiosa francesa nos parece ría curiosamente significativa precisamente porque
cuando menos oportuno en lo que se refiere a la caída éstos no sugieren, para la mayor parte de los sujetos
de la eficacia de un discurso pedagógico que se desarro- sociales, contenidos específicos o, más exactamente,
lla en forma de monumentos dedicados a los caídos; porque los contenidos de los que son portadores les
éstos, de hecho, aun presentando elementos de diferen- resultan casi siempre desconocidos a esos sujetos. Su
ciación respecto a las obras dedicadas a los “grandes función de hecho termina en cierto sentido por pre-
hombres” (el primero de ellos, el anonimato del caído), valecer sobre su sentido intrínseco. Desde un punto
resultan sin embargo asimilables a estas últimas en de vista funcionalista, cuanto más acentuada y evi-
diversos aspectos, también en virtud de su inserción dente es en estos monumentos su función como ele-
en un campo análogo de referencia. Partiendo de esta mentos de ornamentación urbana en virtud de sus ca-
interpretación se perfila por otro lado una interesante racterísticas morfológicas y de su situación urbanística,
profundización del análisis. Tras observar que no es resultarían tanto más significativos en cuanto señales,
creíble actualmente que “la representación visual sea indicadores de las modalidades según las que la per-
el lugar propio de la formación moral y de la manipu- cepción de los sujetos sociales estructura y califica el
lación ideológica”, es inevitable preguntarse si no es espacio urbano.
ese tipo de representación el que ha perdido eficacia
en ese sentido. Se hace pues necesario explorar cuáles
son las distintas formas que la representación visual Su utilización ceremonial:
ha asumido hoy, y los diversos canales comunicativos la experiencia simbólica
a través de los que aquélla se expresa; en otras pala-
bras, podrían haberse quedado obsoletos algunos de En la primera parte de este escrito nos hemos referi-
los medios por los que durante largo tiempo se ha ca- do al hecho de que los monumentos dedicados a los
nalizado un determinado tipo de discurso destinado caídos revisten, para algunos sujetos sociales, un
a las masas. Si es indudable (como lo demuestran importantísimo valor simbólico; hay que volver ahora
también ampliamente los resultados de la investigación sobre este aspecto con el fin de aclarar y especificar
realizada) que la denominada pedagogía del ejemplo, qué se entiende al respecto.
como la encarnan los monumentos a los caídos, ha De la observación de las ceremonias que se cele-
perdido gradualmente gran parte de su eficacia original, bran en los monumentos considerados, resulta que
paralelamente a la decadencia de las corrientes político- éstas constituyen ocasiones en las que la masa indi-
ideológicas que la habían sostenido en determinados ferenciada de los denominados destinatarios se articu-
contextos histórico-culturales, es oportuno pregun- la y se define en una serie de sujetos sociales concretos
tarse si un nuevo tipo de pedagogía la ha sustituido y y diversificados. Las observaciones realizadas permiten
cuáles son las nuevas formas de representación visual identificar una agrupación de sujetos sociales de los
que hoy se privilegian. Desde hace tiempo, los medios que parece lícito afirmar que su participación en las ce-
de comunicación de masa han producido efectos de remonias conmemorativas, y en general su relación
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