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"UNA HORA SANTA MISIONERA"...

HORA
SANTA 4

Canto Introductorio: 

"Bendigamos al Señor"

Bendigamos al Señor que nos une en caridad


Y nos nutre con su amor en el Pan de la unidad.
¡Oh Padre nuestro!

Conservemos la unidad que el Maestro nos mandó


Donde hay guerra que haya paz, donde hay odio que haya
amor
¡Oh Padre nuestro!

El Señor nos ordenó devolver el bien por mal


Ser testigos de su amor, perdonando de verdad.
¡Oh Padre nuestro!

Al que vive en el dolor y al que sufre en soledad


Entreguemos nuestro amor y consuelo fraternal.
¡Oh Padre nuestro!

EXPOSICIÓN CON EL SANTÍSIMO COMO DE COSTUMBRE. 

INTRODUCCIÓN:

Ministro: Jesús mío, tú te servirás de nosotros para


manifestar a todas las naciones que no necesitas más, para
obrar maravillas en un alma. Te abandonamos nuestra
miseria para que tu misericordia tenga anchísimo campo
en que ejercitarse y te entregamos nuestra buena voluntad
por manos de María, la primera misionera. 

Breve pausa de silencio.

Lector: Toda persona dedicada a la misión "es como padre


amoroso y solícito que vigila, cuida y ama en todo
momento al hijo amado de su corazón". Ser padre de las
almas da sentido a la vida apostólica: "¡Qué paternidad tan
gloriosa! ¡Dar almas a Dios y sustentarlas con el sacrificio!
Si no es para comprar almas para Dios, no vale la pena el
vivir La vida no merece el nombre de vida, si no se emplea
toda ella en conquistar vasallos para el Rey inmortal de los
siglos".

Este celo apostólico, es también materno, a imitación de


María, figura de la Iglesia y no tiene fronteras: "Las almas
nos necesitan en todo el mundo. Y es un mandato divino:
Id y evangelizad a todos los pueblos". El amor paterno y
materno pasa por encima de todas las dificultades. (Cfr.
Escritos de la próxima beata mexicana María Inés Teresa
Arias).

Momentos de silencio para la reflexión personal.

ACTO DE PERDÓN:

Lector: En estos tiempos difíciles que vivimos, en los que


debemos tener un corazón lleno de tu amor, reconocemos
públicamente nuestros pecados y te decimos, Jesús
Eucaristía: Perdónanos, Señor.

Lector: Por no haber encontrado tiempo para orar. Por


haberte rezado algunas veces sólo por costumbre, sólo con
la boca y no con el corazón.
T. Perdónanos, Señor.

Lector: Por darnos por satisfechos en nuestra vida


espiritual con poco, sin profundizar más en nuestra fe y en
nuestra vocación misionera.
T. Perdónanos, Señor

Lector: Por no haber respondido con fidelidad al amor que


esperaba de mí mi familia, mis amigos, mi apostolado.
T. Perdónanos, Señor.

Lector: Por no haber sido auténticamente testigos de la fe


y del amor.
T. Perdónanos, Señor.

Lector: Por no haber sido sensibles a las necesidades de


los demás.
T. Perdónanos. Señor.
Lector: Por mis omisiones y flojeras en el quehacer
misionero al que todos estamos llamados desde nuestro
bautismo.
T. Perdónanos, Señor.

Lector: Por haber comprometido a la Iglesia con mis


actitudes contrarias al Evangelio.
T. Perdónanos, Señor.

Lector: Por nuestra falta de fe, de ardor en las cosas


pequeñas de cada día, por nuestra apatía en la conquista
de las almas, por no haber defendido los derechos de tu
Reino.
T. Perdónanos, Señor.

Lector: Por nuestros pecados y los pecados de todos los


adolescentes y jóvenes del mundo entero.
T. Perdónanos, Señor.

Canto de meditación: 

"Aunque marche por la oscuridad".

Aunque marche por la oscuridad nada he de temer


Porque Tú conmigo vas, mi Pastor que me hace sosegar.

Tú que me preparas tu mesa en la fe, Tú me das la copa


rebosando está

Tú bondad conmigo llegaste hasta el final, y mi vida entera


para Ti será
Tú que me conduces a tus fuentes de paz, Tú me has
bautizado, por tu senda voy. 

LECTURA DEL EVANGELIO:


(Si está presente algún sacerdote o Diácono, la hará él).

Del santo Evangelio según San Mateo: 28,16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y


subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a
Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban. Entonces,
Jesús se acercó a ellos y les dijo: "Me ha sido dado todo
poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a
todas las naciones, bautizándolas en nombre del Padre y
del Hijos y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir
todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con
ustedes todos los días, hasta el fin del mundo". Palabra del
Señor.

Momento de silencio para la reflexión personal.

ORACIÓN MISIONERA:

LECTOR 1: En alguna ocasión escuchamos a Jesús hablando


con todo el corazón a sus discípulos y demostrándoles una
gran confianza, dejando en sus manos la misión de "Id por
todo el mundo y anunciar el evangelio...". No estarían
solos siempre contarían con la ayuda del Espíritu...

LECTOR 2: Estas palabras están dichas para nosotros.


Somos continuadores de tu obra. Somos tu compañero en
la misión. Gracias Jesús, me siento agradecido por tu
confianza. La mies es mucha y los obreros pocos. Quiero
seguir siendo uno de ellos. Muchas personas están caídas
en este mundo y muchos pasamos de largo. Quiero ser el
buen samaritano, conviérteme primero a mí para que yo
pueda anunciar la Buena Noticia.

LECTOR 1: Danos audacia porque en este mundo escéptico


y de autosuficiencia, tenemos vergüenza y miedo.

LECTOR 2: Danos esperanza para dar testimonio de ti  en


esta sociedad recelosa y cerrada, nosotros también
tenemos poca confianza.

LECTOR 1: Danos amor para llevarte a todos en esta tierra


insolidaria y fría, nosotros también sentimos frío nuestro
corazón.

LECTOR 2: Danos constancia en este ambiente cómodo y


superficial, porque nosotros también nos cansamos
fácilmente. Conviértenos primero a nosotros, para que
podamos anunciar a los demás la Buena Noticia.

Momento de silencio para la reflexión personal.

Preparación para la bendición y despedida (Si está


presente el sacerdote o el diácono se dará la bendición).

Canto sugerido: 

"Bendito, bendito, bendito sea Dios".

Bendito, bendito, bendito sea Dios,


los ángeles cantan y alaban a Dios,
los ángeles cantan y alaban a Dios.
Yo creo Jesús mío que estás en el altar,
oculto en la Hostia te vengo a adorar,
oculto en la Hostia te vengo a adorar.

Por amor al hombre moriste en una cruz


y al cáliz desciendes por nuestra salud,
y al cáliz desciendes por nuestra salud.

Ministro.- Nos diste, Señor, el Pan del Cielo,


Todos.- que en sí contiene todas las delicias.

Oración: Señor y Dios nuestro, que has querido que tu


Iglesia sea sacramento de salvación para todos los
hombres, a fin de que la obra redentora de tu Hijo perdure
hasta el fin de los tiempos, haz que tus fieles caigan en la
cuenta de que están llamados a trabajar por la salvación
de los demás, para que todos los pueblos de la tierra
formen una sola familia y surja una humanidad nueva en
Cristo nuestro Señor, que vive y reina contigo...

En este momento se da la Bendición con el Santísimo


Sacramento si está presente el sacerdote o diácono, si no,
se hace la reserva del Santísimo hasta que se haya
terminado de recitar la oración.

Todos de rodillas.

Ultimas oraciones: (Letanías).

Bendito sea Dios, bendito sea su santo nombre, bendito sea


Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre, bendito sea
el santo nombre de Jesús, bendito sea su sacratísimo
corazón, bendita sea su preciosísima sangre, bendito sea
Jesucristo en el santísimo sacramento del altar, bendito
sea el Espíritu Santo consolador, bendita sea la gran madre
de Dios María Santísima, bendita sea su santa e inmaculada
concepción, bendita sea su gloriosa asunción, bendito sea
el nombre de María Virgen y Madre, bendito sea san José
su castísimo esposo, bendito sea Dios en sus ángeles y en
sus santos.

Canto final: 

"Tú reinarás"

Tú reinarás, este es el grito, que ardiente exhalan nuestra


fe;
Tú reinarás, oh Rey Bendito, pues tú dijiste ¡Reinaré!

Reine Jesús por siempre, reine su corazón, 


en nuestra patria, en nuestro suelo, que es de María la
nación,
en nuestra patria, en nuestro suelo, que es de María la
nación,  

Tu reinarás, dulce esperanza, que el alma llena de placer;


habrá por fin paz y bonanza, felicidad habrá doquier

Tu reinarás en este suelo, te prometemos nuestro amor;


¡oh buen Jesús!, danos consuelo, en este valle de dolor

Tú reinarás, reina y ahora, en esta casa y población;


ten compasión del que implora y acude a ti en la aflicción.

Tú reinarás toda la vida, trabajaremos con gran fe ;


en realizar y ver cumplida, la gran promesa: ¡Reinaré!
dr. algdr2014
Publicado por Alfredo en 16:43:00

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