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Bermejo Rubio, Fernando: La invención con ser abundantes, pocas veces se


de Jesús de Nazaret. Historia, ficción, ocupan de un aspecto tan nodal como
historiografía. Madrid: Siglo xxi, 2018, la figura del Jesús histórico.
796 pp. [ISBN: 978-84-323-1920-4]. La tarea de enfrentarse al estudio
de la figura de Jesús es para el historia-
«Las contradicciones e incon- dor un reto muchas veces desalentador.
gruencias de los evangelios, sus Las fuentes esenciales para su conoci-
anacronismos, así como sus obvios miento coinciden prácticamente con el
elementos legendarios, ofrecen una corpus de textos sagrados fundamento
imagen confusa y sublimada de su de las creencias religiosas que en los
protagonista que, al imposibilitar re- dos últimos milenios han constitui-
do el armazón ideológico de la cultu-
conocer en él a un sujeto inteligible,
ra occidental. Durante mucho tiempo,
inducen a ponerla en tela de juicio y
«cualquier intento de examinarlas sin
legitiman el impulso hacia una recons-
someterse a constricciones dogmáticas
trucción histórica de la figura». Estas
solo podía ser sentido como un inso-
cuatro líneas, tomadas de la página
lente desafío al orden constituido» (p.
532 del libro, resumen el propósito
533). El autor del libro considera que
del trabajo y el leit motiv que llevaron este es un factor que aún pesa sobre
a Fernando Bermejo a emprender la quien emprende su estudio. A lo que
tarea de analizar la figura histórica de se suma que una parte importante de la
Jesús, pero también a estudiar lo que historiografía disponible tiende en mu-
él considera un proceso de reconstruc- chas ocasiones a superponer, cuando
ción o invención del personaje. Como no a confundir, la perspectiva del aná-
punto de partida, se debe anotar que lisis histórico con la lectura teológica, e
el libro, además de amplio, es comple- incluso, llegado el caso, con una apro-
jo y en sus casi 800 páginas encierra, ximación apologética.
en la práctica, tres estudios distintos, El libro se divide en cuatro partes,
los de las tres palabras que componen donde las dos primeras, aproximada-
el subtítulo, que podrían haberse pre- mente la mitad del texto, al margen los
sentado como obras independientes. índices y la bibliografía, constituirían lo
El esfuerzo de buscar una unidad de que en el subtítulo se corresponde con
las tres facetas analizadas ayuda a que la «historia». En un primer apartado, que
la «invención» introducida en el título podría entenderse como introductorio,
no parezca el anuncio de un libro de se analizan las fuentes, las posibilida-
polémica. Nos encontramos, por tanto, des que estas ofrecen de construir un
ante un trabajo meditado en su estruc- discurso histórico en torno a Jesús, y
tura y cuidado en su construcción, es- los problemas de método que el ma-
crupulosamente atento a las fuentes, terial disponible presenta. El repaso de
no solo a las «canónicas», y a las lec- los textos referenciales, casi ninguno
turas que se han hecho de las mismas. «independiente», quizás con la salvedad
Es, por otro lado, un libro excepcional de Flavio Josefo, presenta pocas nove-
en el panorama historiográfico en len- dades. La definición del objeto de estu-
gua castellana donde las aproximacio- dio ya aborda lo que será el desarrollo
nes históricas al primer cristianismo, esencial de todo el trabajo posterior. Se

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analiza el peso del «mitismo» que ha- La segunda parte del bloque his-
bría negado la existencia de Jesús para tórico (pp. 115-335) está dedicada,
convertirlo en el producto de una reli- partiendo de estos presupuestos, a una
gión a partir de elementos creíbles de reconstrucción crítica de la figura de
la historia judía y greco-romana, al que Jesús. Partiendo de un criterio acadé-
contrapone un núcleo de testimonios mico impecable, el postulado esencial
históricos, a veces demasiado com- es que un cuerpo de fuentes «exiguas
prometedores, lo que habría llevado y tendenciosas» (p. 115), como el que
–siempre en la idea de convertir a la se enfrenta, exige una precisa contex-
figura en un icono religioso– a reinven- tualización histórica, que incluya acon-
tarlo como un producto más atemporal teceres pero, igualmente, procesos
y menos espinoso de lo que las fuentes económicos y una perfecta compren-
evidencian. Una pura invención habría sión de la compleja matriz religiosa
producido un material mucho más ho- y cultural judaica donde la figura se
mogéneo. El autor declara la intención gesta. De igual manera se exige una
de desentrañar el núcleo histórico ori- aproximación cuidadosa al medio
ginal que habría sido «remodelado en greco-romano con el cual esta cultu-
virtud de intereses apologéticos y po- ra hebrea vive un difícil proceso de
lémicos» (p. 93). Para ello se posiciona acomodo. Elegir la escena del Gólgota
frente a las metodologías tradicional- como punto nodal, momento de parti-
mente aplicadas al estudio del material da de la reconstrucción crítica, resulta
neotestamentario. Cuestiona la aproxi- atractivo, aunque hasta cierto punto
mación criteriológica tradicional, recha- paradójico. Este acontecimiento ocupa
za la «historia de las formas» por pensar un lugar central en cualquier relato
que sacó de su contexto los posibles apologético, la crucifixión, como mo-
fragmentos del mensaje original de mento cumbre de la muerte sustituta,
Jesús, expone lo que entiende proble- redentora, que la teología cristiana ha
mas de la atestiguación múltiple, donde hecho del sacrificio de Cristo; por ello,
cree que mayor afinidad es indicativo que sea el punto de partida de la re-
de menor credibilidad y concluye que construcción del acontecer humano,
todos estos criterios están contamina- genuinamente histórico, que se preten-
dos por las preconcepciones acerca de, resulta arriesgado. Aunque el pro-
de quién fue (o debió de ser) Jesús. pósito perseguido se desvela pronto,
Frente a esto, considera que es en la cuando la argumentación se centra en
tensión de los textos contradictorios la extravagante inverosimilitud de los
donde subyace una lógica precisa. Es relatos de la crucifixión. Relatos cons-
en la incongruencia donde debe bus- truidos para enmascarar la naturaleza
carse la fiabilidad de los textos hasta el del delito que se condena; la pena de
punto de resolver que Jesús no es un muerte castigaba el entusiasmo esca-
mito creado. Lo que nos ha quedado tológico de un visionario apocalíptico:
son «los restos de un naufragio» (p 112), «Jesús parece haber albergado una pre-
a partir de los cuales propone construir tensión regia en el tradicional sentido
una hipótesis plausible, contextualiza- davídico, que entrañaba la restaura-
da y verosímil, explicativa incluso de la ción política de la soberanía de Israel»
tradición que ha generado. (p. 193). Frente a esta caracterización,

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Fernando Bermejo piensa que la mani- (p. 303). El juicio judío es simplemen-
pulación editorial hizo todo lo posible te inverosímil, como lo es la compa-
por alterar «la atmósfera políticamente recencia ante Pilatos; la acusación de
revolucionaria de las actividades de insurgencia no necesitaba tan siquiera
Jesús hasta hacerla casi irreconocible» un proceso formal, todo lo más un in-
(p. 221). Las actividades de Jesús y terrogatorio, donde el sufrimiento de
sus seguidores, comparables con las la pasión probablemente recuerda la
de otros grupos contemporáneos y es- tortura asociada al mismo. Las preten-
trechamente vinculadas a las de Juan siones regiomesiánicas de Jesús eran
el Bautista, comportaban un proyecto un crimen maiestatis, un atentado a la
nacionalista, étnicamente exclusivista, majestad del emperador, y el castigo
envuelto en la retórica de un preten- en la cruz habría alcanzado a su di-
diente mesiánico. Un anti-romanismo rigente y a los seguidores capturados
que ha sido prácticamente borrado en con él. En esta perspectiva, Jesús es
la transmisión literaria. un judío perfectamente clasificable en
Esta eliminación de factores que el judaísmo contemporáneo, el de los
hacían demasiado evidente que Jesús movimientos milenaristas y mesiáni-
era un enemigo de Roma, y la causa cos, en el del profetismo popular del
de su ejecución, afectaría no solo al Bautista, en el de la Cuarta Filosofía
relato de la crucifixión, sino a la de los que recuerda Flavio Josefo, donde reli-
episodios inmediatamente anteriores gión y política aparecen estrechamente
que habrían culminado en su conde- imbricadas. La indudable originalidad
na. La transversalidad del movimiento de Jesús, reiteradamente reivindicada,
de Jesús parece típica del mesianis- lo es cada vez menos según avanza el
mo y los movimientos apocalípticos. conocimiento del judaísmo del segun-
Es ahí donde se entiende su rela- do templo.
ción aparentemente equívoca con el El siguiente gran bloque del libro
Templo pero hace implausible el cú- (pp. 339-513), se ocuparía de lo que
mulo de relatos que transfieren la res- el autor denomina «ficción». El pro-
ponsabilidad de las acusaciones a las ceso literario e intelectual, teológico
autoridades judías, que en un sesgo y apologético, por el cual «un nacio-
interpretativo hacen creer al lector nalista anti-romano y visionario apo-
que habrían visto en Jesús y sus segui- calíptico fracasado» (p. 339), un judío
dores una amenaza para el judaísmo insurgente crucificado por Roma, pro-
tradicional. Episodios encadenados bablemente junto a una parte de sus
en los cuales resulta inevitable ver seguidores, fue convertido en un ser
una reconstrucción apologética. Los divino. En las fuentes cristianas la
evangelistas, que escriben desde una muerte de Jesús parece constituir un
distancia donde las revueltas judías acontecimiento inesperado, la espe-
han provocado un desencuentro sin ranza de que fuese a liberar a Israel
retorno con el Imperio, se afanan en se ve bruscamente decepcionada. Sin
desconectar a su protagonista de toda embargo, el compromiso y la solida-
dimensión política, centrando todo el ridad de los miembros supervivientes
peso en «la historia conmovedora y fueron tan altos que estos se negaron
ejemplarizante del justo perseguido» a reconocer el fiasco que el violento

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desenlace suponía. La superación de una esperanza mesiánica en torno al


la crisis y el desaliento se habría pro- «Hijo de Dios» que empieza ahora a
ducido mediante una revisión de sus cobrar un valor específico en relación
creencias. El autor recurre a la teoría a Jesús. Uno «como un hijo de hom-
de la disonancia cognitiva para expli- bre» que encontraba acomodo en el
car los mecanismos que habrían per- Libro de Daniel, o en 1Henoc, y que
mitido al grupo remanente articular permitía una figura con carácter divi-
una reformulación espiritual de las in- no y con forma humana sin romper el
tenciones de Jesús, mediante el recur- hipotético monopolio monoteísta que
so a un olvido selectivo, y amparados asociamos con el dios hebreo. Ideas
en un corpus amplio de tradiciones que tampoco ofenderían a la sensibi-
religiosas con una fuerte base mesiá- lidad helenística y que encontrarían
nica y profética. «La supervivencia físi- puntos de encuentro entre los segui-
ca y espiritual del grupo exigió que la dores procedentes de la diáspora.
muerte de Jesús no fuese contemplada Ahora bien, el tránsito de Jesús al
como un fracaso» (p. 352). La creencia Cristo exigió depurar cualquier aspe-
de que resucitó y se apareció debió reza que hiciese recordar a un insur-
surgir muy poco después de la cruci- gente nacionalista enemigo de Roma,
fixión. Las apariciones serían, en este especialmente cuando los textos evan-
caso, el reflejo de una intensa expe- gélicos fueron tomando forma tras la
riencia religiosa, no deben entenderse fallida revuelta judía del 66-74. Fue
como invenciones sino como reflejo necesario des-historiar, reinterpretar
de una reacción adaptativa a una si- la muerte violenta eliminando de su
tuación de angustia, donde la minoría biografía el material comprometedor
privilegiada por la experiencia se sen- y haciendo de Jesús un personaje ex-
tiría legitimada. traordinario. Una reformulación espi-
Enseguida, la reinterpretación ritualizada de las fallidas expectativas
hizo de la crucifixión una opción vo- políticas, imponiendo para ello el ca-
luntaria, una muerte vicaria con efecto rácter genuinamente religioso de su
salvífico que encontraba, al igual que figura. Aunque Jesús había dado mues-
la resurrección, acomodo en las tradi- tras indudables de su amor al prójimo
ciones del pueblo hebreo, pensemos y se había pronunciado a favor de
en Abraham/Isaac, y que entroncaba la paz, había que eliminar cualquier
en el morir por algo, o por alguien, componente violento, reinterpretar
que también contemplaba admirati- cualquier acto agresivo, tanto en su
vamente la cultura greco-romana. Las propia trayectoria como en la de sus
tradiciones judías, mucho más com- seguidores. En la medida de lo posi-
plejas que las simplificaciones con que ble, lo que resultaba realmente difícil,
suelen tratarse en relación a la figura había incluso que des-judaizar al per-
de Jesús, también permitían su deifi- sonaje, fabricar un Jesús no apocalípti-
cación. El judaísmo contaba con seres co y construir un paradigma moral, un
intermediarios, caso de los ángeles, de modelo de virtud. Los prejuicios socia-
los profetas, que en función de su vir- les y religiosos, el carácter colérico del
tud eran susceptibles de ser entroniza- personaje, su sectarismo fueron borra-
dos hasta el cielo, y en la Biblia había dos en aras de un promotor de una

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ética universal. Según el criterio de preferente del sociólogo o del antro-


Fernando Bermejo, la singularización pólogo, constatar que «la inflación del
de Jesús hasta transformarse en un personaje se ha consolidado en con-
ser único contó con estrategias varias textos aparentemente ajenos a la pie-
que culminaron en su divinización. dad religiosa» (p. 489). Es verdad que
Proceso que en los textos evangélicos en este caso el proceso de invención
se presenta en una doble formulación. de Jesús como icono cultural, como
Por un lado una filiación adoptiva, una figura fascinante más allá de la
quizás el «Hijo de Dios» del Evangelio creencia, puede resultar una histo-
de Marcos, un hombre elevado a un ria interminable, pero no deja de ser
estatus divino, colocado a la diestra apasionante. Su manipulación como
del Padre a la espera de un regreso canon estético no es un elemento no-
como Rey. La adoptio de un optimus vedoso, su incorporación a la industria
que en la tradición romana suponía del consumo, sea en la narrativa, el
dotar al adoptado de todos los bienes teatro, el cine o la televisión tampoco,
del adoptante, un heredero universal, forma parte de una traslación desde el
un elegido. Por otra parte una divini- ámbito de la mera creencia a la indus-
dad preexistente que habría condes- tria de consumo. Su secularización, su
cendido a hacerse humano por medio banalización, resulta pues inevitable y
de un nacimiento virginal, alejado de debe ser entendida como tal, con un
todo acto impuro. Dos concepciones personaje desalojado de su tiempo y
no siempre fáciles de conciliar y cuyas de su espacio, como el arquetipo de
implicaciones en los primeros siglos una moralidad universal sin contexto.
del cristianismo el autor renuncia a Reprochar «la falta de acumen filológi-
glosar pero que fueron enormes y ter- co, rigor argumentativo y plausibilidad
minaron decantándose teológicamente histórica» (p. 512) de esta aproximacio-
en beneficio de la segunda opción. nes es ignorar que, fuera de los textos,
El autor anota en su obra que el el personaje Jesús ha adquirido una
proceso de divinización de Jesús, lejos vida propia cuya trayectoria el histo-
de ser contraintuitivo, como algunos riador debe igualmente asumir y en-
pretenden, es francamente inteligible tender.
(pp. 339-341 y 483-487). Parece, por Anoto esto porque el volumen
lo tanto, adecuado que al historiador consta aún de una cuarta parte, el ter-
interese por igual reconstruir el Jesús cer factor del subtítulo, un repaso de
histórico, el hipotético renovador la investigación sobre Jesús, donde
judío, el insurgente nacionalista que el autor, ocasionalmente, parece olvi-
ubicábamos en una atmósfera políti- dar que la historia de la investigación
camente revolucionaria, propicia para forma parte de la investigación misma.
las propuestas mesiánicas y milenaris- Por momentos da la sensación de que
tas, como desentrañar al Jesús inven- Fernando Bermejo ha dejado esta
tado por un grupo partidario, mudado parte para el final, bien podría haberse
en arquetipo moral y divinizado hasta integrado en la primera parte como es-
convertirlo en una propuesta salva- tado de la cuestión, para «denunciar»,
dora, en el centro de una nueva reli- más que para «hacer constar», los de-
gión. Incluso, aunque puede ser tarea rroteros que ha seguido el empeño

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por explicar la figura de Jesús. Al his- valía lo mismo. Por ello resulta cho-
toriador de las primeras 500 páginas cante que se escandalice ante el olvi-
parece sumarse en las 160 siguientes do por parte de los discípulos de R.
un polemista agraviado: «La invención K. Bultmann de toda una legión de
de Jesús no fue ni es inocente; ha de- estudiosos preocupados por buscar un
jado, desde muy pronto, un intermina- Jesús histórico. Conjeturar que «Las tres
ble reguero de víctimas colaterales» (p. búsquedas» sea una ficción historiográ-
643). fica, «que pueda estar sirviendo a una
El historiador sabe que esto es así agenda teológica» (p. 524), no supone
desde el momento que intenta desen- desvelar algo oculto. Es muy probable
trañar al Jesús histórico de entre las que cuando N. T. Wright acuñó la eti-
fuentes que fueron reconstruidas en queta Third Quest no tuviese en mente
beneficio del Jesús inventado. Es el pa- una preocupación histórica tanto como
radójico problema al que aludíamos al la necesidad de dar historicidad a la
comienzo de este comentario. El Jesús construcción teológica. En tal sentido,
histórico interesa al estudioso del ju- afirmar que el objetivo de esta corrien-
daísmo del cambio de era, en ese con- te es favorecer una visión mítica de
texto se ubica y se entiende. Fernando Jesús (p. 525), y considerar que el uso
Bermejo hace un extraordinario ejerci- recurrente de falacias (des-judaización
cio de heurística para desentrañar ese de Jesús, muerte a manos judías, apo-
personaje, y lo hace igualmente para liticismo, incomprensión del mensaje
entender por qué el Jesús inventado por parte de los discípulos…) impiden
y devenido Cristo tuvo credibilidad «una inserción cabal del predicador ga-
para una parte de sus contemporá- lileo en su contexto histórico» (p. 532),
neos, porque era una «inventio» llena supone no asumir que el objetivo que
de plausibilidad. Ahora bien, una vez se pretende por todos los estudiosos
que ha entendido y argumentado de Jesús no es el mismo. No entender-
que es una creación apologética, una lo así justifica las duras críticas que el
construcción al servicio de una reli- autor vierte contra J. P. Meier, del cual
gión, remodelada exegéticamente para elogia por otra parte su pormenoriza-
construir un teología o para justificar do análisis de los textos. La investiga-
otra, es fácil entender que su estudio ción sobre Jesús es «la crónica de un
se convierta en exégesis para quienes, conflicto entre la historia y la teología»
en primer lugar y ante todo, ven en el (p. 534); partiendo de esa afirmación
texto un cuerpo doctrinario y no un del autor, quizás fuese necesario con-
documento histórico. cluir que el personaje que interesa a
Fernando Bermejo demuestra una y otra disciplina no necesitan ser
conocer, y valora críticamente, cada reconciliados porque, como magnífi-
tentativa de aproximación a la figura camente muestra el libro, son irrecon-
de Jesús, desde las que podemos ver ciliables.
apenas bosquejadas en autores de la El libro aun incluye seis apéndi-
Antigüedad a aquellas que desde el ces que, tras el exhaustivo argumenta-
Renacimiento intuyeron ya que en rio precedente, apenas añaden algún
los textos neotestamentarios no esta- matiz, aunque pueden servir como
ba todo, y que todo lo que estaba no sendas propuestas de nuevas líneas de

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investigación. La bibliografía es amplia elementos, nunca superfluos, a magni-


pero bien seleccionada, sin caer en una ficar la calidad editorial de un producto
innecesaria exhibición de erudición, y de por sí brillante.
los tres índices (de textos, analítico y
de autores modernos) resultan de enor- Pablo C. Díaz
me utilidad en una obra de este volu- Universidad de Salamanca
men y complejidad. Contribuyen estos pcdiaz@usal.es

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