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El escritorio de Windows es la pantalla 

principal que podemos observar una vez que


se inicializa el sistema, pantalla que contiene los íconos de muchos de los
programas que utilizamos más frecuentemente. El mismo se caracteriza además por
mostrar un fondo de pantalla capaz de ser elegido por el usuario y sobre el cual se
muestran los susodichos íconos. Esta visión además incorpora una barra de tareas, que
generalmente está en el la zona inferior, pero que puede desplazarse a los laterales o
también a la zona superior. El escritorio de Windows puede entenderse como el
elemento mediante el cual el usuario trabaja más frecuentemente, es decir, en donde tiene
los accesos a distintas funcionalidades del sistema operativo.
Los íconos que se muestran en el escritorio de Windows remiten a distintos programas,
carpetas y archivos a los que se pueden acceder mediante un doble cliqueo con el
puntero del ratón. También es posible tener una referencia de las características de los
mismos. Estos íconos pueden eliminarse, como asimismo es posible establecer algunos
nuevos. Como punto de partida, el sistema operativo suele instalarse con algunos de
estos íconos de forma predeterminada, íconos que luego podrán cambiarse o eliminarse en
función de las necesidades del usuario.
Otro punto de importancia es la barra de tareas que generalmente podemos ver en la
zona inferior. La misma nos muestra algunos programas muy utilizados y otros que hemos
abierto recientemente. A la derecha solemos tener la hora y la fecha en la que nos
encontramos. A la izquierda de la barra encontraremos el menú de inicio, una solapa que
al pulsarla nos mostrará distintas posibilidades de acción y de exploración en lo que
respecta al sistema. Así, tendremos una lista extensa de los programas instalados,
podremos ver las unidades de disco, las unidades ópticas, los distintos dispositivos
registrados por el sistema operativo, etc.

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