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EL DESARROLLO RURAL ES EXCLUYENTE Y DESIGUAL

A fines de la década de 1980, en un estudio sobre la pobreza rural a nivel regional, la FAO
advertía que la “crisis económica de años recientes ha intensificado los problemas
relacionados con la pobreza de un gran número de personas en zonas urbanas y rurales, no
solo ha aumentado el número de pobres rurales, sino que también han emergido nuevas
categorías de personas pobres” (FAO, 1988).
Las áreas rurales en Colombia han sido históricamente las más afectadas por el conflicto
armado. Actualmente hay una diferencia de tres años en los niveles de aprendizaje entre
niños y niñas del mismo grado en las zonas urbanas y rurales, indicó el Consejo Noruego
para los Refugiados.
La evolución de la pobreza rural en Colombia parece tener una relación estrecha con la
dinámica del conflicto colombiano. Al comparar el mapa de pobreza para Colombia en
1993, antes de iniciarse la intensificación del conflicto, y en 2005, se observan
coincidencias en muchos casos entre los municipios con un incremento de la pobreza y con
una intensificación del conflicto.
Las áreas rurales tienen un gran potencial de crecimiento económico vinculado a la
producción alimentaria en los países en desarrollo y los jóvenes no deberían tener que salir
del campo para obtener empleo.
Los problemas del sector rural colombiano son en gran parte causados por la baja
cobertura, la falta de calidad y pertinencia de un servicio educativo que no responde a las
necesidades sociales y que no es un agente de transformación. Esto se refleja en la pobreza,
el desempleo creciente y la violencia que se vive en muchas zonas rurales del país.
"Desde 1945, la economía y la sociedad rural latinoamericana se han trasformado
drásticamente, debido a la creciente integración de la agricultura al régimen agroindustrial
global de alimentos y también a causa de las políticas estatales desde la reforma agraria
hasta la liberación" (Kay, 1995).
Las concepciones del desarrollo en general y del desarrollo rural en particular se han ido
modificando, en la medida en que se percibe la complejidad y diversidad de la realidad y se
evidencian las restricciones y posibilidades de sus explicaciones y alcances. Diversas
escuelas de pensamiento económico y social hacen sus aportes, tejiendo así diferentes
explicaciones y posiciones teóricas (Corredor 1992 y Jordán 1989), sin que sea posible un
consenso, el cual tampoco es deseable.
El espacio rural es un espacio interrelacionado con el urbano. Por esto es necesario romper
la dicotomía entre el desarrollo rural y el urbano, es decir, romper con la idea generalizada
de que lo rural es lo atrasado y lo urbano es lo desarrollado. Hoy en día las articulaciones
urbano-rurales van más allá del hecho de que el sector rural sea el proveedor de alimentos
de las zonas urbanas. Se reconoce que el medio rural ofrece otros bienes y servicios a la
sociedad en su conjunto (urbana y rural), y desempeña otras funciones, no valoradas
tradicionalmente, como son las expuestas anteriormente; Dicho de otra manera, existe una
serie de relaciones entre el sector rural y el urbano dadas por medio de flujos comerciales
de bienes y servicios, de flujos financieros y de flujos de recursos naturales y humanos
(Ceña 1993).
En 1959, el Congreso Nacional promulgó la Ley 2 sobre la declaratoria de zonas de reserva
forestal de la nación, por medio de la cual se declararon las siete grandes reservas
forestales: el Pacífico, la zona Central, el río Magdalena, la Sierra Nevada de Santa Marta,
la Serranía de Los Motilones, Cocuy y la Amazonía. Que serán explotadas por
comunidades para cultivos agrícolas. Que posteriormente darán de comer a las ciudades.
La falta de políticas públicas y el miedo del inversionista extranjero por la inseguridad que
azota los campos del país, son factores en los que se dé debe trabajar para que el sector
pueda tener un crecimiento sostenible.
La agricultura de Colombia siempre ha tenido que trabajar en condiciones precarias.
Campesinos de todas las regiones han luchado siempre por obtener más que atención,
recursos que les permitan incrementar la productividad, pensar en tener condiciones y
garantías para el desarrollo de su trabajo diario y en dignificar la importancia de lo que
hacen. Los resultados han sido pobres y el futuro se vislumbra poco promisorio.

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