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Varios personajes, cada uno con sus singularidades fueron armando la historia,
entre los principales el cual al irlo conociendo más y más me lleno de enojo
pero a la vez de compasión fue Esteban Trueba único sobreviviente de principio
a fin, el hombre tan conservador, tan terco y tan malhumorado que su amor
solo era para las hermanas Del Valle; su primer amor Rosa la bella, quien
muere por error al beber aguardiente envenenado, la muerte de Rosa siempre
perturbo a Esteban y esa perturbación la desquitaba violando a las todas las
mujeres vírgenes de las Tres Marías y haciendas cercanas; un hombre quien a
pesar de ese terrible humor, al leer que no había muerto como un perro sino
que la muerte lo había atrapado en sus sueño me lleno de alegría porque siento
que a pesar de sus errores, fue bue hombre y se arrepintió de todos sus actos.
Clara clarísima clarividente, hija menor de unos padres con creencias liberales
e idealistas fue para mi el personaje más noble y espectacular de este libro, ya
que su sencillez, su forma tan espiritual de ser te atrapaba, desde que te relatan
cuando era pequeña; siempre tan elocuente, siempre con una gran sonrisa y a
pesar de no ser una madre "como todas", tenía una buena relación con sus hijos
y era una madre, esposa y persona valiosa, nunca pendiente de las labores del
hogar siempre en compañía de sus amigos como las hermanas Mora y el Poeta
el cual años más tarde se convirtió en la voz de muchos revolucionarios. Me
impresiono mucho la manera en cómo con el transcurso de los años las cosas
van cambiando, tanto la moda, la manera de pensar de las personas y
definitivamente algo que cambio fue la forma de gobierno, una gran sorpresa
para Esteban Trueba, quizá suene muy egoísta o injusto, pero quien se esfuerza
y trabaja tiene lo que tiene y los flojos nunca progresaran, no es justo que el
En otras palabras, debe estar “por encima” de esta amenaza y conseguir ser un
observador neutral de sus propios sentimientos para responder adecuadamente
ante estos.
Respecto a este punto, me parece interesante rescatar una cita del libro
formulada por William Styron cuando hablaba de su depresión: “estar
acompañado por una especie de segundo yo, un observador espectral que, sin
compartir la demencia de su doble, es capaz de darse cuenta, con desapasionada
curiosidad, de sus profundos desasosiegos”. La observación de uno mismo
desde fuera, nos permitirá tomar conciencia de lo que sentimos en ese
momento.
Es frecuente dejarse llevar por los impulsos de ira que causan el enfado, o por
los de agobio, que causan la ansiedad. A lo largo de mi vida he sido víctima de
estos arrebatos que en esos momentos nublaron mi razón y mi sensatez. Los
mismos que fueron la causa de la toma de decisiones en caliente y que
desembocaron en consecuencias desastrosas, poniendo en peligro mis
relaciones personales o profesionales.
Esto nos interesa tanto si somos líderes como si somos parte negociadora. Si
somos inteligentes emocionalmente, la imagen que transmitiremos de nosotros
mismos será la de personas con conocimiento y control sobre sí mismas y sus
sentimientos.
Personas que saben tomar las mejores decisiones gracias a esa capacidad de
navegar durante la tormenta. Esto es lo que será percibido por el resto.
Obtendremos respeto y transmitiremos calma, confianza y demás sensaciones
que transmiten los líderes transformacionales
Para plasmar este ejemplo de sentir poco o nada, me gustó esta curiosa
anécdota que aparece en el libro: “el caso de aquel estudiante interno que, cierta
noche, al descubrir un fuego en su dormitorio, cogió un extintor y lo apagó.
No hay nada especialmente extraño en su conducta, a excepción del hecho de
que, en lugar de correr a apagar el fuego, nuestro estudiante lo hizo caminando
tranquilamente porque, para él, no existía ninguna situación de peligro.”
Este extremo es el de una persona que pasa por la vida de forma desapasionada
sintiendo poco o nada, atrapado por un pasotismo que no es el objetivo que nos
interesa.