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Mi libertad, autobiografía espiritual

Jhanneth Garcia Diaz

Universidad Bautista

Han pasado ya 8 años desde que El Eterno y Poderoso Dios me arrancó de los brazos

de la muerte. Nací en un hogar católico, fue tradición cada domingo y días especiales en

esta religión, asistir a las interminables misas y talvez por ello quedo en lo profundo de

mi corazón grabado que la religión católica era aburrida, mentirosa, y de locos, pues

nunca estuve de acuerdo con las imágenes y siempre discutía con mis progenitores el por

qué hablábamos con estatuas, si ellas no escuchaban, ni mucho menos respondían.

A pesar de ello mi niñez y la pre adolescencia transcurrían en una motivación por el

servicio a las personas de mayor edad. Siempre estuve segura de estudiar mi carrera en

salud y hoy, me he dado cuenta que a través de ella Dios se ha glorificado en mi vida y en

la vida de muchas personas, Alabado sea siempre El.

Mi primera experiencia con Dios fue a los 2 años de edad, residía en la ciudad de

Buga y todas las mañanas por el frente de mi casa pasaba una persona anciana, yo, salía

corriendo a decirles a mis padres que necesitaba dinero para darle, cada vez que lo hacía,

sentía un a ternura inexplicable de esa persona hacia mí, recuerdo que solo quería pasar

mucho tiempo mirándolo desde mi ventana. Transcurrieron muchos años para tener mi

segunda experiencia con Dios, fuerte y definitiva, más adelante ahondare en este tema.
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A mis 16 años, tuve, la oportunidad de empezar mi carrera universitaria en otra

ciudad; ese momento, fue el principio del olvido total de Dios.

Aventajada y destacada en mis épocas estudiantiles, bailarina consumada por línea

paterna y la ausencia de Dios en mi vida, me llevaron a conocer durante 25 años, la

realidad cara a cara de la muerte en todas sus manifestaciones; anorexia, bulimia,

alcoholismo, dependencia a los medicamentos para conciliar el sueño, intranquilidad,

irascibilidad, apatía, tristeza consumada, melancolía y permanentes ideas de suicidio, que

años más tarde se intentaron cristalizar. Siempre pensaba que con dinero se “curaba

“todo; que mentira más diabólica, y lo que es peor aún, me sostuvo durante todo ese

tiempo.

Durante esos 25 años, había escuchado un sinnúmero de apreciaciones acerca de Dios

y de otras corrientes, nueva era, feng shui, entre otras. No me había llamado la atención

ninguna, pero siempre quería saber más de ese “faltante “en mi vida, entonces me

documentaba de todos aquellos métodos para lograr la paz.

Ilusa, atrevida, bueno, no sé qué apelativo, o más bien, descalificativo podría

colocarme, pues a esas alturas en el cùlmen de mi intranquilidad y desasosiego, añadía

más presión a esa meta frustrada de dormir, descansar o motivarme por algo.

En el año 2009, tengo mi segunda experiencia con Dios, en ese tiempo donde tocar

fondo ya no era suficiente, donde el enemigo, intentó con todas sus armas que yo no

saliera del mundo, oscuro, sórdido, embaucador en el que me encontraba, un mundo que

crea dependencia, adictivo y que sólo con la ayuda del único que vive y reina, Dios, se

puede salir.
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Tomé la decisión de suicidarme; definitivamente el diablo necesitaba que estuviera

muerta, pues el sí sabía del propósito de mi Padre Eterno en mi vida; si, el enemigo sabía

lo que yo desconocía, un sello, un fuego, una pasión por Dios, que estaban muy pero muy

dormidos y que empezaron a despertar, justo el día, en el que Él, toco a la puerta de mi

corazón a través de esa desagradable experiencia de intentar quitarme la vida.

Tenía, conocidos y talvez dos o tres amigos, yo me entretenía en las noches de soledad

e insomnio, clasificándolos como cercanos y lejanos… ¡que aburridas eran mis largas

noches! Pensaba que no necesitaba de esos conocidos – amigos pues mi orgullo y altivez

no me dejaban reconocer mis faltantes, ni mucho menos pedir ayuda.

Pero cuando Dios ha decidido algo, no hay marcha atrás. ÈL, me quería en sus filas, en su

gran ejercito de valientes y esforzados.

Fuè así como después de tocar más que fondo, intentar suicidarme y querer recurrir a

alguien pero no tenerlo por aquello de cercanos y muy lejanos, no había más remedio que

levantar el auricular de mi teléfono y recurrir a una intensa “un poco menos lejana y un

poco más cercana “cristiana, aquellas de las que se huye cuando estas bajo la influencia

del mundo. Ella, que había sido novia de mi hermano años atrás, estaba orando por la

suscrita durante cinco años; cada semana, durante cinco años dejaba en mi apartamento

un libro llamado Aposento Alto, que obviamente no leí y que lo acumulaba por

vergüenza con ella. Esta dama “intensa”, me llamaba cada día, cada miércoles, cada

domingo, cada viernes en la noche…..en fin, todos los días de los 365 que tiene el año, a

invitarme a una reunión cristina, yo, obviamente, le enumeraba las mil y una excusas para

no asistir, recuerden que ya venían mi mente y en mi corazón, marcada con las reuniones
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religiosas, largas, tediosas y regañonas….a esa dama la llame desesperadamente para que

me llevara a conocer a SU Dios, como yo le solía decir siempre que me invitaba.

A mis cuarenta años, Dios me rescata, con todo su ejército celestial, se la juega

nuevamente por mí con todo. Comienza a trabajar en mí, con cincel unas veces, otras,

con martillo, otras con pluma, otras con Su Soplo, otras con quebrada total de la

vasija…..créanme…era necesario así. Coloca personas en mi vida que me encaminan por

Sus sendas, me enseñan a amarlo, respetarlo, obedecerle. Y Su Santo Espíritu, comienza

a enseñarme a amar a Mi Abba Papa con pasión y a depender en todo y para todo de ÈL.

Hoy, a mis 48 años, vivo feliz, tranquila, en paz, con una familia que nunca perdió las

esperanzas de ver a su primogénita, servirle a Dios. Pero, lo más valioso: Vivo para ÊL,

y, obtuve MI LIBERTAD.
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