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El trabajo del duelo como elaboración de una pérdida

El trabajo del duelo constituye una reacción psicológica normal frente a una
situación traumática ocurrida a una persona. La mayoría de los sujetos
afectados muestran una serie de síntomas característicos, y siguen para la
elaboración del acontecimiento un conjunto de etapas. No obstante, en
ocasiones se presentan dificultades que frenan el proceso, pero que pueden
ser superadas con las indicaciones y el apoyo adecuados.

Definición
En su texto de 1915 (Duelo y Melancolía) el psicoanalista Sigmund Freud
introdujo el término de duelo para referirse a un afecto normal que se presenta
en los seres humanos como "reacción frente a la pérdida de una persona
amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un
ideal, etc." En este sentido el duelo no solo se presentaría frente a la muerte de
un ser querido, sino también en relación a situaciones que impliquen la
evidencia para el sujeto de una falta, o de algo que ha de dejar atrás y que no
volverá a recuperar, pero que deja siempre un recuerdo. Así por ejemplo, el
duelo se desarrollaría frente a la partida de un amigo o familiar, por la pérdida
de un objeto, ante la necesidad de cambiar de domicilio, ya sea de manera
voluntaria o bajo amenaza (como ocurre en el desplazamiento forzado).

En todo caso, aquello que la persona echará de menos es algo que conoce de
manera consciente y que valora igualmente. De allí la afirmación implícita de
Freud en su texto: en el duelo la persona sabe a quién perdi- y lo que perdi-
con este objeto.

Por otro lado, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales


en su versión IV (el cual clasifica las enfermedades mentales según sus
manifestaciones o síntomas, y es utilizado por los profesionales de la salud
mental) establece de manera más limitada que el duelo es una categoría que
debe usarse cuando un individuo reacciona frente a la muerte de una persona
querida.

En todo caso, el duelo corresponde a un proceso psicológico que se presenta


en una persona frente a una situación traumática, la cual implica una pérdida y
a la vez genera pesar (grief). Mediante el trabajo del duelo se busca que la
persona acepte la pérdida, readaptándose a la nueva realidad de ausencia del
objeto, condición esencial para la elaboración normal del duelo.

Manifestaciones
El duelo trae consigo grandes desviaciones de la conducta, que bajo
condiciones normales se superan luego de un tiempo. No obstante, las
manifestaciones del duelo no son exclusivas de esta entidad. Los profesionales
de la salud mental anotan que los síntomas pueden ser muy similares a
aquellos presentes en un episodio de depresión mayor. Ejemplos de lo anterior
son los sentimientos de tristeza y síntomas asociados como insomnio, anorexia
y pérdida de peso.

Existe también en el doliente una disminución en el interés por el mundo


exterior en todo lo que recuerde al muerto, la capacidad de amar y de escoger
algún nuevo objeto de amor se ve también afectada, al igual que la
productividad y el área laboral. Las manifestaciones de angustia, culpa, pánico
(en algunos casos), desesperación, apatía y desesperanza están también
presentes. En algunos casos se evidencian pensamientos recurrentes de
muerte, ideación suicida, o tentativa para llevarlo a cabo.

Los síntomas psicológicos anteriores se asocian frecuentemente con otros


físicos: migraña, olcera, colitis, problemas respiratorios, palpitaciones,
sudoraciones. Se puede presentar una disminución en las defensas del
organismo, lo cual facilita la infección y el contagio de diferentes agentes.

Trabajo del duelo


A partir de diferentes estudios se ha encontrado que en el Trabajo del Duelo la
persona afectada pasa por una serie de pasos, en un intento por enfrentar y
elaborar la situación traumática (tabla). No obstante, el orden de estas etapas
no es rígido, de tal forma que el sujeto podría omitir, o repetir una etapa una y
otra vez, especialmente cuando el lapso de tiempo es muy largo.

La primera reacción frente a la noticia de una pérdida es la de incredulidad,


acompañada de sensaciones como aturdimiento y shock, seguidas por la
puesta en marcha del mecanismo de negación. La persona siente que no es
posible estar viviendo una situación como la que le ha tocado. Busca de todas
formas esconder y alejarse de la realidad en un intento por amortiguar el peso
de la noticia.
La segunda etapa corresponde a la experiencia y expresión de sentimientos de
rabia e ira. La persona se convierte en alguien difícil de tratar ya que la
relación con ella se torna agresiva. Expresa también sensaciones de molestia,
desagradecimiento y descontento. El sujeto asume además una posición de
crítica excesiva hacia sí mismo y aquellos que lo rodean. Detrás de todas estas
expresiones se encontraría implícita la pregunta "¿Por qué yo? ¿Por qué no
usted?" en la medida en que siente que la desgracia, el empobrecimiento, la
pérdida y en últimas la muerte está de su lado, mientras que el bienestar y la
vida están del lado de los demás.

Durante la tercera etapa, la de negociación, la persona disminuye la


agresividad ya que hay una aceptación parcial de la realidad irreversible. Esta
transacción se realiza, para las personas creyentes, con Dios. Hay una
pregunta esencial por el tiempo: ¿por qué ahora? Se trata de una fase en la
que persiste algo de esperanza porque el objeto o la circunstancia perdida
pueda ser recuperada. En todo caso estarían presentes de manera simultánea
aspectos relacionados con la ausencia real del objeto, y la fantasía de que ésta
es parcial y reversible.

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