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Lección 2 para el 10 de octubre de 2020

L A FA M I L I A
Desde la misma Creación, la educación de los hijos ha recaído sobre los padres
(o la unidad familiar).
La enseñanza recibida en los centros educativos es un apoyo o ampliación de la
educación recibida en la familia.
Los padres cristianos deben ser conscientes de esta responsabilidad y dedicar
todo esfuerzo posible para el desarrollo espiritual, moral e intelectual de sus hijos.

La educación en la familia:
La primera familia.
La familia de Jesús.
La familia hoy.

Cómo educar:
Comunicación.
Organización.
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente
suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15)
Adán y Eva, como hijos de Dios, recibieron su
educación directamente de su Padre, con el apoyo
educativo de los ángeles.
Con la entrada del pecado, comenzaron a recibir una
nueva materia educativa: el plan de la redención.
Con el nacimiento de Caín, Adán y Eva se convirtieron en
los primeros educadores, haciendo de la familia el núcleo
educativo principal hasta el día de hoy.
En la familia, los niños aprenden la doctrina y los valores
cristianos. Aprenden a amar a Dios y a conocer y aceptar
a Jesús como su Salvador y Amigo.
Teniendo en cuenta la historia de
Caín y Abel (ambos educados de la
misma forma), podemos darnos
cuenta de que la educación,
lamentablemente, no siempre
produce el resultado que esperamos.
Dios escogió cuidadosamente a los responsables de la educación de Jesús:

José: Hombre justo y obediente


(Mateo 1:18-25; 2:13-15, 19-23).

María: Mujer espiritual, inteligente, decidida,


con plena confianza en Dios, obediente,
humilde, servicial (Lucas 1:26-38, 46-56).

Ambos eran personas rectas que supieron educar a su


hijo en el amor de Dios y en obediencia a sus leyes.
Conforme Jesús crecía, Dios mismo
llegó a ser su instructor (Juan 12:49).
De su Padre Celestial aprendió
lecciones que ni sus padres
terrenales podían comprender
(Lucas 2:41-52).
“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino
criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4)
El padre, como jefe o cabeza de la familia
(Efesios 5:23) tiene la responsabilidad de
representar el carácter de Cristo en su hogar
(Efesios 5:25).
La madre, por su parte, es la mayor influencia
en la formación de la personalidad, el carácter
y el temperamento de sus hijos.
El padre y la madre deben trabajar unidos en
la educación de sus hijos.
En la Biblia, se ordena a los padres que
eduquen a sus hijos enseñándoles a amar a
Dios y a obedecerle (Deuteronomio 6:4-9).
Aunque, al llegar a adultos, nuestros hijos
serán responsables de sus propias acciones,
como padres estamos obligados a plantar en
ellos la semilla que puede fructificar para vida
eterna (Proverbios 22:6).
“Los labios del justo saben hablar lo que agrada; mas la
boca de los impíos habla perversidades” (Proverbios 10:32)
Una correcta comunicación es fundamental a la hora de educar. Los
padres deben dedicar tiempo a comunicarse con sus hijos (no solo
hablar, sino también escuchar).
La comunicación también debe
expresarse en el ámbito emocional,
mostrando amor en cada una de
nuestras acciones.
Debemos solicitar la dirección
divina para ser capaces de
transmitir correctamente los
valores cristianos a nuestros
hijos con nuestras palabras y
nuestro ejemplo.
Es tiempo bien invertido el
que dediquemos a
comunicarnos con cada
miembro de nuestra familia.
“Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando.
Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas
cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando
te acuestes y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:6-7 NVI)

Es nuestra responsabilidad organizarnos de tal


manera que tengamos el tiempo necesario
para dedicarlo a la educación de nuestros hijos.
Es importante establecer un horario regular
para enseñar la sabiduría y las promesas de
Dios a nuestros hijos.
Además de orar con ellos, debemos planificar
el culto familiar matutino y/o vespertino.
Mientras son pequeños, no deberíamos dejar
que se acostasen sin contarles alguna historia
bíblica.
“Dale buena educación al niño de hoy, y el
viejo de mañana jamás la abandonará”
(Proverbios 22:6 DHHe).
“[Dios] desea ver que, de los hogares de
nuestro pueblo, se constituya una gran
compañía de jóvenes que, debido a la
piadosa influencia de sus hogares, hayan
entregado su corazón a él, y salgan para
rendirle el máximo servicio de sus vidas.
Dirigidos y preparados por las piadosas
instrucciones del hogar, la influencia de
los momentos de culto de mañana y de
tarde, el ejemplo consecuente de padres
que aman y temen a Dios, han aprendido a
someterse a Dios como su maestro y guía”
E.G.W. (En los lugares celestiales, 22 de julio)

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