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Día Séptimo

DON DE PIEDAD

Presidente: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Todos: Amén

Oración Para Pedir Los Dones Del Espíritu Santo


Oh Dios eterno y santo, tú que anunciaste por medio del profeta Isaías, que el
Mesías vendría lleno de tu santo Espíritu y que él lo derramaría sobre la
humanidad como don: te pedimos con gran humildad, que nos regales tu santo
Espíritu, con sus dones de sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia,
piedad y temor de Dios, para que con ellos nos santifiquemos y colaboremos
en la santificación de nuestro prójimo, por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De la Primera Carta a Timoteo 6, 2-12

Esto debes enseñar y recomendar:


Si alguno enseña otra cosa y no se atiene a las sanas palabras de nuestro Señor
Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad, está cegado por el orgullo
y no sabe nada; sino que padece la enfermedad de las disputas y contiendas de
palabras, de donde proceden las envidias, discordias, maledicencias, sospechas
malignas, discusiones sin fin propias de gentes que tienen la inteligencia
corrompida, que están privados de la verdad y que piensan que la piedad es un
negocio. Y ciertamente es un gran negocio la piedad, con tal de que se contente
con lo que tiene. Porque nosotros no hemos traído nada al mundo y nada
podemos llevarnos de él. Mientras tengamos comida y vestido, estemos
contentos con eso.

Los que quieren enriquecerse caen en la tentación, en el lazo y en muchas


codicias insensatas y perniciosas que hunden a los hombres en la ruina y en la
perdición. Porque la raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos,
por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe y se atormentaron con muchos
dolores. Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de estas cosas; corre al alcance
de la justicia, de la piedad, de la fe, de la caridad, de la paciencia en el
sufrimiento, de la dulzura. Combate el buen combate de la fe, conquista la vida
eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste aquella solemne profesión
delante de muchos testigos.

Palabra de Dios
Meditación
DON DE PIEDAD

Mediante este don el Espíritu sana nuestros corazones de todo tipo de


dureza y lo abre a la ternura para con Dios y con los hermanos, sanándonos
de toda dureza y rigidez. Gracias a él nuestras actitudes hacia Dios y hacia el
prójimo son guiadas por la voluntad de Dios. La actitud contraria es la
impiedad.

La ternura como actitud sinceramente filial con Dios se expresa en la oración


y en el gusto y agrado por todo lo relacionado con su culto, lo que nos permite
calificar a alguien como persona “piadosa”.
El don de la piedad nos ayuda a mirar a Dios como Padre providente y
bueno; a depositar en él una profunda confianza; así lo expresa San Pablo (Ga.
4,4-7; Rm 8,15).

La ternura, como apertura fraterna al prójimo, se manifiesta en la


mansedumbre y en la compasión (que significa «sufrir con») es una capacidad
hacia el prójimo.
El don de la piedad extingue del corazón aquellos focos de tensión y de
división, como son la amargura, la cólera, la impaciencia, y lo alimenta con
sentimientos de comprensión, de tolerancia, de generosidad y de perdón.

Terminado la reflexión, el que dirige invita a decir en voz alta las intenciones o
peticiones por la que se realizará el Santo Rosario. (una de ellas el fin del
Coronavirus y por los médicos y personal de Salud)

Se inicia el Santo Rosario como de Costumbre repartiendo entre varios miembros


de la familia cada uno de los misterios que corresponden a cada día. (Lunes y
Sábado: Misterios Gozosos, Martes y Viernes: Misterios Dolorosos, Jueves:
Misterios Luminosos, Miércoles y Domingo: Misterios Gloriosos.) Al finalizar
se hace la siguiente Oración:

Oración del Papa Francisco a la Virgen María


Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como un signo de
salvación y esperanza. A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos, que al
pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación del pueblo colombiano, sabes lo que necesitamos y estamos
seguros de que lo concederás para que, como en Caná de Galilea, vuelvan la
alegría y la fiesta después de esta prueba. Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre y hacer lo que Jesús nos dirá, Él que
tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo se cargó de nuestros dolores para
guiarnos a través de la cruz, a la alegría de la resurrección. Amén. Bajo tu
amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas
en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y
bendita. Amén

Juntos dicen: El Señor nos bendiga, nos libre de todo mal y nos lleve a la
Vida Eterna. Amén.

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