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Trabajo, poder y sexualidad
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CONCEPTUALIZACIÓN Y VALORACIÓN
DEL TRABAJO DOMÉSTICO.
EL PUNTO DE VISTA DE LOS NIÑOS*
* Parte de este estudio se realiz6 en el Área de lnvestigaci6n "La construcci6n del co-
nocimiento" de la Universidad Aut6noma Metropolitana-Xochimilco, con la doctora
Evelyn Dfez-Martfnez Day. Agradecemos a Concepci6n Rosado y a Rocío Sosa su colabo-
raci6n en las entrevistas.
[81)
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82 TRABAJO, PODER Y SEXUALIDAD
las mismas que las de los adultos. Oponiéndose a la visi6n del niño inerte
frente a una sociedad que actúa y moldea, nosotros postulamos que los
niños se enfrentan a la realidad social de una manera activa, preguntándo-
se continuamente sobre ella y ensayando diferentes maneras de asimilarla
y de acomodarse a sus exigencias.
Aun cuando somos conscientes de que el sujeto "puede utilizar su
experiencia ya sea para repetir en lo fundamental los ciclos de funciona-
miento social o bien para alterar su sentido" (Bagú, 1981:175), partimos
de que el conocimiento es el resultado de un proceso constructivo en el
cual el sujeto juega un papel muy importante. No es él tan s6lo una má-
quina registradora de los hechos exteriores, ni sus formas de organizar
la realidad son pasivas o estáticas. Siguiendo los planteamientos de Piaget
(1971, 1972), pensamos que las estructuras organizadoras del pensamien-
to evolucionan a medida que el niño se desarrolla y tiene la posibilidad
de interactuar más ampliamente con la cultura y su medio.
El interés por conocer más profundamente la relaci6n entre los nive-
les de desarrollo de los niños y el conocimiento que éstos tienen de la
sociedad se ha incrementado notablemente en los últimos quince años.
Como ejemplo de algunas investigaciones tenemos los trabajos sobre la
autoridad, la amistad y la amabilidad (Baldwin y Baldwin, 1970; Damon,
1979), sobre normas y reglas convencionales (Nucci & Turiel, 1978), so-
bre las instituciones sociales (Furth, 1976), así como los estudws amplia-
mente difundidos que ha hecho Kohlberg (1983) sobre el juicio moral.
A nosotras nos pareció necesario dirigir este interés a un tema de
particular importancia en los estudios sobre la mujer, como lo es la
noci6n de trabajo, específicamente en la comparaci6n entre trabajo do-
méstico y trabajo remunerado. Somos conscientes de que el problema del
trabajo es mucho más complejo que la simple comparación entre el do-
méstico y el remunerado; sin embargo, el recorte que hicimos obedeci6
a que esta comparaci6n puede esclarecer más fácilmente algunos elemen-
tos de la subordinación femenina, específicamente, aquellos que están
vinculados a la falta de remuneraci6n al trabajo que la mujer tradicional-
mente realiza en el hogar.
Es claro que existe una identifisaci6n generalizada a nivel social de
la mujer con el ámbito doméstico. Este incluye el mantenimiento de la
unidad familiar, la crianza de los hijos, la atenci6n a todos los miembros
y, vinculada a ello, la enorme e inagotable diversificaci6n de actividades
que implica el trabajo doméstico.
Socialmente el trabajo doméstico que realizan las mujeres ha sido sis-
temáticamente desvalorizado, considerándose como un "no trabajo, co-
mo un trabajo que no cuenta, o en el mejor de los casos como un trabajo
inferior al remunerado (Rowbotham, 1973: 67). A nivel te6rico se ha ini-
ciado ya desde hace más de quince años un esfuerzo para revalorizar las
actividades que se realizan en el hogar; sin embargo, es frecuente obser-
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CONCEPTUALIZACIÓN Y VALORACIÓN DEL TRABAJO DOMÉSTICO 83
var que para la mayoría de las personas, desde profesionales hasta amas
de casa, dichas actividades no entran en las actuales categorías de trabajo.
Los estudios que desde el enfoque sociológico se han realizado seña-
lan que la división sexual del trabajo así como la asignación de los roles
sociales se sustentan en una serie de normas y valores que son el producto
de una construcción social (Archer & Lloyd, 1982; Rubin, 1975); en este
sentido, la aportación de la psicología podría consistir en tratar de escla-
recer las formas particulares en que los sujetos organizan e interiorizan
este tipo de construcciones sociales. .
A este respecto López Carretero (1981) encontró en su investigación
sobre la noción de familia que el conocimiento y la valoración de los ro-
les de padre y madre no se prestaban a elaboraciones diferentes por parte
de los niños de acuerdo a su nivel de desarrollo, sino que eran práctica-
mente los mismos en todas las edades. Ella atribuye esta falta de interpre-
tación a las presiones que ejerce la sociedad para determinar los papeles
de hombre y mujer, que son asumidos de manera mecánica por los niños.
Ya Del Val (1980) había mencionado que parecen existir dominios
diferentes en el conocimiento social. Por un lado, el que se refiere a las
nociones propiamente dichas, que implican una comprensión de los pro-
cesos sociales y del funcionamiento de las instituciones. Este conocimien-
to se presta a una evolución que se refleja en explicaciones mucho mas
elaboradas y que varían considerablemente con la edad. Por otro lado
está el conocimiento que se refiere a los valores y a las normas, que no
se presta tan fácilmente a una reconstrucción por parte:: del sujeto, sino
que puede ser asumido sin un cuestionamiento y por lo tanto sin una ela-
boración propia.
Sin embargo, Kohlberg (1983), en sus estudios sobre la moralidad,
ha encontrado que existen por lo menos tres niveles que los niños presen-
tan al enfrentarse al mundo de las normas.
El primero de ellos es el preconvencional, que se caracteriza por un
énfasis en los intereses concretos de los individuos, poniendo especial
atención en las consecuencias negativas que pqdría traer una transgresión
de lo establecido.
En el nivel convencional ya los niños prestan más atención a las ex-
pectativas que la sociedad tiene de sus miembros, resaltando la necesidad
de que cada quien cumpla con las obligaciones que le corresponden y que
tenga por lo tanto un respeto por las reglas prevalecientes.
Finalmente, el nivel postconvencional implica que los niños tienen
un entendimiento de las normas como el producto de un contrato social
y a la vez son conscientes de la gran diversidad que muestran las personas
en cuanto a opiniones y valores. Se da así, pues, en este nivel el inicio
de una conceptualización más flexible de las reglas, que tendería según
el autor a subordinarlas posteriormente a principios éticos elegidos por
cada quien.
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84 TRABAJO, PODER Y SEXUALIDAD
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CONCEPTUALIZACIÓN Y VALORACIÓN DEL TRABAJO DOMÉSTICO 85
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86 TRABAJO, PODER Y SEXUALIDAD
Resultados de la entrevista
Bueno, sí es trabajo porque se cansa uno bastante, pero no es tan difícil por-
que le ayudamos Qosé Rodrigo, 11 años}.
No se le dice trabajo (al de las madres} porque ya se acostumbraron y no
se les hace trabajo. Cuando nace un bebé sí es más trabajo, pero luego se
acostumbran (Débora, 12 años).
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CONCEPTUALIZACIÓN Y VALORACIÓN DEL TRABAJO DOMÉSTICO 87
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88 TRABAJO, PODER Y SEXUALIDAD
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CONCEPTUALIZACIÓN Y VAWRACIÓN DEL TRABAJO DOMÉSTICO 89
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90 TRABAJO, PODER Y SEXUALIDAD
Figura t. Respuestas por grado ante las preguntas sobre el cambio de funciones
'16
SÍ SÍ
15
15 15
14
13
12
11
NO
10
10
9
8
7
SÍ
6
6
5
4
3
2 NO NO
ler. grado
N=16 N=16 N=16
¿PUEDE EL PADRE HACER EL TRABAJO DE LA MADRE?
NO
16 16
15 NO
14 ~
14
13
12
SÍ
11 11.--
10
9
8
7
6
NO
5
5
4
3 SÍ
2
2¡ O SÍ
ler. grado 3er. grado 6o. grado
N-16 N-16 N=16
¿PUEDE LA MADRE HACER EL TRABAJO DEL PADRE?
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CONCEPTUAIJZACIÓN Y VALORAQÓN DEL 1RABAJO DOMÉSTICO 91.
nuales los que daban esas respuestas, por lo que decidimos hacer un análi-
sis en el que se detallara el tipo de trabajo que hacía el padre (manual y
no manual) con las respuestas que hacían referencia a la fuerza. Sin em-
bargo pudimos apreciar que dichas respuestas son generales en todos los
niños, independientemente del trabajo que hacen sus padres. ·
Parece ser, pues, que las respuestas de los niños están haciendo refe-
rencia más bien a los atributos generales que la sociedad otorga a la "mas-
culinidad" y a la figura del padre que al trabajo concreto que realizan sus
padres.
Por otra parte, vimos que los niños distinguen claramente el trabajo
que se hace en el hogar y el que se realiza fuera, con la particularidad
de que los niños exageran o mitifican lo que hace el padre. Ellos dicen
constantemente que el padre "trabaja de día y de noche", que "hace mu-
chas cosas que lo cansan mucho'', que "corre muchos riesgos", "que tra-
baja las 24 horas", etc. Nos parece que todas estas respuestas tienen que
ver con sostener la figura del padre, así como justificar la ausencia tan
prolongada del mismo en el tiempo de los niños.
Para sintetizar los hallazgos de esta parte de la investigaci6n pode-
mos decir que, en lo que se refiere a la entrevista sobre el cambio de fun-
ciones, aparece un patr6n interesante. La perspectiva infantil parte, en
los niños de primero, de una concepci6n en la que se asume la repartici6n
de tareas como algo natural, pero que no implica necesariamente la des-
valorizaci6n de las actividades femeninas. Simplemente es así, cada quien
se dedica a lo que le toca, sin que exista un cuestionamiento de las funcio-
nes o roles de los sexos.
En los niños de tercero se transforma en una visi6n más rígida de
las capacidades de las mujeres, apelando en algunos casos a justificaciones
basadas en el orden natural o la religi6n, pero en su mayoría basando di-
cho orden en una justificaci6n "racional" que les permita argumentar,
pero que sigue anclada en criterios de diferencias biol6gicas (la fuerza).
En este nivel vemos que para los niños es evidente la desvalorizaci6n de
las actividades del sexo femenino, pero que en lugar de poder cuestionar-
la, sienten que necesitan justificarla con argumentos propios.
La última parte de la transformaci6n que nosotros observamos en
los niños fue una recuperaci6n de las capacidades de las mujeres y por
lo tanto una consideraci6n más amplia y abierta de las posibilidades del
género femenino. Parecería entonces que dada la desigual valoraci6n de
los géneros en nuestra cultura, es necesario un momento en el desarrollo
en el que se tiene que justificar racionalmente dicha desigualdad e incluso
extenderla al terreno de las capacidades para posteriormente cuestionarla.
Consideramos entonces que las actitudes rígidas de los niños de tercero
no tienen un carácter negativo, sino que represent;-.n el paso necesario
para asumir y justificar con razones propias un orden existente para de
allí tener la posibilidad de cuestionarlo.
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92 TRABAJO, PODER Y SEXUALIDAD
Sí, que la mamá vaya y trabaje en la tienda, los niños salen un rato a jugar
y ella les trae dulces y helados (pero el papá no quería que trabajara...). El
papá no quería pero luego ella se puso contenta porque la dej6 trabajar (Li-
dia, 6 años).
La familia se puso triste porque no tenían para comprar ropa y zapatos. El
señor sembr6 plantas y gan6 dinero, a los niños les dieron de comer y luego
que terminaron la tarea se fueron a jugar. (¿Y la mamá qué hizo? ...). Ella
se fue a trabajar al ISSSTE y estaba contenta porque curaba enfermos (Erick,
6 años).
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CONCEPTUALIZACIÓN Y VALORACIÓN DEL TRABAJO DOMFsTICO 93
hacer cuando no tenía trabajo y, por el otro, conocer qué tipo de final
propondrían a la historia.
El cuadro 3 muestra las respuestas por sexo y por grado. En él se pue-
de apreciar que los niños varones difícilmente piensan en el cuidado de
los hijos o de la casa. Con esto no queremos decir solamente que se resis-
ten a asignar al padre este tipo de tareas, sino que los contenidos que ellos
manejan ignoran dichos aspectos y se centran básicamente en el persona-
je del padre, en su malestar y en lo que tiene que hacer para conseguir
trabajo.
Las niñas de los dos grupos, por el contrario, hacen girar sus histo-
rias alrededor del mantenimiento de la vida familiar. A ellas no les causa
conflicto proponer que el papá "tendría" que cuidar a los hijos y ocupar-
se de la casa. Aun en los casos que no lo plantean de ese modo, es frecuen-
te que no se olviden de arreglar la situación de los hijos.
El papá no siguió trabajando pero tenía que conseguir y por eso buscaba en
el periódico. La mamá que se tenía que ir a trabajar, dejaba a los niños con
la vecina (Oiga, 9 años) .
.Trabajó la esposa, y el señor, mientras, trabajaba en los quehaceres de la casa
y los niños en la escuela. El papá tratando de aprender los quehaceres, claro
que se senda un poco raro (Alejandra, 9 años).
La señora se fue a trabajar, el señor se quedó a hacer el quehacer del hogar
y a traer a los niños de la escuela. Y siguió todo como siempre, pero al revés.
Luego el señor se había cansado de hacer el quehacer y le preguntó a su espo-
sa si le conseguía trabajo donde ella estaba y lo consiguió (Gabriela, 12 años).
El papá salía todos los días a pedir trabajo y la mamá tuvo que buscar una
escuela para que los hijos no estuvieran solos (Lucila, 11 años).
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94 TRABAJO, PODER Y SEXUALIDAD
Incluso parece ser que para los hombres el cambio de funciones im-
pacta de una manera muy negativa su identidad de género y les hace pen-
sar más en el punto de vista de los demás que en el problema interno de
la familia.
El señor se sentÍa muy mal porque su esposa estaba llevando dinero a la casa,
o sea manteniendo a la familia. Y él va a comprar el mandado y si lo viera
un amigo se sentiría humillado y le daría mucha pena CTosé Antonio, 12
años}.
La señora se puso a trabajar y su esposo siguió buscando trabajo para que
no dijeran que era flojo y que tenía a su esposa trabajando para que lo mantu·
viera (Daniel, 11 años}.
El señor en su casa se sentía mal y no quería que los vecinos lo vieran, al
sentirse mal buscaría otro trabajo y así todos se· sentirían mejor y acababa
todo bien CTorge Israel, 11 años}.
Aunque podría parecer que los niños de sexto grado son los más inte-
resados en restablecer el orden, en realidad no es así, puesto que ellos es·
tán más abiertos a proponer otras alternativas, tales como que la madre
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CONCEPTUALIZACIÓN Y VALORACIÓN DEL 1RABAJO DOMÉSTICO 95
siga trabajando o que los dos lo hagan, situación que en pocos casos se
presenta en los de tercer grado. ·
Lo característico de los niños de este último grado es que proponen
soluciones "mágicas" en las que llega una herencia o ellos (los niños) con-
siguen algo para salvar la situación.
Sus hijos estaban preocupados y les dijeron a sus amigos. Ellos le consiguie-
ron trabajo, y al paso del tiempo, el jefe se enfermó de algo incurable y en
la noche murió. Después de que iba a morir, el señor les dijo a los mucha-
chos que les dejaba el trabajo y, después que ellos eran dueños, metieron a
su padre de dueño de la fábrica y ellos estudiaron y fueron muy felices Qor-
ge, 9 años).
Se sintieron muy tristes y ya no tenían con qué comprar ropa y zapatos. La
mamá les dice, no se preocupen que una tía nos dejó dinero y puedo conse-
guir más mientras se compone el trabajo Qavier, 8 años).
La mamá dijo llorando, ya su papá no tiene trabajo, y los niños le pidieron
dinero a la maestra y así vivieron hasta que otra vez consiguió trabajo y ganó
mucho dinero (Sara Zoraida, 8 años).
Los hijos se fueron a su cuarto a pensar qué hacer y una semana se fueron
a vender ropa y lo valioso que tenían y ganaron nueve mil pesos y tuvieron
para comer y el papá se sintió muy mal y fue a ayudarles a los hijos y vivie-
ron muy felices (Zenaida, 9 años).
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96 TRABAJO, PODER Y SEXUALIDAD
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CONCEPTUALIZACIÓN Y VALORACIÓN DEL TRABAJO DOMÉSTICO 97
Está mal que le prohíba porque él no puede solucionar todas las necesidades
y ella le puede ayudar a sacar adelante a los hijos (Sandra, 11 años).
Ella podría trabajar en la mañana para que alcanzaran a comprar todo lo que
necesitan y vivieran más contentos Qosé Antonio, 12 años).
Está bien que ella trabaje, porque ella quiere hacerlo y no está mal trabajar,
así ella se sentiría contenta de ser útil hasta en traer dinero (Verónica, 12
años).
Debe dejar que ella trabaje porque también tiene derechos y se sentiría mal
si no lo hace, yo creo que ellos deben hablar sobre si es conveniente o no
Qorge, 11 años).
Pues si ella ve que falta y quiere ayudar tiene que hacerlo, es su derecho. Pue-
de convencer al esposo y decirle a los hijos que le ayuden con el quehacer
(Patricia, 12 años).
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98 TRABAJO, PODER Y SEXUALIDAD
Consideraciones finales
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CONCEPTUALIZACIÓN Y VALORACIÓN DEL TRABAJO DOMÉSTICO 99
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100 TRABAJO, PODER Y SEXUALIDAD
nes incurren cuando, por una parte, afirman que el padre sí puede hacer
el trabajo de la madre (en la entrevista), pero por otra parte, en el final
que ellos proponen para la historia, nunca aparece realizándolo. Los ni-
ños proponen que en el ámbito doméstico el padre duerme, lee el perió-
dico o se dedica a cualquier otra actividad, pues si "va a comprar el man-
dado y lo ve un amigo se siente humillado".
Otra diferencia encontrada fue que, aun cuando niños y niñas otor-
gan en primer año un cierto valor a las actividades de la madre, son las
niñas en tercero y sexto grado (y no los niños) las que disminuyen drásti-
camente la valoración del trabajo de la madre cuando lo comparan con
el del padre.
Como dijimos, estos resultados confirman los hallazgos de Des-
champs y Doise (1975) en cuanto a que existe una desvalorización de las
mujeres de su propia categoría sexual que es inversamente proporcional
a la edad, por lo menos hasta los 12 años.
Finalmente, en lo que se refiere a las diferencias encontradas según
el grado escolar, vimos que los niños de primer grado asumen las relacio-
nes que imperan como algo natural, sin que para ellos sea conflictivo o
exista la necesidad de justificarlas. Por esta misma razón, no parece existir
desvalorización de las capacidades de la mujer ni tampoco la posibilidad
de intercambio de roles. Asimismo, no pueden confrontar las situaciones
conflictivas o dilemáticas y proponen soluciones rápidas que aseguren la
permanencia de su mundo infantil.
Los de tercer grado, sin embargo, tienen una gran necesidad de man-
tener los roles establecidos mediante el apego y el cumplimiento estricto
de las normas. Hay una tendencia a justificar racionalmente la desigual-
dad, lo cual propicia una visión desvalorizadora de las capacidades feme-
ninas. Tampoco para ellos existe la posibilidad de un intercambio de ro-
les, puesto que para la mayoría la madre es incapaz de realizar el trabajo
del padre. Ante las situaciones conflictivas no hay posibilidad de un
acuerdo entre los participantes, si eso conlleva el cuestionamiento o la
relativización de las normas y existe una preocupación central por el cas-
tigo que implicaría transgredirlas.
Por último, un alto porcentaje de los niños de sexto grado sobrepasa
la desvalorización de las capacidades dP la mujer y acepta como posibili-
dad el intercambio de funciones. Ellos pueden confrontar dos puntos de
vista diferentes en las situaciones conflictivas e incluso se permiten relati-
vizar las normas según los intereses de los actores. Se inicia así una con-
cepción de las relaciones basadas en la reciprocidad, incluyendo argu-
mentos que hacen referencia al deseo y al derecho que tienen las mujeres
de trabajar.
Los hallazgos anteriores representan para nosotros, más que conclu-
siones, hipótesis de trabajo que pueden guiar estudios posteriores. Vemos
de cualquier manera que las versiones dadas por los niños de la muestra,
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CONCEPTUALIZACIÓN Y VALORACIÓN DEL TRABAJO DOMÉSTICO 101
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