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Interpretación de la Biblia:
acercamiento desde la antropología
Krijn van der Jagt
Título original:
ANTHROPOLOGICAL APPROACHES
TO THE INTERPRETATION OF THE BIBLE
Traducción al castellano
JOSÉ MARÍA BLANCH
Ninguna parte de este libro podrá ser traducida ni reproducida, de ninguna manera,
sin el permiso escrito de las Sociedades Bíblicas Unidas.
Diseño de cubierta
Luis Bravo
Diseño interior
José Vargas
ISBN: 1-933218-84-3
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
CONTENIDO
PREFACIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . v
Abreviaturas utilizadas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . vi
Cuadro de transliteración del hebreo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . vii
Cuadro de transliteración del griego . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . viii
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Capítulo 1
Acercamiento antropológico a los textos antiguos . . . . . . . . . . . . 13
Capítulo 2
Acercamiento antropológico al Libro de Job . . . . . . . . . . . . . . . 23
Capítulo 3
Religión y cultura en el antiguo Oriente Próximo. . . . . . . . . . . . . 31
Capítulo 4
La religión del antiguo Israel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Capítulo 5
Honra y vergüenza:
Valores centrales en las sociedades del antiguo Oriente Próximo . . . . 59
Capítulo 6
Religión y sociedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
Capítulo 7
Sociedades del antiguo Oriente Próximo . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Capítulo 8
El ritual como modelo de interpretación . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
Capítulo 9
El mito como modelo de interpretación . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Capítulo 10
Lectura antropológica del relato del jardín del Edén . . . . . . . . . . 105
Capítulo 11
La psicología del autor bíblico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
Epílogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
PREFACIO
Este libro surgió a partir de cuatro conferencias que di durante el Congreso Trienal
de las Sociedades Bíblicas Unidas sobre Traducciones, celebrado en mayo de 1997 en
Mérida, México. En las conferencias presenté una serie de acercamientos antropológicos
importantes para la traducción e interpretación de la Biblia.
Agradezco al Dr. Basil Rebera, ex coordinador de los Servicios de Traducción de
las Sociedades Bíblicas Unidas, quien me estimuló y apoyó para que investigara sobre
este campo particular de los estudios bíblicos.
Mis colegas los Doctores Robert Bascom y Lénart de Regt leyeron grandes porcio-
nes del libro e hicieron comentarios valiosos. Les agradezco sus contribuciones.
Los Doctores Philip Noss, Anthony Abela y Michael Seleznev leyeron partes del
borrador. Les agradezco sus consejos. Manuella van der Jagt me aconsejó acerca del em-
pleo del inglés. Le agradezco su paciencia y buen trabajo.
El presente libro introduce al lector a la aplicación de las Ciencias Sociales en la es-
fera de los Estudios bíblicos. Esta investigación es de particular importancia para la tra-
ducción bíblica. El libro se ha escrito teniendo en mente al traductor de la Biblia.
Pretende ayudar al traductor bíblico a salvar las discrepancias entre las culturas del anti-
guo Oriente Próximo y las culturas de las lenguas receptoras. El libro se enfoca principal-
mente en la cultura y la interpretación, mirando a la Biblia como un documento cultural,
una colección de relatos de comunidades antiguas, que sólo pueden entenderse en el
contexto cultural del antiguo Oriente Próximo.
Todas las citas bíblicas que aparecen en este libro se han tomado de la versión Rei-
na-Valera, revisión de 1995, a no ser que se indique otra cosa.
Abreviaturas utilizadas
Abreviaturas generales
Libros de la Biblia
vi
a ‘ f t p f
b b y y x ts
B v k k q q
g g l l r r
d d m m c s
h h n n V sh
w w s s t t
z z [ ‘
j j P p
Quienes utilicen el texto hebreo querrán, desde luego, consultar en forma directa
sus copias del texto.
vii
a a é i ñ r
â b ê k ó, ò s
ã g ë l t t
d d ì m õ u
e e n n f f
æ z î x ÷ j
ç i o o ø ps
è z ð p ù o
viii
Introducción
El propósito general de este libro es introducir un acercamiento antropológico en
la tarea de la interpretación de la Biblia. La Biblia es una colección de libros que se pue-
den estudiar desde diferentes perspectivas. La Biblia, la Sagrada Escritura de los creyen-
tes judíos y cristianos, se recibe como revelación de Dios y como fuente de fe. Los escritos
bíblicos también se leen desde otra perspectiva, a saber, como documentos históricos y
culturales. El enfoque antropológico en la Biblia se centra en el mundo cultural de los
textos antiguos.
El objetivo principal de este libro es esbozar el mundo cultural del antiguo Oriente
Próximo, el cual constituye el contexto más amplio de la Biblia. Al hablar del antiguo
Oriente Próximo me refiero a los territorios de los países actuales de Irán, Irak, Turquía,
Siria, Líbano, Israel, Jordania y Egipto.
Una lectura antropológica de la Biblia pone de relieve aspectos del texto que que-
dan más o menos ocultos en otras clases de lecturas; tiene su propio punto de enfoque y
esferas de interés especial; arroja luz sobre aspectos específicos que otras lecturas dejan
de lado; enfoca cualquier texto bíblico desde ángulos típicamente antropológicos. Pode-
mos discernir por lo menos tres perspectivas principales:
La perspectiva sociológica ve los textos antiguos como una colección de tradicio-
nes literarias de comunidades antiguas. La Biblia Hebrea contiene tradiciones del antiguo
Israel y el Nuevo Testamento nos presenta tradiciones antiguas de comunidades cristia-
nas en la región mediterránea. Los autores de los textos antiguos vivieron en sociedades
muy diferentes de las actuales. El conocimiento básico del contexto social es prerrequisi-
to para poder interpretar de manera significativa los textos bíblicos.
La perspectiva histórica coloca a la Biblia en un marco histórico amplio. La Biblia
es un testigo importante de la evolución cultural de la humanidad. El texto bíblico re-
fleja la creciente conciencia del ser humano en el curso de la historia, poniendo en re-
lieve avances cruciales en la toma de conciencia y el entendimiento. Los antropólogos
se interesan sobre todo por los estratos más primitivos de los textos antiguos; su acerca-
miento a los textos antiguos se parece a menudo a los métodos empleados en la arqueo-
logía. El acercamiento histórico se centra en la concepción que tenían del mundo las
comunidades antiguas que produjeron los textos bíblicos. La reconstrucción de la reli-
gión del antiguo Oriente Próximo constituye un poderoso modelo para la interpreta-
ción de la Biblia.
La perspectiva literaria toma plena cuenta de la naturaleza del texto como literatu-
ra. Los autores antiguos crearon textos y éstos no constituyen simples descripciones de
un mundo real que existió en tiempos antiguos, sino más bien constituyen creaciones li-
terarias, mundos simbólicos. La Biblia contiene un conjunto de relatos de comunidades.
En el libro de Génesis encontramos el relato de la casa de Abraham. Este relato se convir-
tió en el estatuto del estado monárquico de David y Salomón. Los relatos posteriores rein-
terpretaron este relato a la luz de nuevos desarrollos históricos. La interpretación de
relatos es un ejercicio fundamental en el acercamiento antropológico de la Biblia.
Cultura y antropología
10
Símbolos y significado
Animal symbolicum
11
Problemas de interpretación
La interpretación de sistemas culturales depende en gran parte del análisis del sig-
nificado de símbolos. Lo mismo puede decirse de la interpretación de un texto. Un texto
es una estructura simbólica específica, una unidad de significado que forma parte de una
red de representación simbólica más amplia. Un texto particular de la Biblia hebrea, ya
sea un poema, un relato o un texto legal, tiene relación con una serie de sistemas cultura-
les. Estos sistemas forman parte de un sistema cultural general al que llamamos la cultura
del antiguo Israel. Así pues, un texto dado no se puede interpretar en forma aislada.
Cuando estudiamos un texto particular de la Biblia hebrea, debemos poder ubicar di-
cho texto dentro del sistema cultural general del antiguo Israel. Tenemos que relacionar ese
texto con todos los sistemas culturales pertinentes, como lengua, arte narrativa, poesía, es-
tructura social, religión familiar, teología yavista y otros.
La interpretación válida de un texto depende de una serie de elementos. En pri-
mer lugar, depende de lo bien que se conozca la lengua en que se escribió el texto. En se-
gundo lugar, depende de hasta qué punto se ha captado el significado de conceptos
claves específicos. Tercero, depende de la correcta comprensión de estructuras específi-
cas dentro del texto, como las estructuras retóricas específicas y los modelos específicos
que se han empleado para referirse a la realidad. En términos generales, esto quiere decir
hasta qué punto ha sido adecuada la forma en que se ha relacionado el texto con todos los
sistemas culturales vigentes y hasta qué punto se han comprendido bien esos sistemas. Al
estudiar un texto bíblico, podemos encontrarnos en medio de «un bosque de símbolos»,
para utilizar una expresión tomada del antropólogo Victor Turner (1967). El intérprete
de un texto dado necesita descubrir el significado de una gran variedad de símbolos y de
estructuras simbólicas.
Los textos bíblicos con frecuencia se refieren a símbolos no verbales, como sangre,
agua y grasa, así como a acciones específicas, como quitarse un zapato y tirarlo al suelo.
Se espera que los estudiosos de un texto bíblico se ocupen de significados incrustados en
una serie de formas simbólicas, que analicen modelos, metáforas y motivos literarios y, fi-
nalmente, que extraigan los valores básicos subyacentes en el mensaje del texto. Es im-
portante tener presente que la interpretación de una cultura y, por tanto, la
interpretación de un texto, nunca puede considerarse como totalmente acabada. Pode-
mos afirmar que la interpretación del texto es intrínsecamente incompleta. Me gustaría
centrarme en cuatro componentes destacados del texto bíblico que, con frecuencia, re-
sultan cruciales para una interpretación significativa: la descripción, el concepto, la metá-
fora y el relato.
Descripción
resultar muy limitada al expresar dicha cultura. Los antropólogos a menudo describen cul-
turas foráneas en una lengua que no forma parte del sistema cultural que investigan. Esto
complica todavía más la labor ya que la lengua foránea no dispone de instrumentos hechos
a la medida para describir eficazmente la cultura.
Geertz ha formulado una distinción muy conocida con respeto a la descripción de
una cultura. Distingue entre descripciones «gruesas» y «delgadas» (2000:3-30). Una des-
cripción «delgada» es la que se basa en hechos; es una descripción objetiva en la que los
antropólogos describen lo que ven y oyen. Las descripciones «delgadas» no revelan el sig-
nificado detrás de las palabras y no aluden a la conducta concreta que expresan, en tanto
que las descripciones «gruesas» sí lo hacen.
La conducta humana es cultural y por tanto simbólica. Si un antropólogo tuviera que
describir la vida pueblerina de un grupo étnico concreto, no revelaría gran cosa con sólo
describir los hechos. Por ejemplo, si sólo la describe dónde se sitúan las casas y los campos,
no revela nada que interese a quienes buscan interpretar la cultura. Para ellos lo interesante
radica en lo que está detrás de los hechos, donde se revelan las pautas del pensamiento de
las personas. El hecho de que las personas de un grupo étnico concreto siempre salgan del
pueblo en dirección al este no se puede explicar con otro hecho, a saber, que los únicos ca-
minos de salida se encuentran en el lado este del pueblo. Las personas que tienen que diri-
girse a los campos situados en el lado occidental del pueblo tienen que salir del pueblo por el
este para luego darse la vuelta y retroceder. Sin embargo, los pensamientos detrás de los he-
chos son importantes y es responsabilidad del antropólogo revelar dichos pensamientos. Se
piensa que salir del pueblo en dirección al oeste perjudica al pueblo. Este pensamiento es
culturalmente significativo y el antropólogo debe transmitírselo al lector. Por esto una des-
cripción significativa de la cultura necesita ser «gruesa».
Me parece que la distinción que propone Geertz entre descripciones «gruesas» y
«delgadas» facilita la comprensión de la naturaleza específica de descripción que encon-
tramos en los textos bíblicos antiguos. En ese caso no leemos descripciones de antropólo-
gos que se refieren a una cultura foránea, sino que estamos frente a descripciones de
personas israelitas antiguas, que describen su propia cultura en su propio lenguaje. Es im-
portante entender que el punto de vista que se presenta en los relatos bíblicos es el nati-
vo. El lector de un texto bíblico debe, por tanto, esforzarse por descubrir la perspectiva
nativa del texto antiguo.
En la historiografía antigua que encontramos en la Biblia hebrea predomina la des-
cripción «gruesa». Los eventos históricos que se describen en los libros 1 y 2 Reyes, por
ejemplo, no pretenden describir hechos sino que son de índole primordialmente teológi-
ca. El autor no quiso presentar un relato objetivo de lo destacado de cada rey, sino más
bien indicar si cada uno de los reyes había tolerado en su territorio actividades cúlticas en
lugares de sacrificio (hebreo bamot.).
En tanto que la historiografía moderna tiende a procurar ser completa y objetiva, la
historiografía antigua es diferente. No se centra tanto en hechos, sino más bien expresa
pensamientos y creencias. Esto no quiere decir que la historiografía antigua presente rela-
tos falsos del pasado; ofrece cuadros llenos de colorido, que deberían interpretarse a la
luz de valores teológicos particulares. Por ejemplo, un autor bíblico no quere ofrecer una
descripción realista de la puerta de una ciudad en un contexto particular. Con frecuencia
en los textos bíblicos se trata la puerta de una ciudad como símbolo cultural y no sólo
como construcción. Las referencias a la puerta y a sus dimensiones tienen como fin ex-
presar emociones y valores, como protección y seguridad.
Cuando el autor bíblico describe el arca de Noé y ofrece las dimensiones de esa bar-
caza que sirvió para salvar vidas, es obvio que su intención no es ofrecer un relato objetivo.
Por esto su descripción es «gruesa». Si el traductor bíblico no reconoce este hecho y opta
por una traducción realista y exacta de estas dimensiones, quizá no transmita el mensaje
pretendido. Una persona moderna que lea la Biblia es probable que interprete mal las des-
cripciones en el texto antiguo y tome descripciones «gruesas» por «delgadas». Este ha sido
un error común tanto en interpretación como en traducción.
Descripción y preceptos
Conceptos
Metáforas
Relato
En la Biblia hebrea nos encontramos con una gran cantidad de relatos. Estos rela-
tos bíblicos no son sólo delicadas obras de arte, de lectura agradable, sino que también sir-
ven como fuentes que facilitan la comprensión de la cultura del antiguo Israel. El género
narrativo es, de hecho, una forma vigorosa de expresar cómo se percibe el mundo. Así
como la descripción, los conceptos y las metáforas revelan significados culturales especí-
ficos, los relatos constituyen una ventana hacia la cultura. El narrador revela importantes
puntos de vista, conocimientos específicos y valores culturalmente importantes, median-
te el empleo de su propia voz y la de los personajes de su narración.
La Biblia hebrea es una obra sumamente variada; se compone de textos que pre-
sentan leyendas, relatos etiológicos, relatos mitológicos y biográficos, cuentos tradiciona-
les y otros géneros. El relato, al igual que la descripción, es un ingrediente que se
encuentra en una gran variedad de tipos de textos. También encontramos relatos donde
el lector actual no lo esperaría, por ejemplo, en textos legales y en textos historiográficos.
La narración es un instrumento básico en los escritos antiguos; se emplea para expresar
cultura en el sentido más amplio de la palabra.
Una buena cantidad de relatos bíblicos son búsquedas. En dichos relatos el héroe
emprende un viaje en busca de algo de gran valor. Durante el viaje el héroe se encuentra
con muchas dificultades, pero al final llega a su destino. Los relatos en el libro de Génesis
sobre los desplazamientos de los patriarcas, así como las de los recorridos de Moisés y los
israelitas por el desierto, reflejan todas ellas aspectos de la historia de búsqueda.
El narrador de una historia comunica valores importantes a su oyente o lector.
Emplea la trama de la historia y también los diálogos de los personajes como medios de
expresión. La voz más poderosa es a menudo la del narrador mismo. Los narradores de la
Biblia hebrea son omniscientes. Están en condiciones de revelar lo que está oculto en los
corazones de los seres humanos e incluso en el corazón de Dios. El narrador tiene una
vista panorámica de la historia; sabe por qué las cosas suceden del modo como suceden y
sabe cuál es la verdad última que está detrás de los eventos de una historia. El análisis na-
rrativo es, pues, una disciplina sumamente importante en un enfoque antropológico del
texto bíblico.
La Biblia contiene toda una serie de relatos más extensos. Cuando se utiliza el térmi-
no relato desde esta perspectiva, se utiliza en un sentido amplio. Asume la función de teolo-
gía e ideología. El relato del Éxodo desde Egipto, por ejemplo, inspiró a todas las tribus y
clanes de Israel. Creó identidad y definió un destino para el pueblo de Israel a lo largo de los
siglos. El mensaje de este relato es que Yavé, el Dios de Israel, pudo vencer a los poderosos
dioses de Egipto y liberó a su pueblo de la esclavitud. La premisa obvia es la siguiente: nadie
puede desafiar a este Dios, su poder sobrepasa todos los poderes. La teología del Éxodo se
convirtió en un componente fundamental del pensamiento religioso israelita.
En el período davídico-salomónico se creó un relato muy convincente. Fue el rela-
to sobre la bendición de la casa de Abraham. La época de David y Salomón fue un período
de expansión incomparable para Israel. Todas las tribus de Israel estaban unidas bajo un
rey de la tribu de Judá y muchas tribus vecinas se convirtieron en vasallos. Muchas comu-
nidades étnicas más pequeñas se incorporaron al reino de David. Abraham se había con-
vertido en realidad en padre de muchas naciones y en él muchos pueblos recibieron la
bendición de la paz y la prosperidad (Gn 12).
El relato sobre la familia de Abraham creó identidad, legitimó el status quo polí-
tico de la época y se convirtió en la narración fundamental para la casa real de David
(Gn 49.8-12). Los sillares de este relato son leyendas ancestrales, que existían en for-
ma oral antes de que fueran incorporadas a un texto escrito (van der Jagt 1994).
El núcleo de la narración más extensa del libro de Génesis (Gn 12.—.50) se amplió,
en períodos posteriores de la historia de Israel, con el relato sobre David (1 S 16.—.2 S 24) y
el relato sobre Jerusalén (Is 2). Después del período monárquico, la narración completa fue
reinterpretada a la luz de las creencias mesiánicas (Is 11).
Otro importante relato fue el del pueblo santo y puro gobernado por un sumo sacer-
dote santo y puro. El núcleo de este relato lo encontramos en el libro de Levítico. El autor
de la Epístola a los Hebreos toma este relato y lo reinterpreta a la luz de la creencia en el
Cristo resucitado. Según su perspectiva, el pueblo de Dios, los creyentes en Cristo, son una
nación purificada, limpiada por la sangre del sumo sacerdote puro y fiel, Jesucristo.
Victor H. Matthews y Don C. Benjamin (1993) proponen que las cuatro fuentes
del Pentateuco, que son la elohista, la yavista, la deuteronomista y la sacerdotal, se re-
montan a cuatro narraciones más extensas. La elohista es la narración que sienta las bases
de un estado del norte anterior al estado davídico; la yavista es la narración que sienta las
bases del estado davídico; la deuteronomista es la narración que sienta las bases del esta-
do de Judá; y la sacerdotal es la narración que sienta las bases del judaísmo como religión
distinta.
Todas las narraciones más extensas en la Biblia están interconectadas. Los tex-
tos evocan otros textos bíblicos; las alusiones y las citas desempeñan un papel impor-
tante en la literatura bíblica. La intertextualidad es una característica importante en
toda la Biblia. Esto resulta muy obvio cuando examinamos a fondo las narraciones más
extensas del Nuevo Testamento. Uno de los más vigorosos relatos sobre Jesús de Naza-
ret que ha ejercido influencia en las mentes de millones a lo largo de los siglos: los po-
bres y los mansos heredarán la tierra. El mensaje de este relato, sin embargo, recuerda
las voces de los profetas de Israel. Las palabras de Jesús son tanto un cumplimiento
como una aplicación de las palabras proféticas del Antiguo Testamento. El relato sobre
Saulo de Tarso (el apóstol Pablo) ha inspirado profundamente a la religión cristiana: Je-
sús ha resucitado de entre los muertos, ha triunfado sobre la muerte, y todos los que es-
tán unidos a él en espíritu también triunfarán sobre la muerte. Su mensaje recuerda la
creencia de Israel en un Dios que puede triunfar sobre todos los poderes, incluso los
poderes invencibles de los reyes egipcios. Así pues, el relato sobre el Éxodo y el relato
sobre la resurrección están interconectados.
Una interpretación significativa de las narraciones bíblicas más extensas, en el
contexto cultural del antiguo Oriente Próximo, es la clave para toda interpretación del
texto bíblico. Con frecuencia se describe la traducción de la Biblia como la traducción del
mensaje de la Biblia. Los traductores, por tanto, deben identificar los mensajes de todas
las narraciones más extensas para comprender la intertextualidad de las Escrituras.
Enfoque antropológico
través de una lente concreta, salen a flote ciertos aspectos de significado y, al centrarse en
punto concretos, el lector consigue ideas acerca de toda la unidad. En consecuencia, es
crucial saber dónde centrarse. En un texto dado, predominan en toda la unidad una serie
de sistemas culturales. De ahí que resulte importante identificar los sistemas culturales
predominantes. Centrarse en esos sistemas conducirá a una interpretación significativa
del texto. Me gustaría demostrar este punto con un texto tomado de la Biblia hebrea, el
libro de Job. Lo intentaré con tres escenarios diferentes para la lectura. Primero, leeré el
texto como narración; luego, el acercamiento al texto será desde el punto de vista de los
valores sociales; y tercero, desde la perspectiva de un ritual. Estos tres escenarios se com-
plementan entre sí y se necesitan los tres juntos para llegar a la interpretación más signifi-
cativa del texto.
Acercamiento antropológico al
Libro de Job
2
Género
El libro de Job es una narración antigua que incluye tanto leyendas como mitos.
Muchos de los relatos en la Biblia hebrea son leyendas contadas de nuevo. Los héroes de
las narraciones bíblicas son hombres y mujeres famosos del pasado; valientes, piadosos y
fieles. Sus vidas eran memorables y fructíferas en una forma muy especial. Los relatos
acerca de los patriarcas y de las matriarcas, de los jueces y de algunos de los profetas en-
tran en esta categoría. La mayor parte de estas narraciones legendarias contienen tam-
bién elementos míticos. En una narración mítica encontramos como personajes a seres
sobrenaturales. Estos seres desempeñan papeles específicos en la trama de la narración.
Hijos de Dios, miembros de la corte celestial, desempeñan un papel importante en el pre-
ludio de la narración sobre el diluvio (Gn 6). Un personaje especial, al que se le llama el
ángel del Señor, aparece con frecuencia en toda la Biblia hebrea. En las historias bíblicas
también aparecen espíritus y demonios.
Con frecuencia en una narración bíblica se incorpora a Dios mismo como persona-
je principal y como asociado con el héroe de la historia. A menudo Dios se aparece al hé-
roe de una narración en forma misteriosa y dialoga con él, como en muchos de los relatos
acerca de Abraham.
En las leyendas los personajes principales son antepasados legendarios, mientras
que en los mitos quienes predominan son seres sobrenaturales. En el libro de Job encon-
tramos como personajes de la trama tanto a seres humanos como a seres sobrenaturales.
Job y sus amigos son los personajes humanos; el Creador y Satanás son los personajes so-
brenaturales. La mejor forma para describir la narración de Job es verla como una leyen-
da contada de nuevo con elementos míticos.
El libro incluye unas partes en prosa y otras en verso. Las partes en prosa contienen
la trama principal de la historia. La trama se adorna con extensos diálogos escritos en estilo
poético. Contienen aspectos didácticos y plantean temas de la antigua sabiduría israelita.
Las partes poéticas y narrativas constituyen una sola unidad literaria. No podemos subdivi-
dir el libro en partes semi independientes, ya que constituye un todo y debe interpretarse
como tal.
La parte intermedia del libro contiene extensos diálogos entre Job y sus amigos.
Sus encuentros con los amigos se convierten de hecho en amargas peleas. Los amigos de
Job no acuden para consolarlo; en vez de seguir siendo sus amigos, se convierten en sus
adversarios. Tratan al máximo de hundir a Job, para que acepte que no es perfecto como
él se cree. Sienten que debería aceptar la derrota y confesar el mal que ha cometido. Los
diálogos de Job con sus amigos son enfrentamientos violentos acerca de quién y qué es
justo. Los amigos de Job plantean la tesis de que Dios, juez de todo el mundo, no castiga a
personas inocentes. Job se resiste con vehemencia e insiste en su completa inocencia.
En el curso de ese diálogo, Job maldice el día en que nació. Desea no haber nacido
y, por encima de todo, desea ver que se manifieste la justicia. Desafía a Dios a que acuda
para defender su caso. Job desea encontrarse con Dios en persona para poder enfrentarse
con él, ya que está convencido de que Dios tiene que confirmar en público que él, Job, es
justo y que no ha hecho nada malo.
En la última parte del libro, Dios se revela a Job en medio de una tormenta. Res-
ponde a Job en forma indirecta, describiéndose como el creador definitivo y sabio del
mundo. Primero señala las maravillas de su sabiduría, sus enormes conocimientos y des-
trezas como arquitecto del mundo, y su extraordinario poder para controlar todos los ele-
mentos de la naturaleza, incluyendo los monstruos marinos. Luego le plantea a Job su
propia ignorancia y limitaciones que contrastan en forma extraordinaria con las habilida-
des de Dios.
Esta experiencia conduce a Job a una comprensión (hebreo binah.) básica acerca
de Dios, de la vida y de sí mismo. Job comprende que no puede desafiar a Dios de ningu-
na forma, ni siquiera en las extrañas circunstancias en que se encuentra. Job acepta la de-
rrota en su enfrentamiento con Dios con las siguientes palabras (Job 42.5-6):
De oídas te conocía,
mas ahora mis ojos te ven.
Por eso me aborrezco
y me arrepiento en polvo y ceniza.
La búsqueda de Job
La historia de Job contiene los elementos de una búsqueda. Sus amigos, que llegan
a consolarlo en medio de su sufrimiento, conducen al héroe del relato a un viaje filosófi-
co. Se embarca en un viaje alegórico, largo y difícil. De igual modo que en las búsquedas
clásicas, el héroe encuentra gran sufrimiento, humillación y angustia, pero persiste en su
búsqueda del tesoro. El viaje que emprende Job es de índole espiritual y el tesoro que bus-
ca es el valor de la sabiduría. El héroe encuentra el tesoro al final de la historia; encuentra
la piedra de la sabiduría mediante la cual Dios, el único que tiene acceso a la sabiduría, se
revela a Job.
libro, en el capítulo 28, encontramos una declaración muy importante, un poema sobre
la sabiduría. Este capítulo es en realidad un capítulo clave en el libro de Job. Le dice al lec-
tor, en hermoso lenguaje poético, que la sabiduría está fuera del alcance del ser humano
y que sólo Dios tiene acceso a ella. En Job 28.12-13 leemos:
Cuando una persona moderna lee un relato antiguo, encuentra problemas con los
valores sociales que se comunican por medio de la trama de la historia. El lector moderno
no comparte todos los valores que sustenta el narrador. Con frecuencia se produce un
choque de valores entre el narrador y el lector moderno que impide tanto la valoración
como la interpretación. El lector requiere estar informado acerca de los valores sociales
del narrador ya que esto le ayuda a comprender el contexto social en el que se ubica la na-
rración. El lector necesita mirar a través de los ojos del narrador y captar el sistema de va-
lores que utilizó. En este respecto, la percepción de los valores sociales tiene que operar
como una lente.
Cuando aplicamos los valores sociales básicos de sociedades del antiguo Oriente
Próximo al libro de Job, podemos comprender por qué los personajes en el relato de Job
se comportaron en la forma que lo hicieron. Ahora utilizaremos los valores sociales como
escenario para la lectura, lo cual nos conducirá a percepciones importantes sobre el relato
de Job.
El binomio «honra-vergüenza»
perdió su desafío; aceptó la derrota, se humilló y aceptó el hecho de que hubiera atraído
vergüenza sobre sí mismo.
Además de estos desafíos, también los amigos de Job lo desafiaron. Quisieron de-
mostrar que Job estaba equivocado al asumir que era inocente. Pretendían conocer el or-
den moral del mundo y cuál era la causa del sufrimiento, pero resultó que no lo sabían.
No dijeron cosas justas de Dios (43.7). Su error no fue una ofensa superficial; fue un acto
de deshonra contra Dios. Se echaron encima vergüenza, perdieron la honra, y el autor da
a entender en el texto que por eso tuvieron que morir. Esta clase de muerte se llama
«muerte por honor» y sigue practicándose en diferentes situaciones en las sociedades
contemporáneas centradas en la honra.
Una historia como el relato de Job no se puede interpretar fuera del binomio «hon-
ra-vergüenza» de las sociedades del antiguo Oriente Próximo. Resulta difícil para la persona
moderna imaginar que Dios forme parte de una competencia por honra con Satanás. Toda-
vía más difícil resulta comprender que el Dios justo haga que Job sufra mucho con el único
fin de ganar su competencia con Satanás. La historia de Job sólo puede conservar su signifi-
cado en el contexto del mundo imaginario de una narración situada en una sociedad cen-
trada en la honra. Hemos visto que los valores sociales constituyen un escenario pertinente
para la lectura. Ahora pasaremos a otro escenario para la lectura, el ritual.
libro de Jueces comienza con un evento ritual. Se presenta a Gedeón como el personaje
principal de la historia en el acto de ofrecer un sacrificio.
La descripción del evento ritual no se limita a ser parte de la narración; el ritual de-
sempeña una función especial en el desarrollo de la narración. Es un componente estructu-
ral que conlleva significado especial. En la historia de Job, se muestra que Job cambió en el
curso de la prueba que sobrellevó. En el contexto cultural antiguo todos los cambios se efec-
túan mediante rituales y éste es también el pensamiento subyacente en el libro de Job. Po-
demos esperar encontrar rituales en puntos clave de la historia y esto es precisamente lo
que ocurre en el libro de Job. En un punto crucial hacia el final de la narración, los amigos
de Job reciben la siguiente tarea:
La narración concluye con un sacrificio cruento para expiar los pecados de los amigos
de Job y con una oración de Job. La oración no es sólo una petición a Dios sino un ritual
efectivo. El héroe de la narración se transforma de persona ordinaria a profeta. Esta
transformación se efectúa mediante una acción ritual apropiada. Job ha sufrido un
cambio; se ha convertido en profeta, en hombre de Dios, cuya oración sirve para salvar
las vidas de sus amigos. El pensamiento ritual es un elemento constitutivo en toda la
conversación. El cambio en la vida de Job lo efectúa el ritual. La prueba de su sufri-
miento debe interpretarse como un ritual. Por tanto, la narración toda se puede leer
como un relato de un rito de transición.
He sugerido que podemos leer el libro de Job como un relato de un rito de transi-
ción. A estas alturas quizá ya no resulte obvia esta sugerencia. Puede resultar útil, enton-
ces, proporcionar más trasfondo. Cuando examinamos de cerca la estructura del rito de
transición, advertimos que todos los ritos de transición siguen una pauta similar, siempre
hay tres fases:
La separación de la situación anterior.
El período liminar, es decir, el período umbral entre la situación anterior y la
nueva.
La agregación, que es una integración a la nueva situación como persona nueva.
La narración de Job encaja en la pauta de un rito de transición. Job ha sido apartado de su
entorno social como resultado de la pérdida de todas sus posesiones y de su salud. Duran-
te su período liminar, sus amigos lo ponen severamente a prueba e incluso lo humillan.
Su agregación se da con su reivindicación e instalación como profeta. Podría extraer del
texto más rasgos para demostrar los aspectos rituales que se encuentran en el desarrollo,
sin embargo, me gustaría remitirlos al capítulo 8, que contiene una cobertura detallada y
más extensa del significado de los símbolos utilizados en los ritos de transición.
Además de los tres escenarios para la lectura que he aplicado a la narración de Job,
podríamos emplear otros escenarios. Por ejemplo, podríamos centrarnos en la ubicación
social del autor implicado. ¿Fue el autor un miembro de la élite rica? ¿Quiso el autor co-
municar un mensaje acerca de la justificación de la riqueza en una sociedad donde unas
pocas personas ricas y felices vivían junto a masas de pobres? Quizá este pudo haber sido
el caso. Sin embargo, no sabemos lo suficiente acerca del autor y del público destinatario.
A pesar del hecho de que sólo utilizamos tres escenarios para la lectura, los tres
han proporcionado ideas abundantes acerca de la narración. También es importante ana-
lizar los conceptos importantes que se emplean en el texto: sabiduría (en hebreo jokma.),
conocimiento (en hebreo da’at.) y planificación (en hebreo ’etsah.). De igual modo, debe-
ría prestarse atención especial a las metáforas específicas que se utilizan. En particular
son significativas las metáforas para lo divino. Las metáforas para Yavé como arquitecto y
juez son ejemplo de ello.
También hay un modelo importante relacionado con la cosmología del libro de Job.
Requiere especial atención y se puede considerar como un componente principal de la na-
rración. Según su cosmología, Dios ha creado el mundo como una casa sustentada en co-
lumnas y cubierta con un techo. El ático es una habitación de almacenaje para el granizo y
la nieve. Dios mismo está sentado en el techo y vigila el limitado espacio de la casa debajo
de él.
Interpretaciones tradicionales
Unos cuantos exégetas han intentado leer el libro de Job como un ensayo sobre
teodicea, que es la defensa de la justicia, la bondad y el poder de Dios frente a la existen-
cia del mal. Con ello se corre el riesgo de relacionar la narración con un sistema cultural
que no formaba parte de la cultura del antiguo Oriente Próximo. Una teodicea es un ele-
mento difícil dentro del contexto de una visión monoteísta y monística del mundo, pero
menos problemática en el mundo cultural del antiguo Oriente Próximo. El libro de Job
plantea la cuestión de la teodicea, pero no es el tema principal del libro y no la responde.
La interpretación antropológica en la interpretación del libro de Job sí conduce a resulta-
dos concretos; ayuda al lector a ubicar el texto en su contexto cultural.
Religión y cultura
3
en el antiguo Oriente Próximo
La religión forma parte de la cultura. Se puede ver como una estructura simbólica
específica dentro del sistema total de una cultura dada. Geertz define así la religión: «Un
sistema de símbolos que opera para establecer en los seres humanos disposiciones y moti-
vaciones poderosas, penetrantes y duraderas, mediante la formulación de concepciones
de un orden general de existencia y revistiendo dichas concepciones con una aureola tal
de realidad, que las disposiciones y motivaciones parecen inconfundiblemente reales»
(2000:90).
La definición de Geertz no necesita más aclaraciones a estas alturas. Sólo quisie-
ra insistir en que él ve la religión como el sistema simbólico central de una cultura.
Vale la pena centrarse en el sistema religioso de una cultura. ¿Qué tiene, de hecho, de
específico la religión y cómo se relaciona la religión con otras estructuras simbólicas de
una cultura dada? Estas interrogantes son muy pertinentes en esta área específica de
investigación.
familiares y también en unidades sociales más amplias. Los individuos sienten el apremio
de compartir su experiencia de vida con otros y de crear un mundo simbólico común en
el que se sientan unidos entre sí. La expresión y la comunicación son, por tanto, condicio-
nes humanas básicas.
Los sistemas religiosos se utilizan para confirmar y reforzar la identidad de las per-
sonas. El ser humano está siempre en busca de significado; necesita crear un mundo sim-
bólico en el que tanto la persona como el grupo al que pertenece encuentren su hogar.
Todas las comunidades crean relatos acerca de los orígenes del grupo y acerca del pasado
lejano cuando los antepasados inventaron y crearon las instituciones básicas del grupo.
Las personas viven en un mundo narrativo lleno de proverbios, tienden a crear relatos
acerca de sí mismos que les proporcionan tanto raíces espirituales como sentido de iden-
tidad. En los tiempos antiguos la persona formaba parte de su grupo de parentesco. Su in-
dividualidad no se desarrollaba y el grupo al que pertenecía determinaba en gran parte su
identidad. Comparativamente, las personas en las sociedades modernas tienen un grado
más elevado de individualidad e intimidad. El grupo determina mucho menos la identi-
dad de la persona moderna.
Las tradiciones orales han sido determinantes en el desarrollo de la identidad de
los grupos étnicos en el antiguo Oriente Próximo. Este fue también el caso en las tribus
de Israel. Los textos bíblicos provienen de tradiciones orales muy antiguas que sirvieron
para reforzar la identidad de los antiguos israelitas.
La centralidad del sistema religioso
El sistema religioso constituye la parte medular del mundo simbólico. Funciona
como la espina dorsal de la idea general del mundo que tiene una comunidad y ofrece
una orientación básica y fundamental respecto a la realidad tal como la percibe una co-
munidad dada. Al mencionar la posición medular del sistema religioso ya estoy indicando
lo que es específico de la religión. Además, me gustaría señalar otro elemento, a saber, el
aspecto de trascendencia. El sistema religioso conlleva formas simbólicas que se refieren
a un mundo más allá del mundo empírico. Es el mundo de los dioses, las potestades y los
espíritus. La religión se puede ver como un conjunto de creencias referentes a lo que está
más allá del mundo empírico.
La idea general del mundo que tiene una comunidad se compone de un conjunto
más o menos coherente de representaciones y creencias. Estas representaciones y creen-
cias son encarnaciones de lo que la comunidad sustenta como verdades básicas referen-
tes al mundo. He mencionado que tanto la representación como la creencia son
elementos de un sistema religioso. Para explicar con más precisión lo que quiero decir
con estos dos términos, debo ser más concreto. Lo haré refiriéndome a representaciones
y creencias específicas del antiguo Oriente Próximo.
Cosmología del antiguo Oriente Próximo
La cosmología del antiguo Oriente Próximo puede servir también como paradig-
ma de un conjunto específico de representaciones y creencias. En el antiguo Oriente
Próximo era general la representación del mundo como una casa de tres niveles. La me-
táfora básica de una casa está interconectada con una serie de representaciones y creen-
cias afines. Por ejemplo, se representaba al sol como un poder personificado responsable
de sustentar al mundo. La percepción de la puesta del sol en el oeste y su salida en el este,
condujeron a la creencia de que el sol permanecía en el nivel inferior del edificio durante
la noche y comenzaba su recorrido diario por la mañana a través del nivel superior. Apar-
te de esto, se creía que el sol era el juez último de todas las personas. En el antiguo Orien-
te Próximo, se asociaba al sol con el concepto de justicia. Se creía que el nivel más bajo, el
mundo inferior, era la morada de los muertos. También se creía que los antepasados di-
funtos estaban en contacto con el sol en el mundo inferior. Ese pensamiento era crucial.
Las personas pensaban que los antepasados se sentaban con el sol en un consejo para juz-
gar las vidas de los seres vivos. Por esto se pensaba que los difuntos estaban en una posi-
ción que les permitía influir en las vidas de sus parientes vivos. Es, pues, muy obvio que el
culto a los antepasados estaba vinculado con conceptos cosmológicos básicos.
En el mundo antiguo, también se solía creer que el examen de los órganos inter-
nos de una oveja podía revelar las causas ocultas de infortunios. Cuando se sacrificaba
animales, los sacerdotes u otros especialistas leían las señales en los intestinos e hígado
del animal sacrificado. Esta práctica se remontaba a la creencia universal de que el dios
sol utilizaba los órganos internos de las ovejas como mesa para escribir. Así pues, los ri-
tuales y prácticas mágicas comunes en la inspección de los órganos internos de animales
estaban interconectados con creencias.
En todo el antiguo Oriente Próximo, las personas respetaban a sus antepasados y
los honraban con sacrificios. El culto a los antepasados estaba en la entraña misma de la
religión familiar. Así fue también en Israel. El sol no sólo se asociaba con la justicia, sino
también con la fertilidad. En el antiguo Oriente Próximo el culto a los antepasados y los
cultos de la fertilidad estaban interconectados. También se creía que cuando la luna desa-
parecía cada mes por tres días, permanecía en el mundo inferior durante esa ausencia. La
aparición de la luna nueva era un momento especial; la fiesta de la luna nueva estaba aso-
ciada con ritos y creencias particulares relacionadas con el culto a los antepasados.
Hasta ahora he utilizado los dos términos, representación y creencia. Quisiera agre-
gar que no establezco una distinción clara entre los dos. Ayuda, sin embargo, emplearlos
para diferentes aspectos de los sistemas religiosos. Empleo el término representación para
referirme a las imágenes que las personas utilizan para el mundo alrededor de ellas, de
modo que está claramente relacionado con la percepción. El término creencia lo utilizo
para referirme a las construcciones mentales que las personas formulan acerca de la reali-
dad que está más allá de lo empírico y, por tanto, está relacionado con la cognición.
Hemos visto que la cosmología del antiguo Oriente Próximo se compone de con-
juntos interrelacionados de representaciones y creencias. Esto significa que la cosmología
es el producto de percepciones y cogniciones creativas. Las representaciones y creencias
de una comunidad dada se expresan y comunican por medio de estructuras simbólicas.
En los últimos cien años, los arqueólogos han descubierto millares y millares de ta-
blillas de arcilla con toda una serie de textos escritos en letra cuneiforme. Estos textos
fueron escritos en los centros de la civilización, en Mesopotamia, aproximadamente en-
tre el 2500 y el 1000 a.C. Los sumerios, quienes establecieron las primeras ciuda-
des-estado en Mesopotamia meridional, en la segunda mitad del siglo IV a.C., inventaron
el sistema de escritura cuneiforme en algún momento del tercer milenio. Su legado a la
humanidad contiene mucho más. También se les pueden atribuir los invaluables inven-
tos de la rueda, la barca, el arado y la alfarería.
Los sumerios crearon una literatura muy rica e interesante. Desarrollaron estructu-
ras religiosas que han influido mucho en la evolución cultural del Oriente Próximo. La cos-
mología del antiguo Oriente Próximo es en gran parte producto del pensamiento sumerio.
Los estudiosos están todavía trabajando en la traducción e interpretación de estos textos an-
tiguos. Se trata de una tarea muy compleja y que toma mucho tiempo. Resulta, por tanto,
difícil interpretar esta clase de textos en su contexto. Los textos antiguos con frecuencia son
incompletos. La labor del estudioso se puede comparar con la de quien trata de reconstruir
todo un mosaico con acceso sólo a una cantidad limitada de piezas. Estos textos antiguos
nos proporcionan unos trazos literal y metafóricamente interrumpidos, información incom-
pleta y, sobre todo, con muchas alusiones a creencias y representaciones que conocemos
poco. La gran cantidad de alusiones y la aparente falta de precisión son características de es-
tos escritos antiguos.
En el mundo antiguo, también se escribían textos para fines mágicos. Se creía que
maldiciones y sortilegios plasmados por escrito producían, en forma más o menos auto-
mática, un efecto, aun cuando otros seres humanos no los leyeran. Las oraciones y maldi-
ciones escritas en las primeras piedras de templos, palacios y murallas de ciudades
servían una finalidad mágica. No se escribían para que las personas las leyeran, ya que
quedaban ocultas bajo tierra; servían como instrumentos mágicos.
Escribir para comunicarse fue desarrollándose en el antiguo Oriente Próximo de
manera gradual. La comunicación de mensajes se convirtió en algo muy importante
cuando se fueron desarrollando los contactos y el comercio entre las ciudades de Meso-
potamia, Siria y Anatolia. Los descubrimientos de los archivos de las ciudades de Mari,
Ebla y Ugarit en años recientes nos han proporcionado muchos ejemplos de escritos anti-
guos con fines de comunicación. Ahora disponemos de una amplia gama de géneros: tra-
tados, contratos, cartas, cánticos de alabanza, crónicas, literatura épica, mitos y leyendas.
Sin embargo, todavía quedan muchas tablillas de arcilla por descifrar y traducir. En cuan-
to a obras literarias mayores, tenemos que acudir a la Biblia, donde encontramos las más
antiguas obras compuestas. Los libros de la Biblia, sin embargo, son antiguos; y difieren
en muchos aspectos de los libros modernos. Los traductores y publicistas de la Biblia de-
ben estar conscientes de las diferencias entre los libros antiguos y los modernos, y debe-
rían prever los problemas que tienen los lectores modernos ante los escritos antiguos.
Muchos libros bíblicos contienen elementos típicos de la literatura oral por el he-
cho de que esos textos preexistieron en forma oral, y posteriormente fueron incorpora-
dos a textos escritos. Cuentos tradicionales, mitos, leyendas, proverbios, dichos
tradicionales, oráculos, fórmulas de juramentos y bendiciones, oraciones y otras formas
de rituales verbales constituyen estratos orales de textos escritos. Estos textos orales tie-
nen una forma y estructura específicas, y los autores y editores bíblicos reprodujeron es-
tas formas de manera literal en sus textos. Esto da un sabor especial a los textos antiguos.
Es importante darse cuenta de que las leyendas antiguas, que en un momento
dado fueron incorporadas a una obra literaria más amplia, gozaban de un estatus y autori-
dad particulares en la comunidad que las había creado. Las personas creían que las leyen-
das revelaban información importante acerca del pasado. Con frecuencia un editor daba
forma nueva a una leyenda antigua y la convertía en una composición más amplia de le-
yendas vueltas a contar. Conservaba, sin embargo, mucho de su significado original. Mu-
chos libros bíblicos están estratificados, es decir, contienen estratos provenientes de
diferentes períodos de tiempo, y esto complica en gran parte la interpretación del texto.
Los libros bíblicos difieren de los modernos en muchos aspectos, y uno de ellos es
la estructura. La mayor parte de los libros en la Biblia hebrea son tanto compilaciones
como combinaciones de textos. El libro de Génesis es una combinación de narraciones y
muchos libros proféticos son combinaciones de oráculos. El lector moderno de un libro
espera un orden cronológico y una exposición más o menos coherente. Sin embargo, mu-
chos libros de la Biblia carecen de estas características.
Los textos bíblicos contienen gran cantidad de repeticiones y redundancias. Los
autores emplean muchos epítetos cuando se refieren a personas y dioses, y utilizan
expresiones ya hechas y otras clases de frases reconocidas. Las redundancias y las repeti-
ciones tienen con frecuencia implicaciones semánticas, y los lectores modernos que no
están acostumbrados a este empleo específico del lenguaje, con frecuencia entienden
mal el texto o no comprenden lo que el autor quiso transmitir.
Los textos antiguos reflejan formas de pensar que difieren de las pautas mentales ha-
bituales de las sociedades modernas. La forma lógica, discursiva, de pensamiento, que se
utiliza en forma general en las sociedades modernas, no predomina para nada en textos an-
tiguos. Estos textos con frecuencia reflejan analogías y asociaciones. Por ejemplo, en los tex-
tos legales del libro de Levítico encontramos que a las manchas y la hinchazón en la piel
humana y a las manchas en la ropa y paredes de casas se les da el nombre de lepra. Es obvio
que no hay ninguna conexión lógica y biológica entre la enfermedad cutánea y los proble-
mas en paredes y ropa a los que se refiere el texto. Estamos, pues, frente a una analogía.
Además, según el pensamiento antiguo, las hinchazones y manchas se solían asociar con el
crecimiento y la fertilidad. La fertilidad es sensible al culto, de modo que el tratamiento de
manchas e hinchazón en paredes, ropas y seres humanos requerían un enfoque similar en
la antigua cultura de Israel (véase Douglas 1999: 182-185). Los traductores de textos anti-
guos debe tener presente que están ante textos culturalmente diferentes, para así poder
ayudar a sus lectores a manejar pautas inusuales e inesperadas de pensamiento.
Los libros bíblicos no son sólo resultado del pensamiento de un autor individual,
particular; son el resultado de la tradición. Reflejan creencias y representaciones de co-
munidades. El texto de un libro bíblico es mucho menos la propiedad individual de un
autor particular que en el caso de una obra literaria moderna.
Cada libro de la Biblia transmite un mensaje particular. El lector debe captar la
esencia del mensaje; de no ser así no comprende el propósito del libro. Los estudiosos de
la Biblia con frecuencia no concuerdan en cuanto al mensaje principal de un libro dado.
Es obvio que hay mucho margen para la especulación. A menudo no se conoce el autor
de un libro; esto significa que no se puede identificar la comunidad a la que perteneció.
Una complicación más radica en que se trata de un texto de estructura compuesta. Éste
contiene estratos provenientes de diferentes períodos de tiempo. Todavía más complica-
do es el significado de la fecha de publicación. ¿Cuándo se publicó el libro, cuál fue el pa-
pel del editor, y cuál fue la estrategia de publicación detrás del evento mismo de
publicarlo? Estas preguntas deben responderse si se quiere llegar a tener claridad acerca
del mensaje general del libro. Cuando preguntamos cuándo se publicó el libro de Génesis
y cuál fue la estrategia de publicación detrás del hecho de publicarlo, escuchamos res-
puestas diferentes. Mark G. Brett (2000) arguye que la estrategia de publicación debe
verse en el contexto de las políticas existentes en el Imperio Persa. Los editores y publicis-
tas quisieron contrarrestar la política de mantener pura a la raza judía respecto a otros
grupos étnicos. Los relatos de Dina, Tamar y José sirvieron como instrumento para legiti-
mar la incorporación de grupos étnicos foráneos a la nación de Israel. He defendido que
el núcleo de Génesis se compuso, editó y publicó durante el período davídico-salomónico
y que el libro sirvió como carta política para el reino unificado en el que se integraron mu-
chos grupos étnicos diferentes (van der Jagt 1994). Ambos puntos de vista puedan defen-
derse con fundamento. Es posible que se haya publicado una versión temprana de
Génesis durante el período davídico-salomónico y una posterior durante el período persa,
cuando se publicó todo el Pentateuco.
Los antepasados de los pueblos que constituyeron el antiguo Oriente Próximo pro-
vinieron de África alrededor del 80.000 a.C. Hacia el 10.000 a.C., comenzaron a domes-
ticar plantas y animales; es lo que se suele llamar la revolución agraria. Alrededor del
5000 a.C., los pueblos comenzaron a construir murallas alrededor de sus asentamientos
cada vez más extensos. Este desarrollo puede verse como la primera fase de la revolución
urbana. Tanto la revolución agraria como la urbana moldearon los sistemas religiosos
emergentes en el antiguo Oriente Próximo. Debemos repetir de nuevo que no dispone-
mos de ningún registro coherente de los desarrollos religiosos y, por ello, no podemos re-
currir más que a conjeturas razonadas.
Entre el 3000 a.C. y el 500 a.C., se produjo una rápida evolución cultural en va-
rios lugares en el antiguo Oriente Próximo: Egipto, Mesopotamia, Anatolia y el Levante.
Esta evolución cultural dio origen a sistemas religiosos sofisticados. Las estructuras sim-
bólicas de estos sistemas se convirtieron en determinantes para un ulterior desarrollo del
pensamiento humano.
Fuentes primitivas de la religión
en el antiguo Oriente Próximo
Nuestras fuentes de las formas primitivas de la religión en el antiguo Oriente Pró-
ximo no nos proporcionan una explicación coherente y completa. Esto significa que tene-
mos que reconstruir las religiones a partir de cuadros incompletos. La literatura que
produjeron los sumerios nos brinda información útil acerca de las primeras formas de
pensamiento religioso. Los textos más importantes para la investigación de las religiones
de la antigua Mesopotamia son los himnos, los poemas épicos y los mitos. Resulta instruc-
tivo e ilustrativo examinar una de las primerísimas fuentes escritas del antiguo Oriente
Próximo: la epopeya del héroe Gilgamesh.
La epopeya de Gilgamesh
La epopeya de Gilgamesh es uno de los documentos extensos más antiguos del géne-
ro humano. La mayor parte de esta epopeya ya se había escrito en los primeros siglos del se-
gundo milenio a.C. Gilgamesh, el protagonista de la epopeya, es el rey de Uruk, una de las
ciudades sumerias. La más completa, y probablemente la última, recensión de la epopeya se
encontró en la famosa biblioteca del Rey Asurbanipal de Asiria, quien vivió en el siglo VII
a.C. Este rey coleccionó en su biblioteca en Nínive, capital del imperio asirio, gran cantidad
de documentos de diferentes épocas. La Epopeya de Gilgamesh debe haberse conocido en
los centros de civilización en todo el antiguo Oriente Próximo durante los dos últimos mile-
nios a.C., como lo sugieren los hallazgos arqueológicos.
Uno de los poemas nos cuenta que un día Gilgamesh se encontró con alguien igual a
él en fortaleza y hermosura en la persona del salvaje Enkidu, quien vivía entre animales sal-
vajes lejos de los centros de civilización. Este Enkidu fue conducido a Uruk y los dos se hi-
cieron amigos. La historia nos cuenta que entre otras cosas, los dos amigos mataron al
monstruo Hubumba. Sin embargo, los dioses se volvieron contra los dos amigos después de
que Gilgamesh hubo rechazado a la diosa Ianna como esposa. Gilgamesh y Enkidu incluso
dieron muerte al buey del cielo que la ofendida Ianna había enviado para destruir a la ciu-
dad de Uruk. Los dioses decidieron que Enkidu, el amigo de Gilgamesh, tenía que morir.
Enkidu se enfermó y murió. La muerte de Enkidu produjo una crisis en la vida de Gilga-
mesh, ya que no podía aceptar la muerte como destino final de su amigo. Emprendió un via-
je para encontrar el secreto de la vida, el antídoto contra la muerte. En resumen, la Epopeya
de Gilgamesh contiene todos los elementos de una búsqueda, en la que el héroe de la histo-
ria se embarca en un viaje largo y difícil en busca de algo de gran valor: la planta de la vida.
Gilgamesh llegó hasta donde se pone el sol; viajó por el mundo inferior hacia las
tierras doradas cerca de la puerta donde el sol abandona el mundo inferior por la mañana.
Ahí encontró Gilgamesh a Ushnapistim, su antepasado, el único superviviente de la gran
inundación, quien había recibido de parte de los dioses el don de la inmortalidad. Es este
anciano quien le muestra a Gilgamesh la planta de la vida, la planta que da inmortalidad.
Después de recibir la planta de la vida, decidió regresar con ella a su hogar. Camino de
Uruk, Gilgamesh por desgracia perdió la planta de la vida: una serpiente se la comió. Esta
trágica pérdida produce un cambio fundamental en la forma de pensar de Gilgamesh. Él
acepta la muerte como su destino final y como el destino de su amigo Enkidu. Cuando re-
gresa a Uruk, se ha convertido ya en un ser diferente; se ha convertido en un ser humano
consciente de sus limitaciones y reconciliado con el destino de la muerte.
La epopeya de Gilgamesh nos ofrece pistas sobre la antigua religión de Mesopota-
mia. El mundo en el que se desenvuelve el relato de la epopeya es el escenario de héroes,
antepasados, dioses, diosas y monstruos. Las personas ordinarias no desempeñan un rol;
sirven sólo de material de trasfondo. Además, puede llamar la atención del lector que los
valores no tienen mayor importancia. El mundo de la narración es un mundo típicamen-
te amoral; ni los dioses ni los héroes están vinculados a establecidos valores morales de
los seres humanos.
La epopeya de Gilgamesh señala tres áreas de representación religiosa: el politeís-
mo, el culto a los antepasados y el mundo mágico de los monstruos. Las representaciones
y creencias en estas áreas rigieron en gran parte le concepción del mundo del antiguo
Oriente Próximo. Los pueblos vivían en un mundo politeísta, ancestral y mágico. En la
historia bíblica del jardín del Edén, encontramos temas y motivos similares. En el capítu-
lo 10 comparo en detalle las dos historias, ya que ambos relatos proceden del mismo mar-
co cultural y reflejan pautas similares de pensamiento.
El concepto sumerio
y sus representaciones de la creación
separó los cielos y la tierra, y con ello creó el mundo en el que viven los humanos. El
paralelismo con los dos primeros versículos del libro de Génesis es notable (Kramer
1963: 1971). En los poemas sumerios de la creación, ésta se presenta, pues, como un
acto de separación. En algunos casos se representa como creación por medio de la pala-
bra, de un mandato divino, de modo que también este es un concepto de origen sume-
rio. Asimismo, la idea más antropomórfica de moldear se encuentra en poemas
sumerios de la creación. El dios creador moldeó al hombre a partir de arcilla y le insufló
aliento de vida.
Según la mitología sumeria, los dioses decidieron crear a los humanos para poder
liberarse del duro trabajo que tenían que realizar para sostenerse. Los dioses en cierto
momento se apartaron del mundo para comenzar a vivir juntos en el monte de los dioses.
Este complejo de ideas subyace a la representación principal del mundo de los dioses.
Esta representación dominó la antigua teología y también en la Biblia se encuentran hue-
llas de ella. La idea de que cada dios tenía un interés y autoridad especiales sobre un terri-
torio particular se remonta a la época en que ese dios particular vivía en dicha área.
En los relatos bíblicos de la creación hay diferencias significativas; Dios creó a
Adán como alguien que tenía que custodiar el jardín del Edén, el jardín por el que Dios
mismo caminaba al fresco del atardecer. No se le asignó la dura labor de alimentar a los
dioses, sino que se convirtió en socio del Señor. Adán representaba al Dios del cielo y de
la tierra, no a un dios local.
Los sumerios elaboraron conceptos, representaciones y creencias que influyeron
en los sistemas religiosos en todo el antiguo Oriente Próximo. Los antiguos israelitas,
quienes escribieron su literatura mucho después de que los sumerios compusieran la
suya, sin duda utilizaron conceptos e ideas sumerios en sus escritos como resulta eviden-
te en la literatura bíblica. Recurrieron a los marcos de referencia de los sumerios, pero
también innovaron otros conceptos, ampliaron y modificaron las representaciones sume-
rias y construyeron una teología única de la creación que encontramos en la Biblia.
Dioses de la naturaleza
La diosa madre
¿No ves lo que estos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de
Jerusalén? Los hijos recogen la leña,
los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan
la masa para hacer tortas a la reina del cielo y …
(Jer 7.17-18)
Dioses de la ciudad
Sabemos por la literatura antigua que a los reyes se los llamaba hijos de dioses y que un
consejo de dioses los nombraba gobernantes de ciudades concretas.
El culto del dios de la ciudad no era una religión popular. Era un asunto de estado
y era el rey quien oficiaba. Podía delegar sus deberes en un grupo de sacerdotes, pero se-
guía siendo personalmente responsable por el culto del dios. A las personas ordinarias no
se les permitía entrar al templo, la casa del dios de la ciudad; sólo el rey y los sacerdotes
podían tener contacto con el dios protector de la ciudad.
Dioses personales
En el segundo milenio a.C. surgió una nueva clase de dios. Jacobsen los llama
dioses personales. A medida que la conciencia humana siguió evolucionando, las per-
sonas se volvieron cada vez más concientes de su propia personalidad. Comenzaron a
ver sus vidas como una narración, una historia única con sus altos y sus bajos, con su
suerte y su desgracia. Las personas fueron descubriendo su «yo» como algo vulnerable
y frágil. Comenzaron a buscar a dioses patronos, a poderes que pudieran protegerlos y
traerles suerte. La prosperidad solía atribuirse a lo divino. En el mundo antiguo la suerte
se personificaba como un ser divino. En el curso del segundo milenio a.C., surgió una
nueva clase de ser divino, el dios y la diosa personales.
En los textos religiosos del segundo milenio, advertimos que el pronombre posesi-
vo está muy relacionado con lo divino. Las personas ordinarias hablan en sus cartas y ora-
ciones de «mi dios» y «mi diosa». Las personas comunes se refieren a dioses y diosas
como quienes los ayudan y sustentan. Son los que les traen suerte. Las personas de esa
época podían escoger a su dios de entre un grupo muy amplio de dioses y diosas. Con fre-
cuencia era cuestión de tanteo. Si un dios o diosa particular había demostrado que res-
pondía a una necesidad concreta, la persona podía decidir escoger a esa divinidad como
su dios o diosa. Los pueblos antiguos atribuían su suerte o desgracia a su deidad personal.
Los dioses personales no eran fuerzas naturales inmanentes, ni guerreros y gober-
nantes divinos, despóticos; eran seres que se preocupaban por el bienestar de las perso-
nas. Estos nuevos dioses se preocupaban por valores como la justicia y la honestidad,
sentían compasión por el sufrimiento de las personas. Eran quienes ayudaban y salvaban
a sus devotos y se convirtieron verdaderamente en dioses de justicia y misericordia, que
escuchaban las oraciones de los oprimidos y los afligidos. Los dioses personales se convir-
tieron en dioses de valores y de las personas.
Los dioses personales recibían un trato como si fueran padres humanos. Las metá-
foras de padre y madre para dioses se encuentran con frecuencia en fuentes escritas de
este período, y esta terminología indica el desarrollo de un elemento de intimidad con lo
sobrenatural en el pensamiento religioso de ese período.
En el segundo milenio a.C., los dioses personales se convirtieron en el punto focal
del culto en todo el Oriente Próximo. Las fuentes escritas de Egipto, Mesopotamia, Siria
y el Levante dan fe de este nuevo desarrollo.
adivinación. Así se creía también en el antiguo Oriente Próximo. En esta región era co-
mún el culto a los antepasados y estaba interconectado con el culto a los dioses. Se creía
que los muertos residían en el mundo inferior, el de los muertos, donde estaban en con-
tacto con los dioses de ese mundo y con los dioses sol y luna, ya que ambos moraban en el
mundo de los muertos.
El culto a los antepasados constituía la base de la religión familiar. Al introducir el térmi-
no de religión familiar, hago uso de una categoría sociológica. A estas alturas no puedo
ofrecer un cuadro completo de la perspectiva sociológica, de lo cual me ocuparé con al-
gún detalle en el capítulo 5. En el presente capítulo me limito a subrayar la importancia
del culto a los antepasados en el mundo del antiguo Oriente Próximo.
El hijo mayor de una familia, el cabeza de familia, era responsable de ocuparse de los
muertos. Había que llevar regularmente ofrendas a las tumbas de los difuntos y había que
invocar los nombres de los mismos. De manera especial había que ofrecer sacrificios a los
muertos durante el interlunio, el período entre la luna vieja y la nueva. En esa ocasión se
sacrificaba un animal en el lugar donde estaba enterrado el difunto y todos los miembros
de la familia participaban de una comida de sacrificio.
El dormitorio del cabeza de familia era el altar principal, y en él se ofrecían diariamente ri-
tuales para mantener buenas relaciones con los difuntos. En conjunto, se consideraba a
los antepasados muertos como benévolos hacia sus descendientes, pero podían, si se eno-
jaban, convertirse en peligrosos agentes de desgracias.
El mundo mágico
El modelo antropológico
entre niveles prácticos y teóricos en las religiones. Resulta obvio que, en un nivel teórico,
en función de la lógica, la magia y el monoteísmo son incompatibles. En la práctica real
de la vida cotidiana, las necesidades emocionales con frecuencia prevalecen sobre la lógi-
ca y el pensamiento racional. Incluso en la Edad Media europea, la magia todavía desem-
peñaba un papel prominente dentro del contexto de la sociedad cristiana monoteísta,
aunque fuera teológicamente incompatible.
4
La religión del antiguo Israel
El antiguo Israel
Una lectura superficial de los libros bíblicos 1-2 Samuel y 1-2 Reyes puede darnos
una imagen muy idealizada de la sociedad israelita antigua. El ideal que se sustenta en estos
libros es el sueño de un solo estado unificado, con un sistema religioso coherente centrado
en el culto al Dios único. Este cuadro de un estado unificado, con varios grupos étnicos bajo
un solo gobernante y unidos en una fe, el yavismo, estuvo, en realidad, muy lejos de la reali-
dad en los períodos premonárquico y monárquico. Una lectura más profunda de los libros
mencionados conduce precisamente a esta interpretación.
La situación del antiguo Israel era, en realidad, de fragmentación. Los diferentes
clanes y tribus de Israel tenían sus propios sistemas religiosos. La religión de las comuni-
dades israelitas antiguas estaba conformada por cuatro complejidades: el culto de dioses
locales, el culto ancestral, el culto del Dios nacional, Yahvé, y una amplia gama de prácti-
cas mágicas. Se puede decir sin lugar a dudas que el estado unificado y la religión unifica-
da surgieron mucho después, en el período asmoneo cuando Israel fue gobernado por un
sumo sacerdote (162-163 a.C.)
Los autores y redactores de los libros de 1-2 Samuel y 1-2 Reyes describieron la his-
toria de Israel desde un punto de vista concreto. Creían que la historia de Israel podía re-
sumirse como una corrupción progresiva. Israel recibió una religión monoteísta pura y
unificada en el desierto, antes de entrar en la Tierra Prometida. Cuando se establecieron
en Canaán, comenzaron a mezclarse con las tribus no israelitas y su religión se fue co-
rrompiendo más y más con elementos de las religiones cananeas. Esto condujo en última
instancia a la catástrofe de la caída de Jerusalén y al exilio en Babilonia.
Los historiógrafos de los libros de 1-2 Reyes juzgan a todos los gobernantes de Judá
según la ley deuteronómica. Esta ley prescribía la centralización del culto a Yavé. Una im-
plicación directa de esto fue la prohibición de prácticas de sacrificios en los sitios para sa-
crificios (bamot en hebreo), en todos los pueblos y ciudades del país. Cuando un rey no
procuraba de verdad destruir los bamot, se lo consideraba como un rey malo a pesar del
éxito que pudiera haber tenido en otras esferas. Los bamot eran los centros tanto del cul-
to ancestral como del culto a los dioses locales. Al centrarse en los bamot, el autor de
Deuteronomio ataca el corazón mismo de la antigua religión israelita.
El concepto de corrupción progresiva debe modificarse a la luz de la realidad histó-
rica. El desarrollo a largo plazo de la religión israelita no fue una regresión, sino más bien,
una evolución desde una religión politeísta y ancestral hacia un monoteísmo exclusivo.
Este desarrollo se produjo en un período de unos mil años, aproximadamente entre el
1200 y el 200 a.C. El verdadero progreso ocurrió durante el exilio en Babilonia. No es
posible presentar en este libro una descripción completa de la evolución; debemos fijar-
nos, sin embargo, en la dinámica básica de este desarrollo.
Los marcos sociales de la antigua religión israelita
La religión opera dentro de un marco social; sirve las necesidades básicas de los
miembros de una comunidad dada. Deberíamos tener presente esto cuando reflexionamos
acerca de la situación religiosa en Israel alrededor del 1200 a.C. En ese entonces los israeli-
tas vivían en pequeños pueblos en los sectores centrales de Canaán, dispersos por amplias
A partir de los datos arqueológicos de los que disponemos, resulta obvio que el cul-
to a los muertos era una práctica común en el antiguo Israel durante los períodos premo-
nárquico y monárquico. Los textos bíblicos ofrecen claros indicios de que este culto
formaba parte de la religión común. Las prohibiciones de ofrecer sacrificios por los muer-
tos, como se encuentran en el libro de Levítico, sugieren la existencia de dicho culto. No
se puede deducir fácilmente, a partir de esta clase de evidencia, cuán comunes fueron de
hecho las prácticas prohibidas en el Israel posexílico. Las siguientes palabras del Deutero-
nomio ponen de manifiesto que la práctica existía en el antiguo Israel:
Es improbable que algunos ofrecieran a los muertos parte de la porción consagrada de la co-
secha mientras que otros no lo hicieran, tomando en cuenta que la sociedad tradicional an-
tigua tenía un elevado grado de uniformidad cultural y religiosa. Así pues, podemos
concluir que las ofrendas de las primicias a los muertos eran una práctica común en el anti-
guo Israel. Es muy probable que los sacrificios a los muertos fueran gradualmente disminu-
yendo en el período posexílico dado que la Torá prohibía el culto a los antepasados.
La religión familiar
Resulta útil distinguir entre religión familiar y religión del estado. La primera clase
de religión consiste en rituales que dirige el cabeza de familia y tienen como fin proteger a
los miembros de la familia extendida. Los rituales de la segunda clase de religión benefi-
cian a las instituciones del estado, la casa real, la clase sacerdotal y el templo real.
En las narraciones de los libros de 1-2 Samuel, encontramos claros indicios de ri-
tuales familiares típicos. En una de las narraciones de la unción de Saúl como rey de
Las fuentes bíblicas son imprecisas acerca del empleo de objetos concretos de cul-
to, como estatuas de antepasados y dioses. En el libro de Éxodo, leemos acerca de los si-
guientes procedimientos legales para la incorporación de esclavos al hogar de una familia
israelita:
Este texto se refiere a «los dioses» o «Dios» presente en la puerta de la casa. Es muy pro-
bable que «la puerta» implique la puerta del dormitorio del amo. Los dioses eran proba-
blemente estatuas de dioses. El significado del hebreo ha-’elohim, sin embargo, es algo
problemático. La palabra ‘elohim se puede referir también a los muertos (véase 1 S
28.13, donde alguna versión dice «ser divino»). Es muy probable que en este contexto
ha-’elohim se refiera a estatuas de antepasados en la puerta del dormitorio
También se debe advertir que los terafim («ídolos familiares») mencionados en Gn
31.19-32) se llaman ’elohim. Raquel había robado los dioses de su padre y había logrado
esconderlos en la silla de un camello. Leemos que Labán, su padre, persiguió al grupo de
Jacob por grandes distancias para recuperar a sus dioses. La evidencia textual sugiere que
los objetos en cuestión eran relativamente pequeños pero muy valiosos. Nos quedamos,
sin embargo, a oscuras en cuanto a la índole precisa de estas estatuas. ¿Eran dioses del
hogar, dioses familiares que se creía que protegían a la familia, o eran estatuas de los ante-
pasados? Los hallazgos arqueológicos confirman que en las casas israelitas antiguas se uti-
lizaban pequeñas estatuas, tanto masculinas como femeninas. Debemos concluir que en
la religión familiar israelita antigua se utilizaban estatuas de dioses y de antepasados, pero
no sabemos qué papel desempeñaban en los rituales.
Las mujeres quizá utilizaban figuritas femeninas en ritos especiales para promover
su propia fecundidad. Los hallazgos arqueológicos han provisto pruebas abundantes de
que en los hogares israelitas había figuritas femeninas. No se trataba de simples muñecas;
pueden haber sido imágenes de diosas o de antepasadas femeninas (véase Mazor
1990:502).
a los diferentes grupos. Él bien podía recurrir a sistemas religiosos con el fin de promover
la unidad en su reino. En el antiguo Israel, se rendía culto a Yavé como el Dios de todo
Israel y se invitaba a todos los clanes y tribus a que lo honraran. Saúl y David promovie-
ron en forma activa el culto a Yavé y durante sus reinados disminuyeron los cultos de los
dioses locales y de los antepasados. Esta política fue crucial para el proceso de formación
de la nación. Saúl, que fue el primer rey de Israel, promovió el yavismo entre las diferen-
tes tribus de Israel con todo el poder de que disponía (véase van der Toorn
1996:266-286). Pudo ser que en un principio Yavé hubiera sido el dios familiar del clan
de Saúl, y que él tuvo éxito en su política de persuadir a las otras tribus para que rindieran
culto a su dios familiar.
El gran rey Salomón utilizó la religión del estado del mismo modo, pero también
practicó un modelo diferente: el sincretismo de estado. Este último modelo tenía objeti-
vos diferentes, pero podía mezclarse con la promoción de una religión de estado. El sin-
cretismo estatal pretende incorporar a pueblos de grupos étnicos diferentes, cada uno
con su propia cultura y religión, a una unión federal en la que se respeta la religión especí-
fica de cada grupo. Resultó ser la política adecuada para formar un imperio.
La noción de que cada nación tuviera su propio dios gozaba de aceptación univer-
sal en el antiguo Oriente Próximo, dado que la concepción común del mundo era poli-
teísta y el antiguo Israel no fue una excepción a la norma. El ejemplo siguiente tomado de
la Biblia hebrea refleja una forma politeísta de pensar:
Este texto, tomado del libro de Deuteronomio, identifica al Altísimo (’elyon.) con Yavé, el
Señor. Dice que Yavé había colocado a diferentes dioses sobre diferentes pueblos. Él mis-
mo había escogido ser el Dios de Israel (Jacob). Este texto refleja la concepción politeísta
del mundo que tenía el antiguo Israel y también su monoteísmo particular, que es el ya-
vismo. Los israelitas creían que los otros dioses, los dioses de las naciones, eran de rango
inferior y tenían menos poder que su propio Dios, Yavé. Sin embargo, no negaron la exis-
tencia de ellos.
Una buena cantidad de escritos en la Biblia hebrea presuponen una concepción poli-
teísta del mundo. Se trata de un hecho notable y que a menudo se olvida, a pesar de ser un
componente principal del contexto cultural de los textos bíblicos. La Biblia hebrea también
expresa un monoteísmo exclusivo. Sin embargo, el monoteísmo exclusivo sólo se formula
de manera explícita en el libro de Deutero-Isaías (Is 40-55). Todos los escritos anteriores re-
flejan que el politeísmo era el marco subyacente del pensamiento, y los escritos posteriores
dan por entendido el monoteísmo, pero no lo expresan de manera explícita.
Los dioses inmortales son condenados a morir como consecuencia de no haber defendido
la justicia. En el último versículo del Salmo 82, el salmista insta al Altísimo a que se haga
cargo de lo que hacían los otros dioses y a que asuma el gobierno sobre toda la tierra:
La Biblia hebrea nos ofrece el retrato de un Dios que trasciende a todos los poderes de la
naturaleza y el poder de los dioses. El Altísimo primero coloca a los dioses sobre los dife-
rentes pueblos de la tierra y, pasado el tiempo, se hace cargo de sus funciones porque
ellos no saben ejecutar su plan de salvación para toda la tierra. Este pensamiento es cru-
cial para comprender el mensaje total de la Biblia hebrea y del Nuevo Testamento. Sin
embargo, este mensaje sólo llega a ser plenamente transparente en el contexto cultural
del politeísmo del antiguo Oriente Próximo.
El mundo mágico
El rey, por medio de sus poderes mágicos, era el sustento de la vida en Israel. Su muerte im-
plicaba más que la pérdida de un ser humano; se lo veía como la luz de Israel que le daba
vida. En el antiguo Oriente Próximo, la muerte de un rey era considerada como una crisis.
La vida se detenía y nada volvería a crecer hasta que asumiera el poder un nuevo rey.
Otra fuente de poder mágico en el antiguo Israel era el arca del pacto. Operaba
como un objeto mágico que podía traer desolación a toda una ciudad, como lo revela la
narración de la captura del arca del pacto por parte de los filisteos (1 S 5). En el libro de
2 de Samuel, encontramos otro relato que refleja las creencias mágicas acerca del arca
del pacto que al lector moderno le resulta difícil apreciar. Cuando se trasportó el arca
del pacto a Jerusalén, un hombre llamado Uza fue muerto cuando extendió la mano
para tocar el arca con el fin de impedir que cayera de la carreta que la transportaba (2 S
6). Estos ejemplos revelan hasta qué punto el pensamiento del antiguo Israel estaba do-
minado por creencias mágicas. Los autores bíblicos tienen la tendencia a equiparar el
poder mágico con el poder de Yavé, como en el caso del arca del pacto; su poder para
matar se atribuyó a Yavé. Se trata obviamente de una reinterpretación monoteísta de
una creencia mágica antigua.
El punto de vista de que no había espacio para ningún otro poder sobrenatural
aparte de Yavé fue un ideal que influyó en los editores posteriores de los textos antiguos.
Sin embargo, resulta obvio, incluso a partir de las mismas fuentes bíblicas, que el pensa-
miento de los antiguos israelitas estaba bajo la influencia de creencias mágicas.
La adivinación
Los antiguos israelitas andaban siempre en busca del conocimiento del poder mis-
mo. Cada vez que sucedía algún desastre, las personas sentían la necesidad de encontrar
su causa. Su mundo era mágico y nunca les resultaba obvio qué agente había causado el
desastre. En una religión politeísta existe siempre la posibilidad de que uno de los
Comentarios finales
en el Dios nacional del pueblo entero. El culto de Yavé fue convirtiéndose en la fuerza
que moldeaba su concepción total del mundo. Después del período de exilio, la religión
de Israel se convirtió en un monoteísmo exclusivo.
La Biblia hebrea refleja la evolución de la antigua religión israelita en el transcurso
del tiempo. El desarrollo evolutivo no se encuentra representado en el orden del canon de
la Biblia hebrea. El lector puede descubrir sus pistas en el lenguaje específico de los diferen-
tes escritos. Encontramos una amplia gama de metáforas para Yavé que pertenecen a las di-
ferentes fases de la evolución. Se presenta a Yavé como a un dios guerrero tribal, como rey,
como esposo de Israel, como padre preocupado por el creyente individual, como juez de las
naciones, y como creador de todo el mundo.
En una perspectiva histórica, podemos ver la mezcla de varios elementos. Los
conceptos de un Dios personal y amoroso, preocupado por la justicia, de un Dios nacio-
nal de Israel y de un creador del universo, se mezclan para formar el concepto de un
Dios único, universal y amoroso. Encontramos por primera vez este concepto univer-
salista de Dios, expresado en forma explícita, en el Deutero-Isaías (Is.40.—.55). Este
concepto es el fruto de un largo proceso de toma de conciencia religiosa que fue desa-
rrollándose en forma constante, que tiene sus raíces en la cultura del antiguo Oriente
Próximo, pero que creció y encontró su culminación en Israel. La religión de Israel se
convirtió en una fuerza progresiva de la evolución cultural del género humano. Contri-
buyó a que se desarrollara más la toma de conciencia del ser humano. Sólo podemos
entender esto cuando consideramos la evolución del ser humano como el desarrollo
del yo consciente y responsable. El concepto de un Dios universal, relacionado con va-
lores, tiene su contraparte en el yo humano.
La eliminación del politeísmo, el rechazo del poder sobrenatural de los antepa-
sados y la reducción de las prácticas mágicas no sólo conducen a un reconocimiento de
un Dios universal, sino que también llevan a la aceptación de la responsabilidad del yo.
El ser humano se veía como un juguete en manos de dioses amorales en el mundo poli-
teísta del antiguo Oriente Próximo. Se veía a la persona individual como un objeto pasi-
vo ante los poderes ocultos y una víctima más bien indefensa de encantamientos y
brujería. El relato bíblico nos presenta una imagen del yo humano que es responsable
por su vida, y de la que tiene que rendir cuentas.
Notas
1 En este versículo hay un problema textual. En mi caso, sigo la lectura hebrea bene
‘elohim por ser la más antigua, tal como aparece en LXX. El TM tiene «hijos de Israel».
Honra y vergüenza:
5
Valores centrales en las sociedades
del antiguo Oriente Próximo
Honra y vergüenza:
60 Valores centrales en las sociedades del antiguo Oriente Próximo
En las sociedades modernas no se suele considerar como malo o negativo que una
persona admita un error o acepte la derrota en una contienda. Incluso personas en posi-
ciones elevadas pueden mostrar debilidad y pueden admitir errores de juicio o derrota sin
perder prestigio. Además, con mucha frecuencia este hecho se recompensa en forma po-
sitiva y se considera como una señal de modestia y humildad. No era así en las sociedades
del antiguo Oriente Próximo, al igual que no lo es en muchas otras sociedades de épocas
pasadas y presentes. En las sociedades mediterráneas contemporáneas, aceptar un error
implica de forma automática la pérdida de rango en la escala de la honra. En esas socieda-
des la honra es el valor central que motiva el comportamiento de todas las personas y en
particular de las que ocupan puestos destacados. La modestia no es uno de los valores
que se ven como elevados, y mostrar humildad no hace que a uno se lo considere de más
prestigio.
La antología, Honor and Shame: The Values of Mediterranean Society [Honra y
vergüenza: Los valores en la sociedad mediterránea], compilada por Jean G.Péristiany, ha
inspirado en años recientes a un grupo de estudiosos bíblicos a ver el texto bíblico desde
la perspectiva de los valores sociales, en particular desde el complejo de valores hon-
ra-vergüenza (véase Matthews, Benjamin and Camp 1996). Estos estudiosos han recurri-
do a la investigación antropológica que se llevó a cabo en sociedades mediterráneas
contemporáneas. Resulta innecesario recordar que estas sociedades contemporáneas son
más accesibles para los investigadores que las antiguas sociedades del Oriente Próximo.
En varios estudios se ha sometido a prueba la premisa fundamental, de que existe una
gran similitud entre las sociedades mediterráneas contemporáneas y las sociedades del
Honra y vergüenza:
Valores centrales en las sociedades del antiguo Oriente Próximo 61
antiguo Oriente Próximo. Los estudiosos bíblicos han tomado modelos de la antropolo-
gía mediterránea y los han aplicado con éxito al texto bíblico.
Honra y vergüenza pueden ser consideradas como categorías fundamentales en los
sistemas de valores de muchas sociedades mediterráneas, al igual que lo fueron en las socie-
dades del antiguo Oriente Próximo. Sin embargo, debemos tener cuidado de no eliminar
diferencias culturales significativas entre las sociedades modernas y las antiguas. Debemos
tener en cuenta que lo que aporta honra a una persona o familia en las sociedades contem-
poráneas, no necesariamente aportaba honra en las sociedades antiguas, y viceversa. Exa-
minaremos primero, en forma breve, el complejo honra-vergüenza en sociedades
mediterráneas contemporáneas para luego analizar el complejo en términos más generales.
La honra
¿Qué es honra? La honra es el rango de valía que una persona tiene a sus propios
ojos y a los ojos de la sociedad. La honra tiene relación con una posición en una escala y
también puede verse como un rango. Se atribuye honra a personas y grupos, como fami-
lias y varias clases sociales. Se puede atribuir a alguien al nacer y puede adquirirse duran-
te la vida. Hay dos formas de adquirir honra. La primera es viviendo de acuerdo con
ciertas virtudes de entre las cuales las más importantes son:
También puede adquirirse honra desafiando a otros con éxito y respondiendo de manera
pertinente a los desafíos de otros.
La honra se considera un «bien limitado». El término «bien limitado» es un con-
cepto antropológico que se refiere a todo lo que la sociedad considera como un bien de
gran valor y que es escaso. En algunas sociedades el ganado se considera como un «bien
limitado», en otras, los caracoles, o el dinero. Debemos ver el término «bien limitado» en
forma simbólica. Todos los miembros de una sociedad orientada hacia la honra buscan el
«bien limitado» de la honra, lo cual conduce a una situación en la que se produce mucha
competencia y antagonismo.
El desafío y el contraataque
Honra y vergüenza:
62 Valores centrales en las sociedades del antiguo Oriente Próximo
La vergüenza
Honra y vergüenza:
Valores centrales en las sociedades del antiguo Oriente Próximo 63
social. Da la posibilidad a las personas de maniobrar dentro de las limitaciones que se les
imponen. Funge como un centro de distribución en caso de conflictos y actúa de manera
parecida como acusaciones de chivo expiatorio y brujería.
El intercambio de honra es también el terreno en el que se encuentran lo secular y lo
sagrado. Es ahí donde los asuntos se plantean como no negociables, como valores finales.
Así, en el intercambio de honra, los valores últimos se vuelven sagrados. Un asunto de hon-
ra se puede considerar como sagrado hasta el punto de incluso tener que dar la vida por él.
Las sociedades mediterráneas son antagónicas; hay una competencia intensa y cons-
tante entre los individuos y entre las familias, la cual permea la vida cotidiana. Resulta difícil
determinar si las sociedades del antiguo Oriente Próximo contenían un nivel similar de an-
tagonismo. Con todo, resulta claro, a partir de una lectura detallada de algunos libros en la
Biblia Hebrea, como los libros de 1-2 Samuel, que el complejo honra-vergüenza desempe-
ñó un papel predominante en la sociedad. Un buen ejemplo de ello es la historia de David y
Nabal (1 S 25). Nabal desafió a David, lo humilló delante de sus hombres y lo deshonró. La
única respuesta de parte de David en este caso fue matar a Nabal.
La raíz verbal hebrea b-w-sh se encuentra 225 veces en la Biblia Hebrea. Se emplea
129 veces en la forma qal con el significado de «estar avergonzado». La raíz se utiliza 95 ve-
ces en la forma hifil con los siguientes significados: «avergonzar», «causar vergüenza» o
«actuar en forma vergonzosa». Se encuentra sólo una vez en la forma hitpael, a saber, en
Génesis 2.25. Es el bien conocido texto de Adán y Eva, quienes estaban desnudos y no te-
nían vergüenza el uno del otro. En este caso, las interpretaciones concretas de este texto
han condicionado la traducción del significado del verbo y «vergüenza» se ha asociado con
componentes como inocencia, ignorancia sexual y pureza sexual.
En general, la desnudez trae vergüenza a las personas en tanto que las vestimen-
tas traen honra, y en tiempos antiguos, la ropa refinada en particular honraba a las perso-
nas que la llevaban. La raíz b-w-sh se usa sobre todo en Isaías, Jeremías y Salmos.
Al leer los relatos en libros como Génesis, Jueces y 1-2 Samuel, resulta claro que las
nociones de honra y vergüenza desempeñaron un papel importante en la sociedad israelita
antigua. También resulta evidente que hay muchos paralelismos entre las sociedades medi-
terráneas modernas y la sociedad israelita antigua, en cuanto a los factores que componen
la honra y la vergüenza. Ejemplo de estos importantes paralelismos son el doble énfasis en
la pureza sexual para la mujer y en la valentía y generosidad para el hombre.
Honra y vergüenza:
64 Valores centrales en las sociedades del antiguo Oriente Próximo
Honra y vergüenza:
Valores centrales en las sociedades del antiguo Oriente Próximo 65
La honra en la Biblia
Hay una serie de palabras específicas en la Biblia Hebrea y en el Nuevo Testamen-
to que se emplean para referirse al concepto de honra. Son la palabra hebrea kavod y las
palabras griegas doxa y timei en el Nuevo Testamento.
El sustantivo kavod se encuentra 200 veces en la Biblia Hebrea. Asume los si-
guientes significados:
peso
grandeza
honra
respeto
gloria
riqueza
resplandor
belleza
poder.
En Isaías la kavod del Yavé es una expresión clave. Es el componente principal del men-
saje teológico del libro. El mensaje central en el libro de Isaías se refiere a las experiencias
del pueblo de Israel entre el 700 y el 500 a.C. En ese período el Reino del Norte de Israel
dejó de existir ya que lo conquistaron los asirios en el año 722 a.C. La mayoría de su po-
blación fue deportada. El reino de Judá se convirtió en un estado vasallo y siguió existien-
do hasta que sucumbió en el 587 a.C. La ciudad de Jerusalén fue tomada y parte de su
población fue llevada al exilio en Babilonia. Los babilonios destruyeron la ciudad de Jeru-
salén así como el templo dedicado al culto de Yavé. Esta experiencia produjo una crisis
de fe en Israel. Se solía creer que la destrucción del templo, la casa de Yavé, implicaba
Honra y vergüenza:
66 Valores centrales en las sociedades del antiguo Oriente Próximo
que Yavé mismo había sido derrotado. Los dioses de los babilonios habían demostrado
que eran más poderosos que el Dios de Israel. La conclusión obvia era que Yavé había
perdido su kavod. El libro de Isaías, sin embargo, contiene una serie de profecías que
anuncian la revelación futura de la kavod de Yavé. Dios revelará su kavod entre las nacio-
nes, al salvar a su pueblo Israel en una forma milagrosa. Demostrará que su poder supera
el poder de todos los dioses, al liberar a su pueblo de las garras de los babilonios. Trazará
una senda recta entre el desierto y conducirá a su pueblo de regreso a Israel. En este acto
salvífico, se revelará su kavod (is 40.5). Hará de Jerusalén el centro de toda la tierra. To-
das las naciones reconocerán que es el único Dios y acudirán a Jerusalén donde adorarán
al Dios de Israel y aceptarán su gobierno universal sobre toda la tierra (Is 2).
Kavod es el término específico que se emplea en la Biblia Hebrea para referirse al
concepto de honra. El término conlleva una serie de significados diferentes en contextos
diferentes. No es posible aquí ofrecer una descripción de la gama completa de significa-
dos ya que requeriría una investigación a fondo que se sale del ámbito de nuestra exposi-
ción. Resulta, sin embargo, claro que el concepto de gloria del Señor es básico en todo el
libro de Isaías. La kavod se relaciona con rango y calidad. La kavod de Dios resuena en
todo el libro de Isaías.
En el Nuevo Testamento, vemos que la palabra griega doxa asume una gama simi-
lar de significados. También es un término clave en el Nuevo Testamento. Los escritores
del Nuevo Testamento verían la vida, la muerte y la resurrección de Jesús como una reve-
lación del poder último de Dios. Esto implicaba que Dios recibía la honra más elevada por
medio de su hijo Jesús.
Los textos del Nuevo Testamento se refieren a menudo a la doxa de Dios, Jesucris-
to, los ángeles y los creyentes en Cristo. Como el término se puede emplear tanto en un
sentido más genérico como en uno más específico, la traducción de esta palabra a menu-
do resulta problemática. Un buen ejemplo es Colosenses 1.27:
A ellos [los cristianos] Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria
[doxa] de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros,
esperanza de gloria [doxa].
Observaciones finales
6
Religión y sociedad
68 Religión y sociedad
Estructura social
Religión y sociedad 69
En muchas sociedades formar parte de una clase social impone restricciones. Por
ejemplo, a cierta persona no se le puede asignar una tarea concreta debido a su clase so-
cial. De igual modo, la edad de una persona también establece derechos, obligaciones y
limitaciones.
El género, la pertenencia a una clase, la edad, las relaciones de parentesco, y así su-
cesivamente, determinan lo que una persona puede y no puede hacer dentro de la socie-
dad. Las reglas, costumbres, normas e instituciones limitan en gran parte la libertad de la
persona. En las sociedades modernas estas restricciones pueden resultar menos rígidas si
se comparan con sociedades tradicionales, pero incluso en sociedades democráticas
abiertas se imponen a la persona una gran cantidad de restricciones.
Turner llama estructura social al conjunto de todas las formas institucionales que
operan en una sociedad. Utilizaré el término estructura social en el sentido de la defini-
ción de Turner y aplicaré este concepto a las sociedades antiguas que produjeron el texto
bíblico.
La escuela seguidora de Durkheim vio en la religión enteramente un instrumento
que mantiene la estructura social. Bajo esta perspectiva, la religión parecería formar par-
te de la estructura social, o sea, formar parte de las fuerzas represivas de la sociedad. Sin
embargo, Turner sostiene un punto de vista diferente. Según él, la religión no es exclusi-
vamente un instrumento que refuerza la estructura social; es también un instrumento
que se utiliza para expresar una antifuerza de la estructura social. Las formas simbólicas
de la religión expresan tanto la estructura como la antiestructura; la primera refleja el or-
den de la sociedad, el status quo, y la segunda expresa la libertad de la persona. Esto nos
conduce al segundo concepto, comunitas.
Comunitas
70 Religión y sociedad
Liminalidad
Liminalidad es otro concepto que utiliza Turner y que resulta útil en un enfoque
antropológico del texto bíblico. Como lo indica la palabra misma, liminalidad se refiere a
límite o umbral. El término apunta al territorio donde se encuentran la estructura social
y la comunitas. Esta zona liminal se puede ver como una especie de campo de batalla. Li-
minalidad se refiere a una experiencia fronteriza. Las personas experimentan liminali-
dad cuando se sienten enfrentadas a la estructura social y a la comunitas al mismo
tiempo. No debemos olvidar que estructura social, comunitas y liminalidad son formas
simbólicas que operan como modelos de la realidad. Las personas experimentan liminali-
dad en ciertos períodos de sus vidas y en ciertos lugares. Algunas personas la experimen-
tan en una forma más profunda que otras: las podríamos llamar personas liminales. Son
profundamente religiosas y abiertas a la experiencia de lo último.
Algunos lugares son especialmente adecuados para experiencias liminales. Orillas
de ríos, cumbres de montañas y lugares aislados en lo más profundo del desierto son idea-
les para oír la voz de la comunitas y sentir al mismo tiempo la presión de la estructura so-
cial. Esta experiencia conduce a menudo a una crisis de la que surge una persona nueva
que puede convertirse en fundadora de una nueva religión o en líder revolucionario que
se levantará para oponerse a las estructuras opresoras de la sociedad.
En muchas sociedades hay personas liminales. Expresan la voz de la comunitas en
una forma única. Mahatma Gandhi en la India colonial y Francisco de Asís en la Italia me-
dieval fueron grandes idealistas y buenos ejemplos de personas liminales. Vivieron una
vida sencilla de modestia y pobreza y subrayaron valores como igualdad y tolerancia. Su-
pieron resistir a los poderos opresores de las instituciones políticas de su época y ayuda-
ron a construir comunitas.
En la Biblia encontramos una gran cantidad de personas liminales. Podemos decir
que gran parte de las tradiciones bíblicas se remontan a personas liminales. Moisés, Amós
e Isaías , para mencionar unos pocos de los grandes personajes bíblicos, fueron personas
liminales que expresaron preocupación por los pobres y oprimidos y que clamaron por
justicia y equidad, hablando contra las estructuras políticas establecidas de las sociedades
en las que vivieron.
Religión y sociedad 71
72 Religión y sociedad
El universo apocalíptico
Entre el 250 a.C. y el 250 d.C., en medio de las comunidades judías y cristianas se
desarrolló un género especial de literatura religiosa. Este género especial se conoce como
literatura apocalíptica. El libro de Daniel (capítulos 7.—.14) es el mejor texto bíblico apo-
calíptico que se conoce en la Biblia Hebrea en tanto que al libro de Apocalipsis se lo consi-
dera como la mejor obra cristiana de este género. El primer libro de Enoc, el cuarto libro
de Esdras y el segundo libro de Baruc constituyen una antología de escritos apocalípticos
apócrifos. También encontramos muchos pasajes que contienen alusiones y referencias a
conceptos y creencias apocalípticos en varios libros de la Biblia Hebrea (por ejemplo,
Isaías y Zacarías), en los Evangelios y en las Epístolas del Nuevo Testamento.
Un escrito apocalíptico es una revelación de un secreto, de un plan divino acerca
del futuro del mundo. Esta revelación la comunica un ser sobrenatural, a menudo un án-
gel, a una figura legendaria del pasado, por ejemplo, Enoc, Daniel y Baruc. Estos escritos
se consideran, por tanto, como pseudo-epigráficos.
La literatura apocalíptica siempre contiene un mensaje de salvación para los opri-
midos. Predice la caída de los poderes brutales de la época y anuncia un futuro glorioso
para quienes sufren persecución. Formulado en el lenguaje simbólico del libro de Apoca-
lipsis, se revela la cercana caída de la Bestia y el triunfo del Cordero.
Podemos señalar una serie de elementos distintivos de un apocalipsis: el anuncio
del día de juicio para toda la nación, la venida de una criatura celestial, bajo forma de ser
humano, y el retorno y resurrección de los santos antepasados. Se produce una batalla fi-
nal entre los hijos de las tinieblas y los hijos de la luz, entre ejércitos de ángeles y de de-
monios. Sigue el triunfo glorioso de los poderes de la luz, los justos. Al mismo tiempo, se
producen desastres naturales y fenómenos cósmicos, como eclipses y la aparición de co-
metas. Todo esto conduce al juicio final y señala el comienzo de un periodo de felicidad.
El papel de un mesías o salvador no siempre constituye un elemento destacado e
incluso no se encuentra en algunos apocalipsis. Los componentes esenciales de la con-
cepción apocalíptica del mundo son un fin inminente del mundo presente y la llegada de
una nueva época de abundancia y paz.
Estas creencias motivaron el comportamiento de miembros de comunidades,
como el grupo de Juan el Bautista, los discípulos de Jesús de Nazaret y la secta de Qum-
rán. Los discípulos tanto de Juan el Bautista como de Jesús, al igual que los miembros
de la secta de Qumrán, constituyeron comunidades apocalípticas. Sus seguidores deja-
ron sus familias, trabajos y casas para formar comunidades religiosas. Creían que de-
bían purificarse a sí mismos y a otros para la llegada del fin, el día del juicio, y la venida
del reino de Dios. Tanto Jesús como Juan el Bautista predicaron un bautismo de arre-
pentimiento. Se instaba a las personas a cambiar de vida para prepararse para el gran
día que estaba cerca.
La concepción apocalíptica del mundo es clave para una interpretación significati-
va del Nuevo Testamento. Todos los autores de los escritos del Nuevo Testamento escri-
bieron desde la perspectiva de un fin inminente del mundo. No sabemos cuán difundida
estaba entre el pueblo común la concepción apocalíptica del mundo. Resulta muy proba-
ble, sin embargo, que hubiera permeado a la sociedad judía de la época de Jesús, y que no
Religión y sociedad 73
¿Qué conduce a las personas a creer que el mundo en el que viven llegará a un fin
dramático y que en su lugar aparecerá un mundo nuevo? ¿Qué puede inducir a personas
normales a abandonar a sus familias y la rutina de su vida diaria para prepararse para una
vida completamente diferente? La única respuesta a estas preguntas es la consideración
de la profunda insatisfacción de la población con su vida actual. El universo apocalíptico
fue desarrollándose en el transcurso del tiempo con elementos de representaciones reli-
giosas de profetas israelitas antiguos y de religiones persa y helénica, aunque procede
esencialmente de sentimientos psicológicamente enraizados en la frustración y la enaje-
nación.
De la investigación antropológica podemos aprender que ciertos desarrollos espe-
cíficos en una serie numerosa de sociedades preliterarias y pequeñas en el Pacífico Sur,
durante la primera mitad del siglo XX, han conducido a creencias y conceptos que se ase-
mejan mucho al universo apocalíptico de la época de Jesús. Estas sociedades en Nueva
Guinea y en las islas de la Melanesia se vieron sometidas a gran presión cultural con la lle-
gada de misioneros cristianos y de administradores coloniales procedentes del oeste. Esas
tribus primitivas, que vivían en la Edad de Piedra, perdieron su libertad política y se vie-
ron obligadas a cambiar su forma de vida de manera drástica. Esto significó una grave pér-
dida de cultura e identidad.
Al cabo de cierto tiempo las poblaciones en esta región comenzaron a reaccionar de
una forma muy extraña. Comenzaron a preparar la llegada de una nueva época, de un tiem-
po de abundancia y felicidad. Un profeta, que era un líder carismático, anunciaba la venida
de un ser divino y el retorno de los antepasados. Se predecía que se darían muchas pruebas
y desastres. Se les decía a las personas que prepararan bodegas y almacenes para guardar los
bienes que traerían los antepasados. Se les instaba a que abandonaran sus huertas, mataran
el ganado, destruyeran el dinero y se prepararan para el gran día. Se creía que todos los bie-
nes de los blancos se distribuirían entre el pueblo y que comenzaría un tiempo de abundan-
cia. Los gobernantes blancos serían derrotados y se restauraría la forma antigua de vida en
una nueva sociedad de abundancia (Worsley 1968).
Hay muchos paralelismos entre el surgimiento de comunidades apocalípticas en
Israel entre el 250 a.C. y el 250 d.C. y los movimientos cúlticos en Melanesia en el siglo
XX. Una gran parte de estos elementos comunes se pueden explicar a partir de la existen-
cia de un contexto social similar. La sociedad judía de la época de Jesús se veía amenaza-
da por un poder superior, que colonizó al pueblo judío y mostró un respeto mínimo por la
identidad judía. El pueblo había perdido la libertad ya que la clase dominante promovía la
cultura helénica a costa de su forma tradicional de vida. El pueblo judío experimentaba
una grave pérdida de identidad. Este contexto psicológico y cultural alimentó grandes ex-
pectativas en el pueblo. Esperaban un cambio drástico y dramático del orden mundial y la
llegada de una nueva época sin opresión ni pobreza, un tiempo de paz y armonía en un
mundo en el que el pueblo judío podría vivir sin perturbaciones como sus antepasados.
No se debe olvidar que el desarrollo de la fe monoteísta había moldeado la cultura del
74 Religión y sociedad
pueblo judío en una forma especial. Aparte del componente nacionalista, la fe monoteísta
había generado una identidad específica en la sociedad judía. El pueblo judío se sentía di-
ferente del ambiente cultural circundante por razón de su sistema diferente de valores.
La opresión política y cultural por parte de los seléucidas y romanos infligió profundas he-
ridas psicológicas. Los movimientos apocalípticos deben, pues, verse como salidas para
las experiencias traumáticas que el pueblo judío experimentó en su historia.
Todos los autores de los escritos del Nuevo Testamento elaboraron sus textos des-
de la perspectiva del universo apocalíptico. El lector moderno que opera a partir de un
concepto claramente diferente del tiempo y de la historia corre un peligro permanente de
interpretar mal el mensaje de los textos del Nuevo Testamento. Los autores del Nuevo
Testamento, como Pablo, creían mucho en la idea de que en su vida aparecería el nuevo
mundo con la Parusía de Jesucristo. Jesús de Nazaret, quien había resucitado de entre los
muertos, era para Pablo el salvador celestial, en forma humana, que introduciría el gran
cambio apocalíptico. Esta creencia profundamente arraigada moldeó todos sus escritos.
Un ejemplo de esta mentalidad apocalíptica se puede encontrar en la primera carta que
escribió a la comunitas de Tesalónica:
Pablo creía que vería el gran día de la venida de Cristo. Creía que los muertos resucitarían
y que él y todos los cristianos serían literalmente ascendidos desde la tierra hacia el firma-
mento para encontrarse con el Cristo celestial.
Las comunidades cristianas en épocas posteriores tuvieron que acomodar su
creencia acerca de la inminente Parusía, a medida que fue pasando el tiempo sin que lle-
gara el gran día. Debemos recordar, no obstante, que los primeros cristianos vivieron en
un universo apocalíptico.
Sociedades del
7
antiguo Oriente Próximo
Para poder comprender las sociedades del antiguo Oriente Próximo podemos utili-
zar modelos que se han desarrollado en sociología y antropología. Estos modelos son li-
mitados y no pueden considerarse como totalmente adecuados para nuestra descripción
de las realidades de las sociedades antiguas. Estoy consciente de que el empleo de estos
modelos puede conducir a simplificar demasiado. Sin embargo, constituyen bases sólidas
para interpretar propósitos y, hablando de manera realista, no tenemos otras alternativas.
Primero, me gustaría utilizar los modelos de la sociedad tribal y de la sociedad agraria.
La sociedad tribal
La sociedad agraria
La casa y el mercado
Los jefes de las casas se reunían en el consejo del pueblo para decidir sobre todos
los asuntos del mismo. También fungían como jueces.
La comunidad de un pueblo era un grupo territorial. La membresía en la misma
no se determinaba por el parentesco, sino la cercanía geográfica. Las familias que con-
formaban la comunidad del pueblo elegían vivir juntas. En el antiguo Israel la mayor
parte de los habitantes de un pueblo tenían lazos de sangre. Las casas de un pueblo
dado a menudo procedían de la misma familia extendida (bet-’av en hebreo) o del mis-
mo clan (mishpajah en hebreo). En los pueblos y aldeas más grandes, las casas eran del
mismo clan o por lo menos de la misma tribu (matteh en hebreo). Las familias extendi-
das, los clanes y las tribus eran grupos de parentesco. Los vínculos de sangre determi-
naban quiénes eran miembros de estos grupos. Los antepasados comunes eran el
elemento que vinculaba a estos grupos. Todos los miembros de estos grupos tenían la
obligación de apoyarse entre sí. Todos compartían el sagrado deber de defender la cau-
sa del grupo de parentesco, es decir, de proteger las vidas de todos, de asegurar los re-
cursos para sustentar al grupo y de mantener una posición aceptable para el grupo en la
escala de honra. La casa y el pueblo eran los grupos sociales efectivos en los que vivía el
israelita común. La vida diaria giraba en gran parte en torno a las interacciones sociales
dentro de estos grupos.
Los grupos israelitas de parentesco eran patrilineares. Sólo los hijos varones here-
daban del padre; las hijas no. El hijo mayor era el heredero principal. El matrimonio era
patrilocal: las jóvenes desposadas iban a vivir en las casas de sus respectivos esposos des-
pués de que finalizaban las ceremonias matrimoniales.
La casa era una unidad social y económica. Era un grupo más amplio que el grupo
familiar por parentesco. El término hebreo bet-’av, literalmente la casa del padre, se utili-
zaba tanto para referirse al grupo de parentesco patrilinear como a la casa. El grupo patri-
linear constituía la espina dorsal de la casa. Debemos tener claro que la familia y la casa
no se traslapaban totalmente. Los parientes políticos, los esclavos y los siervos podían ser
todos miembros de la casa, pero no pertenecían a la familia patrilenear.
Una casa podía consistir de las siguientes personas: el jefe o cabeza de la casa, que
era el padre, sus esposas, sus hermanos y hermanas menores, sobrinos y sobrinas, escla-
vos y extranjeros. Cuando nacían niños en la casa, la madre de la casa debía adoptarlos,
es decir la primera esposa del cabeza de la casa, para que pudieran convertirse en hijos le-
gítimos de la casa.
La casa era la unidad social más pequeña de la antigua sociedad tribal de Israel. La
religión se centraba primordialmente en las necesidades de la casa, por ejemplo, la fecun-
didad de las esposas, la fertilidad del ganado y de los campos. El cabeza de la casa era el
sacerdote que asumía todas las acciones rituales que la costumbre establecía. Se debía re-
cordar a los antepasados por medio de ofrendas de sacrificios, había que mantener aleja-
dos los malos espíritus, y había que apaciguar a la deidad local responsable de la
fertilidad.
En la primera época de la vida israelita en Canaán, parece que las casas rendían
culto al dios del padre, que era el dios patrón de la casa o del pueblo, bajo el nombre he-
breo El o Baal. Estos dioses eran casi siempre deidades locales. Es muy probable que Yavé
fuera gradualmente sustituyendo a estas deidades locales como dios patrón de las casas, de
las familias extendidas, de los clanes y de los pueblos.
La historia de Israel se puede describir como una evolución desde una federación
laxa de pequeñas sociedades hasta una provincia de un imperio mundial. Cuando las tribus
de Israel se establecieron en la tierra de Canaán alrededor del 1200 a.C., habían conquista-
do un territorio que pertenecía a una serie de ciudades-estado cananeos. También se esta-
blecieron en zonas desocupadas y con muy poca población.
Las tribus de Israel solían vivir en pequeños pueblos y aldeas. Todos los que vivían en
una aldea pertenecían a la misma tribu y con frecuencia procedían de la misma unidad sub-
tribal. Los consejos de ancianos gobernaban a las tribus de Israel. Cada zona y cada aldea te-
nían su propio consejo de ancianos. Estos consejos eran instituciones muy importantes,
tanto en asuntos políticos como judiciales. Los ancianos servían como gobernantes y jueces
en la sociedad. En cierto momento, las tribus de Israel sintieron la necesidad de integrar a
las diferentes tribus en una nación bajo un solo gobernante, un rey, quien, como jefe de to-
das las tribus, pudiera promover la unidad entre los diferentes grupos. Quisieron conformar
una monarquía similar a la de algunas de las naciones vecinas, como Moab y Edom. Saúl,
de la tribu de Benjamín, fue el primer rey, pero no tuvo éxito en unir a las tribus y no pudo
igualar la fortaleza militar de los filisteos.
Alrededor del año 1000 a.C., el consejo de ancianos de Judá nombró rey a David y
los consejos de las otras tribus hicieron lo mismo unos años después. David pudo integrar
a las tribus de Israel y a otros grupos étnicos en una monarquía. Las tribus nunca antes ha-
bían tenido jefes tribales, de modo que el nombramiento de un rey sobre todas las tribus
resultó de hecho una novedad.
El rey David impuso a las tribus de Israel trabajos forzados e impuestos. Tuvo que
hacer frente a la oposición de parte de los consejos de ancianos, ya que se fueron sintien-
do cada vez más marginados. Los consejos de ancianos eran una institución profunda-
mente arraigada en las tradiciones de las tribus. David tuvo que caer en la cuenta de que
no podía dejar de lado a los consejos en el proceso de la toma de decisiones políticas.
Tuvo que enfrentarse a una revuelta bajo el liderazgo de su propio hijo Absalón y se vio
obligado a modificar su enfoque de gobierno autoritario, involucrando a los consejos de
ancianos en la toma de decisiones políticas y de legislación.
El rey Roboam, hijo del rey Salomón, también encontró problemas con los conse-
jos de ancianos, en el principio de su reinado, cuando hizo caso omiso del consejo de
ellos para que disminuyera los impuestos. Esta decisión le costó más de la mitad de su rei-
no ya que las tribus del norte no lo confirmaron como su rey.
La presencia de la monarquía en Israel significó una amenaza constante para los
ideales de la sociedad tribal igualitaria. Debemos recordar que los agricultores en Israel
eran libres. Sin embargo, su libertad e independencia estaban constantemente en jaque.
Los reyes crearon una corte real y una clase de funcionarios y de soldados profesionales.
La élite de la ciudad resultó ser una amenaza potencial para el agricultor pobre. Aunque
en Israel no había ciudades-estado según el modelo de la sociedad agraria, tal como se
describió anteriormente, la ciudad de Jerusalén se convirtió en ciudad real con sus pro-
pios intereses y poder político.
Los profetas de Israel recordaban al pueblo una y otra vez los ideales de la sociedad
igualitaria. Con frecuencia advertían a los ricos en contra de los peligros de la codicia y la
corrupción. Al leer el libro de Amós, parece que la ciudad de Samaria, en su apogeo, se
había convertido en una ciudad-estado según el modelo de sociedad agraria. La élite rica
de la ciudad pudo comprar la mayor parte de la tierra alrededor de la ciudad. Los ricos,
quienes utilizaban medidas falsas y otros recursos deshonestos para enriquecerse a costa
de los pobres, robaban a los empobrecidos agricultores sus ingresos y cosechas.
Después del 700 a.C., los reinos de Israel y Judá se volvieron cada vez más depen-
dientes de los poderes mundiales de la época. Para el 722 a.C. los asirios acabaron con la
existencia del Reino del Norte. El reino de Judá siguió existiendo como estado vasallo de
Asiria y, más adelante, del nuevo Imperio Babilónico. En el 539 a.C. Israel se convirtió en
provincia del Imperio Persa y fue gobernado por un gobernador persa nombrado para di-
cho fin.
En el antiguo Oriente Próximo la política y la religión estaban íntimamente rela-
cionadas. Cuando el reino de Judá se convirtió en estado vasallo del Imperio Asirio,
este hecho conllevó automáticamente que el rey de Judá tuvo que someterse a los po-
deres divinos que protegían el Imperio Asirio. La sumisión a un gobernante foráneo im-
plicó un cambio en la religión. Se construyeron nuevos altares en el templo principal
en Jerusalén y tuvieron que erigirse estatuas de dioses foráneos. La rebelión contra el
señor, por otra parte, siempre fue acompañada de una especie de operación de limpie-
za en el templo principal: se destruían imágenes y estatuas de dioses y se derribaban al-
tares. Encontramos muchas alusiones a esta clase de operación en los libros de 1-2
Reyes (véase 2 R 16, 17, 20).
actuado como soldados de Yavé. Quizá los grupos procedentes del grupo del Éxodo influ-
yeron en otros grupos étnicos de descendencia israelita que vivían en Canaán, y promo-
vieron el culto a Yavé en medio de los cultos locales. La mayor parte de las interrogantes
no pueden responderse por falta de datos sólidos.
Norman Gottwald (1979) interpreta el yavismo como un sistema religioso nuevo
que fungió como fuerza unificadora de varios grupos marginales en la tierra de Canaán al-
rededor del 1250 a.C., época del asentamiento. Él ve al yavismo como la ideología de los
oprimidos. Gottwald describe la formación de Israel como un estado en función de un
movimiento revolucionario de grupos campesinos. Habían sido originalmente pastores y
nómadas, y pudieron liberarse de los señores que vivían en las ciudades de Canaán alre-
dedor del 1200 a.C. En esa época declinó el poder de las ciudades-estado cananeas, lo
cual dejó un vacío. Así pues, el surgimiento de Israel como entidad política y cultural dis-
tintiva fue el resultado de una revuelta contra los poderes establecidos. El yavismo fue,
en este sentido, la ideología común que unió a los diferentes grupos. Gotwald habla de
un proceso de retribalización; asume que las sociedades campesinas se desintegraron an-
tes del 1200 a.C. y que una serie de grupos tribales recuperaron sus libertades respecto a
los señores de las ciudades y reorganizaron sus comunidades según las normas de las so-
ciedades tribales.
Van der Toom (1996) ve la situación de forma diferente. Considera al yavismo
como la religión familiar original del clan de Saúl, primer rey de Israel. Éste promovió el
yavismo como religión de estado entre las otras tribus de la federación tribal. El yavismo
se utilizó como instrumento para reforzar la unidad entre las tribus; también sirvió como
instrumento para legitimar la supremacía de Saúl como líder de todo Israel.
Las descripciones que ofrecen Gottwald y van der Toom parecen contradictorias a
primera vista. Sin embargo, pueden complementarse una a la otra y se pueden aplicar por
igual en diferentes contextos y períodos de tiempo. El yavismo como la religión del esta-
do de Israel fue determinante como instrumento para reforzar la estructura social. Yavé
fue también el Dios personal de personas y grupos; el dios preocupado por los oprimidos
y los afligidos, y así le dio voz a la comunitas.
Al leer los libros de la Biblia Hebrea, cae uno en la cuenta de que los autores bíbli-
cos con frecuencia expresan una tensión entre rasgos de estructura social .y de comuni-
tas. Podemos detectar con mayor claridad la voz de la comunitas en profetas como Amós
e Isaías en sus críticas contra la élite en Samaria y Jerusalén.
En las obras deuteronómicas, encontramos mucha reserva en cuanto a las institucio-
nes de la monarquía y del culto en el templo. Se enfatizan mucho la justicia y la equidad,
pero no el sacrificio y el ritual. Se defienden constantemente los ideales de la sociedad tribal
igualitaria. En los libros de 1-2 Samuel, por otra parte, encontramos una cierta idealización
de la casa real de David. Parece haber un contraste entre las restricciones que el deuterono-
mista impone al rey y lo que sucedió en realidad. Según el Deuteronomio, no se le permitía
al rey tener muchos caballos y esposas, pero David y Salomón no observaron esta parte del
Deuteronomio. Formaron ejércitos y organizaron harenes como solían hacer los monarcas
del antiguo Oriente Próximo, pero el autor del relato de David en los libros de 1-2 Samuel
casi santifica a la casa real de David. La obra deuteronómica sobre la historia expresa un
cierto grado de tensión entre el punto de vista del Deuteronomio, que es la voz de la comu-
nitas, y las fuerzas de la estructura social, que estaban presentes en la vida real. El deutero-
nomista presentó una situación ideal, cuando, en realidad, las cosas eran muy diferentes.
En los escritos sacerdotales, encontramos una fuerte promoción de los ideales sa-
cerdotales de pureza y exclusividad. Esto se puede ver como un refuerzo de la estructura
social. Se trata de voces diferentes en el relato bíblico, y las diferentes posiciones que se
asumieron están todas ellas conectadas con el yavismo. Resulta difícil defender que el ya-
vismo fuera la religión de los agricultores, y también resulta dudoso afirmar que fuera ex-
clusivamente una religión de estado. El yavismo fue determinante para dar voz a la
comunitas .y también sirvió como instrumento para reforzar la estructura social.
El Nuevo Testamento
El ritual como
8
modelo de interpretación
Observaciones preliminares
La palabra «cambio» es el término más genérico que se puede emplear para ca-
racterizar el mensaje de la Biblia. Yavé, el Dios de Israel, es un Dios de cambio. Cambió
el caos en orden con su obra de creación. En el tiempo escatológico cambiará el mundo
de sufrimiento para regresarlo a un paraíso. Como agente de liberación, Yavé cambió el
destino de los esclavos israelitas que vivían oprimidos en Egipto. La liberación de las
tribus de Israel de los poderes opresores de Egipto se describe en el libro de Éxodo, en
términos rituales concretos. Los eventos que condujeron al Éxodo de Egipto se ven
como un rito de transición y como un rito de sacrificio.
Los cristianos han interpretado la muerte de Jesús como el único sacrificio que
cambió el orden fundamental del mundo. Los escritores de los Evangelios describen la
vida y la muerte de Jesús como un ritual. Este ritual se dio en el umbral del tiempo escato-
lógico. En su perspectiva, fue el preludio del cambio definitivo del mundo. Los primeros
cristianos, por tanto, esperaban el fin del mundo en unos pocos años.
El cambio y el ritual parecen pertenecer a la misma esfera. Se puede ver el ritual
como un relato dramático de un cambio de estado y, al mismo tiempo, como un instru-
mento de cambio.
El ritual en la Biblia
En este capítulo aplicaré el escenario del ritual para la lectura del texto bíblico.
Hay dos pautas rituales que sobresalen en el texto bíblico: «sacrificio» y «ritos de transi-
ción». Trataré del sacrificio en relación con el mito en el capítulo siguiente. En este capí-
tulo examinaré con cierto detalle el complejo del rito de transición, que no sólo es un
ritual universal sino también un elemento crucial en el relato bíblico.
En todo el mundo y a través de las diferentes áreas culturales, las personas realizan
ritos específicos que los antropólogos llaman «ritos de transición». Fue el antropólogo
Arnold van Gennep quien comentó que todos los ritos de transición son básicamente simi-
lares en su forma y estructura. En 1909 van Gennep escribió la conocida obra, Les rites de
passage [Los ritos de transición] en la que incluyó una gran abundancia de material acerca
de ritos de transición en diferentes culturas. Por esta razón, su libro se convirtió en un clási-
co en el campo de la antropología y el término, ritos de transición, lo usan mucho estudio-
sos de varias disciplinas. De igual modo, los estudiosos bíblicos han prestado atención a los
ritos de transición. En tiempos recientes muchos estudios demuestran que los textos bíbli-
cos incluyen numerosas referencias a ritos de transición (véase McVann and Malina 1995).
Van Gennep ha señalado que todos los ritos de transición tienen tres fases:
1. el abandono del estatus previo
2. el período liminal o umbral (el tiempo entre la situación vieja y la nueva), y
3. la incorporación al nuevo estatus.
Los conceptos de estructura social, comunitas y liminalidad se aplicarán a los ritos
de transición por cuanto se ha constatado que son apropiados para una descripción de las
estructuras específicas de este ritual en particular. Primero, examinaremos algunos ejem-
plos concretos de ritos de transición.
Tomo como ejemplo la iniciación de un joven varón a la vida adulta. Este breve re-
lato se refiere al mundo tribal de África. En muchas tribus en todo el continente africano,
los jóvenes varones pasan por un rito de iniciación para convertirse en miembros plenos
de su sociedad tribal, ellos abandonan sus familias y, en algunos casos incluso, el pueblo
de su comunidad, para pasar en aislamiento un tiempo con otros candidatos a la inicia-
ción. Con frecuencia el lugar de aislamiento se encuentra en «una zona alejada». Cuando
los jóvenes llegan al campamento en ese lugar apartado, se los desnuda por completo y se
les quitan todos los distintivos que puedan tener. Deben ser física y socialmente iguales.
Con frecuencia se los trata con dureza durante ese tiempo de aislamiento ya que se trata
de un período liminal durante el cual se moldea a los jóvenes para que sean seres nuevos.
Durante este período deben aprender los valores básicos y definitivos de la comunitas.
Con frecuencia se los castiga, humilla, golpea con violencia, amenaza con la muerte y
asusta con los terribles poderes de los antepasados muertos y otros poderes
sobrenaturales. Es el tiempo cuando se les revelan las enseñanzas más sagradas de la co-
munidad y sus secretos más íntimos. La voz sagrada de la comunitas habla a los jóvenes,
gravando en sus vidas los valores sagrados de la comunidad. En una serie de sociedades,
se aplica durante el período liminal la circuncisión y la subcisión del pene. En muchas
culturas también el baño ritual y la confesión de pecados forman parte de las ceremonias
y ritos de iniciación a la vida adulta.
La tercera fase, la incorporación a la vida adulta, se da dentro de la comunidad tri-
bal, del pueblo. Las personas simbólicamente nuevas reciben nombres nuevos y se les
pide que asuman ciertos oficios. A veces se les pide que realicen un ritual que sólo pue-
den llevar a cabo hombres adultos. Hay una gran variedad de formas simbólicas que ex-
presan la incorporación al nuevo estatus.
niños recién nacidos todavía no hablan. Tienen que fingir que no tienen fuerza, al igual que
los recién nacidos son débiles. Cuando termina la comida de sacrificio, tienen que fingir que
no pueden caminar bien y que necesitan ayuda. Todos estos elementos indican que el naci-
miento ritual se produjo durante la comida de sacrificio. Entre los comensales de la comida
de sacrificio están los antepasados, quienes son sobrenaturales en el sentido más amplio de
la palabra. La persona recién iniciada cruza el umbral entre el mundo impotente de los no
iniciados y el punto poderoso de los iniciados. Se cree que el hombre tarkana está en contac-
to con las fuentes de poder sobrenatural desde el momento mismo de la iniciación.
El lenguaje simbólico del ritual tarkana de iniciación presenta muchos paralelis-
mos con el lenguaje del ritual del bautismo que encontramos en el Nuevo Testamento.
Más adelante en este capítulo estudiaremos en detalle este paralelismo.
En algunas sociedades tribales en África, los ritos que se realizan durante la toma de
posesión de un nuevo jefe son muy similares a los ritos de iniciación de los jóvenes. Un caso
interesante es la toma de posesión del jefe del pueblo suazi (ver Kuper 1944). En forma pa-
recida a la iniciación de los jóvenes varones, el jefe elegido debe permanecer aislado por al-
gunos días. También él se ve sujeto a humillación, golpes y amenazas de muerte. Se cree
que antes de convertirse en jefe, debe primero escuchar la voz de la comunitas. Nadie pue-
de pasar a una posición elevada sin que antes pase por humillaciones. Por esto al jefe electo
se le obliga a escuchar la voz del pueblo al que luego va a servir. Los valores básicos de la co-
munitas, que son también los derechos básicos del pueblo, deben gravarse a la fuerza en el
corazón y mente del que va a ser jefe. Este es el trasfondo de la iniciación de nuevos jefes.
La estructura simbólica de los ritos de transición es otra clave para una interpreta-
ción significativa del texto bíblico. Esto se puede decir de pasajes bíblicos específicos y
también del mensaje bíblico en general.
Génesis 15:
El rito de partir por la mitad
y pasar por en medio
La palabra hebrea y-r-sh se traduce en la NVI como «poseer» en la NVI, pero también
puede significar «heredar» o «conquistar». La pregunta que formula Abraham, a saber,
cómo podía saber que en realidad poseería la tierra, es pertinente. Dios le dijo a Abraham
que lo había conducido a propósito a la tierra de Palestina, y que le daría muchos descen-
dientes. Además, daría toda la tierra a sus descendientes. La realidad, pues, era que la tie-
rra estaba en manos de otros, de modo que se requería un cambio o transformación de
propiedad. La transformación siempre requiere un ritual en las sociedades tradicionales
en las que las personas piensan en términos de rituales. En la perspectiva del hombre an-
tiguo, resulta impensable que alguien pueda tomar la tierra de otra persona sin realizar el
ritual apropiado.
En la sociedad del antiguo Oriente Próximo, las personas creían que siempre que
alguien cruza una frontera tiene la obligación de realizar un ritual. Una frontera es un
umbral, y no se puede atravesar sin alguna clase de actividad ritual. Incluso cruzar un río
requería en tiempos antiguos realizar un ritual, y con frecuencia las personas amontona-
ban piedras después de cruzar un río.
En Génesis 15 se nos presenta un rito de transición en el que el nómada Abraham
sin tierra cruza una frontera y entra ritualmente en una nueva tierra, para luego conver-
tirse en una nueva persona. Se convierte en legítimo dueño de la tierra. El rito de «partir
por la mitad y pasar por en medio» hace realidad todo este proceso de cambio.
Como mencioné antes, los ritos de transición siempre tienen tres fases:
1. la se separación de la situación anterior,
2. el período liminal, y
3. la incorporación a la nueva situación.
Estas tres fases se pueden ver en los cuatro actos de Gn 15, como sigue:
Acto 2: Después de que Abraham ha partido a los animales por la mitad y ha colocado las
mitades para formar un pasadizo, cae en un profundo sueño. Se trataba de un estado inu-
sual de sueño. El texto sugiere una oscuridad profunda, intensa y aterradora, que desciende
sobre él. El sueño y la oscuridad simbolizan el período liminal. Durante el sueño Abraham
se encuentra con Dios, quien le habla para revelarle secretos importantes referentes al futu-
ro. Escucha de Dios que sus descendientes serán forasteros en un país extranjero, pero que
regresarán de ese país como personas ricas para tomar posesión de la tierra de Canaán.
Abraham aprende que vivirá muchos años y que llegará a muy viejo. Así pues, Dios comuni-
ca un mensaje de suma importancia durante este período de sueño y oscuridad.
Como resultado de este rito de transición, Abraham se transforma en una persona
con conocimiento; pasa de ser niño, ignorante e inocente, a ser un adulto que sabe qué
traen consigo la vida y el futuro. Se convierte en profeta, por así decirlo, y todo esto se ex-
presa en el lenguaje simbólico de un ritual.
Acto 3: Surge entonces una nueva situación: una hornilla humeante y una antorcha
encendida pasan por en medio de las mitades de los animales muertos. El humo y el
fuego son símbolos de lo divino. Dios mismo pasa por en medio de las mitades para in-
gresar, aunque sea simbólicamente, en la tierra de Canaán, tomando así posesión de la
tierra. El Señor Dios se convierte en propietario de la tierra que antes pertenecía a na-
ciones extranjeras. Debemos tener presente que en el antiguo Oriente Próximo, se
creía que los dioses poseían la tierra y que quienes vivían en esa tierra tenían que ali-
mentar a los dioses con sus frutos. En Gn 15 el Señor, Dios de Abraham, toma posesión
de la tierra que pertenecía a los dioses de los quenitas, los quenizitas y otros.
Acto 4: En cuanto Dios toma posesión de la tierra, se la confía a Abraham. Leemos:
El señor de todo, Dios, da la tierra a su vasallo Abraham, y los dos entran en una relación
de pacto.
La mayor parte de los comentaristas interpretan el rito de «partir por la mitad y pa-
sar por en medio» como un rito de ratificación de un pacto. Se presume que el rito estabi-
liza la relación de Dios y Abraham. El problema fundamental que se presenta es cómo
interpretar el hecho de que Dios mismo pase por en medio de las mitades y no Abraham.
El que pasa por en medio de las mitades hace un juramento en el rito usual de ratificación
de un pacto; expresa en forma simbólica que también él será partido por la mitad, como
los animales, si viola el pacto. Es casi inconcebible que el texto exprese este pensamiento.
Es como si Dios hiciera un juramento y dijera, «Lo mismo me sucederá a mí caso de que
no cumpla el pacto». El rito de «partir por la mitad y pasar por en medio» se utilizaba en el
antiguo Oriente Próximo como instrumento simbólico para establecer relaciones de pac-
to. Sin embargo, se utiliza el mismo ritual en situaciones diferentes y los símbolos son po-
lisémicos.
Este texto en particular evoca la imagen de los iniciados que son despojados de su vesti-
menta en el período liminal y reciben nuevas ropas al ingresar en la nueva sociedad como
personas nacidas de nuevo. El lector moderno del Nuevo Testamento sólo puede enten-
der esta clase de lenguaje cuando interpreta estas palabras a la luz de los ritos de transi-
ción.
Como dije antes, el significado de la palabra griega kairos tiene connotaciones es-
pecíficas derivadas del lenguaje de los ritos de transición. Los primeros cristianos experi-
mentaron la vida como una nueva experiencia de la comunitas. Cuando las personas se
hacían cristianas, se sentían liberadas de las restricciones y limitaciones de las antiguas le-
yes religiosas y de la obligación de adhesión étnica. Sentían que a partir de este momento
pertenecían a una nueva sociedad cosmopolita que no había existido antes bajo ninguna
forma.
El mito como
9
modelo de interpretación
El crítico literario e historiador René Girard, ha utilizado el mito del chivo expia-
torio como un poderoso modelo explicativo para la literatura en todo el mundo. Tam-
bién ha analizado una serie de textos bíblicos. Considera el mito universal del chivo
expiatorio como el principal modelo explicativo para toda la Biblia. Algunas de sus
ideas son valiosas para nuestra investigación y ayudan a analizar más la lectura mítica
del texto bíblico.
Girard ha elaborado un escenario para la lectura del texto bíblico que ha fascinado
a muchas personas. Se han dedicado a la obra de Girard numerosos simposios y números
especiales de revistas especializadas. Leer a Girard es casi tan difícil como leer la Biblia.
Girard ha contribuido a toda una amplia gama de disciplinas como la psicología, la litera-
tura, la Biblia, la historia de las religiones, la etnología, y otras más. Permítanme presen-
tar una breve síntesis de los principales pensamientos planteados por Girard.
Según Girard, las personas son esencialmente violentas por naturaleza. Está en la
naturaleza misma del ser humano desear lo que otra persona posee. El deseo es la fuerza
motora en los humanos. Girard señala que el deseo es mimético, en el sentido de que las
personas constantemente copian el deseo de otras. Esto es así en todos los seres huma-
nos, tanto en el pasado como en el presente, según Girard. El deseo mimético es la condi-
ción básica de los seres humanos.
Girard cree también que una experiencia particular que tuvo el género humano en
tiempos primigenios ha determinado la forma humana de pensar. Se ha mantenido en los
mitos de todos los pueblos y se puede encontrar en muchas grandes obras de la literatura.
Esta gran experiencia trágica del hombre primitivo también se refleja en la Biblia. Sin em-
bargo, Girard cree que esta gran experiencia traumática y la distorsión del pensamiento
humano que se generó con ella, han encontrado una solución en la Biblia. El relato bíbli-
co acaba con la veneración a la violencia, característica de todos los mitos. Describe el fin
de la violencia, que conlleva el fin del sacrificio, al abolir la glorificación universal del sa-
crificio e iniciar un nuevo capítulo en la evolución espiritual del ser humano.
A partir de esta idea suya de que la Biblia es única entre las escrituras sagradas del
mundo, Girard se hizo cristiano. Debemos mencionar que Girard rechaza la interpreta-
ción de la muerte de Jesús como sacrificio.
Freud y Lévy-Strauss
Girard se basa en ideas que sostuvieron estudiosos como Sigmund Freud y Claude
Lévy-Strauss. Partiendo de las teorías de Freud, elaboró la hipótesis de que la religión nació
de una experiencia traumática de los primeros seres humanos en tiempos primigenios. En
la obra de Freud, Totem und Tabu [Tótem y tabú] el autor describe una situación en tiem-
pos primigenios, en la que el padre y cabeza de familia tenía derechos exclusivos sobre to-
dos los miembros femeninos del grupo. Un día los hijos se rebelaron y mataron al padre.
Este homicidio produjo profundos sentimientos de culpabilidad que siguen acosando a los
hombres hasta nuestro tiempo, según Freud. Los hijos comenzaron a rendir culto al padre
inmolado poco después del homicidio e institucionalizaron la prohibición del incesto y la
norma de la exogamia. La religión, según Freud, se originó en un acto traumático y violento
que se cometió en el pasado primigenio, de modo que tiene su origen en el crimen.
Girard incorporó la teoría de Freud sobre el origen de la religión y la modificó un
poco. Esto lo condujo al siguiente escenario: en tiempos primigenios, la violencia amena-
zaba la evolución de la raza humana. El deseo mimético que incluía la rivalidad extrema
hacía imposible que las personas pudieran vivir juntas y cooperar. En cierta ocasión, en
tiempos primigenios, las personas eligieron a alguien de su medio y se volvieron contra
ese individuo. La elección se hizo sobre la base frívola de algún rasgo físico anormal, pero
por lo demás, el electo era inocente. Las personas acusaron a este individuo por todo lo
malo y lo mataron. Lo atacaron con determinación, y así pudieron canalizar su agresión
en una dirección particular. Tan pronto se dio muerte a aquel individuo, se disiparon la
ira y la agresión y la vida pudo proseguir. Poco después, las personas tomaron conciencia
de que la muerte de la víctima tuvo un efecto positivo en la vida ya que había traído paz.
Proyectaron, pues, el efecto positivo de haber dado muerte a la víctima inmolada y co-
menzaron a rendirle culto. En consecuencia, la víctima inocente, a la que la sociedad ha-
bía dado muerte, se volvió sagrada. Girard llama a esta secuencia de hechos, el
mecanismo de crear un chivo expiatorio. La víctima que la sociedad inmoló se convirtió
en un verdadero chivo expiatorio.
Echar la culpa a un chivo expiatorio es un ritual que se incorporó al subconsciente
humano en tiempos primigenios. Los seres humanos encontraron un método eficaz de
canalizar la agresión y de proteger a la sociedad. Todos los pueblos de la tierra han desa-
rrollado el mito de la muerte benéfica del chivo expiatorio. Este mito ha pasado a formar
parte de la herencia cultural de la raza humana. Representar el mito en el rito del chivo
expiatorio se instituyó como ritual fundamental. El homicidio original que se cometió en
tiempos primigenios se convirtió en un sacrificio en la interpretación ritual, y se aceptó
universalmente el sacrificio como la necesidad definitiva de la vida. El rito del chivo ex-
piatorio se convirtió en un universal cultural.
Se puede encontrar el mito del chivo expiatorio en todo el mundo y en toda la gran
literatura. Es importante mencionar que, en los relatos mitológicos, el chivo expiatorio
siempre es un personaje disfrazado; por tanto, no siempre resulta fácil identificar al chivo
expiatorio entre los personajes de la historia. El método de Girard para analizar los mitos
puede caracterizarse como el intento de descubrir la verdadera identidad e intenciones de
los personajes.
El antropólogo Lévy-Strauss arguye que todos los mitos pueden remontarse a un
solo mito (1958). Según él, se puede descubrir la pauta básica de todos los mitos median-
te la identificación de las reglas de transposición y simplificación. Este proceso con fre-
cuencia recibe el nombre de reducción de mitos. Los temas de todos los mitos se pueden
reducir a uno si se llega a comprender el lenguaje de los mitos. Los mitos utilizan un len-
guaje especial y sólo se puede tener acceso al mismo con la ayuda de un mecanismo de-
codificador. Para Lévy-Strauss la pauta básica es la oposición de cultura y naturaleza.
Girard también aplica la reducción a su interpretación de mitos; ve al mecanismo del chi-
vo expiatorio como el tema principal de todos los mitos.
Girard interpreta la vida de Jesús en función del mito universal del chivo expiato-
rio. Los Evangelios revelan que Jesús fue un chivo expiatorio, víctima inocente de multi-
tudes violentes. El relato evangélico aclara muy bien que todo el pueblo se volvió contra
él, incluyendo sus propios discípulos. Sin embargo, los Evangelios condenan el homicidio
de Jesús, y lo declaran ilegal, falso y desprovisto de razón. Apuntan a la naturaleza violen-
ta del ser humano y ponen al descubierto el mecanismo del chivo expiatorio.
Girard está convencido de que todos los mitos ocultan la verdad acerca del chivo
expiatorio, y sólo los escritores de los Evangelios tocan una melodía nueva y única. Con-
denan la violencia e informan al lector que la muerte de Jesús fue en verdad un crimen,
puesto que no hubo fundamento legal para condenar a Jesús. Otros escritores del Nuevo
Testamento interpretan la muerte de Jesús como un sacrificio, pero Girard rechaza esta
interpretación con vehemencia. Considera que es retroceder al pensamiento primitivo
de un Dios que quiere matar a víctimas inocentes.
Girard ve chivos expiatorios en todas las historias bíblicas e identifica el lenguaje
específico del mito universal del chivo expiatorio en cada uno de los textos. No sigo a
Girard en cuanto a esto. Sin embargo, sí creo que una lectura mitológica de una gran
cantidad de textos nos ayuda a descubrir rasgos textuales específicos. La idea de que
todos los mitos bíblicos pueden reducirse a uno solo y universal es una distorsión de la
rica variedad de textos que encontramos en la Biblia. Se nos ofrecen en la Biblia mu-
chos casos de típico lenguaje mitológico, donde los temas y motivos mitológicos inclui-
dos sólo pueden interpretarse dentro del sistema simbólico del mito. La obra de Girard
puede ayudarnos a identificar e interpretar temas y motivos mitológicos importantes
en los textos bíblicos.
Girard identifica una serie de principios estructurales que operan en los textos bí-
blicos. Estos principios son como conceptos subyacentes que forman parte de la estructu-
ra profunda del texto. Destacan en el enfoque de Girard tres principios estructurales: el
deseo mimético, la crisis sacrificial, y la violencia fundacional. La historia de la muerte de
Abel (Gn 4) nos ofrece un buen ejemplo en el que se pueden distinguir con claridad estos
tres principios estructurales.
La violencia fundacional
La violencia en la historia de Caín y Abel es, según Girard, una violencia fundacio-
nal. El crimen conduce al nacimiento del pueblo de Caín y a la fundación de la primera
ciudad. Esto último parece ser una innovación importante. Se podría preguntar si el título
principal del mito no debería ser la fundación de la primera ciudad, más que el homicidio
de Abel. Esto quizá sería ir demasiado lejos y sólo relaciona la violencia fundacional con
una innovación cultural particular. Quizá la mención de la fundación de la primera ciu-
dad se agregó a la historia como una digresión etiológica. Es un motivo que se encuentra
a menudo en los mitos: la violencia que da origen a una innovación. El narrador de las
historias del Génesis utiliza mucho este motivo, como descubriremos más adelante en
este capítulo.
Un texto como la historia de Caín y Abel debería, en primer lugar, interpretarse
dentro del registro mitológico dado, que es una historia escrita en lenguaje mitológico.
Girard está muy conciente de ello y ofrece una interesante exégesis de todo este relato y,
en particular, aborda puntos delicados, como el de la marca de Caín.
La marca de Caín
Después de dar muerte a su hermano, Caín recibe una marca que lo distingue de
los demás. Esto ha dejado perplejos a muchos comentaristas. Es obvio que la marca es
una señal mitológica. Girard la relaciona con el peligro del deseo mimético. La marca in-
dica con claridad que quien la ostenta es diferente de los demás y que esa distinción debe
ser respetada. No se debe desear lo que posee el portador de la marca.
El trasfondo sociológico de la historia es la hostilidad histórica entre los pastores
nómadas y los agricultores que se volvieron sedentarios y habitaron en ciudades en el an-
tiguo Cercano Oriente. La revolución agraria y el desarrollo de la cultura urbana conduje-
ron a conflicto y tensión en gran escala. La historia de Caín y Abel refleja esta tensión.
En el relato del jardín del Edén (Gn 2.4-3.24), la distinción entre dioses y seres hu-
manos es la que corre el peligro de ser eliminada. Cuando Adán y Eva comen del fruto
prohibido, se vuelven como dioses. La distinción entre seres humanos y dioses se vuelve
confusa y esto constituye una crisis (véase en el capítulo 10 un análisis más detallado).
Esta crisis se resuelve con su expulsión violenta del jardín del Edén. Se colocan
criaturas mitológicas con armas mortíferas en la puerta del jardín para bloquear el camino
hacia el árbol de la vida. La historia del paraíso es, de hecho, violenta. La expulsión
El relato del gran diluvio (Gn 6-9) utiliza los mismos motivos mitológicos que el re-
lato del jardín del Edén. Los hijos de Dios toman como esposas a mujeres de hijos de
hombres. La distinción entre dioses y humanos queda eliminada. Los hijos nacidos de la
unión entre seres divinos y humanos son gigantes (nefelim en hebreo), y comienzan a
aterrorizar a la tierra con violencia. Se produce una crisis, que conduce a la decisión divi-
na de destruir toda la tierra con un enorme diluvio.
Se describe a Lot como un patriarca sin sucesor, tema muy familiar en el libro de
Génesis. Como en muchos casos en los relatos del Génesis, las mujeres son las que toman
la iniciativa de romper el estancamiento. Las hijas engañan a su padre haciéndole beber
mucho vino, y cuando ya se ha emborrachado, se acuestan con él. Al patriarca se lo des-
cribe como pasivo, sin voluntad ni decisión. Simplemente bebe el vino, se emborracha y
cumple sin saberlo con el papel de procreador en una relación incestuosa.
El motivo incesto ocurre en mitos de todo el mundo. El incesto es una clase de cri-
men fundacional en la mitología, directamente relacionado con la creación y la innovación.
Dioses, antepasados legendarios, engañadores, y otros cometen incesto y, como resultado
de ello, se crean cosas. La tierra, el sol y la luna aparecen, se fundan nuevos grupos étnicos,
se descubren nuevas plantas, se inventan nuevos instrumentos y se innovan instituciones.
En algunas sociedades africanas, los futuros gobernantes tienen la obligación de
cometer un acto de incesto antes de tomar posesión como reyes. Por ejemplo, este fue el
caso entre los suazi de Sudáfrica (Kuper 1944). El acto del incesto cometido en este con-
texto se cree que tiene un efecto especial en el futuro rey, ya que lo saca ritualmente del
rango de personas ordinarias y le otorga poderes sobrenaturales. Estos poderes lo hacen
apto para gobernar. Sin embargo, el crimen del incesto cometido debe enfrentarse y al-
guien tiene que morir en lugar del rey.
Hay un tabú universal en cuanto al incesto en todo el mundo, pero en el mito el in-
cesto es un motivo fundacional.
En la historia de Lot, estamos frente a un incesto mitológico. Ambas hijas quedan
embarazadas y dan a luz a hijos varones. La hija mayor llama a su hijo Moab, que en he-
breo suena como «de mi padre», y la joven llama a su hijo Ben-ammi, que en hebreo sig-
nifica «hijo de mi pariente». Esta asignación de nombres demuestra claramente que los
hijos son fruto de una relación incestuosa.
El incesto del antepasado legendario Lot conduce al nacimiento de dos nuevos
grupos étnicos: Moab y Ammon. El autor del Génesis ha tratado la historia del incesto en
su categoría de leyenda de un antepasado. Se abstiene de cualquier juicio moral, dado
que entiende el significado mitológico y la lógica del relato.
Judá y Tamar
La historia de Judá y Tamar (Gn 38) se parece al relato de Lot en muchos aspectos.
El patriarca Judá, como en el caso de Lot, va a morir sin sucesor. Aunque ya tuvo tres hi-
jos, uno tras otro mueren bajo circunstancias sospechosas sin producir un heredero. El
hijo mayor, Er, casado con una mujer cananea de nombre Tamar, murió en forma inespe-
rada, sin dejar hijos. El narrador informa a su audiencia de que el Señor le dio muerte por-
que era malvado. El segundo hijo, Onán, heredó la mujer de su hermano, pero no
cumplió con los deberes de un hermano: se negó a impregnar a su cuñada en nombre de
su hermano difunto. El narrador nos dice, «Sabiendo Onán que la descendencia no sería
suya, cuando se llegaba a la mujer de su hermano vertía en tierra, para no dar descenden-
cia a su hermano» (Gn 38.9). El Señor también dio muerte a Onán porque fue infiel a la
ley del matrimonio del levirato.
A Judá le quedaba sólo un hijo y tenía miedo de la peligrosa mujer Tamar, la cana-
nea que ya había causado la muerte de dos de sus hijos. Un antropólogo reconoce de
inmediato la situación. Si dos hombres jóvenes se casan con la misma mujer y mueren de
repente, a los ojos de la sociedad hay una sola persona sospechosa, y es la mujer. No pue-
de evitar que se la acuse de brujería en una sociedad en la que predominaba la creencia
en brujerías. Deberíamos advertir que el narrador sabe que fue el Señor quien dio muerte
a Er y a Onán, pero Judá, el principal personaje de la historia, no lo sabía. Sospechaba de
Tamar y la envió donde su padre para que viviera en la casa de éste. Judá trató de salvar a
su último hijo no dándoselo a Tamar, su nuera viuda. Con ello crea un estancamiento.
Tamar es la matriarca y el sucesor debería salir de ella de la misma forma que el sucesor
de Abraham provino de Sara.
También en esta historia es la mujer quien toma la iniciativa para salir del estanca-
miento. Engaña a Judá disfrazándose de prostituta, y tiene intimidad sexual con su sue-
gro, de modo que engendra hijos. En este caso lo que se viola no es el tabú del incesto,
sino el tabú del suegro. En muchas sociedades en todo el mundo, el tabú del suegro y la
suegra regulan la conducta social y sexual. Asimismo, la Torá en forma explícita condena
la relación sexual entre nuera y suegro (Lv 18.15).
Llama la atención que el narrador no haga ninguna ponderación moral. Judá alaba
la acción de su nuera. Admite que fue más leal (tsedek en hebreo) que él (Gn 38.26).1
Tamar es un personaje engañoso. El engañador o tramposo aparece en el folklore y
en la mitología en todo el mundo. Los tramposos pueden ser seres humanos, tanto hombres
como mujeres, seres divinos o animales. El tramposo es un creador de seres y cosas. Trans-
forma, distorsiona e invierte la realidad. El tramposo puede dar la vuelta a situaciones difíci-
les. El tramposo con frecuencia se encuentra contra la pared. Mediante el engaño y la
astucia, violando normas, y con otras acciones similares, encuentra una salida. Entonces se
establece una nueva norma, se crea un nuevo ser o cosa, y se conserva la vida. Philip Noss
(2001) señala con razón que en la Biblia hay una buena cantidad de personajes parecidos a
tramposos (por ejemplo, Abraham, Rebeca, Jacob, Job y Sansón), pero en los relatos bíblicos
no se puede encontrar ningún tramposo completo. Tamar tiene muchos rasgos de un perso-
naje tramposo; en contra de toda probabilidad se las arregla para dar la vuelta a la situación.
La historia de Judá y Tamar se remonta a una tradición tribal antigua de la tribu de
Judá. Se describe a Tamar la matriarca como una heroína que cambió una situación imposi-
ble en otra que generó vida. Las madres y abuelas deben haber contado estas historias a los
niños, ya que esta clase de historias ayudaban a los jóvenes en su búsqueda de identidad. El
autor o redactor del libro de Génesis pudo haber incluido esta historia en este libro para fi-
nes políticos. Relaciona a la tribu de Judá con los clanes cananeos en la región de Adulam.
Es muy probable que el núcleo del libro de Génesis se hubiera escrito durante el período da-
vídico-salomónico. La época de la monarquía unificada fue un período de expansión sin
igual en la historia de Israel. Muchas tribus vecinas pasaron a ser vasallos y muchas comuni-
dades étnicas se incorporaron al reino de David. Los pueblos antiguos interpretaron las con-
formaciones políticas en función de las relaciones familiares. El autor y compilador del libro
de Génesis veía a Abraham como el padre de muchas naciones. Su libro podía servir como
una carta política que legitimaba el status quo político de la monarquía davídica.
La leyenda y el mito en el Génesis
Los relatos del Génesis contienen una gran cantidad de leyendas y mitos contados
de nuevo. Las leyendas eran historias que ocurrieron en tiempos lejanos cuando los
antepasados fundaron los grupos. Todos los pueblos conservan historias acerca de sus an-
tepasados. Los antepasados no fueron nunca aburridos ni carentes de color; con frecuen-
cia fueron heroicos, verdaderas leyendas. Hicieron grandes cosas, inventaron toda clase
de instrumentos y crearon reglas y costumbres importantes. Todo esto se aplica también
a los patriarcas y matriarcas del antiguo Israel. También ellos fueron figuras legendarias
que no estuvieron sujetos a las mismas normas y reglas que las personas ordinarias. Po-
seían poderes y fortaleza sobrenaturales (Gn 20.17-18; 29.10), tuvieron relaciones inces-
tuosas (Gn 20.12) y fueron personas extraordinarias en más de una manera.
Los mitos son historias acerca de tiempos primigenios. Pueden también contar his-
torias de antepasados, pero estos antepasados están más distantes que los antepasados tri-
bales. Un enfoque antropológico de los relatos de Génesis interpreta el texto bíblico
como mito y leyenda vueltos a contar. Esto resulta evidente en la Biblia misma y se elabo-
ra más en tradiciones teológicas cristianas. Sólo podemos concluir que un enfoque antro-
pológico es decisivo para descubrir los estratos más primitivos de significado oculto en el
texto y constituye un instrumento sumamente valioso en la exégesis bíblica. El traductor
de la Biblia debe reconocer el lenguaje mitológico típico de pasajes específicos y respetar
en su traducción el registro lingüístico del mito.
Notas
1 La traducción de la palabra hebrea tsedek con el equivalente «justo» no transmite la no-
ción de lealtad y fidelidad. Tamar, quien era cananea, fue más leal a la tribu que el mismo
patriarca Judá.
10
Lectura antropológica del relato del
jardín del Edén
Una lectura antropológica del relato del jardín del Edén se aleja de las interpreta-
ciones judía y cristiana que se han elaborado en el curso de los siglos, e intenta ir al fondo
de estas interpretaciones para descubrir en la historia estratos anteriores de significado.
El relato del jardín del Edén es un mito vuelto a contar que debe haber sido conoci-
do en tiempos antiguos en varias formas orales. La versión escrita que encontramos en el
libro de Génesis contiene digresiones etiológicas y también comentarios teológicos que
se agregaron en períodos posteriores.
Temas y motivos
El tema principal del relato es común en mitología. Muchos grupos étnicos cuen-
tan la historia de cómo los primeros pobladores de la tierra no pudieron conseguir la in-
mortalidad. Se trata básicamente de la historia de cómo entró la muerte en el mundo. En
muchos mitos se cuenta la historia de cómo los primeros seres humanos perdieron una
oportunidad de oro para vivir para siempre a causa de algún error trivial. Asimismo, en
estos mitos aparece a menudo el papel de un engañador. Una amplia gama de estos mitos
incluyen a una serpiente que se parece a la del jardín del Edén. Echa a perder la oportuni-
dad de la raza humana de llegar a ser inmortal y de unirse a los dioses.
Los mitos con frecuencia contienen recuerdos de un pasado muy distante. Refle-
jan rasgos psicológicos básicos del alma humana. Tomando en cuenta esto, se advierte
que muchos mitos contienen elementos acerca de la caída del género humano. Los seres
humanos caen de ser amigos del Creador a la enajenación y el deterioro moral. Esta clase
de mito revela una flaqueza moral fundamental en los seres humanos.
Los mitos de la muerte y la vida contienen un tema principal y una serie de subtemas
y digresiones. El relato del jardín del Edén no es la historia de un solo mito. Antes bien, se
pueden reconocer muchos subtemas y digresiones con propósitos etiológicos distintos.
vistos como mágicos. Los pueblos antiguos creían que cuando alguien comía un fruto má-
gico esa persona se transformaba en un ser diferente. El pensamiento subyacente es en
verdad mágico; se creía que incluso el Creador no podía deshacer los efectos del fruto
mágico. Cuando Adán y Eva comieron del fruto del árbol del conocimiento del bien y del
mal, se convirtieron en dioses, como lo indica el texto (Gn 3.22). El Creador entonces de-
cidió apartarlos del árbol de la vida por la sencilla razón de que, si hubieran comido del
fruto de ese árbol, se habrían transformado en seres inmortales.
El relato del jardín del Edén no da ningún indicio en cuanto a tiempo. ¿Vivieron los
dos en el jardín por un largo tiempo o sólo por poco? Una leyenda judía antigua afirma que
los dos vivieron en el jardín por mucho tiempo y que, después de muchos años, comenza-
ron a mostrar señales de debilidad. Eva se dirigió hacia la mitad del jardín para tomar fruto
del árbol de la vida porque sintió que Adán necesitaba el antídoto para la muerte. Al tratar
de llegar al árbol de la vida, tuvo que pasar junto al árbol del conocimiento del bien y del mal,
que había formado como un seto alrededor del árbol de la vida. El árbol del conocimiento,
pues, impedía el acceso al árbol de la vida.
Cuando Eva estuvo cerca del árbol de la vida, una serpiente se le aproximó y le
dijo con voz humana: «¿Por qué no tomas un fruto del árbol del conocimiento; si lo co-
men, serán como dioses (’elohim.), sabrán lo que ellos saben y tendrán lo que ellos tie-
nen; serán inmortales como ellos» (en forma parecida Ginzberg 1992:38-40). La antigua
leyenda judía ayuda mucho a una lectura antropológica ya que refleja un texto más origi-
nal con menos interpretación teológica.
Hay muchos paralelismos entre el relato bíblico del jardín del Edén y mitos africa-
nos sobre el origen de la vida y la muerte. Las semejanzas son notables, como lo demos-
trarán los siguientes ejemplos. Todos estos ejemplos son mitos simples, aunque algunos
contienen alguna digresión.
El camaleón y el lagarto
Así pues, debido a su impaciencia, el ser humano no puede volver a nacer después
de la muerte (Beier 1966).
El camaleón y la serpiente
Los vute de Camerún tienen una historia parecida. Dios envió al camaleón a los
seres humanos con el mensaje de que volverían a la vida después de la muerte. El ca-
maleón fue muy lento y perdió mucho tiempo en su viaje de regreso. La serpiente se
había enterado del mensaje que Dios quería transmitir al pueblo, de modo que fue a la
ciudad y fingió ser un mensajero de Dios con las malas noticias de que los seres huma-
nos deberían morir para no regresar de la muerte. Las personas creyeron a la serpiente.
Cuando por fin llegó el camaleón, no creyeron las buenas noticias que traía.
Los vute utilizan este mito para legitimar su costumbre de matar a las serpientes
en cuanto las ven. Dicen que tienen derecho de matarlas de inmediato porque la serpien-
te trajo muerte a sus antepasados (Sieber 1925).
Muchos mitos contienen alguna clase de malentendido o confusión causante de
que la muerte sea una condición permanente de los seres humanos. Con frecuencia, este
malentendido se refiere a un error trivial. A veces este error puede tener que ver con im-
paciencia, curiosidad o simple codicia. El motivo del fruto prohibido también se encuen-
tra en los mitos de pueblos africanos, como veremos en el siguiente mito.
El fruto prohibido
Según los efe del Congo, Dios creó al primer ser humano con la ayuda de la luna.
Formó el cuerpo con arcilla. Luego lo cubrió con piel y por fin le introdujo sangre. Llamó
al primer hombre Batís. Dios susurró a su oído para decirle que engendrara muchos hijos,
pero impuso la siguiente regla: podía comer de todos los árboles, pero no del árbol tahu.
Batís tuvo muchos hijos e hizo que obedecieran la regla. Cuando envejeció, se reti-
ró al cielo. Sus hijos obedecieron la regla y cuando envejecieron, también ellos se retira-
ron al cielo.
Pero un día una mujer embarazada se sintió llena del deseo irresistible de comer
del árbol tahu. Le pidió a su esposo que le trajera un fruto del mismo, pero éste se negó.
La mujer insistió y por fin el esposo accedió. Entró al bosque de noche, tomó el fruto
tahu, lo peló y escondió la cáscara entre la maleza. Pero la luna lo vio y le dijo a Dios lo
que había visto. Dios se enojó tanto que envió la muerte a los hombres como castigo
(Beier 1966:63).
El poema épico Gilgamesh
En la historia de Gilgamesh, el héroe encuentra la planta de la vida, descrita como
«el secreto de los dioses». La espinosa planta crecía en el fondo del mar, y Gilgamesh pudo
conseguirla atando pesadas piedras a sus pies con lo que pudo llegar a lo más profundo del
mar. Cuando tomó la planta en sus manos, cortó las piedras atadas a sus pies y el mar lo em-
pujó hacia la orilla. Gilgamesh quiso llevar la planta a la ciudad de Uruk, donde se la entre-
garía a los ancianos. Pero cuando se bañó en un pozo de agua fría, una serpiente le robó la
planta, y así perdió el antídoto para la muerte en un momento de descuido.
Los seres humanos han vivido obsesionados por su condición de mortalidad desde
que se despertó su conciencia. Todos los mitos expresan en formas diferentes que debido
a algún evento trágico, los primeros seres humanos perdieron una ocasión de oro para ob-
tener o conservar la inmortalidad.
En la mitología universal, los dioses son inmortales y los seres humanos pierden esta
condición como consecuencia de algún error o malentendido. Un falso mensajero los enga-
ña, se convierten en víctima de un mensajero lento, o son engañados de algún modo. La
muerte nunca se atribuye al Creador; nunca se lo describe como quien estableció esta con-
dición de mortalidad. Todos los mitos contienen algún elemento de una teodicea.
La historia del jardín del Edén nos cuenta cómo los antepasados de la raza humana per-
dieron la oportunidad de conseguir la inmortalidad. Vivían en un jardín teniendo a mano el ár-
bol de la vida. Estuvieron muy cerca del mismo, pero nunca pudieron tomar su fruto. Una
serpiente los confundió y tomaron el fruto del árbol equivocado.
La serpiente
Los antropólogos no suelen sorprenderse demasiado de encontrar una serpiente en
el jardín del Edén. En la mitología se utiliza la serpiente como símbolo universal y polivalen-
te. Se asocia con el poder procreador, tanto destructor como sanador, y con la fertilidad y la
sabiduría. En las religiones mesopotámicas, se asocia a la serpiente con una gama de deida-
des y demonios. Se describe a algunos dioses con la parte inferior del cuerpo en forma de
serpiente. También, se presenta a los faraones y los dioses egipcios como con serpientes ve-
nenosas como parte de sus cuerpos para protegerlos. La serpiente aparece en la literatura
mundial en una variedad de papeles: como adversario mortal, como engañador, como men-
sajero de los dioses y también como sanador y protector.
Los estudiosos de la antigua religión mesopotámica están familiarizados con la
imagen de una criatura alada, un demonio, que sirve de custodio para el árbol de la vida.
En relieves en palacios y templos asirios, encontramos a demonios junto al árbol de la
vida. Con frecuencia se representa a estos demonios como tomando un fruto mágico, que
en la mitología mesopotámica es el dátil. Los demonios deben dar de comer al rey con el
fruto mágico, pero también tienen que impedir que se acerquen intrusos y ladrones. Su
tarea es cuidar el árbol de la vida y protegerlo.
La serpiente junto al árbol de la vida en la historia del jardín del Edén no era una
serpiente normal. Podía hablar y tenía patas. El texto de Génesis implica claramente
que la serpiente caminaba sobre patas. Cuando fue maldecida por su papel en engañar
a la mujer, tuvo que arrastrarse sobre el vientre para siempre como castigo. Por esto de-
bemos deducir que originalmente era un demonio con rasgos de serpiente, que prote-
gía el árbol de la vida.
En la historia del jardín del Edén, la serpiente asume la forma de un engañador y es
la personificación de la confusión. Oscurece las distinciones fundamentales entre huma-
nos, dioses y animales. La serpiente habla el lenguaje humano, conoce los secretos de los
dioses y, como tal, es el mensajero ideal entre el Creador y los seres humanos. Sin embar-
go, no se presenta a la serpiente como mensajero, y nunca es introducida oficialmente en
el relato. Pretende ser un mensajero divino que habla en nombre del Dios creador y resul-
ta ser un mensajero falso.
La palabra hebrea ’elohim tiene forma plural, y puede tener significado tanto singular
como plural. Aquí puede significar Dios o dioses. En la Biblia Hebrea se utiliza la palabra
’elohim como nombre personal para el Creador y como nombre de clase para seres divi-
nos. El narrador de la historia del jardín del Edén siempre utiliza el nombre compuesto,
Yavé Elohim (Señor Dios) para el Creador cuando es él quien habla. La serpiente también
utiliza ’elohim para referirse al Creador. Sin embargo, en la cláusula «seréis como
’elohim», se utiliza el término en un sentido diferente, a saber, como nombre de clase
para seres divinos. En este contexto no es probable que ’elohim se refiera al Creador. La
serpiente no quiere decir, «seréis Elohim, el Creador». El Creador es un ser único. La ser-
piente predice que Adán y Eva se volverán como dioses; esto quiere decir que comparti-
rán las mismas características.
Más adelante en el relato, Yavé Elohim dice, «El hombre ha venido a ser como uno
de nosotros» (Gn 3.22). El narrador confirma que la predicción de la serpiente se ha he-
cho realidad puesto que Adán y Eva se han vuelto como seres divinos. En qué forma los
dos se han vuelto como dioses es un punto crucial en la interpretación de la historia.
Los exégetas de este pasaje se han sentido a menudo perplejos en cuanto a qué
parte de este pasaje hay que tomar en forma literal y qué parte en forma metafórica. Es
obvio que sólo cuando utilizamos el escenario del mito para la lectura podemos encon-
trar sentido en el lenguaje mitológico típico de la historia. Tenemos que respetar el regis-
tro del mito e interpretar los motivos míticos dentro de su contexto. Esto se aplica de
igual modo a la expresión «comer del fruto». La pregunta que viene a la mente es la si-
guiente: ¿qué implica comer del fruto y llegar a ser como dioses? Una vez más, debemos
examinar el texto con minuciosidad:
que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios [’elohim],
conocedores del bien y del mal. Al ver la mujer que el árbol era bueno para
comer, agradable a los ojos y deseable para alcanzar la sabiduría, tomó de
su fruto y comió; y dio también a su marido, el cual comió al igual que ella.
Entonces fueron abiertos los ojos de ambos y se dieron cuenta de que
estaban desnudos. Cosieron, pues, hojas de higuera y se hicieron
delantales. (Gn 3.4-7)
En este pasaje encontramos una serie de expresiones metafóricas: «comer del fruto del
árbol del conocimiento del bien y del mal», «abrir los ojos», «alcanzar sabiduría» y «darse
cuenta de que estaban desnudos». Todas esas expresiones metafóricas necesitan una in-
terpretación contextual dentro del registro del mito. En el lenguaje predominan los ver-
bos «conocer» y «ver», y estos verbos asumen un significado muy específico en el relato.
El verbo «conocer» en hebreo tiene una amplia gama de significados; por ejemplo,
puede asumir el significado de intimidad sexual, como en Gn 4.1. La sugerencia de que co-
mer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal sea una expresión simbólica de
tener relaciones sexuales íntimas, ya se encuentra en la literatura patrística, y por ello no es
una novedad en la interpretación tradicional. Hay una serie de pistas en el texto que aluden
a la existencia de una relación asociativa entre comer del fruto del árbol del conocimiento
del bien y del mal y el acto de relación sexual.
El narrador nos dice que la mujer vio que el árbol del conocimiento del bien y del
mal era bueno con el fin de adquirir sabiduría. Sabiduría, en este contexto, no debería en-
tenderse como sabiduría intelectual, sino como sabiduría práctica. Una persona sabia
sabe de la vida. La persona sabia es lo opuesto a la persona inexperta, inocente. Adán y
Eva eran inocentes, carecían de la sabiduría de la vida. Cuando miraron el árbol y vieron
que el fruto del mismo podía darles sabiduría, desearon llegar a ser sabios. Las personas
inocentes no conocen cómo procrear, carecen de esta sabiduría esencial. El fruto del ár-
bol del conocimiento del bien y del mal es un símbolo de relación sexual íntima: contenía
el secreto de la procreación.
El verbo «ver» en hebreo también tiene una amplia gama de significados. Puede sig-
nificar «reconocer», «comprender», «percibir», y otros. El narrador informa al lector que
después de haber comido del fruto, se abrieron los ojos de ambos. En otras palabras, vieron
y entendieron. No se dice en forma explícita qué entendieron, pero el contexto sugiere cla-
ramente que entendieron la naturaleza de la relación carnal. Esta sugerencia se fortalece
con la expresión, «se dieron cuenta de que estaban desnudos». Comer del fruto produjo la
toma inmediata de conciencia de su desnudez. La expresión hebrea, «descubrir la desnu-
dez de alguien», que se encuentra a menudo en la Biblia Hebrea, significa tener relación
carnal con alguien. Cuando el relato habla de abrir los ojos y de la toma de conciencia de la
desnudez, tenemos que interpretarlo de manera metafórica y relacionarlo con el significado
en la esfera sexual.
En Génesis, los conceptos de comer del fruto y adquirir sabiduría están en orden
secuencial. Herbert C. Brichto destaca un interesante paralelismo en la historia de Gilga-
mesh, donde adquirir sabiduría y ser como dioses se describe como el resultado de tener
relación sexual (1998:87).
Enkidu, el gran amigo de Gilgamesh, solía vivir entre animales salvajes antes de es-
tablecer amistad con Gilgamesh. Comía lo mismo que los animales salvajes y era total-
mente ajeno a la cultura humana. Era una criatura salvaje inocente que no conocía nada
de la relación sexual. Su vida cambió cuando se encontró con una prostituta y tuvo inti-
midad sexual con ella. Esta intimidad lo convirtió en ser humano; lo hizo sabio. Cuando
se hubo producido el cambio, la prostituta le dijo las siguientes palabras: «Eres sabio,
Enkidu, te has vuelto como un dios» (Pritchard 1969:75). ¿Por qué la prostituta llamó
«sabio» a Enkidu después de que hubo aprendido acerca de las relaciones sexuales y por
qué, a los ojos de ella, él se volvió como un dios? Deberíamos entender que los pueblos
antiguos creían que los dioses, no los humanos, eran los creadores de todas las formas de
vida. La procreación era la prerrogativa, por excelencia, de los dioses. Este paralelismo to-
mado del poema épico de Gilgamesh proporciona más evidencia de que la sabiduría y
cualidades divinas se asociaban con las relaciones sexuales en la mitología del antiguo
Oriente Próximo.
Tema principal
El tema principal del relato del jardín del Edén es la pérdida de la inmortalidad y el
descubrimiento de la procreación. Adán y Eva adquirieron sabiduría, se volvieron como
dioses al comenzar a crear vida. La procreación es una cualidad atribuida a los dioses.
Originalmente no formaba parte de la capacidad de los seres humanos, pero aprendieron
el modo de actuar de los dioses al comer del fruto prohibido, que fue un robo. El robo es
un motivo recurrente en muchos mitos diferentes.
La procreación y la mortalidad están mitológicamente interconectadas. Cuando
Adán y Eva hubieron comido del árbol, se volvieron como dioses en un sentido específi-
co: aprendieron cómo procrear. En Gn 3.22-23 leemos:
Adán y Eva comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal. El fruto de este árbol
les dio el conocimiento del bien y del mal. La expresión «bien y mal» no debería tomarse
en forma literal. Es una expresión idiomática que se refiere a lo que es completo, a lo
esencial. Permite sugerir que nada queda excluido. Así pues, estas palabras, en esta ex-
presión concreta, no contienen connotaciones morales. Adán y Eva se volvieron como
dioses, conocedores del bien y del mal en el sentido de que adquirieron la sabiduría acer-
ca de la esencia de la vida, que es el secreto de la procreación. No adquirieron la otra im-
portante cualidad divina, la inmortalidad.
Digresiones etiológicas
En el relato bíblico del jardín del Edén, también encontramos una serie de di-
gresiones etiológicas. Los relatos etiológicos proporcionan explicación o legitima-
ción. Estos relatos explican por qué las cosas son como son o por qué a las personas se
les autoriza hacer lo que hacen. Un ejemplo de una digresión etiológica es Gn
3.14-15:
En este texto se explica por qué la serpiente se arrastra sobre su vientre. También, se legi-
tima la costumbre del ser humano de matar a las serpientes de inmediato y en forma vio-
lenta. Un enfoque antropológico trata este pasaje como una etiología en la que se
expresan tanto la supremacía del ser humano sobre las serpientes, como el poder de ma-
tar que tienen las serpiente venenosas.
Otro ejemplo de una digresión etiológica es Gn 3.16:
A la mujer dijo:
—.Multiplicaré en gran manera los dolores
.
En este versículo se da una explicación del hecho de que las mujeres sufran dolores du-
rante el parto. Este proceso natural de la vida se presenta como un castigo. La supremacía
de los hombres sobre las mujeres se legitima en esta etiología. Este hecho social se ve
como otro castigo para las mujeres.
Un último ejemplo de una digresión etiológica es Gn 3.19, donde Dios dice a
Adán:
Las cargas y dificultades de la vida se explican en última instancia con las palabras de esta
etiología. Dios maldijo la tierra y el hombre debe trabajar mucho para conseguir comida.
La vida es una lucha para sobrevivir y el destino final del ser humano es la tierra. La tierra
es su sino.
Interpretaciones teológicas
etiológicas del relato del jardín del Edén como elementos constitutivos de un mensaje
teológico más profundo. Se ha identificado a la serpiente como el poder sobrenatural del
mal y el gran adversario del Creador. La necedad mitológica de la mujer, quien creyó a la
serpiente y tomó el fruto del árbol equivocado, se ha interpretado como rebelión contra
Dios, como desobediencia voluntaria. Al hecho de comer del fruto prohibido se le ha
dado un significado espiritual.
Las Sagradas Escrituras enseñan que los seres humanos se han emancipado y tam-
bién enajenado del Creador. Esta es la esencia del drama histórico de los seres humanos.
Además, la etiología de la serpiente, en concreto la enemistad entre los descendientes de la
serpiente y la raza humana, ha recibido interpretaciones teológicas específicas. Algunos es-
tudiosos interpretan el aplastar la cabeza de la serpiente como una profecía del triunfo me-
siánico sobre el poder del mal. Esto se relaciona obviamente con una interpretación
posterior a la digresión etiológica original.
El relato del jardín del Edén contiene dos mensajes. El primero es un mensaje anti-
pagano, una contradicción de lo que las personas solían creer en el antiguo Oriente Próxi-
mo en cuanto a la procreación, es decir, la creencia de que los dioses eran los agentes
responsables de la procreación. El relato del Génesis dice que los seres humanos son los
agentes activos responsables por la procreación, aunque esto implica dificultades y dolor.
El segundo mensaje se refiere al drama primigenio acerca de la caída de los seres
humanos. El ser humano vivía con Dios en un jardín, pero se enajenó del Creador al co-
mer del fruto prohibido.
El relato del jardín del Edén tiene un trasfondo mitológico claro. El estrato mitoló-
gico del relato se refleja en el lenguaje específicamente mitológico. Este lenguaje refleja
pautas mentales fundamentales de la religión del antiguo Oriente Próximo: la politeísta y
la mágica.
Los traductores de un texto antiguo como el relato del jardín del Edén, a veces se
sienten tentados a basar indebidamente su traducción en la interpretación teológica del
texto y no en el texto mismo. Una lectura antropológica puede ayudar a que los traducto-
res tomen conciencia de las trampas que los pueden conducir a una mala traducción del
texto original.
11
La psicología del autor bíblico
Lévy-Bruhl y Lévy-Strauss
El desarrollo de la conciencia
La historia del género humano puede describirse como una evolución de la con-
ciencia. El concepto evolutivo implica que el hombre primitivo estaba menos consciente
que el hombre moderno. La perspectiva de desarrollo de la conciencia abre otra senda
para la exploración de la personalidad del autor bíblico antiguo. La conclusión de que el
autor antiguo era una persona menos consciente que una persona moderna parece obvia,
pero al mismo tiempo resulta bastante vaga.
El psicólogo Julian Jaynes, escribió un libro muy interesante sobre el origen y el de-
sarrollo de la conciencia humana. En su libro, The Origin of Consciousness in the Break-
down of the Bicameral Brain (1977), [El origen de la conciencia en la división del cerebro
bicameral], señala tres períodos distintivos en la evolución de la conciencia humana:
1. El período anterior al 3000 a.C. En este período la conducta humana se dirigía
por instintos y comportamientos automáticos. Las personas tenían una conciencia muy
superficial del yo y del mundo a su alrededor.
2. El período del 3000 al 1000 a.C. En este período, durante el cual la cultura hu-
mana pasó por un rápido desarrollo, el cerebro humano experimentó un cambio signifi-
cativo. Se dividió en dos hemisferios, el izquierdo y el derecho. El hemisferio derecho se
convirtió en el lugar donde se producen los procesos cognoscitivos, en el sentido neuro-
lógico de la palabra. El centro del lenguaje y las funciones ejecutivas que estimulan y mo-
vilizan las acciones, están todos ubicados en el hemisferio izquierdo. Los resultados de
los procesos cognoscitivos en el hemisferio derecho deben transferirse a través de un
puente neurológico al lado izquierdo donde pueden transformarse en lenguaje y acción.
Este puente neurológico se desarrolló muy lentamente, e inicialmente fue muy inadecua-
do para transferencias rápidas y eficientes durante este período concreto. Según Jaynes,
el ser humano de ese período tenía una cierta personalidad dividida. Los resultados de los
procesos cognoscitivos no se reconocían como decisiones del yo, sino como voces de dio-
ses y espíritus. El ser humano experimentaba la vida más como una marioneta que como
una persona que se guiaba a sí misma.
3. El período desde el 1000 a.C. hasta nuestro tiempo. En este período la división
entre los dos hemisferios dispuso de un buen puente neorológico. El cerebro desarrolló
una unidad de control central que vino a integrar cada vez más la personalidad. Los resul-
tados del proceso cognoscitivo se fueron reconociendo gradualmente como decisiones
del yo y ya no como voces de fuera de la persona. El desarrollo de la unidad de control
central y la correspondiente conciencia del yo fue un proceso gradual que comenzó a de-
sarrollarse después del 1000 a.C.
Jaynes menciona a los profetas del antiguo Israel como ejemplos de personas con
sus dos hemisferios todavía no plenamente conectados. Los profetas veían visiones y oían
voces. Esto procedía totalmente del hemisferio derecho y se interpretaba como que pro-
cedía de afuera, como de Dios. Jaynes identifica en los escritos bíblicos una integración
creciente de la mente y un concepto emergente del yo. El declive de la profecía en el ju-
daísmo temprano está relacionado con cambios físicos en los cerebros de las personas. Un
nuevo tipo de profetas empezó a surgir. Estos profetas tenían una mente más integrada y
un yo más desarrollado. Interpretaban las Sagradas Escrituras para revelar la voluntad del
Señor, y no dependían de visiones y voces de la misma forma que los profetas antiguos.
Los procesos cognoscitivos en la interpretación y aplicación de textos sustituyeron a la
alucinación.
A estas alturas no puedo evaluar en su totalidad cuál parte de la teoría de Jaynes es
especulación y cuál se basa en hechos sólidos de investigación neurológica. Resulta obvio
que los cerebros de las personas presentan modificaciones, y que quienes sufren de sínto-
mas esquizofrénicos graves tienen la deficiencia cerebral particular a la que se refiere Jay-
nes. Oyen voces todo el tiempo y sienten que fuerzas externas los controlan. También
goza de mucha aceptación la noción de que el cerebro humano se desarrolló a lo largo de
los siglos en el sentido que Jaynes lo indica; pero también es obvio que no disponemos de
un conjunto coherente de datos que abarquen todo el proceso evolutivo del cerebro hu-
mano. Mi conclusión es que la contribución de Jaynes a la comprensión del desarrollo de
la conciencia, nos proporciona un modelo pertinente para nuestro estudio de las diferen-
cias entre las personalidades de los pueblos antiguos y los modernos. Resulta, sin embar-
go, difícil encontrar datos sólidos en su investigación.
consagrado al Señor. No se le dio muerte como individuo culpable, sino que fue lapidado
hasta morir y toda su familia fue quemada, incluyendo a niños inocentes. Los antiguos israe-
litas tenían un concepto colectivista del ser humano. Es pertinente, para comprender al au-
tor bíblico antiguo, estudiar más en detalle los rasgos de este concepto.
La comprensión colectivista de la personalidad estaba muy difundida; opera inclu-
so en nuestro tiempo en gran escala. El psicólogo social Harry C. Triandis, asume que en
nuestro tiempo el setenta por ciento de la población del mundo ha seguido siendo colecti-
vista, en tanto que un treinta por ciento es individualista (1990:48). Una personalidad in-
dividualista se puede definir como sigue: una entidad delimitada, integrada y que se
regula a sí misma.
La personalidad moderna propia de los personas de América del Norte y de Europa
Occidental encaja en la categoría individualista. Estos hombres y mujeres modernos vi-
ven su vida como resultado de sus logros, se sienten responsables en última instancia de
sus pensamientos y acciones, y tienen la sensación de que son dueños de sus vidas. Los
pueblos antiguos no tenían la sensación de que sus vidas fueran el resultado de sus pro-
pios logros. Se sentían en gran parte como un producto de la obra de sus antepasados, pa-
dres y los demás miembros de la familia. Sentían sólo una responsabilidad limitada por
sus propios pensamientos y acciones, dado que creían que en gran parte los controlaban
otros seres humanos y las fuerzas sobrenaturales. No sentían que fueran dueños de sus
vidas. Tenían una percepción de sus vidas diferente a la de las personas modernas.
grupo. Un miembro de una familia noble tiene que defender a toda costa la posición de su
familia cuando se producen enfrentamientos. No tiene la libertad de salirse de una situa-
ción en la que el honor de la familia esté en juego. Un soldado debe ser valiente, y no se le
permite mostrar miedo a la muerte. Tiene que respetar el código de su grupo.
La personalidad colectivista ve el éxito en la vida en función de poder cumplir las
obligaciones que tiene, respecto a los grupos exclusivos a los que pertenece. No evalúa su
vida en función de realización ni logro personales. No desea ser diferente, ser alguien es-
pecial; aspira a ser igual, a conformarse a los códigos de los grupos a los que pertenece.
Observaciones finales
de los autores mismos. Incluso debemos admitir que el concepto mismo de autoría no siem-
pre está bien definido, en particular respecto a los escritos del Antiguo Testamento. ¿Debe-
ríamos considerar al yavista, quien es la fuente de la mayor parte de los relatos del Génesis,
como autor, o deberíamos verlo más como un narrador cuyos relatos fueron recopilados y
revisados a fondo por otros? Cuando hablamos de la psicología del autor bíblico, debemos
distinguir entre diferentes autores pertenecientes a diferentes períodos en la historia; por
ejemplo, el yavista (900 a.C.) y Pablo (50 d.C.). Tendemos a hacer caso omiso de las dife-
rencias evidentes, y es así que los situamos a ambos bajo el común denominador de autor
bíblico, con el fin de yuxtaponerlos con la personalidad moderna. A pesar de las limitacio-
nes de esta metodología, nos ayuda a enfocar matices importantes. Me gustaría resumir mis
hallazgos en este sentido y presentar en la página siguiente un cuadro que ayuda a identifi-
car las diferencias básicas entre la personalidad antigua y la moderna. Sin embargo, debería-
mos tener presente que, en muchas categorías, no podemos hablar de una dicotomía, sino
más bien de una modificación en el grado.
Colectivista Individualista
Elevado sentido de dependencia Sentido de independencia
Conformación a grupos sociales Expresión de características
personales
Obligación Libertad para elegir
Epílogo
El texto bíblico se originó en el antiguo Oriente Próximo. Esto implica que sólo
se puede interpretar de manera significativa dentro del contexto cultural del antiguo
Oriente Próximo. En este libro, he presentado una serie de enfoques antropológicos
que permiten que el lector se acerque más a las realidades del mundo que constituye el
trasfondo del relato bíblico. Comprendiendo que es imposible ofrecer una descripción
completa del contexto cultural de la Biblia, he presentado varios modelos tomados de
la antropología y de la sociología, que se pueden utilizar para crear un cuadro general
del contexto cultural.
El modelo antropológico de las religiones antiguas es sumamente pertinente para
una interpretación contextual de la Biblia. Debemos tener siempre presente en nuestro
pensamiento el hecho de que los pueblos antiguos vivieron en un mundo dominado por
dioses. Su visión del mundo fue politeísta y mágica. El culto a los antepasados también
fue un elemento importante en su religión. Los pueblos antiguos siempre necesitaron co-
nocer las causas de la fortuna y de la desgracia; la adivinación fue una necesidad de la
vida. Su conocimiento de las causas naturales de los desastres fue limitado. Todavía no
habían secularizado el mundo. Los pueblos en el antiguo Oriente Próximo se sintieron
rodeados de fuerzas y poderes hostiles. Su visión del mundo estuvo dominada por lo má-
gico y no por lo secular o científico, como ocurre en la mayoría de los pueblos modernos.
Debemos tener en cuenta que existe un abismo muy grande entre el universo simbólico
del autor bíblico y el del lector moderno.
El universo apocalíptico es una estructura simbólica clave para una interpretación
contextual de los escritos del Nuevo Testamento. Modifica las estructuras básicas del
modelo de las religiones del antiguo Oriente Próximo.
El texto bíblico refleja avances importantes en la evolución cultural de los seres
humanos. Los autores bíblicos ofrecen nuevos elementos de pensamiento. Estas nue-
vas ideas son nuevas en el contexto cultural del antiguo Oriente Próximo, aunque qui-
zá no lo sean totalmente para el lector moderno. Estas innovaciones culturales no
siempre se presentan en forma explícita. Con frecuencia se expresan de manera poéti-
ca, y a veces están formuladas como crítica mitológica a la que a veces sólo se alude.
Esto quiere decir que un lector moderno debe estar muy alerta y leer entre líneas lo
que se encuentra detrás de las palabras del texto. En el primer capítulo de la Biblia, se
nos ofrece una amplia gama de ideas nuevas. Subrayaré dos casos interesantes de ideas
nuevas expresadas en el texto.
En el primer capítulo del libro de Génesis leemos:
123
El mensaje de que toda planta y árbol produzcan semilla parece no tener importancia
para el lector moderno. Sabe muy bien cómo se multiplican las plantas y los árboles, ya
que por la biología dispone de conocimiento fáctico sobre el proceso natural de creci-
miento. Los pueblos antiguos no disponían de este conocimiento; creían que los dioses
creaban nuevas plantas y árboles en primavera y que las personas tenían que mejorar el
proceso de crecimiento con sacrificios y otras acciones rituales. El texto del Génesis con-
tiene, por lo tanto, un mensaje importante para el lector. Los traductores de la Biblia que
no consideren importante mencionar en forma explícita a la semilla, porque les parece
redundante, decidirían agilizar el texto omitiendo las frases «que dé semilla» y «cuya se-
milla esté en él». Lamentablemente se perdería entonces en la traducción un elemento
importante del mensaje del texto original.
En el primer capítulo de Génesis también leemos:
Este texto no relata simplemente el momento de la creación del ser humano. Contiene
un mensaje muy poderoso acerca de la naturaleza y el destino del mismo. El hombre es
creado a semejanza del Creador; lleva su imagen. En otras palabras, es su representante
en la tierra. Además, se le da dominio sobre todas las criaturas del universo. El lector mo-
derno puede no sorprenderse, pero el oyente o lector antiguo recibe un mensaje fascinan-
te. En el antiguo Oriente Próximo la gente creía que los reyes eran creados a semejanza
de los dioses. Se veía a los reyes como representantes de los dioses en medio del pueblo
común y corriente. Ellos, el pueblo, eran criaturas de calidad inferior, por así decirlo. No
recibían dominio sobre todas las criaturas del universo; sólo los reyes podían detentar
esos poderes. Una buena traducción de estos versículos de Génesis debe poner de mani-
fiesto el mensaje oculto para los lectores modernos.
Una vez más, debe insistirse en que la traducción e interpretación bíblicas deben
ser contextuales. La Biblia tiene una larga historia siendo interpretada fuera de contexto.
Muchas traducciones sufren de una falta de coherencia contextual. Así sucede en una se-
rie de traducciones modernas.
El texto bíblico forma parte de una cultura antigua. Un enfoque antropológico de la
Biblia busca formas de acercarse más a los sistemas simbólicos a los que se refiere el texto.
124
Resulta útil emplear diferentes escenarios para la lectura como ventanas hacia el mundo
simbólico que está detrás del texto bíblico. El escenario más poderoso para la lectura es el
modelo antropológico de las religiones antiguas. Otros, como el complejo de valores socia-
les, la estructura ritual y el mito, resultan ser igualmente útiles.
Los enfoques antropológicos de la Biblia pretenden llenar el vacío entre el universo
simbólico del escritor bíblico y el del lector moderno. Es una tarea que nunca se puede lo-
grar en forma completa. La identidad cultural del autor bíblico era muy diferente de la per-
sonalidad moderna. De igual modo, las funciones cognoscitivas eran diferentes. Sin
embargo, estoy convencido de que el lector moderno puede comprender el mundo psicoló-
gico y simbólico del hombre antiguo. También creo que se debería lograr y se puede lograr
más en esta área, si se toma en cuenta que se está avanzando en valiosas investigaciones
acerca del mundo cultural del antiguo Oriente Próximo. Ha habido crecimiento en el en-
tendimiento de que el contexto cultural es de suma importancia para la tarea de transmitir
el mensaje que quiso comunicar el texto bíblico.
125
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