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Anguila - Miller
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PIRULO DE TAPA
Anguila
Posdata
“EL PSICOANALISIS ES EL REVERSO DE
LA POLITICA”
Anguila
El autor examina las íntimas, escurridizas y eléctricas relaciones entre el Por Jacques-Alain Miller
psicoanálisis y la política: si bien “el psicoanálisis es exactamente el reverso LA TOLERANCIA SOCIAL Y SUS LIMITES
de la política”, sucede que “el inconsciente es la política”. Por lo demás, Sin gas en el manicomio
“indudablemente el psicoanálisis no es revolucionario” pero “es subversivo” Por Leonardo Gorbacz
y “produjo daños sensacionales en la tradición”.
E S C RIBEN HOY
Por Jacques-Alain Miller * Alejandra Dandan Brian Majlin
Christian Palma Cristian Carrillo
Cristina Savid David Usborne Elena
Llorente Horacio Bernades Horacio
Cecchi Jacques-Alain Miller Javier
Andrade José Manuel Ramírez Juan
Carlos Tizziani Juan Nicenboim Juan
Pablo Cinelli Julia González Julio
Nusdeo Julián Bruschtein Leandro
Arteaga Leonardo Gorbacz Luis
Bastús Luis Paz Marcelo Justo
Mariana Carbajal Mario Wainfeld Mario
Yannoulas Miguel Jorquera Nicolás
Lantos Noé Jitrik Oscar Ranzani
Pablo Vignone Pedro Lipcovich Raúl
epigrafe
Dellatorre Roberto Frenquelli
Sebastian Abrevaya Sebastián Premici
El inconsciente no conoce el tiempo, pero el psicoanálisis, sí. El psicoanálisis
Silvina Friera Sonia Tessa Werner
da lo que Stendhal llamaba “la audacia de no ser como todo el mundo”. Pertot Yumber Vera Rojas
Ahora bien, hoy en día, todo el mundo aspira a no ser como todo el mundo.
Este era indudablemente el caso de Lacan y su modo de no ser como todo el
mundo le fue por otra parte a menudo reprochado. En relación con la
política, él enseñaba sobre todo la desconfianza respecto de los ideales, de
los sistemas, de las utopías, que siembran el campo político. No creía en las
leyes de la historia. Ni una palabra permite creer que mantenía la idea de
una ciudad radiante, ya sea situada en el pasado o proyectada en el futuro.
Ni nostalgia, ni tampoco esperanza, sino una gran sobriedad respecto de la
política, acompañada de numerosos comentarios que iban desde la ironía
hasta el cinismo, marcados por sarcasmos y burlas, que subrayan que la
política es a la vez cómica y asesina. De las Memorias del cardenal de Retz
había retenido lo siguiente: “Siempre son los pueblos los que pagan el precio
del acontecimiento político”. Describía también al conquistador, llegando
siempre con la misma orden en la boca: “¡A trabajar!”. Para Lacan, la
alienación al trabajo era un hecho de estructura, pero que no introducía una
revuelta colectiva propiamente dicha, la lucha de clases alentando a los
explotados a combatir para convertirse en los explotadores de mañana.
Resumiendo, diríamos que en el campo político Lacan estaba en contra de
todo lo que está a favor.
Los que practican la política son los primeros en saber que ésta no es más
una cuestión de grandes ideales, sino de pequeñas frases. Ellos se las
arreglan con eso y los ciudadanos parecen querer que así sea. Que la
política no esté más idealizada no es una desgracia de la democracia. Sin
duda ése es su destino, su lógica y, si así puedo decirlo, su deseo. La
decadencia generalizada de lo absoluto en el campo político es notoria: algo
bueno en oposición al fanatismo, pero que no abre la vía a la discusión
racional entre ciudadanos desapasionados. Estamos en el reino de la
opinión. El debate público se desarrolla sobre un fondo de increencia, de
engaño, de manipulación declarada y consentida.
Esta es la regla del juego, deplorarlo también forma parte de él. Ya nadie
denuncia esto como abyecto, excepto algunos maldicientes o imprecadores,
que por otra parte hemos reducido a la impotencia. Si acaso alguno de ellos
tiene talento, nos felicitamos del condimento que aporta al debate público.
Forma parte del mismo movimiento de la civilización que revela sin descanso
el carácter artificial, construido, de todas las cosas en este mundo: el lazo
social, las creencias, las significaciones. El psicoanálisis participa de esto, ya
que ningún otro discurso ha sido más potente en sacudir los semblantes de
la civilización.
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