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¿QUÉ TAN JODIDOS ESTAMOS?

Estas fueron las palabras del flamante presidente de la cámara de diputados, Freddy
Mamani, minutos después de su posesión refiriéndose a la situación económica del país.
Al mismo tiempo afirmó que una vez asuman el gobierno podrán saber con exactitud
cuáles son los problemas de la economía nacional.
El mensaje más allá de buscar las primeras planas por lo alarmista de su declaración sin
especificar qué tipo de evidencia tiene para poder respaldarse, hace eco a las palabras
vertidas por el presidente electo, Luis Arce Catacora. Antes de las elecciones se sentía
confiado de que su modelo al ser retomado tendría la suficiente soltura y solidez para
viabilizar bonos, rescatar empresas públicas paralizadas por el gobierno transitorio que
extendió la mano a los organismos internacionales, en franca afrenta a los símbolos y
“runas” que rememoran los logros del proceso de cambio, “dignidad y soberanía”.
Pero abrir el paraguas antes de asumir no es una buena señal, retroceder en sus pasos
como presidente luego de haberse ido de lengua como candidato genera más
susceptibilidades aún a pocos días de asumir las riendas del país. La inyección de recursos
mediante el Bono “Contra el Hambre” vía crédito externo financiado por el Banco
Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo pretende aliviar en algo la precaria
situación económica de Bolivia en un contexto de recesión mundial consecuencia del
COVID-19.
Son 570 millones de dólares americanos (3.967 millones de bolivianos) que serán
transferidos a casi 4 millones de beneficiarios, esto con el objetivo de dinamizar la
economía interna a través de la demanda, es decir incrementar los ingresos de las
familias “coyunturalmente” lo suficiente como para despertar en las empresas privadas
a partir del consumo, una sensación de bienestar como para incentivar la inversión. La
activación de la producción y con esto demandar fuerza de trabajo, insumos y así poner
fin a la paralización parcial de la economía local.
Sin embargo, más allá de los deseos y objetivos, que abandonan el mero optimismo para
entrar en el campo subjetivo de pasiones doctrinales propias del Proceso de Cambio, es
fundamental analizar el estado de los agregados monetarios hoy por hoy. ¿Por qué? la
importancia de mantener los equilibrios en cuanto al crecimiento de la masa monetaria
por encima del Producto Interno Bruto Nacional (capacidad de producción de una
economía en el transcurso de año), las fuerzas mandan a que la producción en función de
su crecimiento y comportamiento demanda la cantidad de dinero suficiente para
garantizar la totalidad de transacciones llevadas con éxito en la economía.
El 2006 el Agregado Monetario M4* ascendía a 42.596 millones de bolivianos para un
Producto Interno Bruto de 91.748 millones de bolivianos a precios constantes, en
proporciones M4*/PIB teníamos un 46,43%, al año 2019 la brecha se redujo, mientras el PIB
se incrementó a 282.587 millones de bolivianos el Agregado Monetario M4* hizo lo propio
hasta llegar a 223.603 millones de bolivianos, esto en proporciones M4*/PIB se situó en
79,13%.
Una conclusión apresurada sería validar estos datos bajo un argumento simplista, si el
PIB sube es normal que la masa monetaria también lo haga en sí una sigue a la otra, no
hay ningún problema al respecto. Falso.
Existe un problema cuando vemos donde es que se incrementó el Agregado Monetario
M4* (M1 + M2 + M3), para 2019(p) la mayor diferencia de un agregado a otro se registró
entre M2 y M3 es decir la incorporación de los Depósitos a Plazo Fijo (DPF) en Moneda
Local, Unidades de Fomento a la Vivienda (UFV) e instrumentos en moneda local con
mantenimiento de valor respecto al dólar americano.
Esta diferencia entre agregados monetarios M2-M3 asciende a 94.311,68 millones de
bolivianos, obligaciones a corto plazo del sistema financiero local con muchos inversores,
pero es solo uno el inversor que debería llevarse nuestra atención, este inversor es el
Fondo de Pensiones administrado por las empresas españolas BBVA Previsión y Futuros
Bolivia con una inversión equivalente a 76.870,49 millones de bolivianos
(aproximadamente 11.044,61 millones de dólares americanos).
¿Y esto que tiene que ver con el programa económico de salvataje del gobierno de Arce?
Pues bien, apostar todas tus fichas a que esa inyección de dinero baste y sobre para
reactivar la economía es un suicidio tomando en cuenta lo que se pone en riesgo. Primero
pretender que los bancos comerciales sigan financiando créditos a pesar de encontrarnos
en el 15vo año de descapitalización es una locura, nuevamente insistiendo en la base del
modelo económico milagroso de Arce, la demanda interna. Alguien debe financiar esos
créditos adicionales para acompañar la reactivación de la inversión local ¿El Estado?
¿Cómo? ¿Seguir endeudándose con los organismos internacionales como está pasando con
el Bono contra el Hambre? Dejo la pregunta pendiente.
Segundo, meterle mano a las AFPs puede resultar una tentación para el Gobierno, apelar
a su liquidez y dejar a cambio bonos del Banco Central siguiendo la lógica, lleve ahora
pague después, lamentablemente sería un problema para la sostenibilidad del propio
sistema que basa su ineficiente funcionamiento a la llegada de más y más aportantes
para así poder financiar las rentas de los trabajadores jubilados, suben el capital para
incrementar los rendimientos a las mismas tasas miserables ofrecidas por los DPFs
bancarios. Quitando capital la casa de naipes terminaría por colapsar. Exigir la
liquidación de todos los DPFs en manos del sistema financiero dejaría un gran agujero
que desataría una crisis de liquidez bancaria, sin pago de préstamos (mora, periodos de
gracia por COVID-19), sin ahorristas, los bancos están contra las cuerdas desde hace ya
muchos años, acentuada más aún resultado de la pandemia.
Tercero, imprimir moneda sin respaldo cuando M4 para el año 2020, apelando las últimas
estimaciones del Banco Mundial (-7,2% caída del PIB), pasaría la barrera del 90% de
proporción respecto al PIB (91,84% para ser precisos) no deja mucho espacio para el
programa de rescate de Arce, lo único que lograría sería financiar una espiral de
inflación y la pérdida de credibilidad de su gobierno en los primeros 3 meses de su
gestión.
Finalmente, ya respondiendo al flamante presidente de la cámara baja, Freddy Mamani,
¿estamos jodidos económicamente? Si, ¿Qué tan jodidos? MAS de lo que usted cree.
Por: Carlos Armando Cardozo Lozada
Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Especialidad en Gestión del
Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático, Presidente de Fundación Lozanía

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