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La inmediata proximidad de lo lejano: los Cantos Hespéricos de Hölderlin en

la traducción de Verónica Jaffe

Cantos hespéricos es un dispositivo que desterritorializa y reterritorializa la

poesía de Hölderlin partiendo tanto de su “temple fundamental” como de su

potencia para trazar o rehacer cartografías, iluminar o enlazar paisajes,

vinculando el pasado griego con su patria alemana a través de montañas,

bosques, mares, archipiélagos y ríos.

Partiendo del espacio conceptual de una “imposible traducción” 1, Cantos

hespéricos nos coloca ante un plano en el que se conjugan las lecturas y

apropiaciones de Hölderlin en nuestro idioma con los desplazamientos de la

cultura global y el complejo contexto nacional venezolano. El gesto de este

volumen, publicado en Caracas en el 2016, es análogo a aquello que Deleuze

llamó “máquina de guerra”, un concepto traicionado por su nombre ya que poco

tiene que ver con enfrentamientos armados y todo con las condiciones en las

que emergen mutaciones creativas y líneas de fuga.

II

“Cantos hespéricos” contiene los himnos, caracterizados por Hölderlin como de

“carácter patrio”, escritos a partir de 1800. Se trata de los textos del famoso

Cuaderno de Homburg publicados, por primera vez, a principios del siglo XX,

en los que lo lírico se enlaza con lo público y lo político. Uno de los gestos de

Verónica Jaffé, como traductora y coautora del volumen, es utilizar la

1
Ver “Introducción en prosa. La posible e imposible traducción” de Jaffé coautora, junto con Hölderlin, de
este libro.
prestigiosa edición crítica de D.E Sattler para construir un libro que aparenta

seguir las pautas de una edición bilingüe tradicional 2. Dos columnas confrontan

el texto original en alemán con la propuesta de traducción de la poeta

venezolana. A lo anterior se suman una serie de poemas, o escolios en clave

poética, escritos por Jaffé, en contrapunto con los himnos de Hölderlin. Se

trata de textos que se proponen “…hacer poesía desde lo propio, personal e

individual pero dirigida a lo ajeno y colectivo…” (26) todo ello dentro del

horizonte de un “uso libre de lo propio o nacional” planteado por el poeta

alemán durante la gestación de sus cantos.

Junto a lo anterior, un hermoso juego de espejos sostiene la concepción de

Cantos hespéricos. Una especie de “mise en abyme” que nos recuerda que

Hölderlin fue traductor de Píndaro y Sófocles, al tiempo que sus cantos pueden

entenderse como una forma de “traducción” o comentario poético en torno a la

poesía de la Grecia clásica. Frente a esto, de manera bellamente simétrica,

Jaffé traduce del alemán a Hölderlin y al mismo tiempo reproduce el gesto

hölderliniano de basar sus propios poemas en los cantos traducidos.

Sin embargo, la traducción de Jaffé no se propone hacer más “legible” el texto

original o versionarlo en nuestra lengua. Por el contrario, la traducción que

ofrece es “literal” hasta el punto de volver opaco el sentido de los Cantos que

se nos muestran en un español “sacudido con violencia por la lengua

extranjera” para usar una imagen de Walter Benjamín.

2
Jaffé agradece a Sattler la ayuda brindada para su traducción “torpe y cortada” pero “lo m ás fiel
posible” (30)
Esta suerte de traducción “salvaje”, a ratos agramatical, apunta hacia algo que

sostuvo el ya citado Benjamin al referirse a las ya mencionadas traducciones

de Sófocles hechas por Hölderlin:

“La fidelidad de la traducción de cada palabra aislada casi nunca puede


reflejar por completo el sentido que tiene el original, ya que la
significación literaria de este sentido, en relación con el original, no se
encuentra en lo pensado, sino que es adquirida precisamente en la
misma proporción en que lo pensado se halla vinculado con la manera
de pensar en la palabra determinada. (…) Y hasta podría decirse que la
traducción literal, en lo que atañe a la sintaxis, impide por completo la
reproducción del sentido y amenaza con desembocar directamente en la
incomprensión. En el siglo XIX las traducciones de Sófocles hechas por
Hölderlin eran los ejemplos monstruosos de esta traducción literal. Se
comprende fácilmente hasta qué punto la fidelidad en la reproducción de
la forma acaba complicando la del sentido.” (139)

Jaffé parece proponer un “ejemplo monstruoso” de traducción literal o, quizá de

manera más precisa, una especie de fidelidad “monstruosa” al texto original de

Hölderlin que destruye la sintaxis y el sentido de los poemas al verterlos al

castellano. Es la salida que encuentra a la paradoja de una “imposible

traducción”: dejar las marcas en nuestra lengua de un intento “monstruoso” de

traducir lo imposible.

III

Este gesto radical, por parte de una traductora reconocida en el campo

intelectual venezolano, desplaza la búsqueda del sentido hacia sus poemas

dedicados a Hölderlin. Se trata de versos en clave menor, incluso discretos y

humildes, que postulan, como señalamos al principio, una suerte de cartografía

hölderliniana de carácter global. Un listado de los ríos y mares que son

recorridos en esos poemas sirve para ilustrarlo: el Orinoco, el estuario de

Gironda, el Mekong, el Jordán, el Nilo, el Mar Caribe y el archipiélago Los


Roques, el Okavango, Cuba, el Támesis y el Sena son mostrados en paralelo a

la geografía propia de la poesía de Hölderlin: el Rin, el Danubio o el

archipiélago helénico.

Por todo esto conviene preguntarnos ¿cuál es el “nosotros” que se encuentra

inscrito en esta poesía holderliniana y global de Jaffe? Porque precisamente

uno de los rasgos que definen a los Cantos hespéricos de Hölderlin es el

expresar un sujeto colectivo que Heidegger identifica como el pueblo y su

fidelidad a la tierra patria. La poesía de Jaffé no puede escapar a la poderosa

gravitación de lo colectivo que recorre los versos del poeta alemán, aunque por

la propia naturaleza de su proyecto, se ve obligada a adquirir una forma distinta

a la del pueblo.

Quizá ese “nosotros” sea algo afín a lo que Antonio Negri ha llamado “multitud”,

un sujeto colectivo, radicalmente heterogéneo y multiforme, que no se deja

capturar por la idea de Estado o por el horizonte de una identidad nacional, un

sujeto nómada que pone en cuestión cualquier intento de encajonarlo o

someterlo a la pretendida unanimidad de la “voluntad general” rousseauniana.

Esto último pareciera marcar una clara mutación, un devenir otro, de la

propuesta de Jaffé con respecto al horizonte histórico-existencial de Hölderlin.

IV

Pero lo anterior sólo es aparente ya que el proyecto de Jaffé termina siendo un

bello fracaso. No sólo “fracasa” deliberadamente al plantear una traducción

literalmente imposible y “monstruosa” en el sentido de Benjamin. También la

tensión que ejerce la gravitación del “temple fundamental” de la poesía de

Hölderlin es tan que todo aquello que, en la propuesta de Jaffé, pretende


“globalizarla” o “desterritorializarla” termina hundiéndose en el abismo terrestre

de la patria.

Para decirlo de otro modo: aquellos poemas de Jaffé que contienen referentes

geográficos globales no pueden sustraerse al arraigo terrenal de la poesía de

Hölderlin. Ciertamente nos dan testimonio de una subjetividad cosmopolita y

global pero no poseen la densidad existencial que puede encontrarse en los

pasajes en los que la poeta venezolana se refiere a los ríos y al Caribe de

Venezuela.

Acaso una clave que permitiría representar las paradojas de la patria en

Holderlin se encuentre en eso que Badiou llama “la inmediata proximidad de lo

lejano” en la “Meditación 25” de su El ser y el acontecimiento. Quizá convenga

recordar, brevemente, la teoría del acontecimiento que se postula en esa obra

antes de pasar a su lectura del poeta alemán.

Para Badiou la subjetivación emerge, en el animal humano, a partir del impacto

de un acontecimiento, de una verdad particular que el sujeto encuentra en ese

acontecimiento y que lo interpela a sostener, a lo largo del tiempo, una

exploración de sus consecuencias. El acontecimiento emerge siempre, de

manera intempestiva e incalculable, a partir de lo que el pensador francés llama

el vacío de una situación determinada. Dicho vacío se asemeja a una grieta en

el orden social y simbólico (en los saberes, leyes y convenciones que sostienen

dicho orden) que Badiou caracteriza como “estado de la situación”. Algo tiene

que pasar y ese algo es un exceso con respecto al “estado de la situación”:


“Decimos que un sujeto, que sobrepasa al animal [pero el animal es su
único soporte] exige que algo haya pasado, algo irreductible a su
inscripción ordinaria en "lo que hay". A este suplemento, llamémoslo un
acontecimiento, y distingamos al ser-múltiple, donde no se trata de la
verdad [sino solamente de opiniones], del acontecimiento que nos
coacciona a decidir una nueva manera de ser. Semejantes
acontecimientos están perfectamente testimoniados: la Revolución
francesa de 1792; el encuentro de Eloísa y Abelardo; la creación
galileana de la física; la invención de Haydn del estilo musical clásico...
Pero también: la revolución cultural China [1965-1967]; una pasión
amorosa personal; la creación del matemático Grothendieck de la teoría
de los Topos; la invención por Schönberg del dodecafonismo...” (Badiou,
2004, subrayado nuestro).

Vale la pena detenerse, brevemente, en los ejemplos de la cita anterior. Cada

uno pertenece a los cuatro ámbitos en los que, de acuerdo con Badiou, se

producen acontecimientos: una revolución, un encuentro amoroso, un hallazgo

en la ciencia y una invención artística. Cada ejemplo está focalizado, por

decirlo de algún modo, en una situación muy específica. Pero las

consecuencias de esos acontecimientos terminan por convertirse en

universales. Cada acontecimiento genera el sujeto de una verdad que se

muestra al abrirse paso a través del “orden normal” de las cosas, hay un

exceso en el acontecimiento que convoca o interpela a la aparición de ese

sujeto:

“Se debe entonces suponer que lo que convoca a la composición de un


sujeto es un plus, o sobreviene en las situaciones como aquello de lo
que estas situaciones, y la manera usual de comportarse allí, no pueden
dar cuenta. Entonces, ¿en qué "decisión" se origina el proceso de una
verdad? En la decisión de relacionarse de ahora en más con la situación
desde el punto de vista del suplemento del acontecimiento. Designemos
esto como una fidelidad. Ser fiel a un acontecimiento, es moverse en la
situación que este acontecimiento ha suplementado, pensando (…) la
situación "según" el acontecimiento. Lo que, bien entendido, ya que el
acontecimiento estaba fuera de todas las leyes regulares de la situación,
obliga a inventar una nueva manera de ser y de actuar en la situación.
Está claro que, bajo el efecto de un encuentro amoroso, y si quiero serle
fiel realmente, debo recomponer de arriba a abajo mi manera ordinaria
de "habitar" mi situación. (…) La fidelidad al acontecimiento es ruptura
real [pensada y practicada] en el orden propio en el que el
acontecimiento ha tenido lugar [político, amoroso, artístico, científico...].
Se llama 'verdad" [una verdad] al proceso real de una fidelidad a un
acontecimiento.” (Badiou, 2004, 50).

La “fidelidad” al acontecimiento, vale decir una acción sostenida que atestigua

que algo ha pasado y que no se puede seguir viviendo como antes, que hay

que enfrentarse al mundo pensándolo desde el acontecimiento, “inventando”

nuevos modos de ser, de actuar y de habitar el mundo. Se trata, en definitiva,

de vivir, de manera “militante”, explorando las consecuencias de la ruptura

acaecida.

Precisamente, para Badiou, el nombre del acontecimiento en la poesía de

Hölderlin es la patria. Pero se trata de una patria que, paradójicamente, se

“fuga de sí misma” ya que “el ser mismo de la patria es huir” (285-286). Badiou

encuentra esa patria fugitiva en los versos de Hölderlin sobre el Danubio

reconociendo, además, su enorme deuda con la magistral lectura hecha por

Heidegger de ese himno.

Podría decirse que, para Badiou, el elemento fundamental de la patria de

Hölderlin son las aguas de los grandes ríos de Alemania y que estas, a su vez,

se nutren, por evaporación, de las aguas del mar de los griegos tal y como

ocurre en el gran poema “El archipiélago”. Estamos, sin duda, ante una imagen

de la patria que no puede ser convertida en una totalidad cerrada o volcada

sobre sí misma. Por el contrario, la fidelidad al acontecimiento de la patria

implica:
“La fidelidad al sitio es entonces, en su esencia, fidelidad al

acontecimiento por el cual el sitio, al ser fuente y huida de sí mismo, es

migración, errar, inmediata proximidad de lo lejano…” (286)

Siguiendo el gesto que propone Cantos hespéricos quizá sea en esa

“inmediata proximidad de lo lejano” donde sea posible poetizar, de manera

autentica, sobre el Orinoco y el Caribe en la actual situación histórica de

nuestra patria. La propuesta de Verónica Jaffé posee el mérito de haber abierto

un espacio, todavía muy precario, en esa orientación. Pero quizá en el futuro,

dentro de ese espacio, pueda irrumpir un poderoso poetizar en el “espacio de

la tormenta”, como dijera Heidegger, dentro del cual la patria no sea un mero

domicilio en medio de una tierra baldía

Bibliografía

Badiou, Alain: El ser y el acontecimiento. Manantial, 1999.


La ética: ensayo sobre la conciencia del mal, Embajada de
Francia en México, 2004.
Heidegger, Martin: Hölderlin y la esencia de la poesía. Anthropos, 1994.
Aclaraciones a la poesía de Hölderlin. Alianza, 2005.
Los himnos de Hölderlin "Germania" y "El Rin", 2010.

Hölderlin, Friedrich y Verónica Jaffé: Cantos Hespéricos, La laguna de


Campoma, Caracas, 2016.
Jaffé, Verónica: “Hölderlin revisitado. Pro Da Vinci. Web. 11 jun.2016 <
https://historico.prodavinci.com/2016/06/11/actualidad/holderlin-revisitado-por-
veronica-jaffe/> Consultado: 9 agosto.2020

Morante, José Luis: “Friedrich Hölderlin. Cantos Hespéricos”. Puentes de papel.


Web 24 feb. 2018 < https://puentesdepapel56.blogspot.com/2018/02/friedrich-
holderlin-cantos-hespericos.html> Consultado: 9 agosto.2020

Schvartz, Claudia: “La traducción o un signo somos”. Cuarta prosa. Web. 24


agosto, 2018 < https://cuartaprosa.com/2018/08/24/holderlin-jaffe-cantos-
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