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Expediente: 250002315000-2020-02700-00 y 250002315000-2020-02694-00 (Acumulado)

Accionante: VALENTINA ARBOLEDA GARCÍA y DIEGO ALEJANDRO HUERFANO MIRANDA


Accionado: PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA – MINISTERIO DE DEFENSA NACIONAL – POLICÍA NACIONAL Y OTROS
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«En suma, los derechos a la reunión y a la manifestación


pública y pacífica son derechos de libertad, fundamentales y
autónomos y están interrelacionados con los derechos a la
libertad de expresión, de asociación y participación al ser
medios para ejercer los anteriores. Inclusive, se ha
determinado que el ejercicio de estos derechos es una
manifestación del derecho a la libertad de expresión. Así
mismo, sólo es posible su limitación mediante ley y la
protección a la comunicación colectiva, estática o dinámica,
de ideas, opiniones o de la protesta está supeditada a que
se haga de forma pacífica, lo cual excluye las manifestaciones
violentas, y a que tenga objetivos lícitos».

Siguiendo esa misma línea, como el artículo 20 de la Carta Política que


paralelamente consagra la salvaguarda a los derechos y libertades
fundamentales, y en virtud de lo dispuesto en los artículos 93 y 94 ibidem
sobre el respeto por los derechos humanos, normas que obligan al Estado
de Colombia a aplicarlas y a interpretarlas a la luz de los tratados e
instrumentos internacionales (artículo 19 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos de 1948; artículos 19 y 20 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos; artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humano;
artículo 4° de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre de
1948), habrá de entenderse que las manifestaciones públicas en cuanto
comportan en su esencia el derecho a fundamental de expresión
tendiente a comunicar una idea, dar una opinión o emitir
colectivamente un discurso en ejercicio del derecho a la libertad de
expresión desde una dimensión colectiva6.

Téngase en cuenta que en el ámbito de los derechos a la reunión y a la


manifestación pública es importante reiterar el vínculo que el máximo
órgano de lo constitucional ha delimitado entre la libertad de expresión y
la democracia.

Así, en la sentencia T-391 de 2007 se explican las razones por las cuales
el derecho a la libertad de expresión ocupa un lugar preponderante en el

6 Ibidem

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