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UNIVERSIDAD DEL VALLE

FACULTAD DE HUMANIDADES

Curso: Historia de la Educación.

Alumna/o: Paula Andrea Hernández, Santiago Quintero G., Valentina García A.

La escuela de primeras letras: Escuela activa.

Contextualización histórica:
Se ha dicho que la historia de la educación en Colombia ha estado regida por los
cambios políticos, económicos, sociales y culturales que ha atravesado el país. Si bien
esta afirmación es cierta, no podemos dejar de lado el impacto directo que tuvo en la
educación los conflictos de intereses por parte de la oligarquía colombiana, la constante
contradicción entre los discursos planteados y las decisiones reales que el país consolidó
en los siglos anteriores.
Nos ubicamos de esta forma en una Colombia a principios del siglo XX que trae
consigo el inicio de un nuevo planteamiento educativo que se venía trazando desde del
siglo pasado. En la segunda mitad del siglo XIX, bajo la reforma liberal, el
analfabetismo y la irregular instrucción pública llegaban a ser uno de los problemas a
reducir; para ello se replantea la instrucción pública a través del primer decreto orgánico
de instrucción pública en 1870, y se restablecen las Escuelas Normales como
formadoras de maestros.
Ya desde 1886, con la caída del liberalismo radical, los conservadores comenzaban a
implementar una nueva idea de educación para el país, lo que implicaba una reforma a
las leyes liberales. En 1903, la Ley de 1870 es revocada por la Ley n° 39 o Ley
Orgánica de Instrucción Pública, en la cual se intentaba establecer un sistema nacional
de Instrucción Pública bajo las doctrinas católicas y la preparación del ciudadano para la
industria, la agricultura y el comercio. De ahí, el siglo XX llega a Colombia marcado
por las ansías de modernidad y progreso; la educación se regía bajo la Ley Orgánica de
Instrucción Pública organizada por los conservadores y promovida por Antonio José
Uribe, bajo la cual también se estableció el Ministerio de Instrucción Pública.
La nueva Ley Orgánica de Instrucción Pública de 1903 abolía la obligatoriedad de la
educación primaria y la neutralidad religiosa: dos aspectos esenciales que fueron
promovidos por los liberales en el Decreto Orgánico de Instrucción Pública de 1870.
Estas ideas fueron reemplazadas por la imposición de la religión católica como base
educativa y la continuación de la gratuidad de la educación primaria.
ESCUELA ACTIVA
Tuvo como idealista principal a Olvidio Decroly (europeo), pero lo que más identifico a
este modelo fue la globalización, la cual era el puente entre la actividad instintiva y la
actividad inteligente. De aquí la necesidad de que la educación era parta de totalidades
conexas en vez de elementos aislados como necesidades e intereses del niño, el espacio
y posición del sujeto era lo más importante del proceso.

Apuntes sobre La Escuela de Primeras Letras: La Escuela Activa


A principios del siglo XX comenzó a presentarse en Colombia una corriente de
educadores laicos, liberales e independientes que, ante el modelo educativo cristiano,
buscaba aplicar una serie de reformas a este tipo de enseñanza basada en la disciplina y
la repetición como forma de aprendizaje, con un alto componente moralizante que
propugnaba el adoctrinamiento en los niños por medio de la enseñanza religiosa. De
esta manera la nueva corriente pedagógica se denominó la Escuela Activa, la cual se
orientaba a la transformación de los individuos tomando en cuenta la concepción del
trabajo como una fuerza motora de la vida. Sin embargo, esta escuela no tenía como
objetivo destruir el modelo cristiano; sino más bien reconstruirlo, razón por la cual fue
muy neutral en términos políticos y sociales, buscando no generar con ello una guerra
ideológica o polarizar la sociedad.
Desde finales del siglo XIX empezó a aparecer en Colombia algunos estudios de la
ciencia de la educación. Así pues, en el siglo XX se comenzó a aplicar esta disciplina
como una búsqueda para generar las mejores condiciones para el saber y la adquisición
de la racionalidad en los jóvenes, buscando la creación una nueva escuela pública,
activa, y un nuevo tipo de maestro. Para ese entonces la ciencia de la educación había
estado apareciendo en Europa en países como Alemania, Bélgica, España y Estados
Unidos, con referentes teóricos como Pestalozzi, Decroly, Dewey y Giner de los Ríos.
Aquellos serían los pioneros en entender y proponer la educación escolar dentro de un
modelo científico, alejado del proceder de la educación cristiana que se encontraba
centrada en una educación práctica, encerrada y con un uso exagerado de la disciplina
física. Por esta razón la nueva propuesta intelectual se ocuparía de estructurar la
educación en ciencias aplicadas, siendo el estudio de la psicología y la fisiología el que
más se llevaría a la práctica en Colombia, entendiendo al hombre, la conciencia, el
cuerpo y la exterioridad como objetos de análisis.
A raíz de la formación específica en dichas ciencias, la Escuela Activa se focalizó en
dos categorías: Ambiente y Vida. Teniendo en cuenta que la formación de los
estudiantes se basaba en la lógica, la psicología de las facultades, la moral y la higiene,
y era de orden racional, experimental y aplicado a la sociedad, los conceptos “ambiente
y vida” permitirían globalizar los intereses del modelo pedagógico Activo, explicando el
presente, los nuevos cambios y los procesos educativos. El objetivo de la Escuela era
relacionarse con el medio ambiente, con el exterior como un factor representado en la
fábrica, la sociedad, la ciencia, la moral y las cosas; para que a través de esto se forjaran
internamente formas de disciplina, interiorización de conocimientos y desarrollo de la
inteligencia para el mejor desempeño individual en la vida de los sujetos. La conexión
entre ambiente-vida, interior-exterior, pretendía transformar la educación en una
cuestión productiva, formando sujetos incorporados en la corriente política y social de
la época.
Es así que la Escuela Activa se enfrenta ante la realidad de la educación cristiana:
dogmática y de profunda ideología moralista. Si bien esta se orientaba en hacer crecer y
cultivar a los niños, los medios para hacerlo estaban limitados por la práctica de las
facultades teóricas (gramática, retórica y dialéctica), mediadas por la sumisión, el
silencio y la quietud de los educandos. Por el otro lado, la Escuela Activa se
caracterizaría por no focalizar la atención en la instrucción de las normas morales, sino
enfocar los conocimientos hacia una función social. Disminuir el control al
pensamiento, a las acciones y aumentar la productividad de los cuerpos: Ello convertiría
a la escuela en una especie de fábrica de normas de la sociedad, que no se enseñarían
por medio de las lecciones para memorizar y repetir, sino en un arquetipo basado en
aprender a pensar e investigar para aplicarlo a las necesidades del entorno. Ello implicó
entonces que las Escuelas pertenecientes a las corrientes Activas se ubicaran en el
campo, como un mensaje opositor al paradigma de la educación cristiana que ubicaba
siempre sus centros de aprendizaje en las ciudades. Esto contrajo profundos cambios
que abandonarían la educación moral y espiritual, y convertiría al campo en un símbolo
de vigorización, voluntad humana y fuerza, desarrollando con ello en un nuevo modelo
de sociedad.
La relación con el trabajo sería una formación industrial que se vería reflejada más
adelante en la Escuela de Comercio y la Escuela de Minas de Medellín. Se realizaría
una formación en las capacidades, destrezas, en la vinculación al régimen de producción
y control del tiempo, definiendo al hombre como un ser de instintos, energías, acción,
movimiento y fuerza. Los niños recibirían una educación del cuerpo y serían formados
como individuos únicos que integrarían las nociones relacionadas con el trabajo: ritmo,
fuerza, desgaste, capacidad y potencia, pensando en construir un modelo de personas
activas para el trabajo y la sociedad.
La necesidad de reformar la educación en Colombia radicaba en emplear los
conocimientos como una herramienta para entender y solucionar los problemas de la
sociedad colombiana. Las preguntas ubicadas en el centro del debate eran ¿cómo se
adapta el hombre al medio? ¿cómo poner a producir al hombre? De allí que los
conceptos Ambiente y Vida mencionados anteriormente, fueran los cimientos
ontológicos para poner al hombre en función del trabajo, con los ritmos de producción
de la sociedad y sus modos de vida; para así ser un integrante más de ella que ayudara
en su construcción. La inquietud del cómo se formaría un cuerpo productivo y saludable
sería discutida por los profesionales en psicología y fisiología, en quienes recaía el valor
de capacitar en conocimientos científicos a los niños y jóvenes para estructurar un
nuevo tipo de cultura colombiana. De hecho, para lograr un rendimiento óptimo de los
cuerpos y entender los entornos que más le favorecían a su desarrollo, la ciencia ejerció
un énfasis en el campo biológico, tendencia que generó una reforma en el sistema de
salud, buscando defender al cuerpo, proteger a la juventud, modernizar las instituciones,
y como anexo para el área educativa, introducir a médicos y psicólogos como
formadores en la educación pública.
Más que una reflexión sobre la ciencia, los laicos perseguían una aplicación de la
misma. Las escuelas se concibieron como espacio para la defensa de los niños en
términos inmunológicos y sociales, ya que la vida era entendida como una categoría
muy importante para el progreso de las naciones, cuya permanencia en el tiempo se
daba una vez sus integrantes poseían un alto grado de potencia vital. Sin embargo, para
la implementación de todo el planteamiento pedagógico de la Escuela Activa, fue
necesaria una serie de reformas que tuvieran en cuenta las necesidades, recursos y
objetivos de la sociedad para poder fortalecerlos con el modelo educativo Activo.
El primer punto de la reforma estaba dirigida al tipo de formación que deberían tener los
maestros. Aquellos deberían ser capacitados en áreas de la biología, psicología,
fisiología e higiene, además de estar formados en sólidas directrices morales, éticas y
disciplinarias que pudieran transmitir a sus estudiantes; en resumen, un maestro pensado
como un ser completo en cuerpo y alma. El segundo punto estaría enfocado en las
acciones que debían incorporar los maestros en su comportamiento, buscando forjar
líderes capaces conocer el cuerpo para saber dirigirlo y dominarlo, así como incitarlo al
trabajo y a la productividad. Por último, el tercer punto de la reforma aglutinaría las
propuestas anteriores, ejecutando el nuevo modelo de formación para los maestros en
las escuelas Normales, preparando sujetos rectos en el deber, vocación y misión de la
sociedad. La preparación del maestro construyó un nuevo sentido de la autoridad y la
disciplina, cultivando los profesionales que sembrarían los pilares éticos, morales,
intelectuales y proactivos en los jóvenes colombianos.
La conquista de este nuevo paradigma educativo permitió concebir al hombre como un
ser social, despojado de la doctrina de profunda sumisión que promulgaban las escuelas
cristianas. Ante esto los maestros cumplirían una posición entre laica y católica, dado
que el propósito no era eliminar las tradiciones religiosas tan arraigadas en la sociedad
colombiana. Debido a esta corriente se formaron sujetos dotados de buenas maneras,
hábitos de orden, espíritu de justicia, contribución a la industria y una notable distinción
intelectual, factores que lograron componer en Colombia un nuevo sentido de autoridad:
ya no arraigada en la figura espiritual del maestro y sacerdote católico que promulga un
conocimiento espiritual, sino un sujeto cívico, ciudadano y responsable con el entorno,
capaz de asimilar las necesidades del momento para solucionarlas por medio del trabajo.
Este maestro educado en las escuelas Normales, sería el transmisor de una nueva
generación integral contribuyente al progreso colectivo, con las cualidades intelectuales
despiertas, el ánimo por la investigación de las problemáticas del medio y un vigor
férreo para el trabajo y la disciplina que tanto necesitaba la joven nación del siglo XX.

REFLEXIONES ALREDEDOR DEL TEXTO Y EL PANORAMA HITORICO

Colombia a lo largo de su historia ha estado sumergida en un sinfín de conflictos de


variada índole. todo esto llevó al país a la tarea de plantear innumerables rutas,
discursos y modelos pedagógicos para la mejoría del mismo. Es aquí donde este modelo
de la escuela activa se establece para llevar al hombre de manera literal a construir el
país, un país moderno que lo catapultaría a un mejor estatus. Tanto se pensó y se planteó
en este espacio-tiempo de nuestra historia, que es frustrante pensar todos los errores y
caídas que se cometieron, y que aun hoy en día podemos apreciar. Da la sensación de
que el país no aprendiera o que lo hiciera de manera lenta. Los modelos pelágicos, los
manuales escolares y la historia se repetían de la misma forma sin general un
pensamiento crítico durante casi todo el siglo XX. Es ya a finales de este siglo donde
apreciamos una enseñanza que verdaderamente impulsa a los estudiantes a parir un
pensamiento propio, a cuestionarse y a reescribir la historia, a darle una voz a esos
sectores que no la tienen y a quienes fueron invisibilizados durante tantos años.

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