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Soy yo

“Soy yo… El que calla hablando”

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Víctor Manuel Niño Rangel

Bucaramanga, 1961
Soy yo (2015)

Derechos reservados (2016)
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Índice

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I. Soy yo…

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II. Naturaleza

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III. Ciudad

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IV. Acaso

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V. Oxímoron

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VI. Tiempo

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VII. Retratos

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VIII. El abrazo

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I

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Soy yo

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El encuentro

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Al cumplir cincuenta me perdí encontrándome a mi mismo.

Los amigos saludaban y me preguntaban…

¿Cómo has estado?

Bien, les decía… He estado, he estado mucho.

Y se iban pensando que yo había estado;

pero lo cierto consistía en que yo no había estado,

me había perdido encontrándome a mi mismo al cumplir cincuenta.



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Visión provocada

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Después de leer a Homero

caminé por el hato dónde pastaban

las vacas: tomé el hongo

que crecía como una pequeña

sombrilla sobre la boñiga, y lo

tragué… Esperaba después de unos minutos,


ver al menos a una ninfa,


pero fui golpeado por un semoviente.



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Fe

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Tengo fe hasta tanto mis ganas y mis pies no digan lo contrario.

¿Cómo se tiene fe?

Si voy mañana a almorzar y no almuerzo, no ha habido fe…

Después de todo bebo fe, como beber agua del grifo.

Los indigentes que deambulan parecen tener una vida sin fe…

Sus extremos entre la vitalidad y el sopor, parece decir lo contrario…



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Frente al espejo

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Cuando dabas la cara, lista la imagen de ti mismo…

Antes te habías puesto frente al espejo,

con la firmeza de una mujer recién maquillada.

Y te mostrabas y reías y no preveías

un nuevo encuentro frente al espejo.



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Carpe Diem

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Me queda el agua

que de no ser me anegaría…

Me queda nadar… Nadar aunque

ya no quiera.

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Instante

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Si viera al instante

dibujando una sombra,

no me asustaría…

He llegado a una casa

donde el instante es una persona…

Parece que me ha sido familiar.



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Sudo sol

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Sudo sol

y mi piel es suya…

Debo amarlo

sin ser su esclavo.



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Soy un solitario

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Soy un solitario de corazón,

que ha atesorado tiempo

sin herederos.

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Leyendo

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Presiento a Alonso Quijano

en cada libro que leo…

¿Pronto sabré de él?



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El huésped

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No he podido ver a ese inquietante huésped

del que hablaba Nietzsche.

He vigilado, he frecuentado lugares

donde un poeta expresionista se escandalizaría.

He salido avanzada la noche

o he amanecido en su búsqueda.

Creo saber cual ha sido mi error;

no tengo una imagen clara de él…

Más he sentido un vacío en el corazón

y me he asomado a ese: he visto al aburrimiento.

Y los entendidos dicen

que esa fue la puerta

por donde entró el huésped nihilismo.



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Mi bohemia

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Leeré un poema de Baudelaire

en una noche de aburrimiento.

Beberé una cerveza…

Antes beberé el mismo poema de Baudelaire.

La noche es fresca, las calles están desiertas.



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Aburrimiento

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Pequeñas marionetas de

nostalgia han rondado

mi ánimo…

Luego las marionetas

quedan parecidas a manzanas

distrayendo el aburrimiento.

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Soy yo

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Soy yo frente al espejo

todos los días…

Durmiendo todas la noches

hasta que alguna empresa

de vigilancia me contrate

para contar perros.



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Vagancia

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De la rosa de los vientos saqué mi vagancia.

De los puntos cardinales la desorientaron.

Nunca pude entender como las velas de

los barcos podían ir contra el viento.



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Intelectual fracasado

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I

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Me puse a contar los granos de arroz

de mi porción diaria y no sembré…

Entonces sigo arañando en tierra seca.

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II

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El abismo de mi vida

es la historia del mundo

donde no me asomé...

¡No..!

Presentía el vértigo de la nada.

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Guerrero

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Mis sueños aun se inundan en lagos estancados.

Sigo siendo el débil guerrero baudelariano

avergonzado de su propia desnudez.

En la calle, el desnudo guerrero griego me desafía…

Levanta su escudo y su espada,

y yo escapo por los laberintos

del barrio sin el cuchillo mientras un hermoso sol

se esconde en el horizonte.

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II

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Naturaleza

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Puedes ver la brisa de la mañana

Soplando en los pelos de la oruga.

Yosa Buson

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La larva

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En el agua de la pileta

nada una ansiosa larva…

Cuando mi mano la va vaciando

busca en el nítido fondo su salvación

como experimentando el seco pavimento del patio.



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El viento

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El viento me deja en los pies la hoja de un árbol…

Si fuera agorero, pensaría si el mensaje

fue del árbol o del viento…

Árida se veía la hoja, verde el viento.



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Caracola reina

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I

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Llevo a mi oreja la hermosa caracola reina

y el hondo silbido oigo,

la críptica voz de la profundidad marina,

el eterno rumor de los seres que la han habitado.

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II

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Miles de caracolas amontonadas

en un nácar palpitante

no lejos de una playa…

Caracolas devoradas.

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La castaña

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La carne de la castaña.

Su ávido fruto es recogido…

Este árbol gigante se ha defendido de la conciencia

ayudado por su hueso.

De la Amazonía mi pobre clorofila no te ayuda.



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Llanos

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Llanos de rojos atardeceres,

espejismos llamados “morichales”,

sabanas sin ojos ni horizontes…

La inmensa vena de sangre blanca del Orinoco

alimentando garzas y flamencos.



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Animal humano

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¿Somos espectadores de los animales salvajes

para aplicarles categorías propias del animal humano…?

¿Volverlos conciencia para alimentar también el espectáculo?



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El aire

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Crees no conocer el aire así lo ves

que entra por tu nariz: humilde y

agradecido.

Y dices ignorar todo del aire, y no sabes siquiera

que es también respiración.

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Agua

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Agua, como al vuelo del diminuto colibrí

me hiciste sentir alegría…

Me hiciste saber que eras la felicidad.

Sé que hay árboles, aire vivo…

Como el que se deja ver en solo un pestañeo…

Tu eres el colibrí.

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La libélula

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Seguí el vuelo de la libélula.

El minúsculo helicóptero besó

el espejo de agua que descubrí

al atravesar un follaje

que custodiaban plantas espinosas.

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II

No entréis al bosque pues hay víboras

-Había dicho la maestra-.

Pero seguí al mago irisado que llegó al lago...

Maravilloso mundo sin motores, me dije.

Y miré el espejo.

La libélula en su danza de vuelo

había dejado ondulaciones cristalinas en la charca.

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Las aves

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¿Cuantas veces te detienes a ver las aves?

Mira el cielo, mira los árboles.

Los niños ya no las matan con sus hondas.

Las gentes se han acostumbrado a verlas en sus vuelos libres,

llamando cada día a la puerta con sus trinos de ausencia.

La calle está llena de aves que vuelan hacia los árboles

atraídas por el atardecer.

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Las nubes

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Las nubes tienen la costumbre de sorprendernos.

Cuando no se es niño juega a decirnos que puede llover.

Pero no nos asustamos con las nubes sino con la lluvia.

En otras ciudades puede ser mayor el susto.

A la lluvia le profesamos cierta superstición que ronda con los negocios.

Eso es síntoma del alma poco comercial de la lluvia. Síntoma de la lluvia como un personaje de na-

rrativa o poesía.

En última instancia las nubes no nos preocupan pues la vida

puede pedirle cuentas menos al aire.



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Las flores

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I

Los comerciantes de flores

no disfrutan las flores,

no ven el pestañeo de su marchitar…

¿Cuando veré flores negras

como la enorme mariposa

que aun asusta a los agoreros?

Mariposa de flor sorprendente

que a unos pocos ojos aparece.

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II

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El mal de milenio es el abuso de las flores…

Su arco iris aburre.

Pero ¿Quién regala plástico?

¿ Quién espera la duración de las flores?


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La tierra

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Miro las estrellas, su relampagueo que esa

otra estrella, el sol, tapará.

Miro la distancia luz, su fulgor que me llama: tal vez mi buena estrella.

Miro la titilante estrella y sé que estoy en la tierra…

¡Un pequeño brillo de aire en el cosmos!

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Realidad

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Te llamo realidad, así me hablas, así

tomas las formas: la naturaleza,

el ser humano y sus cosas...

Al ser humano, realidad, se le dio el entendimiento,

el reconocimiento: los árboles,

la humilde voz de las pequeñas cosas.

Fue Aristóteles quien dijo que el entendimiento

es poético.

Te llamo realidad, sin el humano no eres poesía.

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Las hormigas

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La más pequeña de las hormigas

en la pared parece husmear: dispersas

en un hilo de aire, como en un repentino aguacero,

con sus cuerpecitos rubios hacen un lunar

en un grano de arroz.

La hormiguita se desliza hacia la mesa,

se mueve de un plato a otro.

En la pared se besa, se devuelve y besa.

El comensal, despacio mueve la carta,

y la hormiguita como si hubiera visto

un gato se espanta…

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Ojos de gato

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I

Esos ojos en la oscuridad

parecían de bruja deambulando los tejados…

Ahora en los edificios y barrios iluminados

ya no hay quien se queje de hechiceras.

Esos ojos brillantes eran

los de un gato en su mirar perplejo.

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II

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Se creía que solo los maulladores

presenciaban espíritus o almas vagabundas.

Yo he percibido en los relojes (sobre todo

las antigüedades) sombras y presencias

que han rondado la vida de los seres humanos.

El minino mira con sus ojos desorbitados el reloj.

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Huevo estelar

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“Pájaro que está en el nido” Dicen del huevo

los tibetanos…

¡Sirven el huevo!

“Su centro dorado, rodeado por una corona bronceada”

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Cuando el sol se va apagando en el cielo

del Tíbet, en el crepúsculo el huevo frito

aparece:

“La dorada yema, la corona bronceada”

Por eso dicen que los crepúsculos del Tíbet

son como “Pájaros que están en el nido”

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Ciudad

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Bogotá

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En Bogotá el frío me envolvía en una manta

de provinciano recién llegado; el viento iba conmigo

por las calles de la media noche.

La avenida Caracas lucía un poco ebria y

en el bar le habían cerrado la puerta en la cara…

Sentía entonces la soledad en la distancia

a cada paso.

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Bucaramanga

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¿Cuántas veces estuve allí, donde empieza la ciudad?

Era una ciudad pequeña que vio crecer mi mano

(Dicen que de la mano debe crecer la ciudad)

Y fue creciendo la ciudad... Y allí, mientras se derrumbaban

viejos muros de casas deshabitadas, deambulaba por los años

viendo (ya lo dijimos) como crecía la ciudad.

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Café Tortoni

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En el Café Tortoni en Buenos Aires,

vi los cuerpos de cera de Borges y Alfonsina Storni

(En su lugar habitual, dijeron unos entendidos)

Posé junto a esos cuerpo yertos, y una inglesa

me fotografió…

Sé muy bien que Borges jamás sabrá que yo

estuve allí.

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Buenos Aires

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La noche ha llegado a Buenos Aires.

La feria de luces abre la autopista.

A lo lejos diviso el obelisco

y camino tras unas “minas”

que van hacia el amanecer…

La ronda de mate se ha iniciado;

chupo de la “bombilla” un poco

y me río de verme…

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Atardecer

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El sol se desvanece dejando un violento rosado

que perdurará hasta el anochecer de las luces

mecánicas que han alumbrado la ciudad.

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Barrio

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He visto el barrio desde la cima del cerro.

Sus laberintos a la luz de los bombillos

simulaban calles solitarias y casas de puertas cerradas.



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III

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Acaso

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Horóscopo

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Ese oráculo dice lo mismo a miles de personas

del mismo signo zodiacal y mejor si es en el mismo

periódico o revista; como voy a creer

en un vaticinio de esas características.

Confunde que como el I King

o como en el juego de los dados

los horóscopos manejan ciertas combinaciones

entre el amor y el odio; la fortuna y la inanición;

la palidez de la fiebre y un bronceado de pálida mujer



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Un espanta gatos

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Pasos: se hace una cara de perro

(parecida a la de un Boxer) de hule o de fibra;

se mete una manguera desde la nuca

y que sus fauces no la dejen ver;

se instala un desagüe de agua circular.

Cuando el gato se acerque

se activa la manguera

que hará que el gato se espante.



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Sudor

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El hombre descubre que las gotas de sudor que caen de su frente

han dejado huella a lo largo de la vereda…

Bien -dice- ahora mi sudor servirá para marcar mi camino

y no perderme al regresar otra vez, al volver de nuevo sobre mis pasos.

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El tiempo

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I

Mientras caminaba lento entre las gentes, percibía el tiempo.

Veía al presente, que algunos llamaran el momento o el instante,

y que tomaba el rostro de algunos muchachos que pasaban por allí.

Es un mago el tiempo -me dije- Siempre será un mago.

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II

Es de pensar que un reloj de bolsillo

pueda abarcar eso que llamamos tiempo.

También la historia de la humanidad o la actualidad

contiene el tiempo…

Tiempo en el tiempo, y que inocentes cuando decimos

que vamos a matar el tiempo...

Dejar pasar el tiempo en el calendario, en la flor de la mente.

Carlos Baudelaire se rió del tiempo, cuando vislumbró la posibilidad de matarlo.

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Reloj

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Todos tenemos reloj, todos miramos la hora,

pues todo consiste en esperar…

¿Pero sabemos cuál espera nadie

puede dejar de esperar?

Pregunta del millón que nadie se hace.

Mejor miramos el minuto que gira en el

reloj y que nos lleva al paso de la edad.

Y con el tiempo, vasto y puro, se nos dio

como un regalo, olvidar a cada instante

lo que nos espera.

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Semáforo ubicuo

En la pieza oscura ciegos a mi mirada

sueño los tres ojos del semáforo.

Los semáforos parecen criticar

al transeúnte, pero con dignidad sentencian

que en un semáforo están todos los semáforos.

¿Qué observas en otra ciudad? Le pregunté

al semáforo teniendo en cuenta que no tiene

vocación de automóvil

II

Hay semáforos que parecen de severas

miradas, que entorpecen tanto a las miradas

que pasa desapercibido su anímico cuerpo

de flacas piernas.

Hay semáforos de ojos verdes, como si vinieran del mar.

Los semáforos a altas horas parecen conversar con los taxis

del ubicuo color amarillo, pero sabemos que los consideran

parientes pobres, y los taxis en secreto ríen cuando encuentran

averiado a uno de esos cíclopes de rígidos ojos.


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III

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Hay semáforos que parecen sonreír

y nos reciben como amigos queridos en serenata

de vidrieras imaginando tripulantes borrachos que naufragan.

Todo para decirnos que son gratos viajeros del mismo

lugar.

Y compadecemos su vigilia de ruedas,

ya un poco ebrios de los vinos de sus ojos

y su baile de pierna pirata.

Los semáforos son faros en las altas mareas de la noche.

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El espejo

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El espejo no reflejó el ladrido, ni las voces

de los niños que se escurrían en el juego.

Pero el espejo reflejó al descalzo y parte

de una fachada derruida.

En realidad, el espejo no estaba reflejando.

Un pincel, unos óleos reflejaban.



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El sastre

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Parece que los ancianos recuerdan

a los griegos callejeros. Un viejo sastre

me habló del sabio cuyo gobierno de Atenas

condenó a morir envenenado.

Me habló de la guerra de los rubios griegos

por el rapto de la bella Helena.

El viejo embriagado de amargura, y ambos

del licor de la panela, retrató a Helena

como Fausto cuando ayudado por el diablo

pudo ver la voluptuosidad de la troyana.

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El profeta

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Soñé con un profeta que me decía

que era mi espejo…

Pero al reflejar mi cara dedujo

que eso no era para mi…

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El dios universal


Los bostezos del dios universal

denuncian que sus acuciosos hijos

no han podido destronarlo.


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Dormir

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Los ojos no obedecen la vigilia.

Antes de que se cierren mis ojos

pienso que la persona que está conmigo

no sabe que estaré en soledad.

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El arquetipo

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No se trepaba en un árbol

sino en una apariencia

que era el reflejo del árbol dios.



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Basurero

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Estuve en un basurero que me recordó

el día en que me llevaron a una morgue…

Cuando el hombre

abrió la puerta de la gaveta

corrí a vaciar mi estómago.

En el basurero unos niños comían del mismo plato…

Corrí a vaciar mi memoria.

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V- Oximoron

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Semáforo

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Distancia inmóvil y ausencia presente.

La vigilia de ruedas del semáforo.

En la velocidad detenida.

De la distancia en la cercanía

está la condición del semáforo.

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II

Semáforo en verde.

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El semáforo está en verde

Da vía al acontecer…

Otro semáforo en algún

rincón del mundo estará en verde…

Veloz en su quietud.

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VI-Tiempo

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Reloj dañado

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I

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Reloj detenido en el tiempo

de una pared…

Reloj sin tiempo u obsoleto.

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II

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Ese reloj dando la hora como un monje

somnoliento… Y es el reloj de la

torre de una iglesia que ha dejado

de funcionar.

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VII

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Retratos

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Michaux

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Michaux, lector de cuentos de misterio

y poesía inglesa de la época de la ilustración,

escribía también tecnicismos en poesía.

Experiencias, le decían sus amigos.

Escríbelas; sólo necesitas ser habitante de París.

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Amilkar Osorio

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Su “stanza” respiraba la atmósfera

de Oriente… Li po. Yosa Buson

paseando en bosques de bambúes.

Amilkar imaginaba eternos paseos

por los cañaduzales del amanecer.

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El amor viejo

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Él Fausto y Werther al mismo tiempo.

Anciano, llevó flores a una joven que al no recibirlas nos la vio marchitar.

Wolfgang volvió a ser el joven Werther llorando por Carlota.

Jorge Luis Borges, Argentino, una mañana de su ancianidad vio al amor en una joven mujer.

Le recordaría que una vez amó a Ulrika en la fría ciudad de Bogotá; la amó como pudo tener una

flor.

Jaime Sabines, que leía sus poemas a la sombra de sus antepasados aztecas, se recetaba el amor de

una muchacha para las penas de la vejez.

Los años van venciendo el hábito del espejo y se busca en un hermoso rostro

olvidar el provenir.

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Baudelaire

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Baudelaire un Francés excéntrico,

un Chaplin culto visitando bares decadentes

mientras presentía de la decadencia

la velocidad de las máquinas…

Sus flores como orquídeas

en un barrio de bostezos

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El abrazo

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"¡Paz, paz, paz! Paz luminosa.

Una vida de armonía

sobre una tierra dichosa.”

(Rafael Alberti)

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Les pregunté…

¿Conocéis la paloma de Picasso…

La que vuela con la ramita de olivo en su pico?

Me miraron con respeto

los jóvenes de la vida rural de mi país,

y vi en ellos la interrogación

de los chicos de la ciudad.

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II

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Yo he visto la rueda que se asemeja al timón de un automóvil,

me dijo uno de los muchachos en uno de los barrios que visitaba

en la periferia de la ciudad…

Supe entonces que las alborotadas aves

que salieron de sus voces era un reclamo.

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¡Es cierto…! Gritó una muchacha:

ese timón con la letra D y N rellenas en negro

es el tatuaje que tiene mi novio en su brazo.

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IV

Ni círculo, ni ramita de olivo,

dijeron a su vez otros muchachos;

sabemos por el profesor

que Afrodita tenía como mascota

una paloma blanca…

Todos se dispusieron a reír,

a bailar al ritmo de un Reguetón.

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Entonces la interrogación de los chicos se me hizo presente:

¡Paz!

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