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Que Hay en Un Numero PDF
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NIVELES DE MEDIDAS
En primer lugar, vamos a echar un vistazo a los diferentes tipos de números que
existen. Puesto que todos los números describen o miden algo (una variable), se dice que los
distintos tipos de números alcanzan un cierto nivel de medida. Por lo que hace al tipo de
capacidad discriminatoria que poseen, las medidas pueden situarse a un nivel muy tosco e
impreciso, o pueden ser algo más exactas, o sumamente finas. Hay cuatro niveles de medida,
que se relacionan a continuación en orden de precisión creciente.
1. Nominal
2. Ordinal
3. De intervalo
4. De razón (o de proporción, o de cociente)
Los distintos niveles poseen cada uno sus características propias y están o no
permitidas determinadas operaciones matemáticas, en función de las características propias
del nivel en cuestión. Si se violan las reglas, puede muy bien suceder que el resultado de los
cálculos sea un número que parezca tener sentido, pero que al examinarlo más detenidamente,
se vea que es un disparate. Pronto descubrirá el lector qué quiero decir.
1) LA ESCALA NOMINAL
A este nivel, los números se utilizan simplemente para clasificar cosas. Nos dicen algo
acerca de los fenómenos subyacentes, pero no demasiado… De hecho, resultaría igualmente
adecuado utilizar otros símbolos, tales como letras del alfabeto, formas geométricas o colores.
A veces podría utilizarse igualmente una descripción verbal en lugar de un número, pero con
frecuencia se prefieren los números porque las descripciones verbales ocupan más espacio y
2) LA ESCALA ORDINAL
Algo más sofisticada que la escala nominal, la ordinal implica, como sugiere su nombre,
una ordenación o clasificación de la variable que se estudia. Los números de una escala
ordinal no representan simplemente una clase o categoría, sino que ponen de manifiesto una
relación entre los ítems numerados. Cuando hablamos de “superior”, “inferior”, “más fácil”, “muy
frecuentemente”, etc. Utilizamos descripciones verbales para significar el tipo de orden que
existe en una escala ordinal. En este tipo de escala, los números se utilizan sistemáticamente,
de modo que, en cualquiera de ellas, el 0 o el 1 representarán el mínimo o el máximo de todos
los valores posibles. Ejemplos de esta clase de esquemas son: la clasificación en clases
sociales I, II, III, etc.; la numeración de los edificios en las calles; los niveles de calidad I, II, III,
en frutas y verduras; las clasificaciones de un examen (suspenso, aprobado, etc.); las
graduaciones en el ejército y las posiciones de llegada en una carrera (primero, segundo,
tercero); la escala de Mohs, que clasifica de 1 a 10 a los minerales por su dureza.
Al igual que la escala nominal, la ordinal supone equivalencia (=); pero supone también
tamaño relativo, indicado por los símbolos > (mayor que) y < (menor que). Los números de una
escala ordinal representan una ordenación en categorías que cumple su cometido, pero que no
es lo suficientemente refinada como para que pueda esperarse que la diferencia entre grados
se conserve igual a lo largo de la escala. Por ejemplo, no está garantizado que la diferencia
entre las manzanas de calidades I y II sea la misma que la diferencia entre las calidades II y III.
Lo que es más, los niveles relativos de calidad de las verduras ni siquiera se mantienen
constantes, sino que cambian según las estaciones. Tomates que podrían pasar por ser de
calidad II en invierno pueden descender a III en verano. Por estas razones, no es lícito sumar,
restar, multiplicar y dividir números que expresan datos ordinales, ni tampoco lo es ningún
cálculo que implique dichas operaciones. Como sucede con los datos nominales, el número
que resultaría de dichos cálculos no tendría una interpretación adecuada, en especial si se
tratase de hacer comparaciones entre distintas escalas. Si se tratara de describir un conjunto
3) LA ESCALA DE INTERVALO
Puesto que, dentro de una cualquiera de dichas escalas, el tamaño de los intervalos es
constante, tendrá sentido llevar a cabo cualquier operación aritmética. No obstante, las
comparaciones entre las escalas distintas (por ejemplo, entre grados centígrados de
temperatura y grados Fahrenheit) deben hacerse con cuidado. La dificultad de la comparación
4) LA ESCALA DE RAZÓN
Es una escala exactamente igual a la de intervalo en cuanto que está integrada por
números ordenados, con intervalos iguales entre los números a lo largo de toda la escala; pero
difiere de ella por el hecho de poseer, además, un cero absoluto. Ello quiere decir que el 0
tiene el significado de “nada”, en un sentido literal, y no simplemente el de “muy bajo” como en
el caso de las temperaturas medidas en grados centígrados o Fahrenheit. Para recordar qué
significa cero “absoluto” puede memorizarse la expresión “absolutamente nada”. Es una
auténtica escala de razón, es imposible que existan números negativos. Si aparecen signos
menos, ello quiere decir que ha de efectuarse una resta, no que el número que los exhiba sea
negativo. La longitud (expresada tanto en el sistema métrico como en otro sistema), el peso,
el tiempo transcurrido, la velocidad, la temperatura medida (en grados Kelvin) y las frecuencias
constituyen todos ellos ejemplos de medidas según una escala de razón. En la escala de
temperaturas Kelvin la lectura 0 significa la temperatura más baja que puede alcanzarse; es
decir, el punto en el que cesa incluso el movimiento de las moléculas. Está muy por debajo del
cero de las demás escalas; en la escala centígrada, su equivalente es -273º C. Es fácil
reconocer cuando una escala es de razón, puesto que un signo menos convierte a sus valores
en un disparate. No pueden existir -2 seres humanos, -100 g de azúcar, o -10 segundos…
En una escala de razón pueden llevarse a cabo todas las operaciones aritméticas; y,
dado que todas las escalas de ese tipo poseen ceros absolutos, es posible realizar la
conversión de una a otra de dichas escalas con relativa facilidad. Ello es así porque las
razones o proporciones entre intervalos fijos, incluso para escalas diferentes, son iguales.
Ejercicio
Los científicos de toda índole están siempre manejando variables y expresando los
diferentes valores de esas variables mediante unidades numéricas diversas. Esas unidades se
utilizan luego en los ulteriores análisis de los datos. Los químicos, los físicos y los biólogos no
acostumbran a encontrar en ello dificultades, ya que la unidades con las que casi siempre
trabajan son de tipo cardinal y perfectamente adecuadas para recibir un tratamiento aritmético
sofisticado. En realidad, si se le pregunta a un científico o científica “auténtico” (que es como a
ellos les gusta considerarse) por los niveles de medida, lo más probable es que no sepa una
palabra del asunto, ya que en el mundo en que se mueve ello no le crea problemas. Por
desgracia, para los científicos sociales el nivel de medida representa un constante quebradero
de cabeza puesto que muchas de las variables que han de estudiar vienen medidas en
unidades que no alcanzan la sofisticación de la escala de intervalo o de razón y, en
consecuencia, resulta inadecuado aplicarles métodos precisos de análisis. Los tres tests
Examinemos ahora más de cerca los presupuestos en que se basan las técnicas
paramétricas. Existen tres limitaciones principales, relativas a las siguientes características de
los conjuntos de valores:
1) El tipo de medida que representan los valores (es decir, el nivel de medida)
2) La distribución de los valores –por regla general, la principal preocupación se refiere a
si proceden o no de una distribución normal.
3) La dispersión de los valores.
Como antes he dicho, los tests paramétricos sólo pueden utilizarse con datos
procedentes de una distribución normal (o aproximadamente normal). Quizá sorprenda al lector
saber que existe una cierta controversia entre los estadísticos acerca de hasta qué punto
puede transgredirse esta “regla” y prescindir de ella. Por mi parte, opino que, para los no
iniciados, como es nuestro caso, es mejor pecar de conservador y observarla.
En el supuesto de que se decida ser prudente al respecto, ¿cómo decidir si los datos
corresponden efectivamente a una distribución normal? Cuando el número de valores con que
se trata está entre cinco y cincuenta, la respuesta es: utilice el test del ojímetro; o sea, decida
a base de mirárselos… Una operación que facilita la decisión consiste en disponer los valores
en forma de un diagrama en el que el eje vertical indique la frecuencia, mientras que el
horizontal representa los diversos grupos de unidades (en orden creciente). Pero, ¿qué pasa si
la forma exhibida no es completamente normal? Después de todo sería bastante sorprendente
que cualquier muestra extraída de una población distribuida normalmente, reflejara
exactamente a la población matriz. En el muestreo se introduce siempre un margen de error.
En consecuencia podría aplicarse uno de los tests que, como el test de la bondad del ajuste
(capítulo 12), se han ideado para determinar hasta qué punto la desviación respecto de la
forma normal basta para indicar que los valores proceden de una distribución que no es
normal. En la presente etapa de su carrera estadística, al lector le bastará por lo general con
saber que es preciso tener en cuenta la normalidad de una distribución, sin entrar en más
detalles.
Adviértase que, al decidir si las muestras están o no distribuidas normalmente, hay que
examinar las formas de ambas muestras. Para que pueda utilizarse un test paramétrico, las
dos han de cumplir el requisito de normalidad. No obstante, no es necesario que procedan de
la misma distribución normal –o sea, que tengan idénticas medias-. De hecho, ello es
precisamente lo que se espera que no suceda cuando se emprende el experimento: la
previsión es que, al manipular la VI, se crearán dos grupos de valores procedentes de
poblaciones con medias muy distintas.
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