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Principios Constitucionales
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su artículo 2, establece
que Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de
justicia, propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico a la justicia, la
vida, la libertad, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y
en general la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político.
La interpretación de la formula contenida en esta disposición debe realizarse en forma
total y armónica ALLAN BREWER CARIAS, respecto al artículo 2 constitucional que
define a Venezuela como un Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia, ha
señalado: "denominación
El Estado democrático, es el que fundamenta toda la organización política de la
Nación en el principio democrático. El primer valor del constitucionalismo es la
democracia, quedando plasmado el Estado democrático en los principios
fundamentales del texto constitucional, comenzando por la forma de ejercicio de la
soberanía mediante mecanismos de democracia directa y de democracia
representativa.
El Constitucionalista, BREWER CARIAS sigue señalando sobre el artículo 2
constitucional "El Estado de Derecho es el Estado sometido al imperio de la Ley como
lo señala el Preámbulo, es decir, el Estado sometido a la legalidad. Ello deriva no sólo
del principio de la supremacía constitucional consagrado en el artículo 7 constitucional
y del sometimiento de los órganos del Poder Público a la Constitución y las leyes (art.
137), sino de los sistemas de control de constitucionalidad (arts. 334 y 336) y de
control contencioso- administrativo (art. 259) que constituyen la garantía de la
Constitución.
Si los jueces, y demás funcionarios judiciales, por cualquier motivo, no están
en capacidad de garantizar los medios de protección de los derechos de la
persona y asumen, por el contrario, una actitud de indiferencia o complicidad
con los infractores, toda doctrina sobre derechos humanos, la legislación y los
esfuerzos realizados por la sociedad civil para su efectiva aplicación, estarán
condenados al fracaso.
El artículo 334 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
dispone que “Todos los jueces o juezas de la República, en el ámbito de sus
competencias y conforme a la previsto en esta Constitución y en la ley, están
en la obligación de asegurar la integridad de esta Constitución.”
Parte fundamental de la Constitución, además de la organización del Estado
y sus instituciones, es la relativa al reconocimiento y garantía de los derechos
humanos, (artículos 19 a 31) y demás derechos civiles, políticos, sociales y de
la familia, culturales y educativos, económicos y ambientales, de los pueblos
indígenas, (artículos 43 a 129), parte dogmática, cuya aplicación y
efectividad está a cargo de los jueces, según la disposición constitucional
antes transcrita. La autoridad y responsabilidad de los jueces como garantes
del Estado de Derecho, emerge, en primer lugar de la Constitución y de las
leyes que la desarrollen.
Constituye, por tanto, responsabilidad de los jueces garantizar la eficacia de
los mecanismos internos de protección de los derechos humanos, previstos en
la Constitución y en las leyes, a fin de que no sea necesaria la intervención
supletoria o complementaria de los órganos internacionales, cuya
jurisdicción contenciosa ha sido reconocida por el Estado. Son los jueces, que
forman los tribunales nacionales, los llamados por la ley, en primer lugar, a
disponer las sanciones punitivas a los infractores de la respectiva normativa y
ordenar las reparaciones a que hubiere lugar.
En tal misión los jueces, además de tener un profundo conocimiento
sobre derecho, deberán ejercer una función innovadora y creativa. “Ello es así
porque de modo inexorable le tocará esclarecer, desempolvar, compatibilizar,
integrar y hasta adaptar a la Constitución”[7]. García de Enterría, luego de
hablar del carácter abierto de las normas constitucionales, afirma que la
polémica del carácter creador y evolutivo de la jurisprudencia está saldada y ha
quedado superada la vieja idea de2 Montesquieu de que el juez era
simplemente la bouche qui prononce les paroles de la loi, pues, en propiedad y
esto debe ser trasladado al terreno de la justicia constitucional ‘el juez aplica o
particulariza, en efecto, leyes previas, pero en esa función aporta, y no puede
dejar de hacerlo, valores propios, que no son, por supuesto, ni pueden ser de
libre creación del Derecho, pero que significan necesariamente un elemento
innovador. Porque el Derecho no es, ni siquiera, aunque asi se pretendiese, el
texto de la ley y nada más, sino la ley en toda su textura de principios y
conceptos capaces de una vida propia que no la audacia del juez y su
pretensión protagonista impulsan, sino que exige rigurosamente el
funcionalismo de la sociedad y la inserción en él de preceptos generales y
estables’. Hay, entonces, y debe haber, normas articuladas como principios
generales y conceptos jurídicos cuya aplicación a los casos concretos
sea realizada por una judicatura experta en el manejo de soluciones nuevas,
nunca petrificadas ni agotadas.”
La función del juez en el proceso civil, debe ser la de "director o conductor del
proceso", alejado del "juez dictador", propio de los gobiernos revolucionarios,
que le otorgan enorme poderes frente al ciudadano común, como así también
del "juez espectador" que, con una actitud pasiva, se limita a dictar un
pronunciamiento pensando únicamente en la aplicación que estime correcta de
la ley, pero alejándose de la realidad.
Los jueces, por consiguiente, deben realizar el uso adecuado de los deberes
que la ley les confiere, a fin de "descubrir" la verdad material sobre lo formal,
incluso en forma oficiosa, ante el error o negligencia de los justiciables.
La técnica judicial.
La idea de que “no hay lagunas en el Derecho, pero sí las hay en la ley” es una
discusión acerca de la visión sistemática del Derecho, se refugia en el
problema de las lagunas. Cossio la llama eclecticismo, porque es una postura
que trata de conciliar dos posiciones contradictorias mediante una especie de
hipóstasis sobre el concepto de “ley”. Mayoritariamente la doctrina se inclina
por la idea de que las lagunas son sólo de la ley, pues el ordenamiento
ofrecería medios de autointegración para solucionarlas.
La sentencia es sin dudas la decisión judicial por excelencia, pues resuelve las
cuestiones objeto del litigio ya sea condenando o absolviendo al demandado en
los procesos penales, o reconociendo o desconociendo lo pretendido por el
demandante en los civiles. En los casos de sentencia de primera instancia,
apelables, esta sentencia no pone fin definitivamente al proceso, sino que será
revisada, y una vez que se agoten las instancias de apelación recién pasará en
autoridad de cosa juzgada.