HOMBRES Y ANIMALES.
AD, IGMACIO SUAREZ LANDS.
0s periédicos y revistas cientificas reciente-
mente Ilegados de Léndres nos comunican
una triste nueva: Is muerte del por tantos
conceptos célebre sir James Lowe, marqués de Holy-
well, miembro distinguidisimo de la aristocracia bri-
ténica, individuo de la Cémara de los Pares y uno
de los 750 fellows dela Royal Society (Academia de
Ciencias}, que le dedica un carifoso recuerdo en el
liltimo numero de sus Philosophical Transactions.
Revolviendo la coleccion del Times y tomando al
gunos apuntes del notabilisimo articulo biogratico
que 4 la memoria de su ilustre colega dedica el doctor
John Norton en la Naturalists! Gazette, voy & ofte-
4cer & mis lectores Ia relacion de una historia verd:
deramente maravillosa, sin apartarme un pice de la
realidad de los hechos.
Esa relacion ser4 un nuevo testimonio de que las
imaginaciones mas fecundas, las fantasias mas pode-
rosas suelen quedarse muy atras, cuando se esfuerzan
para embelesarnos y sorprerdernos, de lo que cada
dia estamos viendo con nuestros propios ojos.
Y 4 no apoyarse lo que voy a referir endatos euyo
cexmen estd al alcance de todo el mundo, acaso me
acometiera el recelo de no ser creido.
La noche del 24 de Octubre del afio 1847, el ianu-
merable gentio que transita siempre por Piccadilly,
uno de los sitios mas céntricos de la capital de Ingla
terra, se aumentaba delante del scberbi i
donde tienen digno albergue las prin
des cientficas de equel afortunado pais que, siendo a
Ja par inteligente y rico, puede prestar 4 la Sabiduria
toda clase de apoyos
Un considerable ntimero de carruajes y otro cien
veces mayor de gente poco expuesta 4 padecer de
gota, se detenian junto 4 la puerta que da ingreso al
departamento de la Real Sociedad, fundada nada mé
nos que en 1660 ¢ investi 4 los dos afios con dere-
chos de corporacion por el rey Carlos IL
‘Aquella noche celebraba alli con‘erencia piblica Ia
seccion de Historia natural, y éste era ya motivo sufi=
ciente para que la aglomeracion de aficionados y cuHOMBRES Y ANIMALES an
riosos fuese grande: estaba encargado de la conferen-
cia lord Holywell y no era de extrahar que, cusjados
de gemte los escafios de Ia sala de sesiones, hubiese
todavia infinidad de personas anhelantes de penetrar
en el recinto y que sélo se retiraban ante las juiciosas
y enérgicas excitaciones de los policemen lagentes
de policia), que alli, como en todos los puntos de la
inmensa poblacion, velaban por el drden con un éxito
que no es Espaiia la titima de las naciones en en
diar con algun motivo.
Entre los asistentes 4 aquella solemnidad cien
se contaban el principe Alberto, esposo de la reina
Victoria; el principe de Gales, enténees de corti-
ssima edad; el célebre lord Palmerston, ministro 4 la
sazon de Negocios extranjeros, y las principales ilus-
traciones de Inglaterra en ciencias, artes y liter
Casi una mitad del auditorio pertenccia al sexo fe~
menino y haciase notar por su impaciencia, por el
interes hacia el acto preparado que se reflejaba en sus
semblantes, mis que por el lujo 6 la novedad de los
prendidos. Bien que las inglesas no asisten A ciertos
sitios con el tnico objeto de ser vistas, que impulsa
principalmente & nuestras compatriotas... tal vez no
or un exceso de coqueteria, sino por un noble arran-
‘que de generosidad.
Pero digamos dos palabras siquiera acerca de sir
James Lowe.aia cuENTos iNvenosiuiLes
Mm.
La aristocracia inglesa cquién no lo sabe? es la pri
mera de las aristocracias de Europa, y nuestro héroe
era uno de los miembros que més la honraban y enal-
tecian.
Heredero de una gran fortuna y huérfano de padre
y madre & los diez y ocho afics, su aficion 4 las cien-
‘ias naturales le llevé 4 hacer en ellas estudios pro-
fundisimos y a ensanchar el circulo de sus conoci~
mientos con largos viajes por casi todos los paises del
mundo conocido; por algunos de que sir James puede
vanagloriarse de ser el primer explorador. En todos
ellos habia recogido ejemplares para su magnifico
museo de historia natural, y multitud de observacio-
nes curiosisimas que, ordenadas despues en la prove-
chosa culma del gabinete con la prudencia del filésofo
ycon la paciencia del benedictino, han dado lugar &
obras tan notables como Human Being (El sér hu-
mano|, The Dog Compared with Man (El perro com=
parado con el hombre) y Nature (La Naturaleza).
de Ia cual van agotadas en Inglaterra 27 ediciones, ¥
de la que ivergienza causa decirlo! no tenemos toda
via en Espafia una traduccion, ni siquiera un ex-
tracto (1)
Las obligaciones que en ciertos paises prescribe al
(1) Eseritosy ya en laimprenta estos renglones, averigua
‘mos que los hermanos Peroja piensan sériaments en ofrecer al
piibtco una traduccion completa de los 15 tomos de que consta
In hermoss obra de HolywellHOMBRES Y ANIMALES a3
hombre una posicion elevada y la dificultad que en
ellos encuentra un talento extraordinario para privar
4 su patria de los servicios que ella quiera reclamarle,
hicieron ocupar & sir James importantes puestos en
la administracion y en el gobierno; pero, debilitada
‘iltimamente su salud con los continuados trabsios
impuestos por una voluntad infatigable 4 un cuerpo
poco robusto, nuestro marqués vivia dedicado en
1847 4 mostrar su museo zooldgico 4 la multitud de
nacionales y extranjeros que cada dia acudian 4 visi-
tarlo, y 4 madurar el plan de una obra que, segun
sus esperanzas, habia de coronar su reputacion,
La historia de esa obra, reducida por la muerte
4 un diario de observaciones prolongedo durante
veintitantos aitos (y del que nos proponemos dar 4
nuestros lectores una ligera idea), puede decirse que
empicza la noche de la conferencia en la Real So-
ciedad.
Iv.
Despues de algunas frases del presidente anun-
ciando 4 la reunion que lord Holywell, 4 pesar de su
delicadisimo estado de salud, volvia 4 ponerse en co-
municacion con su querido auditorio esperando que
éste disimularia la debilidad de su voz, sir James se
adelanté hacia la tribuna saludado por un vivo mur-
‘mullo de simpatia y comenzé 4 usar de la palabra en
estos términos:
—«Sefiores, me reconozco obligado por vuestros
testimonios de afecto y correspondo a ellos desde loang cuENTOS INVEROsiuILES
mis intimo de mi corazon. Aguardaba con ansi
dad y con recelo Ia hora de volver 4 este puesto de
honor. Con ansiedad, porque estoy necesitado de es-
timulo y de aliento, 'y nadie como vosotros puede
darme ambas cosas: con recelo, porque despues de
nuestra larga separacion he trabajado poco en la vul-
gar acepcion de esta palabra, y habiendo pensado
mucho, 4 pesar de haberse engendrado. mis pensa-
mientos unos de otros; a pesar de tener todos ellos
ese enlace y esa gradacion inherentes 4 todas las de~
ducciones legitimas; & pesar de encontrarme tan acos-
tumbrado 4 mis ideas como el 4guila 4 Ia luz del sol
que puede mirar sin deslumbrarse, como el. prisio-
nero 4 Ja oscuridad de su calaboz0 que no basta 4
privarle del uso total de su vista; & pesar de todo es0,
repito, yo soy el primero en encontrar extrafias las
ideas adquiridas, y que voy 4 someter & vuestro exé-
men, haciendo de mi discurso de esta noche una espe
cie de introduccion, de preparacion los experimen
toscon que paulatinamente me propongo autorizarlas
4 1a faz del mundo ciemifico. (Movimiento de curiosi~
dad en toda la asamtlea.)
Comencé, sefiores , reconociendo vuestro derecho
al asombro; y espero que no abusareis de él, por lo
mismo que ya esté por mi reconocido y proclama-
do, Escuchadme con benevolencia, y juzgadme con
severidad: ya veis que lo que os pido sélo puede
redundar en favor vuestro. (Aplausos.) Excusad , 05
suplico, toda muestra de aprobacion ; me desagrada
alcanzat lo que todavia no he merecido, y no puedo
ménos de pensar que si me aplaudis cuando no lo me-
rezco, no os poneis en el mejor camino de ser justosHOMBRES ¥ ANIMALES a5
cuando vuestra imparcialidad hubiera de serme pro-
vechosa. /Atencion.)
restimen do misestudios y observaciones sobre
el reino animal, viene inspirandome hace ya bastan-
tes alios una idea tan original y atrevida, que en un
principio hasta a mi propio me di cuenta de ella con
desconfianza y timidez; pero que, una vez exami~
nada por mijuicio y admitida por mi razon, debo ex-
poneros clara, completa y sin péruida de momento.
La cienciaes una conguista, y una conquista tan dit
cil como gloriosa ; Ios que’ a ella dedicamos nuestra
vida y nuestra actividad, somos soldados reunidos
bajo una ensefia nobilisima: Ia primera condicion del
soldado es el valor, y el primer valor necesario , el
que ha de dar 6 quitar los brios para el combate, es
fe en la causa que se detiende y ansia irresistible de
proclamarla ante el cielo y la ticrra. (Profunda im-
presion, aplausos y hurras.)
Bien comprendo que la sola enunciacion de lo que
no puedo ménos de Hamar un nuevo sistema, ha de
producir, aparte dela burla y del desprecio (naturales
ecos de las almas pequeias y que ya van siendo para
Jos innovadores como una indirecta aprobacion de las
grandes), dolor y escandalo de las convicciones y de
Jas conciencias; trastorno inmenso de todo lo evan
tado en largos sighos de estudio que se ereia bien en-
caminado. Pero zcuando lo verdaderamente itil no
nace con dolor ¥ con lagrimas? Con dolor de la ma-
dre nace el hombre; con dolor y fatiga mejora su in~
teligencia y se gana el sustenio; con dolor y con
muerte lo Tibert6 de las cadenas del pecado el Hijo
de Dios, hecho hombre para padecer y redimi. Y216 cuenTos mvERosiniLes
las ruinas que produce un nuevo descubrimiento,
no deben alarmarnos ni entristecernos en ningun ca-
s0 : claro es que lo que cae por tierra de un solo gol-
ppe tiene ménos fuerza y valor de lo que aparentaba
tener; y que lo que es capaz de derribarlo, Io seré
tambien de sustituirlo con ventaja. (Aprobacion.)
Voy 4 lanzar, sefiores, una atrevida afirmacion que
forma por si sola el tema de mi discurso, la esencia
de mis convieciones y la base de mis futuros trabajos.
Os ruego que no Ja tomeis por un insulto 4 esa tan
ddecantada dignidad humana que hace tanto por llevar
el nombre y tan poco por merecerlo ; considerad que
soy hombre como vosotros, y que lo que os ofenda
deberfa ofenderme con la’ misma razon. (Atencion
profundisima y pausa miéntras el orador humedece
los labios en una copa de agua: lord Palmerston tose,
¥ las voces imponiendo silencio son tales, que forman
tun verdadero alboroto, Al fin se restablece la calma
¥ continia el orador.)
Sefiores, el hombre viene proclaméndose orgullo-
‘samente rey de los animales hace una porcion de afios.
Si por rey se entiende el que tiene derecho d mandar,
ignoro en virtud de cual aspira el hombre & semejante
soberania: si llamamos rey al que manda y gobierna
or medio de la fuerza y de la astucia, aprovechén-
dose de la debilidad, de la nobleza 6 de la sencillez
de otros séres, necesario serd inclinarse ante la evi=
dencia de los hechos. En mi concepto, nada hay que
autorice lo que no titubeo en calificar de atropello
inconcebible y de abuso indisculpable. (Muestras de
extrafeya.)
Esperaba vuestra sorpresa y espero que’ todavia haHOMBRES Y ANIMALES 217
de crecer: oidme, y comprendereis con cudnta justicia
lo espero. (La mayoria impone silencio y reclama
‘atencion.)
En mi concepto, los animales no son en la creacion
otra cosa que una raza desgraciada, como a polaca
los entre las naciones: una raza sometida & un po-
der mis fuerte y enervada por largos afios de esclavie
tud; por falta de esperanza de entenderse entre si las
diversas especies y recobrar una libertad que, en este
“como en todos los casos, empieza 4 dejar de desearse
cuando comienza 4 dejar de merecerse. En mi con~
ept0, los animales son una raza infinitamente supe-
rior al hombre. (Interrupciones, asombro general, ri-
sas. El orador hace un esfuerso, y dirigiéndose con
04 mds fuerte al grupo de que han partido las prime~
ras sehales de hilaridad, le apostrofa con energia.)
No 08 riais, seioreé, que la ignorancia no es cosa
{que merezca celebrarse con regocijo. En mi concepto,
la Gnica cualided en que verdaderamente sobrepuja
el hombre al resto de la creacion animada, es un
‘orgullo sin limites, irritado por las pruebas que to-
dos los dias adquiere de su pequefiez y de su impo-
ten:
Lo he dicho y lo repito. Los animales tienen sobre
el hombre superioridad fisica, superioridad intelec-
tual y hasta superioridad que llamaremos de corazon,
de condiciones morales: superioridad de alma, en una
palabra, sefiores; porque tiempo es ya de desechar la
preocupacion absurda y lastimosa de que en los ani-
males s6lo hay un instinto.. sino preferis convenir en
que digno es de llevar nombre diferente lo que tantas,
veces aventaja 4 la que consideramos causa de nues-218 coENToS mevERosharLEs
tra pretendida superioridad sobre ellos. Pero hemos
sentado tres proposiciones, y estamos en la obligacion
de demostrarlas. Vamos & hacerlo,
Bastan un mediano discurso y un ligero habito de
obscrvacion, para comprender sin esfuerzo alguno
que los animales son fisicamente superiores al hom-
bre. Comencemos por el nacimiento de unos y de
owes. El hombre, despues de nueve meses de mar
tirio para la madre, despues de nueve meses en que
lasalud de ésta esta gravemente comprometida (sf
no pierde la vida en el acto del alumbramiento,
si no queda para siempre herida y debilitada), nace
desnudo, débil, necesitado de mil cuidados y' ater
ciones; seguro de morir, no sélo al abandono
completo, sino al menor descuido. El nacimien-
to de dos gemelos es ya considerado como un fent-
meno en los racionales; y cuando, por rarisimacasua-
lidad, pasan de este ntimero, os’ veaidos al munio
nacen para morir, para vivir muriendo, para matat
seguramente a la que les did el sér. El contraste del,
nacimiento de los animales no puede ser més comple-
to. Migntras el hombre nace desnudo, el animal nace
vestido, armado ya de las plumas 6 de las pieles que
han de formar el abrigo y el adorno del hombre. El
nacimiento del animal, ea la mayoria de los casos, ¢s
nds rapido, siempre mas ficil, siempre tambien mis
fecundo en numero, El animal, desde el punto y hora
de nacer, empieza a moverse, cosa que el hombre sélo
consigue mucho mas tarde; y cuando éste ensaya
cobardemente sus pasos inseguros, aquellos cruzan
los bosques, atraviesan los mares, suprimen os es
pacios.HOMBRES Y ANIMALES 219
Reconozcamos tambien la independencia de que el
animal disfruta al poco tiempo de nacer, y hagamos
resaltar con ella la miserable esclavitud en que el hom
bre pasa sus primeros aos, su juventud la mayor
parte de las veces, y en muchos y repetidos casos Ia
vida entera. Mas diremos: miéntras un animal solo
se basta siempre para su sustento y su defensa, el
hombre tiene necesidad absoluta de reunirse con sus
semejantes; y digase lo que se quiera por una filoso-
ia que trabaja para engafarse (jaro amor é la sabi~
duria), la sociabilidad podra serlo todo ménos una
muestra de fortaleza, El que busca 4 otro, claro es que
se considera débil. En qué condicion fisica no vencen
Jos animales 4 los hombres? Sus sentidos corporales
son infinitamente superiores & los nuestros. Abstrac-
cion hecha del paladar y del tacto, que son tan per-
fectos por lo ménos (en relacion con sus necesidades,
se entiende|, ¢que vista de hombre puede compararse
con Ia del aguila, con la del caballo, con Ia del gato,
que ve en una oscuridad completa para nosotros?
{Qué oido, qué olfato tan finos, tan seguros como el
del corzo y el del perro? El lenguaje lo corrobora con
‘sus modismos. A cada paso estamos diciendo todos:
«Fulano tiene una vista de ince, un olfato de perro
perdiguero, un oido de gacela.» No hablemos de la
fuerza material de unos y de otros: cuando el hom-
bbre domina 4 sus victimas es por Ia astucia, por la
traicion 6 por el empleo de armas que, no encon~
trando en sus brazos ni en otras defensas naturales,
ha tenido que construirse como su mafia le ha ido
dando 4 entender. E| hombreanda, slta y trepa; pero
comparad la gallardia de su marcha con la del caballo,220 CuENTOS INVEROSiWILES
su ligereza con la del galgo 6 Ia liebre, su resistencia
con la de! elefante 6 el camello, su agilidad con la del
mono, con la del tigre, con la de mil animales més
El hombre nada; pero arrojadio al mar y vereis cuén
poco tiempo es capaz de luchar contra las olas, cuén,
pocas leguas es capaz de imitar al més ruin de los pe-
cecillos que le rodean por todas partes. Y miéntras
parodia tan torpemente esos movimientos, vedle pa-
sarse la vida envidiando el vuelo del péjaro, tratando
de falsifcarle, ya con pobres y débiles maquinas &
que no sabe dar direccion, ya con postizas alas que,
desde los tiempos mitolégicos, s6lo han servido para
castigar su ambicion y su insensatez. Miéntras el hom-
bre padece continuos achaques y tnicamente conser-
vva su salud rodedndose de mil cuidados, los anima-
les soportan el hambre, Ia sed y el frio en condicio~
nes que, s6lo imaginadas, asusian al mas vigoroso de
nosotros. Se nos diré que Ia vida de los animales es
mis breve; pero, éun cuando esto pudiera admitirse
como un argumento en contra de mis doctrines (ar-
gumento 4 que la longevidad de los cuervos y de los
elefantes debe servir de respuesta victoriosa), pense-
‘mos lo que habria llegado 4 ser el hombre si s6lo vi
viera lo que la mayor parte de los animales, y el atraso
fen que le verfamos nos indicara que vive més porque
necesita més afios para desarrollarse, porque su pro-
{reso vital es mas torpe, y por consiguiente més lento.
Creemos que la superioridad fisica de los animales se
hha demostrado ya por si misma: pasemos ahora 4 la
superioridad intelectual.
Una de las pruebas que el hombre cree poseer de
la suya respecto 4 esos desgraciados parias de la crea-HOMBRES Y ANIMALES aa
ion, consiste en el Ienguaje, en el modo de ha-
cerse’ entender, dén que considera de su tnica y
exclusiva propiedad. Dejando 4 un lado la duda que
siempre hemos tenido sobre si el lenguaje nuestro
es un medio de entendernos unos & otros 6 un com-
plicado recurso para no llegar & entendernos jamés,
vviviendo en oposicion constante y alimentada por lo
mismo que parecia formado para desvanecerla, rin
cdamos otra vez tributo de admiracion 4 esa vanidad
del hombre que le hace creer que los animales no hi
blan, sencillamente, porque él no entiende los sonidos
que salen de sus bocas. Es antigua costumbre que el
hombre niegue todo lo que no compreade, sin duda
porque esto le es més fécil que discutirlo: por el mis-
‘mo procedimiento niega & Dios, que es lo que mas se
ve y se toca en el universo. Haciendo caso omiso de
Ja facilidad que para hablar como nosotros tienen al-
sgunos animales (entre ellos el mirlo, la urraca y el
Toro, que distan mucho de ser los mas inteligentes de
la creacion y quiz’ por es0 mismo son capaces de
‘mitarnos), si alguna cosa no se puede dudar en este
punto, es que los animales hablan y se entienden
entre sf. Los mis grandes, Jos mis humildes, se va-
Jen de su voz para ponerse en inteligencia. Los per-
ros se avisan con sus ladridos en Ia caza, en el peli-
‘fo, en la soledad, en todas las circunstancias de una
vida que no esta para ellos ménos lena de emociones
¥ de intereses que Ia del hombre; el gallo saluda con
distinto camo la salida del sl y el logro dela victoria;
Ja tértola tiene para sus ternezas y para su vindez
bien diferentes expresiones; y las mismas hormigas
hhablan entre si, sin que nuestros débiles oidos per-ciban su voz, pero sin que nuestra razon pueda ne~
sgarse 4 la evidencia... Vedas trabajar en el verano,
cextendidas en largas hileras desde la miés del labra~
dor hasta sus amirables almicenes. Cuando una
sola no puede arrastrar un grano de trigo, lo depo-
sita en el suelo, va en busca de otra compaitera sin
carga, la detiene, se juntan, aproximan sus amte~
nas y al eabo de pocos instantes se dirigen de comun
acuerdo al sitio donde quedé el grano y lo condu-
cen entre las dos. En este hecho innegable y cien
veces repetido cada dia, Ze6mo no ver una demostra-
cion de que los animales hablan y se entienden... cosa
que, ya queda consignado, rara vez sucede entre los
racionales? Ya 0s hallo dispuestos 4 concederme que
los animales hablan; sospecho, sin embargo, que os
apresurais 4 contestarme:—e Hablan, pero no discur-
+20; forman sonidos, pero no raciocinan...» ¢Quién os
lo ha dicho? El discurso de los animales es evidente,
Examinad con atencion el perro tendido delante de
la lumbre de vuestro hogar. Ese animal, en medio del
soporde que se encuentra poseido, forma unas veces
grufidos roncos, se ayita otras con voluptuosidad,
rueve sus patas y rezoze el sliento como si marcha
ra... Pues {cémo no comprender que si el perro sue-
fia, hay en él un pensamiento que vela mignteas su
cuerpo se entregy al reposo? El mism> animal salta
de alegria si poneis en su cucllo el collar de cascabeles
que Ie indica su sada 4 Ia calle 6 al campo; sus ojos
se Hleaan de Ligrimas y lanza trstes aullidos cuando
suamo acaba de morir... Pues 2quign diva que sieate
tun sér capaz de dolor y de alegria?
Para daros pruebas de la supcrioridad intelectualHOMBRES ¥ ANIMALES 293
males, el Gnico trabajo esta en escoger-
jer lugar, tienen mas memoria que nos-
otros. Los animales no olvidan nunca lo que lle-
gan 4 aprender: el camino recorrido no vuelve & ser
nuevo para ellos; el lugar una vez visitado es reco-
lo siempre... Tal y tan poderosa es en ellos la
facultad de la memoria, que los hace eapaces de lo que
nunca fué ni ser capaz el hombre: de escarmiento.
De su voluntad no hablemos, porque no hay un solo
animal que, cuando quiere una cosa, no la quiera real
y positivamente; que cuando forma un propésito, des-
canse hasta cumplirlo; que sentido un deseo, no haga
cuanto de él dependa para satisfacerle: ni uno solo
que, como la inmensa mayoria de los hombres, se
hhaga la ilusion de que las cosas van a Hoverle del cielo
4 medida que é1 vaya descandolas. Limitémonos 4
decir que los animales tienen voluntad y que los hom-
bres apénas la conocen. Pasemos al entendimiento.
jPruebas de intelige ign podria pedirlas?
Cada acto de la vida de los animales es una prueba de
su inteligencia prodigiosa. Todos los que las usan,
se construyen por si mismos viviendas apropiadas 4
sus cortas necesidades ; tarea que entre nosotros pro
porciona meiios dewvivird algunos hombres que estu-
dian y se afanan para no dejar vivir 4 los demas, con
las mezquinas jaulas de nuestras ciudades, ingeniosa-
mente dispuestas para que el aire puro no pueda en-
war y para que los miasmas de una epidemia no
puedan salir. Para procurarse el ordinario sustento,
para libertarse del peligro, 2qué habilidad, qué astu-
sia, qué admirable prevision no tienen los animales?
Medicos de si mismos, conocen una porcion de hier-224 CcuENTOS INVEROSiMILES
bas y de raices con que se purgan en ciertas épocas
del aito, y con ser tantas las que en la redondez del
globo pueden ser nocivas a las diferentes especies, no
se halla un caso de animal envenenado por su igno-
rancia, Migntras el hombre no entiende el lenguaje
de los animales, ellos entienden el del hombre, inter-
pretan sus gestos y hasta adivinan sus pensamientos
mas intimos. Una conciencia perfecta de sus faltas,
apénas las han cometido, les hace prever la pena y
sufrirla con filosofica resignacion. Qué palaciego més:
astuto que el gato, que sdlo se acerca a nosotros cuan.
do nos ve contentos, y sélo nos pide cuando los man-
jares cubren nuestra mesa? 2Qué tejedor tan habil y
concienzudo como el gusano de seda, cuyo trabajo es
siempre perfecto, que para el trabajo nace y con eltra-
bajo se regenera se transforma? Qué ciudadano cuya
prudencia iguale 4 la de la hormiga, que se acuerda de
la escasez y sabe prevenirla en medio de la abundan-
cia? {Qué misico comparable al ruisefior, qued la par
crea y ejecuta; siempre inspirado, siempre sincero,
eres alguno, porque el especticulo de Ja natu-
raleza hace vibrar el arpa viviente de su sér y necesita
devolverle en canticos lo que ella le da en rumor de
fuentes y en frescura de rios, en aromas de flores y en
fulgor de luceros? Un insecto insignificante martiriza
al hombre, que no sabe cémo librarse de él: Ia zorra
coge una rama con los dientes y se lanza al agua; va
sumergiéndose, haciendo avanzar poco 4 poco hasta
In rama 4 los incémodos huespedes, y cuando todos
estin ya en ella, la arroja y nos descubre el medio
mejor de sacudirse las pulgas. El conejo, el ciervo,
perseguidos por los cazadores ocultos & su vista,HOMBRES ¥ ANIMALES 225
vuelven sobre sus huellas, borran un indicio que
puede comprometerles y burlan & sus enemigos.
La comadreja se fing? muerta para que los ratones se
acerquensin recelo, y seapodera de ellos con la mayor
facilidad. Cada uno de vosotros que sea duefio de un
perro, se habri asustado més de una ver de Ia inteli
sgencia descubierta en un animal que & cada paso nos
visa, nos descansa y nos inspira ideas. Tanta es, se-
fiores, la inteligencia de los animales, tal a fuerza y 1a
severidad de su razon, que migntras el hombre es ca-
paz de reirse, en los animales no ha existido jamas
ese signo de frivolidad, de pequefez, de ligereza.
Poco trabajo ha de costarme probar que el alma de
los animales es, bajo el aspecto de la bondad, intini
tamente superior tambien 4 la nuestra. El hombre es
ambicioso de superfiuidades, esclavo do sus vicios,
juguete de sus pasiones, inconstante, aturdido, so
‘metido al trabajo como 4 una ley insoportsble,
cundo y cruel. El animal no desea ni se busca nada
supérfluo, hasta que en el estado de domesticidad el
hombre lo pervierte con su ejemplo y le facilita los
medios de prostituirse. Los vicios ocupan en la vida
de los animales un lugar inferior, pesar de que todos
sus vicios los vemos 4 la luz del dia; porque sélo al-
gun animal que anda con el hombre llega 4 hacerse
hipécrita. Yen cambio, en las virtudes, que nunca
practican por vanagloria, nos oftecen ejemplos que
no somos capaces de imitar ni de comprender apénas.
Tienen todas las virtudes del hombre, pero en mas
alto grado. Puede darse un militar més valiente que
el gallo, que no se rinde mas que muerto 4 su ene~
migo? (Se concibe un sér més pudoroso que el ar-
5226 CCuENTOS InvEROSiMILES
mifio, que conserva siempre su piel libre de toda
mancha, y que ha dado orfgen por eso & la fébula de
que 4 si propio se cercena una parte del cuerpo para
conservar integro el principal tesoro de su limpieza?
Se concibe un sér més laborioso que la hormiga, una
repuiblica mejor organizada que la de las abejas, en
que el trabajo es una religion? ,Dénde hay un hom~
bre cuya noble condicion pueda compararse & la del
caballo, & quien el castigo corrige y no rebaja? Qué
cristiano mas resignado y suftido que el asno, incepaz
de exasperarse con la mayor injusticia?