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Arqueología y Paleontología de la Provincia de Catamarca

CAPíTULO CARDÓN MOCHO:


CEMENTERIO INDIGENA ANTIGUO

22 EN EL VALLE DE HUALFÍN

Bárbara Desántolo1, Guillermo Lamenza1,3, Hilton Drube2, Luis Dulout2, Beatriz Guichón3, Horacio Calandra3,
Susana Salceda1,3 y Carlota Sempé1,3

1
Universidad Nacional de La Plata. 2Universidad Nacional de Catamarca. 3Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.

En el Valle de Hualfín (Catamarca) se registra una larga ocupación


prehispánica caracterizada por procesos de cambio a largo plazo que
se reflejan tanto en los modos de vida como en las prácticas funera-
rias. En los últimos años se constata un sustancial progreso en el cono-
cimiento de las modalidades mortuorias lo que ha permitido avanzar
en la comprensión de las prácticas sociales y religiosas antiguas. Un
ejemplo de ello es el descubrimiento del sitio arqueológico Cardón
Mocho, cementerio prehispánico ubicado en las proximidades del
pueblo catamarqueño de Azampay, donde excavaciones arqueoló-
gicas sucesivas han puesto de manifiesto entierros humanos de más
de 2500 años de antigüedad con evidencia de intercambio a larga
distancia y marcada diferenciación social. Las características de este
singular hallazgo, su cronología absoluta y el análisis comparativo
con otros contextos regionales permiten discutir y revisar algunas
consideraciones tradicionales sobre el desarrollo de los primeros
asentamientos campesinos en el Valle de Hualfín.

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Introducción materiales recuperados en dichas campañas


proveyeron así, la base empírica que permi-
La provincia de Catamarca es un enclave tió construir la secuencia cronocultural del
privilegiado dentro del Noroeste argenti- valle, hito referencial para áreas aledañas del
no para comprender el desarrollo cultural NOA en la década del ’60.
prehispánico de la región. Recorrer su geo- Recientemente, el grupo que integramos
grafía da cuenta de una notable diversidad se ha abocado al análisis de un aspecto par-
ambiental que ha sido escenario de los más ticular relacionado con las prácticas mortuo-
importantes procesos socioculturales des- rias que permite, no sólo dar cuenta de re-
de que el hombre ingresó al continente, a laciones sociales, sino también comprender
finales del Pleistoceno, hasta la actualidad. la complejidad alcanzada por las comunida-
Allí, hace más de 10000 años, sus valles, que- des. Así, los contextos inhumatorios inclu-
bradas y puna fueron testigos de sucesivas yen construcciones materiales y simbólicas
transformaciones que, no sólo involucran la que reflejan los intereses particulares de
construcción del paisaje a través de la activa cada sociedad o segmento social de distinta
modificación del medio, sino también múlti- índole (familiar, linaje, estamento social je-
ples procesos históricos con cambios y con- rarquizado, clases de edad, entre otros). En
tinuidades diferenciales que produjeron los estas investigaciones consideramos que el
más variados modos de vida con sus respec- comportamiento ante la muerte refleja la po-
tivas expresiones estructurales e ideológicas. sición social de los individuos, se relaciona
Hoy día esas manifestaciones se encuentran con la organización de la sociedad y consti-
materializadas en el importante acervo ar- tuye una vía de aproximación a las estruc-
queológico que conforma el patrimonio cul- turas socioeconómicas y político-ideológicas
tural prehispánico regional y cobran vida de las poblaciones. Por ello, uno de los ob-
toda vez que las reconocemos como parte de jetivos de la investigación ha sido caracte-
nuestra historia. rizar prácticas y comportamientos sociales
Catamarca fue pionera en despertar la in- vinculados al campo funerario, analizando
quietud de aquellos primeros exploradores los bienes materiales y los restos humanos
y naturalistas viajeros interesados por el pa- involucrados como indicadores adaptativos
sado prehispánico. En particular el Valle de de estructura paleodemográfica, de peculia-
Hualfín ha recibido de manera sostenida no- ridades paleopatológicas, de dinámica po-
tables personalidades desde fines del siglo blacional y de estrés ambiental.
XIX. Así, bajo el mecenazgo del coleccionista
Benjamín Muñiz Barreto, por ejemplo, en La
Ciénaga, a orillas del río Hualfín, se realiza- Ocupación humana en el
ron intensas excavaciones arqueológicas en Valle de Hualfín
la década de 1920, dirigidas a la obtención
de restos culturales y sólo documentando la El valle del Hualfín se extiende, con direc-
presencia y disposición de los restos óseos ción norte-sur, desde el Campo del Arenal
acompañantes. Croquis precisos y explicato- hasta la Puerta de San José. Fue habitado
rios que aun hoy son útiles a la investigación por antiguas comunidades que se adapta-
bioantropológica ante la falta de material ron a la explotación de recursos específicos
esqueletario, permiten establecer la caracte- y a un ambiente relativamente estable du-
rización biocultural de los individuos e in- rante los últimos 3000 años, con mínimas
cursionar en análisis de la paleodemografía modificaciones, tales como la “pequeña
convirtiendo entonces a la región en uno de edad de hielo”, cuando la aridez regional
los puntos arqueológicos de referencia más alcanzó su máxima expresión. Tal perma-
importantes para el Noroeste argentino. Los nencia de las condiciones fisiográficas en el

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co que denominamos “Cardón Mocho” (Fig.


1).

El cementerio indígena
Cardón Mocho

Al pie del Cerro Durazno, en la vertiente


occidental del Valle de Hualfín, en inmedia-
ciones de la localidad de Azampay (Belén,
Catamarca), bajan varios cursos de agua,
menores y temporales, que habitualmente
se insumen en los depósitos pedemontanos
que se encuentran a poca distancia del frente
montañoso. Entre estos cursos se encuentra
el Río Azampay, en el ápice de cuyo abanico
aluvial se ubica este importante sitio arqueo-
lógico. Allí, a fines del año 2004, la comuni-
cación del hallazgo fortuito de una máscara
de piedra, que afloraba sobre la superficie
del terreno, motivó tareas de rescate y la
necesidad de efectuar su excavación siste-
mática. Para ello se planificaron sucesivas
campañas arqueológicas, realizadas bajo los
auspicios de la Agencia Nacional de Promo-
Figura 1. Localización espacial del sitio Cardón Mocho y ción Científica y Tecnológica (ANPCyT), el
otros mencionados en el artículo. Consejo Nacional de Investigaciones Cientí-
ficas y Técnicas (CONICET), la Universidad
Nacional de Catamarca (UNCa) y la Univer-
tiempo, nos permiten plantear que aquellas sidad Nacional de La Plata (UNLP) con el
comunidades que lo habitaron siguieran un acuerdo y supervisión de la Dirección Pro-
“modelo andino” semejante de explotación vincial de Antropología.
de recursos. Las evidencias más antiguas de La excavación del sitio se realizó siguiendo
ocupación humana en el valle se registran normas convenidas internacionalmente con-
en el siglo VI antes de Cristo, momento en siderando especialmente las características
que se asientan comunidades campesinas. particulares que atañen a los espacios donde
El proceso histórico local presenta cambios se encuentran involucrados restos humanos.
ideológicos, particularmente visibles en los El área de mayor sensibilidad arqueológica
rasgos que hacen a las expresiones fune- se sectorizó a partir del planteo de un reticu-
rarias e iconográficas. Por ello un aspecto lado en damero con celdas de 2x2 metros. Se
de particular interés para la investigación optó por un criterio de muestreo que estuvo
bioarqueológica refiere precisamente a la va- guiado principalmente por la contigüidad
riabilidad de las prácticas funerarias. En este de los hallazgos en contexto de rescate y las
marco las investigaciones llevadas a cabo en características del terreno (geomorfológicas
los últimos años han permitido avanzar sus- y vegetacionales) así como por la presencia
tancialmente en el conocimiento de las mo- de agrupamientos y/o alineamientos de pie-
dalidades mortuorias en el valle, tornándose dras donde claramente podía denotarse acti-
significativo el hallazgo del sitio arqueológi- vidad humana en su ordenación (Fig. 2).

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Figura 2. Estructuras de piedra en vinculación con las inhumaciones.

Figura 3. Tareas de excavación en el sector donde fue localizada la máscara de piedra.

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Figura 4.
Ejemplo de
una de las
modalidades
de inhumación
presente en el
sitio.

En este marco se delimitó un espacio de croscópica describiendo los rasgos anóma-


30x80 metros y, en sucesivas campañas los para cada hueso y estableciendo su co-
entre los años 2004 y 2014, se excavaron rrespondiente hipótesis diagnóstica. Como
20 cuadrículas de 2x2 metros con una pro- resultado puede afirmarse que los restos
fundidad variable entre 0,40 y 0,80 metros, óseos corresponden a 19 individuos de los
en función de la presencia de un estrato de cuales 10 son adultos (3 masculinos, 3 feme-
ceniza volcánica donde no se encuentran ninos, 4 indeterminados) y 9 subadultos de
vestigios de actividad humana. Las particu- sexo indeterminado. La posición inhuma-
laridades constructivas de cada espacio de toria es variada (decúbito lateral derecho e
inhumación involucran a uno o más indivi- izquierdo; decúbito dorsal y genuflexa) sin
duos, alojados en estructuras simples deli- orientación preferencial del eje corporal. La
mitadas por lineamientos de rocas de tama- antigüedad del cementerio pudo ser deter-
ño variado, yuxtapuestas entre sí (Fig. 3). minada mediante siete (7) análisis radiocar-
Con el propósito de lograr una sistemati- bónicos (LATyR-UNLP) cuyos resultados
zación en las observaciones, se siguieron es- confirman una ubicación cronológica entre
tándares internacionales para el análisis de 2550+60 y 2000+60 años antes del presente
los restos óseos. El estado de preservación de (Fig. 4).
los esqueletos recuperados, conjuntamente Un aspecto de particular interés es la pre-
con la correspondencia individual observa- sencia de ajuar de alta significación acom-
da en cada una de las inhumaciones, per- pañando a individuos subadultos. Hasta
mitieron asignar edad y sexo considerando el momento se han recuperado cuentas de
el conjunto de piezas óseas y dentarias de malaquita, figurinas de nácar, placa de co-
cada individuo; la estimación de la estatu- bre, figurina de madera. En particular, un
ra se calculó en función de la longitud de colgante confeccionado sobre concha de
los huesos largos; el análisis sobre posibles caracol proveniente de la costa del Pacífico
enfermedades sufridas por los individuos (Oliva peruviana), sugerente de relaciones a
fue realizado mediante la observación ma- larga distancia, replantea un sistema de in-

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Figura 5. Ajuar asociado a las inhumaciones. Placa de cobre. Cuentas y figurinas de nacar. Colgante de caracol. Figurina
de madera.

tercambio que día a día va reafirmando su básica tipo diorita, presentando nariz chata
existencia a partir del registro arqueológico, con aletas, ojos perforados y boca circular
específicamente por representaciones ru- prominente. Aunque un bien escaso, los
pestres. pocos ejemplares de máscaras conocidos
Un sinfín de consideraciones abre el hallaz- hasta hoy reúnen en general características
go de una máscara de piedra, cuyas carac- estructurales básicas en su diseño, como la
terísticas particulares la refieren como bien unión de cejas y nariz formando un todo
suntuario, sugerente de status, dando marco continuo en forma de T. Aún con variabili-
a aspectos relacionados con la organización dad en el conjunto, predomina la nariz fuer-
sociopolítica de la comunidad (Fig. 5). temente aguileña, como si imitara la de un
ave. Otros ejemplares de ámbitos vecinos y
similar cronología, tal como la hallada en el
La máscara mortuoria cementerio 5 de la Ciénaga, presenta en el
de Asampay borde frontal perforaciones de suspensión
dispuestas linealmente que, en la másca-
Siempre desde una perspectiva regional, ra de Azampay, sólo están sugeridas. Otro
cabe destacar que, los hallazgos de másca- rasgo diferencial lo constituye la ausencia/
ras de piedra dentro del área Andina se cir- presencia de ojos perforados, presentes
cunscriben al Noroeste argentino, restrin- en la “máscara de Azampay”. El análisis
giéndose claramente a la región Valliserra- conjunto y contextual de la totalidad de
na, caracterizando al denominado Período los rasgos, así como la cronología absoluta
Temprano, con adscripción cultural a Tafí- realizada sobre su portador, determinan la
Condorhuasi y en asociación con la fase Río correspondencia con el período inicial de la
Diablo. ocupación agroalfarera del Valle de Hualfín
La denominada ¨máscara mortuoria de (Fig. 6).
Azampay¨ está realizada sobre una roca Un aspecto de particular importancia re-

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Consideraciones Finales

Los resultados de las últimas investiga-


ciones en la localidad de Azampay (Ce-
menterio Cardón Mocho) confirman que la
problemática arqueológica sobre el origen
de las sociedades campesinas del valle del
Hualfín mantiene plena vigencia, en par-
ticular debido a la existencia de fechados
radiocarbónicos tempranos (desde 2550+60
a 2000+60 años antes del presente) perte-
necientes a sitios de entierro vinculables
con asentamientos humanos agropastoriles
congruentes con etapas iniciales de la cul-
tura Condorhuasi (Río Diablo) y Ciénaga
(La Manga). La primera caracterizada por
el hallazgo de la inhumación con máscara
de piedra en Cardón Mocho y un nivel de
fondo de vivienda en el sitio Río Diablo, a
lo que se agregan 24 tumbas exhumadas
Figura 6. Máscara mortuoria de Azampay. por Weisser en La Ciénaga, Aguada Orilla
Norte, Las Barrancas y La Hoyada de Corral
side en que la mayoría de los ejemplares de Ramas. La segunda presente en algunas
similares conocidos hasta hoy provienen tumbas del cementerio Cardón Mocho de
de compra o donación, estando su origen Azampay contemporáneas de los sitios co-
relacionado con hallazgos casuales o vin- rrespondientes a la fase La Manga de la lo-
culados al saqueo de tumbas. Esos ejem- calidad de La Ciénaga, a la que se suman
plares integran colecciones de museos y se ocho tumbas con contexto similar, proce-
desconocen las condiciones de hallazgo y dentes de diversos cementerios de dicha
el contexto asociado, aspectos fundamen- localidad y una encontrada en La Aguada
tales para la interpretación arqueológica. A Orilla Norte. Las diferencias estilísticas en-
nivel regional y hasta el momento, sólo un tre la cerámica La Manga y las pertenecien-
ejemplar depositado en el Museo de Cien- tes al Ciénaga II (fase Guiyischi) de Gonzá-
cias Naturales de La Plata fue obtenido a lez y su no coexistencia en ninguna tumba
partir de excavaciones controladas y do- ni piso de ocupación, ameritan considerar
cumentadas y forma parte de la colección que podría tratarse de dos entidades cultu-
Benjamín Muñiz Barreto. Este hecho exal- rales diferentes, lo que estaría avalado por
ta aun más la importancia de la máscara la diferencia en la cronología.
mortuoria de Azampay: su exigüidad per- Por lo tanto puede afirmarse que tanto en
mitiría definirla como un objeto de fuerte la zona baja del valle (orillas del río Hualfín),
capital simbólico y su asociación con un como en la zona alta, existe contemporanei-
individuo subadulto indicaría presencia dad de ocupaciones con contextos arqueoló-
de estatus heredado dentro de la comuni- gicos similares. El análisis interpretativo de
dad que enterró a sus muertos en el lugar. las propiedades de los pisos de ocupación,
Estas características permiten suponer que las tradiciones estilísticas alfareras y el com-
estamos en presencia de una sociedad con portamiento mortuorio regional, permiten
distinciones sociales marcadas en un mo- retomar y revisar aquella secuencia maes-
mento muy antiguo. tra y proponer la existencia de un período

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inicial caracterizado por la presencia de alto les. La función fúnebre se expresa en relatos
ritualismo y marcadas distinciones sociales etnohistóricos o se deduce del hallazgo ar-
con evidencia de status adscrito, y esferas queológico, cuando estos objetos se colocan
de interacción a media y larga distancia sobre la cara del sujeto sepultado o sobre el
con grupos aledaños de valles y quebradas paquete funerario (González R. 1973. Más-
(Saujil, Las Cuevas-Vaquerías) y tierras ba- caras metálicas del NO argentino. En estu-
jas (San Francisco y Chaco) en Argentina, dios dedicados al Profesor Dr. Luis Pericot.
en Chile (Molle, San Pedro y Alto Ramírez), Barcelona, España).
en Bolivia (Yuraj Molino y Valle Ibirza) y en Paleodemografía: reconstrucción de la de-
Perú (Wankarani, Chiripa y Pucara). mografía de una población antigua a través
Es entonces cuando se produce la expan- del estudio y caracterización de sus restos
sión de la modalidad “aldeana” de asenta- esqueletales.
miento agrícola, con producción de especies Paleopatología: disciplina científica que es-
de fuerte poder sustentable (maíz, papa, tudia enfermedades y traumas sufridos por
zapallo, calabaza, maní, porotos, otros) pro- individuos o poblaciones pasadas.
ducidas en pisos ecológicos diversos, con Pequeña edad de hielo: período de en-
explotación complementaria de especies friamiento y sequía que va del siglo XIV al
animales silvestres y domesticadas (camé- XIX.
lidos), fundamentalmente en zonas altas, Pleistoceno: época geológica del período
y recolección de recursos del bosque de Cuaternario que comenzó hace 2,59 millo-
algarrobo, en especial en zonas por debajo nes de años y finalizo hace aproximada-
de los 2500 msnm. Todas estas activida- mente 10000 años caracterizada por abarcar
des, destinadas a la obtención de recursos las últimas glaciaciones.
básicos, tuvieron especiales condiciones en
esos ámbitos preferenciales, representando
nuestra zona de estudio uno de ellos. Lecturas Sugeridas

Carbonari J., Baldini M., Huarte R. y M. C. Sem-


Glosario pé. 2011. Seis décadas de dataciones radio-
carbónicas de las culturas agroalfareras en
Decúbito: postura corporal que implica es- el Valle de Hualfín. Catamarca, Argentina.
En El Hombre, el medio y sus relaciones.
tar recostado. Por ejemplo la posición decú-
Compilation 1. Universidad Nacional de
bito dorsal refiere a estar recostado sobre el
Catamarca.
dorso. González A. R. y G. Cowgill. 1975. Cronología
Genuflexa: refiere a la postura corporal del valle de Hualfín, obtenida mediante uso
donde el cuerpo se encuentra flexionado. de computadoras. Congreso Nacional de
Máscara mortuoria: objetos que reprodu- Arqueología Argentina: 383-404. Bs. As.
cen en piedra, cuero o terracota, tela o me- Sempé M. C., Salceda S. A. y M. A. Maffia (Edi-
tal, los rasgos anatómicos fundamentales de toras). 2005. Azampay: presente y pasado
un rostro humano; de tamaño variable, por de un pueblito catamarqueño. La Plata. Ed.
lo general se acercan a las medidas natura- Al Margen.

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