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El experimento de Michelson y Morley

En este ensayo se expondrá el famoso experimento realizado en 1887 por Albert


Abraham Michelson y Edward Morley, el cual consistía en detectar el movimiento de la
tierra a través de el éter, y las razones por la cuales Michelson lo considero un rotundo
fracaso. Caltech 1985 nos dice que “el éter es el medio a través del cual las ondas
luminosas del sol se propagan para iluminar y alimentar la tierra “. Teniendo en cuenta
que una onda es una perturbación que pasa a través de un medio, de una parte, a otra,
siempre oscilando y siguiendo lo largo de su línea; Pone en duda que si las ondas que
alimentan a la tierra a través del espacio aparentemente vacío, ¿Qué es lo que oscila? la
respuesta era el éter, este debía ser rígido para que los planetas se movieran con
facilidad a través de este. Entonces se obtuvo otra conclusión sobre el éter; Es un fluido
móvil sin viscosidad, transparente e incomprensible que tiene lleno todo el espacio.
Conforme vallamos avanzando se explicará el experimento y él porque los resultados
obtenidos, aunque no fueron los esperados, fueron de gran ayuda para el campo de la
física.

Hasta 1887, ningún científico se había atrevido a demostrar de manera experimental


la existencia del éter. Pero entonces a Michelson se le ocurrió un experimento brillante,
que consistía en detectar el movimiento absoluto de la tierra a través del espacio,
demostrando así el éter. Para esto Michelson, con su gran capacidad de invención,
construyo un interferómetro, este ayudaba a medir la capacidad de la luz y consistía en
un láser que dividía un rayo, mediante un espejo parte transparente y parte reflectante,
en dos, enviándolos por trayectorias perpendiculares entre sí, cada uno volviendo a su
punto de partida. En palabras simples; era una carrera de rayos de luz, si empataban el
resultado era una mancha brillante en el centro de la configuración de la interferencia.
Aquí surgió el primer problema, ya que en esos años no tenía sentido que hubiese un
empate, debido a que ambos rayos de luz corrían por una pista en movimiento y se creía
que tanto la tierra como el interferómetro se movían a través del éter, por lo que ambos
rayos seguirían trayectorias diferentes con respecto al éter. Teniendo en cuenta que, de
los dos rayos, uno se movería oblicuamente al movimiento de la tierra, formado un
triángulo en su trayectoria y el otro que se movía en la misma dirección recorría una
línea recta, este último recorrerá más en ida y vuelta, consecuentemente el rayo que
recorría la trayectoria oblicua ganara la carrera. Esta diferencia de llegada de rayos es
muy pequeña, comparando y relacionando la velocidad de la luz (c) con la velocidad de

v 2
la tierra (v), tendremos que ( ) =10−8, teniendo una diferencia pequeñísima que
c
Michelson quería medir a como dé lugar.

En este mismo año Michelson consiguió una plaza en el aquel entonces Case Institute
of Technology Cleveland, donde conoció a quien sería su compañero y amigo, Edward
Morley. Michelson le propuso a su amigo trabajar en un nuevo interferómetro que sea
diez veces más sensible que el primero, uno que ignore a factores externos que puedan
afectar la sensibilidad, para esto sus espejos estaban apoyados sobre una base de piedra
arsénica que flotaba sobre mercurio; teniendo así lo necesario para conseguir la
minúscula diferencia de tiempo de los dos rayos de luz. El experimento se debía realizar
observando la configuración de la interferencia con el interferómetro en una
determinada orientación con respecto al movimiento a través del éter, luego se
procedería a girarlo; si el rayo empataba se visualizaría una mancha brillante en la
configuración y si ocurría que un rayo llegue antes que el otro, oscurecería la pantalla de
la configuración, en otras palabras, el efecto del movimiento a través de el éter se verá
cuando se girase el instrumento. Entonces una vez realizado el experimento, con la
expectativa elevada de los físicos, hubo una gran sorpresa al notar que no hubo ningún
cambio en la franja de la configuración, es decir hubo empate. Posterior a esto se
realizaron más mediciones, pero en distintas épocas del año, para descartar factores
como el cambio climático y la humedad en el aire, pero todas con el mismo resultado;
esto demostraría que aparentemente la luz se mueve a la misma velocidad en toda
dirección, contradiciendo que la tierra se mueve a través de el éter.

Pasaron los años y varios físicos buscaron aclarar este fenómeno, el mismo Morley
continúo trabajando en la física y realizando avances para este campo, aunque nunca
consiguió sacarse la espina por la falla de resultados sobre el éter. En 1882 se planteó
que el tamaño de uno de los brazos del interferómetro pudo haberse contraído y esta
contracción dependía de la velocidad de la tierra, entonces el distinguido físico H.
Lorentz, elaboro un modelo cuantitativo que explicaría este fenómeno. Mientras que en
1899 el matemático Henri Poincaré examino los resultados de Michelson y Morley,
dando una explicación que pasaría a ser llamada “principio de la relatividad”, que
básicamente consistía en que un laboratorio jamás detectaría un movimiento absoluto,
este tendrá que surgir de una total diferente dinámica. Aunque Poincaré tenía la razón,
la relatividad estaría muy lejos de ser algo nuevo, remontándonos a cuando Galileo
Galilei dijo “un objeto en movimiento tendría que permanecer en un estado de
movimiento uniforme” esto sería la ley de inercia; explicando así porque no hay
diferencia entre reposo y estar en movimiento uniforme.

En conclusión, si lo pensamos bien Michelson quería demostrar lo contrario con el


movimiento absoluto de la tierra, pero lo cierto es que, si Michelson no hubiera
fracasado, sus resultados hubieran contradicho varias leyes de la física. Finalmente,
Michelson continuo su vida tratando de medir la velocidad de la luz, luego consiguió
medir el diámetro de una estrella e incluso comprobó la teoría de la relatividad de
Einstein, logrando ser galardonado y respetado por la comunidad física; pero nunca paro
de pensar en su “fracaso” admitiendo que sus experimentos no demuestran como tal la
existencia de el éter. Sea como sea estos resultados negativos sirvieron de mucho para
futuros estudios y comprobación de teorías, siendo considerado el experimento de
Michelson-Morley como el fracaso más brillante de la ciencia, cambiando para siempre
el significado de espacio y tiempo.

Bibliografía:

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