Está en la página 1de 6

Polis

Revista Latinoamericana
39 | 2014
Brasil en la integración de América Latina

Fernando Atria Lemaitre, La Constitución Tramposa,


LOM Ediciones, Santiago, Chile, 2013, 161 p.
Edison Orellana Ramos

Edición electrónica
URL: http://journals.openedition.org/polis/10610
ISSN: 0718-6568

Editor
Centro de Investigación Sociedad y Politicas Públicas (CISPO)

Referencia electrónica
Edison Orellana Ramos, « Fernando Atria Lemaitre, La Constitución Tramposa, LOM Ediciones,
Santiago, Chile, 2013, 161 p. », Polis [En línea], 39 | 2014, Publicado el 26 enero 2015, consultado el 01
mayo 2019. URL : http://journals.openedition.org/polis/10610

Este documento fue generado automáticamente el 1 mayo 2019.

© Polis
Fernando Atria Lemaitre, La Constitución Tramposa, LOM Ediciones, Santiago, C... 1

Fernando Atria Lemaitre, La


Constitución Tramposa, LOM
Ediciones, Santiago, Chile, 2013, 161
p.
Edison Orellana Ramos

1 Ad portas de la elección presidencial más politizada desde el retorno a la democracia, el


profesor Atria, miembro de la comisión de Constitución del comando de Michelle
Bachelet, nos ofrece en este libro una sistematización de su aguda y controvertida visión
acerca del problema constitucional en Chile.
2 Atria articula al menos seis tesis distintas y relacionadas entre sí acerca del problema
constitucional chileno, sobre los siguientes tópicos, a saber: 1) el tipo de lenguaje que
debe emplearse en la discusión sobre una nueva Constitución y Asamblea Constituyente;
2) qué es una Constitución; 3) cuál es su función en un régimen democrático; 4) cómo
debe interpretarse una Constitución; 5) por qué la Constitución actualmente vigente es
una Constitución “tramposa”; y 6) cómo superar las trampas de dicha Constitución.
3 Sobre el método o el tipo de lenguaje que debe emplearse en las discusiones sobre la
necesidad o no de crear una nueva Constitución, el autor afirma que el debate público
sobre esta materia se ha oscurecido porque el lenguaje jurídico, o más precisamente, el de
los profesores de derecho constitucional, ha sido hegemónico. En otros términos, sólo las
categorías y distinciones conceptuales del derecho, que asumen la vigencia actual de
ciertas reglas constitucionales (en oposición a categorías y distinciones para crear nuevas
reglas constitucionales, que no suponen un conjunto de reglas pre- establecidas) gozan de
legitimidad pública y se han apropiado del lenguaje constitucional. A este respecto, el
profesor Atria propone que el lenguaje a usar en la discusión sobre una nueva
Constitución debe ser un lenguaje político, esto es, un lenguaje de la ciudadanía y no el de
los profesores de derecho constitucional. Su justificación es que el derecho despolitiza las
discusiones políticas, en el sentido que las priva de su carácter polémico, entendiendo por
polémico aquello que no puede ser adjudicado por un tercero imparcial. En efecto, una

Polis, 39 | 2014
Fernando Atria Lemaitre, La Constitución Tramposa, LOM Ediciones, Santiago, C... 2

discusión o conflicto político, una vez zanjado en el Congreso Nacional, se convierte en


ley. Y una vez que es ley, es obligatoria para todos, pese a las objeciones políticas que
cualquier ciudadano pueda tener en su contra.
4 El lenguaje jurídico no resultaría idóneo para debatir acerca de la necesidad de una nueva
Constitución porque implica usar un lenguaje vinculado al actual ordenamiento
constitucional. Una discusión que se dé exclusivamente entre técnicos, entre “expertos”
que decidan tanto los fines a perseguir como los medios a emplear, producirá como
resultado algo con un sesgo conservador que favorece lo dispuesto en la Constitución
existente, y además conlleva negar la agencia política de la ciudadanía. En otros términos,
el empleo de las distinciones y categorías del derecho constitucional para discutir sobre
una Nueva Constitución restringen innecesariamente las opciones disponibles y priva a
quienes dan legitimidad al sistema democrático, los ciudadanos, de la posibilidad de
involucrarse en dicha discusión. Así las cosas, el autor denomina “hablar al revés” el uso
del lenguaje político en la discusión sobre una nueva Constitución, o más específicamente,
el movimiento desde lo político a lo jurídico. Esta tesis de Atria, además de ser más
consistente con un régimen democrático, tiene la virtud de intentar romper el proceso de
despolitización que ha vivido nuestro país desde la dictadura cívico-militar (y que ha
comenzado a revertirse claramente al menos desde el 2011), y que adquirió durante los
gobiernos de la Concertación una evidente notoriedad a propósito de la elaboración de
políticas públicas exclusivamente a partir de la opinión de técnicos o expertos sobre una
materia determinada.
5 Por otro lado ¿qué es una Constitución? El criterio formalista nos indica que son normas
jurídicas difíciles de modificar. Desde luego, ese criterio es insuficiente dado que
cualquier norma, independientemente de su contenido, por el hecho de estar en la
Constitución usualmente es difícil de modificar mediante la exigencia de quórums más
elevados que los de una ley ordinaria. En consecuencia, plantea el autor, es indispensable
contar con un criterio sustantivo para identificar las normas que son parte de una
Constitución. Para Atria, las normas que forman parte de la Constitución son aquellas
cuya abolición o reemplazo es problemática en cuanto “implicaría transformar la
identidad o la forma de la unidad política que conformamos” (p.34). Este criterio serviría
para distinguir entre Constitución (normas que satisfacen dicho criterio y que están en el
texto de la Constitución) y leyes constitucionales (normas que están en la Constitución
pero que no satisfacen el criterio en cuestión). Esta distinción a su vez permitiría
distinguir qué normas deberían estar en el texto de la Constitución y cuáles deben estar
en leyes. Desde esta perspectiva, a la práctica de introducir normas que no transforman la
identidad o la forma de la unidad política que conformamos en el texto de la Constitución
el profesor Atria la denomina “abuso de la forma constitucional”.
6 En este punto es pertinente aclarar que, en oposición a la posición defendida por la
mayoría de la izquierda chilena, Atria no considera ilegítima la Constitución de 1980 por
su origen dictatorial. Para estos efectos el autor se encarga de destacar que en el caso de
la Constitución chilena vigente el “abuso de la forma constitucional” mencionado más
arriba fue posible porque existía una dictadura, es decir, por un poder absoluto y
concentrado, sin contrapesos, para determinar el contenido de la Constitución. Entonces,
sólo en este sentido sería relevante que la Constitución de 1980 fue promulgada durante
un gobierno de corte autoritario.
7 Así las cosas, a partir de su entendimiento de lo que es una Constitución es que el profesor
Atria infiere que en definitiva la Constitución sería una decisión del pueblo y su función

Polis, 39 | 2014
Fernando Atria Lemaitre, La Constitución Tramposa, LOM Ediciones, Santiago, C... 3

sería crear “instituciones en virtud de las cuales sea posible atribuirle otras decisiones al
pueblo” (p.38).
8 Ahora bien ¿por qué la Constitución chilena sería una Constitución tramposa? El
argumento de Atria, que tiene como punto de partida una cita de Jaime Guzmán que a
estas alturas es tristemente célebre, es que la Constitución vigente sostiene un diseño
institucional cuya finalidad es “neutralizar la agencia política del pueblo”. En otros
términos, el propósito deliberado de las principales instituciones políticas del país sería
volver irrelevante la voluntad de la ciudadanía, perpetuando así “el modelo” legado por la
dictadura.
9 La forma en que esto ocurriría sería a través de tres cerrojos y un meta cerrojo: el sistema
electoral binominal, los quórum de las leyes orgánicas constitucionales, la competencia
preventiva del Tribunal Constitucional, y finalmente los quórum de reforma
constitucional. Por ejemplo, si una coalición de gobierno contara con mayoría absoluta en
ambas cámaras (50 por ciento más 1) pese a las dificultades que le impone el sistema
electoral binominal que tiende a “empatar” en número de escaños a las dos coaliciones
principales, no podría aprobar ningún proyecto de ley que fuera materia de ley orgánica
constitucional (v.gr educación, Administración del Estado, concesiones mineras, partidos
políticos) sin el apoyo de la otra coalición, ya que el quórum de aprobación de una ley
orgánica constitucional es de 4/7 de los senadores y diputados en ejercicio. E incluso, en
el improbable caso que lograra aprobarse, la competencia preventiva del Tribunal
Constitucional podría dejar sin efecto el proyecto de ley antes de que este se convierta en
ley. Y para modificar este estado de cosas, es necesaria una reforma constitucional, cuyo
quórum en este caso es de 3/5 de los diputados y senadores en ejercicio. Así las cosas, el
efecto conjunto de estos cuatro mecanismos es que, respecto de materias de ley orgánica
constitucional, la coalición defensora del diseño institucional concebido durante el
régimen autoritario de Pinochet, tiene poder de veto, puesto que sin su consentimiento
no pueden modificarse las leyes que reglan esas materias.
10 Cabe señalar que el profesor Atria no considera parte de las “trampas” de la Constitución
vigente el sesgo neoliberal de la forma en que están regulados algunos derechos en la
Carta Fundamental, sesgo que se produciría en parte por el texto constitucional, y en
parte por la interpretación predominante que se ha hecho de ese texto. Sin embargo, para
el profesor Atria, este tipo de regulación en la Constitución es objetable no por ser
neoliberal, sino por ser un “abuso de la forma constitucional”. En otras palabras, materias
tales como las ideas específicas sobre economía que deben gobernar en la sociedad
chilena no deberían estar reguladas en la Constitución, sino en la ley. A diferencia de
otros críticos de la Constitución de 1980, el profesor Atria no es un maximalista que
pretenda una regulación detallada de derechos económicos y sociales en la Constitución.
11 El argumento de Atria sobre el carácter “tramposo” de la Constitución es impecable pero
admite un matiz relevante que modifica su alcance y arroja luz respecto de la
responsabilidad política de los gobiernos de la Concertación. Ello, porque existen materias
relevantes como salud, pensiones, régimen laboral y sistema tributario que no son
materia de ley orgánica constitucional, por lo que bastaría tener mayoría en ambas
cámaras para implementar dichas reformas, siempre que (y en esto Atria sigue teniendo
razón) a solicitud de un grupo de parlamentarios el Tribunal Constitucional no declare
inconstitucional el proyecto de ley en cuestión en uso de sus facultades preventivas. En
consecuencia, la existencia de las trampas de la Constitución no justifican la ausencia de
reformas sustantivas en materias que no son de ley orgánica constitucional cuando han

Polis, 39 | 2014
Fernando Atria Lemaitre, La Constitución Tramposa, LOM Ediciones, Santiago, C... 4

existido mayorías en ambas cámaras del Congreso (con las dificultades que ello implica),
con la sola excepción de la competencia preventiva del Tribunal Constitucional.
12 En cuanto a la forma de superar las trampas de la Constitución, el autor cree que una
asamblea constituyente sería el mecanismo más preferible (aunque no el único posible),
dado que existiría una estrecha conexión entre la sustancia (crear una nueva Constitución
de acuerdo al criterio identificatorio indicado más arriba) y la forma (el mecanismo para
crear una nueva Constitución). Dicha conexión se manifiesta en que una nueva
Constitución será efectivamente tal si no está vinculada por reglas anteriores, si parte de
una “hoja en blanco”. Y una asamblea será “constituyente” sólo si produce como
resultado una nueva Constitución de acuerdo a esa caracterización.
13 La propuesta de Atria para implementar una asamblea constituyente consiste en que el
Presidente de la República dicte un decreto supremo dentro de su potestad reglamentaria
autónoma, llamando a un plebiscito donde se consulte a la ciudadanía si desea la creación
de una nueva Constitución a través de una asamblea constituyente. De acuerdo a la
interpretación del autor, la constitucionalidad de dicho decreto sólo puede ser revisada
por el Tribunal Constitucional, a requerimiento de alguna de las Cámaras del Congreso.
Por lo tanto, si el Presidente de la República tuviese mayoría en ambas cámaras, el
Tribunal Constitucional no tendría competencia para determinar la inconstitucionalidad
del decreto en cuestión.
14 Incluso si uno concediera esta forma de interpretar la Constitución, cuestión que se
abordará con posterioridad, cabe señalar que esta propuesta tiene el defecto práctico de
que en último término depende de la interpretación que el Tribunal Constitucional haga
de sus propias competencias para revisar la constitucionalidad de un decreto supremo
dictado por el Presidente de la República en materias de potestad reglamentaria
autónoma. Porque, incluso si el Presidente tuviese mayoría en ambas cámaras, una
minoría parlamentaria que se oponga al plebiscito podría requerir al Tribunal
Constitucional y, como en último término es este Tribunal quien interpretará si tiene o no
competencia para resolver, y dado su historial conservador, muy probablemente se
declararía competente y acogería la solicitud de declaración de inconstitucionalidad del
decreto en cuestión.
15 Por último, Atria plantea un método de interpretación constitucional que entre otras
cosas le permite llegar a la conclusión antes señalada respecto de la posibilidad de
convocar a un plebiscito respecto del llamado a una asamblea constituyente mediante un
decreto supremo. En lugar de identificar automáticamente el espíritu o finalidad de las
normas constitucionales con el ideario político de los miembros de la Comisión de
profesores de derecho constitucional afines a la dictadura cívico-militar que redactaron el
texto de la Constitución, el autor plantea que sí es posible determinar una finalidad
distinta de una norma Constitucional, en especial si ésta se relaciona con “formalidades,
definiciones competenciales y procedimientos”. Entonces, en la medida que el derecho
constitucional es propiamente derecho y no meras ideas políticas plasmadas en un texto
constitucional, es posible apartarse de los fines perseguidos por los miembros de la
Comisión Ortúzar y la Junta Militar.
16 Este método de interpretación de la parte orgánica de la Constitución tiene la ventaja de
adaptarse a los cambios que va experimentando la sociedad con el paso del tiempo en
lugar de apegarse perpetuamente a la voluntad de los autores del texto constitucional. Sin
embargo, precisamente porque Atria concibe al derecho constitucional como derecho, la
interpretación de las normas de la Constitución queda limitada por la posibilidad de

Polis, 39 | 2014
Fernando Atria Lemaitre, La Constitución Tramposa, LOM Ediciones, Santiago, C... 5

poder reconstruir la racionalidad de la regla que se está interpretando. Desde luego, uno
podría pensar por qué no interpretar también la parte dogmática de la Constitución
(derechos fundamentales) con este método, lo cual desde luego resulta especialmente
justificado considerando que los propósitos perseguidos por quienes elaboraron la
Constitución vigente eran explícitamente antidemocráticos en el sentido de buscar
neutralizar la voluntad de la ciudadanía. Sin embargo, es necesario tener presente que en
el caso de la Constitución chilena, los derechos fundamentales se encuentran en muchos
casos hiperregulados, es decir, regulados con gran detalle (lo cual es un caso emblemático
de lo que Atria llama “abuso de la forma constitucional”), lo cual evidentemente limita en
parte tanto las posibilidades de interpretar la Constitución apartándose del programa
político de afín a la dictadura, como asimismo las materias susceptibles de regulación a
través de la ley por el Congreso Nacional.
17 En resumen, pese a ser de breve extensión, La Constitución Tramposa es un libro agudo, sin
duda producto de una reflexión de años sobre el problema constitucional chileno, y que
pese a su carácter altamente polémico (en el sentido que el autor da a esa expresión), e
independientemente de los desacuerdos conceptuales o normativos que puedan
plantearse sobre las diferentes tesis propuestas, resulta indispensable para una adecuada
comprensión de la discusión acerca del problema constitucional en Chile.

AUTOR
EDISON ORELLANA RAMOS
Santiago, Chile. Email: edisonorellanaramos@gmail.com

Polis, 39 | 2014

También podría gustarte