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Democracia Frente Al Poder. Chile, 1990-2010, La - Augusto Varas
Democracia Frente Al Poder. Chile, 1990-2010, La - Augusto Varas
LA DEMOCRACIA FRENTE
AL PODER
Chile, 1990-2010
Isabel Castillo
Pamela Díaz-Romero
Iván Jaksi´c
AUGUSTO VARAS
La democracia frente al poder. Chile, 1990-2010 / Augusto
Varas
ISBN: 978-956-324-117-4
ISBN Digital: 978-956-324-162-4
CIENCIAS POLÍTICAS
CH320
ISBN: 978-956-324-117-4
ISBN Digital: 978-956-324-162-4
Registro de Propiedad Intelectual Nº 218.427
© Augusto Varas, 2018
Montesquieu
Michel Foucault,
La voluntad de saber
INTRODUCCIÓN
Ámbitos de análisis
A partir de consideraciones conceptuales e históricas que
presentamos en los siguientes dos capítulos, analizamos las
contribuciones de la Concertación a la profundización
democrática en Chile, poniendo atención en los eventuales
cambios y continuidades en las formas y procedimientos a
través de los cuales se ha (des)centralizado y
(des)concentrado el poder en el país.
Norberto Bobbio plantea que “la única manera de entenderse cuando se habla de
democracia […] es considerarla caracterizada por un conjunto de reglas (primarias o
fundamentales) que establecen quién está autorizado para tomar las decisiones colectivas
y bajo qué procedimientos”, noción que a su juicio permite el cambio de gobernantes sin
derramar sangre, la consideración del adversario no como un enemigo que debe ser
destruido, sino un opositor que encarna el valor de la fraternidad19. Sin embargo, esta
definición en un sentido restringido20 termina, en la práctica, limitando la democracia a un
conjunto de reglas y procedimientos de funcionamiento, los que siendo fundamentales
como condición necesaria para la vida democrática no son suficientes para dar cuenta de la
complejidad de los procesos democráticos contemporáneos. Por estas razones, “Un
régimen democrático”, afirma Guillermo O’Donnell, “es un componente fundamental de la
democracia, pero es insuficiente para conceptualizar adecuadamente lo que la democracia
es”21.
Esta necesidad de ir más allá del procedimentalismo se puede incluso encontrar en una
figura paradigmática del positivismo jurídico, como Hans Kelsen. Desde su enfoque positivo
del derecho, alejado de las determinaciones sociológicas o políticas, Kelsen reivindica la
necesidad de considerar el derecho, el orden normativo o el Estado, desde una perspectiva
formal o, como Max Weber lo señalaba, desde un ángulo ideal36. Sin embargo, no puede
dejar de reconocer que “un orden jurídico solo es válido si de una manera general los
individuos a los cuales se dirige conforman sus conductas a las normas que lo constituyen
[…] un orden jurídico puede ser considerado eficaz cuando la amplitud de este desacuerdo
no traspasa cierto límite […] un orden normativo pierde su validez cuando deja de estar en
cierta medida de acuerdo con la realidad”37. Así, la necesaria correspondencia entre orden
político y la siempre cambiante realidad muestra que la ampliación conceptual de la
democracia más allá de los procedimientos no puede eludirse y debe incorporar
dimensiones adicionales que se asientan en la realidad, como es la noción de su propia
legitimidad.
Del análisis anterior es posible concluir que la democracia es más que un conjunto de
normas que regulan la competencia política y que, además de incluir otras dimensiones
cruciales, debe ser vista desde una perspectiva histórica, dinámica, de largo plazo, como un
proceso de creciente complejidad y susceptible de permanente profundización. Proceso
fuertemente influido por los cambios que han sufrido las respectivas sociedades en las
últimas décadas.
Con el nuevo siglo, los sistemas democráticos se han visto afectados por las cambiantes
realidades sociales. En primer lugar, se destaca la masificación del electorado junto a la
disponibilidad de recursos vía medios de comunicación para su movilización38. Esta nueva
realidad fue anticipada por Weber cuando consideraba negativamente el efecto que tendría
“la democratización activa de las masas” sobre la democracia. En la medida que, según él,
el liderazgo político comenzara a depender de la confianza y fe de las masas, más que del
reconocimiento de sus méritos, para conseguir apoyo el líder tendería a sustentarse en la
demagogia, el uso de recursos emocionales y del plebiscito, deteriorando así el
compromiso en el que descansaría la mayoría de las leyes39. A lo que habría que agregar el
creciente uso, en la actualidad, de ingentes recursos económicos destinados a movilizar a
los electores, estableciéndose una perniciosa relación entre dinero y política, en la cual el
primero termina dominando al segundo40. Luego, tal como lo muestra Putnam, el cambio
social en las democracias avanzadas ha significado una menor participación electoral, una
reducción de la tasa de sindicalización y del involucramiento en organizaciones religiosas,
partidarias y de mujeres, viéndose acompañado de un mayor individualismo41. Asociándolo
a lo anterior, Castells agrega la pérdida creciente de legitimidad social de gobiernos y
parlamentos y la existencia de una extendida crisis de representación y de legitimidad de
los sistemas políticos.
b. Inclusión social
A su vez, esta legitimación vía deliberativa tiene efectos adicionales sobre la unidad
nacional ya que “el conflicto de opiniones que ocurre en la arena política tiene fuerza
legitimadora no solo en el sentido de una autorización para ocupar posiciones de poder;
[sino por que] el discurso político existente también tiene una fuerza unificadora por la
forma en la cual la autoridad política es ejercida”54. En la medida que solo un proceso
inclusivo de formación de opinión pública puede crear una voluntad general, la sociedad
como un todo tiene un rol sustancial que jugar en la generación, definición y protección de
los bienes públicos55. Asimismo, un sistema político inclusivo “significa que dicho orden
político se mantiene abierto a la igualación de los discriminados y a la incorporación de los
marginados sin integrarlos en la uniformidad de una comunidad homogeneizada”56. De no
ser así, según Held, se crearían situaciones nautonómicas caracterizadas por “la producción
y distribución asimétrica de las posibilidades de vida que limitan y erosionan las
posibilidades de participación política”57.
De esta forma, el tema central al que nos remite la legitimidad democrática vía inclusión
social no es otra que la capacidad –o el poder– del que disponen los diversos sectores
sociales para participar en las decisiones respecto al proceso de distribución de los bienes
públicos. Así, por ejemplo, en materia de inclusión de las mujeres ¿cómo se podría
redistribuir el costo laboral de la reproducción, del cuidado, actualmente adjudicado a ellas
si estas no logran que el sector empresarial y el Estado asuman esta tarea como societal?
¿Cómo se podría eliminar la brecha salarial y equiparar las condiciones laborales de
hombres y mujeres, si no es a través de un mejor acceso a la información y del
fortalecimiento de la capacidad de negociación de las mujeres a nivel laboral? O en el
campo de los pueblos indígenas ¿cómo recoger y validar la demanda de reconocimiento de
los diversos grupos étnicos incorporándola en el currículum y los modelos pedagógicos si
sus dirigentes no encuentran espacios institucionales en los que se escuchen y procesen
sus demandas? Las respuestas “no flotan en el aire”. Ellas nos remiten porfiadamente al
ámbito del poder, al de la capacidad de las organizaciones de mujeres, de los pueblos
originarios y de la sociedad en su conjunto para establecer una institucionalidad a nivel
país que efectivamente refleje una nueva distribución del poder que permita implementar
políticas dirigidas a corregir tanto las causas como los efectos de los diversos tipos de
discriminación. Desde una perspectiva feminista, Anne Phillips nos recuerda con justa
razón que “la inclusión importa precisamente como un medio para enfrentar al poder social
arraigado”59.
Legitimidad democrática e inclusión social son parte de la compleja ecuación que todo
proceso político democrático actualmente debe dilucidar. El pluralismo político de hecho,
propio de las “democracias de masas”, como las caracterizó Weber, o democracias liberales
contemporáneas a las que se refiere Mouffe60, “requiere darle cabida a la variedad de
costumbres sociales, religiosas y morales y hábitos de las distintas asociaciones”, y
responder la pregunta si el poder político fue o no distribuido a través de las diversas
instituciones de manera que la mutua limitación de poderes haya derivado en una
formulación republicana madura61.
3. Poder
En primer lugar, el poder puede ser definido como la capacidad –individual o grupal– de
definir situaciones, esto es, de acuerdo a Bertrand Russell, la capacidad de producir
“efectos deseados””68, o como otros teóricos lo han definido, “la capacidad de hacer una
diferencia”69.
Desde esta perspectiva, el optar, seleccionar y hacer una diferencia produciendo efectos
deseados implica necesariamente una toma de control sobre la contingencia. De acuerdo a
Luhmann, “por las razones que sean, alter tiene a su disposición más de una alternativa.
Puede producir y quitar inseguridad en su compañero cuando ejerce su elección. Esta
desviación por la vía de la producción y reducción de la inseguridad es una precondición
absoluta del poder. [Tanto en lo organizacional como en lo personal] la base del poder es la
misma: el control sobre la contingencia”70. Esta capacidad de controlar la contingencia
para hacer una diferencia y producir efectos deseados –esto es el poder político,
económico, social, y simbólico–, es precisamente lo que progresiva y actualmente se ha
encontrado altamente centralizado (en pocos espacios) y concentrado (en pocos grupos e
individuos) en las democracias latinoamericanas y en muchas de las desarrolladas.
Esta concepción amplia de poder implica la existencia de una escala jerárquica generada
por la distribución desigual del mismo. Esta tendencia estructural a la distribución
jerarquizada del poder es explicada por Weber a partir de la asimetría que se forma entre el
“número creciente de los que compiten en comparación con las posibilidades adquisitivas,
[lo que] acrecienta el interés de los partícipes en limitar su número de algún modo”. Esto
se realiza habitualmente sobe la base de alguna característica “exteriormente
comprobable, de los competidores (reales o potenciales), por ejemplo, la raza, el idioma, la
religión, el lugar de nacimiento, la clase social, el domicilio, etc”. Este proceso que genera
una comunidad de interesados es definido por Weber como de “cierre,” el que tiene “como
fuerza impulsora la tendencia al monopolio de determinadas probabilidades” sociales o
económicas a los de afuera71. Esta perspectiva ha sido trabajada por Charles Tilly quien ha
mostrado cómo el “acaparamiento de oportunidades” genera negativas desigualdades
estructurales en materia de oportunidades y recompensas72.
Estos campos de posibilidad a nivel micro y meso social están, a su vez, supra
condicionados por la forma de organización del conjunto del sistema social, la que en sí
misma expresa una determinada forma de operación del poder o hegemonía. Tal situación
es analizada por Claus Offe a nivel de las políticas públicas. De acuerdo a Offe, estas “no
pueden ser plenamente explicadas solo por las necesidades, intereses y demandas, ya que
el proceso de conversión de ‘demandas’ en ‘políticas’ es siempre refractado y mediado a
través de las estructuras internas del sistema político, que es el que determina si las
‘necesidades’ son reconocidas como temas merecedores de atención”. Así, la mera
capacidad o poder de demanda de políticas públicas por parte de actores significativos
involucrados (stakeholders) no es un marco suficientemente fuerte como para explicar y
entender el espacio de decisiones gubernamentales. De esta forma, “la explicación de la
política social debe de todas maneras tomar en cuenta como factor causal tanto las
‘demandas’ como los requerimientos sistémicos’, esto es, problemas de ‘integración social’
y de ‘integración sistémica’, el procesamiento político tanto de los conflictos de clase y las
crisis de los procesos de acumulación”. La política social consistiría, entonces, “en
respuestas a lo que podría llamarse el problema interno del aparato del Estado, esto es,
cómo puede reaccionar consistentemente a los dos polos de las ‘necesidades’ del trabajo y
del capital –en otras palabras, cómo hacerlas mutuamente compatibles”75. Esta doble
determinación de las políticas públicas –intereses/demandas versus necesidades
sistémicas–, amplía la perspectiva del poder hacia el espacio sistémico de la organización
social en su totalidad y permite apreciar de mejor forma cómo la configuración de la
operación conjunta del sistema social influye o determina las políticas públicas, reflejando
y expresando la forma específica de cómo está centralizado y concentrado el poder en un
momento determinado en una sociedad en particular. Si se toma, por ejemplo, la matriz
productiva como determinación sistémica de las políticas públicas, encontramos que los
campos de posibilidades de estas se encuentran en cierta forma predeterminados, por lo
que la superación de algunas situaciones de exclusión tienen como condición sine qua non
la superación y cambio de los parámetros sistémicos. Con todo, si bien las condiciones
estructurales son determinantes, el encuentro de posibilidades de cambio sistémico
también dependerán de las orientaciones de los actores, los que buscarán posibilidades de
transformaciones o de acomodación sistémicas de acuerdo a sus ideologías políticas.
Otras dimensiones significativas en las cuales es posible analizar el ejercicio del poder son
el ámbito simbólico y el virtual. El poder simbólico, de acuerdo a Pierre Bourdieu, dice
relación con la capacidad “de crear cosas con las palabras […] el poder de consagración o
revelación, el poder consagrar o revelar cosas que están ahí”, y que fundamentalmente
depende del capital simbólico que ostenten individuos y grupo. Esto es, “el poder
concedido a aquellos que han obtenido suficiente reconocimiento para estar en posición de
imponer reconocimiento”78. Este es habitualmente ostentado por intelectuales,
profesionales, personalidades o instituciones que se ocupan del interés público. Esta
concepción multidimensional y no institucionalizada de espacios de poder que alcanza
incluso los discursos se puede apreciar en la crítica de Mark Devenney a las tesis de
Habermas sobre la democracia deliberativa. Devenney argumenta que “la democracia
deliberativa es incapaz de enfrentar adecuadamente las asimetrías de poder generadas por
discursos económicos y bio-políticos […] el desacuerdo es intrínseco a la comunicación y el
acuerdo representa una hegemonía temporal, así la racionalidad es mejor comprendida
implicada ella misma en regímenes de poder más que como un medio externo de ofrecer
una crítica a esos regímenes”79. Así, también al interior del espacio de los discursos se da
la posibilidad de encontrar una estructura de dominación.
A partir de esta perspectiva conceptual, en los próximos capítulos se analiza la forma como
evolucionaron las relaciones de poder desde la Independencia hasta la transición
democrática de los ochenta. A partir de esa línea de base (o de partida) de los gobiernos
concertacionistas, en una segunda parte se verá la reacción adaptativa del poder
desplazado de la conducción del gobierno en 1990, las normas de representación política
que congelaron la estructura de poder institucional y la expresión socialmente jerarquizada
del poder resistente al reconocimiento de derechos económicos y sociales. En la tercera
parte, se establecen las expresiones de esa estructura de poder en las relaciones de género
y en el ámbito de los pueblos originarios, así como su impacto en la segregada
organización de las ciudades y las difíciles condiciones que enfrentan las diversas
identidades para expresarse en el plano cultural.
CAPÍTULO 2
LA METAMORFOSIS DEL PODER*
A fines del siglo XIX, Émile Durkheim establecía que “La estructura política de una sociedad
es sólo la forma en la que los segmentos que la componen se han acostumbrado a
convivir”, y aclaraba que “sólo es posible estudiar esta organización a través del derecho
público, ya que es este derecho el que la determina, así como determina nuestras
relaciones domésticas y cívicas”88.
Desde esta perspectiva se podría establecer que la marca de nacimiento de Chile como
organización política –con la que se ha “acostumbrado a vivir”- ha sido la alta
concentración y centralización del poder. Este acostumbramiento no ha permitido
establecer una democracia política y social plena y estable, que se refleje en un Estado
integrativo, descentralizado y participativo.
Esta estructura altamente jerarquizada del poder, con sus sistemas asociados de
exclusiones y marginalidades, ha evolucionado a través de los dos últimos siglos adoptando
diversas formas más o menos democráticas pero sin perder su carácter excluyente,
metamorfoseándose y manteniendo, en lo fundamental, su íntima naturaleza o esencia
oligárquica y adscriptiva.
Una visión retrospectiva de doscientos años de vida independiente muestra que en el Chile
del siglo XIX y comienzos del XX, si bien “la ciudadanía y la inclusión se extenderían
gradualmente, la marginación de muchos continuaría [conservando] la estratificación
social heredada de la época colonial […] y un orden político republicano, pero
limitadamente democrático”89. Otra lectura de la misma historia lleva a afirmar que “en
Chile las tensiones entre orden y libertad, tensiones por cierto dramáticas, casi siempre se
habían resuelto a favor del orden, de un orden autocrático”90 Coincide con estas
apreciaciones un estudio histórico constitucional que sostiene que solo la “Cuarta
República, la República Democrática” (1932-1973) “adopta un concepto social y
democrático de los derechos” donde se observa un “avance y perfeccionamiento de formas
democráticas de participación política”. Posteriormente, gracias a las reformas a la Carta de
1980, “con la Quinta República en 1990, se restaura la tradición republicana en Chile. Esta
es la República Neoliberal, que lleva este nombre por su concepción dogmática de los
derechos y el neo-presidencialismo que aún caracteriza su forma de gobierno”. No
obstante, esta “se inspira solo parcialmente en principios republicanos”, no alcanzando “los
niveles de inclusión que se tuvo en la Cuarta República”91.
Esta nunca bien alcanzada desconcentración y descentralización del poder ha sido una de
las principales tendencias que ha cruzado la historia del Chile independiente y los distintos
niveles institucionales del país, desde los orígenes no plebiscitados de la Constitución y el
control clientelista de la administración del Estado, hasta la ejecución no participativa de
las políticas públicas. Teniendo en consideración este elemento fundamental, en este
capítulo caracterizaremos, desde una perspectiva histórica, la evolución de la aún no
plenamente encontrada fusión entre república y democracia, y veremos como ella se
constituye en la línea de base a partir de la cual se puede analizar la gestión
democratizadora de las dos décadas de gobiernos de la Concertación de Partidos por la
Democracia desde la perspectiva del poder.
1. Los orígenes
Este republicanismo –que tuvo gran importancia como mecanismo de legitimación del
poder ante el quiebre del imperio y la monarquía– era, no obstante, un republicanismo
elitista y no revolucionario ya que quienes representaban a la nación eran los ciudadanos
“virtuosos” propietarios de tierras o renta. Sus grandes enemigos fueron la tiranía, la
anarquía y sus legados, favoreciendo un régimen constitucional y un cierto sentido cívico.
Aunque esa no era una democracia, sucesos aledaños como el llamado a las libertades
políticas –embrión de la soberanía popular– realizado en el Congreso Nacional de 1811,
hicieron que tal republicanismo abriera lenta, paulatinamente –y temporalmente hasta
1833- el espacio democrático.
Esta noción de república concentradora del poder se fue consolidando con las críticas a la
democracia pura y al asambleísmo, a los que se culpaba de generar climas de anarquía,
derivándose posteriormente en la noción de democracia representativa en la que el espacio
institucional del Senado tenía especial relevancia como cortapisa a la tiranía del Ejecutivo y
de las mayorías. Así, a fines de los años veinte la tensión entre republicanismo y
democracia termina resolviéndose al desplazarse el poder central al mando unipersonal del
Ejecutivo bajo el control del Presidente de la República, solución adoptada en respuesta a
los peligros y tendencias centrífugas que se observaban en el país. En este contexto se nos
recuerda que “la particularidad que tiene el siglo XIX es que la misma elite, de origen
terrateniente y comercial –ya consolidada en el siglo XVIII en lo social–, se transforma
también en elite política. Esta elite en el siglo pasado es la que construye el nuevo espacio
público de la política moderna”98, concentrando y centralizando el poder en las mismas
manos.
2. Independencia
Las opciones que han privilegiado la concentración y centralización del poder político en
Chile pueden rastrearse hasta el momento mismo de la gesta independentista. En un
primer período, desde 1810 hasta 1830, cuando se produce el definitivo quiebre con la
legitimidad monárquica, no se logra desconcentrar el poder político y ampliar la
representación ciudadana de manera satisfactoria, manteniéndose una estructura política
altamente centralizada y personalizada. Esto, en parte, por razones históricas como las
tempranas disputas de liderazgo militar durante la Patria Vieja; el período de reconquista
por parte del virreinato y de fuerzas realistas chilenas, y las demandas de la guerra contra
el virreinato del Perú. En general, “el logro de la independencia política por parte de Chile
no implicó transformaciones profundas en la estructura socio-económica. Las innovaciones
más importantes fueron políticas, es decir el reemplazo en la dirección del Estado del
antiguo grupo dominante español por la clase propietaria criolla”99.
La Constitución de 1823, redactada por Juan Egaña, resultó imposible de implementar y fue
rechazada por Ramón Freire y el Congreso, no encontrándose una fórmula constitucional
que proporcionara una mayor representatividad y poder a este y las regiones,
manteniéndose la elite santiaguina como hegemónica pero enfrentando una permanente
tensión con los otros centros de poder, especialmente Concepción. Esta última, frontera de
guerra, tenía un estatus especial al recibir durante la Colonia financiamiento directo desde
el virreinato, concentrando un fuerte poderío militar, caracterizándose al mismo tiempo por
una baja producción agrícola que beneficiaba a los productores de la zona central del país.
Por otra parte, todos los presidentes chilenos posteriores a la independencia –O’Higgins,
Freire, Pinto, Prieto y Bulnes– fueron militares, y dado que menos de un 14% de la
población era alfabeta y se necesitaban equipos de gobierno, estos eran por lo general
integrados por gente educada, inmigrantes letrados, con o sin fortuna, radicados en
Santiago. Además, el acuerdo con los terratenientes que dominaban el valle central y las
cercanías de Santiago donde se concentraba la población, las grandes fortunas familiares
(incluidas las mineras afincadas en la capital) y los recursos destinados a las provincias más
pobres101, era clave para la estabilidad del Estado y su soberanía. También influyó de
sobremanera la herencia histórica, ya que la centralización borbónica en el
siglo XVIII instaló las sedes de gobierno, casa de moneda y otras instituciones centrales en
Santiago y los gobiernos independientes siguieron esa tradición. El peso demográfico del
centro del país, la ausencia de partidos políticos o coaliciones de oposición –hechas trizas
por Portales– y el autoritarismo que ve con nerviosismo cualquier tipo de asociación no
vinculada al Estado, convierten al Ejecutivo, y a Santiago, en el eje central del control social
y político102.
Las ideas federalistas que se manifestaron en este período fueron una expresión más del
conflicto entre Santiago y los otros centros de poder, así como de la inquietud derivada por
la creación de asambleas provinciales, fundamentadas en los residuos del colonial derecho
de los pueblos, donde abundaron las disputas en torno a las elecciones. Pero el más grave
conflicto se dio a raíz de la Constitución del 1828 –excesivamente liberal para los sectores
conservadores– y por el peculiar y “consociativo”103 sistema de elecciones que permitía
elegir un presidente por mayoría, pero que establecía que la segunda votación iba –con
previa aprobación del Congreso– a un contendor que era elegido vicepresidente. A esto hay
que agregar la agitación por parte de los estanqueros que fracasaron en pagar la deuda
externa mediante el monopolio del tabaco y agitaban en contra del gobierno. Estos
conflictos al interior de las elites políticas y militares culminaron en la guerra civil de 1829-
1830. El enfrentamiento militar en Lircay en abril de 1830 y el triunfo del orden
conservador representó un hito no sólo en términos de la concentración del poder por parte
de la oligarquía, también fue el fracaso del primer proyecto liberal, el que sólo resurgiría,
transformado, hacia fines de la década de 1840.
Entre 1830 y 1860, período tradicionalmente calificado como República Conservadora por
parte de la historiografía, la impronta republicana tampoco se transmuta en democrática.
Al mismo tiempo que se observan grandes avances en materia de desarrollo económico –
comunicaciones e infraestructura–, mediante la Constitución de 1833 se afianza un Estado
fuerte y centralizador, se eliminan las asambleas provinciales, se designan los intendentes
y se somete al país a frecuentes estados de excepción con las consiguientes relegaciones,
exilios, cierre de periódicos y otras medidas represivas.
Esta nueva concentración del poder fue, una vez más, resentida por el patriciado
santiaguino. Incluso los conservadores de los años 30 tenían objeciones al autoritarismo
dado que varios constituyentes habían padecido la relegación en Juan Fernández durante la
reconquista, luego se habían opuesto desde el Senado a O’Higgins por el tema de los
mayorazgos e identificaron al Congreso como un centro de poder en caso de abusos de
autoridad. Junto a la expansión de la educación pública en los años 40, que redundó en una
mayor participación política ciudadana, se observaron avances en romper el control del
Ejecutivo sobre los mecanismos electorales, lográndose en 1849 la elección del primer
congresista no designado. Aun cuando darle un peso mayor al Congreso significaba
legitimar el sistema de separación de poderes, hilando más fino, hasta los legisladores
conservadores entendieron que un Ejecutivo, con los poderes que tenía para dominar el
Congreso a través de la confección de listas electorales, no podía acaparar tamaño poder y
usaron algunos de los mecanismos contemplados en la Constitución de 1833, como la
aprobación de las leyes periódicas y la acusación ante el Senado a los ministros, para ir
recuperando algunas cuotas del poder perdido.
Aun cuando había un sistema de leyes penales y civiles que organizaban la sociedad y
servían para dirimir conflictos no políticos, el Poder Judicial no tenía gran relevancia
política, si bien en el caso del sacristán la Corte Suprema falló a favor del Ejecutivo. Este
fenómeno no se limita a Chile, siendo un rasgo fundamental del constitucionalismo en
Hispanoamérica donde los modelos constitucionales privilegiaban ya sea los poderes del
Ejecutivo o los del Congreso a expensas del Poder Judicial. Esto representó un gran desafío
para la democratización del país dado que el control y subordinación de la judicatura
impedía la defensa y ampliación de los derechos individuales104. De esta forma, la
oposición oligárquica a un Estado autoritario y concentrador del poder se dio en un espacio
institucional insuficiente como para que los sectores liberales potenciaran y vieran
realizadas sus demandas democratizadoras.
El ideario republicano y liberal, que fue parte del imaginario constitutivo de la nación, si
bien enfrentaba limitaciones, tenía incorporado de hecho la demanda democrática. Hasta
Portales tenía claro que en un sistema representativo debía haber un electorado inteligente
e informado, ya que las elecciones eran una realidad que legitimaba el sistema. El debate
en la prensa, lectura que se restringía a una minoría letrada pero cuya difusión iba más allá
de los salones al aparecer una activa prensa en provincia, se amplió especialmente en los
años 40. Más tarde, al imponerse la alfabetización como requisito para el sufragio –el que
efectivamente se amplió de manera significativa durante el siglo a la par, al menos, de
países europeos– se crearon las condiciones necesarias para la presencia de una más
consistente y permanente demanda democrática.
Sin embargo, este era un proyecto político de cúpulas que no tenía demandas o raíces
sociales profundas. La política de la época era fundamentalmente una de acuerdos intra
elite en donde había poca penetración de la sociedad, la que era fundamentalmente rural y
analfabeta, salvo por algunas excepciones como la irrupción del artesanado a través de la
Sociedad de la Igualdad, la organización de las sociedades mutualistas, el apoyo que los
trabajadores de la minería darían a la revolución del 59 en contra del Estado autoritario y
las organizaciones que se forman en las décadas de los 50 y 60. Aun cuando estas no son
organizaciones muy sofisticadas, se manifiestan en las calles y encuentran una voz en la
prensa católica como respuesta a la laicización del Estado y la sociedad. Pero son los
sectores conservadores, en confrontación con laicos y masones, los que desarrollaron el
societarismo católico afirmando la redención divina, el conformismo y “la subordinación y
respeto por las jerarquías sociales”106. Esta movilización cuasi populista del pueblo bajo y
medio con fuertes identificaciones religiosas en contra del Estado laico, así como de
mujeres de todos los estratos, anticipaba en el siglo XIX lo que sería una práctica
recurrente en los siglos venideros.
Las transformaciones económicas que observa el país en el último cuarto de siglo generan
altas tensiones que llevan al sistema político a su crisis. El crecimiento de la minería
implicó un desplazamiento de la población hacia el norte y una gran dependencia del
Estado de los ingresos por concepto de exportación, lo que generó demandas de protección
social e intervención estatal en la economía que el gobierno no fue capaz de cumplir. Luego
de la Guerra del Pacífico (1879-1883), la dependencia del Estado de los recursos salitreros,
si bien generó una bonanza a corto plazo, implicó la puesta en práctica de políticas que
tendieron a re-centralizar el poder en el Ejecutivo y a configurar un Estado cada vez más
activo. Este fenómeno iba en contra de la creciente separación de poderes en la que por
medio siglo se había puesto un notable “énfasis en contener al Ejecutivo a través del
Congreso, lo que comenzó a sentirse ya en el gobierno de Bulnes, y que culminó con la
Revolución de 1891”107, todo lo cual dio paso a la llamada “República Parlamentaria.”
En la guerra civil del 91 si bien el pueblo dio un apoyo tanto a las fuerzas del Ejecutivo
como a las del Congreso, estos no eran sus temas. Ellos tenían más que ver con un cierto
consenso patriótico, logrado a través de guerras externas, y símbolos patrios muy fuertes
como la celebración de la Independencia. El pueblo necesitaba una expresión
organizacional más fuerte que en ese período no existía y que solo fue visible con el cambio
de siglo cuando surgió un movimiento obrero cada vez más organizado. En general, el Chile
de la última mitad del siglo XIX es una república donde el poder estaba altamente
concentrado en manos de oligarquías que tenían al Congreso como centro político
institucional, un país donde existía una profunda sensación de exclusión. Será con la
irrupción de las grandes crisis laborales que se evidenciarán con claridad las aspiraciones
de transformaciones democráticas, demanda que adquirirá mayor fuerza y sustento social y
cultural a mediados del próximo siglo.
La guerra civil de 1891 no cambió el orden político, por el contrario, profundizó las
tendencias previas que condujeron al predominio oligárquico parapetado en el Congreso.
Tampoco se produjo una fractura en la clase dirigente, ya que los sectores balmacedistas se
fueron reincorporando al bloque en el poder tras múltiples amnistías108.
El control político del Congreso y la facultad de interpelar ministros generaron una alta
rotativa ministerial, retrasando las leyes periódicas de presupuesto como forma de
negociación y presión al Ejecutivo, producto de lo cual se generalizó una gran ineficacia
administrativa. Por su parte, la Ley de la Comuna Autónoma de 1891 eliminó la supervisión
central de las municipalidades, otorgando a éstas el control sobre las elecciones poniendo
fin a la intervención electoral del Ejecutivo, característica del período anterior. Así, los
municipios pasaron a tener el control del acto electoral a través de la inscripción, recepción
de sufragios y escrutinio de votos. Sin embargo, a medida que se desarrollaron cacicazgos
locales, el anterior control presidencial de las elecciones pasó a ser reemplazado por el
fraude y el cohecho a nivel local.
Las celebraciones del Centenario fueron el momento propicio para la expresión de severas
críticas sociales por la miseria y malas condiciones de vida de buena parte de la población.
Sumado a lo anterior, el gasto excesivo de las oligarquías, la corrupción y el cohecho, junto
a la reducción del prestigio y capacidad de decisión de los presidentes llevó al conjunto del
sistema político a una profunda crisis.
A pesar que desde el siglo XIX existían voces de alerta respecto al tema social, es en torno
al Centenario que se expresan las críticas más articuladas por la miseria y malas
condiciones de vida de buena parte de la población, lo que contrastaba con los enormes
progresos materiales producto de la riqueza del salitre109. Desde el fin de la Guerra del
Pacífico, la producción y exportación de salitre tuvo un importante auge aun cuando
también observó significativos altibajos y crisis. Con todo, si en 1900 se exportó el
equivalente a US$ 67,1 millones, esta cifra alcanzó los US$ 403,5 millones en 1920, año de
su más alto nivel110. Además del aumento de los ingresos fiscales, el auge minero permitió
el desarrollo del sistema de transportes y comunicaciones integrando el centro al norte
minero, y las zonas agrarias del centro con las del sur del país estimuladas por el aumento
de la demanda de alimentos en nuevos focos urbanos en las zonas salitreras. Los mayores
ingresos fiscales se reflejaron en una alta inversión pública en las primeras dos décadas del
siglo dirigida especialmente a las obras públicas. El avance en la construcción de líneas de
ferrocarril es ilustrativo de esta situación. Si en 1899 existían 1.986 kms construidos, en
1910 ya se contaba con 4.579 kms, uniendo Chile desde Iquique a Puerto Montt111.
Otra respuesta provino de los propios sectores populares organizados, particularmente los
artesanos organizados en mutuales, sociedades cooperativas y mancomunales. Nuevas
organizaciones obreras orientadas a la mejora de sus condiciones de vida, como las
sociedades de resistencia, comenzaron a evidenciar propuestas revolucionarias. En ese
marco cabe destacar la fundación de la Federación Obrera de Chile (FOCH), en 1909, que
jugó un papel importante en el fortalecimiento y aglutinamiento del movimiento obrero.
Establecida por un abogado conservador, fue inicialmente de orientación mutualista, pero
luego, Luis Emilio Recabarren y el Partido Obrero Socialista tomaron su liderazgo y la
organización pasó a ser predominante socialista y de orientación revolucionaria.
Durante su primer gobierno (1920-1925), Arturo Alessandri enfrentó una crítica situación
política producto de las dificultades de ejercer el poder presidencial frente a un díscolo
Congreso, con la consiguiente imposibilidad de llevar a cabo el necesario programa social.
Este era urgente dadas las consecuencias de la crisis del salitre y el menor precio de las
materias primas que habían menguado los ingresos fiscales, lo que restringió el gasto
público y aumentó fuertemente la cesantía, afectando también a los incipientes sectores
medios. Como consecuencia de la Primera Guerra Mundial y el salitre sintético, de 57.000
obreros ocupados en la minería en 1918 se pasó a 25.500 en 1923, y si bien el empleo tuvo
una recuperación, luego con la Gran Depresión volvió a caer estrepitosamente.
Dado que la oposición era mayoría en el Senado, no existía disposición política a cederle
espacio al Ejecutivo, mientras que los propios parlamentarios, cualquiera fuera su color,
tampoco querían ceder el poder que habían ejercido durante las dos últimas décadas. Se
repetía en ese momento la lucha de la “oligarquía burguesa y feudal contra el poder
absoluto de los presidentes”112. Frente a esta situación Alessandri impulsó el cohecho y la
intervención electoral, por ejemplo, haciéndose acompañar por oficiales del Ejército en las
giras para las elecciones parlamentarias de 1924, gracias a lo cual la oficialista Alianza
Liberal logró mayoría en ambas cámaras. En estas condiciones, Alessandri envió un
proyecto de nueva constitución esperando que el Congreso lo aprobara. Sin embargo, y a
pesar de exhibir una mayoría parlamentaria, los legisladores se negaron a otorgarle
mayores facultades al Presidente por sobre el Congreso como establecía el proyecto
constitucional.
La misión alemana contratada con posterioridad al triunfo en la Guerra del Pacífico para la
profesionalización moderna del Ejército, encabezada por el entonces coronel Emil Körner
(1846-1920), ejerció una fuerte influencia en la Escuela Militar y en la novel Academia de
Guerra113, por lo que no es de extrañar que las visiones con las que llegaron sus
instructores fueran amplia y decididamente acogidas. Según Frederick M. Nunn, Körner
“deseaba que el Ejército fuera la réplica exacta del ejército prusiano”114, pero la influencia
alemana en el Ejército chileno fue de tal magnitud que incluso el propio Körner se quejaba
posteriormente que los chilenos habían hecho de su Ejército “la copia ciega de la
estructura militar alemana”115.
Pero más allá de la instrucción propiamente castrense, la misión alemana transfirió al país
parte importante de su Weltanschauung. Alemania fue y era en ese período una de las
cunas del romanticismo decimonónico. De hecho, Köerner había nacido en Wegwitz, en el
distrito de Halle an der Saale (Sajonia, posteriormente incorporada a Prusia), lugar donde el
pietismo, movimiento luterano subjetivo y anti racionalista, tuvo una de sus bases más
fuertes constituyéndose en uno de los afluentes del romanticismo alemán. Incluso el abuelo
de Köerner había sido teólogo pietista en esa región.
Ineludiblemente, en la medida que las instituciones armadas entraron al ruedo político, las
fisuras ideológicas propias del arco partidario nacional terminaron debilitando la unidad
castrense mostrando quiebres importantes al interior de los mandos. Si bien el “ruido de
sables” en septiembre de 1924, que exigía solución a las demandas internas y aprobación
de leyes sociales entrampadas representó a los jóvenes y “románticos” oficiales, la Junta
Militar compuesta por los altos mandos aún expresaba la política oligárquica entronizada
en el Congreso.
El triunfo de los jóvenes oficiales bajo el liderazgo del coronel Carlos Ibáñez permitió a
Alessandri, una vez retornado del exilio, preparar una nueva constitución política redactada
por una comisión consultiva de representatividad pluralista designada por él, la que
finalmente consagró el régimen presidencial, limitó las prerrogativas del Congreso en
demorar el presupuesto y recabar impuestos, eliminó la posibilidad de los parlamentarios
para desempeñar roles ministeriales, y separó la Iglesia del Estado. Así,
constitucionalmente se fundió el imaginario castrense con la centralización del poder en el
Ejecutivo. La creación del Banco Central118 fue una pieza institucional más en esta
centralización del poder limitando la influencia de los papeleros. A su vez, las leyes sociales
aprobadas el 8 de septiembre de 1924 tras el “ruido de sables” establecieron algunos
derechos en el código laboral promulgado en 1931: la jornada laboral de 8 horas, la
supresión del trabajo infantil, el seguro obrero, la protección ante los accidentes de trabajo,
los tribunales de conciliación y arbitraje, la organización sindical industrial, las sociedades
cooperativas, y la Caja de Empleados Particulares. Como reflejo de esta expansión de la
actividad del Estado, en 1924 se creó el Ministerio de Higiene, Asistencia y Previsión Social.
La grave crisis económica asociada a la depresión de 1929 y 1931 en los EE.UU. provocó
movilizaciones sociales de estudiantes y profesionales que llevaron a la caída de Ibáñez. La
crisis económica, que terminó con un período de bonanza artificial sustentado en
préstamos externos, se expresó en una caída del 95% en el valor de la producción del
salitre; un descenso en las exportaciones de salitre y productos agrícolas en un 91% y 86%
respectivamente; los créditos externos pasaron de los $682 millones de pesos en 1930 a
$54 millones en 1931, $22,4 millones en 1932 y cero peso en 1933. Socialmente la crisis
golpeó fuerte a la minería, donde de 91.000 trabajadores que ocupaba en 1929, dos años
después solo quedaron 31.000 en actividad. El Estado restringió el gasto público
profundizando la crisis e intensificándose la paralización de actividades y la cesantía, lo
que llevó a abandonar la ortodoxia económica, subir los aranceles a los productos
importados y declarar, a mediados de 1931, una moratoria en el pago de la deuda
externa120.
6. Desarrollismo y democratización
Bajo los gobiernos radicales y las políticas desarrollistas continuó el fortalecimiento del
presidencialismo iniciado con el nuevo marco constitucional. En 1943 se aprobó una
reforma constitucional que amplió la iniciativa exclusiva de ley del Presidente de la
República extendiéndola a la alteración de la división política o administrativa del país, la
creación de empleos públicos y el aumento de sueldos. Además, con la firma de los
ministros de Estado, se le entregó al Presidente la facultad de decretar pagos no
autorizados por la ley en caso de calamidad pública, agresión externa, conmoción interna o
el agotamiento de los recursos destinados a mantener servicios fundamentales.
Todo este despliegue de medidas de bienestar social y el rol más preponderante del Estado
en la economía tuvo como consecuencia no solo la expansión del aparato estatal, sino que
también el crecimiento de la clase media compuesta fundamentalmente por empleados
públicos, así como la gradual importancia de su poder electoral.
Esta “democracia clientelista”, legitimada vía provisión de bienes públicos por parte del
Estado, si bien des-oligarquizó relativamente el poder, lo mantuvo concentrado en elites
políticas y económicas, aun cuando más amplias que las oligarquías decimonónicas, que
seguían manteniendo un sistema altamente jerarquizado, adscriptivo y excluyente. De la
misma forma, en la medida que la ampliación de las tareas e instituciones estatales se
incrementaron y paralelamente se fortaleció el presidencialismo, la capacidad de control
del Ejecutivo creció exponencialmente manteniéndose una alta concentración y
centralización del poder.
Cuadro 2.1
(Miles de personas)
Fuente:
Patricio Navia, “Participación electoral en Chile, 1988-2001”, Revista de Ciencia Política,
Volumen XXIV, N°1, 2004, página 87; y Mariana Aylwin et al. Chile en el siglo XX. Op. Cit.,
página 241.
Por otra parte, desde la década de los 30, la creciente actividad fabril se alimentó de la
migración campo-ciudad, la que se dirigió preferentemente a la zona central y a Santiago
especialmente, ciudad que solo en la década de los sesenta creció en 800.000 personas. De
acuerdo a la información censal, en 1907 la población urbana era un 43,2%; en 1940 había
superado a la población rural con un 52,4%; llegando en 1970 al 76%, cifras que dan
cuenta del rápido crecimiento de las ciudades.
La crisis de dirección política, la limitada base de apoyos internos insuficiente para llevar a
cabo la magnitud de los cambios deseados, el aislamiento internacional promovido por los
EE.UU., y la conspiración civil-militar frustraron radicalmente las posibilidades de éxito de
este proyecto, el que fue interrumpido por el golpe militar del 11 de septiembre de 1973.
Una mirada de “larga duración” al siglo y medio brevemente reseñado, muestra que la
gradual ampliación de derechos económicos y sociales no alcanzó a corresponderse con
una ampliación de derechos políticos que se materializaran en una nueva forma de Estado
más democrático y representativo. Por el contrario, salvo en el período 1964-1973, la
ampliación de los derechos políticos fue limitada y el poder se reconcentró en el Ejecutivo.
Esta tensión permanente entre sociedad y Estado permite entender los diversos ciclos de
crisis, así como los inconducentes intentos autoritarios posteriores de moldear la sociedad
desde el Estado.
A partir del golpe militar los sectores civiles que lo comandaron iniciaron la tarea de
recuperar las cuotas de poder perdidas a partir de un proyecto refundacional liderado por el
Ejecutivo.
En el área de derechos ciudadanos, tras el golpe militar se declaró el país bajo estado de
sitio, con lo cual quedaron suspendidas las garantías individuales. Mediante la represión
directa a través de un elaborado terrorismo de Estado que incluyó la prisión política, el
exilio, la desaparición, el asesinato y la tortura, se intentó desmovilizar a la sociedad civil y
las agrupaciones políticas y contestatarias138.
Cuadro 2.2
Índices reales 1970=100. (1) índice general de remuneraciones hasta abril de 1993, y
posteriormente, índice de remuneraciones por hora. (2) es el ingreso líquido, (3) asignación
familiar del SSS en 1970, luego asignación única y posteriormente, la correspondiente al
tramo de ingresos menores. (4) incluye gastos en educación, salud, vivienda y previsión.
Todos son promedios de cada año.
El nuevo orden político, económico y social instaurado por la dictadura militar fue
plasmado en la Constitución de 1980. Desde septiembre de 1973 funcionó una comisión
para redactar el ante-proyecto constitucional compuesta por políticos y catedráticos de
derecho constitucional de derecha, entre ellos Enrique Ortúzar, Sergio Diez, Jorge
Alessandri y Jaime Guzmán. Existía por parte de algunos de los miembros de la comisión
constituyente un rechazo al sufragio universal y consideraban que la generación del poder
político debía ser de arriba hacia abajo y no al revés, ya que uno de los problemas que
había llevado a la crisis de 1973 había sido justamente la universalidad del voto.
En 1989, tras el triunfo del NO en el plebiscito del año anterior, se produjo una negociación
entre el régimen saliente y la coalición triunfante. En esa negociación, y con la
participación de miembros del gobierno pertenecientes a RN, esa democracia protegida
sufrió una serie de reformas entre las cuales estuvo la derogación del Artículo 8143 que
ilegalizaba el Partido Comunista; el aumento del número de senadores elegidos por voto
popular de 24 a 38, disminuyendo el peso relativo de los senadores designados; la
modificación de la duración del período presidencial, acortándolo a 6 años, con un primer
período de transición de 4 años; y una leve disminución de los requisitos para reformas
constitucionales sin requerir la ratificación de dos Congresos.
Hemos visto cómo en los dos últimos siglos se configuró una fuerte y diversificada
estatalidad, que concentrando el poder político fue administrada, en la mayoría de ese
período, por hacendados, industriales y banqueros. No obstante, producto de los efectos
socio-económicos del modelo ISI y como base de legitimidad de ese nuevo orden, los
derechos económico-sociales se vieron gradualmente ampliados gracias a la continua
demanda y movilización ciudadana. Los derechos así alcanzados permitieron el
reconocimiento de otros en el campo político y económico, proceso que alcanzó su máxima
expresión en el período 1964-1973. La regresión autoritaria 1973-1990 significó no solo el
que los logros democráticos alcanzados en las décadas anteriores se eliminaran, sino que la
lógica de la organización económica, social y política fuera sustituida por un enfoque neo
liberal que permeó todas las instituciones y políticas, creando un nuevo orden con una alta
simetría estructural. En ese marco se fue generando la coalición política que gobernó por
dos décadas el país.
Las características que adquirió la transición se proyectaron más allá de esta, permeando la
gestión gubernamental concertacionista por dos décadas147. Aun cuando los cuatro
gobiernos concertacionistas fueron arreglos políticos relativamente distintos dentro de la
misma coalición, dada la especial configuración de fuerzas presente en sus orígenes, las
ideas centrales, sus definiciones y acuerdos políticos iniciales fijaron el horizonte
estratégico durante esas dos décadas, así como la hegemonía de su centro político-social
(en gradual disminución), las que quedaron como marcas de nacimiento de la
Concertación148.
Frente al categórico rechazo a cualquier pacto con el PC, principal representante del frente
antifascista, por parte de la directiva radicada en el país, grupos democratacristianos
exiliados por la dictadura postulaban la necesidad de integrar un frente amplio. Así, en la
reunión de Colonia Tovar en Venezuela de julio de 1975, donde asistieron representantes de
todos los partidos políticos de oposición a la dictadura, menos el PC, Radomiro Tomic
afirmaba que “la participación del PC es indispensable; la dirección comunista o
predominantemente comunista del proceso en Chile, es imposible”. Aquella reunión, por
cierto, molestó a la directiva de Patricio Aylwin, quién conminó a los asistentes a respetar
las orientaciones partidarias152. Un encuentro similar –sin representantes del PC– se
organizó en Nueva York en 1976 entre dirigentes DC, MAPU e Izquierda Cristiana.
Preocupados por la posibilidad de que ese tipo de encuentros pusiera en peligro la
seguridad de quienes trabajaban contra la dictadura en el país, Gabriel Valdés recuerda
que “Claudio Orrego y Genaro Arriagada me visitaron para manifestarme que consideraban
prematura y peligrosa esta reunión”153. La idea del frente amplio anti dictatorial tenía un
vasto apoyo en los líderes de la resistencia, como Ricardo Lagos, quien tenía “interés para
incorporar a nuestra acción opositora a toda la izquierda, incluyendo al Partido Comunista.
Ello creaba discusiones en la directiva de nuestra organización”154. La postura de Lagos
estaba avalada por la permanente y dinámica presencia del PC en las diversas
organizaciones que luchaban contra la dictadura, especialmente en las de derechos
humanos, dada la brutal represión en su contra.
A pesar del rechazo DC a la amplia política de alianzas contra la dictadura, el PC (y lo que
quedaba de la UP) insistió en la política del frente anti-fascista155. La renovación teórica-
ideológica de algunas fuerzas de izquierda que podría haber sido un elemento de
aproximación a la DC, tal como sucedió con el PS en los ochenta, no se dio en el
comunismo156. Por el contrario, a partir de 1977 se comenzó a gestar en los diversos
núcleos de reflexión comunista exiliados en la República Democrática Alemana la Política
de la Rebelión Popular de Masas (PRPM)157, la que ha sido considerada por el historiador
Rolando Álvarez como la verdadera “renovación ideológica” del PC, transformando
estructuralmente las bases partidarias y los supuestos en que se basaban, pero sin romper
con las tradiciones comunistas, como era el carácter de masas de su accionar político158.
A partir de ese momento fundacional los pesos relativos de cada sector político-ideológico
al interior de la coalición quedaron relativamente estables durante los cuatro gobiernos
concertacionistas, observándose lógicas variaciones dependiendo de quién controlaba el
Ejecutivo, pero sin alterar en lo fundamental el pacto originario.
La capacidad de la Democracia Cristiana para articular estos recursos de poder estuvo dada
por su variada y amplia red de conexiones e influencias nacionales e internacionales.
Internacionalmente, tuvo acceso a los principales centros de poder, tal como se indicara
anteriormente. Nacionalmente, tenía una especial vinculación con la jerarquía y sacerdotes
de la Iglesia Católica, institución que pudo actuar con mayores rangos relativos de libertad
en dictadura, a lo que se sumaba su ascendiente histórico sobre la sociedad chilena. La DC
tenía igualmente conexiones con algunos sectores empresariales y fue capaz de construir
variados espacios de interacción con fuerzas de centro e izquierda, sin necesariamente
llegar a acuerdos políticos formales, al tiempo que se relacionó con sectores aperturistas
que apoyaban a la dictadura. Esta centralidad del PDC le permitió desarrollar iniciativas
multipartidistas como la del Grupo de los 24, en 1978, cuyo manifiesto abogaba por una
asamblea constituyente que perfeccionara la Constitución de 1925171.
La crisis económica de 1982 –la más grave sufrida por el país desde la recesión de 1930,
con una caída del PIB del 14,3% y aumento del desempleo al 23,7%- fue un duro golpe a la
población en general, alcanzando en menor grado a los sectores medios. En ese marco, el
reciente electo presidente del PDC, Gabriel Valdés, inició “conversaciones entre los
opositores de distintos partidos para intentar una acción común” 172. Paralelamente, la
Conferencia Episcopal exigió en su carta, “El renacer de Chile”173, la vuelta inmediata a la
democracia. Por su parte, dirigentes de partidos de centroderecha opositores,
socialdemócratas, democratacristianos, radicales, mapucistas, socialistas renovados e
izquierda cristiana, difundieron en marzo de 1983 el Manifiesto Democrático, demandando
una Asamblea Constituyente para dotar al país de una nueva Carta.
En el frente de masas, el poderoso sector liderado por el demócrata cristiano, Rodolfo
Seguel, presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre, se movilizó convocando,
en mayo de 1983, a la primera protesta nacional. Por su parte, en una apertura más a la
izquierda, el dirigente DC, Jorge Lavandero, junto a miembros de la Democracia Cristiana,
Partido Radical, Socialdemocracia, Republicanos ex nacionales, Izquierda Cristiana y Partido
Democrático Nacional, entre otros, organizó el Proyecto de Desarrollo Económico Nacional
(PRODEN).
Ese mismo año, el arzobispo de Santiago, Juan Francisco Fresno, invitó a los dirigentes
opositores a una reunión, a la que no asistieron los socialistas, para explorar vías de salida a
la dictadura y la violencia desatada por las protestas nacionales. Esas reuniones tuvieron
como producto que sectores del centro político y la Democracia Cristiana, haciéndose eco
de las reflexiones de la Conferencia Episcopal en su documento “El renacer de Chile”,
inaugurasen, en agosto de 1983, la Alianza Democrática. En su documento “Bases de
Diálogo para un Gran Acuerdo Nacional”, encabezada por la firma del vice presidente del
PDC, Patricio Aylwin–, exigía “la convocatoria a una Asamblea Constituyente integrada por
las distintas corrientes de opinión y, la adopción de un sistema electoral que garantice la
libre, informada y auténtica expresión de la voluntad ciudadana”174.
Los acontecimientos posteriores solo vinieron a reforzar ese liderazgo, culminando con la
“Concertación de Partidos por el NO”. En ese momento se estructuró en su interior un
sistema de relaciones de poder que tuvo al eje demócrata cristiano como su pivote central.
La mayor organicidad, despliegue territorial nacional y mando único al interior del PDC, a
partir de la presidencia de Patricio Aylwin en 1987, le permitió desarrollar una coherente
orgánica partidaria en comparación con sus nuevos aliados.
A fines de los noventa, Tomás Moulian caracterizaba este proceso, en Chile Actual, como el
producto socio-político generado por una tríada –militares, intelectuales neo liberales y
empresarios nacionales o transnacionales– la que había realizado la revolución capitalista
en el país. Esa tríada, a través de un proceso de transformismo, habría preparado durante
la dictadura una salida “destinada a permitir la continuidad de sus estructuras básicas bajo
otros ropajes políticos, las vestimentas democráticas […] negociación efectiva desarrollada
entre el gobierno militar y Renovación Nacional”, frente a la cual la Concertación, después
de haber ganado el plebiscito, no tuvo otra opción que aceptar178. En esta misma línea el
ex presidente Lagos afirmaba a fines de 1998, “hemos tenido una transición insatisfactoria
porque no tuvimos la fuerza para imponer los cambios que habíamos esperado hacer”179.
Esta explicación de la salida negociada de la dictadura por falta de fuerza en el sector
democrático es debatida por Carlos Ominami. Aun cuando este reconoce que “el
incumplimiento de expurgar de la Constitución todos los resabios autoritarios […] fue
manifiesto por la resistencia de los sectores conservadores de RN que mantuvieron y
mantienen gran fuerza en ese partido”, igualmente sostiene que “Carlos Cáceres, el
principal negociador de Pinochet, […] terminó su cometido con la convicción total de que
había estado frente a negociadores débiles, que no habían puesto en escena toda la fuerza
de la movilización democrática de amplísimos sectores de la ciudadanía”180. Aun cuando
Ominami reconoce que “los negociadores de la Concertación incurrieron en una mezcla de
debilidad e ingenuidad”181, ninguna de las explicaciones anteriores pone el acento en la
estructura o relaciones de poder al interior de la coalición anti-dictatorial previo al
plebiscito de 1988. Si bien las fuerzas democráticas tenían el apoyo internacional, la fuerza
de masas y el arraigo popular, el liderazgo concertacionista, para evitar los costos de la
fórmula insurreccional y acuerdos con sus líderes, terminó diseñando un camino distinto, la
transición pactada. En ese proceso la DC, responsable de hecho de los dos gobiernos que
siguieron a la dictadura, apostó por la estabilidad aun cuando ella limitara las expectativas
y posibilidades de reformas.
En todo caso, al igual como es preciso considerar el rol facilitador y al mismo tiempo
limitante de RN en la transición democrática, es necesario establecer que el campo de
fuerzas en el que se definieron e implementaron las políticas de la Concertación a partir de
1990 tuvo como límite el nuevo poder de una derecha que salió fortalecida después de la
dictadura militar y cuyo interlocutor central, hasta el año 2000, fue el Ejecutivo
democratacristiano. Aun cuando los gobiernos de los socialistas Lagos y Bachelet
significaron nuevos énfasis en materia social, económica y política, a pesar del declive
electoral del PDC183–y quizás para cautelar la estabilidad de la coalición–, la estructura
básica de poder dentro de ella no sufrió cambios fundamentales. Tal como Ominami lo
señala:
“la DC pudo mantener su condición de partido mayoritario, a pesar de que los otros tres
partidos sumados la superaban ampliamente en cuanto a respaldo electoral. La DC
ejerció a plenitud esta peculiar condición de partido mayoritario. Bregó, casi siempre
con éxito, por asumir la conducción de los principales ministerios, llegando a constituir
verdaderos feudos en algunos de ellos. Exhibió siempre gran capacidad para endosarle
a la coalición sus posiciones propias. La defensa de la educación particular y la posición
de desmedro en que fue puesta la educación pública es un buen ejemplo de los efectos
de esta forma de ejercicio del poder al interior de la Concertación. En otros ámbitos,
cuando la DC no estaba en condiciones de imponer un punto de vista, operaba por la
vía de vetar la iniciativa correspondiente. Esto es lo que explica, por ejemplo, que
después de veinte años de Concertación no se haya podido reponer el aborto
terapéutico, que era una norma que existía en el Código Sanitario chileno desde 1931 y
que había atravesado sin problemas por gobiernos de los más variados signos
políticos”184.
v. Ideas y política
Nada se aprendió de una situación parecida creada durante la Unidad Popular donde, de
acuerdo a Manuel Antonio Garretón, se generó un vacío teórico-ideológico, “una relativa
incapacidad de dar cuenta, a sí mismo y a los otros actores sociales, del carácter real de lo
que se hace, [expresando] el significado y proyección exactos del proceso que se vivía”196.
De esta forma, a la incapacidad o falta de visión de la Concertación de proveer un sentido
de futuro se le agregó un déficit intelectual que se fue profundizando durante esas dos
décadas y que entre otras manifestaciones se expresó en la falta de una política proactiva
frente a las universidades estatales, en particular a sus ciencias sociales, las que tuvieron
que operar en niveles de sobrevivencia o adaptarse a un funcionamiento de mercado197. De
esta forma, a la pérdida de una identidad político-intelectual independiente se sumó la
ausencia de elementos de juicio y diagnóstico que podrían haber coadyuvado a la
superación de esas limitaciones.
Junto con esa estructura hegemónica, política e ideológica, con predominancia del centro
concertacionista sin una intelectualidad asociada, crítica e independiente, la transición
pactada transformada en política de consensos derivó en un sistema para-consociativo.
En ese contexto se configuró una profecía autocumplida. De acuerdo a Robert Merton, “Si
los individuos definen las situaciones como reales, son reales en sus consecuencias” y dado
que la “profecía que se cumple a sí misma, por la cual los temores se traducen en
realidades, funciona solo en ausencia de controles institucionales deliberados”200, la
Concertación aceptó la existencia de controles institucionales en el intentó de reducir los
temores y poder así controlar esa realidad transicional. Bajo tales circunstancias, el
liderazgo concertacionista, percibiendo un gran desbalance de poder e intentando disipar
los temores de una parte significativa de la población y de los poderes fácticos, pactó
mecanismos institucionales que aparentemente resolvían los problemas de inseguridad e
incertidumbre de una parte importante de la población. A partir de una auto percepción de
escasos recursos políticos disponibles para un cambio sistémico del orden heredado, la
aceptación de una institucionalidad para-consociativa para una sociedad fracturada
fundamentó la opción de la transición pactada201.
Veinte años después y producto de la rica experiencia acumulada a través de los cuatro
gobiernos concertacionistas, una visión generacional distinta sobre los límites de la política
comenzó a insinuarse, entendiendo el proceso democratizador de diferente manera. Así,
Claudio Orrego, vice-presidente del PDC, analizando la situación al interior de la coalición
afirmaba: “Todo el mundo sabe que hay algunos que están más por renovar las cosas y
otros por preservar los espacios o las formas de hacer las cosas. Pero este no es un debate
teórico, es un debate, al final, de poder. Los espacios nadie los regala, hay que
tomárselos”204.
Los capítulos que siguen analizan las políticas concertacionistas desde esta perspectiva.
SEGUNDA PARTE
ESPACIOS E
INSTITUCIONES
CAPÍTULO 3
EL PODER LÍQUIDO
La derrota de la dictadura en el plebiscito de 1988 y del candidato de la derecha en 1989
limitó la capacidad de maniobra y cambió el espacio y el accionar de quienes concentraron
el poder político, económico y social durante casi diecisiete años. Frente a esta nueva
situación las elites desplazadas de la cabeza del Estado desarrollaron nuevas formas de
actuar, al margen de la institucionalidad democrática emergente, tratando de preservar las
bases del orden autoritario en retirada.
Estas pesimistas expectativas, muy generalizadas entre las elites nacionales pre
transicionales, no se vieron realizadas. Junto al 44% de chilenos que votaron a favor de la
continuidad de Pinochet por ocho años en el plebiscito de 1988, estas elites se vieron
protegidas de la supuesta ola de cambios radicales gracias a la Constitución de 1980207. El
desproporcionado poder otorgado a los partidos de derecha, la permanencia en la
comandancia en jefe del Ejército del general Pinochet –y en las otras ramas de oficiales
previamente nombrados por él–, así como los altos quórum para reformar la Constitución,
fueron parte de una poderosa red amortiguadora y protectora de estos sectores.
Con todo, aun cuando la transición a la democracia fue gradual, limitada por la derecha y
auto contenida por la dirigencia concertacionista, la derrota electoral y el cambio de
escenario para lo que podría llamarse el “bloque en el poder”208 –esto es la unidad del
conjunto de las fuerzas sociales, económicas, políticas y culturales que apoyaron la
dictadura– fue de cierta desorganización y gran incertidumbre.
Ante la pérdida del centro gubernamental de organización del poder ejercido por esta
pluralidad de elites y auto percibiéndose como una fortaleza sitiada, su reacción fue
robustecer los principales lazos que las había unido. Estos fueron los valores estructurantes
de su común convergencia en torno a la visión de “sociedad ideal” que habían intentado
instaurar209. De acuerdo a Genaro Arriagada, en el plano político, esta unidad se organizó
en torno a la protección de Pinochet y las prerrogativas y privilegios de las fuerzas armadas,
la mantención del sistema binominal que favorecía a los partidos de derecha, y el statu quo
impositivo y regulatorio para el sector empresarial210.
Sin embargo, la “sociedad real”, que había estado sometida a una sistemática y
multidimensional represión durante todo el período dictatorial, había evolucionado y
continuaba cambiando de acuerdo a ingobernables dinámicas estructurales impuestas por
las tendencias demográficas, la creciente inserción del país en un mundo globalizado y los
vertiginosos desarrollos tecnológicos. Esa “sociedad real” comenzaba a sacar la voz,
tímidamente al comienzo y con mayor energía en el curso de las dos décadas posteriores.
Enfrentados a esta tensión y con cuantiosos recursos de poder bien preservados, el
relevado “bloque en el poder” se transforma en poder fáctico, o lo que Gramsci llamó
“cuasi partido”211 y Buci-Glucksmann conceptualizó como “partido oficioso”212, esto es la
constelación interconectada, no institucionalizada y estable de las elites de poder en torno
a una común visión de la sociedad organizada en torno a valores conservadores. Este eje
estructurante le dio un fuerte carácter normativo a estas elites de poder.
La reacción y accionar del poder fáctico en el período transicional fue rudo, incluso con
algunos de los suyos. Al respecto, Héctor Soto recuerda que,
Igualmente, si bien comparte con el concepto de “clase política” las dimensiones de alto
status social, poder político, cohesión interna e intereses propios216, se diferencia de este
en la medida que su accionar no está constreñido por normas institucionales o por el uso
de determinados instrumentos de influencia, no es responsable ante ente externo alguno y,
en consecuencia, representa serios desafíos a la democracia republicana217. De esta forma,
y tomando prestada la metáfora de Zygmunt Bauman, esta constelación extra institucional
de elites de poder, no visible ni auditable, que a través de medios informales es capaz de
limitar el accionar de otros actores, podría definirse como el espacio del poder líquido218.
Así, estas elites de poder interconectadas como poder fáctico normativo se organizaron
fundamentalmente en torno a batallas valóricas con fuerte contenido y sensibilidad
religiosa (género, educación sexual, control de posible embarazo no deseado, aborto,
matrimonio y adopción de parejas homosexuales, muerte digna), otras altamente
significativas para la visión de la economía de mercado neo liberal establecida (libertad
económica, intangibilidad de la propiedad privada), y algunos valores intransables en el
plano político (rol subsidiario del Estado, políticas públicas implementadas a través de
privados).
Por otra parte, la gestión concertacionista a través de sus cuatro gobiernos generó sus
propias elites de poder221, algunas de las cuales circularon entre el mundo privado y
estatal con cierta fluidez sirviendo de puente entre el poder fáctico y el mundo estatal,
especialmente en las instituciones reguladoras de la acción de las empresas privadas.
Finalmente, en la medida que los elementos políticos que unían y le daban coherencia a
estos grupos –protección de Pinochet, prerrogativas y privilegios de las fuerzas armadas,
mantención del binominal y el statu quo impositivo y regulatorio– no se vieron gravemente
amenazados, estos perdieron importancia relativa. El efecto simultáneo y combinado de
todas estas transformaciones se expresó en la sustitución del elemento político
previamente nucleador –la gestión del Estado– por una postura ideológica más rígida,
fuertemente centrada en un ideario valórico-religioso, conservador y fundamentalista, que
le dio al poder fáctico un perfil represivo-normativo, centrando su accionar especialmente
en establecer aquellos límites que a su juicio la sociedad chilena en su conjunto no debía
traspasar.
En esta tarea coincidieron las elites empresariales, los medios de comunicación, los
partidos, universidades y centros de pensamiento vinculados a la derecha, así como
importantes mandos de las fuerzas armadas, todos ellos aglutinados en torno a influyentes
grupos de la Iglesia Católica con un ideario pre conciliar entre los que destacaban el Opus
Dei y los Legionarios de Cristo.
El modelo de desarrollo basado en las exportaciones de recursos naturales con bajo valor
agregado, si bien mostró una cierta diversificación incorporando productos agrícolas,
forestales, pesqueros e industriales simples, en lo fundamental quedó centrado en la
explotación y exportación de minerales (cobre), manteniéndose la heterogeneidad
estructural característica del país226. En estos sectores se concentraron las grandes
inversiones y se inhibió la acción facilitadora del Estado para transitar hacia una segunda
fase exportadora con mayor valor agregado. Aun cuando se debatieron políticas de apoyo a
la innovación, estas fueron insuficientes para configurar una matriz productiva más
homogénea. Entre estas medidas se puede mencionar la creación, recién en 2005, del
Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad, instancia público-privada que
asesoraba al Presidente en materia de innovación y competitividad, y que buscaba
promover la ciencia y la tecnología aplicada al desarrollo de clusters dinámicos en la
economía chilena. Su contribución quedó finalmente reducida a la producción de tres
importantes informes227.
Así, en 2005 cinco familias controlaban el 47,6% de los activos de las empresas que
cotizaban en la Bolsa de Comercio de Santiago230. Por otra parte, Andrónico Luksic,
Anacleto Angelini, Eleodoro Matte y el actual presidente Sebastián Piñera representaban en
conjunto el 9,16% del PIB en 2004 y el 12,49% del PIB en 2008231. A la concentración de la
propiedad de los activos productivos y amplia participación en el mercado por parte de
conglomerados económicos y empresas grandes, se sumó la concentración en los
mercados, en especial banca, AFP, ISAPRES, farmacias, supermercados y medios de
comunicación, agregándose la concentración geográfica de la actividad productiva,
principalmente en la Región Metropolitana. Un indicador de esta concentración dice
relación con el tamaño de las empresas y el empleo: las micro y pequeñas empresas
concentran un 63,9% del empleo mientras solo generan un 10,5% de las ventas; las
empresas medianas generan el 13,9% del empleo y el 7,9% de las ventas; y las empresas
grandes, generan un 22,2% del empleo y el 81,6% de las ventas232. El Cuadro 3.1 muestra
la tendencia creciente a la concentración por parte de los principales grupos económicos:
Angelini, Luksic, Matte, Paulmann, Piñera y Said.
Cuadro 3.1
* Hemos incluido este cuadro a modo de ilustración, los datos están incompletos ya que la
presencia en el ranking Forbes es de activos accionarios en el año indicado y el lugar de los
grupos chilenos en el depende de la presencia de otros grupos, personas y familias de
distintos países.
Anacleto Angelini llegó a Chile desde Italia en 1948, comenzando con Pinturas Tajamar,
ampliándose decididamente durante los 70, cuando pasó a controlar 16 empresas y
participar de 10 más. El gran salto lo dio a mediados de los 80 controlando Copec,
conglomerado privatizado por la dictadura en los 70, pero tras la crisis de inicios de la
década siguiente y el fracaso de la primera privatización, el Estado acudió en su rescate. En
1985 se realizó una segunda privatización y Angelini adquirió porcentaje vendido por
CORFO, en una transacción que se concretó previo a la licitación pública y a un precio
menor del valor real del patrimonio233.
Los orígenes del grupo Luksic se remonta a la década de los 50, cuando Andrónico Luksic
instaló una agencia de distribución de vehículos Ford y luego desarrolló inversiones en las
áreas mineras y pesquera. Durante la UP llegó a acuerdo con el gobierno, vendiendo a
CORFO un número de sus empresas a cambio del derecho a quedarse con unas pocas. Esto
resintió a los asesores económicos de Pinochet por lo que quedó excluido de la etapa inicial
de privatizaciones durante la dictadura. No obstante participó en etapas sucesivas (Los
Pelambres) y volvió a adquirir importante presencia en la economía, hasta transformarse en
el principal grupo económico del país. Tras la crisis de los 80 que derrumbó a los principales
grupos del momento (Vial y Cruzat- Larraín), la familia Luksic junto a los Matte y Angelini,
emergieron como los más poderosos económicamente. En los 90 comenzó su proceso de
expansión internacional principalmente a Argentina y Perú234.
A fines de los años setenta Sebastián Piñera comenzó sus primeros emprendimientos en el
área inmobiliaria y en asesorías financieras, principalmente al Banco de Talca. Junto a
algunos socios logró ingresar las tarjetas de crédito a Chile, negocio con el que logró
consolidar su fortuna. En 1994 adquirió un 16% de LAN, que al año siguiente adquirió
LADECO y en 1999 LanPerú, consolidándose en el negocios de la aerolíneas. Diversificó sus
inversiones abarcando desde la salud (Clínica Las Condes), medios de comunicación
(Chilevisión), el fútbol (Colo-Colo) hasta el ecoturismo (Parque Tantauco). De estilo agresivo
en los negocios, le ha costado algunos problemas legales (caso Banco de Talca en 1982,
multa por uso de información privilegiada en caso LAN) pero también le ha permitido una
gran fortuna en un período de tres décadas236.
En los setenta el grupo Said ya tenía diversas inversiones aunque era un grupo económico
menor. Su incorporación a los principales grupos económicos es relativamente reciente,
llegando al ranking Forbes por primera vez en 1996. La adquisición del 62% de
Embotelladora Andina, embotelladora de Coca-Cola en Chile en 1985 fue un hito en su
proceso de crecimiento237.
Algo similar ocurrió en el agro durante los gobiernos democráticos. Jorge Echenique ha
establecido que en ese período “Se consolidan empresas grandes y grupos económicos, se
organizan clusters, se debilita la agricultura familiar. Esto sucede a pesar de los esfuerzos
de los 4 Gobiernos por apoyar a los agricultores más pequeños, pero es más fuerte el
mercado abierto y en expansión, así como los incentivos del marco regulatorio vigente,
para fortalecer esta tendencia”238. Esta dinámica lleva a una fuerte concentración de
tierras “sobre todo las de mayor valor, de forma tal que en el 2007 las 25.000 explotaciones
con más de 12 HRB (hectáreas de riego básico) acumulaban el 80% del área irrigada y una
proporción similar del secano; en el otro extremo, las 242.000 unidades de menos de
12 HRB, controlaban el 20% de la tierra agrícola de Chile”239.
En la pesca, otro rubro importante en las exportaciones nacionales, se dio el mismo proceso
concentrador. De las 78 firmas pesqueras que había en 2001, diez años después quedaron
reducidas a sólo 26 (Cuadro 3.2).
Cuadro 3.2
Entre 1974 –cuando se dictó el Decreto Ley 600 sobre estatuto de la inversión extranjera– y
el 2009, ingresaron al país USD$74.901 millones por concepto de inversión extranjera,
provenientes principalmente de EE.UU. (26.4%); España (19.4%); Canadá (17.4%); Reino
Unido (8.4%); Australia (4.7%); y Japón (3,4%). Una cuota creciente de estos recursos
correspondieron a reinversión de utilidades generadas en Chile. El destino sectorial del
90% de esas inversiones fueron a la minería, energía, agua, gas, banca y seguro, y
comunicaciones241. Del 10% de la inversión extranjera restante que se dirigió hacia
diferentes actividades, solo un 6.6% se orientó a las actividades agropecuarias.
Cuadro 3.3
En el contexto de estrictas normas que inhibían la acción del Estado en la economía y ante
la oposición de la derecha de modificarlas, los gobiernos concertacionistas poco o nada
pudieron hacer para descentralizar y desconcentrar el poder empresarial, aun cuando
avanzaron algunas medidas orientadas a regular su accionar en el mercado. Con todo,
estas medidas no superaron sustancialmente la feble regulación de las relaciones intra
empresa, tales como la contratación para el reemplazo de trabajadores en huelga, la
limitada negociación colectiva por empresa, el multirut y la distribución de utilidades,
temas que se verán en el Capítulo 5.
ii. Superintendencia de Quiebras
iii. ISAPRES
Esta supervisión entró en crisis, cuando en 2011 se conocieron las ganancias que arrojaron
las Isapres245, lo que llevó a la ministra del Trabajo de ese momento, Eveline Matthei, a
señalar que “veremos si existe la competencia que debe haber, y si existen los mecanismos
para que los afiliados conozcan los costos y se puedan cambiar de Isapre. Hay muchos
temas que investigar”246.
iv. AFP y pensiones
v. Servicios sanitarios
A raíz de la crisis de Aguas Cordillera (mediados de los 90) se procedió a la reforma de la
Superintendencia de Servicios Sanitarios, la que había sido creada a fines de la dictadura y
cuyas facultades eran insuficientes. En la reforma, aprobada en 1998 (Ley 19.549), se
reestructuró y fortaleció la superintendencia, se mejoraron los procesos de tarificación y se
entregaron mayores facultades fiscalizadoras, ante un nuevo escenario en que las
empresas reguladas pasaron a ser controladas mayoritariamente por privados tras un
proceso de privatización247.
vi. Energía
Desde el punto de vista institucional, la principal reforma fue la creación, en 2004, del
Panel de Expertos de la Ley General de Servicios Eléctricos, entidad extraña desde el punto
de vista organizacional pues no es exactamente una entidad pública y tampoco privada. Su
administración es coordinada por la Comisión Nacional de Energía (CNE), pero lo financian
las empresas eléctricas y tiene como objetivo resolver las discrepancias entre las empresas
privadas –en particular las relativas a la valorización de la energía en el mercado spot que
opera en los CDECs (Centros de Despacho Económico de Carga) que coordina el
funcionamiento del sistema– y resolver las discrepancias entre la Comisión Nacional de
Energía y las empresas en los procesos tarifarios.
Finalmente, en 2009 se aprobó la creación del Ministerio de Energía que reconoce que el
Estado no se puede limitar a regular el sector sino que tiene que definir una política para
este. Al mismo tiempo se fortaleció la Comisión Nacional de Energía248.
viii. Sernac 250
En 1997, tras seis años de tramitación, se aprobó la Ley 19.496 que estableció los derechos
de los consumidores y su protección ante a las imperfecciones del mercado, normando las
relaciones entre proveedores y consumidores, estableciendo las infracciones por perjuicios
al consumidor y señalando el procedimiento aplicable ante las mismas. Estableció derechos
y deberes básicos de los consumidores; obligaciones de los proveedores en materia de
información, de publicidad veraz y leal, de cumplimiento y equidad contractual, de calidad
y de seguridad de los bienes y servicios; un procedimiento individual especial; y el rol del
Estado determinando las facultades al Servicio Nacional del Consumidor (Sernac)251.
Otras entidades reguladores claves del sistema financiero son la Superintendencia de
Bancos e Instituciones Financieras, la Superintendencia de Valores y Seguros y el Banco
Central, los que no sufrieron modificaciones en sus atribuciones y rol regulador durante los
gobiernos de la Concertación.
Desde el punto de vista institucional, cabe señalar que esas dos décadas se desarrollaron
iniciativas que generaron una creciente privatización de la supervisión, la que se expresó,
por ejemplo en el sistema de pensiones, en organismos privados que asesoraban al
sistema, el ya mencionado panel eléctrico y las comisiones arbitrales en las concesiones de
obras públicas.
En este favorable medio ambiente la elite empresarial chilena se hizo más compacta.
Siguiendo a Max Weber, ella se cohesionó en la medida que concentró las tres formas del
poder: el económico (clase), el social (estamento) y el político (partido)252,
caracterizándose como un grupo cerrado, con predominio masculino, de clase alta,
provenientes de los mismos colegios católicos privados253.
A su vez, esta elite empresarial compacta es cohesionada, con bajos niveles de conflicto
intra grupal y que, en presencia de elementos altamente disfuncionales, tiende a su
exclusión (caso de Francisco Javier Errázuriz Talavera). Esta cohesión interna se explica por
factores extra económicos. Tal como Vicente Espinoza lo señala, “la capacidad de la elite
para profundizar su cohesión interna se apoyaría en una comunidad política y cultural que
antecede su participación como agente político”254. En este caso los elementos
cohesionadores dicen relación con factores históricos y religiosos.
Los principales factores que llevaron a la integración de la elite empresarial con los sectores
conservadores dentro de la Iglesia Católica estuvieron asociados al gradual y lento declive
de la influencia de esta en la sociedad chilena y a la desafección empresarial con la “Iglesia
de los pobres”. De acuerdo a María Angélica Thumala, estos movimientos lograron
establecer una estrecha relación con los sectores de derecha y empresariales, amenazados
por las orientaciones post-conciliares de la Iglesia Católica y de la opción, considerada
izquierdista, por los pobres. A su vez, las ideas neo liberales en materia económica
permitieron fundir en un solo todo valórico “la creación de riqueza y la generación de
empleo, por un lado, y el bien común y la educación y la reducción de la pobreza, por el
otro”256. Esta convergencia virtuosa le permitió a la derecha y sectores empresariales
defender su estilo de vida, refugiándose y recluyéndose en colegios, universidades y
asociaciones patrocinadas por estos movimientos eclesiales.
A su vez, estos se fortalecieron en los últimos treinta años pari passu el decaimiento de los
movimientos de Acción Católica y de las congregaciones. De esta forma, en la década de
los noventa lograron mayor presencia en la jerarquía eclesiástica con el nombramiento de
varios obispos vinculados a dichos movimientos, en el campo educacional con la creación
de colegios y universidades, así como entre las élites empresariales, políticas y
profesionales, como se verá a continuación.
Estas señales simbolizaron la pluralización religiosa –que puede ser bastante conservadora,
como la posición de importantes grupos evangélicos en el tema de la no discriminación–
del Estado democrático, también reflejaron la gradual reducción de la tradicional masa de
católicos y el aumento de evangélicos. Así, la disminución de quienes profesan la fe
católica en el país ha sido sostenida. Del 97.7% registrado en 1930, pasó al 70% el 2002, y
al 67% en 2009, y quienes se identifican con las iglesias evangélicas crecieron de un 1.5%,
en 1930, a un 15.1%, según el Censo 2002, y al 16%, según la Encuesta UC-Adimark, del
2009257. A su vez, este proceso tuvo una importante dimensión social, ya que los datos por
estrato socioeconómico y observancia religiosa para 1998, muestran que entre los católicos
se reconocía observante un 90% en los estratos altos, un 72% en los medios y en un 44%
en los bajos. Mientras que los evangélicos pertenecientes a los estratos altos sólo es un
10%, un 21% en los medios y un 44% en los bajos. Esto es confirmado por el vicario
episcopal de la Zona Sur de Santiago, Cristián Precht, quien señaló que el catolicismo
“quizá ha perdido en cantidad (de fieles), pero hemos ganado en calidad”258.
i. Opus Dei
La creciente relevancia del Opus Dei en Roma está asociada a la quiebra del Banco
Ambrosiano del Vaticano durante el papado de Juan Pablo II, la que fue cubierta por este
movimiento. Posteriormente, su Secretario General, Álvaro del Portillo, desempeñó un papel
relevante en los preparativos del último Concilio. La canonización de José María Escrivá de
Balaguer, fundador del movimiento por el Papa Juan Pablo II (6 de octubre de
2002)263 consolidó su papel como movimiento eclesiástico. Su acento en la santificación
por el trabajo favoreció el culto del éxito material y del capitalismo liberal. Según el teólogo
Urs von Balthasar, el Opus Dei es “la más fuerte concentración integrista de la iglesia […]
se esfuerza en comenzar a asegurar el poder político y social de la iglesia por todos los
medios, visibles y ocultos, públicos y secretos" 264.
Cuadro 3.4
Cuadro 3.5
Fuente: Monckeberg, María Olivia, El Imperio del Opus Dei en Chile, Editorial B, Santiago,
2003.
Además de Regnum Christi, la Legión cuenta con otras tres instituciones de promoción:
Familia Unida, Generación Empresarial y Chile Unido. Tienen sedes en La Serena, Viña del
Mar, Colina, Buin, Curicó y Concepción. La fundación Chile Unido, creada en 1998, está
orientada a difundir los valores del respeto a la vida y la dignidad humana, la igualdad de
oportunidades y la no discriminación, la familia como célula básica y fundamental de la
sociedad, el derecho de propiedad dentro de los límites del bien común, el respeto y
valoración de la mujer, la diversidad y la tolerancia.271
Cuadro 3.6
La Legión posee cinco colegios: Cumbres (1986), en Las Condes, Santiago; San Isidro
(1991) en Buin; Everest (1995) en Lo Barnechea; La Cruz (1998) en Rancagua; y Highlands
(2001) en Chicureo. Junto a estos administra el Instituto Zambrano, de Estación Central, al
igual que los Colegios Mano Amiga, destinados a sectores pobres; el colegio Santa Teresa
de Jesús de Los Andes, en La Pincoya; el colegio Fernández León, de Llo-Lleo administrado a
través de la red Mano Amiga; y están a cargo de la educación religiosa en los colegios
Santa Úrsula, Apoquindo y The Grange. Compraron la Universidad Alonso de Ovalle,
cambiándole el nombre por el de Francisco de Vitoria (posteriormente, Finis Terrae),
homónimo del centro de estudios de la Legión en Madrid.
Siendo obispo Monseñor Bernardino Piñera, y con ocasión de una gran misión diocesana,
entre el 28 de junio y el 1 de julio de 1963, se realizó en Temuco el primer Cursillo de
Cristiandad. A partir de 1965, estos Cursillos se expandieron a las diversas regiones del
país. Su labor de formación y difusión en el país es extensa276, estando principalmente
dirigida a sectores altos y medios logrando tener gran actividad pastoral entre las fuerzas
armadas durante la dictadura. Intentan influir y tener presencia en las propias instancias
eclesiales para dirigir esas obras y realizar su tarea evangelizadora, la que no está dirigida
a humanizar la sociedad o transformar las estructuras en aras de la justicia y la fraternidad,
entregando un mensaje conservador y condenatorio.
Tal como Alain Touraine señala, producto del cambio social acelerado, de la desaparición
del viejo orden, “asistimos a un retorno de lo religioso, en el sentido de un retorno a lo
comunitario” y, por otro lado, a la emergencia de una ética fundada en la laicización de lo
religioso. Lo peligroso del primer tipo de retorno es que este se haga a una comunidad
teocrática integrista277. Los cambios observados en la sociedad chilena en los últimos
treinta años han enfrentado a más de una generación a la incertidumbre propia de los
procesos de transición y de construcción democrática, producto de lo cual muchos se han
refugiado en la comunidad de creencias al calor de principios afirmados como alternativos
al relativismo observado a nivel social. Este sentido de comunidad ha sido importante para
mantener viejas solidaridades y, al mismo tiempo, para incorporar con seguridad a nuevos
miembros históricamente no integrados. De esta forma, la comunidad de valores se ha
enriquecido proveyendo un sistema de redes sociales ampliadas que le da a sus miembros
una capacidad de circulación y apoyo social que antes no tenían.
a. Universidades279
Del mismo modo, la Universidad San Sebastián se encuentra ligada a empresarios como
Andrés Navarro, Luis Cordero (ex militante y fundador de la UDI), Alejandro Pérez (ex
hombre fuerte del grupo Angelini), y Luis Ernesto Videla (ex gerente de LAN). La
Universidad de Ciencias de la Informática (UCINF), surgió de la iniciativa de un grupo de
empresarios y oficiales en retiro del ejército, entre ellos, el general (r) José Fernando Mutis
Puccio y el coronel (r) Víctor Manuel Molina Moscoso. Actualmente pertenece al grupo
Cepech y a Rodrigo Rocha Vera, hermano de Gerardo, dueño de la Universidad Santo
Tomás, fallecido en 2008. Tras la muerte de este último, su universidad pasó a manos de la
familia Hurtado Vicuña y al fondo de inversiones Linzor Capital.
Entre las universidades vinculadas a políticos, cabe destacar la Universidad del Desarrollo,
entre cuyos fundadores se encuentran Joaquín Lavín, Hernán Büchi, Cristián Larroulet,
Federico Valdés y Carlos Alberto Délano, todos pertenecientes o vinculados a la UDI. La
Universidad Autónoma, nacida en Temuco, fue fundada por Teodoro Ribera Beneit y su hijo,
ministro de Justicia (RN) del gabinete 2011 del presidente Piñera. Al respecto, también
cabe mencionar la pequeña Universidad Miguel de Cervantes, vinculada a la Democracia
Cristiana.
Entre los grupos religiosos dueños de universidades destacan la Universidad de Los Andes,
(Opus Dei) y Finis Terrae (Legionarios de Cristo), dos de los grupos más conservadores al
interior de la Iglesia Católica. La Universidad de Los Andes ha sido particularmente exitosa
en atraer a estudiantes de la elite con altos puntajes en la PSU280, grupo que
tradicionalmente hubiese asistido a la Pontificia Universidad Católica, donde estudió la
gran mayoría de la actual elite de derecha. Otras universidades vinculadas a grupos
religiosos son la Universidad Católica Silva Henríquez (salesianos), la Universidad Alberto
Hurtado (jesuitas) y la Universidad Adventista de Chile, la única evangélica, con sede en
Chillán.
Los centros de políticas públicas más activos y con mayor incidencia en la gestión del
Estado han estado vinculados a la derecha, difundiendo y desplegando iniciativas
inspirados en las versiones más radicales del neo liberalismo.
El Instituto Libertad, ligado a Renovación Nacional, cuenta con varias figuras de dicho
partido en su directorio, como Roberto Ossandón (hermano del alcalde de Puente Alto y ex
secretario general del partido), quien lo preside, Teodoro Rivera (ex diputado y ministro de
Justicia del gabinete 2011 del presidente Piñera), y Sergio Diez. De perfil más bajo y rol
menos preponderante que el instituto de la UDI, es igualmente asesor de los
parlamentarios del partido y un canal más académico del pensamiento del sector.
Estos centros de estudios, particularmente los dos primeros, han logrado tener una
importante influencia pública correspondiente a su vinculación con la elite política y
económica. Esta vinculación, particularmente en el caso del empresariado, permite un
sólido financiamiento por medio de donaciones, lo que ciertamente presenta una gran
ventaja frente a sus pares vinculados o simpatizantes de la Concertación que tuvieron y
tienen un financiamiento crecientemente precario. Esta situación ha sido difícil de explicar
toda vez que importantes miembros de estos centros, muy activos durante la dictadura y
que desde 1990 se incorporaron al gobierno, no contribuyeron a diseñar una política que
les hubiera permitido su continuidad y fortalecimiento.
c. Medios de comunicación
Al igual que El Mercurio, La Tercera apoyó la dictadura por lo que pudo seguir funcionando
tras el golpe militar. Junto a La Cuarta, nacido en 1984, forma parte del Consorcio
Periodístico S.A. (Copesa), que hasta fines de los 80 era propiedad de la familia Picó Cañas,
perteneciente a la derecha del Partido Radical. Al igual que El Mercurio había contraído
importantes deudas para modernizarse, situación que en los ochenta le significó una grave
crisis económica de la que salió a flote gracias al salvataje del Banco de Estado, el que
terminó con un 70% de la principal sociedad dueña de Copesa ya que era acreedor y fuente
de una capitalización producida en 1986. Tal como en el caso de El Mercurio, tras la derrota
en el plebiscito resultó de gran interés del régimen salvar de alguna forma a este medio
con el fin de perpetuar los cambios efectuados. La fórmula fue el ingreso de Álvaro Saieh,
Carlos Abumohor y Alberto Kasis (socios del Banco Osorno) además de Sergio de Castro (ex
ministro de Pinochet) y Juan Carlos Latorre Díaz, ambos empresarios vinculados a la UDI, a
la propiedad del medio para comprarlo al Banco de Estado, entidad en que la operación
sufrió una importante pérdida en cuanto el precio pagado fue menor al de la deuda
original. Además, los nuevos propietarios tuvieron el beneficio de poder pagar la
adquisición en cuotas, dejando la familia Picó Cañas el Consorcio. Además del beneficioso
precio, los nuevos dueños recibieron un “abono en publicidad”, con lo que se amarró una
importante cantidad de publicidad estatal para que el medio pudiera cumplir con reducir
su pasivo.
A partir del año 2000, Álvaro Saieh284 fue adquiriendo acciones de los otros socios hasta
ser hoy en día el principal dueño de Copesa. Asumió personalmente la presidencia del
conglomerado e inició una campaña de fuerte competencia con El Mercurio en busca de un
público de segmentos más altos en los que el diario de Agustín Edwards no había tenido
rival. Esta agresiva campaña ha sido bastante exitosa. Saieh ha buscado imprimirle un sello
de mayor pluralismo a sus medios en relación a su competidor, incorporando a columnistas
de un mayor espectro político y siendo el principal financista del Centro de Información e
Investigación Periodística (CIPER).
Sin pretender un análisis exhaustivo de todos los factores que influyeron en ese proceso,
podríamos indicar la importancia del esfuerzo militar desplegado entre 1974 y 1982 que
crecientemente dejó a las fuerzas armadas chilenas más como soporte que como gestores
de la dictadura, aun cuando tuvieron una vasta participación en él. La preocupación por la
defensa del país permitió que comenzara a emerger la preeminencia del rol profesional por
sobre el de la administración del Estado y la necesidad de su reemplazo por civiles.
A pesar de todos estos cambios institucionales, los altos mandos castrenses mantuvieron
durante todo el período concertacionista una relación ideológico-política privilegiada con
los partidos de derecha, con el empresariado y la Iglesia Católica.
Aun cuando las relaciones entre la derecha y las FF.AA. se vieron parcialmente afectadas
por el apoyo de algunos personeros de derecha a las reparaciones a familiares de víctimas
de detenidos, por el descubrimiento e investigación de las cuentas bancarias de Pinochet y
el arresto del general Contreras, distanciando a ambos sectores y debilitándose la alianza
fáctica especialmente con la UDI, la mayoría derechista mantuvo una gran afinidad con
ellas292. Esta afinidad se vio reforzada en forma reiterada en aquellas oportunidades en
que el Ejecutivo estudió indultos, momentos en los cuales personeros de derecha
permanentemente presionaron por incluir a militares condenados por violaciones a los
derechos humanos. Solo la férrea oposición de los grupos de familiares y de derechos
humanos y su acogida en la opinión pública293 impidió esta medida.
Desde el mundo castrense también se ha cultivado esta relación. Así, por ejemplo, en 2009,
19 empresarios y profesionales de distintas áreas, en un rango de edad entre los 35 y 62
años se graduaron del Curso de Aspirantes a Oficiales de Reserva del Ejercito (CAOR 2009).
Esta iniciativa, que partió en 2007 en el Ejército, ha convocado a hombres de empresa y
altos ejecutivos del sector financiero296.
Los lazos que los unen y los valores que comparten, más allá del compromiso con la
defensa nacional, se extienden al ámbito político e ideológico, así como al religioso.
La afinidad de las fuerzas armadas con la Iglesia Católica es de antigua data301. Los
profundos lazos religiosos que vincularon a parte de la oficialidad con los sectores más
conservadores de la Iglesia Católica durante la dictadura se desarrollaron gracias a los
esfuerzos de importantes movimientos eclesiales, así como a la tarea de los vicarios
castrenses.
Los capellanes reflejan los rasgos de la Iglesia más conservadora o tradicionalista. Según
Fernando Castillo Lagarrigue, es un sector que en dictadura temía pronunciarse y
denunciar públicamente las violaciones a los derechos humanos porque les parecía era
“meterse en política”, aun cuando “su temor era a entrar en conflicto con el Estado.
Prefirió, entonces, realizar tímidas gestiones ‘privadas’ con las autoridades, tratando de
corregir estos ‘excesos’“305. Esta filiación conservadora se manifestó, según el sacerdote
José Aldunate Lyon, S.J., el día del golpe y en el período inmediato, cuando algunos
capellanes militares participaron en las redadas de activistas de izquierda306. Por ello,
Aldunate considera que a pesar de las relaciones conflictivas entre la dictadura y la
jerarquía de la Iglesia, era “imposible que las capellanías no fueran espacio para un
acomodo ideológico-político. Junto con atender las necesidades espirituales y
sacramentales de los militares, los capellanes tienen rango de oficiales, y gozan de salarios
y beneficios de acuerdo a su jerarquía. Ello es confirmado por otros entrevistados quienes
indican que el miedo paralizador imperante entre los capellanes, en esa etapa, no sólo era
motivado por la seguridad personal, sino porque el salario y las granjerías asociadas con el
grado se les hacían indispensables”307. Muchos de estos capellanes rechazan tal
complicidad y la atribuyen a casos minoritarios. Sin embargo, el 18 de septiembre de 1973,
el Cardenal Raúl Silva Henríquez optó por celebrar una misa en la Iglesia Gratitud Nacional
y no en la Catedral y, en cambio, el Vicario Castrense Francisco Gilmore celebró misa –
trasmitida por la televisión estatal– con veinticuatro capellanes estando presente los
miembros de la Junta Militar y representantes de las otras ramas de las fuerzas armadas. En
su homilía, el Vicario agradeció a Dios que la “antorcha de la libertad reapareciera en las
manos de las Fuerzas Armadas”, y que “la esperanza de orden, respeto, dignidad y trabajo”
retornaran al país “después de tanta ansiedad y odio de los años anteriores”308.
Como se verá en los capítulos que siguen, las batallas permanentes que dio este poder
fáctico multifacial giraron en torno a la defensa de los miembros de las fuerzas armadas
acusados y/o condenados por violaciones masivas a los derechos humanos, la rígida
mantención de las normas establecidas en la Constitución de 1980 y los principios del
Estado subsidiario; la oposición a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y la
lucha por una visión tradicional de las relaciones de género, la crítica a las demandas de los
pueblos originarios y su reconocimiento, así como un permanente intento por preservar los
signos de una identidad nacional unidimensional, geopolíticamente anclada en el pasado.
CAPÍTULO 4
EL PODER POLÍTICO
Cuadro 4.1
Hasta fines del gobierno Bachelet, el conjunto de reformas a la carta fundamental trató de
rediseñar el orden político eliminando, en un primer momento, los “enclaves autoritarios”
y, posteriormente, introduciendo elementos democratizantes pero en un marco
constitucional que lleva su marca de nacimiento, por lo que, de acuerdo a Pablo Ruiz-Tagle,
aún quedan elementos autoritarios en la misma:
El Presidente cuenta además con la potestad de vetar leyes aprobadas por el Congreso,
parcial o totalmente, devolverlas para una nueva discusión de los elementos sobre los que
existe desacuerdo y asignar urgencia a la discusión de los proyectos estableciendo de
hecho la agenda legislativa329. La reforma de 2005 le asignó al Presidente la potestad para
refundir, coordinar y sistematizar leyes, lo que previamente debía realizarse bajo
autorización expresa del Congreso. El Ejecutivo cuenta, además, con una amplia potestad
reglamentaria para dictar normas de aplicación de la Constitución o las leyes y en todas
aquellas materias que no son objeto de ley.
La mayor relevancia de estas reformas fue el nuevo nivel dado a los tratados
internacionales en el ordenamiento jurídico nacional, los que restringieron la soberanía del
Estado y limitaron relativamente el poder del Ejecutivo sobre algunas libertades
personales. Esto le proporcionó al Congreso y a la sociedad civil un espacio de acción para
la defensa de derechos humanos que antes no existía. Sin embargo, la misma reforma de
2005 estableció como facultad exclusiva del Presidente el denunciar un tratado o retirarse
de él, para lo cual solo pedirá la opinión de ambas Cámaras del Congreso en caso de que
éstas lo hubiesen aprobado. Igualmente, esta reforma introdujo cambios en la designación
de los ministros del Tribunal Constitucional con lo que el Presidente pasó de nominar uno a
nombrar tres.
Entre los elementos que conforman el amplio poder presidencial cabe mencionar la
facultad para llenar mediante designación 1.306 cargos públicos que dependen de su
confianza, como ministros, subsecretarios, embajadores, intendentes, gobernadores;
nombrar directivos de 109 entidades en que el Estado es dueño o posee acciones, y
administrar un ente que a inicios del gobierno Piñera contaba con 894.014 personas, un
12,4% de la fuerza laboral334.
Esta amplia autoridad sobre la administración del Estado ha intentado ser gradualmente
limitada. En 1998 se aprobó la Ley 19.553 que creó los programas de mejoramiento de la
gestión (PMG) y estableció incentivos profesionalizantes para los funcionarios públicos. Esta
ley se modificó en 2003 (Ley Nº 19.882) creando la Dirección Nacional del Servicio Civil y,
en ella, el Sistema de Alta Dirección Pública (SADP), el que actualmente incluye 104
servicios cuyos directivos deben ser seleccionados mediante concurso a cargo de empresas
especializadas externas. La creación del SADP surgió con el objeto de modernizar el Estado,
fortaleciendo el componente técnico, mejorando la eficiencia y transparencia en su
funcionamiento. El SADP creó un método de reclutamiento mediante concurso para los
jefes de servicio y el segundo nivel jerárquico de dichos órganos con el fin de
profesionalizar los cargos. Al crearse se disminuyó relativamente el poder del Presidente en
el nombramiento de cargos, aun cuando al comienzo de la administración Piñera el 53% de
los ejecutivos existentes en el período anterior fue despedido. A comienzos de 2011 el
ministro de Hacienda, Felipe Larraín, envió al Congreso un proyecto de ley para facilitar tal
accionar335.
La Ley 20.414 (enero de 2010) estableció la prohibición para los ministros de celebrar o
caucionar contratos con el Estado, actuar como abogados o mandatarios en cualquier clase
de juicio o como procurador o agente en gestiones particulares de carácter administrativo,
ser director de bancos o de alguna sociedad anónima y ejercer cargos de similar
importancia en estas actividades. Dado que no está establecido que los cargos de senador y
diputado sean de dedicación exclusiva, se establecieron incompatibilidades de los cargos
parlamentarios frente a intereses y otros cargos del Estado, pero no en relación a los
particulares, aun cuando se propuso que los parlamentarios no puedan tener participación
en sociedades que se vinculen o relacionen con órganos que puedan ser objeto del ejercicio
de atribuciones exclusivas de la Cámara o del Senado; promover o votar en el Congreso
asuntos que afecten sus intereses personales o de sus parientes, lo que constituirá causal
de cesación en el cargo338; e incorporó el establecimiento de un fideicomiso ciego para
traspasar la administración de los bienes de quienes tengan incompatibilidad entre su
cargo y sus intereses económicos. Recién a comienzos de 2011 se acordó fundir en un solo
proyecto la ley de Probidad Pública, la ley de declaración de patrimonio e intereses y la del
fideicomiso ciego presentada en 2008 por el gobierno Bachelet, regulando la obligación de
ciertas autoridades públicas de constituir un mandato especial de administración ciega de
patrimonio y de enajenar activos (Boletín 5898-07).
Así, al aumento del poder del Ejecutivo se le fueron contraponiendo diversas medidas
tendientes a evitar la patrimonialización del Estado por parte del gobierno en ejercicio y
asegurar una cierta independencia de los parlamentarios en su función legislativa.
c. Poder de la tecno-burocracia
2. Congreso
Respecto a los tratados internacionales, previo a la reforma se establecía que la facultad del
Congreso era únicamente aprobarlos o rechazarlos. La reforma añadió la posibilidad de
sugerir la incorporación de reservas y declaraciones interpretativas.
Producto de los malos usos de las asignaciones parlamentarias por parte de algunos
diputados –casos de Maximiano Errázuriz y Claudia Nogueira, investigados y el primero
condenado por la justicia– resurgió la preocupación por mejorar las medidas de control y
transparencia en el marco de la modernización del Congreso. En esta línea, los presidentes
del Senado y la Cámara de Diputados, Jovino Novoa y Rodrigo Álvarez, replantearon la
propuesta de Eduardo Frei y Patricio Walker de crear un Consejo Resolutivo de Asignaciones
Parlamentarias mediante una modificación a la ley que regula el Congreso. Tras años de
discusión, la Ley 20.447 estableció el Consejo Resolutivo de Asignaciones
Parlamentarias342 y el Comité de Auditoría Parlamentaria343.
a. Senado
b. Diputados
Entre las funciones del Congreso se encuentra la fiscalización del gobierno, función
asignada únicamente a la Cámara de Diputados. La fiscalización es una forma de control no
judicial sino político y constituye un mecanismo de contrapeso a los otros poderes del
Estado, particularmente el Ejecutivo, buscando en muchos casos evitar actos de corrupción.
La debilidad o fortaleza de estos mecanismos determina el poder efectivo de la Cámara y
del Congreso como órgano representativo y en los equilibrios de poder del sistema
democrático en su conjunto.
De acuerdo a Peter Siavelis, las funciones de fiscalización del Congreso chileno fueron
disminuidas dada la debilidad estatuida en la Constitución de 1980. A pesar que el
Congreso pre-1973 no era un fuerte fiscalizador, sí tenía mayores atribuciones en el ámbito
legislativo ejerciendo control sobre el Ejecutivo a través, por ejemplo, de la discusión del
presupuesto. Por otra parte, contaba con un sistema de partidos altamente
institucionalizado, con redes que llegaban a las organizaciones sociales, municipios,
burocracia y el propio Ejecutivo, lo que permitía establecer formas de comunicación entre
los distintos niveles para transmitir denuncias o irregularidades. Así, los cambios
introducidos, al no contar con herramientas legales –particularmente, ausencia de
sanciones– y en un contexto de débiles redes político-partidistas, hacen que la fiscalización
sea realizada en base al interés personal o partidario más que como control propiamente
institucional345. La fiscalización apunta a “determinar o a criticar la conveniencia, la
oportunidad, las ventajas o desventajas de una determinada medida gubernativa, una
actuación o bien una abstención, pero sin poner en tela de juicio la competencia y la
corrección jurídica del proceder de la respectiva autoridad u órgano gubernativo”346. Es
decir, la fiscalización por parte de la Cámara no puede terminar en la destitución de un
funcionario, salvo por acusación constitucional.
3. Tribunal Constitucional
En 1970 se produjo una reforma a la Constitución que creó el Tribunal Constitucional como
resultado de una evolución histórica en la búsqueda de contrapesos frente al aumento de
las atribuciones del Presidente de la República351. La Constitución de 1980 retomó la
institución asignándole un rol de mayor importancia mediante el fortalecimiento de sus
atribuciones, entre las que se cuentan el control obligatorio de todas las leyes que
interpreten algún precepto de la Constitución así como las leyes orgánicas constitucionales,
entre otras (Artículo 82).
El rol del TC cobró particular notoriedad con el fallo de septiembre de 2006 en contra del
concepto de empresa incorporado al Código del Trabajo y especialmente en abril de 2008,
cuando prohibió la distribución de la píldora del día después de forma gratuita en
consultorios a mujeres mayores de 14 años.
4. Contraloría
5. Estado subnacional
a. Descentralización
Con posterioridad, durante 2006 surgieron algunos actores locales que intentaron impulsar
una mayor descentralización, como la bancada de diputados “regionalistas”, de corta
duración, formada por diputados de distintos partidos. Este grupo abogó por temas como la
compensación a regiones por los grandes gastos relacionados al transporte urbano en
Santiago. Persistió de forma parcial, siendo los diputados de regiones extremas los más
activos (Magallanes y Arica), relevando temas de interés regional aunque sin la capacidad
de impulsar una reforma descentralizadora de mayor alcance.
De acuerdo a Kent Eaton, las razones detrás de esta situación habrían radicado en el
cálculo de los distintos sectores al respecto358. El gobierno de Aylwin impulsó la elección
directa de alcaldes y concejales, lo que fue bloqueado por la derecha en el Senado en enero
de 1991. La Concertación tenía interés en establecer elecciones democráticas para eliminar
los alcaldes designados heredados del régimen anterior, estimándolo como altamente
posible dadas sus proyecciones de éxito electoral, lo que efectivamente ocurrió. La derecha,
por su parte, tenía interés en impulsar el nivel regional como forma de legitimar la
organización administrativa creada por Pinochet e impulsar el desarrollo económico en este
nivel. Además, sin perspectivas de lograr acceder al gobierno, buscaba otros espacios
donde pudiesen expandir su poder y las regiones se percibían como favorables por los
cambios en el modelo económico que habían llevado al fortalecimiento exportador. Así, tras
las negociaciones entre los distintos sectores políticos, ambas reformas, la municipal y la
regional, fueron amarradas para producir la elección democrática de los alcaldes y crear los
gobiernos regionales. Sin embargo, no se realizaron grandes transformaciones en lo que
estos gobiernos subnacionales podían efectivamente hacer, ya que ambos sectores temían
por igual los cambios que pudieran permitir a los políticos locales construir bases de apoyo
independiente.
b. Regionalización
La administración regional con sus características actuales fue definida por la Ley 19.175,
publicada en noviembre de 1992, modificación que fue posible gracias a la reforma
constitucional del año anterior que creó los gobierno regionales (Ley 19.097). La ley de
1992 estableció que el gobierno interior reside en el Intendente, que es un cargo de
confianza del Presidente de la República. Esta figura se concibe como el representante
directo del Presidente en la región. A nivel provincial, los Gobernadores también son
nombrados por el Presidente. Les corresponde ejercer, de acuerdo con las instrucciones del
Intendente, la supervigilancia de los servicios públicos creados por ley para el
cumplimiento de la función administrativa existentes en la provincia. Además tienen las
atribuciones que el Intendente le delegue y aquellas relativas a la mantención del orden
público y la seguridad. Los intendentes y gobernadores son representantes del Ejecutivo en
el territorio.
Aun cuando existió una permanente preocupación por una descentralización efectiva, esta
terminó siendo fundamentalmente limitada y simbólica.
c. Municipalización
Además de la elección popular directa de las autoridades (ver infra), pueden mencionarse
como impulso descentralizador las reformas relativas a los ingresos municipales, ya que sin
recursos el ámbito real de decisiones autónomas se reduce. Este tema ha sido uno de los
principales puntos de lucha de los alcaldes, particularmente por el déficit crónico que ha
producido la gestión de la salud y la educación a cargo de los municipios. Al respecto,
Rodrigo Mardones destaca tres reformas relativas a los ingresos municipales: la ley
promulgada en 1995 (Ley 19.388) que aumentó los recursos municipales vía patentes
comerciales, una participación de un 1,5% en el impuesto a la compra-venta de vehículos
usados y una contribución por servicios sanitarios. Una segunda reforma la constituye la
Ley 19.704 del año 2000, que redujo el número de bienes raíces exentos del pago de
contribuciones y obligó a las comunas más ricas del país –Santiago, Las Condes, Vitacura y
Providencia–, como mecanismo redistributivo, aportar el 65% de sus ingresos provenientes
de las contribuciones al Fondo Común Municipal (FCM), mientras que el resto de las
comunas aporta solo el 60%. No obstante, siguieron las demandas por aumento de
recursos, criticando particularmente que el Estado no hiciera aportes directos al FCM. Estas
llevaron a que en 2005 se aprobara la Ley 20.033 en que se comprometió un aporte directo
del Estado complementado por ingresos extras vía actualizaciones de contribuciones y fin
de exenciones. Este mecanismo generó ingresos desiguales a distintos municipios y
grandes críticas de parte de los contribuyentes, lo que condujo a gran cantidad de quejas
ante el Servicio de Impuestos Internos, por lo que a pocos meses de comenzada su
implementación, el nuevo ministro, Andrés Velasco, se abrió a la posibilidad de realizar
modificaciones y revisar el procedimiento de revalúo de bienes raíces no agrícolas. Sin
embargo, el ministro del interior, Andrés Zaldívar, descartó una modificación y la Ley de
Rentas II se mantuvo al menos hasta 2010364. En términos generales, estas modificaciones
dan cuenta de la reticencia del gobierno central para transferir recursos a los municipios a
pesar de que, como fue mencionado, se le aumentaron atribuciones.
Fuera del ámbito de los ingresos y recursos municipales, puede mencionarse como reforma
relevante, impulsada por la Asociación Chilena de Municipios (ACHM), la reforma
constitucional de 1997 (Ley 19.526) que estableció la facultad de las municipalidades de
contratar, despedir empleados y fijar remuneraciones para obtener así autonomía en el
tema y no regirse por la misma norma que aplica para los empleados públicos de todo
nivel. Sin embargo, esa reforma permaneció como letra muerta ya que la ley orgánica
constitucional que debía regular su funcionamiento, tras años de discusión, fue rechazada
en el Senado en agosto de 2008 con 24 votos en contra, 8 a favor y una abstención. Los
argumentos para su rechazo se basaron en que ésta iba contra los funcionarios municipales
al no darles seguridad ni estabilidad en sus trabajos y por considerar que los municipios no
contaban con los recursos necesarios para responder a las demandas de la negociación
colectiva365.
Esta escasa distribución del poder en el orden institucional se vio agravada por la crisis de
representación política, creándose un círculo vicioso en el que las instituciones políticas
aumentaron su descrédito ante la ciudadanía.
Desde esta perspectiva, analizaremos la crisis de representación tal como ella se expresa
en el sistema binominal; la conducta de los electores determinada por el marco que la
regula; y la situación de los partidos políticos y el lobby.
Aun cuando desde 1990 el sistema de elección para diputados y senadores ha sido uno de
los temas políticos más debatidos, no existe una evaluación consensuada, ni acuerdo sobre
la necesidad de cambiarlo o sobre cual alternativa sería mejor para el país. Dada su
imposición por la dictadura, este sistema adolece de una falta originaria de legitimidad,
además de generar negativos efectos para la representación democrática. De acuerdo a
Edgardo Boeninger,
Este diseño produce varios efectos. En primer lugar, sobrerrepresenta a la segunda mayoría
que con solo el 33% de los votos puede llevarse el 50% de los escaños. En la práctica,
desde 1990 hasta 2009 la derecha estuvo sobrerrepresentada en el parlamento, aunque el
sistema posteriormente benefició a la Concertación, en ambos casos en detrimento de los
partidos pequeños. En segundo lugar, es un sistema excluyente en cuanto establece, por su
diseño, barreras de entrada muy altas para los partidos políticos que, de no formar parte de
una gran coalición, ven truncadas sus posibilidades de acceder al Congreso. Tal es el caso
del Partido Comunista, el que por no formar parte de las dos coaliciones principales, no
había podido elegir representantes a pesar de tener alrededor de un 6% de votos en
elecciones de diputados. Este porcentaje era mayor al promedio del Partido Radical Social
Demócrata (PRSD), que sí había tenido representación ya que era parte de la Concertación.
En tercer lugar, la actual conformación de los distritos lleva a que el voto de algunas
personas tenga más peso que el de otras, afectando así la representatividad. Esto porque
en ciudades grandes y pobladas se elige el mismo número de representantes que en las
zonas extremas del país que cuentan con poca población. En cuarto lugar, se argumenta
que produce una baja competencia ya que en la mayoría de los distritos resulta electo un
candidato de cada una de las principales coaliciones, sin existir mayor incertidumbre al
respecto. Frente a esto, la competencia se traslada al interior de las listas, lo que es efectivo
hasta cierto punto ya que en muchos casos a un competidor fuerte lo acompaña uno débil.
Además, si se considera la alta tasa de reelección y que los representantes en ejercicio
tienen una ventaja para ser reelectos, la competencia al interior de las listas también se ve
reducida. En quinto lugar, el ciudadano se enfrenta a pocas alternativas de elección. Dado
que únicamente se pueden llevar dos candidatos por lista, no todos los partidos llevan
candidatos en todos los distritos –pacto por omisión–, particularmente en el caso de la
Concertación que se encuentra formada por cuatro partidos. A esto se suma el hecho que el
ciudadano no tiene ninguna injerencia en la selección de los candidatos, por lo que sus
preferencias pueden no encontrarse representadas por la oferta disponible. Relacionado a
lo anterior, en sexto lugar, el sistema lleva a una elitización de la política, en cuando la
designación de candidatos la realizan las cúpulas partidarias, con lo que el poder del
elector se ve reducido a ratificar las cupulares decisiones partidarias. Esto lleva también a
la desvinculación de los partidos de sus electores y contribuye a la crisis de representación
a la que hoy nos enfrentamos. En séptimo lugar, como apunta Edgardo Boeninger, el
binominal lleva a un congelamiento del sistema político ya que impone un alto costo para
quienes se salen de la coalición: el riesgo de quedar fuera del Congreso. En octavo lugar, el
sistema fomenta la formación de dos coaliciones centrípetas que no necesariamente
representan las diferencias políticas existentes en la sociedad368,contribuyendo así a
aumentar la distancia entre partidos y sociedad. Finalmente, el incentivo a la conformación
de dos grandes bloques, sumado a los altos quórum instaurados en la Constitución para
modificar un grupo importante de leyes369, lleva a que el sistema tienda al statu quo.
Estas características del sistema binominal contribuyen a una alta desafección política
reflejada en la tendencia a la baja de la participación electoral en relación a los votantes
potenciales (Cuadro 4.2).
Cuadro 4.2
Fuente: SERVEL.
A pesar de los negativos efectos que el sistema binominal ha tenido y sigue tendiendo en la
representación política, su reforma no ha sido posible. Ricardo Gamboa hace una
sistemática revisión de las propuestas que se han presentado desde 1990, cambiándolo
completamente o modificándolo en distintos grados371. Dado que la referencia al sistema
electoral binominal se retiró de la Constitución con las reformas constitucionales de 2005,
sus cambios se tienen que hacer a través de una reforma a la Ley Orgánica Constitucional
sobre Votaciones Populares y Escrutinios, lo que implica un alto quórum para su
aprobación. De las 17 propuestas presentadas, sea por parlamentarios o por los distintos
gobiernos, solo 5 han sido votadas y rechazadas, siendo la última de estas en mayo de
2009, a pesar de existir una mayoría de votos concertacionistas. Estos proyectos han sido
presentados en todos los casos por miembros de la Concertación, teniendo en común el
que en mayor o menor grado apuntaron hacia la instalación de un sistema más
proporcional, algunos modificando los escaños asignados por distrito, otros introduciendo
modificaciones al sistema binominal. Otro grupo de propuestas, presentadas por miembros
de ambas coaliciones, se refirieron a la conformación de pactos o al número de candidatos
que se pueden presentar. Pese a todos estos proyectos y a que los distintos gobiernos de la
Concertación propusieron modificaciones del sistema binominal, el veto de la derecha se
mantuvo impidiendo el cambio372. Las reformas alterarían el sistema de asignación,
número y magnitud de los distritos, ya que estos proyectos tienen en común que no
proponen distritos muy grandes, con el argumento de evitar una alta fragmentación del
sistema de partidos373.
Un elemento adicional de inercia dice relación con quienes toman las decisiones respecto a
su modificación. Dado que los parlamentarios son juez y parte, no han demostrando gran
interés en cambiar el sistema modificando las condiciones a las que ya se han adaptado.
La reforma constitucional de 1991 (Ley 19.097) terminó con la figura de los alcaldes
designados, dando pie a la modificación de la Ley Orgánica de Municipalidades que
estableció la elección directa de alcaldes y concejales. La Ley 19.130 de marzo de 1992
estableció la elección conjunta para ambos cargos mediante un sistema de representación
proporcional en base a listas. El cargo de alcalde sería ocupado por el concejal más votado,
que perteneciera a la lista más votada y que obtuviese más del 35% de los votos. Si esta
condición no se cumplía, los concejales electos debían elegir entre ellos quien ocuparía al
cargo de alcalde, lo que condujo a negociaciones en determinados municipios y a la
división del período en dos en algunos casos. Este fue el procedimiento en la primera
elección municipal de 1992. Para la elección siguiente, se reformó el sistema de elección
de alcalde (Ley 19.452), estableciendo que sería electo el concejal más votado siempre que
su lista obtuviese al menos el 30% de los votos. Si esta condición no se cumplía, sería
alcalde el candidato con la primera mayoría comunal de la lista más votada, o en su
defecto, el candidato más votado de la lista más votada. Este procedimiento rigió para las
elecciones de 1996 y 2000, pero persistieron críticas que apuntaban a separar las
elecciones de concejales y alcaldes, argumentando que un número significativo de
concejales desempeñaba su función como premio de consuelo374. Finalmente, en julio de
2001 se aprobó la reforma para la elección separada de ambos cargos (Ley 19.737),
configurando el actual sistema de elección proporcional para los concejales y elección
mayoritaria para alcaldes.
Los alcaldes y concejales duran cuatro años en sus cargos y pueden ser reelegidos. Al igual
que en el caso de los parlamentarios, existen múltiples mociones para limitar la reelección
tanto de alcaldes como de concejales a un número determinado de períodos, sin haberse
logrado acuerdo para avanzar en su tramitación.
Cabe mencionar que a diferencia de los gobiernos regionales, la legitimidad dada por la
elección democrática de los alcaldes ha redundado en un aumento de su poder como
actores en la política nacional, particularmente a través de la Asociación Chilena de
Municipalidades (ACHM) constituida en 1993. A través de esta asociación, estos
representantes han podido constituir una fuerza que desde lo local presiona por mayor
descentralización, logrando la aprobación de varias reformas, como la modificación del
Fondo Común Municipal o mayores atribuciones para nombrar y despedir empleados.
Además, varios alcaldes se han transformado en figuras nacionales y líderes de sus
partidos. Así, la descentralización a nivel municipal ha tenido efectos inesperados como el
mayor poder de los actores locales, pero también en términos electorales, con el
fortalecimiento de la derecha que en la elección municipal de 2008 logró el mayor
porcentaje de votos en la elección de alcaldes y concejales (40,66% y 36,05%,
respectivamente), por primera vez desde el retorno a la democracia.
3. Electores
Aun cuando el sistema electoral define las normas a la que los electores se deben atener, la
conducta de estos es la que le proporciona legitimidad al sistema. En nuestro caso se
observa una disminución permanente de la proporción de votantes efectivos en relación al
potencial electoral, bajando, por ejemplo, del 83,76% en la elección presidencial de 1989,
al 58,62% en la del 2009 (Cuadro 4.2). Esta evolución ha ido erosionando la legitimidad de
la representación política.
La reforma electoral de 1958, junto a la cédula única que redujo drásticamente el cohecho,
estableció la inscripción obligatoria en los registros electorales, contemplando sanciones
por no inscribirse. Sin embargo, no había mención respecto a la obligatoriedad del voto,
aun cuando de hecho se pedía la inscripción electoral para realizar trámites en la
administración pública. En la Constitución de 1980 se revirtió este sistema y se estableció
el voto obligatorio, sin mención a la inscripción, quedando como voluntaria.
El apoyo que la Concertación le dio a esta reforma fue duramente criticado desde sus
propias filas. De acuerdo a Carlos Huneeus, “la Concertación optó por un camino de
acuerdos con la derecha, pero con atajos, cediendo a las exigencias de ésta, como fue
aceptar el voto voluntario, sabiendo que entre sus consecuencias negativas está aumentar
la influencia del dinero en la política”379. Igualmente. J. Samuel Valenzuela indicaba que el
voto voluntario
4. Partidos Políticos
La ley orgánica de partidos políticos (Ley 18.603), de marzo de 1987, definió su naturaleza,
funciones principales, constitución, organización interna, financiamiento, fusión, disolución
y demás aspectos relativos a su funcionamiento. A más de veinte años de su promulgación,
se ha planteado la necesidad de modernizar la regulación de estas instituciones básicas de
la democracia.
b. Corporativización
i. Reemplazos
Las propuestas para modificar el sistema de reemplazo de parlamentarios han sido escasas
y de mal pronóstico (Boletines 5164-07, 6043-07 y 6118-07). En la última, del senador
Carlos Bianchi (Independiente), propuso un mecanismo para el reemplazo de
parlamentarios independientes consistente en que cada candidato independiente, junto a
la inscripción de su candidatura, provea una nómina de tres personas entre quienes se
elegirá el reemplazante mediante elección popular. Finalmente, se ha propuesto que al
momento de inscribir la candidatura, se designe un eventual suplente, y en caso de que
éste no pueda asumir, corresponderá al partido la designación. En caso de parlamentarios
independientes, deberán proponer tres suplentes, que asumirán el cargo en orden
correlativo (Boletín 6117-07). Ninguno de estos proyectos ha pasado el primer trámite.
ii. Primarias
v. Límite a la reelección
En los veinte años de gobierno concertacionista se presentaron diez mociones para regular
la reelección, con diversas fórmulas para establecer períodos máximos de permanencia en
el Congreso, tanto para diputados como para senadores. De estos, el único proyecto votado
fue rechazado en junio de 1996 en el Senado. Ese proyecto de ley proponía prohibir la
reelección de los senadores con el objetivo de fortalecer su rol en la Cámara Alta y
sustraerlos de preocupaciones de carácter político-electoral, argumentando que las
actividades del Senado se ven perturbadas en períodos de elecciones. El proyecto fue
rechazado con solo 5 votos a favor de senadores de la Alianza. Los argumentos para
rechazarlo fueron que la experiencia constituye un capital importante y, por lo mismo, que
la reelección permite contar con senadores experimentados; que prohibir la reelección
constituye una limitación de la voluntad popular que puede desear reelegir a sus
parlamentarios; desacuerdos con que el proyecto se extendiera a los diputados y permitiera
solo un período; e incluso reticencias a reformar “prematuramente” la Constitución.
En los últimos años se había creado un cierto consenso para legislar sobre el tema según lo
expresado por algunos parlamentarios391. La voluntad de legislar se reflejó en la urgencia
que el Ejecutivo asignó a una moción presentada por miembros de diversos partidos que
proponía permitir la reelección de senadores por una vez y dos veces en el caso de los
diputados, con lo que el máximo de tiempo que podrían ejercer sus cargos sería 16 y 12
años respectivamente. Este proyecto fue rechazado el 12 de agosto de 2009 (Boletín 5429-
07).
vi. Financiamiento público
El financiamiento público permanente a los partidos políticos ha sido otro importante tema
de discusión392. Al respecto, el gobierno Lagos introdujo una propuesta de financiamiento
permanente que fue incorporado en el Boletín 4724-06 que introducía modificaciones a la
ley de gasto electoral. La fórmula propuesta era de un financiamiento anual de 25
milésimas de UF por cada voto obtenido en la última elección de concejal (las elecciones
más proporcionales), entregado en cuatro cuotas, para el financiamiento de gastos
operacionales, de la formación cívica de los ciudadanos, en especial de sus militantes y de
la elaboración de estudios que apoyaran la labor parlamentaria y el diseño de políticas
públicas. Expresamente se prohibía que el aporte público fuera destinado a campañas,
para lo que se exigía rendición de todos los gastos y una cuenta anual. En caso de
incumplimiento de establecían sanciones, multas, la suspensión del aporte y finalmente la
disolución del partido en caso de reincidencia.
Desde 1989, la relación entre política y dinero fue progresivamente alcanzando notoriedad
a medida que el gasto electoral aumentaba en una escalada sin límite. El mayor gasto se
debía a campañas fuertemente centradas en el candidato, incluyendo su difusión en
diversos medios de comunicación. La constante disminución de los militantes de partidos,
la creciente apatía política, que implica menores aportes de los miembros, afectando las
finanzas de los partidos y su posibilidad de financiar campañas, y el trabajo que antes
realizaban voluntarios de los partidos y que ahora deben ser remunerados, fueron algunos
de los factores tras esas propuestas. Evidentemente, quienes tienen fortunas personales o
contactos con empresarios dispuestos a financiarlos adquieren ventaja frente al resto de los
competidores, situación más pronunciada en los partidos de derecha.
De acuerdo a Carlos Huneeus, esta relación entre dinero y política genera dos problemas
principales: afecta la igualdad en la representación, la igualdad de los candidatos, y puede
afectar su autonomía ya que candidatos y partidos pueden verse capturados por los
intereses de sus donantes y promover políticas no en pos del interés común sino de los
intereses particulares de quienes los respaldan. Esto último implica también una falta de
transparencia en la forma en que se desarrolla la política394.
En esta línea se aprobó una reforma constitucional en 2010 (Ley 20.414) sobre
transparencia, modernización del Estado y calidad de la política. La determinación a nivel
constitucional de que la ley regulara el sistema de financiamiento, transparencia, límite y
control del gasto electoral fue eliminada de ese proyecto ya que se incorporó en la Ley
20.337, la que consagra el voto voluntario, entre otras materias, y que fue aprobada en
abril de 2009 (faltando la ley orgánica que la regulaba, promulgada en enero de 2012
consagrando la inscripción automática y el voto voluntario).
A pesar del avance que significó la ley de gasto electoral ante la ausencia de regulación
previa, esta no ha estado exenta de críticas, algunas de las cuáles se han buscado subsanar
con las modificaciones realizadas y propuestas. Entre las críticas se puede mencionar la
falta de fiscalización como uno de los grandes problemas de la aplicación de la ley, lo que
se busca corregir en el proyecto en tramitación vía modernización del Servicio Electoral.
Otro problema sería el establecimiento de subsidio público en base a los votos obtenidos,
ya que con eso no se contribuye a generar igualdad entre los candidatos sino al contrario,
los más votados recibirían más financiamiento aumentando la posibilidad de volver a
aumentar sus votos, en un ciclo que tendería a limitar la capacidad de competencia de
candidatos nuevos397. Finalmente, como señaló Claudio Fuentes, la ley no establecía
ningún incentivo a la disminución del gasto electoral398.
viii. Lobby
Un nuevo proyecto fue ingresado en noviembre de 2008 (Boletín 6189-06) con calificación
de suma urgencia, similar a la propuesta presentada por el gobierno anteriormente e
incluía el lobby no remunerado y a centros de estudios y organizaciones gremiales, entre
otros. Sin embargo, de acuerdo al análisis del Observatorio Parlamentario, este nuevo
proyecto adolecía de fallas en la definición de lobby, al apartarse del estándar internacional
que entiende por “lobby toda acción de representación de intereses realizada directamente
ante una autoridad para influir en la toma de decisiones públicas, sin entrar a calificar el
tipo de interés representado ni el tipo de entidades que pueden legítimamente realizar
dicha representación. Con ello, se estigmatiza una actividad legítima al proponer una
definición que más se acerca al tráfico de influencias, que sí debe ser combatido, no así el
lobby”399. El proyecto fue aprobado por el Senado en general en enero y en particular el 28
de julio de 2009, estancándose con urgencia simple en su segundo trámite constitucional
en la Cámara de Diputados.
III. Deliberación
Desde una perspectiva pragmática, las decisiones políticas son legitimadas cuando son
producto de un proceso deliberativo y ayudan al desarrollo de visiones colectivas sobre los
bienes comunes, favoreciendo y siendo instrumental a la igualdad política. En palabras de
Joshua Cohen, “la política democrática, apropiadamente conducida, implica deliberación
pública sobre el bien común, requiere alguna forma de igualdad manifiesta entre los
ciudadanos, y moldea la identidad e intereses de los ciudadanos contribuyendo a la
formación de una concepción pública del bien común”401.
Otra externalidad negativa de esta estrategia fue la erosión del rol articulador del
parlamento, donde las iniciativas llegaban pactadas con las directivas partidarias,
debilitando las funciones de los congresistas ya limitadas por la Constitución de 1980.
Los mecanismos de democracia directa (MDD) son las “diversas formas de participación
política que se realizan a través del ejercicio del voto directo y universal. Su objetivo
principal es involucrar al conjunto de la ciudadanía en el proceso de toma de decisiones
sobre cuestiones públicas (actos o normas) y no el de elegir a los miembros de los poderes
legislativo o Ejecutivo” 406. Los MDD se consideran como mecanismos complementarios de
la democracia representativa que en su conjunto apuntan a “fortalecer las capacidades de
los ciudadanos para expresar sus preferencias en materia de políticas públicas y controlar
el accionar de los gobierno y, al hacerlo, mejorar la calidad de la democracia” 407.
Los MDD no se encuentran exentos de polémica por los peligros a los que pueden conducir.
David Altman408 recoge parte de esta discusión y sistematiza los principales argumentos a
favor y en contra de los MDD. Respecto a los argumentos en contra: a) debilitan el poder de
los representantes electos, particularmente del poder legislativo; b) el ciudadano común no
puede tomar decisiones informadas; c) no hay posibilidad de medir intensidad de las
opiniones en cuanto el voto es si o no; d) existe un riesgo de tiranía de la mayoría sobre la
minoría. A esto puede agregarse el uso autoritario y populista que se les ha dado en varios
países de la región como Chile y Uruguay bajo dictadura y Venezuela más recientemente.
En cuanto a sus beneficios destaca: a) se puede evitar el filtro de organizaciones
intermediarias; b) las decisiones políticas se alcanzan públicamente; c) la voluntad popular
se expresa mejor; d) la participación combate la apatía y la enajenación en el contexto de
deslegitimación del sistema político, y e) los MDD pueden entenderse como herramientas
educativas.
Cuadro 4.3
Fuente:
Carlos Fortin, “Democracia directa en América Latina”. Taller Nuevo Progresismo
Latinoamericano, Fundación Chile 21, 31 de mayo de 2011. Extractado de: Felipe Hevia de
la Jara “La iniciativa legislativa popular en América Latina”, Convergencia, Volumen 17,
Núm. 52, enero-abril, 2010, páginas 155-185 (Universidad Autónoma del Estado de
México), actualizada.
En términos generales, puede distinguirse entre MDD iniciadas desde abajo, por la
ciudadanía, o desde arriba, ya sea por el Ejecutivo o el Congreso. Son pocas las
constituciones latinoamericanas que contemplan MDD desde abajo, las que podrían
considerarse como medidas de profundización de la democracia. En varios casos en que
están contemplados estas no han sido utilizadas, predominando las iniciativas desde
arriba, que otorgan un papel reactivo y no propositivo a la ciudadanía.
a. Plebiscito nacional
El plebiscito solo puede ser convocado por el Presidente de la República en caso de que
exista desacuerdo entre el Ejecutivo y el Congreso respecto a una reforma constitucional
(Constitución Política de Chile, Artículo 128). En este sentido, su convocatoria no es una
facultad del presidente sino una obligación bajo determinadas circunstancias. Al respecto,
desde 1990 se presentaron 7 mociones para ampliar la posibilidad de convocar a plebiscito
en torno a distintas materias y, en algunos casos, incluyendo la iniciativa popular. Ninguno
de estos proyectos fue discutido o votado. El único proyecto votado fue un mensaje
presentado en junio de 1999 por el gobierno del presidente Frei, que proponía ampliar el
plebiscito para permitir que el Presidente pueda llamarlo respecto de una reforma
constitucional de su iniciativa cuando fuera rechazado por ambas cámaras por no obtener
el quórum constitucional requerido, siempre que el proyecto hubiere recibido el voto
favorable de la mayoría de sus miembros en ejercicio. La propuesta fue rechazada por no
alcanzar el quórum requerido.
b. Plebiscito municipal
Una de las críticas que se han formulado al respecto es la del riesgo de desacreditar aún
más la tarea legislativa, ya que ni siquiera las propuestas de los parlamentarios pueden ser
aprobadas dados los vetos y urgencias presidenciales, además del limitado margen de
iniciativas no originadas en el Ejecutivo.
d. Referéndum revocatorio
La revocación del mandato se concibe como una forma de defensa de los ciudadanos frente
a gobernantes impopulares y como forma de expresar la voluntad ciudadana,
entendiéndose por tanto como un mecanismo de profundización de la democracia. Este
mecanismo no se encuentra muy difundido en el continente. Algunos de estos casos han
sido los de Venezuela en el año 2004 y Bolivia en 2008, aunque este último no fue
convocado mediante recolección de firmas sino por una ley aprobada por el Congreso.
Tal mecanismo no existe ni ha existido en Chile, habiendo únicamente dos propuestas de
ley al respecto, presentadas en 2006, por cuatro diputados de la Concertación. En estos
proyectos (Boletines 4330-07 y 4331-06) se propuso la posibilidad de revocar el mandato
para todos los cargos de elección popular transcurrida al menos la mitad de su período.
Para tal efecto se exigirían las firmas de al menos 20% de los electores inscritos en la
unidad electoral que corresponda. Como quórum se establecía el 25% del electorado y se
entendía como aprobada la revocación si era aprobada por más del 50%. Podría realizarse
solo un referéndum revocatorio durante el período para el cual fue elegido. Estas
propuestas fueron prácticamente iguales al mecanismo existente en la Constitución de
Venezuela, estableciendo los mismos umbrales. No tuvo avances en su tramitación.
IV. Participación
Por otra parte, en cada provincia la ley establece la existencia de un órgano consultivo y de
participación de la sociedad denominado Consejo Económico y Social. Se compone de 24
miembros elegidos en representación de las organizaciones sociales de la provincia:
laborales, empresariales, culturales, profesionales, fundaciones y corporaciones privadas.
Además, son miembros por derecho propio un representante de cada una de las FF.AA. y
Carabineros y un máximo de 4 rectores o vicerrectores de universidades o institutos
profesionales/centro de formación técnica donde no las hubiese. El cargo es ad honorem.
En la práctica, estos consejos han tenido dificultades e incluso imposibilidad de constituirse
en algunas provincias415. Sus atribuciones son limitadas, sin superar el ámbito de la
consulta.
2. Participación activa
Además de lo anterior, dentro de la acción del Estado y como marco regulatorio general de
la participación, puede mencionarse la Ley 20.500 sobre asociaciones y participación
ciudadana en la gestión pública, aprobada el 16 de febrero de 2011(Boletín 3562-06),
proyecto ingresado vía mensaje a la Cámara de Diputados en junio del año 2004 por el
entonces presidente Ricardo Lagos. La ley aborda varios ámbitos de la participación
ciudadana en la gestión pública. Consagra normas básicas relativas al derecho de
participación, el deber del Estado de fomentarla, establece un marco legal para la
constitución, funcionamiento y financiamiento de las organizaciones de interés público, a
la vez que crea un Registro Nacional de Personas Jurídicas sin Fines de Lucro. El objetivo es
facilitar y fomentar la formación de cuerpos intermedios que no estén contemplados en la
Ley de Juntas de Vecinos y demás organizaciones comunitarias ni tampoco en el Código
Civil que establece normas para las corporaciones y fundaciones, considerando que existe
un vacío institucional al respecto. Asimismo, creó un Fondo para el Fortalecimiento de las
Organizaciones de Interés Público que obtiene sus recursos principalmente en los fondos
que el Ministerio Secretaría General de Gobierno tiene desde 2005 para este fin, así como
aquellos de otros organismos públicos. Se estipula que el fondo deberá ser asignado por un
Consejo Nacional, compuesto por los subsecretarios del Ministerio Secretaría General de
Gobierno, Hacienda, Planificación, dos miembros designados por el Presidente con acuerdo
de la Cámara de Diputados y el Senado y 6 representantes de la sociedad civil. Se crean
también consejos regionales del fondo, integrados por 5 representantes de las
organizaciones de interés público, los secretarios ministeriales del Ministerio Secretaría
General de Gobierno y Planificación y dos miembros designados por el intendente con
acuerdo del CORE.
En 1968, y tras una intensa discusión, fue aprobada la ley de juntas de vecinos y demás
organizaciones comunitarias impulsada por el gobierno de Eduardo Frei Montalva para dar
personalidad jurídica a las juntas de vecinos y fomentar la participación de la comunidad a
nivel local para organizarse en pos de la solución de sus problemas. En 1974, esta ley fue
objeto de un decreto de la dictadura que suprimió la elección democrática de los dirigentes
vecinales, aunque se mantuvieron estas organizaciones vigentes como forma de control de
la población y mientras fueran funcionales al régimen, siendo algunas de ellas muy
utilizadas con ese fin417. Tal fue el caso de los centros de madres, cuya política fue
encabezada por Lucía Hiriart y a través de ellos se difundió el ideario del régimen y se
fortalecieron concepciones conservadoras respecto a la familia y el rol de la mujer.
En cuanto a las prohibiciones, éstas limitaron la acción proselitista (Artículo 3), lo que ha
sido ratificado por un dictamen de la Contraloría que prohíbe las reuniones políticas en las
sedes de las juntas de vecinos, para respetar la libertad religiosa y política de sus
integrantes así como prevenir cualquier actividad de campaña política. Este dictamen ha
sido ampliamente rechazado por la Concertación, que busca su reversión por considerar
que atenta contra la participación ciudadana418.
Finalmente, vale la pena mencionar que la ley creó un fondo de desarrollo vecinal
administrado por la municipalidad con el fin de apoyar proyectos de las juntas de vecinos,
fondo compuesto por aportes municipales, de los propios vecinos y con cargo a la ley de
presupuestos. Este, que podría constituir un importante mecanismo de fomento para la
acción de las juntas de vecinos, frecuentemente no cuenta con recursos a distribuir.
Al año siguiente de aprobarse esta ley se produjo una modificación (Ley 19.483) para
corregir ciertos vacíos y elementos pendientes, como el mecanismo de constitución de las
uniones vecinales o agrupaciones de juntas de vecinos. Se especificó el quórum para la
constitución de las juntas de vecinos, estableciendo un mínimo de cincuenta personas en
las comunas más pequeñas y de 200 en comunas de más de cien mil habitantes. Este tema
no había sido incluido en la ley del año anterior dada la falta de acuerdo en la búsqueda de
una fórmula que no desincentivase la participación, pero que fuese lo más representativa
posible, para lo que no se podía exigir un número muy bajo de personas.
En el año 2000 se produjo otra modificación que estableció la reelección indefinida de los
dirigentes vecinales ante la constatación de que en muchos casos no existían interesados
en ocupar los cargos (Ley 19.692). Finalmente, frente a una iniciativa de los diputados
Navarro y Valenzuela, en 2006 se aprobó la ley 20.131, que rebaja de edad para participar
en las juntas de vecinos y organizaciones comunitarias de los 18 a los 14 años,
incorporando así a los más jóvenes.
Además de esta normativa legal, entre las políticas orientadas a dirigentes vecinales puede
mencionarse un convenio firmado en 2007 entre la Dirección de Organizaciones Sociales
(DOS) y FONASA, para que los dirigentes vecinales afiliados al sistema público puedan
acceder a cobertura sin costos de hospitalización419. El acuerdo benefició a 60.000
dirigentes. En 2008, 61% de quienes se habían inscritos eran mujeres420.
4. Presupuestos participativos
En términos generales, los PP han tenido un impacto limitado en Chile, aunque han
generado procesos democráticos a pequeña escala (barrios). En este sentido cabe destacar
que el éxito de los PP no debe evaluarse únicamente en base a los resultados sino también
en el proceso mismo, ya que tienen el potencial para transformarse en mecanismos de
participación ciudadana en las distintas fases de una política pública, desde el diseño,
pasando por la implementación y evaluación. Sin embargo, los PP no son la panacea de la
participación y democracia ya que si el diseño es restrictivo y únicamente son las
organizaciones existentes las que participan –que de todas formas tienen acceso a los
tomadores de decisiones–, ello no aumentaría la representación ni incluiría nuevos actores.
Desde una perspectiva crítica, es posible establecer las principales limitaciones que tuvo la
acción concertacionista para descentralizar institucionalmente el poder político.
“La ciudadanía, se pensaba que se agotaba en el derecho a voto, que la ciudadanía era
la expresión de cada cierto tiempo elegir nuestras autoridades… Hemos caminado
mucho, y hoy sabemos que la ciudadanía es mucho más que eso. Cómo somos capaces
de generar espacios de participación ciudadana reales. Y cómo somos capaces de creer
que buena parte de nuestros desafíos, las respuestas nacen del ciudadano, de la
ciudadana, más que de la autoridad (…) la construcción de ciudadanía en el largo plazo
tiene mucho más que ver con la capacidad de una sociedad, de un Estado, de un
gobierno, de generar espacios que acojan (…) estamos aprendiendo que el buen
gobierno es aquel que genera espacios para que florezcan las iniciativas de esto que
algunos llaman la sociedad civil. Porque antes pensábamos que la sociedad civil se
agotaba en la lucha por el poder político y que lo canalizábamos a través de partidos
políticos, y hoy hemos descubierto que eso es así, pero además, está la otra riqueza
creadora de la sociedad civil, de aquellos que se elevan y deciden defender la
ciudadanía (…) nos llevamos una tarea para la casa, acá estoy con algunos ministros y
subsecretarios, de cómo somos capaces también de generar más espacios a estas
iniciativas”426.
“Una sociedad civil fuerte es condición necesaria para una democracia estable y
desarrollada. Sólo en la medida en que los ciudadanos se comprometen activamente
en la construcción del futuro de su país será posible generar sintonía entre las diversas
necesidades de la sociedad y la permanente misión del Estado de contribuir al bien
común. Esa alianza debe fundarse en el convencimiento de que Chile somos todos. Del
mismo modo, una democracia sólida requiere una ciudadanía activa y vigilante, en la
que el control ciudadano asegure más transparencia y participación en la gestión de
gobierno. La pertinencia y la eficacia de las políticas públicas están ineludiblemente
vinculadas al protagonismo de los ciudadanos en su diseño, ejecución y evaluación.
Resulta indispensable, por lo tanto, renovar el compromiso por un diálogo franco y
abierto entre los ciudadanos y sus autoridades, en la que las múltiples organizaciones
de la sociedad civil se constituyan en la base del poder social, contribuyan a la defensa
de los intereses de la mayoría, estimulen las formas de participación ciudadana y
aporten propuestas en la formulación de políticas públicas”.
En este ámbito el rol del Estado ha sido fundamental para cambiar la perspectiva neo-
liberal, dentro del estrecho espacio del Estado subsidiario, redefiniendo la provisión de
servicios en vivienda social, educación y salud desde el ámbito de las oportunidades a
encontrarse en el mercado, a una que afirmó esta provisión como derechos sociales
exigibles al Estado.
Se pueden identificar tres tipos de acciones estatales al respecto. La primera, la del Estado
protector que a través de políticas de reconocimiento de derechos ciudadanos estableció
las condiciones necesarias para el ejercicio de los DES. La segunda, la acción del Estado
como proveedor que lucha contra la pobreza, desarrolla políticas de protección social e
implementa reformas tributarias para transformar esas políticas en derechos permanentes.
Y, un tercer tipo de tareas, propias de un Estado arbitrador, que entrando directamente en
el espacio del poder introduce reformas que intentan equilibrar el enorme desbalance
existente en el campo socio-económico, a través de políticas laborales y el fortalecimiento
relativo de la sindicalización.
Para analizar estas tres funciones desempeñadas por el Estado estableceremos, en primer
término, las características de la sociedad chilena desde el punto de vista de sus relaciones
de clase –la dinámica de su estratificación social–, para luego avanzar hacia la descripción
de las políticas propias de cada nivel de acción estatal antes mencionado.
I. Estratificación y derechos
La estratificación social y los DES establecen una recíproca e inversa relación producto de
la cual una sociedad muestra mayor o menor rigidez en la interacción entre sus estratos de
acuerdo a cuan “empoderados” estén ellos respecto a la capacidad de demandar sus
derechos frente al Estado.
1. Estratificación social
La organización jerárquica del poder social y económico en una democracia –las relaciones
de clase– se refleja en el tipo de estratificación que la caracteriza. Sociedades fuertemente
adscriptivas presentarán un espacio de relaciones clasistas más excluyente y estrecho que
aquellas organizadas en torno a criterios más adquisitivos. Sociedades con fuertes
discriminaciones de género (talibán), raza (apartheid) u origen (intocables), observarán un
relacionamiento social más rígido, más pautado, con un alto potencial de conflicto frente al
cambio, muy distinto al observado en sociedades más igualitarias (escandinavas).
En la medida que la estratificación es más rígida, los diversos estratos mostrarán mayores
grados de cristalización y densidad adquiriendo así identidades colectivas más o menos
definidas. Dado que “los grupos sociales no están explícitamente constituidos, ellos
emergen desde la forma como las personas interactúan” 430, siendo la interacción socio-
económica la que a la larga generará diferencias en las expresiones y necesidades
culturales, prácticas, capacidades especiales y privilegios de cada grupo431. De acuerdo a
Louis Chauvel, “la medida de las desigualdades económicas y sociales es estratégica: ella
es el único paso que permite diagnosticar su disminución o su amplificación, así como su
estructuración”432. Así, la identidad (no esencialista) de clase –el grupo de estatus433–,
estará fuertemente determinada por el nivel de consolidación de las diferencias socio-
económicas434.
Por su parte, los recursos económicos y redes sociales disponibles a los grupos de estatus,
sus estilos de vida y las propias autopercepciones de sus condiciones de vida están
estrechamente correlacionados a sus posibilidades de influencia y acceso al poder. Como
Stanley Lieberson lo indica, la estratificación por adscripción “proporciona oportunidades
diferenciales, recompensas y privilegios y poder diferencial a los individuos basados
exclusivamente en el criterio fijado al nacer, que el individuo no es capaz de alterar”435.
En este contexto, la interacción entre los grupos de estatus tiende a ser más de
rivalidad441 que colaborativa o solidaria lo que, a su vez, refuerza el desarrollo de
identidades fuertes en cada uno de los principales tramos socio-económicos y hace perder
de vista el interés colectivo, el que tiende a quedar principalmente subordinado a los
intereses grupales442.
2. Derechos económico-sociales
Esta relación entre protección social y legitimidad democrática tuvo una nueva inflexión
durante la discusión, académica y política, del tema de la inclusión social. Este ha sido un
tema reiterativo en la discusión, nacional e internacional, y se trató a niveles
gubernamentales y de sociedad civil durante el Foro de Cohesión Social Unión Europea–
América Latina (23-25 de septiembre, 2007), así como en la XVII Cumbre Iberoamericana
de Jefes de Estado (8-10 de noviembre, 2007), ambas reuniones realizadas en Santiago de
Chile. Al término de esta última, los jefes de Estado y de Gobierno de los 22 países
miembros del grupo suscribieron la “Declaración de Santiago”, con 24 puntos de
compromiso orientados al “objetivo común de progresar hacia niveles crecientes de
inclusión, justicia, protección y asistencia social, y a fortalecer los sentimientos de
solidaridad, de pertenencia e identidad sociales”444.
Desde esta perspectiva es posible analizar las reformas en salud, educación, previsión
social y otras, como un todo orgánico de bienes públicos bajo la responsabilidad del Estado.
Inspirados en una concepción solidaria, los intentos de reformar la educación en sus
dimensiones cuantitativas y cualitativas, de fortalecer el sindicalismo y la negociación
colectiva, así como regular los mercados estructurando la competencia en torno a normas
que protegieran los bienes públicos, expresaron estas nuevas concepciones, aunque no se
vieron consistentemente materializadas en políticas públicas correspondientes.
Cuadro 5.1
Sin embargo, desde el punto de vista de la desconcentración del poder no todas las
políticas públicas destinadas a hacer efectivos los DES tuvieron el mismo tipo de efecto
(Cuadro 5.1). En un plano pre-político se abrieron oportunidades de acceso a los bienes
públicos, desempeñando el Estado funciones protectoras (salud, previsión, educación pre-
escolar) y proveedoras (Chile Solidario, subsidio al empleo). En el espacio propiamente
político no se implementaron políticas tendientes a empoderar a los trabajadores,
desempeñando el Estado solo un rol regulador y arbitrador de conflictos (derechos
sindicales). A partir de esta triple tarea estatal –Estado protector, proveedor y arbitrador– se
analizarán las políticas concertacionistas que tuvieron efectos pertinentes en el
reconocimiento e implementación de los DES, generando las pre-condiciones para ir
balanceando las asimétricas relaciones de poder existentes. A pesar que los DES no fueron
reconocidos en la Constitución, la afirmación de un compromiso de Estado y su expansión
de hecho se constituyeron en un importante hito de la construcción democrática cobrando
cada vez mayor protagonismo y constituyendo el marco en el que se llevaron a cabo
múltiples políticas para la construcción de ese neo-estado de bienestar. Mediante la
expansión de estos y la creación de un sistema de protección social se buscó mayores
niveles de inclusión social definiendo a todos los ciudadanos como sujetos de estos
derechos445.
En general, podría decirse que la estrategia de la Concertación fue abordar las múltiples
dimensiones de la pobreza otorgando mayores oportunidades para que la gente pudiera
por sí misma superar esa condición y, paralelamente, asistir a los grupos más vulnerables.
No obstante, esta política de igualdad de oportunidades no se vio complementada con una
correspondiente de igualdad de resultados y posiciones. Aun cuando tal estrategia tuvo
mayor o menor éxito de acuerdo al área de intervención y período de ocurrencia, la
intención fue constante. El presidente Aylwin señalaba en el Mensaje Presidencial de 1990
que “superar la pobreza no se reduce a mejorar los ingresos de los más pobres. Es
necesario crear las condiciones para que las personas en esa situación puedan superar las
causas que la genera, mejorando sus oportunidades y capacidades para participar
activamente en el desarrollo nacional”. Igualmente el presidente Frei en el Mensaje
Presidencial de 1996 señalaba: “No podemos quedarnos anclados para siempre en una
política social basada en los subsidios; el desafío presente y futuro de nuestra política es
convertir la gran oportunidad que tiene Chile, en oportunidades reales y efectivas para
todos los chilenos y chilenas”. Lagos, con un énfasis distinto, en la cuenta de 2001
indicaba: “El sentido profundo de mi gobierno es hacer que el crecimiento económico
llegue a todos; es hacer que la economía de mercado funcione, creando al mismo tiempo
una red social que proteja a las personas del infortunio y entregue oportunidades a los que
han sido discriminados”. En la misma línea, la presidenta Bachelet insistía en su Mensaje
del año 2008: “Nuestro propósito ha sido sentar las bases de un Estado social y
democrático de derecho, que abandona el asistencialismo de las políticas sociales y que
asume el enfoque de derechos de las personas”. Así, los distintos gobiernos trataron de ir
más allá del asistencialismo, aunque tales intenciones no fueron fáciles de llevar a la
práctica, ya que muchas veces se transformó en el centro de la política social, siendo
necesario considerar no solo el discurso sino también los contextos.
El presidente Aylwin asumió con un nivel de pobreza que llegaba al 38,6%, convirtiendo la
atención a este grupo y la satisfacción de sus necesidades básicas en un imperativo. En
2006, en cambio, los niveles de pobreza se habían reducido al 13,7%, con lo que las
posibilidades de incrementar esfuerzos en el ámbito de los derechos universales fueron
mayores. De esta forma, debe diferenciarse entre políticas dirigidas a grupos vulnerables
en que el Estado tiene un rol protector –Chile Solidario, Chile Crece Contigo, ciertos
subsidios– y políticas universales en que el Estado tiene rol de proveedor y regulador como
previsión, salud, política laboral446. A su vez, se debe tener en cuenta la calidad de las
políticas toda vez que el derecho garantizado de acceder a prestaciones sociales sin
estándares de calidad resulta insuficiente como mecanismo integrador y de
empoderamiento.
Esta perspectiva vino a inspirar, aunque no llegó a implementar, políticas sociales de
empoderamiento al final del período concertacionista. Así, entre los objetivos de la
propuesta del Consejo Asesor Presidencial de Trabajo y Equidad, se incluyó el “Empoderar a
los ciudadanos y beneficiarios de la política pública al definir con claridad los bienes o
servicios a los que tienen derechos y sus condiciones”447. La expansión de los DES en el
ámbito laboral habría entregado herramientas a los sectores excluidos para hacerse cargo
de sus propios destinos, exigir sus derechos y no sustentar su inclusión únicamente en
políticas provenientes del Estado. De esta forma, la expansión de derechos se habría
convertido en un efectivo empoderamiento, el que daría un marco de libertad y autonomía
para la definición del propio futuro de los trabajadores.
Cuadro 5.2
a. Consumidores
Determinado por el marco constitucional, uno de los primeros derechos a ser protegidos fue
el de los consumidores. Su protección supone fallas de mercado en el incumplimiento de
contratos y una gran asimetría de información frente a lo cual el Estado se planteó como
regulador y establecedor de condiciones mínimas. De acuerdo a las posturas neo-
liberales451, la mejor protección para el consumidor es tener más alternativas entre las
cuales optar puesto que regular los intercambios y fortalecer derechos trae costos
aparejados para los productores que los traspasan a los precios y finalmente son los
consumidores los que se ven más perjudicados.
El Sernac data de 1932 y fue creado en el marco de la crisis de los años 30 que llevaron a
mayor regulación e intervención del Estado, aunque ha tenido diversas denominaciones y
funciones, siendo la actual de 1990452. Su rol es velar por el cumplimiento de las
disposiciones de la mencionada ley y entregar información relevante a los consumidores,
sin atribuciones para establecer directamente sanciones y multas. La Ley 19.496 ha sido
modificada en tres oportunidades, las dos primeras originadas por mociones
parlamentarias y se refirieron a sanciones a procedimientos de cobranzas ilegales (Ley
19.659 de 1999) y ámbito de aplicación de sanciones a procedimientos de cobranzas
ilegales a las operaciones de consumo (Ley 19.761 de 2001). En 2004 fue aprobada una
modificación más sustancial iniciada en un mensaje del presidente Lagos. Esta Ley 19.955
amplió la protección de los consumidores al convertirla en norma general para todas las
relaciones de consumo, creó un procedimiento judicial para la defensa de los derechos
colectivos y difusos, y un procedimiento de única instancia para los casos de menor
cuantía.
El establecimiento de derechos colectivos fue una novedad en el ámbito jurídico chileno453,
generando reticencias o rechazos frontales454. En 2004 se incorporó a la ley un
procedimiento para la defensa de los derechos colectivos sobre la base que la defensa
personal es costosa y puede desincentivar a los consumidores para hacer valer sus
derechos. Otro proyecto enviado en junio de 2009 y aprobado en octubre de 2011,
considerando los cambios culturales producidos en el consumo, que en las últimas décadas
han llevado al consumidor a un aumento de la conciencia de sus derechos, amplió el
ejercicio de este derecho colectivo (Ley 20.543). Aun cuando la solución de los problemas
colectivos ha adquirido especial relevancia a partir de su incorporación en la legislación en
2004, la ley no ha dado los resultados esperados dado que los juicios colectivos no obtienen
sentencia en plazos razonables. En la ley recién referida se establece el deber de
compensación, se instituyen reglas procesales adecuadas para no perjudicar a los
consumidores, como que el infractor deba correr con los costos del juicio, la facultad del
juez para fijar reparaciones no monetarias y agilizar los procedimientos de indemnización o
reparo, y se busca incentivar soluciones amistosas con multas rebajadas y menores costos.
Aparte de este proyecto del Ejecutivo, llama la atención la gran cantidad de mociones (61)
presentadas para modificar en distintos componentes la ley del consumidor, en su mayoría
presentadas a partir de 2006, dado el rédito electoral de las mismas, las que se refieren a
elementos muy específicos relacionados a determinados servicios.
b. Discriminación.
Las disposiciones de la ley son aplicables a los ministerios, las intendencias, las
gobernaciones, los gobiernos regionales, las municipalidades, las Fuerzas Armadas
(siempre que no sean materias sensibles de defensa), de Orden y Seguridad Pública, y los
órganos y servicios públicos que cumplan funciones administrativas. La Contraloría y el
Banco Central se rigen por disposiciones especiales, al igual que algunas de las empresas
del Estado, quedando fuera del ámbito de la ley dos poderes del Estado: el legislativo y el
judicial, que se rigen por sus propias normativas.
La ley define, por una parte, la transparencia activa, es decir toda la información que debe
tenerse permanentemente a disposición del público, actualizada una vez al mes a través de
sus sitios Internet y que incluye la estructura orgánica, facultades, funciones y atribuciones,
el personal y sus remuneraciones, y gastos, entre otros. Por otra parte, la trasparencia
pasiva o el derecho de toda persona a solicitar y recibir información de los órganos de la
administración pública, respuesta que debe producirse en un plazo máximo de 20 días
hábiles. De denegarse la información se establece una sanción a la autoridad o jefe del
organismo con una multa en su remuneración.
Este fue el proyecto original aprobado por la Cámara de Diputados a mediados de 2006 que
posteriormente sufrió modificaciones radicales producto de las negociaciones entre el
Ministro Secretario General de la Presidencia, José Antonio Viera-Gallo y los senadores de la
Alianza. Así, el proyecto aprobado por el Senado en septiembre de 2007 limitó la
autonomía del Instituto al relacionarlo con el Presidente a través del Ministerio de Justicia y
se eliminó la facultad de deducir querellas y ejercer acciones legales respecto de crímenes
de genocidio, de lesa humanidad y de guerra, y los crímenes y delitos investigados y
sancionados en virtud de tratados internacionales. Se limitó así el rol que puede cumplir el
Instituto, dando cuenta que el consenso existente se redujo a la necesidad de contar con el
organismo pero no sobre sus facultades, atribuciones, composición y naturaleza jurídica.
Finalmente, los diputados del PS y PPD acordaron aprobar el proyecto como estaba con el
compromiso que el gobierno introdujera un veto –como efectivamente lo hizo– para fijar
expresamente la autoridad del Instituto de querellarse y hacerse parte en las
investigaciones, además de poner urgencia al proyecto que interpreta el Artículo 93 del
Código Penal con el fin de declarar imprescriptibles e inamnistiables los delitos de lesa
humanidad, lo que de todas formas no satisfizo las críticas de agrupaciones de derechos
humanos respecto al Instituto.
III. Estado proveedor
La lucha contra la pobreza a través de bonos y subsidios directos fue una de las políticas
implementadas por los gobiernos concertacionistas que, según la CEPAL, ayudó a rebajar el
nivel de pobreza del 38,6% en 1990, al 11,5% en 2009460. Una batería de instrumentos
focalizados en los sectores más pobres consistió en transferencias directas y condicionadas,
nuevos mecanismos de seguridad y previsión social, y planes de apoyo a la educación, todo
lo cual fue apoyado gracias a reformas tributarias parciales, en particular alzas al impuesto
al valor agregado (IVA).
2. Reforma tributaria
Los nuevos subsidios y bonos, así como los aumentos de los montos de los ya existentes,
fueron posible gracias a sucesivas reformas tributarias parciales (ver Anexo 2 de este
capítulo).
El sistema tributario chileno tiene dos grandes componentes, el impuesto a la renta, de
carácter progresivo, y el IVA, que es regresivo, además de otros impuestos de menor peso
con los que gravan el tabaco, el alcohol y la gasolina, los actos jurídicos, el comercio
exterior y otros. El IVA afecta más a los más pobres que consumen una proporción mayor de
su ingreso. En el año 2009, el impuesto a la renta representó un 4,2% del PIB, mientras que
el IVA aportó un 7,6% del PIB 463.
De esta forma, la política tributaria de ese Estado proveedor alzó el IVA para los más
pobres, no tocó significativamente los ingresos más altos y mantuvo el peso tributario de
los sectores medios. Por estas razones, el ex presidente Lagos señalaba que:
“No hay países desarrollados en donde el impuesto a las utilidades de las empresas se
calcule sobre la base de utilidades retiradas y no sobre las utilidades devengadas. Hay
excepciones respecto de algunos temas en particular, pero la norma general es que la
base tributaria sea la utilidad devengada y no la retirada. Chile tiene este peculiar
sistema adoptado en virtud de las necesidades de 1984, cuando el ministro Büchi
propuso establecer un fuerte incentivo a la inversión que desaconsejara el retiro de
utilidades: Chile necesitaba crecer rápidamente para salir de la gran crisis de 1982.
Hoy, cuando tantos empresarios chilenos invierten en otros países en los que se tributa
sobre utilidades devengadas y con impuestos muy superiores al 17% que se paga en
Chile de forma permanente, es necesario meditar muy seriamente acerca de cómo
encarar entre todos este tema, para evitar convertirlo en parte de la lucha política
cotidiana”466.
IV. Estado protector
Aun cuando los derechos sociales han estado presentes en el discurso de todos los
gobiernos concertacionistas, el impulso a políticas con garantías efectivas del Estado,
gracias a los avances en cobertura de la década previa, se constituyó en un especial
esfuerzo de los gobiernos de Lagos y Bachelet.
Las prestaciones sociales que hacen efectivos los derechos sociales requieren no solo de
voluntad y discurso, sino también de recursos financieros y económicos, así como de
instituciones públicas adecuadas467. Este camino lo inició el presidente Lagos con la
reforma de la salud y lo profundizó la presidenta Bachelet en el campo de la previsión, la
protección de la infancia y, en cierta medida, en vivienda. De ahí que Bachelet en su
Mensaje Presidencial de 2006, expresamente declarara que se trataba de construir un
“Estado que no solo enumere derechos, sino que los garantice a todos sus ciudadanos”,
fortaleciendo el rol del Estado en la protección social, lo que incluía empleo, educación,
salud, vivienda y previsión.
1. Plan AUGE
La gran reforma social impulsada por el presidente Lagos, anunciada en su programa de
gobierno, fue en la salud y se materializó en el Acceso Universal a Garantías Explícitas
(AUGE). Este programa garantiza la atención oportuna sin discriminación, con plazos
conocidos, niveles de calidad igual para todos y con protección financiera. El “Régimen de
Garantías en Salud” es el instrumento de regulación sanitaria que considera “Acceso
Universal” para prestaciones integrales y “Garantías Explícitas” asociadas a la atención de
prioridades. Las garantías constituyen derechos exigibles por las personas, sin importar si
se encuentran afiliadas al sistema de salud pública (Fonasa) o privada (Isapres)468.
El Plan AUGE comenzó como piloto en el año 2002 cubriendo tres patologías y en 2004 se
aprobó la Ley 19.966 que comenzó a regir al año siguiente. El número de patologías
incluidas ha ido aumentando progresivamente, existiendo en la actualidad 69, trece de las
cuales fueron incorporadas a partir de julio de 2010. El compromiso de la presidenta
Bachelet fue llegar a 80 para el Bicentenario, meta que, a pesar del aumento, no se
cumplió.
2. Chile Solidario
El sistema de protección social Chile Solidario está dirigido a las familias y personas en
situación de extrema pobreza y buscó promover su incorporación a las redes sociales y su
acceso a mejores condiciones de vida. “La estrategia que utiliza es fortalecer a las
personas, para que cumplan con las funciones propias de la etapa del ciclo de vida en que
se encuentran y desarrollen mejores estrategias para enfrentar sus contextos críticos
actuales o emergentes”469. En este sentido, Chile Solidario protegió a los sectores más
vulnerables entregándoles herramientas para mejorar sus condiciones de vida, sin dejar de
lado los esfuerzos asistencialistas.
Este sistema, creado en 2002, inicialmente para la superación de la extrema pobreza se fue
ampliando a otros grupos vulnerables. Su diseño respondió a familias de extrema pobreza
que no percibían algunos de los beneficios sociales existentes dado que éstos se otorgan
sobre la base de la demanda, quedando fuera quienes están desvinculados de las redes
sociales, como indigentes o extremadamente pobres. Además, se constataba en las
mediciones de la encuesta CASEN que a fines de la década de 1990 e inicios del siglo XXI,
la indigencia se había estancado.
Este programa reconoció que la pobreza y extrema pobreza tenían múltiples causas por lo
que se utilizó una estrategia integral. En 2004, la Ley 19.949 formalizó Chile Solidario, con
lo que los componentes del programa pasaron a ser un derecho exigible por parte de la
población beneficiada y no un beneficio recibido tras un proceso de postulación y espera.
Este marco legal estableció la forma de operación de sus componentes y la regulación del
régimen de garantías. En agosto de 2009, mediante la Ley 20.379, Chile Solidario pasó a
formar parte del “Sistema Intersectorial de Protección Social” como uno de sus
subsistemas. El gobierno de la presidenta Bachelet ratificó la importancia de contar con
instrumentos de política que contribuyeran a la plena realización de los derechos de las
personas, insertando a Chile Solidario en ese marco.
Este fue un modelo de gestión que involucró a varias instituciones encargadas de entregar
prestaciones sociales, coordinadas por Mideplan y las Secretarías Regionales
Ministeriales470. Muchos de estos programas eran ejecutados a nivel municipal. El sistema
generó recursos específicos para la ampliación de programas vigentes y la generación de
programas nuevos para las demandas no cubiertas. Los beneficiarios de Chile Solidario se
determinaban a través de los instrumentos como la Ficha de Protección Social y, en algunos
casos, en base a la presencia de determinadas condiciones objetivas. Su foco no era el
individuo, sino la familia471. Así, las familias que cumplían con estas condiciones se
“graduaban” del programa, pudiendo lograr mayor autonomía y su inserción activa en la
sociedad. Como ya fue mencionado, para el financiamiento de esta política se aumentó
el IVA del 18 al 19% en el año 2003.
Como parte del tránsito desde una perspectiva de satisfacción de necesidades hacia una de
protección social fundada en derechos472 y en la búsqueda de una igualdad de derechos y
oportunidades, en 2006 se dio curso a esta nueva política.
Chile Crece Contigo ofreció para todos los niños y niñas –y sus familias pertenecientes al
40% más vulnerable de la población atendidos en el sistema público de salud– un
programa de apoyo al desarrollo bio-sicosocial que consiste en el acompañamiento y
seguimiento personalizado desde los controles y preparación del parto y hasta los 4 años.
Este programa fue ejecutado por el Ministerio de Salud. Además, garantizó el acceso a
ayuda técnica para niños con alguna discapacidad; acceso gratuito a sala cuna; acceso
gratuito a jardín infantil; acceso garantizado al Chile Solidario; acceso al Subsidio Único
Familiar; acceso preferente a la oferta de servicios públicos a las familias que lo requieran
de acuerdo a sus necesidades, tales como nivelación de estudios, apoyo a inserción laboral,
mejoramiento de las viviendas, asistencia judicial, prevención y atención de violencia
intrafamiliar, entre otros.
A pesar del amplio acuerdo generado, el proyecto recibió algunas críticas de parte del
Colegio de Educadores de Párvulos de Chile por no contemplar elementos y conceptos
metodológicos como educación parvularia de calidad, comunidad escolar y equidad del
sistema. Además, se criticó que quedaran excluidos de establecer las características
técnicas y metodológicas que deberá cumplir Chile Crece Contigo el Ministerio de
Educación, la Junji e Integra, organismos especializados en atender y educar en la primera
infancia. Tales atribuciones quedaron reservadas para los ministerios de Planificación, Salud
y Hacienda476.
4. Reforma previsional
La reforma se organizó sobre tres pilares. El Pilar Solidario, a través del cual el Estado apoya
a quienes no reciben pensión alguna y mejora aquellas que son muy bajas debido a escasa
capacidad de ahorro de los cotizantes. Estas son la Pensión Solidaria Básica de Vejez
(PSBV), la Pensión Solidaria Básica de Invalidez (PSBI) y el Aporte Previsional Solidario
(APS), que constituyeron el perfeccionamiento de las pensiones asistenciales y mínimas
con garantía estatal antes existentes. El Pilar Voluntario, destinado a facilitar, apoyar e
incentivar el ahorro no obligatorio para la vejez. Y el Pilar Contributivo o de capitalización
individual, sistema preexistente que pasó a ser perfeccionado incrementándose la
competencia, la transparencia del sistema y la rentabilidad de los fondos. Este sistema
premia a las madres con una bonificación monetaria por hijo; fomenta el empleo juvenil y
contribuye a su ahorro previsional; obliga a la cotización de los independientes,
extendiéndoles una serie de beneficios, e impulsa la cotización voluntaria orientada a
quienes realizan actividades no remuneradas, como las dueñas de casa.
5. Educación
A pesar de que la consagración legal de este derecho no implica la inexistencia del acceso
a educación pública gratuita, el que se determine en la Constitución o en una ley implica
que es un derecho exigible por las personas, un deber del Estado proveerla y una
obligación que cumplir por parte de los futuros ciudadanos.
Además de ampliar los años de educación mínima haciéndola obligatoria, otras normas han
sido relevantes al momento de considerar la construcción de una educación que entregue
herramientas a los ciudadanos para tener mayor poder de decisión en sus propias vidas
como precondición para ejercer otras formas de poder. En este sentido fueron establecidas
medidas tendientes a evitar diversas formas de discriminación y a asegurar mayor equidad
en la calidad de la educación, en particular los derechos de los discapacitados, la jornada
escolar completa para mejorar el rendimiento de los establecimientos municipalizados, el
derecho de las alumnas embarazadas a asistir a clases y terminar su estudios secundario y
un sistema de información que proporciona y transparenta información sobre la calidad de
la educación superior483.
A este movimiento de los secundarios se unieron luego los universitarios y los profesores,
logrando un apoyo transversal en la sociedad. En términos políticos, condujo a la caída del
ministro del ramo, Martín Zilic, obligó al gobierno a situar la educación en un lugar central
de su agenda, que hasta entonces no figuraba de manera protagónica, y a convocar a un
Consejo Asesor Presidencial para estudiar el tema y proponer un nuevo marco regulatorio.
La etapa de discusión en el Congreso no fue más fácil. El proyecto original presentado por
el gobierno generó el rechazo de la Alianza y, dado que se requerían de sus votos por el
alto quórum establecido, se negociaron modificaciones a múltiples ámbitos de la ley.
Paralelamente, continuaba el rechazo y la movilización de los estudiantes, aunque con
menor fuerza que en 2006. Finalmente, en septiembre de 2009 fue publicada la nueva Ley
General de Educación (LEGE) que vino a reemplazar la LOCE.
A pesar de las numerosas críticas que se le hacen a la ley, en general se reconoce que
constituye un avance respecto a la LOCE debido a que:
Educación bilingüe obligatoria para todos los niños y niñas indígenas, desde la pre-
básica, básica y la enseñanza media, independientemente de la cantidad de niños que
existan en el aula de clases o la escuela.
Interculturalidad para todos, como un eje transversal de la educación y no como una
modalidad especial.
Participación de indígenas en la estructura organizativa de la educación, en especial en
el Consejo Nacional de Educación.
Reconocimiento e incorporación de los sistemas tradicionales de educación indígenas
en los términos planteados en la declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de
los Pueblos Indígenas.
IV. Estado arbitrador
a. Derechos sindicales
Hasta 1973, el sindicalismo en Chile se rigió por el Código del Trabajo establecido en 1931
en el contexto de la crisis económica que llevó al Estado a impulsar la industrialización
sustitutiva de importaciones, por lo que los principales conflictos entre el capital y el
trabajo no se manifestaron tanto a nivel de las empresas sino más bien a nivel del sistema
político y del Estado que era el gran empleador489. Los partidos políticos fueron los
mediadores del sindicalismo ante las instituciones públicas y, dada esta vinculación, el
sindicalismo tuvo una importante presencia en la sociedad. Las grandes federaciones y la
Central Única de Trabajadores (CUT), no defendían solo a los asalariados, sino a también a
las grandes mayorías populares y contribuyeron a la profundización de la democracia
económica y social. En este marco, la tendencia de la sindicalización fue creciente hasta
alcanzar un máximo histórico en 1973.
Tras el golpe militar, el sindicalismo fue duramente reprimido a través de múltiples formas:
persecución directa de sus dirigentes, especialmente los de izquierda, desarticulación de
sus organizaciones y proscripción de los partidos políticos, que perdieron su rol mediador y
llevaron a los sindicatos a una postura defensiva. La sobrevivencia de las organizaciones
sindicales, ciertamente muy disminuidas, se dio al amparo de organismos internacionales y
de las iglesias.
Este restrictivo marco para las relaciones laborales y el desarrollo del sindicalismo fue
objeto de algunas modificaciones en democracia, a pesar de lo cual se mantuvieron
muchos de sus componentes centrales. Dos fueron las principales reformas emprendidas, la
primera de ellas, en 1991, durante el gobierno del presidente Aylwin, y, la segunda, una
década más tarde impulsada por el presidente Lagos.
Al finalizar el ciclo concertacionista, la presidenta Bachelet reconocía que una de las tareas
que dejaba pendiente era “avanzar en las reformas laborales […] además de mejorar las
condiciones para la negociación colectiva”495.
b. Derechos laborales
Durante los últimos veinte años se introdujeron múltiples modificaciones al Código del
Trabajo, como la eliminación de la causal de término de contrato por desahucio discrecional
y unilateral, aun cuando se estableció una causal amplia de “despido por necesidad de la
empresa”; se eliminó el límite de 5 meses para recibir la indemnización por años de
servicio extendiéndolo a 360 días para trabajadores con doce o más años de antigüedad; se
establecieron normas relativas a la jornada laboral y condiciones del trabajo, vacaciones,
trabajo de menores de 18 años y salas cuna; se fortaleció la justicia laboral; se reconocieron
derechos de la mujer trabajadora y establecieron sanciones al acoso sexual; y se ampliaron
las facultades de la Dirección del Trabajo, entre otras muchas más (ver Anexo 3 de este
capítulo).
Bajo el gobierno del presidente Lagos fue creado en el año 2001, mediante la Ley 19.728,
el seguro de cesantía como instrumento de protección social para los trabajadores
dependientes que pierdan su fuente laboral, siendo un importante avance en la protección
social en Chile. El seguro se financia de manera tripartita con los aportes de los
trabajadores, los empleadores y el Estado y la afiliación es obligatoria para quienes hayan
iniciado o reiniciado actividades a partir del 2 de octubre de 2002496.
El sistema original contemplaba además un régimen especial para los trabajadores a plazo
fijo o contratados para una obra o servicio determinado. En este caso, el empleador debía
financiar la cotización del 3% de las remuneraciones y una vez terminado el contrato u
obra, los fondos reunidos en la cuenta debían retirarse de una sola vez si es que se contaba
con un mínimo de seis meses de cotizaciones.
Tras varios años de funcionamiento, este sistema fue evaluado y reformado en base a la
propuesta realizada por el Consejo Asesor Presidencial de Equidad y Trabajo o Comisión
Meller, en el marco del Acuerdo Nacional Pro Empleo, y considerando los reclamos y
sugerencias realizados por los propios usuarios. Así, en enero de 2009 se publicó la Ley
20.328, que perfeccionó el seguro de cesantía con el objetivo de ampliar el sistema de
protección social mediante la extensión de la cobertura y la mejora de la calidad (Mensaje
635-356).
El diagnóstico realizado constató que los requisitos para acceder al Fondo Solidario eran
demasiado restrictivos puesto que excluían a los trabajadores a plazo fijo y muchos
trabajadores con contrato indefinido no completaban los 12 meses de cotizaciones
requeridos. Por tanto, se optó por modificar el modelo: para acceder al Fondo de Cesantía
Solidario se mantuvo el requisito de tener 12 cotizaciones, aunque solo las tres últimas
deben ser continuas disminuyendo así la exigencia. Se permitió que los trabajadores a
plazo fijo o por obra accedieran a este beneficio aunque solo por dos meses y por montos
menores. Para los trabajadores a plazo indefinido el beneficio se extendió por cinco meses,
pudiendo alargarse dos meses más si es que la tasa de desempleo excedía en al menos un
1% el promedio de los últimos cuatro años, incorporando con esto una variable contextual a
la hora de determinar el beneficio. Este subsidio rige si es que los ingresos por la cuenta
individual no cubren un monto de entre $190.000 y $88.000 en el primer mes –
dependiendo de los ingresos del trabajador en el último año–, monto que va decreciendo
en los meses siguientes.
Otra modificación que afectó a los trabajadores a plazo fijo fue su incorporación al acceso a
los fondos de la cuenta individual, con un mínimo de 6 cotizaciones continuas o
discontinuas, en igualdad de condiciones que los trabajadores con contrato indefinido,
eliminando lo estipulado de que los fondos debían retirarse en un solo giro. También se
eliminó la condición de recibir solamente cinco pagos del seguro, pudiendo recibir tantos
como la cuenta permita en un porcentaje decreciente respecto al sueldo percibido en los
últimos 12 meses, partiendo desde 50% en el primer mes hasta el 30%. Y se agregó una
nueva disposición que en caso de jubilar, además de retirar los fondos de una sola vez, se
permitió traspasar los fondos de la cuenta de cesantía a la cuenta de capitalización en una
AFP.
d. Capacitación
Se amplió el rol del Estado con la creación del Fondo Nacional de Capacitación, lo que
permitió aumentar y focalizar más los fondos a la pequeña y mediana empresa, a
programas de reconversión de trabajadores –lo que se realizó en los noventa con los
trabajadores del carbón–, a contratos de aprendizaje para trabajadores cesantes, y a los
que buscan trabajo por primera vez, dueñas de casa, trabajadores dependientes e
independientes de baja calificación laboral y jóvenes de escasos recursos. La focalización se
abordó también mediante el subsidio tributario, ya que éste es segmentado de acuerdo a
los ingresos de los trabajadores.
Frente a la crisis de 2008, la ley 20.338 (publicada el 1º de abril de 2009), creó un subsidio
al empleo de jóvenes trabajadores, dependientes e independientes, entre 18 y 25 años de
edad, pertenecientes al 40% de las familias más vulnerables y cuyas remuneraciones
brutas mensuales sean inferiores a $360.000. El subsidio es repartido entre trabajador y
empleador, correspondiendo dos tercios al primero y un tercio al segundo.
Esta medida se basa en que la inserción formal en el mundo laboral permitiría a los jóvenes
insertarse en la sociedad de manera productiva. Además, el empleo formal es un canal de
acceso efectivo a las instituciones del sistema de protección social –salud, seguro contra
accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, seguro de cesantía y ahorro para la
vejez.
En cuanto a la focalización, la tasa de participación laboral de los jóvenes del quintil más
pobre es un 60% inferior al del resto, lo que se suma a la falta de experiencia laboral y, en
muchos casos, a la carencia de habilidades certificadas (Mensaje 1437-356) razón que
justifica la necesidad de focalizar el subsidio. Además, mediante el subsidio al empleo se
busca evitar que, ante la dificultad de conseguir un trabajo formal, existan los incentivos
para obtener otras formas de ingreso, ya sea en el sistema informal u otras actividades,
entre ellas la delincuencia. Esta reforma apuntó entonces a reducir una exclusión de hecho
para incorporar a un sector de la población a la ciudadanía económica.
Además de la mencionada ley sobre subsidio al empleo, en mayo de 2009 se aprobó, tras
una rápida tramitación, la Ley 20.351 como parte del “Acuerdo Nacional por el Empleo, la
Capacitación y la Protección Laboral” firmado por el gobierno, la Central Única de
Trabajadores, la Confederación de la Producción y Conapyme (Consejo Nacional de la
Pequeña y Mediana Empresa). Este acuerdo fue elaborado en el marco de la crisis
económica global y por responder a este contexto particular las medidas tuvieron carácter
transitorio, con una duración de doce meses a partir de la publicación de la ley, esto es,
hasta mayo de 2010.
“diversos estudios señalan que el éxito profesional, si bien está en sintonía con los
méritos académicos, sigue también muy vinculado al linaje. Es cierto, el currículum
universitario importa, pero no es suficiente, porque, en Chile, el éxito sigue asociado
también al apellido, a ciertos colegios o clubes, todos vinculados a la elite tradicional.
Para qué hablar de algo más complejo, como los matrimonios: acá jamás se
consideraría una unión entre pares a una pareja que tiene los mismos títulos
académicos, pero con distinta condición social”499.
En Chile, el 90% de los ingresos familiares provienen del trabajo, por lo que las
características del mercado del trabajo, del empleo y los salarios son una variable central
para entender la configuración de la estratificación social chilena y la distribución del poder
social que de ella se deriva.
Aun cuando los gobiernos concertacionistas tuvieron éxito en la lucha contra la pobreza,
gracias al crecimiento sostenido y la focalización de las políticas sociales, su margen de
acción se vio restringido en el campo tributario, el que podría haber permitido la
sustentabilidad de algunas de estas políticas y la incorporación de los sectores medios que
las propias políticas concertacionistas permitieron emerger. Lo mismo sucedió en el área
sindical en la cual se protegieron derechos individuales pero no se fortaleció la capacidad
organizacional y de demanda de las organizaciones de trabajadores, todo lo cual impidió el
desarrollo de una capacidad redistributiva mayor. Tampoco se hizo una corrección mayor al
modelo de desarrollo de mercado vía acción de un Estado menos subsidiario y más activo.
El fracaso de la iniciativa de una AFP estatal y la incapacidad para desarrollar clusters
productivos, son indicadores del permanente veto conservador dentro y fuera de la
Concertación.
d) Bonos extraordinarios
f) Pensiones solidarias
i. Pensión mínima garantizada. El régimen de pensiones
mínimas data de 1963 para el sistema previsional antiguo y
fue incorporado en la reforma de 1981 que estableció la
modalidad de AFP. La pensión mínima garantizada es un
monto establecido anualmente que se asegura para todos
quienes reciban pensiones que no alcanzan el mínimo. En
este caso, las pensiones son complementadas con un aporte
del Estado hasta completar el mínimo establecido
dependiendo de la edad del pensionado. Además del
reajuste anual por inflación, estas pensiones mínimas fueron
objeto de diversos reajustes extraordinarios, siendo el
primero en 1990 y el último reajuste en mayo de 2006. No
se volvió a actualizar ya que fue reemplazada en la reforma
previsional por el aporte previsional solidario.
Los crecientes grados de autonomía social, económica y sobre el propio cuerpo alcanzados
por las mujeres durante los veinte años de administración concertacionista fueron
conquistados por grupos de profesionales, académicas, políticas y dirigentes de base que
asumieron como propia la agenda feminista y de género heredada del movimiento de
mujeres por la democracia, a través de intensos debates internos y tensiones, y mucho
lobby dentro y fuera de las filas de los partidos entonces en el poder. Proceso acumulativo
que culminó durante el gobierno de la presidenta Bachelet.
A diferencia de las condiciones que les tocó vivir a las mujeres europeas, cuyas
reivindicaciones y estrategias fueron modelo para la acción del movimiento chileno, la
dictadura y la transición a la democracia en Chile configuraron un espacio de posibilidades
distinto al observado, por ejemplo, en las sociedades del norte de Europa, con una tradición
más igualitaria y en el que las mujeres durante los sucesivos períodos de guerra se volcaron
masivamente a las actividades productivas510. El empoderamiento político que tuvieron
las europeas, en parte explicado por su sólida participación laboral y valores sociales más
democráticos, no tuvo correlato en un Chile altamente estratificado, en el cual las mujeres
durante la dictadura tuvieron un rol público por defecto, no proyectándose
correspondientemente en el ámbito político hasta el día de hoy.
El pragmatismo de los primeros años favoreció que la agenda de las mujeres fuera
capturada por el proceso de traspaso del poder real desde el régimen anterior a los nuevos
dirigentes elegidos. En este, los temas relativos a la emancipación de la mujer, objeto
además de confrontación interna, no tuvieron un rol público destacado y fueron objeto de
la constante vigilancia y bloqueo opositor, determinando el lugar y profundidad que
alcanzarían las demandas feministas.
Los sucesivos avances de los aspectos menos conflictivos de la agenda de género fueron
creando un hiato generacional entre aquellas mujeres que lideraban el proceso y las
generaciones siguientes que dieron por supuesto que tales avances eran condición natural
de su existencia, parte del sentido común socialmente compartido. Estas diferentes
perspectivas generacionales permearon entre las mujeres y sus bases de apoyo una mirada
de género sin acción colectiva, la que no ayudó a recuperar la capacidad movilizadora del
movimiento de mujeres.
Las iniciativas legales y administrativas que asentaron los derechos de las mujeres y
avanzaron mayores grados de libertad individual y colectiva serán analizadas a partir de
una triple categorización que conlleva grados crecientes de autonomía. Un primer conjunto
de medidas dice relación con los derechos de las mujeres y su protección desde y en el
Estado. En segundo término, se analizarán aquellas medidas tendientes a incrementar la
autonomía económica de las mujeres y la equitativa distribución de los roles en relación a
los hombres. Finalmente, se describirán aquellas acciones tendientes a darles a las mujeres
plena autonomía sobre su propio cuerpo. En los cuadros 6.1 y 6.2 se resumen estas
iniciativas según las cuatro administraciones y el origen y destino de las principales
iniciativas legales al respecto.
Cuadro 6.1
Cuadro 6.2
Ante el triunfo del NO en el plebiscito y las positivas perspectivas abiertas por las
elecciones presidenciales, la Concertación de Mujeres por la Democracia presentó
oficialmente a los representantes de la Concertación sus demandas programáticas. Esta
iniciativa respondió a la voluntad de una fracción significativa del movimiento de
articularse formalmente con los partidos comprometidos con la recuperación de la
democracia, del cual importantes líderes eran a su vez militantes, para impulsar desde ahí
una agenda de género a ser incorporada en el programa del primer gobierno de la
Concertación que asumiría en marzo de 1990.
Las dificultades para generar acuerdos políticos amplios en torno a los contenidos
programáticos más progresistas de la agenda y la constatación de la escasa cuota de poder
efectivo alcanzada en la transición, dieron fuerza a una estrategia que priorizó una forma
vicaria de poder. Esta opción también fue influida por la experiencia española, según la
cual las políticas hacia la mujer se organizaron en torno a un ente estatal permanente no
dependiente de la voluntad del gobierno de turno.
En esta línea, se consensuó y promovió la creación del SERNAM, el que priorizó en sus
comienzos los temas de género menos resistidos, generándose así un mecanismo desde el
cual se incidió en las agendas legislativa y políticas de los gobiernos democráticos. Este
mecanismo, al que se le concedió por ley a su Directora rango de ministra, permitió iniciar
un proceso de incorporación de la perspectiva de género a las políticas públicas. Esto fue
apoyado por la trama institucional de equidad de género, una interfase entre los distintos
sectores del Estado y la sociedad civil, un sistema de permanente retroalimentación formal
e informal entre las antiguas integrantes del movimiento desde sus diversas ubicaciones
institucionales518. Esta trama fue clave, permitiendo no sólo viabilizar la contribución de la
sociedad civil a las políticas públicas en defensa de las mujeres, sino también en permear
las dinámicas del Estado para responder a las demandas de éstas.
a. Institucionalidad de género
Creado legalmente en 1991, la misión del Servicio Nacional de la Mujer quedó definida
para “promover la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres”. Su creación
otorgó un marco institucional a las demandas de la Concertación, varias de cuyas
representantes se incorporaron al nuevo gobierno, específicamente al recién creado
SERNAM, produciéndose con ello la “institucionalización” de importantes líderes.
Sin duda, la división en torno a estas temáticas que cuestionaban el imaginario de familia
tradicional, cruzó el espectro político autodefinido como progresista, en el que cohabitaban
sectores feministas –vinculados al PS y PPD– que representaban demandas más amplias
incluyendo el cuestionamiento a la concepción tradicional de la mujer y el estereotipo de
“lo femenino”, y sectores más conservadores resistentes a este debate.
Una vez formalizada su instalación en la estructura del Ejecutivo y ante el fuerte retraso de
la situación jurídica y de participación en la esfera pública de las mujeres en relación al
contexto internacional, durante el primer período el SERNAM se abocó fuertemente a
propiciar cambios legislativos contenidos en las Demandas de las Mujeres a la Democracia
(1988). Se creó un departamento de capacitación destinado a sensibilizar a funcionarios
públicos en la perspectiva de género, la red nacional de Centros de Información de los
Derechos de las Mujeres y el programa de Prevención del Embarazo Adolescente. En el
marco de la lucha contra la pobreza se elaboraron los programas piloto de Apoyo a Mujeres
Jefas de Hogar, Capacitación Laboral, Creación y Fomento de Microempresas, Programa
para hijos/as de mujeres temporeras522.
Al final del primer periodo de gobierno y con el fin de proyectar su acción al interior del
propio Estado, en 1994 se inició el primer “Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades
entre Hombres y Mujeres” (PIO) que contemplaba dar continuidad a lo realizado, con
énfasis en el trabajo intersectorial. La presentación pública de este plan de trabajo
intersectorial plurianual, susceptible de ser monitoreado desde dentro y fuera del gobierno,
se basó una vez más en la experiencia española y respondía más bien a una carta de
navegación, no incluyendo plazos ni indicadores de resultado que permitan su evaluación.
A pesar de esta limitación (o gracias a ella), se consiguió que el PIO fuera incorporado al
programa del segundo gobierno de la Concertación, legitimando la focalización de las
acciones de SERNAM hacia el Estado, tanto a nivel del Ejecutivo –principalmente en cuanto
a sus ministerios sectoriales– como hacia el Congreso. En la relación con los ministerios y
servicios sectoriales, se apuntó al desarrollo de políticas a partir de los modelos piloto
proporcionados por los programas dirigidos a corregir y reparar focalizadamente las
consecuencias de las limitaciones impuestas en la autonomía legal, social y económica de
las mujeres, particularmente las más pobres. En el plano legislativo, se desplegaron
iniciativas legales, acciones de coordinación y asesoría parlamentaria orientadas a corregir
la legislación abiertamente discriminatoria y avanzar en el reconocimiento de derechos
económicos y sociales avalados por el marco jurídico internacional.
i. Injerencia legislativa
Un estudio de Liesl Haas524 da cuenta cómo, a pesar de que los parlamentarios habían
ingresado desde 1991 un número mayor de iniciativas al Congreso en temas relacionados
con derechos de mujeres, aquellas presentadas o apoyadas por SERNAM poseían una tasa
mayor de éxito, incluso en aquellas materias en las que ya existían iniciativas
parlamentarias. Esto legitimaba y daba visibilidad al rol institucional del servicio en este
campo, aunque al mismo tiempo dejó rápidamente en evidencia sus limitaciones: la
capacidad de negociación y de instalación de temas iba aparejada a una importante
restricción en los contenidos y en la profundidad de las reformas, ya que la necesidad de
consenso llevaba a que en las iniciativas lideradas por SERNAM obligaran incluso a moderar
los objetivos originales de parlamentarias y parlamentarios interesados en estos temas.
La moderación –o censura– fue evidente en los temas más controvertidos como aborto y
divorcio, los que siendo presentados por parlamentarios y parlamentarias habitualmente
aliados del Servicio no consiguieron apoyo institucional. Este fue probablemente uno de los
principales focos de controversia entre el sector de las feministas “institucionales”, que
apostaban por cautelar la viabilidad política de los avances, y las autodenominadas
“autónomas”, que veían en la negociación y la búsqueda del consenso una renuncia
definitiva a los objetivos legitimados por el movimiento feminista. Esta fractura fue
explicitada tanto por organizaciones feministas como por representantes feministas en el
Congreso, quienes lamentaron el rol secundario que tuvieron en la formulación de
proyectos y de políticas públicas promovidas por SERNAM525.
Dado su origen motivado por la demanda explícita y articulada del movimiento de mujeres,
la rápida adaptación del SERNAM a la lógica dominante en la administración del Estado
durante la larga transición democrática fue motivo frecuente de crítica por militantes
feministas. La ausencia de una política sistemática asociativa intencionada hacia la
sociedad civil –si bien fue una característica transversal a las distintas instancias
gubernamentales– fue particularmente mal evaluada, dada la legitimidad que esa mayor
articulación podría haber significado para el levantamiento de aquellos contenidos más
progresistas de la agenda de género.
Autoras como Marcela Ríos527 han mostrado cómo la falta de una política clara hacia la
sociedad civil se sustituyó parcialmente mediante la vinculación instrumental con diversas
ONG de mujeres encargadas de transferir conocimientos técnicos, contribuir al
levantamiento de experiencias y la evaluación de programas en diversos temas, pero sin
que esto se complementara con una estrategia explícita para promover la asociatividad y la
participación social y política de las organizaciones de mujeres, contrapartes esenciales
para exigir y legitimar una mayor apertura de las elites gobernantes hacia las demandas de
la sociedad real, largamente silenciadas.
El desarrollo del primer PIO y la organización sectorial temática de su acción para facilitar
su relación con el Estado, a través del departamento de “Coordinación Intersectorial” y el
reclutamiento de expertas sectoriales en los temas de empleo, educación, salud y mundo
rural, apuntó a focalizar el trabajo de incidencia hacia los ministerios de Trabajo, Educación,
Salud y Agricultura. Esto permitió avanzar, junto al Departamento de Capacitación, en la
lenta pero progresiva apertura hacia los programas de capacitación en género de los
funcionarios públicos en esas reparticiones, a la vez que la gradual incorporación de este
enfoque en la revisión o diseño de algunas normas legales y procedimientos
administrativos, además de los programas ejecutados directamente por las dependencias
ministeriales que ejecutan programas sociales sectores. La creación de Comisiones
Asesoras para la Igualdad de Oportunidades dio visibilidad a este proceso.
Hacia el final del segundo gobierno y para la elaboración del PIO 2000-2010, SERNAM
integró en su quehacer el concepto de “Enfoque de Género en las Políticas Públicas” y
asumió la estrategia de transversalización para el trabajo con el conjunto de la
institucionalidad pública, creando para esto el Consejo de Ministros por la Igualdad de
Oportunidades (2000) que estableció los “Compromisos Ministeriales de Igualdad de
Oportunidades” y agendas sectoriales. Esta organización se replicó a nivel regional a través
de las Comisiones PRIO (Planes Regionales de Igualdad de Oportunidades), en las cuales los
distintos SEREMI se coordinaron con las directoras regionales de SERNAM. La tarea en cada
caso era supervisar y dar cumplimiento a los respectivos planes e incorporar políticas
específicas con contenido de género en los ministerios, servicios y empresas públicas.
En esa etapa se explicitó el esfuerzo sostenido del SERNAM por avanzar hacia una mayor
equidad de género en el Estado, afectando con mayor profundidad comportamientos,
actitudes y concepciones, tanto personales como a nivel de las instituciones y de los
programas y políticas que se realizaban. La apuesta por incorporar el enfoque de género en
la administración pública, no solo en políticas específicas sino como objetivo transversal, se
materializó en el Sistema de Equidad de Género en el Programa de Mejoramiento de la
Gestión (2002). Conocido como el PMG de género, recibió de parte del BID el primer premio
en el “Concurso de políticas, planes y programas nacionales con impacto en la igualdad de
género en América Latina y El Caribe”.
Tal como señalara el ex Director de Presupuesto del Ministerio de Hacienda Mario Marcel,
esta definición inicial bastante laxa y el sistema autogenerado llevó a que prácticamente
todos los funcionarios tuvieran el máximo de beneficios sin que se evidenciara ningún
cambio sustantivo en las instituciones. En 2000, al inicio del gobierno Lagos, se realizó un
importante cambio en el sistema y se definieron centralmente un conjunto de áreas de
gestión con los posibles grados de avances, dando origen a una matriz de áreas
estratégicas que contiene las definiciones de política en el ámbito de la modernización de
la gestión del sector público. Cada institución entonces debe comprometer un grado de
avance para el año en cada área, medido a través de indicadores y, en base a ese
compromiso, se evalúa el cumplimiento de metas y se realiza la posterior asignación por
desempeño, si corresponde.
Las cuatro áreas definidas el año 2000 para comenzar a regir al año siguiente fueron:
recursos humanos, calidad de atención a usuarios, planificación/control de gestión y
administración financiero-contable, cada uno compuesta por diversos sistemas que han ido
aumentado con el tiempo, siendo el último de ellos relativo al acceso a la información
pública.
Un año más tarde se incorporó como quinta área el enfoque de género, marcando una
diferencia respecto a las anteriores que se centraban en la administración y la gestión528.
Lo que se buscó con la incorporación de esta área fue que en el conjunto de la
administración pública y en el conjunto de los programas del Estado, y no solo los que
coordina SERNAM, se consideraran indicadores de equidad de género. SERNAM asumió
aquí como institución asesora en el diseño de los planes de cada institución que se
realizaban de acuerdo a ciertas directrices generales pero que se adecuaban a las
características del servicio en particular.
Este proceso tuvo un nuevo impulso cuando en 2006 asumió la presidenta Bachelet, quien
además de designar al primer gabinete paritario de la historia, incorporó explícitamente la
equidad de género como parte del programa de gobierno dando impulso a la elaboración e
implementación de la Agenda de Género 2006/2010530. En este nuevo instrumento oficial
publicado por SERNAM se dejó atrás el lenguaje centrado en la “igualdad de
oportunidades” para reivindicar directamente la igualdad y la equidad de género. En esa
etapa, se explicitó el carácter político de esta demanda, manteniendo al mismo tiempo el
énfasis técnico que caracterizó las fases anteriores.
En el capítulo referido a los compromisos del gobierno se precisó que su acción hacia la
equidad de género apuntaría a cuatro grandes objetivos:
Como nunca antes, fue en su gobierno que la mencionada trama institucional de equidad
de género, coalición de hecho configurada por agencias gubernamentales, ONG, centros
académicos independientes y universitarios, profesionales y líderes feministas, sustituta de
un movimiento de mujeres debilitado, “se vio fortalecida en su tarea secularizante y
liberadora gracias a la nueva visibilidad que la sociedad real comenzaba a adquirir a través
de la abierta presencia feminista en el país y el creciente uso de encuestas de opinión
pública que mostraron una realidad que se había tratado de ocultar”534.
Sin embargo, a pesar del escenario más auspicioso, el amplio despliegue de medidas de la
administración Bachelet no se tradujo, en los hechos, en transformaciones sistémicas a
nivel de la legislación, ni en el conjunto articulado de las políticas y programas, resultando
en avances más bien acotados en ámbitos específicos bien delimitados, dejando aquellos
más problemáticos (nuevamente la participación política y los derechos sexuales y
reproductivos) más rezagados.
b. Derechos políticos
Uno de los ámbitos de más lento avance durante los gobiernos concertacionistas fue la
participación de las mujeres en la toma de decisiones, tanto a nivel del Ejecutivo como en
los cargos de representación popular.
A pesar de los persistentes obstáculos, el Cuadro 6.3 muestra un lento aunque progresivo
aumento de la presencia de mujeres en cargos de ministras desde su total ausencia en el
primer gabinete formado en 1990. La escasa representación en los primeros años de
restablecimiento democrático muestra que los importantes cambios culturales de la
sociedad real producidos en las postrimerías de la dictadura, con significativa mayor
presencia de la mujer en el mundo público, lograron escasa incidencia en las fórmulas de
los distintos presidentes para configurar y ajustar sus respectivos gabinetes.
Cuadro 6.3
Cuadro 6.4
En el caso de los ministerios, los ocupados por mujeres son principalmente aquellos
sectoriales relacionados con la provisión de bienes y servicios sociales –Mideplan,
Educación, Vivienda, Salud–, quedando fuera de las carteras relacionadas con el ámbito
económico y productivo y de aquellas propiamente políticas. Esto, que reproduce una
tendencia común en otros países, desarrollados o no537, queda confirmado al constatar
que los ministerios más importantes en Chile –Hacienda e Interior– no han sido ocupados
nunca por una mujer.
En este marco, es posible afirmar que, a pesar del aumento de la presencia de mujeres en
los gabinetes presidenciales, el lugar que generalmente se les asigna no cuestiona la
concepción tradicional dominante, situándolas en carteras simbólicamente asociadas al
cuidado de otros. Un hito diferenciador en esta tendencia fue realizado por Ricardo Lagos,
que en el año 2000 nombró a Soledad Alvear en Relaciones Exteriores y en 2002 a Michelle
Bachelet como la primera mujer en Chile e Iberoamérica a la cabeza del Ministerio de
Defensa.
Gráfico 6.1
Fuente: elaboración propia con datos del Centro de Documentación Virtual del SERNAM y
www.elecciones.gov.cl
Gráfico 6.2
Fuente: elaboración propia con datos del Centro de Documentación Virtual del SERNAM y
www.elecciones.gov.cl
Asimismo, existen factores institucionales determinantes, los que sólo fueron abordados
explícitamente a partir del programa de gobierno de Michelle Bachelet. En este se planteó
la necesidad de corregir desigualdades históricas en las relaciones de género, que se
reflejan, entre otras múltiples expresiones, en la marginación de las mujeres de los cargos
públicos y de representación popular. Con el fin de abordar esta desigualdad es que se
propuso no sólo paridad en cargos de nombramiento presidencial, sino apoyar una ley de
cuotas para los cargos de elección popular, medida que había desaparecido de la agenda
gubernamental durante los 15 años anteriores.
Hasta ese momento se habían registrado sin éxito diversas iniciativas parlamentarias de
diputadas y diputados de la Concertación en esta dirección: en el año 1997, en el 2002 (se
suma una diputada de la Alianza) y en 2003 (sumando dos mujeres de la Alianza). La
primera y la tercera de las mociones proponían que las listas para cargos de elección
popular así como las directivas de los partidos no podían estar compuestas en más de un
60% por personas del mismo sexo. El proyecto de 2002, por su parte, establecía el máximo
en 70% y se refería únicamente a las listas de candidatos y no a los partidos. Los dos
primeros proyectos fueron archivados mientras que el tercero fue discutido en la Comisión
de Familia en enero de 2007, siendo rechazado por 6 a favor, 5 en contra y una abstención
(Boletín 3206-18)539. Votaron a favor representantes del PPD, PS y DC. En contra votaron
diputados y diputadas de la Alianza y se abstuvo el diputado radical Carlos Abel Jarpa,
dando cuenta de una votación dividida principalmente por tendencia política y no por sexo.
Tras este rechazo en comisión, el proyecto no volvió a ser discutido y en diciembre de 2007
el gobierno de Bachelet optó por enviar su propio proyecto de ley de cuotas, cumpliendo así
con uno de sus compromisos de campaña (Boletín 5553-06). El proyecto del Ejecutivo
propuso que en los cargos al interior de los partidos políticos así como en las listas de
candidatos no podría existir más de un 70% de personas del mismo sexo. De no cumplir
con este requisito, la lista no sería admitida. Además, y como un tema que no incorporaron
los anteriores proyectos por los límites de la iniciativa parlamentaria, el proyecto establecía
como medida de incentivo para los partidos un mayor traspaso de recursos para las
candidatas mujeres electas, modificando con esto la ley de financiamiento de campañas
electorales. La suerte de este proyecto no fue, sin embargo, mejor que la de la iniciativa
parlamentaria, dada la amplia resistencia en la derecha, la falta de apoyo transversal en la
Concertación y el débil respaldo ciudadano.
Con todo, el debate en torno a las cuotas permitió poner en discusión no sólo las
dificultades originadas en las múltiples responsabilidades que deben asumir las mujeres en
el ámbito profesional y doméstico que limitan su acceso a los cargos públicos, sino también
los estereotipos respecto a las habilidades y aportes de la mujeres en política, en especial
las resistencias de los hombres a ceder cuotas de poder en el marco del actual sistema
electoral chileno.
Según diversos análisis, dos son las características particulares del sistema de
representación política que obstaculizan aún más la participación política de las mujeres y
aumentan las resistencias de los partidos políticos: el sistema binominal y la ausencia de
primarias obligatorias. Ambos aspectos otorgan gran poder a las cúpulas de los partidos en
la designación de las candidatas, partidos que a su vez tienen poca presencia femenina en
sus dirigencias. Además, el sistema no incentiva la competencia ni la renovación, dejando
poco espacio para la entrada de mujeres. Por el contrario, los sistemas de representación
proporcional parecen ser más favorables a la elección de mujeres considerando que en la
elección de concejales, la única proporcional en Chile, es donde se encuentra el mayor
número de representantes mujeres –aunque se puede pensar que influye también que es
un cargo de limitado poder político. Este argumento puede reforzarse considerando el
sistema de elección proporcional existente hasta 1973, que en 1965 y 1973 permitió la
elección de más mujeres que en 1989 y 1993, a pesar de las transformaciones ocurridas a
nivel social y cultural respecto a la participación de la mujer.
Estos fueron parte de los antecedentes revisados al analizar los distintos proyectos para
promover desde el Ejecutivo la instauración de un sistema de cuotas transitorias como
medida de acción afirmativa que aumentara la presencia de mujeres en política. En la
fundamentación se apeló también a las recomendaciones hechas por los organismos
internacionales y a los resultados de la experiencia latinoamericana. En la región, los cuatro
países con mayor porcentaje de parlamentarias instauraron sistemas de cuotas en los
últimos años, mientras que los países sin cuotas tienen promedios más bajos de
representantes mujeres540. Por cierto, las expertas coinciden en que no basta con la
existencia de cuotas sino que también debe considerarse su diseño, ya que ante una
exigencia de llevar un determinado porcentaje de candidatas, los partidos podrían decidir
llevarlas en los lugares con menor opción de ser elegidas. Además, es importante que
existan mecanismos de financiamiento y alguna forma de sanción al incumplimiento.
En Chile, tres de los partidos de la Concertación cuentan con un sistema de cuotas para
incorporar determinados porcentajes de candidatas mujeres en sus listas, establecidos
durante los noventa: del 20% para el PDC, 30% para el PS y 40% para el PPD. Sin embargo,
y a pesar de que el PPD y PS han llevado más candidatas que el resto de los partidos, dado
que estas cuotas son voluntarias y que no existen sanciones, no necesariamente se
cumplen los porcentajes establecidos.
Durante la discusión del proyecto dentro y fuera del Congreso se hicieron presentes los
argumentos que rodean el tema y que se mantienen hasta hoy. Representantes de
organismos gubernamentales (SERNAM), regionales (CEPAL y FLACSO) y nacionales no
gubernamentales (Corporación Humanas) se manifestaron a favor de una ley de cuotas. En
su fundamentación, además de las estadísticas sobre los niveles de subrepresentación, se
planteó la necesidad de esta medida de acción afirmativa para superar situaciones de
discriminación, compensado una situación de hecho: las mujeres tienes experiencias
biológicas, sociales y culturales distintas de los hombres que es necesario incorporar en
política, y que las elecciones chilenas muestran que, una vez superada la barrera de
entrada, las mujeres tienen tasas de éxito o elegibilidad similares o superiores a los
hombres.
A pesar del fracaso de esta iniciativa, la revisión de los principales cambios institucionales y
las políticas que insertaron la temática de género en el aparato estatal evidencian que los
20 años de gobiernos liderados por la Concertación permitieron efectivamente ir mejorando
parcialmente la representación de los intereses de las mujeres en la esfera política, además
de validar la legitimidad e importancia de su presencia.
Una segunda gran área de intervención del Estado en beneficio de la mujer fue la creación
de condiciones e instrumentos adecuados para permitir una mayor inserción en el mundo
del trabajo. De esta forma, se establecieron nuevas regulaciones que facilitaron la
participación económica de la mujer. Estas fueron las medidas de no discriminación en el
espacio laboral, igualdad de remuneraciones, penalización del acoso sexual, prohibición de
test de embarazo para postular a un empleo, mayor protección social y algunos avances en
crear condiciones para una nueva y más equitativa relación entre el mundo de la familia y
el trabajo.
Los programas Apoyo a Mujeres Jefas de Hogar, Capacitación Laboral, Creación y Fomento
de Microempresas, y el Programa para hijos/as de mujeres temporeras, focalizados en los
sectores de menores recursos, encontraron amplia acogida dentro y fuera del gobierno,
dada la importancia otorgada al ingreso femenino en cuanto “segundo ingreso” como clave
para la superación de la pobreza de los hogares. Colaboró además la evidencia
internacional respecto del uso que las mujeres hacen de sus recursos, priorizando la
alimentación y salud de sus hijos.
Muchos de estos programas –y particularmente el de Apoyo a Mujeres Jefas de Hogar542-
incorporaron en su diseño y desarrollo espacios intencionados para la articulación y
reflexión de las propias participantes respecto de la relevancia de la autonomía económica
en la configuración de sus proyectos de vida y su efectivo empoderamiento, facilitando la
expansión de una mayor conciencia de género entre las destinatarias finales. Los criterios
impuestos desde la primera administración de la Concertación por el Ministerio de
Hacienda y la Dipres, forzaron una evaluación de estos programas centrada en la
empleabilidad efectiva de las mujeres egresadas y no en los aspectos culturales o más
cualitativos de la intervención, dificultando el mayor acceso a recursos para la masiva
expansión de estos programas y su más amplia incidencia en las políticas públicas
sectoriales. La política de centrar estos programas en la empleabilidad de las mujeres
quitándole su integralidad (salud, vivienda, educación, trabajo) debilitó el enfoque de
igualdad y no discriminación planteado originalmente.
Por su parte, el trabajo intersectorial con el Ministerio del Trabajo y las reformas legislativas
apuntaron a eliminar discriminaciones de género que afectaban transversalmente a las
mujeres en el empleo, con resultados alentadores en lo formal como la prohibición del test
de embarazo o el establecimiento de fuero maternal para trabajadoras, incluidas las
trabajadoras domésticas.
Con estos antecedentes, la apuesta más integral para la erradicación de distintas formas de
la discriminación de las mujeres en el ámbito productivo fue el Código de Buenas Prácticas
Laborales (BPL), lanzado el año 2006 y focalizado en el sector público. La Comisión
Gubernamental encargada de elaborar el Código, asesorada técnicamente por la OIT, fue
coordinada por SERNAM y participaron el Ministerio del Trabajo y la Dirección Nacional de
Servicio Civil. El resultado de la Comisión fue el mencionado Código, que incluyó directrices
y criterios de implementación, además de cifras sobre la desigualdad de género en el
empleo público.
El 14 de junio de 2006, en el marco de las 36 medidas para los primero 100 días de
gobierno, la presidenta Bachelet dio a conocer el instructivo (Código) que obligaba a las
instituciones dependientes de la administración central del Estado a elaborar y aplicar
planes trienales para la erradicación de distintas formas de discriminación en el empleo
público, con un fuerte énfasis en las desigualdades de género. Este podría ser adoptado
voluntariamente por las empresas públicas y privadas y por el sector público
descentralizado. En base a este Código los servicios debían elaborar un diagnóstico y los
planes trienales para su implementación en cada institución en particular543. Esta
iniciativa fue una fuerte señal enviada al sector privado.
La propuesta era que a partir del año 2010, se implementaría un Sello de BPL con Equidad
de Género al que podría optar cualquier tipo de organización y que sería certificable por
consultoras capacitadas en la materia bajo el alero de un consejo asesor coordinado por
SERNAM.
Una segunda línea de trabajo de Iguala.cl fue la intermediación laboral para mujeres con
formación técnico-profesional y profesional a través de dos herramientas: la asistencia en la
búsqueda de empleo a través de una guía para ayudar a mejorar las condiciones en las que
se presentan a los procesos de reclutamiento y, en segundo lugar, una bolsa de trabajo con
énfasis en promover la inclusión de ofertas en áreas que tradicionalmente han sido
ocupadas por hombres, contribuyendo así a disminuir la segregación laboral.
La tercera línea de acción de este programa fue el apoyo a las instituciones públicas, que
deben cumplir obligatoriamente con el Código de BPL. El seguimiento a la implementación
de los planes trienales corresponde al Servicio Civil, con asistencia permanente de SERNAM
a las instituciones que están implementando el programa.
d. Previsión
La reforma surgió como respuesta a la necesidad de enfrentar las cada vez más evidentes
limitaciones del sistema de pensiones de capitalización individual –obligatorio, exclusivo y
administrado por empresas privadas–, que durante sus 25 años de vigencia no había sino
reproducido las inequidades sociales y de género en gran escala, afectando a grandes
grupos de trabajadores y en mayor grado a las mujeres. La evidencia acumulada sobre sus
lamentables resultados en todos aquellos/as trabajadores/as que, debido a trayectorias
laborales inestables e interrumpidas, empleos precarios y desprotegidos, tenían grandes
lagunas previsionales y/o pertenecían a grupos de ingresos medios y bajos, permitió que la
propuesta (en implementación desde el 2008) incluyera un conjunto de medidas dirigidas
a corregir desigualdades e inequidades existentes entre hombres y mujeres, “ya sean
originadas en el sistema previsional o bien como consecuencia de la estructura del
mercado laboral, posibilitando por esta vía que las mujeres accedan a una mejor pensión”.
Según Sonia Yáñez, a dos años de implementada, “La reforma introduce mecanismos
compensatorios para reconocer y cubrir –hasta cierto punto– el trabajo reproductivo de las
mujeres que determina que su participación en el mercado laboral sea discontinua y/o con
bajas remuneraciones, por ejemplo, en el caso del trabajo a tiempo parcial. Como tales se
mencionaron en este informe el sistema de pensiones solidarias (PBS y APS), el bono por
hijo/a, la división de saldos acumulados en las cuentas individuales de los cónyuges en caso
de divorcio o nulidad y el ahorro voluntario, figura que beneficia en primer lugar a las
mujeres cuyo trabajo no es remunerado”545.
e. Trabajo y familia
Estas acciones sectoriales, en particular el programa Chile Crece Contigo, que se vio en el
capítulo anterior, si bien de gran relevancia en cuanto permitieron mejorar las condiciones
de participación económica de las mujeres, no lograron afectar la segregación y
segmentación por género del mercado laboral. En esto influyeron las limitaciones explícitas
del SERNAM para intervenir en el ámbito de lo privado (“terreno propio de la libertad
humana”), su foco en la transformación del Estado sin injerencia en la acción de los
privados en este campo y los límites impuestos por la propia Constitución. Esta consagra a
la familia como el “núcleo fundamental de la sociedad”, y “a ella el legislador, en sus
diversas corrientes de manifestación jurídica, otorga una serie de derechos, resguardos y
protecciones”550. El Derecho Laboral, armónico con el sistema legal, contiene un conjunto
de normas cuyo bien jurídico tutelado es “la familia”, principalmente a través de la figura
de la mujer madre trabajadora. El rol del padre trabajador y del empleador en la
reproducción social quedan desdibujados, tal como lo ilustra la Ley 19.591 (noviembre
1998) sobre “Perfeccionamiento de la protección a la maternidad” y la posterior
modificación al Artículo 203 del Código del Trabajo.
A pesar de las campañas públicas de información sobre esta brecha, tanto el marco
regulatorio como el propio Estado perpetúan una cultura laboral que valora la
disponibilidad total hacia el empleo –marcando una de las principales diferencias de
género en la aproximación al trabajo remunerado– afectando las oportunidades laborales
de las trabajadoras independientemente de su condición de madres.
f. Ley de Divorcio
La ley de divorcio fue considerada como uno de los temas fundamentales en la agenda del
movimiento feminista por sus implicancias en la libertad para establecer y terminar
relaciones de pareja, normar las consecuencias patrimoniales para las mujeres
(principalmente las dueñas de casa y aquellas con trayectorias laborales acotadas o
discontinuas asociadas a la maternidad) y delimitar derechos y responsabilidades en la
relación con hijos e hijas en común. Fue necesaria más de una década de iniciativas
parlamentarias para que en el año 2004 se aprobara la Ley de Matrimonio Civil (Ley
19.947) que incorporó el divorcio a la legislación chilena.
La ausencia de una demanda explícita por una ley de divorcio en el petitorio entregado a
fines de los ochenta por el Movimiento de Mujeres al entonces candidato
democratacristiano Patricio Aylwin, sumada a las diferencias al respecto en su partido –en
ese momento el más importante de la coalición–, llevaron a que el tema fuera recogido de
forma ambigua en el programa de la Concertación en 1989 y dejado de lado por los dos
primeros gobiernos encabezados por el PDC.551
Durante esos primeros años, las iniciativas a favor del divorcio provinieron de
parlamentarios de todo el espectro político concertacionista552, abogados independientes y
algunas organizaciones feministas. El amplio respaldo ciudadano evidenciado en las
encuestas contrastaba con la escasa movilización de los sectores sociales potencialmente
reformistas553, lo que, unido al conservadurismo de ciertos sectores de la elite política,
dificultó y limitó los avances legislativos en esta materia. El apoyo gubernamental llegó
recién con la presidencia de Ricardo Lagos en el año 2000.
Las primeras iniciativas al respecto fueron lideradas por diputados de los partidos de
izquierda, quienes en 1991, 1993 y 1994 presentaron proyectos de inspiración liberal que
nunca fueron discutidos. En 1995 se presentó un nuevo proyecto con apoyo de
parlamentarios del PDC y RN, cuyo carácter más conservador, resultado de las
negociaciones tanto al interior de la coalición gobernante como con la oposición, le
permitió obtener los votos necesarios para su tramitación en el Congreso. El proyecto fue
aprobado en la Cámara en 1997 con votación dividida de las bancadas PDC y RN y el voto a
favor del resto de la Concertación, después de lo cual permaneció cuatro años en el Senado
sin ser discutido. Fue bloqueado en la comisión de Justicia por senadores de derecha –
sensibles al lobby de la Iglesia Católica–, siendo Sergio Diez el más vehemente de ellos.
A pesar del avance que implicó esta nueva ley de matrimonio civil, el movimiento feminista
criticó los plazos impuestos, particularmente al divorcio por mutuo acuerdo y la obligación
–incluso en este caso– de una instancia de conciliación, que dilata y hace engorroso el
trámite. Esta visión es compartida por parlamentarios concertacionistas, los que
presentaron varios proyectos para modificar la ley. Entre estos, en 2007 el entonces
senador Carlos Ominami propuso eliminar el requisito de conciliación obligatoria en caso
de divorcio por mutuo acuerdo, considerando que en este caso no existe conflicto entre las
partes. El proyecto no ha sido discutido554. Otras propuestas para facilitar el proceso han
planteado eliminar el requisito de comparecencia personal de las partes, permitiendo la
representación de un abogado; facilitar el procedimiento de notificación de la solicitud de
divorcio en casos en que el cónyuge demandante no conozca el domicilio del demandado,
lo que actualmente puede llevar a la paralización del proceso, y el establecer un
procedimiento abreviado cuando no haya conflicto jurídico.
a. Violencia de género
Especialmente discutida resultó la omisión de familiares y otros que ejercen esta violencia
en el hogar y que no se incluyeron en la tipificación de la figura (como los yernos,
hermanos mayores de edad, ex cónyuges, ex convivientes y quienes hayan procreado un
hijo sin mediar convivencia).
Estas y otras deficiencias fueron abordadas en la Ley Nº 20.066 de 2005 que mejoró
sustantivamente la pertinencia y eficacia de este recurso. Pero el debate que llevó a su
modificación no se refería sólo a las limitaciones concretas observadas en la primera
iniciativa, sino también a los supuestos sobre los cuales se había construido el proyecto.
Este análisis es ilustrativo de lo que sucede con los distintos proyectos que en este campo
son discutidos en el Congreso, particularmente la Ley N°19.617, que modifica la tipificación
de ciertos delitos sexuales en el Código Penal, incluyendo violación, violación conyugal,
estupro, incesto, abuso sexual de menores y pornografía con menores, entre los principales,
publicada en julio de 1999.
Considerado como uno de los temas emblemáticos de la agenda feminista y con amplio
respaldo del movimiento de mujeres – destacando la Red Chilena contra la Violencia
Doméstica (REDCHVD)–, el proceso fue impulsado en sus inicios por personas previamente
comprometidas con este tópico, quienes movilizan sus redes personales para impulsar
acciones de carácter institucional. En los primeros años de la década, fue la propia
REDCHVD la que actuó de puente entre el movimiento y las instancias estatales creadas
para abordar el tema, pero tal como queda en evidencia al revisar la tramitación de la Ley
N° 19.325, “la heterogeneidad de los actores que entran en el debate público debilita la
homogeneidad y consenso en las concepciones, valores y orientaciones que caracterizaban
al dominio de la violencia en los años ochenta”. Así quedó establecido en el informe
nacional sobre la “Situación de la Violencia de Género contra las Mujeres”:
“En nuestro país, el tema de la violencia intrafamiliar, así como el maltrato infantil y el
abuso sexual, puede ser tratado sin problemas siempre que se enfoque bajo la
perspectiva de la familia y de los valores que están ligados a una óptica conservadora.
Una posición más progresista que considere la violencia de género bajo una
perspectiva más global encuentra resistencias. (…) De esta manera, las políticas
impulsadas desde el Estado aparecen como transgresoras para el sector más
tradicional de la población, siendo insuficientes para las organizaciones de mujeres que
por estar y haber estado en contacto diario con la población desde la década pasada,
tienen un conocimiento acumulado y vigente de la realidad (…)”559.
En este ámbito fue donde se registraron los menores avances sustantivos durante los
gobiernos de la Concertación. Aquí se manifestaron en toda su crudeza las profundas
diferencias ideológicas y valóricas que cruzaban a los partidos de la coalición y oposición.
No contribuyó al despliegue de esta agenda –tempranamente vetada por los poderes
fácticos– la escasa representación de las mujeres en cargos de poder dentro y fuera del
Ejecutivo, registrada especialmente en las primeras tres administraciones.
La persistente defensa de un proyecto social identificado con una sociedad ideal heredada
de la dictadura y cada vez más distante de la realidad nacional, no pudo ser derribada por
una Concertación tensionada por los temas valóricos –principalmente referidos al rol de la
mujer en la familia y sus derechos sexuales y reproductivos–, situación que se evidenció en
los diversos momentos de debate sobre diferentes proyectos de ley presentados por
parlamentarios y parlamentarias de la izquierda concertacionista, que enfrentaron la
abierta oposición en sus propios partidos (PS-PPD).
La división en torno a estas temáticas que interpelan un imaginario de familia concebida
como una unidad a la vez jerarquizada y armónica, articuladora de la sociedad ideal, cruzó
el espectro político autodefinido como progresista. Las discusiones en el Congreso y en las
instancias partidarias dieron nítida cuenta de cómo en él cohabitaban sectores feministas,
que cuestionaban la concepción tradicional de la familia y el estereotipo de “lo femenino”
fuertemente marcado por la cultura mariana, y sectores más conservadores resistentes al
cambio.
No sorprende que en este ámbito, al igual que en los anteriores, la llegada a la presidencia
de Michelle Bachelet introdujera un giro, al menos desde el punto de vista simbólico. Así lo
mostraron las encuestas de 2007 y 2008 de la Corporación Humanas, en las que se registró
una percepción extendida de avances promovidos por el gobierno de Bachelet a pesar de la
persistencia de los grupos de veto (grupos religiosos, derecha partidaria y fáctica)562. En los
hechos, estas percepciones de la opinión pública resultan más bien expresiones de deseo,
contrastando con las evaluaciones sistemáticas realizadas por las organizaciones de la
sociedad civil abocadas al seguimiento de iniciativas legales, políticas y programas en
ambos temas, que registran escasos logros concretos563.
En cuanto al rol del Congreso, recién el año 2000 ingresó la primera moción
parlamentaria que abordó la necesidad de una ley marco sobre derechos sexuales y
reproductivos (Boletín 2608-11). Impulsado por el Foro de Salud y Derechos Sexuales y
Reproductivos, el proyecto fue presentado por las diputadas Saa, Pollarolo, Allende,
González y Prochelle y de los diputados Barrueto, Palma, Jarpa, Mulet y Ascencio. El
proyecto tenía por objeto establecer las normas jurídicas básicas de rango legal destinadas
a respetar, y asegurar los derechos sexuales y reproductivos de las personas. El proyecto
permaneció en la Comisión de Salud hasta que en octubre de 2008 se solicitó su archivo.
El senador Girardi (PPD) fue uno de los patrocinantes de ese proyecto en su calidad de
diputado, y dos años después (2006) la idea matriz del mismo sirvió para ingresar un nuevo
proyecto (Boletín N° 4.277-07), esta vez desde la Cámara Alta junto a los senadores José
Antonio Gómez, Roberto Muñoz Barra, Alejandro Navarro y Carlos Ominami, que proponía
una reforma constitucional para garantizar a todas las personas y en particular a la mujer,
el derecho a la libertad sexual y reproductiva. Se propuso para esto la introducción de este
nuevo numeral al Artículo 19 de la Constitución, el derecho a la libertad sexual y
reproductiva. “Este derecho corresponde especialmente a la mujer y comprende la libertad
y autodeterminación para elegir los métodos científicamente más apropiados para la
prevención y planificación del embarazo. Al Estado le corresponde garantizar, promover,
informar y orientar acerca del ejercicio de este derecho”. Este proyecto fue remitido al
archivo en marzo de 2010 y posteriormente desarchivado a solicitud del senador Gómez en
marzo de 2011, con el acuerdo de la sala, encontrándose en primer trámite constitucional.
Cuadro 6.5
En julio de 2008, un grupo transversal de diputados, entre ellos Juan Lobos (UDI) y Osvaldo
Palma (RN) junto a Enrique Accorsi, Fulvio Rossi, Gabriel Silber, Alberto Robles y las
diputadas Adriana Muñoz y María Antonieta Saa, presentaron una nueva moción para
establecer una ley marco sobre salud y derechos sexuales reproductivos, basada en el
proyecto del año 2000564. Como el anterior, propuso el reconocimiento del “derecho de
todas las personas a acceder a todos los métodos anticonceptivos seguros y eficaces de
regulación de la fertilidad que cumplan con los estándares internacionales de seguridad y
eficacia según la evaluación hecha por la Organización Mundial de la Salud”. Al igual que
sus antecesores, fue archivado.
En el Cuadro 6.5 se observa que desde los primeros años de la década de los noventa hasta
el 2007 se enfrentaron en el Congreso proyectos abiertamente contrapuestos respecto de
sus objetivos y bases ideológicas, conviviendo iniciativas que aspiraban a elevar las
sanciones penales en materia de aborto con otras dirigidas a despenalizarlo por razones
acotadas (situación que se reproduce en la Cámara Baja). Sin embargo, a partir de 2007 se
registraron sólo iniciativas que apuntaban a posibilitar la interrupción del embarazo,
aunque con restricciones respecto de las causales. Esta tendencia podría ser indicativa de
una mayor apertura transversal en el Congreso, lo que sin embargo no fue promovido por el
Ejecutivo limitando así su avance. El estancamiento del debate a pesar del clima
presuntamente más favorable contrastó con la creciente presión internacional para la
protección de la salud sexual y los derechos reproductivos de las mujeres a partir de las
conferencias de El Cairo y Beijing en las que Chile participó, y en las que estos derechos
fueron reconocidos como parte integrante de los derechos humanos.
La falta de apoyo del Ejecutivo a las reformas legales indispensables para la recuperación
de un derecho reproductivo cercenado por la dictadura impidió avanzar desde programas
de carácter informativo, educativo y de prevención en materias como embarazo
adolescente y el VIH-SIDA, a medidas concretas que, por ejemplo, hicieran más equitativo
el acceso a la anticoncepción de los y las jóvenes de distintos niveles socioeconómicos. Esto
a pesar de que en los sectores especializados hay consenso en que la inequidad se
reproduce ante la persistencia de leyes contradictorias y la discrecionalidad con la que los
municipios acatan, por ejemplo, la obligación de entregar la “píldora del día después”.
Ejemplo de las contradicciones es la Ley 20.418, que señala como deber del prestador de
salud ofrecer métodos de anticoncepción a los adolescentes que lo soliciten, mientras la
Ley 19.927 obliga al personal de salud a denunciar a los menores de 14 años con actividad
sexual. Al respecto, la presidenta de la Sociedad Chilena de Obstetricia, Pamela Oyarzún,
precisa que “la Ley 19.927 se creó para prevenir abusos en contra de menores de 14 años,
sin embargo, hoy en día hay adolescentes de esa edad que mantienen relaciones sexuales
con sus pololos y que van responsablemente a solicitar anticoncepción […] Si las
denunciamos dejarán de pedir ayuda y se embarazarán”565.
Mientras esto ocurría en el ámbito público, en el mercado las farmacias también hicieron
noticia: Salcobrand, Farmacias Ahumada y Cruz Verde fueron multadas en 2007 por
negarse a vender el fármaco, lo que llevó a los diputados PPD Marco Antonio Núñez y
Antonio Leal a denunciar que se trataba de “un boicot a las políticas de salud pública” por
parte de estas cadenas que, según los congresistas, sí se permitían vender el producto en
otros países, incluso sin receta, por lo que su negativa a comercializarla en Chile respondía
a una “campaña ideológica”. La posición de condena a la decisión de las farmacias no fue
unánime en el Congreso. En octubre de 2007 un grupo de diputados de la Alianza y la DC
ingresaron un proyecto de ley que buscaba defender “la libertad de conciencia” e
“incorporar al Código Sanitario este principio para ser invocado por ciertos profesionales
para eximirse de la obligación de vender un determinado producto que pueda perjudicar la
vida o la salud humana”. Finalmente, el año 2010 fue publicada en el Diario Oficial la Ley
20.418, que fijó normas sobre información, orientación y prestaciones en materia de
regulación de la fertilidad y autorizó la entrega de la “píldora del día después” en el
sistema público de salud. La norma entró inmediatamente en vigencia569.
Más allá de los discursos ideológicos, se fue haciendo cada vez más transversal la
conciencia de que la falta de un marco regulatorio básico que otorgue garantías explícitas
para el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, y la censura
impuesta a ciertos temas como el aborto, que sin distinción de causas sigue siendo
penalizado en Chile, redundan en una profunda brecha de acceso a estos derechos según
el nivel de solvencia y autonomía económica de las mujeres, condenando a las más pobres
a una enorme precariedad y arbitrariedad en esta materia, generando al mismo tiempo un
importante problema de salud pública.
Las dificultades para generar acuerdos políticos amplios en torno los contenidos
programáticos más progresistas de la agenda de género y la constatación de la escasa
cuota de poder efectivo alcanzada por las mujeres en la transición, fueron determinantes
en la opción de los sectores feministas afines a los partidos en el gobierno de optar por una
estrategia que priorizó una forma vicaria de poder. En ella jugó un rol central la ya
mencionada trama institucional de equidad de género, alimentada principalmente por
mujeres independientes de organismos técnicos y académicos, por reconocidas feministas
dentro y fuera del Estado y militantes concertacionistas repartidas en las agencias
gubernamentales, que permitió viabilizar la incorporación progresiva de las demandas
menos conflictivas a través de reformas legales y políticas públicas focalizadas, permeando
paulatinamente las dinámicas del Estado.
Con las limitaciones anteriores, el SERNAM –mecanismo institucional creado para promover
la igualdad entre hombres y mujeres– logró importantes avances en el reconocimiento y
legitimación de los derechos de las mujeres, incorporando medidas acotadas de acción
afirmativa contra la discriminación, especialmente en el mundo del trabajo, tanto en el
sector público como, de forma mucho más limitada, en el sector privado. También promovió
el avance significativo de uno de los temas críticos para la base social del movimiento de
mujeres: la violencia intrafamiliar. Problema que fue enfocado bajo la perspectiva de la
familia, evitando así las resistencias de los poderes fácticos y los sectores permeados por
los valores más ligados a una óptica conservadora, proyectada con fuerza en la oposición
pero también dentro del Gobierno.
Las relaciones con el pueblo mapuche han estado marcadas por las características
adquiridas durante la Conquista, las que en gran parte persisten en la actualidad,
coexistiendo una nación, la chilena creada por el Estado, con naciones pre-existentes sin
Estado –alacalufe (kawáskar), atacameña, aymara, coya, mapuche, quechua, rapanui,
yámana (yagán)- cuyas identidades están fuertemente ancladas a los territorios habitados
ancestralmente571. La permanente resistencia y movilización contra la violación de sus
derechos y por la restitución de sus tierras le ha dado al pueblo mapuche una identidad por
la que ha combatido por siglos preservándola hasta la actualidad. Aun cuando las luchas
dadas durante cinco siglos de sometimiento no han logrado el pleno reconocimiento
político, económico, social y cultural del pueblo mapuche, el estado actual de sus recursos
organizacionales y el debate estratégico al interior de sus organizaciones, les ha permitido
proyectarse en el plano nacional con perfiles cada vez más nítidos.
Los ejes valóricos bajo los cuales se ordenaron históricamente las relaciones entre el Estado
nacional y mapuches fueron la empresa colonial y la impronta hacendal. La primera
relación de los mapuches con los conquistadores fue la de un pueblo colonizado, una
dominación por parte de una minoría de extranjeros cuyas políticas estuvieron
fundamentalmente inspiradas en su propio interés y definidas en una metrópolis distante
por personeros convencidos de su superioridad cultural572. Tal como lo explica Guillermo
Bofill,
“Dentro del sistema total el colonizado es uno y plural (el indio/los indios), forma una
sola categoría que engloba y uniformiza al sector dominado; internamente, se disgrega
en múltiples unidades locales que debilitan las antiguas lealtades enfatizando la
identidad parroquial (…) la sociedad colonial es dual en su estructura básica y plural en
el sector colonizado (…) El indio es una categoría supraétnica producto del sistema
colonial, y solo como tal puede entenderse”573.
La consolidación del Estado nacional inspirada en estos valores derivó en una postura
integracionista en la que los pueblos originarios debían ser parte indiferenciada de la
sociedad chilena. El historiador Gonzalo Vial expresó con claridad la postura conservadora
al respecto. Reconocía la “integración forzada” del pueblo mapuche a cambio de lo cual se
le habían prometido “beneficios que no les hemos dado. Hasta el punto que los mapuches
son hoy los chilenos más pobres y más ignorantes, y los que adolecen de los peores
servicios públicos, en la Araucanía y fuera de ella”. Y terminaba concluyendo que:
“La entrega de tierras a los mapuches rurales tampoco los sacará de la miseria, porque:
a) el aumento de su número a través del tiempo hace prácticamente imposible que
lleguen, siquiera, a la cantidad de hectáreas por cabeza que tenían cuando los
‘redujimos’ en el siglo xix, y que era el triple de la actual; b) además, los predios que
poseen, y los que se les han añadido, son pobres, erosionados, y muchos de aptitud
únicamente forestal; c) carecen los indígenas de preparación técnica para un trabajo
agrícola tan difícil, y nadie los está capacitando al efecto; d) tampoco nadie se
preocupa de discurrir cómo (si es posible) compatibilizar el avance agrícola con la
propiedad colectiva de la tierra”577.
Esta postura frente al tema indígena alcanzó incluso más allá de la derecha. Tal como lo
indica Carlos Ruiz Rodríguez, también “hubo personeros e intelectuales de izquierda que
no estaban plenamente convencidos de la importancia de asegurar la integridad de la
comunidad e incluso de la cultura mapuche, y postulaban la necesidad de que este pueblo
se dejase asimilar por la sociedad global”578. No obstante, hubo épocas en la que la
izquierda –particularmente el PC– estuvo de acuerdo en reconocer derechos de autonomía
a los pueblos indígenas. La FOCH mantuvo una estrecha relación con el movimiento
mapuche especialmente durante los años treinta y de su influencia probablemente se
desprende la demanda mapuche por la “república indígena” formulada en 1931 por la
Federación Araucana de Manuel Aburto Panguilef579.
Una inflexión en la tendencia histórica antes señalada lo constituyó la Ley Indígena de
Salvador Allende (Ley 17.729, 15 septiembre de 1972) que reconoció los títulos históricos
de merced y la posesión existente de las tierras comunitarias, restituyó parte de las tierras
expropiadas, les otorgó el carácter de inembargables y exentas del pago de contribuciones
y creó el Instituto de Desarrollo Indígena580.
La situación del pueblo mapuche durante la dictadura observó una radical regresión a los
patrones más conservadores en su histórica relación con el Estado chileno. De acuerdo al
mismo Bengoa, la política del gobierno militar inspirada en criterios geopolíticos y
neoliberales, llevada a cabo como una operación militar, impuso una legislación dividiendo
las reservas anteriormente ampliadas, estableciendo el proyecto inicial del decreto ley que
establecía que “dejarán de ser tierra indígenas e indígenas sus habitantes”581
La tensión en el espacio de las relaciones inter-étnicas es, por lo tanto, doble. Por una parte,
la propiedad agrícola se vio cuestionada con la reivindicación territorial indígena. Por la
otra, se agudizó la demanda por el reconocimiento de los derechos conculcados y la
autonomía de los pueblos originarios. Así, la democratización del país y la legitimidad de su
democracia pasaron una de sus pruebas más importantes en el reconocimiento e inclusión
efectiva de las diversidades étnicas en cuanto naciones. Esta inclusión no solamente dice
relación con el reconocimiento de derechos anteriormente negados, sino que pone a
prueba la efectiva transición desde un país estructurado jerarquizadamente en grupos con
características adscritas, hacia una moderna configuración republicana e intercultural
donde interactúa, en igualdad de condiciones, una diversidad de grupos, cualquiera sea su
origen étnico o procedencia geográfica (migrantes antiguos y nuevos).
Durante la construcción del Estado y de la nación chilena en los siglos XIX y XX, los pueblos
indígenas no tuvieron un lugar importante dentro de las políticas de los diversos gobiernos
en cuantos ciudadanos sujetos de derechos. Su inclusión fue más bien simbólica. Por
décadas, la concepción predominante respecto a los mapuches, el pueblo indígena más
numeroso en territorio chileno, fue la de una raza guerrera, tal como se vio reflejada en
planteamientos como el de Nicolás Palacios583, quien afirmaba que el componente
araucano habría aportado a la “raza chilena” la característica de pueblo guerrero. Más
tarde, Mario Góngora estimó que en la medida que la nación chilena se formó a través de la
acción militar del Estado durante el siglo XIX, Chile se habría fundado en gran medida
gracias a la guerra de Arauco durante la colonia584.
No obstante, este discurso sobre el mapuche guerrero y la inclusión simbólica del indígena
en el imaginario nacional no implicó un reconocimiento de la diversidad étnica del país.
Hasta fines de los años ochenta del siglo XX, las comunidades indígenas fueron objeto de
políticas públicas que buscaban su asimilación a la sociedad chilena mediante la
introducción de nociones ajenas a su cultura, como la propiedad privada de la tierra, entre
otras. Esta política de asimilación fue históricamente predominante y funcional a la
reproducción de desiguales y asimétricas relaciones de poder entre los colonizadores y
pueblos indígenas, y sus herederos.
Esta rígida estratificación étnica fue mantenida y fortalecida por una fuerte discriminación
racial, la que ha sido conceptualizada por Jorge Larraín como racismo encubierto, rasgo
identitario del Chile actual, caracterizado por una valoración exagerada de la blancura de la
piel y una visión negativa de indígenas y afrodescendientes. Así, la estratificación social ha
estado permanentemente acompañada de un elemento racial: más oscura la piel, más
abajo en la escala social, lo que Alejandro Lipschütz llamó “la pigmentocracia”585. Sin
embargo, el que los indígenas hayan terminado siendo una minoría, que los negros estén
prácticamente ausentes de la vida social y que la mayoría mestiza –relativamente
homogénea– trate de distanciarse socialmente del mundo indígena, ha llevado a olvidar el
racismo en el país y considerarlo como una ficción social, no como un problema
nacional586.
Las políticas a favor de los pueblos originarios (Cuadro 7.1) tienen especial importancia
toda vez que han facilitado el desarrollo de su identidad como actores políticos. Esta forma
menor de empoderamiento conlleva una disminución relativa de la asimétrica relación de
poder entre indígenas, el Estado y el resto de la sociedad. Las reformas que se consignan a
continuación se diferencian de otras políticas gubernamentales sin consagración legal
puesto que para ser eliminadas no basta un mero acto administrativo después de un
cambio de gobierno, sino una nueva ley.
Cuadro 7.1
1. Reconocimiento
Las medidas implementadas por los gobiernos concertacionistas tuvieron como elemento
compartido el intento de superación de políticas anteriores, especialmente de aquellas
puestas en acción durante la dictadura. Así, el reconocimiento de los pueblos originarios e
identidades se constituyó en el grueso de esas iniciativas. Los derechos de los pueblos
originarios, la afirmación del interculturalismo como meta a alcanzar y el respeto y
restitución de sus espacios ancestrales, constituyeron un importante conjunto de políticas
que inició una nueva aproximación a esta temática.
a. Derechos
La Ley Indígena, la suscripción del Convenio 169 de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT), la reforma que permitió el reconocimiento constitucional de los pueblos
indígenas y la propuesta de una defensoría ciudadana, fueron las iniciativas que avanzaron
en el reconocimiento y defensa de algunos derechos de los pueblos originarios.
i. Ley indígena
La propuesta de esta ley surgió de la Comisión Especial de Pueblos Indígenas (CEPI), creada
por el presidente Aylwin en 1990 y formada por un consejo compuesto por diez
representantes indígenas y diez representantes de las distintas instancias
gubernamentales con competencia en este ámbito588. Mediante la misma, por primera vez
se reconoció a los indígenas en el marco jurídico del país, estableciendo una serie de
definiciones básicas y obligaciones del Estado. En primer lugar, se le entregó al Estado la
facultad exclusiva de otorgar la calidad de indígena, requisito necesario para acceder a los
beneficios dirigidos específicamente a estos. Se reconocieron como las principales etnias a
la mapuche, aymara, rapanui, atacameña, quechua, colya, kawaskar o alacalufe y yámana
o Yagán. Luego, en 2006 a través de una propuesta de los diputados representantes de
la III Región de Atacama, se incorporó la etnia Diaguita (Ley 20.117)589.
Esta ley demoró dos años en ser aprobada una vez ingresada al Congreso, en cuya
discusión se realizaron algunas modificaciones que limitaron el texto original. De acuerdo a
José Aylwin591, estas limitaciones fueron, en primer lugar, que en todo el texto se utiliza el
término “etnia”, ya que no existía el consenso necesario para la inclusión de la noción de
“pueblo”, discusión que se mantiene hasta hoy, como se verá más adelante. En segundo
lugar, referido a las ADI, la propuesta original las consideraba como territorios con mayores
espacios de autogestión del desarrollo mientras que finalmente se constituyeron como
zonas donde el Estado debe focalizar su acción. Además, se eliminó el capítulo de los
jueces de paz, a quienes se permitía resolver sobre asuntos menores no constitutivos de
delito, como reconocimiento a las formas propias de resolución de conflictos.
El proceso de reconocimiento de los pueblos indígenas por parte del Estado tiene como hito
relevante la entrada en vigor del Convenio 169 de la OIT. Finalizando un largo proceso
iniciado en enero de 1991, la ratificación del Convenio culminó en septiembre de 2008 –
entrando en vigencia el 15 de septiembre de 2009–, tras haber pasado por ambas Cámaras
del Congreso y luego de ser promulgado por la presidenta Bachelet.
El proyecto original establecía que “el Estado velará por la adecuada protección jurídica y el
desarrollo de los pueblos indígenas que integran la Nación chilena”; incorporaba la
posibilidad de realizar medidas de acción afirmativa, referida a la garantía de no
discriminación en materia económica, mediante el establecimiento de beneficios y
franquicias en favor de las comunidades indígenas. Finalmente, proponía como una nueva
materia de ley de iniciativa exclusiva presidencial el “establecer sistemas de protección
jurídica y beneficios o franquicias para el desarrollo de los pueblos indígenas”. Luego, en la
discusión el texto fue modificado aprobándose por 90 votos a favor, una abstención y
ningún voto contrario la siguiente redacción: “El Estado reconoce y ampara a los indígenas
que integran la Nación chilena y velará por su desarrollo y su adecuada protección
jurídica”, sin incluir la palabra pueblos que para algunos podía llevar a cuestionar la unidad
de la nación. Posteriormente, en la discusión particular realizada en 1999, se consensuó el
siguiente artículo: “El Estado reconoce a los pueblos indígenas, los cuales integran la
Nación chilena. La ley promoverá el respeto y desarrollo de sus culturas, lenguas,
organización social y costumbres, y garantizará a sus integrantes la participación que les
corresponde”. Este artículo recibió 69 votos a favor, 3 en contra y 9 abstenciones y se
consideró rechazado por no alcanzar los 72 votos que requería de quórum para una
reforma constitucional.
A pesar de que recibió pocos votos en contra y abstenciones, se presume que no existía
consenso para legislar por el importante número de diputados, de ambas coaliciones, que
no acudieron a votar. Entre los argumentos presentados en contra de legislar en esta
materia, tanto en la comisión como en la sala, se encontraba la animadversión frente al
término pueblo, como ya se mencionó, y la consideración que establecer una diferenciación
entre indígenas y el resto de los chilenos llevaría a una mayor división y aislamiento
indígena –causas mentadas de su menor desarrollo– en vez de propender hacia una mayor
integración593. Además, en la comisión, el representante de Libertad y Desarrollo
argumentó que con este reconocimiento constitucional y la protección de las culturas
indígenas se limitaba el derecho individual de los indígenas a decidir entre mantener su
cultura o inclinarse por la “integración” a la cultura predominante594.
El 7 de abril de 2009 se aprobó en el Senado la idea de legislar sobre dos proyectos que
otorgan reconocimiento constitucional a los pueblos indígenas (Boletines 5522-07 y 5324-
07). El primero, ingresado por el gobierno de la presidenta Bachelet, establecía que la
nación chilena es multicultural, reconociendo el derecho de los pueblos indígenas a
conservar, desarrollar y fortalecer su identidad, idiomas, instituciones y tradiciones
culturales y sociales. El segundo proyecto, presentado por cinco senadores de RN,
reconocía el aporte de los pueblos originarios a la conformación de la nación chilena. En la
discusión en el Senado se incorporaron algunos artículos al proyecto original y otro
proyecto aprobado en la Cámara de Diputados y presentado por siete parlamentarios de la
Concertación representantes de distritos con importante población indígena. Con las
modificaciones se explicitó que los pueblos indígenas podrán organizar su vida de acuerdo
a sus costumbres siempre que ello no contravenga la Constitución y las leyes. Se especificó
la garantía de igualdad ante la ley de todos los ciudadanos sin importar su origen étnico o
racial. Finalmente, se agregó la protección de la propiedad de la tierra de personas y
comunidades indígenas y sus derechos de aprovechamiento de aguas, siguiendo lo
estipulado en la Constitución y las leyes.
Otro punto de discusión fueron los derechos de aguas ancestrales. Nuevamente, el senador
Larraín consideró innecesario establecer un resguardo constitucional de los mismos en
cuanto los derechos de aguas deben constituirse de acuerdo a lo que dicta el Código de
Aguas. Además, los alcances de consagrar estos derechos constitucionalmente levantaba
dudas en algunos senadores que creían podría llevar a la expropiación. Frente a esta
preocupación, el ministro Viera-Gallo aclaró que no era el propósito del gobierno modificar
el estatuto jurídico de las aguas en Chile sino que, cuando los derechos de aguas
estuvieran disponibles o fueran fiscales, se otorgarían a las comunidades con cargo al fondo
respectivo y, en caso de ser privados, la política era comprarlos, no expropiarlos. Por otra
parte, a pesar que los derechos de aprovechamiento ya estaban protegidos por la ley,
planteó que su inclusión en la Constitución tenía más que un valor práctico, uno simbólico.
Respecto a la consagración de los derechos ancestrales sobre las tierras existió mayor
acuerdo.
La idea de legislar fue aprobada en la sala por 24 votos a favor y la abstención del senador
Alejandro Navarro, quien consideró que no se podía aprobar una reforma sin primero
realizar la consulta a los propios pueblos, y que ésta debiese haberse realizado antes y no
después de la primera votación.
Otras materias incluidas en la Ley Indígena fueron el derecho de los pueblos originarios a
mantener y desarrollar las propias manifestaciones culturales y el establecimiento de una
multa de uno a cinco ingresos mínimos mensuales para quienes los discriminen. Se reguló
el establecimiento de comunidades indígenas con personalidad jurídica (agrupaciones que
provengan de un mismo tronco familiar; que reconozcan una jefatura tradicional; posean o
hayan poseído tierras indígenas en común y/o provengan de un mismo poblado antiguo
siempre que se constituyan ante notario, oficial del registro civil o secretario municipal).
Un paso importante en estas materias fue la subscripción del Convenio 169 de la OIT, en
cuya discusión volvió a salir el concepto de “pueblo”. En la misma sesión del año 2000, el
diputado Haroldo Fossa (RN) sostenía que el Convenio, al reconocer a los indígenas su
carácter de pueblo, contenía la idea de independencia, reconociendo la existencia de un
Estado dentro de otro, lo que para él era inadmisible600. Para evitar esto, y reconociendo
“los problemas de las etnias”, proponía lograr el respeto y reconocimiento de los indígenas
mediante el perfeccionamiento de la Ley Indígena y la CONADI,argumentando que esta ley
e institución eran las que la nación chilena había creado para abordar la realidad de los
indígenas.
Este proyecto establecía medidas contra la discriminación por origen étnico y nacional,
creencia, lengua, sexo y orientación sexual. Además, modificó otros cuerpos legales como
el Código del Trabajo, el Estatuto Administrativo para Funcionarios Municipales y el Código
Penal, para que éstos se rigieran por normas de no discriminación.
iii. Topónimos
Otro tema relativo al reconocimiento de los pueblos indígenas tiene que ver con la
valoración de la diversidad cultural a través de los topónimos, esto es, los nombres de
accidentes geográficos, ciudades, poblados y bienes nacionales de uso público. La
propuesta de que toda señal oficial que indique un nombre de alguno de los pueblos
indígenas reconocidos por ley consigne también su significado en español se materializó el
2003, cuando el senador Baldo Prokurica (RN) presentó una moción con el objetivo de
reafirmar las raíces culturales del país permitiendo “reponer la conexión histórico-cultural
entre la toponimia urbana y rural de nuestro país y sus orígenes indígenas, es decir, que se
preserve la tradición”. Esto en el contexto de la globalización que, de acuerdo al autor,
tiende a la homogeneización de patrones de consumo y de organización y la proposición de
modelos de instituciones y estructuras uniformes en detrimento de la diversidad nacional y
cultural. Para el experto en lingüística de la Universidad de Chile Gilberto Sánchez, el
proyecto es relevante en cuanto “los topónimos aportan conocimiento acerca de nuestra
geografía, flora y fauna, como también de la cultura y ‘visión de mundo’ de los pueblos
originarios. [C]ontribuyen a una mejor educación de los habitantes del país”601.
El proyecto en cuestión (Boletín 3302-04) pasó años sin ser discutido, para ser aprobado en
el Senado, en general y particular, con votación unánime en 2009. Sin embargo, la
Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, con acuerdo del Senado, procedió a su
archivo en agosto de 2010.
iv. Cambio de apellidos
c. Espacios
ii. Convenio 169
En el Convenio 169 de la OIT, uno de los grandes temas en cuestión decía relación con los
derechos de propiedad. Así, el argumento para rechazar la aprobación del Convenio por el
diputado Gustavo Alessandri (RN) en marzo de 2000, cuestionaba la constitucionalidad del
proyecto por la cesión de derechos a indígenas. El Artículo 15 del Convenio señala que los
pueblos indígenas interesados pueden participar en la utilización, administración y
conservación de los recursos naturales en sus tierras. Si la propiedad es del Estado, se debe
consultar a los pueblos interesados respecto a su uso, debiendo recibir parte de los
beneficios e indemnizaciones en caso de ser dañados. El diputado Alessandri, tal como
Alfonso Dulanto, ministro de Minería del momento, argumentaron que dicho artículo
difícilmente podía conciliarse con el ordenamiento constitucional y legal minero nacional,
ya que se condicionaba el derecho del Estado sobre el dominio absoluto de las minas.
Como respuesta, el diputado de origen mapuche, Francisco Huenchumilla (PDC),
contraargumentó diciendo que tal derecho no constituye una violación, sino una limitación
a la propiedad que nunca es absoluta.
En julio de 2007 fue aprobada una reforma constitucional que creó los territorios especiales
de Isla de Pascua y Archipiélago Juan Fernández (Ley 20.193). Sin embargo, la ley orgánica
constitucional que definiría el estatuto del territorio de Isla de Pascua se empantanó en su
discusión (Boletín 5940-06, julio 2008).
En esa ley, para cuya elaboración se realizó un proceso de conversación y diálogo con las
comunidades, se establece que Isla de Pascua pertenecerá al territorio especial y no a la
región de Valparaíso. La toma de decisiones políticas residirá en el gobierno insular, similar
a los gobiernos regionales, compuesto por el Gobernador y por un Consejo de Desarrollo
Insular integrado por seis consejeros, de los cuales se requiere que al menos cuatro
pertenezcan a la comunidad Rapa Nui. También formará parte del Consejo el Presidente del
Consejo de Ancianos Rapa Nui. A su vez, este último órgano tendrá un carácter consultivo,
siendo la consulta obligatoria en materias relativas a la protección de las tradiciones,
lengua y cultura.
De ser aprobada tal reforma, el pueblo Rapa Nui tendría importante participación en la
toma de decisiones de los asuntos que los involucran, tal como establece el Convenio 169,
lo que implica un reconocimiento a su carácter de cultura diferenciada y ciertamente una
redistribución de poder desde el centro y hacia las comunidades, cuyas características son
inéditas en Chile. El proyecto se encuentra en primer trámite constitucional, sin haber sido
sometido a votación, y sin urgencia desde junio de 2009.
La discusión del estatuto de Isla de Pascua volvió a hacerse presente en 2009 luego que en
agosto de ese año un grupo de isleños se tomara la pista del aeropuerto de Hanga Roa en
señal de protesta por el aumento de turistas en la isla. Los reclamos de los pascuenses
apuntaban a controlar la residencia de extranjeros en la isla, particularmente de chilenos y
europeos, que van de paso y luego se quedan, situación que consideran genera una gran
presión ambiental e implica un daño al patrimonio insular.
Los argumentos en contra por sectores de derecha establecían que la solución a los
problemas de sustentabilidad que afectan a la isla no podían resolverse limitando la libre
circulación o permanencia en un determinado lugar del territorio nacional. Además, “este
precedente sin duda incentivaría a otros grupos étnicos –y, quizá, aun simplemente
locales– a demandar también estatutos territoriales diferenciados en la Constitución, lo que
presuntamente exceda con mucho las intenciones de una regulación que busca solucionar
un problema específico del Chile insular”611, afectando la unidad nacional y dando lugar a
posible problemas geopolíticos.
La Ley 20.249, publicada en febrero de 2008, definió el espacio marino de los pueblos
originarios, otorgando a las agrupaciones de comunidades indígenas su administración con
el fin de continuar con el uso consuetudinario dado durante siglos, resguardando sus
tradiciones y el uso de los recursos naturales del borde costero. Solo en mayo de 2009 se
aprobó su reglamento.
El proyecto que creó la nueva institucionalidad ambiental modificando la Ley 19.300, Bases
del Medio Ambiente, consignó que “Los órganos del Estado, en el ejercicio de sus
competencias ambientales y en la aplicación de los instrumentos de gestión ambiental,
deberán propender por la adecuada conservación, desarrollo y fortalecimiento de la
identidad, idiomas, instituciones y tradiciones sociales y culturales de los pueblos,
comunidades y personas indígenas, de conformidad a lo señalado en la ley y en los
Convenios internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes”. Con esto se
dio cumplimiento al Convenio 169, al intentar compatibilizar el desarrollo económico con la
protección del medio ambiente y las comunidades locales considerando la profunda
relación entre pueblos indígenas y recursos naturales. Aun cuando la protección a sus
territorios y la consulta en caso de inversión en ellas eran derechos resguardados por la Ley
Indígena y otros cuerpos legales, resultaba importante su reconocimiento adicional en la
legislación ambiental.
Estos temas fueron de gran relevancia dado lo ocurrido en los noventa con las centrales
hidroeléctricas Pangue y Ralco, las que forzaron el traslado de cientos de pehuenches de
sus territorios ancestrales inundados por las represas. La política del gobierno del
presidente Frei, inclinada a favorecer su construcción, contribuyó a la pérdida de
legitimidad de la CONADI frente a los indígenas.
2. Institucionalidad
La primera instancia fue el Encuentro Nacional Indígena de 1989, del que surgió el Acuerdo
de Nueva Imperial entre representantes de organizaciones indígenas mapuches, Aymara y
Rapa Nui y el entonces candidato Patricio Aylwin. Allí, los representantes de los pueblos
indígenas se comprometieron a trabajar junto al Gobierno en la consolidación de la
democracia y el reconocimiento de derechos. En 1990 se creó la Comisión Especial de
Pueblos Indígenas (CEPI), de donde surgió la propuesta para la Ley Indígena. En julio
de1999, finalizando su mandato, el presidente Frei creó la Comisión Asesora del Presidente
de la República sobre Pueblos Indígenas. Luego, durante el gobierno del presidente Lagos,
fue la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato, creada en 2001. Y finalmente, la
presidenta Bachelet convocó a un Diálogo Nacional con los Pueblos Indígenas entre junio
de 2006 y enero de 2007.
Llama la atención que en los cuatro gobiernos concertacionistas se hayan organizado tales
instancias para la proposición de políticas toda vez que muchas de las demandas de los
pueblos indígenas se han mantenido constantes, aun cuando en cada comisión se han
evaluado las políticas realizadas por los gobiernos anteriores e incorporado nuevas
demandas. Su análisis muestra que los compromisos adoptados por las distintas instancias
–reflejados en los informes de las Comisiones– no han sido posteriormente cumplidos. Por
ejemplo, la demanda del reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas que viene
desde el gobierno de Aylwin, fue acordada en su momento por los diversos actores
involucrados, sin embargo, hasta hoy la reforma no se ha producido por falta de apoyo en el
Congreso o falta de voluntad política.
Las diferencias han estado dadas particularmente por los contextos históricos, puesto que
durante el gobierno de Aylwin lo necesario era establecer una institucionalidad y una
legislación de reconocimiento a los pueblos indígenas. El gobierno de Frei se vio enfrentado
a las reacciones de las comunidades mapuches frente a los proyectos hidroeléctricos.
Durante el gobierno de Lagos y particularmente durante el de Bachelet, tras varios años de
funcionamiento de la institucionalidad y la evidencia de las falencias de la política
indígena, lo que se planteó fue un salto cualitativo en la materia, el que no concitó los
acuerdos necesarios para algunas de las medidas más emblemáticas que debían pasar por
el Congreso. Ejemplos fueron el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas, la
creación de una institucionalidad de más alto nivel y nuevas formas de representación
política, entre otras.
Aprobada en octubre de 1993, la Ley Indígena creó un marco para regular las relaciones
entre pueblos indígenas y el Estado, estableciendo por primera vez obligaciones de este
último hacia los primeros.
Al igual que en otras áreas, mediante esta ley marco se creó un órgano gubernamental
para manejar planes y programas relativos a pueblos indígenas: la Corporación Nacional de
Desarrollo Indígena (CONADI), dependiente del Ministerio de Planificación y Cooperación
(MIDEPLAN). Su domicilio y sede principal se fijó en la ciudad de Temuco613 y se
establecieron dos subdirecciones, Temuco e Iquique, cuatro Direcciones Regionales y cuatro
Oficinas de Asuntos Indígenas. Su misión fue de “promover, coordinar y ejecutar, en su
caso, la acción del Estado en favor del desarrollo integral de las personas y comunidades
indígenas, especialmente en lo económico, social y cultural y de impulsar su participación
en la vida nacional” (Artículo 39). Entre sus funciones específicas se encuentran el otorgar
la calidad de indígena, llevar un Registro de Comunidades y Asociaciones Indígenas y un
Registro Público de Tierras Indígenas, asumir, cuando así se solicite, la defensa jurídica de
los indígenas y sus comunidades en conflictos de tierras y aguas, entre otras.
A medida que aumentaron y se hicieron más complejas las áreas de competencia de las
políticas relativas a los pueblos indígenas y las demandas de estos evolucionaron, quedaron
en evidencia los límites de la CONADI, generándose un amplio consenso en torno a que
esta institución se encontraba sobrepasada por la brecha existente entre la oferta
institucional y la demanda indígena.
En enero de 2008, la presidenta Bachelet nombró a Rodrigo Egaña como Alto Comisionado
Presidencial para Asuntos Indígenas, con el objeto de reimpulsar el diálogo con las
comunidades indígenas; evaluar y supervigilar el avance de las políticas públicas para su
pleno cumplimiento; favorecer los cambios necesarios para que la sociedad asuma su
carácter multicultural, y trabajar en el reconocimiento constitucional de los pueblos
indígenas y por la ratificación del Convenio 169. Posteriormente, en junio del mismo año,
mediante decreto se creó el Consejo Ministerial para Asuntos Indígenas cuyo objetivo era
establecer un mecanismo de alto nivel capaz de asesorar a la Presidencia en materias
indígenas. En 2002 el presidente Lagos había creado una instancia similar llamada
Comisión Asesora Presidencial para la Coordinación de Políticas y Programas Indígenas,
siendo la principal diferencia que esa Comisión estaba integrada por 9 subsecretarios más
el Director de Presupuestos, con un carácter más técnico, mientras que la Comisión de
Bachelet fue a nivel ministerial, con los jefes de 12 carteras y funciones de definición de
políticas.
El Consejo establecido por la presidenta Bachelet estuvo integrado por los ministros de
Planificación; Interior, Secretaría General de la Presidencia, Relaciones Exteriores,
Educación, Salud, Obras Públicas, Bienes Nacionales, Agricultura, Vivienda y Urbanismo,
Economía, Fomento y Reconstrucción y Medio Ambiente. La Presidenta del Consejo era la
Ministra del Planificación y su secretario Ejecutivo el Comisionado Presidencial. Las labores
del Consejo eran: pronunciarse sobre proyectos de ley relativos a Asuntos Indígenas; velar
por la implementación en sus sectores de la política indígena; evaluar las políticas y
programas dirigidos a los pueblos indígenas; asesorar en la fijación de prioridades para el
gasto de recursos públicos destinados a estos; sugerir directrices generales para las
iniciativas programáticas que los afectasen, y recomendar acciones para superar
dificultades en el avance de Re-Conocer: Pacto Social por la Multiculturalidad y en la
implementación del Convenio 169 de la OIT.
La propuesta de crear una instancia de más alto nivel surgió del reconocimiento que la
CONADI había sido superada en sus funciones y no contaba con las herramientas
necesarias para el desarrollo adecuado de la política indígena. Sin embargo, dado el tenor
de los desafíos de la política hacia los pueblos indígenas esa propuesta resultó insuficiente
y en octubre de 2009 se presentó un nuevo proyecto para una reforma mayor de la
institucionalidad indígena, la que surgió en medio del recrudecimiento de los episodios de
violencia en la Araucanía asociados a las demandas históricas de las comunidades sobre las
tierras que motivaron la toma de predios. La respuesta desproporcionada de las fuerzas
policiales, la muerte de un joven comunero y una escalada de enfrentamientos entre
algunos miembros de las comunidades mapuches y las fuerzas policiales dejó una vez más
en evidencia las falencias de la política de restitución de tierras, la lentitud en los avances
en el reconocimiento de derechos y la incapacidad de la institucionalidad existente de
hacer frente a los desafíos, provocando un cuestionamiento generalizado hacia la política
indígena del gobierno y sus avances.
Desde las organizaciones indígenas surgieron críticas a esta propuesta por la falta de un
proceso de consulta, en violación al Convenio 169 de la OIT vigente desde septiembre de
2009. El gobierno respondió diciendo que realizaría una consulta y que el convenio
permitía que ésta se realizara antes o en paralelo a la tramitación de un proyecto616,
consulta que no se llegó a realizar puesto que el proyecto se estancó en el marco de las
investigaciones por la entrega fraudulenta de tierras y posteriormente por el cambio de
gobierno617. De inmediato aparecieron las primeras críticas a la propuesta, considerando
equivocada la tendencia a crear nuevas instituciones como solución a los problemas, dando
cuenta de la común reticencia de sectores de derecha al crecimiento del Estado, en el
contexto de la aprobación de los ministerios de Energía y de Medio Ambiente y la discusión
de la creación del ministerio de la Juventud y el Deporte618.
Respecto a los escaños reservados para indígenas, Marcos Espinoza (PRSD) mostró una
opinión favorable, aunque cuidando los mecanismos de selección de candidatos para que
éstos no fueran impuestos. Ramón Farías (PPD) opinó que era un tema que requería un
profundo debate porque debía modificarse el parlamento antes, mientras Joaquín Godoy
(RN) se mostró contrario a los escaños ya que ningún chileno debiese ser privilegiado por
sobre otro620. El argumento de la igualdad de todos los chilenos y que el establecer
diferencias en base a la condición de indígena implicaba una forma de discriminación,
desestimando así medidas de acción afirmativa, fue un razonamiento reiterado en contra
de la adopción de determinadas políticas favorables a los indígenas, entre otras, la
ratificación del Convenio 169, la discusión de un Código de Conducta Responsable
Empresarial y los escaños reservados para indígenas.
f. Comisión en Cámara
Las políticas antes señaladas fueron complementadas por fondos y programas para el
desarrollo indígena, los que pusieron énfasis en la recuperación de tierras ancestrales,
educación y calidad de vida.
a. Fondos Indígenas
Este fondo fue creado a través de la Ley Indígena, siendo uno de sus principales
componentes el que busca hacerse cargo de la demanda por la recuperación de tierras
ancestrales. Esta recuperación también se realiza a través del traspaso de tierras fiscales a
comunidades indígenas, a título gratuito, mediante convenio con el Ministerio de Bienes
Nacionales. Este componente se llevaba más de dos tercios del presupuesto total de la
CONADI, como muestra el Cuadro 7.2.
Este fondo busca el otorgamiento de subsidios para la adquisición de tierras, que no
pueden ser enajenadas durante 25 años; el financiamiento de mecanismos para la solución
de problemas relativos a tierras, y el financiamiento para la constitución, regularización o
compra de derechos de aguas o financiar obras destinadas a obtener este recurso.
Cuadro 7.2
(Miles de $ de 2009)
Una de las grandes falencias de la CONADI era la forma de adjudicación de tierras, lo que
dio lugar a graves irregularidades. Por la naturaleza de su doble representación, integrada
por representantes de gobierno y las comunidades indígenas, y por un sistema de
adjudicación que deja importantes espacios de discrecionalidad a la institución, ha existido
una captura del organismo que en algunas ocasiones privilegió la entrega de tierras a
determinadas comunidades más cercanas o, cuando no se cumplen los requisitos, utilizaba
resquicios como la entrega a casos especiales. Por estas razones, en septiembre de 2009
fue sancionado el jefe nacional del Fondo mediante la suspensión de sus funciones622.
Finalmente, existían visiones de que la entrega debía dirigirse al pago de una deuda
histórica y al fortalecimiento de la identidad indígena, mientras que por otra –aunque no de
forma excluyente– se pretendía el desarrollo económico de las comunidades a través de la
explotación de las tierras. En este último caso, la política no fue eficiente, tal como da
cuenta una evaluación de la Dirección de Presupuestos realizada el año 2001623. Para
sectores de la derecha esta situación habría dado cuenta del fracaso de la política indígena,
limitada por la prohibición de vender las tierras y la existencia de propiedad comunitaria,
entre otros factores624. Pero como indica el informe de la DIPRES, si la evaluación considera
objetivos inmateriales para las comunidades como el fortalecimiento de su identidad, los
resultados podrían ser distintos. En suma, la restitución de tierras ha sido insuficiente,
existiendo un importante descontento por no haberse cumplido las metas planteadas por el
gobierno en este sentido, las que incluían la entrega de tierras a 115 comunidades
priorizadas y la resolución de solicitudes de 308 comunidades625.
Otro de los instrumentos de fomento creados por la ley indígena fue el FDI con el objeto de
financiar programas dirigidos al desarrollo de las personas y comunidades indígenas a
través de planes especiales de crédito, sistemas de capitalización y otorgamiento de
subsidios.
El FDI es manejado por la CONADI y los fondos se entregan de acuerdo a las políticas que
impulse MIDEPLAN, en base a las cuales se elabora un programa anual de objetivos, metas
y líneas de acción para mejorar la utilización de los recursos que se asignen al FDI. Las
áreas de financiamiento, redefinidas para el período 2008-2010, fueron el fomento a la
economía, gestión social indígena y estudios de preinversión. Para el período 2006-2010, se
plantearon como metas el generar información que permitiera orientar y optimizar la
inversión pública; fomentar las capacidades de gestión en procesos de inversión económica
y social, respetando y promoviendo los valores y características culturales de su población,
y fomentar las actividades económicas de personas, familias y comunidades indígenas.
Para concretar la inversión se realizarían convenios con diversos organismos públicos y
privados, en particular con los gobiernos regionales y municipalidades. Los recursos podían
asignarse mediante licitación o contratación directa.
Este fondo fue creado en 1995 en respuesta a las demandas estratégicas de los pueblos
indígenas enfocadas en la conservación y desarrollo de su patrimonio cultural y
establecimiento de las bases educacionales en beneficio de las nuevas generaciones. Para
lograr estos objetivos, el fondo cuenta con los siguientes programas:
Como parte de la política de Nuevo Trato y para complementar los instrumentos creados
con la Ley Indígena para el desarrollo de las comunidades, en 2001 comenzó a ejecutarse
la primera fase del programa Orígenes surgido de un convenio entre el gobierno de Chile y
el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Una primera fase piloto se desarrollaría hasta
2006 y una segunda, comenzada en enero de 2007, tenía una duración hasta 2011.
Para la segunda fase, el desafío era continuar el trabajo con las comunidades e incorporar a
aquellas comunidades pendientes. Además, debían considerarse las recomendaciones
hechas por la Dirección de Presupuestos en una evaluación del programas realizada el año
2004, donde se criticaba que el programa abarcara demasiados componentes, perdiendo
con eso el foco y una visión de conjunto. En la misma línea, se recomendó que la secretaría
ejecutiva asumiera funciones de planificación, control y evaluación sobre los contenidos del
programa. Se recomendaba que el eje central fuese el fortalecimiento de capacidades de
las comunidades para un traspaso a mediano plazo de las responsabilidades
administrativas. Se consideró también necesaria la elaboración de indicadores e
instrumentos para evaluar el grado de avance del programa y sus resultados627.
Este programa saltó a la discusión pública por una auditoría realizada por la Contraloría
que determinó la no rendición de más de $8.700 millones, razón por la cual, el 23 de
noviembre de 2009, se ordenó la paralización de la entrega de recursos y la realización de
27 medidas relativas a procedimientos de contabilidad y legalización de las organizaciones
que reciben los fondos628. La respuesta del gobierno fue el anuncio de una profunda
intervención a la CONADI y la realización de una auditoría interna para detectar
irregularidades. Por su parte, la CONADI comunicó que se estaban realizando acciones para
acelerar los procesos de rendición de fondos.
c. Educación intercultural
La Ley Indígena de 1993 otorgó el sustento legal para desarrollar programas de educación
intercultural en el país, estableciendo el derecho de las comunidades indígenas a mantener
y desarrollar su cultura y su lengua. Más específicamente, la ley estipuló el establecimiento
de una unidad programática que permitiera a los educandos acceder a un conocimiento
adecuado de las culturas e idiomas indígenas así como el establecimiento y la promoción
de cátedras de historia, cultura e idiomas indígenas en la enseñanza superior (Artículo 28).
El Artículo 32 instaló un sistema de EIB en las Áreas de Desarrollo Indígena (ADI).
Así, desde los programas pilotos se fueron implementando programas de EIB en un número
creciente de establecimientos educacionales con población principalmente mapuche,
quechua y aymara, no solo en las ADI sino también en zonas urbanas. Las actividades
contemplaron la formación de habilidades docentes en interculturalidad, ya sea con
formación inicial o en ejercicio, la generación y difusión de material pedagógico
intercultural y la realización de talleres y/o actividades extra-curriculares interculturales.
Respecto a la formación inicial de docentes, existían solo dos universidades que ofrecían la
carrera de pedagogía intercultural bilingüe: la Universidad Arturo Prat de Antofagasta que
forma profesores bilingües aymara y la Universidad Católica de Temuco para mapuches.
Cuadro 7.3
En el proyecto original el tema no era mencionado pero fue incorporado en base a las
propuestas de la agrupación Identidad Territorial Lafkenque, incluyéndose la
interculturalidad como uno de los principios que inspiran el sistema educativo chileno,
estableciendo que “El sistema debe reconocer y valorar al individuo en su especificidad
cultural y de origen, considerando su lengua, cosmovisión e historia” (Artículo 3, letra l). En
los establecimientos con alta concentración de alumnos indígenas se incorporaron como
objetivos el conocimiento de la lengua, la historia y la cultura indígena, a nivel de la
educación parvularia, básica y media. Se incorporó también la educación intercultural
como una modalidad de educación especial. Y, finalmente, se consideró que el Consejo
Nacional de Educación propondría adecuaciones a las bases curriculares para aquellas
personas o poblaciones cuyas características lo requiriesen, particularmente en lo referido a
educación artística e intercultural.
Con todo, las demandas de los pueblos indígenas iban más allá, tal como se vio
anteriormente. Varias de estas propuestas tendientes a promover políticas educacionales
que fortalecieran la cultura indígena, incluyendo la lengua, implicaban nuevas obligaciones
de parte del Estado y fueron rechazadas. La versión final de la ley más bien explicitó
algunos principios y contenidos que ya se encuentran presentes en la práctica a través de
la EIB, incorporándolos al marco regulatorio de la educación.
d. Becas indígenas
Desde 1991 se ejecuta un programa de becas indígenas que adquirió rango legal en 1993
con la Ley Indígena. Este programa considera becas para educación básica, media y
superior, siendo administrado desde el año 2005 por la Junta Nacional de Auxilio Escolar y
Becas (JUNAEB). Entrega montos de libre disposición para los estudiantes que cumplan con
los requisitos de acreditar la calidad de indígena; estar cursando alguno de los niveles
educacionales mencionados; tener promedio sobre 5.0 en educación básica y media y
sobre 4.5 en educación superior, y acreditar situación socioeconómica deficiente que
justifique el beneficio. El número de becas entregadas ha tenido un aumento constante,
pasando de 20.800 en el año 2002 a 45.418 en 2009.
De la misma forma, en 2008 se creó el programa Becas Chile que concentró las distintas
becas de financiamiento público hasta entonces existentes para estudios de postgrado en
el extranjero. En este nuevo sistema se incluyó una medida de acción afirmativa
consistente en la asignación de puntaje adicional si es que el postulante cumple con
determinadas características. Los grupos a los que se dirige esta medida son
discapacitados, personas de regiones distintas a la Metropolitana e indígenas.
De acuerdo a la descripción oficial del programa, éste se sustenta en tres ejes orientadores:
la equidad, la interculturalidad y la participación. Mientras que el primero se refiere a un
acceso sin discriminación al sistema público de salud, eliminando barreras de acceso –
considerando además la muy baja inserción de indígenas en el sistema privado632–, la
participación de las comunidades en la definición de objetivos y estrategias se presenta
como clave para la interculturalidad y para adquirir “ nuevas formas de relación más
participativas que apunten a un diálogo intercultural, y una real mejoría en las inter-
relaciones, para de esta forma permitir modificar el actual estado de marginalidad y
dominación cultural en que se encuentran los Pueblos Originarios”633. Desde su creación
este programa ha ido creciendo en cobertura a lo largo del país, desarrollando diversas
iniciativas de acuerdo a la zona geográfica y los pueblos que habiten en ella.
Los programas de vivienda social han incluido diversas medidas que benefician
especialmente a determinados grupos indígenas. Además de poder participar en todos los
programas en las mismas condiciones que cualquier otra persona o grupo, entre estas
medidas focalizadas se encuentran:
4. Movilización social
Al final de la dictadura y durante gran parte de la década de los noventa, el grueso del
movimiento indígena optó por un realismo político negociando sus demandas con el
Estado, haciendo posible su reconocimiento y la instauración de un nuevo marco jurídico.
De acuerdo a José Aylwin636, esta estrategia fue fundamental para lograr la aprobación de
la Ley Indígena en el marco de un Congreso conservador. Paralelamente, existía una actitud
de rechazo a la política indígena del Gobierno por una parte del movimiento mapuche,
organizada principalmente en el Consejo de Todas las Tierras. Su oposición se debía
fundamentalmente a la aspiración de lograr una autonomía política territorial para el
pueblo mapuche, lo que no fue recogido en las distintas instancias de diálogo entre las
comunidades y el Gobierno, ni en la propuesta de la Comisión Especial de 1990. Por tanto,
recurrieron a la recuperación de hecho o toma de tierras.
Los acuerdos de inicios de los noventa, mediante los cuales el presidente Aylwin se
comprometió a dictar una nueva ley indígena y los mapuches a canalizar sus demandas por
la vía institucional, establecieron las formas de las relaciones entre ambos actores hasta
1997, cuando el descontento mapuche se comenzó a manifestar y el movimiento
autónomo comenzó a crecer. Ese año, la quema de tres camiones forestales por parte de
activistas mapuches en la comuna de Lumaco dio inicio a un espiral cíclico de violencia en
la zona de la Araucanía. El último estallido durante los gobiernos concertacionistas se
produjo en agosto de 2009, conduciendo a un cuestionamiento generalizado de la política
indígena y a la búsqueda de su redirección.
La respuesta del Gobierno frente a este movimiento fue represiva, teniendo como
consecuencia tres jóvenes mapuches muertos por Carabineros, la aplicación de la Ley de
Seguridad Interior del Estado y condenas en base a la Ley sobre Conductas Terroristas, lo
que generó la crítica de múltiples organizaciones defensoras de los derechos humanos. Los
mapuches, por su parte, utilizaron la quema de bosques, maquinarias forestales y la toma
de terrenos como medios de presión, particularmente por parte de los miembros de la
Coordinadora Arauco Malleco.
*
Durante las dos décadas de gobiernos concertacionistas los movimientos mapuches fueron
creciendo, diversificándose, siendo más activos y algunos adoptaron la acción directa como
estrategia para la recuperación de sus derechos y tierras, lo cual llevó a una represión
creciente en contra del conjunto de sus organizaciones y líderes.
Por otra parte, el rechazo de la oposición de derecha a las políticas de acción afirmativa y
de protección de intereses colectivos, impidió que las políticas formuladas pudieran
implementarse eficientemente.
A estos factores se les sumó el sesgo cultural histórico de las elites nacionales que les ha
impedido considerar al país desde la perspectiva intercultural de la diversidad, de la
existencia de una nación compuesta e integrada por más de un pueblo. Las aspiraciones de
autonomía y autodeterminación del pueblo mapuche volvieron así a chocar contra el muro
de un nacionalismo estrecho fundado en el espejismo geopolítico de la unidad nacional.
De esta forma, y como lo indica el Informe del Programa de Derechos Indígenas, “iniciativas
como las apoyadas por el FDI y el Programa Orígenes […] por valiosas que sean, se ven
minimizadas y no alcanzan a tener un impacto significativo que permita el etnodesarrollo
indígena al que el gobierno dice aspirar. Mientras los pueblos indígenas no tengan la
posibilidad de ejercer un control de los procesos económicos que ocurren en sus territorios
ancestrales, no se podrá hablar de un desarrollo indígena con respeto a la identidad”638.
Esta segregación, que en Chile adquirió carta de ciudadanía durante la dictadura y sus
políticas de erradicación forzosa, conlleva variados efectos que erosionan la legitimidad
democrática. Desde un punto de vista político, Iris Marion Young ha establecido que la
segregación urbana “viola el principio de igualdad de oportunidades y así
equivocadamente limita la libertad de la opción de vivienda; produce y refuerza las
importantes estructuras de privilegios y desventajas; obscurece el hecho de quiénes
poseen privilegios; e impide la comunicación política entre los grupos segregados,
haciendo así difícil el tratar los errores de la segregación a través de la acción política
democrática”639. A esto se agrega la inviabilidad para que el capital familiar materializado
en la vivienda de los sectores más pobres adquiera justa plusvalía y tenga un uso
económicamente rentable640. Inversamente, dada la creciente distancia entre salarios y
precio de los terrenos, la espiral segregadora se ha profundizado. En efecto, tal como lo
indica Pablo Trivelli,
“la remuneración mínima pagada a los trabajadores en Chile creció en términos reales
desde un índice base 100 en 1990 hasta 202 en el año 2006, cifra que tiene un orden
de magnitud similar a la del crecimiento del ingreso en el mismo periodo [lo que]
contrasta con la evolución de los precios de los terrenos […] ofrecidos en las 34
comunas del Gran Santiago [los que] llegaron a un índice 660 en el cuarto trimestre del
año 2006. Más aún, en las comunas de Puente Alto y Quilicura, que constituyeron
importantes lugares de desarrollo de vivienda social en la década de los noventa,
durante el cuarto trimestre del año 2006 el índice alcanzó un valor de 1.100 en Puente
Alto y 1.600 en Quilicura”641.
La desregulación del mercado del suelo durante la dictadura, junto al traslado por la fuerza
de hogares pobres ubicados en barrios socio-económicos medios y altos hacia la periferia
del Gran Santiago –así como en todas las grandes ciudades del país–, configuró una ciudad
fragmentada, discontinua, dispersa, segregadora y segregada, que no da cuenta de la
diversidad de quienes viven y trabajan en ella, convirtiéndose en un lugar privilegiado para
la reproducción y profundización de las desigualdades de posición y exclusión de los bienes
públicos642.
El crecimiento de los centros urbanos durante el siglo XX y lo que va del actual ha sido
explosivo. De acuerdo al censo del año 2002, la población urbana en Chile alcanza el
83,05%646. Por otra parte, las ciudades chilenas, particularmente Santiago y de forma más
reciente Valparaíso, Concepción y otros centros urbanos en crecimiento, exhiben una gran
segmentación espacial. A pesar que esta no es sinónimo de segregación socioeconómica,
en el caso chileno sí existe una correlación entre ambas en base a características
socioculturales, como la pertenencia étnica, grupos etarios, preferencias religiosas u
otras647.
Con posterioridad a esa primera política, la segregación urbana seguiría creciendo con el
aumento de la migración campo-ciudad, la que tuvo refuerzos sucesivos tras la crisis del
salitre, la depresión de los años treinta y los terremotos ocurridos en el sur. Ya en las
décadas de los cincuenta y sesenta los desplazamientos internos aumentaron
exponencialmente dada la baja modernización del agro y la concentración del empleo
industrial en Santiago. A medida que la ciudad se expandía hacia la periferia, tanto en
comunas de altos como de bajos ingresos, y las comunas antiguas comenzaban a decrecer,
se fue produciendo una amplia segregación urbana, caracterizada por la extensión de las
condiciones habitacionales miserables para amplios sectores de la población650.
Ante esta situación, la preocupación por la planificación urbana fue creciendo. Así, en 1960
se realizó el primer Plan Intercomunal de Santiago. De acuerdo a Violich651, los gobiernos
de Frei Montalva y Allende tuvieron un mayor compromiso que sus antecesores en esta
materia. Se pueden mencionar como reformas relevantes las del gobierno de Frei Montalva
,que respondió con la creación del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) en 1965 y el
Plan de Promoción Popular, que buscaba organizar a los sectores marginales en cuerpos
intermedios para que mediante la participación pudieran emprender de forma organizada
la búsqueda de soluciones a sus necesidades más inmediatas, entre ellas las de vivienda y
su entorno. Esta política institucionalizó la organización comunitaria surgida como efecto
inesperado del crecimiento urbano. En cuanto a la construcción de viviendas sociales, se
inicio un período de construcción masiva con participación privada, en el caso del gobierno
Frei Montalva, y centrado en las agencias públicas durante la administración de Allende.
La reforma del mercado del suelo durante la dictadura vino a agravar el problema de la
segregación residencial. El Decreto Supremo 420 del MINVU de 1979 eliminó el límite
urbano y dio origen a una suburbanización multifuncional con continuidad al área
metropolitana. El Decreto Ley 3516 sobre subdivisión de predios rústicos dio lugar a la
ciudad informal dispersa en torno a las áreas urbanas652. Además se eliminaron los
impuestos y regulaciones que afectaban a los mercados urbanos, se vendieron suelos en
manos del Estado, se desregularon las normas de asentamientos de población de bajos
ingresos, se erradicaron asentamientos precarios en áreas de altos ingresos y se definieron
nuevos municipios de acuerdo a un criterio de “homogeneidad social”653.
Con la liberalización de los precios se acentuó la devaluación de las tierras habitadas por
los más pobres y el encarecimiento de aquellas habitadas por los sectores de mayores
ingresos, dificultando así su compra para inversión en viviendas sociales. A lo anterior se
sumaron cambios producidos en la salud y educación y el aumento de los servicios privados
para quienes podían acceder a ellos, disminuyendo los espacios de encuentro, perpetuando
y profundizando la segregación urbana existente (Cuadro 8.1).
Cuadro 8.1
La autosegregación brinda a sus habitantes el uso y gozo exclusivo de los espacios que
constituyen el territorio comunitario, haciendo efectivo un proyecto de vida que representa
los intereses y las aspiraciones de quienes optaron por ser parte de él. La autosegregación
por la vía del condominio cerrado no constituye una mera práctica individual o sectorial al
servicio de la simple manifestación de gustos y/o preferencias de un grupo. Más bien es una
estrategia orientada a la creación de espacios para la constitución de identidad y la
búsqueda, explícita o latente, de diferenciación social mediante el uso del espacio
urbano655.
Intentos, por ejemplo, como el de instalar viviendas sociales para los habitantes de la toma
de Peñalolén cercanos a la llamada “comunidad ecológica”, generándose gran polémica
por la forma en que se hizo, no respondiendo a una política de más largo alcance y
evidenciándose la falta de planificación urbana para Santiago657. Así, la acción del Estado
se centró prioritariamente en ofrecer soluciones habitacionales sin abordar la relación entre
espacio urbano, integración social y calidad de vida, aunque esto se habría estado
incorporando en la política pública durante el gobierno Bachelet a través de la “Agenda
Ciudades”, descrita más adelante.
“la segregación parece ser un ambiente que favorece una elevada tolerancia o
indiferencia a la desigualdad entre las clases acomodadas y medias, y una lenta pero
creciente adhesión a la delincuencia entre ciertos grupos de los barrios y zonas
excluidas del progreso. Las obligaciones mínimas de solidaridad en materia de
igualdad de oportunidades van siendo erosionadas por la segregación, los espacios
públicos se estratifican, y las oportunidades al alcance de los sectores pobres para
educarse se muestran muy desiguales e ineficientes como medio para asegurar
movilidad social e ingresos. El problema de la droga es un factor que, como no se había
visto antes, agrava el ambiente urbano contemporáneo y favorece tanto la inseguridad
como la comisión de delitos”658.
En el espacio urbano resulta difícil hacer clasificaciones o aplicar categorías generales para
identificar cambios y políticas importantes. La institucionalidad y los instrumentos de
planificación urbana prácticamente no han cambiado; la distinción entre políticas
institucionalizadas y programas es difícil de establecer ya que las leyes son escasas en este
ámbito y predominan en el tema de la vivienda social y su entorno; y el seguimiento de los
programas se hace más complejo, particularmente luego de haber concluido.
Cuadro 8.2
1. Instrumentos de planificación
Otra medida fue la Ley 19.878 (mayo 2003), que estableció un procedimiento de
publicidad para gestiones administrativas relacionadas con la construcción, tales como el
requisito de que la Dirección de Obras Municipales exhiba por sesenta días una nómina de
los anteproyectos, subdivisiones y permisos otorgados.
El Boletín 5719-14 fue ingresado en enero de 2008, aprobado en general en junio del
mismo año y actualmente se encuentra en comisión para la discusión en particular. Hasta
septiembre de 2009 no fue objeto de urgencia, no habiendo tenido actividad desde
entonces. Este proyecto modifica la LGUC incorporando la participación ciudadana en la
elaboración de los planes reguladores, avanzando cualitativamente desde la reforma de
2001 que estableció la obligación solo de informar a los ciudadanos.
El segundo eje del proyecto era facilitar el proceso de actualización y planificación a escala
de barrios y sectores en los planes reguladores comunales a intercomunales. Se establecían
explícitamente normas de zonificación como medida de planificación, así como la
planificación por “condiciones”. El Desarrollo Urbano Condicionado es una modalidad de
tipo flexible orientada a promover el crecimiento urbano mediante el cumplimiento de
estándares de diseño urbano, integración social u obras de mitigación ambiental y
urbanística. Se proponía también un mecanismo para la compensación y distribución de
derechos de construcción con el fin de mitigar los beneficios desiguales e inequitativos
entre distintos sectores y predios. También consideraba temas relativos a la construcción y
subdivisión en áreas rurales. Finalmente, creaba instrumentos públicos que facilitaran la
intervención del Estado en la recuperación de barrios vulnerables.
A nivel subnacional una de las instancias de toma de decisiones son los Consejos
Regionales (CORES), los que deben aprobar los planes intercomunales elaborados por el
SERVIU. Los CORES son elegidos por los concejales de la región (ver Capítulo 4) en un
proceso alejado de la ciudadanía, la que tiene un limitado conocimiento de sus funciones.
La forma de elección llevó a un alto grado de centralismo y control por parte de los partidos
políticos y a la ausencia de rendición de cuentas. Por tanto, la reforma de 2001 que
estableció la aprobación por parte de los CORES de los planes intercomunales, aspirando
con esto otorgarle mayor legitimidad al proceso y hacerlo más participativo, en la práctica
representó un avance muy limitado ya que, a pesar de la incorporación de otro actor, no se
distribuyó poder hacia representantes directos de la ciudadanía.
Los consejeros regionales participan en las Comisiones Regionales de Medio Ambiente
(COREMAS), organismos encargados de realizar la Evaluación de Impacto Ambiental de una
actividad o proyecto para determinar si se ajusta o no a las normas vigentes. Estas
comisiones están formadas, además, por el Intendente, gobernadores, secretarios
regionales ministeriales y el director regional de la CONAMA, esto es, una composición
política sin participación de la sociedad civil y sin autoridades que sean responsables
directamente frente a la ciudadanía, lo que ha generado críticas constantes al sistema. En
el diseño previo, las decisiones estaban fuertemente sometidas a presiones de los
poderosos inversionistas y los integrantes de los COREMAS, al no responder a la ciudadanía,
no consideraban debidamente los intereses de la comunidad. Así, se generó una serie de
polémicos proyectos que contribuyeron a una desigual distribución de los costos
ambientales, como se mencionará más adelante. En enero de 2010 se aprobó una
modificación a esta institucionalidad (Ley 20.417), eliminando los consejeros regionales de
las comisiones de evaluación y, buscando hacer el proceso de evaluación más técnico,
aunque no era seguro si tendría las consecuencias esperadas, se mantuvo el intendente y
los seremis en las mismas, con lo cual se politizó aún más el proceso661.
En octubre de 2009 se aprobó una reforma constitucional para la elección directa de los
consejeros regionales que podría llevar a una mayor consideración de los intereses de la
ciudadanía en sus decisiones, a pesar de las dudas sobre el impacto de esta reforma.
Mauricio Morales, presidente de la Asociación Nacional de Consejeros Regionales, consideró
que si la elección directa no iba aparejada de mayores atribuciones “podría pasar algo
similar a lo sucedido con los concejales, de los cuales la gente se generó mucha
expectativa y luego nos dimos cuenta de que el concejal tiene una participación muy
mínima en la decisión municipal”662.
4. Gobierno metropolitano
A inicios de los noventa se habló de la figura de un Alcalde Mayor electo popularmente que
fuera la autoridad de ciudad. Pablo Allard670 estimaba que esta propuesta generaría más
burocracia y demoras en la toma de decisiones, por lo que proponía redefinir y fortalecer la
figura del intendente como cargo técnico elegido por concurso. Chuaqui y Valdivieso671,
por su parte, plantearon como alternativa, para el caso de Santiago pero extensible a otras
ciudades, otorgar al gobernador de la Provincia de Santiago la administración de la ciudad,
cediendo determinadas atribuciones que radicaban en la intendencia. Se crearía, además,
como organismo representativo democrático, un Consejo de Ciudad compuesto por los
alcaldes y representantes de los concejales de las comunas de la provincia. Esta propuesta
tenía presente un criterio de factibilidad política ya que, pese a sus ventajas teóricas, se
consideraba que la figura de un Alcalde Mayor era inviable en el contexto político y jurídico
chileno.
En octubre de 2009, tras casi seis años de tramitación, se aprobó una reforma
constitucional en materia de gobierno regional que estableció la elección directa por
sufragio universal de los Consejos Regionales e incluyó a nivel constitucional la creación de
una administración para las áreas metropolitanas (Ley 20.390). La norma indicó que “la ley
orgánica constitucional respectiva regulará la administración de las áreas metropolitanas, y
establecerá las condiciones y formalidades que permitan conferir dicha calidad a
determinados territorios”. Ley que aún está pendiente.
En los noventa, el objetivo principal fue reducir el déficit habitacional que según el censo
de 1992 llegaba a 771.935 requerimientos de nuevas viviendas673, por lo que se impulsó
la construcción masiva de viviendas sociales, logrando importantes avances en este
objetivo. El mejor ejemplo fue el programa de Vivienda Progresiva creado en 1990,
consistente en la construcción por parte del SERVIU de una vivienda en dos etapas,
destinada a familias que vivieran de allegados o en otras situaciones de emergencia
habitacional y que no alcanzaran el mínimo de ahorro requerido por los programas
existentes. En la primera etapa se entregaba un sitio urbanizado con títulos de dominio y
una unidad sanitaria (cocina y baño con WC, lavatorio y ducha) y en la segunda etapa se
ejecutaban los recintos secos de acuerdo a las necesidades de los beneficiarios, en la
modalidad de autoconstrucción. Las etapas podían invertirse en sectores rurales. Este
programa, vigente hasta 2002, exigió un ahorro previo de 3 UF para la primera etapa, más
un subsidio de 100 UF y un crédito de 17 UF. Estas condiciones debieron ser modificadas
en 1992 ante la constatación de que las 120 UF totales no eran suficientes para la
construcción de la unidad. En 1996 se eliminó el crédito ante la dificultad o imposibilidad
de pagarlo. La segunda etapa se financiaba mediante ahorro, subsidio y crédito.
El gobierno Bachelet, por su parte, creó el Fondo Solidario de la Vivienda II, dirigido al
segundo quintil de ingresos, que exigía un ahorro de 30 UF, y otros instrumentos que serán
mencionados más adelante, dirigido a la calidad de la vivienda y el entorno. Creó nuevos
estándares para las viviendas sociales, las que debían tener al menos dos dormitorios,
siendo el tema de la calidad la mayor novedad de este programa.
Existían varias asociaciones que agrupaban a deudores. La más conocida fue (y sigue
siendo) la Asociación Nacional de Deudores Habitacional (ANDHA-Chile), la que ejerció
constantes presiones para conseguir la condonación de su deuda, con reiteradas huelgas
de hambre, protestas y ocupaciones. Eran aquellos no beneficiados por los diversos
programas dirigidos a deudores, y sus argumentos se centraron, por una parte, en haber
sido obligados a adquirir sus viviendas con créditos cuando no existían programas como los
actuales sin créditos, exigiendo por tanto igualdad de condiciones. Por otra parte, se
negaban a mantener una deuda con la banca privada, rechazando así las propuestas del
gobierno de un co-pago. Algunos de estos deudores estuvieron en peligro de perder sus
casas por las deudas, aunque el remate fue congelado por decreto en 2009. Ese mismo año
el gobierno rechazó la propuesta que hizo el Senado de condonar la deuda al 40% más
vulnerable, dado el costo de US$2.000 millones, por lo que las demandas de este grupo se
mantuvieron insatisfechas continuando con diversas formas de movilización675.
En términos legales, las principales leyes relativas a las viviendas sociales fueron,en su
mayoría, modificaciones a la Ley General de Urbanismo y Construcciones:
2. Calidad y entorno
Aun cuando desde 1991 existieron subsidios para ampliación y reparación de viviendas, el
número otorgado hasta el año 2004 promediaba los 2.000 subsidios anuales, el que en
2005 saltó a 14.172 subsidios, y en 2007 a 96.154, lo que da cuenta de la importancia
creciente que tuvo el mejoramiento de las viviendas sociales677.
b. Chile Barrio
Este programa, desarrollado entre 1997 y 2006, fue pensado como una estrategia para la
superación de la pobreza abordada desde lo territorial. Específicamente, el programa fue
una instancia multisectorial dirigida a otorgar soluciones sociales y habitacionales a los
habitantes de los campamentos. Se comenzó a implementar en 1997 en su fase piloto y en
1998 de manera regular. Las instituciones públicas participantes fueron el Ministerio de
Vivienda y Urbanismo, que presidía el directorio, Mideplan, Bienes Nacionales, Subdere,
Fosis, Sence, Dipres y Prodemu, trabajándose con municipios. Se propusieron cuatro
objetivos a ser cumplidos por el programa: el mejoramiento de la vivienda y el barrio,
permitiendo el acceso a viviendas urbanas con servicios básicos y equipamiento
comunitario; desarrollo comunitario e inserción social; habilitación social y productiva; y
apoyo al fortalecimiento de programas destinados a la superación de la pobreza. No se
abordó el tema de la ubicación de las nuevas viviendas emplazadas en sectores aledaños a
los campamentos, normalmente ubicados en áreas periféricas dada la disponibilidad de
suelo. Sin embargo, de acuerdo a Saborido678, la calidad de las mismas no fue una
preocupación central, critica que se extiende al objetivo del programa de erradicar
campamentos, ya que resultaría ilusorio pensar que la pobreza se podía congelar o
erradicar. Según esta crítica, se deberían haber establecido condiciones especiales para
crear procesos de cambios “desde adentro”, con lo que el programa habría tenido etapas
más que un cierre definitivo, cuestionándose así su efectividad.
Con todo, este programa se reconoce como un aporte por su enfoque innovador, que
abordó la pobreza desde una mirada multisectorial, incorporando el espacio donde se
reproducen las desiguales condiciones de vida de la población.
Con el objetivo de contribuir a mejorar la calidad de vida de los sectores pobres, el gobierno
Bachelet lanzó este programa a realizarse durante los cuatro años de su gestión. Quiero Mi
Barrio propuso rescatar barrios deteriorados a través de políticas que mejoraran el entorno
y promovieran la participación social, contribuyendo a generar un sentido de comunidad, y
a superar la mala infraestructura de muchos barrios donde habitaban familias de bajos
recursos.
Los barrios seleccionados presentaban deterioro urbano manifestado en falta de
infraestructura y equipamiento, deterioro ambiental y/o problemas de conectividad,
además de vulnerabilidad social. Por otra parte, se consideró la capacidad institucional
local instalada, los recursos humanos y financieros, la existencia de organizaciones sociales
y la voluntad política para trabajar con el programa. Se dividieron en dos categorías: a)
barrios críticos, caracterizados por un alto deterioro urbano y vulnerabilidad social que
presentaban déficit de escala mayor que podían requerir modificaciones del espacio
construido, y b) aquellos que presentaban déficits y necesidad de mejoramiento de menor
escala, grupo que constituyó el 90% de los barrios seleccionados.
Para el Plan Piloto se seleccionaron 200 barrios por tres vías: a) 7 barrios identificados en el
plan Bachelet de los primero 100 días de gobierno (Placilla y Rodelillo en Valparaíso, Boca
Sur en San Pedro de la Paz, Pedro de Valdivia Bajo en Concepción, Villa Portales Estación
Central, Santa Adriana de Lo Espejo y El Volcán de Puente Alto; b) revitalización de las
ciudades puertos y la selección de 13 barrios en San Antonio, Talcahuano, Coronel y
Valparaíso; y c) selección de comunas a través de mesas regionales presididas por el
Intendente e integradas por el Consejo Regional, la Asociación Chilena de Municipalidades
y el Ministerio de Vivienda y Urbanismo. En este proceso se estableció como criterio
incorporar a las comunas con más de 70.000 habitantes, o aquellas que formaban parte de
ciudades conurbadas de 100 mil o más habitantes que presentaran más de un 10% de
personas pobres habitando en ellas, y la selección de al menos una comuna por región,
totalizando 200 barrios679.
El gran desafío del programa fue dejar capacidades instaladas en los vecinos y en las
instituciones del Estado que prestaban servicios a nivel local. Los resultados de
capacidades instaladas son difíciles de medir y el programa sigue en ejecución. En
términos numéricos, en 2009 ya se habían formado los 200 Consejos Vecinales de
Desarrollo y firmado los contratos680.
En la “Agenda de Ciudades” se propuso crear una ley que asegurara terrenos para viviendas
sociales en todas las comunas del país, para así disminuir la concentración de grupos
homogéneos en determinados sectores de las ciudades y evitar que las viviendas sociales
se ubicaran en zonas carentes de los servicios e infraestructura necesarias para mejorar la
calidad de vida. Con esto, se habría ido más allá del subsidio a la localización existente,
transformando el tema en una obligación urbanística. El proyecto no fue enviado al
Congreso.
Durante los años noventa se impulsó un programa de repoblamiento del centro de Santiago
con el fin de detener la migración de habitantes hacia sectores periféricos, aumentar la
densidad poblacional y aprovechar la amplia red de servicios ya existente, lo que en los
últimos años había comenzado a ser replicado por comunas como Independencia y
Recoleta681. En 1992, gracias a las gestiones de la Municipalidad y la CORDESAN, se logró
que el gobierno aprobara un subsidio especial estatal de 200 UF para las viviendas que se
construyeran en Zonas de Renovación Urbana, subsidio que se mantiene hasta hoy, y que
también se aplica a las Zonas de Desarrollo Prioritario. Estas Zonas son determinadas por
decreto del MINVU a propuesta de las municipalidades y han ido en aumento tanto en
Santiago como en otras regiones del país, aunque hasta 2005, el 80% de los subsidios se
concentraba en la comuna de Santiago682. Las Zonas de Desarrollo Prioritario, por su parte,
eran igualmente decretadas por el MINVU y buscaban el desarrollo equitativo de la ciudad
atrayendo inversiones del sector privado. En ambos casos el subsidio fue para viviendas de
hasta 2.000 UF y los beneficiarios no debían haber recibido anteriores subsidios ni ser
propietarios de una vivienda683.
A pesar del éxito del programa en términos de construcción de nuevas viviendas, el centro
santiaguino continuó despoblándose, aun cuando a tasas más reducidas685. Por otra parte,
esta política fue criticada por los efectos negativos que generó en cuanto a la liberación de
la altura, lo que llevó a la construcción indiscriminada en ciertas zonas del centro,
alterando la calidad urbana de los barrios y aumentado el precio del suelo. De ahí que en
2008 se optara por realizar un cambio al Plan Regulador, limitando la construcción en
altura en la zona de conservación histórica.
f. Medio ambiente
IV. Participación
Como se vio anteriormente (Capítulo 4), son pocas las áreas de intervención pública en que
se incorpora a los ciudadanos como agentes decisores, sobrepasando la consulta o los
procesos de información. No obstante, en las dos décadas bajo observación se desarrolló
una serie de programas dirigidos a la mejora del entorno y el barrio, así como a la
planificación urbana, como recién se señaló, que tuvieron la participación como
componente central.
1. Innovación Ciudadana
2. Presupuestos participativos
Los procesos participativos en Chile fueron en buena medida impulsados desde el gobierno
central, siendo muchos de ellos de carácter consultivo, por lo que no destacaron como una
instancia de participación decisoria. De acuerdo a Montecinos696, al menos en los cinco
casos estudiados, que son a la vez los más exitosos, la iniciativa surgió de los propios
alcaldes pertenecientes a la Concertación (PS y PPD) y, en un caso, en la comuna de Illapel,
fue iniciativa de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos Rurales. Solo 16 municipios, de un
total de 345, contaron con el mecanismo de PP, con diferentes grados de éxito. Otras
comunas se estaban preparando y evaluando su implementación. Servicios públicos como
el Servicio de Salud de Talcahuano, el primer servicio no municipal, implementó un proceso
parecido, siendo seguido de otros servicios de salud. El funcionamiento de los PP varió de
acuerdo a los casos, ejemplo es el de Cerro Navia, llevado a cabo por su Dirección de
Desarrollo Comunitario (DIDECO). El Plan de Desarrollo Comunal contempló cinco áreas de
inversión: desarrollo urbano, salud, educación, participación para el desarrollo y fomento
productivo. Para el año 2004, el PP contempló una inversión de $300 millones de pesos, la
mitad de los cuales se destinaron al desarrollo urbano. La forma de funcionamiento
consistió, primero, en la realización de diálogos ciudadanos con el fin de informar a la
comunidad sobre el programa y de elegir a los 15 delegados de cada uno de los territorios
en que se divide la comuna, los que se unieron a los representantes de DIDECO y formaron
cinco comisiones, una por cada área de inversión. En las comisiones se discutió y definieron
las distintas propuestas de inversión elegidas en plenario de los delegados, y en el caso del
desarrollo urbano, se sometieron a votación directa en los hogares697. Una variación fue
Buin, donde las mismas organizaciones sociales beneficiarias fueron las encargadas de la
ejecución de los proyectos mediante reglas del juego e incentivos establecidos por la
municipalidad698.
3. Plebiscito699
La realización de este plebiscito, que en primera instancia fue rechazado por el alcalde,
decisión que fue dejada sin efecto por dictamen de la Contraloría, se debió a la inexistencia
de mecanismos de participación ciudadana en la elaboración de los planes reguladores,
tema sobre el que había un proyecto en discusión en el Senado como modificación a la
LGUC y que se mantuvo sin mayor avance. Este plebiscito se destacó por ser impulsado
desde los vecinos y no desde arriba como ocurrió con gran parte de los programas
participativos. El plebiscito fue un hito de participación con la concurrencia del 70% de los
inscritos de la comuna, superando ampliamente el 50% exigido por ley para que el
resultado fuera vinculante.
Tal como indica Gonzalo de la Maza en referencia al caso de Vitacura700, para estas formas
de participación es fundamental contar con organizaciones que respalden, promuevan,
difundan, estudien y propongan este tipo de iniciativas, además de un liderazgo fuerte,
capacidad técnica, política y comunicacional para instalar el tema en la opinión pública.
Estas condiciones, sin embargo, no se dan en la gran mayoría de las comunas del país y las
organizaciones y movimientos sufren de falta de recursos. Según de la Maza, “la
participación local no resuelve los problemas de equidad, deben generarse las condiciones
institucionales –las reglas del juego– para ello”. Se requiere de un apoyo en recursos y
soporte para las organizaciones. Por tanto, es un dato clave el que este plebiscito haya
ocurrido en la comuna más rica del país, capaz de solventar los costos asociados para los
ciudadanos y la municipalidad, así como también por el acceso a la información que se
vincula a las personas con mayor educación.
La segregación urbanística de los chilenos tiene una larga historia y profundas raíces
culturales, pero el sistema de gestión urbana basada en el mercado, producto de la
asesoría de Arnold Harberger en 1979 al MINVU que dio origen a la Política Nacional de
Desarrollo Urbano y fue continuada en sus líneas matrices por los gobiernos
concertacionistas701, profundizó esta tendencia.
Esta política permitió disminuir el déficit habitacional, especialmente para los segmentos
más pobres, ampliándose posteriormente al segundo quintil, pero una vez alcanzada esta
meta no se innovó en tecnología y las viviendas sociales edificadas en conjuntos de alta
densidad, de mala calidad, con bajos estándares y en la periferia de Santiago fueron
creando guetos urbanos inseguros y en creciente deterioro. Como dato ilustrativo se tiene
que entre 1990 y 2009 en el Gran Santiago se concentró el 48,2% de permisos de
edificación en un conjunto de comunas que representaban el 10,6% de su población. En
contraste, donde residía el 47,6 % de la población solo se solicitó el 33,5% de los permisos.
La construcción comercial siguió la misma tendencia, persiguiendo los altos ingresos (Las
Condes, Vitacura).
El esfuerzo observado en los últimos años por recuperar barrios vía programas
participativos no fue suficiente como para crear nuevas condiciones de equidad, de modo
que las posiciones sociales –en el sentido de Dubet–, se fueron deteriorando en perjuicio de
los sectores más pobres, algunas de cuyas construcciones debieron ser demolidas y
algunos de sus barrios intervenidos policialmente. De esta forma, la centralización urbana
del poder tuvo un nuevo ciclo de profundización coadyuvando a mantener una estructura
de poder social altamente concentrada.
Los problemas anteriores remiten a una contradicción de fondo. La evidencia muestra que
el precio de la tierra no depende del mercado sino de decisiones administrativas que lo
definen, pero estas decisiones administrativas que afectan la vida de los ciudadanos no
están controladas como debería ser, dejando sin control un amplio espacio sometido al
poder de las influencias e intermediaciones políticas y económicas. De esta forma, la
configuración urbana se ha constituido en una representación más de las actuales
relaciones de poder.
CAPÍTULO 9
EL PODER EN LA CULTURA Y LAS IDENTIDADES
La cultura, entendida como el sistema organizado de símbolos significativos, proporciona
orientaciones generales a las acciones individuales y grupales703. Desde esta perspectiva,
siguiendo con Clifford Geertz, la cultura también es un mecanismo de control social, por lo
que tampoco está ajena a la organización y dinámica del poder. Así, la producción y
circulación de manifestaciones que expresan este sistema de símbolos significativos tienen
especial importancia en la configuración y permanencia del imaginario de un pueblo, clase,
etnia, grupo o nación. De esta forma, la expresión artística –espejo de los ideales y
expresión del espíritu de la comunidad704– se constituye en una actividad clave del
desarrollo cultural y ámbito estratégico de políticas estatales.
En su novela de anticipación, 1984, George Orwell aseguraba que “el que controla el
pasado controla el futuro; y el que controla el presente controla el pasado”. Parafraseando a
Orwell, se podría decir: quien en el presente controla las identidades pasadas, controla las
identidades futuras. En este proceso, la memoria histórica, la reconstrucción de la historia
de los pueblos705, la arquitectura de sus símbolos y representaciones –el imaginario social–
se imbrican ineludiblemente como partes integrantes de la estructura y dinámica del
poder.
Tal como lo establece Oscar Landi, los individuos adquieren las identidades sociales y
políticas solo en el orden simbólico, “el sentido no preexiste, no se expresa a través de las
palabras; es un efecto de la combinación de los significantes”. Desde el punto de vista del
poder, los diversos proyectos identitarios competirían entre sí por imponerse como sentido
común nacional, por lo que “la eficacia hegemónica de las diferentes corrientes políticas se
[mediría] por su capacidad de desarticular las formaciones discursivas adversarias y
absorber las interpretaciones que estas contenían en otra matriz doctrinaria, en otra
problemática”. Por estas razones “[e]l buen orden reconocido por la sociedad es producto
del conflicto entre las diferentes fuerzas políticas por la producción del sentido. Y, al definir
los bienes deseables, constituye el código que permite la comunicación entre los individuos
en una etapa histórica dada”709. Es en el espacio cultural en el cual, también y muy
especialmente, se da esta confrontación de sentidos e imaginarios710.
En el caso de Chile, la dictadura entendió esto muy bien desde el primer día, afanándose
en la tarea de implementar una política de desmontaje del imaginario que la Unidad
Popular había instalado en el país. De acuerdo a Luis Hernán Errázuriz, “el régimen militar
impulsó a través de sus prácticas actos simbólicos tendientes, por una parte, a significar el
dominio y el ejercicio del poder y, por otra, a erradicar las ideas y prácticas del gobierno
destituido”. Con este propósito puso “en marcha la operación limpieza que representa
simbólicamente, por una parte, la desinfección del pasado marxista y, por otra, la
promoción de una noción militarizada de la estética cotidiana, caracterizada por rasgos
tales como la depuración, el orden y la restauración fervorosa de los símbolos patrios”. Pero,
al mismo tiempo, intentó implementar una política de sustitución de ese imaginario
“desarrollando una organización autoritaria de la cultura de corte nacionalista que,
implícita y/o explícitamente, busca[ba] redefinir las costumbres y la percepción de la
realidad social, promoviendo acciones y/o percepciones contrapuestas”. Si bien en este
intento no logró todos sus objetivos, tuvo efectos duraderos y “aún cuando en el período de
transición a la democracia experimentamos un proceso gradual y sostenido de apertura
cívica, política y cultural, las marcas y cicatrices de la dictadura son tan profundas que han
dificultado el restablecimiento pleno de una atmósfera cultural propia de un sistema
democrático713.
El control ejercido por la dictadura buscó alejar la cultura de la política. Esto se llevó a cabo
a través de la la persecución política de los artistas opuestos al régimen, la intervención
militar de las universidades y la censura a los medios de comunicación. Si bien esa
represión produjo una diáspora cultural, al mismo tiempo incentivó el desarrollo de una
cultura contestataria y una clara división entre la cultura oficial y la alternativa.
Contrariamente a lo buscado, el control dictatorial dio lugar a una “imaginación
contestataria y a un horizonte cultural de ideales democráticos y libertarios”715.
Paradojalmente, como lo recuerda Raúl Zurita, aun cuando “bajo la dictadura, se impuso un
control discursivo que intentaba eliminar la otredad y la memoria en la sociedad y en el
‘campo cultural’, surge un arte y una literatura que, desmintiendo la afirmación común de
que durante ese período se produjo un ‘apagón cultural’, utilizó las más diversas
estrategias discursivas para enfrentar la situación creada y responder a ella […]
subvirtiendo los enunciados autoritarios mediante un discurso formal e ideológicamente
opuesto a las manifestaciones culturales oficiales”716.
Frente a la represión sufrida por los agentes culturales antidictatoriales, estos aprovecharon
el espacio provisto por la solidaridad internacional diseminando la cultura de resistencia,
democrática, y de izquierda en formas inimaginables, logrando globalizar la identidad de la
resistencia democrática en todas partes del mundo. De igual forma, frente al bloqueo
comunicacional y aprovechando la llegada de nuevas tecnologías de la información, las
fuerzas democráticas en el país lograron distribuir sus propios contenidos televisivos. Así,
por ejemplo, en momentos en que la revista Análisis era censurada o no se permitía su
circulación, los videos de Teleanálisis distribuían sus contenidos a través de las redes de la
Iglesia Católica.
Así, situado históricamente el problema, se podría hipotetizar que a contrario sensu, como
negación de lo realizado por la dictadura y aprovechando los desarrollos contestatarios
observados en ese período, los gobiernos democráticos tratarían de implementar políticas
culturales tendientes a abrir los espacios culturales a todos los grupos subordinados y
reprimidos, permitiendo el desarrollo de un imaginario republicano-democrático
consistente con las libertades alcanzadas. Ese imaginario sería el producto del conjunto de
visiones y relatos colectivos, no totalmente racionalizados, referidos a valores sociales como
la preocupación por el bien común, con un marcado carácter comunitario y solidario, el
respeto y legitimación democrática de las leyes y las instituciones públicas, la promoción
del igualitarismo, la inclusión social y la abolición de los privilegios. Ese ideal republicano-
democrático sería la fuerza orientadora y movilizadora en pos de una sociedad de
ciudadanos libres, independientes, cultos y solidarios. Así, el espacio de la cultura y el arte
se constituyó en un bien público. En este fue preciso identificar y delimitar los actores
significativos involucrados (stakeholders) –públicos y privados, individuales y colectivos–,
establecer estrategias de desarrollo y poner a disposición de los agentes culturales los
medios para que ellos ejercieran su función.
Una mirada de conjunto a los cambios culturales en los últimos veinte años muestra que
estos han sido de gran significación719. Estas transformaciones “tectónicas” han dado por
resultado un nuevo perfil identitario nacional, crecientemente plural, diverso y
contradictorio. Frente a estos cambios, la política cultural de la Concertación focalizó su
atención en proveer de recursos, institucionales y financieros, a los agentes culturales de
manera que estas nuevas identidades tuvieran mecanismos y canales de expresión y
circulación. Aun cuando el proceso de cambio cultural fue enorme720, en este capítulo
centraremos la atención en las políticas que los gobiernos concertacionistas
implementaron para facilitar las expresiones culturales, el arte en particular.
La relación entre Estado y cultura en Chile ha pasado por diversas etapas. Verónica
Aranda 721 indica que hasta los años treinta del siglo XX, la acción cultural del Estado en
los países latinoamericanos era básicamente de mecenazgo y una de las instituciones que
cumplió un rol preponderante en el campo cultural fue la Universidad de Chile722. El acceso
a la cultura, por otra parte, estaba restringido a los sectores de altos ingresos mientras que
las expresiones culturales populares permanecían en la marginalidad. Décadas más tarde,
en los años sesenta, organismos internacionales, como la UNESCO, promoverían una acción
tendiente a ampliar la difusión y el acceso en base a una idea de democracia cultural. A
partir de esa década, de acuerdo a Brunner, Barros y Catalán723, se puede hablar del
surgimiento de una industria cultural. La cultura comienza a politizarse fuertemente
mientras el Estado ejercía un papel promotor, intervencionista y distributivo. Esta
ampliación del acceso llevó a una cierta segmentación de la oferta cultural, principalmente
en una “alta cultura” y una “cultura popular”, a la vez que se producía un cuestionamiento
de la cultura dominante de la mano de una reivindicación de lo popular, particularmente
durante el gobierno de la Unidad Popular. Durante el gobierno de Allende, la cultura se
asoció al proceso de cambio con iniciativas culturales como, por ejemplo, la Editorial
Quimantú que masificó el consumo de libros.
Durante la administración Frei se encaró, por primera vez en forma explícita, el tema de la
censura y se avanzó en el proceso de regionalización de las instancias culturales.
Igualmente, se perfeccionó, descentralizó y amplió el Fondo de Desarrollo a las Artes y la
Cultura; se iniciaron talleres de plástica, literatura y música en las cárceles y programas
sociales como bandas de rock en las poblaciones; y se elaboraron leyes para el fomento de
la música y cine. Se articularon las actividades de todos los ministerios en el quehacer
cultural y se realizaron importantes homenajes a figuras destacadas del quehacer cultural
nacional, como el realizado a José Donoso, que contó con la inauguración de José Saramago
y presencia de una decena de escritores internacionales destacados, junto a películas,
exposición de plástica, y concursos en los colegios, ente otras iniciativas. En ese mismo
período se crearon los “bibliómetros” y ventanas culturales en el Metro, se inició con
financiamiento del Estado el Festival Teatro a Mil, el Festival de Cine Mudo y el Festival de
Valdivia. En cine, se restauraron las primeras películas chilenas, como La Dama de las
Camelias, y se inició el trabajo de la idea de una Subsecretaría de Cultura.
Internacionalmente, Chile participó en la Conferencia Mundial para el Desarrollo Social,
logrando introducir en el documento final el tema de la estrecha relación entre desarrollo
económico y desarrollo cultural.
El documento “Política Cultural del Gobierno del Presidente de la República Ricardo Lagos”,
de 2000, constituyó la primera formulación explícita de una política cultural por parte de
un gobierno concertacionista y, en tal sentido, representó un hito en la importancia
otorgada al tema. Ya como ministro de Educación, durante el gobierno de Aylwin, Lagos
mostró gran preocupación por el desarrollo de más y mejores políticas culturales y una
adecuada institucionalidad. Por su parte, Bachelet también presentó un programa explícito
de política cultural. Igualmente, el número de leyes culturales aprobadas bajo estos dos
gobiernos superó considerablemente al de los dos anteriores.
Cuadro 9.1
Las motivaciones para este impulso a la cultura y las artes fueron expresadas de diversas
formas. Para Ricardo Lagos, la cultura constituía un ámbito de integración del hombre a la
sociedad726, sociedad que debe reflejar la diversidad de sus componentes. La cultura fue
entendida como un componente esencial del desarrollo de los países y una expresión de su
democracia: “Los países se desarrollan sólo cuando amplían su horizonte y ofrecen a todos
la posibilidad de participar en una comunidad cultural. ¡Nosotros soñamos con esa
sociedad; no con un país estrecho, constreñido al lucro y a un individualismo
exacerbado!”727. A partir de esta observación se podría concluir que los gobiernos
concertacionistas de izquierda tendrían mayor sensibilidad y cercanía al ámbito cultural, lo
que coincide con la afiliación de los autores de las mociones que trataron temas de cultura
y artes, entre otros indicadores.
Las iniciativas que se revisan a continuación muestran que uno de los principales y más
relevantes campos de acción de parte del Estado fue el de facilitador de la actividad
cultural. Diversas formas de financiamiento permitieron, a través de múltiples fondos
concursables, expresar una pluralidad de visiones. Igualmente, el impulso a la
infraestructura cultural, junto a otras políticas tendientes a democratizar la cultura y
generar mayores posibilidades de acceso, fueron otros de los grandes esfuerzos realizados.
Finalmente, la construcción de la institucionalidad cultural728 le otorgó al tema una mejor
orgánica y herramientas para el fomento, promoción y difusión de la cultura y las artes.
3. Libertades y derechos
a. Censura cinematográfica
c. Derechos de autor
La propiedad intelectual se consagró en Chile mediante ley en 1970 a fines del gobierno de
Eduardo Frei Montalva (Ley 17.336), estableciéndose los pasos para inscribir la propiedad
intelectual y los derechos que se obtiene de ella, instituyendo multas y sanciones. En 1985
se produjo la primera modificación a esta ley, habiéndose producido múltiples
modificaciones durante la dictadura y los gobiernos democráticos732. Las modificaciones
han apuntado principalmente a mejorar los estándares de protección, adecuando la norma
a los temas de las últimas décadas, como lo relativo a nuevas tecnologías, y aumentando
las penas a los infractores. Varias de estas modificaciones han sido impulsadas por la
presión internacional dados los compromisos adquiridos por Chile, como fue en el caso del
TLC con Estados Unidos y los acuerdos con la Organización Mundial del Comercio. Cabe
destacar la modificación de 1992 (Ley 19.166), que además de aumentar el plazo de
protección de los derechos de autor de 30 a 50 años, entre otras medidas, estableció la
gestión colectiva para los derechos de autor y derechos conexos.
4. Institucionalidad
En la institucionalidad cultural, así como en los órganos que en este espacio definen
políticas y asignan fondos en diversas disciplinas, la estructura más común es la de los
consejos. En ellos participan representantes del sector público, de múltiples organizaciones
ligadas al ámbito de la cultura, de las diversas expresiones artísticas, de asociaciones
gremiales y de la gestión cultural, y académicos, entre otros. Bajo este respecto se podría
decir que la cultura es un espacio donde el poder se encuentra distribuido entre diversos
actores involucrados en la definición de la política cultural, conformando así una estructura
potencialmente deliberativa.
El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, creado en el año 2003 (Ley 19.891), fue la
principal institución encargada de conducir, desarrollar, promover e implementar la política
cultural en Chile735. Esta surgió ante la necesidad de otorgar mayor rango a la temática
cultural dentro del Estado, para lo cual fue necesario generar un ente autónomo no
dependiente de otras reparticiones públicas, como ocurría hasta entonces, viniendo a
reemplazar a la División de Extensión Cultural del Ministerio de Educación y el
Departamento de Cultura del Ministerio Secretaría General de Gobierno. Esta
institucionalidad, al no estar radicada en una única unidad administrativa, presentaba una
dispersión que se traducía en insuficiente coordinación, duplicidad de funciones y
esfuerzos y mal aprovechamiento de los recursos humanos y financieros.
La forma específica que adoptaría esta institucionalidad fue largamente discutida. Las
opciones iban desde un Ministerio, pasando por un Consejo, hasta una Dirección Nacional.
Durante el gobierno Aylwin se convocó una comisión para estudiar el tema, que propuso la
creación de una Comisión. Este ejercicio se repitió en el gobierno Frei, proponiéndose una
Dirección Nacional de Cultura que, a diferencia del Consejo, no se relacionaba
directamente con el Presidente sino a través del Ministerio de Educación y fusionaba a la
DIBAM, la División de Extensión Cultural del Ministerio de Educación y el Departamento de
Cultura del Ministerio Secretaría General de Gobierno. Con este contenido se envió un
proyecto de ley al Congreso en 1999, el que fue transformado e impulsado por el gobierno
Lagos dando lugar al CNCA, no incluyendo a la DIBAM.
Esta ley enfatiza el desarrollo armónico y equitativo de las actividades culturales en las
diversas regiones y comunas del país, teniendo la descentralización y desconcentración
como objetivos centrales, por lo que su sede quedó radicada en Valparaíso, aunque
también funciona en Santiago, e incluyó la exigencia de que al menos el 50% de los
jurados para la asignación de fondos concursables provinieran de regiones distintas a la
Metropolitana, y que el 60% de los recursos fueran asignados a regiones.
El Consejo de Monumentos Nacionales fue creado por el Decreto Ley Nº 651 de 1925, y
rigió hasta el año 1970 en que se aprobó la Ley de Monumentos Nacionales (Ley 17.288).
La calificación de monumento nacional es otorgada por el Consejo con el fin de proteger el
patrimonio natural, histórico y artístico. Esta ley, modificada en 2005 (Leyes 20.021 y
20.033) vino a perfeccionar el sistema anterior aunque siguiendo la misma línea,
ampliando el número de consejeros a veinte e incorporando ocho asesores. Los consejeros
son representantes que provienen de diversas áreas relativas a la protección y estudio del
patrimonio y la historia nacional así como de múltiples órganos del Estado, esencialmente
técnicos, siendo el presidente del Consejo el Ministro de Educación. La ley modificada
amplió los ámbitos de protección otorgando nuevas responsabilidades al Consejo,
limitando las categorías de monumentos nacionales a cinco: monumentos históricos
(bienes inmuebles y muebles), monumentos arqueológicos, monumentos públicos,
santuarios de la naturaleza y zonas típicas. Creó la figura penal de apropiación de un
monumento nacional y estableció la exención del impuesto territorial para los monumentos
históricos. En septiembre de 2009 se ingresó un proyecto para la creación de un Instituto
del Patrimonio que absorbería al Consejo, siendo retirado en junio de 2010.
e. Patrimonio
Ya durante el gobierno Frei, a iniciativa del ministro de Educación, Ricardo Lagos, y gracias
al trabajo de la Comisión Antúnez, quedó establecido que cada obra pública debía destinar
un porcentaje de su presupuesto a una pieza de arte (murales, esculturas), producto de lo
cual múltiples artistas engalanaron esa infraestructura.
En 2009 se elaboró una propuesta para crear el Instituto del Patrimonio, concentrando
funciones y recursos en este campo, la que había comenzado a estudiarse en el marco del
plan “Chile quiere más cultura. Definiciones de política cultural 2005-2010”, documento
elaborado por el Consejo de la Cultura durante el gobierno Lagos, lo que llevó a que en
2006 se creara una Comisión de Institucionalidad Patrimonial que congregó a diversos
especialistas y cultores del patrimonio cultural. La comisión debía realizar un diagnóstico y
considerar alternativas relativas a una nueva institucionalidad. El diagnóstico consideró
como principales deficiencias la dispersión institucional y la falta de una mirada global que
le otorgue al manejo del patrimonio cultural material e inmaterial mayor protagonismo
dentro de las políticas del Estado. En base al trabajo de esa comisión se formuló el
proyecto, ingresado en agosto de 2009, a la Cámara de Diputados, proyecto que no alcanzó
a ser discutido y fue retirado de tramitación en junio de 2010 por el gobierno de Piñera738.
Este proyecto creó polémica. Las diferencias se manifestaron en 2007, cuando tras el
informe de la Comisión de Institucionalidad Patrimonial el gobierno anunció el envío de un
proyecto que no se concretó. De acuerdo a Carlos Aldunate, miembro de la comisión, el
problema surgió porque la propuesta original de la comisión situaba al CNCA y el Instituto
del Patrimonio como los dos componentes de un Ministerio de la Cultura, a la vez que el
Instituto absorbería a la DIBAM y el Consejo de Monumentos, dependientes del Ministerio
de Educación, instituciones que se opusieron a esta fórmula739. Así, cada institución
existente buscaba proteger sus atribuciones y poder, pse a que, por la complejidad de las
tareas del Ministerio de Educación, el espacio y energía para el patrimonio era escaso.
Debieron pasar dos años para que fuera posible lograr un acuerdo al interior del gobierno,
el que consideró las críticas anteriores y desechó la posibilidad de un Ministerio de la
Cultura.
En 2009 se logró ingresar uno de los proyectos largamente anunciados por el gobierno
Bachelet en materia cultural. Este definió al patrimonio cultural como “el conjunto de
bienes materiales e inmateriales a los que la comunidad les atribuye valores a ser
transmitidos de una época a otra, o de una generación a las siguientes. Comprende a las
formas de expresión, los modos de vivir y de crear, las creaciones científicas, literarias,
artísticas y tecnológicas, las obras y expresiones religiosas, los objetos, documentos y
demás artefactos producto de manifestaciones artístico-culturales, las edificaciones y
conjuntos urbanos y sitios de valor histórico, paisajístico, artístico, arqueológico,
paleontológico y científico” (Artículo 12).
f. Municipalidades
De acuerdo al estudio del CNCA sobre gestión cultural a nivel municipal, las estructuras
administrativas con que los municipios desarrollan la función cultural son unidades
preexistentes con otros fines (59%), casa/centro cultural (12,1%), corporaciones (4%),
bibliotecas y otros (6,2%) y encargado individual (18,7%). La mayoría de las unidades
culturales se implementaron en la última mitad de los noventa, con un gran número de
unidades creadas el año 2005, por lo que se estaba frente a una institucionalidad naciente,
tal como a nivel nacional. Es importante mencionar que la mitad de estas unidades no se
dedicaba exclusivamente a las tareas culturales, manteniendo funciones paralelas ajenas a
ella. Las corporaciones, por otra parte, son las que en mayor grado se dedican
exclusivamente a funciones culturales. Las regiones del extremo norte y sur muestran los
resultados más precarios, al igual que las comunas más alejadas de los grandes centros
urbanos, lo que es indicativo del limitado acceso a la cultura y la democratización de la
misma.
Creado en 1992 como glosa de la Ley de Presupuestos, el FONDART fue por años el
principal fondo concursable para el financiamiento de las artes. Mediante la Ley 19.891 que
creó el CNCA, se estableció el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes como forma
de institucionalizarlo, continuando su forma de funcionamiento en que, por ejemplo, el
60% de los fondos se destina a regiones. Previo a esta ley, el FONDART tenía una
precariedad normativa y, por estar contenido en la Ley de Presupuesto, no se podían
financiar proyectos que duraran más de un año. Posteriormente, los fondos se fueron
especializando, dando lugar al FONDART, al Fondo de la Música, al Fondo Audiovisual y al
Fondo Nacional de Escuelas Artísticas, además del Fondo del Libro, de más larga data744.
Frecuentemente, el FONDART recibe críticas por la forma como se entregan los recursos, la
idoneidad de los evaluadores, la repetición de nombres entre los ganadores y problemas
administrativos que llevan a una demora en la entrega de los recursos o una lenta
rendición de cuentas745. Otro tema de polémica ha sido el contenido de algunos proyectos
ganadores, como la llamada “casa de vidrio”; la obra “Prat”, las “licuadoras enchufadas con
peces en su interior en el MAC”, las que fueron rechazadas por sectores conservadores
ofendidos y grupos que cuestionaron el financiamiento público para ese tipo de
expresiones. Con todo, el sistema fue ampliado creándose nuevas líneas de financiamiento
como la Bicentenario y la de Comunicación y Extensión para el fomento de las artes. En
2009, el Consejo de la Cultura publicó por primera vez una lista de más de 2.500 personas
e instituciones inhabilitadas para postular a los diversos fondos debido a atrasos en la
ejecución de los proyectos para los cuales habían recibido fondos, logrando con esto mayor
transparencia y dando cuenta del esfuerzo de seguimiento a los proyectos beneficiados.
Mediante la Ley de Fomento del Libro y la Lectura (Ley 19.227, 1993), el Estado reconoció
“en el libro y en la creación literaria instrumentos eficaces e indispensables para el
incremento y la transmisión de la cultura, el desarrollo de la identidad nacional y la
formación de la juventud”, creando el Fondo Nacional de Fomento al Libro y la Lectura,
entonces administrado por el Ministerio de Educación, posteriormente por el CNCA, y el
Consejo Nacional del Libro y la Lectura. Estableció la libre edición, impresión y circulación
de libros, con el sólo límite de resoluciones judiciales746.
La Ley 19.928 (enero, 2004) creó el Consejo y un Fondo Nacional de Fomento a la Música.
Junto al Premio a la Música Nacional Presidente de la República, se establecieron medidas
de fomento de la música nacional, promoviendo su interpretación en los actos públicos
organizados por órganos y servicios del Estado748.
Con características similares a las anteriores, en 2004 se creó el Consejo del Arte y la
Industria Audiovisual y el Fondo de Fomento (Ley 19.981), el que más ha crecido en los
últimos años (Cuadro 9.2).
Cuadro 9.2
A pesar de que no haber sido aprobado por ley, cabe mencionar la existencia del fondo de
fomento al cine y la industria audiovisual de la Corporación de Fomento de la Producción
(CORFO), que apoya mediante financiamiento las etapas de preproducción y de
distribución y comercialización.
Cuadro 9.3
f. Premios Nacionales
A partir de 1942 se instauraron en Chile los Premios Nacionales, distinción que reconoce el
trabajo de las principales figuras en diversas disciplinas, siendo los primeros premios los de
literatura y artes. En 1954 se creó el Premio Nacional de Periodismo, en 1968 el de Ciencia
y en 1974 el de Historia. En 1992 fue aprobada la Ley 19.169 que estableció once premios,
considerando los ya existentes y en algunos casos subdividiéndolos: literatura, periodismo,
ciencias exactas, ciencias naturales, ciencias aplicadas y tecnológicas, historia, ciencias de
la educación, artes plásticas, artes musicales, artes de la representación y audiovisuales, y
humanidades y ciencias sociales.
g. Condiciones laborales
En otra dirección, pero importante para el desarrollo de las artes, se puede mencionar la
Ley 19.889 (2003) que regula la contratación y el trabajo de artistas y técnicos de
espectáculos modificando el Código del Trabajo. Considerando la naturaleza de las
actividades artísticas y culturales, las relaciones laborales suelen ser informales, generando
desprotección de los artistas, siendo en algunos casos un desincentivo para el ingreso a la
profesión. La ley establece que el empleador puede realizar contratos por períodos fijos, ya
sea por una o más funciones, por obra, por temporada o por proyecto. El contrato no podrá
afectar la libertad de creación.
6. Medios de comunicación
Los medios de comunicación social tienen un rol clave en el debate informado sobre temas
de interés colectivo. En el ámbito de la cultura proporcionan los mecanismos a través de los
cuales se expresa la diversidad de puntos de vista e identidades en una sociedad,
permitiendo la manifestación pluralista de la oferta cultural.
a. Prensa escrita
Hasta 1973 la prensa escrita se caracterizó por un amplio pluralismo, casi todos los
partidos y grupos políticos relevantes eran propietarios o se asociaban a algún medio
escrito755. Este pluralismo fue radicalmente interrumpido por la dictadura suprimiéndose
la “prensa política” y sometiendo todo el sistema comunicacional a un estricto control, con
lo que las dos grandes empresas periodísticas existentes, El Mercurio y COPESA, se
encontraron sin competencia y con el campo despejado para dominar el mercado,
conformándose así una estructura duopólica.
Durante los ochenta surgió una serie de medios de oposición, particularmente revistas
como Apsi, Análisis, Fortín Mapocho y Hoy, los que en la estructura de mercado del recién
democratizado país y sin la ayuda financiera externa provista durante el período dictatorial,
no lograron sobrevivir. Por su parte, los gobiernos de la Concertación tuvieron la política de
la no-política, apostando a que el mercado regularía el sector haciéndolo competitivo y
plural, cosa que no sucedió. Partiendo del hecho que el duopolio gozaba en 1990 de una
ventaja inicial y considerando las distorsiones existentes, los medios alternativos a este no
tuvieron sobrevida (Pluma y Pincel, La Época, Siete más Siete), a lo que el Estado
contribuyó al no distribuir equitativamente los avisos fiscales entre los diversos medios, lo
que incluso generó una demanda judicial756. Si bien el Estado era dueño del diario La
Nación (y el Diario Oficial), este tenía una escasa circulación e inversión publicitaria, lo que
no lo constituía en instrumento para la promoción de la cultura. Tampoco se impulsaron
medidas antimonopolio, estímulos económicos para medios nuevos o independientes del
núcleo duopólico, o para disminuir las barreras de entrada existentes.
b. Televisión
c. Radio
Aun cuando los grandes grupos controlan las principales radios del país, algunas
concesiones en esta área pertenecen a las iglesias católica y evangélicas de diversas
denominaciones, universidades, vinculada a familias tradicionales del rubro (Mosciatti y
Radio Bío-Bío) o Bezanilla (Tiempo, Infinita, Amadeus y Romántica).
El Mensaje 324-355 (octubre de 2007) de la presidenta Bachelet marcó el inicio del trámite
del proyecto de ley que creó los servicios de radiodifusión comunitaria, vigente finalmente
en abril de 2010. Esta ley (20.433) creó los servicios de radiodifusión comunitaria
ciudadana. La regulación previa distinguía entre radios comerciales y radios de mínima
cobertura, categoría a la que se acogían las radios comunitarias. Dado que la norma
resultaba demasiado restrictiva, se creó un estatuto jurídico especial con el fin de potenciar
este medio de comunicación como vehículo preferente de las organizaciones de la sociedad
civil. Esta iniciativa fue de gran relevancia para la expresión de identidades que no
accedían a los medios tradicionales de comunicación pero que se podían fortalecer a través
de la radio. El proyecto incrementaba la libertad de expresión, ya que permitía y fomentaba
el derecho a la información y la democratización del espectro radial.
La ley amplió el radio de acción a una potencia máxima de 25 watts (antes el máximo era 1
watt), alcanzado con esto una cobertura comunal o regional. Excepcionalmente, se permite
una potencia de 40 watts para localidades fronterizas o apartadas, con población dispersa o
altos índices de ruralidad y también en caso de proyectos que busquen potenciar la
identidad y lenguas indígenas. Las concesiones de servicio se otorgan dentro de un marco
del espectro radioeléctrico de frecuencia modulada, entre el 105.9 y el 107.9 MHz con
variaciones de acuerdo a la región, con lo que se reservó para las radios privadas
comerciales más del 90% del espectro radioeléctrico. Se incorporó una concesión por 10
años (antes eran 3) que se obtiene a través de concurso. Los titulares de la concesión
pueden ser personas jurídicas de derecho privado sin fines de lucro como sindicatos, juntas
de vecinos, organizaciones deportivas, asociaciones gremiales, organizaciones indígenas,
comunidades agrícolas, iglesias y organizaciones religiosas, organizaciones comunales de
consumidores, de adultos mayores, entre otras. Estas radios no pagan derechos por
utilización del espectro, permitiéndose el avisaje publicitario como medio para
autofinanciarse (hasta entonces prohibido), siempre que sea de servicios en su zona de
cobertura. Del mismo modo, la ley impidió que formen parte de cadenas de radios entre
ellas o con radios comerciales, salvo en casos de emergencia o calamidad pública. Por
último, la ley encomendó a la Subsecretaría de Telecomunicaciones regular y garantizar el
acceso equitativo de todos los actores sociales y la optimización del uso del espectro
radiodifusor.
En la discusión de la ley, uno de los temas polémicos fue la publicidad, ya que la ARCHI
defendió en el Congreso el monopolio de las radios comerciales sobre la publicidad,
rechazando la posibilidad de las radios comunitarias de transmitir avisaje, a pesar de que la
ley no establecía competencia en igualdad de condiciones y solo permitía el avisaje
correspondiente a las localidades en que funcionara la radio.
Aun cuando existió un amplio reconocimiento de la importancia y necesidad de contar con
esta ley, fueron claras las oposiciones a la misma. Particularmente, la Asociación Mundial
de Radios Comunitarias para América Latina y el Caribe, asociación de la que participa
Chile, criticó la distribución inequitativa que reserva menos del 10% del espectro para este
tipo de radios, comparándolo con el caso uruguayo en que la ley les reservó un tercio763.
Considerando que según la Subtel existían 390 radios de este tipo con licencia, además de
las ilegales, el espacio se verá rápidamente saturado764.
d. Internet
El Programa Enlaces del Ministerio de Educación hizo esfuerzos para incorporar las nuevas
tecnologías de la información y comunicación a la educación, ya que como apunta el
informe del PNUD citado anteriormente, la escuela es el principal agente para la
disminución de la brecha digital. El desarrollo de Internet también planteó desafíos en lo
relativo a los derechos de autor dada la transmisión ilegal de contenidos, estando este
aspecto regulado en la ley de propiedad intelectual, como ya fue mencionado.
7. Otras iniciativas
Como se vio anteriormente, las primeras tareas gubernamentales fueron las de establecer
las bases fundamentales de la actividad cultural recuperando y ampliando libertades
(censura cinematográfica, secreto profesional, derechos de autor). Especial mención al
respecto merece la (tardía) iniciativa legal de proteger y darle un marco jurídico a las radios
comunitarias. Aun cuando esta tarea fue iniciada en medio de un marco político adverso a
la inclusión de tales libertades, el Ejecutivo se dio maña para sacarla adelante.
Un factor que dificultó avanzar más allá de estas iniciativas, fuera de la oposición de
derecha, fueron las cláusulas de propiedad intelectual adscritas al tratado de libre comercio
(TLC) con los EE.UU., en vigencia desde enero de 2004. Precisamente cuando se iniciaba
una política cultural de amplio espectro y proyecciones, las excepciones culturales,
existentes en los TLC EE.UU.-Australia y EE.UU.-Nueva Zelandia, se incluyeron al final de las
negociaciones, por lo que el gobierno Lagos, ya al final de su período no pudo avanzar más
en este campo770.
Toda vez que los mecanismos políticos participativos no se habían establecido, ese gran
debate público no tuvo lugar. Por el contrario, la gestión cultural a niveles sub-nacionales
no se vio impulsada de la misma forma que a nivel nacional. El diálogo intercultural, que
formaba parte importante de esa política, tampoco se llevó a cabo, dificultada por la
política gubernamental frente a los pueblos originarios, en particular frente a la
movilización mapuche.
Quizás de todas las insuficiencias la más importante fue la relativa a los medios de
comunicación. Tal como lo establece Bernardo Subercaseaux, “la preservación de la cultura
necesita de la interacción con otros. En la medida que la cultura no depende de la libre
decisión individual sino de la existencia de una comunidad que la sostenga y la alimente,
ello implica, por parte del Estado, el resguardo para esa comunidad (o minoría) de ciertos
derechos colectivos y de algún grado de autonomía relativa”772. La equivocada política
concertacionista en materia de medios de comunicación también influyó en limitar la
interacción entre grupos, clases y regiones de diversa naturaleza, dificultando
precisamente el reconocimiento y valoración mutua, base de la tolerancia e integración
social.
a. Derechos y ciudadanía
Cuadro 10.1
1. Jorge Arrate Mac Niven, Nuevos Tiempos Políticos, carta a los adherentes, votantes y
simpatizantes de mi candidatura en la primera vuelta presidencial, Santiago, 18 de febrero,
2010. http://www.cctt.cl/correo/index.php?
option=com_content&view=article&id=1211:nuevos-tiempos-politicos-carta-de-jorge-
arrate-mac-niven&catid=26&Itemid=50. Conceptos similares expresó posteriormente
Eduardo Frei, “Los primeros 45 días de Piñera: «Realidades que inquietan»”, La Segunda,
23 de abril, 2010.
2. Una aproximación a este tema en: Augusto Varas, “Del éxito al fracaso concertacionista.
El gobierno de Michelle Bachelet y la derrota electoral de 2010”, en: Yesko Quiroga y Jaime
Ensignia (Editores), Chile en la Concertación (1990-2010). Una mirada crítica, balance y
perspectivas (Tomo II). Friedrich Ebert Stiftung, Santiago, 2010.
7. Vamos a Vivir Mejor, Conferencia de Eduardo Frei Ruiz-Tagle con ocasión de la entrega de
las Bases Programáticas de su Candidatura Presidencial. Santiago, Castillo Hidalgo, 7
septiembre, 2009.
http://www.archivochile.com/Chile_actual/elecciones_2009/frei/doc_part/frei_part0030.pdf
10. Fernand Braudel, La Historia y las Ciencias Sociales. Alianza Editorial, Madrid, 1979.
11. David Held, Democracy and the Global Order, Stanford University Press, California,
1995, página 173.
12. En estas materias seguimos el análisis de Iris Marion Young, Inclusion and Democracy.
Oxford University Press, Oxford, 2002, Chapter 3.
14. John Paul, “Art as Weltanschauung: An Overview of Theory in the Sociology of Art”.
Electronic Journal of Sociology (2005).
http://www.sociology.org/content/2005/tier2/the_sociology_of_art.pdf
15. Carlos Marx, El Capital. International Publishers, New York, 1968, Volumen III, página
437.
16. Eduard Bernstein, Las premisas del socialismo y las tareas de la social democracia.
Problemas del socialismo, el revisionismo en la socialdemocracia. Siglo XXI, México, 1982,
página 217.
17. Leszek Kolakowski, Libertad, fortuna, mentira y traición. Paidos, Buenos Aires, 2001,
página 12.
18. Chantal Mouffe, La paradoja democrática. Gedisa, Barcelona 2003, página 39.
20. Robert A. Dahl, Democracy and Its Critics. Yale University Press, New Haven, 1989,
página 130.
21. Guillermo O’Donnell, “Human Development, Human Rights, and Democracy”, en:
Guillermo O’Donnell, Jorge Vargas Cullell, Osvaldo M. Iazzetta, The Quality of Democracy.
Theory and Applications. University of Notre Dame Press, Indiana, 2004, página 9.
23. Philippe C. Schmitter and Terry Lynn Karl, “What Democracy Is…and Is Not”, en: Larry
Diamond and Marc F. Plattner, The Global Resurgence of Democracy. The Johns Hopkins
University Press, Baltimore, 1993, página 40.
24. Gerardo L. Munck, Measuring Democracy. A Bridge Between Scholarship and Politics.
The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 2009, página 132.
25. David Beetham, Edzia Carvalho, Todd Landman, Stuart Weir, Assessing the Quality of
Democracy. A Practical Guide. IDEA, Stockholm, 2008.
26. Laurence Whitehead, “The Alternatives to ‘Liberal Democracy’: A Latin American
Perspective”, en: David Held, Prospects for Democracy. North South East West. Stanford
University Press, California, 1993, páginas 315-325. De estas siete limitaciones, claramente
cinco podrían tener validez en el caso chileno: restricciones a la soberanía popular;
limitación de las opciones políticas por mecanismos de mercado; imagen de pluralismo sin
alterar las relaciones tradicionales de poder; diseño equivocado de arreglos institucionales;
y sociedad civil fragmentada incapaz de generar legitimidad o consenso social.
27. Phillipe Schmitter, “Defects and Deficits in the Quality of Neo– Democracies”, en: Gary
Bland and Cynthia J. Arnson (Editors), Democratic Deficits: Addressing Challenges to
Sustainability and Consolidation Around the World.Woodrow Wilson International Center for
Scholars y Research Triangle Institute, Washington, DC, January 2009, páginas 22-23.
28. Guillermo O’Donnell, “Illusions and Conceptual Flaws”, Journal of Democracy, October,
1996; Andreas Schedler, “Taking Uncertainty Seriously: The Blurred Boundaries of
Democratic Transition and Consolidation”, Democratization, Winter 2001, Volume 8,
Number 4, página 18. Una importante discussion sobre estos temas entre autores como
Guillermo O’Donnell, Andreas Schedler y Thomas Carothers, en: Larry Diamond, Marc F.
Plattner and Philip J. Costopoulos (Editors), Debates on Democratization. The John Hopkins
University Press, Baltimore, 2010.
29. Tal como lo señala Beetham, “la historia de la democracia liberal, en conclusión, no ha
llegado a su fin. La lucha por la democratización continúa y debe continuar”. David
Beetham, “Liberal Democracy and the Limits of Democratization”, en: David Held, Prospects
For Democracy. Op. Cit., página 71.
33. Cfr. Anne Phillips, Democracy and Difference. The Pennsylvania State University Press,
Pennsylvania, 1999.
34. Norberto Bobbio, Teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento
político. Fondo de Cultura Económica, México, 1987, página 13.
35. Norbert Lechner, Obras escogidas. Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de
la política. LOM, Santiago, 2006, página 491.
36. Una comparación de las posturas de Kelsen y Weber, en: Norberto Bobbio, “Max Weber
y Hans Kelsen”, Sociología del diritto, 1/1981, páginas 67-68.
http://www.bibliojuridica.org/libros/2/970/5.pdf
37. Hans Kelsen, Teoría pura del derecho. EUDEBA, Buenos Aires, 1973, páginas 52-53 y
142.
38. Manuel Castells, Communication Power. Oxford University Press, Oxford, 2009, páginas
286, 295.
39. Max Weber, Economía y Sociedad. Fondo de Cultura Económica, México, Volumen II,
páginas 1109-1117.
40. Para el caso de América Latina, ver: Steven Griner and Daniel Zovatto (Editors), Funding
of Political Parties and Election Campaigns in the Americas. Organization of American
States - International Institute for Democracy and Electoral Assistance, San José, 2005.
41. Robert D. Putnam and Kristina A. Goss, “Introduction”, en: Robert D. Putnam (Editor),
Democracies in Flux. The Evolution of Social Capital in Contemporary Society. Oxford
University Press, New York, 2002, páginas 6; 404-416.
42. Aldo Panfichi, “Sociedad civil y democracia en los Andes y el Cono Sur a inicios del
siglo XXI”, en: Aldo Panfichi (Coordinador), Sociedad civil, esfera pública y democratización
en América latina: Andes y Cono Sur. Fondo de Cultura Económica, México, 2002, página
30.
44. Max Weber, Economía y Sociedad, Op. Cit., Volumen I, páginas 170-171.
46. Hanna Arendt, On Violence. A Harvest/HBJ Books, New York, 1970, página 52.
47. Seymour Martin Lipset and Jason M. Lakin, The Democratic Century. University of
Oklahoma Press, Oklahoma, 2004, páginas 209-210.
48. Ver: Scott Mainwaring, Timothy R. Scully, Jorge Vargas Cullell, “Measuring Success in
Democratic Governance”, en: Scott Mainwaring, Timothy R. Scully (Editors), Democratic
Governance in Latin America. Stanford University Press, California, 2009. También ver: Jean
D’Aspremont, “Legitimacy of Governments in the Age of Democracy”. New York University
Journal of International Law and Politics, Volume 38, 2006.
49. Fareed Zakaria, “The Rise of Illiberal Democracy”, Foreign Affairs, November/ December
1997.
50. Robert A, Dahl, Democracy and Its Critics, Op. Cit., página 130. Una crítica a Dahl por no
considerar la existencia de relaciones de poder pre existentes en la sociedad, en: Neve
Gordon, “Dahl’s Procedural Democracy: A Foucauldian Critique”, Democratization, Winter,
2001, Volume 8, Number 4.
51. Jürgen Habermas, Une époque de transitions. Écrits politiques, 1998-2003. Fayard,
Paris, 2005, páginas 193-194.
55. Por sociedad civil entendemos, “una esfera independiente situada entre el estado y el
hogar, poblada de grupos organizados o asociaciones que separadas y gozan de una cierta
autonomía en relación con el estado, y están formadas voluntariamente por miembros de la
sociedad para proteger o expandir sus intereses, valores o identidades”. Gordon White,
“Civil Society, Democratization and Development (I): Clearing the Analytical Ground”,
Democratization, Autumn, 1994, páginas 375-390.
56. Jürgen Habermas, La inclusión del otro. Estudios de teoría política. Paidós, Barcelona,
1999, página 118.
58. Carlos Peña, “El concepto de cohesión social. Debates teóricos y usos políticos”, en:
Eugenio Tironi (Editor), Redes, Estado y Mercados. Soportes de la cohesión social en
América Latina. Uqbar Editores, Santiago, 2008, página 81.
59. Anne Phillips,“Democracy, Recognition and Power”, en: Fredrik Engelstad y Oyvind
Osterud, Power and Democracy: Critical Interventions, Op. Cit., página 75.
61. Nicholas N. Kittrie, The War Against Authority. From the Crisis of Legitimacy to a New
Social Contract. The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1955, páginas 3; 225-226;
255.
62. Larry Diamond and Leonardo Morlino, Assessing the Quality of Democracy. Johns
Hopkins University Press, Baltimore, 2005, página xi.
64. Adam Przeworski, et. alia., Sustainable Democracy. Cambridge University Press,
Cambridge, 1995, página 40.
66. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Desarrollo humano en Chile. El
poder ¿para qué? Y ¿para quién? Santiago, 2004, páginas 15 y 19.
68. Bertrand Russell, Power, George Allen & Unwin, London, 1938, página 23 (edición de
Routledge Classics, 2005).
69. Torben Bech Dyrberg, The Circular Structure of Power. Verso, London, 1997, página 87.
71. Max Weber, Economía y sociedad. Op. Cit., Volumen I, página 276.
72. Charles Tilly, Durable Inequality. University of California Press, Berkeley, 1999.
73. Richard Jenkins, “Erving Goffman: A major theorist of power?”, Journal of Power, Volume
1, No. 2, August 2008.
74. Clarissa Rile Hayward, De-facing power, Cambridge University Press, Cambridge, 2000,
página 30.
75. Claus Offe, Contradictions of the Welfare State. The MIT Press, Cambridge, 1985,
páginas 103-104.
76. Wendy Brown, “Power after Foucault”, en: John S. Dryzek, Bonnie Honig, Anne Phillips,
The Oxford Handbook of Political Theory. Oxford University Press, Oxford, 2008, página 66.
En esta misma dirección, y discutiendo los desencuentros entre las teorías del poder y la
democracia se plantea Ian Shapiro, “Power and Democracy”, en: Fredrik Engelstad y Oyvind
Osterud, Power and Democracy: Critical Interventions, Ashgate Publishing, Burlington,
2004.
77. Henri Goverde, “Representation of power in public spaces: epistemic scientific versus
value rationality in social-spatial constructions”, Journal of Power, Volume 2, Issue 2, 2009,
páginas 275–300.
78. Pierre Bourdieu, “Social Space and Symbolic Power”, Sociological Theory, Vol. 7, N°1,
Spring, 1989, páginas 14-25.
79. Mark Devenney, “The limits of communicative rationality and deliberative democracy”,
Journal of Power, Volume 2, Issue 1, 2009, páginas 137-154.
81. Al respecto, ver: Ignacio Ramonet (Editor), La post televisión. Multimedia, Internet y la
globalización económica. Icaria, Barcelona, 2002.
82. Jürgen Habermas, The Inclusion of the Other. Studies in Political Theory. MIT Press,
Cambridge, 2001, páginas 239-244.
83. Alain Touraine, Qu’est-ce que la Démocratie? Fayard, Paris, 1994, páginas 44 y 262.
84. David Held, Democracy and the global order. Op. Cit., página 149.
87. Clarissa Hayward and Steven Lukes, “Nobody to shoot? Power, structure, and agency: A
dialogue”, Journal of Power, Volume 1, No. 1, April 2008.
. Emilio Durkheim, La reglas del método sociológico. Editorial Schapire, Buenos Aires, 1965,
página 29.
89. Alfredo Riquelme Segovia, “Una república entre dos centenarios”, en: Ricardo Lagos
Escobar, Cien años de luces y sombras. Taurus, Santiago, 2010, Volumen I; páginas 103-
151.
90. María Rosaria Stabili, El sentimiento aristocrático. Elites chilenas frente al espejo (1860-
1960). Editorial Andrés Bello, Santiago, 2010, página 23.
93. Gabriel Salazar, La construcción del Estado en Chile (1760-1860): democracia de “los
pueblos”, militarismo ciudadano, golpismo oligárquico. Editorial Sudamericana, Santiago,
2005.
94. Simon Collier y William F. Sater, Historia de Chile, 1808-1994. Cambridge University
Press, Madrid, 1998, página 46.
95. Alberto Edwards Vives, La fronda aristocrática. Editorial del Pacífico, Santiago, 1972,
página 37.
96. Simon Collier, Ideas and Politics of Chilean Independence, 1808-1833. Cambridge
University Press, Cambridge, 1967; Vasco Castillo, La creación de la República. La filosofía
pública en Chile, 1810-1830. LOM, Santiago, 2009.
97. Al respecto ver: Carlos Ruiz Schneider, De la República al mercado. Ideas educacionales
y política en Chile. LOM, Santiago, 2010.
98. Cecilia Valdés Urrutia, “La elite chilena, ayer…y hoy. Entrevista con Sol Serrano”. El
Mercurio, 19 de noviembre, 1995.
99. Sergio Grez Toso, De la “regeneración del pueblo” a la huelga general. Génesis y
evolución histórica del movimiento popular en Chile (1810-1890). Dibam-RIL-Centro de
Investigaciones Barros Arana, Santiago, 1997, página 59.
100. Julio Heise González, Años de formación y aprendizaje políticos 1810-1833. Santiago,
Editorial Universitaria, 1978; páginas 90-91.
102. Situación que continúa relativamente sin modificaciones en la actualidad: “En Chile
existe, pues, una sola elite: la de Santiago, y ésta es la ‘elite no más’, sin calificativos”.
María Rosaria Stabili, Op. Cit., página 33.
103. Usamos este concepto en forma amplia para subrayar la existencia de un sistema
institucionalizado de poder compartido. Ver: Arend Lijphart, Democracy in Plural Societies:
A Comparative Exploration. Yale University Press, New Haven, 1977.
108. Brian Loveman y Elizabeth Lira, Leyes de reconciliación en Chile: amnistías, indultos y
reparaciones 1819-1999. LOM, Santiago, 2001.
109. Julio Valdés Cange (Seudónimo de Alejandro Venegas), Sinceridad. Chile íntimo en
1910. Imprenta Universitaria, Santiago, 1910.
110. Carmen Cariola Sutter y Osvaldo Sunkel (Editores), La historia económica de Chile,
1830-1930: dos ensayos y una bibliografía. Cultura Hispánica del Instituto de Cooperación
Iberoamericana, Madrid, 1982; página 123.
111. Mariana Aylwin, Carlos Bascuñán, Sofía Correa, Cristián Gazmuri, Sol Serrano y Matías
Tagle. Chile en el siglo XX. Planeta, Santiago, 1990 (12ª edición, 2005), página 52.
113. Ver: Alberto Polloni, Las fuerzas armadas de Chile en la vida nacional. Editorial Jurídica
de Chile, Santiago, 1972.
115. General de División Chileno Emil Körner, “El desarrollo histórico del Ejército chileno”,
en: Patricio Quiroga y Carlos Maldonado, El prusianismo en las fuerzas armadas chilenas”,
Ediciones Documentas, Santiago, 1988; página 202.
116. Cfr. Isaiah Berlin, The Roots of Romanticism. Princeton University Press, Princeton,
2001; y Alan Wolfe, The Future of Liberalism. Alfred A. Knopf, New York, 2009; página 123,
texto del cual hemos extraído la relación entre el romanticismo y política.
117. Ver: Augusto Varas y Felipe Agüero (Compiladores), El proyecto político militar. Flacso,
Santiago, 1983; Parte I, “Fuerzas Armadas y sociedad”. Un análisis de la orientación anti
izquierdista de los militares, en: Genaro Arriagada, El pensamiento político de los militares.
Editorial Aconcagua, Santiago, 1986, capítulo 1.
118. Camilo Carrasco, Banco Central de Chile: Una Historia Institucional. Banco Central de
Chile, Santiago, 2009.
119. Un completo análisis del período, en: Felipe Portales, Los mitos de la democracia
chilena. Volumen II. Desde 1925 a 1938. Catalonia, Santiago, 2010, Capítulo III, “La
dictadura de Ibáñez”.
120. Cifras obtenidas de: Sofía Correa, Consuelo Figueroa, Alfredo Jocelyn-Holt, Claudio
Rolle y Manuel Vicuña. Historia del siglo XX chileno. Sudamericana, Santiago, 2001; y
Mariana Aylwin, Carlos Bascuñán, Sofía Correa, Cristián Gazmuri, Sol Serrano y Matías
Tagle. Chile en el siglo XX. Op. Cit.
121. Esta pérdida de protagonismo no significó una ausencia total en la política nacional,
ya que esporádicamente algunas facciones intentaron una reentrada en escena, tal como
fue el caso del “ariostazo”, las conspiraciones ibañistas, o bien tuvieron presencia
gubernamental como en los gabinetes de Gabriel González Videla y en la implementación
de la Ley de Defensa de la Democracia. Un análisis del período en: Augusto Varas, Felipe
Agüero, Fernando Bustamante, Chile, democracia, fuerzas armadas. Flacso, Santiago, 1980.
También ver: Alain Joxe, Las fuerzas armadas en el sistema político de Chile. Editorial
Universitaria, Santiago, 1970.
122. Brian Loveman y Elizabeth Lira. Las ardientes cenizas del olvido: Vía chilena de
reconciliación política 1932-1994. LOM, Santiago, 2000.
123. Para las elecciones de 1937 los comunistas se inscribieron como Partido Nacional
Democrático. Al año siguiente, el gobierno de Pedro Aguirre Cerda derogó el artículo que
tenía a los comunistas en la clandestinidad. Si bien a partir de los años treinta no estaban
ilegalizados, no podían inscribirse en el Registro Electoral y no pudieron usar su nombre
hasta las elecciones municipales de 1947.
124. Sofía Correa, Con las riendas del poder. La derecha chilena en el siglo XX. Editorial
Sudamericana, Santiago, 2004; páginas 11-12.
125. Un análisis del período en: Carlos Huneeus, La guerra fría chilena. Random House
Mondadori, Santiago, 2009.
127. “El Obispo de Talca, Manuel Larraín Errázuriz, inició el proyecto de Los Silos formando
una cooperativa campesina el 26 de junio de 1962. El Arzobispo de Santiago, Cardenal
Raúl Silva Henríquez, anunció sendos proyectos en dos fundos de propiedad de su diócesis:
Las Pataguas y Alto Melipilla, luego seguirían los fundos Alto Las Cruces y San Dionisio. A
cargo de los proyectos, los prelados designaron Comités Técnicos que, en junio de 1963,
dieron nacimiento al Instituto de Promoción Agraria (INPROA)”. José Garrido, Cristián
Guerrero, María Soledad Valdés, Historia de la reforma agraria en Chile. Editorial
Universitaria, Santiago, 1988; página 95. Ver también, Brian Loveman y Elizabeth Lira, Las
ardientes cenizas del olvido. Vía chilena de reconciliación política, 1932-1994. LOM-DIBAM,
Santiago, 2000.
128. Arturo Fontaine Aldunate, Todos querían la revolución. Chile 1964-1973. Zig-Zag,
Santiago, 1999, página 49.
129. Raúl Urzúa, “Notas sobre la estructura de poder en Chile”, en: Raúl Atria et. al., Hacia
un nuevo diagnóstico de Chile. Editorial del Pacífico, Santiago, 1973.
130. Arturo León, “La redistribución del ingreso: características y consecuencias”, en:
Rodrigo Baño, Unidad Popular. 30 años después. LOM, Santiago, 2003, página 65.
131. Sergio Gómez, “La gran transformación agraria”, en Rodrigo Baño, Op. Cit., página
175.
135. Manuel Antonio Garretón, et. al., América Latina en el siglo XXI. Hacia una nueva
matriz socio-política. Co-autor con Marcelo Cavarozzi, Peter S. Cleaves, Gary Gereffi,
Jonathan Hartlyn. Colección Ciencias Humanas. Ediciones LOM, Santiago, 2004. También
ver: Alfonso Arrau et. al., La hacienda revivida: democracia y ciudadanía en el Chile de la
transición. RIL-Chile, Santiago, 2003.
136. Las dos mayores antigüedades del Ejército en ese momento - Óscar Bonilla y Augusto
Lutz– se opusieron y ambos murieron en circunstancias sospechosas. Luego, en 1978, el
General de la FACH y miembro de la Junta de Gobierno Gustavo Leigh, declaró a un diario
italiano que esperaba que la normalidad en el país se retomara prontamente, siendo
destituido por Pinochet. Simon Collier y William Sater. Historia de Chile 1808-1994. Op. Cit,
página 311.
139. Cfr. Mario Góngora, Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los
siglos XIX y XX. La Ciudad, Santiago, 1981. Sobre como la dictadura militar conjugó
autoritarismo, corporativismo, conservadurismo y neoliberalismo, ver: Carlos Ruiz y Renato
Cristi, El pensamiento conservador en Chile. Seis ensayos. Editorial Universitaria, Santiago,
1992.
140. María Olivia Monckeberg, El Saqueo de los Grupos Económicos al Estado Chileno.
Ediciones B, Santiago, 2001.
143. “Artículo 8º.- Todo acto de persona o grupo destinado a propagar doctrinas que
atenten contra la familia, propugnen la violencia o una concepción de la sociedad, del
Estado o del orden jurídico, de carácter totalitario o fundada en la lucha de clases, es ilícito
y contrario al ordenamiento institucional de la República. Las organizaciones y los
movimientos o partidos políticos que por sus fines o por la actividad de sus adherentes
tiendan a esos objetivos, son inconstitucionales”.
144. La transición a la democracia definida como período que termina con la restauración
de las condiciones mínimas del funcionamiento democrático en: Augusto Varas, “Razón y
fuerza en la transición del autoritarismo a la democracia”, en: Augusto Varas (Editor),
Transición a la Democracia. Asociación Chilena de Investigaciones para la Paz (ACHIP)-
Ainavillo, Santiago, 1984; y Manuel Antonio Garretón, “La redemocratización política en
Chile. Transición, inauguración y evolución”, Estudios Públicos, Nº 42, 1991.
145. “El patrón de dependencia se refiere a los procesos dinámicos que implican retornos
positivos, los cuales generan múltiples posibles resultados dependiendo de la secuencia
particular en que esos eventos se producen”. Cfr. Paul Pierson, Politics in Time. History,
Institutions and Social Analysis. Princeton University Press, New Jersey, 2004, página 20.
147. Un análisis de los cambios constitucionales a partir de esta perspectiva, en: Claudio
Fuentes Saavedra, “La transición auto-contenida: Elites políticas y reformas
constitucionales en Chile (1990-2010)”. Paper presentado al XXIX Latin American Studies
Association Congress (LASA), Toronto, Canadá, 6-9 Octubre, 2010.
http://www.icso.cl/images/Paperss/paper_fuentes.pdf
148. Al respecto, ver: Pablo Hidalgo, El ciclo político de la Concertación. Uqbar, Santiago,
2011.
151. Eugenio Ortega Frei, Historia de una alianza. CED-CESOC, Santiago, 1992, páginas 72-
73.
156. Tomás Moulian, Chile Actual. Anatomía de un mito. LOM, Santiago, 1997, página 107.
157. Rolando Álvarez Vallejos, “¿La noche del exilio? Los orígenes de la rebelión popular en
el Partido Comunista de Chile”, en: Verónica Valdivia, Rolando Álvarez y Julio Pinto, Su
revolución contra nuestra revolución. LOM, Santiago, 2006; página 147. También ver del
mismo autor: Desde las sombras. Una historia de la clandestinidad comunista (1973-
1980). LOM, Santiago, 2003.
158. Ibíd. Rolando Álvarez Vallejos, “¿La noche del exilio?”, Op. Cit., página 143.
159. Al respecto, ver: Alessandro Santoni, El comunismo italiano y la vía chilena. Los
orígenes de un mito político. Editorial Ariadna, Santiago, 2011.
160. Eduardo Frei Montalva, América Latina: opción y esperanza. Pomaire, Santiago, 1977;
página 79.
161. Esta postura queda reflejada en las palabras de Luis Corvalán, en enero de 1978, en
otra entrevista en El País: “EL PAIS: ¿Cree usted en la posibilidad del nacimiento de un
«euro comunismo» al estilo latinoamericano? L. C.: No. No lo veo posible. Es un tema
acerca del cual hay, yo diría, una cierta imagen y versiones confusas para mucha gente.
Algunos creen que el «eurocomunismo» es sinónimo de independencia, de autonomía de
los partidos, de algún afán de compenetrarse en los fenómenos nuevos de la época en el
plano mundial, y de conocer profundamente las particularidades de cada país. Yo estoy
contra esa versión porque me parece que la cuestión de la independencia y la autonomía
de los partidos comunistas es un asunto confuso. ¿Quién la ha cuestionado? ¿Quién la
cuestiona? Nosotros no somos eurocomunistas, pero somos tan autónomos y tan
independientes como el que más, como todos los partidos comunistas y hacemos todo el
esfuerzo posible por dominar las complejidades de la vida actual en el mundo, me refiero a
los procesos sociales, y por descubrir, también, nuestro propio camino de transformación
de la sociedad. Lo hemos demostrado, puesto que lo que hicimos en Chile es algo un tanto
singular”. Un análisis del PC en ese período, en: Alfredo Riquelme, Rojo atardecer. El
comunismo chileno entre dictadura y democracia. Centro de Investigaciones Barros Arana,
Santiago, 2009.
163. Sobre las históricas relaciones PDC-PC, ver: Augusto Varas, “Un desencuentro
histórico”, en: Augusto Varas, Alfredo Riquelme y Marcelo Casals (Editores), El Partido
Comunista en Chile. Una historia presente. Editorial Catalonia, Santiago, 2010.
164. Margarita Serrano, La igual libertad de Edgardo Boeninger. Uqbar, Santiago, 2009;
página, 132.
165. Cfr. Henk Overbeek (Editor), Restructuring Hegemony in the Global Political Economy:
The Rise of Transnational Capitalism in the 1980s. Routledge, London, 1993.
167. Eurocomunismo descartado por el PC chileno. Cfr. Luis Corvalán, enero de 1978,
entrevista en El País.
168. Claudio Orrego Vicuña, fallece en junio de 1982 y Jaime Castillo Velasco, su histórico
líder ideológico, recién vuelve del exilio en 1983.
171. Hoy, 23 de octubre, 1979. También ver: Patricio Chaparro (Editor), Las propuestas
democráticas del Grupo de los 24. Corporación Grupo de Estudios Constitucionales,
Santiago, 1992.
172. Gabriel Valdés, Sueños y memorias. Taurus, Santiago, 2009, página 295.
174. Biblioteca del Congreso Nacional, “Algunas notas acerca del origen de la Concertación
de Partidos por la Democracia”. Serie Informes, abril de 2005.
175. Tal fue la reunión en la oficina de Carlos Reymond entre Valdés y el ministro del
Interior, Sergio Onofre Jarpa, buscando una fórmula de salida, la que no fue aprobada por
los socialistas. Valdés, Op. Cit. página 299.
177. Un análisis de los argumentos que apoyaron esta perspectiva en: Felipe Portales,
Chile: una democracia tutelada. Editorial Sudamericana, Santiago, 2000, capítulo II, “Las
bases de las políticas concesivas de la Concertación”.
179. Patricia Politzer, El libro de Lagos. Ediciones B, Santiago, 1998, página 159.
180. Carlos Ominami, “Chile: una transición paradojal. Notas para un examen crítico”, en:
Yesko Quiroga y Jaime Ensignia (Editores), Chile en la Concertación (1990 - 2010). Una
mirada crítica, balance y perspectivas. Tomo II. Friedrich Ebert Stiftung, Santiago, 201,
páginas 22-24.
182. Osvaldo Puccio, “Movimiento popular y transición a la democracia”, en: Enrique Barros
et. al., Democracia contemporánea. Transición y consolidación. Ediciones Universidad
Católica de Chile, Santiago, 1990, página 169.
184. Carlos Ominami, Secretos de la Concertación. Recuerdos para el futuro. Op. Cit.,
páginas 141-142.
185. A modo de ilustración se podría citar el trabajo de Sofía Correa, Con las riendas del
poder. Op. Cit.; Virginia Guzmán, “Usos del conocimiento en el proceso de formulación,
implementación y evaluación de políticas públicas”, Centro de Estudios de la Mujer,
Santiago, 1996; y Patricio Silva, En el nombre de la razón. Tecnócratas y política en Chile.
Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2010.
186. Al respecto, ver: Marcelo Mella (Editor), Extraños en la noche. Intelectuales y usos
políticos del conocimiento durante la transición chilena. RIL Editores, Santiago, 2011.
188. Pierre Bourdieu, “Social Space and Symbolic Power”, Op. Cit.
190. José Joaquín Brunner, “Los intelectuales y la política”, en: Enrique Barros et. alia.,
Democracia contemporánea. Transición y consolidación. Ediciones Universidad Católica de
Chile, Santiago, 1990, páginas 80-81.
191. Tal como lo señala Edgardo Boeninger, Democracia en Chile: lecciones para la
gobernabilidad. Andrés Bello, Santiago, 1997.
192. Max Weber, “Politics as a Vocation”, en: H.H. Gerth & C.Wright Mills, From Max Weber.
Essays in Sociology. New York, Oxford University Press, 1958, página 127.
194. Ascanio Cavallo, “El ‘big bang’ de la Concertación”, La Tercera, 18 de enero, 2010,
página 24.
197. Tampoco las ciencias sociales pusieron mucho de su parte para renovarse. De acuerdo
a Manuel Antonio Garretón, “Las Ciencias Sociales en Chile. Institucionalización, ruptura y
renacimiento”, en: Helio Trinidade, et. al., Las Ciencias Sociales en América Latina en
perspectiva comparada. Siglo XXI, México, 2007: “El campo de las ciencias sociales en sus
tres dimensiones intelectual, científico y profesional aparece estallado”.
198. Norbert Lechner, “Los miedos como problema político”, Flacso-Chile, Material de
Discusión, 79, enero 1986, página 16.
199. De hecho, las fuerzas armadas, por ejemplo, optaron por fijar el presupuesto
institucional de acuerdo al piso definido por el gasto de 1989 y no sobre un porcentaje
del PIB, ya que no creían que las fuerzas democráticas iban a ser económicamente
exitosas.
200. Robert K. Merton, Teoría y estructuras sociales. Fondo de Cultura Económica, México,
1964, páginas, 419 y 433.
201. Sus bases conceptuales, en: Alberto van Klaveren, “Instituciones consociativas:
alternativas para la estabilidad democrática en Chile”, Alternativas 2, 1984.
202. El análisis de las causas del golpe militar fue el telón de fondo de esa percepción. Al
respecto, ver: Arturo Valenzuela, El quiebre de la democracia en Chile. Flacso, Santiago,
1989.
203. Patricio Aylwin, “Una salida político-constitucional para Chile”, Instituto Chileno de
Estudios Humanísticos, Santiago, diciembre 1985.
205. Pamela Constable and Arturo Valenzuela, A Nation of Enemies: Chile Under Pinochet.
W.W. Norton & Company, New York, 1991, página 221.
206. Arturo Fontaine Aldunate, “Más allá del Leviatán”. Hacia el resurgimiento de la libertad
individual”, Centro de Estudios Públicos, Libertad y Leviatán. Estudios Públicos N°1,
diciembre 1980, página 124.
207. Con algunas modificaciones, apoyadas por el 91% de los convocados al plebiscito de
1989, como veremos en el próximo capítulo.
208. Nicos Poulantzas, State, Power, Socialism. Verso, London, 2000, página 127.
209. Al respecto ver: Robert Barros, La Junta Militar Pinochet y la Constitución de 1980.
Editorial Sudamericana, Santiago, 2000; Carlos Huneeus, El Régimen de Pinochet. Editorial
Sudamericana, Santiago, 2000, y Eduardo Silva, The State and Capital in Chile: Business
Elites, Technocrats, and Market Economics. Westview Press, Boulder, 1996.
210. Genaro Arriagada, Los empresarios y la política. LOM, Santiago, 2004, páginas 160-
161. Por su parte, las FF.AA. tenían su propia agenda institucional, ver: Claudio Fuentes, La
transición de los militares. LOM, Santiago, 2006, página 65.
214. Seymour Martin Lipset and Aldo Solari (Editors), Elites in Latin America. Oxford
University Press, New York, 1967, página vii. Para el caso chileno, ver el completo análisis y
bibliografía en: Vicente Espinoza, “Redes de poder y sociabilidad en la elite política chilena.
Los parlamentarios 1990-2005”, POLIS, 26, 2010. Igualmente, Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo, Desarrollo humano en Chile. El poder ¿para qué? Y ¿para quién?
Op. Cit. Parte 5, “La elite chilena y la difícil conducción del desarrollo”.
216. Cfr. Jens Borchert, “The Concept of Political Class: From Mosca’s Ruling Class to the
Self-Referentiality of Professional Politics.” Paper presented at the annual meeting of the
American Political Science Association, Boston Marriott Copley Place, Sheraton Boston &
Hynes Convention Center, Boston, Massachusetts, August 28, 2002
217. Sobre este último tema, ver: Víctor Rodríguez Otheguy, “El republicanismo y los
poderes fácticos”. Ponencia presentada en el 3er. Congreso Uruguayo de Ciencia Política
Montevideo, 2 y 3 de agosto de 2010.
218. “[L]os líquidos, a diferencia de los sólidos, no conservan fácilmente su forma. Los
fluidos, por así decirlo, no se fijan al espacio ni se atan al tiempo […] no conservan una
forma durante mucho tiempo y están constantemente dispuestos (y proclives) a cambiarla;
por consiguiente, para ellos lo que cuenta es el flujo del tiempo más que el espacio que
puedan ocupar: ese espacio que, después de todo, sólo llenan “por un momento” […] se
desplazan con facilidad. ‘Fluyen’, ‘se derraman’, ‘se desbordan’, ‘salpican’, ‘se vierten’, ‘se
filtran’, ‘gotean’, ‘inundan’, ‘rocían’, ‘chorrean’, ‘manan’, ‘exudan’ … Emergen incólumes de
sus encuentros con los sólidos, en tanto que estos últimos –si es que siguen siendo sólidos
tras el encuentro– sufren un cambio: se humedecen o empapan. La extraordinaria
movilidad de los fluidos es lo que los asocia con la idea de “levedad”. Hay líquidos que en
pulgadas cúbicas son más pesados que muchos sólidos, pero de todos modos tendemos a
visualizarlos como más livianos, menos ‘pesados’ que cualquier sólido. Asociamos ‘levedad’
o ‘liviandad’ con movilidad e inconstancia: la práctica nos demuestra que cuanto menos
cargados nos desplacemos, tanto más rápido será nuestro avance”. Zygmunt Bauman,
Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2004, página 8.
219. Marta Lagos, “Latin America’s Smiling Mask”, Journal of Democracy, 8.3 (1997), página
135.
221. Tal como María Teresa Romero lo señala: “[L]as personas que forman parte de esta
elite política, son mayoritariamente hombres, cercano a los cincuenta años, militantes de
partidos políticos, especialmente del PDC.”. María Teresa Romero Celedón,
“Profesionalización de la elite política administrativa en Chile, 1990 - 2004. el proceso de
mantenimiento: permanencia y circulación”. Tesis para optar al Grado de Magíster en
Ciencia Política. Universidad de Chile, Santiago, octubre 2005. Observación confirmada por
el trabajo de Vicente Espinoza, Op. Cit. quien muestra la homogeneidad de origen social de
los parlamentarios en el período 1990-2010, el alto porcentaje con educación universitaria
(87%), provenientes de colegios particulares (62%) y, de estos, católicos (85%).
223. Cfr. Sergio Diez Urzúa, Personas y valores. Su protección constitucional. Editorial
Jurídica, Santiago, 1999, páginas 197 a 204.
224. Cristián Larroulet y Macarena Ramírez, “Emprendimiento: factor clave para la nueva
etapa de Chile”, Estudios Públicos, 108 (Primavera 2007).
226. Ricardo Infante y Osvaldo Sunkel, “Hacia un crecimiento inclusivo”, en de los mismos
autores: Hacia un desarrollo inclusivo. El caso de Chile. CEPAL, Chile21, OIT, Santiago,
2009.
229. Cfr. Jacobo Schatam, “Distribución del ingreso y pobreza en Chile”, POLIS, Volumen 4,
2005; y Banco Central, “Informe de política monetaria”, varios años.
http://www.bcentral.cl/publicaciones/recuadros/pdf/ipom/2011/ipom062011_evolucion.pdf
230. Cifra de Sergio Molina, citada en Andrés Solimano, Ibíd., página 75.
231.http://coyunturapolitica.wordpress.com/2010/08/15/%C2%BFel-crecimiento-inclusivo-
es-posible/
233. Hugo Fazio, Mapa actual de la extrema riqueza en Chile, LOM-ARCIS, Santiago, 1997,
página 108.
236. Ver: María Olivia Monckeberg, Los magnates de la prensa, Debate, Santiago, 2009,
capítulo IX.
239. Ibíd.
240. www.inversiónextranjera.cl
243. http://www.squiebras.gob.cl/index.php?
option=com_content&view=article&id=1&Itemid=8
244. http://www.supersalud.gob.cl/portal/w3-propertyvalue-2618.html
245. “La Superintendencia de Salud informó que las Isapres registraron utilidades por
45.683 millones de pesos en el primer semestre, que representa un incremento del 70,2
por ciento en comparación con el mismo periodo del 2010. Según consignó el organismo el
aumento de los ingresos de los aseguradores de salud privado se debe ‘al aumento de
recaudación por el plan AUGE, originada por la entrada en vigencia de los 69 problemas en
julio de 2010. La prima que se paga por este concepto creció un 155 por ciento’ “.
http://cambio21.cl/cambio21/site/artic/20110908/pags/20110908090902.html
246.http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2011/09/08/matthei-irrumpe-ante-millonarias-
ganancias-de-las-isapres-pedire-antecedentes-porque-afecta-a-los-trabajadores/
247. http://www.siss.gob.cl/577/w3-propertyvalue-3425.html
248. http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=1008692
249. http://www.leychile.cl/Navegar/?idNorma=1010304&idVersion=2010-01-20&idParte
251. El Sernac data de 1932 y fue creado en el marco de la crisis de los años 30 que
llevaron a mayor regulación a intervención del Estado, aunque ha tenido diversas
denominaciones y funciones, siendo la actual de 1990 www.sernac.cl .
252. Es una clase, en la medida que su existencia esta determinada por sus intereses
lucrativos en el mercado; es un estamento, ya que es una comunidad que tiene adscrito un
“honor” correspondiente a su modo de vida; y es política, en la medida que su acción en la
esfera del poder “tiende a ejercer una influencia sobre una acción comunitaria”. Max
Weber, Economía y sociedad. Op. Cit., páginas 683-693. En el caso chileno, Espinoza
observa “el alto peso que poseen los contactos con empresarios entre los diputados de
la UDI (8%), seguido por el PPD (6%) y RN (5%)”. Ibíd.
253. Arriagada, Op. Cit. página 11, coincidiendo con Espinoza, Op. Cit.
255. Luis Barros Lezaeta y Ximena Vergara Johnson, El modo de ser aristocrático. Editorial
Aconcagua, Santiago, 1978, páginas 163-175. Este elemento ideológico ayudaría a explicar
el uso desproporcionado de la fuerza en contra de las manifestaciones públicas por parte
del gobierno de Sebastián Piñera.
260. Cfr. Francisco López, Op. Cit. Ver igualmente, Manuel González Muñana, Nuevos
movimientos eclesiales, San Pablo, Madrid, 2001; Agostino Favale, Movimientos eclesiales,
en: Stefano Di Fioris y Salvatore Meo, Fidel González, Los movimientos en la historia de la
iglesia, Encuentro, Madrid, 1999. Citado por Francisco López.
262. Esta misma Congregación de la Fe, ya dirigida por el Cardenal Ratzinger, notificó a los
teólogos Hans Küng, en 1980, y Leonardo Boff, en 1985.
263. En 1974 Escrivá visitó Chile. La represión de Pinochet estaba en su apogeo. En una
conferencia donde se habló de la sangre esparcida por el país, Escrivá afirmó: “Yo os digo
que aquella sangre es necesaria”.
264. Hans Urs von Balthasar, en el artículo “Integralismus” en: Wort und Wahrheit, 1963.
265. Seguimos básicamente a María Olivia Monckeberg, El Imperio del Opus Dei en Chile,
Editorial B, Santiago, 2003.
266. Numerarios, son miembros con celibato, pueden ejercer profesión civil, desempeñan
cargos directivos y de la formación. Supernumerarios, los más numerosos, sin celibato ni
cargos directivos. Los Agregados, con celibato, a diferencia de los Supernumerarios, viven
con sus familias, sin cargos directivos.
267. A fines de los años ’60 fundó dos colegios, semilleros de sus numerarios y numerarias:
el Liceo Los Andes, femenino, a cargo de Tomás Cox, y el Liceo Tabancura, dirigido por
Diego Ibáñez. En 1971 constituyen la Sociedad Inmobiliaria y Educacional, Seduc,
integrado por supernumerarios del Opus. Del Seduc se generaron varias sociedades
gemelas constituidas por los mismos socios originales, tales como Promotora Educacional
Número Uno, S. A. y la Número Dos, S.A., de 1988. Hoy día, se le suman Huelén y los
Alerces, para niñas, y Cordillera, para hombres. Además hay un colegio de niñas en La
Florida, Manantial, no perteneciente al Seduc. Tienen colegios en Concepción (Itahue y
Pinares) y Viña del Mar (Alabamar y Montemar). En la educación superior, la Universidad de
Los Andes, inició sus actividades a fines de los ’80. Casi todos los miembros de la Rectoría,
del Consejo Superior, así como los directores y decanos, son supernumerarios y algunos
connotados numerarios. Esta universidad firmó un convenio con el Hospital de San
Bernardo, que perteneció en 1987 a la diócesis de San Bernardo del obispo Orozimbo
Fuenzalida, cercano al Opus Dei.
268. Como ha sido ampliamente difundido, Maciel fue investigado por el Vaticano, acusado
de abusos sexuales y de llevar vida marital, siendo padre de varios hijos. Fue privado de
ejercer el sacerdocio en el 2006. También la Legión de Cristo, fue investigada, el 2009. En
febrero de 2010, la Legión reconoció las acusaciones de abuso sexual a menores y se
desvinculó de su fundador. Falleció en Estados Unidos el 31 de enero del 2008.
269. Seguimos de cerca el trabajo de Andrea Insunza y Javier Ortega, Legionarios de Cristo
en Chile. Dios, Dinero y Poder. UDP y La Copa Rota, Santiago, 2008.
272. Nació en España, en la Isla de Mallorca, entre los años 1940 y 1949. En muy poco
tiempo el movimiento se difundió por toda España y se propagó en los países del
continente americano. Durante el Concilio Vaticano II muchos obispos de América Latina
testimoniaron su experiencia positiva obtenida a través de dicho movimiento. Consideran
muy importante la cooperación armónica entre laicos y sacerdotes. En su metodología, sus
integrantes pasan por tres etapas principales: pre-cursillo, cursillo, y post-cursillo. En ellos,
revisan los contenidos fundamentales del credo católico: Jesucristo, la gracia, los
sacramentos, la Iglesia, el apostolado, la profundización de las verdades de la fe, las
experiencias de la fe. Ver igualmente, http://www.cursillosdecristiandad.org/index2.htm.
274. Ultreya significa literalmente “más allá”, “siempre adelante”, es usada como saludo, y
también designa los encuentros de los cursillistas. Cfr.
http://www.cursillosvalencia.es/ultreya/index.htm
276. Tienen una estructura nacional y regional que cubre prácticamente todas las regiones
del país. Cuentan Vocalías de Piedad, Estudio, Ambientes, Tesorería, Secretaría y
Comunicaciones, y Delegados ante la Conferencia Episcopal. A modo de ilustración y como
se puede apreciar en su sitio Web, en la sección, “Cursillos en Chile”, desarrollaron en
Noviembre de 2009, un 1er Cursillo de la Región Norte Grande, para formar dirigentes de
Iquique, Calama y Antofagasta. Ese mismo mes tuvieron el 10º Cursillo de Cursillos Región
Sur, en Puerto Montt, para dirigentes de las diócesis comprendidas entre Linares y Ancud.
Estas mismas iniciativas se desarrollaron en el Norte Chico, con miembros de Coquimbo,
Vallenar, Illapel, Andacollo, Ovalle y, por supuesto, La Serena. En la Región Centro, entre los
días 12 y 14 de junio del presente, se desarrolló en la Casa de Ejercicios del Verbo Divino,
ubicada en La Florida, Santiago, el 10º Cursillo de Cursillos Región Centro, para Dirigentes
del Secretariado Arquidiocesano y los Secretariado Zonales de esa Arquidiócesis. Estos
mismo Cursillos se han venido realizando desde el 2005, tanto en el Norte Grande, Norte
Chico, Santiago, Valparaíso, Viña del Mar, Rancagua, Los Ángeles, Temuco, Concepción,
Valdivia, Villarrica, etc. Este tipo de Cursillos, se realizaron en el 2010, y ya se encuentran
programados para el 2011. http://www.iglesia.cl/cursilloscristiandadchile/
277. Alain Touraine, Barbarie et progrès. Alice Editions, Bruxelles, 2002, página 28.
278. María Olivia Monckeberg, Los Magnates de la Prensa, Op. Cit., página 208.
279. Fuentes: María Olivia Monckeberg, “La privatización de las universidades. Una historia
de dinero, poder e influencias”. Editorial La Copa Rota, Santiago, 2005; “Quién es quién en
el manejo de las Universidades Privadas”, El Dinamo, http://www.eldinamo.cl/noticia/quien-
es-quien-en-el-manejo-de-las-universidades-privadas; Consejo Nacional de Educación
www.cned.cl; sitios web institucionales.
280. Es la universidad privada con mayor porcentaje de estudiantes con puntajes sobre 700
(14,9%) según el ranking 2010 de AméricaEconomía. Disponible en
http://rankings.americaeconomia.com/2010/mejores-universidades-chile/index.php
281. Apartado referido a los medios de comunicación se basa en el libro de María Olivia
Monckeberg, Los Magnates de la Prensa, Op. Cit.
282. En momentos de una delicada situación financiera, a través del Banco del Estado le
fueron entregados préstamos para comprar acciones al banco estatal, que éste había
recibido previamente de El Mercurio como forma de pagar su deuda. Ante el inminente
triunfo de la Concertación y tras el intento fallido de privatizar el banco, estos créditos
fueron permutados por otros de peor calidad, lo que significó una importante pérdida para
el banco e implicó que ya no quedaría dependiente financieramente del Banco del Estado
sino que de otras instituciones privadas. Esa operación aseguró que este medio se
mantuviera en manos de su tradicional dueño.
283. Paulette Dougnac, Elizabeth Harris, Claudio Salinas, Hans Stange, María José Vilches y
Claudia Lagos (Editora), El diario de Agustín: cinco estudios de casos sobre El Mercurio y los
derechos humanos (1973-1990). LOM, Santiago, 2009, páginas 22, 23, 31.
285. A diferencia de países como, por ejemplo, Estados Unidos, Argentina o Uruguay, en
Chile no existen trabas para que extranjeros sean propietarios de medios de comunicación.
286. Cfr. Augusto Varas, Los militares en el poder. Flacso-Pehuén, Santiago, 1987.
287. Sobre este concepto, ver: Augusto Varas, “Autonomización castrense y democracia en
América Latina”, en: Augusto Varas (Editor), La autonomía militar en América Latina.
Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 1988, página 20.
288. En esta parte nos hemos basado en: Augusto Varas y Felipe Agüero (Compiladores), El
proyecto político militar. Op. Cit.
290. Este nuevo posicionamiento de las instituciones armadas en el proceso político fue
facilitado por la reintegración del país en la comunidad internacional de naciones
democráticas a partir de 1990. El aislamiento y ruptura de los lazos internacionales durante
la dictadura militar en buena medida significó dejar a las fuerzas armadas fuera de las
bondades del desarrollo científico y profesional castrense a nivel mundial. La
democratización del país, el fin de la guerra fría y el distanciamiento político relativo de los
gobiernos democráticos chilenos de las administraciones conservadoras de los Estados
Unidos, que se expresó en el rechazo por parte del gobierno del Presidente Lagos de la
invasión de Irak por parte de los EE.UU., permitió un alivio político-ideológico adicional al
interior de las instituciones castrenses. La consolidación de una legislación y tribunales
internacionales de protección de los derechos humanos y de castigo a los violadores de
estas normas junto a la Carta Democrática aprobada por la Asamblea General de la
Organización de Estados Americanos en 2001 fue también un elemento internacional
adicional de apoyo a todo este proceso. Es en este marco que se hizo posible el papel de
Chile y de sus fuerzas armadas en las operaciones de paz, especialmente en la de Haití.
Otro factor de importancia fue la crisis del pensamiento geopolítico al interior de las
instituciones armadas y el positivo papel de las ciencias sociales modernas introducidas al
interior de las academias de guerra lo que permitió que surgieran nuevas generaciones de
oficiales con conocimientos politológicos y sociológicos contemporáneos. A mediados y
fines de los años ochenta toda una generación de nuevo tipo se formó en la Academia de
Guerra del Ejército los que fueron el soporte interno de una profunda renovación. Esta fue
posible gracias a la derrota al interior de la dictadura de las tendencias corporativistas, que
fueron superadas por los sectores civiles neo-liberales, por la derrota del dictador en 1988 y
por los efectos internos que ésta tuvo abriendo nuevos espacios a esta emergente
generación. De la misma forma, la modernización provista con generosos recursos por los
gobiernos de la Concertación fue un factor de gran relevancia que permitió que una nueva
ola profesionalizante fuera materializándose crecientemente. De acuerdo a las nuevas
necesidades estratégicas del país se ha cambiado desde un tipo de Ejército territorial a otro
funcional, con tareas conjuntas como la planificación, la disposición de las fuerzas, la
logística y el adoctrinamiento. Estas dimensiones se sustentan en la subordinación de
las FF.AA. al poder civil democrático y su no apropiación por grupos o sectores políticos. Las
instituciones armadas han gradualmente vuelto a ser fuerzas no deliberantes y apolíticas,
valoradas y respetadas por la sociedad, las cuales cuentan con incentivos adecuados que
permiten mantener su modernización.
293. Ver: Augusto Varas, Claudio Fuentes y Felipe Agüero, Instituciones cautivas. Opinión
pública y nueva legitimidad social de las Fuerzas Armadas. Flacso. Op. Cit.
294. El Ladrillo: Bases de la Política Económica del Gobierno Militar Chileno. Prólogo de
Sergio de Castro, página 12. http://www.cepchile.cl/dms/lang_1/cat_794_pag_1.html
296. Estos incluyeron al empresario Manuel Ibáñez; el gerente general del Security, Renato
Peñafiel; los socios de LarrainVial y Price Waterhouse Coopers, José Miguel Barros y Javier
Gatica; Alejandro Fantoni (Tonelería Nacional); Pablo Caram (Sixbell Nekotec Solutions);
Enrique Galleguillos (socio de empresas tecnológicas); Patricio Rodríguez (Exportadora
Colortex); Enrique Robles (Sport Master); al director Ejecutivo de Mega, José Miguel
Sánchez; los Ejecutivos de empresas eléctricas Juan Carlos Olmedo (AES Gener) y Mario
Marchese (SN Power). Desde 2007se han graduado empresarios como Andrónico Luksic
(Banco de Chile), Alfredo Moreno (Dersa), Pablo Yrarrázabal (Bolsa de Comercio), y Baltazar
Sánchez (Cristalerías de Chile), entre otros. Cfr. Revista Capital, enero-febrero, 2009.
298. En el que se han distinguido empresarios como Sergio Markmann Dimitstein (Asimet,
Bancos), Mario Lubbert Pérez (Publicidad), Tomás Hatton Aguirre (ver supra), José Avayú
Beresi (Automotriz), Roberto De Andraca Barbas (CAP, CINTAC), Agustín Edwards (El
Mercurio).
299. http://www.patrimoniomaritimo.cl/home/quienes.php
300.http://www.escueladeaviacion.cl/escuela_av/news_archiv.php?a=130
301. Ejemplo de esto fue el tributo a la Virgen del Carmen al conmemorarse los 200 años
de la creación y organización del Ejército de Chile. La institución condecoró “la imagen de
la Patrona del Ejército, este martes 30 de noviembre a las 17:00 hrs., en la Catedral
Metropolitana de Santiago, en un homenaje que estará encabezado por el Comandante en
Jefe del Ejército, General Juan Miguel Fuente-Alba. La ceremonia litúrgica contará con la
presencia de autoridades eclesiásticas, entre ellos, el Arzobispo de Santiago, Cardenal
Francisco Javier Errázuriz O., representantes de la Conferencia Episcopal, Obispo Castrense,
Monseñor Juan Barros M.; delegaciones de las escuelas matrices e invitados especiales,
entre otros”. 30 de noviembre, 2010. http://www.ejercito.cl/detalle_comunicados.php?
comunicados=4409
302. Seguimos aquí el trabajo de: Hernán Vidal, Las capellanías castrenses durante la
dictadura. Hurgando en la ética militar chilena. Mosquito Editores. Santiago, 2005.
303. Por el Motu Propio “In hac Beatissimi Petri Cathedra”, de Pío X, el 3 de mayo, 1910.
305. Citando al teólogo Fernando Castillo Lagarrigue S.J. Cfr. “Iglesia liberadora y
política”. ECO Educación y Comunicaciones. Santiago, 1986, página 35.
306. Cfr. José Aldunate, et al. (Editores), “El Signo del Martirio”, Crónicas de una Iglesia
Liberadora. LOM, Santiago, 2000, páginas. 227-235. Citado por Vidal, Op. Cit. Página 290.
308. Cfr. Brian Smith, Church and Politics in Chile. Challenges to Modern Catholicism.
Princeton University Press, Princeton, 1982, página 300. Citado por Vidal, Op. Cit., página
128.
311. http://www.academiahistoriamilitar.cl/?do=biblioteca.buscar
313. Nombrado Obispo Castrense en octubre de 2004 por Juan Pablo II. Pertenece al grupo
de sacerdotes ligados al sacerdote Fernando Karadima. El texto citado en: Vidal, Op. Cit.
página 159.
314. Mayor Eduardo Aldunate Herman, Las FF.AA. de Chile, 1891-1973. En defensa del
consenso nacional. Biblioteca Militar, Estado Mayor del Ejército, 1998; Teniente Coronel
Carlos Molina Johnson. Chile: los militares y la política. Andrés Bello, Santiago, 1989.
Igualmente, en el Seminario organizado por el Instituto de Ciencias Políticas de la
Universidad Católica de Chile, “Formación Valórica y Cívica en la Fuerzas Armadas:
Experiencias, Didáctica y Desafíos Futuros, realizado en septiembre del 2000, el trabajo
presentado por el Capitán de Navío, Omar Gutiérrez V., “Armada de Chile-Visión
Institucional: La Formación Física y Valórica”, contiene según Vidal concepciones teológico-
escolásticas afines al integrismo familiares en el capellán naval Barros Matte y al ideario de
Osvaldo Lira. El general de la Fuerza Aérea, Máximo Venegas, “Formación en la Fuerza
Aérea”, en la misma ocasión, afirma que la vida ética de todo oficial debe estar basada en
primer lugar en el ser supremo, lo que se proyecta en la colectividad nacional como “una
vocación a Dios, Patria y Familia”, y con los “principios Dios, Patria, Institución [Fuerza
Aérea], Prudencia, Justicia y Templanza”, a pesar de los valores predominantes de un
mundo “en el que el materialismo nos golpea permanentemente con múltiples ofertas”. Por
su parte, el Teniente Coronel del Ejército, Daniel Arancibia, en su exposición “Formación
Valórica y Cívica en las FF.AA.”, establece que la educación castrense debería orientarse al
“Pleno apego a la doctrina institucional; respeto a las tradiciones, valores, costumbre usos y
procedimientos; fortalecimiento de las virtudes en los procesos de desarrollo; evaluación
del cambio en su necesidad y pertinencia”. Cfr. Vidal, Op. Cit., páginas 330, 333-334. De
acuerdo a María Olivia Monckeberg, Karadima. El señor de los infiernos. Ediciones B,
Santiago, 2011, el oficial auditor de la Armada, Sergio Rillón, asesor de Pinochet para
asuntos relacionados con la Iglesia Católica y que terminó siendo su asesor en la
Comandancia en Jefe del Ejército una vez que salió de la Moneda, se reunía
permanentemente con el Nuncio Apostólico, Angelo Sodano, en El Bosque para definir los
nombres de nuevos obispos. Igualmente, existía una “estrecha relación existente entre
Karadima y altos oficiales del Ejército que se veían con frecuencia en El Bosque. ‘Al que
tenía como protector y contacto en la parte militar era a Eduardo Aldunate […] desde sus
tiempos de teniente y capitán, estuvo muy vinculado a Karadima’”. Y Santiago Sinclair,
siendo vicecomandante del Ejército de Pinochet, “todos los domingos que iba a misa a El
Bosque iba a saludar a la sacristía a Karadima”
315. Estas 123 modificaciones consideran los distintos numerales que contiene cada ley de
reforma constitucional, excluyendo los artículos transitorios. De estos últimos, únicamente
se incluye el que autoriza al Estado el reconocimiento del Estatuto de Roma que constituye
la Corte Penal Internacional.
316. Encuesta CERC, julio 2009: 48% partidario de reformar la constitución, 13% prefiere
dejarla como está y 39% no sabe/no responde. Entre los simpatizantes de partidos, un 83%
y 80% del PS y PPD respectivamente es partidario de reformar la constitución, un 45%
del PDC, un 38% en RN y un 35% en la UDI. Un 70% de los votantes de Marco Enríquez
aprueba la reforma, un 51% de Frei y un 43% de Piñera. Preguntas similares para los años
1995, 2000 y 2001 mostraban un 63%, 58% y 63%, respectivamente, de apoyo a la
reforma constitucional.
317. Al respecto, ver: Fernando Atria, “Participación y alienación política en Chile”, Mensaje
Nº 575, diciembre 2008, páginas 8-11.
319. Manuel Antonio Garretón “La cuestión del régimen de gobierno en el Chile de hoy”.
En: Jorge Lanzaro (Compilador), Tipos de presidencialismo y modos de gobierno en América
Latina. Buenos Aires, CLACSO, 2001, página 196. Al respecto ver: Arturo Valenzuela y Juan
J. Linz, “Presidencialismo, semipresidencialismo y parlamentarismo”, Estudios Públicos, Nº
36, 1989; y Dieter Nohlen y Mario Fernández, Presidencialismo versus parlamentarismo:
América Latina. Nueva Sociedad, Caracas, 1991.
321. Ricardo Núñez Muñoz, “Con la fuerza de las ideas: los desafíos de la Concertación”, en:
Yesko Quiroga y Jaime Ensignia (Editores), Chile en la Concertación (1990-2010) Una
mirada crítica, balance y perspectivas. Friedrich Ebert Stiftung, Santiago, 2009, página 35.
322. Un estudio sobre las reacciones de parlamentarios y académicos sobre este tema, en:
Hernán Mussa N. y Constanza Zambrano G., “Presidencialismo, Semipresidencialismo o
Parlamentarismo. Algunas Ideas sobre Modificaciones al Régimen de Gobierno Chileno”,
Universidad de Chile, Instituto de Asuntos Públicos, Escuela de Gobierno y Gestión Pública,
Santiago, junio 2007.
324. www.marco2010.cl
325. El 26 de agosto de 2005, el Diario Oficial publicó la Ley N° 20.050, que hizo que las
reformas entraran en vigencia. El texto refundido del 17 de septiembre de 2005, fue
publicado en el Diario Oficial como el Decreto Supremo N° 100, el 22 de septiembre de
2005.
327. Alan Bronfman, “Constitucionalismo chileno y Congreso Nacional: las relaciones entre
el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo en las reformas constitucionales y proyectos de
reforma constitucional del siglo XX”. Trabajo presentado en el XXI Congreso Mundial de
Ciencia Política, Santiago, 12-16 de julio, 2009.
328. Mark Payne, Mateo Díaz, Mercedes Mateos y Daniel Zovatto (Editores). La política
importa. Democracia y desarrollo en América Latina. Banco Interamericano de Desarrollo-
IDEA, 2006
329. Estas pueden ser simples (discusión dentro de 30 días), suma (10 días) o discusión
inmediata (3 días). Sin embargo, no existe sanción para el incumplimiento de los plazos
determinados por las urgencias, por lo que éstos no se cumplen y no es un mecanismo
efectivo en tal sentido, aunque ordena la tabla de discusión.
331. Edgardo Boeninger, Chile rumbo al futuro. Propuestas para reflexionar. Uqbar,
Santiago, 2009, página 140.
334. Pamela Aravena Bolívar, “Todo el poder del próximo Presidente”, Centro de Políticas
Públicas y Derechos Indígenas, 10 de enero, 2010.
336.http://www.transparency.org/policy_research/surveys_indices/cpi/2010
337. El Artículo 8 de la Constitución Política de la República señala: “Son públicos los actos
y resoluciones de los órganos del Estado, así como sus fundamentos y los procedimientos
que utilicen. Sin embargo, sólo una ley de quórum calificado podrá establecer la reserva o
secreto de aquéllos o de éstos, cuando la publicidad afectare el debido cumplimiento de las
funciones de dichos órganos, los derechos de las personas, la seguridad de la Nación o el
interés nacional”.
340. Blandine Kriegel, Propos sur la democratie. Essais sur une idéal politique. Descartes &
Cie., Paris, 1994, páginas 55-59.
341. Al respecto, ver: Eduardo Abarzúa C., “¿Una política sin políticos? La concursabilidad
en el Sistema de Alta Dirección Pública”, Observatorio Económico, Universidad Alberto
Hurtado, N° 26, noviembre 2008.
345. Peter Siavelis, “Disconnected Fire Alarms and Ineffective Police Patrols: Legislative
Oversight in Postauthoritarian Chile”. Journal of Interamerican Studies and World Affairs,
Vol. 42, Nº 1, 2000, página 91.
348. Hasta fines de 2011, han sido seis las interpelaciones: Martín Zilic a raíz de la crisis
estudiantil de 2006; Soledad Barría por crisis del sistema de salud que llevó a prolongado
paro en 2006; Francisco Vidal respecto al caso Chiledeportes; Belisario Velasco sobre el
Transantiago; Carlos Maldonado interrogado sobre varios temas del sistema judicial, entre
ellos la responsabilidad penal adolescente, los tribunales de familia y laborales; René
Cortázar para referirse al préstamo del BID para financiar el Transantiago; y Magdalena
Matte en relación a las irregularidades en el proceso de reconstrucción post terremoto.
350. Hasta entonces la Concertación había gozado de mayoría en la Cámara por lo que las
acusaciones contra sus ministros no prosperaron. La ministra fue acusada de cinco cargos:
la no corrección de infracciones e irregularidades en la entrega de subvenciones escolares;
la no sanción de infracciones a la Ley de Subvenciones; la no destitución del Seremi
metropolitano; el ignorar auditorías y la entrega de datos falsos. La acusación fue firmada
por diez diputados de la Alianza, siendo admitida por la Cámara el 3 de abril por 59 votos a
favor, 55 en contra y 2 abstenciones. En el Senado fue ratificada por 20 votos a favor y 18
en contra. En ambos casos votaron a favor los parlamentarios de la Alianza e
independientes. Finalmente se la destituyó del cargo considerando el primero de los
argumentos esgrimidos, los otros 4 fueron rechazados. Además de la destitución se le
impuso la prohibición de ejercer un cargo público durante un período de 5 años.
351. Teodoro Ribera, “El Tribunal Constitucional y su aporte al desarrollo del derecho”.
Estudios Públicos N°34, 1989, página 197.
353. Claudia Heiss y Patricio Navia, “You win some, you lose some: constitutional reforms in
Chile’s transition to democracy”. Latin American Politics and Society, Volume 39, Nº 3.
2007, página 174.
358. Kent Eaton, “Risky business. Descentralization from above in Chile and Uruguay”.
Comparative Politics, Volume 37, Nº 1, October, 2004.
359. Eugenio Ortega, “Cultura centralista: obstáculo para una regionalización efectiva”.
Revista Ambiente y Desarrollo, Vol. XVIII, Nº 2-3-4, 2002.
363. Para un listado completo de leyes relativas a descentralización ver Anexo en Rodrigo
Mardones, “Descentralización y transición en Chile”. Revista de Ciencia Política, Vol. 26, Nº
1, pp. 3-24, 2006.
364. “En su debut, Andrés Velasco se abre a modificar Ley de Rentas II”, La Nación, 14 de
marzo, 2006. “Zaldívar descartó una modificación a la ley de Rentas II”, Cooperativa, 17 de
marzo de 2006. http://www.cooperativa.cl/zaldivar-descarto-una-modificacion-a-la-ley-de-
rentas-ii/prontus_nots/2006-03-17/092935.html .
366. David K. Ryden, Representation in Crisis: The Constitution, Interest Groups, and
Political Parties. State University of New York Press, Albany, 1996, página 14.
367. Edgardo Boeninger, “La visión política del sistema electoral chileno”, en: Arturo
Fontaine, Cristián Larroulet, Jorge Navarrete e Ignacio Walker (Editores), Reforma del
Sistema Electoral Chileno. Santiago: PNUD, CEP, Libertad y Desarrollo, Proyectamérica y
Cieplan, 2009, página 169. También ver: Carlos Huneeus (Compilador), La reforma al
sistema binominal en Chile: una contribución al debate. Fundación Konrad Adenauer,
Santiago, 2006; y Programa de Gobernabilidad, Una reforma necesaria: efectos del sistema
binominal. FLACSO Chile, Santiago, 2006.
368. Juan Pablo Luna, “Partidos políticos y sociedad en Chile. Trayectoria histórica y
mutaciones recientes”, en: Arturo Fontaine, Cristián Larroulet, Jorge Navarrete e Ignacio
Walker (Editores), Reforma de los partidos políticos en Chile. Santiago: PNUD, CEP, Libertad
y Desarrollo, Proyectamérica y Cieplan, 2008.
369. La reforma constitucional requiere quórum de 3/5, 4/7 para ley orgánica
constitucional, mayoría absoluta de los parlamentarios en ejercicio para quórum calificado
y mayoría simple para el resto de las leyes.
370. Seguimos aquí el análisis de Ena von Baer,”Sistema binominal: consensos y disensos”,
en: Arturo Fontaine, Cristián Larroulet, Jorge Navarrete e Ignacio Walker (Editores), Reforma
del Sistema Electoral Chileno, Op. Cit. Tesis apoyada en el análisis de Arturo Valenzuela
sobre el quiebre de la democracia en el país.
373. Cfr. Mark Payne, Mercedes Mateo y Daniel Zovatto (Editores), La política importa.
Democracia y desarrollo en América Latina. Op. Cit., página 46.
http://www.terra.cl/actualidad/index.cfm?id_cat=1675&id_reg=1528988 .
377.http://www.emol.com/noticias/nacional/2011/12/13/516863/larroulet-hemos-puesto-el-
acelerador-para-que-inscripcion-automatica-se-aplique-en-2012.html
378. María de los Ángeles Fernández, Carlos Huneeus y otros. “El voto voluntario es un
retroceso histórico”. El Mercurio, 31 de diciembre, 2008, A3. También ver: Bernardo
Navarrete Yáñez, “Voto de chilenos en el exterior: hace 35 años lo propuso ante el
Parlamento”. Asuntos Públicos, Informe N° 559, 2006.
381. Sergio Toro e Ignacio Walker, “Voto de chilenos en el exterior: avances y discusiones”.
Corporación de Estudios para Latinoamérica (CIEPLAN), Santiago, 2007.
382. Claudio Fuentes y Mireya Dávila, “Partidos: la hora del cambio”, La Tercera, 31 de
enero, 2008.
383. “Ejecutivo anunció retiro de proyecto que establece nueva Ley Orgánica de Partidos
Políticos”, noticias Senado, 2 de junio de 2010,
http://www.senado.cl/prontus_galeria_noticias/site/artic/20100602/pags/20100602105407.h
384. En el Senado, los reemplazos fueron los de Jaime Guzmán, que murió asesinado en
1991, siendo reemplazado por Miguel Otero; el de Eduardo Frei reemplazado por María
Elena Carrera cuando asumió como Presidente de la República; y finalmente el caso de
Jorge Lavandero, reemplazado por Guillermo Vásquez tras ser condenado por abuso sexual
en 2005. En la Cámara de Diputados, los reemplazos fueron los de Laura Rodríguez por
Martín Manterola en 1992 y Ramón Pérez por Néstor Jofré en 2005, ambos por muerte de
los diputados en ejercicio. En el caso de Manuel Bustos, en 1999 su partido designó la
reemplazante, ya que su compañera de lista también había resultado electa.
385. Estos casos son los de RN que designó a Lily Pérez en reemplazo de Pedro Álvarez-
Salamanca, fallecido en 2008; Marcelo Schilling, designado por el PS tras la muerte de Juan
Bustos; el de Felipe Harboe elegido por el PPD para reemplazar a Carolina Tohá, que en
marzo de 2009 asumió como Ministra de la Secretaría General de Gobierno. El 14 de enero
de 2011, Piñera incorporó a su gabinete a los senadores Evelyn Mathei y Andrés Allamand,
quienes fueron reemplazados por el diputado Gonzalo Uriarte y el presidente de RN Carlos
Larraín, respectivamente. Uriarte fue, a su vez, reemplazado por Cristián Letelier, director
del Diario Oficial.
387. http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=1009826&buscar=20414
388. Claudio Fuentes, “El temor a más democracia”. La Tercera, 14 de julio, 2009.
389. Al respecto, ver: Magdalena Claro, Acción afirmativa. Hacia democracias inclusivas.
Fundación Equitas, Santiago, 2005.
390. Ernesto Stein, Mariano Tommasi, Koldo Echebarría, Eduardo Lora y Mark Payne, La
política de las políticas públicas. Informe 2006, Banco Interamericano del Desarrollo.
México: Planeta., 2006.
392. Cfr. Carlos Peña González, “Dinero y Política: Sobre las Formas de Financiamiento
Electoral”. Estudios Públicos, Nº 84, 2001.
394. Carlos Huneeus, “El financiamiento de los partidos políticos y las campañas
electorales en Chile”. En: Pilar del Castillo y Daniel Zovatto (Editores) La financiación de la
política en Iberoamérica. Costa Rica: Instituto Interamericano de Derechos Humanos-
CAPEL, 1998.
396. Para las donaciones existen diversas modalidades, dependiendo de los montos. Si son
hasta 20 UF, los donantes pueden ser anónimos, con el solo conocimiento del receptor de
la donación. Si los aportes son mayores a esta suma pero menor a un tope de acuerdo a
cada elección, la donación tiene carácter de reservada, lo que quiere decir que debe pasar
por el Registro Electoral que forma un pozo común con las donaciones de la semana y
luego las entrega al candidato, sin especificar quién donó cuanto. Finalmente, se establece
que las donaciones que superen las 600 UF o el 10% del gasto máximo de la campaña
deberán obligatoriamente ser públicas, al igual que las donaciones a partidos fuera del
período de campaña que superen las 100 UF. Se exige que dentro de 30 días de
transcurrida la elección se presente una cuenta general de los ingresos y gastos que debe
tener carácter de pública.
397. Salvador Valdés, “Financiamiento político: la estrategia y una ley buena”. Estudios
Públicos 87, 2002.
400. James S. Fishkin, Democracy and Deliberation. New Directions for Democratic Reform.
Yale University Press, New Haven, 1991, página 36. Una crítica a esta concepción en: Adam
Przeworski, “Deliberation and Ideological Domination”, en: Jon Elster (Editor), Deliberative
Democracy. Cambridge University Press, Cambridge, 1998.
401. Joshua Cohen, “Deliberation and Democratic Legitimacy”, en: James Bohman and
William Rehg, Deliberative Democracy. Essays on Reason and Politics. MIT Press, Boston,
1997, página 69.
402. Cristina Lafont, “Is the Ideal of Deliberative Democracy Coherent?”, en: Samantha
Besson and José Luis Marti, Deliberative Democracy and Its Discontents. Ashgate Publishing
Limited, Hampshire, 2006, Páginas 42-43.
403. Carolina Aguilera, “Un análisis de las comisiones asesoras presidenciales del gobierno
de Michelle Bachelet”. Flacso-Chile, 2009.
404. Sobre este concepto, ver: Philippe Schmitter, “Still the Century of Corporatism?”. En:
Philippe Schmitter and Gerhard Lehbruch (Editors), Trends Towards Corporatist
Intermediation. New York, Sage, 1979.
405. Las leyes ya publicadas surgidas de las comisiones son la reforma previsional (Ley
20.255), la protección al funcionario que denuncia irregularidades (Ley 20.205), la ley de
subsidio al empleo (Ley 20.338), perfeccionamiento de seguro obligatorio (Ley 20.238) y
Chile Crece Contigo (Ley 20.379).
410. Cfr. Augusto Varas, et al, La propuesta ciudadana. Una nueva relación sociedad civil-
Estado. Editorial Catalonia, Santiago, 2006.
411. Edgardo Boeninger, Democracia en Chile: lecciones para la gobernabilidad. Op. Cit.,
página 127.
412. Cfr. Gonzalo de la Maza, Construcción democrática, participación ciudadana y políticas
públicas en Chile. Tesis doctoral, Universidad de Leiden, 2010.
https://openaccess.leidenuniv.nl/handle/1887/15360, y Esteban Vielma Salazar, “Análisis:
iniciativas legislativas de fortalecimiento ciudadano en el período 2000-2010”. Centro de
Investigación Sociedad y Políticas Públicas, Universidad de los Lagos, Diciembre 2010.
413. Gonzalo de la Maza, “Políticas públicas y sociedad civil en Chile: el caso de las políticas
sociales (1990-2004). Política 43, 2004.
417. SUR, “Ley de juntas de vecinos del régimen militar. Boicot a la participación vecinal”.
Hechos Urbanos, Nº 88, agosto 1989.
422. Benjamín Goldfrank, “The difficult but not impossible diffusion of participatory
budgets”. Trabajo presentado en el XXI Congreso Mundial de Ciencia Política, Santiago, 12-
16 de julio, 2009.
423. Egon Montecinos, “El Presupuesto Participativo en Chile: Condiciones Previas, Diseño
Institucional y Rol de los Partidos Políticos en su Desarrollo ¿Complementariedad o
Subordinación entre Instituciones Participativas y Representativas?”. Trabajo presentado en
el XXI Congreso Mundial de Ciencia Política, Santiago, 12-16 de julio, 2009.
425. Cfr. Jürgen Habermas, Legitimation Crisis. Beacon Press, Boston, 1975. Si bien la
satisfacción con la democracia ha ido creciendo entre 1996-2010, especialmente los
últimos dos años, el promedio del período es modesto (37%), y el mayor nivel alcanzado en
2010 es levemente mayoritario (56%). Latinobarómetro 2010.
http://www.latinobarometro.org/latino/LATContenidos.jsp
427. Georg Simmel, “The Sociology of Sociability”, en: Talcott Parsons, Edward Shils, Kaspar
D. Naegele, and Jesse R. Pitts, Theories Of Society. The Free Press, New York, 1961, página
159.
428. Alain Rouquié, A la sombra de las dictaduras. La democracia en América Latina. Fondo
de Cultura Económica, México, 2011, páginas 191-192.
429. Cfr. Francois Dubet, Repensar la justicia social. Siglo XXI, México, 2011.
431. Sobre este punto, ver: Pierre Bourdieu, El sentido social del gusto. Elementos para una
sociología de la cultura. Siglo XXI, México, 2010.
432. Louis Chauvel, “Le retour des classes sociales ?” Revue de l’OFCE 79, Octobre 2001.
434. Sobre esta definición amplia de clase social: Louis Chauvel, “Are Social Class Really
Dead? A French Paradox in Social Dynamics”, en: Göran Therborn, Inequalities of the World.
Verso, London, 2006.
436. J. Humberto Lopez and Guillermo Perry, “Inequality in Latin America: Determinants
and Consequences”.The World Bank. Latin America and the Caribbean Region, Office of the
Regional Chief Economist, February 2008.
438.http://www.mideplan.gob.cl/casen2009/distribucion_ingreso_casen_2009.pdf
440. Javier Núñez y Cristina Risco, “Movilidad intergeneracional del ingreso en Chile”.
http://www.expansiva.org/media/en_foco/documentos/12102005133533.pdf
441. Cfr. Manuel Canales, “Ni pobres ni incluidos: ¿nueva cuestión social?”. Revista de
Sociología Nº 21, 2007.
442. En estas condiciones la criminalidad y los atentados al orden público adquieren una
característica más estructural que coyuntural, tema por desarrollar en el Capítulo 7.
445. Magdalena Claro, Acción afirmativa. Hacia democracias inclusivas. Op. Cit.
446. Para ver una lista completa de los programas relativos a derechos sociales ver: Guía de
Derechos Sociales 2008, coordinada por el Ministerio de Planificación.
447. Consejo Asesor Presidencial de Trabajo y Equidad, Hacia un Chile más justo: Trabajo,
Salario, Competitividad y Equidad Social. Agosto, 2008.
http://www.oei.es/pdfs/ETP_Informe_Final_chile.pdf
449. Domingo Lovera Parmo, “Derechos Sociales en la Constitución del 80 (… y del 89, y del
2005)”, Serie Working papers, ICSO-UDP, Nº 3, 2009.
450. Magdalena Claro, Acción afirmativa. Hacia democracias inclusivas. Op. Cit.
451. Postura clásica de Libertad y Desarrollo: “Derechos del consumidor: mayores costos y
menor competencia”. Temas Públicos, Nº 675, 20 de mayo, 2004.
452. www.sernac.cl
455. Estos fueron los argumentos expresados por la primera de estas ONG la Comisión de
Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía del Senado donde ha sido discutido el
proyecto. (http://www.accionfamilia.org/temas-polemicos/homosexualidad/reparos-
constitucionales-al-proyecto-que-establece-medidas-contra-la-discriminacion/).
457. Agenda Pro Participación, 2008, página 31. Juan Pablo Olmedo, “Acceso a Información
Pública en Chile. Comentarios sobre una Institucionalidad Pendiente”, Anuario de Derechos
Humanos 2006. Centro de Derechos Humanos, Facultad de Derecho, Universidad de Chile,
Santiago, 2006.
458. Aun cuando la información sobre los funcionarios del Estado es pública, en general,
una Ley Orgánica Constitucional mencionada en el Artículo 8 de la Constitución
determinará los niveles jerárquicos a quienes se aplique esta disposición.
459. Observatorio Parlamentario, Balance Anual al Poder Legislativo año 2007, Santiago,
2008, página 58.
460. http://www.eclac.org/cgi-bin/getProd.asp?
xml=/prensa/noticias/comunicados/8/41798/P41798.xml&xsl=/prensa/tpl/p6f.xsl&base=/tpl/
bottom.xslt
461. Clarisa Hardy y Pablo Morris, Derechos ciudadanos. Una década1990-2000. LOM-
Fundación Chile 21, Santiago, 2001, página 11. También, ver: Alicia Ely Yamin
(Coordinadora), Derechos económicos, sociales y culturales en América Latina. Del invento
a la herramienta. IDRC-Aprohde, México D.F., 2006.
463. Cfr. Alexis Guardia, “La porfiada inequidad del sistema tributario”. El Mostrador, 14 de
agosto, 2009; y Gonzalo Martner, “La discusión tributaria”. La Tercera, 9 de agosto, 2009.
464. Patricio Barra y Danae Chandía, “Impuesto personal a la renta comparado. Situación
actual y perspectivas futuras”. 2004.
http://www.sii.cl/aprenda_sobre_impuestos/estudios/impto_personal_a_la_renta_comparado.p
466. Ricardo Lagos Escobar, Chile 2030: Siete desafíos estratégicos y un imperativo de
equidad. http://www.fundaciondemocraciaydesarrollo.cl/viewArticuloContenido.aspx?
idgal=0&idArticulo=468
467. José Luis Machinea (Coordinador), La protección social de cara al futuro: Acceso,
financiamiento y solidaridad. CEPAL, Santiago, 2006.
468. Este servicio es gratuito para los beneficiarios de Fonasa de los grupos A y B de
menores ingresos y para los mayores de 60 años. Los usuarios de Isapres y de los grupos C
y D menores de 60 años deben pagar entre un 10 y 20% dependiendo de sus ingresos y
otras variables.
469. http://www.chilesolidario.gov.cl/sist/sist2.php
474. http://www.crececontigo.cl/adultos/pagina.php?id=2
476. María Soledad Rayo, “Chile Crece Contigo: los vacíos que deja su institucionalización”.
La Nación, 8 de mayo, 2009.
477. Entre estas iniciativas se encuentran: Flexibilización del prenatal y postnatal. Se apoyó
una moción de diputados de RN y PDC presentada en 1994 que proponía el traspaso del
prenatal no utilizado en caso de parto prematuro al postnatal, y el derecho a traspasar
hasta las tres primeras semanas del prenatal al postnatal, siempre que se cuente con
respaldo médico y la visación por parte de la Dirección del Trabajo. El proyecto fue
aprobado por la Cámara de Diputados y se estancó en el Senado desde 2005 (Boletín 1309-
13).
Protección a hijos adoptivos. (i) Se disminuyó de cuatro a dos meses el plazo para que un
niño o niña pueda ser declarado susceptible de adopción (Ley 20.203 de agosto, 2007) y
(ii) se aseguró el derecho a postnatal para madres y padres adoptivos (Ley 20.367 de
agosto, 2009). Derecho de las madres trabajadoras a amamantar a sus hijos aunque no
exista sala cuna. Este derecho considera al menos una hora al día para madres con niños
menores de dos años. Esta iniciativa fue aprobada en febrero de 2007, Ley 20.166 y se
originó en una moción en 1995. Permiso paternal. Aunque fue aprobado durante el período
anterior, cabe mencionar en este ámbito el establecimiento de un permiso paternal de
cinco días tras el nacimiento de un hijo mediante la Ley 20.047 de septiembre, 2005. Este
proyecto también fue iniciado mediante una moción de carácter transversal, patrocinada
por ocho diputados de la UDI y dos de la Concertación. Sala cuna para padres trabajadores.
Moción ingresada a fines de 2008 y aprobada un año más tarde (Ley 20.399) hace
extensivo a los padres el derecho a sala cuna en caso de que sea éste quien tenga a su
cargo el cuidado de los hijos.
480. Consejo Asesor Presidencial para la Calidad de la Educación. 2006, diciembre. Informe
Final. www.consejoeducacion.cl
481. La propuesta original del gobierno establecía el derecho hasta los 18 años, lo que fue
suprimido por los diputados ya que consideraron que representaba una restricción a la
garantía. En el Senado, tras un acuerdo con diversos actores, se propuso ampliarlo hasta los
21 años, siendo esta propuesta aprobada. Previa a esta reforma se habían presentado dos
mociones con el mismo objetivo, una de los diputados Naranjo y Valenzuela pertenecientes
al PS y PPD respectivamente, en 1996, y otra de los senadores PPD Sergio Bitar y Roberto
Muñoz Barra en 1999. Ninguna tuvo votaciones y fueron archivadas tras la aprobación de la
reforma de Lagos.
483. Ley 19.284. A inicios de 1994 se establecieron diversas normas para la integración de
personas con discapacidad, velando por el pleno ejercicio de sus derechos. El Capítulo II de
esta ley estuvo especialmente dirigido al acceso a la educación, consignando una
modalidad de educación especial caracterizada por un sistema flexible y dinámico
respondiendo a las necesidades de las personas, con discapacidad o no, que requieran
educación especial. Cuando la discapacidad lo permita, la ley estipula que se integrara a
los niños a los cursos existentes, brindando la adecuación que se requiera. En caso de que
esto no sea posible, la enseñanza especial deberá ser en clases separadas pero en el mismo
establecimiento. Cuando existan alumnos y alumnas cuyas condiciones les requiera
permanecer internados en centros especializados u otros lugares que el médico determine,
el Ministerio de Educación deberá proporcionar la atención escolar en el lugar del
tratamiento.
Ley 19.532. En 1997 se estableció el régimen de Jornada Escolar Completa (JEC). Esta
extensión de la jornada escolar debía regir completamente a partir del año 2002 para los
establecimientos que impartieran jornada diurna. Los años que pasaran entre la aprobación
de la ley y el plazo final para su entrada en vigencia debían ser para alcanzar las
condiciones de infraestructura necesarias para poder implementar la JEC. El objetivo de
extender la jornada escolar era que los estudiantes pudiesen realizar, principalmente en las
tardes, talleres y actividades libres, reforzamiento educativo, sus tareas, y que también
hubiese más tiempo para las actividades docentes y para responder a los requerimientos
de la reforma curricular que por entonces comenzaba a implementarse. En caso de niños
que enfrentaran un medio hostil, la JEC aumentaría el tiempo de permanencia en el
colegio, evitando situaciones de riesgo y ayudando a las madres trabajadoras. De acuerdo
al mensaje que acompañó al proyecto de ley, el logro de las generaciones anteriores había
sido asegurar la escolarización de toda la población, tras lo cual el nuevo desafío era
asegurar educación de calidad distribuida equitativamente. Pese a este esfuerzo, la calidad
de la educación pública no ha aumentado y se mantienen las grandes desigualdades en el
sistema educativo chileno.
484. http://redeibchile.blogspot.com/
485. Una crítica al Crédito con Aval del estado (CAE) en: Juan Andrés Guzmán y Gregorio
Riquelme, “CAE: Cómo se creó y opera el crédito que le deja a los bancos ganancias por
$150 mil millones”, CIPER, 20 de diciembre, 2011.
486. http://fech.cl/blog/2011/04/30/demandas-confech/
487. http://coneschile.blogspot.com/p/petitorio-secundario.html
488. http://www.elmostrador.cl/media/2011/08/Respuesta-de-la-Concertaci%C3%B3n-a-
demandas-de-estudiantes-y-actores-sociales.pdf
489. Patricio Frías Fernández, Los Desafíos del sindicalismo en los inicios del
siglo XXI. CLACSO, OIT, Universidad Central, 2008; Jaime Ruiz-Tagle, “El sindicalismo
chileno entre 1973 y 1990”, en: Elizabeth Lira y Hugo Rojas, Libertad sindical y Derechos
Humanos. Análisis de los informes del Comité de Libertad Sindical de la OIT (1973-
1990). LOM, Santiago, 2009.
490. Ibíd.
491. Irene Rojas, “Las reformas laborales al modelo normativo de negociación colectiva del
Plan Laboral”. Ius et Praxis, Volumen 13, Nº 2, páginas 195-221.
492. Ley 19.049, de febrero de 1991, permitió la constitución de centrales sindicales sin
permiso previo, restableciendo así esta forma de organización omitida en el Plan Laboral de
la dictadura. Sin embargo, éstas no pueden ser parte en la negociación colectiva.
Ley 19.214 de 1993, creó un Fondo para la Capacitación y Formación Sindical con la
finalidad de financiar actividades de capacitación y formación sindical. Se estableció como
fondo concursable a cargo de un Consejo compuesto por representantes del mundo
sindical. El fondo se creó con una duración limitada de cuatro años.
Ley 19.296 de 1994, estableció que los funcionarios públicos, de todos los niveles pueden
asociarse sin permiso previo. Quedaron excluidas las Fuerzas Armadas, de Orden y
Seguridad y funcionarios de empresas del Estado. Las organizaciones pueden ser de
carácter comunal, provincial, regional o nacional. Se pueden también constituir
federaciones, confederaciones y organizaciones internacionales. Sin embargo, con esta ley
no se terminó la prohibición para los funcionarios públicos de negociar colectivamente así
como tampoco la prohibición establecida en la Constitución de realizar huelgas. La
excepción respecto a la negociación colectiva fue para los establecimientos educacionales
particulares subvencionados y técnico-profesionales administrados por corporaciones
privadas.
Ley 19.644 de 1999, creó un Fondo para la Modernización de las Relaciones Laborales y el
Desarrollo Sindical, de carga fiscal, con el fin de financiar actividades de capacitación,
asesoría y formación de quienes participen en organizaciones sindicales de cualquier nivel
y sector de la economía. Se buscaba dar continuidad al fondo creado con la Ley 19.214 de
1993. Se introdujeron además algunos cambios como la extensión de los beneficios a la
pequeña y microempresa y la ampliación de los temas de capacitación. Nuevamente, se
estableció que su duración sería de cuatro años.
Ley 19.673 de 2000, incorporó a los funcionarios del Congreso en la Ley 19.296, hasta
entonces no considerados, permitiéndoles formar asociaciones de funcionarios.
Ley 20.057 de 2005, estableció como mínimo la aprobación por mayoría absoluta de los
miembros de un sindicato como requisito para enajenar bienes raíces de la organización. El
fin es proteger el patrimonio inmueble de los sindicatos, particularmente ante nuevas
directivas que puedan tener objetivos distintos respecto a estos bienes.
493. Jorge Salinero, “Veinte años de afiliación sindical y negociación colectiva en Chile:
problemas y desafíos”. Cuaderno de Investigación 29, Departamento de Estudios, Dirección
del Trabajo, 2006.
494. Esta tasa se calcula solo sobre la base de los trabajadores susceptibles de
sindicalizarse. Excluye, por tanto, a los asalariados de la administración pública.
http://www.dt.gob.cl/documentacion/1612/articles-62614_recurso_1.pdf
497. Los requisitos para obtener el beneficio son estar desempleado, tener al menos 12
meses continuos o discontinuos de imposiciones, estar inscritos en el Registro de Cesantía
de las municipalidades y no rechazar los empleos temporales o de emergencia que
ofrezcan los programas municipales. De cumplir con los requisitos, que se deben presentar
en una solicitud ante el INP o Caja de Compensación del ex empleador, el beneficio se
otorga por períodos de noventa días, renovable en tres oportunidades. El monto de este
beneficio es de $17.338 mensuales por los primeros 90 días, $11.500 desde los días 91 a
180, y $8.669 desde el día 181 hasta que termine el subsidio a los 360 días, montos no
reajustables que están vigentes de 1995. Quien recibe este subsidio tendrá derecho
además a recibir asignaciones familiares y maternales y mantendrá derecho a prestaciones
médicas de su sistema previsional.
502. Consejo Asesor Presidencial de Reforma Previsional, El derecho a una vida digna en la
vejez. Hacia un Contrato Social con la Previsión en Chile. Julio, 2006. Disponible en
www.consejoreformaprevisional.cl
503. Delia Boylan, “Taxation and transition: The politics of the 1990 Chilean tax reform”.
Latin American Research Review, Vol. 31, No. 1, 1996, páginas 7-31; y Kurt Weyland,
“Growth with equity in Chile’s new democracy?” Latin American Research Review, Volume
32, No. 1, 1997, páginas 37-67.
. Edda Gaviola, et. alia, “Queremos votar en las próximas elecciones”. Historia del
movimiento femenino chileno 1913-1952. Centro de Análisis y Difusión de la Condición de
la Mujer, La Morada, Santiago, 1986.
510. De hecho la participación laboral de las mujeres en Chile (44%) está entre las más
bajas de América Latina http://www.eclac.org/cgi-bin/getProd.asp?
xml=/mujer/noticias/paginas/8/29838/P29838.xml&xsl=/mujer/tpl/p18f-
st.xsl&base=/mujer/tpl/top-bottom-estadistica.xsl.
511. Cfr. María Elena Valenzuela, Todas íbamos a ser reinas. La mujer en el Chile militar.
CESOC-ACHIP, Santiago, 1987.
512. Sobre los orígenes de esta tensión, ver: Ángel Flisfish, “El dilema pacto o proyecto.
Notas para una discusión”, en: Adolfo Aldunate, Ángel Flisfish y Tomás Moulian, Estudios
sobre sistema de partidos en Chile. Flacso, Santiago, 1985.
515. Manuel Castells, The Information Age; Economy, Society and Culture. Volume II. The
Power of Identity. Blackwell Publishers, Massachusetts, 1997, páginas 6-12.
516. Marcela Ríos, Lorena Godoy y Elizabeth Guerrero, ¿Un nuevo silencio feminista? La
transformación de un movimiento social en el Chile post-dictadura. Centro de Estudios de
la Mujer/Cuarto Propio, Santiago, 2003.
517. María Eugenia Hola e Isabel Gannon, ¿Feminismo en los sectores populares? Las
organizaciones de mujeres en los sectores populares de la región metropolitana. LOM,
Santiago, por publicarse.
518. Al respecto, ver: Augusto Varas, “La (re)construcción democrática del espacio público”,
en Augusto Varas et. alia., La propuesta ciudadana. Una nueva relación sociedad civil-
Estado. Catalonia, Santiago, 2006.
519. El ministro Enrique Correa refiriéndose a corrientes feministas, durante la sesión del
Senado del 27 de noviembre de 1990.
520. Ibíd.
523. “Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derecho”, Artículo 1° Constitución
Política (16 de junio de 1999). Previo a la modificación, la frase comenzaba con “Los
hombres nacen…”. Además, en el artículo 19 número 2º, se agregó la frase “Hombres y
mujeres son iguales ante la ley”.
524. Liesl Haas, “The Rules of the Game: Feminist Policymaking in Chile”. Política, Volumen
46, 2006.
525. Ibíd.
526. Merike Blofield y Liesl Haas “Defining a Democracy: Reforming the Laws on Women’s
Rights in Chile, 1990-2002”, Latin American Politics and Society, 47:3, 2005.
527. Marcela Ríos, “Feminismo(s) chileno en los noventa: Paradojas de una transición
inconclusa”. Cuadernos de Investigación Social Nº 9, Departamento de Ciencias Sociales,
Pontificia Universidad Católica del Perú, 2000.
529. Ibíd.
530. http://estudios.sernam.cl/documentos/?eNDA4NjA2-Agenda_de_G%E9nero_2006-
2010
531. Equipo coordinado por Teresa Valdés, compuesto por Alejandra Valdés, Victoria
Hurtado, Patricia Provoste y Heidi Fritz.
532. Dentro de éstos destacan iniciativas del Sernam tales como: el Programa de Apoyo a
Mujeres Jefas de Hogar de Escasos Recursos; el Programa Trabajadoras Temporeras; el
Programa contra la Violencia Intrafamiliar; los Centros de Información en Derechos
Sexuales y Reproductivos, y Laborales; programas de participación en general y en especial
de participación política; el programa de apoyo a las microempresarias; un Sistema
Equidad de Género a través del Programa de Mejoramiento de la Gestión que incluye
asesoría y capacitación a unos 170 organismos del Estado para que incorporen el enfoque
de género en sus políticas.
533. http://www.cem.cl/argumentos/ediciones/argu34.htm
534. Una descripción y análisis sobre las principales actoras en este espacio de interacción,
en: Ríos, Godoy y Guerrero, ¿Un nuevo silencio feminista? La transformación de un
movimiento social en el Chile post-dictadura. Centro de Estudios de la Mujer/Cuarto Propio,
Santiago, 2004, páginas 135-145, y 154-165. También ver: Augusto Varas, La propuesta
ciudadana. Una nueva relación sociedad civil-estado. Op. Cit.
535. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y Organización Internacional del
Trabajo (PNUD-OIT), Trabajo y Familia: Hacia nuevas formas de conciliación con
responsabilidad social, 2009, página 46.
http://www.undp.org/spanish/publications/pdf/undp_ilo.pdf
536. http://www.nuestrofrei.cl/prensa/noticias/15-frei-tambien-tendra-un-gobierno-
paritario.html
537. Marta Lois e Isabel Diz, “¿Qué sabemos sobre la presencia política de las mujeres y la
toma de decisiones? Claves para un marco de análisis”, Política, Volumen 46, 2006, página
45.
539. Los votos favorables no alcanzaron la mayoría absoluta por cuanto se suman los votos
en contra y la abstención, que igualmente alcanzan a 6.
540. Marcela Ríos, “La democracia necesita más mujeres”. Flacso-Chile, 2007.
544.http://www.eclac.org/publicaciones/xml/9/39029/Serie101.pdf
545. Sonia Yáñez, “La dimensión de género en la reforma previsional chilena (Ley No
20.255 de reforma de pensiones)”, División de Asuntos de Género, Serie Mujer y Desarrollo
Nº 101. Santiago, abril 2010, página 39.
546. Regina Clark, “La reforma pendiente con el derecho a la Seguridad Social”, en: Yesko
Quiroga y Jaime Ensignia (Editores), Rompiendo Mitos: la reforma del sistema de pensiones
en Chile. Fundación Friedrich Ebert, Santiago, 2007.
547. Sonia Montaño, “La agenda feminista y las reformas de los sistemas de pensiones en
América Latina”, en: Flavia Marco (Coordinadora), Los sistemas de pensiones en América
Latina: un análisis de género, Cepal, octubre 2004, página 18.
548. CEPAL, “La protección social de cara al futuro: Acceso, financiamiento y solidaridad”.
Trigésimo primer período de sesiones Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL), capítulo IV Montevideo, Uruguay, 20-24 de marzo, 2006.
550. http://www.dt.gob.cl/1601/w3-article-59925.html
554. http://www.senador.cl/prontus_senado/antialone.html?
page=http://www.senador.cl/prontus_senado/site/artic/20051115/pags/20051115165912.ht
555. Primer Informe Comisión de Familia Nº 12990, Cámara de Diputados, Boletín 3536-18,
13 de enero, 2010
557. Kathya Araujo, Virginia Guzmán y Amalia Mauro, “El Surgimiento de la Violencia
Domestica como Problema Público y Objeto de Políticas”. Revista de la CEPAL, 70, abril
2000.
559. Informe sobre Chile coordinado por el PNUD en el marco de la Campaña Interagencial
contra la violencia hacia las mujeres y las niñas (Proyecto Regional RLA/97/014, marzo
1999).
http://www.pasa.cl/biblioteca/Informes_Nacionales_sobre_la_Situacion_de_la_Violencia_de_G
561. Marcela Ríos, “Feminismo(s) chileno en los noventa: Paradojas de una transición
inconclusa”, Op. Cit. páginas 21-22.
562. Para una descripción más detallada, ver: María de los Ángeles Fernandez-Ramil,
“Análisis exploratorio de la Presidencia de Michelle Bachelet”, en: Teresa Valdés (Editora)
¿Género en el Poder? El Chile de Michelle Bachelet. CEDEM, Santiago, 2010.
564. La versión actualizada del proyecto fue elaborada con la colaboración de: Soledad
Díaz, Instituto Chileno de Medicina Reproductiva; Verónica Schiappacasse, PROSALUD,
Chile; Claudia Dides, Programa Género y Equidad, FLACSO-Chile; Lidia Casas, Universidad
Diego Portales, Dr. Guillermo Galán, APROFA.
565. http://www.humanas.cl/blog/?p=1920
570. “Anticoncepción en Adolescentes: ¿Qué dicen las leyes?”, seminario convocado por la
Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología (SOGIA). Facultad de Medicina de la
Universidad de Chile, diciembre, 2010.
571. Ver: Pablo Marimán, Sergio Caniuqueo, José Millalén y Rodrigo Levil, ¡…Escucha,
Winka…! Cuatro ensayos de Historia Nacional Mapuche y un epílogo sobre el futuro. LOM,
Santiago, 2006. Los pueblos Mapuche y Rapa Nui han sido incluidos en: James Minahan,
Encyclopedia of the Stateless Nations: Ethnic and National Groups around the World.
Greenwood Press, Westport, 2002. Sobre el marco legal que ha regido estas relaciones, ver:
Mylene Reyes y Sergio Oliva, Recopilación de legislación del estado chileno para los pueblos
indígenas: 1813-2006. Librotecnia, Santiago, 2007
573. Guillermo Bofill, “El concepto de indio en América. Una categoría de la situación
colonial”, Anales de Antropología, México: Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Históricas, 1972.
577. Gonzalo Vial, “Los dos problemas mapuches”. La Segunda, 4 de agosto, 2009.
578. Carlos Ruiz Rodríguez, “El pueblo Mapuche y el gobierno de Salvador Allende y la
Unidad Popular”, Universidad de Santiago de Chile, Proyecto DICYT 03-0051 SM “La
cuestión mapuche: Chile, 1964-1973.
Discursos y prácticas desde el Estado y la sociedad civil hacia las minorías étnicas”, dirigido
por Augusto Samaniego. Sobre los orígenes de los problemas de la izquierda de
conceptualizar adecuadamente este tema, ver: Roman Rosdolsky, El problema de los
pueblos sin historia. Editorial Fontamara, Barcelona, 1981.
579. Augusto Samaniego, “La política mapuche del Partido Comunista en 1927: Minoría
nacional, reconocimiento y autonomías”. Alternativa 23, Instituto de Ciencias Alejandro
Lipschutz, 2005.
580. Sobre este período, ver: Martín Correa. Raúl Molina y Nancy Yáñez, La reforma agraria y
las tierras mapuche. Chile 1962-1975. LOM, Santiago, 2005.
581. José Bengoa, Historia de un conflicto. Los mapuches y el Estado nacional durante el
siglo XX. Planeta, Santiago, 2007, páginas 262-275.
582. Martín Hopenhayn, Álvaro Bello y Francisca Miranda, “Los pueblos indígenas y afro
descendientes ante el nuevo milenio”. Serie Políticas Sociales 118. CEPAL, Santiago, 2006.
583. Nicolás Palacios, Raza Chilena: libro escrito por un chileno y para los chilenos.
Santiago, Editorial Chilena, 1918.
http://www.memoriachilena.cl/temas/documento_detalle2.asp?id=MC0018474
584. Cfr. Mario Góngora, Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los
siglos XIX y XX. Op. Cit.
585. Alejandro Lipschütz, El problema racial de la conquista de América. Siglo XXI, México,
1975.
588. El artículo 41 de la Ley Indígena establece ocho consejeros indígenas propuestos por
las comunidades y asociaciones. En la práctica han sido más debido a las tres
designaciones que son atribución presidencial y que normalmente recaen en personas
indígenas.
589. Para ser indígena, perteneciente a alguna de las etnias reconocidas, se debe cumplir
alguna de las siguientes condiciones: ser hijo de padre o madre indígena; los
descendientes de las etnias indígenas que habitan en territorio nacional, siempre que
posean un apellido indígena o acrediten su procedencia indígena por tres generaciones; y
los que mantengan rasgos culturales de alguna etnia indígena o cuyo cónyuge sea
indígena.
591. Nancy Yáñez y José Aylwin (Editores), El gobierno de Lagos, los pueblos indígenas y el
“Nuevo Trato”. LOM, Santiago, 2007, páginas 14-15.
592. Cfr. Hans Gundermann, Rolf Foerster, Jorge Vergara, Mapuches y aimaras. El debate en
torno al reconocimiento y los derechos ciudadanos. Universidad de Chile, PREDES/RIL,
Santiago, 2008.
594. Para conocer la visión de este influyente centro de estudios sobre el tema indígena,
ver Libertad y Desarrollo, “Política indígena de la Concertación: nuevamente con rumbo
equivocado”, Temas Públicos, Nº 939, 16 de octubre de 2009.
602. http://www.conadi.gob.cl/index.php/nuestra-institucion/areas-de-desarrollo-indigena
607. Sergio Fuenzalida, “Interpretación y aplicación del Convenio 169 de la OIT, como
tratado de derechos humanos”. Observatorio Ciudadano, 13 de octubre, 2009.
608. Instituto Nacional de Derechos Humanos, Primer Informe Anual 2010 de Derechos
Humanos en Chile, diciembre 2010, página 101.
612. Para conocer un voto de minoría del trabajo realizado por esta Comisión, ver: Felipe
Larraín, “Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato: opinión de minoría” y Lucas Sierra,
Op. Cit.
613. Junto al Consejo Nacional de las Artes y la Cultura que tiene su sede en Valparaíso, son
las únicas instituciones que no tienen su sede principal en la capital.
617. La política indígena del Presidente Sebastián Piñera no incluye la creación de este
Ministerio. La reforma institucional en la materia se basa en la transformación de
la CONADI en una Agencia de Desarrollo Indígena y el Consejo de Pueblos Indígenas, temas
se encuentran en proceso de consulta. http://www.conadi.gob.cl/index.php/2-noticias/349-
mas-de-3-mil-mapuche-participaron-en-la-araucania-de-los-talleres-informativos-de-la-
consulta-indigena/
623. http://www.dipres.cl/574/multipropertyvalues-14837-14882.html
626. www.origenes.cl
627. http://www.dipres.cl/574/articles-14937_doc_pdf.pdf
629. Andrés Donoso, Rafael Contreras, Leonardo Cubillos y Luis Aravena, “Interculturalidad
y políticas públicas en educación. Reflexiones desde Santiago de Chile”. Estudios
pedagógicos, Vol. XXXII, Nº 1, 2006, páginas 21-31.
630. Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, “Balance de Gestión Integral, año 2010”,
disponible en el sitio web de la Dirección de Presupuesto del Ministerio de Hacienda,
www.dipres.cl
631. http://www.junji.cl/junjijoomla/index.php?
option=com_content&task=view&id=2046&Itemid=199
632. Martín Hopenhayn, Álvaro Bello, Francisca Miranda, Los pueblos indígenas y
afrodescendientes ante el nuevo milenio. CEPAL, División de Desarrollo Social, Políticas
Sociales 118, Santiago, abril de 2006.
633. http://www.pespissmc.cl/node/3
636. José Aylwin, ““Pueblos Indígenas de Chile: Antecedentes Históricos y Situación Actual”,
Serie Documentos N° 1, Instituto de Estudios Indígenas, Universidad de la Frontera,
Temuco, 1999. Disponible en http://www2.estudiosindigenas.cl/Derecho.htm
637. Jorge Vergara y Rolf Foerster, “Permanencia y mantención del conflicto Estado-
mapuches en Chile”. Revista Austral de Ciencias Sociales, Nº 6, 2002, páginas 35-46.
638. Instituto de Estudios Indígenas, Los derechos de los pueblos indígenas en Chile.
Informe del Programa de Derechos Indígenas. Universidad de La Frontera. LOM, Santiago,
2003, página 204.
639. Iris Marion Young, Op. Cit., página 205.
640. Alejandro Aravena, “Un termómetro del desarrollo y un atajo hacia la equidad”, La
Tercera, 27 de diciembre, 2009.
641. Pablo Trivelli, “Urban Structure, Land Markets and Social Housing in Santiago, Chile”.
January, 2010. http://www.slideshare.net/fenha/012411-informe-finalptrivelli
643. Ana María Álvarez, “La segmentación socioeconómica del espacio: la comunidad
ecológica y la toma de Peñalolén”. EURE, Vol. 34, Nº 101, mayo 2008, páginas 121-136.
644. Francisco Sabatini, Gonzalo Cáceres y Jorge Cerda, “Segregación residencial en las
principales ciudades chilenas: Tendencias de las tres últimas décadas y posibles cursos de
acción”. EURE, Vol. 27, Nº 82. Santiago, 2001.
645. Rodrigo Hidalgo, “¿Se acabó el suelo en la gran ciudad? Las nuevas periferias
metropolitanas de la vivienda social en Santiago de Chile”. EURE, Volumen 33, Nº 98.
Francisco Sabatini, “Reforma de los mercados de suelo en Santiago, Chile: efectos sobre los
precios de la tierra y la segregación residencial”. EURE, Volumen 26, Nº 77, 2000.
Víctor Tokman en Alexander Galetovic (Editor). Santiago. Dónde estamos y hacia dónde
vamos. CEP, Santiago, 2006.
651. Francis Violich. Urban Planning for Latin America. The Challenge of Metropolitan
Growth. Gunn & Hain-Lincoln Institute of Land Policy, Boston, 1987.
653. Sabatini, “Reforma de los mercados de suelo en Santiago, Chile”. Op. Cit.
655. Angela Giglia, “Espacio público y espacios cerrados en la Ciudad de México”, en:
Patricia Ramírez Kuri (Coordinadora), Espacio público y reconstrucción de
ciudadanía, FLACSO-Porrúa, 2003.
656. Iván Poduje y Gloria Yáñez, “Planificando la ciudad virtual: megaproyectos urbanos
estatales y privados”, Seminario Internacional “Grandes Regiones Metropolitanas del
Mercosur y México”, Universidad Nacional de General Sarmiento, Buenos Aires, 2000.
657. Ana María Álvarez, Op. Cit., 2008.
658. Camilo Arriagada Luco y Nelson Morales Lazo, “Ciudad y seguridad ciudadana en
Chile: revisión del rol de la segregación sobre la exposición al delito en grandes
urbes”. EURE, Volumen XXXII, Nº 97, diciembre, 2006.
660. Boletín 5719-14, ingresado al Senado en enero de 2008. En junio de ese mismo año se
aprobó la idea de legislar, tras lo cual no tuvo más avance. Hasta septiembre de 2009, el
gobierno de Bachelet lo impulsó mediante el uso de urgencias.
661. Tal como se esperaba este sistema hizo crisis durante la aprobación del proyecto
HidroAysen. Cfr. Augusto Varas, “Tocando fondo”, Barómetro de Política y Equidad,
Fundación Equitas, octubre, 2011.
663. La Nación Domingo.27 de abril, 2008; 15 de marzo, 2009. Frente a las críticas el
alcalde declaró que su participación en la inmobiliaria no lo inhabilita para participar en
discusiones de tipo urbanas ya que Simonetti no tendría intereses en el tema con solo un
proyecto en la comuna y que no requirió modificación de uso de suelo, lo que es
cuestionado por vecinos en cuanto el mencionado proyecto, Lo Gallo, habría sido
construido en una zona de área verde.http://www.salvemosvitacura.com/site/index.php?
option=com_content&task=view&id=68&Itemid=34
665. José Fernández Richard, “El Director de Obras Municipales y sus principales
atribuciones”. Revista de Derecho, Nº 17. Consejo de Defensa del Estado, 2007.
671. Tomás Chuaqui y Patricio Valdivieso, “Una ciudad en busca de un gobierno: una
propuesta para Santiago”. Revista de Ciencia Política, Volumen 24, Nº 1, 2004, páginas
104-127.
672. Alfredo Rodríguez y Ana Sugranyes. Los con techo. Un desafío para la política de
vivienda social. Ediciones SUR, Santiago 2006, página 26.
673. MINVU. Atlas de la Evolución del Déficit Habitacional en Chile, 1992-2002. Santiago,
2006.
674. Ibíd.
675. Noticias Senado, 16 de junio, 2009.
http://www.senado.cl/prontus_galeria_noticias/site/artic/20090616/pags/20090616164900.h
676. Rodrigo Hidalgo, “De los pequeños condominios a la ciudad vallada: las
urbanizaciones cerradas y la nueva geografía social de Santiago de Chile (1990-
2000). EURE, Volumen 30, Nº 91. Santiago, diciembre 2004.
678. Marisol Saborido, “El Programa Chile Barrio: lecciones y desafíos para la superación de
la pobreza y la precariedad habitacional”. Documentos de Proyectos, CEPAL, 2005.
http://www.cepal.org/publicaciones/xml/9/23989/LC-W52.pdf.
679. http://www.MINVU.cl/opensite_20070212164909.aspx
683. Las zonas decretadas hasta la actualidad pueden conocerse en el sitio web del
Ministerio de Vivienda, http://www.MINVU.cl/opensite_20070223102916.aspx
685
691. Esta idea de la equidad como eje se encuentra en el mensaje presidencial sobre la
creación de la nueva institucionalidad ambiental y fue reiterado al momento de firmar el
proyecto (5 de junio, 2008). http://www.conama.cl/portal/1301/article-43037.html).
693. http://www.plataformaurbana.cl/archive/2009/05/13/el-valor-de-la-dignidad-vecinos-
de-maipu-recibiran-indemnizacion-por-malos-olores-de-la-farfana/#more-6356
694. www.territoriochile.cl
696. Ibíd.
701. En esta parte seguimos el análisis de Alfredo Rodríguez y Paula Rodríguez, “Políticas
neoliberales en Santiago de Chile: Políticas contra la ciudad”. Manuscrito.
702. Cfr. Enrique Petar Rajevic Mosler, “La planificación urbana en Chile”, Revista de
Derecho, abril 2001.
703. Clifford Geertz, The Interpretation of Cultures. Basic Books, New York, 1973, página
46.
704. Werner Jaeger, Paideia: los ideales de la cultura griega. Fondo de Cultura Económica,
México, 2010, páginas 14.
705. Un análisis crítico de la historiografía chilena en: Julio Pinto Vallejos y María Luna
Argudín (Compiladores), Cien años de propuestas y combates. La historiografía chilena del
siglo XX, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco, México, 2006. Un
análisis del movimiento Nueva Historia, en: Miguel Valderrama, “Renovación socialista y
renovación historiográfica”, Documento N°5, PREDES, Universidad de Chile, Santiago,
septiembre, 2001.
707. Norbert Lechner, “La construcción social de las memorias colectivas”, en: del mismo
autor, Obras escogidas. LOM, Santiago, 2006, páginas 541-542.
708. Charles Taylor, Modern Social Imaginaries. Duke University Press, Durham, 2004.
709. Oscar Landi, “Sobre identidades, lenguaje y ciudadanías políticas”, en: Norbert
Lechner (Editor), Estado y política en América Latina. Siglo XXI, México, 1981, páginas 181-
182.
710. La cultura es definida por la UNESCO como “el conjunto de los rasgos distintivos
espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un
grupo social y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras
de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”. Declaración
Universal de la UNESCO sobre Diversidad Cultural, noviembre 2001,
http://portal.unesco.org/es/ev.php-
URL_ID=13179&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTI ON=201.html
711. John Paul, “Art as Weltanschauung: An Overview of Theory in the Sociology of Art”.
Electronic Journal of Sociology (2005).
http://www.sociology.org/content/2005/tier2/the_sociology_of_art.pdf
712. Marcela Carmagnani, “La relación entre el arte contemporáneo y la identidad cultural
frente a los procesos de globalización”. Santiago, 2003.
http://www.culturaenmovimiento.cl/fotos/CONGRESO2003/Ponencias/Identidad%20y%20Cul
También, ver: Claudio Fuentes, “Las múltiples dimensiones de la desigualdad”, en: Chile
2008: Percepciones y actitudes sociales. Informe de Encuesta Nacional ICSO-UDP.
Universidad Diego Portales, Santiago, 2009.
713. Luis Hernán Errázuriz, “Dictadura militar en Chile. Antecedentes del golpe estético-
cultural”, Latin American Research Review, Volume 44, Number 2, 2009.
716.http://www.udp.cl/minors/docs/cultcontemporanea/CFI9114_arteydic.pdf Una
retrospectiva de esa época en:
http://www.mac.uchile.cl/exposiciones/2011/memoria_y_experimentalidad.html
717. José Joaquín Brunner, Alicia Barros y Carlos Catalán, Chile: transformaciones culturales
y modernidad. Santiago, FLACSO-Chile, 1989; páginas 124-126.
718. José Joaquín Brunner. Un espejo trizado. FLACSO-Chile, Santiago, 1988.
720. Solo a modo de ejemplo, ver: Florencia Herrera y Berta Teitelboim, “La mirada de los
chilenos a la familia”, Encuesta UDP, 2010, y de las mismas autoras: “Opiniones de los
chilenos sobre el aborto”, Encuesta UDP, 2009.
724. Manuel Antonio Garretón, “Las políticas culturales en los gobiernos democráticos en
Chile”. En: Políticas culturais na Ibero-América, Antonio Albino Canelas y Rubens Bayardo
(Editores). Editorial EDUFBA, Salvador, 2008. También ver: Arturo Navarro Ceardi, Cultura:
¿quién paga? Gestión, infraestructura y audiencias en el modelo chileno de desarrollo
cultural. RIL Editores, Santiago, 2006.
725. PNUD. Desarrollo humano en Chile. Nosotros los chilenos: un desafío cultural. PNUD,
Santiago, 2002.
728. El proyecto que creaba el Instituto del Patrimonio fue retirado de tramitación en junio
de 2010. El presidente Piñera, en su Mensaje del 21 de mayo de 2011, habló de crear un
Ministerio de Cultura y Patrimonio.
730. Darío Carmona, “Tribunal censor amargó ‘Sonrisas de Verano’”. Revista Ercilla, Nº
1304, 18 de mayo, 1960, páginas 28-29.
731. El proyecto fue enviado en el marco del caso de la documentalista Elena Varela,
detenida en mayo de 2008 acusada de cooperar en dos asaltos realizados por ex miristas.
Esto cuando se encontraba realizando un documental sobre la lucha del pueblo mapuche,
material que fue incautado por las autoridades. El documental que estaba realizando había
obtenido recursos del Fondo de Fomento Audiovisual. La detención de Varela generó un
importante movimiento de rechazo por parte de organizaciones indígenas, de derechos
humanos y personas ligadas al mundo de la creación artística, tanto por la brutalidad de su
detención como por considerar que se debió a una persecución política dirigida a
amedrentar a la artista y su equipo ante la realización de un documental sobre el conflicto
mapuche. Así, además de las causas de su arresto, el caso planteó la discusión sobre los
límites de la libertad artística en Chile, generando declaraciones de la ministra Paulina
Urrutia que expresó inquietud frente a la situación y anunció el envío de este proyecto.
732. Ley 18.443 de 1985, 18.957 de 1990, 19.072 de 1991, 19.166 de 1992, 19.912 de
2003, 19.914 de 2003, 19.928 de 2004, (en términos estrictos esta no es una modificación
de la Ley 17.336, aunque trata del mismo tema y hace referencia a ella), y 20.435 de 2010.
736. www.dibam.cl.
739.http://www.nuestro.cl/notas/rescate/carlos_aldunate1.htm
742. Claudio di Girolamo, “Notas para una reflexión acerca de la participación ciudadana y
la cultura”, en: Eduardo Carrasco y Bárbara Negrón (Editores). La cultura durante el período
de transición a la democracia (1990-2005). CNCA, Valparaíso, 2006.
744. Las líneas de funcionamiento del Fondo son el Fomento de las Artes; el Desarrollo
Cultural Regional; Conservación y Difusión del Patrimonio Cultural; Desarrollo de las
Culturas Indígenas; Desarrollo de Infraestructura Cultural y Becas y Pasantías. Los jurados
son nombrados por el Directorio del Consejo de la Cultura y las Artes a proposición del
Comité Consultivo Nacional y los Comités Consultivos Regionales. Dependiente de la línea
de evaluación, los jurados se componen de un mínimo de tres y un máximo de once
evaluadores, y se exige que al menos el 50% de ellos provengan de regiones distintas de la
Metropolitana. En el sitio web del Consejo de la Cultura y las Artes existe un Registro de
Evaluadores abierto a que todos los creadores, artistas, profesionales, investigadores,
docentes y expertos en las distintas disciplinas que cubre el FONDART y el resto de los
Fondos de la Cultura (Libro, Música y Audiovisual) que deseen inscribirse. Esta información
se pone a disposición de las instancias encargadas de designar a los jurados y evaluadores.
745.http://www.mercuriovalpo.cl/prontus4_noticias/site/artic/2009
0409/pags/20090409203236.html
747. En 2007 los escritores Teresa Calderón, Roberto Brodsky y Mauricio Electorat, siendo
luego respaldado por otros escritores, enviaron una carta a la Ministra de Cultura por no
haber sido seleccionados pese a recibir excelentes evaluaciones de los calificadores
externos, argumentando que las razones fueron la exigencia de destinar un 60% a regiones
y de privilegiar proyectos de personas que no hayan sido beneficiadas en los últimos años.
El Consejo respondió aclarando que los evaluadores externos hacen una preselección de los
proyectos y luego el Consejo debe aplicar criterios de equidad y transparencia establecidos
en las bases como la asignación a regiones, no repetir beneficiarios frente a igual puntaje e
incompatibilidades, como ocurrió con Teresa Calderón, cuya hermana estaba en el comité
evaluador. A raíz de esta polémica surgieron otros reclamos, de los mismos firmantes de la
misiva y otros escritores, alegando que algunos de los criterios de selección no referidos a
la calidad de los proyectos –que lleva a que dentro del mismo rango de puntaje sean
financiados algunos proyectos y no otros– no se encuentran explicitados en las bases. Se
mencionaron, además, una serie de casos en que los beneficiarios serían juez y parte, como
la Editorial Universitaria o la Sociedad de Escritores de Chile, que tenían un representante
en el Consejo y que se adjudicaron fondos, a lo que el Secretario Ejecutivo respondió que lo
que se pide es que no haya beneficios personales, mientras que en estos casos se benefició
a una institución.
En octubre de ese mismo año, algunos de los miembros del Consejo fueron renovados y
paralelamente se pidió la renuncia al Secretario Ejecutivo del Consejo Jorge Montealegre –
cuya salida era una de las peticiones incluida en la carta enviada por los escritores– lo que
fue consignado por el Consejo de la Cultura y las Artes como parte de “la real voluntad de
innovación permanente de la institucionalidad cultural (…). Asimismo, dicha voluntad se
manifiesta en la decisión institucional de perfeccionar la ley 19.227 que creó, en 1993, el
Consejo de Fomento del Libro y su Fondo” http://www.escritores.cl/varios/crisiscultural.htm
Cooperativa, Santiago, 12 de junio de 2007. El Mercurio, Santiago, 19 de octubre de 2009.
749. http://www.bcn.cl/carpeta_temas_profundidad/proyecto-cuota-musica-chilena-en-
radios. En 2004 se presentó otro proyecto que pretendía imponer la transmisión de música
nacional de raíz folklórica al inicio y al término de las transmisiones diarias, pero no
prosperó al considerarse muy rígida la imposición de un estilo musical y horario.
750. En el TLC con Estados Unidos se señala que debe haber un trato igualitario entre
proveedores musicales nacionales e internacionales. Noticias, Cámara de Diputados, 21 de
agosto y 14 de septiembre, 2009.
752. Mejor largometraje, mejor largometraje documental, mejor dirección, mejor dirección
de fotografía, mejor montaje, mejor música original, mejor banda sonora, mejor guión,
mejor dirección de arte, mejor efectos especiales, mejor interpretación protagónica
femenina, mejor interpretación protagónica masculina, mejor interpretación secundaria,
mejor maquillaje, mejor cortometraje de ficción y mejor cortometraje documental.
753. Bernardo Subercaseaux, “Cultura y democracia”, en: Carrasco y Negrón (Editores). Op.
Cit. 2006, página 20.
754. Osvaldo Corrales y Juan Sandoval, “Concentración del mercado de los medios,
pluralismo y libertad de expresión”. Colección Ideas, Nº 53. Fundación Chile XXI, Santiago,
2005, página 19.
758. Destaca el canal Mega, cuya inversión en publicidad supera con creces su nivel de
audiencia en 2003. Cfr. Corrales y Sandoval, Op. Cit., 2005, página 17.
759. Jorge Navarrete, presidente del CNTV en 2009 anunció que se redefinirían las
condiciones al respecto, exigiendo que sean producciones propias las que se presenten
bajo este concepto. El Mercurio, Santiago, 6 de junio, 2009.
760. TVN es administrado por un directorio compuesto por siete miembros. Al igual que el
directorio del CNTV, su presidente es de libre designación presidencial mientras el resto de
los directores son propuestos por el Presidente y deben contar con acuerdo del Senado. El
directorio debe designar al Director Ejecutivo, regular la organización interna, dictar las
pautas generales de la programación, establecer y modificar las plantas de personal,
aprobar y modificar los presupuestos anuales, entre otras funciones.
762. María Olivia Monckeberg, Los magnates de la prensa. Op. Cit., página 375.
765. Ibíd.
767. El día corresponde al natalicio de Andrés Pérez, destacado actor y director teatral
fallecido, director del Gran Circo Teatro y profesor de la Escuela de Teatro de la Universidad
de Chile, quien formó a muchas generaciones de realizadores teatrales.
http://www.portaldearte.cl/autores/aperez/aperez3.htm
768. www.chilebicentenario.cl
771. “Política Cultural del Gobierno del Presidente de la República Ricardo Lagos”,
Santiago, 16 de mayo, 2000.
772. Bernardo Subercaseaux S., “La cultura en los gobiernos de la Concertación”. Revista
Universum, Volumen 21, Nº1, 2006.
773. Ludolfo Paramio Rodrigo, “Estado de Bienestar y Ciudadanía”, en: Tomás Fernández
García (Coordinador), Estado de Bienestar: Perspectivas y Límites. Universidad de Castilla-
La Mancha, Murcia, 1998, página 16.
775. Un análisis de las características de esa crisis, en: Augusto Varas, “Tocando fondo.
Protesta ciudadana y desconcierto gubernamental”, en: Barómetro de Política y Equidad,
Nuevos actores. Nuevas banderas. Fundación Equitas - Fundación Friedrich Ebert, Santiago,
octubre 2011.
776. “¿Por qué razones votará Ud. por el NO?: Situación económica del país, pobreza, falta
de ingresos: 37.7%; No me gusta la política económica: 7.3%; No hay empleos:
26.6%”. CEP, Encuesta Septiembre 1988. http://www.cepchile.cl/enc_main.html
777. “En el caso de posiciones sociales, la igualdad consistiría en reducir la brecha entre
esas posiciones, sea en salarios, salud o educación […] se busca saber cuál es la diferencia
entre [una persona] que viene de una posición favorecida y otro que viene de una menos
favorecida. La justicia consistiría en reducir esa distancia”. Entrevista a Francois Dubet,
http://veintitres.infonews.com/nota-2890-portada-titulo.html,
779. La designación de sus miembros por dos tercios aseguraba a la derecha el 50% de
veto, a lo menos. Fernando Atria, “Las ‘reformas políticas’: ¿Cuántas veces se puede
tropezar con la misma piedra?”, The Clinic, 20 de octubre, 2011.
780. Solo “el 32,54% de todos los mayores de 18 años está representado en el Congreso
por el candidato al que le dio su voto…La falta de representatividad se agrava en los
distritos más populosos, como lo son San Bernardo-Buin, Maipú-Estación Central y La
Pintana-Puente Alto”. CIPER, http://ciperchile.cl/2011/09/12/las-reveladoras-cifras-de-la-
crisis-de-representatividad-de-los-parlamentarios
781. Claudio Fuentes S., “Reforma política: Evitar el precipicio”, Mensaje, noviembre 2011.
782. Manuel Agosin, Christian Larraín, Nicolás Grau, “Industrial Policy in Chile”. Serie
Documentos de Trabajo, Departamento de Economía, Universidad de Chile, Santiago,
marzo 2009.
783. Ricardo Hausmann, César A. Hidalgo, et alia, The Atlas of Economic Complexity.
Mapping Paths to Prosperity. Harvard, MIT, MacroConnections, New Hamsphire, 2011,
página 23.
784. Ver: Manuel Agosin, “¿Se justifica una política industrial hacia la inversión extranjera?
El Programa de Atracción de Inversiones de Alta Tecnología”, Departamento de Economía
de la Universidad de Chile, septiembre, 2009.
http://www.econ.uchile.cl/uploads/publicacion/cedd0409-25fd-47f8-92e1-
3f010e1090e4.pdf
787. Hemos preferido la información sobre cargos logrados en vez del apoyo electoral para
cada partido dado que el sistema binominal y las negociaciones y pactos interpartidarios
altera el peso de los sectores. La representación por cargos nos parece expresa mejor el
efectivo balance de poder en la práctica política.
789. Dado el sistema vigente para esa primera elección municipal, en algunas comunas
con resultados ajustados, se acordó dividir el período en dos. Aquí se consideran ambos
alcaldes.
790. A estos números se suman 2 alcaldes electos como independientes del partido
correspondiente.
791. Idem.
792. En la elección parlamentaria de 1989 el PS no compitió como tal; sus representantes
fueron electos en el PPD, como independientes o en PAIS.
798. No incluye a María Elena Carrera, designada como reemplazo de Eduardo Frei.
801. Mariana Aylwin, “El cauce natural de la DC es la centroizquierda, pero eso está en
riesgo”, La Segunda, 25 de enero, 2010
802. De acuerdo a Carlos Ominami, Gonzalo Martner y Guido Girardi, La Tercera, 18 de
enero, 2010, el declive del principal partido de centro, la DC, en las parlamentarias de 1997
habría marcado el inicio de la crisis.
805. Eugenio Rivera, “El rol del Gobierno en la derrota de la Concertación en primera
vuelta” http://blog.latercera.com/blog/erivera/entry/el_rol_del_gobierno_en
806. Guido Girardi, La Tercera, 18 de enero, 2010. También en: Carlos Ominami, Secretos
de la Concertación. Recuerdos para el futuro. Op. Cit.
807. Jaime Gazmuri, “El Partido Socialista y el futuro”, La Segunda, 26 de enero, 2010,
página 9.
810. Ver: Carlos Bascuñán, Germán Correa, Jorge Maldonado y Vicente Sánchez (Editores),
Más Acá de los sueños, más allá de lo posible. La Concertación en Chile. LOM, Santiago,
2009.
811. Camilo Escalona, Una transición de dos caras. Crónica crítica y autocrítica. LOM,
Santiago, 1999, página 169.
812. Soledad Alvear, “Progresismo y nuevos desafíos”, en: Ernesto Águila (Editor), Los
desafíos del progresismo. Hacia un nuevo ciclo de la política chilena. Catalonia, Santiago,
2005, página 245.