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CONTRATO DE MANDATO.

DEFINICIÓN Y CARACTERES
Históricamente, el mandato siempre se encontró vinculado con la idea de una comisión
o encargo determinado que una persona realizaba a favor de otra.
Esta figura contractual tiene aplicación para una multiplicidad de funciones y
actividades cuando una persona, por motivos de comodidad, necesidad o conveniencia,
encarga a otra la realización de uno o de una serie de actos jurídicos de administración,
disposición o conservación en su interés y, a veces, en su nombre.

La definición legal del contrato es la que proporciona el art. 1319: "Hay contrato de
mandato cuando una parte se obliga a realizar uno o más actos jurídicos en
interés de otra".

La representación surge cuando un individuo (representante, sujeto de la declaración


de voluntad) ejecuta un negocio jurídico en nombre de otro (representado, sujeto del
interés), de modo que el negocio se considera como celebrado directamente por este
último, y los derechos y obligaciones emergentes del acto celebrado por el
representante pasan inmediatamente al representado.
Cuando quien actúa, por más que intervenga en interés o por cuenta de otro, lo hace
sin representación (esto es, sin actuar en nombre ajeno), se obliga personalmente con
el tercero.
Separados, entonces, los conceptos de representación y mandato, cabe hacer una breve
referencia a otro fenómeno jurídico estrechamente vinculado con ellos: el
apoderamiento u otorgamiento de poder. Esto es, ni más ni menos que la autorización
que, unilateralmente, el representado concede al representante para la celebración de
actos jurídicos en su nombre, determinando, en ese poder, el contenido y los límites de
esa autorización.
La regulación actual de la figura, recogiendo las críticas y distinciones doctrinarias,
separa claramente el ámbito del contrato de mandato del fenómeno de la
representación; ello así, desde que estipula como distintivo del contrato la realización
de uno o más actos jurídicos en interés de otro, pero sin que se encuentre implicada,
necesariamente, la actuación en nombre ajeno (dato definitorio del fenómeno de la
representación y que se encontraba incluido en los conceptos que antes traían tanto el
Código Civil como el Código Comercial al definir el mandato).

El mandato es el contrato por el cual una parte (denominada mandatario), realiza, en


interés de otra (denominada mandante), uno o más actos jurídicos (esto es, todos los
actos voluntarios lícitos que tengan por fin inmediato adquirir, modificar o extinguir
relacionales o situaciones jurídicas; conf. art. 259). No es de la esencia del mandato,
por tanto, la actuación en nombre ajeno; además, y en cuanto al objeto, también resulta
extraño a su naturaleza la realización de actos materiales o intelectuales (a diferencia,
por ejemplo, de los contratos de obra o servicios).
Se presentan dos órdenes de relaciones:
1- las que surgen del contrato de mandato entre mandante y mandatario;
2- las que, como consecuencia del cumplimiento de la manda (realización de actos
jurídicos), surgen entre los terceros y el mandante directamente (si en el caso se
trató de un mandato representativo) o entre los terceros y el mandatario (si en el
caso este último actuó sin representación y, por tanto, a nombre propio).

Ahora bien, en relación con el punto concerniente a la representación, el actual Código


Civil y Comercial, como anticipamos, expresamente contempla una doble posibilidad:
a- que el mandante otorgue representación al mandatario (art. 1320);
b- que el mandante no otorgue representación alguna al mandatario (art. 1321).

En el primer supuesto: el mandante apodera al mandatario y le confiere la potestad de


actuar en su nombre y obligarlo a él personalmente. El CCC estipula (en la primera
parte del art. 1320) que rigen las disposiciones de los arts. 362 a 381 (representación
voluntaria), esto es, las que reglan el vínculo entre representante (mandatario, en el
caso) y representado (mandante, en el caso); y, luego, las normas del Capítulo que fija
las normas del contrato de mandato.
En el segundo supuesto: el mandatario, al actuar sin representación, actúa, frente a
terceros, en su propio nombre y, por tanto, se obliga él mismo frente a ellos (sin
perjuicio de las obligaciones y derechos contraídos por disposición del contrato de
mandato). El art. 1320, segundo párrafo, dispone que, aunque no hubiera
representación, a las relaciones entre mandante y mandatario (relación interna) se
aplicarán, también, las reglas contenidas en los arts. 362 a 381, en todo lo que no
resulten modificadas por el Capítulo dedicado al contrato de mandato.
El art. 1321 reafirma cuáles son las consecuencias de la actuación sin representación:
el mandatario, en este caso, si bien actúa en interés del mandante, lo hace en nombre
propio y, por lo tanto, el mandante no queda obligado directamente respecto del
tercero, ni éste respecto del mandante; sin embargo, "...el mandante puede subrogarse
en las acciones que tiene el mandatario contra el tercero, e igualmente el tercero en las
acciones que pueda ejercer el mandatario contra el mandante". Esto último, que apunta
a la realidad que subyace a la actuación del mandatario que no cuenta con
representación (y quien, en definitiva, actúa para satisfacer una necesidad del
mandante), autoriza al mandante a subrogarse en las acciones que tuviere el
mandatario contra el tercero y, a su vez, a éste en las acciones que el mandatario
tuviera contra el mandante. Cabe señalar que la norma habla de subrogación (arts. 739
a 742) y no de acción directa (clausurando una discusión que existía bajo el régimen
vigente con anterioridad).
En cuanto a sus caracteres, el contrato de mandato es:
a- bilateral (salvo acuerdo de partes);
b- oneroso (salvo acuerdo de partes);
c- consensual;
d- conmutativo;
e- se trata de un contrato de confianza.

El art.1322 establece que: el contrato de mandato se presumirá oneroso; esto es, el


mandatario tendrá derecho a exigir una retribución u honorario por su actuación. En
caso de falta de acuerdo sobre la retribución que deberá pagar el mandante, se recurrirá
a las disposiciones legales o reglamentarias aplicables a la materia de que se trate (por
ejemplo, ley de arancel de abogados) o a las que surjan de los usos y costumbres. Sólo
a falta de cualquiera de ellas, la retribución deberá determinarla un juez.

ELEMENTOS
En primer lugar, en cuanto a la capacidad, la regla del art. 1323 sólo puede
entenderse aplicable al supuesto ahora regido por el art. 1320 (mandato representativo)
y no cuando el mandato no confiere representación al mandatario (arts. 1319 y 1321),
pues en ese caso, se estaría encomendando al incapaz un acto que no podría realizar en
nombre propio con el tercero.
En cuando a los efectos del contrato de mandato celebrado con un mandatario incapaz
(a quien, cabe aclarar, se le aplican las prescripciones contenidas en los arts. 23, 24,
25, 26, 32 y concordantes), la norma aludida implica un supuesto particular de
aplicación del principio general establecido en el art. 1000 del CCC: así, la parte
incapaz será la legitimada para oponer la nulidad del contrato, salvo respecto del
reclamo que pudiere iniciar la otra parte con invocación del principio que veda el
enriquecimiento sin causa ("...excepto la acción de restitución de lo que se ha
convertido en provecho suyo").
Cabe señalar que el mandato puede ser conferido a una o varias personas; en este
último caso, según lo dispone el art. 1326, se entenderá, salvo pacto en contrario
(imponiendo, por ejemplo, la actuación conjunta de todos los mandatarios), que estos
últimos pueden desempeñarse conjunta o separadamente.
En segundo lugar, en cuanto al consentimiento, la segunda parte del art. 1319 señala,
en ese apartado, que: "El mandato puede ser conferido y aceptado expresa o
tácitamente. Si una persona sabe que alguien está haciendo algo en su interés, y no lo
impide, pudiendo hacerlo, se entiende que ha conferido tácitamente mandato. La
ejecución del mandato implica su aceptación aun sin mediar declaración expresa sobre
ella".
De acuerdo con los términos del art. 1319, son aplicables las reglas que surgen de los
arts. 262 A 264:
a- manifestación expresa de la voluntad, esto es, oral, por escrito, por signos
inequívocos o por la ejecución de un hecho material (art. 262);
b- manifestación tácita de la voluntad, es decir, cuando resulte de los actos por los
cuales se la pudiese conocer con certidumbre (salvo que la ley exija una
manifestación expresa);
c- c) a través del silencio, si es que existe un deber de pronunciarse (que puede
resultar de la ley, de la voluntad de las partes, de los usos o de una relación entre
el silencio actual y las declaraciones precedentes).
La segunda parte del art. 1319 refiere unos supuestos particulares de manifestación
tácita de la voluntad en el contrato de mandato ("Si una persona sabe que alguien está
haciendo algo en su interés, y no lo impide, pudiendo hacerlo" y "La ejecución del
mandato implica su aceptación aun sin mediar declaración expresa sobre ella") que
podrían haberse omitido atento la remisión a las reglas generales.

Conforme el art. 1324, último párrafo, aun en caso de no aceptar el mandato, el


mandatario queda obligado, si ha rechazado un encargo que "...fuese de los que, por su
oficio o modo de vivir, acepta él regularmente...", igualmente deberá adoptar las
medidas conservatorias urgentes e indispensables en orden a evitar perjuicios al
mandante; se trata de un deber fundado en la buena fe y que opera como modalidad de
la libertad de contratar que posee el mandatario (conf. art. 958).

En tercer lugar: en cuanto al objeto, entendiendo por tales a todos los actos
voluntarios lícitos que tienen por fin inmediato adquirir, modificar o extinguir
relaciones o situaciones jurídicas (conf. art. 259); esta amplitud no es sino
consecuencia de la extinción de la división entre actos civiles y comerciales así como
de la categoría actos de comercio. Cabe agregar que queda excluido, como objeto
posible del contrato, la ejecución de tareas materiales o intelectuales (a diferencia de lo
que acontece, por ejemplo, en los contratos de obra o servicios, donde, precisamente,
este tipo de trabajo es el que se encarga).

EFECTOS: OBLIGACIONES DE LAS PARTES

Obligaciones del mandatario. Sustitución del mandato


Para el caso del mandatario, el actual CCyC, establece los distintos incisos del art.
1324.
En primer lugar: establece la obligación del mandatario de ejecutar el cometido
encargado por el mandante y aceptado por él, de acuerdo con las instrucciones u
órdenes que el primero le hubiese dado. Debe hacerlo sin violentar los límites de la
función asignada (inc. A).
En orden al cumplimiento del encargo, el mandatario deberá hacerlo con el cuidado
que pondría en sus propios asuntos y el que surja de las reglas de la profesión o de los
usos vigentes en el lugar de ejecución del mandato ("...el cuidado que pondría en sus
propios asuntos...") y ("...el exigido por las reglas de la profesión, o por los usos del
lugar de ejecución"); en su caso, deberá el juez determinar el adecuado equilibrio entre
una y otras a los efectos de ponderar el cumplimiento, por parte del mandatario, de esta
obligación.
En segundo lugar, los incisos b y c, establecen el deber de informar al mandante
respecto de diversas circunstancias relacionadas con el cumplimiento del encargo.
El inc. b): impone al mandatario la obligación de avisar al mandante respecto de
cualquier suceso, sobreviniente a la celebración del contrato de mandato, que pudiese
tener incidencia sobre las instrucciones recibidas; a fin de que el mandante pueda
rectificarlas o ratificarlas. Dicho aviso debe ser inmediato: debe entenderse que el
mandatario debe comunicar en un tiempo razonable (gravedad del evento,
posibilidades del mandatario, etc.); la forma del aviso, rige el principio general de la
libertad de formas (art. 284). También impone al mandatario, la obligación de adoptar
las medidas indispensables y urgentes que la situación requiriese, en orden a evitar
todo perjuicio sobre el interés del mandante.
El inc. c): la norma impone al mandatario el deber de informar al mandante respecto
del surgimiento de todo conflicto de intereses (entre los suyos y los del mandante) que
pudiese surgir, como toda otra circunstancia que pudiese llevar al mandante a
modificar o revocar el mandato. La ley exige que la comunicación del conflicto o
circunstancia acaecida deba hacerse sin demora.
El art. 1325 prescribe que: si existiese conflicto de intereses entre el mandante y el
mandatario, este último deberá posponer los suyos en la ejecución del mandato o, en
su caso, renunciar. El mandatario deberá informar al mandante (art. 1324, inc. c) y
dejar de lado sus intereses y privilegiar los del mandante. En caso de que no pueda o
no quiera, deberá renunciar, de acuerdo a lo que veremos al examinar el art. 1332.
En tercer lugar, el inc. d): establece la tradicional obligación de guardar reserva
respecto de la información que el mandatario hubiese recibido con motivo del mandato
y que, por su naturaleza o circunstancias del caso, no estuviese destinada a la
divulgación.
En cuarto lugar, el inc. e): también regula una obligación de información: el
mandatario debe poner en conocimiento del mandante de todo valor (esto es, dinero,
efectos, cosas, papeles de comercio, etc.) que hubiese recibido en razón del mandato y
ponerlo a su disposición (es decir, entregarlo o remitirlo). También deberán aplicarse
las instrucciones recibidas por el mandatario o las que fuesen aplicables en razón de
las reglas de la profesión o los usos del lugar de ejecución del mandato.
En quinto lugar, el inc. f): contiene la tradicional obligación de rendir cuentas que
pesa sobre el mandatario "...en las oportunidades convenidas o a la extinción del
mandato". El art. 1334 precisa los alcances de esta obligación.
La rendición de cuentas es la explicación detallada y documentada por el mandatario,
de la gestión que se estuviese llevando a cabo o que se hubiese finalizado. Sin
perjuicio de la rendición de cuentas al concluir el mandato, puede haber también
rendiciones de cuentas parciales (en las oportunidades convenidas).
Debe ser hecha por escrito y, salvo pacto en contrario, con las modalidades estipuladas
en el art. 859; excepto estipulación expresa de las partes, debe ser realizada en el
domicilio del mandatario (deudor) y los gastos que ella generase se encontrarán a
cargo del mandante.
El mandatario podría ser dispensado de la obligación de rendir cuentas; de acuerdo con
ello, por tanto, no está interesado el orden público en su cumplimiento.
En sexto lugar, el inc. g) obliga al mandatario a entregar al mandante las ganancias
obtenidas del negocio encargado. La norma establece, además, que si el mandatario
hubiese utilizado, en provecho propio, sumas de dinero recibidas de terceros en la
ejecución de la manda, deberá devolver dichas sumas con más los intereses moratorios
desde el momento en que las utilizó (no es necesaria la constitución en mora en tanto
se produce automáticamente).
En séptimo lugar, el inc. h) también establece una obligación que surge como
derivación del deber genérico que tiene el mandatario de informar al mandante. El
mandatario tiene el deber de informar, en los momentos establecidos en el contrato o
ante la petición del mandante, de todas las circunstancias que rodeasen la ejecución del
encargo. No es necesario el cumplimiento de ninguna formalidad específica para que
el mandante ejercite este derecho; rige, por tanto, el principio de libertad de formas.
El mandatario deberá expedirse en un plazo razonable (salvo indicación expresa del
mandante) y deberá regirse por lo pactado en el contrato, las circunstancias del caso,
las exigencias de la profesión y los usos vigentes en el lugar de ejecución del mandato.
En octavo lugar, el inc. i) impone al mandatario la obligación de:
a- exhibir al mandante, cuando éste lo exigiese y de acuerdo con las modalidades
señaladas en el inciso anterior, toda la documentación vinculada con el encargo
encomendado;
b- entregar, de acuerdo con las circunstancias, toda la documentación que
correspondiese.
El art. 1327, trata lo relativo a la sustitución del mandato por parte del mandatario. La
sustitución puede darse como consecuencia de una cesión del contrato o de la posición
contractual (arts. 1636 y siguientes) o como subcontrato (art. 1069 y siguientes).
Se permitirá la sustitución cuando:
a- las partes, en uso de su libertad de contratación, hubiesen pactado esa
posibilidad a favor del mandatario;
b- en caso de ausencia de una previsión como esa, el Código Civil y Comercial
igualmente permite, al mandatario sustituir en otro sujeto (sustituto o
submandatario) la ejecución del encargo conferido.
Dentro de esta materia suele distinguirse, como se dijo, el caso de la cesión de la
representación (cuando el mandante autorizó la sustitución e indicó la persona en
quien debía hacerse; conf. primera parte, in fine, del art. 1327), donde el mandatario
quedará directamente desobligado; del caso del submandato (cuando el mandatario
está autorizado a sustituir sin que se indique en quién puede hacerlo o cuando esa
autorización está implícitamente contenida en el contrato), donde el mandatario
permanecerá obligado con el mandante.
Cuando se produce la sustitución, se generan los siguientes efectos:
a- el mandatario será responsable por la elección del sustituto y también, salvo que
hubiere quedado desobligado por tratarse de un caso de cesión de la
representación, por su actuación en el negocio;
b- las relaciones entre el mandatario y el sustituto se regirán por el contrato
celebrado entre ellos, por las normas supletorias del contrato de mandato, por las
estipulaciones del contrato principal en lo pertinente y por los usos aplicables;
c- existirá una acción directa entre mandante y sustituto (art. 1327), así como entre
sustituto y mandante (conf. art. 1071, inc. b), regida por los arts. 736 a 738;
d- el mandante, si la sustitución no era necesaria, no estará obligado a pagarle
retribución alguna al sustituto;
e- el mandatario será responsable directamente por la actuación del sustituto
cuando no fue autorizado a sustituir o cuando la sustitución era innecesaria.

Obligaciones del mandante


El art. 1328 establece las obligaciones que pesan sobre él mandante.
En primer lugar, el mandante se encuentra obligado:
a- suministrar al mandatario todos los medios necesarios para la correcta ejecución
del encargo encomendado;
b- a compensar, en su caso, los gastos razonables que el mandatario hubiese debido
realizar como consecuencia de ello.
La obligación de suministrar los medios necesarios debe entenderse como equivalente
a poner a disposición, entregar, enviar o hacerle llegar al mandatario todos los
elementos indispensables (documentos, valores, cosas, etc.) para lograr la ejecución
del mandato conforme lo pactado o impuesto de acuerdo a la naturaleza del negocio.
Son requisitos de la obligación de compensar los gastos realizados:
a- que el mandatario exija, en cualquier momento, el reembolso (o la
compensación);
b- que los gastos fuesen razonables;
c- que hubiesen sido realizados por el mandatario con el objeto de cumplir la
gestión (esto es, que estuviesen vinculados con la finalidad del contrato).
En segundo lugar, el inc. b) obliga al mandante a indemnizar por todos los daños que
hubiese sufrido como consecuencia de la ejecución del encargo, en la medida en que
no fuese imputables al propio mandatario.
En tercer lugar, el inc. c) establece la obligación que pesa sobre el mandante de
liberar al mandatario de las obligaciones asumidas frente a terceros; conforme lo
normado por los arts. 1319, 1320 y 1321, es de la esencia del mandato la actuación en
interés ajeno, sea que hubiese representación o sin ella, el mandante deberá, ante la
ausencia de representación y habiendo actuado el mandatario en nombre propio,
desobligarlo de los compromisos asumidos frente a los terceros como consecuencia de
la ejecución del encargo.
El mandatario hubiese actuado en nombre ajeno (en representación del mandante), este
último deberá liberarlo de aquellas obligaciones que hubiere asumido personalmente a
los efectos de ejecutar el encargo.
Por último, el mandato, se presume oneroso (art. 1322), el inc. d) del art. 1328
establece la obligación del mandante de pagar al mandatario la retribución establecida
en el contrato y, conforme art. 1322, ante la falta de estipulación expresa, deberá la que
pudiese surgir de disposiciones legales específicas (por ejemplo, ley de aranceles de
abogados y procuradores), de los usos vigentes o la que pudiese fijar el juez.

El último párrafo del art. 1325, el mandatario perderá el derecho a la retribución si, en
el marco de la ejecución del encargo, aquél obtuvo un beneficio (ventaja patrimonial,
en sentido amplio) no autorizado por el mandante.
Si el mandato se extingue sin culpa del mandatario, el mandante deberá pagarle la
retribución proporcional a los trabajos realizados y si el mandatario hubiese recibido
un adelanto mayor a lo que, de acuerdo con ello, le correspondería, nada deberá
devolver al mandante (no habrá, por tanto, enriquecimiento sin causa).

EXTINCIÓN DEL MANDATO


El art. 1329, establece las siguientes causales de extinción:
a- transcurso del plazo por el que fue otorgado o por el cumplimiento de la
condición resolutoria pactada;
b- ejecución del negocio para el cual fue otorgado;
c- revocación del mandante;
d- renuncia del mandatario;
e- muerte o incapacidad del mandante o del mandatario.
En el caso del mandato representativo (y del mandato sin representación), se aplicará
la remisión que efectúa el art. 1320 a los principios generales:
a- si la extinción del mandato fue conocida o pudo ser conocida por los terceros,
resulta oponible a ellos (conf. art. 361);
b- si la renuncia y la revocación del mandato han sido puestas en conocimiento de
los terceros por medios idóneos (conf. art. 381); caso contrario, son inoponibles
(salvo que, a su vez, se demuestre que éstos conocían la extinción);
c- si se produce cualquiera de los otros supuestos de extinción, dicha circunstancia
no será oponible a los terceros que, sin su culpa, lo hubiesen ignorado (conf. art.
381, última parte).
Los supuestos extintivos previstos por el art. 1329
En primer lugar, el transcurso del plazo estipulado por las partes produce, de pleno
derecho, la extinción del contrato, sin necesidad de que aquellas realicen ninguna
declaración al respecto (conf. art. 350).
En segundo lugar, la ejecución del acto o actos jurídicos encomendados agota el
objeto propio del contrato y se produce, en este caso, la extinción natural del vínculo.
En tercer lugar, se establece como supuesto particular de extinción del contrato de
mandato la revocación por parte del mandante.
El art. 1331 dispone, la revocación "...sin justa causa del mandato otorgado por tiempo
o asunto determinado obliga al mandante a indemnizar los daños causados; si el
mandato fue dado por plazo indeterminado, el mandante debe dar aviso adecuado a las
circunstancias o indemnizar los daños que cause su omisión".
Las reglas, pues, son las siguientes:
a- si el mandato fue otorgado por tiempo o por asunto determinado y el mandante
revoca el contrato con justa causa no existirán responsabilidades patrimoniales
derivadas de ello;
b- si, bajo las mismas condiciones, revoca el contrato sin justa causa (a contrario
sensu, inexistencia o deficiencia de fundamentación adecuada a las
circunstancias), deberá la indemnización por los perjuicios ocasionados al
mandatario;
c- si el mandato fue otorgado por plazo indeterminado, el mandante sólo quedará
obligado a efectuar un preaviso al mandatario comunicándole, con la suficiente
y razonable antelación, su intención de revocar;
d- si, bajo las mismas condiciones, no otorga el preaviso, el mandante será
responsable de los daños que cause esa omisión.

Puede concluirse en que el mandato será irrevocable cuando:


a- a pesar de la muerte del mandante, hubiese sido conferido para actos
especialmente determinados y en razón de un interés legítimo que podrá ser
solamente del mandatario, de un tercero o común a mandante y mandatario, o al
mandatario y a un tercero o al mandante y un tercero;
b- hubiese sido conferido para actos especialmente determinados, limitado por un
plazo cierto, y en razón de un interés legítimo que podrá ser cualquiera de los
casos mencionados en el punto anterior; se extinguirá por cumplimiento del
plazo estipulado o si mediare justa causa.
En cuarto lugar, el CCyC establece que el mandato también se extinguirá como
consecuencia de la renuncia del mandatario, esto es, del encargado de cumplir con los
actos jurídicos encomendados.
El presente inciso del art. 1329 y el art. 1332, establece que "la renuncia intempestiva
y sin causa justificada del mandatario obliga a indemnizar los daños que cause al
mandante".
Para que la renuncia no genere obligación alguna de resarcimiento en cabeza del
mandatario se exige que sea:
a- tempestiva, esto es, oportuna y no repentina o sorpresiva; en una palabra, de
mala fe;
b- con causa justificada, es decir, como se dijo al tratar la revocación del mandante,
la explicitación, fundada y razonable, de los motivos que llevan a la renuncia.
Para este caso, como para el supuesto anterior de revocación del mandato,
deberá comunicarse al mandante la intención de renunciar (conf. art. 380, inc.
d).
En quinto lugar, el mandato se extinguirá por muerte o incapacidad sobrevinientes
del mandante o mandatario: éste es el principio general.

El art. 1333, cualquiera de estos eventos produce una serie de consecuencias


residuales; a saber:
a- si se produjese la muerte o la incapacidad del mandatario, los herederos,
representantes o asistentes que tuviesen conocimiento del mandato deberán
avisar prontamente al mandante y adoptar en su interés las medidas apropiadas a
las circunstancias (por ejemplo, medidas conservatorias de los bienes del
mandante);
b- si se produjese la muerte o la incapacidad del mandante, el mandatario deberá
ejecutar los correspondientes actos de conservación si existiese peligro en la
demora, de acuerdo con las circunstancias del caso.
El 2º párrafo del art. 1330 se refiere al supuesto del denominado mandato post mortem,
esto es, destinado a ejecutarse luego de la muerte del mandante. La muerte del
mandante no funciona como causal extintiva.-

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