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DEFINICIÓN Y CARACTERES
Históricamente, el mandato siempre se encontró vinculado con la idea de una comisión
o encargo determinado que una persona realizaba a favor de otra.
Esta figura contractual tiene aplicación para una multiplicidad de funciones y
actividades cuando una persona, por motivos de comodidad, necesidad o conveniencia,
encarga a otra la realización de uno o de una serie de actos jurídicos de administración,
disposición o conservación en su interés y, a veces, en su nombre.
La definición legal del contrato es la que proporciona el art. 1319: "Hay contrato de
mandato cuando una parte se obliga a realizar uno o más actos jurídicos en
interés de otra".
ELEMENTOS
En primer lugar, en cuanto a la capacidad, la regla del art. 1323 sólo puede
entenderse aplicable al supuesto ahora regido por el art. 1320 (mandato representativo)
y no cuando el mandato no confiere representación al mandatario (arts. 1319 y 1321),
pues en ese caso, se estaría encomendando al incapaz un acto que no podría realizar en
nombre propio con el tercero.
En cuando a los efectos del contrato de mandato celebrado con un mandatario incapaz
(a quien, cabe aclarar, se le aplican las prescripciones contenidas en los arts. 23, 24,
25, 26, 32 y concordantes), la norma aludida implica un supuesto particular de
aplicación del principio general establecido en el art. 1000 del CCC: así, la parte
incapaz será la legitimada para oponer la nulidad del contrato, salvo respecto del
reclamo que pudiere iniciar la otra parte con invocación del principio que veda el
enriquecimiento sin causa ("...excepto la acción de restitución de lo que se ha
convertido en provecho suyo").
Cabe señalar que el mandato puede ser conferido a una o varias personas; en este
último caso, según lo dispone el art. 1326, se entenderá, salvo pacto en contrario
(imponiendo, por ejemplo, la actuación conjunta de todos los mandatarios), que estos
últimos pueden desempeñarse conjunta o separadamente.
En segundo lugar, en cuanto al consentimiento, la segunda parte del art. 1319 señala,
en ese apartado, que: "El mandato puede ser conferido y aceptado expresa o
tácitamente. Si una persona sabe que alguien está haciendo algo en su interés, y no lo
impide, pudiendo hacerlo, se entiende que ha conferido tácitamente mandato. La
ejecución del mandato implica su aceptación aun sin mediar declaración expresa sobre
ella".
De acuerdo con los términos del art. 1319, son aplicables las reglas que surgen de los
arts. 262 A 264:
a- manifestación expresa de la voluntad, esto es, oral, por escrito, por signos
inequívocos o por la ejecución de un hecho material (art. 262);
b- manifestación tácita de la voluntad, es decir, cuando resulte de los actos por los
cuales se la pudiese conocer con certidumbre (salvo que la ley exija una
manifestación expresa);
c- c) a través del silencio, si es que existe un deber de pronunciarse (que puede
resultar de la ley, de la voluntad de las partes, de los usos o de una relación entre
el silencio actual y las declaraciones precedentes).
La segunda parte del art. 1319 refiere unos supuestos particulares de manifestación
tácita de la voluntad en el contrato de mandato ("Si una persona sabe que alguien está
haciendo algo en su interés, y no lo impide, pudiendo hacerlo" y "La ejecución del
mandato implica su aceptación aun sin mediar declaración expresa sobre ella") que
podrían haberse omitido atento la remisión a las reglas generales.
En tercer lugar: en cuanto al objeto, entendiendo por tales a todos los actos
voluntarios lícitos que tienen por fin inmediato adquirir, modificar o extinguir
relaciones o situaciones jurídicas (conf. art. 259); esta amplitud no es sino
consecuencia de la extinción de la división entre actos civiles y comerciales así como
de la categoría actos de comercio. Cabe agregar que queda excluido, como objeto
posible del contrato, la ejecución de tareas materiales o intelectuales (a diferencia de lo
que acontece, por ejemplo, en los contratos de obra o servicios, donde, precisamente,
este tipo de trabajo es el que se encarga).
El último párrafo del art. 1325, el mandatario perderá el derecho a la retribución si, en
el marco de la ejecución del encargo, aquél obtuvo un beneficio (ventaja patrimonial,
en sentido amplio) no autorizado por el mandante.
Si el mandato se extingue sin culpa del mandatario, el mandante deberá pagarle la
retribución proporcional a los trabajos realizados y si el mandatario hubiese recibido
un adelanto mayor a lo que, de acuerdo con ello, le correspondería, nada deberá
devolver al mandante (no habrá, por tanto, enriquecimiento sin causa).