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Est.Ana María Rengifo Prof.

Leonardo Paredes

Octubre 22 del 2020

REFLEXIÓN n°7: Teatro y adolescencia

 ¿Qué le puede aportar la práctica del teatro a un adolescente? Hacerme esta pregunta me ha
hecho recordar mi propia adolescencia y mi propio encuentro con el teatro a los 16 años.

Dicen que la adolescencia es un período duro. Yo creo que es duro porque uno empieza a
tener conciencia ; voy a arriesgarme a decir una ‘barrabasada’ : pienso que cuando niño uno
no tiene conciencia – uno vive despreocupadamente, y no se pregunta : « yo,  ¿quién soy ? » -
la niñez parece una edad en la que se vive solamente el momento presente sin
cuestionamientos.

La adolescencia debe ser tan difícil porque es cuando uno empieza a cuestionar : ¿por qué soy
así ? ¿Por qué el otro es así ? ¿Por qué el mundo es así ? Y se abre todo un nuevo nivel de
sensibilidad ante la vida.

Pareciera que de adolescentes es cuando realmente aterrizamos en nosotros mismos – y nos


damos cuenta de que existimos ; que dentro de esta carcaza de carne y esqueleto, hay un alma,
que es la mía. Y nos empezamos a preguntar qué es la vida, y cuál es nuestro propósito.

Cuando pienso en mi adolescencia y en lo que puede haber distinguido esa etapa de mi niñez
es quizá el dolor – por primera vez sentí los dolores de la existencia. Y fantaseaba con no
tener que sentir, porque sentir tanto es doloroso. Por eso, era fanática de poemas de
desencanto como éste de Rubén Darío :

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,


y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.[…]

-Lo fatal, Rubén Darío

Y el « Juego mi vida, cambio mi vida. De todos modos la llevo perdida » de León de Greiff.
Sentir tanto…Eso es la adolescencia. Como mencionábamos antes, una de las cosas que uno
empieza a sentir a un nuevo nivel, a re-conocer, es al otro. Para mí, fué el otro como ser
humano, miembro de la especie humana, tal y como se pintaba en los libros de guerra del
estilo Sin novedad en el frente, Matadero 5 y películas como Pelotón : el horror del ser
humano. « El Hombre [siendo] un lobo para el Hombre ». La matanza sin sentido. Me dije :
los seres humanos somos horribles. Y eso me generó un malestar existencial terrible.

En esta época también empecé a tomar conciencia de mí misma : fue la primera vez, pienso,
en que sentí miedo, un miedo interno, psíquico. Identifico claramente mis 17 años como la
edad en que salieron a la superficie los miedos latentes que se inocularon en mí durante mi
crianza - ideologías como de que ‘nunca podía hacer las cosas bien’ - ideologías provenientes
del padre, que habían estado siempre ahí, pero no me afectaron nunca de los 1 a los 17 años, y
de repente a los 17 las sentí como un puñetazo en la cara. De la noche a la mañana me
transformé de una persona alegre, amiguera y despreocupada, en una persona insegura,
temerosa de la vida, que evadía a la gente.

Como todos los adolescentes, pensé en el suicidio. Es curioso que eso sea un común
denominador de los adolescentes. ¿Por qué será ? Hasta donde yo puedo reflexionar, pienso
que es por esta toma de conciencia de las propias opresiones – las opresiones que nos ha
infligido nuestro entorno familiar y social, y las infligimos sobre nosotros mismos.

Sin embargo, junto con esta conciencia del dolor, se adquiere también una nueva conciencia
ante la belleza ; pienso que ésta es la etapa en que uno se vuelve más sensible al arte – al cine,
la literatura, el teatro...Y de ese modo, aunque uno sienta malestar existencial, al ver obras de
arte, que quizá hasta hablen sobre ello, ese sentimiento se sublima a través de la belleza, y uno
halla cierto consuelo.

Yo, al igual que estos muchachos del Instituto Pablo Ruiz Picasso de España, conocí el teatro
hacia mis 16 años. ¿Qué me aportó ? Las palabras del joven del video parecen decirlo mejor
que nadie : « conocí nuevos sentimientos – sentí una serie de emociones que no conocía ».
Uno se da cuenta de todo lo que puede sentir a través de su ser y de su vida  : un océano sin
fondo de sentimientos, sensaciones… Y eso da mucha emoción y sentimiento de expectativa
respecto a la vida. Además, es claro que el teatro permite expresarnos - expresar lo que ni
sabíamos que teníamos dentro. En ese sentido, permite una liberación.

Todo el mundo debería tener acceso al arte - debería una de las materias esenciales, junto a
Matemáticas y Lengua. Porque el lenguaje del arte permite un diálogo consigo mismo más
efectivo que las palabras con las que nos hablamos cotidianamente. Y en ese diálogo uno va
haciéndose las preguntas y dándose las respuestas que son los altos en el camino de este viaje
de conocimiento de nosotros mismos que es la vida (¿qué es la vida, sino eso ? Un viaje hacia
dentro de nosotros mismos – dicen por ahí).

El humano recorre dos caminos en su existencia : uno es en el que pone sus pies físicos, con
los que pasea los lugares por donde transita – y hay otro que recorre paralelamente como si
fuera en una segunda dimensión : por cada paso físico que da, hay uno psíquico que también
da. Y se podría alegar que es el psíquico el que guía al físico. Pues bien, el arte entra a ser un
acompañante en ese camino psíquico, un acompañante que nos permite dialogar con nosotros
mismos y conocernos : el arte es a menudo un espejo que ponemos frente a nosotros en el que
podemos contemplar hasta la profundidad de nuestros ojos y ver ahí los arcoiris morados, los
ríos verdes, los huracanes oscuros - todos los paisajes infinitos de nuestra imaginación – de
ese modo, al permitirnos submergirnos en nuestra imaginación, el arte permite que
conozcamos cosas de nosotros mismos que no sabíamos. De ese modo, vamos recorriendo
nuestro camino interior.

Todo el mundo debería poder aprender a hablar los distintos lenguajes del arte : la imagen,
con la pintura ; la materia, con el arte plástico ; la música ; el baile ; el teatro. Porque esos son
momentos de relación con nosotros mismos en los que nos gozamos a nosotros mismos, nos
buscamos, nos abrazamos, nos encontramos. El arte es un gran alimento para la vida en
cualquier etapa. E importantemente, no sólo permite relacionarnos con nosotros mismos
(aunque la pintura y la escritura sean prácticas más bien solitarias), sino que permite
relacionarnos con el otro desde otras premisas. Esta experiencia es valiosa en cualquier
momento de la vida. Sin embargo, reflexionemos por qué para el adolescente lo sería
particularmente.

Todo el arte es un lugar para hacerse preguntas – indagar – buscar – y la adolescencia es la


edad en la que particularmente el ser humano empieza a hacer eso. ¿Por qué lanzarse a pintar
sobre una hoja ? ¿Para qué prestarse a una actividad de exploración teatral ? Hay adultos que
se negarían. Dirían « yo no sé de esas cosas ». El arte es una invitación a seguir ese « no sé » -
es un ir más allá, es un buscar, aunque no se sepa qué se busca. Creo que esta filosofía que
subyace toda actividad artística es muy formadora para la vida. Porque la vida es un camino
lleno de « no sés ». Y todo el propósito de nuestro existir aquí es abrir las puertas que
elijamos de esos « no sés » y ver dónde nos llevan. Hacer una actividad artística implica partir
de un « no sé » - y superar ese miedo – superar al miedo a extraviarse – y más bien abrazar el
extravío y las posibilidades que permite – dedicarse a buscar y descubrir que hay placer en
ello. También descubir el placer de encuentrar cosas en esa búsqueda.

El arte es una invitación al extravío – y la misma vida, es extravío. Por eso practicar un arte es
formador, ya que estimula el impulso vital, el querer buscar, construir y crear a partir de
‘nada’ (en realidad, a partir de uno mismo). El arte estimula nuestra creatividad, no sólo la
creatividad para hacer formas bonitas con acuarela en una hoja, sino la creatividad para
elaborar proyectos de vida – ya que en la vida nada está hecho. Todo está por hacer, y lo que
yo construya, depende de mí.

El teatro es especial porque no consta de materiales como sí lo son las pinturas en el arte
plástico, los sonidos de los intrumentos en la música, las palabras en la escritura ; en el teatro,
el único material es uno mismo. Entonces ahí uno se da cuenta de lo que uno tiene – descubre
que tiene muchas cosas adentro; y que tiene con qué crear sentido.

El teatro es fortalecimiento del Yo. En los adolescentes, esto es muy poderoso porque ahí es
cuando empiezan a formar su Yo de manera profunda. Y el teatro te dice : « Saca tus
recursos » - « ¿Tú quién eres ? Apodérate de ti mismo » - « Haz ».

Y este fortalecimiento del Yo en el teatro es tan poderoso porque se hace en sociedad con los
otros : el Yo se fortalece no sólo porque le he permitido su expresión, sino también porque se
expresa en un medio donde hay unos otros que lo reciben con aceptación y sin juicio – aquí
entra el profesionalismo del profesor de teatro, que debe obrar para construir ese ambiente de
valoración positiva y no juicio.

Se debería aprovechar la adolescencia para darle a los chicos y chicas todo el arte que sea
posible : el adolescente es una persona con una gran sensibilidad y con mucha energía – es
importante que éstas encuentren un cauce por el cual correr porque de otro modo, se represan,
y ahí la persona se desborda y entra el malestar existencial.

Pienso que el adolescente tiene los mismos cuestionamientos del adulto : ¿cuál es mi
propósito ?  ¿Qué puedO hacer en esta vida? Sólo que son más intensos porque son la primera
vez que nos los hacemos. Y empezamos a buscar afanosamente las respuestas, una búsqueda
que no termina en la adultez – de hecho no termina nunca en toda nuestra vida. Pero de
adultos quizá somos más tranquilos ante las preguntas.

El adolescente está estrenando su capacidad de pensamiento elevado y de reflexión. Y eso


empieza a funcionar a toda máquina, así como cuando el infante de 4 años empieza a
preguntar: “ ¿qué es árbol ? » - « qué es… » tal cosa y tal otra. Con esa misma pasión e
intensidad, el adolescente empieza a hacerse multitud de preguntas trascendentales. Hay que
aprovechar ese deseo de saber, y el arte, como terreno de cuestionamiento que se hace en la
lúdica, cae como un bálsamo bendito.

Además, el cuerpo del adolescente pide movimiento. Precisemos que el cuerpo de los seres
humanos siempre pide movimiento – es una expresión vital de nuestra naturaleza. La
tentación del sendetarismo hace un daño enorme a la energía vital, a la cognición, al espíritu.
Pero el adolescente está saliendo de una niñez en la que, esperemos, ha sido muy inquieto con
su cuerpo. El adolescente sigue teniendo esa energía prodigiosa. Es por hace que practicar un
arte físico, como el teatro, va a movilizar su mente y espíritu, le va a dar el estímulo que
necesita. El deporte es otra cosa que lo puede movilizar también.

Finalmente, quiero decir aquí que el teatro le brinda al adolescente algo que él/ella necesita
profundamente, y ésto es : ser escuchado. El teatro permite que se forme un colectivo, una
tropa que le brinda esa escucha – y luego, el público ante el que se presente, también le
brindará esa escucha anhelada. Es importante apuntar aquí, que así como el adolescente se
siente escuchado, también aprende a escuchar a los demás, lo cual es importantísimo para la
vida, para la formación de un ser humano que sepa valorar a los demás, así como a sí mismo.

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