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“Decidida la marcha a Jesum per Mariam; Cristo, Comentamos: así hace Dios
Sonsoles, quise celebrar la María, el Papa... Pero, en el con nosotros muchas
Santa Misa (...) antes de mes de mayo, hacía falta veces. Nos muestra claro el
emprender el camino de algo más. Entonces, entreví fin, y nos le da a contem-
Ávila. En la Misa, al hacer la "Romería de Mayo", plar, para afirmarnos en el
el memento, con empeño como costumbre que se ha camino de su amabilísima
muy particular —más que de implantar —que se ha Voluntad. Y, cuando ya
mío— pedí a nuestro Jesús implantado— en la Obra”. estamos cerca de El, nos
que aumentara en nosotros deja en tinieblas, abando-
—en la Obra— el Amor a Sin entrar en el recinto amu- nándonos aparentemente.
María, y que este Amor se rallado [de Ávila], se encami-
tradujese en hechos. naron directamente hacia la Es la hora de la tentación:
ermita. Desde lejos veían el dudas, luchas, oscuridad,
Ya en el tren, sin querer, santuario en lo alto de la cansancio, deseos de tum-
anduve pensando en lo ladera. Rezaron un rosario a barse a lo largo... Pero, no:
mismo: la Señora está con- la subida; otro, dentro, ante adelante. La hora de la ten-
tenta, sin duda, del cariño la imagen de la Virgen, en tación es también la hora
nuestro, cristalizado en medio de ex-votos y ofrendas; de la Fe y del abandono
costumbres virilmente y la tercera parte, de vuelta a filial en el Padre-Dios.
marianas: su imagen, siem- la estación de Ávila. De las
pre con los nuestros; el incidencias de la romería ¡Fuera dudas, vacilaciones
saludo filial, al entrar y sacó tema el sacerdote para e indecisiones! He visto el
salir del cuarto; los pobres hacer a los suyos considera- camino, lo emprendí y lo
de la Virgen; la colecta de ciones sobre la perseveran- sigo. Cuesta arriba, ¡hala,
los sábados; omnes... ad cia: hala!, ahogándome por el
esfuerzo: pero sin detener-
“Desde Ávila me a recoger las flores,
—cuenta san que, a derecha e izquierda,
Josemaría—, me brindan un momento de
veníamos descanso y el encanto de
contemplan- su aroma y de su color... y
do el de su posesión: sé muy
Santuario, y bien, por experiencias
—es natu- amargas, que es cosa de un
ral—, al lle- instante tomarlas y agos-
gar a la falda tarse: y no hay, en ellas
del monte para mí, ni colores, ni aro-
desapareció mas, ni paz”.
de nuestra
vista la Casa En recuerdo de esa romería,
de María. don Josemaría guardaba en
una pequeña arqueta un
puñado de espigas como sím-
bolo y esperanza de la fecun-
didad apostólica en el mes de
mayo.
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