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narices, para de esta forma intercambiar el aire respirado, ya
Una las primeras civilizaciones en nombrar el cuerpo y crear
un texto del cuerpo, el placer y la sexualidad, fue la cultura
Egipcia. La cultura del Antiguo Egipto, se conforma a partir de
la forma de vida, costumbres y tradiciones existentes en la
sociedad egipcia de la Antigüedad. Se inició en el Neolítico y
evolucionó a lo largo de 3.000 años, hasta la época romana,
cuando prácticamente desapareció al adoptar la del Imperio
Romano, y sobre todo las costumbres cristianas.
La historia del Antiguo Egipto como estado unificado comienza
en el Neolítico, hacia el año 3100 a. C., y se divide en tres
imperios con periodos intermedios de dominación por
gobernantes extranjeros y conflictos internos.
El Imperio Antiguo se caracterizó por el florecimiento de las
artes y la construcción de inmensas pirámides. Durante el
Imperio Medio (2050-1800 a. C.), tras una etapa de
descentralización, Egipto conoció un período de esplendor en
su economía. En el Imperio Nuevo (1567-1085 a. C.) la
monarquía egipcia alcanzó su edad dorada conquistando a los
pueblos vecinos y expandiendo sus dominios bajo la dirección
de los faraones de la dinastía XVIII.
La decadencia del imperio faraónico comenzó hacia
1075 a. C., a raíz de diversas incursiones de ejércitos de otros
pueblos. A pesar de esto la cultura egipcia mantuvo sus
características fundamentales hasta la dominación romana,
influyendo en todo el Mediterráneo occidental.
Los últimos sacerdotes de Isis, en la isla de File, mantuvieron
su culto hasta que fue prohibido por Justiniano I, en 535 d. C.,
el idioma se mantiene, con la lógica evolución a través de los
años, en el idioma copto que utiliza la Iglesia Ortodoxa Copta
como lengua litúrgica.
Dentro del terreno sexual los egipcios mantuvieron diversas
peculiaridades dignas de destacar. Así por ejemplo, un signo
natural del amor o la pasión como son los besos. Hay autores
que sustentaban la creencia de que aspirar el aliento
procedente de otro ser, (fuese éste una persona o una
divinidad), era tanto como adquirir una parte de su esencia
Otro detalle curioso era que tener los ojos grandes suponía un
distintivo de belleza, por lo que solían alargarlos merced al
maquillaje. Y un tercer elemento digno de mención es la
extraña conexión que establecían entre el cabello y la
sexualidad, por lo que llevar éste suelto o despeinado se
interpretaba como signo de erotismo, motivo que les indujo a
dedicarle un cuidado extremo.
El clima determina la forma de vivir de cualquier país, sus
costumbres, la vida rutinaria, la forma de vestir, color,
maquillaje, cabello, tejido« Egipto, al ser pionero en el culto al
cuerpo, su preocupación por el placer es doble: por un lado
mantenerse en plena belleza sin importarle los medios que
utiliza; por otro lado conoce la cortedad de la vida y no duda
de disfrutar despreocupadamente del sexo y servirse de toda
clase de sustancias estimulantes y remedios naturales para
conseguir su fin.
El calor es la nota dominante en lo que al clima se refiere,
esto hacía que los trabajadores y aldeanas llevaran como
única prenda una falda corta o bien iban desnudos, factor
favorable para la práctica del sexo, teniendo en cuenta que no
se distinguía entre amor homosexual y heterosexual, hasta
siglos posteriores. No queda constancia que la aristocracia
tuviera las mismas costumbres, principalmente porque no
trabajaban y si salían a la calle iban rodeados de sirvientes
que les protegían del sol. Las damas de la alta sociedad iban
vestidas con sugerentes vestidos de lino, casi transparentes,
que dejaban adivinar absolutamente todo lo que había debajo
de ellos.
En pinturas y relieves en templos y tumbas egipcios, la
sexualidad está a menudo sugerida. Probablemente la
representación erótica mas evidente la encontramos V


V 

V


(papiro 55001), ahora en el museo egipcio en
que afirman que no tuvieron costumbre de darlos en la boca
hasta la Baja Época, en que adoptaron en ese sentido el estilo
de los griegos, por lo que como alternativa o complemento a
dicha muestra de afecto habrían desarrollado una práctica en
cierto modo equivalente que consistía en aproximar las
Turín, Italia. Pintado en el período de Ramesside (1292-
1075.AC.) Consiste en una serie continua de viñetas dibujadas
en una voluta. El primer tercio de la voluta demuestra los
animales y los pájaros que realizan varias tareas humanas. El
resto consiste en pinturas explícitas de actos sexuales.
 †



VV

V
V
V


V 

La sección erótica del papiro de Turín abarca 12 viñetas
sucesivas. En cada viñeta el hombre tiene relaciones sexuales
con una mujer joven atractiva. La mujer, mientras que
virtualmente está desnuda, es decididamente más elegante
que el varón. Se varían las posiciones sexuales y es
extremadamente vivo.
El papiro erótico de Turín es obviamente una sátira de las
costumbres humanas y los deseos que empuja la diversión en
las clases altas. Las viñetas eróticas están cargadas de
sexualidad para celebrar relaciones emocionales y sexuales
entre las mujeres jóvenes hermosas de la elite y sus pares
masculinos.
Las relaciones coitales heterosexuales aparecen con cierta
frecuencia en grafitos y ostraca. Con respecto a las posiciones
utilizadas para mantenerlas, las que muestran al hombre en
posición superior (conocida popularmente como ³del
misionero´), son muy escasas. Son más abundantes aquellas
  VV


V
 
V

VV.
En ningún momento adversaria o rival del varón, la mujer
egipcia tuvo casi siempre la posibilidad de alcanzar las más
altas cimas del poder, incluyendo el faraónico o el sacerdotal,
por lo que no era rara su presencia en todos los engranajes
sociales, pudiendo llegar a ser desde visires, jueces, médicos,
escribas, funcionarias de todos los rangos, empresarias,
propietarias rurales, pilotos de barco, o jefas de obras, hasta
comadronas, nodrizas, masajistas, peluqueras, pedicuras,
manicuras, perfumistas, hilanderas, tejedoras,
instrumentistas, plañideras, bailarinas o cantoras.
El status social, sin embargo, no la libraba de acerbas críticas
ocasionales por parte de algunos escritores de la época,
quienes en diversos textos literarios de carácter moralista,
presentan una imagen no demasiado halagüeña del sexo
femenino, tachando a sus representantes de caprichosas,
indiscretas, frívolas, mentirosas o vengativas. De hecho, en
en las que aparece el hombre penetrando posteriormente. enseñanzas como las de Anjsheshonq, se expone que †



V
V

 
V

VV
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La primera impresión suele ser que se trata de penetraciones V V
V

, un acerbo comentario al que se podría
vaginales, pero no se debe descartar que en ocasiones reflejen añadir la cita existente en el 

V
V
V, en el que
penetraciones anales, ya que este tipo de práctica ha sido hablando sobre la naturaleza intrínseca de las féminas se
utilizada en diferentes épocas como variante sexual, con el afirma que †
V
V
V

 V
V


V

V

objeto de evitar embarazos. Igualmente aparecen con cierta
V
 V
V
V ...
frecuencia posiciones en las que la mujer aparece sentada y el
hombre de pie junto a ella la penetra.
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Desde los orígenes de esta civilización, la mujer egipcia
disfrutó de un grado tan completo de independencia y
libertad, que ya lo hubieran deseado para sí no sólo las
madres, esposas e hijas de los hombres que integraban las
culturas contemporáneas suyas, sino aún las de muchos
países de nuestros días. El grado de libertad de que gozaron
fue de tal envergadura, que los antiguos griegos, (cultura que
se distinguía entre otras cosas por tener a sus mujeres
completamente sometidas cual esclavas a los varones),
llegaron a pensar que el matriarcado era la institución
predominante, una creencia que condujo a que el mismo
Herodoto, al hablar del país del Nilo, comentase en un pasaje:


V

En cualquiera de los casos, aunque su destacada igualdad
respecto al hombre supuso una alta y adelantada forma
natural de aplicación de la justicia, dicha igualdad podía por el
contrario (y desgraciadamente para ella) muy bien volverse en
su contra, ya que si una mujer cometía cualquier falta o delito
sancionado por la ley, su particular condición frente al sexo
opuesto no la eximía de sus consecuencias permitiéndola
gozar de privilegios especiales, por lo que el castigo del que se
hacía acreedora resultaba penado con la misma dureza.
Cuando se encontraba soltera la mujer egipcia tenía total
autonomía jurídica para gestionar sus propios bienes, por lo
que en el matrimonio, (al que solían llegar alrededor de los
doce o catorce años), lejos de aceptar la imposición de un
hombre al que no desease, era ella quien muchas veces
pronunciaba la última palabra sobre la elección de su futuro
marido, (aunque como una forma natural de respeto hacia los
padres existiese la costumbre de solicitar su aprobación),

teniendo la facultad de establecer contratos que en ningún
momento la perjudicaban ante un posible divorcio, y

´
se refiere al periodo de la historia
quedando completamente protegida en caso de enviudar al
convertirse en heredera de al menos una tercera parte de los
bienes familiares, (los otros dos tercios se repartían
equitativamente entre los hijos e hijas de la pareja sin
discriminación de sexos), poseyendo plena libertad para
manejar dichas posesiones a su antojo aun en el caso de que
volviera a contraer un nuevo matrimonio.
Amante madre y esposa, sabía al mismo tiempo ser elegante
y coqueta, resaltando su belleza natural (en función de su
poder económico) con vistosas pelucas, ricos vestidos, y
variados perfumes y cosméticos, estando educada y
capacitada para gozar de su sexualidad de la forma más libre
y alegre. La virginidad por ejemplo, algo a lo que multitud de
sociedades han dado una importancia suprema, (siendo su
pérdida causa detonante de infinidad de dramas), no tenía
para los egipcios excesiva importancia.
Estéticamente admiraron desde antiguo los cuerpos delgados,
las caderas algo pronunciadas (sin llegar al exceso), y los
pechos pequeños y firmes, sin que por ello se llegase a
extremismos de ninguna clase, lo que puede comprobarse a
través de algunas estatuas que han llegado hasta hoy de
mujeres con una cierta musculosidad o abundancia de carnes.
Y en cuanto a los placeres de que solían gozar no había
ninguno como el de los banquetes, ya fuera asistir a uno, ya el
de organizarlos y prepararlos con todo lo que ello conlleva.
Por desgracia para ellas, a finales del siglo III antes de
nuestra era, durante el gobierno del cuarto de los regentes
griegos, Ptolomeo Filopator (221 - 205 a.C.), la mujer egipcia
comenzó a perder de manera imparable e irreversible la
independencia y prerrogativas de que había gozado en los
últimos tres mil años. Fue en ese momento cuando se les
prohibió la libertad de establecer por sí mismas acuerdos
jurídicos o comerciales, actos que carecerían de validez si no
eran refrendados por un tutor. Mas tarde, primero el
Cristianismo y después el Islam, continuarían incrementando
su sometimiento, para llegar así al estado actual, en el que la
mujer egipcia, alejada completamente de lo que antaño fue la
forma más natural y lógica de ser y vivir, no es sino la sombra

en griego. En latín se traduce como placeres del
de una sombra de lo que quien sabe si volverá a ser algún día.
´
El término  
de Grecia que abarca desde la Edad Oscura de Grecia 1100
a. C. y la invasión dórica, hasta el año 146 a. C. y la conquista
romana de Grecia tras la batalla de Corinto. Se considera
generalmente como la cultura seminal que sirvió de base a la
civilización occidental. La cultura de Grecia tuvo una poderosa
influencia sobre el Imperio Romano, el cual la difundió a
través de muchos de sus territorios de Europa. La civilización
de los antiguos griegos ha sido enormemente influyente para
la lengua, la política, los sistemas educativos, la filosofía, la
ciencia y las artes, dando origen a la corriente renacentista de
los siglos XV y XVI en Europa Occidental, y resurgiendo
también durante los movimientos neoclásicos de los siglos
XVIII y XIX en Europa y América. La civilización griega fue
básicamente marítima, comercial y expansiva.
Tras las civilizaciones minoica y micénica, en los siglos oscuros
(entre el XIII y el XII a. C.) la fragmentación existente en la
Hélade constituirá el marco en el que se desarrollarán
pequeños núcleos políticos organizados en ciudades, las polis.
A lo largo del periodo arcaico (siglos VIII al V a.C.) y del
clásico (siglo V a.C.), las polis fueron la verdadera unidad
política, con sus instituciones, costumbres y sus leyes. En el
periodo arcaico sobresalieron dos ciudades, Esparta y Atenas,
con modelos de organización política extremos entre el
régimen aristocrático y la democracia. La actividad de las polis
hacia ultramar fue un elemento importante de su propia
existencia y dio lugar a luchas hegemónicas entre ellas y al
desarrollo de un proceso de expansión colonial por la cuenca
mediterránea.
La decadencia de las polis favoreció su absorción por el reino
de Macedonia a mediados del siglo IV a. C. y el inicio de un
nuevo periodo, el helenístico, por el que la unificación de
Grecia daría paso con Alejandro Magno a la construcción de un
Imperio, sometiendo al Imperio Persa y al Egipcio. En opinión
de algunos especialistas, en esta fase Grecia se consumaría la
síntesis entre el helenismo y el orientalismo.

Aphrodisia



amor, relaciones sexuales, actos de la carne, voluptuosidades.
 que asocia entre sí acto, placeres y deseos. Esta dinámica es



son actos, gestos, contactos, que buscan de la constituye lo que podríamos llamar el grano de la
cierta forma de placer. experiencia de las 


Para llegar a 


, se requieren de tres elementos: el La dinámica llega a analizarse según dos variables: 1) El
acto, el deseo y el placer. La moral implica manejar la grado de la actividad que expresa el número y frecuencia de
dinámica de estos tres elementos, de esta forma el deseo que los actos, es decir la intensidad de dicha práctica con las
lleva al acto, el acto está ligado al placer, y el placer que mujeres o con los muchachos. 2) la incontinencia o
suscita el deseo. moderación y sus causas y errores.

Los griegos manejaban un uso a los placeres, pero también Para Platón, el desborde de los placeres, es decir la lujuria, es
sostenían una moral y una ética para ellos. Un hombre moral, considerada como un enfermedad del cuerpo u no de una
era aquel que mantenía una actitud de ³Templanza´, voluntad del alma, enfermedad descrita como una gran
³Sabiduría´. patología del exceso.

Para sostener una moral en el uso de los placeres, se Aristóteles en la  
 V

el desorden, la
requieren 4 elementos: exageración, la demasía, son considerados como
 Ontología; se ocupa de la definición del ser y de enfermedades.

establecer las categorías fundamentales o modos
generales de ser de las cosas a partir del estudio de sus La práctica de los placeres recoge otras variables a lo que se
propiedades, estructuras y sistemas le llama función o de polaridad. Al término 


 Deontología, es conocida también bajo el nombre de corresponde el verbo V!
Nombra el cumplimiento
"Teoría del deber" del acto sexual. En este caso se refiere al papel llamado
 Ascética: Se denomina 
 o 
 al masculino de la relación sexual, con la función ³activa´
conjunto de procedimientos y conductas de doctrina definitiva en la penetración. Y a la inversa, en la forma
moral que se basa en la oposición sistemática al pasiva, designa la otra forma de la unión sexual; el papel
cumplimiento de necesidades de diversa índole que pasivo, del compañero-objeto.

dependerá, en mayor o menor medida, del grado y
orientación de que se trate. La función pasiva es exclusiva de las mujeres, sin embargo
 Teleología. estudio de los fines o propósitos o la doctrina para los muchachos, son susceptibles a la V

y
filosófica de las causas finales ocupar la función pasiva.

O  
 


  Aristóteles desea dejar en claro que los placeres sexuales, se
distinguen claramente en dos papeles, dos polos. Dos valores
Platón clasifica los deseos que nos conducen a 


de posición; la del sujeto y la del objeto, la del agente y la del
entre los que son más necesarios y naturales. Según paciente. Así se marca la diferencia entre masculino y
Aristóteles, los placeres que nos procuran, tiene causa cosas femenino, aun cuando el hombre y la mujer tiene la
necesarias que interesan al cuerpo y a la vida corporal en experiencia de la del placer en la carne.
general. En suma, la actividad sexual, tan anclada en la
naturaleza y de manera natural, no es considerada mala.
Al relacionar la moral y la ética de los placeres. Platón clasifica
los deseos que nos conducen a la 
 entre los que son
La ontología a la que se refiere la ética y la moral involucra necesarios y naturales. Según Aristóteles, los placeres que
el comportamiento sexual, por lo menos de forma general, no procuran placer por causa y cosas naturales que interesan al
es una ontología de la carencia y del deseo; no es de una cuerpo y la vida en general. Los placeres naturales, se
naturaleza que fija la norma de los actos, es la de una fuerza pueden distinguir en tres; el placer por el vino, del amor y la
mesa. Como Aristóteles lo dice; ³Todos los hombres, en
efecto, gozan en algún modo los manjares de los vinos, la
comida y los placeres del sexo, pero no todos lo hacen de
manera debida.
Los médicos de esa época, se enfocaban en trabajar los
excesos de dichos placeres. Estos daban consejos sobre la
forma en que hay que usar los placeres de la mesa y de la
cama. Indicaban como entrar el goce sin que resulte de ello
ningún desorden.




modo en que un hombre ³tiene´ su praxis vital. Algo como una
]ascinus
La palabra fascinus es la palabra romana que significa el falo.
Para la cultura romana era símbolo de prosperidad, fertilidad,
poder y suerte. Para la cultura romana, representa la
encarnación del principio de autoridad masculina.
En las casas que aparecía este símbolo, representaba un
hogar donde prospera la felicidad y la abundancia; por tal
razón se creaban una serie de amuletos y adornos para
representarla
El fascinus, tiene sus efectos, encantos y responsabilidades.
Como la fascinación y la envidia.
El decir ³yo puedo´, es por que se cuenta con una facultad,
una capacidad específica y que sin embargo, se empeña y lo
pone completamente en juego. Esto nos lleva a preguntar
¿qué es una facultad?
La facultad asigna, nombra una acción, que expresa una
actividad real. Cuando decimos que un hombre tiene facultad
de hablar, de ver. Pero cuando decimos ³esto no está mis
facultades´, ya no nos vemos en la esfera de la potencia.
El termino facultad expresa, así, el modo en que cierta
actividad es separada de sí misma y asignada a un sujeto, el
facultad de sentir, de sentir un acto que pueda estarse
referido propiamente a un sujeto.
Esto no lleva al campo de la subjetividad, por lo que se
relacionan otros conceptos como el Hexis ³tener´, y
³privación´ stéresis.
Tener y privación atestiguan algo: la presencia de lo que falta
en el acto. Por lo tanto, tener potencia, tener una facultad,
significa tener una privación. Por lo que una sensación no se
siente así misma, como el combustible no se enciende por si
mismo. La potencia es, por tanto, la hexis de una stéresis.











Sin embargo, mantener el fascinus implica un gran esfuerzo
de potencia. Por lo que el hombre que se presenta como
poseedor de fascinus, está condenado a permanecer erecto;
está condenado a la alternancia incomprensible e involuntaria
de la potencia e impotencia. Razón por lo cual el poder es el
problema por excelencia, siempre atemorizado por la
fragilidad y la ansiedad que lo absorberá durante todas las
horas.
Por tal razón el poseedor del falo, debe fascinar con sus
encantos de poder y potencia, virilidad (potencia sexual)
En ese sentido ¿Qué significa ³yo puedo³ y qué significa ³yo no
puedo´?
Aristóteles opone la ligadura entre la potencia (dýnamis) al
acto (energía). Pero también hace referencia a la posibilidad.
Los antiguos romanos, estaban atemorizados por la operación
de ver, por la potencia que podía lanzar la mirada a la cara.
Ver y ser visto se encuentran en la mitad del camino.
De esta forma los romanos, vivían obsesionados por la
fascinación, por la envidia, (potencia) por el mal de ojo, por
la suerte, por la jettatura (brujerías, deseos de maldad). Todo
lo echaban a la suerte: las copas de los banquetes, los coitos,
los días fastos, las guerras. Vivian rodeados de prohibiciones,
de ritos, de presagios, de sueños, de signos. Los dioses, los
muertos, los parientes, los clientes, los libertinos, los esclavos,
los extranjeros y los enemigos. Todos estaban celosos de lo
que ellos deseaban, comían, emprendían
Los antiguos romanos, dividían las actitudes amorosas en
actividad y pasividad, del mismo modo la visión activa,
proyectada, es violenta, sexual, maléfica. A la mirada
provocada por espanto, a la mirada sobrecogedora. Tenían
muchos mitos de miradas maléficas, aterrorizantes,
catastróficas, petrificadoras.
Los romanos, consideraban por ejemplo que la eyaculación,
era una pérdida de voluptuosidad. Y la perdida de excitación
que resultaba de ella, se sentía una tristeza por el
agotamiento de lo que brotaba.
Es cierto que la pérdida del semen puede mostrase fecunda
pero esa fecundidad nunca puede ser percibida como tal en el
instante humillante del encogimiento y la reacción del
membrum virile fuera de la vulva.
 

 

Los arqueólogos han mostrado que los dos condicionamientos
de la apariencia vestimentaria en el hombre y en la mujer son
la guerra y el eros. En latín Marte y Venus.
Marte es el combate a muerte, Venus es la desfiguración
seductora que suscita la cólera (Marte) del coito para dominar
su satisfacción y atemperar (pacificar) su violencia mortal.
De acuerdo al mito, el señor de los combates feroces, el
potente dios de las armas, fue vencido por las heridas eternas
del amor. Marte herido, se refugia contra los senos de Venus,
donde allí apoya su nuca. Ahí se encuentran las miradas,
donde los ojos de Venus tienen sed de visión. Echando la
cabeza para atrás, suspende su aliento en sus los labios de
Marte. ³Tu, divina, cuando él descanse enlazado a tu cuerpo
sagrado, fúndete en sus brazos y dulcemente pide para los
romanos la tranquilizadora paz.
inspirador, al ciudadano de más edad, y recibe de él, la
cacería y la cultura, la vida propiamente humana, social,
comercial, artística.
Ahora bien, el amor entre los griegos y los romanos se
distinguía por las siguientes razones. Las orgías de la gente,
es decir las fiestas del pueblo, la indecencia verbal política
opuesta a los hogares de las matronas, es decir las mujeres
como dueñas de sus casas y protectora de sus esclavos. Y por
la obediencia de los esclavos.
Los romanos estimaban que en la unión de los esposos, el
papel primordial le correspondía a la mujer (casada desde los
7 u 12 años), que era ella quien corresponde más de sí misma
en el pacto de castitas (y no virginidad) que cerraba con el
hombre y del cual ella era dueña en todo momento puesto que
dependía esencialmente de su iniciativa, de su fecundidad, de
su ³maternidad´ el éxito de coito, los cuidados brindados al
esposo, la crianza de los niños y la administración de la
domus. En su forma latina, la palabra matrimonio
(matrimonium) expresa el devenir-madre de la mujer, que se
transforma en matrona en ³matri-monje´
El ciudadano, tenía la obligación de ser activo. Consideraban la
pasividad como un crimen para el hombre libre de nacimiento.
Las costumbres romanas eran muy estrictas en los sexual: la
sodomía y la irrumación (sodomizar la boca) son virtuosas. La
felación y la pasividad anal son infames.
Tanto el ciudadano romano como la matrona, mantenían una
moral hacia la virilidad. El acto sexual depende
íntegramente del estatus del objeto que lo satisface; matrona,
cortesana, ciudadano, liberto, esclavo.

 
 

 
 
Virtud (virtus) quiere decir potencia sexual, siendo la virilidad
Nunca hubo homosexualidad ni griega ni romana. La palabra
³homosexualidad´ apareció en 1869. La palabra heterosexual
apareció en 1890. Por lo que, los romanos y los griegos
distinguían en actividad y pasividad. Oponían el falo (el
fascinus) a todos los orificios. La pederastia griega era un rito
de iniciación social. Mediante la sodomización ritual, el
esperma del adulto le transmitía virilidad al niño. El verbo
griego, para expresar la sodomía, eispein, es traducido
literalmente por el latín inspirare. El amado se somete el
el deber del hombre libre, la señal de su poderío, el fiasco
estaba signado a la vergüenza o a la brujería.
De esta forma, tanto el hombre como la mujer tenían el
acceso al placer, siempre y cuando fueran libres. Y se permitió
las relaciones entre mujeres practicando el lesbiazein que
significa chupar.
La matrona por ser dueña de sus esclavos, podía tener como
amantes a sus esclavos/as y ser una mujer virtuosa.

El único modo de la sexualidad romana es la dominatio del
dominus sobre todo lo que es distinto. La violación es la
norma dentro de estatus inferiores. Se podía gozar y respetar
sin poner la propia potencia al servicio del otro
Todo goce puesto al servicio (officium, obsequium) del otro es
servil y de parte de un hombre constituye un signo de
carencia de virtus, de carencia de virilidad, por tanto de
impotencia.
El esclavo no puede sodomizar a su amo. Es la prohibición
capital. Aun surgiendo en los sueños, esa visión crea un
determinado número de problemas a quien la ha visto en la
clandestinidad de su alma y en el silencio de la noche. La
sodomía de los esclavos por parte de los amos era la norma.
Los patricios apuntaban con el dedo. Decían; te paedico (te
sodomizo) o te irrumo (lleno tu boca con mi fascinus)
O
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funciones reproductivas, reprimiendo
Desde la Edad Media y hasta el siglo XVIII, el cuerpo humano
se concebía primero como un instrumento moral, cuya
sexualidad podía variar en función de la edad.
Las fronteras entre las prácticas eróticas aprobadas, toleradas
y reprimidas podían fluctuarse según el sexo y la clase social.
La experiencia sexual de los adolescentes, en su enorme
variedad, era ampliamente tolerada siempre que fuese
discreta, pero tenía que ir seguida en la edad adulta de
relaciones heterosexuales y reproductivas dentro del marco
del matrimonio.
En la Europa de finales de la edad media, y del Antiguo
Régimen, la percepción médica, moral, social y religiosa del
cuerpo, rechazaba todas las ideas sobre las funciones
biológicas, los impulsos físicos y los deseos subjetivos.
La prostitución, la masturbación, el bestialismo, la sodomía y
el tribadismo se consideraban pecados. Sin embargo eran
más o menos ignorados si se evitaba el escandalado público y
se observaba con cierta discreción.
Predominaban ideas tales como: la mujer era consideradas
como versiones biológicamente imperfectas de los hombres
Los hombros jóvenes ya no tenían impunemente relaciones
con otros chicos; ahora la virilidad se definía por la atracción
exclusiva de las mujeres.
Las mujeres en esa época perdieron su libido agresivo,
ocupando solamente su lugar como esposas y madres
desprovistas de pasiones. La sexualidad se polarizó y las
mujeres se dividieron en madres sentimentales y putas por
sensuales por otro lado.
La sexualidad se convirtió en una prerrogativa de las
prostitutas, los depravados, y los enfermos sexuales.
En la Europa del Antiguo Régimen, se va a reconocer como la
época en la que se regían las costumbres y se creaban las
legislaciones de convivencia social. Y uno de los aspectos que
se legisló y disciplinó fue la sexualidad, dirigiendo sus
los impulsos
desordenados de la sexualidad por razones que tiene que ver
más por aspectos sociales y políticos, como espirituales.
El cuerpo es considerado como el agente, la víctima de los
actos sexuales, transgresores y por lo tanto como el lugar
privilegiado de crímenes contra la religión, la moral y la
sociedad.
Desde el siglo XV hasta el siglo XVIII, predomina el objetivo
de incrementar la sociedad civilizada, por lo que la meta era
educar a todos aquel que se integrara las ciudades del Antiguo
Régimen.
La educación se caracterizaba para los periodos de la pubertad
y el matrimonio. La adolescencia se prolongaba más en los
varones que en las mujeres. El hombre debería prepararse
para tener un oficio y contener y educar sus pasiones, así
podía tener mantener a una mujer.
Se fomentaba los valores que conformaban la percepción de
uno mismo y del deber social, así como la identidad física y
moral. De esta forma surge entre el siglo XVI y XVII, los
rituales de seducción.
En los siglos XV y XVI, tanto en las regiones rurales como en
la urbanas, los jóvenes se agrupaban, pues, en cofradías
religiosas y temporales, en hermandades, congregaciones y
bachilleratos. Adolescentes, jóvenes solteros e incluso
hombres casados se reunían regularmente no sólo para
impedir que los jóvenes alborotasen en las calles, sino
también para canalizar sus energías hacia actividades
organizadas; procesos religiosas obras de teatro, juegos y
mascaradas en ocasiones de fiestas populares como el
carnaval.
El objetivo era asegurar que los hijos aprendieran los valores
propios de la generación de los padres. E incluso de los
grupos más privilegiados instalando aspectos de cultura
humanista y una disciplina corporal elitista. Por medio de
rituales y educación se preservaba la pureza sexual o al
menos la rectitud de su orientación sexual.
Se consideraba que los jóvenes desocupados holgazaneando,
podían ser presa fácil para sodomitas y prostitutas.
La práctica del cortejo se basaba sobre todo en el
consentimiento mutuo a implicaba un cierto juego de poder
entre los dos participantes. Estaba en juego el honor de la
mujer y por lo tanto ésta tenía que calcular minuciosamente
qué favores podía conceder en cada etapa sin arriesgarse a
parecer ni demasiada ³mojigata´ ni demasiada generosa en
sus demostraciones de afecto, y sobre todo sin ceder su virtud
antes de haber obtenido una promesa de matrimonio
públicamente reconocida.
Las reglas y ritos del cortejo, tenían una significación
particular para las mujeres: el cortejo constituía uno de los
momentos, poco numerosos del ciclo de vida femenino en la
que la mujer podía ejercer un cierto poder de decisión y gozar
de cierta autonomía.
También le otorgaba a las mujeres un estatus y un papel que
las colocaba en una posición superior a la de su pretendiente,
una situación de superioridad transitoria en la que recibía la
atención de los hombres, sus suplicas halagüeñas y sus
humildes proposiciones y ellas respondían.
¿Qué experiencias sexuales, ligadas o a otras ocasiones y
contactos podían tener una joven antes del matrimonio?
Hay que tomar en cuenta que dependía mucho de las clases
sociales; en las casas donde los dormitorios y hasta las camas
eran compartidas por los padres, los hijos y los criados, y en
donde el espacio era limitado de una habitación, trabajan y
dormían familias enteras, era inevitable estar expuesto a la
actividad sexual adulta.
Las familias ricas podían tener su espacios separados, sin
embargo, los sirvientes seguían compartiendo la misma
habitación, por lo que los hijos, crecían oyendo e incluso
viendo el acto físico del coito.
Los hijos de los amos y señores de la casa, estaban expuestos
a los amores clandestinos de los criados u de sus hermanos y
hermanas, por lo que no era infrecuente las relaciones
sexuales entre criados jóvenes y niños varones. Muchas
historias y diarios de la aristocracia, anuncian su vida sexual
con sirvientes en la casa paterna.
En los casos de las jovencitas, la experiencia, la experiencia
sexual prenupcial no se limitaba exclusivamente a las
travesuras con los hijos de sus empleadores o al
enamoramiento de los cortejos formales. Tanto si eran criadas
explotadas sexualmente por sus amos como si eran mujeres
jóvenes demasiados crédulas a las que les habían prometido
matrimonio para seducirlas y abandonándolas después, las no
casadas corrían en toda relación sexual un peligro
representado por dos males: el embarazo ilegitimo y la
pobreza seguida del riesgo de caer en la prostitución.
Una doble moral, predominaba en la vida sexual del viejo
régimen. Una doble vara a medir, autorizaba a los hombres a
experimentar los placeres del amor físico antes del matrimonio
a la par que obligaba a las mujeres a conservar la virginidad
hasta el día de la boda. Sin embargo, incluso cuando una
pareja casada legalmente y podía por lo tanto tener
relaciones carnales legítimas, la sexualidad seguía siendo un
tema importantísimo de preocupación médica y religiosa.
Las autoridades religiosas, los médicos y los humanistas
escribían tratados sobre el matrimonio, propugnando la
³castidad conyugal´, que implicaba el control estricto de la
pasión sexual.
Se reglamentaba las posiciones del coito, donde la única
posición legitima para la procreación era la mujer acostada y
el hombre encima, una actitud que no sólo reproducía la
jerarquía de los sexos, sino que reforzaba las convicciones
culturales en cuanto a la actividad propia de varón por la
oposición a la pasividad de la mujer.
Desde las teorías médicas del siglo XVI hasta los tratados
médicos finales del siglo XVIII, el orgasmo femenino era
considerado como una de las condiciones indispensables para
éxito de la procreación; se suponía que liberaba el germen
femenino que, mezclado con el del varón formaban un hijo
perfecto. Sin embargo, el papel del clítoris en el orgasmo no
se entendía del todo, aunque fue reconocido como sede de las
delicias de la mujer.
En esa época los médicos sostenían la teoría anatómica
monosexista, definían el cuerpo de la mujer como un cuerpo
imperfecto en relación al hombre, el clítoris lo consideraban
como un miembro masculino deforme, pero con la misma
condición de sentir placer. Rolando Colombo, declaró haber
descubierto este órgano en 1559, como una parte esencial a la
hora de promover el derecho de la mujer al placer. Si el
varón eyaculaba antes de que ella hubiese alcanzado el
orgasmo, se consideraba totalmente deseable que ella se
estimulase para obtener alivio, ya que la retención de los
fluidos generadores y del calor sexual podía, en caso
contrario, perjudicar la salud de la mujer.
En Inglaterra, Francia e Italia se establecía en las clases altas
los matrimonios de conveniencia. Los ambientes mercantiles,
las clases profesionales y la aristocracia, se mantuvieron las
prácticas de los matrimonios arreglados hasta finales del siglo
XVIII. Debido a esto, la misma sociedad de la época,
desarrolló una estrategia particular para satisfacer las
necesidades sociales, emocionales y hasta sexuales de los
cónyuges; el gentil ³hombre acompañante´. Una especie de
adulterio ³legitimado´ como galantería ritual.
Sin embargo, en el resto de Europa, se manejaba una doble
moral, se toleraba un adulterio a los hombres, pero se exigía
una castidad a las mujeres. Se consideraba que una mujer
razonable simplemente tenía que cerrar los ojos ante las
aventuras de su marido, siempre y cuando éste lo manejara
con discreción y sobre todo no despilfarrarse con su amante
grandes sumas de dinero y no provocase ningún escándalo en
el hogar.
El adulterio femenino era mucho menos frecuente en parte por
la reputación sexual de las mujeres, tenían mucho más que
perder y en parte por que las obligaciones de la casa, el
cuidado de los niños y las amistades femeninas llenaban la
vida de las mujeres de unas satisfacción emocionales
socialmente aceptadas que debían atenuar.
Sin embargo, en los casos de adulterio era generalmente
consecuencia de años de negligencia conyugal, abusos físicos
y verbales e infidelidades repetidas por parte del marido.
Un marido se consideraba en gran medida como el culpable
del adulterio femenino, puesto que de él se esperaba que
satisficiera sexualmente a su mujer, para que ésta no tuviera
que buscarlo fuera de casa.
Sin embargo, un marido engañado perdía pues, la cara y la
reputación viril, y una mujer acusada de infidelidad podía
cubrir de deshonra y de ridículo tanto a su marido como a
todos los que convivían con ella.
La promiscuidad física que reinaba en los hogares de antaño,
donde los amos sus mujeres y sus hijos, los aprendices y los
criados compartían un espacio interior, provocando fácilmente
relaciones íntimas entre empleado y una sirvienta.
El derecho del amo sobre el cuerpo de sus sirvientas era la
causa de este tipo de adulterio y el más frecuente.
¿Por qué las criadas mantenían relaciones sexuales con sus
amos casados arriesgándose así a perder su empleo por los
celos de la señora o a ser despedida a causa de un embarazo?
Podía ser porque se sentían deseadas por un hombre
poderoso, porque tenían acceso al poder, por protección,
porque les daban dinero o regalos o porque en el fondo tenían
la esperanza de que el hombre dejara a su esposa y se fuera
con ellas.
Las mujeres de la época del viejo régimen, podían ser
motivadas a tener relaciones sexuales por la frustración
física, por el tedio de un trabajo insensato o por la soledad y
las restricciones impuestas a su vida social.

Las relaciones amo-sirvienta podían también ser debidas a una
amenaza de reducción del salario o de despido, a una promesa
de recompensa o también a la existencia de un afecto real.
Entre las relaciones sexuales favorecidas en primer lugar por
las condiciones de proximidad, desigualdad social y dependencia
respecto a un bienhechor, también se encuentra el incesto. Y
esto se debía sobre todo por intereses y conveniencia.
La violación, la fornicación y la seducción con promesa de
matrimonio alimentaban las crónicas de la pobreza y la
violencia. Desde la edad media y hasta finales del siglo XVIII,
la violación se consideraba principalmente como un crimen
contra la propiedad, ya que el cuerpo de una mujer pertenecía
a su padre si era virgen, a su marido si era casada y a
Jesucristo si era monja. Si una muchacha núbil perdía la
virginidad, su valor en el mercado matrimonial se veía
sensiblemente disminuido, y si una esposa era violada el
honor de su marido recibía un duro golpe.
Por lo regular las mujeres de capas sociales modestas eran
consideradas como presas fáciles por lo que socialmente
estaban por encima de ellas. Las camareras de las tabernas,
por ejemplo se consideraban casi como prostitutas, lo cual las
colocaban en una posición muy vulnerable respecto a los
clientes más o menos ebrios.
Las criadas y las mujeres de las clases más humildes que
andaban solas por las calles en la ciudad eran tan vulnerables
como las camareras de las tabernas o sus hermanas de las
Sobre todo los gobiernos municipales de finales de los siglos
XV y XVI en Francia y en Italia estaban especialmente
preocupados por los desórdenes que causaba una población
numerosa de solteros (aprendices, obreros, criados) cuyos
ambigüedades amorosos amenazaban la virtud de las
mujeres y las hijas de los ciudadanos honorables.
Bebiendo, jugando y frecuentando las prostitutas, estos
solteros corrían el riesgo de deslizarse hacia prácticas
sexuales más infames, como la sodomía o zoofilia. Esto
aumentaba el temor de que estos desórdenes acabaran
atrayendo la cólera de Dios sobre el conjunto de la población
urbana.
Hacia finales del siglo XIV, en Francia, los gobiernos
municipales y la autoridad real unieron su fuerzas para
promover la prostitución como solución a los desordenes. Los
ciudadanos podían pedir una licencia para gestionar un burdel
que gozase de la protección del municipio y del rey.
Entre tanta represión y control sobre todo el matrimonio, la
prostitución y el adulterio. La masturbación, el bestialismo, la
homosexualidad y el lesbianismo, fueron alternativamente
ignorados, tolerados o reprimidos durante el antiguo régimen.
La religión inmediatamente se movilizó para reformar el
cuerpo social culpable del pecado contra natura. Los médicos
se dedicaban a curar cuerpos individuales afectos por
prácticas mortíferas, consideradas malsanas.
El onanismo, conocido como el vicio solitario de Onán, era
aldeas rurales atacadas en los caminos desiertos.
La violación era el producto de la cultura que consideraba que
las mujeres no sólo eran inferiores a los hombres, sino
sencillamente que habían venido al mundo a satisfacer las
necesidades del sexo fuerte, sobre todo si eran de condición
social modesta.
considerado como pecado, al igual que el 
V, la
sodomía y el bestialismo. Se consideraba que si los jóvenes se
dedicaban al sexo solitario perdían el interés por el
matrimonio: Los hombres no querrán casarse, ni las mujeres
tomar marido. Ahora bien tanto el bestialismo (zoofilia) como
la sodomía, eran considerados peligrosos, sobre todo porque
se oponían a los principios fundamentales que estructuraban
la sociedad, la familia, el vinculo heterosexual y la
c



reproducción, amenazando así la organización social y la
identidad de los sexos.
La preocupación por la moralidad y la salud del cuerpo social,
fue lo que al final de la edad media llevo a institucionalizar el Las relaciones sexuales entre mujeres, raras veces se ponían
comercio del sexo. al paralelo con la homosexualidad masculina. La cultura. La
cultura sexual altamente falocéntrica de la Europa del Antiguo
Régimen definía la sodomía por el acto de penetración. De
esta manera las relaciones lésbicas no tenían consecuencias
legislativas, a menos que conllevase un falo artificial. La
masturbación mutua entre mujeres no era considerada como
una práctica sexual, puesto que sólo el acto que conlleve la
penetración y la eyaculación podía definirse como una
verdadera relación carnal.
Es por tal razón que las relaciones sexuales entre hombres se
tomaban más en serio, mientras que las relaciones sexuales
entre mujeres eran ridiculizadas, juzgadas necesariamente
imperfectas e insatisfactorias
c





con ese temperamento están predispuestas a la ninfomanía y
Con el triunfo de la revolución francesa, y la revolución
industrial, se abre todo un campo a las ciencias y al
razonamiento. La caída del viejo régimen, hace que todo
ciudadano tenga derecho y obligaciones para el estado y el
gobierno, así la mujer empieza a tener un nuevo derecho
como ciudadana y sobre su sexualidad.
A comienzos del siglo XIX, se retoman los viejos filósofos para
volver a estudiar sobre la sexualidad, se retoma a Platón y
Aristóteles.
El cuerpo, comienza a ser el objeto de estudio por excelencia,
se trata de evitar la muerte y curar el dolor, dando inicio a la
clínica.
La biología empieza a descubrir los enigmas del nacimiento,
así como el descubrimiento del esperma y la ovulación.
La ciencia retoma el tema de los viejos griegos, el placer en el
cuerpo, sobre todo si éste es necesario para la fecundación.
Se estudia sobre el goce o voluptuosidad, constituyen el
motivo central que estructura el pensamiento de la época
sobre lo que denominamos sexualidad.
Se estudia sobre todo por todas las infecciones que producen
los encuentros sexuales, pero sobre todo por el sufrimiento
que causa la insatisfacción de la vida sexual, diferenciándolo
con el deseo.
El peligro aumenta por que los progresos de la civilización
favorecen que se extienda este tipo de complexión. Los
individuos sanguíneos ³gozan´ también de una gran cantidad
de energía en los órganos genitales, pero en ellos esta acción,
mas sometidos y más regulares, no conlleva los mismos
riegos.
La ciencia asegura que existe un temperamento propiamente
genital. Los individuos que lo poseen se caracterizan por la
frecuencia y vivacidad de su apetito venéreo, por la coloración
intensa de la piel, los ojos y el cabello, por una ³transpiración
con olor específico y particularmente intenso´. Las mujeres
los hombres a la satiriasis.
De esta forma las ciencias médicas se enfocaban a estudiar los
mecanismos de placer y sus excesos y el deseo.
Se pensaba que los abusos de excitación, además de
priapismo, la satiriasis, la histeria y cualquier forma de
neurosis genital puede conducir a la locura.
No hay bestia más depravada y odiosa que el individuo que se
entrega a la lujuria, donde precisamente el exceso es lo que
produjo la caída del imperio romano.
El desenfreno de los placeres sexuales, fue el tema de obras
de literatura panorámica y de fisiologías. La naturaleza del
vicio conduce a la animalización.
La escenificación textual de la obscenidad presenta una fiesta
del yo. lleva al individuo fuera de sí. El exceso de sensaciones
voluptuosas libera de la identidad social y abre al gran mundo
de la naturaleza. Desde ese momento la eyaculación no es
más que la variedad sexual del movimiento general de
exteriorización que domina la fuerza de la naturaleza. Se
asemeja a la erupción de un volcán. El placer es como un
choque. Se toma prestada las características de una descarga
eléctrica.
Sitios web para consultar:
http://www.revbiomed.uady.mx/pdf/rb98927.pdf
http://www.obrerofiel.com/index.cfm?go=QADisplay&qid=252
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