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El paso a Asia y la “liberación” de los griegos: en el 334 a.C.

se dirigió hasta el

Helesponto y dio el santo a Asia Menor, donde aguardaba la vanguardia enviada por

Filipo. Los sátrapas de Asia Menor acordaron esperar a Alejandro en la orilla oriental

del río Gránico, cercano a Ilión y al Helesponto. La victoria de Alejandro en la

batalla del Gránico (junio 334 a.C.) inicia la serie de prolongados desgastes del

potencial persa, que culminó en Gaugamela.

Alejandro aplicará el criterio de mantener el sistema de satrapías, reorganizándolo

en su propio beneficio.

Después de ganar la costa, continuó por la Eólide y Jonia el camino hacia el sur.

Todas las ciudades griegas, que habían visto desertar a la guarnición persa, cedieron

con mayor o menor entusiasmo ante Alejandro (Éfeso, Mileto). Respecto a sus

relaciones con las ciudades griegas, Alejandro se limitó a respetar los regímenes

democráticos, a concederles una cierta libertad y autonomía y a liberarles del

tradicional tributo pagado a Persia. Solamente Halicarnaso, convertida en núcleo de

la resistencia persa, se mantuvo al lado de Darío y fue tomada bastante más tarde.

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