Está en la página 1de 17

1

NEUROSIS Y PSICOSIS - FREUD


Neurosis: resultado de un conflicto entre el yo y su ello, en tanto que la psicosis es el desenlace análogo de una
similar perturbación en los vínculos entre el yo y el mundo exterior.
Las neurosis se generan porque el yo no quiere acoger ni dar trámite motor a una moción pulsional en el ello, o el yo
se defiende de aquella mediante el mecanismo de la represión. Lo reprimido se revuelve contra ese destino y se
procura una subrogación sustitutiva que se impone al yo por la vía del compromiso: es el síntoma. El yo prosigue la
lucha contra el síntoma tal como se había defendido de la moción pulsional originaria, y todo esto da por resultado
el cuadro de la neurosis.
Mecanismo de la psicosis: El yo se crea un mundo exterior e interior; este nuevo mundo se edifica en el sentido de
las mociones de deseo del ello, y el motivo de esta ruptura con el mundo exterior fue una grave frustración de un
deseo por parte de la realidad, una frustración que pareció insoportable.
El delirio se presenta como un parche colocado en el lugar donde originariamente se produjo una desgarradura en el
vínculo del yo con el mundo exterior.
La etiología común para el estallido de una psicosis sigue siendo la frustración, el no cumplimento de uno de
aquellos deseos de la infancia. Ahora bien, el efecto patógeno depende de lo que haga el yo en semejante tensión
conflictiva: si permanece fiel a su vasallaje hacia el mundo exterior y procura sujetar al ello, o si es avasallado por el
ello y se deja arrancar de la realidad. Esta situación se complica por la existencia del superyó, que es un arquetipo
ideal de aquello que es la meta de todo querer alcanzar del yo: la reconciliación entre sus múltiples vasallajes.
-La neurosis de transferencia corresponde al conflicto entre el yo y el ello
-La neurosis narcisista al conflicto entre el yo y el superyó
-La psicosis al conflicto entre el yo y el mundo exterior

PÉRDIDA DE REALIDAD EN LA NEUROSIS Y PSICOSIS - FREUD


La pérdida de la realidad estaría dada de antemano en la psicosis; en cambio, se la neurosis la evita.
Cada neurosis perturba de algún modo el nexo del enfermo con la realidad; es para él un modo de retirarse de esta.
NEUROSIS
-Situación inicial (normal): cuando el yo, al servicio de la realidad, emprende la represión de una moción pulsional.
Pero eso no es todavía la neurosis misma.
-Segunda situación (patológica): Formación del síntoma. Consiste en la reacción contra la represión y en el fracaso de
esta. El aflojamiento del nexo con la realidad es la consecuencia de este segundo paso en la formación de la
neurosis.El acento cae en este paso, que es el fracaso de la represión.
PSICOSIS
- Situación Inicial (patológica): alejamiento del mundo exterior.El acento recae íntegramente sobre este paso, que es
en sí patológico y sólo puede llevar a la enfermedad.
- Segunda situación (normal): tiene carácter de reparación; quiere compensar la pérdida de la realidad por creación
de una realidad nueva, que ya no ofrece el mismo motivo de escándalo que la abandonada.

Tanto neurosis como psicosis expresan la rebelión del ello contra el mundo exterior; expresan su displacer o su
incapacidad para adaptarse al apremio de la realidad.
En la neurosis se evita, al modo de una huida, un fragmento de la realidad, mientras que en la psicosis se lo
reconstruye. En la psicosis, a la huida inicial sigue una fase activa de reconstrucción, en la neurosis, la obediencia
inicial es seguida por una posterior. Es decir, la neurosis no desmiente la realidad, se limita a no querer saber nada
de ella; la psicosis la desmiente y procura sustituirla.
La neurosis se conforma con evitar el fragmento de realidad correspondiente y protegerse del encuentro con él.
Pero tampoco en la neurosis faltan intentos de sustituir la realidad indeseada por otra más acorde al deseo. La
posibilidad de ello la da la existencia del mundo de fantasía, del cual toma la neurosis el material para sus
neoformaciones de deseo, y comúnmente lo halla, por el camino de la regresión.
El nuevo mundo exterior, fantástico, de la psicosis quiere remplazar a la realidad exterior; en cambio, el de la
neurosis gusta de apuntalarse, como el juego de los niños, en un fragmento dela realidad, le presta un significado
particular y un sentido secreto, que llamamos simbólico. Así, para ambas, no sólo cuenta el problema de la pérdida
de realidad, sino el de un sustituto de realidad.
2

FANTASÍAS HISTÉRICAS Y SU RELACIÓN CON LA BISEXUALIDAD - FREUD


Fuentes comunes y arquetipo normal de todas estas creaciones de la fantasía son los llamados sueños diurnos. Estas
fantasías son los cumplimientos de deseo engendrados por la privación y la añoranza.
De estas fantasías, las hay tanto Icc como Cc, y tan pronto como han devenido Icc pueden volverse también
patógenas, expresarse en síntomas y ataques.La fantasía Icc mantiene un vínculo muy importante con la vida sexual
de la persona; en efecto, es idéntica a la fantasía que le sirvió para su satisfacción sexual durante un periodo de
masturbación. Cuando luego la persona renuncia a esta clase de satisfacción masturbatoria y fantaseada, la fantasía
misma, de conciente que era, deviene inconciente. Y si la persona permanece en la abstinencia y no consigue
sublimar su libido, desviar la excitación sexual hacia una meta superior, está dada la condición para que la fantasía
inconciente se refresque, prolifere y se habrá paso como síntoma patológico, al menos en un parte de su contenido.
Los síntomas histéricos son las fantasías inconscientes figuradas mediante conversión y están tomados del círculo de
las mismas sensaciones sexuales e inervaciones motrices que originariamente acompañaron a la fantasía.
Un síntoma no corresponde a una única fantasía inconsciente, sino a una multitud de estas. Me extralimito del tema
para insertar una seria de fórmulas que describen a los síntomas histéricos, las cuales no se contradicen entre sí,
sino que corresponden a puntos de vista diferentes:
1. El síntoma histérico es el símbolo mnémico de ciertas impresiones y vivencias traumáticas
2. Es el sustituto, producido mediante conversión, del retorno asociativo de esas vivencias traumáticas
3. Es expresión de un cumplimiento de deseo
4. Es la realización de una fantasía Icc.al servicio del cumplimiento de deseo
5. Sirve a la satisfacción sexual y figura una parte de la vida sexual de la persona
6. Corresponde al retorno de una modalidad de la satisfacción sexual, real en la vida infantil y luego reprimida.
7. Nace como un compromiso entre 2 mociones pulsionales opuestas, una de las cuales se empeña en expresar una
pulsión parcial o uno de los componentes de la constitución sexual, mientras que la otra se empeña por sofocarlos.
8. Puede asumir la subrogación de diversas mociones inconscientes no sexuales, pero no puede carecer de un
significado sexual.
De las definiciones anteriores, es la 7 la que expresa de manera más exhaustiva la naturaleza del síntoma histérico
como realización de una fantasía inconsciente; y junto a la 8, es la que aprecia de manera correcta el significado del
factor sexual. Pero la resolución mediante una fantasía sexual inconciente, no basta respecto de numerosos casos de
síntomas: para la solución de estos hacen falta dos fantasías sexuales, de las que una posee carácter masculino y
femenino la otra, de suerte que una de esas fantasías corresponde a una moción homosexual.
9. Es la expresión de una fantasía sexual inconciente masculina, por una parte, y femenina x otra.
Un proceso por entero análogo en este mismo campo es el que sobreviene cuando el masturbador en sus fantasías
Icc, intenta compenetrarse tanto con el varón como con la mujer de la situación representada. Por ej., como con una
mano aprieta el vestido contra el vientre (papel de mujer), y con la otra intenta arrancarla (papel de varón).

LA HISTERIA CAP. V HENRY EY- TRATADO DE PSIQUIATRÍA


Son necesarios dos elementos para definir la histeria:
-La fuerza inconsciente de la realización plástica de las imágenes sobre el plano corporal (conversión somática)
-La estructura inconsciente e imaginaria del personaje del histérico

En 1894 Freud escribe Neuropsicosis de defensa, donde plantea que el Yo tiene voluntad de olvidar, busca olvidar
aquella situación penosa, busca olvidar esa representaciónintolerable de carácter sexual. Como no puede hacer
desaparecer esa situación, hace algo equivalente: le va a quitar el afecto, energía (desinvestir) para dejar a la
representación neutralizada y aislada, porque si no tiene energía no puede entrar en contacto asociativo con otras
representaciones.Acá Freud empieza a describir lo que luego será el mecanismo de la represión.
Esas representaciones a las que se les va quitando la energía forman un grupo psíquico separado, que no entran en
asociación con otras y quedan olvidadas para el Yo. ¿Qué pasa con esa energía quitada a la representación?
Simultáneamente, al mismo tiempoque se produce la represión en la histeria, se produce la conversión,se liga a una
inervación somática. En la histeria la formación de síntomas se da en un tiempo. En la fobia se da la formación de
síntoma en 3 tiempos: histeria de angustia, enlace a un objeto externo y fobia.
Formación de síntoma en la histeria:REPRESIÓN + CONVERSIÓN simultáneamente.

El carácter histérico y la persona del histérico


Se consideran tres aspectos fundamentales del carácter histérico
3

1-La sujestibilidad: el histérico se presenta como un individuo plástico es decir que es influenciable e inconsistente,
ya que su persona no consigue fijarse en la autenticidad de una identidad personal firmemente establecida
2-Mitomanía: el histérico por sus comedias sus mentiras y sus fabulaciones no cesa de falsificar sus relaciones con
los demás. Su existencia es una serie discontinua de escenas y aventuras imaginarias
3-Alteraciones sexuales: significa que su sexualidad está profundamente alterada. Las expresiones emocionales y
pasionales tienen algo teatral excesivo que contrasta con fuertes inhibiciones sexuales.

Personalidad Histérica:
1-La inconsistencia de la identificación y la unidad de la persona
2-Las tendencias a la represión de los acontecimientos reales en la trama de la existencia
3-Las tendencias a la falsificación de las experiencias
4-La inconsistencia de la persona: el yo del histérico es un yo que no ha conseguido organizarse conforme a una
identificación de su propia persona. En el histérico la máscara del personaje oculta completamente a la persona. Este
defecto de identificación al ideal de sí mismo proviene de un conflicto infantil de fase edípicas. Todo el conjunto de
la persona del histérico refleja esta falsedad y su sistema de organización se desarrolla construyendo un falso
personaje que vive una falsa existencia
5-La represión amnésica de acontecimientos reales: todo en su conducta y en su actitud testifica este deseo de
sustituir el ppio de realidad por el del placer y de la fantasía. El histérico es como un niño que no consigue constituir
la trama de su existencia, el orden cronológico de sus recuerdos. Así la neurosis aparece como una neurosis de
deseo, deseo de gustar, deseo de exhibirse, deseo de seducir, deseo de ofrecerse como un espectáculo. Estos deseos
guían todas las conductas de represión, separando o negando los acontecimientos de la historia personal
6-La falsificación de la existencia: el histérico no solo vive en un mundo de ficción por efecto de la represión de todo
lo que debería constituir la trama autentica de la vida de relación, sino que además no cesa de obtener beneficios
secundarios de su neurosis por una especie de erotización de la imaginación.

2 trilogías en la histeria:
1. INGENUIDAD, INFANTILISMO y SUPERFICIALIDAD . El sujeto histérico no sabe qué le pasa, la culpa es del otro, el
conflicto está afuera. Nada de lo que sucede tiene que ver con el sujeto
2. EXHIBICIONISMO, TEATRALIDAD y SEDUCCIÓN . Se muestra permanentemente, se hace ver y oír. Busca la forma de
captar la atención del otro. Busca ocupar un lugar en el deseo del otro, nada más que para dejarlo deseando.
Henry, plantea que los síntomas en la histeria han sido muy sensibles a las épocas, se han modificado con la historia,
por lo que va variando y adoptan otras formas; pero lo que nunca ha variado es esta estructura de personalidad, que
se ha mantenido constante en el tiempo.

CUADRO CLÍNICO DE LA HISTERIA (GRUPO DE SÍNTOMAS)


1. PAROXISMOS, CRISIS Y MANIFESTACIONES AGUDAS
Gran ataque histérico (tiene 5 periodos). Pueden suceder los 5 períodos completos o de manera abortada:
1er FASE: PRODROMO: Llamada también auras histéricas. Dolores ováricos, palpitaciones, trastornos visuales,
imposibilidad de tragar. Sucede sin intencionalidad consciente.
2da FASE: EPILEPTOIDE:
TÓNICA: Con disminución de la respiración e inmovilización de todo el cuerpo.
CLÓNICA: Pequeñas sacudidas, muecas, hasta terminar en grandes sacudidas generalizadas, que duran un tiempo, se
calman unos segundos y vuelven a iniciar.
3er FASE: CONTORSIONES O CLOWNISMO: Movimientos variados, de mayor amplitud. Se retuerce y se mueve en el
piso de diferentes formas. Puede acompañarse de gritos, y parece que el sujeto estuviera luchando con otro.
4ta FASE: TRANCE o ACTITUDES PASIONALES: El sujeto imita escenas violentas o eróticas. Se encuentra en pleno
sueño, como si estuviera viviendo esas imaginaciones, esas fantasías. No hay palabra, sólo representación.
5ta FASE: PERÍODO TERMINAL O VERBAL: Pareciera que el sujeto estuviera envuelto en una cuestión alucinatoria,
con gritos, frases, palabras y verbalizaciones que tienen que ver con la representación de los períodos anteriores.

En Generalidades sobre el ataque histérico Freud describe al ataque histérico como la puesta en acto de una fantasía,
porque representa motrizmente una fantasía inconsciente. La formación es similar a la del sueño, por lo tanto, la
técnica de abordaje va a ser la misma utilizada para trabajar un sueño, porque hay posibilidad que el sujeto recuerde
y asocie para llegar a la fantasía inconsciente que ocasiona en el sujeto el síntoma. Entonces, el ataque histérico es
4

interpretable, aunque es más confuso y complejo que un sueño, porque no va a corresponder a una sola fantasía,
sino se va a tratar de varias.

2. SÍNDROMES FUNCIONALES DURADEROS


Inhibiciones de la función de algún aspecto que tenga que ver con la posibilidad del sujeto de relacionarse con otro.
-PARÁLISIS FUNCIONALES. Parálisis de un conjunto de movimientos que no le permite deambular o estar de pie, y
solamente está afectada esa función, y no los reflejos o la sensibilidad.
-PARÁLISIS LOCALIZADAS. De algún miembro. Es recortado y arbitrario con respecto a lo anatómico, y no se
acompañan de alteraciones en los reflejos ni el tono muscular. Son caprichosas y paradójicas.
-CONTRACTURAS Y ESPASMOS. Contractura, espasmos oculofaciales.
-ANESTESIAS. Son anestesias recortadas, pérdida de sensibilidad de un sector.Relacionado a lo táctil, lo térmico, la
sensibilidad, pero son recortadas por la fantasía.
-TRASTORNOS SENSORIALES. Ceguera, sordera, pérdida de algún sentido sin causa orgánica.

3. MANIFESTACIONES VISCERALES: Síntomas que tienen que ver exclusivamente con lo orgánico del sujeto.
-ESPASMOS. Referentes a lo digestivo, como el bolo histérico. Nauseas, vómitos, constipaciones, retención urinaria,
vaginismo. Para Henry el asma entra dentro de este grupo como un síntoma histérico.
-TRASTORNOS TRÓFICOS GENERALES. Enlentecimiento de los procesos metabólicos que se reducen en extremos,
que alguien deje de comer,de tomar líquidos.

Cuando Freud estudia la histeria descubre que en realidad hay un núcleo patógeno, y que el material inconsciente se
estratifica. De lo que se trata el psicoanálisis es poder develar el material inconsciente venciendo las resistencias.
Cuanto más me acerco al núcleo patógeno, más se elevan las resistencias. Para esto uno no puede ir de manera
lineal al núcleo, porque tiene varias ramificaciones. Esto lo lleva a plantear el concepto de sobredeterminación, que
es que existen varias representaciones condensadas en un solo síntoma, por lo que la cura sintomática no sirve.

FRAGMENTO DE ANÁLISIS DE UN CASO DE HISTERIA (CASO DORA)


Cuadro Clínico: Paciente: Dora, de 18 años. Familia compuesta por sus padres y un hermano un año y medio mayor
que ella. La persona dominante era el padre, un gran industrial con una situación material muy holgada. Dora estaba
apegada a él con particular ternura. Esta ternura se había acrecentado por las numerosas y graves enfermedades
que el padre padeció desde que ella cumplió 6 años.
No conocí a la madre. De acuerdo con las comunicaciones del padre y Dora, me formé una idea que era una mujer
de escasa cultura, poco inteligente. Esta concentró todos sus intereses en la economía doméstica, y así ofrecía el
cuadro de la “psicosis del ama de casa”. La relación entre madre e hija era desde hacía años muy inamistosa.
Dora presentaba ya a la edad de 8 años síntomas neuróticos. Hacia los 12 años le aparecieron migrañas y ataques de
tos nerviosa. Cuando entró en tratamiento conmigo, a los 18, tenía esa tos de nuevo. Esta enfrentaba hostilmente a
su padre y no se entendía con su madre. Buscaba evitar el trato social. Un día sus padres se horrorizaron al hallar
sobre el escritorio una carta en la que se despedía de ellos porque ya no podía soportar más la vida.
He visto abundantes casos de histeria y en ninguno eché de menos aquellas condiciones psíquicas: el trauma
psíquico, el conflicto de los afectos y la conmoción en la esfera sexual.
La flia.de Dora había entablado íntimaamistad con un matrimonio, los K. La Sra. K lo cuidó al padre durante su
enfermedad y el Sr. K siempre se había mostrado muy amable con Dora.Durante un verano que compartieron juntos,
Dora le contó a sus padres que el Sr. K, durante una caminata por el lago, había osado hacerle una propuesta
amorosa; hecho que el Sr. K negó diciendo que la muchacha sólo mostraba interés por asuntos sexuales por haber
leído el libro “Fisiología del amor”, imaginando la escena. El padre le creyó al Sr. K.
Dora me comunicó una vivencia anterior con el SR. K mucho más apropiada para producir el efecto de un trauma
sexual. Tenía entonces 14 años. EL Sr. K se encontraba sólo en su negocio con Dora; este estrechó de pronto a la
muchacha contra sí y le estampó un beso. Dora sintió un violento asco, rechazándolo y corriendo hacia la calle. No
obstante, el trato con el Sr. K prosiguió; ninguno de los dos aludió nunca a esa escena, en la cual, la conducta de
Dora ya es totalmente histérica. Yo llamaría histérica a toda persona, sea o no capaz de producir síntomas
somáticos, en quien una ocasión de excitación sexual provoca sentimientos de displacer.
En Dora se produjo un desplazamiento de la sensación. En lugar de una sensación genital, le sobreviene el asco, que
corresponde al síntoma de represión de la zona erógena de los labios.
Esta escena, además, había dejado tras sí otra secuela: Decía que seguía sintiendo la presión de aquel abrazo sobre
la parte superior del cuerpo. Opino que durante el apasionado abrazo ella no sintió el beso sobre sus labios, sino la
5

presión del miembro erecto contra su vientre. Esta percepción fue reprimida y sustituida por la inocente sensación
de la presión en el tórax; otro desplazamiento del sector inferior al sector superior del cuerpo.

Para Dora no había ninguna duda de que su padre había entablado en la Sra. K, una vulgar relación amorosa. Los
reproches que Dora dirigía a su padre estaban enfundados. Tenía razón en que su padre no quería aclararse la
conducta del Sr. K hacia ella para no ser molestado en su propia relación con la Sra. K. Pero ella había hecho
exactamente lo mismo, haciéndose cómplice de esta relación, encubriendo las relaciones del padre con la Sra. K.
Nunca iba a verla cuando sospechaba que su padre estaba ahí y cuidaba a los niños alejándolos de allí.
El Sr. K estaba de viaje durante una parte del año y cada vez que regresaba hallaba doliente a su mujer: era la
presencia del marido lo que hacía enfermar a la mujer para sustraerse de unos deberes conyugales. Para ese
entonces, Dora había presentado gran cantidad de ataque de tos con afonía. Le pregunté la duración de los ataques
y dijo de 3 a 6 semanas. Las ausencias del Sr. K eran también entre 3 y 6 semanas. Por tanto, con sus enfermedades
ella demostraba su amor por K, así como la mujer de este le demostraba su aversión.
La afonía de Dora admitía la siguiente interpretación simbólica: cuando el amado estaba lejos, ella renunciaba a
hablar; el hacerlo había perdido valor, pues no podía hablar con él. En cambio, la escritura cobraba importancia
como el único medio por el cual podía tratar como el ausente.
Todo síntoma histérico no puede producirse sin cierta transacción somática brindada por un proceso normal o
patológico en el interior de un órgano del cuerpo. Pero no se produce más que una sola vez si no posee un
significado. El síntoma histérico no trae consigo este sentido, sino que le es prestado, es soldado con él y en cada
caso puede ser diverso de acuerdo con la naturaleza de los pensamientos sofocados que pugnan por expresarse.
El síntoma es en la vida psíquica un huésped mal recibido. Al comienzo no cumple ningún cometido útil dentro de
la economía psíquica, pero lo obtienen secundariamente; una corriente psíquica cualquiera halla cómodo servirse
del síntoma y entonces este alcanza una función secundaria y queda anclado en la vida anímica.Sin duda, el
estado de enfermedad es obra de un propósito. Los estados patológicos se hallan destinados a cierta persona, de
suerte que desaparecen cuando esta se aleja.

Como las acusaciones contra el padre se repetían con monotonía, y al hacerlas ella tosía continuamente, tuve que
pensar que ese síntoma podía tener un significado referido al padre. Según una regla que yo había podido
corroborar, un síntoma corresponde a la figuración de una fantasía sexual.Cuando insistió otra vez en que la Sra. K
sólo amaba al papá porque era “einvermögender Mann” (un hombre de recursos), noté que detrás de esa frase se
ocultaba su contraria: que el padre era “einunvermögender Mann” (un hombre sin recursos, impotente). Dora sabía
que había más de una fuente de satisfacción sexual (la succión del miembro viril, sexo oral), por lo que con su tos
respondía al estímulo de un cosquilleo en la garganta y así se representaba una situación de satisfacción sexual. Un
hecho proporcionaba en ella la precondición somática para la creación autónoma de una fantasía que coincide con el
obrar de los perversos: en su infancia había sido una chupeteadora.

En el caso de Dora, la incesante repetición de los mismos pensamientos acerca de la relación entre su padre y la Sra.
K puede llamarse hiperintenso. A pesar de su carácter en apariencia correcto, resulta patológico ya que no puede ser
destruido ni eliminado por más esfuerzos conceptuales consientes y deliberados que se haga. Este refuerzo
hiperintenso de pensamiento debe su refuerzo a lo inconsciente. Este último es casi siempre su opuesto directo. Los
opuestos siempre están enlazados estrechamente entre sí, y a menudo apareados de tal suerte que uno de los
pensamientos es consiente con hiperintensidad, pero su contraparte está reprimida y es inconsciente. Esta
constelación es resultado del proceso represivo. La represión a menudo se produjo por el esfuerzo desmedido del
opuesto del pensamiento que se reprimía. A esto lo llamo refuerzo reactivo, y llamo pensamiento reactivo al que se
afirma en lo consiente con hiperintensidad y se muestra indestructible a la manera de un prejuicio.
Dora sentía y obraba como una mujer celosa, tal como se lo habría esperado de la madre. Si hemos colegido con
acierto la fantasía referida a una situación sexual que estaba en la base de su tos, ella ocupaba en esa fantasía el
lugar de la Sra. K. Por tanto, se identificaba con las dos mujeres amadas por el padre: con la que amaba ahora y
con la que habría amado antes. Se sentía inclinada hacia su padre pues estaba enamorada de él. Cuando apareció
la Sra. K, fue Dura, y no su madre, la suplantada de su posición.

Tras el itinerario de pensamientos hipervalentes que la hacían ocuparse de la relación de su padre con la Sra. K,
escondía una moción de celos cuyo objeto era esa mujer; una moción que sólo podía basarse en una inclinación
hacia el mismo sexo. Ej., la amistad apasionada con una compañera del colegio. La corriente homosexual a menudo
6

se seca después; pero cuando no se obtiene la dicha en el amor por el hombre, es despertada de nuevo por la libido
en años posteriores y acrecentada con diversos grados de intensidad.
En mujeres histéricas cuya libido dirigida al hombre ha experimentado una sofocación enérgica, por regla general,
hallamos reforzada vicariamente, y aún consiente en parte, la libido dirigida a la mujer. Cuando Dora hablaba de la
Sra. K, solía alabar su cuerpo deliciosamente blanco con un tono más de una enamorada que el de una rival vencida.
Cuando Dora presentó su acusación contra el Sr. K. y este sacó a relucir que la muchachaleia libros que incentivaban
su sexualidad, comprendió que fue la Sra. K la que la había traicionado y denigrado.
EL hipervalente itinerario de pensamientos de Dora, que la hacía ocuparse de la relación de su padre con la Sra. K,
no estaba destinado sólo a sofocar el amor por el Sr. K., sino que también debía ocultar el amor por la Sra. K.
Dora decía sin cesar, que su padre la había sacrificado a esa mujer, hacía ver ruidosamente que no la dejaría
poseer al papá y de ese modo se ocultaba lo contrario: que no dejaría al papá poseer el amor de esa mujer, que no
le perdonaba a la mujer amada el desengaño que le causó con su traición. Esas corrientes de sentimientos
varoniles han de considerarse típicas de la vida amorosa inconsciente de las muchachas histéricas.

PRIMER SUEÑO: “Hay fuego en casa. Mi padre ha acudido a mi alcoba a despertarme y está en pie al lado de mi
cama. Me visto a toda prisa. Mamá quiere poner aun en salvo el cofrecito de sus joyas. Pero Papá protesta: “No
quiero que por causa de su cofrecito ardamos los chicos y yo”. Bajamos corriendo. Al salir a la calle me despierto”.
Dora no recuerda cuando comenzó su sueño, pero soñó tres noches seguidas durante su estancia en la localidad del
lago. Luego volvió a tenerlo durante unas noches en Viena.
Freud plantea que todo sueño es un deseo al que se figura cumplido. Cuando se trata de un deseo reprimido, la
figuración es encubridora.
Según Freud el sueño había sido una reacción al suceso de Dora y el señor K, en el lago. Luego del paseo, Dora se
recostó en el sofá de la habitación del matrimonio; cuando despierta ve a K de pie junto al sofá (como en el sueño,
su padre al lado de la cama). Para evitar esto le pide a la señora K la lleva de su habitación y a la mañana siguiente
cerro la habitación mientras se vestía. Pero a la hora de la siesta cuando quiso volver a hacerlo, no encontró la llave y
culpa de eso al señor K.
K le había regalado a Dora un cofrecito (denominación de los genitales femeninos). Freud interpreta que Dora,
ante el obsequio del señor K, teme caer en la tentación de retribuírselo (deseo reprimido), de manera que se
refugia en el antiguo amor por su padre. Es así que convoca al amor infantil por el padre como protección contra la
tentación actual, el deseo inconsciente infantil intenta realizar en el presente a través del sueño.
Con respecto al cofre, vemos que la madre de Dora era aficionada a las joyas, que le regalaba el padre de Dora. Una
vez, el padre le regala una pulsera que a ella no le gustó ya que quería unos aros en forma de gotas, entonces Dora
afirma que ella seguramente la hubiese aceptado. Aquí Freud interpreta que Dora estaría dispuesta a dar a su padre
lo que su madre le negaba.
Freud relaciona el sueño con la enuresis que tenían Dora y su hermano cuando niños, el contenido del sueño
responde a una escena infantil. Relaciona la situación de masturbación infantil, plantea que los síntomas histéricos
casi nunca se presentan mientras los niños se masturban, sino cuando dejan de hacerlo. El síntoma pasa a ser un
sustituto de esa satisfacción. Así sería como aparecen en Dora los primeros síntomas.
Es posible que Dora haya espiado a sus padres, y con la coexcitación, Dora haya sustituido su inclinación a la
masturbación por la angustia. Al estar el padre ausente, a la niña enamorada se le repitió aquella impresión como un
ataque de asma.
Para Freud Dora tendría una fantasía referente a la enfermedad, en la cual su padre enfermo habría contagiado a su
madre, y luego a ella, de manera que la tos sería una imitación de la que sufre su padre (sentimientos de culpa del
padre por la enfermedad). Freud plantea que debió existir una tos real, la cual se fijó por afectar una zona erógena
de fuerte significación. Con la escena del lago, la libido se volcó nuevamente hacia el padre, con lo que el síntoma
adquiere un nuevo significado: la figuración del comercio sexual con el padre en la identificación con la señora K.

SEGUNDO SUEÑO: “Voy paseando por una ciudad desconocida y veo calles y plazas totalmente nuevas para mí.
Entro luego en una casa en la resido, voy a mi cuarto y encuentro una carta de mi madre. Me dice que habiendo yo
abandonado el hogar familiar sin su consentimiento no había ella querido escribirme antes para comunicarme que
mi padre estaba enfermo. Ahora ha muerto, y si quieres puedes venir. Voy a la estación y pregunto una cien veces
“¿Dónde está la estación? Me contestan siempre lo mismo: “cinco minutos”. Veo entonces ante mí un bosque muy
espeso. Penetro en él y encuentro a un hombre al que dirijo de nuevo la misma pregunta. Me dice: “todavía dos
horas y media”. Se ofrece a acompañarme. Rehúso y continuó andando sola. Veo ante mí la estación, pero no
consigo llegar a ella y experimento aquella angustia que siempre sufre en estos sueños que nos sentimos como
7

paralizados. Luego me encuentro ya en mi casa. En el intervalo debo haber viajado en tren, pero no tengo la menor
idea de ello. Entro en la portería y pregunto cuál es nuestro piso. La criada me abre la puerta y me contesta: su
madre y los demás están en el cementerio. En una plaza veo un monumento”.
Según Freud las imágenes de nuevos paisajes desconocidos, se deben a la estimulación de las fotografías de un
álbum que le habían obsequiado a Dora para navidad. El mismo día del sueño Dora lo saca para mostrárselo a unos
parientes, ella lo guardaba en una caja con otras fotografías y le pregunta a su madre: “¿Dónde está la caja?” Y en el
sueño Dora pregunta “¿Dónde está la estación?”
Con respecto a la carta, Freud le hace notar a Dora la relación con su nota de suicidio. En ambas notas, ella
abandonaba a sus padres, ocasionando una pena grande en su padre y quedando vengada del mismo.
Por otra parte, tras la 1° situación del sueño se oculta la fantasía de desfloración. Dora recuerda que en la escena del
lago, ella quiere regresar rodeando el lago y le pregunta a un hombre cuanto tardaría en llegar a lo que respondió
“Dos horas y media” como en el sueño. El bosque del sueño era idéntico al de las orillas del lago.
Luego Dora recuerda otro fragmento del sueño “Voy tranquilamente a mi cuarto y me pongo a leer un libro muy
voluminoso que encuentro encima de mi escritorio”. Esto demuestra que al estar sola en su casa ella puede ver
cualquier tipo de libro, incluso lo de anatomía humana.
Aparece como nuevo elemento, relacionado a las lecturas de la infancia el hecho de que su primo había tenido una
apendicitis, por lo cual Dora averiguo en una enciclopedia los síntomas de la enfermedad. Nueve meses después de
la escena del lago, Dora sufre una supuesta apendicitis, que deja como secuela dificultades para caminar (arrastre el
pie derecho). Freud plantea que la neurosis se apropió de la enfermedad para usarla como una de sus
manifestaciones, Dora tuvo una enfermedad por la lectura de un artículo de embarazo. Por lo tanto, la apendicitis
nueves meses después fue la fantasía de un parto.
Este es, según Freud, el sueño de la curación. Ya que en él Dora se abre a otros amores.
Freud descubre que el motivo por el cual Dora sintió asco fue por verse tratada de mismo modo en que el señor K
trato a una institutriz con la que había tenido una aventura y había despedido. Sintió ser tratada como si fuera del
servicio. Este hecho es interesante porque la propia Dora, debido a la transferencia, se venga en Freud del señor K,
abandonando el tratamiento. Freud realiza una contratransferencia y la identifica con una vieja institutriz odiada por
él y se venga dejándola ir sin haber terminado el tratamiento.
Los Bauer tenían una institutriz a la que Dora tenía mucho afecto, hasta que la encontró como rival por estar
enamorada de su padre he hizo que la echaran. Eso hizo pensar a Dora que ella se comportaba del mismo modo con
los hijos del señor K.
Más adelante Freud postula que Dora sentía una inclinación por el mismo sexo, de manera que era la señora K, a
quien quería. Plantea que en neuróticos se observa una fuerte disposición homosexual, debido a que la inclinación
hacia los hombres está fuertemente reprimida, por lo que la corriente homosexual está mas reforzada.
Ella y la señora K estaban muy unidas hasta que su padre ocupo su lugar. Cuando Dora habla de la señora K habla de
“su cuerpo deliciosamente blanco” parece más una enamorada que una rival vencida. Quien realmente había
traicionado a Dora era la señora K.

“¿QUE QUIERE EL SUJETO HISTÉRICO?”- LUTEREAU


La histeria implica dirigirse al Otro en función de una elaboración de saber. Así, por ej., un síntoma fundamental de la
histeria son los celos. Las preguntas (¿Qué le viste?, ¿Qué tiene que no tenga yo?) están menos orientadas a la
confirmación amorosa que a la demostración de ese intercambio por el cual se prefiere un saber sobre el deseo a la
realización del mismo.
En el interrogante de la feminidad “¿Qué es una mujer?”, la histérica busca responder a esta inquietud a través de su
acoso a alguna figura de la Otra. La Otra tiene una función propia en la histeria por su papel en el sostén del deseo.
La histérica interroga el enigma de la feminidad a través de un deseo masculino (o mejor dicho fálico): Su interés en
el objeto de su deseo está subtendido por aquello a lo que apunta, el objeto de deseo tiene el valor como signo de lo
que vela, el deseo que apunta a la feminidad. A Dora le cabría el lugar de la falta, al señor K de objeto y a la Sra. K el
lugar del Otro.
La histérica prefiere el signo del deseo a la realización del deseo, con el resultado de la insatisfacción del deseo. Ese
interés que Dora requiere implicaría que la Sra. K “algo tiene” y en esa relación quedaría suspendido su deseo. El Sr.
K es el término último de su identificación, el objeto de su amor…pero no de su deseo, por lo cual queda reducido al
requerimiento constante de la prueba amorosa.
El síntoma se dice de muchas maneras. En Dora, el asco, la afonía y la tos serán el hilo conductor para elucidar el
nudo íntimo de la histeria en función de su posición respecto de goce, el amor y el deseo. El asco que sintió Dora al
8

ser besada por el Sr. K, delimita el modo en que la histérica se posiciona respecto del goce. Es un rostro habitual de
la histeria objetar toda satisfacción que provenga del Otro.
¿De dónde se desprende la afirmación teórica de que detrás de todo reproche hay un autorreproche? O como plantea
Lacan ¿Cuál es tu propia parte en el desorden del que te quejas? Freud advierte que cada vez que Dora se queja del
padre, le atribuye a éste motivos que muy bien podrían aplicarse a ella:
-por un lado, que el padre sólo vería la parte de la realidad que más le convenía y no buscaba aclararse la conducta
con el Sr. K, cuando Dora había hecho lo mismo en la medida en que se había vuelto cómplice de la relación de su
padre con la Sra. K. (le cuidaba los hijos cuando estos estaban juntos).
-En función al segundo reproche dirigido al padre, el de utilizar las enfermedades para sacar provecho, cuando Dora
se presenta un día quejándose de dolor de estómago, Freud le pregunta “¿A quién copia usted en esto?”. En su
intervención Freud consigue en acto oponerse a la identificación imaginaria.
Con el síntoma de la afonía, Dora demostraba su amor por el Sr. K. Cuando el amado estaba lejos, ella renunciaba a
hablar; el hacerlo había perdido valor, pues no podía hablar con él. “Amar a distancia”, he aquí la fórmula breve de
una diversidad de manifestaciones del amor en la histeria. La histérica testimonia que el amor requiere de esa
ausencia que instaura la palabra; el amado de la histérica siempre debe estar un poco ausente para cumplir con su
papel (ya sea porque aquella se siente aplastada, necesita extrañar).
El síntoma de la tos estaba referido al padre. Este padre no tenía recursos como hombre, era impotente. EL Otro de
la histérica siempre campea entre la omnipotencia y la impotencia, es decir, es otro fuerte que abusa de su fuerza
para frustrar y humillar al sujeto o bien es débil y al requerir compasión, somete al sujeto por la piedad que produce.
El síntoma remite al modo en que Dora se sirve del padre como una referencia para dar cuenta del deseo; la versión
del padre de Dora es requerido por el deseo que se le supone, Si la Sra. K tiene un valor para Dora, este radica en ser
el signo del deseo del padre que puede desear a pesar de su impotencia. Por eso el Otro de la histeria no es una
forma idealizada, sino que es, como dice Lacan, el “amo castrado”, es una versión del Otro que interesaría más por
su deseo que por su ley. Su síntoma responde a ese síntoma del padre, que es la pregunta por la causa de su deseo
en una mujer (que no es la madre). En este síntoma se recorta también cuál es la posición privilegiada que podría
tocar al Otro de la transferencia: la del seductor frente al cual la histérica se posiciona de forma pasiva.

Desde un comienzo, Freud se obstina en hacerle reconocer a Dora el objeto de su deseo. Pero no se trata de que
Dora estuviese enamora de la Sra. K, no debe ser entendida en términos de elección de objeto, sino que debe
apreciarse que Freud descubre la orientación clínica del tratamiento de la histeria, esto es, el lugar que la Otra,
sostenida desde el deseo del padre, ocupa como enigma de la feminidad. Si algo enseña la histeria al psicoanálisis es
que el objeto del deseo no es su causa. “¿Cómo es que una mujer causa un deseo?”, he aquí la pregunta que la
histérico formula con su síntoma cuando rechaza complacer a la satisfacción; a pesar de separar la causa del deseoy
el objeto que lo podría satisfacer, no deja de fingirlos sintomáticamente en su respuesta defensiva ante el Otro.

SEMINARIO 4 CLASE 8: DORA Y LA JOVEN HOMOSEXUAL - LACAN


En el caso Dora, todo el problema gira alrededor de la dama, la Sra. K, y es el padre quien la introduce.
Dora le indica a Freud el reclamo del afecto de su padre que, según ella, le fue arrebatado por la relación en
cuestión. Freud entonces le pregunta “¿Acaso no es algo en lo que usted misma ha participado?” En efecto, Dora se
había mostrado mucho más que complaciente con esta situación singular; en realidad había sido su pieza clave,
había protegido los apartes de la pareja del padre y la dama. Incluso tiene una relación muy especial con la dama,
que resulta ser su confidente.
Estructura de las histéricas: la histérica es alguien cuyo objeto es homosexual. Aborda este objeto homosexual por
identificación con alguien del otro sexo. La situación de Dora se entiende en la medida en que el yo de Dora ha
hecho una identificación con un personaje viril: el Sr. K. Por medio del Sr. K, en la medida en que ella es el Sr. K, es
como Dora está vinculada con el personaje de la Sra. K. Esta es muy importante porque es la pregunta de Dora.
Dora es una histérica, alguien que ha alcanzado la crisis edípica y que, al mismo tiempo ha podido y no ha podido
franquearla. Hay razón para ello: es que su padre es impotente. He aquí pues una ocasión propicia para destacar en
que consiste la función del padre en la relación con la falta de objeto que hace entrar a la niña en el Edipo.
El padre sirve para ser quien da simbólicamente ese objeto faltante. Aquí, en el caso de Dora no lo da porque no lo
tiene. La carencia fálica del padre atraviesa toda la observación como una nota fundamental, constitutiva de la
posición. Dora sigue muy vinculada con este padre de quien no recibe simbólicamente el don viril; tan vinculado que
su historia empieza exactamente a la edad de la salida del Edipo, con toda una serie de accidentes histéricos
vinculados con manifestaciones de amor por ese padre que se presenta como un padre herido y enfermo. El amor
que Dora le tiene a este padre es en tal caso correlativo con su disminución.
9

Tenemos aquí una distinción muy clara: lo que interviene en la relación de amor, lo que se pide como signo de amor,
es siempre algo que sólo vale como signo y como ninguna otra cosa. No hay mayor don posible, mayor signo de
amor, que el don de lo que no se tiene. El principio del intercambio es nada por nada. Se da algo por nada. Lo que
constituye el don es que un sujeto da algo de forma gratuita, pues tras lo que da esta todo lo que le falta, el sujeto
sacrifica más allá de lo que tiene. Por ej., supongamos un sujeto cargado con todos los bienes posibles, todas las
riquezas, un sujeto que tenga el colmo de todo lo que se pueda tener. Pues bien, un don suyo no tendría en
absoluto el valor de un signo de amor.
Toda la situación se instaura como si Dora tuviera que plantearse la pregunta ¿Qué es lo que mi padre ama en la
Sra. K? La Sra. K se presenta como algo a lo que el padre puede amar más allá de ella misma. Dora se pregunta ¿Qué
es la mujer? Y eso porque la Sra. K encarna la función femenina, porque ella es para Dora la representación de algo
en lo que dicha función se proyecta como pregunta, como LA pregunta. La Sra. K es lo que es amado más allá de
Dora, y por eso la propia Dora siente interés por esa posición. La Sra. K es objeto de adoración por quienes la rodean
y, al fin de cuentas, Dora se sitúa con respecto a ella como participando de esta adoración.
Dora puede admitir que su padre ame en ella, y a través de ella, algo que está más allá: la Sra. K, pero para que el Sr.
K resulte tolerable en su posición, ha de ocupar la función exactamente inversa. A saber, que Dora sea amada por el
Sr. K más allá de su mujer, pero en la medida en que su mujer signifique algo para él. ¿Cuándo le da Dora una
bofeteada? No cuando el Sr. K la corteja o cuando le dice que la ama. Es en el momento en que le dice “Ella no
significa nada para mí”. El no dice que su mujer no es nada para él, dice que, junto a su mujer no hay nada.Si el Sr. K
sólo se interesa por Dora, significaría que su padre sólo se interesa por la Sra. K y entonces Dora no puede tolerarlo.

CASO “EL HOMBRE DE LAS RATAS” (1980)


Historial Clínico: joven que padece de representaciones obsesivas desde su infancia, pero con más intensidad desde
hace 4 años. Contenido principal de su padecer son unos temores de que les suceda algo a dos personas a quienes
ama mucho: su padre y una dama a quien admira. Además de sentir impulsos obsesivos y producir prohibiciones.
Su vida sexual ha sido en general pobre, el onanismo desempeño sólo un ínfimo papel a los 16 años. Afirma que su
potencia es normal. EL primer coito fue a los 26 años.
B.Sexualidad infantil: dice que su vida sexual comenzó muy temprano. A los 5 años, cuando la señorita Peter, una
gobernanta joven y bella yacía sobre el sofá, este le pidió permiso para deslizarse bajo su falta. Ella le permitió
siempre y cuando no le dijera a nadie. Le tocó los genitales y el vientre. Desde entonces quedó en él una curiosidad
ardiente por ver el cuerpo femenino.A los 6 años, había otra señorita en su casa, también joven y bella, que tenía
abscesos en las nalgas y al anochecer solía estrujárselos. El acechaba ese momento para saciar su curiosidad.
Ya a los 6 años padecía erecciones y una vez acudió a su madre para quejarse. Tuvo durante algún tiempo la idea
enfermiza de que los padres sabrían sus pensamientos.
Había personas por quienes sentía un urgente deseo de verlas desnudas. Pero a raíz de ese desear tenía un
sentimiento ominoso, como si por fuerza habría de suceder algo si yo lo pensaba, y debía hacer toda clase de
cosas para impedirlo.

Lo que nuestro paciente pinta de su 6 año no es sólo el comienzo de la enfermedad, sino ya la enfermedad misma.
Vemos al niño bajo el placer de ver, cuyo resultado es el deseo, que aflora siempre de nuevo y con mayor
intensidad cada vez, de ver desnudas a personas del sexo femenino que le gustan.
Junto al deseo obsesivo, un temor obsesivo se anuda estrechamente a aquel: toda vez que piensa algo así, es
forzado a temer que suceda algo terrible. El temor obsesivo rezaba “Si yo tengo el deseo de ver desnuda a una
mujer, mi padre tiene que morir”. El efecto penoso cobra la coloración de lo ominoso, su supersticiosa, y ya origina
impulsos a hacer algo para extrañarse de la desgracia. Vale decir:
Ante una Pulsión erótica una sublevación contra ella
Ante un deseo todavía no obsesivo un temor ya obsesivo que lo contraría
Ante un efecto penoso un esfuerzo hacia acciones de defensa

Neurosis

C. El gran temor obsesivo (2° sesión): “quiero empezar hoy con la vivencia..Ocurrió durante las maniobras militares.
Durante el alto tomé asiento junto a un oficial checo, quien contó haber leído sobre un castigo terrorífico aplicado en
Oriente: el condenado es atado y sobre su trasero es puesto un tarro dado vuelta, en este luego hacen entrar ratas
que penetraban el ano. En el momento me sacudió la representación de que eso sucede con una persona que me es
cara (la dama que el admira)”.
10

Cuando el capitán habló de aquel cruel castigo y le afloraron aquellas ideas consiguió no obstante defenderse de las
dos con sus fórmulas habituales: un pero acompañado por un movimiento de aventar algo con la mano, y el dicho
“¡que se te ocurre!”. Al mismo tiempo emergió en él otra idea; que el castigo recae también sobre su padre. Como
su padre ha fallecido hace muchos años, este temor obsesivo es muchísimo más disparatado que el primero.
Al atardecer del día siguiente, el mismo capitán le alcanzó un paquete llegado con el correo y le dijo “ El teniente
primero A pagó el rembolso por ti. Debes devolvérselo a él”. Pero en ese mismo momento se le plasmó la sanción: no
devolver el dinero, de lo contrario sucedería la fantasía de las ratas con su padre y amada. Y según un tipo que le era
consabido, en lucha contra esta sanción se elevó enseguida un mandamiento a modo de juramento: “ Tú debes
devolver al teniente primero A las 3.80 coronas”.
Por fin se topó con el teniente A, pero este rechazó el dinero observándole que no había pagado nada por él, sino
que fue el teniente B. Quedó entonces muy afectado, y se inventó este raro expediente: iría a la estafeta postal con
los dos señores A y B; allí A le daría a la señorita de la estafeta las 3.80 coronas, la señorita las daría a B, y él, de
acuerdo con su juramento, devolvería a A las 3.80 coronas.
Entonces llegó a la estación ferroviaria y se propuso visitar a A. Nuestro paciente tiene el hábito de dejarse empujar
por sucesos casuales como si fueran juicios de Dios. Por eso dijo Si, cuando un changador le pregunto en la estación
ferroviaria si se iba en el tren de las 10. Así, se alejó de P donde estaba A. Resolvió seguir viaje hasta Viena, buscar
allí a su amigo, contarle el caso y, según su decisión, viajar de vuelta a P con el tren nocturno. El amigo lo tranquilizó
y a la mañana siguiente lo acompaño al correo para devolver las 3.80 coronas…a la dirección de la estafeta postal.
Si el llamado a la reflexión del amigo, no envió la pequeña suma al teniente primero A, ni al B, sino directamente a la
estafeta postal, era fuerza que supiera ya antes de partir de viaje, que no era otra que la empleada del correo la que
pagó el reembolso. Y nuestro paciente no podía menos que saber que era un error. A pesar de ello, se hizo un
juramento basado en ese error.

d. La introducción en el entendimiento de la cura (4° sesión): relata con mucha amplitud la historia de la enfermedad
de su padre. Se hizo el reproche de no haber estado presente en el momento de su muerte. Al comienzo el
reproche no era martirizador. Sólo un año y medio después el recuerdo de su omisión despertó y empezó a
martirizarlohorriblemente, a punto tal de tacharse de criminal y sólo los consuelos del amigo lo sostenían.
Cuando existe un falso enlace entre contenido de representación y afecto, osea entre magnitud del reproche y
ocasión para él, el contenido de representación consabido sólo ha caído en este lugar en virtud de un enlace falso.
Ahora bien, no estamos habituados a registrar en nosotros afectos intensos sin contenido de representación, y por
eso, cuando este falta, acogemos como subrogado otro que de algún modo convenga; es lo que hace nuestra
policía: si no puede atrapar al verdadero asesino, aprisiona en su lugar a uno falso.
En la 6° sesión relata que a los 12 años él amaba a una niña. Le acudió la idea de que ella le mostraría amor si a él le
ocurría una desgracia; se le puso en la cabeza que esta podría ser la muerte de su padre. Rechazó esta idea
enseguida y aún ahora se defiende de la posibilidad de hacer exteriorizado con ello un deseo.
La idea de la muerte del padre no se presentó por primera es en ese caso; es evidente que venía de antes. Idéntico
pensamiento le acudió una segunda vez como un relámpago medio año antes de la muerte de su padre. Le asombra
que fuera posible en él ese deseo, siendo que su padre era para él el más amado de los hombres. Yo respondo que
justamente ese amor intenso es la condición del odio reprimido. El mismo gran amor es el que no admite el odio.
Cierto que es un problema averiguar de dónde proviene ese odio y uno podría preguntarse por qué el gran amor no
ha podido extinguir al odio. Sólo cabe suponer que el odio se concentra con una fuente, con una ocasión, de
suerte que ello lo vuelve indestructible. Así, por un lado, un nexo de esta índole protegería del sepultamiento al
odio contra el padre, y por el otro, el gran amor le impediría devenir consiente.
Es para nosotros algo consabido que a los enfermos su padecer les procura una cierta satisfacción, de suerte que en
verdad todos se muestran parcialmente renuentes a sanar. Nuestro tratamiento se realiza bajo resistencias.

e. Algunas representaciones obsesivas y su traducción: Las representaciones obsesivas aparecen inmotivadas o


bien sin sentido. Esta tarea de traducción se consigue situándolas dentro de un nexo temporal con el vivenciar del
paciente, explorando la primera emergencia de cada idea obsesiva.
El paciente tenía un impulso suicida. Ocurrió cuando su dama viajó para cuidar a su abuela enferma. Mientras su
dama está ausente, él se empeñaba en estudiar para un examen. Mientras estudiaba, lo asaltó la añoranza por la
ausente y el pensamiento sobre la razón de su ausencia “¡Justo ahora tenía que enfermarse la anciana, ahora que yo
la añoro!” Lo se tradujo como un ataque de furia “¡Me gustaría viajar hasta allí y matar a la anciana que me roba a
mi amada!”. A esto sigue el mandamiento: “Mátate a ti mismo como autocastigo por semejantes bestialidades de
furia y muerte”. Así le sobrevenía la compulsión de cortarse el cuello con una navaja de afeitar.
11

El día en que ella partió, el tropezó contra una piedra de la calle y se vio obligado a removerla porque le vino la idea
de que dentro de unas horas el carruaje de ella pasaría por la misma calle y podría dañarse con esa piedra, pero
algunos minutos después se le ocurrió que era un disparate y se vio obligado a regresar y volver a poner la piedra
otra vez en su anterior lugar. Tras la partida de ella, se apoderó de él una compulsión de comprender que lo volvió
insoportable para los demás. Lo constreñía la comprender con exactitud cada sílaba que alguien le dijera.
La duda de la compulsión de comprender es una duda en cuanto al amor de ella. En nuestro enamorado se
embravece una lucha entre amor y odio dirigidos a la misma persona, y esa lucha es figurada en la acción
obsesiva, también de significado simbólico, de remover la piedra del camino por donde ella ha de pasar y luego
volver a deshacer ese acto de amor: reponer la piedra donde antes estaba, con el fin de que su carruaje tropiece y
ella se haga daño.
Tales acciones obsesivas de dos tiempos, cuyo primer tiempo es cancelado por el segundo, son de ocurrencia
típica de la neurosis obsesiva. Se trata siempre de la oposición entre amor y odio. En vez de llegarse (como en la
histeria) a un compromiso que contenta a ambos opuestas en una sola figuración, aquí los dos opuestos son
satisfechos por separado, sin que se intente establecer entre esos opuestos algún tipo de enlace lógico.

f. El ocasionamiento de la enfermedad: En la histeria es regla que las ocasiones recientes de la enfermedad


sucumban a la amnesia igual que las vivencias infantiles. En la neurosis obsesiva sucede de otro modo. Es posible
que las premisas infantiles de la neurosis sucumban a una amnesia; en cambio, las ocasiones recientes de la
enfermedad se encuentran conservadas en la memoria. En lugar de olvidar al trauma le ha sustraído la investidura
de afecto, de suerte que en la conciencia queda como secuela un contenido de representación indiferente
consideradoinesencial.
El neurótico obsesivo tiene noticia de sus traumas como que no tiene noticia de ellos. En efecto tiene noticia de
ellos en la medida en que no los ha olvidado, pero no tiene noticia de ellos puesto que no discierne su significado.
Enfermos obsesivos que padecen de autorreproches y han anudado sus afectos a ocacionamientos falsos, no es
raro que hagan al médico la comunicación correcta sin vislumbrar que sus reproches están simplemente
divorciados de esta última.
Antes de conocer a la madre, su padre había hecho la corte a una muchacha pobre y linda. He ahí la prehistoria. Tras
la muerte del padre, uno de los primos había expresado su buena disposición para entregarle una de sus hijas
cuando é terminara sus estudios. Este plan le encendió el conflicto: si debía permanecer fiel a su amada pobre o
seguir las huellas del padre y tomar por esposa a la rica y distinguida muchacha que le habían destinado. Lo
solucionó enfermando, mejor dicho, enfermando se sustrajo de latarea de solucionarlo en la realidad objetiva. El
refugio en la enfermedad le fue facilitado por la identificación con el padre.

g. El complejo paterno: El padre de nuestro paciente fue un hombre de excelentes dotes. Lo singularizaban un
cordial humor y bondadosa indulgencia hacia los demás. El hijo no exageraba al declarar que se habían tratado como
mejores amigos, salvo en un único punto (Era fuerza que se debiera a ese solo punto que el pensamiento de la
muerte del padre ocupara al pequeño con intensidad abusiva): el padre había entrado en una neta oposición con el
erotismo del hijo tempranamente despertado. Varios años después de la muerte del padre, se le impuso al hijo,
cuando por primera vez experimentó la sensación de placer de un coito “¡Pero es grandioso! A cambio de ello uno
podría matar a su padre”.

Primer enigma: porque los dos dichos del capitán checo (el cuento sobre las ratas y su reclamación de devolver el
dinero a A) le provocaron tanta emoción y reacciones patológicas tan violentas.
-Nuestro paciente se encontraba dentro de una identificación inconciente con su padre. Una vez el padre había
perdido en el juego de naipes una suma de dinero al cual un camarada le prestó. Después lo buscó a este camarada
para devolverle el dinero pero nunca lo encontró. Las palabras del capital “Tienes que devolver las 3.80 coronas al
teniente A” le sonaron como una alusión a la deuda impaga al padre.
- El castigo de las ratas despabiló sobre todo al erotismo anal, que en su infancia había desempeñado considerable
papel y se había mantenido durante años por un estímulo constante debido a los gusanos que padeció (lombrices
intestinales). Así, las ratas llegaron al significado de dinero, nexo señalado al ocurrírsele al paciente para ratas
(Ratten), cuotas (Raten). Todas sus representaciones fueron asentadas a través de este puente de palabras cuotas-
ratas, en lo obsesivo y arrojadas a lo Icc.
La rata era consabida además como portadora de infecciones; y en otro sentido, portador de la infección sifilítica era
el pene mismo. EL pene del niño pequeño, que puede ser descrito sin más como un gusano y en el cuento del
12

capitán las ratas cavaban en el ano como un su infancia lo hacían los grandes gusanos. Así, el significado de pene de
las ratas descansaba a su vez en el erotismo anal.
En muchas configuraciones de sus delirios obsesivos, las ratas significaban también hijos. La dama a quien admiró
durante años, con la cual no podía casarse, estaba condenada a no tener hijos a consecuencia de una operación
ginecológica, y aún era esto para él, que amaba a los niños, la principal razón de sus vacilaciones.
Cuando el capitán le alcanza el paquete y le reclama devolver las 3.80 coronas a A, él ya sabe que el jefe cruel se
equivoca y que su deuda es sólo con la señorita encargada de la estafeta postal. Pero desde el complejo paterno,
revuelto entretanto, y desde el recuerdo de aquella escena infantil, se le plasma la respuesta: “sí, devolveré el
dinero a A si mi padre y mi amada tienen hijos” o “Tan cierto como que mi padre y la dama pueden tener hijos,
devolveré el dinero a él”. Vale decir, una afirmación solemne anudada a una condición incumplible.
Ahora bien, la blasfemia de él contra las dos personas que le eran más caras, padre y amada, esto pedía un castigo,
y la punición consistió en imponerse un juramento imposible de cumplir “Ahora tienes que devolver realmente el
dinero a A”. De este proceso llega a su conciencia sólo una noticia borrosa, pero la sublevación contra el
mandamiento del capitán y el vuelco hacia lo contrario están por cierto subrogados en su conciencia (primero no
devolver el dinero, de lo contrario aquello sucede… y luego la mudanza en la orden juramentada contraria como
castigo por la sublevación).
Cuando vaciló tanto tiempo sobre si viajaría a Viena o permanecería para cumplir el juramento, lo que en verdad
hacía era figurar en una unidad los dos conflictos que desde siempre lo habían movido: si debía obedecer al padre o
si debía permanecer fiel a la amada.

EL HOMBRE DE LAS RATAS: SOBRE LA TEORÍA


A. Algunos caracteres generales de las formaciones obsesivas: Freud plantea que su definición de las
representaciones obsesivas es objetable, ya que muestra un excesivo empeño unificador. Prefiere hablar de pensar
obsesivo, como concepto más amplio. En la neurosis obsesiva, en la lucha defensiva secundaria, lo que deviene
consciente está desfigurado. Hay una formación de compromiso entre el pensar consciente e inconsciente. Tales
formaciones las llama delirios. Cuando Paul (El hombre de las Ratas) estudiaba a media noche y esperaba desnudo
en el espejo la aparición de su padre, procuró rectificarse con esta amonestación “¡qué diría el padre si realmente
viviera todavía!”, sin embargo, esto no tuvo efecto y la fantasmagoría sólo cesó con la amenaza delirante. Si vuelve
hacer algo así al padre le pasará algo en el más allá. Los enfermos no tienen noticia del contenido de sus
representaciones obsesivas. Freud nos dice que hay dos caminos para esclarecer las formaciones obsesivas:
mediante la interpretación de los sueños y la indagación analítica de un historial. El clínico se da cuenta que varias
representaciones obsesivas son una sola y llevan la huella de la defensa de la lucha primaria. La desfiguración de
las representaciones es visible tanto en la lucha primaria como secundaria.

B. Algunas particularidades psíquicas de los enfermos obsesivos; su relación con la realidad, la superstición y la
muerte: Paul muestra un alto grado de superstición y a la vez no lo es. Estás convicciones son contrapuestas. El
paciente creía en sueños proféticos y signos premonitorios. Freud le muestra al paciente que es parte activa de la
fabricación de los milagros, llegando éste a confesar sus técnicas y artilugios. Respecto de sus pensamientos y
sentimientos omnipotentes, los cuales se encuentran relacionados con la manía de grandeza que tienen origen en la
infancia, Freud pone como ejemplo, cuando el paciente deseó la muerte a un hombre que ocupó una habitación de
hotel que él quería, que posteriormente tuvo un ataque de apoplejía. La segunda vivencia se relaciona con el
rechazo a una mujer que lo cortejaba y que luego se suicidó.
El enfermo está constreñido a sobreestimar el efecto que sus sentimientos hostiles generan en el medio exterior. Sus
mociones hostiles son hiperpotentes y por tanto de esos sentimientos, emanan sus pensamientos obsesivos, de los
cuales el paciente se defiende sin lograrlo y no comprende de donde provienen. La producción de incertidumbre es
el medio que ocupa la neurosis para sacar a los enfermos de la realidad y aislarlo del mundo circundante. Los
obsesivos esquivan todo lo que genere certidumbre, de esta forma se aferran a la duda. Así, el paciente evade las
noticias que le permitan la certidumbre sobre quién operó a su amada y si le extirparon o no sus dos ovarios. No es
capaz de preguntarle a ella y así resolver la duda. También se ve en la relación del paciente con la muerte: Paul era
asiduo a participar en funerales y en su fantasía mataba gente paraempatizar con los deudos. Además desde
pequeño lo ocupaba el pensamiento de la muerte del padre, lo que hace pensar que el origen de su enfermedad
sería una reacción frente a esta compulsión que lo habría ocupado por tantos años. Un año y medio después de la
muerte del padre, surge el temor obsesivo relacionado con éste, para desafiar la realidad con la extensión de sus
13

temores al más allá. Freud expresa que los obsesivos necesitan la posibilidad de muerte para solucionar conflictos
no resueltos y es así como en cada conflicto idean la muerte de alguna persona significativa.

C. La vida pulsional y la fuente de la compulsión y la duda: La vida pulsional y la fuente de la compulsión y la duda
son las fuerzas psíquicas latentes que dan cuenta del origen de la enfermedad. Estas fuerzas en el devenir cotidiano
de Paul, se van haciendo presentes hasta desencadenar la neurosis, la cual es gatillada cuando el paciente se
encuentra ante la posibilidad de casarse con una mujer distinta de su enamorada. Al mismo tiempo, aparecían en
Paul mociones opuestas (amor-odio) en relación a su amada. Respecto de ella, los sentimientos hostiles se hacían
más conscientes a diferencia de su padre. En cuanto a él, sustrajo de la consciencia toda hostilidad originada en la
infancia, reprimiendo todos esos afectosnegativos, acto en el que se funda la enfermedad en el paciente.
En cuanto a la oposición entre el padre y la amada, -si bien en los primeros años en los niños la elección de objeto
tiene un carácter intransigente- o el uno o el otro, con el tiempo esa contradicción deja de ser excluyente, lo que no
sucede en Paul, ya que él asocia a que si ama a esa mujer debe odiar al padre y viceversa, por tanto, ambas
mociones conviven en forma extrema dentro del paciente, lo cual es posible cuando una de estas mociones se
traslada al inconsciente, mientras que la que permanece consciente crece para mantener a la otra reprimida. Esto
último es una característica propia de la neurosis obsesiva, donde en los casos de odio inconsciente, el
componente sádico del amor se desarrolla intensamente observando ternura excesiva en el sujeto. Existen
entonces dos fuerzas pulsionales opuestas que conllevan como consecuencia una paralización de la voluntad, o
sea, la incapacidad de decidir. Es a partir de ello, que se va instalando la compulsión de la duda principalmente al
dudar de las medidas protectoras que desarrolla el paciente frente a sus representaciones, ya que al hacerlo, el
enfermo tiende a repetir compulsivamente la medida para desterrar la duda.La incertidumbre que deviene de que
si va a funcionar o no la medida protectora, surge de la mociones hostiles inconscientes que hacen finalmente que la
medida no funcione y se tenga entonces que repetir. La compulsión tiene como función hacer desaparecer la duda,
es decir, dejar de estar paralizado frente a la voluntad. Para ello, la energía de la moción hostil se desplaza hacia la
moción tierna, manifestándose la compulsión que se exterioriza en mandamientos y prohibiciones. Si esta
compulsión no es llevada a cabo la energía se acumula, la tensión aumenta y deviene la angustia . Además de estas
compulsiones, también existe un pensamiento obsesivo. Mediante una suerte de “regresión”, el pensar sustituye a la
acción, es decir, se impone de manera compulsiva el pensamiento ante la acción, en tanto toda la energía que el
paciente descarga por medio de la acción es gastada en aquellos pensamientos que reemplazan estas acciones. La
“regresión” del actuar al pensar, Freud la explica a partir de la represión que se ejerce en la sexualidad infantil y
sobre su temprana emergencia, la cual, trae como consecuencia que el niño sexualice su pensamiento y obtenga
placer a partir de éste.
Por otra parte, los pensamientos obsesivos al hacerse conscientes siempre aparecen desfigurados, lo cual dificulta
el acceso a la idea obsesiva que impera detrás. Esta dificultad se explica por dos factores: primero, la situación
patógena y la idea obsesivano se presentan en el mismo tiempo; y segundo, el contenido de la idea obsesiva tiende a
generalizarse en el pensamiento obsesivo. Finalmente Freud, a partir de este caso refiere que lo característico de la
neurosis obsesiva ha de buscarse en las constelaciones psicológicas del paciente más que en la vida pulsional, dado
que lo que observó en Paul es que estaba fragmentado en tres personalidades: una inconsciente, relacionada a las
mociones sofocadas tempranamente y dos preconscientes: entre las cuales oscilaba su consciencia sustentando
diversas cosmovisiones.
“El Hombre de las Ratas”, es un caso exitoso en la obra de Freud, en tanto que el paciente logra restablecer su
personalidad, pudiendo realizar su vida en forma normal.
Junto con ello, a partir de este caso, Freud logra también dilucidar variadas incógnitas sobre la neurosis obsesiva,
particularmente sobre su génesis, sus características y la formación de síntoma, no obstante, plantea que siguen
habiendo enigmas en torno a ella.

CARÁCTER Y EROTISMO ANAL - FREUD


Las personas que me propongo describir sobresalen por mostrar las siguientes tres cualidades:
- Son ordenadas,incluye tanto el aseo corporal como la escrupulosidad en el cumplimiento de pequeñas
obligaciones y la formalidad. Lo contrario sería: desordenado, descuidado.
- Son ahorrativas, el carácter ahorrativo puede aparecer extremado hasta la avaricia
- Son pertinaces(terquedad), la pertinacia acaba en desafío, al que se anudan la ira y la manía de venganza.
De la historia de estas personas en su primera infancia se averigua con facilidad que les llevó un tiempo
relativamente largo gobernar la incontinencia fecal. De esas indicaciones inferimos, en su constitución sexual
congenita, un resalto erógeno hipernítido de la zona anal; pero como concluida la niñez no se descubre en estas
14

personas nada de tales flaquezas y originalidades, ya que la zona anal ha perdido su significado erógeno en el curso
del desarrollo, y luego conjeturamos que la constancia de aquella tríada de cualidades de su carácter puede
lícitamente ser puesta en conexión con el consumo del erotismo anal.

Hacia la época de la vida designado como «período de latencia sexual», se crean en la vida anímica unas formaciones
reactivas, como la vergüenza, el asco y la moral, que a modo de unos diques se contraponen al posterior quehacer
de las pulsiones sexuales. Ahora bien: el erotismo anal es uno de esos componentes de la pulsión que se vuelven
inaplicables para metas sexuales.
El aseo, el orden, la formalidad causan toda la impresión de ser una formación reactiva contra el interés por lo sucio,
lo perturbador, lo que no debe pertenecer al cuerpo. Vinculando la terquedad con la educación, cabe recordar que
ya el lactante puede mostrar una conducta porfiada ante la deposición de las heces, y que la estimulación dolorosa
sobre la piel de las nalgas que se enlaza con la zona erógena anal es universalmente empleada por la educación para
quebrantar la pertinacia del niño, para volverlo obediente.
Los nexos más abundantes son los que se presentan entre los complejos, en apariencia tan dispares, del interés por
el dinero y de la defecación. El interés originariamente erótico por la defecación está destinado a extinguirse en la
madurez; en efecto, en esta época el interés por el dinero emerge como un interés nuevo, inexistente en la infancia;
ello facilita que la anterior aspiración sea conducida a la nueva meta emergente.

ACCIONES OBSESIVAS Y PRÁCTICAS RELIGIOSAS- FREUD


El ceremonial neurótico consiste en pequeñas prácticas, restricciones, ordenamientos, que responden a leyes. El
propio enfermo es incapaz de abandonarlas, pues cualquier desvío del ceremonial se castiga con una insoportable
angustia que enseguida fuerza a reparar lo omitido. La escrupulosidad de la ejecución y la angustia si es omitida
singularizan al ceremonial como una “acción sagrada”.
Tanto compulsión como prohibición solo afectan, al comienzo, a las actividades solitarias de los seres humanos, y
durante largo tiempo dejan intacta su conducta social; a ello se debe que los enfermos puedan habérselas con su
padecer y ocultarlo años y años como si fuera un asunto privado.
Las semejanzas entre el ceremonial neurótico y las acciones sagradas del rito religioso:
- La angustia de la conciencia moral a raíz de omisiones
- El pleno aislamiento respecto de todo obrar (la prohibición de ser perturbado)
- La escrupulosidad con q se ejecutan detalles
Las diferencias:
- Diversidad individual de las acciones ceremoniales (neuróticas) por oposición a la estereotipada del rito (rezo, etc.)
- Carácter privado por oposición al público
- Los pequeños agregados del ceremonial religioso son simbólicamente plenos y con sentido, mientras q los del
neurótico aparecen necios y carentes de sentido

Quien padece de compulsión y prohibiciones se comporta como si estuviera bajo una conciencia inconsciente de
culpaquehaya permanente refrescamiento en la tentación, renovada por cada ocasión reciente; y por otra parte
genera angustia de expectativa siempre al acecho, una expectativa de desgracia que, por medio del castigo, se anuda
a la percepción interna de la tentación.
El ceremonial comienza como una acción de defensa o de aseguramiento, como una medida protectora.
El hecho primero que está en la base de la neurosis obsesiva es la represión de una moción pulsional que tuvo
permitido exteriorizarse durante algún tiempo en su vida infantil y luego cayó bajo la sofocación. A raíz de la
represión nace una especial escrupulosidad dirigida a la meta de la pulsión, pero esta formación psíquica reactiva no
se siente segura, sino amenazada de continuo por la pulsión que acecha en lo inconsciente. El influjo de la pulsión
reprimida es sentido como tentación, y en virtud del propio proceso represivo se genera la angustia, que se apodera
del futuro como una angustia de expectativa. El proceso de la represión que lleva a la neurosis obsesiva debe
calificarse de imperfectamente logrado y amenazado cada vez más por el fracaso, y se requieren siempre nuevos
empeños psíquicos para contrabalancear el constante esfuerzo de asalto de la pulsión. Así, las acciones ceremoniales
y obsesivas nacen en parte como defensa frente a la tentación, y en parte como protección frente a la desgracia
esperada. Para la tentación, las acciones protectoras parecen resultar pronto insuficientes; emergen entonces las
prohibiciones destinadas a mantener alejada la situación de tentación. Las prohibiciones sustituyen a las acciones
obsesivas, del mismo modo como la fobia quiere ahorrar el ataque histérico.
El mecanismo de desplazamiento psíquico es el que gobierna los procesos anímicos de la neurosis obsesiva, y así el
ceremonial se liga a acciones de la vida cotidiana y se exterioriza en necios preceptos y limitaciones de aquellas.
15

Entonces: la neurosis obsesiva es un correspondiente patológico de la formación de la religión; sería una religiosidad
individual, y la religión una neurosis obsesiva universal. La concordancia más esencial es la renuncia, en ambas
subyacente, al quehacer de unas pulsiones dadas constitucionalmente; la diferencia más decisiva: la naturaleza de
estas pulsiones (en la neurosis obsesiva son exclusivamente sexuales y en la religión son de origen egoísta).

ENCICLOPEDIA DE PSIQUIATRÍA - VIDAL


OBSESIONES: La N. Obsesiva se caracteriza por la aparición en la conciencia de ideas, sentimientos o actos que
invaden al sujeto, a los que éste siente extraños, patológico. El paciente se siente incapaz de neutralizarlos, se le
imponen a su pesar, inhibiendo toda otra actividad yoica.
La compulsión es un rasgo básico. Esta se define como un tipo de conducta que el sujeto se ve obligado a realizar por
acción de una exigencia interna, y cuyo incumplimiento genera angustia.
El pensamiento se centra en alguna idea ajena a su interés habitual. Alrededor de la misma se lleva a cabo una
actividad intelectual agotadora. El obsesivo se ve obligado a realizar actos cuya ejecución no le brinda placer. Estos
actos obsesivos recaen sobre situaciones cotidianas insignificantes, que pueden desplazarse indefinidamente de una
situación a otra pero nunca suprimirse. Las obsesiones-compulsiones se manifiestan por la aparición en la
conciencia de una idea acerca de un acto a realizar, acto en general contrario a los principios morales. Así, una
madre podría experimentar la idea obsesivo-compulsiva de matar a su hijo.
Formas más habituales de presentación del cuadro clínico:
1. Fobia al contacto o delirio de contacto: priva en ella el temor al contagia, a la suciedad
2. Locura de la duda: el paciente se siente constantemente en duda e inseguro acerca de si ha realizado o no
determinado acto.
3. Obsesiones religiosas: las preocupacionessacrilegias y las medidas de autopunición dominan su atención.
4. Onomatomía y Aritmomanía: la primera se refiere a la compulsión de pronunciar palabras obscenas; la segunda a
la compulsión de realizar infinitos cálculos.
5. Obsesión de actos criminales: aparece una idea de tipo agresiva (suicidio, homicidio, etc.) a menudo absurda

TEMÁTICA OBSESIVA:
1- Temas religiosos, sagrados y metafísicos: las temáticas de lo divino y lo sagrado, del pecado mortal, del sacrilegio,
se presentan a menudo acompañándose de arrepentimientos cada vez más exagerados e insuficientes.
2. Temas morales: secretamente asoman deseos de transgredir normas.
3. Temas de pureza y cuidado personal: temores al contagio, a la suciedad, enfermedad.
4. Temas de orden, simetría, completud y precisión: necesidad de perfección, y control de los propios impulsos.
5. Tema de la muerte: especulaciones acerca del más allá y de la posible muerte de las personas queridas.

SÍNTOMAS OBSESIVOS: son un conjunto de actos psíquicos cuyo censido escapa al sujeto que los experimenta. Estos
síntomas obsesivos absurdo se aclaran cuando logramos encontrar su relación con la vida del paciente.
Un rasgo de la N. Obsesiva es la ausencia de amnesia. Los motivos actuales de la enfermedad se conservan en la
memoria del enfermo pero despojados de su carga afectiva. Se produce una separación entre el quantum de afecto
y la representación. El afecto permanece libre y es desplazado hacia otros contenidos, estableciéndose falsos
enlaces. A través del mismo se carga una representación, en sí misma indiferente. Este mecanismo muestra la acción
de dos de los mecanismos de defensa propios de la neurosis obsesiva: el desplazamiento y el aislamiento.

EVOLUCIÓN DE LA NEUROSIS OBSESIVA: esta es bifásica:


1- En un primer tiempo se centra la producción de formaciones reactivas contra los impulsos peligrosos.
2- En un segundo tiempo, este mecanismo defensivo fracasa, se produce el retorno de lo reprimido que provoca la
aparición de los reproches y remordimientos. Domina la formación de los síntomas negativos sobre todo la
utilización del aislamiento y el desplazamiento como defensas. Ambas son denominadas defensas primarias.
Las defensas secundarias determinan la desaparición de la angustiay de los síntomas mismos a través de la
erotización del pensamiento, que se manifiesta a través de la anulación, los rituales, las dudas y los conjuros.

La N. Obsesiva, como cuadro clínico, aparece recién en la latencia, una vez formado el superyó y atravesada la
situación edípica. La pubertad, con su incremento de las pulsiones sexuales es para Freud el desencadenante
primordial del retorno de lo reprimido y el comienzo clínico del cuadro obsesivo.
16

Freud define a la N. Obsesiva como un “reproche transformado que implica siempre un retorno de lo reprimido,
relacionado con el acto sexual infantil realizado con placer”. El núcleo de la N. Obsesiva es definido como un impulso
sexual infantil (sádico-anal) que se manifestó durante la niñez y que sucumbió luego a la represión. Este impulso
actúa desde el Icc comouna fuente constante de tentación, frente al cual se enfrenta la censura.
Los deseos fálicos constituyen para Freud la característica central del neurótico obsesivo; se trata de la regresión
libidinal a la fase sádico-anal. Esta regresión está marcada por el fracaso en la elaboración del conflicto edípico, que
reaparece entones bajo el disfraz sádico-anal. Es clave en este momento el control esfinteriano, que coloca al niño
en una encrucijada entre dos actitudes:
- Actitud narcisista de resistencia frente al deseo materno. Origen del desafío y la obstinación como rasgos de
carácter, íntimamente unida al deseo de conservar el placer autoerótico anal.
- Actitud de amor objetal, de renuncia al propio placer, a la satisfacción autoerótica en aras del amor materno.

El yo del obsesivo es el escenario en el cual luchan los derivados del ello y el superyó. El yo intenta satisfacer a
ambos, produciéndose como consecuencia su paralización. El yo mantiene simultáneamente un tenaz apego a la
realidad por un lado, y por otro, se encuentra gobernado por una regresión tópica. Regresa al periodo de
omnipotencia mágica del pensamiento y la palabra, en el cual acto y pensamiento se confunden. Típico ej. de estos
actos de carácter mágico son a aquellos actos obsesivos, como en el caso del Hombre de las Ratas, quien sacaba una
piedra del camino y luego se sentía obligado a colocarla, luchando así contra sus deseos de venganza frente a la
partida de la misma, deseos que lograban expresarse en el segundo tiempo, al volver a colocar la piedra.

SEMINARIO 4, CLASE 13 - LACAN


La privación se trata especialmente del hecho de que la mujer no tiene pene, esta privada de él. La castración toma
como base la aprehensión en lo real de la ausencia de pene en la mujer. Hay una parte de los seres que están
castrados, castrados en la subjetividad del sujeto. EN lo real, en la realidad, están privados.
La propia noción de privación implica la simbolización del objeto en lo real, ya que en lo real, nada está privado de
nada. Todo lo que es real se basta a sí mismo. Lo real es pleno. Si introducimos en lo real la noción de privación es
porque ya lo hemos simbolizado suficientemente.
El objeto en cuestión en este caso es el pene. En el momento y al nivel en el que hablamos de privación, es un objeto
que se nos presenta en el estado simbólico. En cuanto a la castración se refiere a un objeto imaginario.
- Padre Simbólico: es el significante del que nunca se puede hablar sin tener presente al mismo tiempo su necesidad
y carácter, que debemos aceptar por lo tanto como un hecho del mundo del significante.
- Padre Imaginario: es con él con quien siempre nos encontramos. A él se refiere la dialéctica de la agresividad, de la
identificación, de la idealización por la que el sujeto accede a la identificación con el mismo. Es el padre terrorífico
que reconocemos en el fondo de experiencias neuróticas y no tiene en absoluto relación alguna con el padre real.
- Padre Real: es algo muy distinto, que el niño muy difícilmente ha captado, debido a la interposición de los
fantasmas y la necesidad de la relación simbólica. Es al padre real a quien conferimos la función destacada en el
complejo de castración.

Juanito, a partir de los cuatro años y medio hace lo que se llama una fobia, es decir, una neurosis. Su padre es un
buen tipo, lo mejor que pueda haber como padre real.
Juanito es objeto de los más tiernos cuidados por parte de su madre, y su padre, se encuentra por fuera del juego de
esta situación, pues diga lo que diga, las cosas siguen su curso decididamente. La madre no tiene en cuenta en lo
más mínimo las observación sugeridas por el personaje del padre.
Juanito no está frustrado de nada, no está privado de nada. La masturbación misma, en ese momento, no acarrea
ninguna angustia, y así el niño sigue masturbándose.
La madre para él es el objeto de amor, objeto deseado en cuanto su presencia. La madre es de entrada madre
simbólica y sólo tras la crisis de la frustración empieza a realizarse. La madre objeto de amor puede ser en cualquier
momento la madre real en la medida en que frustra ese amor.
En la relación con la madre, el niño siente el falo como centro del deseo de la madre. EL niño se presenta a la madre
como si él mismo le ofreciera el falo. Puede identificarse con la madre, identificarse con el falo, identificarse con la
17

madre como portadora del falo o presentarse como portador de falo. El niño asegura a la madre que puede
colmarla, no sólo como niño, sino también en cuanto al deseo y en cuanto a lo que le falta.
Juanito fantasea constantemente con el falo. EL falo es verdaderamente el eje, el objeto central de la organización
de su mundo. ¿Qué es lo que cambia, si no ocurre nada crítico en la vida de Juanito? Lo que cambia es que su pene
empieza a convertirse en algo muy real. Su pene empieza a moverse y el niño empieza a masturbarse. Su pene se ha
convertido en real. Podemos preguntarnos si no hay una relación entre este hecho y lo que surge en ese momento,
la angustia. La angustia es correlativa del momento de suspensión del sujeto, en un tiempo en el que ya no sabe
dónde está, hacia un tiempo en el que va a ser algo en lo que ya nunca podrá reconocerse.

Hasta aquí, el niño se encuentra en el paraíso del señuelo. El trata de deslizarse, de integrarse en lo que es para el
amor de la madre. Pero en cuanto interviene su pene real, el niño cae en su propia trampa, engañado por su propio
juego, confrontado con la inmensa hiancia que hay entre cumplir con una imagen y tener algo real que ofrecer. Lo
que juega el papel decisivo es que eso que él puede ofrecer se le antoja como algo miserable. El niño queda
prisionero, se convierte en blanco, en elemento pasivizado de un juego que le deja a merced de las significaciones
del Otro. El niño queda completamente pendiente de las indicaciones de su partner. Así, en la medida en que no
interviene el padre simbólico, el niño se encuentra a merced de la mirada del Otro.
El complejo de castración traslada al plano puramente imaginario todo lo que está en juego en relación con el falo.
La intervención del padre introduce aquí el orden simbólico con sus defensas, el asunto ya no está en manos del
niño, se resuelve en otra parte. El orden simbólico interviene precisamente en el plano imaginario. La castración
afecta al falo imaginario. Lo interesante es que en Juanito no pasa nada de esto. Juanito está metido en el punto de
encuentro entre el pene y el juego imaginario del señuelo. Se produce entonces una regresión. En este caso en el
que el niño es el centro, la regresión se produce cuando ya no alcanza a dar lo que hay que dar, y su insuficiencia le
produce el más profundo desasosiego.
Si la fobia termina en una cura satisfactoria como pocas es porque intervino el padre real, que tan poco había
intervenido hasta entonces, y por otra parte pudo intervenir únicamente porque detrás estaba el padre simbólico,
que es Freud.

También podría gustarte