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Soy Francisco,
gran caballero
de sombrías batallas.
Soy Francisco,
diminuto punto sobre la tierra.
Y tú eres el Sol,
gran astro en el firmamento.
Estamos distantes, pero cercanos.
Somos distintos, pero iguales.
Porque yo estoy en ti y tú en mí.
Ésta es mi historia.
Ésta es tu historia.
CUANDO ERA JOVEN
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COMO ALONDRAS Y ARDILLAS
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LA HERMANA CLARA
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Y miro en los ojos luminosos de Clara,
en sus ojos profundos, y veo dos soles.
Dos grandes soles.
Tú, hermano Sol, estás en los ojos de Clara,
estás dentro de ella.
Entonces sonrío.
Bienvenida, bienvenida entre nosotros.
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Corre hacia nosotros, que la estamos esperando.
Habíamos encendido muchas antorchas, una por cada hermano.
Son pequeñas lucecitas, pero todas juntas forman una grande,
tan grande como de día es tu luz, hermano Sol.
Y la noche desaparece. Clara llega en medio de la luz que la rodea.
Y en la luz se pone un hábito tosco.
Y en la luz corta su bella y larga cabellera.
Y en la luz Clara resplandece.
Y en la luz Clara renace.
En esta noche, noche de luz, nace la hermana Clara.
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Llegan con lámparas y antorchas, con canastas y corderos.
Llegan con sus dones. Les hablo a ellos y a mis hermanos.
“En una noche como ésta nació un niño, el niño de Belén. Jesús.
Nació pobre, sin casa, sin chimenea. Nació entre la paja tosca.
Nació en el frío, calentado sólo por un burro y un buey.
Entren a la gruta, adoren al niño y recuérdenlo siempre”.
Los pastores y los aldeanos se detienen en oración. ¿Y mis hermanos?
Mis hermanos están arrodillados en la nieve.
Ya no sueñan con una casa ni con una chimenea.
Su único sueño, su único pensamiento está en el niño pobre de Belén.
Queridos, queridos hermanos. Querida noche de Navidad.
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POR EL MONTE, CERCA DE TI
Han pasado muchos años desde que comencé solo y descalzo tu camino,
hermano Sol. He encontrado a muchos hermanos, y ahora
recorren sin mí tu camino. Lejos, lejos, más allá de los montes
y de los mares. Por mi parte, ya estoy muy cansado y enfermo.
Deseo estar solo. Solo contigo. Subo lentamente la montaña,
esa alta montaña llamada La Verna, para estar más cerca de ti.
¡Cuántas calles recorrí, en cuántas ciudades,
en cuántas iglesias hablé de ti!
Siempre he amado las iglesias. Prediqué en iglesias pequeñas y pobres,
en iglesias ricas y majestuosas. Pero mi iglesia preferida
está en esta montaña. Su pavimento es la roca escarpada a la que me trepo,
sus paredes son los árboles que acaricio y su techo es el cielo que admiro.
Y en el cielo estás tú, hermano Sol. Hoy te siento más vivo, más luminoso,
más ardiente, más límpido. Jamás te sentí tan cercano. ¡Cómo quemas,
hermano Sol! ¡Cómo queman tus rayos! Eres demasiado caliente,
hermano Sol, y yo demasiado pequeño para contener todo tu calor.
Entonces caigo sobre la hermana tierra y mis ojos se cierran.
Luego despierto, me levanto de nuevo. Veo tus señales sobre mis manos
y mis pies, sobre mi costado. Me quemaste, hermano Sol,
pero no siento dolor. Más bien río, miro mis heridas y río. Río fuerte.
Jamás como hoy te sentí dentro de mí.
LA ÚLTIMA HERMANA
Ya hace bastante tiempo que estoy enfermo. Cada día más enfermo
y más feliz. Ahora ya estoy ciego, pero veo claramente.
Veo toda mi vida. Veo todas las cosas que me diste, hermano Sol.
¡Cuántas cosas bellas vieron mis ojos!
¡A cuántos hermanos y hermanas vieron!
Pero la más bella, la más hermosa de todas las hermanas la encuentro ahora.
Hela aquí. “Ven, mi dulce hermana, te saludo y te bendigo, ven hacia mí”.
“¡Estás loco, Francisco!”.
También tú. Hasta el final me llaman loco.
“Yo soy la muerte, destruyo, cargo lágrimas y dolor.
Mira dentro de mis ojos lóbregos. Soy el horror, las tinieblas, el final”.
“Tus ojos son lóbregos, pero en el fondo de la oscuridad,
más allá de la tiniebla brilla la luz, y en la luz no hay final.
Yo te veo dulce, te veo hermosa”.
“¿Qué clase de hombre eres, Francisco? Todos me odian, me alejan,
me escupen de frente, me maldicen.
Tú, en cambio, me llamas hermana, me buscas, me deseas.
Tú, entre todos los hombres, sólo tú”.
“Abrázame, hermana mía, abrázame y llévame contigo”.
Y ella me envuelve en su capa, y en el abrazo percibo un sobresalto.
La muerte, la muerte sin piedad… llora.
DENTRO DE TI