Está en la página 1de 17

DERECHO CIVIL 3 – CONTRATOS – PROGRAMA 2020

BOLILLA 1
II) UBICACIÓN Y METODO EN EL CCYC

DEFINICION Y ANALISIS

Según el art. 957 “el contrato es el acto jurídico mediante el cual dos o mas partes manifiestan su
consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas patrimoniales”.

La definición dada por el CCyC hace referencia a 2 aspectos. Por un lado, el acuerdo de voluntades
manifestado en el consentimiento tiende a reglar relaciones jurídicas con contenido patrimonial. Por otro lado,
recepta un contenido amplio del contrato, desde que abarca no solo la creación de tal relación jurídica, sino
también las diferentes “vicisitudes” (Alternativa de sucesos prósperos y adversos) que ella puede tener, tales
como las modificaciones que las partes puedan introducir con posterioridad a la celebración del contrato,
transferencia a 3ros de las obligaciones y derechos que nacen del contrato y hasta la extinción mismo del
contrato por el acuerdo de voluntades.

El CCyC define al contrato como una especie del género acto jurídico, acto voluntario y lícito que tiene la
particularidad de que se establece por el consentimiento de dos o más partes.

La definición es la puerta de ingreso a un concepto sumamente complejo, porque presupone necesariamente


un conjunto de elementos y de factores que se encuentran entre las líneas de su enunciado, pues es claro que
la voluntad a la que se hace referencia debe ser expresada por sujetos capaces; adecuadamente exteriorizada;
no encontrarse afectada por algún vicio (error, dolo o violencia), ni haber dado lugar a un acto jurídico que
adolezca de lesión, simulación o fraude; a lo que se agrega que dicho acto debe respetar las exigencias que, en
materia de objeto y causa, establece el propio Código.

CÓDIGO DE Vélez: El Código de Vélez, siguiendo el ESBOZO de Freitas, incorporó un título destinado a tratar,
en general, los hechos y actos jurídicos. No lo hizo en una Parte General como el precedente, sino en el Libro
Segundo, al legislar sobre "Los derechos personales en las relaciones civiles". Este Libro dedica su Sección I al
tratamiento de las obligaciones en general; luego, en la Sección II, se refiere a los hechos y actos jurídicos; y
culmina con una Sección III, consagrada a los contratos. Este método significó un considerable mejoramiento
del seguido por el Código Civil francés que ejercía, al tiempo de la sanción del Código Civil, un influjo
predominante en el proceso de codificación del siglo pasado.

CONTRATO Y CONVENCION

Algunos códigos omiten toda definición del contrato, limitándose a reglar sus efectos (código alemán, código
portugués). Por lo que cabe preguntarse si contrato, convención y convencion jurídica son sinónimos.

Tradicionalmente, se entiende que la convención es el acuerdo de voluntades sobre relaciones ajenas al


campo del derecho, como puede ser un acuerdo para jugar un partido de futbol o para formar un conjunto de
música entre adicionados, etc. La convención jurídica, en cambio, se refiere a todo acuerdo de voluntades de
carácter no patrimonial, pero que goza de coacción jurídica, como puede ser por ejemplo, el acuerdo sobre la
forma de ejercer la denominada responsabilidad parental de los hijos. El contrato, es un contrato de
voluntades destinado a reglar los derechos patrimoniales.

III) ESTRUCTURA DEL CONTRATO

REQUISITOS DE EXISTENCIA Y REQUISITOS DE VALIDEZ

En relación a los elementos y requisitos del contrato, se ha hecho referencia a los elementos constitutivos,
esto es, aquellos que afectan su estructura interna y le dan su conformación de tal. Son los que también
pueden considerarse elementos o requisitos de existencia, en cuanto son los indispensables para que un acto
jurídico pueda considerarse contrato. Junto con estos elementos de existencia, hay otros requisitos que, si
bien son extrínsecos al negocio, en cuanto no integran esa armazón esencial del contrato, deben formar parte
de la situación de hecho inicial para que un acto jurídico que responde a la estructura interna del tipo
contractual, pueda desplegar su eficacia32. Cuando estos requisitos extrínsecos integradores no se dan en el
momento de su celebración, el contrato deberá ser reputado inválido. Por ello, puede denominarse a estas
exigencias requisitos de validez, en cuanto la falta de ellos acarrea la ineficacia del contrato concluido. Los
requisitos de validez se vinculan con los elementos constitutivos del contrato, y, en este orden pueden
enumerarse los siguientes:

a) La capacidad, en relación con las partes.

b) La ausencia de vicios de la voluntad, en lo concerniente al consentimiento.

c) La idoneidad del objeto, en lo atinente al contenido.

d) La legitimación, en lo tocante a la situación de las partes con referencia al objeto.

e) La causa en lo atinente a su finalidad y función.

ART 957: PLURALIDAD DE PARTES: El acto jurídico que da nacimiento a un contrato siempre se producirá por la
reunión de, al menos, dos voluntades que participan de la formación del consentimiento, cuestión que no
debe ser confundida con los efectos generados a partir de la formación del contrato, que, como tal, podrá ser
unilateral, bilateral o plurilateral.

Según el art. 1023 CCyC, se considera parte del contrato a quien lo otorga en nombre propio, aunque lo haga
en interés ajeno; a quien es representado por un otorgante que actúa en su nombre o interés y a quien
manifiesta la voluntad contractual, aunque ella sea transmitida por un corredor o por un agente sin
representación. Una parte puede estar integrada por una pluralidad de personas —lo que ocurre, por ejemplo,
cuando son varios los adquirentes o vendedores de una cosa—.

CONSENTIMIENTO: Como acto jurídico, el contrato tendrá por objeto diversas operaciones que proyectarán
sus efectos sobre la realidad en la que se produce. Por el diseño técnico y los efectos de la relación a la que dé
nacimiento, podrá ser enmarcado en alguno de los tipos contractuales que el Código prevé o se le dará el
tratamiento jurídico de innominado (art. 970 CCyC).

La construcción jurídica elaborada por las partes habrá de crear, regular, modificar, transferir o extinguir
relaciones jurídicas patrimoniales (referidas a derechos personales, reales o intelectuales) y tal es el elemento
que distingue al contrato de cualquier otra forma de acuerdo al que pueden arribar dos partes, pues será
contrato cuando la relación jurídica establecida sea patrimonial, aunque no pueda recibir ese calificativo el
interés por el que ella se concreta, como claramente se prevé en el art. 1003 CCyC.

Cuando el Código trata sobre el objeto del contrato, establece que debe ser lícito, posible, determinado o
determinable, susceptible de valoración económica y corresponder a un interés de las partes aunque este no
sea patrimonial, como se da, por ejemplo, cuando alguien contrata un servicio de enfermería para que cuide
de un amigo enfermo, supuesto en el que el contrato se lleva adelante por un interés extrapatrimonial,
aunque se concrete en un vínculo patrimonial.

FIN JURIDICO: La preposición “para” empleada en el texto pone de manifiesto la importancia de la finalidad en
el contrato. Ella es esencial, pues todo contrato importa una disposición sobre la libertad que —en tanto no se
violen los límites a ella razonablemente establecidos— debe ser protegida. Quien contrata persigue una
determinada finalidad que le interesa en grado tal que está dispuesto a sacrificar sus posibilidades de destinar
recursos personales y materiales a otros fines, para alcanzar los propuestos.

REQUISITO DE VALIDEZ

CAPACIDAD: la capacidad es la aptitud de la persona, por un lado, para ser titular de derechos y deberes
jurídicos, y por otro, para ejercer por si mismo los derechos o el cumplimiento de los deberes. La capacidad no
es considerada un elemento esencial del contrato, sino un presupuesto del consentimiento.

Hay 2 tipos de capacidad:

CAPACIDAD DE DERECHO: aptitud para ser titular de un derecho o de un deber jurídico. También se la
denomina “capacidad de goce”. La ley puede privar o limitar esta capacidad respecto de hechos, simples actos,
o actos jurídicos determinados.

CAPACIDAD DE EJERCICIO: aptitud para ejercer por si mismo sus derechos o el cumplimiento de sus deberes.
Era denominada “capacidad de hecho” en el Cod de Vélez.

Estas capacidades tienen limitaciones que se denominan INACPACIDADES. “La capacidad es la reglar, la
incapacidad la excepción”.

OBJETO: el objeto al igual que el consentimiento y la causa, es uno de los elementos esenciales del contrato.
Dado que el contrato es un acto jurídico, el CCyC para regular el objeto se remite a las normas sobre el objeto
de los actos jurídicos, que se complementa con las normas del art 1003 y siguientes.

De esto surge que el objeto del contrato puede consistir en hechos o bienes y se fijan los “requisitos” que debe
cumplir el objeto del contrato para ser valido: debe ser licito, posible, determinado o determinable,
susceptible de valoración económica y corresponder a un interés de las partes aun cuando este no sea
patrimonial”. Respecto de las prestaciones que pueden ser objeto de los contratos el Código agrega que: “no
pueden ser objeto de los contratos los hechos que son imposibles o estan prohibidos por las leyes, son
contrarios a la moral, al orden publico, a la dignidad de la persona humana, o lesivos de los derechos ajenos; ni
los bienes que por un motivo especial se prohíbe que lo sean”

FORMA: los actos jurídicos requieren la voluntad interna del sujeto, y también que dicha voluntad se
manifieste exteriormente por algún medio. Tratándose de los contratos lo que se debe exteriorizar es el
acuerdo o integración de las voluntades de las partes (el consentimiento).

la forma es la manera o medio por el cual las partes manifiestan exteriormente su voluntad o el
consentimiento para celebrar el contrato. La forma seria como un molde que contiene la voluntad del sujeto
(en un acto jurídico) o el consentimiento (en los contratos).

Tradicionalmente, la forma es caracterizada como el conjunto de solemnidades que deben realizarse al tiempo
de la formación del contrato, tales como: que se haga por escrito, en presencia de testigos, que sea hecho ante
escribano u oficial publico, etc.

CAUSA: el CCyC se refiere a la causa en el art 1012, donde para regular la causa en los contratos remite a las
normas sobre la causa de los actos jurídicos (causa fin)

La causa es el fin inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico que ha sido determinante de la voluntad.
También integran la causa los motivos exteriorizados cuando sean lícitos y hayan sido incorporados al acto en
forma expresa, o tácitamente si son esenciales para ambas partes.

Con esta regulación queda claro que la causa final es un elemento esencial de los actos jurídicos, y por ende,
de los contratos y se supera el debate doctrinario (denominado “problema de la causa”) acerca de si la causa
final era o no un elemento del acto jurídico.

ELEMENTOS

La doctrina clásica distingue 3 clases de elementos de los contratos: esenciales, naturales y accidentales:

a) ESENCIALES: son aquellos sin los cuales el contrato no puede existir. Ellos son: el consentimiento, la
causa y el objeto. En apretada síntesis, el consentimiento es la conformidad o el acuerdo que resulta de
manifestaciones intercambiadas por las partes; y la causa es la finalidad perseguida por las partes y que ha
sido determinante de su voluntad.
b) NATURALES: son aquellos consecuencias que se siguen del negocio, aun ante el silencia de las partes;
así, la gratuidad es un elemento natural de la donación; las garantías por evicción y por vicios
redhibitorios, un elemento natural de los contratos a titulo oneroso.
c) ACCIDENTALES: son las consecuencias nacidas de la voluntad de las partes, no previstas por el
legislador, por ejemplo, la condición, el plazo, el cargo.

La capacidad no constituye un elemento del contrato, sino un presupuesto del consentimiento. En efecto, el
consentimiento no puede ser dado válidamente sino por quien tiene capacidad para obligarse. En otras
palabras si la persona no es capaz para otorgar un acto jurídico en particular, el consentimiento que preste
será nulo.

En cuanto a la forma, es cierto que si las partes la incumplen, el acto jurídico celebrado será nulo, pero ello
ocurrirá solamente en los pocos casos en los que la ley así lo establece. En la mayoría de los contratos, el
incumplimiento de la forma no acarrea la nulidad. Por ello, no parece posible incluir a la forma dentro de los
elementos esenciales del contrato en general, porque el incumplimiento de ella no trae como regla la nulidad
del acto, sino solo en los casos en que la ley así lo prevé expresamente.

IV) NATURALEZA JURÍDICA:

El contrato es un acto jurídico. El acto jurídico es el acto voluntario licito, que tiene por fin inmediato la
adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas. Obvio que dentro de ese concepto
se encuentra el contrato. En otras palabras, acto jurídico es el genero, contrato la especie. El contrato es,
entonces, un acto jurídico, que tiene las siguientes características especificas: a) es bilateral, es decir, requiere
el consentimiento de dos o mas personas; b) es un acto entre vivos y c) tiene naturaleza patrimonial.
BOLILLA 2
CLASIFICACION DE LOS CONTRATOS

I) CLASIFICACION EN CCyC: Art 966 a 970

UNILATERALES Y BILATERALES

ARTÍCULO 966.- Contratos unilaterales y bilaterales. Los contratos son unilaterales cuando una de las partes se
obliga hacia la otra sin que ésta quede obligada. Son bilaterales cuando las partes se obligan recíprocamente la
una hacia la otra. Las normas de los contratos bilaterales se aplican supletoriamente a los contratos
plurilaterales.

Se llaman contratos unilaterales aquellos en los que una sola de las partes resulta obligada hacia la otra, sin
que esta quede obligada, como ocurre en la donación, que solo significa obligaciones para el donante;
bilaterales son los contratos que engendran obligaciones reciprocas entre las partes, como ocurre en la
compraventa, la permuta, la locación.

Los con tratos son unilaterales cuando una de las partes se obliga hacia la otra sin que esta quede obligada.
Son bilaterales cuando las partes se obligan recíprocamente la una hacia la otra ".

El criterio que sirve de base a esta clasificación estriba, pues, en las obligaciones que nacen como
consecuencia de la formación del contrato. Por lo tanto, se impone una primera aclaración para evitar
confusiones: los actos jurídicos se clasifican en unilaterales y bilaterales en atención a las partes que
intervienen en su formación; si se trata solo de una parte, el acto jurídico es unilateral; cuando intervienen en
su celebración dos o más partes, el acto jurídico es bilateral. El contrato, por definición, es un acto jurídico
bilateral, en cuanto es requisito para su existencia, que en su formación intervengan dos o más partes. Va de
suyo, pues, que esta clasificación de unilateral y bilateral, no puede referirse a la génesis sino a los efectos del
contrato, a las obligaciones que de él nacen: si solo crea obligaciones para una de las partes, el contrato es
unilateral; si las partes se obligan recíprocamente, el contrato es bilateral.

A fin de evitar las dificultades derivadas de la ambigüedad de la utilización de un mismo vocablo con
diferentes significados, se suele emplear otra expresión para distinguir los términos de esta clasificación y se
habla de contratos sinalagmáticos o no sinalagmáticos.

Para que un contrato sea bilateral, según la definición dada, deben darse dos condiciones:

a) Ambas partes deben quedar obligadas.

b) Esas obligaciones deben ser recíprocas, esto es debe mediar entre ellas una relación de interdependencia,
en cuanto cada obligación debe encontrar su razón de ser en la existencia de la otra: es lo que recibe el
nombre de sinalagma o de correspectividad. Ese lazo de interdependencia entre las obligaciones se da a partir
del nacimiento mismo del contrato y se denomina sinalagma genético. Pero tal vínculo se mantiene durante el
período de ejecución, por ello se habla de sinalagma funcional, en el sentido que el cumplimiento de cada una
de las obligaciones, constituye el presupuesto lógico del cumplimiento de la otra.

Dentro del derecho civil argentino, esta clasificación no constituye una summ a divitio de los contratos que los
involucre a todos, sino abarca solamente una especie de ellos, los denominados creditorios, esto es, los que
son fuente generadora de obligaciones.

Sabido es que en nuestro derecho positivo, por contrato se entiende no solamente el acto jurídico bilateral
que crea obligaciones, sino, también, el que las modifica o las extingue. Si el criterio que sirve para clasificar los
contratos en unilaterales o bilaterales reside en las obligaciones que generan, son extraños a esta clasificación,
aquellos que no las crean, sino que se limitan a modificarlas o extinguirlas.

Asimismo, existen contratos que generan obligaciones para todas las partes contratantes, pero que no son
contrapuestas y, por consiguiente, no tienen el vínculo de reciprocidad propio de los contratos bilaterales. Tal
ocurre con los contratos asociativos, en que las obligaciones de las partes son convergentes y escapan a los
términos de esta distinción tradicional.

Al introducir la regulación de los contratos bilaterales, subsumiéndolos en el régimen de los bilaterales, el


Código presenta una innovación en la normativa que lo precedió. Los contratos plurilaterales son los que
nacen por la concurrencia de la manifestación negocial de tres o más partes, cuyas prestaciones van dirigidas a
la consecución de un fin común.

Se ha clasificado a estos contratos en: a. contratos plurilaterales con causa asociativa en los que se verifica un
interés común. Se subdividen en:

1. contrato asociativo societario: cuando se origina una persona jurídica distinta de los socios; y

2. contrato asociativo no societario: cuando presenta una finalidad común, pero no da lugar a la constitución
de un ente distinto; y b. contratos plurilaterales con causa de cambio: son los menos frecuentes, no dan lugar
al nacimiento de una persona jurídica, pero presentan las complejidades inherentes a la pluralidad estructural.

El proceso de formación del consentimiento de los contratos plurilaterales suele presentar, naturalmente,
mayor complejidad que el propio de los bilaterales, dependiendo ello de la naturaleza de cada vínculo. No hay
contrato sin el consentimiento de todos los interesados, salvo que la convención o la ley autoricen a la mayoría
de ellos para celebrarlo en nombre de todos o permitan su conclusión solo entre quienes lo han consentido
(art. 977 CCyC). El emprendimiento en común del que da cuenta un contrato plurilateral no necesariamente da
lugar a una persona distinta.

En los contratos plurilaterales, la nulidad del vínculo respecto de una de las partes no produce la nulidad entre
las demás y el incumplimiento de una no excusa el de las otras, excepto que la prestación incumplida o el
vínculo nulo sean necesarios para la realización del objeto del contrato (arts. 1443 y 389, párr. 2, CCyC). La
colaboración entre las partes es coordinada, no subordinada. No existe reciprocidad o interdependencia entre
todas las obligaciones nacidas del contrato, sino que ellas concurren a la obtención de un fin común. Las
prestaciones pueden ser de muy distinto valor, por lo que no rigen los conceptos de equivalencia y
correspectividad propios de los contratos de cambio.

Los contratos plurilaterales suelen presentarse como de tracto sucesivo o de ejecución diferida en el tiempo.
Como se ha dicho, la ineficacia o extinción del vínculo de una de las partes no tiene necesariamente incidencia
en la subsistencia del vínculo general. Su régimen de conclusión suele presentar mayor complejidad que el de
los contratos bilaterales y en la mayor parte de los supuestos se encuentra regulado por ley, bajo la forma de
procedimientos de disolución y liquidación.
ONEROSOS Y GRATUITOS

ARTÍCULO 967.- Contratos a título oneroso y a título gratuito. Los contratos son a título oneroso cuando las
ventajas que procuran a una de las partes les son concedidas por una prestación que ella ha hecho o se obliga
a hacer a la otra. Son a título gratuito cuando aseguran a uno o a otro de los contratantes alguna ventaja,
independiente de toda prestación a su cargo.

Los contratos a titulo oneroso son aquellos en los cuales las partes asumen obligaciones reciprocas de modo
que se promete una prestación para recibir otra; tales son la compraventa (cosa por dinero), la permuta (cosa
por cosa), la prestación de servicios (servicio por dinero), la locación (goce de la cosa por dinero). Los contratos
a titulo gratuito son aquellos en que una sola de las partes se ha obligado, en los que una sola asegura a la otra
una ventaja, con independencia de toda prestación a su cargo: donación, comodato, deposito gratuito, etc. No
deja de ser gratuito el contrato por la circunstancia de que eventualmente puedan surgir obligaciones a cargo
de la parte que nada prometió; así, por ejemplo, el donatario esta obligado a no incurrir en ingratitud. Pero
esta obligación no tiene el carácter de contraprestación; no es, en el espíritu de las partes, una compensación
mas o menos aproximada de lo que prometió el donante ni la razón por la cual este se obligó.

Esta distinción tiene una enorme repercusión jurídica. Las principales son:

a- Los adquirientes por título oneroso están mejor protegidos por la ley que los adquirientes por título
gratuito; por consiguiente:
- La acción de reivindicación tiene mayores exigencias cuando se dirige contra quien adquirio la cosa
por título oneroso.
- La acción revocatoria no exige la prueba del “consilium fraudis” (conocimiento que el tercero tiene
del fraude, o al menos, la posibilidad de conocerlo) cuando el tercero adquirió la cosa por titulo
gratuito, pero es indispensable si la hubo por título oneroso.
- La acción de reducción (tendiente a proteger la legitima de los herederos forzosos) procede contra
las enajenaciones hechas por el causante a titulo gratuito, pero no contra las onerosas
- La garantía de evicción y contra los vicios redhibitorios, solo procede en principio, en los contratos
onerosos
b- La acción de colación (tendiente a que se consideren las transmisiones de dominio hechas por el
causante en favor de uno de sus futuros herederos como un adelanto de herencia) solo funciona respecto
de los actos gratuitos.
c- La aplicación de la lesión no se concibe en los contratos gratuitos
d- Las clausulas dudosas en los contratos onerosos deben ser interpretadas en el sentido que produzcan
un ajuste equitativo de los intereses de las partes; en los contratos gratuitos, en el sentido mas favorable
al deudor.

TITULO ONEROSO: El contrato es oneroso si impone sacrificios y ventajas recíprocas, y es gratuito cuando
establece sacrificio para uno y ventaja para otro. La noción de onerosidad se integra no solo por el provecho,
utilidad o ventaja proyectado, sino también por cierta relación de equivalencia que no necesariamente
importa igualdad en términos de precio o de valoración económica del intercambio, porque pueden ser
diversos los factores por los que un determinado negocio sea de interés de una de las partes. Los contratantes
acuerdan un intercambio de obligaciones que satisface el interés de cada uno de ellos, en una forma de
equilibrio de base objetiva, cuyo ajuste fino se hace según los intereses subjetivos en juego. La valoración de
los términos de onerosidad debe hacerse caso por caso.

Cuando se trata de contratos a título oneroso, las atribuciones patrimoniales se dan en relación de causalidad,
de modo tal que el sacrificio de una parte tiene como contraprestación un beneficio que no tiene
necesariamente que ir dirigido a la contraparte, pues puede ser concedido a favor de un tercero. El derecho
protege la preservación de su equilibrio por vía de institutos, como el de la imprevisión.
El factor determinante será el interés. Pues, si solo una de las partes lo tiene al celebrar el contrato, ese
vínculo negocial deberá ser clasificado como gratuito; y si lo tienen todas, como oneroso. Son onerosos los
contratos bilaterales, pero también pueden serlo otros, como la donación remuneratoria, de carácter
unilateral.

TITULO GRATUITO: Si bien todo contrato bilateral es oneroso, no todo contrato unilateral es gratuito. La
gratuidad es una liberalidad o beneficio; se da algo sin tener en consideración una contraprestación.

Lo esperable es que el fundamento del otorgamiento de un acto a título gratuito esté constituido por un fin
altruista; pero ocurre a menudo que la finalidad perseguida no es tal, sino que puede ocurrir que quienes lo
celebran procuren sustraer bienes de la acción de los acreedores de alguno de ellos, por lo que la ley establece
determinados mecanismos para limitar los alcances de los contratos a título gratuito con relación a los
legítimos intereses de terceros.

En los contratos gratuitos, la persona del beneficiario es esencial, porque a quien realiza una liberalidad no le
da lo mismo quién es el favorecido por tal esfuerzo. Por ello, el error en cuanto a la identidad del contratante
puede acarrear la nulidad del acto.

IMPORTANCIA

a. La persona emancipada no puede, ni con autorización judicial, hacer donación de bienes que hubiese
recibido a título gratuito (art. 28, inc. b, CCyC). y requiere autorización judicial para disponer de ellos (art. 29
CCyC).

b. En los contratos a título gratuito constituye error esencial el que recae sobre la persona, si ella fue
determinante para su celebración (art. 267, inc. e, CCyC).

c. Los actos a título gratuito se encuentran más expuestos a la acción por fraude prevista en el art. 338 CCyC,
pues para que proceda con relación a actos a título oneroso se exige que quien contrató con el deudor haya
conocido o debido conocer que el acto provocaba o agravaba la insolvencia del otorgante (art. 339 CCyC).

d. La aplicación del instituto de la lesión (art. 332 CCyC) exige realizar una evaluación concreta sobre la
onerosidad de las contraprestaciones en juego, pues para su procedencia se requiere la existencia de una
notoria desproporción (factor objetivo), verificable al tiempo del otorgamiento del acto y subsistente al de la
demanda; la que debe concurrir con el elemento subjetivo, imprescindible para la procedencia del instituto en
un caso concreto.

e. El transmitente a título oneroso está obligado al saneamiento (art. 1033 CCyC), que garantiza por evicción y
por vicios ocultos (art. 1034 CCyC). El adquirente a título gratuito puede, empero, ejercer en su provecho las
acciones de responsabilidad por saneamiento correspondientes a sus antecesores (art. 1035 CCyC).

f. Suele haber mayores recaudos formales para el otorgamiento de actos a título gratuito; por ejemplo, deben
ser hechas en escritura pública, bajo pena de nulidad, las donaciones de cosas inmuebles y las de cosas
muebles registrables (art. 1552 CCyC).

CONMUTATIVOS Y ALEATORIOS

ARTÍCULO 968.- “Contratos conmutativos y aleatorios. Los contratos a título oneroso son conmutativos
cuando las ventajas para todos los contratantes son ciertas. Son aleatorios, cuando las ventajas o las pérdidas,
para uno de ellos o para todos, dependen de un acontecimiento incierto”.
Son contratos CONMUTATIVOS aquellos en los cuales, las obligaciones mutuas están determinadas de una
manera precisa; de alguna manera, estas contraprestaciones se suponen equivalentes desde el punto de vista
económico. De ahí la calificación de conmutativos con la que se quiere expresar que las partes truecan o
conmutan valores análogos. Ejemplos: la compraventa (salvo la hipótesis que en seguida veremos), la
permuta, la prestación de servicios, la locación de obra, etc.

Son ALEATORIOS los contratos en los que las ventajas o las perdidas para al menos una de las partes,
dependen de un acontecimiento incierto. Tal es el caso de un renta vitalicia, en la cual una de las partes
entrega un capital a cambio de una renta que durara mientras viva la persona cuya vida se ha tenido en
cuenta. El alcance económico de la promesa hecha por el deudor de la renta es impreciso; depende de la
duración de la vida contemplada. Y el contrato será mas o menos ventajoso, según esta persona viva poco o
mucho tiempo. Otro ejemplo de contrato aleatorio es la venta de cosa futura, cuando el comprador toma
sobre si el riesgo de que la cosa no llegare a existir

Los contratos conmutativos y aleatorios son una subespecie de los onerosos.

En principio, solo los contratos conmutativos están sujetos a resolución o reducción de las prestaciones
excesitas por causa de lesión. En los aleatorios, las partes asumen deliberadamente el riesgo de que el
contrato pueda resultar desventajoso, especulando en la posibilidad contraria. Nadie puede quejarse, por
tanto, de falta de equilibrio económico entre las contraprestaciones definitivamente resultantes. Por
excepción, puede admitirse la aplicación de la lesión también a los contratos aleatorios, cuando la diferencia
de las contraprestaciones sea de tal carácter que ni el álea mismo puede justificarla. Así, por ejemplo, cuando
se compra una cosa que puede llegar o no a existir y se paga mucho mas de lo que ella valdría, existiendo. En
efecto, cuando el comprador asume el álea de que la cosa no exista, se supone que ofrecerá menos precio que
el que ella vale. Pedro ofrece 100 por una cosa que de existir, valdra 200. El contrato es normal: ninguna de las
partes podrá invocar la lesion. Pero si ofrece 200por lo que aun existiendo vale 100, el contrato puede
resolverse por lesión, porque desde el punto de vista del vendedor, no ha habido álea; el contrato le será
siempre ventajoso.

Tampoco es aplicable a estos contratos, en principio, la teoría de la imprevisión, cuando el desequilibrio ha


resultado del álea normal del contrato.supongamos que se suscribe un contrato de renta vitalicia,
contemplando la vida de una persona que (al momento de celebrar el contrato) tiene 70 años, calculando que
ha de vivir unos 10 o 15 años mas. Luego resulta que vive 30 años mas. El contrato resultaría desastroso para
el deudor de la renta; pero no podrá hacer jugar la imprevisión. En cambio, si se ha producido durante ese
tiempo una inflación de ritmo violento o imprevisible, que convierte la renta en un valor despreciable, el juego
de la teoría de la imprevisión permite reclamar un reajuste de ella.

La distinción entre ambas categorías se debe efectuar teniendo en consideración la incertidumbre acerca de la
exigibilidad futura de la obligación asumida por una de las partes, cuya existencia, determinación y exigibilidad
depende de la verificación de un acontecimiento incierto, de naturaleza básicamente aleatoria. El contrato
podrá ser clasificado como conmutativo cuando el cumplimiento de las obligaciones a cargo de cada una de las
partes se encuentre determinado desde la celebración y aleatorio cuando ello se encuentre sujeto a un
acontecimiento futuro, ajeno a la voluntad de las partes, como el tiempo de vida de las personas designadas
en el contrato oneroso de renta vitalicia (arts. 1599, 1606 CCyC y cc.) o que efectivamente ocurra un siniestro
ajustado al riesgo previsto en un contrato de seguro.

Es posible definir la aleatoriedad como la cualidad del vínculo que se verifica cuando, al tiempo de la
celebración, no es posible establecer con certeza cuál habrá de ser el contenido prestacional a cargo de los
contratantes. No debe ser confundida con el riesgo propio de cada contrato o con los factores de
incertidumbre que pueden provenir de las circunstancias económicas o sociales en las que debe desplegar sus
efectos el vínculo.
Puede establecerse una distinción en materia de aleatoriedad, según ella se de:

1) por la naturaleza del acto: contrato de seguro (ley 17.418), contrato oneroso de renta vitalicia (art. 1606
CCyC), juego (arts. 1609 CCyC); o

2) por decisión de las partes: compraventa a riesgo (art. 1131, párr. 3, CCyC), compraventa con renuncia de la
garantía de evicción y por vicios redhibitorios (art. 1036 CCyC), cesión de derechos litigiosos o dudosos (arts.
1616 y 1618, inc. b, CCyC), etc.

No debe confundirse el alea con el riesgo, pues mientras aquella aparece como una probabilidad de ventaja o
de pérdida, este se presenta como una probabilidad de daño. También debe distinguirse el contrato aleatorio
del condicional: el contrato es condicional cuando su existencia misma depende de un acontecimiento
incierto, y es aleatorio cuando el hecho condicionante no supedita al contrato, sino únicamente a las ventajas
que de él resultarán para las partes.

FORMALES Y NO FORMALES

ARTÍCULO 969.- “Contratos formales. Los contratos para los cuales la ley exige una forma para su validez, son
nulos si la solemnidad no ha sido satisfecha. Cuando la forma requerida para los contratos, lo es sólo para que
éstos produzcan sus efectos propios, sin sanción de nulidad, no quedan concluidos como tales mientras no se
ha otorgado el instrumento previsto, pero valen como contratos en los que las partes se obligaron a cumplir
con la expresada formalidad. Cuando la ley o las partes no imponen una forma determinada, ésta debe
constituir sólo un medio de prueba de la celebración del contrato”.

Se llama contratos NO FORMALES, aquellos cuya validez no depende de la observancia de una forma
establecida en la ley; basta el acuerdo de voluntades, cualquiera sea su expresión: escrita, verbal y aun tacita.

Son FORMALES los contratos cuya validez depende de la observancia de la forma establecida por la ley.

Dentro de la categoría de contratos FORMALES, hay que hacer una distinción de la mayor importancia: los
contratos cuya forma es requerida a los fines probatorios y aquellos en los cuales la formalidad tiene carácter
constitutivo o solemne. Las formas SOLEMNES (ad solemnitatem), a su vez, se dividen en Absolutas y Relativas.

Absolutas: Son las que acarrean la ineficacia absoluta del acto en caso de inobservancia (art. 285, última parte
CCyC). Si no se cumple la forma impuesta, el acto se ve privado de todo efecto, resultando absolutamente
ineficaz. En el Código son contratos sujetos a formas absolutas las donaciones de inmuebles, de muebles
registrables y de prestaciones periódicas o vitalicias (art. 1552 CCyC).

El incumplimiento de la forma solemne Absoluta trae aparejado la nulidad del acto celebrado; así, la donación
de un inmueble debe hacerse por escritura publica inexorablemente.

Relativas: Decimos que los contratos están sujetos a una formalidad relativa cuando el cumplimiento de la
formalidad no es exigido bajo sanción de nulidad; si bien no quedan concluidos hasta que no se de
cumplimiento a la solemnidad prevista, valen como contratos en los que las partes se obligan a cumplir la
formalidad pendiente (art. 285 CCyC). Esta categoría comprende los contratos mencionados en el art. 1017
CCyC, que abarca:

i. los que tienen por objeto la adquisición, modificación o extinción de derechos reales sobre
inmuebles cuando la transmisión no se opera por subasta judicial o administrativa;
ii. los que tienen por objeto derechos dudosos o litigiosos sobre inmuebles;
iii. los actos accesorios de contratos otorgados en escritura pública; y
iv. los demás contratos que, por acuerdo de partes o disposición de la ley, deben ser otorgados en
escritura pública y no correspondan a la categoría formal absoluta.

En cambio, el incumplimiento de la forma solemne Relativa, no acarrea la nulidad del acto sino que permitirá
exigir el cumplimiento de la forma establecida por la ley. (ej: la omision de celebrar una compraventa
inmobiliaria por escritura publica, permite a cualquiera de las partes exigir la escrituración)

Formas dispuestas con fines probatorios: El legislador también establece formas en previsión de necesidades
probatorias; en cuyo caso, la inobservancia del recaudo formal no afecta al contrato ni a su existencia, que
podrá ser acreditada por otros medios, de acuerdo a lo establecido en el art. 1020 CCyC; pues cuando una
determinada formalidad es requerida a los fines meramente probatorios, los contratos pueden ser probados
por otros medios, inclusive por testigos, si hay imposibilidad de obtener la prueba de que se cumplió con la
formalidad o si existe principio de prueba instrumental —considerándose tal cualquier instrumento que
emane de la otra parte, de su causante o de parte interesada en el asunto, que haga verosímil la existencia del
contrato—, o comienzo de ejecución.

Cuando se trata de una forma Probatoria, ella solo tiene importancia a los efectos de la prueba del acto
jurídico; por ejemplo, el contrato de locación, sus prorrogas y modificaciones deben hacerse por escrito.

Las formas tienen carácter excepcional en nuestro derecho. Salvo disposición expresa en contrario, los
contratos no requieren forma alguna para su validez. En efecto, solo son formales los contratos a los cuales la
ley les impone una forma determinada.

La regla general es la de la libertad de formas (art. 284 CCyC), por lo que si la ley no designa una forma
determinada para la exteriorización de la voluntad de las partes, estas pueden utilizar la que estimen
conveniente, aún cuando ella sea más exigente que la impuesta por la ley.

Las formas y solemnidades de los actos jurídicos, su validez o nulidad y la necesidad de publicidad, se juzgan
por las leyes y usos del lugar en que los actos se hubieren celebrado, realizado u otorgado (art. 2649 CCyC).

NOMINADOS E INOMINADOS

ARTÍCULO 970.- “Contratos nominados e innominados. Los contratos son nominados e innominados según
que la ley los regule especialmente o no. Los contratos innominados están regidos, en el siguiente orden, por:

a. la voluntad de las partes;

b. las normas generales sobre contratos y obligaciones;

c. los usos y prácticas del lugar de celebración;

d. las disposiciones correspondientes a los contratos nominados afines que son compatibles y se adecuan a su
finalidad”.

Los contratos NOMINADOS son los que están previstos y regulados especialmente en la ley. Son los contratos
mas importantes y frecuentes y por ello han merecido una atención especial del Legislador. Su regulación
legal, salvo disposiciones excepcionales, solo tiene carácter supletorio; esto es, se aplica encaso de silencia del
contrato, pero las partes tienen libertad para prescindir de la solución legal y regular de una manera distinta
las relaciones. Por lo tanto, el propósito del legislador no es sustituir la voluntad de las partes por la de la ley;
simplemente desea evitar conflictos para el caso de que las partes no hayan previsto cierto evento. Para ello
dicta normas inspiradas en lo que es costumbre, o que están fundadas en una larga experiencia, o en una
detenida consideración acerca de como puede ser hallada un equilibrio tolerante entre ambas partes y exigible
en justicia a cada una de ellas.

Los contratos INNOMINADOS no están legislados y resultan de la libre creación de las partes. No pierden su
carácter de innominados por la circunstancia de que en la vida de negocios se los llame de alguna manera, tal
como ocurre, por ejemplo, con el contrato de garaje, el de espectáculo publico, etc. Lo que los configura
jurídicamente como nominados es la circunstancia de que esten legislados. Muchas veces ocurre que nuevas
necesidades van creando formas contractuales que tienden a tipificarse espontáneamente y a llevar una
denominación común; cunado esa forma contractual adquiere importancia suficiente como para merecer la
atención del legislador, este la reglamenta: el contrato queda transformado en Nominado.

Lo que va a determinar que un contrato sea nominado será su sujeción a la disciplina de alguno de los
contratos que cuenten con regulación legal, según la naturaleza del acto y no la denominación que le hubieran
asignado las partes.

El Código establece un orden para la regulación del contenido normativo de los contratos innominados:

a. La voluntad de las partes.

Los contratantes tienen el derecho de ejercer su libertad para celebrar un contrato y determinar su contenido
dentro de los límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres (art. 958 CCyC);
así, pueden crear un nuevo contrato, un nuevo producto jurídico-económico, como lo fueron en su momento
muchos de los habitualmente denominados contratos comerciales modernos. De haber desarrollado las
partes una regulación completa del vínculo contractual innominado, no será necesario efectuar la integración
del contenido, por lo que la tarea a desarrollar se reducirá a la de interpretación del contenido y de los
alcances de los enunciados normativos de autonomía, para determinar cuáles serán sus efectos. Si la
regulación no abarcó algún aspecto que requiere de solución en la etapa funcional, será sí necesario recorrer
las distintas alternativas establecidas en el artículo.

b. Normas generales sobre contratos y obligaciones.

Esta disposición conduce a una adecuada integración del contenido del contrato en términos de lógica del
sistema normativo, que exige, por ejemplo, el respeto de la buena fe (arts. 9º, 729, 961, 1061 CCyC y cc.);
excluye el abuso de derecho (art. 10 CCyC) o la forma específica de este, constituida por el abuso de posición
dominante (art. 11 CCyC) y posibilita una razonable interpretación, con base en la intención común de las
partes (art. 1061 CCyC).

c. Los usos y prácticas del lugar de celebración.

Los usos, prácticas y costumbres del lugar de celebración del contrato resultan un elemento integrador
valioso, siempre que no sean contrarios a derecho o que su aplicación sea irrazonable (arts. 1º y 964, inc. c,
CCyC). Esta disposición permite cubrir aspectos que las partes a menudo no regulan porque lo dan por
supuesto, como puede ocurrir con los estilos o modalidades constructivas en distintas regiones.

d. Las disposiciones correspondientes a los contratos nominados afines que son compatibles y se
adecuan a su finalidad.

Si no resultó posible completar la integración del contenido por vía de lo pautado en los incisos anteriores,
debe efectuarse aplicación analógica de las previsiones establecidas para contratos nominados que resulten
afines, ponderando la finalidad perseguida por las partes. De advertir que prevalecen elementos de un
determinado contrato, corresponde aplicar el criterio de absorción y adoptar sus normas para la integración;
si lo que se verifica es la presencia de elementos de varios contratos nominados, cabe aplicar el criterio de la
combinación, que permite al juez construir las normas para el caso, con base en elementos de los tipos
contractuales aplicables.

¿Qué reglas han de aplicarse a los contratos innominados? El art 970 dispone que deberán regirse en el
siguiente orden:

1- La voluntad de las partes


2- Las normas generales sobre contratos y obligaciones
3- Los usos y prácticas del lugar de celebración
4- Las disposiciones correspondientes a los contratos nominados afines que sean compatibles y se
adecuen a su finalidad.

II) OTROS CRITERIOS


A- CONTRATOS DE CAMBIO Y DE ASOCIACION: en los primeros, una de las partes da o hace algo, para
recibir del cocontratante otra cosa o servicio. Por ejemplo, la compraventa, la permuta, la locación, el
contrato de obra, la prestación de servicios, el transporte, etc. En estos contratos, hay intereses
contrapuestos (por ejemplo, en la compraventa, el vendedor pretende vender mas caro, el comprador
pagar menos) que se se concilian en el acuerdo.
En los contratos de asociación, en cambio, no hay intereses contrapuestos, sino por el contrario,
coincidentes. Ejemplo típico, la sociedad. Los socios unen sus esfuerzos e intereses para el logro de un
beneficio común.
DIFERENCIAS: Tales contratos asociativos como contrapuestos a los contratos de cambio, presentan una
serie de características distintivas, cuya enunciación orgánica es un mérito de Ascarelli53 en numerosos
trabajos sobre el tema, dentro de las cuales pueden mencionarse las siguientes:
a) En los contratos de cambio, cada parte recibe una prestación de la otra parte en recompensa de la
propia: la prestación que corresponde a una, constituye la contraprestación de la otra. En el contrato
asociativo, según se ha señalado, las partes unen sus prestaciones para la consecución de un fin común
mediante el desarrollo de una actividad conjunta. Por ende, cada contratante satisface su interés no en la
prestación de la otra u otras partes, sino en la participación en el resultado útil obtenido de esa asociación
de prestaciones y de la consecuente actividad común. Por eso, mientras en los contratos de cambio el
hecho que satisface el interés de cada parte es distinto para cada uno de los contratantes, en los contratos
asociativos es el mismo: el desenvolvimiento de esa actividad común dirigida a la consecución del fin
propuesto.
b) En los contratos de cambio las prestaciones tienen un contenido típico invariable. Mientras en los
contratos asociativos son atípicas y pueden tener el más diverso contenido.
c) En los contratos de cambio las prestaciones de las partes deben guardar una relación de equivalencia,
mientras en los contratos asociativos, particularmente en la sociedad, pueden ser de diverso valor y no se
da tal relación.
d) Los contratos asociativos, como se ha indicado, pueden ser celebrados por más de dos partes, por un
número indeterminado de ellas. Asimismo son contratos abiertos, en el sentido de que el negocio no
queda necesariamente restringido a los que intervinieron en la negociación primitiva en el momento de su
celebración sino que existe la posibilidad jurídica de que, con posterioridad, entren a participaren el
acuerdo otros interesados.
e) En los contratos asociativos cada una de las partes asume obligaciones no hacia una parte determinada,
sino con respecto a todas las otras e, igualmente, adquiere derechos con respecto a todas ellas. Haciendo
uso de una imagen geométrica, puede decirse que en los contratos asociativos las partes se encuentran
como dispuestas en círculo. En los contratos de cambio, se ubican como si cada una de las dos partes
estuviese en el extremo de una línea55.
f) Uno de los rasgos de los contratos en que media un intercambio de prestaciones, es lo que se denomina
el sinalagma, el que reside en la reciprocidad e interdependencia de ellas, cada una de las cuales debe
considerarse como la causa de la otra.
En los contratos asociativos no existe una relación de reciprocidad entre prestaciones, en el sentido de los
contratos de cambio, por las siguientes razones:
1. Porque las partes no se hacen prestaciones una a la otra, sino que las unen, en cuanto están al servicio
de una actividad y objetivo común.
2. Porque cada parte adquiere derechos y obligaciones no solo con respecto a una parte determinada,
sino frente a todas las demás, como se ha señalado. Ello se traduce en la ausencia del slnalagma funcional
cuando existen más de dos partes. Por vía de regla, en los contratos asociativos no tiene aplicación la
exceptio non adimpleti contractus.
g) La función del contrato asociativo no se agota con el cumplimiento de las prestaciones á cargo de las
partes. Esta convergencia y puesta en común de prestaciones, constituye el punto de partida para la
realización de una actividad que permita la consecución del fin común. Con el contrato, no solamente se
da nacimiento a esa situación societaria, sino que también debe disciplinarse o sentarse las bases de las
modalidades a que se ajustará el desenvolvimiento de la actividad común destinada a prolongarse en el
tiempo y que afectará personas, bienes y derechos con alcances diversos. Por eso, otra nota que cabe
adicionar a este contrato, es la de su naturaleza típicamente organizativa.

B- PARITARIOS Y POR ADHESION

Los contratos por adhesión a clausulas predispuestas, también llamados prerredactados, son aquellos
contratos en los que uno de los contratantes presta su conformidad o con fuerza expresiva, adhiere a clausulas
generales predispuestas unilateralmente por la otra parte o por un tercero, sin que el adhierente haya
participado en su redacción.

Como es fácil advertir, las partes no se encuentran en un mismo plano de igualdad jurídica a la hora de
celebrar el contrato, como ocurre en el contrato paritario, en el que tienen la posibilidad real de discutir el
contenido contractual, pues no existe entre ellas desigualdad jurídica o, al menos, esta no es notoria. En
cambio, en los contratos por adhesión, las diferencias se patentizan en el hecho de que la redacción del
contrato es impuesta por una de las partes y a la otra no le queda otra opción que aceptarla o no contratar.

Estos contratos por adhesión constituyen el grueso de los negocios contractuales modernos. En algunos casos,
dentro de este contrato prerredactado, existe un cuerpo de disposiciones impuestas por el estipulante, que
están concebidas para la generalidad de los negocios que ese sujeto pueda celebrar en el futuro, mas allá del
contrato en si mismo que se quiere realizar. Justamente por ello, cuando estas disposiciones están concebidas
para una generalidad de negocios, se les reconoce caracteres de generalidad, abstracción, uniformidad y
tipicidad, y se les da el nombre de condiciones generales de contratación.

REQUISITOS: la ley exige que las clausulas generales predispuestas sean comprensibles y autosuficientes.
También exige que la redacción sea clara, completa y fácilmente legible. Por ello, se tienen por no convenidas
aquellas clausulas que efectúan un reenvio a textos o a documentos que no se facilitan a la contraparte del
predisponente, previa o simultáneamente a la conclusión del contrato. Las precedentes reglas se aplican
también a otros tipos de contratación, como la que se lleva a cabo por vía telefónica o electrónica o por
cualquier otro medio de comunicación similar.
IV) CLASIFICACION SEGÚN LA OPERATIVIDAD DEL CONTRATO
A- CONTRATOS DE EJECUCION INMEDIATA Y DIFERIDA: con respecto al momento del cumplimiento, los
contratos pueden clasificarse de la siguiente manera:
- De Ejecucion Inmediata: las partes cumplen con todos sus derechos y obligaciones en el momento
mismo del contrato, tal es el caso de la compraventa manual, en el que la cosa y el precio se entregan
en el mismo instante de contratar
- De Ejecucion Diferida: las partes postergan el cumplimiento de sus obligaciones para un momento o
varios momentos posteriores, así ocurre en la venta con condición suspensiva, o cuyo pago se pacta en
varias cuotas, las que comienzan a vencer al cabo de cierto tiempo pactado.
- De Ejecucion Instantánea: las partes cumplen sus obligaciones en un solo instante, momento este
que puede ser el de la celebración del contrato, o posterior a el.
- De Ejecucion Continuada o Periodica o de Trato Sucesivo: las relaciones entre las partes se
desenvuelven a través de un periodo mas o menos prolongado, tal el contrato de prestación de
servicios, la locación, la sociedad, etc. Dentro de esta especie deben ubicarse ciertos contratos en los
cuales una de las partes cumple todas sus obligaciones desde el comienzo, quedando pendientes las
de la otra parte. Así ocurre, por ejemplo con la venta a plazos, en la que la cosa se entrega al contratar,
quedando el precio para ser satisfecho en cuotas periodicas hasta su extinción total, cosa parecida
ocurre en el contrato oneroso de renta vitalicia.

Los contratos de trato sucesivo y de cumplimiento diferido constituyen el dominio de acción de la teoría
de la imprevisión: las clausulas de una convención, que pueden haber sido equitativas en el momento de
contratar, puede resultar injustas debido a la transformación de las condiciones económicas entonces
imperantes.

Los contratos de ejecución instantánea, son aquellos en los cuales el cumplimiento de sus prestaciones es
susceptible de realizarse en un solo momento, uno actu, con una solutio única, en virtud de la cual quedan
agotados, se verifique o no en forma contemporánea con la celebración del contrato.

Los contratos de ejecución continuada o periódica, o de duración, por el contrario, son aquellos que tienen
por contenido una prestación o prestaciones cuya ejecución necesita prolongarse en el tiempo. Ello ocurre
en las siguientes hipótesis:

a) Cuando la ejecución de una prestación debe continuarse en el tiempo, sin interrupción, como sucede
con el contrato de locación, el comodato, el depósito, el suministro de energía, el leasing, por
ejemplo.
b) Cuando varias prestaciones deben repetirse en el tiempo en épocas determinadas o en intervalos
regulares, como el contrato oneroso de renta vitalicia o el suministro.
c) Cuando varias prestaciones deben cumplirse en forma Intermitente o variable, a pedido de una de
las partes como ocurre con la cuenta corriente.

En estos contratos, el tiempo no importa una mera modalidad de ejecución, sino que es una condición
para que el contrato produzca los efectos queridos por las partes. Las prestaciones se miden en función
del tiempo y este elemento es indispensable para quesea dable satisfacer el Interés continuado o durable
que el contrato presupone

CONTRATOS DE LARGA DURACION: la interrupción de los contratos de larga duración ha permitido


advertir que, en muchos casos, el contrato no es un acto aislado sino que conigura un verdadero proceso.
En este punto, es necesario insistir en la importancia de estas dispuestos a una continua renegociación, en
donde se contemplen no solo las posibles y muchas veces abruptas variaciones de precios (sea por
devaluaciones monetarias, sea por cambios de cotizaciones de productos o materias primas), sino
también las innovaciones tecnológicas, y los nuevos requerimientos de la comunidad (piénsese en el
equilibrio que debe existir en la prestación de servicios, que debe ofrecer precios adecuados pero a la vez
brindar prestaciones de avanzada).

El art. 1011 establece que “en los contratos de larga duración el tiempo es esencial para el cumplimiento
del objeto, de modo que se produzcan los efectos queridos por las partes o se satisfaga la necesidad que
las indujo a contratar”. Por tal motivo, “las partes deben ejercitar sus derechos con un deber de
colaboracion, respetando la reciprocidad de las obigaciones del contrato, considerada en relación a la
duración total, la parte que decide la recision debe dar a la otra la oportunidad razonable de renegociar
de buena fue, sin incurrir en ejercicio abusivo de los derechos”.

La norma apunta a la importancia que tiene el factor tiempo en los contratos de larga duración, lo que
pone de manifiesto las dificultades que se ciñen sobre los contratos cuando se los pretende
inmodificables, quedando obligadas las partes inexcusablemente en los términos convencidos.

Esta claro que estos contratos no permiten situaciones cristalizadas. Se hace necesario admitir un proceso
de permanente renegociación y de colaboración, respetando la reciprocidad de las obligaciones
contractuales, para alcanzar la finalidad perseguida dentro de un marco de justicia contractual. Para ello,
para alcanzar tales soluciones justas, será necesario atender a la calidad y eficiencia de las prestaciones
prometidas; la competitividad de la economía, las inversiones y la rentabilidad empresarial, entro otros
aspectos.

De allí la importancia de la norma del art 1011, en cuento impide extinguir sin mas el contrato ante un
incumplimiento, si es de larga duración, debiendo otorgar a la otra parte la oportunidad de renegociar de
buena fe las pautas contractuales, para no incurrir en un ejercicio abusivo de los derechos.

También podría gustarte