Está en la página 1de 4

El nuevo diseño del paradigma

educativo de México (Artículo)


por Heinz Dieterich

Foto: Isaac Esquivel/ Cuartoscuro


octubre 10, 2018 3:33 pm
465

Por Heinz Dieterich

1. La Ciencia ética como demiurgo

Diseñar un nuevo paradigma educativo para el México del Siglo 21 es una tarea para
las mejores cabezas del país. Para ser más preciso, para los mejores científicos
éticos, democráticos y patrióticos que se puedan encontrar. Se puede complementar
ese grupo de diseño con un número de filósofos, pedagogos y artistas de todo tipo.
Pero la hegemonía del grupo debe estar inequívocamente en manos de científicos
críticos de vanguardia. Porque las innovaciones y aportes a la pedagogía y didáctica
vienen hoy día de las neurociencias, la sicología aplicada y las ciencias de la
información. Se requiere, en pocas palabras, científicos interdisciplinarios
comprometidos con la ética, la nación y la democracia o, en palabras del Libertador
Simón Bolívar, gente de “moral y luces”.

2. El Estado como decisor

Una vez terminada la propuesta, debe haber diálogo público. Sin embargo, la decisión
final tiene que ser del Estado como representación institucional de la volonté
générale(Rousseau)  –legitimada en México por un mandato popular del 53 por
ciento– no de intereses particulares de sindicatos, padres de familia, denominaciones
religiosas, intereses mercantiles de corporaciones transnacionales, del proto Estado
global (OCDE, BM), de proyectos de ganancia de la educación privada o de intereses
de dominación ideológica.

Publicidad

3. La Clase académica dominante

Un obstáculo fundamental al diseño del nuevo modelo educativo del Siglo 21 para
México, de por sí una tarea compleja, es lo que podríamos llamar la clase académica
dominante. A nadie que trabaja en la ciencia se le escapa, que el mercado
académico, particularmente en las llamadas ciencias sociales, es un mercado
oligopólico opaco, controlado por pequeños grupos de caciques, mercaderes y
burócratas, que administran las becas, las revistas que dan los puntitos para el
tabulador salarial, los boletos para congresos internacionales y los ascensos dentro
de las academias. Un peligro fundamental que hay que evitar, por tanto, consiste en
convocar a los líderes oligopólicos (figurones) del mercado académico nacional para
configurar el equipo de diseño. En otras palabras, hay que superar el difícil problema
planteado por Marx en la Tercera Tesis sobre Feuerbach: “¿Quién educa a los
educadores?”

4. El origen de la clase académica

La clase académica dominante en las áreas sociales no es, por supuesto, resultado
de los principios de meritocracia o democracia real. No son los Noam Chomsky,
Sigmund Freud o Jean Piaget de la educación. No son los innovadores de paradigmas
y hazañas científicas. Su poder se deriva de sus relaciones cercanas con los
diferentes bloques y burocracias de poder del status quo. La mediocridad de nuestras
facultades de ciencias sociales es el resultado inevitable de tal estructura política-
educativa, que, por supuesto, no se resuelve con la imposición del modelo
empresarial neoliberal. La economía política de una educación funcional y, al mismo
tiempo, liberadora, requiere una complejidad mucho mayor a las simplezas, que
sostienen el modelo del neoliberalismo y positivismo vulgar.

5. Evaluación y bolsa de valores

Si se quisiera importar alguna institución del mercado a la educación, sería el


equivalente funcional de la bolsa de valores. Esto en aras de la evaluación en tiempo
real, del performance measurement y management.  La bolsa de valores es, sin duda,
la innovación cibernética más eficiente que el capitalismo moderno ha aportado a la
crematística de mercado, porque permite el diagnóstico y la intervención
correspondiente minuto a minuto sobre las instituciones empresariales, en tiempo real
y sin mayor burocracia. La incapacidad del Socialismo del Siglo 20 para diseñar un
instrumento de performance measurement  y management (medición y mejoramiento
de rendimiento) de similar eficacia, constituyó un déficit estructural de la economía
centralmente planeada y administrada. Algo semejante sucede en la educación
superior hoy día, cuyos instrumentos sirven más para la dominación de los
trabajadores mediante un Taylorismo vulgar, que a la evaluación objetiva y formativa.
6. Ciencias sociales sin Ciencia

Quizás la tragedia mayor en las “ciencias sociales” es, que en muchas facultades no
existe una cultura científica real. Con décadas de enseñanza de metodología y
epistemología científica en diferentes instituciones de educación superior del país me
parece absolutamente legítima la inferencia, de que muchas, si no la mayoría, fallan a
su razón de ser. La función analítica de la universidad consiste en producir nuevo
conocimiento objetivo y la única manera de hacerlo es mediante el uso del protocolo
científico. Es decir, mediante un procedimiento de cinco pasos lógico-dialécticos que
permiten la intelección objetiva de la realidad y que, por lo mismo, rigen el quehacer
de todas las ciencias empíricas a escala universal. Pero sucede, que la mayoría de
los maestros que imparten la materia de metodología en “ciencias sociales” no la
dominan. Y, obviamente, no se puede enseñar adecuadamente, lo que no se domina.
El resultado de esta deficiencia es que una generación tras otra de estudiantes se
gradúa, sin dominar el quehacer básico de su profesión, la investigación. De esta
manera, se perpetua la cadena de mediocridad, confusión y eclecticismo vis-a-vis la
cultura científica hacia el futuro.

7. Imperativos formativos del nuevo modelo

La macroestructura del nuevo paradigma de educación mexicana se deriva con


claridad de las dos funciones esenciales, que todo sistema educativo nacional debe
cumplir: 1. convertir el recién nacido, un ente “perverso polimorfo” en términos de
Sigmund Freud, en un sujeto racional y ético capaz de integrarse a los estándares
nacionales de comportamiento y, 2.  Generar los cuadros de trabajo que requiere la
estructura productiva, distributiva y de servicios del país. No tendría sentido, por
ejemplo, que un pequeño país agrícola exportador de plátanos, como Honduras,
tuviera grandes instalaciones educativas para la formación de astrofísicos. Al igual,
para Alemania sería exótico, mantener una gran planta de investigadores para la
producción de plátanos. En este sentido, la planta educativa es una función
dependiente del papel del país en la división internacional del trabajo.

8. La nueva estructura curricular

Tomando en consideración el conjunto de factores subjetivos-objetivos mexicanos,


hemisféricos y globales, que forman el eco-sistema en que se reproduce la nación, el
punto de partida del nuevo modelo educativo tiene que ser la identidad mexicana. A
su comprensión científica, no ensayística o filosófica, seguiría el análisis de las cinco
grandes identidades regionales latinoamericanas, con sus subsistemas nacionales y
locales. Las condiciones naturales, tecnológicas, sociales e institucionales del país
formarían el segundo set de variables que determinarían el nuevo modelo para el
Siglo 21. El poder y la situación geo-estratégica de México entrarían en el diseño
como tercer conjunto formativo, para determinar los grados de libertad y desarrollo
que tiene el país a su disposición. Finalmente, los modelos educativos históricos de la
Patria Grande deben estar presentes en la reflexión-construcción y, por supuesto, el
debate de los dos grandes paradigmas educativos mundiales: el de Singapur (Japón)
o el de Finlandia.
9. La llave del éxito

Diseñar la nueva estructura educativa es una tarea compleja, pero se puede resolver
sin mayores problemas con los conocimientos científicos actuales. La llave del éxito
está en la Tercera Tesis sobre Feuerbach. ¿Será el gobierno capaz de escoger las
cabezas pensantes que requiere esa tarea trascendental?

También podría gustarte