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Medición sobre el Terreno de la Erosión del Suelo y de

la Escorrentía. (Boletín de Suelos de la FAO - 68)

Indice

por
N.W. Hudson
Silsoe Associates
Ampthill, Bedford
Reino Unido

FAO - Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación


Roma, 1997

Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los
datos que contiene no implican, de parte de la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación, juicio alguno sobre la condición jurídica de países, territorios,
ciudades o zonas, o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites.

M-53
ISBN 92-5-303406-8

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publicación, ni almacenarla en un sistema de recuperación de datos o transmitirla en
cualquier forma o por cualquier procedimiento (electrónico, mecánico, fotocopia, etc.),
sin autorización previa del titular de los derechos de autor. Las peticiones para obtener
tal autorización, especificando la extensión de lo que se desea reproducir y el
propósito que con ello se persigue, deberán enviarse a la Dirección de Información,
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Viale delle
Terme di Caracalla, 00100 Roma, Italia.

© FAO 1997

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No obstante la digitalización sea de alta calidad, la FAO declina cualquier
responsabilidad por las eventuales diferencias que puedan existir entre esta versión y
la versión original impresa.

Indice

Prólogo

Reconocimientos

Capítulo 1 - Diseño experimental

Objetivos
Aspectos prácticos
Evitar experimentos "antes y después"
Estadísticas
Resultados anómalos y extrapolación
Conclusión

Capitulo 2 - Métodos de reconocimiento

Ventajas
Exactitud
Medición del cambio de nivel de la superficie

Mediciones localizadas
Medidores transversales

Mediciones volumétricas

Surcos y vías de escurrimiento


Cárcavas y márgenes de las corrientes
Pozos de sedimentación

Capítulo 3 - Parcelas de campo

Panorama general
Cuando se han de utilizar parcelas de escorrentía
Diseño estadístico

Repetición
Desviación
Diseños estándares

Tipos de parcelas de escorrentía

Precipitaciones naturales o simuladas


Parcelas limitadas o no limitadas
Dimensión de las parcelas
Estudios de cuencas hidrográficas/áreas de captación
Construcción

Dimensión de la parcela
Forma de la parcela
Bordes de la parcela
Colectores
Cisternas y divisores

Funcionamiento

Frecuencia de los registros


Estimación de la pérdida de suelo
Registradores y automatización
Mantenimiento y análisis de registros

Capítulo 4 - Caudal

Métodos volumétricos
Método velocidad/superficie
Clasificación de una estación de aforo
Formulas empíricas para calcular la velocidad
Vertederos de aforo

Vertederos de pared aguda


Vertederos de pared ancha

Aforadores

El canal de aforo Parshall


Aforadores en H
Aforador del Washington State College (WSC)
Utilización de estructuras existentes

Limnígrafos

Capítulo 5 - Transporte de sedimentos

Estimación de la carga en suspensión

Muestras tomadas al azar


Muestreador integrador de profundidad
Muestreador de punto
Muestreador de bombeo
Toma continua de muestras

Cálculo del arrastre de fondo

Mediciones directas
Muestreador
Trazadores radioactivos
Estimación empírica
Estimación de la carga total
Cálculo de los sedimentos depositados en embalses

Capítulo 6 - Simuladores de lluvia

Objetivos y aplicaciones

Ventajas y desventajas
Oportunidades
Construcción

Tipos de simuladores

Características deseables de la lluvia simulada


Creación de lluvia artificial
Presión del agua para lanzas de aspersión

Consideraciones practicas
Funcionamiento

Capítulo 7 - Estimaciones a partir de modelos

Cálculo de la escorrentía

Caudales máximos de escorrentía


Cantidad de escorrentía, o rendimiento

Cálculo de la pérdida de suelo

Modelos empíricos para calcular la pérdida de suelo


Parámetros de la erosión

Bibliografía

Otras obras de consulta

Cuadernos técnicos de la FAO

Prólogo
A medida que se agrava el problema de la erosión de los suelos, los técnicos en el
campo tienen que ocuparse cada día más de la tarea de medir o de evaluar la erosión
y la escorrentía. El tema es complejo y son pocos los libros de texto o manuales
disponibles sobre el mismo. Como resultado de ello, se ha desperdiciado mucho
tiempo, esfuerzo y dinero en trabajos que han dado escasa información útil.
Numerosos experimentos, en particular los relacionados con las parcelas y los
vertederos para medir la escorrentía, se han abandonado, ya sea por ser poco
prácticos, por su concepción defectuosa o por ser demasiado lentos para aportar el
tipo de información deseada.

El principal objetivo de este Boletín de Suelos es el de sugerir métodos y técnicas


sencillos que puedan ser utilizados por el personal de campo que no realiza
investigaciones, pero que tiene necesidad de datos sobre la escorrentía y la erosión.
Aunque este Boletín no está destinado a investigadores profesionales o académicos,
contiene recomendaciones concretas acerca de la necesidad de que el diseño y el
análisis experimental sean aplicables a todo tipo de experimentaciones.

Las simples mediciones sobre el terreno son en general técnicamente poco apreciadas
y se considera que carecen de validez científica. Sin embargo, si han sido concebidas
adecuadamente y efectuadas cuidadosamente pueden aportar datos válidos. Su
ventaja reside en la posibilidad de tomar un gran número de mediciones a bajo costo y
con personal de nivel intermedio y a la vez obtener resultados que son más útiles y
significativos para el agricultor y el extensionista que los experimentos más complejos
realizados en una lejana estación experimental.

Al preparar el presente Boletín, la bibliografía se ha limitado a la documentación


accesible para los lectores que desean obtener más información; se agrega una lista
de otras obras de consulta la cual sin embargo está fuera de los objetivos del presente
Boletín.

Reconocimientos
Deseamos agradecer a las numerosas personas e instituciones que nos han ayudado
con ideas, comentarios, documentación o fotografías para el presente Boletín, en
particular a:

Yvan Biot, Universidad de East Anglia, Reino Unido; K.J. Bligh, Departamento de
Agricultura, Australia Occidental; P. Bolton, Investigaciones Hidráulicas, Wallingford,
Reino Unido; N. Carigy, Laboratorio de Suelos, CSIRO, Canberra, Australia; A.L.
Cogle, ICRISAT, India; A. Dickinson, Investigaciones Hidráulicas, Wallingford, Reino
Unido; H.A. Helwell, AGRITEX, Harare, Zimbabwe; A. Grant, Silsoe College, Bedford,
Reino Unido; H. Gunston, Instituto de Hidrología, Wallingford, Reino Unido; R.
Hairsine, Laboratorio de Suelos, CSIRO, Canberra, Australia; Karl Herweg, Proyecto
de Investigación sobre la Conservación del Suelo, Etiopía; P.I.A. Kinnell, Laboratorio
de Suelos, CSIRO, Canberra, Australia; D. Lang, Servicio de Conservación de Suelos
de Nueva Gales del Sur, Australia; R.J. Loughran, Universidad de Newcastle, Nueva
Gales del Sur, Australia; D. McFarlane, Departamento de Agricultura, Australia
Occidental; L.D. Meyer, Laboratorio Nacional de Sedimentación, Oxford, Mississippi,
E.U.A.; Alex Mitchell, Canterbury, Australia; D.M. Offermans, Proyecto de Ordenación
de Cuencas Hidrográficas, Nepal; Sir Charles Pereira, Teston, Kent, Reino Unido; A.
Profitt, Departamento de Agricultura, Australia Occidental; Jane Rickson, Silsoe
College, Reino Unido; E. Roose, ORSTOM, Montpellier, Francia; C.J. Rosewell,
Servicio de Conservación del Suelo de Nueva Gales del Sur, Australia; Adisak
Sajjapongse, IBSRAM, Bangkok, Tailandia; E. Seminario, FAO, Marruecos; T.F.
Shaxson, Greenhayes, Dorset, Reino Unido; Michael Stocking, Universidad de East
Anglia, Reino Unido; P.A. Taylor, Rock and Taylor Ltd., Warley, Reino Unido; K.G.
Tejwani, Consultores sobre el Uso de la Tierra, Nueva Deli, India; C. Valentin,
ORSTOM, París, Francia.

Muchos funcionarios técnicos de la FAO han colaborado extensivamente,


especialmente D.W. Sanders, Oficial Superior (Conservación de Suelos), Servicios de
Recursos, Manejo y Conservación de Suelos (AGLS), quien propuso el Boletín y
contribuyó a definir su alcance y objetivos; funcionarios de ese Servicio prestaron
asesoramiento técnico.

Sobre el tema de productividad de métodos, muchas fotografías han sido


amablemente prestadas por diversas personas e instituciones; al pie de cada una de
ellas se indica la fuente. Las fotos sin una fuente indicada pertenecen a la colección
del autor. La mayor parte de los diagramas fueron dibujados por D. Mazzei. El autor
está sumamente agradecido a Linde Ovington Lee por haber procesado con su
ordenador los innumerables borradores y cambios introducidos, y al personal
administrativo y de secretaría de AGL por su ayuda y asesoramiento en la redacción y
en la preparación del documento.

Capítulo 1 - Diseño experimental

Objetivos
Aspectos prácticos
Evitar experimentos "antes y después"
Estadísticas
Resultados anómalos y extrapolación
Conclusión

Objetivos
Como se explica en el prólogo, el presente Boletín no está destinado a la investigación
pura o a la adquisición de conocimientos teóricos, sino a la búsqueda de respuestas
prácticas a preguntas prácticas. Por ello, el punto de partida de todo programa debe
consistir en determinar con exactitud y precisión qué es lo que se desea conocer y
cómo se van a utilizar los conocimientos. Sir Charles Pereira, edafólogo
experimentado, sugiere lo siguiente:

"Es preciso hacer una clara distinción entre dos tipos de mediciones experimentales:
 una estimación auténtica de la media aritmética de una cantidad altamente variable,
como las precipitaciones, la cual será utilizada en una estimación cuantitativa, y

 una ilustración de la amplitud y el orden de magnitud de una variable respecto de la


cual no se puede hacer una estimación válida de la media aritmética a partir de un
número razonable de mediciones como la pérdida de suelo por hectárea/año, dado
que este concepto abarca las variaciones del tipo de suelo, el drenaje, la cubierta
vegetal, las alteraciones mecánicas, la pendiente, el aspecto y la exposición a las
corrientes descendentes de las colinas.

Existe más peligro de una utilización poco científica en la medición de segundo tipo,
expresada en toneladas/km2, como si tuviera la base lógica y estadística del primer
tipo".

Es una precaución razonable comprobar si ya existe la información que se necesita.


Es poco probable que el técnico de campo del proyecto tenga el tiempo y los medios
necesarios para hacer una revisión bibliográfica, pero el personal de apoyo técnico de
la sede si está en condiciones de utilizar los sistemas de almacenamiento y
recuperación de datos de que actualmente se dispone. Un problema importante radica
en que los experimentos sencillos y prácticos de campo que se proponen no suelen
estar adecuadamente definidos o están incluidos en documentos sobre proyectos
difíciles de encontrar.
En las regiones tropicales los daños causados por eventos extremos, que si bien
ocurren raramente, pueden ser mucho más graves que en climas menos agresivos.
Esto es particularmente cierto en lo que respecta a la pérdida de tierras de cultivo y a
la expansión de las cárcavas. Es preciso, por tanto, buscar un equilibrio entre la
instalación de un canal de aforo que pueda medir inundaciones extremas en un
período de 20 años, aunque sea poco probable que se produzcan durante el
experimento, o la instalación de un canal de aforo que pueda medir inundaciones con
una frecuencia probable de cinco años y correr el riesgo de que sea sumergido por
inundaciones mayores.

Aspectos prácticos
Pocos datos válidos son más útiles que una gran cantidad de información que no se
puede utilizar porque no es confiable. Por consiguiente, las evaluaciones de campo
deben ser lo más sencillas posibles y estar orientadas a objetivos limitados y
alcanzables. Existe siempre una gran tentación de tratar de obtener una gran cantidad
de información incluyendo un número excesivo de variables o de niveles dentro de
cada variable. Al planificar un programa de experimentos se ha de tener presente los
recursos disponibles, teniendo en cuenta los gastos iniciales y de funcionamiento y el
personal requerido para llevar a cabo los experimentos.

Debe rechazarse la idea de que cualquier información es mejor que ninguna. Esto se
utiliza a veces para justificar ensayos "rápidos y de poca calidad" o como una excusa
para no efectuarlos de manera adecuada. Sin embargo, está totalmente reñido con la
disciplina científica. El empleo de datos inexactos o poco confiables es muy probable
que cause problemas, en lugar de mejorar la situación.

¿Cuánto tiempo durarán los experimentos? Debido a la variabilidad de la escorrentía


de un año a otro, la duración debe ser lo más larga posible; sin embargo, se tropieza
con dificultades prácticas. ¿Cuánto va a durar el proyecto y qué va a suceder al final?
¿Qué posibilidades existen de que pueda continuar después de la primera fase?
¿Podrá proseguir el proyecto si el personal que inició los experimentos es transferido o
sustituido? La solución práctica consiste en iniciar únicamente las actividades que se
puedan completar en el tiempo y con los recursos de que se dispone. A veces puede
ser posible programar un componente adicional que pueda ponerse en funcionamiento
si el proyecto se prolonga, pero esto sólo es prudente si se trata de una opción
adicional y no si su ausencia reducirá el valor del plan básico.

Puede ser que resulte posible extrapolar a corto plazo los datos de las precipitaciones
si se dispone de registros a más largo plazo; por ejemplo, en el caso de una pérdida
anual de suelos que se midió durante dos años, cuando en un año las precipitaciones
fueron inferiores a la media y en el otro superiores a la misma. Los registros de las
precipitaciones a largo plazo pueden dar ciertas indicaciones de la frecuencia con que
cabe prever que se produzcan esas pérdidas, pero únicamente si existe una relación
directa entre lo que se mide - la pérdida anual de suelo - y el registro a largo plazo - las
precipitaciones anuales totales. Existirá una asociación, por supuesto, porque cuanto
mayores sean las lluvias, mayor será la erosión; sin embargo esta relación es tan
imperfecta que tiene escaso valor debido a que ignora factores importantes como la
cantidad de lluvia caída en el suelo desnudo y la cantidad caída sobre los cultivos. Un
principio básico de toda ciencia consiste en evitar la extrapolación más allá de los
límites de los resultados medidos.

En el trabajo experimental es importante establecer una relación entre causa y efecto.


Si se mide algún cambio o diferencia, hace falta saber cual es la causa, y no es
suficiente saber que pueden existir una o más causas. En los ensayos realizados en
los centros de investigaciones este problema se evita cambiando un sólo factor cada
vez, o sea, se aíslan las variables con el fin de que si se mide un cambio quede claro
cuál es su causa. Esto no siempre es posible o necesario en los ensayos de campo.
Puede ser útil saber que un conjunto de prácticas agrícolas da mejor resultado que
otro, pero es preferible saber cuáles de los componentes del conjunto son las más
importantes para producir el cambio.

El problema de la investigación en el campo del agricultor es que difícilmente las


variables se pueden separar y controlar. Sirvan de ejemplo los estudios realizados en
Kenya concebidos para verificar si el programa global de conservación podía mostrar
un aumento del rendimiento del maíz en los campos donde se había aplicado el
programa. Se analizaron datos de los campos de los agricultores y los resultados
sugirieron que hubo un aumento. Sin embargo, el paquete de medidas aplicadas para
la conservación de suelos, incluía construir terrazas de tierra, utilizar semillas
mejoradas, más fertilizantes y prácticas de cultivo perfeccionadas; el efecto de cada
uno de esos factores no se pudo evaluar por separado, por lo que la información
obtenida tuvo una aplicación muy limitada. Es posible que las semillas mejoradas
hubieran producido el aumento sin el uso de fertilizantes adicionales, o que el mayor
empleo de fertilizantes hubiera producido el mejoramiento del rendimiento de las
variedades tradicionales del maíz y, si la construcción de terrazas mejoraba la
humedad del suelo, esto también hubiera podido conseguirse con métodos más
sencillos.

Evitar experimentos "antes y después"


Un método que a veces se emplea para evaluar el efecto de algún cambio consiste en
efectuar una serie de mediciones antes del mismo y compararlas con una serie similar
realizada después. Esto es sencillo pero fundamentalmente incorrecto debido a que no
hay forma de identificar si la diferencia ha sido causada directamente por el
tratamiento o procede de alguna otra causa o cambio entre los dos conjuntos de
mediciones. La Figura 1 muestra un ejemplo de ello. Se realiza un experimento para
calcular el efecto del cambio de la intensidad del pastoreo en la escorrentía en una
pequeña cuenca hidrográfica; las mediciones de la escorrentía semanal total se trazan
en comparación con las precipitaciones semanales, y al final de la temporada entre 20
y 30 puntos parecen indicar una correlación estrecha. En la temporada siguiente se
aplica el tratamiento, consistente en duplicar el número de animales en pastoreo, y al
analizar los resultados al final de la misma se encuentra que la relación es
considerablemente diferente. El problema radica en que no es posible asegurar que la
diferencia haya sido causada por el tratamiento y no refleje el hecho de que las
precipitaciones durante la segunda temporada fueron diferentes. Si las precipitaciones
son mucho más intensas, esto podría por sí solo explicar el caudal superior de la
escorrentía. No existen medios de análisis estadístico que permitan superar esta
dificultad y en las observaciones se ha permitido que una variable incontrolable e
inmensurable se introdujera y creara confusión; no hay manera de suprimir este
efecto.

La técnica que se utiliza para evitar este problema es la de parcelas apareadas. Se


eligen dos parcelas lo más similares posible (dos parcelas no podrán ser nunca
idénticas), y se calibran, es decir, se mide la diferencia entre ellas indicando los
valores de algunos parámetros adecuados de una parcela en comparación con la otra,
como en la Figura 2. Pasado cierto tiempo, la relación entre las dos parcelas resulta
evidente; este tiempo depende de la frecuencia de las observaciones. La
representación gráfica de los valores diarios evidenciarán más rápidamente la relación
entre estos datos que la representación gráfica semanal o mensual de los mismos. Si
las dos parcelas fueran idénticas, la representación gráfica sería una línea recta a 45°
desde el origen. El tratamiento se aplica a continuación a una parcela y se repite la
serie de mediciones. Si existe ahora alguna variación en las precipitaciones o en algún
otro aspecto del clima, esta afectará por igual a ambas parcelas y, en consecuencia,
una nueva relación sólo podrá deberse al tratamiento elegido que es la única variable.

FIGURA 1 - Con los experimentos "antes y después" el efecto del tratamiento no


se puede separar del efecto del cambio de las precipitaciones

FIGURA 2 - Calibración de parcelas apareadas antes del tratamiento


La conclusión es que se han de evitar los ensayos "antes y después" de procesos que
pueden ser influidos por el clima, en particular por las precipitaciones.

Estadísticas
Los detalles del diseño experimental y del análisis estadístico de los resultados
quedan fuera del alcance del presente Boletín, pero es conveniente revisar
rápidamente algunos puntos importantes. Si se están examinando las relaciones entre
causa y efecto, la clave del diseño experimental consiste en aislar y en medir el efecto
de las variables. El problema radica en que en todos los procesos biológicos existe un
vasto número de variables que pueden influir en el proceso, cada una de las cuales
presenta una amplia gama de valores, y que es difícil separarlas.

Muestreo

El método de muestreo y el tamaño de la muestra son importantes. Para que una


muestra resulte representativa de toda la población, debe ser lo suficientemente
grande como para reflejar la variación dentro de la misma. Por ejemplo, para evaluar el
rendimiento de un campo de maíz, se podría medir el rendimiento de una planta y
multiplicarlo por el número de plantas del campo. Sin embargo, las plantas difieren
considerablemente en su rendimiento; sin duda se obtendrá una estimación más
exacta midiendo, por ejemplo, 20 plantas y obteniendo un resultado, sin duda más
verosímil y más cercano al que se obtendría con la medición de todas las plantas.

Diferencias

Normalmente el objetivo consiste en estimar las diferencias antes que los valores
absolutos. Por ejemplo, los ensayos muestran que una variedad produce 1,5 t/ha y
otra variedad 1,6 t/ha. Es posible calcular si la diferencia es estadísticamente
significativa a diversos niveles de probabilidad; pero esto es irrelevante puesto que
ningún agricultor va a cambiar de variedad sobre la base de esa pequeña diferencia en
el rendimiento cuando existen otros factores que se han de tomar en consideración
como el gusto, el mantenimiento de la calidad, la resistencia a las enfermedades, etc.

Se ha de tener cuidado al expresar las diferencias como porcentajes, ya que ello


puede resultar erróneo o engañoso. Por ejemplo, el resumen de un informe de
investigación señala que la pérdida anual de suelo de una parcela con el tratamiento A
fue del 80% menos que la pérdida de una parcela con el tratamiento B. Esto puede
parecer impresionante hasta que se encuentra que las cifras eran de 100 kg/ha y de
20 kg/ha, o sea que la pérdida de suelo fue insignificante en ambos casos.

Se debe evitar asimismo informar sobre los resultados en forma confusa. Por ejemplo,
se efectuó una comparación entre cinco parámetros diferentes para calcular la
erosividad de las precipitaciones y el resultado indicó que el No 4 era "el mejor
estimador". Sin embargo, el informe completo revelaba que el coeficiente de
correlación era superior al 0,9% para los cinco parámetros, y que el "mejor" se situaba
a 0,955. Una conclusión más razonable habría sido, en cambio, decir que los cinco
parámetros eran eficaces y que se debería recomendar el más sencillo y fácil de
utilizar.

Repeticiones

Volviendo a la cifra de rendimiento de los ensayos de variedades de 1,5 t/ha, es


necesario saber qué grado de exactitud tiene. ¿Significa esta cifra que es bastante
seguro decir que se encuentra entre 1,0 y 2,0 t/ha, es decir, 1,5 ± 0,5, o entre 1,4 y 1,6
t/ha, es decir, 1,5 ± 0,1? A esto sólo se puede responder haciendo uso de
repeticiones; con una única observación no hay forma de saberlo.

Hace muchos años, cuando la aplicación de las estadísticas a la investigación agrícola daba sus
primeros pasos y se estaba estableciendo un amplio programa de investigaciones en Africa,
dijo: "Sólo estamos tratando de obtener resultados que los agricultores puedan entender y
aplicar; no interesan las cifras que hace falta explicar con estadísticas". En consecuencia, todos
sus experimentos tuvieron muchos tratamientos y ninguna repetición; craso error que después
se lamentó por mucho tiempo.

Tratamientos Repeticiones de cada tratamiento


12 1
6 2
4 3
3 4
2 6
1 12

Siempre habrá alguna variación natural en lo que se está midiendo y también algún
error en la medición. Se utilizan las repeticiones, es decir, en teoría situaciones
absolutamente idénticas, para dar una evaluación que sea aceptablemente confiable y
segura. La dimensión del experimento siempre tiene limitaciones como los costos, la
mano de obra o la superficie, por lo que hay que buscar una solución de transacción
entre el número de tratamientos y el número de repeticiones. Si se pueden financiar 12
parcelas en un experimento de campo, se podrían distribuir como se indica en el
recuadro.

Los dos extremos son a todas luces no recomendables, pero ¿cómo elegir entre las
otras cuatro posibilidades? Para un experimento a largo plazo importante podría valer
la pena realizar un ensayo experimental. Habría que tomar mediciones de 10 o 12
repeticiones y estudiar la variación; por otra parte, es posible calcular cuál es el
número mínimo de repeticiones que darán una precisión aceptable. Como esto es
inadecuado para experimentos de campo sencillos, habrá que recurrir a algunas reglas
simples. Si la pérdida de suelo de dos repeticiones es de 2 kg y 8 kg, una media de 5
kg es un dato bastante impreciso. Si tres repeticiones arrojan 2 kg, 8 kg y 7 kg, podría
tenerse algo más de confianza en una media de 6,5 kg, pero seguirán existiendo
dudas acerca del resultado de 2 kg. ¿Se trata de una medición defectuosa o es la
única correcta mientras que las otras dos son erróneas?

En general cuanto mayor es la diferencia entre las mediciones, mayor es el número de


repeticiones necesario; sin embargo la dificultad consiste en que, cuando se inicia el
experimento, no se sabe cuál será la diferencia probable, por lo que se requiere aplicar
algunos criterios arbitrarios.

 La calibración de las parcelas se debe efectuar siempre en las parcelas repetidas


antes de aplicar los tratamientos.

 Un número excesivo de repeticiones puede limitar el número de tratamientos que se


pueden aplicar, pero los resultados son confiables y, por tanto, útiles. Es preferible un
exceso de repeticiones a un número insuficiente de ellas que dará un resultado en el
que no se puede confiar.

 Cuanto mayor es el campo de variación de lo que se está midiendo, se necesitarán


más repeticiones. Las parcelas para medir la escorrentía ofrecen muchas veces
resultados ilógicos debido a que hubo algún procedimiento equivocado (esta cuestión
se examina en detalle en el Capítulo 3); en general, un gran número de repeticiones
reduce el efecto de una deficiencia mecánica, por ejemplo, que un grifo hubiera
quedado, por descuido, abierto.

 Los resultados del mismo experimento en años sucesivos no son repeticiones debido
a la variabilidad anual.

A título de juicio subjetivo basado en la experiencia, se sugiere que para el trabajo en


las parcelas se cuenta siempre con un mínimo de tres repeticiones y, mejor aún, de
cuatro o cinco. Los estudios sobre la varianza y las técnicas de muestreo se enumeran
en la sección Otras obras de consulta.

Resultados anómalos y extrapolación


A este respecto, es posible sacar lecciones que ilustren dos aspectos: el peligro de
descartar resultados anómalos y el peligro de la extrapolación, es decir, de predecir lo
que podría suceder más allá de los límites de las mediciones.

Supongamos que las mediciones de cuatro repeticiones son 1,6, 1,8, 1,7 y 4,5. ¿Se
debe suponer que 4,5 es un error y hay que descartar esa cifra, dada una media
evidente de 1,7? ¡No! Existe un 25% de posibilidades de que sea la única cifra
correcta y que las otras tres sean erróneas. Con sólo tres repeticiones un resultado
aparentemente anómalo tiene un 33% de posibilidades de ser correcto, y con sólo dos
repeticiones y dos resultados diferentes, cada uno tiene un 50% de posibilidades de
ser correcto o erróneo. Otro motivo para efectuar el mayor número posible de
repeticiones es que si el número de éstas es elevado, una cifra altamente desviada
sólo tendrá un pequeño efecto en la media.

En la ciencia existen pocas anomalías. Cuando un dato obtenido parece sospechoso,


ello se debe a una razón que no se conoce todavía - en cuyo caso hay que tratar de
entenderla -o a que es un dato falso debido a un error experimental desconocido, por
lo que habrá que repetir el experimento hasta que se descubra el error.

A continuación se ofrecen dos ejemplos de anomalías, de las cuales una se resolvió y


otra no.

Un estudiante graduado analizaba la relación entre la densidad de la cubierta vegetal y


el impacto de las gotas de lluvia en el suelo; los resultados presentaron una curva
suave con una extraña cresta como se indica en la Figura 3. El efecto era real debido
a que esa cresta apareció también cuando el experimento se repitió de manera
independiente; sin embargo, no había razones aparentes para ello. Podría ser una
deficiencia desconocida de la técnica, la que tras muchos esfuerzos fue identificada.
Se habían utilizado mallas de plástico para dar diferentes niveles de cobertura y la
densidad se midió en fotografías de cada malla. Sin embargo, en un lugar la malla era
más espesa que en otros por lo que hubo más salpicado alrededor suyo dentro de la
malla y menos energía disponible para provocar el salpicado. No se tuvo en cuenta
que no es lo mismo la luz que atraviesa una malla que el pasaje de gotas de lluvia.

FIGURA 3 - Anomalía no explicada en la relación entre el salpicado y la cobertura


FIGURA 4 - Calibración de relación de masa de Laws y Parsons (Laws y Parsons
1943)

La segunda anomalía en los resultados experimentales fue la situación opuesta: se


suprimieron unos resultados aparentemente falsos por contener un error experimental
aunque más tarde la investigación mostró que eran verdaderos. La medición del
tamaño de las gotas de lluvia se solía realizar recogiendo las gotas en bandejas con
harina y pesando la bolita formada en la harina por cada gota. Una calibración
efectuada anteriormente en laboratorio daba la relación entre el peso de la bolita y el
peso de la gota de agua, y esta relación se expresaba como una relación de masa.
Cuando Laws y Parsons utilizaron este método en 1943, los resultados obtenidos
fueron los indicados en la Figura 4 y asumieron que una bolita de harina no podía
pesar menos que la gota que la constituía, por lo que ignoraron el punto A; sin
embargo, ahora se sabe que, de hecho, esto puede suceder y sucede. Los otros
puntos se acercaban a una línea recta, salvo la gota mayor, por lo que ignoraron
asimismo el punto B. Se sabe actualmente que ese resultado también era auténtico y
que una curva suave a lo largo de todos los resultados es mejor que la relación de
línea recta que suponían.

El error en la calibración de Laws y Parsons no alteró el hecho de que fue una


investigación brillante y original. Lamentablemente, las ideas originales a veces son
tan exitosas que su utilización se extiende más allá de lo que es justificable. La
mayoría de las muestras de Laws y Parsons correspondían a intensidades inferiores a
50 mm/h con un número muy reducido de hasta 100 mm/h, y dieron una curva del tipo
indicado en la figura 5 que se puede representar por una ecuación de la forma
siguiente:

D = aIb

donde D es el diámetro de la gota, I es la intensidad y a y b son constantes.


No obstante, esta ecuación hace pensar que la dimensión mediana de la gota seguirá
aumentando a medida que aumente la intensidad y, aunque esto es cierto dentro de
los límites de los valores de las mediciones de Laws y Parsons, las investigaciones
posteriores, a intensidades superiores, han mostrado que esto no es válido para las
intensidades elevadas que se producen en las tormentas de lluvias tropicales. En
realidad, existe una explicación física de este fenómeno. Hay un límite al tamaño de
las gotas de lluvia que caen debido a que por encima de ese límite pasan a ser
inestables y se rompen en gotas más pequeñas; de hecho, ahora se sabe que el
diámetro medio de una gota alcanza un máximo y luego disminuye como se indica en
la Figura 6. Cuando fue necesario calcular la energía de la lluvia para calcular el factor
de erosividad de la Ecuación Universal de la Pérdida de Suelo, la relación de Laws y
Parsons entre el tamaño de la gota y la intensidad se extrapoló hasta intensidades de
250 mm, con el resultado de que la energía cinética de las precipitaciones tropicales
resultó considerablemente exagerada. Recién en 1987 se revisó el Manual de
Agricultura del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos para elevar los
límites de la energía de las precipitaciones; lamentablemente, hasta entonces muchos
estudios sobre las precipitaciones tropicales resultaron confusos o incorrectos a
consecuencia de este error básico.

FIGURA 5 - Datos de Laws y Parsons sobre el tamaño y la intensidad de la gota


(Laws y Parsons 1943)

FIGURA 6 - Últimos estudios sobre el diámetro de la gota a altas intensidades


(Carter et al. 1974 y Hudson 1981b)
La enseñanza es clara: hay que ser prudentes al aceptar o rechazar resultados
sospechosos e igualmente cautelosos al efectuar una extrapolación más allá de los
límites de los datos medidos. Un libro útil sobre el manejo de los datos experimentales
es el de Pentz y Shott (1988).

Conclusión
El mensaje que se debe transmitir es que siempre hay que mantener la máxima
sencillez en el diseño experimental y solicitar el asesoramiento de un experto en
biometría antes de iniciar los experimentos. A menudo sucede que el experimentador
se dirige al estadístico con una caja llena de archivos de datos a fin de que le ayude a
analizar los resultados, y luego se siente descorazonado cuando se le dice que el
diseño era erróneo y que los resultados tenían escaso valor. Los defectos más
probables son, en el caso de estudios sobre cuencas hidrográficas, la precipitación en
la aplicación de los tratamientos antes de efectuar una calibración adecuada, o en el
caso de un trabajo con parcelas pequeñas, la falta de repeticiones suficientes o la
incorporación de variables incontroladas.

Capitulo 2 - Métodos de reconocimiento

Ventajas
Exactitud
Medición del cambio de nivel de la superficie
Mediciones volumétricas

Ventajas
Los "métodos de reconocimiento" son las maneras de obtener una primera
aproximación del volumen de la erosión en una situación determinada, aproximación
primaria que puede ser todo lo que se necesita o que, de ser menester, se deberá
complementar con estudios más exactos.

La principal ventaja de los métodos de reconocimiento es que, como son de bajo costo
y sencillos, se pueden efectuar muchas mediciones para que los resultados sean
confiables y representativos - lo que significa que son creíbles y utilizables;
recordemos que una única medición exacta en un lugar puede no ser representativa.

Otras ventajas son que los "métodos de reconocimiento" se pueden aplicar con un
personal de nivel intermedio; necesitan escaso mantenimiento; por ejemplo, las varillas
para medir la erosión (examinados en la sección Mediciones localizadas), y el intervalo
entre las mediciones puede ser flexible, o sea, las varillas pueden medirse después de
un mes o después de una temporada o de un año. Las técnicas sencillas pueden
igualmente ser útiles como demostraciones cuando no se trata de medir el volumen de
la escorrentía o la pérdida de suelo, sino de mostrar a los agricultores, a los
extensionistas o al público en general que se está produciendo una erosión y que es
preciso hacer algo al respecto. Sirva de ejemplo el proyecto de la FAO realizado en
Java de 1972 a 1976, gracias al cual los agricultores que al principio pensaban que la
erosión era insignificante, quedaron convencidos que eran importante al ver la
disminución visible de la superficie del suelo en las varillas para medir la erosión, y la
cantidad de tierra recogida en pozos de sedimentación sencillos; este punto se
examina en la sección relativa a las Mediciones volumétricas (FAO 1976a).

Interferencias

Un problema corriente en los ensayos de campo realizados fuera de los centros de


experimentación es la interferencia de la población local en el manejo del equipo. Esto
puede deberse a una simple curiosidad por ver lo que contiene una extraña caja, a la
realización de "travesuras" como arrojar piedras en los tubos de medición o vaciar los
pluviómetros, el robo de algo que es probable sea útil o se pueda vender; incluso el
vandalismo inconsciente sin ninguna causa lógica, aunque esto parece ser menos
común en sociedades rurales.

La solución en todos estos casos consiste en prever y evitar los problemas y no dejar
que sucedan y luego actuar. Esto implica la necesidad de ganarse la confianza y
cooperación de la comunidad local. Es fundamental que los miembros de la
comunidad conozcan la existencia del proyecto por haber participado en su
planificación, aunque, no obstante, pueden estar lejos de entender los ensayos de una
nueva variedad o de no comprender por qué se están construyendo unas estructuras
de medición en el lecho de un río. En otras palabras, hace falta un programa de
relaciones públicas para explicar lo que está sucediendo, como los resultados podrán
ayudar a toda la población y así obtener su apoyo.

Un estudio hidrológico realizado en Sri Lanka sirve de ejemplo de programa adecuado,


pero no debe tomarse como modelo porque siempre existen circunstancias
particulares. En este caso, la población era en gran parte alfabeta, por lo que se
distribuyó ampliamente una página en el idioma nativo explicando la situación. Los
extensionistas hicieron primero una visita para conversar con grupos de ancianos de la
aldea y luego celebraron reuniones con todos los grupos o asociaciones campesinas
de la cuenca hidrográfica, y mujeres extensionistas hablaron con grupos de mujeres.
Como en Sri Lanka la religión es importante, se visitaron también todos los templos y
monasterios y, siempre que fue posible, se instalaron pluviómetros y medidores del
caudal en los terrenos de los templos y se pidió a los monjes que llevaran los registros.
Las escuelas también son importantes, por lo que se hicieron visitas a las escuelas
primarias y se llevaron a grupos de niños, con sus maestros, al campo para mostrarles
como funcionan los pluviómetros y los registradores del caudal, las parcelas de
escorrentía y las tuberías conectadas a la capa freática. El mensaje transmitido
durante toda la campaña era simplemente "esto es en su beneficio, por favor
ayúdenos a realizar el trabajo".

Un elemento que funcionó a pesar de las dudas iniciales de los extensionistas locales,
fue la creación de un "club de observadores" formado por escolares. Una carretera
principal y varios caminos atravesaban la zona y muchas de las estaciones de
medición se encontraban en los puentes de las carreteras. Como la capital no estaba
lejos, había bastante tráfico no local. En consecuencia, se pidió a cada escuela que
"observara" los lugares donde estaban instalados los instrumentos en la zona. A los
miembros del club de observadores se les dio un simple emblema para que lo llevaran
en señal de autoridad y del apoyo que la comunidad prestaba al proyecto.
Lamentablemente, es difícil decir cuáles de esas actividades surtieron el máximo
efecto, pero el resultado justificó el esfuerzo porque durante muchos años docenas de
instrumentos en diversos lugares funcionaron con una interferencia mínima.

Exactitud
Existen dos métodos para calcular el movimiento del suelo: a) calcular cuánto se ha
perdido de un lugar, b) cuánto se ha acumulado en otro lugar. La precisión de estos
dos métodos suele ser muy diferente. Si la tierra erosionada de una parcela de terreno
se recoge en cisternas y se pesa, incluso una medición aproximada del peso, da una
estimación exacta de la pérdida de suelo. Por ejemplo, si la pérdida de suelo de una
parcela de 100 m2 se mide con una aproximación de 0,1 kg, esto corresponde a una
estimación de la pérdida de suelo con una aproximación de 10 kg/ha. En comparación,
una medición directa del nivel de la superficie del suelo es una estimación muy burda.
Si la disminución de la superficie del suelo se midiera al milímetro cada unidad
correspondería a una estimación de la pérdida de suelo de 15 000 kg/ha, es decir, la
precisión sería aproximadamente 1 500 veces menor.

Sin embargo es preciso establecer una diferencia entre precisión y exactitud. La


precisión es el grado de afinamiento en la medición - de tal modo que el peso del suelo
recogido en un pozo captador medido al 0,1 kg es más preciso que un peso medido a
1 kg - pero eso no hace la estimación más exacta, la cual ésta determinada por el
diseño del experimento y por las posibles causas de error. La exactitud no aumenta
citando resultados con más precisión de lo que está justificado. A título de ejemplo, la
profundidad de la pérdida de suelo puede medirse a un milímetro; como la técnica es
sencilla, se pueden efectuar muchas mediciones. La cifra media calculada será más
confiable, más creíble, y probablemente más exacta partiendo de 100 mediciones que
de 10, pero no más precisa. Es un error común medir con una precisión de un decimal
y luego citar la media con dos decimales.

Información vox populi

Puede resultar tentador recopilar información de los habitantes locales que suelen
estar muy dispuestos a contar historias de "recuerdo que..." sobre donde solía estar la
cárcava, o las inundaciones de años pasados. Esa información se debe tratar con
cautela porque no hay forma alguna de evaluar su confiabilidad o su precisión. Los
errores pueden surgir de diversas fuentes: las inexactitudes de la memoria; la
distorsión durante la transmisión; la tendencia de las personas entrevistadas a
imaginarse la respuesta que el entrevistador espera o desea y a desviar las pruebas
en esa dirección; la tendencia a embellecer la realidad y a considerar que "el pasado
fue mejor". Escuchar a los ancianos de las aldeas locales debe, sin embargo, formar
parte del trabajo de todos los que trabajan en el campo y puede aportar información
útil, aunque sería poco prudente basarse en "lo que se dice" a menos que se pueda
verificar.

Medición del cambio de nivel de la superficie

Mediciones localizadas
Medidores transversales

La medición directa de los cambios en el nivel del suelo resulta adecuada cuando la
erosión está localizada, los índices de erosión son elevados y la posición de la erosión
es predecible, como en las tierras en pendiente deforestadas, o los pasos del ganado
a través de los pastizales. Esa medición no suele ser adecuada para las pérdidas de
suelo de tierras cultivables debido a que el nivel de la superficie se verá afectado por
el cultivo y los animales; sin embargo, se han estudiado cambios a corto plazo en
zonas de cultivo de papas en surcos en Australia (McFarlane, Delroy y van Vreeswyk
1991). Los cambios se pueden medir: a) en una dimensión con respecto al nivel de la
superficie en un punto, o b) en dos dimensiones, para obtener un perfil o sección
transversal, o c) en tres dimensiones para mediciones volumétricas de surcos o
cárcavas.

Mediciones localizadas

Los resultados de las mediciones individuales de los cambios de nivel en un punto


único varían considerablemente, pero este es un método sencillo y de bajo costo que
permite establecer una muestra de un gran número de puntos y obtener una
estimación válida.

Varillas para la medición de la erosión

Este método ampliamente utilizado consiste en clavar en el suelo una varilla medidora
de manera que en su parte superior se puedan "leer" los cambios en el nivel de la
superficie del suelo. Conocidas con diversos nombres como postes, estacas y otros,
las varillas pueden ser de madera, hierro o cualquier otro material que no se deteriore,
que sea fácil de obtener y barato. Las barras de hierro redondas utilizadas para
reforzar el hormigón pueden utilizarse a un costo reducido. En algunos países en
desarrollo, es posible que las cañas de bambú cortadas puedan ser más adecuadas
(Figura 7) y menos codiciadas por los extraños.

FIGURA 7 - Varillas para medir el cambio del nivel de la superficie


La varilla debe ser de una extensión que se pueda clavar en el suelo para obtener un
dato concreto: 300 mm es una longitud corriente, puede ser menor si se trata de un
suelo poco profundo o mayor si se trata de un suelo suelto. Es preferible que tenga un
diámetro de unos 5 mm, ya que un espesor mayor puede interferir con la corriente de
superficie y provocar su desgaste. Un dispositivo rectangular o cuadrado dará una
distribución al azar de puntos con un espaciamiento adecuado para la zona que se
está estudiando.

Un estudio realizado en el Japón ilustra el método de puntos, con la instalación de


estacas en redes cuadradas de 2 m situadas en tres parcelas de 100 m2 con una
pendiente de 30° en un bosque recientemente talado. Las mediciones de la altura de
las estacas se efectuaron cada mes durante diez años y mostraron que el ritmo anual
de erosión de cada parcela era casi uniforme, alrededor de unos 13 mm/año (Takei,
Kobaski y Fukushima 1981).
En otro ejemplo, el método de las varillas dio inesperadamente una medición
cuantitativa del efecto de una fuerte tormenta en la región occidental de Colorado,
EEUU. Como parte de un estudio hidrológico a largo plazo en una cuenca de 5 ha, se
instalaron varillas a intervalos de 1,5 m en seis líneas de perfiles sobre el terreno.
Toda la escorrentía y los sedimentos de la cuenca van a parar a un embalse situado
en la desembocadura de la cuenca, de tal manera que las estimaciones de la pérdida
que se miden con las varillas podrán compararse con las mediciones de los
sedimentos de los estudios del embalse. Una fuerte tormenta, con un período de
repetición estimado de 25 años, se produjo poco después de la instalación de las
varillas y del primer estudio del embalse, lo que permitió efectuar una evaluación del
efecto aislado de esa tormenta. La pérdida media de suelo calculada a partir de los
resultados obtenidos con las varillas alcanzaba a 2,7 mm, en comparación con la
estimación del sedimento retenido en el embalse que correspondería a una pérdida de
2,3 mm (Hadley y Lusby 1967); fue considerada una buena medida de coincidencia.

Algunos investigadores colocan una arandela de metal en la varilla para obtener una
base mejor de medición en su parte superior. Si es probable que existan ciclos de
erosión y de depósito como en el lecho de una cárcava, el método de la arandela
puede aportar información adicional útil al reducirse al nivel inferior de la erosión y al
estar cubierto por un depósito posterior que puede igualmente medirse. Por otro lado,
la presencia de la arandela puede provocar turbulencias y frotamientos, o podría
reducir la erosión por impacto de las gotas de agua y dejar la arandela asentada sobre
un pedestal del suelo. Todas estas variaciones y causas posibles de lecturas erróneas
aparecen en las publicaciones sobre la utilización del método de la varilla examinado
por Haigh (1977).

Collares pintados

Se puede obtener una indicación de cambios importantes de nivel, por ejemplo, en el


lecho de una corriente o de una cárcava, pintando un collar apenas por encima del
nivel del suelo alrededor de rocas, raíces de árboles, postes o cualquier otro elemento
firme y estable. La erosión revela una banda no pintada por debajo de la línea pintada,
que indica la profundidad del suelo eliminado. Al pintar el collar se aconseja cubrir el
suelo ya que la pintura puede dispersarse accidentalmente y si cae pintura sobre el
suelo éste podría ser menos erosionable.

Cuellos de botellas

Otra forma sencilla de registrar el nivel original consiste en introducir cuellos de


botellas en la superficie del suelo. La profundidad de la erosión posterior se revelará
por medio de la altura de los pedestales en los que el suelo está protegido por el cuello
de botella. Esto indica también que se pueden usar indicadores que se pueden
producir naturalmente para medir los cambios en el nivel de la superficie del suelo.

Pedestales

Cuando un suelo que se erosiona fácilmente está protegido contra la erosión


producida por el salpicado del agua por una piedra o por la raíz de un árbol, quedan
pedestales aislados cubiertos por el material resistente en el terreno circundante
(Fotografía 1). La erosión del suelo circundante demuestra que esta es principalmente
el resultado del impacto de las gotas de agua más que de una corriente de superficie,
si en la base del pedestal la socavación es escasa o nula. Al igual que con el método
del cuello de botella, es posible deducir aproximadamente la profundidad del suelo que
ha sido erosionado mediante la medición de la altura de los pedestales.
Montículos en tomo a los árboles y a raíces de árboles

En los climas áridos o semiáridos es común que la superficie situada bajo los árboles
esté elevada en un ligero montículo. En un proyecto complejo en Tanzania realizado
de 1968 a 1972, Rapp y sus colegas sugirieron que los montículos alrededor de los
árboles se debían a que estos protegían el suelo contra la erosión causada por el
impacto del agua, mientras el suelo circundante se erosiona. Al medir la altura de los
montículos y la edad de los árboles calculada por el número de anillos del árbol,
estimaron que el suelo se reducía aproximadamente 10 mm al año (Rapp y col., 1972).
Sin embargo, basándose en investigaciones más recientes realizadas en Botswana,
Biot (1990) calculó que la tasa de denudación estimada por este método era de 10 a
15 veces superior a las estimaciones efectuadas con otros métodos. Sugiere también
que los montículos en torno a los árboles se pueden explicar por una diferencia de la
densidad aparente entre el suelo de los montículos y el suelo circundante plano. Llegó
a la conclusión de que el montículo procede de una elevación de la superficie local
más que de la erosión de la superficie circundante.

FOTOGRAFÍA 1 - Erosión pedestal (R.P.C. Morgan)

Las raíces desnudas de árboles pueden aportar una válida indicación del cambio
cuando la razón de esta es evidente, como la erosión en el lecho de una corriente por
debajo de un collar pintado; sin embargo, las raíces desnudas de los árboles que se
ofrecen como prueba de la erosión laminar o de la erosión causada por el viento en los
climas secos deben tratarse con cautela, ya que también es posible en estos casos
aplicar la hipótesis de Biot. A partir de las raíces desnudas de los árboles en Colorado,
EEUU, (Carrara y Carroll 1979), se estimaron tasas de erosión de varios siglos de
edad.

Las matas de hierba que se elevan de la superficie del suelo circundante deben
también considerarse con cautela porque el cambio puede ser el resultado de que las
hierbas retienen el suelo salpicado a su alrededor. Esto se demostró de manera
concluyente en Zimbabwe al medirse la erosión de las parcelas de escorrentía en
diversas tierras de cultivo en una rotación de tabaco y gramíneas. Al cabo de unos
pocos años se encontraron matas de pasto llorón (Eragrostis curvula) que estaban
varios centímetros más altas que la superficie del suelo situado entre ellas, aunque la
pérdida del suelo medida en la parcela era insignificante. Algunas pruebas sencillas
con tablas de dispersión demostraron que no se había producido ninguna pérdida neta
de suelo en la parcela, pero sí un traslado de suelo dentro de la parcela. Obviamente
es necesario comprobar que los cambios en el nivel de la superficie del suelo son el
resultado de la erosión y no, al revés, de una elevación.

Medidores transversales

Para medir cambios pequeños en el nivel de la superficie a lo largo de una sección


transversal como un área con varios pasajes paralelos para el ganado, puede resultar
adecuado un medidor transversal. (El caso de cambios más importantes como surcos
y cárcavas se examina en la sección siguiente sobre las mediciones volumétricas). La
necesidad de un medidor transversal estriba en poder establecer una referencia a
partir de la cual se puedan medir los cambios de nivel a lo largo de una línea recta y
que más adelante puedan restablecerse los mismos puntos. Por lo común esto será
una barra horizontal con varillas que pueden hacerse descender sobre la superficie del
suelo, partiendo del mismo principio utilizado para medir la rugosidad del suelo en los
estudios sobre la labranza y el cultivo. Un dispositivo de ese tipo para medir con
precisión los niveles de superficie en las tierras de pastoreo fue concebido por Hudson
(1964). Se fijaron piquetes de metal a nivel del suelo en bloques de hormigón a
intervalos de 2 m. Entre dos piquetes adyacentes se podía fijar una viga de aluminio
ligero lo que daba un punto de referencia firme desde el cual era posible medir con
precisión el nivel de la superficie del suelo en los puntos marcados en la viga. Entre las
lecturas, la viga se retiraba para que no obstaculizara el movimiento del ganado. Las
mediciones se tomaban redondeándolas al milímetro más próximo, lo que permitía
apreciar claramente los cambios anuales. Ramírez (1988) utilizó un dispositivo
análogo en Filipinas, que está representado en la Figura 8. McCool, Dossett y Yecha
(1981) utilizaron otro método; en este caso las varillas se hicieron descender sobre la
superficie del suelo al mismo tiempo y el perfil se registró por medio de una cámara
fotográfica para su evaluación posterior (Figura 9).

Se han ideado otros medidores de perfil más perfeccionados cuyos detalles se indican
en la sección Otras obras de consulta.

Mediciones volumétricas

Surcos y vías de escurrimiento


Cárcavas y márgenes de las corrientes
Pozos de sedimentación

Las estimaciones de la pérdida de suelo basadas en mediciones tridimensionales del


volumen pueden ser utilizadas de diferentes maneras. En la erosión producida por
surcos o vías de escurrimiento, se miden la longitud de la sección erosionada y los
cambios en el área transversal. En la erosión producida por cárcavas, normalmente se
necesita información no sólo sobre la pérdida volumétrica, sino también sobre cuánto
ha crecido la cárcava, por lo que también hay que medir los cambios en la longitud a
medida que la cárcava se reduce. Otro método volumétrico consiste en medir o en
calcular el volumen depositado por ejemplo en un abanico aluvial, o en un pozo de
captación o embalse.

Surcos y vías de escurrimiento

La medición de la sección transversal de todos los surcos en una zona de muestreo o


a lo largo de un corte transversal es rápida y fácil, por lo que este método es adecuado
para medir los cambios en breves períodos, como el cambio causado por un fuerte
aguacero. La sección transversal puede volverse a calcular a partir de mediciones de
la anchura y la profundidad medias si la forma es bastante uniforme, o sumando la
superficie de los segmentos si la sección transversal del surco es irregular. (Los
aspectos aritméticos de las secciones transversales se examinan en la sección
Medición del caudal.) La precisión de los cálculos de la pérdida total de suelo basados
sólo en mediciones de la erosión en surcos dependerá de la cuantía de la erosión
entre surcos debido al impacto del agua y de que se esté produciendo también una
erosión laminar. Cuando la erosión entre surcos es reducida, la subestimación de la
erosión en surcos puede por sí sola ser de un 10% a un 30% (Zacher 1982).

FIGURA 8 - Sencillo medidor de perfil para medir los cambios del nivel de la
superficie
FIGURA 9 - Medidor de perfil con un registro de cámara fotográfica (de McCool,
Dossett y Yecha 1981)

FOTOGRAFÍA 2 - Volumen de la pérdida de suelo de un surco o cárcava en


comparación con el volumen del suelo depositado (R. Evans)
FIGURA 10 - Establecimiento de una red de varillas para medir la erosión de las
cárcavas

Un método sencillo de estimación inmediata de la pérdida de suelo con un mínimo de


cálculo se remonta a 1937, y me propuesto por A.N. Alutin del Servicio de
Conservación de Suelos de los Estados Unidos. Se hace un corte transversal de una
longitud determinada a través de la pendiente, se calcula la superficie transversal de
cada surco a lo largo de la línea a partir de la anchura media y la profundidad media y
se suman. En las unidades iniciales el corte transversal era de 13,7 pies y la sección
transversal total de los surcos en pulgadas cuadradas es numéricamente igual a la
pérdida total de suelo en toneladas/acre (Hill y Kaiser 1965). El equivalente métrico es
un corte transversal unitario de 15 m, mientras que la superficie de los surcos en cm2
es numéricamente igual a diez veces la pérdida de suelo en toneladas/ha.
Habitualmente los resultados de un numero de cortes transversales se promediarán.
Este método parte del supuesto de una densidad aparente del suelo de 1,5, y de que
los cortes transversales medidos sean característicos de la zona que se va a estudiar.

Las estimaciones de la erosión a partir de las mediciones de los surcos se han


comparado en Inglaterra con estimaciones del volumen depositado en abanicos
aluviales por Evans y Boardman (1994), quienes notaron que había más coincidencia
cuando las mediciones eran efectuadas por trabajadores de campo experimentados.
Estos autores sugirieron que puede ocurrir que las estimaciones efectuadas por medio
de mediciones de los surcos estén en un rango comprendido entre el doble y la mitad
del valor real. La posibilidad de efectuar una evaluación detallada del método se
presentó en 1985 cuando el agua de una tubería principal que reventó, atravesó una
gran cárcava por suelo arenoso y penetró en un terreno dedicado a cereales de
invierno. Casi todo el suelo erosionado se volvió a depositar en el terreno (Fotografía
2) y se estimó en 304 m3. La medición de la erosión del suelo causada por la cárcava
arrojó la cifra de 320 m3, diferencia probablemente debida a las partículas finas
arrastradas en la escorrentía.

Otra simplificación del cálculo de la pérdida de suelo de los surcos fue puesta a prueba
por Watson y Evans (1991) quienes compararon las mediciones directas de los surcos
en el campo con estimaciones efectuadas a partir de un estudio de diapositivas en
color tomadas sobre el terreno. Llegaron a la conclusión de que "a un observador
experimentado le resulta posible adoptar decisiones razonablemente precisas acerca
de los volúmenes de suelo erosionado examinando las fotografías de campo tomadas
sobre el terreno". En ocho de los once terrenos medidos en el estudio, la relación entre
las estimaciones resultantes de las mediciones sobre el terreno y las estimaciones
resultantes de las fotografías osciló entre 0,81 y 1,11, con valores extremos de 0,67 y
2,12. Se pensó que las discrepancias se debían principalmente a la dificultad de
calcular la longitud de los surcos en las fotografías debido al escorzo. Llegaron a la
conclusión de que no había posibilidad de mejorar la técnica, pero el sistema ofrecía
un método rápido y sencillo de calcular la pérdida de suelo sobre el terreno cuando la
erosión en surcos es el proceso dominante.

Es evidente que las cifras expresadas en t/ha resultantes de estos métodos no se


deben considerar como si fueran mediciones confiables exactas, pero pueden ser
útiles para efectuar una rápida comparación sencilla del efecto de diversas prácticas
agrícolas.

Cárcavas y márgenes de las corrientes

Cuando se estudia el avance de la erosión por cárcavas, es preciso medir la


dispersión horizontal de las mismas y sus cambios verticales.

Para medir el área de la superficie y los cambios debidos al descenso y al


desmoronamiento de las orillas, se establece una red de varillas para medir la erosión
a intervalos adecuados de entre dos a cinco metros, como en la Figura 10. De las
mediciones a lo largo de las líneas de la red desde la varilla más próxima al extremo
de la cárcava, se puede representar el área en papel cuadriculado. Las líneas de la
red sirven también como cortes de las secciones transversales a través de la cárcava.
Se extiende un cordel sobre el suelo a lo largo de la línea de la red con marcadores a
intervalos fijos de aproximadamente un metro. En cada marcador se mide la
profundidad del suelo de la cárcava utilizando el personal encargado del estudio o una
mira topográfica, y luego se puede trazar la sección. El volumen de la pérdida de suelo
debido a la cárcava se calcula como en la Figura 11; las mediciones posteriores
servirán para cuantificar los cambios.

El lecho de una cárcava puede tener en cualquier punto aislado ciclos de reducción en
algunos momentos y de depósito en otros, por ejemplo cuando se produce un gran
derrumbamiento de la orilla y una gran cantidad de suelo cae en la corriente. El
empleo de varillas de medición de la erosión con arandelas puede aportar información
sobre esos cambios de nivel, tal como se describe en la sección Medición de los
cambios de nivel de la superficie.

Otro método para evaluar la reducción de los lechos de las corrientes o de los
márgenes de la cárcava consiste en enterrar horizontalmente varillas de metal de
pequeño diámetro. Un aumento en la longitud de la varilla expuesta muestra la
extensión de la retirada de la orilla; la medición se puede simplificar pintando collares
alrededor de las varillas expuestas. Sin embargo, esta técnica no se debe utilizar si la
colocación de las varillas influye en la resistencia del suelo a la erosión; en los suelos
de grava, la colocación de las varillas puede aflojarlos y aumentar su erosionabilidad, y
en los suelos aluvionales con escasa resistencia a la tensión, las varillas pueden
actuar como una armadura y reducir el derrumbe, el vuelco o la rotura de la pared
(Thorne 1981).

Los cambios de la cárcava pueden interpretarse a partir de la utilización de secuencias


fotográficas. La posición de la cámara y la dirección de las fotografías deben
registrarse cuidadosamente. Es sorprendente notar las pocas veces que se dispone
con precisión de fotografías de cárcavas "antes y después". Para los estudios de la
evolución a largo plazo de las cárcavas, las fotografías aéreas pueden ser un
instrumento útil. Un ejemplo interesante en Zimbabwe permitió establecer la
correlación de los cambios en una cárcava con los cambios en el uso de la tierra y la
vegetación en su cuenca de captación durante un período de 40 años (Keech 1942).

Pozos de sedimentación

Los estudios de los sedimentos en los embalses se pueden utilizar para efectuar
estimaciones cuantitativas de la erosión tal como se analiza en el Capítulo 5; se
pueden utilizar pozos de sedimentación más sencillos para demostrar las
comparaciones (Fotografía 3). No es posible obtener una estimación confiable del
movimiento total del suelo a menos que el embalse receptor sea lo suficientemente
grande como para contener la carga total de la corriente y de los sedimentos; pozos
más pequeños que sólo captan una porción desconocida del sedimento pueden
utilizarse, no obstante, para obtener una información comparativa. Este método se
utilizó con éxito en el proyecto de la FAO en Java al que se ha hecho referencia
anteriormente en relación con las varillas para medir la erosión (FAO 1976a); en el
mismo se cavaron pequeños pozos de sedimentación en dos cuencas pequeñas de
captación paralelas, en una de las cuales se construyeron terrazas, cosa que no se
hizo en la otra. Los agricultores, inicialmente escépticos, quedaron convencidos de la
eficacia de la construcción de terrazas al ver cuánto menor era la cantidad de suelo en
el pozo de sedimentación situado debajo de la parcela terraplenada en comparación
con la parcela no terraplenada.

FIGURA 11 - Cálculo de las secciones transversales en una cárcava


Otro ejemplo es el estudio anteriormente citado en Japón (Take, Kobaski y Fukushima
1981). Se establecieron dos miniparcelas continuas con un pozo de captación sencillo
debajo, dejándose una parcela desnuda mientras que la otra se reforestó. Una vez
más la menor cantidad de sedimento acumulado demostró el efecto positivo de la
reforestación, aunque las cantidades efectivas de suelo captado en los pozos no
permitió establecer estimaciones cuantitativas del volumen de la erosión.

En Colombia, en unos ensayos demostrativos en las explotaciones agrícolas iniciados


por el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) se utilizaron canales
recubiertos de plástico para comparar el movimiento del suelo en diferentes sistemas
de cultivo a base de mandioca (Howeler 1987) (Figura 12). Más recientemente,
ensayos llevados a cabo por agricultores en Tailandia con pozos de sedimentación
recubiertos de láminas de politeno demostraron que existía una enorme diferencia en
la pérdida de suelo entre una parcela de colina con cultivo de arroz sin medidas de
conservación y una parcela con fajas de gramíneas y cultivos en fajas (Sombatpanit y
cols. 1992) (Fotografía 3).

FOTOGRAFÍA 3 - Pozo de sedimentación recubierto de plástico en Tailandia (S.


Sombathanit)

Un método sencillo de medir el movimiento relativo del suelo en diferentes puntos en


la cuenca consiste en utilizar "bolsas de malla". Una malla de nilón de cinco mm y de
30 cm por 30 cm se ajusta por tres lados sobre una malla de dos mm de la misma
dimensión. Las bolsas se fijan a la superficie del suelo dejando hacia arriba el extremo
abierto en una línea a través de la curva de nivel para medir la variación horizontal, o
de una pendiente para medir la variación aguas abajo. Parte del suelo llevado por la
corriente de superficie queda atrapado en la bolsa de malla y puede regularmente
secarse y pesarse. Este método es una manera económica y sencilla de estudiar el
movimiento relativo del suelo en diferentes puntos sobre el terreno (Hsieh 1992).

Una alternativa a la excavación de pozos de sedimentación consiste en utilizar presas


reguladoras de la cárcava para dar un valor aproximado al efecto de diferentes
tratamientos en sus cuencas.

Corrimientos y derrumbes de tierras

Los procesos geomorfológicos necesitan un estudio meticuloso y más a largo plazo


que las estimaciones de reconocimiento por lo que están fuera del alcance del
presente Boletín. Los lectores que deseen estudiar este tema deben consultar la
sección Otras obras de consulta relativas al presente capítulo.

FIGURA 12 - Diagrama esquemático de una metodología sencilla para determinar


el efecto de ciertos tratamientos en la erosión del suelo (de Howeler 1987)

A. Vista desde arriba

B. Vista lateral

1) Borde de la parcela con caballón de lámina de metal, madera o suelo para evitar
que el agua entre o salga de las parcelas.

2) Lámina de plástico de polietileno o de cloruro de polivinilo (PVC) con pequeños


agujeros en la parte inferior para recoger los sedimentos del suelo erosionado, pero
que permite el escape del agua de escorrentía. Los sedimentos se recogen y pesan
una vez al mes.
Capítulo 3 - Parcelas de campo

Panorama general
Cuando se han de utilizar parcelas de escorrentía
Diseño estadístico
Tipos de parcelas de escorrentía
Construcción
Funcionamiento
Panorama general
Las parcelas para los estudios de escorrentía son caras, suelen ser ineficaces y la
inmensa mayoría de las que se han implantado en todo el mundo han aportado una
información escasa o poco válida. Este juicio puede parecer duro, pero es la opinión
ponderada de los que han dedicado una vida al trabajo con estas parcelas o
estudiando los trabajos de otras personas, cometiendo errores y observando los
cometidos por otros. Para citar de nuevo a Sir Charles Pereira, "La pretensión más
absurda, la de que medio kilo de tierra de dos o tres metros cuadrados puede dar
estimaciones de los índices de pérdida de las laderas de una montaña, ha sido
fomentada por cierto tipo de "expertos". Se ha adquirido una ingente cantidad de datos
totalmente inútiles con la excusa absurda de que son "mejor que nada".

Lamentablemente, las deficiencias de las investigaciones realizadas en parcelas se


conocen desde hace más de 50 años, pero no se han aprendido las lecciones y los
mismos errores se repiten. Cuando en el decenio de 1920 se iniciaron en los Estados
Unidos los trabajos en parcelas, los diseños y análisis estadísticos apenas empezaban
a aplicarse a la investigación agrícola. Desde entonces se han ampliado y
perfeccionado con relación a todos los demás aspectos de la investigación de campo,
pero por algún motivo esos progresos no se han extendido al uso de las parcelas de
escorrentía. Ello puede deberse a la falta de asesoramiento sobre el tema en las
publicaciones especializadas, lo que es una de las razones de la publicación de este
Boletín de suelos. En las obras técnicas se publican constantemente informes sobre
las parcelas de escorrentía, en particular en los últimos tiempos, porque esto se ha
puesto de moda, y existen varios manuales sobre cómo construir y trabajar con
parcelas, pero muy pocos ofrecen asesoramiento elemental sobre cómo concebir el
experimento y cómo analizar los resultados.

No obstante, se encuentra documentación válida en la materia. Brandt explicaba los


principios básicos del análisis estadístico en 1941 y Hayward reforzó esas
explicaciones mostrando en 1968 que la mayor parte de los trabajos realizados en
parcelas tenían graves defectos, pese a lo cual no se están introduciendo las mejoras
que cabría esperar. Un estudio de las actas de las siete reuniones de la Organización
Internacional de Conservación de Suelos celebradas entre 1978 y 1992 pone de
manifiesto que los informes que con diseño y análisis estadísticos pobres superan con
creces a los estudios bien diseñados y analizados.

¿Es posible explicar este fenómeno? Quizá el efecto de imitación tiene en parte la
culpa. Los académicos y los investigadores consideran el trabajo en las parcelas como
una actividad muy llamativa y la urgencia por publicar o para cumplir el plazo
establecido para redactar una tesis puede inducir a presentar informes
prematuramente. Algunos experimentos surgen de un entusiasmo excesivo por tratar
de obtener datos locales para volver a calcular la Ecuación Universal de Pérdida de
Suelo, incluso en condiciones en que esa Ecuación no es adecuada (como se
examinará en el Capítulo 7). Tal vez otro factor sea que muchas personas que han
tratado de controlar parcelas de escorrentía no tienen experiencia en la aplicación del
diseño y el análisis estadísticos a los problemas de utilización de la tierra. También
ocurre que los dirigentes simplemente busquen cifras para justificar programas de
conservación o para persuadir a los agricultores a que modifiquen sus sistemas
agrícolas.

FOTOGRAFÍA 4 - Parcelas sencillas de demostración en Zimbabwe


El consejo general a cualquiera que considere la posibilidad de establecer parcelas de
escorrentía debe ser: "no lo haga, a menos que:

 exista una pregunta concreta a la que se pueda contestar con seguridad mediante
trabajos realizados en parcelas, y

 existan recursos suficientes para diseñar, construir y trabajar eficazmente con las
parcelas y analizar los resultados".

Cuando se utilizan parcelas de escorrentía, conviene recordar el elemento básico de la


experimentación que consiste en que una pequeña cantidad de información confiable
es siempre mejor que cualquier cantidad de información no confiable y por tanto, sin
valor.

Un catálogo de desastres

Una lista de los peligros que puede acarrear el trabajo con parcelas llenaría un libro.
Uno de los más comunes es el de no tener en cuenta acontecimientos importantes.
Por ejemplo, "los datos publicados en cuadros con una nota de pie de página añadida
que diga 'La cisterna de almacenamiento rebosó en el x por ciento de las lluvias' son
inútiles porque las precipitaciones fuertes son las que causan más daños. El equipo
para medir la escorrentía y la pérdida de suelo debe, por consiguiente, estar
adecuadamente diseñado, instalado y utilizado" (Lal 1988a).

Algunos otros problemas, cuyas fuentes no se indican para no poner en un aprieto a


los autores son:

 "Durante 1989 las parcelas se trataron por error de manera distinta a como se
habían tratado el año anterior y se produjeron varios errores en las mediciones y los
cálculos así como pérdidas de datos. Sin embargo, en cierta medida ha sido posible
acopiar datos confiables."

 "Se tropezó con un problema imprevisto... aunque la magnitud de la sobreestimación


no se conoce, se cree... que es un 100% en los caudales mayores."

 "Debido a los ataques de grillos y monos, la evaluación de la producción de maíz se


limitó a medir la altura del crecimiento."

 "Lamentablemente los datos primarios de 1988 se han perdido."

 "El equipo automático de tala se averió durante tres días en julio de 1989 y durante
un día en agosto de 1990. Los datos relativos sobre las precipitaciones y la escorrentía
se perdieron."

 "El conjunto de datos sobre la carga en suspensión de algunos casos era incompleto
porque se habían perdido las muestras debido a los insectos, las arañas o los
desechos que bloqueaban el dispositivo de división de la corriente, o debido a
pérdidas o a accidentes."

Entre otros problemas encontrados se pueden citar los siguientes:


 recolectores de metal flotando sobre tierras saturadas,
 cosechas destruidas por mandriles,
 entrada de la escorrentía en la parte superior de las parcelas,
 tapas de los recolectores dejadas abiertas,
 aforadores o divisores bloqueados por desechos flotantes,
 nidos de termites que producen grandes agujeros en los que la escorrentía
desaparece sin dejar trazas.

Cuando se han de utilizar parcelas de escorrentía


Uno de los mejores usos de las parcelas de escorrentía es la demostración, cuando la
finalidad es demostrar hechos conocidos. Entre otros ejemplos, para mostrar a los
agricultores que se está produciendo una erosión grave o mostrarles que la erosión es
mucho menor en una parcela que está cubierta de vegetación que en una parcela
desnuda. En este caso las magnitudes reales de la erosión no son importantes por lo
que no es necesario proceder a repeticiones ni recurrir a sistemas colectores
complicados que tratan de captar toda la pérdida de suelo. Las parcelas representadas
en la Fotografía 4 sólo teman sencillas cisternas de ladrillo en las que fluía la
escorrentía y la pérdida de suelo y que rebosaban cuando habían grandes tormentas
por lo que sólo una proporción de la pérdida de suelo se recogía en los colectores; sin
embargo, eran muy eficaces para demostrar a un gran número de agricultores el
principio esencial de la reducción de la erosión por medio de una mejor cubierta
vegetal.

FIGURA 13 - Un intento fracasado de medir la escorrentía a partir de un terreno


con terrazas utilizando una miniparcela
Otra utilización válida está en los estudios comparativos, por ejemplo para probar o
demostrar o tener una indicación aproximada del efecto en la escorrentía o en la
erosión de una simple comparación como la existencia o no de una cubierta del suelo
o la cuantía de la escorrentía en la cima y en la base de una ladera.

Un tercer uso posible es para obtener datos que se van a emplear para construir o
para validar un modelo o ecuación destinado a predecir la escorrentía o la pérdida de
suelo. No obstante, las dificultades para reunir datos de precisión y confiabilidad
suficientes son tan grandes y tan numerosas que sólo grandes programas
experimentales realizados con un gran costo durante un largo período pueden
realmente alcanzar este objetivo. El ejemplo clásico es la Ecuación Universal de la
Pérdida de Suelo, que de hecho no es en absoluto universal puesto que sólo es
aplicable a la mitad oriental de los Estados Unidos. Conviene recordar que esa
Ecuación se funda en una base de datos de aproximadamente 10 000 años/parcela y
que no es realista imaginar que las variaciones locales de diferentes regímenes de
suelo o clima puedan establecerse a partir de los resultados de unas pocas parcelas
durante un año o dos.

Los problemas relacionados con las parcelas de escorrentía son múltiples y variados.

 Las parcelas de escorrentía son caras en construcción y en sus gastos de


mantenimiento v funcionamiento.

 Emplean una gran cantidad de tiempo de personal de diferentes niveles. Existe


mucho trabajo manual no calificado en el trabajo con las parcelas, en la aplicación de
los tratamientos y el vaciado de las cisternas; toda esta actividad tiene que
supervisarse escrupulosamente o los resultados serán erróneos. Los intentos de
capacitar a personal no experimentado o a agricultores locales para que efectúen las
mediciones o realicen algunas actividades suelen no dar éxito incluso cuando el
programa de capacitación que parezca ser adecuado.

 La facilidad de acceso al lugar es importante, pero muy a menudo los hechos que se
desean investigar sólo ocurren en zonas remotas. Sólo se puede lograr una
confiabilidad absoluta cuando el personal profesional puede llegar al lugar
rápidamente a cualquier hora del día o de la noche y con cualquier tiempo. Las
tormentas más interesantes para los fines del estudio pueden producirse a mitad de la
noche o durante las vacaciones o en un fin de semana; hace falta un alto grado de
dedicación y responsabilidad para levantarse a mitad de la noche y desplazarse con
dificultades por la ladera de una colina en la oscuridad y bajo una lluvia torrencial.
Puede también suceder que durante una tormenta no frecuente algo funcione mal en
el equipo y que los resultados se pierdan si no hay alguien in situ para resolver el
problema en el acto.

 Hacen falta servicios e instalaciones de apoyo así como un personal disponible en


forma inmediata. Son necesarios laboratorios para analizar las muestras, y también
hay que efectuar reparaciones del equipo eléctrico o mecánico.

 Las parcelas de escorrentía tienen todos los problemas y dificultades de los ensayos
agronómicos, a los que se agregan los problemas mucho más difíciles de la
recolección, captura y registro del suelo y del agua. Existe una amplia probabilidad de
encontrar defectos y errores.

Existen igualmente limitaciones a lo que se puede investigar en pequeñas parcelas de


escorrentía. El laboreo del suelo y otras actividades agrícolas para las que se emplean
tractores o bueyes resultan difíciles al igual que los tratamientos que involucran la
inclusión de ganado, pero aumentar la dimensión de la parcela para poder realizar
actividades agrícolas realistas significa tratar con grandes volúmenes de escorrentía y
pérdidas de suelo. Los tratamientos que no se pueden investigar en parcelas
pequeñas implican utilizar medidas de conservación que conlleven un desplazamiento
sustancial de tierra como las terrazas escalonadas o las terrazas de drenaje. Los
efectos hidrológicos de las terrazas de drenaje no pueden reproducirse en parcelas
pequeñas debido a que la mecánica de la escorrentía será totalmente diferente.
Análogamente, el efecto de la construcción de terrazas escalonadas es totalmente
artificial en una parcela pequeña porque el movimiento lateral del agua de superficie
se ve impedido por los bordes de la parcela. A veces se ha procurado encontrar una
solución parcial a este problema utilizando un canal colector lateral como se indica en
la Figura 13, pero ésta sigue siendo una situación artificial.

La pérdida de suelo a escala de campo con terrazas escalonadas depende de la


probabilidad de fallas en la estructura y este aspecto no se puede estudiar en parcelas
pequeñas. La medición del efecto de las barreras establecidas siguiendo las curvas de
nivel tropieza asimismo con el problema de la probabilidad desconocida de que se
produzca una falla. Sirvan de ejemplo las prácticas agroforestales como los setos o el
cultivo en hileras o líneas cubiertas con residuos o surcos siguiendo las curvas de
nivel. Una evaluación del efecto de estas prácticas en la escorrentía y la erosión sólo
se puede efectuar en parcelas de campo.

CUADRO 1 - Resultados relativos a las pérdidas de suelo mostrando que pueden


producirse grandes variaciones entre repeticiones (Hatch 1981)
Agosto Sept. Oct. Nov. Dic. Enero

Rep. 1 2,7475 0,1209 7,4381 16,6379 7,8267 11,5981

Rep. 2 9,9476 4,0417 7,4318 7,7285 6,5018 8,1009

Rep. 3 11,2622 5,0561 9,7081 12,9649 9,1574 12,818

Media 7,9858 3,0729 8,1926 12,4437 7,8256 10,839

Precipitaciones (mm) 288,5 223,5 315 389 517 616


Nota: Cifras relativas a las pérdidas de suelo en t/ha en parcelas de 40 m2 con una
pendiente de 30°, totales mensuales correspondientes a los seis meses de la
temporada de lluvias en un predio con un cultivo tradicional de pimientos en Sarawak.

FIGURA 14 - Disposición de las parcelas experimentales para evitar


desviaciones causadas por la variación del suelo

Diseño estadístico

Repetición
Desviación
Diseños estándares

Algunas de las mejores revistas técnicas están tratando de elevar el nivel de la


experimentación de campo negándose a publicar artículos que no contengan un
análisis estadístico adecuado y que abarquen un período razonable. En el presente
Boletín sólo se analizan brevemente los principales aspectos; para más información
véase la sección Otras obras de consulta.

Existen dos requisitos básicos: la repetición y la distribución al azar.

Repetición

Debe haber suficientes repeticiones, es decir, repeticiones idénticas para poder medir
la variación en los tratamientos. Este es el error experimental causado por variaciones
desconocidas o incontrolables del suelo, del cultivo, del tratamiento o del equipo, que
producen diferencias en las que deberían, teóricamente, ser mediciones idénticas. En
lo que respecta a los ensayos agronómicos de variedades o a los ensayos de
fertilizantes, puede ser adecuado utilizar un bajo número de repeticiones porque es de
esperar que la variación no sea amplia; en las parcelas de escorrentía existen las
mismas fuentes posibles agronómicas de error a las que se agregan aquellas que
pueden surgir de la instalación o funcionamiento del equipo en las parcelas. En
consecuencia, tres repeticiones deben considerarse como un mínimo absoluto,
efectuándose más de ser posible. Teóricamente, si el tiempo disponible lo permite, es
posible realizar ensayos exploratorios que sugerirán cuántas repeticiones serán
necesarios. Por ejemplo, podría empezarse con un conjunto de doce parcelas con el
mismo tratamiento y medir la variación entre las doce repeticiones. Esto permitirá
calcular el número de repeticiones que hacen falta para obtener un nivel aceptable de
precisión. No existe ninguna respuesta matemática absoluta en cuanto al número de
repeticiones porque es necesario saber qué nivel de precisión se espera del
experimento.

La rotación de cultivos constituye una complicación adicional y debe evitarse, de ser


posible. El efecto de una rotación completa puede ser diferente en años húmedos o
secos, por lo que cada rotación debe considerarse estrictamente como un tratamiento
separado y aplicado, con repeticiones, en cada año de la rotación. Esto da origen a un
diseño complicado con muchas parcelas.

Sin el uso de repeticiones no hay forma de comparar la variación entre los


tratamientos con la variación dentro de cada tratamiento; es decir, no hay manera de
saber si tratamientos diferentes están realmente causando un efecto mensurable
diferente. Cuando se recurre a repeticiones, la práctica habitual consiste en utilizar la
media aritmética de las mediciones, lo que es poco satisfactorio. Es muy raro que en
los informes se incluya información sobre la variación de las mediciones. El Cuadro 1
muestra datos procedentes de uno de los pocos informes publicados que da
resultados separados para las repeticiones (Hatch 1981) y que ilustra la amplia
variación que puede existir.

Desviación

La distribución al azar es necesaria para eliminar las desviaciones, es decir, las


diferencias que pueden surgir, por ejemplo, de variaciones en las características del
suelo. Habitualmente se establece un conjunto de parcelas de escorrentía siguiendo
las curvas de nivel porque de esta manera se evitan las variaciones correspondientes
a la parte superior e inferior de la ladera, pero existen otras posibles fuentes de
desviaciones. Si la secuencia de las seis parcelas a lo largo de una curva de nivel está
constituida por tres repeticiones del tratamiento A y luego tres repeticiones del
tratamiento B, como en la línea superior de la Figura 14, un gradiente de la fertilidad a
lo largo de una línea de parcelas produciría una desviación ya que afectaría a las tres
repeticiones de un tratamiento de manera diferente de las tres repeticiones del otro
tratamiento.

Para evitar esta causa de desviación, en un experimento de campo sencillo, digamos


tres repeticiones de dos tratamientos, es decir, seis parcelas en total, el mejor método
consiste en elegir tres bloques de dos parcelas cada uno y luego asignar los dos
tratamientos al azar a las dos parcelas de cada bloque. Esto se puede realizar
recurriendo a cualquier mecanismo aleatorio como tirar un dado, distribuir cartas o
utilizar tablas de números aleatorios, cuyo resultado se aprecia en la línea inferior de la
Figura 14.

Teóricamente unas parcelas grandes reducirán el efecto de las variaciones del suelo
debido a que la muestra será mayor, pero consecuentemente la recopilación y
medición de datos relativos a la escorrentía y a la pérdida de suelo en grandes
parcelas son más complejos como se verá en la sección siguiente. Otro concepto que
se ha de tener en cuenta es que unas parcelas largas y estrechas colindantes tienen
un borde común más largo que las parcelas cuadradas colindantes, por lo que podrían
limitar el peligro de variaciones del suelo; esto introduce otros factores como la
anchura mínima deseable para el cultivo y el efecto de la longitud de la ladera.

Además de la falta de homogeneidad del suelo, otra causa posible de desviación son
los efectos introducidos por el equipo. Alguno de esos efectos se aplicarán por igual a
todas las parcelas y en consecuencia no se suprimirán mediante una elección al azar,
como lo prueban los ejemplos de la interferencia con la escorrentía de los bordes de la
parcela, o la captación de lluvia en canales o en cisternas recolectoras no cubiertas.
Sin embargo, otros efectos variarán de una parcela a otra, como las filtraciones a
través de los bordes de las parcelas - hacia adentro o hacia afuera - o las pérdidas en
el recolector. Algunas de estas causas de error se pueden prever, por ejemplo,
colocando cubiertas sobre el sistema recolector; pero siempre se pueden producir y se
producirán errores ocasionales, particularmente pérdidas, motivo adicional para
asignar el tratamiento al azar dentro de los bloques.

Diseños estándares

Varias redes de estudios experimentales establecidas para analizar la pérdida de


suelo han recomendado un diseño estándar para facilitar la comparación y compilación
de resultados. Durante muchos años los experimentos de campo en los Estados
Unidos han utilizado ciertas características comunes de tamaño, forma y tratamiento,
como la parcela en barbecho; sin embargo, esto distaba de ser una norma nacional y
no resultaba una tarea fácil organizar la ingente base de datos utilizados para la
construcción de la Ecuación Universal de la Pérdida de Suelo.

 El programa francés de investigaciones agrícolas en el ultramar (ORSTOM) apoya el


uso de un diseño común en los países de habla francesa de Africa del Norte y
Occidental para que empleen parcelas similares a las del Departamento de Agricultura
de los Estados Unidos (Roose 1988).

 El Consejo Internacional de Investigación y Manejo de los Suelos (IBSRAM 1992),


para una red de parcelas de escorrentía en Asia, apoya el uso de un estilo común.

 La FAO está actualmente patrocinando una red para el estudio sistemático del efecto
de la erosión en la productividad; como esto incluye un tratamiento de supresión
artificial del suelo, se recomienda que se establezca un proyecto para la aplicación de
los tratamientos y para dar recomendaciones para a la construcción de las parcelas
(FAO 1991).

Estas iniciativas en favor de la standarización son constructivas, pero todas ellas se


enfrentan con algunos problemas como resultado de las variaciones introducidas por
los operadores locales de las parcelas. A título de ejemplo, una red recomienda nueve
tratamientos al azar distribuidos sobre tres bloques que deberían ser lo más similares
posibles para efectuar repeticiones de los experimentos; un operador, en cambio, optó
por situar los bloques en tres laderas diferentes pensando que de este modo se
obtendría una información adicional. En cierta medida, se podría hacer un análisis
estadístico complicado, pero ello limita la capacidad de calcular la variación dentro de
cada tratamiento.

FOTOGRAFÍA 5 - Simulador de boquillas rotatorias

Tipos de parcelas de escorrentía

Precipitaciones naturales o simuladas


Parcelas limitadas o no limitadas
Dimensión de las parcelas
Estudios de cuencas hidrográficas/áreas de captación

Precipitaciones naturales o simuladas

El método más económico y sencillo consiste en instalar la parcela y luego esperar


que llueva; sin embargo la imprevisibilidad de las lluvias puede producir demoras
indeseadas. La solución alternativa consiste en utilizar una lluvia "fabricada"
artificialmente mediante el empleo de simuladores de precipitaciones tal como se
presenta en el Capítulo 6. Las principales ventajas de utilizar un simulador son que se
puede acelerar la obtención de resultados y controlar la cantidad y tipo de
precipitación; sin embargo, la repetición del uso del simulador en la misma parcela,
aunque mejora la situación, no reemplaza las replicaciones del experimento debido a
que no elimina los desvíos de la variación del suelo. Si la parcela no es típica, el
desvío estará presente todas las veces que se use el simulador; esto sólo se puede
evitar estableciendo una parcela distinta para cada prueba. Se han elaborado algunos
métodos para evitar la dificultad de trasladar el simulador. La Fotografía 5 muestra un
simulador que puede realizar, en pequeña escala, seis ensayos repetidos en
pequeñas parcelas octagonales. En Australia, una solución a mayor escala consistió
en construir un simulador más grande y de materiales ligeros de modo que toda la
estructura pudiera ser transportada por una grúa a otro lugar (Fotografía 6). En
parcelas pequeñas, el simulador rotatorio que Figura en la Fotografía 7, se coloca
entre dos parcelas que se pueden regar al mismo tiempo.

FOTOGRAFÍA 6 - Un simulador australiano grande, transportable con una grúa


de una parcela a otra en una sola operación

FOTOGRAFÍA 7 - Simulador aspersor giratorio


La desventaja de los simuladores para parcelas grandes es que son caros y su
funcionamiento requiere mucha mano de obra. Los simuladores más sencillos y
económicos se adaptan a miniparcelas de pocos metros cuadrados pero no
reproducen las condiciones reales del flujo de la corriente de superficie.

La medición de la escorrentía es mucho más sencilla que la medición de la pérdida de


suelo y puede con facilidad extrapolarse a cantidades mayores. Por consiguiente, es
relativamente fácil medir la escorrentía de parcelas grandes necesarias para
reproducir condiciones agrícolas en gran escala, pero la recolección, el
almacenamiento y la toma de muestras de grandes cantidades de suelo constituyen
una operación difícil. Se han diseñado dispositivos que pueden registrar de manera
constante la velocidad del movimiento del suelo en un aforador de garganta, pero su
utilización requiere instrumentos complejos y está fuera de los objetivos de este
Boletín.

Parcelas limitadas o no limitadas

La mayor parte de las parcelas tienen bordes que determinan la superficie dentro de la
cual se recoge la escorrentía y el suelo; existen algunos casos en los que es adecuado
utilizar parcelas sin bordes recurriendo a lo que se conoce como "aliviaderos Gerlach",
según el nombre de su inventor. Estos consisten en un pequeño canal recolector que
se coloca sobre la superficie del suelo y está conectado con un pequeño recipiente
colector situado aguas abajo. Existen diversos grados de perfeccionamiento en la
construcción de los canales recolectores y de los recipientes; una construcción cara o
complicada no está justificada porque lo que es necesario es un gran número de
repeticiones para superar la variación resultante del hecho de que, al no existir borde
alguno para dirigir o limitar la escorrentía hacia el canal colector, el volumen recogido
depende de la existencia casual de depresiones o surcos insignificantes. La Figura 15
ilustra un aparato sencillo e ingenioso que sólo requiere una pala y una botella de
plástico.

FIGURA 15 - Versión sencilla del aliviador Gerlach (de Stocking 1980)


Dimensión de las parcelas

FOTOGRAFÍA 8 - Microparcelas en Malawi

FOTOGRAFÍA 9 - Microparcelas en el UTA, Nigeria (R. Lal)

FOTOGRAFÍA 10 - Microparcelas en Hungría

La dimensión de las parcelas debe guardar relación con el objetivo del ensayo.

 Las microparcelas de uno o dos metros cuadrados pueden resultar adecuadas si el


objetivo es una simple comparación de dos tratamientos y donde el tamaño de las
parcelas es improbable que influya sobre el efecto de los tratamientos. Un ejemplo se
ilustra en la Fotografía 8, donde el objetivo era demostrar y obtener una cifra
aproximada de la diferencia de la escorrentía de superficie cuando se cubría el suelo
en arbustos de té recién plantados. La escorrentía iba a parar a recipientes que se
vaciaban después de cada lluvia. La precisión no era elevada, pero el método
resultaba tan barato y sencillo que se podían efectuar diez repeticiones para obtener
un punto de partida útil para las investigaciones en mayor escala. El experimento
prosiguió durante diez años para evaluar cómo cambiaba la diferencia con el
crecimiento progresivo de los arbustos.

Otros ejemplos del empleo de microparcelas para pruebas sencillas están ilustrados
en la Fotografía 9, que muestra el efecto de distintas poblaciones de maíz en el UTA,
en Nigeria, y la Fotografía 10, que muestra pequeñas parcelas en recipientes para
medir el efecto de la pendiente en la erosión causada por el salpicado de las gotas de
agua. Las parcelas se levantaron por encima del nivel del suelo para medir solamente
el efecto del salpicado de fuera de las parcelas; esto eliminaba el efecto del impacto
de las gotas de agua dentro de las parcelas, pero permitía efectuar una comparación
válida del efecto de la pendiente exclusivamente.

 Comúnmente se utilizan parcelas pequeñas de unos 100 m2 para ensayos de


prácticas de cultivo, efectos de la cobertura, rotaciones y cualquier otra práctica que se
pudiera aplicar en pequeñas parcelas de la misma manera que ocurre en el campo y
siempre que el efecto no sea afectado por el tamaño de la parcela. El tamaño y la
forma original de este tipo de parcelas adoptadas en los Estados Unidos eran
extremamente arbitrarios; seis pies de ancho parecían ser una dimensión adecuada y
una superficie de un acre se consideraba un tamaño conveniente para los cálculos
para lo que era necesaria una longitud de 72,6 pies. Existen ciertas justificaciones para
seguir una práctica ya establecida, por ejemplo poder efectuar comparaciones
directas, pero no existe justificación alguna para sugerir que medidas enteras deban
usarse en unidades métricas. De hecho, las parcelas que sólo tienen seis pies de
ancho es posible que tengan un efecto de borde importante; un tamaño más
razonable, en unidades métricas, sería cinco metros de ancho y 20 metros de largo.

Conviene tener presente que este tipo de parcela no es adecuado para la evaluación
de los efectos de las prácticas de remoción de tierra como las terrazas de canales, las
terrazas escalonadas o cualquier otra estructura en la cual su efecto dependa de la
interrupción de la corriente de superficie. En esos casos la cuantía de la escorrentía y
de la pérdida de suelo están dominadas por la existencia de defectos o fallas en el
sistema, por ejemplo, roturas o desbordes en los canales o el derrumbe de los
márgenes o de las paredes; estos fenómenos no pueden ser reproducidos de manera
adecuada en las parcelas pequeñas. A veces se intenta encontrar una solución parcial
construyendo un canal colector lateral a lo largo de la parcela como se indica en la
Figura 13; sin embargo, esta solución pocas veces resulta satisfactoria y todas las
prácticas que entrañan la construcción de barreras o estructuras a lo largo de las
curvas de nivel sólo se pueden investigar utilizando parcelas grandes.

 Las parcelas de aproximadamente una hectárea son adecuadas para evaluar


tratamientos que no se puedan aplicar de manera razonable en parcelas pequeñas. Es
posible estudiar prácticas de cultivo y otras prácticas agrícolas similares mediante el
empleo de parcelas de bordes móviles, como se muestra en la Fotografía 11; esto
exige, sin embargo, un espacio mayor entre las parcelas para permitir el giro de los
bueyes o tractores. También será necesario mayor cuidado en la sustitución de los
bordes de las parcelas después de cada operación. Una causa importante de error en
las parcelas de escorrentía son las pérdidas a través de los bordes de la parcela, por
lo que no es prudente aumentar este riesgo con la alteración frecuente de los mismos.
Son necesarias parcelas de una hectárea aproximadamente para evaluar cualquier
tipo de terrazas, y también para evaluar el efecto del pastoreo o del manejo del
ganado. La Fotografía 12 ilustra un intento de medir el efecto de la intensidad del
pastoreo utilizando pequeñas parcelas con un borde bajo de hormigón; sin embargo,
esa mínima obstrucción bastó para influir en la modalidad de pastoreo debido a que el
ganado no atravesaba ese borde: la fotografía muestra claramente que la parcela
mantiene más vegetación que la zona circundante.

FOTOGRAFÍA 11 - Bordes móviles de parcela en Zimbabwe

FOTOGRAFÍA 12 - Una parcela para medir el efecto del pastoreo en Sudáfrica


Estudios de cuencas hidrográficas/áreas de captación

Existe una variación de terminología. Los británicos utilizan "cuenca de captación"


para la zona que recoge la escorrentía, y "cuenca hidrográfica'" para los límites de la
cuenca de captación, es decir, la línea divisoria de las aguas. En Estados Unidos se
utiliza más frecuentemente "cuenca hidrográfica" en lugar de "cuenca de captación".
En el presente Boletín se utilizan indistintamente ambas expresiones.

Todos los estudios llevados a cabo en parcelas pequeñas presentan dos deficiencias
innatas. En primer lugar, en el punto de captación existe una descarga de caída libre
sobre el labio del canal colector, una situación que no se produce de manera natural
en la escorrentía de campo. La segunda estriba en que las parcelas pequeñas miden
sólo el movimiento de la parcela y pocos estudios tienen en cuenta la situación real en
la que el depósito se efectúa pendiente abajo. Ambos factores producen una
sobreestimación de la pérdida de suelo de las parcelas. Una estimación válida de la
escorrentía y de la pérdida de suelo de una cuenca hidrográfica sólo se puede obtener
de mediciones efectuadas en la salida de agua. La relación entre la pérdida de suelo
de la cuenca hidrográfica y los índices más altos de movimiento del suelo dentro de la
cuenca se denomina relación de distribución de sedimentos. Para los agrónomos que
se ocupan de la pérdida de productividad, el movimiento total ladera abajo medido por
las parcelas de campo puede ser la medida más adecuada debido a que los
sedimentos retenidos más abajo de la cuenta hidrográfica se han perdido de manera
definitiva de la superficie cultivada. No obstante, es erróneo sugerir que la pérdida de
suelo medida en las pequeñas parcelas pueda multiplicarse y expresarse en
toneladas/km2 como si esta fuera una pérdida uniforme en la totalidad de la cuenca
hidrográfica.

FIGURA 16 - Hidrogramas de tres cuencas hidrográficas en Sri Lanka (Hudson


1981a) a

Aforador 14-H3

Aforador 12-H3
Aforador 10-H3

Otro factor que se ha de tener en cuenta en el tamaño de la parcela es el efecto de


algunos cambios importantes en la utilización de la tierra, como los asentamientos
humanos, o un programa de establecimiento de terrazas o de plantación de árboles,
los que sólo pueden medirse evaluando lo que sucede en toda la cuenca. Los
instrumentos necesarios para manejar grandes corrientes y grandes pérdidas de suelo
son más complejos que los que se necesitan para parcelas de campo, como se
analiza brevemente en el Capítulo 4. En el Capítulo 1 se indicó por qué los estudios de
las cuencas hidrográficas deben efectuarse en parcelas apareadas y no comparando
la situación de antes y después del tratamiento en una única parcela.

Una técnica a veces utilizada para comprobar la diferencia entre los resultados de las
parcelas de diferente tamaño se designa con el nombre de "nidos de parcelas", en el
sentido de que se sitúan pequeñas parcelas dentro de parcelas mayores. Sirva de
ejemplo un estudio hidrológico realizado en Sri Lanka, con el fin de recopilar datos
confiables y precisos sobre el régimen de precipitaciones y escorrentía según las
prácticas agrícolas existentes, que incluían el cultivo de arroz de regadío, té de secano
y cultivos de varias especies. El proyecto estaba constituido por una única cuenca
hidrográfica de 5 000 ha con medición de salida, que comprendía 15 subcuencas,
supervisadas por separado, de siete a 284 ha. Dentro de cada subcuenca existían
parcelas duplicadas de una hectárea en cada uno de los principales sistemas
agrícolas y parcelas duplicadas de 1/15 de hectárea para estudiar variaciones como
las diferentes densidades de las plantaciones de té. Los hidrogramas de la escorrentía
de diferentes subcuencas podían compararse como se muestra en la Figura 16
(Hudson 1981a).

Otro ejemplo procede de China, donde se instalaron parcelas de diferentes tamaños,


de 60 a 1000 m2, en las subcuencas vigiladas dentro de una cuenca hidrográfica de
dos ha (Mou Jinze 1981). La conclusión a que se llegó fue que eran necesarias
parcelas que se extendieran a lo largo de toda la ladera desde la cima de la cresta
hasta la base de la cárcava para medir la erosión y la escorrentía a escala de cuenca
hidrográfica.

Construcción

Dimensión de la parcela
Forma de la parcela
Bordes de la parcela
Colectores
Cisternas y divisores

Dimensión de la parcela

La dimensión de la parcela viene determinada por el tratamiento, (como se discutió en


la sección Dimensión de las parcelas), el sistema de recogida de la pérdida de suelo
y/o la escorrentía. Las microparcelas pueden disponer de cisternas recolectoras que
almacenan la totalidad de la escorrentía y del suelo, pero si es importante medir los
casos extremos, la dimensión de la cisterna requerida resulta excesiva para las
parcelas de unos pocos metros cuadrados. A título de ilustración, una parcela de 2 m x
2 m, sujeta a precipitaciones tormentosas de 100 mm, con una escorrentía del 80%,
necesita una cisterna o embalse quealmacene 320 litros para que resulte suficiente.
Sin embargo, las cisternas únicas para parcelas de 5 m x 20 m tendrían una capacidad
difícil de manejar de 8 000 litros; para solucionar esto se suelen emplear algunos
dispositivos de muestreo como se verá en la sección siguiente. En parcelas de una
hectárea o más, para extraer constantemente muestras y almacenar una escorrentía
cargada de sedimentos hacen falta instrumentos complicados; un método común
consiste en medir constantemente sólo el caudal de escorrentía a través de un
aforador, tal vez con muestreo intermitente del sedimento, como se presenta en el
Capítulo 4.

FOTOGRAFÍA 13 - Las cisternas concéntricas facilitan el vaciado de pequeñas


escorrentías (H. P. Liniger)

FIGURA 17 - Disposición de parcelas experimentales en Zimbabwe


Al diseñar el tamaño y la capacidad del sistema colector se deben tener en cuenta dos
factores. El sistema debe poder manejar el caudal máximo probable y poder
almacenar también la cantidad de escorrentía máxima probable. Está demostrado que
casos extremos, si bien infrecuentes, pueden contribuir en alto grado a la escorrentía y
a la pérdida de suelo anuales. En los trópicos esto puede representar las tres cuartas
partes de la pérdida de suelo anual que se produce durante una única tormenta, por lo
que se debe proyectar un sistema de recogida de muestras que permita medir casos
extremos.

El caudal de escorrentía máximo probable se puede calcular a partir de la relación de


escorrentía máxima probable de un suelo ya saturado y de la intensidad máxima
probable durante un período breve de quizá cinco minutos. A título de ejemplo, una
parcela de 100 m2 que reciba una lluvia torrencial de una intensidad de 250 mm/h y con
un 100% de escorrentía generaría un caudal de unos siete litros por segundo. Para
tener en cuenta el bloqueo parcial causado por el sedimento acumulado o los
desechos flotantes, sería necesaria una tubería de 100 mm de diámetro.

La capacidad total de almacenamiento requerida para la parcela de 100 m2, partiendo


de un 80% de escorrentía de 200 mm de lluvia, necesitaría un almacenamiento total
de 16 m3; un sistema divisor resultaría probablemente adecuado, como se disentirá en
la sección Cisternas y divisores.

Sólo habrá unas pocas tormentas para las que se necesitará un almacenamiento
máximo y muchas pequeñas tormentas producirán pequeños caudales de escorrentía.
Si se colocan pequeños recipientes, dentro de cisternas más grandes, éstos captarán
pequeñas escorrentías y podrán vaciarse y medirse más fácilmente. En momentos de
grandes escorrentías los recipientes pequeños rebosan, pero la cisterna principal
captura la escorrentía. La Fotografía 13 muestra un ejemplo en Kenya (Liniger 1990).

Hace falta prever una descarga libre del colector en las cisternas de almacenamiento.
Una solución posible es la que se indica en la Figura 17, donde tuberías de 150 mm de
diámetro se utilizaron para llevar el agua hacia abajo hasta un punto en el que las
cisternas podían estar juntas y por encima del terreno para facilitar la obtención de
muestras y el vaciado. El sistema más común consiste en disponer los colectores
debajo de la superficie del suelo; si se tienen que vaciar por gravedad, se debe prever
un sistema de drenaje. Incluso si las cisternas se tienen que vaciar por bombeo, puede
ser conveniente un sistema de drenaje debido al conocido fenómeno de que las
cisternas de metal de una sola pieza flotan cuando el terreno está saturado y la capa
de agua se eleva; por su parte, las cisternas de hormigón o de ladrillo en situaciones
análogas pueden ser objeto de filtraciones hacia dentro.

Forma de la parcela

No existe ninguna regla fija con respecto a la relación entre longitud y ancho de las
parcelas. Las parcelas cortas se suelen considerar poco convenientes debido a que
pueden obstaculizar la formación de surcos, pero la relación entre erosión y longitud
de la ladera es discutible, a pesar de la forma asumida en la Ecuación Universal de la
Pérdida de Suelo de E L0,6. El ancho debe ser adecuado para los equipos agrícolas
que se van a usar, tal como se señaló anteriormente. En las parcelas cultivadas, se
puede utilizar una franja de protección en los lados y en la parte superior para reducir
los efectos de los bordes y también para que se pueda tener acceso sin tener que
caminar sobre las parcelas.

Bordes de la parcela

Se han utilizado muchos materiales para construir los bordes de las parcelas, como
márgenes de tierra, paredes de ladrillo o de hormigón, láminas de madera, y tiras de
metal, amianto-hormigón o. plástico. Normalmente se instalan permanentemente
durante la vida de las parcelas, pero algunas veces se han utilizado límites
desmontables para permitir el cultivo con tractores o bueyes a través de la parcela,
como se ilustra en la Fotografía 11.

Otros aspectos que se han de tener en cuenta con respecto a los bordes, son:

 Las filtraciones hacia el interior o el exterior de la parcela a través de los bordes son
una causa común de error. Debería existir un dren encima de la parcela para desviar
el agua de superficie que desciende desde las tierras más altas.

 Las parcelas no deben tener bordes comunes o de lo contrario la filtración afectará a


los resultados de dos parcelas. Entre las parcelas debe haber una franja de
protección.

 Los bordes deben instalarse cuidadosamente, enterrarse lo suficientemente


profundos como para evitar filtraciones por debajo, y ser lo suficientemente altos como
para evitar desbordamientos (particularmente en el lado superior); las tablas de
madera o las láminas de metal deben superponerse o unirse firmemente por los
extremos para evitar filtraciones. Los bordes representados en la Fotografía 11 eran
tiras de amianto-cemento de 2 m x 16 cm x 1 cm, enterradas 8 cm en el suelo,
mantenidas verticales por medio de varillas de acero clavadas a cada lado, unidas por
juntas y cubiertas por un sujetador formado por una lámina de metal.

 Un pequeño relleno de tierra amontonado contra el lado exterior de los bordes evita
el encharcamiento o el flujo de agua contra el borde; la tierra debe adosarse contra la
pared del borde sin dejar que se forme un canal que podría convertirse en un surco.

 Análogamente, cuando se construyen terraplenes, no se debe permitir que se forme


un canal en el sitio donde se ha extraído la tierra. La tierra debe tomarse sólo de fuera
de la parcela.
Colectores

En las pequeñas parcelas, la escorrentía puede pasar directamente a una cisterna


siguiendo el ancho de la parcela; en parcelas mayores hace falta alguna forma de
colector o canal que desemboque en las cisternas. A este respecto han de tenerse en
cuenta varias posibles causas de error, como se describe a continuación.

Si el extremo del colector es más alto que la superficie del suelo, el sedimento
recogido se reducirá al quedar el suelo atrapado en el umbral. Si el extremo del
colector es más bajo que la superficie del suelo, se producirá una erosión excesiva en
ese punto y posiblemente se empiecen a formar pequeños surcos. Por consiguiente,
se debe procurar que el extremo del colector se encuentre al nivel del suelo original,
para lo que existen numerosos métodos y dispositivos diferentes. Algunas veces el
suelo se excava por encima del colector y luego se sustituye y compacta en el nivel
adecuado una vez que se ha instalado el colector. Otro método consiste en construir
una entrada plana y lisa al colector instalando una lámina de metal o cemento u
hormigón.

Si se erosionan grandes cantidades de suelo, el canal colector puede evitar la


formación natural de un nuevo perfil ladera abajo, es decir, el umbral del canal
recolector será más alto que el nivel que tendría el suelo si no existiera el canal. Para
evitar este posible error, se han construido algunas parcelas con un umbral que puede
bajarse paulatinamente a medida que se produce la erosión, por ejemplo,
construyendo el umbral con una argamasa de cal poco resistente que pueda quitarse
fácilmente cuando sea necesario (Hudson 1957).

Otro posible error se debe a las filtraciones que puedan producirse por debajo del
canal colector y que no se pueden evitar compactando el suelo, por lo que habría que
instalar alguna forma de barrera, quizás insertando una membrana impermeable o, si
el canal colector es de ladrillo u hormigón, enterrando los cimientos profundamente
como para evitar las filtraciones por debajo.

Cisternas y divisores

En las parcelas pequeñas toda la escorrentía va a parar a una única cisterna colectora
donde se almacena hasta medirla, extraer muestras y registrarla. En parcelas de
mayor tamaño, o cuando se prevén grandes caudales de escorrentía, es poco práctico
almacenar la totalidad de la escorrentía y se utiliza algún dispositivo para dividirla con
exactitud de manera que una fracción conocida se pueda separar y almacenar.

Siempre habrá considerables cantidades de varios materiales flotando en la


escorrentía; esos materiales deben retenerse por medio de cribas para poder utilizar el
divisor o el extractor de muestras. Algunas veces se coloca una malla de alambre
encima del canal colector como en la Figura 18 o se colocan una o más cribas en las
cisternas colectoras como en la Fotografía 16. Un dispositivo ampliamente utilizado en
los Estados Unidos durante muchos años es el divisor GEIB, que está constituido por
cierto número de ranuras rectangulares iguales. El agua que pasa a través de la
ranura central se recoge y almacena, mientras que la que pasa a través de las otras
ranuras se deja correr (Fotografía 14). Esto exige un alto grado de precisión en la
fabricación, por lo que se han concebido otros sistemas más sencillos. Entre estos
cabe mencionar una serie de vertederos triangulares (Fotografía 15), o filas verticales
de agujeros perforados en una lámina de acero (Fotografía 16) o una serie de tuberías
incorporadas a la pared de los recipientes como en las Fotografías 17 y 18. Cualquiera
de estos dispositivos se puede construir para tomar una muestra de entre la quinta y la
vigésima parte del caudal total.

FIGURA 18 - Utilización de cribas para retener desechos flotantes (de USDA-ARS


1963)

FOTOGRAFÍA 14 - Divisor de ranuras múltiples en la República de Corea

FOTOGRAFÍA 15 - Divisor de diente en V en Zimbabwe

FOTOGRAFÍA 16 - Divisor de agujeros perforados en Zimbabwe

FOTOGRAFÍA 17 - Divisor de tuberías múltiples en Indonesia (A. Mítchell)

FOTOGRAFÍA 18 - Divisor de tuberías múltiples en Nigeria (R. Lal)

Otro método consiste en dividir la corriente sucesivamente por la mitad y luego


volverla a dividir por la mitad todas las veces que sea necesario. Dos partidores que
dividen por mitad dan una muestra de un cuarto, tres dan una muestra de un octavo y
cuatro dan una muestra de un dieciséisavo. Esto implica el empleo de más tuberías y
canales, pero los propios divisores pueden ser muy sencillos si sólo tienen que dividir
la corriente en dos, como se muestra en los ejemplos de las Fotografías 19 y 20.

Es conveniente que cualquier divisor sea verificado para comprobar que la muestra
representa exactamente la proporción que se supone que debe representar. Existen
diversas posibles causas de error, como la colocación en distinto nivel de los puntos
de muestreo, la oclusión total o parcial de algunas de las salidas o la interferencia del
mecanismo de muestreo con la corriente a través del divisor. A título de ejemplo, el
divisor de ranuras que aparece en la Fotografía 14, en el caso de grandes caudales el
conducto de metal que toma la muestra de la tercera ranura impide el libre paso a
través de la misma ranura, por lo que la muestra que se toma es menor de lo
esperado. Por otro lado, la velocidad de llegada a cada ranura, escotadura o tubería,
debe ser la misma. Si el divisor está construido en un canal estrecho, la corriente que
atraviesa las ranuras del extremo puede reducirse por fricción contra las paredes del
canal.

Es probable que todos los divisores obstaculicen en cierta medida la corriente por lo
que existe la posibilidad de que se depositen sedimentos dentro del sistema. Esto no
es un problema inevitable si el cálculo de los sólidos se basa en la suma de los
sedimentos retenidos más una fracción exacta del caudal que se desecha. En
consecuencia, en un sistema de tres tanques, como el que se muestra en la Fotografía
21, con dos divisores sucesivos de siete ranuras, la escorrentía total, o la pérdida total
de suelo, es lo que se retiene en el canal colector y en el primer tanque, más siete
veces el sedimento depositado en el segundo tanque, más 49 veces el sedimento
depositado en el tercer tanque.

Existen diversos tipos de divisores que tienen partes móviles. Estos sólo son
adecuados cuando existan una supervisión y un mantenimiento constantes, porque
hay peligro de que esos divisores sean obturados por desechos o sufran una avería
mecánica. Uno de los más conocidos es la rueda muestreadora Coschocton
representada en la Fotografía 22. Se instala bajo el caudal de un aforador de garganta,
como un aforador en H, y la fuerza del agua impulsa un tomador de muestras de
ranura giratorio montado sobre un eje vertical. Una posible desventaja de este sistema
es que el tamaño de la muestra no es constante en todos los caudales; un posible
perfeccionamiento consiste en añadir un motor para dar una velocidad constante de
rotación. Otro mecanismo es el balde volcador tal como se utiliza en algunos
pluviómetros automáticos. Esto permite tomar una muestra cada vez que el balde se
inclina; es asimismo sencillo incorporar un contador para registrar la frecuencia de las
inclinaciones.

Todo dispositivo de registro que depende de partes móviles o de un suministro de


electricidad es adecuado únicamente para su uso en estaciones experimentales en las
que se puede proceder a una supervisión constante, particularmente en situaciones
extremas, por ejemplo, en medio de la noche cuando los dispositivos mecánicos y
eléctricos pueden deteriorarse.

FOTOGRAFÍA 19 - Un sencillo divisor de corriente en Tailandia

FOTOGRAFÍA 20 - División de corriente en etapas sucesivas en Tailandia

FOTOGRAFÍA 21 - Sistema con tres tanques y dos divisores en Zimbabwe

FOTOGRAFÍA 22 - La rueda muestreadora Coschocton en Taiwán

Funcionamiento

Frecuencia de los registros


Estimación de la pérdida de suelo
Registradores y automatización
Mantenimiento y análisis de registros
Frecuencia de los registros

Es necesario hacer un análisis previo del trabajo a cumplir y primeramente determinar


con claridad el objetivo del experimento. Después será preciso estudiar en detalle todo
el proceso y plantearse preguntas y situaciones que pueden incluso parecer banales.
¿Bastarán los registros anuales para alcanzar el objetivo o será necesario basarse en
un intervalo más corto para supervisar los cambios o se necesitarán datos separados
para cada tormenta? ¿Tiene sentido acumular registros diarios si éstos se van a
agrupar en totales semanales o mensuales? Cuando la mano de obra escasea o es
cara, puede resultar más barato y más preciso utilizar tanques de almacenamiento
mayores o más divisores para reducir el número de lecturas.

Una vez precisado el tipo de datos que se requieren, hace falta adoptar una decisión
ponderada entre el número de empleados adecuadamente calificados necesarios para
tomar las mediciones y llevar los registros y entre la posibilidad de utilizar instrumentos
automáticos.

Es sumamente importante disponer de fácil acceso a los lugares de experimentación.


Si se necesitan resultados exactos y detallados, alguien tiene que estar en el lugar aún
durante las peores condiciones climáticas para asegurarse que todo funciona de
acuerdo con el plan establecido. Sería un optimismo poco razonable esperar obtener
datos adecuados cuando estos dependen de que alguien llegue al lugar en medio de
la noche para subir trepando por una ladera resbaladiza a través de la jungla y bajo
una lluvia torrencial; pero por lo menos podría pensarse en un gran programa de
investigación donde la utilización de las parcelas de escorrentía así lo requieren. A
pesar de todo, los resultados obtenidos hasta el momento en tales condiciones no son
alentadores.

Estimación de la pérdida de suelo

Existen diversas maneras de manejar el suelo y el agua en los tanques, donde el


problema principal es saber cómo tomar una muestra representativa de una mezcla de
agua y partículas de suelo de diferentes tamaños. El método más sencillo consiste en
agitar vigorosamente la mezcla y extraer una muestra para filtrar, secar y pesar. Este
método, en general, dará un valor inferior a la pérdida de suelo real debido a que las
partículas grandes de tierra se asientan rápidamente y son difíciles de mantener en
suspensión mientras se está tomando la muestra. El método mejora con la adición de
un floculante, que contribuye a que la materia en suspensión sedimente, lo que
permite extraer el líquido de superficie claro. Esto deja una espesa capa de barro que,
cuando se deposita, permite obtener una muestra más representativa (Jackson 1964).
Actualmente existen en el comercio floculantes químicos muy eficaces.

Otro método evita las largas operaciones de secado y pesado en el laboratorio;


consiste en pesar un volumen fijo del sedimento y compararlo con el peso de un
volumen igual de agua. Después de haber estimado la reducción del agua desplazada
por el suelo, se puede calcular el peso del suelo seco contenido en el sedimento
(Barnett y Holladay 1965). Este método evita la necesidad de trabajos de laboratorio y
permite pesar muestras de diversos tamaños. Por ejemplo, en Zimbabwe se utilizaron
recipientes de uno, cinco y 50 litros (Elwell 1976). Si se emplean divisores, es
necesario calcular el peso del suelo en cada uno de los tanques por separado porque
la concentración del sedimento será mucho mayor en el primer tanque en el que se
asientan las partículas pesadas y menor en el último.
Si el objetivo de los experimentos se puede alcanzar mediante la comparación de
valores aproximados de pérdida de suelo resultante de diferentes tratamientos, la
escorrentía de la parcela se puede hacer a través de una tela filtrante que retiene
algunas de las partículas del suelo. Se requieren ensayos experimentales para
determinar la mejor combinación del tamaño requerido del filtro y del tamaño de su
malla.

Si es probable que la relación entre la escorrentía y la pérdida de suelo sea similar


entre los diversos tratamientos que se están comparando, puede resultar más sencillo
medir únicamente la escorrentía, lo que es más fácil que medir la pérdida de suelo.

Registradores y automatización

Aunque anteriormente se sugirió que es preferible evitar en la medida de lo posible


instrumentos con partes móviles, estos tienen la ventaja de que si se produce un
desperfecto se puede identificar y modificarlo o repararlo. Esto puede no ser factible
con los registradores automáticos. Dos ejemplos ilustran casos extremos de estos dos
métodos.

En un importante estudio hidrológico realizado en Filipinas, las estaciones de aforo


estaban alejadas del río y eran de difícil acceso en la época de las lluvias, por lo que
se las había dotado de registradores automáticos que recogían un registro mensual de
las precipitaciones y del nivel del río en la memoria de un ordenador que se cambiaba
cada mes. Funcionó de manera satisfactoria durante los ensayos, pero después del
primer mes de la estación de las lluvias, la mayoría de las grabaciones no existían.
Aparentemente la "protección contra las condiciones tropicales" del ordenador no pudo
resistir los cambios de temperatura, presión y humedad; entró humedad que estropeó
las grabaciones. La solución del problema resultó cara sobre todo porque la principal
pérdida consistió en tener que esperar otro año para obtener los datos de acumulación
de la corriente del río al comienzo de la estación de las lluvias.

El otro ejemplo se toma de Sri Lanka, también en una red hidrológica, pero cuyas
condiciones eran muy distintas. La cuenca disponía de una buena red de carreteras y
las quince estaciones eran visitadas a diario para verificar el funcionamiento de los
registradores de relojería del nivel del agua. El mercado de trabajo en esa época
estaba saturado de oficinistas calificados, por lo que el análisis y la interpretación del
gran número de hidrogramas obtenidos se realizaba con rapidez y a bajo costo
utilizando simplemente pequeñas calculadoras manuales.

Se debe señalar que se han producido grandes mejoras en los instrumentos en estos
últimos años. Hoy en día en la mayor parte de las circunstancias, los registradores
eléctricos o mecánicos del nivel del agua son sustituidos por sensores de presión que
alimentan la memoria de los orednadores. Por consiguiente, la elección del equipo de
registro dependerá de las circunstancias especiales de cada proyecto o experimento.

La medición del caudal de escorrentía es una operación sencilla. Existe una amplia
diversidad de aforadores normalizados para todos los caudales, o sea que, cuando se
construyen e instalan de acuerdo con ciertas condiciones especificadas, no necesitan
calibrarse individualmente y el caudal se puede leer directamente en tablas o
diagramas si se conoce la profundidad de la corriente. Los aforadores y vertederos
normalizados se presentan en el Capítulo 4, en la sección Método
velocidad/superficie. El aforador más comúnmente utilizado para parcelas pequeñas
es el aforador en H, diseñado por el Departamento de Agricultura de los Estados
Unidos.
La cantidad de escorrentía se puede calcular a partir de los hidrogramas. Cuando se
traza una gráfica con el caudal en función del tiempo, la superficie situada debajo de la
curva es la cantidad del caudal.

La estimación del movimiento del suelo en la escorrentía es más difícil, y se estudia en


el Capítulo 5. Se han ideado dispositivos complicados, pero no resultan adecuados
para experimentos de campo ya que usualmente dependen de la atenuación de un
rayo de luz o de radiación gama al pasar a través de los sólidos frente a un sensor a
ambos lados de un canal.

Mantenimiento y análisis de registros

El principio que se debe aplicar a todos los registros de experimentos es aquel que
representa la práctica común de los inspectores profesionales. Un inspector se
traslada a un campo con un teodolito o nivel y registra todas las observaciones en un
cuaderno. Es fundamental que los registros en el cuaderno sean claros y concisos de
modo de permitir que cualquier otro inspector los entienda cabalmente en cualquier
momento. No deben depender de que la persona que efectuó el registro recuerde
hechos adicionales ni se deben ver afectados por el transcurso del tiempo, y deben ser
limpios, claros y legibles.

La principal fuente de error en los registros de los experimentos es la toma de


anotaciones fragmentarias en el campo que más tarde se copian en limpio en la
oficina. El problema radica en que al efectuarse el registro en el campo de manera
desordenada o al estar el cuaderno quizá mojado o sucio de barro es posible que no
se lea correctamente o que se interprete mal. Para eludir esta dificultad hay que utilizar
formularios de registro o cuadernos especialmente diseñados en un formato que
resulte adecuado para producir registros nítidos ya en el campo. Siempre que sea
posible, los cálculos posteriores se deben efectuar en el mismo formulario. Cuando
sea necesario transferir datos a hojas resumidas o a otro formulario, el trabajo se debe
verificar dos veces. Los cuadernos utilizados en el campo y todos los cálculos
posteriores deben ser objeto de frecuentes inspecciones.

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