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Indice
por
N.W. Hudson
Silsoe Associates
Ampthill, Bedford
Reino Unido
Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los
datos que contiene no implican, de parte de la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación, juicio alguno sobre la condición jurídica de países, territorios,
ciudades o zonas, o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites.
M-53
ISBN 92-5-303406-8
© FAO 1997
Indice
Prólogo
Reconocimientos
Objetivos
Aspectos prácticos
Evitar experimentos "antes y después"
Estadísticas
Resultados anómalos y extrapolación
Conclusión
Ventajas
Exactitud
Medición del cambio de nivel de la superficie
Mediciones localizadas
Medidores transversales
Mediciones volumétricas
Panorama general
Cuando se han de utilizar parcelas de escorrentía
Diseño estadístico
Repetición
Desviación
Diseños estándares
Dimensión de la parcela
Forma de la parcela
Bordes de la parcela
Colectores
Cisternas y divisores
Funcionamiento
Capítulo 4 - Caudal
Métodos volumétricos
Método velocidad/superficie
Clasificación de una estación de aforo
Formulas empíricas para calcular la velocidad
Vertederos de aforo
Aforadores
Limnígrafos
Mediciones directas
Muestreador
Trazadores radioactivos
Estimación empírica
Estimación de la carga total
Cálculo de los sedimentos depositados en embalses
Objetivos y aplicaciones
Ventajas y desventajas
Oportunidades
Construcción
Tipos de simuladores
Consideraciones practicas
Funcionamiento
Cálculo de la escorrentía
Bibliografía
Prólogo
A medida que se agrava el problema de la erosión de los suelos, los técnicos en el
campo tienen que ocuparse cada día más de la tarea de medir o de evaluar la erosión
y la escorrentía. El tema es complejo y son pocos los libros de texto o manuales
disponibles sobre el mismo. Como resultado de ello, se ha desperdiciado mucho
tiempo, esfuerzo y dinero en trabajos que han dado escasa información útil.
Numerosos experimentos, en particular los relacionados con las parcelas y los
vertederos para medir la escorrentía, se han abandonado, ya sea por ser poco
prácticos, por su concepción defectuosa o por ser demasiado lentos para aportar el
tipo de información deseada.
Las simples mediciones sobre el terreno son en general técnicamente poco apreciadas
y se considera que carecen de validez científica. Sin embargo, si han sido concebidas
adecuadamente y efectuadas cuidadosamente pueden aportar datos válidos. Su
ventaja reside en la posibilidad de tomar un gran número de mediciones a bajo costo y
con personal de nivel intermedio y a la vez obtener resultados que son más útiles y
significativos para el agricultor y el extensionista que los experimentos más complejos
realizados en una lejana estación experimental.
Reconocimientos
Deseamos agradecer a las numerosas personas e instituciones que nos han ayudado
con ideas, comentarios, documentación o fotografías para el presente Boletín, en
particular a:
Yvan Biot, Universidad de East Anglia, Reino Unido; K.J. Bligh, Departamento de
Agricultura, Australia Occidental; P. Bolton, Investigaciones Hidráulicas, Wallingford,
Reino Unido; N. Carigy, Laboratorio de Suelos, CSIRO, Canberra, Australia; A.L.
Cogle, ICRISAT, India; A. Dickinson, Investigaciones Hidráulicas, Wallingford, Reino
Unido; H.A. Helwell, AGRITEX, Harare, Zimbabwe; A. Grant, Silsoe College, Bedford,
Reino Unido; H. Gunston, Instituto de Hidrología, Wallingford, Reino Unido; R.
Hairsine, Laboratorio de Suelos, CSIRO, Canberra, Australia; Karl Herweg, Proyecto
de Investigación sobre la Conservación del Suelo, Etiopía; P.I.A. Kinnell, Laboratorio
de Suelos, CSIRO, Canberra, Australia; D. Lang, Servicio de Conservación de Suelos
de Nueva Gales del Sur, Australia; R.J. Loughran, Universidad de Newcastle, Nueva
Gales del Sur, Australia; D. McFarlane, Departamento de Agricultura, Australia
Occidental; L.D. Meyer, Laboratorio Nacional de Sedimentación, Oxford, Mississippi,
E.U.A.; Alex Mitchell, Canterbury, Australia; D.M. Offermans, Proyecto de Ordenación
de Cuencas Hidrográficas, Nepal; Sir Charles Pereira, Teston, Kent, Reino Unido; A.
Profitt, Departamento de Agricultura, Australia Occidental; Jane Rickson, Silsoe
College, Reino Unido; E. Roose, ORSTOM, Montpellier, Francia; C.J. Rosewell,
Servicio de Conservación del Suelo de Nueva Gales del Sur, Australia; Adisak
Sajjapongse, IBSRAM, Bangkok, Tailandia; E. Seminario, FAO, Marruecos; T.F.
Shaxson, Greenhayes, Dorset, Reino Unido; Michael Stocking, Universidad de East
Anglia, Reino Unido; P.A. Taylor, Rock and Taylor Ltd., Warley, Reino Unido; K.G.
Tejwani, Consultores sobre el Uso de la Tierra, Nueva Deli, India; C. Valentin,
ORSTOM, París, Francia.
Objetivos
Aspectos prácticos
Evitar experimentos "antes y después"
Estadísticas
Resultados anómalos y extrapolación
Conclusión
Objetivos
Como se explica en el prólogo, el presente Boletín no está destinado a la investigación
pura o a la adquisición de conocimientos teóricos, sino a la búsqueda de respuestas
prácticas a preguntas prácticas. Por ello, el punto de partida de todo programa debe
consistir en determinar con exactitud y precisión qué es lo que se desea conocer y
cómo se van a utilizar los conocimientos. Sir Charles Pereira, edafólogo
experimentado, sugiere lo siguiente:
"Es preciso hacer una clara distinción entre dos tipos de mediciones experimentales:
una estimación auténtica de la media aritmética de una cantidad altamente variable,
como las precipitaciones, la cual será utilizada en una estimación cuantitativa, y
Existe más peligro de una utilización poco científica en la medición de segundo tipo,
expresada en toneladas/km2, como si tuviera la base lógica y estadística del primer
tipo".
Aspectos prácticos
Pocos datos válidos son más útiles que una gran cantidad de información que no se
puede utilizar porque no es confiable. Por consiguiente, las evaluaciones de campo
deben ser lo más sencillas posibles y estar orientadas a objetivos limitados y
alcanzables. Existe siempre una gran tentación de tratar de obtener una gran cantidad
de información incluyendo un número excesivo de variables o de niveles dentro de
cada variable. Al planificar un programa de experimentos se ha de tener presente los
recursos disponibles, teniendo en cuenta los gastos iniciales y de funcionamiento y el
personal requerido para llevar a cabo los experimentos.
Debe rechazarse la idea de que cualquier información es mejor que ninguna. Esto se
utiliza a veces para justificar ensayos "rápidos y de poca calidad" o como una excusa
para no efectuarlos de manera adecuada. Sin embargo, está totalmente reñido con la
disciplina científica. El empleo de datos inexactos o poco confiables es muy probable
que cause problemas, en lugar de mejorar la situación.
Puede ser que resulte posible extrapolar a corto plazo los datos de las precipitaciones
si se dispone de registros a más largo plazo; por ejemplo, en el caso de una pérdida
anual de suelos que se midió durante dos años, cuando en un año las precipitaciones
fueron inferiores a la media y en el otro superiores a la misma. Los registros de las
precipitaciones a largo plazo pueden dar ciertas indicaciones de la frecuencia con que
cabe prever que se produzcan esas pérdidas, pero únicamente si existe una relación
directa entre lo que se mide - la pérdida anual de suelo - y el registro a largo plazo - las
precipitaciones anuales totales. Existirá una asociación, por supuesto, porque cuanto
mayores sean las lluvias, mayor será la erosión; sin embargo esta relación es tan
imperfecta que tiene escaso valor debido a que ignora factores importantes como la
cantidad de lluvia caída en el suelo desnudo y la cantidad caída sobre los cultivos. Un
principio básico de toda ciencia consiste en evitar la extrapolación más allá de los
límites de los resultados medidos.
Estadísticas
Los detalles del diseño experimental y del análisis estadístico de los resultados
quedan fuera del alcance del presente Boletín, pero es conveniente revisar
rápidamente algunos puntos importantes. Si se están examinando las relaciones entre
causa y efecto, la clave del diseño experimental consiste en aislar y en medir el efecto
de las variables. El problema radica en que en todos los procesos biológicos existe un
vasto número de variables que pueden influir en el proceso, cada una de las cuales
presenta una amplia gama de valores, y que es difícil separarlas.
Muestreo
Diferencias
Normalmente el objetivo consiste en estimar las diferencias antes que los valores
absolutos. Por ejemplo, los ensayos muestran que una variedad produce 1,5 t/ha y
otra variedad 1,6 t/ha. Es posible calcular si la diferencia es estadísticamente
significativa a diversos niveles de probabilidad; pero esto es irrelevante puesto que
ningún agricultor va a cambiar de variedad sobre la base de esa pequeña diferencia en
el rendimiento cuando existen otros factores que se han de tomar en consideración
como el gusto, el mantenimiento de la calidad, la resistencia a las enfermedades, etc.
Se debe evitar asimismo informar sobre los resultados en forma confusa. Por ejemplo,
se efectuó una comparación entre cinco parámetros diferentes para calcular la
erosividad de las precipitaciones y el resultado indicó que el No 4 era "el mejor
estimador". Sin embargo, el informe completo revelaba que el coeficiente de
correlación era superior al 0,9% para los cinco parámetros, y que el "mejor" se situaba
a 0,955. Una conclusión más razonable habría sido, en cambio, decir que los cinco
parámetros eran eficaces y que se debería recomendar el más sencillo y fácil de
utilizar.
Repeticiones
Hace muchos años, cuando la aplicación de las estadísticas a la investigación agrícola daba sus
primeros pasos y se estaba estableciendo un amplio programa de investigaciones en Africa,
dijo: "Sólo estamos tratando de obtener resultados que los agricultores puedan entender y
aplicar; no interesan las cifras que hace falta explicar con estadísticas". En consecuencia, todos
sus experimentos tuvieron muchos tratamientos y ninguna repetición; craso error que después
se lamentó por mucho tiempo.
Siempre habrá alguna variación natural en lo que se está midiendo y también algún
error en la medición. Se utilizan las repeticiones, es decir, en teoría situaciones
absolutamente idénticas, para dar una evaluación que sea aceptablemente confiable y
segura. La dimensión del experimento siempre tiene limitaciones como los costos, la
mano de obra o la superficie, por lo que hay que buscar una solución de transacción
entre el número de tratamientos y el número de repeticiones. Si se pueden financiar 12
parcelas en un experimento de campo, se podrían distribuir como se indica en el
recuadro.
Los dos extremos son a todas luces no recomendables, pero ¿cómo elegir entre las
otras cuatro posibilidades? Para un experimento a largo plazo importante podría valer
la pena realizar un ensayo experimental. Habría que tomar mediciones de 10 o 12
repeticiones y estudiar la variación; por otra parte, es posible calcular cuál es el
número mínimo de repeticiones que darán una precisión aceptable. Como esto es
inadecuado para experimentos de campo sencillos, habrá que recurrir a algunas reglas
simples. Si la pérdida de suelo de dos repeticiones es de 2 kg y 8 kg, una media de 5
kg es un dato bastante impreciso. Si tres repeticiones arrojan 2 kg, 8 kg y 7 kg, podría
tenerse algo más de confianza en una media de 6,5 kg, pero seguirán existiendo
dudas acerca del resultado de 2 kg. ¿Se trata de una medición defectuosa o es la
única correcta mientras que las otras dos son erróneas?
Los resultados del mismo experimento en años sucesivos no son repeticiones debido
a la variabilidad anual.
Supongamos que las mediciones de cuatro repeticiones son 1,6, 1,8, 1,7 y 4,5. ¿Se
debe suponer que 4,5 es un error y hay que descartar esa cifra, dada una media
evidente de 1,7? ¡No! Existe un 25% de posibilidades de que sea la única cifra
correcta y que las otras tres sean erróneas. Con sólo tres repeticiones un resultado
aparentemente anómalo tiene un 33% de posibilidades de ser correcto, y con sólo dos
repeticiones y dos resultados diferentes, cada uno tiene un 50% de posibilidades de
ser correcto o erróneo. Otro motivo para efectuar el mayor número posible de
repeticiones es que si el número de éstas es elevado, una cifra altamente desviada
sólo tendrá un pequeño efecto en la media.
D = aIb
Conclusión
El mensaje que se debe transmitir es que siempre hay que mantener la máxima
sencillez en el diseño experimental y solicitar el asesoramiento de un experto en
biometría antes de iniciar los experimentos. A menudo sucede que el experimentador
se dirige al estadístico con una caja llena de archivos de datos a fin de que le ayude a
analizar los resultados, y luego se siente descorazonado cuando se le dice que el
diseño era erróneo y que los resultados tenían escaso valor. Los defectos más
probables son, en el caso de estudios sobre cuencas hidrográficas, la precipitación en
la aplicación de los tratamientos antes de efectuar una calibración adecuada, o en el
caso de un trabajo con parcelas pequeñas, la falta de repeticiones suficientes o la
incorporación de variables incontroladas.
Ventajas
Exactitud
Medición del cambio de nivel de la superficie
Mediciones volumétricas
Ventajas
Los "métodos de reconocimiento" son las maneras de obtener una primera
aproximación del volumen de la erosión en una situación determinada, aproximación
primaria que puede ser todo lo que se necesita o que, de ser menester, se deberá
complementar con estudios más exactos.
La principal ventaja de los métodos de reconocimiento es que, como son de bajo costo
y sencillos, se pueden efectuar muchas mediciones para que los resultados sean
confiables y representativos - lo que significa que son creíbles y utilizables;
recordemos que una única medición exacta en un lugar puede no ser representativa.
Otras ventajas son que los "métodos de reconocimiento" se pueden aplicar con un
personal de nivel intermedio; necesitan escaso mantenimiento; por ejemplo, las varillas
para medir la erosión (examinados en la sección Mediciones localizadas), y el intervalo
entre las mediciones puede ser flexible, o sea, las varillas pueden medirse después de
un mes o después de una temporada o de un año. Las técnicas sencillas pueden
igualmente ser útiles como demostraciones cuando no se trata de medir el volumen de
la escorrentía o la pérdida de suelo, sino de mostrar a los agricultores, a los
extensionistas o al público en general que se está produciendo una erosión y que es
preciso hacer algo al respecto. Sirva de ejemplo el proyecto de la FAO realizado en
Java de 1972 a 1976, gracias al cual los agricultores que al principio pensaban que la
erosión era insignificante, quedaron convencidos que eran importante al ver la
disminución visible de la superficie del suelo en las varillas para medir la erosión, y la
cantidad de tierra recogida en pozos de sedimentación sencillos; este punto se
examina en la sección relativa a las Mediciones volumétricas (FAO 1976a).
Interferencias
La solución en todos estos casos consiste en prever y evitar los problemas y no dejar
que sucedan y luego actuar. Esto implica la necesidad de ganarse la confianza y
cooperación de la comunidad local. Es fundamental que los miembros de la
comunidad conozcan la existencia del proyecto por haber participado en su
planificación, aunque, no obstante, pueden estar lejos de entender los ensayos de una
nueva variedad o de no comprender por qué se están construyendo unas estructuras
de medición en el lecho de un río. En otras palabras, hace falta un programa de
relaciones públicas para explicar lo que está sucediendo, como los resultados podrán
ayudar a toda la población y así obtener su apoyo.
Un elemento que funcionó a pesar de las dudas iniciales de los extensionistas locales,
fue la creación de un "club de observadores" formado por escolares. Una carretera
principal y varios caminos atravesaban la zona y muchas de las estaciones de
medición se encontraban en los puentes de las carreteras. Como la capital no estaba
lejos, había bastante tráfico no local. En consecuencia, se pidió a cada escuela que
"observara" los lugares donde estaban instalados los instrumentos en la zona. A los
miembros del club de observadores se les dio un simple emblema para que lo llevaran
en señal de autoridad y del apoyo que la comunidad prestaba al proyecto.
Lamentablemente, es difícil decir cuáles de esas actividades surtieron el máximo
efecto, pero el resultado justificó el esfuerzo porque durante muchos años docenas de
instrumentos en diversos lugares funcionaron con una interferencia mínima.
Exactitud
Existen dos métodos para calcular el movimiento del suelo: a) calcular cuánto se ha
perdido de un lugar, b) cuánto se ha acumulado en otro lugar. La precisión de estos
dos métodos suele ser muy diferente. Si la tierra erosionada de una parcela de terreno
se recoge en cisternas y se pesa, incluso una medición aproximada del peso, da una
estimación exacta de la pérdida de suelo. Por ejemplo, si la pérdida de suelo de una
parcela de 100 m2 se mide con una aproximación de 0,1 kg, esto corresponde a una
estimación de la pérdida de suelo con una aproximación de 10 kg/ha. En comparación,
una medición directa del nivel de la superficie del suelo es una estimación muy burda.
Si la disminución de la superficie del suelo se midiera al milímetro cada unidad
correspondería a una estimación de la pérdida de suelo de 15 000 kg/ha, es decir, la
precisión sería aproximadamente 1 500 veces menor.
Puede resultar tentador recopilar información de los habitantes locales que suelen
estar muy dispuestos a contar historias de "recuerdo que..." sobre donde solía estar la
cárcava, o las inundaciones de años pasados. Esa información se debe tratar con
cautela porque no hay forma alguna de evaluar su confiabilidad o su precisión. Los
errores pueden surgir de diversas fuentes: las inexactitudes de la memoria; la
distorsión durante la transmisión; la tendencia de las personas entrevistadas a
imaginarse la respuesta que el entrevistador espera o desea y a desviar las pruebas
en esa dirección; la tendencia a embellecer la realidad y a considerar que "el pasado
fue mejor". Escuchar a los ancianos de las aldeas locales debe, sin embargo, formar
parte del trabajo de todos los que trabajan en el campo y puede aportar información
útil, aunque sería poco prudente basarse en "lo que se dice" a menos que se pueda
verificar.
Mediciones localizadas
Medidores transversales
La medición directa de los cambios en el nivel del suelo resulta adecuada cuando la
erosión está localizada, los índices de erosión son elevados y la posición de la erosión
es predecible, como en las tierras en pendiente deforestadas, o los pasos del ganado
a través de los pastizales. Esa medición no suele ser adecuada para las pérdidas de
suelo de tierras cultivables debido a que el nivel de la superficie se verá afectado por
el cultivo y los animales; sin embargo, se han estudiado cambios a corto plazo en
zonas de cultivo de papas en surcos en Australia (McFarlane, Delroy y van Vreeswyk
1991). Los cambios se pueden medir: a) en una dimensión con respecto al nivel de la
superficie en un punto, o b) en dos dimensiones, para obtener un perfil o sección
transversal, o c) en tres dimensiones para mediciones volumétricas de surcos o
cárcavas.
Mediciones localizadas
Este método ampliamente utilizado consiste en clavar en el suelo una varilla medidora
de manera que en su parte superior se puedan "leer" los cambios en el nivel de la
superficie del suelo. Conocidas con diversos nombres como postes, estacas y otros,
las varillas pueden ser de madera, hierro o cualquier otro material que no se deteriore,
que sea fácil de obtener y barato. Las barras de hierro redondas utilizadas para
reforzar el hormigón pueden utilizarse a un costo reducido. En algunos países en
desarrollo, es posible que las cañas de bambú cortadas puedan ser más adecuadas
(Figura 7) y menos codiciadas por los extraños.
Algunos investigadores colocan una arandela de metal en la varilla para obtener una
base mejor de medición en su parte superior. Si es probable que existan ciclos de
erosión y de depósito como en el lecho de una cárcava, el método de la arandela
puede aportar información adicional útil al reducirse al nivel inferior de la erosión y al
estar cubierto por un depósito posterior que puede igualmente medirse. Por otro lado,
la presencia de la arandela puede provocar turbulencias y frotamientos, o podría
reducir la erosión por impacto de las gotas de agua y dejar la arandela asentada sobre
un pedestal del suelo. Todas estas variaciones y causas posibles de lecturas erróneas
aparecen en las publicaciones sobre la utilización del método de la varilla examinado
por Haigh (1977).
Collares pintados
Cuellos de botellas
Pedestales
En los climas áridos o semiáridos es común que la superficie situada bajo los árboles
esté elevada en un ligero montículo. En un proyecto complejo en Tanzania realizado
de 1968 a 1972, Rapp y sus colegas sugirieron que los montículos alrededor de los
árboles se debían a que estos protegían el suelo contra la erosión causada por el
impacto del agua, mientras el suelo circundante se erosiona. Al medir la altura de los
montículos y la edad de los árboles calculada por el número de anillos del árbol,
estimaron que el suelo se reducía aproximadamente 10 mm al año (Rapp y col., 1972).
Sin embargo, basándose en investigaciones más recientes realizadas en Botswana,
Biot (1990) calculó que la tasa de denudación estimada por este método era de 10 a
15 veces superior a las estimaciones efectuadas con otros métodos. Sugiere también
que los montículos en torno a los árboles se pueden explicar por una diferencia de la
densidad aparente entre el suelo de los montículos y el suelo circundante plano. Llegó
a la conclusión de que el montículo procede de una elevación de la superficie local
más que de la erosión de la superficie circundante.
Las raíces desnudas de árboles pueden aportar una válida indicación del cambio
cuando la razón de esta es evidente, como la erosión en el lecho de una corriente por
debajo de un collar pintado; sin embargo, las raíces desnudas de los árboles que se
ofrecen como prueba de la erosión laminar o de la erosión causada por el viento en los
climas secos deben tratarse con cautela, ya que también es posible en estos casos
aplicar la hipótesis de Biot. A partir de las raíces desnudas de los árboles en Colorado,
EEUU, (Carrara y Carroll 1979), se estimaron tasas de erosión de varios siglos de
edad.
Las matas de hierba que se elevan de la superficie del suelo circundante deben
también considerarse con cautela porque el cambio puede ser el resultado de que las
hierbas retienen el suelo salpicado a su alrededor. Esto se demostró de manera
concluyente en Zimbabwe al medirse la erosión de las parcelas de escorrentía en
diversas tierras de cultivo en una rotación de tabaco y gramíneas. Al cabo de unos
pocos años se encontraron matas de pasto llorón (Eragrostis curvula) que estaban
varios centímetros más altas que la superficie del suelo situado entre ellas, aunque la
pérdida del suelo medida en la parcela era insignificante. Algunas pruebas sencillas
con tablas de dispersión demostraron que no se había producido ninguna pérdida neta
de suelo en la parcela, pero sí un traslado de suelo dentro de la parcela. Obviamente
es necesario comprobar que los cambios en el nivel de la superficie del suelo son el
resultado de la erosión y no, al revés, de una elevación.
Medidores transversales
Se han ideado otros medidores de perfil más perfeccionados cuyos detalles se indican
en la sección Otras obras de consulta.
Mediciones volumétricas
FIGURA 8 - Sencillo medidor de perfil para medir los cambios del nivel de la
superficie
FIGURA 9 - Medidor de perfil con un registro de cámara fotográfica (de McCool,
Dossett y Yecha 1981)
Otra simplificación del cálculo de la pérdida de suelo de los surcos fue puesta a prueba
por Watson y Evans (1991) quienes compararon las mediciones directas de los surcos
en el campo con estimaciones efectuadas a partir de un estudio de diapositivas en
color tomadas sobre el terreno. Llegaron a la conclusión de que "a un observador
experimentado le resulta posible adoptar decisiones razonablemente precisas acerca
de los volúmenes de suelo erosionado examinando las fotografías de campo tomadas
sobre el terreno". En ocho de los once terrenos medidos en el estudio, la relación entre
las estimaciones resultantes de las mediciones sobre el terreno y las estimaciones
resultantes de las fotografías osciló entre 0,81 y 1,11, con valores extremos de 0,67 y
2,12. Se pensó que las discrepancias se debían principalmente a la dificultad de
calcular la longitud de los surcos en las fotografías debido al escorzo. Llegaron a la
conclusión de que no había posibilidad de mejorar la técnica, pero el sistema ofrecía
un método rápido y sencillo de calcular la pérdida de suelo sobre el terreno cuando la
erosión en surcos es el proceso dominante.
El lecho de una cárcava puede tener en cualquier punto aislado ciclos de reducción en
algunos momentos y de depósito en otros, por ejemplo cuando se produce un gran
derrumbamiento de la orilla y una gran cantidad de suelo cae en la corriente. El
empleo de varillas de medición de la erosión con arandelas puede aportar información
sobre esos cambios de nivel, tal como se describe en la sección Medición de los
cambios de nivel de la superficie.
Otro método para evaluar la reducción de los lechos de las corrientes o de los
márgenes de la cárcava consiste en enterrar horizontalmente varillas de metal de
pequeño diámetro. Un aumento en la longitud de la varilla expuesta muestra la
extensión de la retirada de la orilla; la medición se puede simplificar pintando collares
alrededor de las varillas expuestas. Sin embargo, esta técnica no se debe utilizar si la
colocación de las varillas influye en la resistencia del suelo a la erosión; en los suelos
de grava, la colocación de las varillas puede aflojarlos y aumentar su erosionabilidad, y
en los suelos aluvionales con escasa resistencia a la tensión, las varillas pueden
actuar como una armadura y reducir el derrumbe, el vuelco o la rotura de la pared
(Thorne 1981).
Pozos de sedimentación
Los estudios de los sedimentos en los embalses se pueden utilizar para efectuar
estimaciones cuantitativas de la erosión tal como se analiza en el Capítulo 5; se
pueden utilizar pozos de sedimentación más sencillos para demostrar las
comparaciones (Fotografía 3). No es posible obtener una estimación confiable del
movimiento total del suelo a menos que el embalse receptor sea lo suficientemente
grande como para contener la carga total de la corriente y de los sedimentos; pozos
más pequeños que sólo captan una porción desconocida del sedimento pueden
utilizarse, no obstante, para obtener una información comparativa. Este método se
utilizó con éxito en el proyecto de la FAO en Java al que se ha hecho referencia
anteriormente en relación con las varillas para medir la erosión (FAO 1976a); en el
mismo se cavaron pequeños pozos de sedimentación en dos cuencas pequeñas de
captación paralelas, en una de las cuales se construyeron terrazas, cosa que no se
hizo en la otra. Los agricultores, inicialmente escépticos, quedaron convencidos de la
eficacia de la construcción de terrazas al ver cuánto menor era la cantidad de suelo en
el pozo de sedimentación situado debajo de la parcela terraplenada en comparación
con la parcela no terraplenada.
B. Vista lateral
1) Borde de la parcela con caballón de lámina de metal, madera o suelo para evitar
que el agua entre o salga de las parcelas.
Panorama general
Cuando se han de utilizar parcelas de escorrentía
Diseño estadístico
Tipos de parcelas de escorrentía
Construcción
Funcionamiento
Panorama general
Las parcelas para los estudios de escorrentía son caras, suelen ser ineficaces y la
inmensa mayoría de las que se han implantado en todo el mundo han aportado una
información escasa o poco válida. Este juicio puede parecer duro, pero es la opinión
ponderada de los que han dedicado una vida al trabajo con estas parcelas o
estudiando los trabajos de otras personas, cometiendo errores y observando los
cometidos por otros. Para citar de nuevo a Sir Charles Pereira, "La pretensión más
absurda, la de que medio kilo de tierra de dos o tres metros cuadrados puede dar
estimaciones de los índices de pérdida de las laderas de una montaña, ha sido
fomentada por cierto tipo de "expertos". Se ha adquirido una ingente cantidad de datos
totalmente inútiles con la excusa absurda de que son "mejor que nada".
¿Es posible explicar este fenómeno? Quizá el efecto de imitación tiene en parte la
culpa. Los académicos y los investigadores consideran el trabajo en las parcelas como
una actividad muy llamativa y la urgencia por publicar o para cumplir el plazo
establecido para redactar una tesis puede inducir a presentar informes
prematuramente. Algunos experimentos surgen de un entusiasmo excesivo por tratar
de obtener datos locales para volver a calcular la Ecuación Universal de Pérdida de
Suelo, incluso en condiciones en que esa Ecuación no es adecuada (como se
examinará en el Capítulo 7). Tal vez otro factor sea que muchas personas que han
tratado de controlar parcelas de escorrentía no tienen experiencia en la aplicación del
diseño y el análisis estadísticos a los problemas de utilización de la tierra. También
ocurre que los dirigentes simplemente busquen cifras para justificar programas de
conservación o para persuadir a los agricultores a que modifiquen sus sistemas
agrícolas.
exista una pregunta concreta a la que se pueda contestar con seguridad mediante
trabajos realizados en parcelas, y
existan recursos suficientes para diseñar, construir y trabajar eficazmente con las
parcelas y analizar los resultados".
Un catálogo de desastres
Una lista de los peligros que puede acarrear el trabajo con parcelas llenaría un libro.
Uno de los más comunes es el de no tener en cuenta acontecimientos importantes.
Por ejemplo, "los datos publicados en cuadros con una nota de pie de página añadida
que diga 'La cisterna de almacenamiento rebosó en el x por ciento de las lluvias' son
inútiles porque las precipitaciones fuertes son las que causan más daños. El equipo
para medir la escorrentía y la pérdida de suelo debe, por consiguiente, estar
adecuadamente diseñado, instalado y utilizado" (Lal 1988a).
"Durante 1989 las parcelas se trataron por error de manera distinta a como se
habían tratado el año anterior y se produjeron varios errores en las mediciones y los
cálculos así como pérdidas de datos. Sin embargo, en cierta medida ha sido posible
acopiar datos confiables."
"El equipo automático de tala se averió durante tres días en julio de 1989 y durante
un día en agosto de 1990. Los datos relativos sobre las precipitaciones y la escorrentía
se perdieron."
"El conjunto de datos sobre la carga en suspensión de algunos casos era incompleto
porque se habían perdido las muestras debido a los insectos, las arañas o los
desechos que bloqueaban el dispositivo de división de la corriente, o debido a
pérdidas o a accidentes."
Un tercer uso posible es para obtener datos que se van a emplear para construir o
para validar un modelo o ecuación destinado a predecir la escorrentía o la pérdida de
suelo. No obstante, las dificultades para reunir datos de precisión y confiabilidad
suficientes son tan grandes y tan numerosas que sólo grandes programas
experimentales realizados con un gran costo durante un largo período pueden
realmente alcanzar este objetivo. El ejemplo clásico es la Ecuación Universal de la
Pérdida de Suelo, que de hecho no es en absoluto universal puesto que sólo es
aplicable a la mitad oriental de los Estados Unidos. Conviene recordar que esa
Ecuación se funda en una base de datos de aproximadamente 10 000 años/parcela y
que no es realista imaginar que las variaciones locales de diferentes regímenes de
suelo o clima puedan establecerse a partir de los resultados de unas pocas parcelas
durante un año o dos.
Los problemas relacionados con las parcelas de escorrentía son múltiples y variados.
La facilidad de acceso al lugar es importante, pero muy a menudo los hechos que se
desean investigar sólo ocurren en zonas remotas. Sólo se puede lograr una
confiabilidad absoluta cuando el personal profesional puede llegar al lugar
rápidamente a cualquier hora del día o de la noche y con cualquier tiempo. Las
tormentas más interesantes para los fines del estudio pueden producirse a mitad de la
noche o durante las vacaciones o en un fin de semana; hace falta un alto grado de
dedicación y responsabilidad para levantarse a mitad de la noche y desplazarse con
dificultades por la ladera de una colina en la oscuridad y bajo una lluvia torrencial.
Puede también suceder que durante una tormenta no frecuente algo funcione mal en
el equipo y que los resultados se pierdan si no hay alguien in situ para resolver el
problema en el acto.
Las parcelas de escorrentía tienen todos los problemas y dificultades de los ensayos
agronómicos, a los que se agregan los problemas mucho más difíciles de la
recolección, captura y registro del suelo y del agua. Existe una amplia probabilidad de
encontrar defectos y errores.
Diseño estadístico
Repetición
Desviación
Diseños estándares
Repetición
Debe haber suficientes repeticiones, es decir, repeticiones idénticas para poder medir
la variación en los tratamientos. Este es el error experimental causado por variaciones
desconocidas o incontrolables del suelo, del cultivo, del tratamiento o del equipo, que
producen diferencias en las que deberían, teóricamente, ser mediciones idénticas. En
lo que respecta a los ensayos agronómicos de variedades o a los ensayos de
fertilizantes, puede ser adecuado utilizar un bajo número de repeticiones porque es de
esperar que la variación no sea amplia; en las parcelas de escorrentía existen las
mismas fuentes posibles agronómicas de error a las que se agregan aquellas que
pueden surgir de la instalación o funcionamiento del equipo en las parcelas. En
consecuencia, tres repeticiones deben considerarse como un mínimo absoluto,
efectuándose más de ser posible. Teóricamente, si el tiempo disponible lo permite, es
posible realizar ensayos exploratorios que sugerirán cuántas repeticiones serán
necesarios. Por ejemplo, podría empezarse con un conjunto de doce parcelas con el
mismo tratamiento y medir la variación entre las doce repeticiones. Esto permitirá
calcular el número de repeticiones que hacen falta para obtener un nivel aceptable de
precisión. No existe ninguna respuesta matemática absoluta en cuanto al número de
repeticiones porque es necesario saber qué nivel de precisión se espera del
experimento.
Desviación
Teóricamente unas parcelas grandes reducirán el efecto de las variaciones del suelo
debido a que la muestra será mayor, pero consecuentemente la recopilación y
medición de datos relativos a la escorrentía y a la pérdida de suelo en grandes
parcelas son más complejos como se verá en la sección siguiente. Otro concepto que
se ha de tener en cuenta es que unas parcelas largas y estrechas colindantes tienen
un borde común más largo que las parcelas cuadradas colindantes, por lo que podrían
limitar el peligro de variaciones del suelo; esto introduce otros factores como la
anchura mínima deseable para el cultivo y el efecto de la longitud de la ladera.
Además de la falta de homogeneidad del suelo, otra causa posible de desviación son
los efectos introducidos por el equipo. Alguno de esos efectos se aplicarán por igual a
todas las parcelas y en consecuencia no se suprimirán mediante una elección al azar,
como lo prueban los ejemplos de la interferencia con la escorrentía de los bordes de la
parcela, o la captación de lluvia en canales o en cisternas recolectoras no cubiertas.
Sin embargo, otros efectos variarán de una parcela a otra, como las filtraciones a
través de los bordes de las parcelas - hacia adentro o hacia afuera - o las pérdidas en
el recolector. Algunas de estas causas de error se pueden prever, por ejemplo,
colocando cubiertas sobre el sistema recolector; pero siempre se pueden producir y se
producirán errores ocasionales, particularmente pérdidas, motivo adicional para
asignar el tratamiento al azar dentro de los bloques.
Diseños estándares
La FAO está actualmente patrocinando una red para el estudio sistemático del efecto
de la erosión en la productividad; como esto incluye un tratamiento de supresión
artificial del suelo, se recomienda que se establezca un proyecto para la aplicación de
los tratamientos y para dar recomendaciones para a la construcción de las parcelas
(FAO 1991).
La mayor parte de las parcelas tienen bordes que determinan la superficie dentro de la
cual se recoge la escorrentía y el suelo; existen algunos casos en los que es adecuado
utilizar parcelas sin bordes recurriendo a lo que se conoce como "aliviaderos Gerlach",
según el nombre de su inventor. Estos consisten en un pequeño canal recolector que
se coloca sobre la superficie del suelo y está conectado con un pequeño recipiente
colector situado aguas abajo. Existen diversos grados de perfeccionamiento en la
construcción de los canales recolectores y de los recipientes; una construcción cara o
complicada no está justificada porque lo que es necesario es un gran número de
repeticiones para superar la variación resultante del hecho de que, al no existir borde
alguno para dirigir o limitar la escorrentía hacia el canal colector, el volumen recogido
depende de la existencia casual de depresiones o surcos insignificantes. La Figura 15
ilustra un aparato sencillo e ingenioso que sólo requiere una pala y una botella de
plástico.
La dimensión de las parcelas debe guardar relación con el objetivo del ensayo.
Otros ejemplos del empleo de microparcelas para pruebas sencillas están ilustrados
en la Fotografía 9, que muestra el efecto de distintas poblaciones de maíz en el UTA,
en Nigeria, y la Fotografía 10, que muestra pequeñas parcelas en recipientes para
medir el efecto de la pendiente en la erosión causada por el salpicado de las gotas de
agua. Las parcelas se levantaron por encima del nivel del suelo para medir solamente
el efecto del salpicado de fuera de las parcelas; esto eliminaba el efecto del impacto
de las gotas de agua dentro de las parcelas, pero permitía efectuar una comparación
válida del efecto de la pendiente exclusivamente.
Conviene tener presente que este tipo de parcela no es adecuado para la evaluación
de los efectos de las prácticas de remoción de tierra como las terrazas de canales, las
terrazas escalonadas o cualquier otra estructura en la cual su efecto dependa de la
interrupción de la corriente de superficie. En esos casos la cuantía de la escorrentía y
de la pérdida de suelo están dominadas por la existencia de defectos o fallas en el
sistema, por ejemplo, roturas o desbordes en los canales o el derrumbe de los
márgenes o de las paredes; estos fenómenos no pueden ser reproducidos de manera
adecuada en las parcelas pequeñas. A veces se intenta encontrar una solución parcial
construyendo un canal colector lateral a lo largo de la parcela como se indica en la
Figura 13; sin embargo, esta solución pocas veces resulta satisfactoria y todas las
prácticas que entrañan la construcción de barreras o estructuras a lo largo de las
curvas de nivel sólo se pueden investigar utilizando parcelas grandes.
Todos los estudios llevados a cabo en parcelas pequeñas presentan dos deficiencias
innatas. En primer lugar, en el punto de captación existe una descarga de caída libre
sobre el labio del canal colector, una situación que no se produce de manera natural
en la escorrentía de campo. La segunda estriba en que las parcelas pequeñas miden
sólo el movimiento de la parcela y pocos estudios tienen en cuenta la situación real en
la que el depósito se efectúa pendiente abajo. Ambos factores producen una
sobreestimación de la pérdida de suelo de las parcelas. Una estimación válida de la
escorrentía y de la pérdida de suelo de una cuenca hidrográfica sólo se puede obtener
de mediciones efectuadas en la salida de agua. La relación entre la pérdida de suelo
de la cuenca hidrográfica y los índices más altos de movimiento del suelo dentro de la
cuenca se denomina relación de distribución de sedimentos. Para los agrónomos que
se ocupan de la pérdida de productividad, el movimiento total ladera abajo medido por
las parcelas de campo puede ser la medida más adecuada debido a que los
sedimentos retenidos más abajo de la cuenta hidrográfica se han perdido de manera
definitiva de la superficie cultivada. No obstante, es erróneo sugerir que la pérdida de
suelo medida en las pequeñas parcelas pueda multiplicarse y expresarse en
toneladas/km2 como si esta fuera una pérdida uniforme en la totalidad de la cuenca
hidrográfica.
Aforador 14-H3
Aforador 12-H3
Aforador 10-H3
Una técnica a veces utilizada para comprobar la diferencia entre los resultados de las
parcelas de diferente tamaño se designa con el nombre de "nidos de parcelas", en el
sentido de que se sitúan pequeñas parcelas dentro de parcelas mayores. Sirva de
ejemplo un estudio hidrológico realizado en Sri Lanka, con el fin de recopilar datos
confiables y precisos sobre el régimen de precipitaciones y escorrentía según las
prácticas agrícolas existentes, que incluían el cultivo de arroz de regadío, té de secano
y cultivos de varias especies. El proyecto estaba constituido por una única cuenca
hidrográfica de 5 000 ha con medición de salida, que comprendía 15 subcuencas,
supervisadas por separado, de siete a 284 ha. Dentro de cada subcuenca existían
parcelas duplicadas de una hectárea en cada uno de los principales sistemas
agrícolas y parcelas duplicadas de 1/15 de hectárea para estudiar variaciones como
las diferentes densidades de las plantaciones de té. Los hidrogramas de la escorrentía
de diferentes subcuencas podían compararse como se muestra en la Figura 16
(Hudson 1981a).
Construcción
Dimensión de la parcela
Forma de la parcela
Bordes de la parcela
Colectores
Cisternas y divisores
Dimensión de la parcela
Sólo habrá unas pocas tormentas para las que se necesitará un almacenamiento
máximo y muchas pequeñas tormentas producirán pequeños caudales de escorrentía.
Si se colocan pequeños recipientes, dentro de cisternas más grandes, éstos captarán
pequeñas escorrentías y podrán vaciarse y medirse más fácilmente. En momentos de
grandes escorrentías los recipientes pequeños rebosan, pero la cisterna principal
captura la escorrentía. La Fotografía 13 muestra un ejemplo en Kenya (Liniger 1990).
Hace falta prever una descarga libre del colector en las cisternas de almacenamiento.
Una solución posible es la que se indica en la Figura 17, donde tuberías de 150 mm de
diámetro se utilizaron para llevar el agua hacia abajo hasta un punto en el que las
cisternas podían estar juntas y por encima del terreno para facilitar la obtención de
muestras y el vaciado. El sistema más común consiste en disponer los colectores
debajo de la superficie del suelo; si se tienen que vaciar por gravedad, se debe prever
un sistema de drenaje. Incluso si las cisternas se tienen que vaciar por bombeo, puede
ser conveniente un sistema de drenaje debido al conocido fenómeno de que las
cisternas de metal de una sola pieza flotan cuando el terreno está saturado y la capa
de agua se eleva; por su parte, las cisternas de hormigón o de ladrillo en situaciones
análogas pueden ser objeto de filtraciones hacia dentro.
Forma de la parcela
No existe ninguna regla fija con respecto a la relación entre longitud y ancho de las
parcelas. Las parcelas cortas se suelen considerar poco convenientes debido a que
pueden obstaculizar la formación de surcos, pero la relación entre erosión y longitud
de la ladera es discutible, a pesar de la forma asumida en la Ecuación Universal de la
Pérdida de Suelo de E L0,6. El ancho debe ser adecuado para los equipos agrícolas
que se van a usar, tal como se señaló anteriormente. En las parcelas cultivadas, se
puede utilizar una franja de protección en los lados y en la parte superior para reducir
los efectos de los bordes y también para que se pueda tener acceso sin tener que
caminar sobre las parcelas.
Bordes de la parcela
Se han utilizado muchos materiales para construir los bordes de las parcelas, como
márgenes de tierra, paredes de ladrillo o de hormigón, láminas de madera, y tiras de
metal, amianto-hormigón o. plástico. Normalmente se instalan permanentemente
durante la vida de las parcelas, pero algunas veces se han utilizado límites
desmontables para permitir el cultivo con tractores o bueyes a través de la parcela,
como se ilustra en la Fotografía 11.
Otros aspectos que se han de tener en cuenta con respecto a los bordes, son:
Las filtraciones hacia el interior o el exterior de la parcela a través de los bordes son
una causa común de error. Debería existir un dren encima de la parcela para desviar
el agua de superficie que desciende desde las tierras más altas.
Un pequeño relleno de tierra amontonado contra el lado exterior de los bordes evita
el encharcamiento o el flujo de agua contra el borde; la tierra debe adosarse contra la
pared del borde sin dejar que se forme un canal que podría convertirse en un surco.
Si el extremo del colector es más alto que la superficie del suelo, el sedimento
recogido se reducirá al quedar el suelo atrapado en el umbral. Si el extremo del
colector es más bajo que la superficie del suelo, se producirá una erosión excesiva en
ese punto y posiblemente se empiecen a formar pequeños surcos. Por consiguiente,
se debe procurar que el extremo del colector se encuentre al nivel del suelo original,
para lo que existen numerosos métodos y dispositivos diferentes. Algunas veces el
suelo se excava por encima del colector y luego se sustituye y compacta en el nivel
adecuado una vez que se ha instalado el colector. Otro método consiste en construir
una entrada plana y lisa al colector instalando una lámina de metal o cemento u
hormigón.
Otro posible error se debe a las filtraciones que puedan producirse por debajo del
canal colector y que no se pueden evitar compactando el suelo, por lo que habría que
instalar alguna forma de barrera, quizás insertando una membrana impermeable o, si
el canal colector es de ladrillo u hormigón, enterrando los cimientos profundamente
como para evitar las filtraciones por debajo.
Cisternas y divisores
En las parcelas pequeñas toda la escorrentía va a parar a una única cisterna colectora
donde se almacena hasta medirla, extraer muestras y registrarla. En parcelas de
mayor tamaño, o cuando se prevén grandes caudales de escorrentía, es poco práctico
almacenar la totalidad de la escorrentía y se utiliza algún dispositivo para dividirla con
exactitud de manera que una fracción conocida se pueda separar y almacenar.
Es conveniente que cualquier divisor sea verificado para comprobar que la muestra
representa exactamente la proporción que se supone que debe representar. Existen
diversas posibles causas de error, como la colocación en distinto nivel de los puntos
de muestreo, la oclusión total o parcial de algunas de las salidas o la interferencia del
mecanismo de muestreo con la corriente a través del divisor. A título de ejemplo, el
divisor de ranuras que aparece en la Fotografía 14, en el caso de grandes caudales el
conducto de metal que toma la muestra de la tercera ranura impide el libre paso a
través de la misma ranura, por lo que la muestra que se toma es menor de lo
esperado. Por otro lado, la velocidad de llegada a cada ranura, escotadura o tubería,
debe ser la misma. Si el divisor está construido en un canal estrecho, la corriente que
atraviesa las ranuras del extremo puede reducirse por fricción contra las paredes del
canal.
Es probable que todos los divisores obstaculicen en cierta medida la corriente por lo
que existe la posibilidad de que se depositen sedimentos dentro del sistema. Esto no
es un problema inevitable si el cálculo de los sólidos se basa en la suma de los
sedimentos retenidos más una fracción exacta del caudal que se desecha. En
consecuencia, en un sistema de tres tanques, como el que se muestra en la Fotografía
21, con dos divisores sucesivos de siete ranuras, la escorrentía total, o la pérdida total
de suelo, es lo que se retiene en el canal colector y en el primer tanque, más siete
veces el sedimento depositado en el segundo tanque, más 49 veces el sedimento
depositado en el tercer tanque.
Existen diversos tipos de divisores que tienen partes móviles. Estos sólo son
adecuados cuando existan una supervisión y un mantenimiento constantes, porque
hay peligro de que esos divisores sean obturados por desechos o sufran una avería
mecánica. Uno de los más conocidos es la rueda muestreadora Coschocton
representada en la Fotografía 22. Se instala bajo el caudal de un aforador de garganta,
como un aforador en H, y la fuerza del agua impulsa un tomador de muestras de
ranura giratorio montado sobre un eje vertical. Una posible desventaja de este sistema
es que el tamaño de la muestra no es constante en todos los caudales; un posible
perfeccionamiento consiste en añadir un motor para dar una velocidad constante de
rotación. Otro mecanismo es el balde volcador tal como se utiliza en algunos
pluviómetros automáticos. Esto permite tomar una muestra cada vez que el balde se
inclina; es asimismo sencillo incorporar un contador para registrar la frecuencia de las
inclinaciones.
Funcionamiento
Una vez precisado el tipo de datos que se requieren, hace falta adoptar una decisión
ponderada entre el número de empleados adecuadamente calificados necesarios para
tomar las mediciones y llevar los registros y entre la posibilidad de utilizar instrumentos
automáticos.
Registradores y automatización
El otro ejemplo se toma de Sri Lanka, también en una red hidrológica, pero cuyas
condiciones eran muy distintas. La cuenca disponía de una buena red de carreteras y
las quince estaciones eran visitadas a diario para verificar el funcionamiento de los
registradores de relojería del nivel del agua. El mercado de trabajo en esa época
estaba saturado de oficinistas calificados, por lo que el análisis y la interpretación del
gran número de hidrogramas obtenidos se realizaba con rapidez y a bajo costo
utilizando simplemente pequeñas calculadoras manuales.
Se debe señalar que se han producido grandes mejoras en los instrumentos en estos
últimos años. Hoy en día en la mayor parte de las circunstancias, los registradores
eléctricos o mecánicos del nivel del agua son sustituidos por sensores de presión que
alimentan la memoria de los orednadores. Por consiguiente, la elección del equipo de
registro dependerá de las circunstancias especiales de cada proyecto o experimento.
La medición del caudal de escorrentía es una operación sencilla. Existe una amplia
diversidad de aforadores normalizados para todos los caudales, o sea que, cuando se
construyen e instalan de acuerdo con ciertas condiciones especificadas, no necesitan
calibrarse individualmente y el caudal se puede leer directamente en tablas o
diagramas si se conoce la profundidad de la corriente. Los aforadores y vertederos
normalizados se presentan en el Capítulo 4, en la sección Método
velocidad/superficie. El aforador más comúnmente utilizado para parcelas pequeñas
es el aforador en H, diseñado por el Departamento de Agricultura de los Estados
Unidos.
La cantidad de escorrentía se puede calcular a partir de los hidrogramas. Cuando se
traza una gráfica con el caudal en función del tiempo, la superficie situada debajo de la
curva es la cantidad del caudal.
El principio que se debe aplicar a todos los registros de experimentos es aquel que
representa la práctica común de los inspectores profesionales. Un inspector se
traslada a un campo con un teodolito o nivel y registra todas las observaciones en un
cuaderno. Es fundamental que los registros en el cuaderno sean claros y concisos de
modo de permitir que cualquier otro inspector los entienda cabalmente en cualquier
momento. No deben depender de que la persona que efectuó el registro recuerde
hechos adicionales ni se deben ver afectados por el transcurso del tiempo, y deben ser
limpios, claros y legibles.