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Y continuando el rumbo de las conversaciones, tomaremos esta vez el camino de las

oquedades, los universos paralelos, los oscuros escondrijos de las ánimas batientes y lo
sobrenaturalmente sobrenatural. La cita es HOY JUEVES 17 de SEPTIEMBRE, a través
del Instagram del prestigioso Anthony Choy, a partir de las 10 de la noche.
El susto, lo paranormal y los enigmas, nos esperan. Allá nos vemos. 😕😳😮
PD: no sé ustedes, pero el que hizo el aviso, exageró un poquito 😆 Lo digo por el tamaño
de mi guitarra, que ya parece estarse convirtiendo en un Contrabajo... Un misterio más
para el programa. 😆

Solminihac, Hernán & Echaveguren, Tomas & Chamorro, Alondra. (2018). Gestion de
Infraestructura Vial. 10.2307/j.ctvkjb4dw.

Juan Gurbillón, amigo de largos caminos, llenos de tu inspiración recién nacida y de tu verbo
lejano, dejas un enorme vacío en mi alma soñadora. Te vas dejando mil sueños rotos y
angustias retenidas en el tiempo. Dejas la incomprensión de los seres humanos para siempre.

Las calles recordarán tu risa alborotada, tu sencillez y tu amabilidad.

"León viejo" te llamé por tu melena abundante. Gracias por tu confianza, por tu amistad.

Un silencio agobia mi espíritu.

Descansa en paz viejo amigo. Algún día iré a verte.

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esas "cosas raras" que la gente ve y que me dice que no entiende, que se les hace muy difícil,
que me ve como idealista, soñador, pero esos que se la pasan pensando en utopías.

Las conoces, las ves. Y aún así, no te vas. Es más, te quedas cada vez más.

En fin Marianita :') , quizas nunca tuve una inteligencia emocional :') , y como vos me decias
hago daño :') especialmene creo alas mujeres :') , te aprecio demasiado y tambien comparto
sentimiento , pero decidi mejor hacerme daño pra no hacer daño a las mujeres , lo siento he
fallado again... pero mejor vivo con demonios que jamas me dejaran escapar , ojuala con el
daño que me haga me vuelva mejor persona (que ironico), quiero desbordarme
emocionalmente ojala no sea tan dañino , no me suicidare(porque siembre veo el lazo
anaranjado del 8) dejare que esas energias negativas lo hagan lentamente porque ya mee sta
pareciendo atractivo y excitante , el border de golpe , llorar , reir, y sonreir si nsaberlo y mirar
pegado a una pared y al espejo..tego una herida que no pude ayudarte, no fuiste feliz como
dices , alcontrario te heri , fracaso que no perdonare , no jugaba a ser dios y ayudarte , soy yo
en mi interior , salio cuando te conoci ,quizas lo escondi hacem ucho tiempo y sslaio a flote
despues de años , pero no sirvio ..y ahora rechazo porque ya no quieres ntentarlo , no quieres
mas oportunidad , es la parte que queda de mi pidiendote que me vuelvas amar , querer y
luchar nuevamente , pero no querras .... Ni modo te amo mucho , muchisimo Jessica
Mariana :) , quizas me tope con otras personas pero ya estoy aliementandome diario que les
hare daño y asi alejarme ,y no confabularme sentimentalmente , porque realidad , estare
viendote en fotos , videos , historias... habia planeado convertirme en ese monstruo pero
quedo en pausse pero ahora creo que es momento de volver al plan. mi decision no lo
superara el tiempo ni otras webadas que dicen que cura e ira mejor , diario me meto a la
cabeza que hare daño y debo hacer daño a las mujeres y ya se me pasa.. suena ridiculo pero si
, a ti jams vovleria a hacerte daño si esa oprtunidad hubiese estado de pie , te extraño
demasiado pero bueno al menos re acompañe en tu dependencia y pero ntuviste miedo a mi
inseguridad , y claro debes buscar una vida sana :) , no me arrepiento, quizas tu si por
ocnocerme , bueno , te amare , ya no son palabras de niño pero decidi cagarme el cerebro
todo el tiempo , y verte como eres feliz con otra peersona , al final tu si eres susceptible y te
enamoraras ..., tengo todo planeado para evitar esas cosas porque sino sere pionero en
destruirlas...

Miguel Salvatierra Lopez No sé entiende,para que están publicando productos cuando no dan
ninguna información actual sobre la entrega de ellos ,es una falta de respeto a los futuros
clientes el no dar información sobre cómo entregarán los productos ya el estado a dado luz
verde en que puedan entregar o vender los productos vía delivery contando con las normas
establecidas para la seguridad de ambas partes , entonces quiere decir que ustedes no
cumplen con ello o que simplemente prefieren que incautos paguen sin el recibir el producto
hasta fin de año por lo menos se pasaron 😡😡😡 una pena que una empresa se
despretiguie ,no publicando un comunicado claro y contudente sobre el estado de los
productos ya adquiridos y de lo que se estén comprando ahora último!!! Si no están
entregando y se da por entendido que no cuentan con el permiso necesario para que publican
o dan promociones entonces ó es que acaso solo quieren la plata??

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"Llegamos al cementerio. Aquí termina el viaje de los pocos que se sintieron ricos y de los
muchos que se creyeron pobres.

Aquí nos damos cuenta que no valía la pena habernos complicado tanto si sólo estábamos de
paso. Era tan simple, mi Señor, sólo se trataba de vivir. Así de fácil.

Es decir que fuera de esto, lo demás eran pretextos, esfuerzos inútiles.

Aquí termina el viaje, a descansar, a devolver la nariz, la canción, las manos, al Señor que me
prestó la vida, la vida que nunca entendí pero que de cualquier manera valía la pena.

La vida es hermosa pese a tanta guerra, si podés no te la pierdas". #FacundoCabral


Porque, a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que
haciendo el amor con alguien a quien aprecias

e llamo Gerardo Maldonado, un día desperté motivado y me dije a mi


mismo...¿Porque no hago una empresa? Así que decidí presentarle la
iniciativa “Cerebros” a una serie de individuos con talento en el mundo
del internet.
Pretendemos ser la pagina mas importante en todo el país, buscamos
revolucionar el mundo de las noticias mediante esta plataforma, aquí
encontraras información sobre cualquier evento en particular, estamos
comprometidos ante ustedes como seguidores a brindarles únicamente
notas verídicas y de calidad, ademas de un toque de entretenimiento con
algo de humor.
Una vez adentro, te aseguramos que no te vamos a decepcionar, porque
sin ustedes no somos absolutamente nada, gracias por unirte a este
proyecto…

O a veces, sabíamos que duraría pero ante la evidencia, volteamos a otro


lado aferrandonos a seguir con piedras en los zapatos hasta que las llagas
de tus pies te impiden dar Pazos y aún así, a veces imitamos a los
gusanos...

JAIME BAYLY: "EN EL CIELO, SIN ESTAR MUERTO"

Hace once años, en octubre de 2007, más exactamente el domingo 7 de octubre de 2007, siempre el 7 mi
número de suerte, conocí a Silvia, el gran amor de mi vida.

Ocurrió en los estudios de un programa de televisión que hacía en Lima, “El Francotirador”, que se emitía los
domingos a las diez de la noche, en vivo, por el canal 2, un programa que supo durar cinco largos años y ser bastante
exitoso, años en los que viajé a Lima todos los fines de semana, todos, para hacer ese programa.

Silvia no tenía muchas ganas de venir al estudio. Su novio, Tony, motociclista, pinchadiscos, corredor de olas, estaba
animado, quería conocerme y, cómo es la vida, la convenció. Renuente, Silvia se resignó a acompañarlo. Ella había
leído una novela mía, “Los últimos días de La Prensa”, que había sido de su abuela Carlota, y que, a la muerte de su
abuela, llegó a sus manos. Leyó la novela y le gustó. Pero, en realidad, no tenía ganas de conocerme, y ni siquiera
veía mi programa los domingos en Lima.

Silvia estudiaba sicología en la universidad de Lima. Se aburría. Era una lectora voraz. Soñaba con ser escritora.
Tony también estudiaba en esa universidad. Su pasión era la música. Lo contrataban para poner música en fiestas de
moda. Llevaban cuatro años juntos. Se habían conocido corriendo olas en las playas del club Regatas. Silvia no se
sentía tan enamorada como al comienzo. No había tenido otros novios. Había perdido la inocencia con Tony. Pero
ahora se preguntaba si no estaba estirando demasiado el chicle cuando ya no tenía azúcar. Pensaba en terminar con
Tony, le había descubierto infidelidades, estaba cansada de él, no encontraba la manera de terminar amistosamente
aquella relación.
Yo tenía un novio argentino, Luis, que vivía en San Isidro, Buenos Aires. Habíamos sido amantes desde mediados de
2002. Me conoció haciéndome una entrevista en el bar del hotel Plaza, en el centro de Buenos Aires. Yo tenía treinta
y siete años y venía de un divorcio con dos hijas. Luis tenía veinticuatro años y no había tenido novio, ni siquiera
clandestinamente, pues no había salido del clóset. Fui feliz con él. Viajaba todos los meses a visitarlo en Buenos
Aires. No le gustaba Miami, tampoco Lima. A mí me encantaba Buenos Aires, siempre amé esa ciudad. Éramos
felices, o yo lo era bastante. Pero a menudo yo le decía que era bisexual, que me seguían gustando las mujeres, que
podía enamorarme de una mujer. Luis no me creía, se reía de mí, decía que yo era tan gay como él, pero no me
atrevía a aceptarlo del todo porque venía de una familia religiosa. Mi madre no quiso conocerlo, a pesar de que se lo
sugerí más de una vez.

Esos años con Luis me había permitido tener dos novias argentinas, a escondidas de él: Andrea, la escritora, la
librera, que se hizo un tatuaje con mi nombre, y Paola, la ninfómana, que me dejaba exprimido como un limón.
También me enamoré de María, amiga de Luis, una de las mujeres más bellas y hechiceras que he conocido, que solo
condescendió a besarme en Madrid, pero no me permitió desnudarla. Siempre pienso en ella. Era una mujer elegante,
refinada, de una belleza sobrecogedora.

Aquella noche en el estudio en Lima, domingo 7 de octubre de 2007, yo saliendo del plató, vi a Silvia sentada entre el
público y mi mirada quedó pegada a ella, adherida a ella, nuestras miradas se anudaron, entrelazaron y cargaron de
promesas, a pesar de que tanta gente me miraba y su novio estaba allí, a su lado, con el brazo enyesado, porque se
había caído de la moto, una vez más. Me acerqué a ella sin dudarlo, le pregunté su nombre, le dije que me encantaría
volver a verlos. Ella sintió, lo supo bien, que me había embrujado, hipnotizado. Ella sintió, lo vio en mis ojos, que me
había rendido a su belleza todavía floreciente, una chica de apenas dieciocho años, que cumpliría diecinueve un mes
después, el 8 de noviembre. Yo podía ser su padre, ella tenía dieciocho años y yo cuarenta y dos.

Silvia entendió la intención de mi mirada, la leyó correctamente. Por eso, una semana después, vino de nuevo al
estudio, pero ya sola, sin su novio. Y luego vino al hotel Country, donde yo pasaba los fines de semana. Y entonces
nos enamoramos. Yo llegaba a Lima los sábados de madrugada y pasaba el fin de semana encerrado en el hotel con
ella y eran horas lentas, translúcidas, eternas, un paseo entre las nubes, y nuestros cuerpos se entendían sin palabras,
suspendidos de un arcoíris que nos llevaba al nirvana. Mi cuerpo amó el suyo, cada rincón, cada hendidura, cada
pliegue, cada valle, como no había amado cuerpo alguno. Estaba escrito que debíamos amarnos.

No oculté mi repentino e improbable enamoramiento por Silvia. Una semana después de conocerla, el lunes 15 de
octubre de 2007, publiqué en el diario Correo de Lima una columna inspirada en ella, “Lucía en el malecón”, porque
Silvia me pidió que la llamase Lucía en mis escritos semanales. Allí contaba su vida, sus tribulaciones, los conflictos
con sus padres, porque ella quería dejar la universidad y ellos le rogaban que no lo hiciera. Allí escribí: “Le digo que
es una chica muy linda, muy suave, muy deliciosamente loca y perturbada, que hay algo en ella, en su manera de
escribir, de caminar, de mirar pasmada el caos, que me hace quererla de un modo que pensé que ya no existía en mis
entrañas”. Cuando escribí eso, aún no habíamos hecho el amor. Pero ya estaba enamorado hasta los huesos de ella.

No fue fácil amarnos, sin embargo. Nuestros novios quedaron despechados y salieron a decir cosas horribles contra
nosotros. Mi ex esposa me declaró la guerra, especialmente cuando Silvia quedó embarazada. Como consecuencia de
esa guerra fría, mis hijas dejaron de verme. Los padres de Silvia se opusieron a nuestro romance y le dijeron que
debía irse de la casa familiar. Silvia terminó viviendo en un hotel, con el nombre cambiado, porque la prensa la
perseguía. Casi todas sus amigas le dijeron que yo no era confiable, que estaba loco, que la usaría y la dejaría, que la
veía como carne fresca, desechable. También le decían que yo no la quería de verdad, que estaba usándola para
mejorar mi reputación, para hacer viable o presentable mi candidatura presidencial. Pero ella sabía la verdad, que yo
la amaba sin remedio.

Algunas cosas nos unieron poderosamente, sellaron nuestra pasión o la hicieron inevitable. Ella se había enamorado
de una mujer, había amado locamente a una mujer que no la había correspondido, una mujer que le había roto el
corazón. Yo también me había enamorado de un hombre, o de más de un hombre, y uno de ellos me había dejado
malherido, lisiado del alma, confundido. Ella soñaba con ser una escritora, escribía cuentos, quería escribir una
novela. Yo, a su edad, soñaba asimismo con ser un escritor, y me contentaba con ser columnista de periódicos. Ella
fumaba marihuana, tenía amigos que le traían marihuana de la más alta calidad, y a mí me encantaba fumar esa hierba
desde siempre, y entonces fumábamos juntos, de madrugada, en su hotel o en el mío, y luego poníamos música, y
hacíamos el amor, y el tiempo se suspendía, y acaso éramos inmortales unos pocos indecibles minutos, y luego
salíamos a desayunar al alba, a las seis de la mañana, en un café de San Isidro, y yo me sentía tan feliz, tan
livianamente feliz, tan inesperadamente feliz, que todo lo demás me importaba poco: el programa de televisión, la
carrera literaria, la candidatura presidencial, la vida familiar, todo palidecía y se eclipsaba al lado de ella, todo
quedaba subordinado a la creciente pasión por ella, una pasión que me arrastraba como un río de aguas dulces,
transparentes.

Hasta que Silvia, yo se lo había pedido tantas veces, dejó de cuidarse y quedó embarazada. Llevábamos tres años
siendo amantes, aunque ella todavía salía muy esporádicamente con su novio y yo veía a mi novio cada vez menos.
Es decir que esos tres años fuimos amantes adúlteros, clandestinos, o no tanto, porque yo lo contaba todo,
minuciosamente todo, en mis columnas semanales, y tanto Luis como Tony sabían que Silvia y yo nos acostábamos,
pero quizás pensaban que era una pasión corta e insana que acabaría pronto, un amor de primavera que se iría con el
otoño. No fue así. Cuando Silvia quedó embarazada, tuve la osadía de anunciarlo en el programa de Lima. Fue la
guerra del fin del mundo. Me despidieron de la televisión. Peleamos ásperamente con nuestros novios. Mi madre, tan
adorable, bendijo nuestra unión y amó a Silvia desde que la conoció. Como ya no tenía programa en Lima los
domingos, decidimos irnos a vivir en Miami. Acertamos. Nuestra hija nació en Miami. Hemos sido obscenamente
felices los últimos años, desde que nos mudamos a esta ciudad, o desde que Silvia se mudó, porque yo tenía casa acá
hacía muchos años, cuando bajé de Washington, huyendo del frío, mi primera novela recién publicada en España.

Nunca más vimos a nuestros novios. Pasaron largos años de guerra fría para que mis hijas aceptasen mi amor por
Silvia y perdonasen mi vida licenciosa, disoluta. No volví a ver a mi primera esposa, salvo un encuentro casual en un
restaurante. Conocí una forma sosegada de felicidad familiar que hasta entonces ignoraba. Descubrí una suma de
placeres eróticos que Silvia me fue enseñando con maestría, impudor y complicidad. Desde que nos mudamos a
Miami, he sido tan feliz con ella que no he tenido amores ni noviazgos clandestinos. He sido fiel a ella, leal a ella, y
no me ha costado ningún trabajo. Cuando ella va a Lima, toma un café cada tanto con la mujer que le rompió el
corazón, ahora son amigas. Cuando voy a Buenos Aires, camino por las sombras para no encontrarme con mi ex
novio rencoroso. A veces pienso en María, en los besos que nos dimos en Madrid, y Silvia lo sabe, no se lo oculto,
ella lo sabe todo sobre mí, aun mis secretos más íntimos, inconfesables. A veces pienso en un modelo que vive en
Nueva York, y ella por supuesto también lo sabe, ella me lo presentó. Pero mi cuerpo ya desvaído no me pide otros
cuerpos que no sean el de mi esposa, porque con ella soy feliz de una manera desbordada, desmesurada, que se parece
demasiado a la perfección, al éxtasis, al nirvana, al cielo que tantas veces me prometió mi madre, solo que ya estoy en
el cielo hace once años exactamente, sin haberme muerto todavía, suerte la mía.

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