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Tiempo para Pedir La Luz Del Espiritu Santo
Tiempo para Pedir La Luz Del Espiritu Santo
“Estoy convencido de que los padecimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria
futura que se va a manifestar en nosotros… también la misma creación será liberada de la esclavitud
de la corrupción para participar de la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Pues sabemos que la
creación entera gime y sufre con dolores de parto hasta el momento presente. Y no sólo ella, sino
también nosotros, que poseemos ya los primeros frutos del Espíritu, gemimos en nuestro interior
aguardando la adopción de hijos, la redención de nuestro cuerpo.
Asimismo, también el Espíritu acude en ayuda de nuestra flaqueza: porque no sabemos pedir como
conviene; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien” (Rom 8,18-28).
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tenían un lugar especial. Cada una de ellas hizo un camino de oració n, de fraternidad y de servicio
al pobre.
Así, pues, Ustedes, las hermanas jubilares del 2020, han tenido que celebrar su vida, su
vocació n y su consagració n en circunstancias muy particulares. Ademá s de los condicionamientos
del coronavirus, con grande impacto también nos han asaltado los niveles preocupantes y
escandalosos de injusticia, marginació n, corrupció n, inseguridad y violencia que siguen
enfermando a nuestra patria, en las ciudades y en los campos, en las calles y en las veredas, y el
alto nú mero de damnificados que han dejado los desastres naturales causados por las fuertes
lluvias y los huracanes Iota y Eta. Sin embargo, y como bellamente lo hemos leído en el libro del
Apocalipsis en las dos ú ltimas semanas: «¡Aleluya! ¡La salvació n, la gloria y el poder son de nuestro
Dios porque sus juicios son verdaderos y justos!» (Ap 19,1-2). O como lo celebramos en la
solemnidad de Jesucristo Rey del Universo: «Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesió n del
Reino preparado para ustedes desde la creació n del mundo: porque tuve hambre y me dieron de
comer; tuve sed y me dieron de beber; era peregrino y me acogieron; estaba desnudo y me
vistieron, enfermo y me visitaron, en la cá rcel y vinieron a verme» (Mt 25,34-36).
Con estas y otras muchas circunstancias personales, familiares, grupales, congregaciones y
eclesiales…, ustedes está n renovando decididamente la consecució n del fin de la Compañ ía,
atendiendo siempre al Evangelio, a los signos de los tiempos y a las peticiones má s urgentes de la
Iglesia; y se suman a todas aquellas Hijas de la Caridad que procuran abrir nuevos caminos y
aplicar medios adaptados a las circunstancias de tiempo y lugar, para llevar adelante la obra de la
Caridad y del Evangelio, permaneciendo en estado de renovació n continua.
En este ambiente de fraternidad, sencillez, entusiasmo y compromiso nos vamos apoyando
mutuamente en la Caridad y en la Misió n. Añ o tras añ o a lo largo de su historia como Compañ ía y
como Provincia muchas Hermanas han alcanzado la gracia de hacer sus Votos y de ser destinadas
a una comunidad local. Tanto la Renovació n de los Votos con su inmediata preparació n, como cada
tanda anual de Ejercicios Espirituales cada vez es una experiencia ú nica e irrepetible. Esta es una
manera de unirnos la Caridad de la Compañ ía y de la Iglesia, y a través de estas mediaciones a
todas las Hijas de la Caridad, especialmente a las que han conocido personalmente, y a las que
directamente han intervenido en su camino vocacional, en su proceso formativo y en su
proyecció n pastoral, orando para que todos podamos vivir con fidelidad y alegría nuestro
seguimiento de Jesú s.