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PIDIENDO LA LUZ DEL ESPÍRITU

“Estoy convencido de que los padecimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria
futura que se va a manifestar en nosotros… también la misma creación será liberada de la esclavitud
de la corrupción para participar de la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Pues sabemos que la
creación entera gime y sufre con dolores de parto hasta el momento presente. Y no sólo ella, sino
también nosotros, que poseemos ya los primeros frutos del Espíritu, gemimos en nuestro interior
aguardando la adopción de hijos, la redención de nuestro cuerpo.
Asimismo, también el Espíritu acude en ayuda de nuestra flaqueza: porque no sabemos pedir como
conviene; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien” (Rom 8,18-28).

1. TIEMPO PARA PEDIR LA LUZ DEL ESPÍRITU


Queridas hermanas:
“Un retiro bien hecho es una renovació n entera, -nos dice San Vicente de Paú l-; la hermana que
lo hace como debe, pasa de un estado a otro; no es la que antes era; llega a ser otra persona.
Rueguen a Dios que tenga a bien darles este espíritu de renovació n; para que, ayudadas de su
gracia, puedan despojarse de la vieja condició n humana y revestirse de Jesucristo, haciendo en
todo su santísima voluntad”. (SVP XI,94).
Estos ejercicios espirituales acontecen en el ambiente propio del fin del añ o académico y en el
comienzo del nuevo añ o litú rgico, con la especial unció n de este tiempo de adviento. Después de
celebrar la solemnidad de Nuestra Señ ora de la Medalla Milagrosa, en el marco de los 190 añ os de
las apariciones a Santa Catalina Labouré, cuya memoria recientemente celebramos, y en los recién
cumplidos 387 añ os de fundació n de la Compañ ía de las Hijas de la Caridad.
« Ha sido un añ o profundamente condicionado y reestructurado por el Covid-19. La vida de
nuestras comunidades, de nuestras familias, de nuestro servicios pastorales, el ritmo de los
estudios, las economías, los cronogramas, los proyectos, de las comunidades locales se ha visto
afectado en su ser y quehacer por este virus, que en muchos ha suscitado creatividad, pasió n,
ingenio, resiliencia; pero en otros, por el contrario, ha generado pasividad, resignació n, rutina y
conformismo», apropiá ndome hasta aquí de unas palabras de nuestro Padre Visitador, Diego Luis
Vá squez, que utilizó al convocarnos para hacer la evaluació n provincial del 2020.
A nuestra memoria traemos la partida a la misió n del Cielo de la Madre Kathleen Appler,
acontecida a las pocas semanas de haber entrado en el confinamiento al que nos obligó el
coronavirus. Ciertamente que la ausencia definitiva de cada Hermana es motivo de tristeza; sin
embargo la Compañ ía, que se sostiene por la fe inquebrantable en la Resurrecció n, es capaz de
mantener la esperanza y de asegurar la continuidad de la misió n. En esta ló gica tuvo que asumir el
cargo de Superiora general la que era Asistente, sor Françoise Petit, hasta la pró xima Asamblea
General, a celebrarse el proximo añ o. Este impactante acontecimiento ya es suficientemente
elocuente para considerar el valor de cada persona y la vitalidad de la Compañ ía. Para interiorizar
lo que el Espíritu está disciendo a la Iglesia y a la Compañ ía...
Ustedes tienen mucho má s preciso el nú mero y el nombre de tantas Hijas de la Caridad que en
este añ o también partieron a la misió n del Cielo. Muchas de ellas a causa del covid 19. La Provincia
La Milagrosa ha despedido, por mencionar algunas de las que he tenido noticia: Mery Niñ o,
Magdalena Nasayó , Flor Mery Medina, Abigalil Herrera, María Helena Barrera, Hilda Aponte, Luisa
Corredor… En cada una de ellas habitaba una historia de humildad, caridad y sencillez; en cada
una de ellas la laboriosidad, la amistad, la perseverancia y la capacidad de donació n y de sacrificio

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tenían un lugar especial. Cada una de ellas hizo un camino de oració n, de fraternidad y de servicio
al pobre.
Así, pues, Ustedes, las hermanas jubilares del 2020, han tenido que celebrar su vida, su
vocació n y su consagració n en circunstancias muy particulares. Ademá s de los condicionamientos
del coronavirus, con grande impacto también nos han asaltado los niveles preocupantes y
escandalosos de injusticia, marginació n, corrupció n, inseguridad y violencia que siguen
enfermando a nuestra patria, en las ciudades y en los campos, en las calles y en las veredas, y el
alto nú mero de damnificados que han dejado los desastres naturales causados por las fuertes
lluvias y los huracanes Iota y Eta. Sin embargo, y como bellamente lo hemos leído en el libro del
Apocalipsis en las dos ú ltimas semanas: «¡Aleluya! ¡La salvació n, la gloria y el poder son de nuestro
Dios porque sus juicios son verdaderos y justos!» (Ap 19,1-2). O como lo celebramos en la
solemnidad de Jesucristo Rey del Universo: «Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesió n del
Reino preparado para ustedes desde la creació n del mundo: porque tuve hambre y me dieron de
comer; tuve sed y me dieron de beber; era peregrino y me acogieron; estaba desnudo y me
vistieron, enfermo y me visitaron, en la cá rcel y vinieron a verme» (Mt 25,34-36).
Con estas y otras muchas circunstancias personales, familiares, grupales, congregaciones y
eclesiales…, ustedes está n renovando decididamente la consecució n del fin de la Compañ ía,
atendiendo siempre al Evangelio, a los signos de los tiempos y a las peticiones má s urgentes de la
Iglesia; y se suman a todas aquellas Hijas de la Caridad que procuran abrir nuevos caminos y
aplicar medios adaptados a las circunstancias de tiempo y lugar, para llevar adelante la obra de la
Caridad y del Evangelio, permaneciendo en estado de renovació n continua.
En este ambiente de fraternidad, sencillez, entusiasmo y compromiso nos vamos apoyando
mutuamente en la Caridad y en la Misió n. Añ o tras añ o a lo largo de su historia como Compañ ía y
como Provincia muchas Hermanas han alcanzado la gracia de hacer sus Votos y de ser destinadas
a una comunidad local. Tanto la Renovació n de los Votos con su inmediata preparació n, como cada
tanda anual de Ejercicios Espirituales cada vez es una experiencia ú nica e irrepetible. Esta es una
manera de unirnos la Caridad de la Compañ ía y de la Iglesia, y a través de estas mediaciones a
todas las Hijas de la Caridad, especialmente a las que han conocido personalmente, y a las que
directamente han intervenido en su camino vocacional, en su proceso formativo y en su
proyecció n pastoral, orando para que todos podamos vivir con fidelidad y alegría nuestro
seguimiento de Jesú s.

2. UNA CONVOCATORIA: PASO DEL ESPÍRITO POR LA COMPAÑÍA


La convocatoria oficial para la pró xima Asamblea general de las Hijas de la Caridad, enviada
por el Padre Tomaž Mavrič, Superior general, invitaba a pedir la luz del Espíritu Santo y la ayuda
de María, ú nica Madre de la Compañ ía, para entrar «con un corazó n abierto y lleno de esperanza»
en el proceso de las Asambleas domésticas y provinciales que preceden a la Asamblea general.
Como respuesta inmediata a esta convocatoria las Hermanas dedicaron tiempo a la
reflexió n sobre el tema y las cuestiones importantes para el futuro de la Compañ ía. Han observado
una convergencia de ideas en torno a la «cultura del encuentro» que han orientado el
discernimiento del Consejo general en la elecció n del tema y la redacció n de los documentos. Estos
ejercicios espirituales son, entonces, la continuidad del clima marcado por la oració n, la reflexió n y
el intercambio, que desde el Consejo general se ha consagrado para la preparació n de estas
Asambleas.

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