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MADRE SERAFINA FAROLFI

MADRE SERAFINA DE JESÚS

Fundadora de las Clarisas Franciscanas Misioneras del Santísimo Sacramento.

CULTURA CRISTIANA

CURSO: 1° A- B

PROFESORA: SILVIA V. SEMINO

“Desde que tengo uso de razón siento, junto con la vocación religiosa, el deseo ardiente de
“favorecer” (dar ayuda concreta, obrar en su bien) a la juventud, que desde entonces ocupaba
todo mi corazón, santificarme a mí misma, santificar a los jóvenes: he aquí mi real vocación”.
Madre Serafina.

Con el material adjunto, comenzamos a trabajar. Leer bien, resaltar aquello que consideras
importante. Recuerda que la actividad debe estar en cursiva en la carpeta.

Responde el siguiente cuestionario:

1- ¿Por qué nosotros, en nuestro Colegio, la recordamos cada 18 de junio? 2- ¿En qué día,
año y lugar nació Madre Serafina?
3- ¿Quiénes eran sus padres?
4- ¿Cuándo ingresa a la Congregación de las Hermanas y qué nombre religioso adquiere?
5- ¿Cómo fue su vida religiosa?
6- ¿Cuál era el nombre que se le impuso en el Bautismo? ¿Cómo repercutió en su vida?
7- ¿Cómo era la espiritualidad de Madre Serafina?
8- ¿Qué sentía Madre Serafina si no comulgaba un día?
9- ¿Qué Congregación funda la Madre Serafina, en qué año y qué día se celebra la fiesta de esta
Congregación?
10- ¿Cuáles eran los objetivos que tuvo en cuenta Madre Serafina para la organización
del colegio?
11- ¿Qué transmite Madre Serafina a sus alumnos?
12- ¿Cómo fue su último tiempo antes de morir?
13- ¿Cuál es el Lema de Madre Serafina y qué significado tiene? 14- Realiza una reflexión personal,
no menor a cinco renglones, sobre el perfil de Madre Serafina que elijas: la educadora, la religiosa,
la fundadora.
DIEZ MINUTOS CON MADRE SERAFINA DE JESÚS
Fundadora de las Hnas. Clarisas Franciscanas Misioneras del Santísimo Sacramento.

1. ¿QUIÉN ERA FRANCISCA FAROLFI?


Nuestra Madre Serafina nació en Tossignano de Imola, pueblito de Italia, el 7 de Octubre de 1853 y
fue bautizada con el nombre de Francisca. Hija de Federico Farolfi y Ottilia Santandrea, fue educada
con esmero. Francisca crecía en amor a Dios y desde pequeña se sentía cautivada por el deseo de
ser misionera. Aunque no era común en su época, estudió y se recibió de maestra. Luego ayudó a su
padre en la secretaría de la administración del pequeño hospital del pueblo. Francisca entendió que el
Señor la quería consagrada a Él, dedicada a la educación de la juventud. El 27 de Octubre de 1873,
Francisca ingresa a la congregación de las Hnas. Terciarias de Forlí. Durante este período de su vida
debió demostrar su enorme amor a Dios iniciando el camino sin la autorización de su padre. Francisca
sentía una definida vocación de educadora de la juventud. La congregación de las Hermanas
Terciarias de Forlí era de semi-clausura y las pocas Hermanas que la integraban eran, en su mayoría,
de edad avanzada. Los padres franciscanos que dirigían espiritualmente a la comunidad, pensaban
revitalizarla mediante una finalidad social que se canalizaría en la atención de un colegio. Por todo
esto Francisca era la persona providencialmente destinada para tal misión. Ella misma escribe a
Monseñor Svampa el 29 de Julio de 1894… “Al entrar al convento… expuse claramente mi
pensamiento; quería conciliar la espiritualidad de San Francisco con la tarea impartida en un colegio
que estuviese a la altura de los tiempos. Se me contestó que esta idea la tuvieron antes que yo los
Franciscanos y las Terciarias, que hacían nueve meses rezaban continuamente para conseguir, a ese
fin, una maestra, y yo fui la primera, la segunda, Sor Caterina… (su hermana menor)”

2. VIDA RELIGIOSA
Desde el 27 de octubre de 1873 hasta el mismo día de 1874 su postulantado (primera etapa de
formación en la Vida Religiosa) fue compartido con la tarea de dirigir el colegio en su conformación. En
esta nueva vida se inició en Forlí, trataba de conciliar las costumbres de una tradición de clausura con
las exigencias que el colegio imponía. En 1874, el 27 de octubre recibe el hábito franciscano e inicia
su año de noviciado (segunda etapa de formación en la Vida Religiosa). Toma el nombre religioso de
Hermana María Serafina de Jesús. Un año de noviciado muy singular: Novicia y directora de colegio.
Su hermanita, Giannina, tercera hija de los Farolfi, la siguió en su ideal religioso. Esta vez su padre no
se opuso, él mismo la acompañó al convento. Era la víspera de la profesión religiosa y Francisca pudo
volver a abrazar a su padre y a obtener el “perdón”. Su noviciado no fue solo un tiempo de prueba sino
de transformación para donarse incondicionalmente al Señor. El 28 de octubre de 1875, Sor Serafina
hace su profesión religiosa. “Ahora sé que las personas no llegan a satisfacer el corazón del hombre
que, habiendo sido creado para amar un bien eterno, no puede encontrar la felicidad completa en
cosas transitorias de esta mísera tierra”. M Srafina( A Giannina – 6/10/1876)

3. LA EDUCADORA
La Madre Serafina dedicó todo su amor y capacidad de educadora a la organización definitiva del
colegio. Los objetivos eran: “… formar buenas cristianas, hijas obedientes, madres ejemplares,
óptimas ciudadanas, amantes del trabajo y del orden, útiles a sí mismas y a la sociedad”. El colegio
fue adquiriendo fama, el número
de alumnas aumentaba y su directora era amada y estimada. Logró crear un clima familiar, cálido y
acogedor. En el centro de su actividad educadora había colocado a Aquel que desde el Tabernáculo
continúa su obra de redención de las almas, Jesús en el Pan de la Eucaristía. Entre sus alumnos se
da un florecimiento de vocaciones religiosas y a todas ellas, la Madre Serafina les trasmite un gran
amor a Jesús Sacramentado. Esta era justamente la característica de su espiritualidad: un ardiente
amor a Jesús Sacramentado y la comunión frecuente. Para la Madre Serafina un día sin comunión
era el sacrificio más grande que se le podía exigir, “¡Qué vacío sin recibir a Jesús! Privada de la Vida
¿cómo es posible seguir viviendo?”

4 .LA FUNDADORA
La Madre Serafina durante su vida no quiso otra cosa que cumplir la Voluntad de Dios. Ésta, no
siempre se le reveló con claridad. En efecto, sus ansias de dedicar su vida a la educación de la
juventud y con preferencia a la más abandonada, no podían quedar encerradas en los límites
estrechos de un convento de semi-clausura. Soñaba con la fundación de muchos colegios. Les
pasaba lo mismo a las numerosas jóvenes que se unieron a ella acompañándola en la consecución
del mismo ideal. El convento de Forlí ofrecía cada vez menos posibilidades para hacerlo. La Madre
Serafina abandonada completamente en las manos de Dios sentía que Él mismo se encargaría de
llevar a término la obra que con tanta vehemencia le inspiraba. Tuvieron que pasar 20 años para que
el terreno estuviese listo para recibir la semilla, Dios preparó ese surco en Bertinoro, en una vieja y
abandonada Abadía de los Monjes Camaldolenses. Por disposición de las autoridades de Sanidad
Escolar, en julio de 1893 fue clausurado el colegio de Forlí. La Madre Serafina el 29 de Julio de ese
mismo año, se trasladó a Bertinoro con las alumnas internas y con las Hermanas maestras. Estaba
decidida a dar su vida por amor a sus alumnas. Es así como Bertinoro fue la cuna del nuevo Instituto
fundado por la Madre Serafina. Como toda obra de Dios ésta también tuvo que realizarse en los
sufrimientos y en las contradicciones. Así, sin habérselo propuesto y siendo fiel a la Voluntad de Dios
que se manifiesta a través de los acontecimientos, la Madre Serafina funda el nuevo Instituto
conciliando la misión educadora con la espiritualidad franciscana. La Madre piensa y reza. A los pies
de Jesús Sacramentado pasa largas horas del día junto con sus Hermanas y novicias. Son las horas
más hermosas. En el amor a Jesús Sacramentado se identifica a la Santa de Asís, alma
eminentemente eucarística. La Madre Serafina sigue sus huellas hasta denominar a su Instituto:
Clarisas Franciscanas Misioneras del Santísimo Sacramento, fundado el 1° de –mayo de 1898.
“Bendice aquella mano omnipotente que hiere y vivifica al mismo tiempo… Aprovecha las pruebas del
Señor por el bien de tu alma y para enriquecerte de merecimientos para la eternidad…El guerrero
valeroso se conoce sólo en los riesgos del combate.” M. Serafina ( A una ex-alumna)

5 .LA ENFERMEDAD Y LA MUERTE


Su antiguo mal se agravó en enero de 1916 estando la madre en Roma. Lejos de reposar, se empeñó
aún más en su trabajo de ser madre de la Congregación hasta que en octubre de 1916 debió guardar
cama. Siguen ocho penosos meses en que se preparaba al encuentro con el Señor. Su cama se
transforma en una cátedra desde donde enseña fidelidad y resignación. El 13 de mayo recibe la
Unción de los enfermos de manos de Monseñor Polloni. El 15 de junio dijo la Madre a la Hna. Imelde:
“He pedido al Señor tres días de vida”. El 18 de junio de 1917, al amanecer, se apagó su existencia.
Tenía sesenta y cuatro años. La Madre Serafina podía morir tranquila. Su Instituto se había
propagado. Muchos colegios, misiones y hospitales así como los Orfanatos, se habían multiplicado en
Italia, Brasil e India.
6. ESPIRITUALIDAD DE MADRE SERAFINA
La espiritualidad de la Madre Serafina es eminentemente franciscana. El nombre que se le impuso en
el bautismo, Francisca, fue presagio de la orientación espiritual que debía dar a su vida. El
fundamento de su espiritualidad es Cristo. A ejemplo del seráfico Padre Sam Francisco, se consagra a
Jesús Crucificado, identificarse con Él hasta la crucifixión, como Francisco, el primer estigmatizado. La
espiritualidad franciscana, que es cristocéntrica, abraza con entusiasmo la vida de Jesús desde la
cuna hasta la Cruz. La espiritualidad franciscana es también, eminentemente, mariana (de la Virgen
María). Nunca se podrá decir todo el amor y la devoción que la Madre Serafina sentía hacia la
Santísima Virgen. Veneraba con amor filial la imagen de la Virgen del Amor Hermoso, la Virgencita del
Noviciado, que quería siempre ver adornada con flores. Franciscano es también el culto a san José.
Pero la característica fundamental de su espiritualidad fue un gran amor a Jesús Sacramentado, tanto
que quiso que el lema sea: “Porto I Misteri” “Llevo los Misterios”. Solo por la fe es posible llevar a los
demás un Misterio tan grande como es Dios, capaz de ser Pan por su eterno amor a los hombres. Ella
era franciscana de pensamiento, en el espíritu y en todas las manifestaciones de su vida. Su adhesión
al ideal franciscano no menguó nunca, aún en las dificultades determinadas por las circunstancias y
por los hombres. El “Beata quae credidisti” (dichosa tu que has creído) encuentra su justa aplicación
en Madre Serafina, en su obra, en su vida, en su consumación. Sus hijas esperan la glorificación de
aquella que, según palabras del Santo Padre Benedicto XV, “después de haber imitado a los
Serafines en el nombre que llevó en la tierra, los podrá un día imitar en el cielo en rendir alabanza y
gloria a la Divina Esencia”. “¡Oh! Ama de corazón a tu futuro Esposo (Jesús) y gozarás de una paz no
común.” M. Serafina (A Giannina – 6/10/ 1876)

7. LLEVAR… EL ÚNICO AMOR


Con el sí de una mujer Dios se hizo hombre; el sí de una mujer ha generado la Vida. Ser mujer es un
don a través del cual uno se siente plenamente ligada a la vida y al amor. Ser mujer es acompañar la
vida a cada instante, es sufrir por la vida, es dar la vida y recibir la plenitud de la alegría en este don.
Una mujer que se consagra al Señor no pierde la propia identidad y las propias características, por lo
que, todo es un continuo descubrimiento de cómo el Señor ha pensado para cada una de nosotras el
modo más bello para ser plenamente felices siendo plenamente mujeres. “Bendito seas, Señor,
porque me has creado”, exclamaba Santa Clara al final de su vida, feliz de haber vivido plenamente su
vocación. Una joven no entra al convento por “desilusión”, sino porque descubre que el camino de la
felicidad a veces sigue senderos un poco inusuales. Así se descubre de improvisto amada por Alguien
que la atrae de una manera tan fuerte que no puede vivir más sin Él. El Camino de consagración es
un camino de relación.El esponsorio y la maternidad son dimensiones relacionales inscritas en el
corazón de cada mujer y pueden ser vividas en modos diversos: cualquiera sea la propia vocación,
cada uno está llamado siempre a amar y ser amado. De una manera bellísima y con gran claridad
Juan Pablo II escribía en Mulieris dignitatem, n. 21: “El amor esponsal comporta siempre una singular
disponibilidad a ser derramado sobre cuantos se encuentran en el alcance de su acción. En el
matrimonio, esta disponibilidad, aun siendo abierta a todos, consiste en el amor particular que los
padres dan a sus hijos. En la virginidad (consagrada) esta disponibilidad está abierta a todos los
hombres, abrazada del amor de Cristo esposo”. Quien no se casa para consagrarse a Cristo vive una
relación de amor con Aquel que, como Único Amor, habita y colma la vida y nos hace madres y
padres de una multitud
de hijos. “Una mujer consagrada”- continua Juan Pablo II – “encuentra en tal modo el Esposo, diverso
y único en todos y en cada uno. […] La virginidad, de hecho, no priva a la mujer de sus prerrogativas.
La maternidad espiritual reviste múltiples formas”. El mundo está lleno de hijos que esperan ser
amados, cuidados, custodiados, hijos de
todas las edades y con todo género de deseos y necesidades. Nosotros, religiosos, llamamos “misión”
a este cuidado de los otros, vivida en la alegría de la fraternidad, que se realiza a través de las formas
más diversas de expresión, incluido el cansancio y la alegría del trabajo, momento grande e
irrenunciable de intimidad con Cristo y de comunión profunda que nos permite llevar a los otros el
único Amor capaz de sanar y confortar el corazón de cada hombre. Madre Serafina no quería ser una
fundadora, han sido los acontecimientos los que le han dado este rol, o mejor dicho, ha sido el
designio de Dios-Trinidad. Su objetivo ha sido siempre conjugar la contemplación acción al mismo
tiempo. Lo dice el lema: “¡LLEVO LOS MISTERIOS!”, que significa: soy el santuario del Dios viviente,
a mí me ha sido dado contener en mi cuerpo a Aquel al que los cielos no pueden contener. Vivo de Él,
por Él, con Él y lo quiero hacer conocer a los otros, se los quiero dar, como Él se me ha dado. En los
escritos de Madre Serafina hay expresiones que lo confirman. Cuando escribe a las Hermanas dice:
“te dejo en el Sagrario… si me buscas, me encontrarás en el Sagrario…” “Id, encended, llevad el amor
de Jesús Eucaristía a todos…”

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