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2000
Con el presente trabajo, Don Juan Rafael Muñoz Fonseca reabre ese rumbo y
efectúa un significativo aporte en la dirección apuntada. Si bien el énfasis de
la obre recae sobre el cantón de Liberia y su población cabecera, el libro de
Don Juan Rafael contiene muchos datos interesantes sobre otras comunidades
guanacastecas o sobre la provincia como un todo, y su lectura confirma, una y
otra vez, que la dinámica de las relaciones humanas se ha desarrollado allí en
forma propia y específica, como emanación de una realidad muy diferente de la
Costa Rica "cartaga", montañesa y cafetalera del interior.
Poema en Náhuatl clásico, presumiblemente del siglo XVI, de autor anónimo, que se conservó en
algunos papeles del lingüista Berendt, muchísimo tiempo en manos del nicaragüense General
Alfonso Valle, autor, entre otras obras del “Origen de los nombres geográficos” de su país. Pedro
Rafael Gutiérrez.
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Tabla de Contenido
Tabla de Contenido 1
Introducción 3
Agradecimiento 4
Prefacio 5
I: El entorno 7
Geografía 7
División territorial administrativa 7
Tradiciones 7
El litoral 8
Islas 11
El Sistema orográfico 12
El volcán Orosí 12
El volcán Rincón de la Vieja 19
II: Orígenes 23
Etnografía aborigen 23
III: La Colonia 27
El Partido de Nicoya 27
Conquista de Costa Rica 28
El Poblado del Guanacaste 30
El hombre afroamericano 33
IV: La Independencia 37
La Anexión a Costa Rica 37
La villa de Guanacaste (Liberia) 40
Invasión de Quijano 42
1837 – 1854 45
V: La Campaña Nacional 49
Nicaragua, 1854 49
Segunda Contrarrevolución 94
La intentona calderonista de 1955 95
Encuentros de los Cancilleres y nuevos incidentes bilaterales 98
X: El Agro 111
La agricultura 111
Las haciendas 112
Don Francisco Mayorga Rivas 116
La ganadería 117
Ganadería de leche 118
El caballo 119
La caña de azúcar 120
El arroz 121
El café 121
Otros productos agrícolas 122
Anexo 1:
Listado de los Diputados de la Provincia de Guanacaste. 1826 – 1998.
Anexo 2:
Listado de los Gobernadores de la Provincia de Guanacaste. 1835 - 1999.
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Introducción:
Este trabajo fue hecho con el afán de ubicar a Liberia en el contexto global frente al
nuevo milenio y es una antología que recoge, de varios autores y fuentes históricas y científi-
cas, elementos indispensables para que el lector conozca un poco del cantón de Liberia, de su
riqueza natural y de su tradición; este trabajo es mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Si apreciamos el diseño de la bandera de Liberia podemos ver que está cruzada por dos
bandas en diagonal, que representan el cruce de caminos que siempre ha sido. Cruce de cami-
nos, que primero sirvió como paso de nuestros indígenas, promotores de la biodiversidad y el
intercambio comercial, cultural y tecnológico y luego unió igual que hoy lo hacen sus carrete-
ras, mar y aeropuerto, los destinos de los pueblos de ambos subcontinentes Sur y Norte, por la
cruzada natural que El Creador diseñó.
Liberia es el símbolo de la lucha por la libertad. Son muchas las etnias, que han venido
para botar sus cadenas; llámense chorotegas, caribes, náhuas, aztecas, sefarditas, europeos,
árabes, negros. Así mismo ha sido el destino de muchos próceres nacionales, centroamericanos
y del Caribe que vinieron a dar con sus huesos en el valientísimo proceder de luchar por la
libertad.
Tomamos en cuenta todo el sector noroeste de la actual Costa Rica, incluyendo La
Cruz, pues Liberia es la madre amorosa de esta pobre Cenicienta, siempre atormentada por los
avatares de la guerra y por el olvido de la metrópoli que nunca aparta ni por instantes la vista
del ornato y confort de las poblaciones centrales.
De forma recurrente vamos desde Panamá hasta Guatemala según un orden cronológico
de acontecimientos, posándonos sobre todo en Nicaragua y Costa Rica.
En cada paso de la investigación ha habido un premio inesperado; la reafirmación de
nuestro ser es fabulosa.
La conquista de América Central comenzó en Guanacaste, en 1522, de ahí la autentici-
dad de nuestro folklore, folklore que ya viene impregnado de Caribe por el trajinar de los ibe-
ros por treinta años por La Española y Cuba, lo mismo que por el sabor panameño (¿o colom-
biano?) que sin duda adereza nuestras tradiciones, gracias a Núñez de Balboa y el descubri-
miento del Pacífico en 1513.
El trabajo pretende ayudarnos a recorrer, a través de la lectura, nuestra infinita provi-
sión de riquezas naturales; flora y fauna, valles, montes, ríos, playas y esteros, que por otra
parte, representan un entorno natural ideal para propiciar el establecimiento de cuánto ser
humano pase por aquí, pudiendo encontrar un nicho ideal para una vida de calidad.
El propósito es, llevar al lector información de interés, indispensable para que se nos
comprenda a los criollos, y para nosotros mismos, para planear el futuro con base en todas las
experiencias de nuestra propia historia, durante la cual, el aporte de nuestro principal recurso,
el material humano, al desarrollo de Costa Rica, tanto en los campos de producción, como en
las artes y las ciencias, en la región misma, en las zonas bananeras, o en la Meseta Central, ha
sido, invaluable, pues con nuestra sangre se ha escrito la Historia Patria, poblado el territorio y
forjado el Patrimonio Nacional.
Agradecimiento:
para todas las personas que siempre me han ayudado con su experiencia, sabiduría, y
calidad humana;
para los autores que tan gentilmente me han permitido usar sus invaluables investiga-
ciones: don Carlos Meléndez, don Carlos Dávila, don Samuel Stone, don Ronny Pizarro, don
Eduardo Oconitrillo, don Jorge Sáenz Carbonel, don Orient Bolívar;
para mis maestros; en especial mis profesores de Estudios Sociales: don Jesús Fernán-
dez, don Orlando Salazar, don Herberth Rodríguez, doña Esperancita Castrillo;
para los amigos que he molestado con consultas y convivios doña Rosita Greñas, Caro-
lina Carazo, don Manuel Santos, don Federico Guillén, don Edgar Baltodano, doña Luz de
Valdelomar, doña Marujita de Clachar, doña Emilia y doña María del Socorro Clachar, doña
Angélica Baldioceda, doña Abigaíl de Clachar , Raúl Zúñiga, tío Marcos, y con ellos para mu-
chos que no están, pero que sin lugar a dudas, dejaron sus huella, carácter y temple imborrables
en estos entornos y en mi memoria; doña Esther, doña Victoria, doña Martina, doña Roma,
doña Eida, tía Adelita, tía Pacita, Mama Tina, don Toño, don Secundino, don Juanito, don Vi-
co, don Edgardo, don Fito, tío Maykel, tío Héctor, tío Eduardo, tío Conrado, tío Nando, don
Chito, don Aris, don Lande, tío Lico, Tito, don Miguel Baldioceda...;
para los amigos conque he convivido en el litoral, las bajuras y las montañas; para
aquellos con quienes siempre he compartido los libros, los hermanos Román Trigo.
para las personas que desinteresadamente han colaborado y se han apasionado con este
trabajo; Leonor Arroyo, Linnette Morales, Vicente Lines;
para Mario Eduardo Jiménez, Víctor y Vivian Cuesta, Elías Baldioceda, Juan Carlos Burgos,
Luis Suárez, Héctor Albertazzi, Faustino Sequeira, Joaquín Eras, George Stewart y Gerardo
Badilla, quienes me han ayudado con el procesador sin escatimar su valioso tiempo;
para Alfonso Salazar Estrada y Marcelo Langrand Hernández, grandes colaboradores
en esta faena;
para el personal de la Biblioteca Francisco Mayorga Rivas, de la Biblioteca de la Uni-
versidad de Tuft, de la Biblioteca Nacional, del Archivo General de Centroamérica y de la
Academia de Geografía e Historia de Nicaragua;
en esta edición para don Alfonso Faba, don Enrique Valverde, Álvaro Wiessel, Ana
Victoria Román, don Adolfo Jiménez, Bernardo Bolaños;
para la familia Leiva Badilla;
para el personal del Área de Conservación Guanacaste, Sigifredo Marín, Daniel Janzen,
María Marta Chavarría, Karla Tapia, Camilo Camargo, Juan Carlos Carrillo, Guisselle Mén-
dez;
para Pedrito Muñoz, mi hermano quien amablemente me ha apoyado, acompañado,
aconsejado y apadrinado, tanto en el trabajo cotidiano como en la Biblioteca de la Universidad
de Tuft y los anticuarios de Charles Street en Boston, a investigar y conseguir materiales histó-
ricos valiosísimos;
para mis padres, mis hermanos y Juanita que siempre están conmigo en mis aventuras;
para todos los que no he mencionado y son parte de “La Historia”...
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Prefacio:
18. Eran, pues, los hijos de Noé, que salieron del arca, Sem, Cam y Jafet; este mismo
Cam es el padre de Canaán.
19. Dichos tres son, los hijos de Noé, y de estos se propagó todo el género humano
sobre toda la tierra.
20. Y Noé que era labrador, comenzó a labrar la tierra, y plantó una viña.
22. Lo cual como hubiese visto Cam, padre de Canaán, esto es, la desnudez vergon-
zosa de su padre, salió afuera a contárselo a sus hermanos.
23. Pero Sem y Jafet, echándose una capa o manta sobre sus hombros, y caminando
hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros; y así no vieron
las vergüenzas del padre.
24. Luego que despertó Noé de la embriaguez, sabido lo que había hecho con él su
hijo menor,
25. dijo: Maldito sea Canaán, esclavo será de los esclavos de sus hermanos.
26. Y añadió: Bendito el Señor Dios de Sem, sea Canaán esclavo suyo.
27. Dilate Dios a Jafet, y habite en las tiendas de Sem, y sea Canaán su esclavo.
28. En fin, Noé vivió después del diluvio trescientos y cincuenta años.
29. Y así todos los días que vivió fueron novecientos y cincuenta años, y murió.
Génesis.
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Juan Rafael Muñoz Fonseca.
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
I: El entorno:
Geografía:
Las coordenadas geográficas medias del cantón de Liberia están dadas por: 10°41’38’’
latitud norte y 85°29’40’’ longitud oeste.
La anchura máxima es de sesenta kilómetros, en dirección norte a sur, desde la ladera
del cerro Orosilito hasta el río Tempisque, al norte del poblado La Guinea, en la jurisdicción
del cantón Carrillo.
Se extiende asimismo desde el litoral hasta el filo de la Cordillera Volcánica de Guana-
caste, que es la división natural con la provincia de Alajuela.
Actualmente el cantón mide 1436.47 kilómetros cuadrados.
División territorial administrativa
El cantón de Liberia actualmente está dividido en cinco distritos a saber:
1.- Distrito primero o Central,
2.- Cañas Dulces,
3.- Mayorga,
4.- Nacascolo y,
5.- Curubandé.
La ciudad de Liberia es la cabecera de la provincia de Guanacaste.
La población del cantón es de 43267 habitantes, su tasa bruta de natalidad es de 26.7,
con 1057 nacimentos anuales, una tasa bruta de mortalidad de 5.3, y una tasa de crecimiento
vegetativo, sin incluir inmigrantes de 21.4. (Por mil).
Tradiciones: Desde tiempos inmemoriales se han hilvanado leyendas y tradiciones
sobre el fértil sustrato de la variadísima e impresionante geografía de la región:
al nivel del mar, la Peña Bruja, encanta con sus misterios y presagios y sus guturales
predicciones meteorológicas rigen los ciclos de cultivo y las vidas de locales y advenedizos;
entre los arrecifes de playa Palmares, buzos y pescadores navegan a horcajadas de man-
tarrayas tornasoladas, ahora sobre la cresta de las olas, ahora en profundas y batoideas zambu-
llidas,
desde las alturas, los volcanes nos brindan el ensueño de tesoros resguardados por per-
sonajes míticos, igual que mil historias de fenómenos que por tradición oral han llegado a con-
vertirse en “tallas” de sabaneros, capaces de causar escalofríos al llanero más pintado, y de
entretener al auditorio infantil y femenino en noches, cuando con el fondo de la luna llena sólo
el lamento del coyote o el silbar del viento entre los árboles interrumpe al narrador...
El litoral:
“Hacia el norte de las costas guanacastecas del Pacífico se extiende el tumultuoso
Golfo de Papagayo, de aguas constantemente agitadas por los fuerte vientos que allí soplan de
diferentes direcciones. Tiene este golfo infinidad de ensenadas, que serán para los marinos
verdaderos oasis, por la tranquilidad de las aguas, el día que se habiliten en ella puertos de
mayor escala. Las principales de esas ensenadas se denominan bahías de Salinas o de Bola-
ños, de Santa Elena y de El Naranjo y golfo de Culebra. Esta última es la más importante de
todas.
Después del Golfo de Nicoya, dirigiéndose hacia el norte, el Golfo de Culebra es el
más grande que se encuentra. (Costa del Pacífico).
Puede decirse sin exageración que la configuración de sus costas es a propósito para
la creación de un gran puerto de guerra y de comercio, pues puede abrigarse allí la armada
más grande de Europa.
Está cerrado al norte por la punta Mala y al sur por la punta Cacique y las islas de
este nombre o Viradores del Sur (penínsulas de Nacascolo y Nacascolito)
Ningún peligro se encuentra lejos de sus playas; los pocos arrecifes que se hayan están
cerca de tierra y son fáciles de evitar.
En todas partes se encuentran buenos fondeaderos, bien abrigados contra el mar, con
una profundidad hasta de veintiocho metros y buen agarre para las anclas. Varias bahías hay
en el interior de este golfo, que ofrecen seguro abrigo a las embarcaciones; los vientos no pue-
den agitar sus aguas, que son sumamente tranquilas.
Entre las ensenadas del interior, merecen especial atención la llamada Bahía de Cule-
bra, la mejor de todas, pero que adolece del defecto de tener la playa más baja que el nivel del
mar, por lo que en las grandes mareas entran las aguas y dejan allí lagunetas, que hacen del
lugar un paraje sumamente palúdico. Tal inconveniente es fácil de remediar, mediante la
construcción de un tajamar. La bahía de Panamá, tan profunda como la anterior, aún cuando
un poco menos extensa. La bahía Cacique, sobre la cual está la pequeña población de ese
mismo nombre.
Y por último la bahía de El Coco, que ocupa el segundo lugar de las mencionadas, aún
cuando está algo menos cubierta de los vientos que todas ellas. En esta última se encuentra el
pequeño puertecito del mismo nombre, en donde está instalado un resguardo fiscal.
Al fondo del golfo de Culebra se extiende un valle, resguardado de tierra, si cabe la
expresión, por una parte de los cerros de Sardinal, de los que bajan corrientes de excelentes
aguas potables, que prestan al lugar condiciones de primer orden para un excelente puerto en
aquel paraje.
De Culebra a Liberia hay un camino carretero y a ese lugar va a terminar el proyecto
de ferrocarril que saliendo de San José, recorre las llanuras del noroeste del país, para lanzar
un ramal hacia la ciudad de Liberia, pasando por la depresión menor de la Cordillera Volcá-
nica del Norte.
Todas esas ensenadas son constantemente frecuentadas por barcos de gran calado,
especialmente veleros, que van allí a cargar maderas.”
M. Eliseo Fradin, Capitán de la marina francesa, 1891.
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
La importancia del golfo de Culebra es conocida desde hace mucho tiempo. No se explica de
otra manera el hecho de haberlo visitado, en viaje expresamente para ello, el naturalista Carlos
von Seebach en enero de 1865, quien de ella dejó la siguiente relación:
“Hice una excursión a la bahía de Culebra. El camino es bastante monótono hasta llegar al Tempisque;
se distinguen los llanos y parches de bosques aislados. Se divide en tres partes iguales por la haciendas Tortugas
y Las Ventanas. Pasamos el Tempisque en el paso de La Junta, llamado así porque el río Colorado desemboca
muy cerca y hacia arriba. Aquí el paisaje es muy bello. El río tiene en ese lugar 300 pies de ancho y es difícil
pasarlo; hay todavía muchos lagartos. En la ribera derecha el camino nos conduce por un trecho corto, a una
pequeña llanura de la misma altura que la de la ribera opuesta; pero repentinamente hay que subir una cuesta
parada que tiene varios centenares de pies, hasta llegar a otra llanura más elevada en donde están los “Llanos
de la Hacienda Culebra”.
“El terreno está formado por fonolita. Desde las casas de la hacienda, que están situadas en medio de la
meseta, cabalgué hasta la pendiente que está sobre la Bahía de Culebra y gocé de la grandiosa vista sobre la
bahía. Al sur se levanta la montaña de Sardinal, mientras que al norte hasta la Bahía de Santa Elena, todo es
plano. Se dice sin embargo, que hay allí una depresión por la cual se puede llegar desde Liberia al Puerto Libe-
ria sin pasar ninguna cuesta, pero yo no pude visitar ese paso y tuve que regresar a Liberia por el mismo cami-
no”.
Este estudio abarca el territorio comprendido entre la bahía de Playas del Coco al sur y
Bahía Salinas al norte; pues durante mucho tiempo, lo mismo que el territorio de La Cruz, fue-
ron parte de Liberia (o administrativamente fueron de su jurisdicción).
Estas costas también son privilegiadas por una alta biodiversidad; la costa pacífica pre-
senta aguas de menor energía, lo que ha favorecido el establecimiento de manglares en toda la
costa, sin dejar de mencionar la zona domotérmica, una de las cinco en nuestro planeta, zona
de afloramiento de nutrientes que vienen de las profundidades, con las corrientes de aguas frí-
as. Gran parte de esta zona se encuentra dentro de las aguas protegidas por el área silvestre del
Área de Conservación Guanacaste.
Las penínsulas de Nacascolo y Nacascolito están compuestas por 22 kilómetros de lito-
ral con áreas rocosas y puntas que constituyen espectaculares arrecifes.
Sus playas son muy variadas: bahías pequeñas como Playa Zapotillal, Playa Huevos, y
Playa Prieta entre otras; playas distribuidas alrededor de Bahía Culebra: Playa Blanca, Playa
Venado, Playa Nacascolo y también playas de mar abierto como Playa Virador y Playa Pocho-
te.
Las variaciones periódicas de las corrientes marinas de la zona no afectan significati-
vamente las aguas de la bahía, gracias a las características de la costa, la forma del litoral y las
islas Palmitas le sirven de tapaviento, evitando el impacto directo de las olas.
En Playa Palmares está el estero del mismo nombre, que es elemento inigualable del
paisaje, riquísimo en vida marina y dren natural de las aguas pluviales.
En Punta Pochote encontramos cavernas de interés geológico.
El clima húmedo caliente de la zona presenta sólo 59 días de lluvia durante el año, de
mayo a noviembre, con el máximo de precipitación entre setiembre y octubre. La precipitación
promedio anual es de 1600 mm.
El rango de temperaturas máximas va de 26° C. a 30° C. y la humedad relativa llega al
70%.
El agua de Bahía Culebra es rica en plancton y muchas especies de pescado de mar
abierto, algunas especies van a la bahía a reproducirse contribuyendo al enriquecimiento de la
fauna local.
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Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Algunas especies aquí encontradas son: pez hoja, pez loro, tiburón martillo, el marlin,
la mantarraya y algunos mamíferos marinos como delfines, lo mismo que muchas especies de
invertebrados y moluscos.
En el plano noreste, con gran influencia del Parque Santa Rosa, encontramos lapas mul-
ticolores, monos pequeños, y en las partes menos húmedas mamíferos como venados, pizotes,
pumas y jaguares.
Esta gran biodiversidad se ve favorecida por la variedad de climas y ambiente. Al norte
del anterior golfo se encuentra la bahía de Santa Elena de condiciones semejantes a las del gol-
fo de Culebra, aunque es más abierta y en consecuencia está algo azotada por los vientos y
separada por una mayor distancia de Liberia y otras poblaciones de la región, no teniendo cer-
cana a ella ninguna de importancia mayor.
Santa Elena está separada de Culebra por el cabo o península de Santa Elena.
La importancia biológica de la Península Santa Elena se debe a que se formó hace más
de 85 millones de años, así su flora y su fauna son las más antiguas de Costa Rica, habiendo
sobrevivido glaciaciones, erupciones y toda serie de fenómenos naturales.
También se sabe que es la zona más seca del país, su precipitación anda en el rango de
los 800 a los 1200 mm anuales, con un promedio cercano a los 1000 mm, sosteniendo las fau-
nas y floras más desertícolas, como por ejemplo el cactus Meloccactus maxonii sanctarosae y
la penca Agave seemanniana, que sólo se encuentran ahí.
Sus suelos son peridotitas (Serpentine en inglés), muy ricos en magnesio, muy raros de
encontrar y tóxicos para la vegetación, lo que la hace aún más caracterizada, lo mismo que el
ambiente salino predominante durante más de seis meses.
La Isla Colorada cuyo color proviene de ser rica en asbestos, sustancia altamente carci-
nogénica, provee un rico medio para la investigación, con el estudio de las especies que ahí
coexisten.
En el manglar de Potrero Grande, que es único por su virginidad, se encuentra el man-
gle negro, Pelliciera rhizophorae, (tea mangrove en inglés), especie casi extinta, que antigua-
mente poblaba los manglares del Golfo de Nicoya y del estero de Puntarenas y que en este
hábitat es donde más al Norte se ha encontrado en este continente.
El Área de Conservación Guanacaste es de suma importancia para el estudio y conser-
vación del bosque seco pues en conjunto proveería un volumen ideal para poder mantener la
biodiversidad, ya que el público mundial no se ha preocupado por este tipo de hábitat pues
tiene su atención puesta en el bosque lluvioso tropical.
Este evento también es de gran importancia, pues el impacto turístico sería muy pesado,
por ser esta una zona de baja densidad biológica de población lo que implica una alta fragili-
dad, que se vería seriamente afectada por los residuos que normalmente acompañan a este tipo
de desarrollos turísticos.
La producción de agua potable para el poblado de Cuajiniquil, de unos 1000 habitantes
también viene de esta importante propiedad.
Al norte de Santa Elena queda la Punta o Península Descartes. Dando lugar a la ense-
nada se encuentran otras varias, siendo las principales la bahía de Cuajiniquil, al norte, y la de
Playa Blanca, al sur , separadas ambas por el promontorio de este mismo nombre.
Por último, en el límite de la costa guanacasteca, se encuentra la bahía de Salinas, ence-
rrada por la punta Descartes, ya mencionada. Esta bahía es conocida también con el nombre de
bahía Bolaños o de Salinas de Bolaños. Tiene figura de una elipse, de fondo límpido, sin emba-
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
razo alguno para embarcaciones aún de gran calado, con la especialidad de que tales embarca-
ciones pueden arrimar muy cerca de la costa, debido a la profundidad del mar.
El centro de la bahía de Salinas marca el punto de partida, la línea astronómica que sir-
ve de límite a Costa Rica y Nicaragua. Tanto esta bahía como la de Santa Elena y el golfo de
Culebra, llamado comúnmente bahía de Culebra, fueron ricas en yacimientos de concha perla y
de estos mares se han extraído ingentes riquezas, por empresas de bucerías que explotaron ese
negocio y que fueron una fuente de riqueza para la provincia y para el país entero. También se
cargaron en estas ensenadas ricas madera que se explotaron de los bosques cercanos.
Islas:
En el centro de bahía Salinas se encuentra el islote de ese mismo nombre, hoy también
conocido como Isla Bolaños.
En el golfo de Culebra, está el grupo denominado los Morros, que cubre la entrada de la
bahía de Playa Blanca.
Al sur de la península de Santa Elena queda otro archipiélago en el que sobresalen las
islas Cocinera, Pelada y San José.
Por último anotamos las islas Catarinas, al sur de Punta Gorda.
En todas estas islas se crían diferentes especies de moluscos y todas ellas constituyen
estaciones, refugios o bases de acción para los pescadores.
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Juan Rafael Muñoz Fonseca.
El sistema orográfico:
El sistema montañoso comprende dos partes: el general que se extiende a lo largo de la
línea divisoria con la provincia de Alajuela, por cuya cima va esa línea, y el costero, que va a
poca distancia del litoral del Pacífico. El primero empieza en el macizo del Orosí, y for-
ma parte del general de todo el país. Lleva dirección noreste-suroeste para terminar en la de-
presión que separa esta cordillera con el macizo del Poás. Este sistema se conoce con el nom-
bre de Cordillera de Guanacaste y comprende dos secciones a su vez de las cuales nos interesa
la Cordillera Volcánica del Norte, que es la más elevada.
La Cordillera de Guanacaste, fuente proveedora de las aguas que irrigan las poblacio-
nes, regiones de cultivo y praderas de la Provincia de Guanacaste, marca la división de las
aguas en dos vertientes: la del Lago de Nicaragua y río San Juan y la del Golfo de Nicoya.
El sistema costeño se desprende desde el noreste del volcán Orosí y constituye una se-
rie de macizos y colinas de poca elevación. Los del norte, que corren a lo largo de la costa del
golfo de Culebra, se conocen con el nombre de cerros de Sardinal, que son ricos en mineral de
cobre.
El volcán Orosí:
El volcán Orosí se eleva a 1487 metros de altura sobre el nivel del mar es el más sep-
tentrional de la Cordillera de Guanacaste y tiene un cono perfecto. Debido a su posición, desde
su cima se divisan el Lago de Nicaragua y el Océano Pacífico; su cráter presenta una fractura
en su parte oeste, que probablemente se debe a erupciones de ceniza y lapilli, asociadas a los
fuertes vientos del noreste, lo que obligó a la columna a inclinarse hacia el noroeste. Posee
numerosas coladas y algunas de ellas, las más antiguas, llegan hasta el Lago de Nicaragua,
formando en el litoral lacustre un paisaje de colinas, disectadas por cañones fluviales. En el
cono volcánico, la vegetación tropical conserva la forma primitiva, no obstante que el pie de
monte ha sido deforestado con fines de pastoreo.
En la parte septentrional, la meseta de ignimbrita está disectada por el sistema fluvial,
el cual ha erosionado el material que constituye dicha meseta formando una serie de terrazas
escalonadas; los lechos fluviales han sido desgastados y profundizados, estructurando una serie
de cañones escalonados.
El agente erosivo de la ignimbrita está constituido por cantos rodados andesíticos o
ignimbríticos, lo que permite la modificación de las gargantas mediante la perforación de pi-
lancones que con el tiempo se transforman por coalescencia en cañones, cuya profundidad
máxima puede llegar en algunos sectores de la meseta, hasta los cien metros. Esto prueba por
una parte la poca resistencia, de la roca misma, y por otra, la relativa juventud del depósito en
relación con los procesos erosivos que lo afectan. La ignimbrita en este sector septentrional
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
descansa sobre las series plegadas sedimentarias del Paleoceno-Eoceno. Estos depósitos piro-
clásticos se extienden hacia el sector de La Cruz.
La fachada oriental del Volcán Orosí termina en una meseta, pero a diferencia de la
occidental, no está terminada por ignimbritas, pues no hay testimonio visible de ellas. Tiene
una topografía ondulada, que descansa sobre coladas Pilo-Cuaternarias, formadas por lavas
torrenciales de matriz arcillosa y bloques con gruesos cantos, todos de origen ígneo. Probable-
mente entremezclados con este material deben existir lahares pero no se ha podido probar con
exactitud su presencia. Esta meseta se extiende desde el río Las Haciendas por el norte, hasta el
pie (fachada noreste) del Volcán Rincón de la Vieja y es la antigua superficie volcánica que
antecedió al vulcanismo cuaternario. Al norte y al este del Volcán Orosí, la meseta termina
dando paso a un relieve de colinas cuyas cimas no superan los 500 metros y corresponden a las
series sedimentarias plegadas del Cretácico y del Terciario Inferior (Formaciones Rivas y Sa-
bana Grande).
El sector sur del Volcán Orosí corresponde a una línea divisoria de aguas, que une este
cráter a uno muy erosionado, conocido como cerro Orosilito (1120 m) y que debe ser un cráter
gemelo del Orosí. Siguiendo siempre esta divisoria de aguas, el edificio volcánico se completa
con el tercer cráter de mayor importancia, el del Volcán Cacao, el cual se eleva a 1659 metros
sobre el nivel mar y marca el borde sur del primer edificio volcánico cuaternario de la Cordi-
llera de Guanacaste. Posee un cráter abierto hacia el suroeste, así como un cono adventicio,
cuya cumbre culmina en los 1068 metros sobre el nivel del mar y está entallado por el río Gón-
gora, que nace en el mismo cráter de este volcán.
Hacia el sudoeste: del cráter del volcán Cacao, se extiende un enorme cono lahárico que
probablemente data del Pleistoceno medio o tal vez inferior y que llega hasta el poblado de
Quebrada Grande. Este depósito lahárico, poco compacto, de sorprendente magnitud, está
constituido primordialmente por un material formado por pómez, cimentado en una matriz ar-
cillosa de color amarillo. la parte intermedia del cono está recubierta por lavas torrenciales que
fosilizan el depósito lahárico; estos depósitos de vertientes son más recientes, ya que contienen
una gran cantidad de bloques andesíticos que descansan en una matriz netamente arcillosa de
color pardo.
Finalmente la parte superior del cono está formada por depósitos recientes y debido a
fenómenos de solifluxión, tanto profunda como laminar, frecuentemente se encuentran cicatri-
ces de desprendimiento. La superficie de la parte intermedia y superior de este cono es de re-
lieve ondulado.
Entre el Volcán Orosilito y El Cacao, nace el Río Tempisque, principal colector de la
vertiente del Norte y que recibe aguas de la mayoría de los ríos que nacen en la vertiente del
Pacífico de la Cordillera de Guanacaste. Su recorrido a través de la meseta de ignimbritas ha
horadado un cauce siguiendo los alineamientos tectónicos y llega finalmente a la llanura alu-
vial tras encañonarse profundamente en la meseta.
El contacto del Volcán Cacao con la base de la vertiente del Pacífico se logra a los 200
metros de altitud, al entrar en contacto con la ignimbrita de la meseta de Santa Rosa (Forma-
ción Bagaces). La meseta es muy ancha en ese sector y recubre en partes las peridotitas de
Santa Elena. En general posee espesores variables que van de 40 a 200 metros y es discordante
en las formaciones sedimentarias de Rivas, Sabana Grande y en las rocas del complejo de Ni-
coya. Los ríos que lavan la superficie de esta meseta forman pequeños cañones, lechos con
fondo plano y terrazas de erosión escalonada, acarrean poco material, cuya granulación tiende
a ser fina (arena y gravas). Las aguas son claras, salvo en época de crecidas durante la estación
lluviosa, donde el material en suspensión (arcillas y limos) proviene de la vertiente volcánica.
14
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
La meseta de ignimbrita en este sector llega hasta el océano, coronando uno de los ma-
yores acantilados del país, que puede elevarse unos 300 metros sobre el nivel del mar.
Entre el Volcán Cacao y el Rincón de la Vieja se ha localizado, por medio de una ima-
gen de radar (del satélite SEASAT) una importante falla que tiene orientación noreste-suroeste,
que se extiende hasta el Océano Pacífico.
Un gran escape de falla separa la meseta de Santa Rosa del sector ignimbrítico de Libe-
ria (bloque deprimido). Esta gran línea de falla sigue el trazado precipitado, dejando aparecer
el descarpe de falla donde se observa la ignimbrita descansando sobre coladas de basaltos del
complejo Nicoya, en las proximidades de Bahía Culebra.
En este sector del escarpe, el Río Tempisque ha excavado un profundo cañón que le
permitió alcanzar el nivel de base de la llanura aluvial, conocida como “bajura”.
No se conoce actividad eruptiva del Volcán Cacao ni del Orosí ya que no existe infor-
mación al respecto. Ambos forman parte de una misma estructura volcánica.
Vegetación.
La vegetación de los volcanes Orosí-Cacao es densa en sus flancos y permanece en
forma inalterable durante el estío, debido probablemente al efecto orográfico que provoca la
condensación de humedad por encima de los 1200 metros (bosque ombrófilo primitivo), lo
cual contrasta con la vegetación abierta de la meseta (bosque caducifolio).
Ello se debe a la ignimbrita misma, que por su porosidad absorbe gran cantidad de agua
de lluvia, actuando como una esponja, lo que permite de esta manera crear las condiciones par-
ticulares de suelo de alta infiltración.
Por último es importante señalar otros factores que han contribuido a la desaparición de
este bosque abierto caducifolio en la meseta de ignimbrita, como la deforestación por quemas y
talas, las sequías prolongadas excepcionales, que suelen ser cíclicas y la combustión espontá-
nea durante dichos períodos.
En el pie de monte, donde aún existe la ignimbrita y particularmente en Curubandé, la
vegetación presenta las mismas características que en la meseta, salvo que los árboles se ven
fuertemente inclinados debido a las ráfagas de viento frecuentes.
El efecto Föen se produce entre la vertiente Caribe y la del Pacífico de la Cordillera de
Guanacaste, provocado por el descenso de los alisios del noreste; por tanto este segundo tipo
de vegetación es el resultado de la influencia directa del clima imperante.
Clima y zonas de vida
En la zona se localizan tres tipos de clima:
- el sub-húmedo de caliente a muy caliente,
- el húmedo caliente y templado, y por último,
- el muy húmedo caliente y templado.
Para todos los casos mencionados, los rangos de aridez varían oscilando su déficit de
agua de 35 a 150 días.
En esta zona se encuentran presentes las siguientes asociaciones vegetales:
Bosque siempreverde de barranca: se localiza en los numerosos declives y pequeños
cañones u hondonadas que presenta la meseta de Santa Rosa.
Los árboles que se encuentran en este bosque normalmente sobrepasan los 30 metros de
altura, entre los que predomina el guapinol (Hymenaea), tempisque (Mastichodendrum), ojo-
che (Brosimun), terciopelo (Sloanea),níspero (Manilkara), caoba (Swietenia), guabo (Inga), y
otros, corpulentos árboles. En las laderas de los volcanes Orosí y cacao también se encuentran
estas especies entremezcladas con casi un centenar de otras, las cuales no se localizan en terre-
15
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
nos de una altura similar a la del Parque Nacional de Santa Rosa, entre los 200 y 350 metros
sobre el nivel del mar.
Cuando este bosque siempreverde es talado, se regenera como bosque de sucesión se-
cundaria, marcadamente deciduo. La sombra que producen los bosques siempreverdes locali-
zados en las barrancas constituyen, durante la estación seca, un refugio húmedo local de gran
importancia para los animales del bosque caducifolio.
Bosque siempreverde de robles: se localiza en la Meseta de Santa Rosa y se prolonga
aproximadamente hasta 500 metros de elevación en la Cordillera Volcánica de Guanacaste, en
otras épocas cubierta por bosque casi monoespecífico de encinos (Quercus oleoides), que cre-
ció sobre una base de cenizas volcánicas (sustrato duro como la piedra, con pobre retención
superficial de agua, donde sólo se reproducen plantas de lento desarrollo). Este bosque de ro-
bles de bajura, compuesto por el encino perenne (Quercus virginianus) que se origina en el
Estado de Virginia de los Estados Unidos de América, además de ser único, es el más meridio-
nal de la zona neotropical; por el sur se extiende hasta Bagaces.
En esta zona se halla aproximadamente el 80% de las especies forestales caducifolias y
siempreverdes. Cuando este bosque de roble es talado estas especies toman posesión y lo con-
vierten en un bosque deciduo o semidesnudo. Si también es sometido al fuego, se convierte en
un campo apto para potreros, quedando los árboles más resistentes al fuego como único vesti-
gio del bosque original. Si el bosque de robles primarios es parcialmente talado y se le protege
de las quemas, volverá lentamente a repoblarse.
Hábitat de pastizales: entre los 250 y 800 metros de elevación se localizan por lo menos
doscientos kilómetros cuadrados de praderas, dispuestas en una compleja red de mosaicos (las
que se conocen como sabanas).
Como consecuencia de las quemas a que se someten anualmente los pastizales de la
zona son mantenidos como potreros. La mayoría de estas están ocupadas por pastos exóticos
africanos como el jaragua (Hyparrhenia rufa). Estas sabanas se originaron en los desmontes,
pero vuelven a convertirse en zonas boscosas al desaparecer las quemas a las que periódica-
mente se les somete. La velocidad de regeneración depende del tamaño de la pradera, del tipo
de suelos, de las especies de pasto, de su exposición al viento, de la proximidad de los árboles
que proporcionan las semillas y de la densidad de población de animales silvestres que actúan
como dispersadores de las semillas y supresores del pasto.
Bosque seco semicaducifolio atlántico-pacífico: se localiza en los valles de erosión flu-
vial y en las laderas inferiores del Cerro El Hacha, este presenta el aspecto de un gran tablero,
cubierto en parte por bosque virgen en el que se entremezclan parcelas cultivadas con maíz y
frijoles, a pesar de esta mezcla la zona posee mayor riqueza de especímenes altos en el bosque
virgen que la que puede encontrarse en la totalidad de las zonas protegidas en la región me-
soamericana. Una sección que tiene alrededor de 200 hectáreas constituye el mayor segmento
de bosque virgen seco alto que existe en la actualidad.
En el Bosque del Cerro El Hacha nacen varios arroyuelos cuyo caudal se mantiene du-
rante la estación seca. Además se localizan gran cantidad de árboles siempreverdes. Algunos
árboles de este bosque, entre los que se encuentra el madero negro (Gliricidia sepium), propor-
cionan a los propietarios de la región los postes que ocupan para la división de sus predios. En
este cerro la presencia de plantas y animales característicos del bosque lluvioso del Atlántico
permite suponer que tanto el Parque Nacional Santa Rosa, como esta zona protectora, eran más
húmedos cuando estaban cubiertas por los bosques originales. Aquí se encuentran por ejemplo,
la serpiente terciopelo (Bothros asper) y la planta que se conoce como lotería (Dieffenbachia).
16
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Los lugares del Cerro El Hacha donde se ha talado el bosque se han convertido en pas-
tizales y como consecuencia, durante la estación seca las nacientes dejan de fluir.
Después de un ciclo de explotación agrícola al regenerarse el bosque, su vegetación
resulta predominantemente caducifolia.
El bosque. del Cerro El Hacha, durante la estación seca, tiene una extraordinaria rique-
za de insectos que son migares del bosque cercano.
En los árboles extremadamente altos y corpulentos no se encuentran epífitas ni enreda-
deras debido a que el suelo es húmedo pero el aire es seco. En este hábitat la estación lluviosa
tiene una duración de siete meses aproximadamente.
Este bosque y el bosque virgen semicaducifolio anteriormente mencionado constituyen
los mayores refugios durante la estación seca, además de ser los corredores migratorios hacia
los bosques lluviosos del Atlántico, para muchos animales que pasan la estación seca fuera del
bosque seco.
Bosque lluvioso siempreverde de ladera volcánica: Se localiza entre 500 y 100 metros
de elevación en las laderas occidentales de los volcanes Orosí y Cacao. Es un bosque lluvioso
casi primario que contiene una gran cantidad de especies del bosque seco de la zona protectora
(pero con zonas de vida de mayores tamaños y más numerosas que en la modalidad siempre-
verde), lo mismo que muchas especies de porciones más húmedas del territorio costarricense.
Los animales de este bosque son una mezcla de las especies del Atlántico y del Pacífi-
co. Actualmente no se sabe cuales especies son migrantes y cuáles residentes.
Bosque nuboso: Se localiza después de los 1000 metros de altitud en estos volcanes.
Por lo menos durante once meses al año están cubiertos de nubes. El bosque es achaparrado,
sumamente cargado de líquenes y otras epífitas no vasculares. La humedad se condensa cons-
tantemente en pequeñas gotas, que al unirse entre sí, forman las nubes y éstas al precipitarse
originan las aguas superficiales que constituyen el punto de partida de los ríos que atraviesan
las zonas bajas.
Dado que los conos de los volcanes son muy puntiagudos, estos bosques vienen a ser
las islas más pequeñas y a menor elevación del bosque nuboso del país (este tipo de bosque
comienza a presentarse normalmente por encima de los 1800 metros de altitud). Hasta la fecha
no se ha hecho un inventario de su flora y fauna.
Bosque lluvioso del Atlántico: se localiza en los taludes orientales de los volcanes, a
una altitud aproximadamente de 600 metros, sus ladera están cubiertas por un bosque lluvioso
casi intacto, el cual se va mezclando progresivamente con el siempreverde en los declives oc-
cidentales de los conos volcánicos.
En la flora encontramos el guapinol, tempisque, ojoche, terciopelo, níspero, guaba,
higo, guanacaste, cenízaro, cedro, caoba, pochote, encino, madero negro.
La fauna es rica y variada, en ella se localiza: venado, saíno, jaguar, puma, danta, mono
cariblanco, mono colorado y guatusa.
A partir del 25 de julio de 1989, esta zona protectora, en unión con los Parques Nacio-
nales Rincón de la Vieja y Santa Rosa, conformó la Unidad de Conservación Guanacaste, con
una extensión aproximada de 75000 hectáreas.
El nombre de este macizo es el de un cacique que habitaba en sus faldas. Este nombre
se consigna por primera vez en la relación que hace Andrés de Cerecedas Tesorero y compañe-
ro de Gil González Dávila, durante el viaje verificado por éste en 1522 y 1523 al territorio de
Costa Rica, en toda la extensión del litoral del Pacífico.
El primer estudio de este volcán es del doctor Carlos Sapper, en febrero de 1899 y no
fue publicado hasta 1913, de este estudio son los siguientes párrafos:
17
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
“El monte Orosí, ascendido por mí el 1ª de febrero de 1899, tiene aproximadamente, según mis medidas
barométricas, 1600 metros de altura; el mapa le asigna 1583, y Pittier 1517 metros.
Antes de tenerse los apuntes del doctor Sapper, todo lo que se había escrito sobre este
volcán era por referencia, pues no se había verificado ningún ascenso a él antes de la efectuada
por dicho sabio alemán.
En abril de 1923 hizo una ascensión al volcán el profesor don Otoniel Vega, director de
la escuela de La Cruz, de esta ascensión publicó lo siguiente:
Desde hacía mucho tiempo venía oyendo decir que era imposible subir al Orosí y hasta en una geogra-
fía leí que “la salvaje y densa vegetación que cubre las faldas y cumbres imposibilita el ascenso”.
Conversando con don Carlos y con don Roberto Barrios me informaron que ellos habían hecho dos
tentativas de llegar a la cima y que habían fracasado porque los compañeros echaron pie atrás y porque en ple-
no mes de abril les cayó un largo y fuerte aguacero. Por otra parte, los campesinos supersticiosos me decían que
el volcán se enfurecía cuando alguien trataba de llegar a su cima y me hablaban de retumbos, temblores, etc. ...
También se escuchan muchas leyendas respecto a él. Se dice que un fraile pretendía ascender y que
entonces el coloso comenzó a retumbar y a moverse. Que el cura dijo a sus compañeros: “Este volcán debe de
tener minas de plata”, y se oyó una voz misteriosa que contestaba: “Plata no, oro si”. De allí el nombre que
lleva.
Salimos cinco con provisión para ocho días, el 17 de abril de 1923 a dormir a Orosí, hacienda de don
Luis Morice vecina al volcán, examinando el 18 por la mañana las faldas para estudiar la ruta de la ascensión,
habiendo tres posibles vías, la de Mata Redonda, que da acceso al cerro Cacao, de donde se puede pasar al
Orosí; se desecha por larga; por Llano Largo, menos empinada pero con muchos canforros y por el Pedregal,
llano que conduce a un filete que parece llegar hasta la cima, por donde se aventura la expedición, durando de
la hacienda al Pedregal dos horas a caballo, el aprovisionamiento de agua se hace en un riachuelo llamado de
Las Yegüitas, por si adelante no la encontramos como efectivamente ocurrió.
El Pedregal es un llano de muchas hectáreas de extensión, cubierto de zacatales y de miles y miles de
piedras de todas formas y tamaños. De aquí devolvemos las caballerías y continuamos a pie: la brújula nos dice
que tenemos que marchar hacia el NE; el termómetro marca 27 grados centígrados. Donde comienza la selva ya
escasean las piedras; la maleza es rara y avanzamos fácilmente abriendo un sendero con el cuchillo. Hemos
caminado una legua y ya hemos subido 500 metros, como 1000 metros del nivel del mar. Observo el termómetro
y marca 22 grados. Acampamos pues la noche se nos viene encima.
Del lugar donde pernoctamos para adelante, el terreno va en mayor desnivel; a un y otro lado se obser-
van grandes precipicios; marchamos sobre un lomo poco ancho que se estrecha en partes hasta el tanto de una
vara. Los árboles son menos altos y menos copudos; los matorrales comienzan a espesarse y a dar trabajo al que
va abriendo la ruta. De pronto nos sentimos en la cima; una espesa nube nos envuelve; el termómetro ha descen-
dido hasta 16 grados; la brújula ya no marca el NE: vamos directamente hacia el E., hacia adonde se adivina el
punto culminante; el viento sopla con gran violencia; caminamos sobre una alfombra de raíces cubierta de lí-
quen y de musgo: estas criptógamas cubren aquí a todos los pigmeos arbolitos desde las raíces hasta las últimas
ramitas. Cosa digna de notarse es que unas raíces se agarran al suelo con feroz tenacidad, mientras que otras se
entrelazan formando tupida red, oponiéndose con éxito a las embestidas del viento huracanado.
Con dificultad nos abrimos brecha por entre la vegetación exuberante; subiendo por una especie de
gradería de musgos y raíces y sosteniéndonos en los troncos de los arbolitos, llegamos a la meta. Son las diez
horas y el termómetro marca 13 grados. La cima que hemos recorrido es larga y angosta; a la derecha e iz-
quierda se abren vertiginosos abismos. Nada de cráter; suponemos que esté en las faldas y ya cubierto de vege-
tación. Los panoramas que desde las cúspides se contemplan son bellos sobre toda ponderación, aunque la nie-
bla sólo por instantes nos permitía ver a lo lejos, los paisajes que hicieron a nuestra retina dejar un recuerdo
imborrable”
Actualmente al norte del volcán está el Centro de Conservación Los Inocentes. Aquí se
brinda atención al turista, con guías especializados en la naturaleza de esta zona de transición y
se tiene disponible los resultados de la investigación realizada en la zona por varias institucio-
nes.
18
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Petroglifo Maritza,
Macizo del Orosí.
19
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Al pie del volcán del lado sur se encuentran Las Pailas y Las Hornillas que ocupan unas
60 hectáreas. Existen aquí fuentes termales, lagunas solfatáricas, soffioni u orificios por donde
se elevan chorros de vapor, y los volcancitos de lodo, en los que el barro burbujea permanen-
temente por la salida de vapores y gases sulfurosos.
El cráter activo del cual se han documentado 13 erupciones se localiza en la parte cen-
tral del grupo de 9 conos y cráteres pequeños que conforman un vértice de 7 a 8 kilómetros de
longitud. Hay un lago de agua tibia de 300 metros de ancho en este cráter.
20
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
1966:
Vecinos de Guachipelín reportan erupciones
mayores de vapor en el mes de setiembre (Mo-
nestel, 1983).1966, 19 de diciembre: Erupción
tipo freática.
Los vecinos de Curubandé escucharon fuerte
retumbo y observaron una columna negra y den-
sa de cenizas.
En los ríos Colorado y Blanco los peces murie-
ron al día siguiente de la erupción debido a los
sedimentos en suspensión y a los cambios quími-
cos en las aguas, producto de la ceniza deposita-
da en la parte alta de estos drenajes. Interesados
ascendieron a la cima y comprobaron la erup-
ción.
Cerca del cráter encontraron una capa de ceniza
de 40 cm de espesor. La vegetación estaba des-
truida hasta aproximadamente 2 Km. alrededor
del cráter. Se observaron bloques y bombas.
Debido a esta fuerte actividad los habitantes de
Dos Ríos de Upala y Mayorga optaron por eva-
cuar.(Monestel, 1983).
Foto: Óscar Li.
Erupción de piroclastos y de gases.
A continuación se presentan observaciones de las primeras expediciones documentadas
al Rincón de la Vieja:
...El Rincón es una montaña prolongada que aumenta su altura hacia el noroeste en parte desnuda; el
cráter se encuentra en esta última. La parte pelada está cortada por numerosos y cortados precipicios en donde
las aguas forman muchas veces hermosas cataratas hasta de 200 pies de altura. Al S está el Rincón circulado por
un cinturón de tufa, piedra pómez y en cuya prolongación al W se encuentran las crestas peladas y perpendicula-
res de los cerros San Vicente y Góngora. (von Seebach, 1865).
La parte del E. es montañosa mientras que los cerros de la dirección contraria son escarpados y desnu-
dos. En ellos se divisa uno que otro arbusto y numerosas piedras y cascajos. El mismo aspecto tiene hasta la
cumbre. Las faldas están llenas de lomas desnudas y separadas entre sí por profundos surcos de erupción. Al pie
de esos cerros existe una hornilla aislada con agua hirviendo, lodosa y en su proximidad pasa una pequeña que-
brada que se dirige al río Blanco. (Tristán y Calvet 1903.)
“Desde que estuve por primera vez en la hacienda Guachipelín y recorrí las faldas donde nacen los
cuatro principales ríos del cantón de Liberia, pude apreciar las muchas manifestaciones con que el Rincón de la
Vieja exhibe su vida tranquila y llegué a sospechar la existencia de uno o varios cráteres por donde respira có-
modamente, sin causar sobresaltos a los habitantes de sus alrededores. Las hornillas y las pailas, grandes solfa-
taras que constantemente están en ebullición, han sido siempre muy visitadas aunque nunca estudiadas, científi-
camente, y por eso tampoco ha habido en tantos años, persona que se interesara en averiguar la existencia del
cráter. (Edgardo Baltodano 1920).
Los señores don Fidel Tristán, y don Álvaro y don Ricardo Fernández Peralta, obtuvie-
ron importantes apuntes en su viaje de 1922, de los cuales a continuación señalamos:
21
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
El volcán está situado a 35 kilómetros al Noroeste de Liberia y tiene una altura en su parte superior de
1900 metros sobre el nivel del mar. La historia no tiene noticias ciertas de sus erupciones; pero las señales son
de que ha hecho más de alguna fuera de haber vivido siempre en la más constante actividad hasta el punto de
considerarse el más activo de Costa Rica.
En la cima tiene varios cráteres apagados y uno activo. Al pie de esos cráteres hay una laguna de cien
metros de largo por cuarenta de ancho, cuyas aguas son perfectamente puras. Dos de los cráteres son de figura
cónica: son tres. El que está en actividad es de forma circular, un poco elíptico con un diámetro de 500 metros y
una profundidad de cien. Las paredes son cortadas verticalmente. En el fondo tiene una perforación en forma de
embudo, que es de donde sale el humo con una violencia tremenda. Este embudo tiene en su borde superior unos
veinte metros de diámetro y en el fondo unos ocho. La cantidad de humo que arroja el volcán por ese hueco son
– como decimos – enormes, con una temperatura no menor de 250 grados, llevando una fuerza tal, que se puede
elevar a 300 metros.
En todo el rededor del cráter se encuentran vestigios frecuentes de piedras que arroja en su erupción a
tan gran altura, que al caer hacen en la tierra el efecto de una dinamita, sin dejar mas señales que el hueco.
La vegetación no existe en las cercanías del cráter (páramos) y por toda la cima no hay más que señales
inequívocas de antiguas y formidables erupciones y rastros de las que constantemente hace en la actualidad,
aunque no de gran intensidad.
La laguna a que ya hemos hecho referencia, forma en medio de dos cráteres apagados un óvalo irregu-
lar con las dimensiones apuntadas, contribuyendo a la belleza del paisaje”.
La creencia general sobre el origen del nombre de este volcán lo atribuye a la fantasía. Entre los indios
existía la suposición de que las cimas de los volcanes están habitadas por seres fantásticos, especialmente viejas
brujas. Esa creencia pasó a los conquistadores sencillos y se ha ido transmitiendo hasta nuestros días, nada
extraño pues es que se supusiera que el Rincón de la Vieja estuviera habitado por esos seres, más por ser el úni-
co en actividad que de aquellos fuese conocido desde hace mucho tiempo, y cuya cima se la haya considerado
como la guarida de alguna vieja bruja.
Por otra parte, este macizo que es el que ambientaliza a Liberia, nos presenta una enor-
me riqueza en recursos naturales que garantizarán a las nuevas poblaciones bienestar sin pa-
rangón, así por ejemplo si hablamos del bosque, éste presenta características del bosque muy
húmedo tropical, transición a premontano de acuerdo con el mapa de zonas de vida del Dr.
Tossi.
Entre las características más importantes de esta zona de vida anota el autor las siguien-
tes:
Se ubica en la parte noreste de la provincia de Guanacaste, ocupando las tierras más bajas de los desfi-
laderos entre volcanes.
22
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
El promedio de biotemperatura anual se estima entre los 21° y 24° C. colocando la zona en una posición
transición fría.
Según Tossi: En la zona tropical del mundo ningún otro bioclima es igual a este en
cuanto a exuberancia y productividad de sus bosques naturales.
Fotos Cortesía de Óscar Alvarado, Las Bromelias. Laguna, Volcán Rincón de la Vieja.
Jaguar: Zahíno
23
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
II : Orígenes:
Etnografía aborigen:
Históricamente la antigua población del cantón de Liberia tuvo influencia mesoameri-
cana en el sector del Pacífico, e influencia sudamericana en el lado de la subvertiente Atlántica.
“La periodización establecida por Baudez y Coe ha puesto de relieve que el noroeste de Costa Rica, a
partir del Período Bicromo en zonas (300 a. de C.-300 d. de C.) hasta el Período Policromo Tardío (1200 d. de
C. hasta el contacto con los europeos) se caracteriza fundamentalmente por un sincretismo en el que se reúnen
rasgos de diversas procedencias sin que haya, al parecer, un criterio de selección. La arqueología revela una
fuerte persistencia de arcaísmos junto con innovaciones venidas de fuera que eran aceptadas y recreadas de
acuerdo con los estilos locales. Hay que señalar que no se eliminaron del todo los contactos con las tradiciones
sudamericanas. Algunos tipos ceramios pueden atestiguarlo, así como el uso de las balsas en vez de canoas, las
casas construidas en los árboles, el consumo de la coca y el comercio de artículos extranjeros allí encontrados.
Lange encontró que las filiaciones caribes no cesaron nunca. Tobías Alberto Meza Ocampo
De acuerdo con la difícil explicación técnica del desarrollo de la dinámica de los cen-
tros de origen de las especies vegetales y animales, resulta asimismo también cuestionable has-
ta el presente, definir el origen del hombre americano.
Los cultivos índice en las regiones de más densa población precolombina son los que se
localizan al sureste y suroeste. de Norteamérica; la del noroeste de México, luego la Mesoame-
ricana; la región Andina, la de Venezuela-Antillas, enseguida la Amazónica y la de Paraguay-
Bolivia; sobresaliendo de entre ellos el maíz, la yuca, el frijol, el cacao y la papa.
Lo más probable es que sean México y Perú, las regiones americanas de mayor desarro-
llo agropecuario a la llegada de los hombres blancos; pero en todas las poblaciones indígenas
se conocía y utilizaba universalmente el maíz, y es sobre dicho producto que primero ponen
atención los hispanos también aquí, llegando a disputárselo a los nativos en sus grandes crisis
de subsistencia.
Desde un principio es el maíz el grano americano indiscutido y el favorito de todos los
pueblos en las tierras recién descubiertas.
Obviamente son muchas las plantas productoras de granos, de rizomas y bulbos, que
junto con raíces y frutos silvestres, completan la dieta general de los indios americanos, así
como es muy grande la cantidad de otras plantas que conocen y utilizan pero que es más que
dudoso que se crea que las llegan a cultivar. Las utilizan silvestres, como el teocinte, cacao,
algodón, maní, yuca amarga y dulce, nísperos (zapote), fruta de pan, aguacate, pejibaye, tomate
silvestre y de palo, chayote, ayote, achiote, piña dulce, piñuelas, tunas, pitahayas, tiquisque,
camote, ñame, etc. Son las vegas de los ríos y los sitios abiertos, tanto en los litorales como en
la montaña, donde se ejecuta el cultivo al espeque, con la aplicación del fuego.
Una vez terminadas las posibilidades de alimentarse, abandonaban los sitios donde fun-
daban sus rancherías, para establecerse en otras zonas, sin embargo alrededor de los ranchos
pajizos, pudo desarrollarse una agricultura incipiente atacada de continuo por langostas, hor-
migas, gusanos, polillas, monos y pájaros, que hacían se ocuparan mujeres y niños de la siem-
bra y cuido de las milpas.
Los implementos agrícolas eran la púa, la pala de nacarones y el garabato. Se melga la
tierra humedecida por la lluvia o por el agua de riego y a golpe se planta la semilla. Un rancho
cobertizo aloja a los cuidanderos de los ataques de monos o de pájaros, tal y como se hace hoy
en día en las siembras de montaña, pero con sólo esas herramientas.
Alarmados se muestran los vecinos cuando gentes extrañas venidas de remotas latitudes
les roban las cosechas y se disponen a defenderlas.
24
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Era esta una agricultura muy rudimentaria, si se la compara con la de los nativos de
otras latitudes y con otra dimensión de población que alimentar, pero una agricultura rudimen-
taria, la pesca y caza libres, así como el aprovechamiento de ciertos insectos y animales, sapos,
ranas y serpientes; la miel de los panales de avispas y jicotes, son el medio de vida de los indi-
os. El trenzado de bejucos para hacer cuerdas, una hiladura deficiente de algodón, la fabrica-
ción de arcos y flechas de maderas flexibles y duras como el pejibaye y la construcción de ran-
chos, ya que las gentes nativas son descendientes de pueblos que emigraron tanto del norte
como del sur, trayendo consigo estos artefactos.
Son entonces núcleos mexicanos y chibchas los que se asientan en el litoral Pacífico,
representados por los indios chorotegas o mangues, cotos y borukas respectivamente, los más
adelantados de entre los varios grupos. Los del litoral Atlántico vinieron de los caribes.
La decidida influencia de los núcleos raciales mexicanos, caribes y chibchas, hasta don-
de ha sido posible determinarlo, fija el carácter de las gentes que encontraron los primeros his-
panos llegados a nuestra tierra, tribus que con el correr de los tiempos se van adentrando en el
territorio, hasta alcanzarse a sí mismos en varios pueblos étnicamente diferentes, pero que en
realidad son los herederos directos de aquellos, sin orden ni sucesión de precedencia lógico en
muchos casos. Huyendo de enemigos, pestes, y hambres emigran de un punto a otro; se asien-
tan hoy por aquí, y mañana abandonan sus lares.
Por ello, la técnica y las artes originales se van perdiendo a través de los tiempos y es
así también como pierden contacto con otros de sus congéneres y se olvidan de sus oficios y
tradiciones, terminando finalmente por no saber explicar por ejemplo de donde proceden las
bellas cerámicas policromas que tanto nos admiran hoy.
Situaciones que no hacen mas que confirmar el mayor estado de adelanto de las tribus
mas sedentarias enclavadas en el litoral Pacífico, y por ende con un mayor desarrollo agrícola,
social y político.
Por estas razones no es de extrañar entonces que los indígenas “nicoyas” cultivasen
mejor y conocieran como aprovecharse de plantas útiles como la pita y la cabuya, lo mismo
que se ocuparan de la recolección de la zarza parrilla (Smilax sp.), de la miel y cera de jicotes,
que utilizaran el achiote (Bixa orellana) tanto para adornarse el cuerpo, como para teñir las
fibras de la hiladura de algodón, pitas, y cabuyas, e hicieron uso de secreciones de caracoles
(múrice) o de mangles (Rhizophora sp) con el mismo fin, o bien las pintaran con tierras de co-
lores (arcillas) revueltas con achiote y grasa animal.
Con las fibras de la pita, cabuya o algodón amarraban también las hojas de tabaco que
fumaban en forma de puros (cigarros), utilizando también al objeto hojas secas de Reina de la
noche (Datura sp.), tabacón (Anthurium sp.), chayote (Sechium edulis), y mariguana (Cannabis
sativa).
Los metates primero, las piedras rústicas después, para moler el maíz, y prepararlo para
fabricar la chicha, o para hacer tortillas y tamales, fueron llevados por estos pueblos seminó-
madas de un lugar a otro del país; pues no de otro modo puede explicarse la tan confusa posi-
ción de tales artefactos en las varias zonas agroclimáticas ocupadas por los antiguos nativos, si
se intenta un reconocimiento toponímico o etnológico de ellos. De igual modo puede expli-
carse la presencia de la policromada cerámica nicoya en poder de tribus ajenas a ellos, con las
cada vez más abundantes formas rústicas (sin labrar o pulir), hasta llegar a perderse totalmente
las primeras.
Así pues en un orden de sucesión, las formas más perfectas de las tallas en piedra y de
la cerámica nítidamente labradas, vienen a representar las piezas originales, traídas por los pri-
meros pueblos que emigraron tanto del norte como del sur, para quedar desparramados en mu-
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
chos lugares del territorio, sin orden ni sucesión lógicas, cuando se trata de explicar su presen-
cia en poder de pueblos o tribus más atrasadas (a partir de la llegada del hombre blanco), pre-
valeciendo entre ellas eso sí las formas de cerámica de menor acabado, porque habían desapa-
recido los elementos humanos que hicieran las primeras, sin dejar siquiera huella de los secre-
tos de sus refinamientos, así como de las tallas en piedra, ya que nunca ha sido dable explicarse
la forma de ejecutarlas sin herramientas apropiadas, pues probado está que nuestros indígenas
no conocieron el uso del hierro antes de la llegada de los españoles.
Pero lo que sí llama poderosamente la atención son las notables analogías entre la topo-
nimia indígena de Costa Rica con la de muchos pueblos del noroeste de México; así como las
lexicográficas; de usos y costumbres. Al parecer son pueblos muy dispares en sus tradiciones
religiosas, artes y ciencias, porque la agricultura y ganadería, la pesca y la caza fueron entre los
primitivos habitantes algo más que rudimentarios.
De lo que se conoce, el origen más seguro de nuestros indígenas se encuentra en tribus
de la familia Tupi-guaraní (Brasil, Antillas Menores y Venezuela) y de los chibchas (Colom-
bia) que se extendieron por la costa del Atlántico, penetrando al interior de Centro América,
alcanzando algunos hasta la costa del Pacífico.
A esta primera y probable incursión humana sigue una segunda formada por tribus
mexicanas, que alcanzan bien hasta el sur del territorio de Talamanca, siguiendo para recono-
cerlos la influencia etnológica, toponímica e idiomática, puesto que los caracteres petroglíficos
hallados son típicamente mexicanos (Nahuas, Toltecas, Chichimecas, Tarascos, Cahítas, etc.).
Nicaragua y Nicoya estaban poblados de “chontales” (chontal: extranjero en azteca), se-
gún Fernández de Oviedo en 1529, en su carta al Virrey de México.
Eran los chorotegas o mangues los primitivos habitantes de Nicaragua, pues bien lo
estableció Oviedo (1529) al manifestar: “los indios de la lengua de Chorotega, son los señores antiguos e
gente natural de aquellas partes... Los de Nicaragua (Nahuas) son gente venediza... ”, con lo que se estable-
ce capital diferencia étnica y lexicográfica entre los chorotegas y los indios nicaraguas (nica-
raos) de origen nahua, que juntos vivían también en Guanacaste.
Los primitivos chorotegas eran caníbales y tenían sus templos, ritos y costumbres ente-
ramente diferenciados de los indios de Nicaragua (nahuas), con quienes convivían pero no se
entendían entre ellos y guerreaban continuamente.
En poder de los indios de Nicaragua (Nicaraos) “están los heredamientos de los árboles de
cacao, En poder de los chorotegas están todos los árboles de los nísperos que en aquella lengua se llaman Nu-
mozapot...”. Los indios de Nicoya y Orosí eran de la lengua de los chorotegas.
Desde el año de 1531 ya se señalan por el Lic. Castañeda al Rey el nombre de los indi-
os chorotegas bajo las denominaciones de “Horotega” y de “Aratega”.
En muchos aspectos geográficos, topográficos, etnográficos, toponímicos, religiosos, y
de usos como el vestido, se encuentra fuerte similitud entre los chorotegas y los indios del Gol-
fo de California, por lo cual es natural esperar que tal coincidencia no haya sido un mero hecho
circunstancial, sino que se trata más bien de una réplica del asentamiento de pueblos aztecas en
el territorio peninsular de Nicoya.
Unos cuatro siglos después del descubrimiento de Costa Rica, (hacia el inicio del siglo
XX), las tribus existentes en el territorio nacional eran: Talamancas (al sudeste del país), Té-
rrabas y Borucas o Bruncas (en la vertiente del Pacífico), Tucurriques y Orosíes (en la provin-
cia de Cartago); Guatusos (hacia el noroeste: del país), y finalmente los Nicoyas (en la provin-
cia de Guanacaste). Estos grupos sus propios idiomas y dialectos. En general entre sí tienen
hoy los mismos usos y costumbres cultivan maíz, frijoles, cacao, algodón, pejiballes, zapotes,
anonas, nísperos, naranjos, y algunos prefieren los quelites, ayotes, zapallos, y chayotes entre
26
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
las legumbres, yuca, plátanos, guineos, bananos, caña de azúcar; cerdos, caballos, vacas y ga-
llinas. La caza y la pesca eran su entretención favorita. Sus instrumentos musicales el tambor y
los pitos de hueso o de barro.
Una de las principales industrias de los indios era el hilado del algodón, del que tejían
hermosas telas muy bien labradas y teñidas de diversos colores. Asimismo hacían utensilios
caseros de arcilla y labraban piedras para moler el maíz, armas que consistían en arcos, flechas,
dardos de palmeras, hachas, lanzas, y mazas de piedra; joyas de oro fundido con liga de cobre
y vaciadas en moldes de barro; hamacas y redes de cabuya y pita.
Además de su alfarería ordinaria, los chorotegas tenían una cerámica de arte, de la cual
se han encontrado lindos vasos adornados con pinturas y relieves verdaderamente artísticos.
Muchos objetos de oro y de piedra tallada se distinguen igualmente por la maestría de
la ejecución. Las pinturas y esculturas de los indios representan figuras geométricas, hombres y
animales. No sabían trabajar las minas y el oro lo sacaban de los ríos.
Entre los géneros de comercio más valiosos se contaban los esclavos, las joyas de oro,
las telas labradas, el cacao y las chaquiras o canutillos de concha perforada para hacer collares.
Los nahoas trajeron de Méjico la semilla de cacao y tenían el monopolio de su cultivo, así co-
mo los chorotegas el de los nísperos. En estos dos pueblos las almendras de cacao servían de
moneda. Los chorotegas vendían a los huetares objetos de alfarería, mantas de algodón y maíz,
lo que prueba que este grano escaseaba en la meseta central.
Los diferentes pueblos vivían en constantes guerras. El principal objeto de estas guerras
era la captura de prisioneros para reducirlos a la esclavitud y sacrificarlos en sus ceremonias
religiosas y a la muerte de sus amos. Su táctica consistía en emboscadas, sorpresas y ardides.
El indio, aunque muy sumiso a la autoridad de sus padres y superiores, amaba entraña-
blemente la vida libre de las selvas.
La astucia, el disimulo, la desconfianza eran rasgos salientes de su carácter. Cruel e im-
placable con el adversario, su resignación era estoica en la desgracia.
El sentimiento de la propiedad tenía en él muy poco arraigo y entre los individuos de
una misma familia o tribu reinaba un comunismo fraternal.
La raza indígena como tal ha desaparecido casi del todo.
II La Colonia:
Que el siglo XVI es el siglo de oro de España, es la verdad, pero no es toda la verdad. El XVI es de oro no sólo
para España sino para Inglaterra, para Francia. Es el siglo de Cervantes, de Shakespeare, de Rabelais. Las
letras no tuvieron antes, en los tres reinos, esplendor parecido. Ni tampoco los reyes: Carlos V y Felipe II, Isabel
de Inglaterra, Francisco I, son en sus cortes, reyes de oro, conque la historia se viste de nuevo. Pero en el fondo
hay algo más. Con el descubrimiento de América la vida toma una nueva dimensión: se pasa de la geometría
plana a la geometría del espacio. De 1503 hacia atrás, los hombres se mueven en pequeños solares, están en un
corral, navegan en lagos. De 1500 hacia adelante surgen continentes y mares océanos. Es como el paso del
tercero al cuarto día, en el primer capítulo del Génesis.
Germán Arciniegas, Biografía del Caribe.
El Partido de Nicoya.
En el año de 1519 fue descubierto el Golfo de Nicoya por Hernán Ponce de León y el
piloto Juan de Castañeda, ambos tenientes de Pedrarias Dávila, gobernador de Castilla de Oro.
Tres años después, en 1522, Gil González Dávila exploró las costas del golfo y la pe-
nínsula de Nicoya, al mando de una expedición de cien hombres, siendo ésta la primera con-
quista española en la actual Centroamérica.
Mapa de Fernández de
Oviedo
Año de 1529
Fue entonces cuando el poderoso cacique de Nicoya llamado Nambí y del cual depen-
dían los de Diriá, Zapandí, Cangén, Paro, Pococí, Orotina y Chorotega, dio la obediencia al rey
de España y fue bautizado con seis mil de sus súbditos.
Después de la conquista de Nicaragua por el teniente de Pedrarias, Francisco Hernán-
dez de Córdoba, en 1524, los indios de Nicoya fueron repartidos en encomiendas entre los
principales conquistadores.
Más tarde y para librar a los indios de los malos tratamientos de que eran víctimas, Ni-
coya fue erigida en corregimiento, esto es, tributaria del rey. La audiencia de Guatemala nom-
braba los corregidores, y estos eran independientes de los gobernadores de provincia.
Desde el descubrimiento, la provincia de Nicoya estuvo bajo la jurisdicción de la Au-
diencia de Santo Domingo, en la isla Española (Haití), creada el 6 de octubre de 1511. Más
tarde, el 30 de febrero de 1535, fue creada la Audiencia de Panamá, a cuya jurisdicción quedó
sometida Nicoya, por Real Cédula del 23 de mayo de 1539.
28
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
desde luego independiente de la gobernación de Nicaragua. De tal modo era así, que en 1593
fue nombrado don Fernando de la Cueva gobernador de Costa Rica y alcalde mayor de Nicoya.
El mismo rey en 1647, consultó a la audiencia de Guatemala sobre la conveniencia de
suprimir el alcalde mayor de Nicoya y facultar al gobernador de Costa Rica para que nombrase
un teniente en aquel lugar. Quedaba así agregada dicha Alcaldía Mayor a Costa Rica.
El Poblado del Guanacaste:
Pocos y aislados poblados existían en la Alcaldía de Nicoya antes de que se formara el
pueblo de Guanacaste, hoy Liberia.
Existen varias causas que se deducen de los documentos analizados sobre el asunto de
la formación del Poblado de Guanacaste:
La amenaza a que se vio expuesta la ciudad de Granada, por los ataques que hacían los
piratas y el hecho de que esta población se encontrara próxima a la costa del Lago de Nicara-
gua, la dejaba accesible a las depredaciones de la piratería.
Además se originaron movimientos sísmicos que entorpecieron la navegación en el río
San Juan y la suerte económica de dicha ciudad dependía en mucho de la actividad comercial,
desarrollada con base en la ruta naviera que aprovechaba el lago y el río San Juan, conectando
con el Océano Atlántico.
Así decayó la importancia de la población de Granada.
Para evitar el peligro a que estaban expuestos sus pobladores, gran parte de su pobla-
ción comenzó a emigrar, se desplazó hacia la parte ístmica de Nicaragua comprendida entre la
costa del Lago y la del Pacífico, donde, atraídos por las buenas tierras para desarrollar activi-
dades agrícolas y ganaderas, comenzó a formarse el poblado de Rivas.
Ésta fue elevada a título de Villa en 1720; la petición para tal efecto fue hecha por los
vecinos del poblado dirigidos por el maestre Francisco Rodríguez de Rivas.
Muchos vecinos de Rivas (entonces Villa de Nicaragua) poseían haciendas en el Corre-
gimiento de Guanacaste y permanecían en Rivas para estar cerca de sus fincas situadas entre el
curso del río Tempisque y la Sabanilla en el límite con Nicaragua.
Este Corregimiento fue establecido con carácter autónomo por el Rey de España; se
deduce así, porque el Corregidor en propiedad sólo podía nombrarlo el propio Rey.
Además, la extensión territorial entre Rivas y Nicoya carecía de poblaciones, lo que
dificultaba la travesía de los viajantes que, expuestos a la intemperie, se veían obligados a per-
noctar en alguna de las casas de las haciendas que ya se habían formado, dedicadas especial-
mente a la actividad ganadera. Los viajes se hacían en la estación seca preferentemente ya que
con las lluvias los caminos se descomponían y transitarlos era muy dificultoso.
El único núcleo social existente era la población indígena de Bagaces, que tuvo sus
orígenes en la época precolombina, y sucedió que después de 1561, cuando comenzó a intensi-
ficarse la colonia en el Valle Central de la Provincia de Cosa Rica, este poblado tuvo más acti-
vidad porque se encontraba situada en el camino entre Nicaragua y el valle intermontano, pero
los pasajeros comenzaron a darles maltrato en el sentido que se les atendía y no daban el pago
correspondiente al beneficio recibido por lo que los habitantes de Bagaces abandonaron el si-
tio.
Considerándose explotados, estos pobladores comenzaron a abandonar la ciudad; hacia
el año 1574 casi se había extinguido la población, y así el llamado Llano de Bagaces, com-
prendido entre el río El Salto, confines de Nicoya, hasta Chomes, carecía de poblado y de igle-
sia.
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Se ignora cuando fue que los hacendados del norte del Partido iniciaron la construcción
de las casas en el sitio escogido para establecer el centro urbano, pero deduciendo de fuentes
orales, se sabe que las casas tenían relación con las haciendas, y así eran llamadas por el nom-
bre de la hacienda correspondiente, así como también la vida de la población estaba condicio-
nada al aporte humano que daban las haciendas. Por lo tanto, el pueblo de Liberia no es sino
hasta el siglo XVIII que empieza a tener importancia como centro político y administrativo,
iniciando entonces una nueva fase de desenvolvimiento.
Se sabe de la situación de cinco casas: Casa de la hacienda Bejuco, ubicada en el hoy
Hotel Rivas. Casa del Real, ubicada frente a la esquina sudoeste del Parque Central, Casa del
Asientillo, Casa de San Jerónimo y Casa del Naranjo. Parece que entrado el siglo XIX el nom-
bre de las casas fue desapareciendo, es decir, perdiendo interés hasta ser olvidado por completo
entre los moradores de la comunidad.
Mapa de las Haciendas.1850 – 1900. (W. Sequeira).
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
El hombre afroamericano:
La primera oleada de inmigración de este grupo étnico ocurrió cuando en el tráfico esclavo colonial se
le trajo al país para el servicio urbano y rural, sin libertad ni comprensión, como que no era más que otra mer-
cadería de comercio. Paulatinamente fue realizándose su liberación, de modo que la ley que los emancipó, a
principios de la Independencia, fue de poco impacto social, por haber decaído el número de los siervos y el co-
mercio esclavo africano. Sin embargo, este grupo fue lo suficientemente importante, como para dejar la huella
de su cultura y su sangre, en regiones como la del Pacífico Norte.
Carlos Meléndez Chaverri, El Negro en Costa Rica.
Vivimos una época de gran sensibilidad y de reivindicaciones de toda índole, en donde
la explotación del hombre por el hombre es causa de total repulsa por parte de los sectores pro-
gresistas o de mayor sensibilidad social, de manera que al enfocar cuestiones ligadas a la es-
clavitud de pueblos y sociedades en el pasado, surge en nosotros una actitud de cierta indigna-
ción ante tales hechos, pues no acabamos por explicárnoslos.
La renovación que experimentó el mundo en su tránsito de la Edad Media a los Tiem-
pos modernos, se explica como resultado, en buena parte, del mejor y más amplio conocimien-
to del mundo que adquirieron los hombres de occidente. Al acercarse el hombre europeo al
África durante el siglo XV, así como a finales de la misma centuria lo hará con América, actuó
creído de su superioridad, lo que fácilmente le llevó, entre otras cosas, a desarrollar la repro-
chable práctica del comercio esclavo.
Las víctimas fueron sobre todo negros e indios americanos, aunque en mayor grado los
primeros. El sistema de servidumbre y esclavitud es muy antiguo y arranca de períodos muy
primitivos de la historia humana. Aristóteles en su Política considera que las diferencias que
existen entre los hombres en cuanto a uso de razón dan base a que se llegue a considerar a esta
institución como natural.
Estas concepciones sobrevivieron durante largo tiempo en la historia de los pueblos,
aunque sin duda evolucionan paulatinamente. El cristianismo si bien trae principios fundamen-
tales de libertad, adopta una actitud de tolerancia al sistema de esclavitud. En efecto, parte del
principio de que el hombre en su estado de inocencia nacería libre, pero en la caída en el peca-
do se hizo posible la esclavitud.
“Sin embargo, la igualdad y la libertad de origen son en cierto modo indestructibles e inalienables; aún
en la condición del mundo presente, si el cuerpo puede estar en sujeción, la mente y el alma son libres. El esclavo
es capaz de razón y virtud; hasta puede ser superior al hombre a quien sirve”
La entrada de los esclavos negros africanos al continente americano estuvo condiciona-
da por la idea de proteger al indio, sustituyéndolo en consecuencia en las duras faenas para las
cuales el poblador americano mostraba hallarse en franca desventaja.
Obedecía además a la circunstancia del decreciente número de indígenas, como resulta-
do de los contactos con el pueblo conquistador, las pestes y enfermedades que los diezmaron, y
los abusos a que fueron muchas veces sometidos los naturales.
España tuvo sin embargo un papel en cierto modo periférico, en el comercio y la orga-
nización del sistema comercial del esclavo procedente del África. Ni adoptó como política es-
tatal su explotación, ni tampoco los españoles en general tuvieron que ver con su comercio. Y
aunque en un principio mantuvo una política restrictiva a su comercio, más tarde, a través en
especial de los asientos (1595), empezó a fortalecer la extensión del sistema de la esclavitud en
sus colonias americanas.
La explotación directa desde el África la controlaron en un principio los portugueses,
quienes a partir de 1542 comenzaron por llevarlos a Europa y en 1548 establecieron la primera
“factoría” con el propósito de fortalecer este nuevo comercio”. Con esto no se quiere afirmar
34
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
que fueron los portugueses quienes establecieron la esclavitud en África. La esclavitud ya exis-
tía en numerosas sociedades africanas, desde muchísimo antes de la llegada de los europeos,
sobre todo en las sociedades más jerarquizadas del continente negro.
Los portugueses fueron paulatinamente suplantados, a lo largo del siglo XVII, en su
monopolio del comercio esclavo, por las compañías inglesas, holandesas, francesas, etc., que a
través de sus “establecimientos” en las costas africanas, defendían sus privilegios adquiridos.
Al comenzar el siglo XVIII los ingleses ejercieron el mayor control hasta 1789, año en que se
concedió la libertad de trata de negros, medida que en cierto modo significó más bien poco,
pues desde mucho antes venía realizándose en la forma de comercio ilegal.
En setiembre de 1817 los reyes de España e Inglaterra firmaron el tratado de abolición
del tráfico negro. Con ello viene además un período de corrientes abolicionistas, estimuladas
entre otras razones por las necesidades del desarrollo industrial. De este modo se explican en el
siglo XIX los paulatinos procesos de liberación de esclavos. La América central lo hace en
1823. En Jamaica empezó en 1831 el movimiento en favor de la libertad, que fue salvajemente
reprimido, quemándose incluso las iglesias metodistas y bautistas que apadrinaban la idea.
Todos estos movimientos fueron prácticamente los que generaron la preparación del Acta de
Emancipación, que finalmente se convirtió en ley en 1833.
Desde mucho antes se hablaba ya de la idea de suprimir la esclavitud. En los movimien-
tos precursores centroamericanos, ya se habla de esta idea; en las disposiciones de la Junta de
Gobierno Provisional de El Salvador, de 1822, se acuerda abolir la esclavitud. Más tarde y a
moción de los diputados guatemaltecos José Francisco Barrundia y Mariano Gálvez, la Asam-
blea Federal atendió la solicitud para que:
“los hijos de los esclavos que en adelante nacieren en Centro América, sean libres y ciudadanos; y que
los esclavos actuales puedan libertarse por la mitad de su precio”
Ahora bien en nuestra región este decreto no tuvo mayor efecto pues de hecho casi no
existían esclavos (En Nicoya se liberaron cuatros esclavos).
La determinación de los orígenes tribales de muchos de los inmigrantes negros es posi-
ble gracias a la modalidad incorporada en las escrituras públicas coloniales de señalar dichos
orígenes. Ello obedece a menudo a que la procedencia jugaba un papel bastante determinante
por motivo de que el valor de los esclavos quedaba condicionado por ello.
En efecto, de acuerdo con la valoración que se hacía en los mercados, había de acuerdo
con la procedencia, un tipo de esclavos cuya inversión era más justificable que sobre otros.
Los esclavos provenían mas frecuentemente de las regiones de mayor densidad de po-
blación en el África ecuatorial y en especial en el occidente. Hacia el interior, en las regiones
de bosques y sabanas pobres, la trata se extendió, mediante la formación de verdaderos cami-
nos de los esclavos, que terminaban en las costas occidentales, en las factorías de los europeos.
Algunos reinos llegaron a fortalecerse con la trata, por ejemplo Dahomey y Ashanti,
beneficiados en lo económico por tal comercio esclavo y por el armamento europeo. Los gran-
des reinos de épocas anteriores como Benin y el Congo, fueron por lo contrario los más afecta-
dos, por cuanto por el armamento pudieron afirmar su independencia local los pequeños feudos
costaneros, que fueron alentados a ello por los europeos.
Los primeros negros esclavos vinieron con los conquistadores. De manera que aunque
sabemos de la presencia de tales esclavos, nos es prácticamente desconocida la procedencia
continental africana, por no estar registrada en la documentación que conocemos.
Para el siglo XVII la documentación empieza a ser más abundante y hay en consecuen-
cia mayor facilidad para su determinación. Predominan en esta época los grupos congos y an-
golas, gentes que gozaban de mayor aceptación en el comercio por ser considerados como ro-
35
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
bustos, buenos trabajadores y de trato afable. Tanto congos como angolas son del grupo Bantú,
procedentes de la cuenca del río Congo.
Nómina ordenada de grupos tribales:
Anna o Ana Cabo Verde Chala Mandinga
Ango Cancán Corobici Mina
Angola Caravalli Fulupo Popo
Arara Congo Guinea Pura
El predominio del grupo bantú durante la colonia, es también general para América.
Los Congos por ejemplo eran muy apetecidos por considerárselos dóciles y alegres, de despe-
jada inteligencia, industriosos, buenos no solo para el servicio del campo, sino para los oficios,
lo mismo que los angolas. En cambio los de Mina y de Cabo Verde se consideraban indesea-
bles, orgullosos, rebeldes en la enseñanza de la doctrina católica, pillos y revoltosos.
Los de Guinea eran también muy estimados por los españoles igual que los sudaneses,
no así los mandingo que aunque mansos eran propensos al latrocinio.
Estas generalizaciones que en algunos casos no resultaban ciertas, ejercían un factor
importante en el comercio esclavo y fueron tomados en cuenta por compradores y vendedores.
En el momento mismo del descubrimiento y la conquista de nuestro país, el comercio
esclavo se hallaba ya en proceso, de modo que el negro acompañó paso a paso a los españoles
en los procesos mismos del sometimiento del indígena, del descubrimiento de los territorios y
del asentamiento de las primeras poblaciones, algunos acompañaron a Gil González en 1522-
23 en su recorrido por las costas pacíficas de Costa Rica y Nicaragua.
Un grupo de esclavos negros, numéricamente de alguna significación debió entrar a
Costa Rica a finales del siglo XVI y principios de la siguiente centuria. Según el obispo Thiel
ya por 1611 había en Cartago entre negros, mulatos y mestizos, 70 personas, en Esparza de la
misma condición 30 y en Nicoya 200, esto a pesar de no haber habido minas aquí que propicia-
ran suficientes incentivos para traerlos.
Como el negro cruzado con el indígena, de acuerdo con la clasificación colonial daba
origen al zambo, algunas personas haciendo una confusión inexplicable, han expresado que el
guanacasteco desciende de los zambos mosquitos. Estro muestra en cierta forma un grado de
ignorancia acerca de nuestra historia, bastante grande. El zambo del pacífico Norte de la actual
Costa Rica es más bien el llamado “cholo” guanacasteco en el que subsisten numerosos rasgos
negroides, por caso el labio grueso, la nariz chata o el cabello más bien pasuso.
Si bien la sociedad española trató de afirmarse sobre un sistema de castas, y marcar con
una terminología sociorracial a las gentes, pudo más la fuerza de la atracción sexual o el anhelo
de la aventura con lo prohibido, para dar origen a nuevas mezclas y relaciones étnicas. No se
puede negar tampoco que las tensiones interétnicas fueron siendo cada vez menores conforme
avanzó el siglo XVIII, por la misma integración de nuestra sociedad, llegando muchos rápida-
mente a evolucionar primero en las escalas económicas y luego en las sociales.
Como herencia y testimonio indubitable de su paso el negro nos dejó en primer lugar la
sangre y en general la herencia en el cholo del Pacífico Norte.
El día que se realicen estudios más profundos sobre la música y los instrumentos musi-
cales tradicionales, quedará aún más clara la huella africana en todos ellos.
La marimba tan característica del Pacífico de Centroamérica y México, es de indudable
ancestro africano. El llamado quijongo, no es sino el berimbau de los angoleses de Bahía (Bra-
sil). Es una especie de arco con una cuerda o alambre como tensor, y una jícara como caja de
resonancia, que hábilmente utilizada por el ejecutante, permite variaciones tonales, peculiares.
36
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Danzas como “El Torito” y otras, son citadas como peculiares de los grupos mulatos y
negros a fines de la Colonia, aunque no necesariamente exclusivas de ellos. La práctica de lle-
var carga sobre la cabeza, es bien distinta a la de los indígenas, que solían hacerlo sobre sus
hombros, por ejemplo para cargar la tinaja del agua. Hoy día hasta los indígenas suelen cargar
sobre la cabeza, mas en la cerámica precolombina, cuando alguien aparece llevando una tinaja,
carga más bien sobre sus hombros.
El consumo de vino de palma también es usual en el África.
En el campo del folklore, es impresionante el número de cuentos y entretenciones que
tienen este origen. Los cuentos tan conocidos de Tío Conejo, delatan esa procedencia africana.
Por qué Tío Conejo tiene las orejas largas, es un cuento de los más característicos para deter-
minar su origen africano. En general los cuentos de animales se hallan fuertemente vinculados
al África, aunque en los europeos exista por caso el zorro, que encarna funciones similares en
estos relatos populares.
Más como dice Bastide
“El héroe principal de todas las aventuras maliciosas es siempre el conejo africano”
De modo que tanto los cuentos recogidos por Carmen Lyra, como aquellos rescatados
en el Guanacaste por doña María Leal de Noguera, delatan la influencia africana indiscutible.
Refranes y adivinanzas, de estudiarse más a fondo, sobre todo estableciendo comparaciones
con las africanas, podrían llevarnos sin lugar a dudas a interesantes conclusiones, cuyos resul-
tados cabe desde ya sospechar.
Otro campo bastante prometedor es la huella de los africanismos en el lenguaje local.
En algunos casos el vocablo africano ha cobrado tal fuerza que es más bien un americanismo.
Entre estos se hallan bongo (especie de bote), cachimba (pipa de fumar), macuá (Nido de un
pajarillo, usado para magia amorosa), mondongo (panza de res), ñame (tubérculo). Otros pare-
cen tener una connotación más regional de Costa Rica, por caso angú (puré de plátano o gui-
neo), candanga (el diablo), cumbo (jícara grande, por analogía coco o cráneo), lapa (guacama-
ya), matamba (especie de palmera), mandinga (cobarde o maricón), moronga (morcilla), ñanjú
(planta del Guanacaste), panga (especie de bote), timba (panza), timón (especie de balsa) y
muchas otras palabras, que no dejan duda de la gran influencia de esta etnia.
IV: La Independencia:
"Es cierto que desde diciembre de 1809, los franceses han enviado a las Indias, para colaborar con la
insurgencia criolla, un grupo de agentes, en el que figura un tal Juan Chagaray, destinado a operar en León de
Nicaragua, Cartago y Costa Rica, hasta el Realejo de Sonsonate y Panamá (se nota que el autor de las instruc-
ciones no andaba muy bien en geografía) Pero con Chagaray o sin él, las agitaciones en el sur de Nicaragua
continúan: en la tarde del 31 de diciembre, la pequeña población ladina de Guanacaste se subleva contra los
vecinos peninsulares, quita los estancos de aguardiente y tabacos y la estafeta de correos y establece una junta
presidida por un vecino llamado Francisco Hurtado. Casi enseguida los desordenes se extienden al pueblo de
indios de Nicoya". Don Joaquín de Oreamuno y Muñoz de la Trinidad. Jorge Sáenz Carbonell.
Los invitaba además a que deliberaran con franqueza, en acto solemne, si querían se-
guir o no seguir en el seno de la familia nicaragüense, ya que hasta la fecha habían estado suje-
tos a las autoridades legales y superiores de aquel Estado. A su vez, la Junta de Managua pedía
dinero para la lucha que Granada y León sostenían con los otros pueblos, y para extirpar la
anarquía.
Las autoridades de Nicoya transmitieron esa nota al Jefe de Estado de Costa Rica, y son
de notar el calor conque la combaten y las ardorosas manifestaciones de su adhesión a este
pueblo. De tan trascendental hecho se dio cuenta al Gobierno de Costa Rica, y se envió copia
documentada a las Supremas autoridades de la Federación, residentes en Guatemala, a fin de
que le dieran la aprobación respectiva. Mientras, el Congreso Constituyente de Costa Rica en
nota del 29 de enero de 1825, resolviendo una consulta que le hiciera el Jefe del Estado, dispu-
so:
“que los pueblos de Nicoya y Santa Cruz se consideraban interinamente agregados al Estado, hasta la
resolución definitiva de los Altos Poderes; y por tanto, debían protegerse con circunscripción, tino y prudencia,
como se protegería otro cualquier punto que formase parte integrante del Estado Costarricense”.
Por exceso de prudencia, por timidez. o para evitar entre pueblos de un mismo origen
enojosas controversias, Costa Rica, al darse su primera Constitución en enero de 1825, no in-
cluyó como parte de su territorio a lo que hoy forma casi la totalidad de la provincia de Guana-
caste y puso como línea fronteriza por ese lado el curso del río Salto.
Mas, como corriesen año y cinco meses sin que nada se dignase resolver el Gobierno
Federal, el 29 de diciembre de 1825, vecinos importantes encabezados por la municipalidad de
Nicoya, se presentaron ante el Jefe Político y Alcalde Constitucional don Cupertino Briceño,
otorgando poder al ciudadano PedroAlvarado, residente en la capital de Guatemala, para que él
en persona y en representación del Partido, “hiciera las gestiones necesarias y diera cuantos
pasos fueran conducentes a efecto de conseguir la confirmación de su pronunciamiento por el
Estado de Costa Rica”. Interpretando el general sentimiento de los pueblos pronunciados, y
merced a las gestiones eficaces de don Pedro Alvarado, el Congreso Federal sancionó el 9 de
diciembre de 1825, el paso dado por aquellos y los declaró segregados de Nicaragua y como
parte del territorio de Costa Rica.
Dice así el decreto de aquella Asamblea:
“El Congreso Federal de la República de Centroamérica, teniendo en consideración las reiteradas so-
licitudes de las autoridades y cuerpos municipales de los pueblos del Partido de Nicoya, sobre que éste sea se-
gregado del Estado de Nicaragua y agregado al de Costa Rica; la unión que de hecho verificaron los mismos
pueblos a dicho Estado de Costa Rica en la época de las conmociones de Nicaragua y la situación local del pro-
pio Partido, ha venido en decretar y decreta:
Art. 1°- Por ahora y hasta que se haga la demarcación del territorio de los Estados, que previene el
Art. 7° de la Constitución, el Partido de Nicoya continuará separado del Estado de Nicaragua y agregado al de
Costa Rica.
Art. 2°- En consecuencia reconocerá dicho Partido a las autoridades de Costa Rica, y tendrá en su
Legislatura la representación que le corresponde.
Art. 3°- Este decreto se comunicará a las Asambleas de Nicaragua y Costa Rica. Pase al Senado. Dado
en Guatemala a 9 de diciembre de 1825."
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
reputará un hombre el más criminal y acreedor a su odio y aborrecimiento, de que se me siguen incalculables
perjuicios.
El honor y buena reputación han sido en todos tiempos y serán las joyas mas preciosas que adornan y
caracterizan al ciudadano. Estas dos prendas inestimables se resienten al más pequeño impulso que en su des-
trucción maquinen sus semejantes, una y otra vez en mi alta injustamente vulneradas y arbitrariamente holladas
por las autoridades de Nicoya, quienes (puedo asegurar a ese supremo gobierno) no tienen otro fundamento para
ridiculizar mi conducta, como lo haré ver si el caso llega, que la justificación conque he procedido en varios
asuntos que se han presentado en aquel pueblo en tiempos anteriores y no han tenido para ellos felices resulta-
dos.
En fin, C. jefe supremo, por lo que llevo expuesto conocerá y se penetrará del modo y términos con que
se trata de ultrajar y mancillar mi reputación, que todos tiempos he tratado de conservar ilesa, y con especiali-
dad en medio de las borrascosas turbulencias políticas de este Estado; y justamente sería demarcado con la nota
de insensible si no buscase algún medio a estos males, lo que me hace y estrecha a ocurrir a ese supremo gobier-
no en solicitud de una prudente y activa providencia, que poniendo término a ellos se desengañen aquellos pue-
blos de la impostura y falsedad con que se me calumnia, ofreciendo a ese gobierno, si lo tuviese por conveniente,
presentarle documentos calificativos y fehacientes de mis arreglados manejos políticos, especialmente en la ac-
tual y crítica circunstancia, y de la ninguna mezcla ni intervención que he tenido en los trastornos y convulsiones
ocurridos hasta aquí, por cuyas cualidades se me distinguió con la diputación de este departamento en la asam-
blea constituyente y enseguida con el nombramiento de consejero de Estado, que renuncié por no permitirme su
admisión las circunstancias en que me hallaba.
Espero, pues, que escuchando ese gobierno con seriedad estas mis justas quejas, adopte el remedio
oportuno capaz de sofocar en su origen estos males, y evadirlos de mil disgustos que indispensablemente se se-
guirán.
D., U. L. Pedro Muñoz, Villa de Rivas de Nicaragua, Nov. 5 de 1826.
No hay duda que Santa Cruz para ser cabecera de Partido tiene a su favor su localidad medida; aunque
bastante excéntrica con respecto a Nicoya y esta villa que son los tres pueblos de que se compone El Partido; de
esa villa a Santa Cruz hay la distancia de catorce leguas, y de Santa Cruz a Nicoya sólo median siete.
Uno de los tres debe ser la cabecera del Partido y si para esto se atiende al que presente mas facilidad y
comodidad para la administración pública de los negocios tanto del interior del Estado como con respecto a los
otros de la República, ninguno de los tres pueblos reúne las circunstancias y cualidades que éste del Guanacas-
te; él es una garganta de comunicación para todo el centro; los que vienen de los otros estados para éste; y los
que de ésta van para aquellos, todos tocan precisamente en este pueblo; como está situado en medio del camino
real, no así Santa Cruz y Nicoya, que el primero se aleja 14 leguas y el segundo 21 de este tránsito; esta situa-
ción facilita los auxilios y comunicaciones de este gobierno hacia los otros y mucho más si en él residen las prin-
cipales autoridades del Partido.
El Guanacaste es un pueblo del Estado, que está en contacto con otros de la República; es frontera de
Costa Rica y esta ubicación exige que exista en él la posible seguridad en lo político y militar lo que no será
asequible si las principales autoridades del partido no residen en su territorio.
El Guanacaste es el tránsito y primero y único punto del Partido en donde tocan los correos que de este
estado se dirigen a los otros; en el se abren las valijas y hay despacho de la correspondencia pública; por estos
conductos vienen los decretos, órdenes y providencias del gobierno, que a la vez demandan una pronta y rápida
ejecución, que no podrán tenerla si los pliegos que las contienen deben dirigirse primero a Santa Cruz o Nicoya,
y de consiguiente hay retraso considerable en esta parte, que es la única esencial de la administración pública,
no así existiendo en este pueblo las principales autoridades del Partido.
Si se considera que en Santa Cruz hay inopia de sujetos aptos, en quienes los litigantes y vecinos del
Partido puedan conferir sus poderes para los asuntos que les ocurran, y que esta falta perjudica no poco a los
intereses particulares y públicos, se conocería que aquel pueblo no es adecuado para la residencia del Juez de
Primera Instancia.
Por esta reflexión y otras muchas que pudiera hacer en favor de la localidad de esta villa y buena cali-
dad para lo que respecta a la residencia en ella del Juzgado de Primera Instancia y que se la constituya por
cabecera del Partido, expreso que el Supremo Gobierno en cuyo conocimiento tendrá Usted la bondad de poner
esta nota, tomará en consideración esta nota, tomará en consideración este asunto, tocará para su resolución los
resortes convenientes y auxiliará con su protección esta solicitud si la conceptuase justa, arreglada, y benéfica a
la administración pública, pues no la hago en otro concepto.
Dios, Unión, Libertad Villa del Guanacaste, Diciembre 7 de 1831.
Pedro Muñoz.
Esta carta sin lugar a dudas, siendo el pedimento de don Pedro lo que procedía, tuvo
que generar posteriores medidas como el decreto mediante el cual se le declara Villa al caserío
de Guanacaste. Don Pedro es el padre de don Juan Rafael Muñoz Mayorga, otro influyente
personaje que posteriormente tuvo a cargo la Alcaldía Segunda de La Villa.
Para suceder a don Juan Mora, el congreso eligió jefe de estado en 1833 a don José
Rafael de Gallegos, quien renunció hastiado por injustos ataques contra su persona por rivali-
dades entre partidos y ciudades. En 1835 las juntas electorales eligieron a don Braulio Carrillo
para terminar el periodo, en este mismo año la asamblea emitió leyes de suma importancia, que
tuvieron las más graves consecuencias. La contribución del diezmo fue totalmente abolida y
remplazada por otra directa, aunque pequeña, sobre la propiedad rural. También fueron supri-
midos varios días de fiesta religiosa y se decretó el establecimiento de la capital en el llano del
Murciélago (Tibás, cerca de San José).
El pueblo de Costa Rica ha visto siempre con aversión las contribuciones directas. El
disgusto que produjo la ley dictada por la Asamblea se agravó por los manejos del clero, inte-
resado en mantener los diezmos, y sobre todo por el establecimiento de la capital en el Murcié-
lago. Cartago se levantó en armas contra el gobierno y enseguida Heredia, Alajuela y otros
pueblos. En cambio la ciudad de San José, que resultaba favorecida por la situación de la capi-
tal en sus puertas, sostenía a Carrillo.
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Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Agotados los medios de conciliación, las fuerzas de Cartago atacaron San José en se-
tiembre de 1835, pero fueron derrotadas por las de Carrillo en el Alto de la Cuesta de Moras y
después en Curridabat y Ochomogo, donde se habían replegado.
Enseguida los josefinos ocuparon la ciudad de Cartago.
También fueron rechazados 3000 hombres de Heredia y Alajuela, que se habían atrin-
cherado en la margen del río Virilla, y estas dos plazas cayeron en el poder de las tropas del
gobierno, después de algunos combates. Carrillo castigó severamente con penas de destierro,
confinamiento y multas a los promotores de esta gran insurrección, que se llamó La Liga; sin
embargo, tuvo que abolir la contribución directa y restablecer los diezmos para calmar la efer-
vescencia del clero.
Algunos emigrados costarricenses, capitaneados por don Manuel Quijano, invadieron el
Guanacaste en 1836 con fuerzas de Nicaragua, cuyo gobierno pretendía despojar a Costa Rica
de aquel territorio.
Los guanacastecos los rechazaron con energía y al aproximarse las tropas enviadas por
Carrillo, los invasores pasaron la frontera. En recompensa de su conducta leal y patriótica el
pueblo de Guanacaste (Liberia) recibió el título de ciudad.
En las próximas páginas, encontraremos la narración de los sucesos.
Invasión de Quijano:
Informes de don Juan Rafael Muñoz al Ministro General.
Del Alcalde 2° constitucional
y jefe político accidental
del departamento del Guanacaste
C. Mtro G. del S.G. del Estado
A las cuatro de la tarde de este día, cuando cincuenta fusileros de esta villa y mayor número de caballe-
ría de los de Bagaces y Cañas hacían el ejercicio en la plaza, aquellos con su fusil y estos con lanzas, montados,
se aproximó el perverso Quijano y Marcos Vega con fuerza que traían de Nicaragua. Inmediatamente el Co-
mandante de operaciones Ciudadano Francisco Laguardia salió a batirlos con la Caballería; mas a los primeros
tiros ha acobardado la gente que componía el cuerpo y les fue preciso a sus jefes huir en desorden para Bagaces
y Cañas, lugares de su residencia, pasando por esta plaza en donde la infantería aún permanecía organizada.
Pero a pesar del valor, al verse sin las primeras autoridades, porque estas se escapaban creyendo todo perdido,
todo se convirtió en desorden y confusión y fue difícil contener la fuga. El ayudante de plaza Cno. Pablo Villar y
yo nos fue preciso tomar el mando de los pocos soldados que obedecieron, todos de esta villa los infantes y
algunos pocos de Bagaces y Cañas. Llegó el enemigo una cuadra distante de la plaza, de donde con el mayor de
nuevo fue repelido a vivo fuego, mostrando nuestros soldados el más ardiente deseo de la victoria. Felizmente no
ha parecido ninguno de los nuestros, pues a pesar de que hubo prisioneros estos han vuelto por la vía de ardides.
A mi vista murió el caballo de Quijano y se ignora si este irá herido; otros varios trastes también dejaron y tengo
presos a dos de ellos, hijos de Alajuela el uno y de Cartago el otro. Inmediatamente después de pasado el ataque
se replegó la gente a la plaza, en donde a fuerza de mil trabajos y a espada el Ayudante referido y yo pusimos
orden cuando ya la noche venía. Se destruyó la poca fuerza en varios cuarteles de a seis hombres: se hizo reco-
nocer por oficial de órdenes al Ciud° Francisco Muñoz, quien se ha portado con la mayor actividad en pro de la
justa causa: se dio a reconocer por oficial al Ciud° Ramón Machado y al Ciud° Juan García quienes también
manifestaron su energía y cooperaron a la defensa: se ha dado orden para que todos los cuarteles hagan algunas
descargas cuando se aproxime el enemigo y se replieguen a la casa del Sr. Pedro Muñoz, en donde se ha forma-
do trincheras de tercios de algodón y adobes; y en este estado sin tener más parque que un paquete de los 10
cartuchos cada soldado, nos hallamos con el enemigo situado a muy pocas cuadras de esta plaza, y a pesar de
los pocos elementos de guerra que nos asisten tengo determinado mañana al amanecer ponerme en persecución
de los perversos, pues tengo datos seguros por los prisioneros que han hecho el tránsito de esta villa que se les
ha fugado y replegándose a esta plaza, que no excede su fuerza de 25 hombres.
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Por todo lo relacionado verá V. en el peligro que nos hallamos y es de toda necesidad que el Supremo
Gobierno mande una fuerza a la mayor posible brevedad, capaz de salvar a este Departamento y dar a su auto-
ridad la respetabilidad que es debida, y en ínterin este vecindario se halla en muy buena disposición.
Son las doce de la noche y aún no sabemos qué suerte tocará; ella está dudosa por la falta de pertrechos
pero confío en la decisión de mis cuatro soldados, que tienen gana de vencer y no temen morir.
Yo los animo sin cesar, los exhorto al sostén del orden y trabajo por cuantos medios me son posibles,
encontrando siempre muy buena disposición, mas la fuerza es muy limitada y es por esto que no aseguro de
hecho el triunfo, y más cuando la gente que venía por agua aún no ha llegado.
Sírvase V. poner inmediatamente en conocimiento del Supremo Gobierno todo lo expuesto, para que
tome las medidas del caso.
su perversa pandilla: en efecto, el predicho 6 por la noche se pusieron en marcha de la Cueva para esta, y aun-
que por las vigías se dio parte de su venida, no la verificaron esa noche y si con gran rodeo a bastante distancia
de esta Villa caminaron en toda ella con caballos rabiatados, amaneciéndoles el día 7 en el camino real para
Bagaces, cerca de río del Salto; y continuando su marcha llegaron a dicho Bagaces, en donde hicieron no pocos
daños a la Tercena de tabaco, Taquilla de aguardiente y casa del s. Agustín Aguallo: y después que el caudillo se
hizo dar vivas regresó el mismo día para esta, que intentó atacar a las ocho de la noche, según los parte dados
por los vigías, que acaso por lo muy obscura que estaba suspendió su intento, que puso en ejecución a las cinco
de la mañana del día 8, entrando por la calle real que viene de Bagaces, con vivas que le gritaba su pandilla, sin
ser secundados por ninguno de esta; Osadamente se pusieron una cuadra distante de la plaza y rompieron el
fuego al Cuartel principal que se halla en la casa del C. Pedro Muñoz, y a cuatro puntos más continuándolo por
más de una hora: Nuestra Tropa, que se halla dividida en ocho cuarteles fortificados, con la mayor entereza,
entusiasmo, orden y valentía les sostuvo el fuego hasta ponerlos en la posición de hacer retirada o fuga precipi-
tada, sin haber resultado de nuestra parte muerto ni herido alguno y sí por la de ellos 4 heridos, siendo uno el
negro Jesús, esclavo que fue del C. Lorenzo Carazo, que era el de todo su desempeño y confianza y el que con el
título de Capitán le acompañaba en la acción, y se logró que este quedase enteramente inutilizado, por habérsele
hecho pedazos una pierna y puéstolo en incapacidad de sostenerse, lo que le obligó mandar hacer retirada, en
cuyo alcance se puso mucha gente de nuestra Tropa al mando del oficial de Nicoya C. Eleuterio Escobar, quien,
aunque con la mayor decisión trató de perseguirlo a bastante distancia de la Villa, no lo pudo lograr, por no
haber atinado el rumbo que tomó, y se replegó a esta plaza como a las cuatro horas, cuando ya se había recibido
de Quijano un correo con el papelucho en lápiz que adjunto, igualmente en tinta, que hice trasladar, por consi-
derar que aquel imperceptible: según me informó su conductor fue hecho a caballo en un campo llamado llano
de la Cruz, distante una legua de esta Villa, el que no permití se contestase por no entrar en relaciones con un
caudillo que se dirige contra el Gobierno y sí se tomaron al momento las precauciones del caso: la mayor parte
del día se mantuvo a dos leguas de esta plaza ambulante, como lo acostumbra, y por la noche se dirigió a la
Hacienda San Jerónimo del C. José Aranda, distante tres leguas, conduciendo al Capitán herido en hamaca; con
el motivo se pusieron vigías en los puntos convenientes y se redobló el celo y vigilancia en toda la noche, en que
no hubo novedad: a las nueve de la mañana de hoy se supo fijamente durmieron en dicho San Jerónimo, sin
causar daño alguno, y salieron a la madrugada sin saberse para dónde, que se presume, por la dirección que
tomaron, sería el Tempisque; mas a las dos de la tarde se me ha dado parte que llegaron a la Hacienda del Guá-
cimo, como a las ocho de la mañana, en la que se cree harán muchos daños: Si el correo pasase hasta mañana
comunicaré por adición las ocurrencias de esta noche, que con mucho mérito al papelucho las esperamos de
incendio, y en este concepto estoy tomando las medidas más oportunas para evitarlo y ver si se concluye esta
noche el enemigo, pues me llena de gusto el buen sentido en que se halla esta tropa, toda en favor del Gobierno,
decidida enteramente a su defensa.
Todo lo que servirá V. poner en conocimiento del Supmo. Jefe para su satisfacción y resoluciones del
caso, ofreciendo a V. mis consideraciones y respetos.
D.U.L. , Villa de Guanacaste. No ha habido novedad en la noche, Vale, Juan R. Muñoz.
1837 – 1854:
Para suceder a Carrillo el congreso eligió en 1837 a don Manuel Aguilar. Nueve días
después de tomar posesión de la jefatura del estado, estalló contra su gobierno una revuelta
promovida por los partidarios de Carrillo que fue rápidamente sofocada. Con el fin de restable-
cer la tranquilidad en el país y de consolidarse en el poder, Aguilar indultó a todos los ciuda-
danos comprometidos en la insurrección de la Liga, que se hallaban sufriendo penas de confi-
namiento y destierro. Durante la corta administración de este inteligente y probo mandatario
fueron dictadas varias medidas en favor de la moralidad e instrucción públicas y del fomento
de los caminos. Asimismo se derogó el decreto que situaba la capital en el Murciélago, deroga-
toria que por fuerza tenía que producir gran descontento en San José.
Carrillo tenía numerosos y entusiastas partidarios en la ciudad de San José, cuya acción
fue preponderante en el Estado desde los primeros días de la independencia. Por instigación de
Carrillo y sus amigos se dio un golpe de cuartel en San José el 27 de mayo de 1838 que arreba-
tó el poder a don Manuel Aguilar el cual fue desterrado lo mismo que el vicejefe don Juan Mo-
ra. Este golpe de cuartel debe considerarse como una gran desgracia para la patria, porque fue
la primera violencia cometida contra las instituciones del Estado, que hasta aquel entonces
habían sido por todos respetadas. Carrillo asumió el mando supremo, la comandancia en jefe
de las armas, y el congreso lo declaró jefe del Estado, pero todo eso era contrario a la ley.
Rota la carta fundamental de 1825, Carrillo convocó una Asamblea Constituyente, que
se reunió en 1838 para discutir un nuevo proyecto de constitución, pero esta Asamblea, com-
pletamente supeditada a la voluntad del jefe del Estado, después de emitir algunas leyes sus-
pendió sus sesiones indefinidamente, dejando a Carrillo convertido en dictador omnipotente.
Con el triunfo de Carrillo, quedó de hecho establecida la capital en San José.
El decreto más importante dictado por la Asamblea Constituyente convocada por Carri-
llo, fue el del 14 de noviembre de 1838, por el cual se declaró que Costa Rica asumía la pleni-
tud de su soberanía y formaba un Estado libre e independiente, aunque siempre seguía pertene-
ciendo a la familia centroamericana. Este decreto que era el primer paso hacia la separación
total de Costa Rica de la Federación, fue motivado por la anarquía en que continuaban sumidos
los demás Estados que la formaban.
El general Morazán había sido electo Presidente de Centroamérica en 1830, pero no
pudo consolidar el orden. El Salvador se hallaba en guerra contra el Gobierno Federal; las lu-
chas entre conservadores y liberales destrozaban a Guatemala; Honduras y Nicaragua se levan-
taron también en armas contra Morazán. Sólo Costa Rica estaba en paz, pero tenía que contri-
buir con dinero y hombres para el sostenimiento del gobierno general, del que sólo recibía los
inconvenientes. Sin embargo, Costa Rica no fue la primera en declararse Estado Independien-
te; Nicaragua había hecho lo mismo en abril de 1838.
República de Costa Rica y se decretaron el 28 de setiembre del mismo año la bandera y el es-
cudo de armas. Se hizo el nombramiento de ministros plenipotenciarios ante las grandes poten-
cias. Con este decreto se cortó el último lazo legal que unía a Costa Rica con la Federación.
Combatido sin tregua y ante la amenaza de un pronunciamiento militar, el doctor Castro
optó por separarse de la presidencia en 1849. Presentó su renuncia, que fue admitida con sen-
timiento por el Congreso, el cual le confirió el título de Fundador de la República y otros hono-
res.
Para sustituir a Castro fue electo don Juan Rafael Mora, empresario muy querido del
pueblo, quien tropezó con la fuerte oposición de círculos políticos, aún dentro del mismo con-
greso, el cual disolvió en 1852 convocando a nuevas elecciones.
Don Juanito fue reelecto en 1853, sobreviviendo su popularidad a pesar de los defectos
de su gobierno y de las intrigas de sus adversarios, siendo piedra angular de su administración
el mantenimiento de la carretera de Cartago a Puntarenas, gran arteria del comercio y cataliza-
dora de la riqueza del país.
V: La Campaña Nacional:
La importancia de estos acontecimientos es tal para Liberia, que no sería justo olvidar-
los por ningún punto; en todos estos sangrientos episodios no se hizo más que defender el te-
rruño con verdadero valor de patriotas. Aquí se amalgamó el verdadero sentir de una misma
lucha por una misma Patria.
Nicaragua 1854:
Desde la proclamación de la independencia, los liberales de León y los conservadores
de Granada se disputaban con increíble saña el poder público en Nicaragua. A partir de 1854,
Nicaragua se vio envuelta en una cruenta guerra civil. Los liberales, dirigidos por don Francis-
co Castellón y don Máximo Jerez Tellerías y apoyados por el presidente de Honduras don Tri-
nidad Cabañas, iniciaron un movimiento armado para derrocar al Presidente Conservador don
Fruto Chamorro Pérez. Los liberales (también llamados demócratas) establecieron en León un
Gobierno presidido por Castellón y atacaron Granada, donde tenía su sede la administración
legitimista de Chamorro. Sin embargo ninguna de las partes pudo obtener una victoria definiti-
va.
Decidido a conseguir ese triunfo, el gobierno de Castellón resolvió contratar mercena-
rios en los Estados Unidos. Para ello llegó a entendimientos con un americano denominado
Byron Cole, quien propuso utilizar los servicios del Coronel William Walker, médico y aboga-
do de Tenesee, hombre de gran audacia y energía.
En virtud del arreglo que se hizo, Walker desembarcó en El Realejo en junio de 1855,
con una expedición formada en San Francisco de California, a la cual se le dio el nombre de la
Falange Americana y no tardó en dominar la situación en Nicaragua, de cuyo ejército fue nom-
brado general en jefe.
Al ver la facilidad con que se había convertido en árbitro de los destinos de Nicaragua,
Walker concibió el audaz proyecto de apoderarse de las cinco repúblicas de Centro América
para restablecer en ellas la esclavitud y formar un imperio o agregarlas a una nueva confedera-
ción de los Estados del Sur de la Unión americana que pugnaban por mantener en aquel país la
institución de la esclavitud, amenazada por un partido poderoso en los Estados Unidos del Nor-
te que pretendía abolirla.
El Presidente Mora, informado por el representante de Costa Rica en Washington de las
secretas intenciones de Walker y del apoyo que le prestaban los esclavistas de los Estados Uni-
dos, resolvió expulsarlo de Nicaragua.
En febrero de 1856, reunido el Congreso en sesiones extraordinarias, dio poderes om-
nímodos a Mora, para llevar las armas de Costa Rica a la vecina república, defender a sus habi-
tantes de la opresión ominosa de los filibusteros y arrojarlos del suelo de la América Central.
Inmediatamente se mandó a levantar un ejército de 9000 hombres y un empréstito nacional de
100000 pesos. Todas las clases sociales acudieron con gran entusiasmo al llamamiento del pre-
sidente.
En el mes de marzo de 1856 salieron las primeras tropas con dirección al Guanacaste,
que fue invadido por tropas de Walker, compuestas de norteamericanos, alemanes y franceses,
a las órdenes del coronel Schlessinger.
Estas fuerzas llegaron en la noche del 19 de marzo a la hacienda de Santa Rosa, situada
a diez leguas de Liberia.
50
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Allí las encontró el 20 en la tarde la vanguardia del ejército costarricense, mandada por
el general don José Joaquín Mora. El ataque fue tan rápido como enérgico como consecuencia
de una impetuosa carga a la bayoneta, los filibusteros huyeron en completa derrota. El presi-
dente Mora había proclamado la guerra de exterminio contra Walker y por esta razón los pri-
sioneros de Santa Rosa fueron pasados por las armas en Liberia.
Walker recibía constantemente refuerzos y auxilios de todas clases de los Estados Uni-
dos, donde gran parte de la opinión pública y en particular los esclavistas del Sur miraban con
ardiente simpatía su empresa filibustera. Estos socorros le llegaban por la vía del Tránsito,
nombre que se daba entonces a la comunicación establecida por una compañía norteamericana,
entre el Atlántico y el Pacífico, por territorio de Nicaragua. Las cabeceras de esta vía eran los
puertos de San Juan del Norte y San Juan del Sur. Vapores de río hacían la travesía desde el
primero de estos puertos hasta el de la Virgen en el lago de Granada. Desde la Virgen hasta
San Juan del Sur se iba por tierra.
Adueñarse de esta comunicación equivalía a cortar la gran arteria del filibusterismo y
éste fue el objeto de la expedición que al mando del general don Florentino Alfaro envió el
presidente Mora por Sarapiquí en 1856. Alfaro tuvo un encuentro con tropas de Walker en El
Sardinal, cerca de la desembocadura del río Sarapiquí, el 10 de abril de 1856, y las repelió,
pero sin resultado alguno de provecho.
Después de la brillante victoria de Santa Rosa, don Juan Rafael Mora, a la cabeza de un
ejército de 2500 hombres, invadió el territorio nicaragüense y fueron ocupados el puerto de
San Juan del Sur, el de La Virgen sobre el gran lago y por último la ciudad de Rivas, que había
sido evacuada por los filibusteros y en la cual nuestras tropas establecieron sus cuarteles.
La ciudad de Rivas estaba pasando por una malísima racha; en 1844 la ciudad fue des-
truida por un terremoto; en 1849 grandes desastres fueron producidos por la revolución de los
“Calandracas”, pues ahí tuvo su principal asiento; y de 1854 a 1857, sufrió la llamada revolu-
ción democrática y la guerra de los filibusteros.
En la mañana del 11 de abril de 1856, Mora se dejó sorprender en Rivas por Walker
quien en pocos momentos se hizo dueño éste de casi toda la ciudad, fortificándose en los mejo-
res edificios. Pasados los primeros instantes de natural confusión, los nuestros comenzaron el
ataque de las posiciones enemigas con mucha intrepidez. La más fuerte era una casa grande
conocida con el nombre de Mesón de Guerra.
Un soldado de Alajuela, llamado Juan Santamaría y por mote El Erizo, haciendo heroi-
camente el sacrificio de su vida, incendió el Mesón y los filibusteros lo abandonaron.
Estrechado por todas partes, Walker tuvo que refugiarse con todos los suyos en la igle-
sia parroquial, de donde se escapó durante la noche, dejando parte de sus soldados heridos. La
batalla de Rivas fue muy sangrienta. Los filibusteros, con la superioridad de sus armas, de su
estrategia, y la ventaja de sus posiciones, hicieron inmenso daño en nuestras filas, habiendo
alcanzado las bajas a 800 hombres, de un total de 1500 efectivos.
Pocos días después de la batalla, el cólera que existía en Nicaragua desde el año ante-
rior, atacó al ejército. El presidente Mora y su hermano don José Joaquín regresaron inmedia-
tamente a Costa Rica, dejando las tropas al mando del general don José María Cañas, que fue
el alma y caudillo más notable de esta guerra. Cañas se vio obligado a retirarse a Liberia ante
la virulencia de la epidemia, dejando algunos enfermos y heridos a merced de Walker, que dio
en esta ocasión prueba de humanidad, tomándolos bajo su protección. El cólera no tardó en
invadir a Costa Rica e hizo estragos en todo el país. Se calcula que de esta enfermedad murie-
ron 10000 personas sobre una población de 112000 almas que era entonces la del país. Una de
51
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
las víctimas de la epidemia fue don Francisco María Oreamuno, Vicepresidente de la Repúbli-
ca, que ejercía el mando supremo en ausencia de Mora.
Guatemala y El Salvador siguiendo el ejemplo de Costa Rica, resolvieron combatir a
Walker, que concluyó por hacerse elegir presidente de Nicaragua y restablecer la esclavitud en
el país. Las tropas de Guatemala y El Salvador se concentraron en la Ciudad de León, donde se
unieron a las del gobierno provisional que se había formado en Nicaragua y que residía allí, en
tanto que el de Walker tenía por capital a Granada.
El Coronel nicaragüense don Dolores Estrada infligió una sangrienta derrota a unos de
los tenientes de Walker el 14 de setiembre de 1856 en San Jacinto y las fuerzas aliadas se apo-
deraron de Masaya, donde los atacó Walker el 12 de octubre, a la vez que el general guatemal-
teco Zavala dio un asalto a Granada el mismo día. Zavala fue rechazado, pero Walker tuvo que
abandonar el ataque de Masaya. Las rivalidades que existían entre los jefes salvadoreños y
guatemaltecos hicieron estériles éste y otros valientes esfuerzos.
Terminada la epidemia del cólera y a pesar de las inmensas dificultades económicas por
las que atravesaba el país, don Juan Rafael Mora hizo un nuevo llamamiento al patriotismo
para continuar la guerra contra Walker. Al iniciarse otra vez las operaciones militares, tuvieron
por mira principal cortar la vía del Tránsito, que se hallaba completamente bajo el dominio de
los filibusteros.
El general Cañas quien desde 1855 y en previsión de la guerra había estado discipli-
nando milicias guanacastecas, formó un batallón cuidadosamente escogido, a fin de suplir con
la calidad el escaso número, este Batallón, llamado de Moracia (nombre oficial del Guanacaste
en aquella época), se componía de 300 hombres divididos en tres compañías y un pelotón de
caballería. en el figuraban oficiales nicaragüenses emigrados, casi todos oriundos de la ciudad
de Rivas, Al pasar a la defensiva se le dio el nombre de División de Vanguardia de Costa Rica,
y al frente de ella, reforzada con 100 rivenses que se le agregaron – total 400 hombres – salió
Cañas de Liberia para Nicaragua el día de difuntos, 2 de noviembre de 1856.
La oficialidad de la división era la siguiente, al salir de Liberia:
Estado Mayor:
Cap. don Clemente Cantón, agregado.
Ten. don Manuel Espinar, secretario.
Ten. don Felipe Ibarra, ayudante.
Ten. don Pedro Vázquez, ayudante.
Ten. don Bernabé Bermúdez, cirujano.
Plano Mayor del batallón:
Mayor don Tomás Guardia, comandante.
Cap. don Faustino Guardia, ayudante.
Subt. don Valentín Lasso, ayudante.
Subt. don Víctor Cuadra, ayudante.
Subt. don Narciso Argüello, ayudante.
Subt. don Pío Nicaragua, ayudante.
Estos oficiales, eran casi todos muy jóvenes. El mayor don Tomás Guardia, comandan-
te del batallón, sólo tenía veinticuatro años y su hermano Faustino diecinueve.
Cañas se apoderó el 7 de noviembre de 1856 de San Juan del Sur y de Rancho Grande,
donde se le unieron algunas tropas nicaragüenses. Walker lo atacó en Rancho Grande, y Cañas,
abandonado por sus aliados, tuvo que retirarse a San Juan del Sur y luego a Rivas, después de
52
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
una valerosa y muy hábil resistencia. Por este motivo el puerto volvió a caer en manos de los
filibusteros.
Cañas llegó con todo su batallón de Moracia a la ciudad de Rivas y allí estuvo hasta que
fue a incorporarse al ejército aliado que estaba en Masaya.
El Once de abril bergantín costarricense armado en guerra, salió de Puntarenas al man-
do del capitán don Antonio Valle Riestra, con dinero, armas y municiones para el ejército del
general Cañas. El 22 de noviembre de 1856 encontró frente a San Juan del Sur, la galeta fili-
bustera Granada. Al cabo de cuatro horas de encarnizado combate, el Once de abril, ya incen-
diado por el fuego del enemigo, voló con sus heroicos defensores. El Capitán Valle Riestra,
cubierto de horribles quemaduras, fue recogido por un bote del enemigo, junto con algunos de
sus compañeros.
En diciembre del mismo año una columna de 250 hombres, mandada por el coronel
Barillier y los sargentos mayores don Máximo Blanco y don Joaquín Fernández, se dirigió al
río San Juan por las llanuras de San Carlos. Bajó en balsas por el río de este nombre. En el
lugar llamado la Trinidad, en la confluencia de los ríos Sarapiquí y San Juan, sorprendió un
campamento fortificado de los filibusteros, tomándolo por asalto y en el cual se dejó una guar-
nición a las órdenes de Barillier. Obtenido este primer triunfo, siguió la expedición embarcada
río abajo con unos pocos hombres y en la noche del 22 de diciembre se apoderó por sorpresa
de cuatro vapores del Tránsito, que se hallaban fondeados en el puerto de San Juan del Norte.
Con estas embarcaciones el mayor Blanco navegó río arriba capturando de paso cuatro
vapores más y se hizo dueño del Castillo Viejo y del fuerte de San Carlos que se rindió. Apre-
sado también el vapor San Carlos, que navegaba en el lago, por el general don José Joaquín
Mora, que acababa de llegar al fuerte con 500 hombres, quedó establecido el dominio de la
bandera costarricense en la vía del Tránsito, y el poder de Walker herido de muerte.
Un norteamericano de apellido Spencer, sirvió de guía a la columna que se apoderó de
los vapores del Castillo Viejo y del fuerte de San Carlos; Spencer había sido empleado de la
compañía del Tránsito y trabajaba por cuenta de Cornelio Vanderbilt, presidente de la compa-
ñía, que deseaba vengarse de Walker, el cual había embargado los vapores del río y demás pro-
piedades de la compañía en Nicaragua.
1859:
Don Juan Rafael Mora, practicadas las elecciones a principios de 1859, fue nombrado
Presidente para otro período. El carácter de los costarricenses ha sido siempre hostil a la larga
permanencia de los mismos hombres en el poder; los enemigos de Mora se mostraban cada vez
más enconados y explotaban contra él su nepotismo, así como las persecuciones contra varios
distinguidos ciudadanos y particularmente el destierro del obispo Llorente, que tuvo lugar en
1858. Este prelado había pretendido establecer el impuesto del diezmo sobre el café, proyecto
resueltamente combatido por el presidente Mora, que celebró con el Papa un concordato, en
virtud del cual quedaron totalmente abolidos los diezmos en Costa Rica. Más tarde y con moti-
vo de una pequeña contribución decretada sobre los beneficios de ciertos curatos para el soste-
nimiento del Lazareto, el obispo se declaró en abierta lucha contra el poder civil y Mora lo
expulsó del país, junto con algunas otras personas de importancia.
Un contrato celebrado por Mora para el establecimiento de un banco nacional. en 1858,
acabó de irritar a varios especuladores ricos, que formaban una oligarquía y eran enemigos
declarados de su gobierno, quienes se aprovecharon, para promover una revuelta, de la efer-
vescencia producida por un decreto mediante el cual se pretendía despojar a los vecinos de
varios pueblos cercanos a San José de los terrenos que poseían, alegando que pertenecían a la
comunidad.
Los coroneles don Máximo Blanco y don Lorenzo Salazar, comandantes de los dos
cuarteles de San José, se comprometieron en el plan y se pronunciaron el 14 de agosto de 1859
contra Mora, que salió desterrado con varios de sus parientes y partidarios.
Los revolucionarios proclamaron presidente provisional al doctor don José María Mon-
tealegre, excuñado de Mora; el Congreso fue disuelto, levantando el destierro del obispo y de
otros ciudadanos y derogados los decretos sobre terrenos y banco nacional. En diciembre de
1859 la Asamblea Constituyente que había sido convocada emitió una nueva carta fundamental
y la elección para presidente de la República recayó en el doctor Montealegre.
La revolución de agosto de 1859 fue obra de unos pocos y es indudable que la gran
mayoría del pueblo costarricense miró con pesadumbre la caída de Mora, no obstante los de-
fectos de su gobierno.
Al caer su administración don Juan Rafael Mora partió hacia el exilio en El Salvador
con un grupo de parientes y partidarios, no sin antes protestar por su derrocamiento y manifes-
tar que se consideraba el único Presidente legítimo de Costa Rica. En El Salvador, Mora fue
recibido cordialmente y empezó a planear la reconquista del poder.
Las aspiraciones de Mora hicieron que para el Gobierno provisorio fuese imperativo el
mantenimiento de relaciones correctas con los demás Gobiernos centroamericanos, que podían
cooperar con los proyectos del derrocado. Cuando la Cancillería costarricense informó del
56
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
cambio político a todos los Estados con los que nuestro país mantenía relaciones, ninguno negó
su reconocimiento a la administración de Montealegre y los otros gobiernos centroamericanos
mantuvieron con ella la correspondencia diplomática rutinaria; pero el de Guatemala miraba
con simpatía la idea del regreso de Mora y los de El Salvador y Nicaragua estaban decididos a
contribuir activamente para hacerla realidad.
En setiembre de 1859, Mora se trasladó a los Estados Unidos de América y sostuvo una
entrevista en Washington con el Presidente James Buchanan, pero la visita fue en realidad un
acto meramente protocolario y en consecuencia intrascendente, desde el punto de vista de las
aspiraciones e intereses de Mora.
A pesar de que tanto la Gran Bretaña como los Estados Unidos reconocieron sin obje-
ciones al Gobierno provisorio, éste estaba enfrentado con serios amagos de inestabilidad y pro-
curó sin éxito, llegar a un arreglo con Mora. Don Juan Rafael Mora estaba decidido a llevar a
cabo sus planes de restauración; en febrero de 1860 un enviado suyo suscribió en Managua un
convenio secreto con el Presidente de Nicaragua don Tomás Martínez, en el cual se acordaba
el suministro de armas a los moristas, la realización de un levantamiento en el Guanacaste y la
intervención armada de Nicaragua en Costa Rica en cuanto Mora la solicitase oficialmente, lo
que nunca ocurrió.
El primer levantamiento morista ocurrió en el Guanacaste en febrero de 1860, pero fue
sofocado con facilidad.
El 14 de setiembre siguiente hubo una insurrección en Esparza y los revolucionarios
capitaneados por don Ignacio Arancibia, se apoderaron de Puntarenas.
El 17 del mismo mes el ex Presidente Mora, acompañado de un importante grupo de
partidarios desembarcó en Puntarenas, pero el levantamiento general del país que en su favor
aguardaba Mora no tuvo efecto, y el gobierno de Montealegre hizo marchar contra él un ejérci-
to a las órdenes del general don Máximo Blanco, que emprendió el ataque de la trinchera de la
Angostura, situada cerca de Puntarenas, y defendida por el bizarro general Cañas. Después de
varios combates muy sangrientos, la trinchera cayó en poder de las fuerzas de Blanco, así co-
mo la plaza de Puntarenas, y Mora fue hecho prisionero con sus principales partidarios.
Don Juan Rafael Mora, el general Cañas y Arancibia murieron pasados por las armas.
Esta ejecución sumaria y terrible, hija de las pasiones políticas, de los intereses y odios perso-
nales, aunque conforme a la ley, no ha sido sancionada por el juicio imparcial de la posteridad.
El pueblo de Costa Rica venera la memoria de Mora y Cañas y recuerda con profunda
gratitud los eminentes servicios prestados por estos dos grandes ciudadanos a la Patria, en los
momentos más difíciles de su existencia.
En Nicaragua y a pesar de las simpatías demostradas por el Gobierno de don Tomás
Martínez a los moristas, el Ministro de Costa Rica logró la firma, el 7 de marzo de 1861, del
tratado Volio-Zepeda, convenio de alianza defensiva y unión y representación común entre
ambos países.
57
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Chamorro no quiso llegar a ese extremo, pero por decreto del 8 de febrero de 1876 im-
puso una contribución extraordinaria, levantó un ejército de cinco mil hombres y destacó parte
de él en la zona fronteriza de Costa Rica.
La reacción de Costa Rica no se hizo esperar. El 22 de febrero, el Presidente Guardia
dirigió un mensaje al Congreso, en el que expresaba que Nicaragua había asumido una actitud
de guerra y que no podía admitirse una paz comprada con la humillación de la patria; además
organizó un ejército y lo situó en la ciudad de Liberia.
En tan críticas circunstancias, el Gobierno de Nicaragua envió al Licenciado don Fran-
cisco Padilla a Costa Rica, para tratar de evitar el estallido de la guerra. Padilla solicitó al Pre-
sidente Guardia que se retirase el resguardo costarricense del río San Carlos y se abriese la
discusión sobre los límites. Guardia propuso la celebración de un plebiscito en el Guanacaste,
para que la población decidiese libremente sobre a cuál de los dos países deseaba que pertene-
ciera el territorio. Padilla manifestó que carecía de instrucciones para aceptar esa idea y plan-
teó la posibilidad de que se retiraran ambos ejércitos de la región fronteriza, pero Guardia re-
chazó tal propuesta y al término de las conversaciones entregó a Padilla una nota para Chamo-
rro, en la que protestaba por los movimientos militares efectuados por Nicaragua. Chamorro
contestó el 13 de marzo en términos conciliatorios y expresó su anuencia para el retiro de am-
bos ejércitos.
El Gobierno de Costa Rica decidió que el medio más seguro para evitar el conflicto y a
la vez resolver le cuestión limítrofe era promover el derrocamiento de Chamorro por el libera-
lismo nicaragüense. El 25 de marzo, el Gobierno de Costa Rica decidió que se apoyasen los
esfuerzos de los liberales por derrocar a Chamorro, estipulando previamente con ellos el reco-
nocimiento del lago de Nicaragua y el río San Juan como límites entre ambos países y llegar a
entendimientos con el Gobierno de Guatemala para poner conjuntamente en ejecución esa idea.
Entretanto, Nicaragua activó sus preparativos militares. En abril de 1876 se impuso otra
contribución y se llamó a las armas a los nicaragüenses desde la edad de 16 hasta la de 55
años.
Al concluir la administración de don Tomás Guardia, la guerra parecía inevitable.
Desde el ascenso de don Aniceto Esquivel Sáenz a la Presidencia de Costa Rica, el 8 de
mayo de 1876, dio un notable giro esta crítica situación, al manifestarse don Aniceto como un
decidido partidario de mantener la paz con Nicaragua.
El 11 de mayo, el Gobierno de Nicaragua, sin conocer la actitud del nuevo Presidente
de Costa Rica, declaró el país en estado de sitio y proclamó la ley marcial y el 15 del mismo
mes el Presidente Chamorro depositó la primera magistratura en el Senador don Pedro Ballada-
res, asumió personalmente el mando del ejército y dirigió un manifiesto a sus conciudadanos
exhortándolos a la defensa del país, eso sí, sin dejar de esperar una posibilidad de paz que evi-
tara un funesto derramamiento de sangre.
Al tomar posesión, Esquivel había enviado por carta sus intenciones a Chamorro, pero
al parecer la misiva fue interceptada por los partidarios a la acción bélica. El ex Presidente
Guardia se trasladó a Guanacaste para asumir el mando del ejército allí acantonado y el mismo
15 de mayo en que Chamorro dirigió el manifiesto a los nicaragüenses, el Congreso de Costa
Rica autorizó omnimodamente al Poder Ejecutivo para que procediese a la brevedad posible a
la terminación de las cuestiones con Nicaragua, lo cual equivalía a autorizarlo a declarar la
guerra.
A pesar de todo esto en Nicaragua se tuvo noticia, con sumo beneplácito, de la política
pacifista de don Aniceto Esquivel y el 20 de junio de 1876, el Gobierno de Managua decidió
59
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
enviar como agente confidencial a San José, a don Ascensión Paz Rivas, quien fue cordialmen-
te acogido por Esquivel y el 7 de julio de 1876 don Aniceto dirigió una nota al Senador Presi-
dente Balladares en la que reiteraba su vehemente deseo de evitar el conflicto.
Esquivel también escribió al General Guardia, desaprobando su conducta.
Poco después el ejército costarricense fue retirado del Guanacaste y reconcentrado al
interior de la República, lo cual fue celebrado en Nicaragua con salvas de artillería y repique
de campanas y enseguida fue retirado el ejército de la frontera.
En 1886 se agitó de nuevo la cuestión con violencia y el gobierno de Guatemala, para
evitar una guerra que parecía inminente, ofreció su mediación, que fue aceptada y trajo como
consecuencia el tratado Esquivel-Román, por el cual se sometió la disputa al arbitraje del pre-
sidente de los Estado Unidos de América.
El 15 de abril de 1888, el presidente Mr. Grover Cleveland falló la cuestión a favor de
Costa Rica, declarando válido el tratado Cañas-Jerez. El licenciado don Pedro Pérez Zeledón
defendió con gran habilidad los intereses de Costa Rica ante el árbitro.
Controversias surgidas con Nicaragua por la interpretación del tratado de límites, en
cuanto a su ejecución sobre el terreno, crearon una tensa situación con nuestra vecina del norte
que motivó la mediación del gobierno de El Salvador.
Este propuso una reunión de plenipotenciarios en su propia sede para dirimir pacífica-
mente las cuestiones pendientes entre los dos países, y el 27 de marzo de 1896 se firmó en la
ciudad de San Salvador el tratado Pacheco-Matus, que puso fin a las diferencias existentes para
hacer posible el cumplimiento material del laudo Cleveland de 1888. El licenciado don Leoni-
das Pacheco Cabezas fue el representante de Costa Rica y tuvo muy destacada y eficaz actua-
ción en el desempeño de su misión.
A principios de 1898 estuvo a punto de estallar la guerra con Nicaragua por incidentes
de frontera y otras causas, pero fue conjurado el conflicto, gracias a la mediación del gobierno
de Guatemala. Se convino en la demarcación material de la frontera de conformidad con lo
establecido por el tratado Cañas-Jerez y el laudo Cleveland, y se procedió a la desmovilización
de las tropas enviadas al Guanacaste.
Con el objeto de poner fin a las frecuentes guerras fabricadas en los demás estados cen-
troamericanos y a iniciativa de los gobiernos de los Estados Unidos y Méjico, se reunieron en
Washington, en 1907, en una conferencia de plenipotenciarios de las cinco repúblicas y se fir-
maron varias convenciones tendientes a estrechar entre ellos los lazos de amistad y sobre todo
a mantener la paz.
Por una de estas convenciones se creó un tribunal internacional con el nombre de Corte
de Justicia Centroamericana, compuesto de cinco magistrados, uno por cada república, que
tenía por misión resolver las dificultades que ocurriesen entre los gobiernos interesados y que
le fueran sometidas por no poderse arreglar directamente.
En 1908 se instaló esta corte en la ciudad de Cartago, señalada para su residencia, y el
millonario norteamericano Carnegie regaló la suma de cien mil dólares para la construcción de
un edificio destinado a su alojamiento.
En el mismo año de la instalación, la Corte conoció una demanda presentada por el go-
bierno de Honduras contra los de El Salvador y Guatemala, dictando sentencia favorable a es-
tos últimos, sentencia que se negaron a firmar los magistrados de Honduras y Nicaragua, hecho
que resultó en desprestigio del tribunal.
El edificio donado por Garnegie fue destruido por el terremoto de 1910 cuando ya esta-
ba casi terminado. Al recibir la noticia, Carnegie ofreció otra suma igual para el nuevo edificio
60
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
que se levantó en San José a donde fue trasladada la Corte por acuerdo de las cinco repúblicas
interesadas.
Las convenciones de Washington se firmaron por un término de diez años, prorrogable
a voluntad de las partes.
Costa Rica y El Salvador presentaron demandas contra Nicaragua ante la Corte de Jus-
ticia Centroamericana con motivo de un tratado celebrado en agosto de 1914, por el cual Nica-
ragua otorgó a los Estados Unidos de América una opción de 99 años para construir un canal
interoceánico y una base naval en la bahía de Fonseca, fundándose en que ese tratado vulnera-
ba los derechos de Costa Rica en dicho canal y los de El Salvador en la citada bahía.
1915
Visita a la ciudad de Liberia del señor Presidente de la República Lic. don Alfredo González Flores, en
enero de 1915. La fotografía fue tomada de Sur a Norte, en el instante en que él llega al edificio de la Gobernación
de la Provincia de Guanacaste, captándose la volanta en la que van, el señor Presidente de la República, soste-
niéndose su elegante sombrero; a la izquierda don Antonio Esna; detrás del señor Presidente y en forma notoria el
Lic. don Francisco Mayorga Rivas en ese entonces Gobernador de la provincia de Guanacaste; a la derecha, se
aprecia el balcón del edificio de la Gobernación; a la derecha del asta del Pabellón Nacional la distinguida dama -de
blanco- doña Concepción (Conchita) Rivera de Hurtado, madre de Rafael, David y Hernán Hurtado Rivera; Leca
Baldioceda Salazar, y el señor que sostiene a doña Leca lo es don Baltazar Baldioceda Muñoz. Nótese el techo de
teja de barro, así como en la parte exterior de ese balcón el recordado farol de canfín, y a su alrededor un grupo de
militares de la Comandacia de Liberia. Atrás de la volanta y sentados en el muro del altosano de la Iglesia un
grupo de humildes vecinos con su vestimenta típica de la época, camisa manga larga de color blanco al igual que
sus pantalones “brinca charco”. Al fondo se aprecia el hermoso frontispicio de piedra de la Iglesia de la Inmacula-
da Concepción que lamentablemente fue demolido. Apréciese el pino y el dátil.- (colección del Lic. Ronny Piza-
rro Méndez).
61
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Los Tinoco:
La elección de don Alfredo González, a sus 36 años, hecha por el Congreso en 1913,
resultó una gran sorpresa para el pueblo y no satisfizo a ninguno de los partidos que se habían
disputado la victoria. González Flores fue sentado en el sillón presidencial el 8 de mayo de
1914 por los grandes políticos de su época, uno de los cuales fue don Federico Tinoco, quienes
posteriormente no pudieron controlarlo.
Menos de tres meses después de iniciada su administración estalló la primera guerra
mundial y la crisis ante los cierres del mercado inglés para el café y las entradas aduaneras, no
se hizo esperar.
Este gobernante se empeñó en modificar nuestro sistema de tributación en sentido más
científico y equitativo, pero le faltaba el prestigio necesario para implantar tan importante re-
forma y su gobierno no inspiraba confianza. La oposición que surgió contra él se hizo más
fuerte por su nepotismo y sobre todo por sus arbitrariedades contra la libertad de la prensa y la
del sufragio.
El descontento general y profundo que reinaba contra don Alfredo González se acentuó
todavía más con la noticia de que trataba de reelegirse o de imponer como sucesor a uno de sus
allegados.
El secretario de guerra don Federico Tinoco creía tener más derecho a la sucesión de
González que los demás amigos de éste, por haber sido el principal autor de la combinación
política que lo llevó al poder; pero habiendo descubierto que estaba descartado, se alzó en ar-
mas el 27 de enero de 1917 y, el movimiento fue recibido con beneplácito y secundado por la
gran mayoría del país.
Tinoco asumió el mando supremo de la Nación y el pueblo fue convocado para elegir
diputados a una Asamblea Constituyente, que se reunió en abril de 1917 y decretó la nueva
Carta Fundamental con reformas importantes, como la elección del Presidente de la República
por un Colegio Electoral, el restablecimiento del Senado y la responsabilidad de los ministros.
Al mismo tiempo que la Asamblea, fue electo Tinoco Presidente de la República, habiendo
tenido algunos votos para este cargo don Rafael Iglesias.
Tinoco no supo aprovecharse de la favorable disposición de los ánimos. Su tempera-
mento despótico y su poca probidad alejaron de su gobierno a la mayor parte de los que lo
habían apoyado al principio. Por otra parte, la circunstancia de haberse negado el gobierno de
Washington a reconocerlo envalentonó a sus enemigos, a quienes animaba don Alfredo Gonzá-
lez desde los Estados Unidos, en cuyo gobierno buscó y encontró amparo.
El 22 de febrero de 1918 estalló en Río Grande la primera revuelta contra Tinoco, acau-
dillada por el escritor don Rogelio Fernández Güell, y ese mismo día se sublevó la ciudad de
San Ramón.
Los revolucionarios se apoderaron de un tren del ferrocarril al Pacífico y se dirigieron a
Puntarenas, pero las tropas del gobierno al mando del coronel don Juan Quesada salieron a su
encuentro desde el puerto y trabaron combate en El Pozón al oeste de Orotina, dispersándolos.
El coronel Quesada resultó gravemente herido en el combate y falleció días después en Punta-
renas. Fernández Güell y algunos compañeros, activamente perseguidos, huyeron hacia la fron-
tera de Panamá, y al llegar a Buenos Aires fueron cruel y villanamente asesinados por secuaces
de Tinoco. Este hecho, tan ajeno a nuestro modo de ser, causó en todo el país la mayor indig-
nación.
62
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Revolución de Sapoá:
Un grupo de emigrados políticos, con el licenciado Alfredo Volio como jefe, organizó
en Nicaragua, con el auxilio del gobierno de ese país, una nueva revolución contra Tinoco;
pero murió don Alfredo prematuramente, sucediéndole en la jefatura de la revolución don Julio
Acosta, exsecretario de relaciones exteriores de don Alfredo González.
El 5 de mayo de 1919 invadieron los emigrados la provincia de Guanacaste por Sapoá,
con numerosos aventureros nicaragüenses, y después de algunas escaramuzas atacaron a las
tropas del gobierno el 26 de mayo en El Jobo, saliendo derrotados.
También lo fueron en un combate posterior, cerca de La Cruz donde pereció el heroico
maestro de escuela salvadoreño Marcelino García Flamenco, quien después de hacer importan-
tes revelaciones sobre la matanza de Buenos Aires, se había incorporado a las filas revolucio-
narias.
Las fuerzas de Tinoco avanzaron hasta Peñas Blancas, puesto fronterizo de Nicaragua,
y aunque recibieron órdenes de batir a los revolucionarios en territorio nicaragüense, oficiales
y soldados se negaron a cumplirlas para evitar un conflicto internacional.
Veamos; 1919: el primer cablegrama que envía el Cónsul Chase al Secretario de Esta-
do, comienza con la siguiente frase, que bien resume lo que será este año: “Mucha actividad mili-
tar y el aire lleno de rumores”.
Hay movilizaciones de tropas y arrestos. la situación se complica para el Gobierno que
teme la anunciada invasión por la frontera norte.
Por su parte, el Gobierno nicaragüense también está alarmado porque su país fuera in-
vadido por fuerzas de Tinoco, debido a la movilización de tropas gobiernistas hacia Puntarenas
y Guanacaste, que estima en unos 5000 soldados.
Ante los insistentes rumores, Carlos Lara, representante del Gobierno de Costa Rica en
Washington, escribe con fecha 4 de marzo al Departamento de Estado, negando enfáticamente
que su Gobierno haya contemplado la posibilidad de invadir el territorio nicaragüense; por el
contrario, dice, su Gobierno se ha visto obligado a salvaguardar el territorio nacional y a sus
habitantes de las amenazas de la junta revolucionaria, domiciliada en Nicaragua, que conspira
con el apoyo del gobierno de ese país.
Entretanto, a Jorge Volio los patriotas que se encuentran en Nicaragua lo nombran inte-
grante de la Junta Revolucionaria, en sustitución de su malogrado hermano. El nombramiento
se lo lleva el General Chao hasta su nuevo refugio donde esconde su fama de héroe de los libe-
rales nicaragüenses: una casita muy humilde, en los arrabales de la ciudad, cerca del cemente-
rio, que le recuerda su lejano hogar de Santa Ana.
Volio se consume de pesar y de inacción. Por unos días se dedica al trabajo de reparar
rifles. Pero un día, desesperado escribe en su diario, donde se mezclan las cuentas de la revolu-
ción con sus intimidades, lo siguiente:
“El epitafio que yo quisiera: muerto heroicamente en el asalto o combate de. (lugar y fecha), luchando
por la libertad de su Patria y el honor de su nombre”.
El 26 de enero la policía nicaragüense sorprende al General García Osorio, junto con
otros revolucionarios, y confiscándoles el armamento los hace presos. Jorge recibe alarmantes
noticias de la patria: su hermano Arturo guarda prisión con otros enemigos del régimen. La
invasión se atrasa nuevamente y los patriotas pasan penurias económicas.
Un día después, Jorge Volio refleja el abatimiento que hay en su ánimo con una nota en
su diario:
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
“Hoy es el maldito aniversario que ellos podrán celebrar en paz. ¡Al mes de muerto Alfredo!. ¡Bandi-
dos!...”
Mientras el General Volio se consume de impaciencia y de inacción en Nicaragua y los
revolucionarios se desgastan en divisiones internas, eluden la policía y pasa mil trabajos por
falta de dinero, en San José, el domingo 2 de marzo de 1919, se llevaron a cabo elecciones para
renovar las Cámaras legislativas y municipalidades.
“La Información” dando cuenta de los resultados de los comicios, decía que “muchos
miles de votos dieron el triunfo al Partido Peliquista”. Los números no interesan porque, de todas ma-
neras, no hubo candidatos de oposición, pero ocho representantes, entre diputados y senadores,
no fueron reelectos.
Cuatro días después, el Colegio de Abogados por medio de su Presidente, don Pedro
Pérez Zeledón, públicamente solicitó la libertad de tres de sus miembros: don Víctor Guardia,
don Arturo Volio y don Óscar Padilla Castro quienes, el 26 de febrero de ese año, habían sido
confinados a Golfo Dulce, no obstante estar pendiente de resolución de recursos en la Corte
Suprema de Justicia.
En la respuesta, el señor Ministro de Gobernación Tobías Zúñiga Montúfar, dice que:
“los tres han estado a la orden de autoridad competente, por resultar comprometidos en acciones punibles co-
ntra el Gobierno constituido y la seguridad del Estado”; sin embargo, el Ejecutivo accede a la solicitud del Co-
legio.”
Sabemos que don Arturo Volio, hermano del fallecido Alfredo y del General, había
tenido destacada participación como elemento enemigo del régimen. El Lic. Padilla Castro,
hermano del Dr. Guillermo Padilla Castro, pertenecía a una familia de hombres ya contrarios al
Gobierno; pero para el lector de periódicos de nuestros días, es una sorpresa encontrarse dentro
de los adversarios de la tiranía al Lic. Víctor Guardia Quirós, quien fue junto con don Cleto
González Víquez, uno de los diputados que más destacaron como opositores del gobierno de
González Flores y uno de los más connotados colaboradores de Tinoco en los primeros tiem-
pos del régimen. Además, don Víctor desempeñó por un tiempo el cargo de Fiscal Específico,
gracias a un nombramiento oficial.
Pero el caso del Lic. Guardia Quirós fue el de muchos ardientes tinoquistas, quienes
después, desilusionados de la administración se volvieron sus más activos enemigos.
El 1° de mayo se inició un nuevo período legislativo. El Directorio del Congreso quedó
constituido por los señores Lic. Francisco Faerron, Presidente; Dr. Amancio Sáenz, Vice Pre-
sidente; Lic. Julio Esquivel Sáenz, Primer Secretario; don Leonidas Briceño, Segundo Secreta-
rio; don Alberto Calvo Fernández, Primer Prosecretario y don Agustín Gutiérrez como Segun-
do Prosecretario.
En la Presidencia del Senado fue reelecto don José Astúa Aguilar. El resto del directo-
rio quedó integrado por don Clodomiro Figueroa, Vice-Presidente; Dr. Francisco Segreda D.,
Primer Secretario; don Aristides Agüero G., Segundo Secretario; don Ceslao Saborío, Primer
Prosecretario y Dr. Mauro Fernández, Segundo Prosecretario.
En el acto de inauguración del nuevo período legislativo, el Presidente Tinoco fue reci-
bido con todos los honores por ambas cámaras. En su largo Mensaje Presidencial se refirió don
Federico, en primer término, a las relaciones internacionales, quejándose amargamente de que
el Presidente Wilson hubiera excluido a Costa Rica de la Conferencia de Paz y la Liga de las
Naciones, pese a que nuestro país desde el 21 de setiembre de 1917 había roto relaciones con
Alemania y el 23 de mayo del año siguiente le había declarado la guerra. Calificó de “anormal”
la situación con Nicaragua. No existían relaciones con el gobierno del General Emiliano Cha-
64
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
morro, quien ha insistido, dijo Tinoco, en negar su reconocimiento al régimen legal existente
en Costa Rica.
El 6 de mayo se aprobó en las cámaras de diputados y senadores la suspensión por 30
días de las garantías constitucionales, ante la invasión de “filibusteros” que se había producido
en la frontera norte el día anterior.
Por aclamación los representantes aprobaron el proyecto y el Presidente del Congreso,
Lic. Astúa Aguilar, pronunció un discurso “rayano en el más acendrado patriotismo”, al decir
de “La Información”.
Al día siguiente, el mismo periódico informó que 800 hombres de distintas nacionali-
dades formaban el ejército invasor.
Esa noche el Presidente Tinoco lanzó una proclama al país:
“Una banda de aventureros de diversas nacionalidades, de malhechores y presidiarios de la peor clase
que operan bajo Arsenio Cruz, Alfonso Estrada, Manuel Estupiñán y Justo Buey y del mexicano Manuel Chao,
intenta ensangrentar el suelo patrio en unión de Manuel Castro Quesada, Julio Acosta García, Presbítero Jorge
Volio Jiménez y unos treinta costarricenses más que lanzándose a los extravíos de la ciega pasión y del despecho
o a causa de haber sido alejados del servicio de la Administración Pública por mi Gobierno, prestan su concurso
al desarrollo de planes siniestros contra la soberanía, la libertad y la honra de Costa Rica, sin preocuparles así
incurrir en el negro delito de la traición a la Patria que los vio nacer...”
El Coronel Rudesindo Guardia Solórzano (don Chindo, hijo de don Tomás) aunque
alejado de la vida pública, fue llamado para que con el cargo de Mayor General del Ejército
asumiera la Jefatura del Estado Mayor, mientras que el Ministro de Guerra partió hacia Guana-
caste a repeler la invasión.
En efecto, el 5 de mayo, las fuerzas de la revolución habían invadido el territorio nacio-
nal por su frontera norte. Pero en el cuartel de los revolucionarios las cosas no habían resultado
fáciles: la correspondencia diplomática entre Nicaragua y los Estados Unidos era contradicto-
ria: se temía dar abierto apoyo a los revolucionarios. Manuel Castro Quesada fue reconocido
por el Comité Revolucionario como el sucesor de Alfredo Volio, pero tuvo problemas con el
Dr. Giustiniani y renunció. Finalmente, con la garantía personal de éste último se consiguió
más dinero. El problema de los revolucionarios ahora era contar con un jefe civil que fuera
grato a los costarricenses, a los conservadores de Nicaragua y a Washington, además de un jefe
militar que organizara las tropas y planeara la campaña.
Después de muchas vacilaciones y consultas el Dr. Giustiniani llamó a don Nicolás
Oreamuno y los revolucionarios convencieron a don Julio Acosta, quien se encontraba en El
Salvador trabajando en las fincas de su suegro, para que aceptara ser el jefe de la revolución,
aun con el disgusto de muchos; pero había que conciliar a los patriotas divididos entre volistas
y castristas.
Con don Julio llegó el General mexicano Manuel Chao para dirigir el aspecto militar de
la campaña. Chao había vivido en Cartago adonde había hecho buenas amistades y se había
identificado con la revolución hasta el punto de haber encabezado el alzamiento de El Alto de
Ochomogo, donde cayó prisionero. Esta participación le valió la cárcel y después el destierro
de Costa Rica.
Aunque la propaganda tinoquista pintaba a Chao como un soldado salvaje, lugartenien-
te de Pancho Villa esto no era cierto, Chao era un hombre culto. Fue maestro de escuela en
México antes de entrar a la Revolución al lado de Villa, de quien se separó después.
Los revolucionarios pasaron semanas en conferencias, planes frustrados, falsas alarmas,
incertidumbres, muchas desilusiones, preocupaciones y abatimiento. El 22 de marzo Jorge Vo-
lio escribe en el diario que le sirve de confidente:
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
“Fracasó la negociación con M.E. Solís. Me encuentro con los pantalones rotos y mando a arreglar un
vestido de Alfredo para usarlo yo. Miseria. Preocupaciones”.
Por fin, el 28 de abril, Jorge Volio puede escribir:
“Todo está listo”. Agregando: “Desastrosas condiciones económicas”.
Dos días después parte en el tren de las dos y media de la madrugada con un grupo de
86 revolucionarios para la ciudad de Granada. Y el primero de mayo, en la última página de su
diario, escribe que la dueña del Hotel Estrella ha consentido que se vaya debiendo la cuenta y
las de los demás costarricenses alojados en la pensión.
“Mi pobreza me ha reducido a una condición de oscuridad o de insignificancia dentro del movimiento
que me deprime grandemente, pero confío en un cambio de la situación, cuando esté en contacto con el ejército
del pueblo de Costa Rica. El Dr. Giustiniani por un resentimiento de vanidad herida, se ha vuelto contra mí y su
actitud me ha sido sumamente dolorosa. En resumen, en esta hora crítica mi alma está triste amargada, pero voy
serenamente al sacrificio, en medio de una atmósfera preñada de preocupaciones por el mañana...
Son las últimas notas de un patriota en el exilio que, antes de entrar en acción teme por
su vida y piensa en los suyos.
En vísperas de trasladarse a la frontera los revolucionarios hicieron imprimir un mani-
fiesto y una proclama dirigidos al pueblo de Costa Rica, redactados por Mario Sancho y se
embarcaron en Granada con rumbo a una isla del lago donde durmieron. Al día siguiente se
pasó revista y embarcándose de nuevo, al son del clarín, se dirigieron al Sapoá. De Sapoá mar-
charon a Peñas Blancas y de Peñas Blancas a La Cruz por el camino llamado de Las Vueltas,
un camino que le daba realmente mil vueltas al río del mismo nombre.
Efectivamente, el 4 de mayo salieron las tropas revolucionarias de la isleta La Rosa,
donde permanecían desde el 28 de abril esperando el momento propicio para entrar en acción.
El 5, a las once de la mañana acamparon en Sapoá y a las 7 de la noche tomaron posesión de
Peñas Blancas y de la oficina de telégrafos de ese punto fronterizo. Un día después partieron
para La Cruz.
Mientras los revolucionarios establecían su cuartel general en La Cruz, el Gobierno ya
enterado de la esperada invasión, ocupaba con sus fuerzas la ciudad de Liberia. La fuerza revo-
lucionaria se componía de 126 costarricenses entre jefes, oficiales y tropa, más varios nicara-
güenses y hondureños. La cifra de 800 y luego de mil invasores que reportó la prensa tinoquis-
ta de esos días está maliciosamente abultada. Los jefes revolucionarios extranjeros, además de
Chao, fueron los generales Alfonso Estrada, Segundo Chamorro y Manuel Estupiñán.
El primer contacto entre revolucionarios y gobiernistas se produjo el 8 de mayo. La
prensa oficial informó que una avanzada al mando del Coronel Güell había atacado y derrotado
a fuerzas revolucionarias destacadas en la histórica Hacienda Santa Rosa. El parte de los revo-
lucionarios decía que la caballería del Coronel Tomás Márquez, compuesta de 32 hombres,
había logrado desalojar a las tropas tinoquistas que en número de 60 al mando de Juan Güell
ocupaban Santa Rosa, causándoles tres bajas. En esta acción murió también el primer patriota.
Un día después “La Información” calificó la acción de simple escaramuza. Entre los confusos
y contradictorios informes, sólo resultó cierto que fue la primera sangre que reclamó la revolu-
ción.
Mientras que en La Cruz el Estado Mayor preparaba los planes de la campaña, en San
José, el 9 de mayo, intempestivamente, se presentó el señor Presidente a la sesión del Congre-
so. Hizo alusión a hechos muy graves y censuró la conducta de los “enemigos solapados de la Pa-
tria”.
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Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Cuatro días después salió para el Cuartel General de Liberia el Ministro de Guerra, Joa-
quín Tinoco, quien regresó del frente el 21 de mayo. Las declaraciones que el General ofreció
a la prensa daban la sensación de gran optimismo y de confianza ilimitada en el triunfo de la
causa oficial, mientras que el público comenzaba a extrañar la lentitud de las operaciones de
los revolucionarios.
La tensa situación que se vive durante estos días ante la inminencia de la invasión y
luego de haberse producido ésta, se refleja en los informes que envía el cónsul norteamericano
al Departamento de Estado. El 6 de mayo informa que Tinoco recluta a la gente y a otros los
toma prisioneros. Un día después, dice estar enterado de que el Gobierno ha dado órdenes de
que si aparecen navíos de guerra en los puertos de Limón y Puntarenas, sean asesinados los
norteamericanos. La colonia, por supuesto, está muy nerviosa. Amenazas similares han sido
hechas a los hermanos de don Julio Acosta y otros prisioneros políticos.
Se dice que 50 nicaragüenses seguidores del líder liberal, amigo de Tinoco, Julián Irías,
han llegado a engrosar las tropas gobiernistas.
Mr. Chase solicita protección para los norteamericanos y sus propiedades en Costa Rica
y días después la presencia de buques de guerra y soldados en San José (Cable del 12 de ma-
yo). El 20 de mayo da cuenta de que una bomba estalló en la Legación, causando daños mate-
riales. Un día después informa que don Ricardo Fernández Guardia fue arrestado y tiene su
casa por prisión. El motivo del arresto lo atribuye a la visita que le hiciera a él el distinguido
historiador.
. El 26 de mayo contesta Mr. Polk del Departamento de Estado a Chase.
Se sigue con preocupación la situación en Costa Rica. Velarán por la seguridad de los norteamericanos
en ese país, pero no cree conveniente la presencia de buques de guerra en estas costas nacionales. El Departa-
mento de Estado no tiene intenciones de interferir en los asuntos internos de Costa Rica.
La batalla de El Jobo:
Hacienda El Jobo.
Foto de María Carazo Ba-
rrantes.
Por fin sucede una acción de importancia, el 26 de mayo de 1919, que se conoce con el
nombre de Batalla de El Jobo.
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
A las 7 A.m. de ese día las fuerzas de la revolución, que en su totalidad no pasaban de
350 hombres, se organizaron en la sabaneta que está frente a los corrales de Santa Rosa. Con-
taban con cuatro ametralladoras Colt, rifles Remington y unos cuantos máuseres capturados al
ejército de Costa Rica el 8 de mayo, en Santa Rosa. Se repartieron, además, 80 machetes. La
dirección de las fuerzas quedó organizada a cargo del Comandante en jefe General Chao, auxi-
liado por Abel Robles y Miguel A. Obregón.
La tropa fue dividida en cuatro compañías: la primera al mando del General Manuel
Estupiñán con los ayudantes Amadeo Vargas y Eliseo Estupiñán.
La segunda compañía iba al mando del General Chamorro, actuando como segundo jefe
el Coronel José Castro, ayudado por Héctor Zúñiga y Bruno Guerrero.
La tercera compañía estaba al mando del General Alfonso Estrada y del General Jorge
Volio como segundo jefe, con Adriano Urbina de ayudante. La cuarta compañía estaba al man-
do del General Humberto García Osorno y de Manuel Castro Quesada.
Jefe del tren de guerra fue nombrado el maestro Marcelino García Flamenco y Juan D.
Jiménez G., y de la Cruz Roja el Dr. Best.
Antonio Alvarez Hurtado fue comisionado para que recorriera la línea telegráfica entre
Santa Rosa y La Cruz, que había sido interrumpida momentos antes de la partida. Lo acompa-
ñaban Clímaco Pérez y el telegrafista Leovigildo Pérez.
Alrededor de las 8 de la mañana se emprendió la marcha; al llegar a la Hacienda El
Naranjo se dividió la tropa en dos alas. La izquierda, compuesta por unos 100 hombres iba al
mando de los Generales Chao y Estupiñán y llevaba una ametralladora de la que era jefe Sal-
vador Reyes. Marchaba a la vanguardia el guanacasteco Teodoro Alvarez Hurtado.
El plan de batalla era, desechando el camino que va al Jobo, salir adelante de ese lugar
y posesionarse de las márgenes del río Tempisquito que constituía una estratégica posición
para cortar el camino del Jobo a Ahogados. Una vez tomada posesión de ese lugar debería es-
perarse el efecto que hiciera el ataque que el ala derecha, o sea el grueso del ejército, efectuaría
al atacar por los potreros de San Francisco, formados cerca de la casa del Jobo, por unas lomas
dominantes.
El ataque por ese lado lo debían llevar a cabo unos doscientos cincuenta hombres con
tres ametralladoras. Como a las once y treinta de la mañana, el ala izquierda llegó al frente al
Jobo; allí capturaron a un soldado tinoquista quien fue obligado a darles cuenta de la posición
del enemigo. Con mucha cautela, en medio del mayor silencio, continuaron avanzando, tan
cerca del enemigo que los oían hablar desde sus trincheras.
Gracias al conocimiento de Alvarez Hurtado de esos parajes, lograron salir perfecta-
mente al camino que va a los Ahogados, pasando por las narices del enemigo sin ser adverti-
dos. A retaguardia de la pequeña columna de Clímaco Pérez marchaba una ametralladora cus-
todiada por quince soldados, cuyo jefe era el Coronel nicaragüense Salvador Reyes. Narra Pé-
rez que ya habían tomado posiciones y escogido el lugar estratégico donde debían emplazar la
máquina, cuando llegó “Morita” a avisar que Salvador Reyes, al salir al camino y notar que el
enemigo estaba tan cerca y totalmente descuidado, había manifestado que él solo, con su má-
quina y sus quince soldados, atacaría y tomaría el Jobo y que no había sido posible disuadirlo
de que estaba cometiendo una locura.
En efecto, Reyes estaba loco por el alcohol, ya que la noche anterior se había apoderado
de algunas botellas de whisky en Santa Rosa. Durante la marcha había venido tomando sin que
los jefes lo notaran. Desconociendo esta situación no creyeron en el anuncio de Mora, hasta
que momentos después escucharon la descarga de la metralla sobre las magníficas trincheras
naturales del Jobo. Quince hombres colocados en pleno campo raso, a ciento cincuenta metros
68
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
de las trincheras de piedra tras las cuales se parapetaban ochocientos enemigos provistos de
máquinas Maxim y cañones Skodac, pagaron enseguida con sus vidas la locura de su jefe.
Y aquí Clímaco Pérez hace un paréntesis para preguntarse cuáles fueron los méritos que
tomó en cuenta el Congreso de 1919 para conferir honores de héroe y otorgarle los entorchados
de generalato al jefe de las fuerzas tinoquistas en el Jobo, Roberto Tinoco, que con su imperi-
cia permitió que el enemigo llegara a colocarse tranquilamente frente a sus trincheras, a la luz
del medio día y sin que él se diera cuenta.
Pero volvamos a la batalla que ya había empezado. No había ya cómo remediar el mal
que Reyes con su torpeza había desencadenado. Los generales Chao y Estupiñán, apresurada-
mente, dispusieron que éste último marchara con la mitad de la tropa, cincuenta hombres, a
salvar la máquina de Reyes que estaba comprometidísima. Estupiñán mandó adelante a Clíma-
co Pérez a localizar la ametralladora. Pérez encontró a Reyes solo, entre la montañuela, y le
dijo que toda su gente había perecido. En ese momento llegó Estupiñán quien, revólver en ma-
no, le ordenó a Reyes capturar su ametralladora.
“En medio de la más espantosa lluvia de balas, escribió Pérez, fuimos avanzando hasta donde estaba la
ametralladora, tropezando con los primeros mártires. El cañón retumbaba sin cesar y las granadas caían a nues-
tra espalda, ya que estábamos dentro de su trayectoria.”
En ese mismo momento los Generales Volio, Estrada y García Osorno, entraron co-
rriendo con su gente. Ellos que con Chamorro eran los primeros que tenían que atacar y cuyo
ataque la otra columna debía esperar a orillas del Tempisquito, fueron sorprendidos por el fue-
go dos kilómetros antes de llegar a sus puestos y de allí emprendieron veloz carrera al com-
prender que la batalla, inesperadamente, ya había comenzado.
Posiblemente, debido a la confusión de última hora, los tres generales mencionados
hicieron su entrada por el mismo llanete donde Estupiñán y su gente se habían visto obligados
a atacar. Solamente el General Chamorro lo hizo por las lomas de San Francisco actuando con-
forme al plan establecido, y su segundo, José Castro, despojó al enemigo de sus trincheras.
“El llano en que nosotros atacábamos, escribió don Clímaco, no ofrecía ningún parapeto para salvar-
nos: limpio de árboles, piedras y cualquier otro obstáculo, sólo la suerte podía desviar las balas que disparaba
el enemigo. Así fue como cayeron de cara al cielo, García Osorno, Selim Arias, Chico Jiménez, Alejandro Nar-
váez, Rafael Vargas y muchos otros valientes y abnegados soldados. El General Estrada milagrosamente salvó
su vida.”
Cerca de cinco horas duró la lucha que tan desventajosamente se había iniciado para los
revolucionarios. Ya cuando el parque se agotaba, se ordenó emprender la retirada hacia Santa
Rosa:
“Esta es la marcha más penosa; después de tanta fatiga hay que conducir los heridos, la marcha tiene
que ser tan paulatina que hemos tardado de 6 a 8 horas para llegar a Santa Rosa, de donde salimos como a las
diez de la mañana del siguiente día para La Cruz”.
Y, finalmente, señala don Clímaco Pérez, el maestro guanacasteco a quien un grupo de
estudiantes de su provincia, posiblemente ignorando sus méritos, le negaron el nombre de un
colegio en 1976.
“Samuel Santos, el militar nicaragüense al servicio de Tinoco, que estaba en Los Ahogados, a una hora
del Jobo, durante todo el combate no se movió de allí.”
“Ni Santos ni Roberto Tinoco ordenaron la persecución de los revolucionarios, lo que hubiera causado
estragos en sus filas, ya que la mayoría de ellos estaban desmoralizados por la derrota.”
Mario Sancho comenta así la acción de El Jobo.
69
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
“Desatino insigne y derrota espantosa en que perdimos al general García Osorno, a Arias (joven maes-
tro cartaginés) y otros muchos valientes muchachos, a más de cuatro Maxims que teníamos.”
“En la refriega salió herido también otro de nuestros jefes, el general Alfonso Estrada. Fue un verdade-
ro milagro que la bala que le hirió en la frente no lo dejase muerto al instante. En unas angarillas pudo traérsele
con los demás heridos a La Cruz donde se le hicieron las primeras curas antes de embarcarlo a Nicaragua”.
Un día después Joaquín Tinoco informó a la Cámara de representantes la victoria tino-
quista. “La Información” dijo que el Lic. Astúa Aguilar había pronunciado una oración bellí-
sima, de lo mejor que hemos oído de sus labios, la cual fue un canto hermosísimo a la virtud de
Costa Rica y un homenaje completo a los jefes, oficiales y soldados que tan heroicamente lu-
charon en El Jobo...
Toda la Cámara, puesta de pie, acogió con devoción y entusiasmo las palabras de su
Presidente y despidió con la debida solemnidad al señor Ministro.
El triunfo fue largamente celebrado por la prensa oficial. El día 29 de mayo la Cámara
confirió a Roberto Tinoco, quien había sido levemente herido en el combate, el grado de Gene-
ral de Brigada como reconocimiento a su brillante victoria.
Curiosamente, el domingo 11 de junio, “La Información” publicó un manifiesto de los
revolucionarios y La Proclama del Sapoá, firmada por don Julio Acosta; pero después de la
derrota, la proclama había perdido su mágico efecto...
Los revolucionarios habían sufrido su primera derrota.
El relato que publicó el “Correo de Granada” el 3 de junio de 1919 bajo el elocuente
título de “Detalles de la tragedia”, después de entrevistar a Jorge Volio, confirma en muchos
aspectos la versión de Clímaco Pérez. Helo aquí:
“Nuestra avanzada, se hallaba en Santa Rosa y el 24 de mayo el grueso del ejército salió de La Cruz
para reunirse con aquella.
El día 25 estábamos preparándonos para hacer un ataque a Los Ahogados, cuando una exploración de
caballería trajo la noticia de que el enemigo en número considerable ocupaba El Jobo, fuerte posición cercana a
Los Ahogados.
Como el servicio de espionaje confirmó esa noticia, decidimos atacar El Jobo, de esta manera: el Gene-
ral Segundo Chamorro, auxiliado del Coronel Vega, atacaría el frente del enemigo, desde la loma de San Fran-
cisco para desplegarse luego por el flanco; y el General Chao con las fuerzas del General Estupiñán y del Coro-
nel Márquez, situándose al otro lado del río Tempisquito, entre El Jobo y Los Ahogados, cortaría la retirada del
enemigo, impidiendo al mismo tiempo que éste recibiera refuerzo de Los Ahogados.
Ya en marcha la tropa, la columna del General Chamorro perdió el contacto con la del General García
Osorno, y esta última con las fuerzas que le seguían tomó un desecho que conduce directamente a El Jobo, pero
por la margen izquierda del río, quedando éste de por medio entre el camino y la loma de San Francisco.
Faltaba aún media legua para llegar a El Jobo, cuando los Generales Estrada y García Osorno oyeron
disparos, y comprendiendo que estaba principiado el combate, dieron orden de avanzar precipitadamente. El
mismo General Estrada picó espuelas a su caballo y se adelantó para averigua lo que ocurría. Las columnas en
su marcha entraron así en un callejón profundo, a un lado del río, entre dos lomas: a la derecha San Francisco y
la casa y corrales del enemigo, a la izquierda otra loma más baja. En esta posición, nuestras fuerzas barridas
constantemente por las máquinas, el cañón y la riflería enemiga, avanzaron ocupando la loma hasta el paso del
río detrás de la casa de El Jobo. Con bizarría sin igual, con valor increíble nuestros jefes y soldados sostuvieron
un terrible combate de cinco horas.
El enemigo fuerte, con 500 hombres, dos máquinas “Maxim”, un cañón de metralla y abundante parque
se mantuvo siempre a la defensiva, sin desamparar los corrales que le protegían. Aunque hubiera querido huir
no se lo permitían las fuerzas del General Estrada que al irse por el callejón Esa circunstancia de que a pesar
de su superioridad en número y condiciones no salieron a perseguirnos ni un momento, prueba que el enemigo
estaba destrozado dentro de sus atrincheramientos.
Nuestras fuerzas apenas llegaban a doscientos hombres; de éstos sólo la columna del General Chamo-
rro ocupó regular posición, porque los demás al otro lado del río ocupaban, según he manifestado, un lugar
desventajoso.
70
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
El General Chamorro llegó hasta el pie de las trincheras enemigas, pero tuvo enseguida que batirse en
retirada. Las otras columnas hicieron lo mismo; y en esa retirada se lamentaron numerosas bajas entre ellas la
del General García. Osorno muerto de un balazo en el corazón, el General Estrada herido en la frente, el Coro-
nel Márquez herido en un brazo, Segundo Ferretti atravesado por un tiro de máquina en el bajo vientre y otros
cuantos que sucumbieron de una manera heroica.
Viendo aquella situación desesperada, el General Estupiñán y yo quisimos reunir nuestra columna a la
del General Chamorro, pero se hizo imposible, y entonces nos dirigimos a dar cuenta al General Chao del estado
del combate.
Nuestra pequeña fuerza hubiera sido interceptada fácilmente por el enemigo si éste hubiera salido de
sus trincheras; pero se conoce perfectamente que no se hallaba en buena situación para atreverse...
Mientras en Peñas Blancas los revolucionarios se rehacían penosamente después de la
derrota, en San José el Gobierno celebró ruidosa y largamente el triunfo de sus armas. Mario
Sancho escribió recordando esos trágicos días:
“La vuelta de los soldados de El Jobo fue desconsoladora. Su moral estaba quebrantada. Se decidió,
pues nuestra retirada de ahí. Pasamos a Conventillos y no paramos hasta Ostional, lugar en que el retén nicara-
güense nos quitó las armas. Descorazonados y cansados nos disponíamos a abandonar la empresa cuando se
presentó el coronel Alfredo Noguera Gómez y nos instó a perseverar. Noguera venía a la frontera de jefe de las
fuerzas de observación del Gobierno de Managua, y enterado del desastre y de nuestra falta de medios, alimen-
tos y armas, nos ofreció volver a darnos estas últimas poco a poco, y proveernos de harina y de lo demás que le
llegara para sus soldados. Aceptamos contentos y a la mañana siguiente, en cuanto amaneció, nos pusimos en
marcha de nuevo hacia Sapoá. Todo un día de andar. Deshechos de fatiga llegamos al fin, descansamos un tiem-
po y después no fuimos a establecer a Peñas Blancas.
De Peñas Blancas y de Conventillos, donde también se establecieron nuestros soldados hacíamos incur-
siones a La Cruz...”
De estas breves y esporádicas incursiones y escaramuzas del reorganizado ejército revolucionario,
pendía la esperanza de muchos costarricenses enemigos del régimen. Y para el Gobierno aquel pequeño grupo
de rebeldes era una molesta espina...”
Después del revés de El Jobo, el Lic. Castro Quesada marchó a El Salvador y logró
cambiar la neutralidad de ese Gobierno por franca hostilidad contra los Tinoco. La Secretaría
de Relaciones Exteriores de ese país envió nota a las cancillerías centroamericanas pidiendo
una acción conjunta para salvar a Costa Rica de la tiranía. El Dr. Giustiniani y Raúl Acosta
trabajaban empeñosamente en Managua, mientras don Julio Acosta hacía una brillante campa-
ña en la prensa de Nicaragua, El Salvador y Honduras y se mantenía en comunicación con el
Lic. González Flores en los Estados Unidos y don Rafael Oreamuno, a la sazón en Honduras.
El 5 de junio “La Información” dio cuenta de un encuentro entre las tropas oficiales de
caballería y un grupo de guerrilleros, entre los cuales se encontraban varios alzados proceden-
tes de las Minas de Abangares, al mando del ramonense Lorenzo Cambronero, en el lugar lla-
mado El Salto de Upala, cerca del Arenal. El saldo fue de dos muertos y cinco heridos.
Mr. Stewart Johnson, Encargado de Negocios de los Estados Unidos, ingresó a Costa
Rica algunos meses antes del golpe de Estado. Al principio fue gran amigo del Ministro de
Guerra, Joaquín Tinoco; pero después, ante los desmanes del régimen, la actitud de Johnson
cambió radicalmente.
Ante los rugidos de los Tinoco, al principio Mr. Johnson ni siquiera parpadeaba. Más,
les abrió una cuenta especial, laboriosa y detallada, de todos los inconcebibles abusos y de los
atentados y crímenes que cometían.
Con paciencia y atención de juez de instrucción, el Encargado de Negocios recibía las
declaraciones y los atestados que de todos los puntos de la República le llegaban. Cuando, a
mediados de 1918, la esposa del artesano Juan Bautista Chinchilla recibió de Alajuela un ves-
tido ensangrentado de su esposo, esa ropa fue a parar a la Legación de los Estados Unidos,
71
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
como atestado de salvajes torturas. El 12 de noviembre de 1918, una manifestación popular fue
organizada para ovacionar a los representantes de las naciones aliadas. Mr. Johnson, contes-
tando el discurso – dedicatoria, dijo:
“Recibí esta tarde un mensaje de mi gobierno en que me informa oficialmente de la terminación de la
guerra. Y el Presidente Wilson expresa la esperanza de que los beneficios de la paz que habrá de firmarse apro-
vechará a todos los países de América, de donde el kaiserismo será expulsado”.
El 13 de noviembre, ante la brutal represión hecha por la policía de otra manifestación,
Johnson, desde el balcón de la Legación, indignado les gritó:
“¡Policía salvaje!”
Al día siguiente, el Encargado de Negocios recibió una carta de Joaquín Tinoco pidién-
dole explicaciones del discurso del 12, relativo a la expulsión del kaiserismo de Costa Rica y
reclamándole la exclamación contra la policía.
Mr. Johnson le mostró la carta al Dr. Zelaya y le expresó su deseo de conocer su opi-
nión y la de otras personas importantes sobre el insulto que le había hecho la policía, así como
en relación con la carta del señor Ministro, para informar a Washington. Zelaya le aconsejó
consultar a los señores ex-Presidentes de la República y como Mr. Johnson no los conocía, se
ofreció a invitarlos personalmente a la Legación.
Se dirigió primero a don Cleto, quien le manifestó que iría gustoso al día siguiente con
el Dr. Durán, pero le puso una condición previa:
“es indispensable que Mr. Johnson expida su informe antes de hablar con nosotros; sí no, cargaremos
los ex-Presidentes con la responsabilidad, sin saber siquiera lo que él transmitiría a Washington”.
Mr. Johnson estuvo de acuerdo y la respuesta fue que ya había expedido dos informes a
su gobierno. Pero el Dr. Zelaya fue visto al salir de la Legación y posteriormente arrestado y
encerrado en un calabozo del Cuartel de Artillería. Los señores ex-Presidentes pusieron su bar-
ba en remojo y se cuidaron de no acercarse a la Legación. Mr. Johnson y su esposa dejaron el
país en diciembre de 1918. Así describe el Dr. Zelaya la partida del matrimonio:
“Una selecta y numerosa concurrencia se acercó a la estación (del ferrocarril al Atlántico). En medio
del más profundo silencio, Mr. y Mrs. Johnson pasaron por medio de aquella multitud de amigos. Ni un discurso,
ni una palabra; solamente efusivos apretones de manos, únicas manifestaciones permitidas por la tiranía...”
El gobierno de Tinoco se había puesto de parte de los Aliados en la gran guerra que
estalló en Europa en agosto de 1914, rompiendo relaciones diplomáticas con el Imperio Ale-
mán, y el 23 de mayo de 1918 le declaró la guerra, creyendo impedir así que el gobierno de
Washington siguiese patrocinando la revolución del Sapoá por medio del de Nicaragua; pero
no lo pudo conseguir, y debido a la influencia del presidente Wilson, Costa Rica fue excluida
de la Conferencia de la Paz y del tratado de Versalles, cruel ofrenta no sólo para el gobierno de
Tinoco sino también para la República.
No obstante haber sido vencida la revolución en el Guanacaste y de estar la Penitencia-
ría atestada de prisioneros políticos, los ánimos se exaltaban cada vez más contra la tiranía de
Tinoco, especialmente en la capital.
El 13 de Junio de 1919 las maestras de las escuelas de San José hicieron una valiente
manifestación pública contra el gobierno, seguida de un motín que fue sofocado con derrama-
miento de sangre. Los disparos hechos por la policía contra el consulado de los Estados Uni-
dos, donde se habían refugiado algunos amotinados, cuyo comandante se aprestaba a ocupar el
puerto y a enviar infantes de marina a San José, pero la enérgica actitud asumida por el presi-
dente Tinoco ante la amenaza extranjera, quizás lo hizo desistir de sus propósitos y se retiró
72
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
enseguida. En el motín del 13 de junio fue incendiado el edificio en que se hallaban las ofici-
nas y los talleres del periódico La Información.
Convencido de que su situación era ya insostenible y acatando los consejos de diplomá-
ticos de naciones amigas, Tinoco resolvió abandonar el país. En vísperas de hacerlo, temprano
de la noche del 10 de agosto de 1919, su hermano y ministro de la guerra don Joaquín Tinoco
fue muerto por un desconocido en las calles de la capital. Al principio se temió que este asesi-
nato diera lugar a sangrientas venganzas, pero dichosamente no fue así, y el 12 de agosto en-
tregó el poder don Federico A. Tinoco al primer designado general don Juan Bautista Quirós
embarcándose el mismo día con destino a Europa.
Centroamérica 1920:
Costa Rica y El Salvador presentaron demandas contra Nicaragua ante la Corte de Jus-
ticia Centroamericana con motivo de un tratado celebrado en agosto de 1914, por el cual Nica-
ragua otorgó a los Estados Unidos de América una opción de 99 años para construir un canal
interoceánico y una base naval en la bahía de Fonseca, fundándose en que ese tratado vulnera-
ba los derechos de Costa Rica en dicho canal y los de El Salvador en la citada bahía.
La Corte falló en setiembre de 1916 y marzo de 1917 contra Nicaragua; pero esta Re-
pública no acató la sentencia y retiró su magistrado del alto tribunal, dejándolo desintegrado.
La Corte se extinguió en 1918.
Por iniciativa del gobierno salvadoreño y convocada por la Oficina Internacional Cen-
troamericana de Guatemala se reunió una conferencia de plenipotenciarios en nuestra capital,
en diciembre de 1920, para tratar de restablecer la unión política de las cinco repúblicas de
Centro América, con motivo del primer centenario de la Independencia. Este Proyecto se frus-
tró en parte porque Nicaragua pretendía imponer la aceptación del tratado Bryan-Chamorro y
hasta la de ciertos contratos muy onerosos celebrados por ella con banqueros norteamericanos.
Habiéndose retirado Nicaragua de la conferencia, se firmó en enero de 1921 un tratado
de unión federal entre Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Honduras, que fue rechazado por
el Congreso de Costa Rica y aprobado por los de las otras tres repúblicas hermanas; pero esta
nueva patriótica tentativa fracasó también, a consecuencia del derrocamiento del presidente
Herrera de Guatemala.
.
73
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
consecuente baja de los precios internacionales del café y despidos masivos. La situación se
hizo explosiva. Mientras tanto, la oligarquía dominante, manipulada desde el exterior, resultó
inoperante. La crisis institucional se hizo evidente.
Aparecieron así grupos sub-oligárquicos y sectores medios exigiendo un cambio en las
estructuras del Estado, una diversificación de la economía y mayor participación en la política,
a través de reformas electorales. Se acentuó la conciencia social primero con la aparición del
Partido Reformista de Jorge Volio y después del Partido Comunista. Se organizaron huelgas y
protestas. Profesionales y obreros exigían garantías sociales para el sector laboral. El esquema
oligárquico se tambaleaba. La década fue testigo de la respuesta dada por el grupo dominante:
mecanismos abiertos de dominación.
La represión y el fraude electoral tuvieron campo fértil en la inconsciencia y la sumi-
sión, productos del patriarcalismo político.
En Costa Rica, la provincia de Guanacaste presenta condiciones geográficas muy pro-
pias, constituyendo una región natural independiente. Por su extensión (10400 Kilómetros cua-
drados) es la segunda del país y su población, a partir de 1927 (51142 habitantes), ha ido cre-
ciendo hasta alcanzar la cantidad de 220000 habitantes. Presenta, una inmensa sabana extendi-
da en el noroeste del país, que cubre el territorio costarricense desde la frontera con Nicaragua
hasta el Golfo de Nicoya, el cual la penetra majestuoso y se hunde en sus entrañas por la arteria
vital de la provincia: el río Tempisque.
La Cordillera de Guanacaste levanta cuatro colosos volcánicos que vigilan milenarios
aquellas otrora abandonadas soledades, y la separan de la provincia de Alajuela. Ardiente sol
en veranos, a veces tan prolongados que traen sequías devastadoras para la agricultura y la
ganadería. Torrenciales aguaceros en inviernos, a veces tan crudos que la inundación arrastra
cultivos y ganados, sembrando el pánico y la desolación. Tierra de contrastes, en un paisaje de
extraordinaria belleza, con playas que la consolidan como la más rica fuente turística del terri-
torio nacional.
Las antiguas plagas de chapulín o langosta no lograron detener al sabanero, y, hoy co-
mo ayer, la ganadería y la agricultura crecen pujantes, a pesar del sol o la lluvia. De una explo-
tación tradicional se ha pasado a una tecnificación agropecuaria que cambia la fisonomía del
paisaje. Tras los hatos de ganado, antes criollo y ahora de razas mejoradas, se encuentran los
arrozales, los plantíos de algodón, maíz y frijoles. Tierras fértiles dan su sustento a nuevos ca-
ñaverales.
Y por entre surcos y llanadas, una población en su mayoría mestiza, se ha unido a inmi-
grantes blancos del interior y en compañía de “cholos” y asiáticos ha dado como contraste, la
comunidad costarricense de más rico folklore.
La “Cenicienta” de los años treinta, cuarenta y cincuenta, a la cual solamente podía
llegarse por lancha, o después de horas de cabalgar o de sufrir el golpeteo monótono de las
carretas, está hoy fuertemente unida al resto del país, no sólo por la Carretera Interamericana,
sino por modernas líneas aéreas y eficientes servicios de transbordadores. Es, indudablemente,
factor fundamental de la economía del país.
A la vez que se daba una dominación externa por parte de la metrópoli sobre la oligar-
quía detentadora del poder, se daba, una dominación interna por parte de ésta misma. El fenó-
meno se trasmitía como un virus de los más contagiosos.
La capital dominaba al campo.
Para ello se valió de los gamonales y caciques regionales, latifundistas en su mayor
parte. Éstos, a su vez, ejercían una presión inmediata sobre peones, aparceros, minifundistas.
pequeños propietarios, etc.
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
aristas que hicieron de Guanacaste el granero de Costa Rica. En los años treinta las milpas se
erguían con fuerza en la bajura, estimuladas por el rico contenido de los suelos. En las alturas
de la cordillera, en Tilarán, en Cañas y en el Sur de la Península, el hombre guanacasteco, mo-
tivado por los “cartagos”, vio la flor de los cafetos convertirse en bellotas coloradas y a éstas
salir en grano de oro desde varios beneficios hacia el Valle Central.
La respuesta abundante de la tierra, llevó al guanacasteco a variar sus cultivos y en la
llanura o en las colinas germinaron los más diversos productos: el algodón, el tabaco y la caña;
el arroz y los frijoles; los más variados frutales y legumbres.
Poco a poco, el sabanero comprobó que la feracidad del suelo le permitía mantener con
facilidad toda clase de ganadería y de la pampa obtuvo múltiples beneficios. Aún quedaban en
los bosques enormes troncos de cenízaro, cedro o caoba; escapados de la voracidad de las com-
pañías madereras que, con despiadada tesón, enviaban la savia de los bosques al extranjero.
En las entrañas de la tierra, el hombre encontró minerales valiosos. El oro brotó por
muchos boquetes en Abangares. En las costas de Santa Cruz, en Playa Real y San Juanillo, la
guerra encontró un elemento valioso para sus armas: el manganeso, cobre, azufre, mármol,
salinas, cal...; la provincia fue pródiga en sus bienes.
El mar proveía al hombre de la costa de pesca abundante, a la vez que le brindaba la
conchaperla y el carey, por los cuales arriesgaba constantemente su vida. La belleza natural de
la pampa, y sobre todo la romántica esplendidez de las costas, ensueño de tardes cálidas en
playas de blancura inmaculada, constituían el señuelo más efectivo para el turista.
La pampa era realmente bondadosa. Pero, la provincia estaba empobrecida. Una gran
mayoría de sus habitantes vivían en condiciones infrahumanas. No contaban con los más ele-
mentales servicios públicos, estaban sin programas de salud, sin educación y con salarios de
hambre. El contraste hiriente de siempre: el sabanero, el amo y señor de la pampa, sucumbía
poco a poco entre soles de hambre y soledad. La situación, a pesar de desastrosa, era explica-
ble. Las causas de la misma eran pocas, pero determinantes; la principal de ellas y en la que
tiene su nacimiento muchas otras, fue el régimen de tenencia de la tierra. Además del problema
agrario, fueron funestas: la explotación rudimentaria de la tierra, el aislamiento, la presencia de
capital extranjero, las plagas que asolaron la región y un Estado inoperante para resolver pro-
blemas. Todas estas causas están íntimamente relacionadas y en conjunto representan la expli-
cación más tajante del estado de atraso en que vivía Guanacaste en la década de los años treinta
y cuarenta. Sin embargo, es necesario detenerse en cada una de ellas para analizar sus implica-
ciones.
El problema de la tierra en Guanacaste lo constituía la dualidad latifundio-minifundio;
éste último como consecuencia directa de la existencia del latifundio tradicional. El problema
encuentra sus primeras raíces ya en la época colonial, cuando de Nicaragua bajaron las familias
en dirección Norte a Sur y desde Liberia se expandieron hacia el Sudeste y Suroeste; movi-
miento que cesó cuando dichos latifundistas se encontraron con un movimiento similar, pero
proveniente del Valle Central.
Estas personas vieron estimulados sus propósitos debido a la casi total despoblación de
los cantones centrales de la provincia, lo cual evitó la presión sobre la tierra, la escasez conse-
cuente de manos para trabajar, las sequías prolongadas, que obligaron a una ganadería extensi-
va, y, por supuesto, la abundancia de la tierra disponible. Estos latifundios se mantuvieron y
crecieron, heredándose por generaciones y ya por los años treinta, la situación era igual o peor
que en los tiempos coloniales y postanexionistas.
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Otro tipo de acaparamiento de tierras se dio con las leyes liberales, nacidas al calor de
las ganancias producidas por el café, que permitieron al capitalista del Valle Central comprar
enormes fincas en Guanacaste.
También se da la ocupación de baldíos nacionales, para exportar maderas primero y
luego formar grandes emporios ganaderos. Los hubo también que se apoderaron de tierras re-
servadas a las comunidades indígenas y en última instancia, el latifundio se concretó a través
de procesos colonizadores hacia Tilarán, Hojancha y Nicoya, en los cuales los pequeños pro-
pietarios fueron absorbidos paulatinamente por personas ajenas a esos procesos, grandes pro-
pietarios, que así lograron formar sus latifundios. Mención aparte merece el latifundio adquiri-
do por capital extranjero, tanto para la explotación minera o maderera; como por la tendencia a
invertir el dinero tan seriamente amenazado por la gran depresión.
El Estado también propició la aparición del latifundio, emitiendo leyes que precisamen-
te se decían orientadas a combatirlo. Tal es el caso de la “Ley de informaciones posesorias”,
(número 139 del 14 de julio de 1941) y la “Ley de ocupantes en precario” (Número 88 del 14
de julio de 1942).
Estas leyes resultaban ser una afirmación para quienes tenían ilegalmente las tierras del
estado. La peor parte la llevó siempre el campesino, quien, expulsado por el terrateniente, con
el argumento de la crisis económica, buscó otras tierras que creían eran baldíos. Pero también
fue rechazado violentamente de ellas, pues ya estaban acaparadas por terratenientes ausentis-
tas. En suma, las autoridades protegieron y confirmaron el latifundio en Guanacaste.
Hubo, incluso, familias que después de trabajar por años su pedazo de tierra, fueron
desalojadas de él, al parecer esa tierra inscrita a nombre de un propietario absentista. La situa-
ción fue grave en todos los cantones pero sobre todo en los cantones centrales: Bagaces, Libe-
ria y Carrillo.
Luego de un gran recibimiento a Vargas Vargas, en Abangares, se programó una reu-
nión de la Confraternidad, en la noche, frente al Mercado Municipal. Adriano Urbina se apre-
suró a convocar a sus partidarios esa misma noche, a una reunión que se celebraría a unas cien
varas de la reunión varguista.
La reunión oficialista finalizó rápidamente, solo hicieron uso de la palabra tres personas
y la cantidad de público era muy escasa. La reunión de la Confraternidad con más de nueve
oradores, incluido el propio doctor Vargas, estaba en su apogeo.
Algunos seguidores del Partido Republicano se acercaron a la reunión de la Confrater-
nidad. Junto a la tribuna varguista, Florentino Cruz y Adriano Urbina pusieron radios a todo
volumen y algunos seguidores lanzaron vivas a Urbina. Cuando estaba en uso de la palabra
Lisímaco Leiva, el urbinista Jorge Chayud, en estado de ebriedad se acercó a provocar. Los
varguistas reaccionaron y ambos bandos se fueron a las manos, interviniendo de inmediato la
autoridad. Pero el palo y la cincha solamente cayeron sobre Solón Villalobos, quien fue blanco
de un violento cintarazo en el rostro.
Ante la gravedad del escándalo se pidió un informe y las autoridades culparon a los
varguista de provocadores, aduciendo que los discursos eran subversivos y que se atacaba du-
ramente al gobierno. El Coronel Juan José Cañas, comisionado por el propio León Cortés y
quien era Secretario en Jefe de la Comandancia, dijo que la investigación no había presentado
nada de trascendencia.
El 24 de diciembre en la noche en Liberia, el guarda fiscal Santos Mora al salir de la
cantina de Cataldo, lanzó un “Viva Urbina” que fue contestado de inmediato por un “Viva Var-
gas”. De los “vivas” ambos pasaron al enfrentamiento físico del cual resultó herido Isidro Mo-
ra por un navajazo propinado por Santos Mora a quien ni siquiera se detuvo ni se castigó. Se
78
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
argumentó que ese día iniciaba un permiso de tres meses. En cambio se detuvo a muchos var-
guistas, en cuenta una mujer, multándolos con doce colones por haber lanzado vivas a su can-
didato. Las autoridades alegaron que esas personas se hallaban en estado de ebriedad, cargo
que resultaba ilógico, pues entre ellos se encontraban Cecilio Castrillo y otros que precisamen-
te eran abstemios.
El 31 de diciembre, poco antes de las doce de la noche alguien gritó “Viva Vargas” y la
policía lo persiguió. Esa persona, junto a otras que se sumaron con sus vivas escaparon y se
refugiaron en la casa de doña Sofía Vda. de Guillén. En esas estaban cuando empezaron a oírse
en diferentes puntos más vivas a Vargas. Tres personas se encaminaban hacia el Hotel Liberia
en esos momentos. Eran Juan Bonilla, Aristides Baltodano y Secundino Fonseca. Los dos últi-
mos siguieron el ejemplo y aunaron sus voces a quienes vivaban al candidato de la Confrater-
nidad.
Se acercó a ellos el policía Feliciano (Chano) Leiva y les advirtió que eran prohibidos
los vivas fuera del Club. La respuesta breve de Secundino Fonseca: “Atrás, Brocha”, hizo que el
policía soplara su silbato pidiendo ayuda. Al acudir varios compañeros del guarda, el público
se interpuso entre los policías y quienes se dirigían al hotel.
Pronto se armó el zafarrancho. Entre vivas, insultos y golpes las cosas se pusieron muy
violentas. Al final, resultaron cinchoneados Luis Rivas y Manuel Santos. A Alejandro Salazar
después de cinchoneado y apaleado, lo encarcelaron. Como éstos, fueron bastantes los atrope-
llos cometidos en la humanidad de partidarios varguistas, mientras que a los urbinistas se les
permitió toda clase de insultos ante la actitud complaciente de las autoridades. El propio Fran-
cisco Navarro, desde su cargo de policía, manifestó tener órdenes de persecución contra los
partidarios de la Confraternidad, cuando expresó:
“...Quince días antes de los sucesos en Liberia el segundo Comandante, Juan Vega Rodríguez, nos dijo
a los subalternos:
“Denle cincha a todo aquel que se les oponga, no se pongan a tratar de contemporizar,
porque esta gente es muy malcriada”.
El bando oficial trató de justificar estas declaraciones diciendo que la orden era tanto
para varguistas como para urbinistas, pero en la realidad solo a los primeros se les aplicó. Co-
mo puede deducirse de los hechos narrados anteriormente, la situación era grave. La dirigencia
de la Confraternidad solicitó al Presidente de la República que enviara a Víctor Guardia Quirós
para que investigara los hechos, pero la petición fue denegada. El panorama represivo aumentó
a tal punto que el gobierno intentó suspender las fiestas cívicas de Liberia y Santa Cruz, pos-
poniéndolas para después de las elecciones. Las municipalidades se pospusieron rotundamente
y el gobierno optó por enviar fuertes contingentes armados para evitar, según ellos, cualquier
posible alteración del orden en dichos festejos que se celebrarían en enero de 1938. A Liberia
llegaron veinticinco hombres armados desde San José y a Santa Cruz se enviaron refuerzos
desde Puntarenas. Se pretendía evitar todo tipo de manifestación política y Vargas Vargas se
mostró de acuerdo. Sin embargo, cuando el Jefe Político de Santa Cruz pretendió también
prohibir la simple presencia del doctor en los festejos, en calidad de ciudadano común y co-
rriente, éste se negó a aceptar esa exigencia alegando que atentaba contra la libertad individual.
Esa autoridad llegó al extremo de negarse a firmar el acuerdo de suspender las reuniones por
motivo de las fiestas, si el doctor Vargas no garantizaba estar ausente en las fiestas de Santa
Cruz.
Aunque en Liberia se dio una efervescencia mayor, los problemas también fueron fuer-
tes en Cañas y en Nicoya. En los otros cantones, a pesar de que hubo represión, la situación no
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
fue tan grave. El doctor Vargas Vargas publicó una carta dirigida al Lic. Antonio Alvarez Hur-
tado, en el cual denunciaba con firmeza los atropellos de que eran objeto sus partidarios y la
forma baja de hacer su campaña el partido oficial. Párrafos fuertes de la misma, motivaron la
rápida reacción del Presidente Cortés Castro. He aquí algunos de esos párrafos.
“Mi provincia no olvidará que el gobierno de don León Cortés Castro, en este siglo XX, le dio palo y
cincha por reclamar sus legítimos derechos (...) La lucha no ha sido aquí contra urbinistas, sino contra las auto-
ridades que tratan de imponerlo. En fin, honor y gloria a los valientes que el 1 de enero de 1938 les sorprendió
con una celada, por clamar justicia para su provincia y por todos los principios democráticos de nuestra querida
Costa Rica”.
El mismo día en que apareció esa carta, el Presidente de la República ordenó al Jefe del
Ministerio Público, Lic. Víctor Manuel Elizondo, que se trasladara a Guanacaste a investigar
los hechos acaecidos. Así se hizo y el funcionario estuvo desde el 10 hasta el 15 de enero in-
vestigando. Rindió su informe al Presidente, el día 18 de enero.
Resulta muy comprometedora la actitud asumida por el Presidente mientras se realizaba
la investigación, pues se dedicó a reafirmar su confianza en las autoridades guanacastecas y a
acusar al movimiento confraterno de propiciar el separatismo. También resulta sospechoso que
cinco días antes de ser rendido el informe del Lic. Elizondo, apareciera en “La Tribuna” la
noticia de que no había culpabilidad en las autoridades.
El informe fue publicado a todo espacio en las páginas del “Diario de Costa Rica”.
Abarcó los siguientes puntos:
1. Sucesos del 19 de setiembre de 1937 y detención del Dr. Vargas Vargas.
2. Hechos ocurridos en Nicoya en octubre de 1937.
3. Hechos ocurridos en Las Juntas a mediados de diciembre pasado (1937).
4. Hechos ocurridos el 24 de diciembre de 1937 en Liberia.
5. Acontecimientos del 31 de diciembre de 1937, en Liberia.
Después de una interpretación sobre las implicaciones de la palabra “brochismo”, pre-
senta su versión de los hechos basada en declaraciones de testigos de los diferentes bandos
políticos. Esa versión deja una imagen ambigua y contradictoria y al hacer su apreciación de
los hechos minimiza las implicaciones de los mismos. En síntesis, se resume el informe en las
siguientes seis conclusiones:
1. A nadie se ha golpeado con palo en Guanacaste.
2. Sólo cuatro personas fueron golpeadas: una en Las Juntas y tres en Liberia.
3. Las detenciones del 19 de setiembre 24 y 31 de diciembre no fueron ilegales sino por faltas cometidas.
4. La bofetada de Calixto Vargas fue en calidad personal.
5. Autoridades superiores no dieron órdenes especiales para cinchonear o apalear personas.
6. El doctor Vargas Vargas, de acuerdo con denuncias, ha hecho una deducción equivocada: la de que
el gobierno ha ordenado dar cincha y palo en Guanacaste; cargo impremeditado e injustificado.
Por supuesto, estas conclusiones del llamado “juez probo e idóneo”, no satisficieron a
los dirigentes de la Confraternidad ni convencieron a la opinión pública, pero tuvieron la virtud
de entretener la atención pública, desató innumerables polémicas, mientras el partido oficial
planeaba su estrategia para el día de las elecciones. Estrategia que consistió, básicamente, en
organizar detalladamente el fraude electoral.
Una vez electo, Vargas Vargas emprendió una gira por los pueblos de Guanacaste, tes-
timoniando su agradecimiento por el apoyo que le dieron y ratificando su intención de luchar
por los intereses de la provincia. Quería, evidentemente, mostrar una faceta nueva a sus cote-
rráneos. Hacer lo contrario de quienes, resultando electos, se olvidaban de inmediato de su
pueblo y se alejaban de los llanos.
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Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Nació en La Cruz, el 18 de marzo de 1901. Fue hija de Don Valerio Ramírez, Colom-
biano, y Doña Valeriana Montiel Median, nicaragüense, cursó sus estudios primarios en la
escuela de su lugar natal (entonces distrito del Cantón de Liberia).
Contrajo nupcias, con Don Pedro Alvarado Rivera, nicaragüense, quien llegó a la Cruz
como telegrafista y después se dedicó a actividades comerciales y agropecuarias. De su unión
nacieron cinco hijos: Alicia, Celina, Ana, Lidia y Hernán Alvarado Ramírez.
Don Pedro Alvarado falleció en la Cruz el 11 de agosto de 1930, estando sus hijos aún
muy pequeños.
Algunos años después de enviudar conoció a quien habría de ser su segundo marido,
Don Teodoro Picado Michalski. Don Teodoro, a la sazón Secretario de Educación Pública en
la tercera administración de Don Ricardo Jiménez, debía efectuar una inspección de escuelas
en el norte de Guanacaste y solicitó a Don Fernando Arce, visitador escolar, que le acompaña-
se en la gira. Don Fernando, cuya esposa era hermana de Doña Etelvina, telegrafió a ésta para
pedirle que los recibiera en su casa de la Cruz. La gentileza de la joven viuda fascinó a Don
Teodoro, y también los acercaron sus penas íntimas, Don Teodoro se estaba divorciando. Doña
Etelvina y Don Teodoro contrajeron nupcias el 2 de abril de 1937, cuando ella tenía treinta y
seis años de edad y el treinta y siete. Con un considerable grupo de muchachos –cinco hijos de
Doña Etelvina y los dos de Don Teodoro-, establecieron su domicilio en Lourdes de Montes de
Oca. Tuvieron una hija, Cecilia Picado Ramírez.
Don Teodoro fue Diputado de 1936 a 1944 y presidió el Congreso institucional de 1941
a 1944. en los comicios de 1944 fue elegido Presidente de la República.
Como Presidente electo, Don Teodoro viajó a Washington en compañía de Doña Etel-
vina. En la Casa Blanca fueron recibidos por la Primera Dama de los Estados Unidos, Eleonor
Roosevelt, quien viajó con ellos a Warm Springs, Georgia, donde se encontraba su marido.
82
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Posteriormente, la señora Roosevelt se refirió a Doña Etelvina y expresó que le había causado
una magnífica impresión.
El 8 de mayo de 1944 Don Teodoro tomó posesión de la Presidencia y Doña Etelvina se
convirtió en Primera Dama de Costa Rica, a los cuarenta y tres años de edad. En una época
muy difícil y turbulenta Doña Etelvina compartió con su esposo numerosas preocupaciones y
horas de angustia. Cumplió con tino y discreción los deberes protocolares que le imponía su
posición, y le tocó tratar junto a Don Teodoro a los mandatarios de México y Centro América.
Fiel al espíritu de su provincia natal, poseía un temperamento alegre y festivo y en algunas
oportunidades, en recepciones oficiales, se saluda su presencia con las notas del Punto Gua-
nacasteco. Se interesó mucho por el progreso de las zonas rurales. Acompañó a Don Teodoro
en todas sus giras por el país, muy a menudo a caballa y por pésimos caminos. Le encantaban
las fincas y el campo, y una de sus mayores ilusiones, que nunca pudo realizar, fue tener una
hacienda con grandes repartos y mucho ganado. Como Primera Dama, promovió dos obras de
fundamental importancia para la Cruz; la edificación de la iglesia y la construcción de una ca-
ñería. Hasta la administración Picado, la única forma de obtener agua potable en la población
era descender al fondo de un profundo y peligroso precipicio, donde había una naciente, o pa-
gar precios de capricho a quien se arrimase a desafiar el “guindo” e ir a traerla. Don Fernando
Arce recordaba a un famoso militar de principios de Siglo, que se solazaba practicando su pun-
tería con el recipiente de alguna infeliz mujer que ascendía con el agua. Cuando los trastornos
políticos y la guerra civil de 1948 forzaron a Don Teodoro Picado a llamar al ejercicio de la
primera magistratura al tercer Designado Don Santos León el 19 de abril de 1948 y partir a
Nicaragua con su familia, debe recordarse que Don Teodoro no renunció a la Presidencia y que
por consiguiente Doña Etelvina siguió siendo Primera Dama hasta la conclusión del período
Presidencial, el 8 de mayo de 1948.
Los esposos Picado Ramírez se radicaron en Managua, donde llevaron una existencia
muy modesta. Don Teodoro carecía de fortuna personal y el pequeño patrimonio de Doña Etel-
vina, en parte heredado de su primer esposo, había quedado en Costa Rica. Las nuevas autori-
dades intervinieron los bienes y exigieron que se justificase su origen. En julio 1949, después
de un complicado proceso, se declaró la indiscutible legitimidad de la procedencia del patri-
monio de Doña Etelvina. Sin embargo, los bienes sufrieron considerable detrimento, y la anti-
gua Primera Dama incluso hubo de sufrir la pérdida de joyas y de otros objetos de valor, dados
en custodia personas de su confianza antes de su salida de Costa Rica.
Don Teodoro y Doña Etelvina residieron más de doce año en Nicaragua. La amargura
del exilio y las penalidades económicas y morales minaron la salud del ex Presidente, y tuvie-
ron que trasladarse a Nueva York en dos oportunidades para que fuese intervenido quirúrgica-
mente. La acción de la ciencia médica resulto infructuosa y Don Teodoro falleció en Managua
el 1º de junio de 1960, a la edad de sesenta años.
Vivió sus últimos años alimentada con el recuerdo de su esposo ausente y el cariño de
sus seres queridos, y sin perder nunca su amabilidad y dulzura de carácter, pese a dolencias
que la aquejaron y a que perdió casi del todo la vista. Ya gravemente enferma expresó a sus
hijos su deseo de ser sepultada en el Cementerio general de San José, junto a su hija Lidia Al-
varado Ramírez. Manifestó que había querido mucho a sus dos maridos –Don Pedro Alvarado,
enterrado en Guanacaste, y Don Teodoro, cuya tumba estaba en Paraíso– a uno de su juventud
y a otro de sus años de madurez, y que no le era posible elegir entre ambos.
Murió en San José el 6 de noviembre de 1976 a los setenta y cinco años de edad.
83
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Es importante la narración de esta guerra por haber sido un movimiento de corte inter-
nacionalista, en el cual, por su ubicación geográfica como tierra fronteriza, otra vez Liberia
tuvo que verse envuelta en un conflicto militar.
En los eventos armados participaron efectivos guanacastecos jefeados por don Adán
Guevara Centeno.
Además, esta guerra marca un momento histórico de cambio, que no se puede dejar pa-
sar desapercibido, lo mismo que su análisis deja traslucir los nexos y confrontaciones existen-
tes entre los políticos a nivel regional.
El Pacto del Caribe:
Para tratar este tema tenemos que remontarnos al año 1942, cuando don José Figueres
Ferrer, después de pronunciar un violento discurso en contra del gobierno de Calderón Guardia
fue expulsado del país y el camino del destierro lo llevó finalmente a la ciudad de México.
Este hecho es importante, ya que el propio Figueres ha reconocido que la gestación de su mo-
vimiento duró seis años, durante los cuales se prepararon los planes y elementos bélicos.
En México, Figueres se encontró al nicaragüense Dr. Rosendo Argüello hijo, quien
pretendía llevar a cabo una “revolución” en su país. Su deseo era derrocar al régimen dictato-
rial que en Nicaragua se había instaurado hacía ya algún tiempo.
En el fondo del pensamiento de Figueres, se fraguaba una actitud de desquite por el
vejamen que sufrió. Dice también el Dr. Argüello, que en una reunión sostenida entre él y Fi-
gueres, en el mes de junio de 1943 en México, surgió la idea de elaborar los planes necesarios
para lograr una “democratización” de los países del Caribe. Por esto sugirió a Figueres que se
agruparan alrededor de la Unión Democrática Centroamericana, donde actuaban personalida-
des como el Prof. Vicente Sáenz y el Dr. Pedro Zepeda, entre otros. Pero esta organización fue
considerada demasiado idealista, porque no ofrecía soluciones prácticas a los problemas de
Centro América.
Acordaron reunirse posteriormente y buscar colaboración de centroamericanos que es-
tuviesen de acuerdo en llevar acabo una acción efectiva. Así, después de varias reuniones en
que participaron otras personas, se llegó a la conclusión de que la única forma de llevar a cabo
la “liberación” de Centro América, era por la vía armada. Que el mejor lugar para iniciarla era
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Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Costa Rica, por ser el país más débil en el aspecto militar. También porque era donde la oposi-
ción se podía manifestar más libremente y conspirar en igual forma. Esto es una verdad eviden-
te, ya que durante la administración Calderón Guardia, y sobre todo durante la administración
de don Teodoro Picado, la oposición pudo manifestar su opinión casi libremente. Decimos
casi, porque también es cierto, que en algunas ocasiones esa libertad fue reprimida.
Figueres propuso al Dr. Argüello que consiguiera militares veteranos nicaragüenses
para dirigir la lucha en Costa Rica, y que él, Figueres, se encargaría de conseguir el dinero en-
tre el capitalismo costarricense, ya que éste estaba disgustado con Calderón por las leyes socia-
les. Hizo la advertencia de que si la “revolución” llegaba a triunfar, estas reformas sociales
serían impulsadas aún más.
La ayuda económica ofrecida por el señor Figueres, no llegó con la prontitud que se
esperaba. Por esta razón el Dr. Argüello decidió enviar una carta a don León Cortés, por inter-
medio del Lic. Fernando Lara, pidiéndole su ayuda para el movimiento. Consideraba que era el
único que podía lograr el desembolso del dinero necesario por parte del sector capitalista. La
contestación a esta carta, fue la sugerencia de un viaje a Costa Rica para tratar ese asunto per-
sonalmente. A este viaje se opuso Figueres, pues consideraba peligroso el reingreso de Argüe-
llo al país. Por más de un año las conversaciones se fueron prolongando en trazar planes sin
ninguna plasmación efectiva. Durante este tiempo, llegó al poder don Teodoro Picado. Debido
a lo expuesto anteriormente, convencido de que desde lejos no se podía lograr algo concreto,
decidieron tanto Figueres como Argüello, regresar a Costa Rica. Ya en el país, trataron de ad-
quirir algunas armas para iniciar el movimiento pero éstas eran escasas y de mala calidad. Por
otra parte, Argüello se entrevistó con don León Cortés en Los Cartagos, para que brindara su
apoyo al movimiento. El señor Cortés se negó a participar en aquella idea, ya que ponía en
duda su éxito. Consideraba a sus organizadores unos “cabezas calientes”, improvisados e inex-
pertos.
En 1945 Argüello se trasladó a México, con el fin de conseguir las armas necesarias, y
llevar a la práctica los planes elaborados en años anteriores. También llevaba como propósito,
buscar la financiación del movimiento entre algunos nicaragüenses adinerados que residían en
aquella ciudad, tales como el General Carlos Pasos y el General Chamorro, a quienes se les
hizo ver que para lograr el triunfo en Nicaragua, antes era necesario haber triunfado en Costa
Rica, por la urgencia de una base cercana. Además Figueres les ofrecía su ayuda, caso de triun-
far en nuestro país. Al llegar Argüello a México, entregó al General Pasos la suma de doce mil
dólares, que debería duplicarse con el dinero que aportarían los nicaragüenses. La mayor parte
de ese capital, fue proporcionado por el General Pasos antes mencionado para la compra de
armas
Las compras se hicieron en secreto en todo México. Muchas armas estaban defectuosas,
por lo que fue necesario montar un tallercito para repararlas y conseguir un campo a ochenta
kilómetros de la capital, para hacer las pruebas. Todos estos movimientos eran muy peligrosos.
Ya con las armas listas, según, Figueres no decidía su traslado a Costa Rica. El Dr. Ar-
güello, decidió regresar a Nicaragua a participar, con el General Pasos, en las justas cívicas que
se avecinaban. En Nicaragua se entrevistaron nuevamente con Figueres y se dispuso el regreso
de Argüello a México. Éste al pasar por Guatemala, se entrevisto con el Prof. Edelberto Torres,
uno de los personajes más importantes en la política centroamericana por aquellos días, con el
fin de pedirle su ayuda para la causa revolucionaria que se estaba fraguando. Torres antes de
decidir su apoyo, pidió al Dr. Argüello conocer personalmente a Figueres, lo que obtuvo poco
después. En esa entrevista, según lo narra el Dr. Rosendo Argüello, Figueres le hizo ver al
Prof. Torres su idea de lanzarse contra el resto de Centro América apenas obtuviera el triunfo
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Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
en Costa Rica. Después de estas conversaciones, Torres y Argüello salieron rumbo a México
con el fin de incrementar el arsenal que ya poseían, cosa que lograron gracias a un préstamo
que con carácter personal y no con fines revolucionarios les hiciera el norteamericano Mr.
Walter Lotz. Además con otras aportaciones, lograron reunir la suma de treinta y cinco mil
dólares.
Después de año y medio de preparativos, desde la entrevista de Torres y Figueres, se
dispuso la salida de las armas hacia Costa Rica.
El plan para sacar aquellas armas fue el siguiente: serían trasladadas a otro estado de la
república mexicana en un camión tanque que llevaría tres cuartas partes de armas y una cuarta
parte de aceite, divididos por una pared de madera. La meta sería un campo de aterrizaje secre-
to, donde las armas serían cargadas en un avión que las transportaría a Costa Rica, donde en-
trarían por la zona de San Isidro de General. Pero la noche anterior al inicio de ese plan, fueron
apresados el señor Argüello y su esposa, el Prof. Edelberto Torres y otros nicaragüenses, sien-
do expulsados de México poco después. Así fracasaron los esfuerzos de varios años.
Estando en Guatemala, país que acogió a aquella gente con ideas de lucha armada, se
enteraron de que en la República Dominicana había fracasado un golpe de estado contra el
dictador Rafael Leonidas Trujillo y que ese gobierno había decomisado una gran cantidad de
armas del fracasado movimiento. Ante esta noticia, Figueres fue llamado desde Guatemala con
el fin de gestionar la adquisición de esas armas. Para lograr ese objetivo, pidieron al presidente
de la nación antes mencionada, Juan José Arévalo, una carta dirigida al dictador Trujillo, en
que se le explicaba que esas armas decomisadas por él, eran de imprescindible necesidad en
Guatemala, para defenderse de una sublevación que se estaba fraguando en contra del gobierno
constituido.
Con esta carta se logró que las armas fueran entregadas a aquel grupo revoltoso y que
además, su antiguo dueño, el dominicano Juan Rodríguez renunciara al derecho que sobre ellas
tenía si luego era ayudado a realizar la revolución en su país.
Al llegar estas armas a Guatemala, se formaron alrededor de ellas varios grupos. Uno
deseaba que fueran cedidas al General Chamorro para invadir Nicaragua. Este grupo era diri-
gido por el nicaragüense Toribio Tijerino. Otros anhelaban esas armas para los hondureños.
Mientras que el grupo de Argüello quería que la sublevación comenzara por Costa Rica y fi-
nalmente las armas se le cedieron a Figueres. Esto motivó que el millonario Juan Rodríguez se
trasladara a Guatemala para servir de árbitro en el asunto y que además renunciara definitiva-
mente a su derecho sobre las armas.
Por estas luchas que aparecieron entre los distintos grupos, el presidente Juan José Aré-
valo, que estaba dispuesto a darle apoyo a Figueres, debido en parte a la petición que le hiciera
su amigo personal el Prof. Roberto Brenes Mesén, decidió comunicarles que si no llegaban a
una unión, él de inmediato les negaría el apoyo que hasta ese momento les había brindado. Los
“revolucionarios” deciden llamar al señor Rosendo Argüello padre, para que tratara de conci-
liar a los grupos en disputa.
Así en diciembre de 1947 se firmó el Pacto del Caribe, firmado también por el señor
Figueres, pues se establecía que la lucha que uniría a Centro América, empezaría en Costa Ri-
ca. Por considerarlo de sumo interés, lo transcribimos a continuación:
86
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
16 de diciembre de 1947.
“Nosotros, Juan Rodríguez García, por el pueblo de Santo Domingo; Emiliano Chamorro, Pedro José
Zepeda y Rosendo Argüello por el de Nicaragua y José Figueres por el de Costa Rica, como intérpretes de sus
ideales de libertad y conscientes del deber en que se halla todo ciudadano de luchar por el abatimiento de cual-
quier régimen cesarista y porque sea implantado el orden constitucional para que brillen en sus patrias la justi-
cia y la democracia como medio de conseguir la tranquilidad y la felicidad de los asociados, hemos concertado
una mutua alianza con el fin de asegurar el éxito de las empresas redentoras por iniciar en Nicaragua, Costa
Rica y Santo Domingo, sujeta a los términos siguientes:”
1) Desde hoy formamos un sólo equipo revolucionario con todos los recursos económicos, bélicos y
humanos de que seamos capaces de disponer en orden a dar unidad de acción y eficiencia a nuestros esfuerzos
patrióticos. Es entendido que, al ir barriendo cada una de las tres dictaduras que nos proponemos combatir, los
recursos del país liberado, hasta donde sea humanamente posible, acrecentarán el acervo común, para continuar
la obra con mayores probabilidades de éxito.
2) Al efecto convenimos en organizar un “COMITÉ SUPREMO REVOLUCIONARIO”, que residirá
fuera de los países por liberar y que queda integrado así: Por la República Dominicana, el General Juan Rodrí-
guez García y José Horacio Rodríguez Vázquez; por la República de Nicaragua, el Dr. Rosendo Argüello y don
Toribio Tijerino y por la República de Costa Rica, don José Figueres y el Dr. Rosendo Argüello hijo.
3) Las atribuciones de este Comité serán las de coordinar los diversos sectores de la lucha; fijar las
contribuciones de cada país, en proporción de sus posibilidades, dirigir la política común de los sectores aliados,
propendiendo a mantener la armonía entre todos, como clave del triunfo y ejercer las demás funciones que de-
termine un REGLAMENTO INTERIOR de su propia elaboración. Será presidente nato de este comité el señor
General Juan Rodríguez García, en atención a sus relevantes méritos personales, especialmente, por su noble
desprendimiento y espíritu de sacrificio y servirá, además, al cargo de Comandante en Jefe de los Ejércitos alia-
dos, y en concepto de tal nombrará un Estado Mayor de técnicos con el cual debe asesorarse el Comité en asun-
tos militares.
4) Para la ejecución de este plan en cada país se organizará una Junta de Gobierno, que, en lo esen-
cialmente interno procederá con autonomía completa; pero en cuanto a las determinaciones generales, obrará
de acuerdo con las instrucciones del Comité Supremo, cuyas funciones se extenderán hasta la eliminación de las
dictaduras nominadas.
5) Las condiciones a las cuales ha de someterse la organización y atribuciones de cada Junta serán
fijadas por el respectivo grupo nacional, teniendo como punto esencial el de garantizar el advenimiento y desa-
rrollo de un régimen genuinamente democrático.
6) Es convenido que en cuanto a Nicaragua, ninguno de los miembros de la Junta de Gobierno, podrá
ser candidato a la Presidencia de la República, en la próxima elección.
7) Los firmantes declaramos; que es una necesidad continental la inmediata reconstrucción de la Repú-
blica de Centroamérica, y por consiguiente, el organizar el gobierno en cada país liberado; se consignará este
87
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
principio en la nueva constitución e inmediatamente se procederá a dar los pasos necesarios para la consecución
de la misma, usando todos los medios de que el estado disponga.
8) Los Estados y Repúblicas liberados por el Comité Supremo Revolucionario se comprometen a pactar
una alianza democrática del Caribe, a la cual podrán ingresar los países democráticos ribereños de este mar, y
además el Salvador y el Ecuador por motivos peculiares.
9) La Alianza Democrática del Caribe, constituirá un bloque indivisible frente a todas las emergencias
internacionales y serán sus ambiciones capitales: consolidar y depurar la vida democrática en los pueblos de la
alianza; exigir el respeto internacional para cada uno de sus componentes; recuperar las posesiones europeas
que perduran en el Caribe, propender a la formación de una nueva República integrada por las Antillas meno-
res. constituir una sola unidad de mutua defensa económica, militar y política; exigir la alternabilidad en el
poder en cada uno de los países contratantes; mantener las mejores relaciones con las naciones del continente,
cumpliendo estrictamente la Convenciones Internacionales, y, particularmente, declararse permanentes, en el
campo militar, de los Estados Unidos y México para la defensa común.
10) Los firmantes juramos, además, lealtad absoluta, disciplina absoluta y el mayor sigilo con anteriori-
dad a la primera acción de armas y con respecto a los planes subsiguientes. Esto mismo exigiremos a cada uno
de los nuevos asociados a la causa revolucionaria democrática.
11) Cualquier diferencia a la interpretación o aplicación del presente pacto la someteremos a la deci-
sión irrevocable del señor Presidente don Juan José Arévalo en cuya capacidad, honestidad e imparcialidad
tenemos plena confianza y cuyo fallo acataremos teniendo la fundada esperanza de que él no se negará a pres-
tarnos el inapreciable servicio de ser nuestro árbitro y amigable componedor.
12) Podrán adherirse a este Pacto en adelante los grupos unificados que representen a pueblos oprimi-
dos del Caribe, para buscar con la colaboración de todos los liberales, el camino de su redención.
En fe de lo cual, firmamos seis ejemplares de un mismo tenor en la ciudad de Guatemala, a los diez y
seis día de diciembre de mil novecientos cuarenta y siete, debiendo depositar uno de ellos en manos del señor
Presidente para la información y ejercicio del cargo de árbitro, en su caso que le confiamos en este documento”.
Al acercarse las elecciones de 1948, el ambiente político del país había llegado a nive-
les peligrosos de anarquía y descontrol. De la agresión verbal y epistolar, se paso fácilmente a
la agresión física, donde intervenían individuos y grupos de ambos bandos. De uno de esos
enfrentamientos, ocurrido en Cartago, va a brotar la chispa de lo que se llamo la "huelga de
brazos caídos", iniciada el 22 de julio de 1947.
Efectivamente la juventud de la Partido Social Demócrata, guiada por lideres como Jo-
sé Figueres, organizaron los llamados grupos de resistencia, que se enfrentaron a las brigadas
de choque de los comunistas, dando lugar a verdaderas escaramuzas urbanas, donde los insul-
tos, las patadas, los golpes de cachiporra y el uso de armas menudeaban casi todos los días
poniendo mas y mas leña a la ya humeante caldera política. Esta huelga, puede catalogarse
como un paro patronal fraguado para desestabilizar a l gobierno y oponerse a las leyes de pro-
tección social.
Luego de doce días de disturbios, saqueos y enfrentamientos don Teodoro Picado se vio
en la necesidad de buscar un arreglo con los dirigentes del movimiento, entre los que sobresa-
lía la figura de don Otilio Ulate, quien había sido gran impulsor de la huelga.
El convenio, firmado el 3 de agosto, por el gobierno, la oposición y representantes del
partido oficial, detalla nueve acuerdos pero existen dos puntos que serán el antecedente inme-
diato del conflicto armado: el aparato electoral; quedaba bajo la tutela de la oposición y todas
las partes se comprometían a respetar los resultados de la cercana elección presidencial. Asi,
por buscar un arreglo a un conflicto de intereses, se planteaban las condiciones para un enfren-
tamiento aun más serio y que dejaría una profunda herida en la ciudadanía costarricense.
88
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Iniciadas las hostilidades, los triunfos comenzaron a ser para Figueres; el gobierno se
limita a elogiar a los jefes de su tropa por la prensa y radioemisoras, olvidando que así con la
boca, no se ganan las guerras. Los rebeldes ocuparon San Isidro de El General con la coopera-
ción del personal y equipo motorizado de los trabajos de la Carretera Interamericana, en donde
se fortificaron con armas y pertrechos suplidos por el Comandante en jefe del Ejército de Gua-
temala, enviados por la vía aérea. Recuperada la población por las fuerzas del gobierno, volvió
a poco a manos de los primeros después de sangrienta lucha. Se realizaron encuentros en La
Sierra, El Empalme, La Lucha y San Cristóbal, con numerosas bajas por ambas partes, pero sin
resultados decisivos. La duración de las operaciones militares imponía a los rebeldes abrir un
nuevo frente de combate con acceso a las comunicaciones marítimas y a los dineros fiscales y
bancarios, para fortalecerse en hombres y elementos de guerra, resolviendo tomar a puerto Li-
món con tropas transportadas por avión, maniobra que se realizó con éxito. Las fuerzas del
gobierno enviadas a recuperar la plaza fueron rechazadas y dispersadas.
Comprendiendo los rebeldes que a la larga serían batidos por carencia de recursos, dis-
pusieron salir a la llanura del Guarco para atacar Cartago. Avanzaron protegidos por la selva,
bajaron al valle sorprendiendo los destacamentos del gobierno y alcanzaron la población el 12
de abril, poniendo sitio al cuartel y otros edificios ocupados por el enemigo al amanecer del 13.
Tardíamente descendieron de La Sierra las tropas que combatían a los facciosos, ahora
a sus espaldas, y luego de obtener un triunfo sobre estos en San Isidro del Guarco, fueron de-
rrotados en El Tejar con sensibles pérdidas. Rendido el cuartel después de valerosa resistencia,
por orden expresa del presidente Picado para evitar mayor derramamiento de sangre, los revo-
lucionarios quedaron victoriosos y se organizaron para emprender el ataque a la capital.
90
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Se disponía el Gobierno a resistir en San José, cuando fue informado que en la Zona del
Canal de Panamá, se aprestaba una fuerza del ejército norteamericano con carácter de policía, a
ser transportada al aeropuerto La Sabana para ponerle fin a las hostilidades, ya que se tildaba
de comunista al numeroso grupo de combatientes militantes del partido Vanguardia Popular, y
se temían los excesos que pudieran cometer en la ciudad en donde las cárceles estaban atesta-
das de presos políticos. Ante tan afrentosa amenaza extranjera, el presidente Picado aceptó
suscribir un pacto con los rebeldes para entregar el poder al tercer designado Ing. Santos León
Herrera, sin interrumpir el orden constitucional, a cambio de que se otorgaran amplias garantí-
as para él, los combatientes y los funcionarios del gobierno saliente. Con el respaldo de cinco
jefes de misión que actuaban en nombre del cuerpo diplomático, el Lic. Picado firmó el pacto
en la Embajada de Méjico el 19 de abril partiendo para Nicaragua en donde ya estaba el Dr.
Calderón Guardia.
El Designado en ejercicio de la presidencia, profesional de estima por sus dotes perso-
nales y antecedentes políticos, gobernó durante tres semanas con gran ecuanimidad refrenando
los excesos de un partido triunfante que recurrió a las armas para hacer valer sus derechos elec-
torales conculcados por el oficialismo.
La contrarrevolución:
habían cumplido con sus disposiciones y con lo dispuesto en la resolución del 24 de diciembre
de 1948.
El 21 de febrero de 1949, el Embajador de Costa Rica en los Estados Unidos de Améri-
ca Don Mario A. Esquivel Arguedas y su colega de Nicaragua Don Guillermo Sevilla Sacasa
suscribieron en Washington el Pacto de amistad redactado por la comisión especial, mediante
el cual ambos países se comprometían a resolver pacíficamente sus diferencias y dar plena vi-
gencia para ese efecto al Tratado Interamericano de Soluciones Pacíficas o Pacto de Bogotá de
1948, aún antes de que ese instrumento entrase en vigor en el ámbito interamericano. El mismo
día, el Organo Provisional del Consulta dio por concluidas su tareas.
El Pacto Esquivel–Sevilla fue aprobado por la Junta Fundadora de la Segunda Repúbli-
ca el 8 de marzo de 1949. El 21 de marzo de 1949, el Presidente de la Junta ratificó el Pacto,
que entró en vigencia el 20 de julio de ese año, al ser depositado en la sede de la O.E.A. el
instrumento de ratificación de Nicaragua.
El Cardonazo:
Durante el año y medio que gobernó la Junta de Gobierno, tuvo que hacer frente a di-
versas dificultades como se ha visto. Una de ellas es el llamado Cardonazo, consistente en una
cuartelada llevada a cabo por el propio Ministro de Seguridad Pública Edgar Cardona.
94
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Segunda Contrarrevolución:
A lo largo del segundo semestre de 1954 creció considerablemente la tensión entre Cos-
ta Rica y Nicaragua. El Gobierno costarricense profesaba una no disimulada antipatía hacia el
régimen somocista y la actitud de éste hacia aquel era francamente hostil. Según manifestó en
enero de 1955 el Doctor Don Antonio Facio Ulloa, Embajador de Costa Rica en Washington:
“La cadena de actos que puede calificarse de agresivos, incluye el cierre del río San Juan a la navegación para
embarcaciones costarricenses; campañas de difamación por la prensa, circulación de noticias y declaraciones
oficiales tendenciosas prediciendo luchas internas en Costa Rica; desfiles y maniobras militares en que altos
funcionarios del Gobierno de Nicaragua llaman a la Guardia Nacional de su país a defender el territorio nacio-
nal contra una supuesta agresión costarricense; concentración de tropas motorizadas en la frontera común con
Costa Rica; la reciente adquisición de una flota aérea armada, de proporciones exageradas e inusitadas para la
América Central; y más grave aún, las facilidades que en Nicaragua se les extiende a los enemigos internos y
externos de Costa Rica para organizarse militarmente y conjurar contra la estabilidad de las instituciones demo-
cráticas costarricenses y la seguridad y la paz de la Nación.”
A fines de 1954, el Canciller Esquivel efectuó visitas a El Salvador, Guatemala y Hon-
duras para explicar la posición de Costa Rica en sus dificultades con Nicaragua.
La intentona calderonista de 1955:
Desde fines de 1954 un grupo de costarricenses, partidarios de restablecer al Doctor
Calderón Guardia, entonces en México, inició en Nicaragua la preparación de un movimiento
para derrocar a la administración Figueres, con la complicidad del régimen somocista. Espera-
ban también contar con el apoyo del dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez y del hombre
fuerte de la República Dominicana Rafael Leonidas Trujillo, adversarios acérrimos de Figue-
res. Somoza incluso había pensado en aprovechar la coyuntura para resucitar las reivindicacio-
nes de Nicaragua sobre el territorio del partido de Nicoya, pero ante el repudio de los emigra-
dos por tal idea desistió y al parecer se contentó con que la jefatura militar del movimiento
correspondiera al Mayor Teodoro Picado Lara, hijo del ex Presidente Don Teodoro Picado.
El 8 de enero, el Representante de Costa Rica en la O.E.A. Don Antonio Facio Ulloa
solicitó que se reuniese el Consejo de la Organización en sesión extraordinaria y se convocase
a una Reunión de Consulta de Cancilleres, en aplicación del Tratado Interamericano del Asis-
tencia Recíproca. El Consejo se reunió el 10 y resolvió instar a los Gobiernos de Costa Rica y
Nicaragua para que tomasen las medidas pertinentes para evitar que se agravase la controversia
y considerar nuevamente el asunto el día 12 de enero.
96
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
En la noche del 11, un grupo de calderonistas salió de San José y al amanecer del día
siguiente se apoderó de Villa Quesada; sin embargo, un destacamento de la Guardia Civil, di-
rigido por el Coronel Frank Marshall la recuperó rápidamente. El Gobierno de Costa Rica de-
claró non grato al Doctor Alfonso Ortega Urbina, Embajador de Nicaragua, a quien acusó de
intromisión en la política interna del país, y le dio 24 horas para abandonar el territorio nacio-
nal.
El mismo 11 se reunió nuevamente el Consejo de la O.E.A., a solicitud de la misión
costarricense, y acordó constituirse en Organo Provisional de Consulta y pedir a los Gobiernos
de Costa Rica y Nicaragua que se abstuviesen inmediatamente de efectuar cualquier acto sus-
ceptible de agravar la situación. Se nombró además una comisión precedida por el Embajador
de México Don Luis Quintanilla, para que viajase a Costa Rica y Nicaragua e investigase.
El 12, fuerzas calderonistas al mando del Mayor Picado Lara, entre cuyos acompañan-
tes figuraban el Coronel Mora Molina y Don Francisco Calderón Guardia, cruzaron la frontera
entre Nicaragua y Costa Rica, se apoderaron de La Cruz y establecieron su cuartel general en
la hacienda El Amo. Ese mismo día, el Organo Provisional de Consulta de la O.E.A. pidió a los
Gobiernos que estuviesen en capacidad de hacerlo que pusiesen aviones a disposición de la
Comisión Quintanilla, para realizar vuelos pacíficos de observación. Varios Estados ofrecieron
suministrar naves. Entre ellos Costa Rica, los Estados Unidos y Nicaragua.
El 13 llegaron a San José los miembros de la comisión investigadora, que fueron reci-
bidos por Figueres y su gabinete y sostuvieron varias entrevistas con altos funcionarios costa-
rricenses. El mismo día, un avión de los rebeldes ametralló la capital. Debido a los informes
que envió el Embajador Quintanilla sobre la gravedad de la situación, el 14 de enero el Organo
Provisional de Consulta aprobó una resolución en la que expresamente condenaba los actos de
intervención de que era víctima Costa Rica y hacía un llamado formal a todos los Gobiernos
americanos, especialmente al de Nicaragua, para reforzar las medidas que hubiesen adoptado.
A partir del 14, la Comisión Quintanilla efectuó varios vuelos de observación sobre
Guanacaste y comprobó la actividad de las fuerzas revolucionarias. El 15, un avión de los cal-
deronistas ametralló la Ciudad de Liberia. Ese mismo día, fuerzas del Gobierno costarricense,
dirigidas por Don Mario Charpentier, sostuvieron en la hacienda Santa Rosa un combate con
los calderonistas, que recibieron apoyo de dos aviones artillados.
El 16, el Organo Provisional de Consulta solicitó a los Estados miembros de la O.E.A.
que diesen rápido curso a los pedidos de compra de aviones formulado por Costa Rica y solici-
tó a la Comisión Quintanilla que con carácter de urgencia pusiese en ejecución un plan de vigi-
lancia de la frontera. El Gobierno de los Estados Unidos, anunció su disposición de vender a
Costa Rica, a un precio simbólico, cuatro aviones de combate, que le fueron enviados ensegui-
da. El mismo 16 de enero, el ex Presidente Calderón Guardia y varios de sus allegados, que
habían llegado a Managua desde Guatemala, se trasladaron a la zona ocupada por los rebeldes,
con una escolta de la Guardia Nacional de Nicaragua.
El 17 de enero, la Comisión Quintanilla se trasladó a Managua, donde celebró reunio-
nes con el Presidente Somoza, el Canciller Sevilla Sacasa y otros altos funcionarios nicara-
güenses. Los miembros de la Comisión regresaron le 19 de enero a San José, donde reanudaron
sus actividades de investigación. Ese mismo día, el Gobierno de Nicaragua protestó ante el de
Costa Rica porque dos aviones costarricenses habían violado su espacio aéreo, y pidió que se
convocase a una sesión extraordinaria del Consejo de la O.E.A... El 20 de enero, el Consejo,
97
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
actuando como Organo Provisional de Consulta, pidió a la Comisión Quintanilla que investiga-
se los hechos denunciados y le informase del desarrollo de un plan formulado por ella para la
vigilancia efectiva de la frontera entre Costa Rica y Nicaragua, que se puso en ejecución el
mismo día 20.
Entre el 19 y el 20 de enero, fuerzas del Gobierno costarricense dirigidas pro el Coronel
Marshall ocuparon la hacienda El Amo y la población de La Cruz, pero ya el Doctor Calderón
Guardia, el Mayor Picado Lara y el grueso de sus fuerzas habían regresado a Nicaragua.
El 24 de enero la Comisión Quintanilla efectuó una corta visita a Nicaragua, donde se
reunió nuevamente con el Presidente Somoza, y después regresó a Costa Rica. El 27 de enero,
la Comisión salió de San José con rumbo a Washington. El Presidente Figueres y todos los
miembros de su Gabinete, acompañaron a los miembros de la Comisión al aeropuerto, donde
se habían congregado varios miles de personas para despedirlos. En los días siguientes hubo
algunos enfrentamientos armados entre algunos pequeños grupos de rebeldes y fuerzas del Go-
bierno. El 3 de febrero, un grupo de calderonistas tomó por sorpresa la población de Los Chi-
les, pero ésta fue rápidamente recuperada por la Guardia Civil costarricense. El 8 de febrero,
desde Managua, el Doctor Calderón Guardia pidió a sus partidarios que cesasen las armadas.
El 18 de febrero, la Comisión rindió al Organo Provisional de Consulta su informe fi-
nal, que incluía una serie de recomendaciones. El 24 de febrero, el Organo Provisional de Con-
sulta dio por terminado el caso, después de hacer un llamamiento a Costa Rica y Nicaragua
para que, entre otras cosas, nombrasen la comisión de investigación y conciliación que debían
integrar de conformidad con el pacto de Bogotá y suscribiesen el acuerdo bilateral previsto en
el Pacto Esquivel-Sevilla de 1949 para evitar el desarrollo de movimientos revolucionarios
desde sus respectivos territorios.
De conformidad con las recomendaciones del Organo Provisional de Consulta, Costa
Rica y Nicaragua iniciaron negociaciones para resolver sus diferencias. El 9 de enero de 1956,
el Embajador de Costa Rica en los Estados Unidos Don Fernando Fournier Acuña y su colega
de Nicaragua Don Guillermo Sevilla Sacasa, suscribieron en Washington un acuerdo sobre el
funcionamiento de una Comisión de Investigación y Conciliación, constituida por el 24 de fe-
brero por Organo Provisional de Consulta, de conformidad con el Tratado Interamericana de
Soluciones Pacíficas. Como Presidente de esta Comisión, el que figuraban los Cancilleres Don
Mario A. Esquivel y Oscar Sevilla Sacasa, se nombró al Embajador de los Estados Unidos en
la O.E.A., John C. Dreier, los otros miembros de la Comisión fueron los señores Alberto Do-
mínguez Cámpora y Mario de Pimental Brandao.
El mismo 9 de enero, los Embajadores Fournier y Sevilla suscribieron en Washington,
también por recomendación del Organo Provisional de Consulta, un acuerdo adicional al Pacto
Esquivel-Sevilla de 1949, relativo a la vigilancia en la frontera, la presencia de emigrados polí-
ticos de un país en el territorio del otro y el cumplimiento de las Convenciones de Montevideo
de 1933 sobre Deberes y Derechos de los Estados en caso de luchas civiles y de Caracas de
1954 sobre Asilo Territorial. Costa Rica ratificó el acuerdo adicional Fournier-Sevilla en julio
de 1957, pero Nicaragua se abstuvo de hacerlo.
98
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
La Segunda República
Dos constelaciones de hechos subyacen el movimiento de la sociedad costarricense en
la Postguerra; en primer lugar, en lo externo, la onda larga con tendencia a la expansión, expe-
rimentada por la economía internacional y en segundo lugar, en lo interno, las consecuencias
derivadas de las luchas civiles de 1948.
Es desde esta perspectiva que hay que analizar las políticas económicas que emanaron
de esas corrientes para entender de qué forma se vio afectada la economía local, básicamente
estructurada por un sector tradicionalmente agropecuario.
A mediados de la década de los cuarenta, se inauguró un largo ciclo de crecimiento de
la economía internacional que perduró hasta 1967-1971. A este ciclo u onda larga le corres-
pondió una tonalidad expansiva, es decir, se trató de una etapa prolongada en la que se produjo
un persistente crecimiento de las principales economías capitalistas, estimulándose también
gracias a esto la expansión económica de las sociedades dependientes y periféricas, entre estas
la de Costa Rica; al mismo tiempo que se propiciaba una nueva modalidad en lo relativo a su
inserción dentro del sistema capitalista mundial.
En 1948 por otra parte, se clausuró una etapa política en la evolución de la sociedad
costarricense y se abrió una nueva. En efecto en ese año se produjo la derrota de una coalición
de fuerzas políticas que habían detentado el poder del Estado a lo largo de esa década y dentro
de las cuales se encontraban los sectores de trabajadores y de artesanos comandados por el
Partido Vanguardia Popular, derrota que postró por largo tiempo a esta organización y abortó
la incipiente autonomía política que empezaba a despuntar entre estos sectores sociales durante
los años que sucedieron a la crisis mundial de 1929 y hasta el propio 1948; se produjo también,
entre las fuerzas victoriosas de la guerra civil, el pacto que dio origen a la Constitución de
1949 con todas las secuelas que a la postre se derivaron de ella: modernización del Estado ca-
pitalista costarricense y reforzamiento de su autonomía relativa, y consolidación de la institu-
cionalidad jurídico política democrática-burguesa; pero sobre todo ocurre la irrupción , en el
100
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
primer plano de la escena política, de una alianza de fuerzas sociales (ciertos grupos empresa-
riales en estrecha vinculación con la pequeña burguesía intelectual urbana) y políticas.
Las causas que condujeron al estilo de desarrollo de Costa Rica en la Postguerra a una
honda crisis con manifestaciones muy agudas al finalizar la década de los años setenta, son las
siguientes: en primer lugar, las características específicas que adoptó el patrón socioeconómico
de reproducción capitalista-dependiente que paulatinamente se fue estableciendo a partir de
1948; en segundo lugar, la crisis económica internacional de los años 1974 y 1975 junto con,
más tarde, la segunda alza en los precios mundiales de los combustibles y la extraordinaria
elevación de las tasas internacionales de interés, ambos fenómenos en 1979 y 1980, en el con-
texto ya entonces de la crisis política regional; y en tercer término, la política económica des-
arrollada a lo largo de la Administración Carazo.
Empecemos por la primera. La estructura socioeconómica que se fue implantando en el
país con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial como resultado en medida importante del
proyecto político hegemónico del 48 en adelante, ha estado conformada por estos rasgos sobre-
salientes:
A. Un sector agropecuario dentro del cual la producción agroexportadora desempeña una
función de primer orden, representa la mitad de la producción del sector, siendo ella la base,
premisa mayor, eje o motor del crecimiento de la economía nacional. Es aquí en donde se ge-
neran las divisas que el esquema reproductivo de la sociedad requiere para su modo de operar
y buena parte del excedente que se ha venido transfiriendo por medio de variados mecanismos
hacia el sector industrial y hacia el sector público.
A lo largo del período 1948- 1980 se puede corroborar un crecimiento significativo del
producto de los principales rubros agropecuarios, además de una cierta diversificación de las
exportaciones de este mismo tipo de productos como anteriormente se indicara. Entre 1957 y
1980 la tasa de crecimiento del P.I.B. agropecuario fue de un orden promedio anual de casi el
5%, un poco menor que el de la economía en su conjunto; entre 1957 y 1969, sin embargo, se
logra el mejor momento cuando el P.I.B. agropecuario crece a un promedio anual del 6%, de-
clinando entre 1970 y 1975, con un 3.5%, y agravándose considerablemente la situación en los
años 1976- 1980 con un promedio anual menor al 2% de crecimiento; virtualmente se empieza
a experimentar desde entonces un estancamiento de la producción agropecuaria del país. Debe
aclararse que el comportamiento de todos los productos no ha sido homogéneo: en la década de
los años cincuenta el crecimiento de la producción cafetalera fue notable, incremento logrado
no sólo con base en la ampliación de las regiones productoras sino también con fundamento en
un desarrollo de la productividad que es en la actualidad una de las más elevadas del mundo;
en esta década desempeñó también un papel importante el crecimiento de la producción pecua-
ria nacional; en la época de los sesenta cúpoles a dos productos ofrecer el mayor dinamismo: el
banano y el azúcar; finalmente, en la década de los setenta, el arroz llegó a tener una tasa de
crecimiento anual promedio superior al 10%.
Los factores que más han incidido en la pérdida de vigor de este sector son, al parecer,
principalmente dos: el estancamiento de la demanda externa y la paulatina pérdida de rentabi-
lidad, tanto absoluta como comparativa, de las inversiones efectuadas en esta actividad.
B. Un sector industrial altamente beneficiado por un buen número de incentivos a partir
del año 1959, cuando se aprobó la Ley de Protección y Desarrollo Industrial, incentivos como
una política crediticia, fiscal y monetaria que han privilegiado el crecimiento de este sector,
cuyo producto se incrementó entre 1960 y 1974 a una tasa promedio anual superior al 9%.
101
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
En el orden usual:
El Mercado Común Centroamericano fue organizado en 1960 por grupos dirigentes que
no se dedicaban a actividades tradicionales como el café, la caña de azúcar o el ganado.
Su finalidad fue la de promover la producción para un mercado regional, mediante el
fomento de industrias de ensamblaje, protegidas por exenciones tributarias y derechos de adua-
nas. Se pretendía así desalentar las importaciones. En cierto sentido fue un renacimiento de la
vieja idea de la federación centroamericana. Desde sus inicios encontró problemas económicos
y políticos. El primer entrabamiento lo ocasionó el hecho de que todos los países buscaban
ensamblar los mismos productos.
102
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Las nuevas industrias han sido las “niñas mimadas” de las economías centroamericanas,
y ello a costa de los sectores agrícolas que las subvencionan. Además, la legislación en la ma-
teria no ha canalizado las inversiones hacia donde más se necesitan en sociedades agrícolas en
vías de desarrollo. Se han concentrado más bien en aquellas actividades que ofrecen la más
rápida recuperación del capital, lo que ha resultado en una excesiva automatización y un uso
mínimo de brazos.
El desarrollo ha sido exiguo en campos tan importantes como el ensamblaje de equipo
agrícola, por ejemplo. La protección brindada a tales empresarios generalmente ha significado
una producción de artículos de mala calidad a precios elevados.
Un aspecto sobresaliente del Mercado Común Centroamericano es que las más impor-
tantes inversiones han provenido de extranjeros, sobre todo de norteamericanos y de japoneses,
quienes han procurado establecerse en los países del norte, donde la mano de obra es menos
costosa que en el sur.
Los programas de manufactura han afectado a los grupos dirigentes tradicionales tanto
en sus posiciones políticas como en las económicas. A raíz de la guerra civil de 1948 en Costa
Rica y del subsiguiente arribo al poder de José Figueres, los cafetaleros, (la espina dorsal de la
economía y del sistema político) experimentaron violentos cambios en su posición hegemónica
tradicional.
El Partido Liberación Nacional, dirigido por Figueres, que desde 1953 ha triunfado en
la mayoría de las campañas electorales, ha representado a agrupaciones generalmente no vin-
culadas al cultivo del café, la caña de azúcar o el ganado. Tierra, capital y trabajo han llegado a
adquirir otros significados tanto para sus seguidores como para los agricultores tradicionales;
estos últimos que siempre han tenido que encarar una escasez de brazos (con frecuencia ha
sido necesario adelantar las vacaciones escolares para así permitirle a la niñez participar en las
actividades relacionadas con la cosecha), vieron en las fábricas, rivales (junto con las empresas
bananeras) para la obtención de mano de obra.
Los nuevos grupos industriales desarrollaron otro concepto de prioridad económica. La
tierra ya no era tanto para el cultivo de productos tradicionales de exportación, sino para la
producción de comestibles envasables, como los tomates, los garbanzos y los espárragos. Al-
gunos cafetaleros destruyeron sus cafetales para sembrar otros cultivos, pero por lo general
fracasaron. El capital líquido se hizo cada vez más necesario y fue menester abrir nuevas fuen-
tes de crédito para las nacientes industrias de ensamblaje.
Los subsidios para tales actividades, irónicamente provinieron de impuestos sobre la
producción tradicional y los productores se sintieron lesionados en sus intereses. Las relacio-
nes obrero-patronales ya no mostraban el paternalismo ancestral, sino que ahora desarrollaban
rasgos de sindicalismo. Cambios similares se produjeron en otros países del Istmo. Las nuevas
agrupaciones de productores no tradicionales lograron establecer su identidad económica me-
diante su participación en los sistemas políticos locales y nacionales, y al hacer esto, desplaza-
ron a reconocidas familias dedicadas a la producción agrícola tradicional. Tales cambios eco-
nómicos condujeron al surgimiento de grupos minoritarios que de otra manera jamás hubieran
figurado políticamente en los regímenes anteriores.
103
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
La Guerra Sandinista
Esta guerra la viví en Costa Rica, Nicaragua y Honduras durante más de una década; la
sufrí por la pérdida de muchos amigos tanto en los campos de batalla como en la “seguridad”
de mi ciudad.
Terrorismo, vandalismo, la amenaza constante a la sociedad civil, engañada por el go-
bierno, que negaba la abierta colaboración, mercenarios y familiares de políticos de primer
orden del poder ejecutivo, en la orgía del poder, drogas y armas a granel, transportadas a todas
horas y por todas partes, por aire, mar y tierra.
Usando la misma estrategia que usaron los españoles para la conquista, la caída de So-
moza la cocinó el frente Sur, desde Panamá, apoyada por Venezuela y el Caribe, México y
Europa, más que alcahueteados por el presidente Cárter.
Esta no fue una guerra civil, fue un conflicto internacional en los últimos estertores de
la conflagración internacional de izquierdas pujando por obtener un punto estratégico en el
corazón de las Américas, aprovechando la pusilanimidad del Tío Sam, el arribismo del gober-
nante local de Costa Rica y su séquito, en vísperas de serios conflicto con los organismos fi-
nancieros internacionales y buscando el apoyo de sus compinches en la guerra. En río revuelto,
ganancia de pescadores.
Puente aéreo, campamentos guerrilleros, la tierra de nadie, el faro sobre La Cruz, robo
y contrabando de ganado, teléfonos intervenidos, graffiti en las paredes amenazando de muerte
a los patriotas, ciudadanos preocupados por los suyos.
Estuve personalmente en campamentos guerrilleros en fincas de amigos, en pasadas de
río, expuesto como perito del Banco de Costa Rica y por la abundancia de éstos facciosos, de
paso hacia el frente de batalla, listos para ir a morir a Nueva Guinea u otro páramo inhóspito.
Sensación inolvidable es encontrarse de sopetón y sin esperarlo con un grupo humano
en pie de guerra. Olores y vibraciones verdaderamente indescriptibles, sudor, pólvora, droga...
Ciudadanos honorables, que en sus entornos de trabajo, estuvieron bajo la mira de fran-
cotiradores, que sólo esperaban una orden para jalar el gatillo, teniendo que intervenir muchas
veces algún estratega local para evitar un homicidio absolutamente injustificado.
Sobre el idealismo y la mística, ya la Jueza Historia falló, no fueron más que eso. Casi
veinte años después no hay más que una Nicaragua pauperizada en sus masas populares, humi-
llada en los principios humanos más básicos, un pueblo que no tiene un Estado de Derecho,
que fue enseñado a despreciar al empresario, pues el patrón es malo siempre, según su adoctri-
namiento básico.
... “Si en estos cantos hay política es porque aparece universal. Y si encontráis versos
a un presidente es porque soy un clamor continental. Mañana podremos ser yanquis (y es lo
más probable); de todas maneras, mi protesta queda escrita sobre las alas de los inmaculados
cisnes, tan ilustrados como Júpiter.”
Darío, Rubén. Cantos de vida y esperanza. Al lector.
El advenimiento al poder de la familia Somoza y su permanencia en la política se debió
al respaldo de sucesivas administraciones del gobierno de los Estados Unidos, cuyas interven-
ciones en Nicaragua datan desde el descubrimiento del oro en California hacia mediados del
siglo XIX. La consiguiente migración masiva de la costa atlántica de aquel país a la pacífica,
convirtió a Nicaragua en el punto clave de la ruta, ya que, el recorrido podía hacerse por la vía
acuática en prácticamente toda su extensión. Los viajeros partían desde Nueva York hacia Ni-
caragua, subían por el río San Juan, atravesaban el lago de Nicaragua y, después de un corto
104
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
viaje en diligencia, terminaban la travesía en buque hasta California. Para asegurarse el control
de una vía acuática que habría podido construirse por esa ruta, especialmente dado el interés
que habían demostrado en tal empresa Inglaterra y Francia desde mediados del siglo XIX,
hacia 1930, los Estados Unidos convirtieron a Nicaragua en un protectorado bajo el mando de
una Guardia Nacional dirigida por Anastasio Somoza García.
Fue este un militar de una familia aristocrática, casado con una mujer descendiente de
una familia aún más antigua de la misma hidalguía colonial. El primer antepasado de Somoza
en el Nuevo Mundo, Francisco y Somoza y Gámez Ballesteros, se estableció en Guatemala
hacia finales del siglo XVII. Se ha hecho una distinción entre las familias aristocráticas “vie-
jas”, cuyos miembros pueden encontrar sus raíces al inicio de la Colonia (los Sacasa, los Cha-
morro y los Cuadra), y las “nuevas”, que llegaron posteriormente (los Reyes, los Somoza y los
Ortega entre otros). En el caso de los Somoza, su árbol genealógico conduce tanto a la sangre
“vieja” como a la “nueva”.
Anastasio Somoza García fue sobre todo un hábil vendedor de ideas, y con el apoyo del
gobierno norteamericano, pronto se convirtió en dictador Con la misma asistencia, su familia
pudo mantenerse en el poder durante casi medio siglo, hasta que el movimiento sandinista de-
rroca a su segundo hijo, Anastasio Somoza Debayle, en 1979.
La familia Somoza experimentó un notorio enriquecimiento (al igual que sus allegados
y amigos), y el general Somoza García llegó a controlar el sistema político por medio del ejér-
cito. A instancias de los Estados Unidos, pudo aprovecharse de la Segunda Guerra Mundial
para confiscar las propiedades de los ciudadanos nicaragüenses de origen alemán e italiano.
Fue así como se inició su fortuna personal. Otras naciones también fueron alentadas a hacer lo
mismo y, en el caso de Costa Rica, algunos varones de los mismos orígenes fueron deportados
a campos de concentración en los Estados Unidos.
La dictadura somocista engendró amargos sentimientos, además de controversias por
muchos motivos. Por ejemplo, permitió el ingreso a Nicaragua de republicanos españoles que
huían de la Guerra Civil de ese país en la década de los treintas e inclusive les otorgó puestos
de mando en instituciones de educación pública. Los miembros del partido comunista y de los
sindicatos de trabajo (con frecuencia dominados por los primeros) salían a la calle a vitorearlo.
Fue durante estos años que Augusto César Sandino (que también enfrentó a los norteamerica-
nos) combatió contra él, en una lucha continua de guerrillas en defensa de la soberanía nacio-
nal.
La familia Somoza tuvo enemigos dentro de Nicaragua y fuera de ella, pero el apoyo de
los Estados Unidos la hacía intocable.
Un opositor extranjero fue el expresidente de Costa Rica, José Figueres, quien después
de ganar la guerra civil de su país en 1948 ofreció asilo a disidentes nicaragüenses para que
estos conspiraran contra el dictador. En venganza, Somoza respaldó invasiones desde Nicara-
gua contra Costa Rica en 1948 y 1955.
La Habana, 1959:
Che Guevara, Rodrigo Carazo, José Figueres
y Fidel Castro,.
105
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Fidel Castro también fue acérrimo enemigo de la familia, ya que Anastasio Somoza, permitió
el uso del territorio nicaragüense para las preparaciones que desembocaron en la fracasada in-
vasión de la Bahía de Cochinos en 1961.
Su contrincante más formidable resultó ser otro presidente de Costa Rica, Rodrigo Ca-
razo Odio. Este después de su elección en 1978, ofreció ayuda a las fuerzas antisomocistas
nicaragüenses de la clase dirigente tradicional (algunos de los cuales llegarían a constituir la
dirigencia del movimiento sandinista) para derrocar al gobierno de Tachito, cuyo hermano
Luis, había muerto después de ejercer la presidencia durante tres años.
Carazo permitió que los sandinistas usaran el territorio costarricense para librar una
guerra abierta contra Nicaragua. Desde Costa Rica arrancaron incursiones contra ese país; en
Costa Rica se entrenaron guerrilleros y desde allí se enviaron armas suministradas por Cuba y
por Venezuela, a través de Panamá, hasta la frontera de Costa Rica con Nicaragua. Después del
derrocamiento de Tachito en 1979, Carazo fue proclamado héroe de la revolución sandinista.
Los sandinistas no habrían podido llegar al poder sin el apoyo prolongado del expresi-
dente Carazo de Costa Rica y el respaldo a última hora del presidente Cárter de los Estado
Unidos, no sólo por habérseles permitido el uso del territorio costarricense como base contra
Somoza, sino también por la asistencia material que se les brindó.
Irónicamente, al establecerse el gobierno sandinista, Costa Rica se convirtió de nuevo
en una base, tanto para antiguos somocistas, que empezaban una larga lucha por la recupera-
ción del poder, como para los Estados Unidos, empeñados en contener el régimen de Managua
dentro de las fronteras de Nicaragua.
Al desarrollarse la fricción entre Nicaragua, por un lado, y los Estados Unidos y los
países circunvecinos centroamericanos, por el otro lado, los sandinistas aceptaron la ayuda
cubana y soviética para su revolución. Ello provocó el resentimiento del antisandinista, debido
a que, con el derrocamiento de Somoza, sus miembros sintieron que habían caído en desgracia
al ver a los jóvenes “grupos clandestinos” asumir el mando.
Los “celos profesionales generacionales”, por tanto, fueron la causa de resentimiento.
Como resultado de la victoria sandinista, la política soviética de apoyo a sus movimientos en
otros países varió mucho. Anteriormente, sus aportes, por lo general, eran brindados a un solo
partido comunista en cada país.
A partir de 1980, sin embargo, los soviéticos aceptaron las teorías del “foco” de Ernesto
“Che” Guevara y de Regis Debray, cuyos propósitos eran crear centros de actividad guerrillera
para promover los levantamientos populares.
106
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Revisaron sus programas de financiación, para así apoyar a nuevos grupos marxistas
que, como los Tupamaros en el Uruguay, los Montoneros en Argentina, el M-19 en Colombia,
los Cinchoneros en Honduras, y muchos otros, habían recurrido al secuestro de funcionarios de
corporaciones multinacionales y de políticos, y a la exigencia de rescates, que no tardaron en
convertirse en fuentes de financiamiento muy superiores a las que los soviéticos ofrecían a sus
partidos tradicionales.
La actividad contra los sandinistas aumentó a partir de 1982, y el presidente socialde-
mócrata costarricense, Luis Alberto Monge Alvarez (el sucesor de Carazo) fue incapaz de con-
trolar el uso del territorio nacional por los contras. Inicialmente había optado por la neutralidad
para no mezclar al país en el conflicto de Nicaragua y a fin de no perder la asistencia económi-
ca de los Estados Unidos para su propio país, a la sazón en bancarrota. Además, buscaba pro-
tección contra una posible agresión sandinista, especialmente porque Costa Rica no dispone de
ejército.
Para subrayar la importancia atribuida a dicha ayuda, Óscar Arias Sánchez, el entonces
candidato oficial a la presidencia por el Partido Socialdemócrata durante la campaña de 1986,
comentó ante un periodista que era una lástima que solamente hubiera nueve comandantes. De haber diez,
dijo con sarcasmo, Costa Rica tal vez podría obtener más fondos de los Estados Unidos.
No obstante, fue prácticamente imposible lograr la neutralidad, porque la agresión san-
dinista a lo largo de la frontera (como por ejemplo, el asesinato de guardias civiles costarricen-
ses en Las Crucitas y las constantes incursiones contra naves guardacostas y barcos pesqueros)
indignó a la opinión pública costarricense.
Repetidos incidentes de esta índole, sin contar con la continua jactancia de Daniel Or-
tega de que Nicaragua podía conquistar a Costa Rica en quince minutos, obligaron a Monge a
permitir a los Estados Unidos construir un aeropuerto militar de grandes dimensiones, cerca de
la frontera que separa a los dos países.
Algunos de los titulares de los periódicos revelan en el sentimiento de vulnerabilidad de
los costarricenses:
“Denunciado en Managua plan de acciones contra Costa Rica”; “Monge repudia amenaza de guerra
del Gobierno de Nicaragua”; Monge::”Nicaragua nos amenaza con guerra”
z
107
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Con todo, la frontera entre Costa Rica y Nicaragua es en gran parte el río San Juan y
resulta imposible saber a ciencia cierta el número de personas que lo cruzaron. Unos treinta mil
salvadoreños también ingresaron debido al desorden social de su país, causado en gran parte
por la administración sandinista y por Cuba.
Estos exiliados, que trajeron enfermedades que debían ser controladas, recibieron alo-
jamiento y alimento del gobierno de Costa Rica (con ayuda de las Naciones Unidas), cuando el
bienestar de los costarricenses era cuestionado por la ciudadanía. El problema nicaragüense
también introdujo repetidos actos de terrorismo e incrementó el contrabando de armas y el trá-
fico de drogas en gran escala. La opinión pública costarricense, con la excepción de la izquier-
da, se opuso con vehemencia a los sandinistas, y la neutralidad perdió significado (y hasta se
volvió ofensiva) para muchos de sus ciudadanos.
dos ellos le daban importancia a la ayuda económica de los Estados Unidos, la Unión Soviética
y otros, como resultado de la crisis.
El presidente Arias de Costa Rica, quien fue galardonado con un premio Nobel en agosto de
1987 por sus aportes en la redacción de un proyecto de paz, se quejó de que “nadie cumple con el
plan de paz”. Culpó al Congreso de Costa Rica (donde su propio partido político gozaba de una
mayoría) por falta de cumplimiento de su país, lo que refleja el escepticismo respecto al tratado
y particularmente a las intenciones de Managua.
Honduras, al igual que Costa Rica, también reconocía los importantes beneficios mate-
riales recibidos de los Estados Unidos a cambio del uso de su territorio como base militar, por
lo que permitió que los contras que operaban allí siguieran recibiendo asistencia de los Estados
Unidos.
Las dificultades de Guatemala habían sido con México en torno a unos cuarenta y cinco
mil guatemaltecos que habían buscado margen del problema centroamericano.
El Salvador era el único país que hubiera deseado que el problema concluyera, pues los
guerrilleros, apoyados por Cuba y Nicaragua, intentaron derrocar su gobierno.
México vio en la contienda istmeña una oportunidad para satisfacer algunos de sus in-
tereses. Ese país ha competido con Venezuela por un liderazgo regional y ha querido que los
Estados Unidos utilicen sus buenos oficios para resolver las crisis en América Latina. También
ha tenido problemas con Fidel Castro, y ha procurado evitar que este movilice guerrilleros en
su contra, que podrían sacar ventaja de sus condiciones sociales y económicas críticas.
Junto con Venezuela, México ha tenido inversiones en toda la región, que le han pro-
porcionado gran fuerza política, ya que desde 1981 esas naciones han abastecido al Istmo de
petróleo, financiado a un bajo costo para los países consumidores. México estaba consciente de
que otros países también tenían problemas relacionados con el Istmo.
Panamá temía que, en caso de un estallido de hostilidades entre su vecina y Nicaragua,
la debilidad militar de Costa Rica pudiera provocar la intervención armada de los Estados Uni-
dos y poner así en peligro su soberanía sobre el canal, obtenida mediante los tratados Cárter-
Torrijos. Colombia enfrentaba problemas con los guerrilleros del M-19, controlados por Fidel
Castro, además de tener disputas territoriales con Nicaragua sobre una pequeñas islas en el
Caribe.
Por estos motivos, América Central debía ser observada con precaución.
En 1983, el gobierno mexicano hábilmente hilvanó estos intereses divergentes de Pa-
namá, Colombia y Venezuela con los suyos, con el pretexto de terminar con los incidentes
fronterizos entre Nicaragua, Costa Rica y Honduras, y de controlar el apoyo sandinista a las
guerrillas salvadoreñas.
109
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Cuando Costa Rica elevó una queja contra Nicaragua ante la Organización de Estados
Americanos (OEA), México instó a Costa Rica a que no acusara recibo de la respuesta de la
OEA, y a que solicitara la intervención directa de México en Centroamérica. México simultá-
neamente convocó una reunión de cancilleres de Venezuela, Colombia y Panamá en la isla de
Contadora (Panamá), y sin consulta previa a los centroamericanos ni a la OEA, el “grupo de
Contadora” oficiosamente anunció su propósito de resolver la crisis del Istmo. La América
Latina, los Estados Unidos y Europa aplaudieron, pero sin tomar en cuenta dos realidades;
primera: los cuatro países del autodesignado grupo tenían diferentes razones y priorida-
des para mediar en el asunto,
Nicaragua aceptó de inmediato la intervención de Contadora, pero no así los otros paí-
ses centroamericanos, por opinar estos que el grupo favorecía a los comandantes por razones
políticas, al proponer métodos inadecuados para inspeccionar y controlar los niveles de arma-
mento. Daniel Ortega y la izquierda latinoamericana atacaron a los Estados Unidos por obsta-
culizar los esfuerzos de Contadora, y México sintió frustración por no haber podido imponer su
voluntad a las repúblicas centroamericanas, particularmente a través del Partido Liberación
Nacional (P.L.N.) de Costa Rica, con el cual su partido oficial, el Partido Revolucionario Insti-
tucional (P.R.I.), mantiene estrechas relaciones.
En un esfuerzo por controlar la situación, México buscó el apoyo de los comandantes
sandinistas y de la Internacional Socialista (I.S.), asociación de unos cincuenta partidos socia-
listas que desempeña un papel importante en la política de las naciones latinoamericanas, al
asumir posiciones agresivas contra los Estados Unidos.
Los líderes latinoamericanos han utilizado sus vínculos con dicha organización para
elevar su propio prestigio y proyectarse al escenario regional e internacional. La I.S. ha apoya-
do cada vez más a los movimientos insurgentes contra el gobierno salvadoreño y ha tratado de
legitimar a los sandinistas ante el mundo. Luego, con motivo de la toma de posesión de Alan
García como presidente del Perú, el grupo de Contadora se reunió con representantes de Ar-
gentina, Brasil, Uruguay y Perú. Alegaron que una prolongación del conflicto centroamericano
podría conducir a una intervención militar de los Estados Unidos, y los cuatro países antedi-
chos se constituyeron en un grupo de apoyo, el Grupo de Lima, con el objeto de respaldar a
Contadora.
Algunos críticos atacaron el plan de paz de Óscar Arias de 1987; creen que el plan pro-
porcionó a los sandinistas el tiempo requerido para consolidar sus posiciones políticas y milita-
res, y aseguran que Ortega no cumplió con las obligaciones del tratado.
X: El agro:
La agricultura:
Al descubrimiento, en 1522, los originales de esta región cultivaban en gran escala ma-
íz, algodón, cacao, tabaco, frijoles, zapotes, nísperos, pita y yuca.
El zapote y el níspero eran monopolio especial de los chorotegas, frutas con las que
traficaban con las demás tribus del país, y el cacao de los náhuas, que también les servía de
moneda o artículo de cambio. El algodón siguió siendo durante mucho tiempo cultivo de gran
importancia durante la colonia y principios de vida republicana.
En el capítulo segundo aparece con amplitud explicada la “vocación” de nuestros ante-
pasados aborígenes hacia las labores de campo, viviendo en perfecta armonía con su entorno,
cazando, pescando, cuidando, sembrando, recolectando y fermentando.
La trayectoria del desarrollo agropecuario encontrado por los españoles en las nuevas
tierras americanas, se adivina al aprovecharse ellos de los productos naturales, que los indíge-
nas conocían bastante bien, utilizados desde tiempos inmemoriales, como los granos, raíces y
tubérculos, legumbres y verduras, plátanos y frutas, según quedan especificados de seguido,
pero considerando sólo los más importantes tales como esta muestra sólo de la letra A.
Acerola (Malpigia mexicana) como astringente.
Achiote (Bixa orellana) como colorante.
Achiotillo (Vismia guianensis).
Achicoria, acedera.(Eryngium carlinae)
Agrá.(Vitis tiliifolia)
Aguacate.( Persea americana)
Ají.( Caryocar costarricensis)
Alacrán (Heliotropum indicum)
Albahaca cimarrona, (Salvia albajaca)
Alcornoque (Licania arborea)
Alcornoque de Golfo Dulce (mora megistroperna)
Alcotán (Piper Sp.), considerado como antídoto al veneno de serpiente.
Algodón (Gossypium peruvianum)
Almendro indio (Terminalia catappa)
Ajillo (Petivera alliacea)
Amapola ( Malvaviscus Sp.)
Anisillo (Tagetes filifolia)
Anona ( Anona reticulata y A squamosa)
Añil, (Indigofer añil)
Apazote, (Chenopodium ambrosoides)
Árbol de pan, ( Artocarpus communis)
Aromo, (Acacia farnesiana)
Arrayanes, (Myrica mexicana)
Ayote, ( Cucurbita pepo)
Así pues, nuestros antepasados españoles, de pronto se vieron en una tierra que no era
la suya, y asimilaron por necesidad la tradición agrícola de los nativos, así como contribuyeron
con éstos, con una larga lista de plantas “de Castilla” y animales domésticos que vinieron para
quedarse por siempre y para siempre.
La producción agrícola prosperó algo durante los primeros años de la dominación espa-
ñola, exportándose algunos artículos como cacao, maíz, frutas, etc. a Panamá y la provincia de
112
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Costa Rica. Una vez que ésta produjo suficiente para su consumo quedó únicamente el merca-
do de Panamá que muy pronto se perdió debido a la competencia comercial de otras zonas.
Las haciendas:
Después de la conquista de Nicaragua por el teniente de Pedrarias Dávila, Francisco
Hernández de Córdoba, en 1524, los indios de Nicoya fueron repartidos en encomiendas entre
los principales conquistadores. Más tarde y para librar a los indios de los maltratos de que eran
víctimas, Nicoya fue erigida en corregimiento, esto es, tributaria del rey. La audiencia de Gua-
temala nombraba los corregidores, y estos eran independientes de los gobernadores de provin-
cia.
Los indios perdieron su libertad y el dominio del territorio y con frecuencia fueron víc-
tima de muy malos tratos, resultando más perjudicados los caciques o nobles, que de señores
pasaron a ser siervos; pero en cambio recibieron la religión y civilización cristianas, los gana-
dos, plantas y artes del Viejo Mundo, el idioma castellano y otros bienes que ahora disfrutamos
A continuación podemos encontrar el “censo agropecuario” de la zona de Liberia, en
1751. Ya las haciendas en su concepción filosófica, como unidades productivas, estaban es-
tructuradas, hatos de más de mil reses, yeguadas de ochocientos vientres, queso, algodón, maíz
y chácaras.
En la villa de Nicaragua, en veinte y cuatro días del mes de Noviembre de mil setecientos cincuenta y un
años, su merced Don Thomas Gomes Thenorio, Vicario Juez eclesiástico del pueblo y Provincia de Nicoya , dixo
que en cumplimiento de lo mandado por Sus Señorias los señores Jueces hacedores de los diezmos de este obis-
pado en el despacho antecedente, para a formar la declaración de el territorio del beneficio y los Términos,
haciendas Chácaras y demás Poblazones que se comprehenden en él y la Provincia de Nicoya, todo es como se
sigue: los términos de dicho Benef.° y Provincia son por el Oriente las montañas y Serranía del Norte y siguien-
do hacia el poniente el término que es el mas del Sur: el término del Norte es la montaña que llaman Nicaragua,
hasta el parage nombrado la Savanilla, que esta en medio de ella; y siguiendo hacia el Sur el término es el Río
nombrado el Salto que divide la jurisdicción de Ezparza; siguiendo las haciendas de campo de los vecinos de
esta dicha villa comprehendidas en dicha Jurisdicción :
Año de 1751
Primeramente la hacienda de Campo nombrada Santa Lucia de la Pitafaya del Comi° Don Lorenzo de
la Peña Argabúa, quien declaró en ella mil y doscientas Reses de ganado mayor, mas ó menos. Hierra cada año
trescientas y cincuenta Cabezas más ó menos. Tiene trescientas Yeguas de bientre de múltiplo, y con ellas dos
burros hechores. Hierra cuarenta mulitas, más ó menos Hierra ochenta potros y potrancas. Tiene quesera, paga
quince de diezmo cada año, más ó menos, y siembra maíz y algodón todos los años. El dicho Don Lorenzo de la
Peña tiene otra hacienda nombrada Sn Juán Beltrán de las Trancas, en la que tiene cuatrocientas reses de gana-
do más ó menos. Hierra cien Cabezas más ó menos. Tiene setenta Yeguas y un burroSe hierran diez mulitas. Iten
se hierran quince potros más ó menos. Se siembre maíz y algodón y se quesea.
El Padre Don Melchor de la Zerda, Presbítero, tiene una hacienda de Campo nombrada la Santísima
Trinidad y San Roque, y en ella tiene dos mil reses más ó menos Hierra de ganado cuatrocientas y cincuenta
Cabezas más ó menos. Tiene ochocientas Yeguas de bientre y cinco burros. Hierra treinta mulas más ó menos.
Hierra ciento y treinta potros. Siembra maíz y quesea.
El Capitán Don Juan Ant° Santos de S.n Pedro tiene una hacienda de Campo nombrada Santa Rosa, in-
clusive otra nombrada El Pelón, y en ella tiene mil quinientas Reses de ganado mayor más ó menos.. Hierra
tresientas reses más ó menos. Tiene cuatrocientas Yeguas y dos burros.. Hierra cincuenta potros, mulas muy
pocas, por ser nuevos los burros. Siembre maízes y algodón y tiene quesera.
El Capitán Don Juan de la Zerda tiene una hacienda de Campo nombrada el Tempisquito y en ella no-
vecientas reses. Hierra cien reses más ó menos : tiene ciento y cincuentas Yeguas de bientre. Y un burro nuevo.
Hierra treinta potros y se quesea en el invierno y siembra maíz y algodón.
Don Gabriel Muñoz tiene una hacienda de Campo nombrada Nuestra S.ra de la Concepción de Orosí y
en ella cuatrocientas reses más ó menos. Hierra ochenta Cabezas más ó menos: tiene doscientas y cincuenta
113
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Yeguas. Hierra treinta potros. Tiene inclusive dos burros y hierra veinte mulas; y quesea en el invierno y siembra
maíz.
Don Jph. y Don Thomas y D.n Manuel de Rivas, sus hijos, tienen su hacienda de Campo nombrada Sn
Luis del Naranjo y en él doscientas reses de ganado mayor más ó menos Hierra setenta Cabezas. Iten doscientas
cincuenta Yeguas y un burroHierra quince mulas. Iten hierra setenta potros; quesea en el invierno y siembra
maíz.
El Capitán Don Manuel de la Zerda tiene su hacienda de campo nombrada Santa Juana en el sitio del
Rincón de la Vieja, y en él ochocientas reses de ganado mayor. Hierra ciento y ochenta Cabezas. Iten doscientas
Yeguas y dos burro. Hierra veinte mulas, más ó menos. Iten veinte y cinco potros. Tiene algunos Cerdones el
Dicho Don Manuel de la Zerda. Tiene otra hacienda contigua nombrada Sn Antonio y en ella doscientas reses
más ó menos. Hierra veinte cabezas de ganado. Iten tiene cien Yeguas de bientre... Hierra quince potros, por ser
nuevo todo. Mantiene queseras buenas y siembra maízes y algodones.
Don Juan de Aguilar tiene su hacienda de Campo nombrada San Juan Baptista y en ella doscientas Re-
ses más o menos. Hierra ochenta Cabezas. Iten doscientas Yeguas y un burro. Hierra diez mulas. Iten hierra
setenta potros más ó menos, y siembra maíz y algodón y se quesea.
Don Juan de Eva tiene su hacienda de Campo nombrada. Sapoá y en ella doscientas reses. Hierra cin-
cuenta Cabezas más o menos. Iten doscientas Yeguas y un burro. Hierra quince mulas más o menos. Iten cin-
cuenta potros. Quesea en el invierno y siembra maíz y algodón.
D. Bernardina Gómez tiene su hato nombrado El Rosario, el potrero de Bolaños y en él cincuenta reses.
Hierra diez Cabezas. Iten cuarenta Yeguas. Hierra diez potros y siembra maíz y algodón.
Don Adriano Hurtado y sus hermanos tienen su hato nombrado Santo Tomás y en él trescientas reses
más o menos. Hierran cuarenta Cabezas. Iten cien Yeguas y un pollino. Hierran treinta potros y no más.
Don Manuel Jph. de Salvatierra tiene su hato nombrado San Francisco, poblazón nueva que todavía no
ha comenzado a pagar diezmos y en él tiene ciento y sesenta reses empezando a multiplicar. Iten treinta Yeguas y
un burro á medias de la mesma suerte. Fran. Carranza tiene su hato y en él doscientas Reses en Las Ventanas.
Hierra cuarenta Ters más o menos. Iten cien Yeguas y un burro hechor. Hierra doce mulas. Iten hierra cuarenta
potros. Tiene Quesera y siembra maíz y algodón.
El Capitán Juan Noguera tiene hato nombrado El Espíritu Santo, en el sitio del Jobo, y en él veinte re-
ses. Hierra diez Terneros. Iten cincuenta Yeguas y un burro. Hierra cuatro mulas. Iten quince potros más o me-
nos. Tiene quesera el invierno y siembra maíz y algodón.
El Capitán Cptóval Noguera, hermano del antecedente, en dicho sitio tiene su hato y en él cien reses.
Hierra treinta terneros; tiene sesenta Yeguas y un burro..... Hierra diez Mulas. Iten quince potros más o menos.
Siembra maíz y quesea en el invierno.
En la Boca del Monte en el sitio nombrado Orosí está la hacienda de Campo nombrada Nuestra Señora
de la Concepción, Cofradía de el Sant. Sacramento y purísima Concepción, fundada en la Iglesia Parroquial de
esta villa de Nicaragua en la que hay trescientas y cincuenta reses de ganado mayor. Tiene de hierra cien Cabe-
zas más o menos. Iten tiene once Yeguas. Hierra cuatro potros. Quesea en el invierno.
En el dicho sitio de Orosí está la hacienda de Campo del mismo nombre, Cofradía de las Benditas Ani-
mas, perteneciente á la Iglesia Parroquial de dicha villa, y en ella hay mil reses de ganado mayor. Tiene de hie-
rra doscientas reses cada año más o menos. Iten tiene sesenta Yeguas. Tiene de hierra treinta potros. Se quesea
en el invierno, se siembra maíz.
El Capitán D. Mauricio de Orozco tiene una hacienda de Campo nombrada San Jph. de Asiento Viejo,
en la que tiene primeramente cuatro mil reses, más o menos, de ganado mayor. Hierra cada año ochocientas
reses, antes más que menos. Iten trescientas Yeguas de bientre y dos burros hechores. Hierra diez Mulas. Iten
hierra ochenta potros más o menos. Siembra maíz, no hay quesera fija. Es declaración de dicho Don Mauricio de
Orozco que el diezmo que paga de la dicha su hacienda es partible con la jurisdicción de Costarrica, por haber-
se así mandado por el ordinario, por estar la hacienda en la raya de la Jurisdicción que divide la de Nicoya con
la de Costarrica.
Don Clemente de Guebara en el río del Salto tiene su hato nombrado Sn.Franc., en el que hay ciento
cincuenta Reses
Muchos vecinos de Rivas poseían haciendas en el Corregimiento de Guanacaste y per-
manecían en Rivas para estar cerca de sus fincas situadas entre el curso del río Tempisque y la
Sabanilla en el límite con Nicaragua. (Este Corregimiento fue establecido con carácter autó-
114
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
nomo por el Rey de España. Se deduce así, porque el Corregidor en propiedad sólo podía nom-
brarlo el propio Rey).
Hacia el año 1787 se estableció en el Reino de Guatemala el llamado “Régimen de las
Intendencias”, el cual consistía en una nueva reforma administrativa, introducida por España
en sus colonias para efectos de tributos en los dominios americanos.
La idea inicial de expropiar (privatizar) los cuantiosos bienes ganaderos de las obras
pías no tuvo su origen en la sociedad costarricense, aunque fueron a menudo objeto de críticas
y envidias locales.
Dicha preocupación surgió más bien en los presionados y apresurados círculos del Con-
sejo de Indias, bajo la amenaza de las hostilidades napoleónicas
Así el 26 de diciembre de 1804, se promulgó una orden real de consolidar todos los
vales reales en un fondo central, sobre el cual se pagaría un rédito del 3 % anual a aquellos tan
leales o torpes como para cumplir dicha orden.
La expropiación de las obras pías tuvo dos efectos básicos: el de iniciar la transición
hacia un capitalismo agrario a través de la reducción a dominio particular de los bienes antes
eclesiásticos o comunales y, quizá más importante aún, la creación o expansión de una fuerza
laboral asalariada, privada del acceso a esas propiedades.
Se han identificado, tradicionalmente, a los Liberales y Conservadores en la política
centroamericana de la época como voceros de los comerciantes monopolistas y los intereses
eclesiásticos (Conservadores) por un lado, en contra de los terratenientes criollos (Liberales),
deseosos de un comercio más libre y mayores estímulos para la agroexportación.
Sin embargo, en el caso costarricense tanto los conservadores como los liberales, eran
profundamente liberales, en cuanto a la economía política se refiere. Se reunieron en una sola
burguesía agraria, durante la primera mitad del siglo XIX. Es más. bajo la administración colo-
nial tardía y la primera de la independencia, los declarados “Conservadores” superaron al más
celoso “Liberal” en las campañas de expropiación de las obras pías.
La reducida importancia para la corona, de estos bienes locales, hizo posible que una
vez movilizada la élite del lugar, pudiese desviar en algo esta medida, para ablandarla y con-
vertirla en algo más aceptable para sus intereses que la cancelación de todos sus olvidados
compromisos en censos de capellanías. Incluso, fuera de los tantos casos de personas que pu-
dieron “consolidar” su cuenta, pagando una suma ínfima del total debido, se dieron casos de
individuos, de los cuales don Juan Francisco Bonilla fue el más sobresaliente, que insistían en
su incapacidad de cancelar sus capellanías, a la vez que disponían de grandes sumas en efecti-
vo para la compra de los bienes de las cofradías en remate. Aquí se destaca claramente otra vez
el criterio único de la corona de recoger ingresos líquidos de cualquier manera, criterio terri-
blemente errado pues estas economías se sustentaban en ese gigantesco mecanismo financiero.
El proceso de remate se realizó entre amigos, en varios casos se pagó sólo tres cuartas
partes del valor de los bienes, como único postor.
Sin incluir las obras del Partido de Nicoya, todas las propiedades expropiadas bajo los
Borbones quedaron dentro de la jurisdicción colonial costarricense. Las propiedades expropia-
das habían pasado a manos de la élite local y conforme ésta pudo establecer una administración
para la provincia de Guanacaste, era de esperar que intentase efectuar un programa similar en
esta región, al norte del río El Salto.
La campaña oficial tuvo su punto de partida en la decisión de consolidar, de nuevo, las
obras pías restantes en todo el país, para su administración de parte del nuevo gobierno central
115
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
o sus concesionarios. Dicha campaña se inició en 1833, sin embargo, la campaña tuvo mayores
dificultades en Nicoya misma.
En primer lugar, los arrendatarios tradicionales provenían de distinguidas familias nica-
ragüenses y nicoyanas, quienes se opondrían a cualquier arreglo amistoso o de “único postor”
que no les favoreciese, tratándose de propiedades lucrativas. Por otro lado, existen ciertas evi-
dencias de que grupos populares también se opusieron vigorosamente a la expropiación de lo
que consideraban intereses comunales.
Por ejemplo el remate de la cofradía del Viejo, la más pudiente de la península, llevada
a cabo en 1846, se anuló posteriormente gracias a la oposición decidida de varios de los veci-
nos. Aún más, se dieron casos en que nunca se remató la tierra eclesiástica, como con la cofra-
día de La Concepción de Nicoya, cuyas 2500 hectáreas de tierra fueron inscritas a nombre de
la Iglesia de Nicoya en 1894.
Aunque no tuvieron un triunfo tan rápido ni tan fácil como en el caso colonial, algunas
figuras principales del Valle Central participaron en el traspaso de estas valiosas propiedades
guanacastecas, como el mismo señor Giralt, el presbítero Carrillo, cuya propiedad llegó a parar
primero a manos de don Manuel Fernández, y luego pasó a don Tomás Guardia, futuro presi-
dente de la República, entre otros beneficiados por las expropiaciones.
A más largo plazo, la mayoría de estas propiedades pasó a manos de vecinos del Valle
Central y, aunque no fueron explotadas muy intensamente hasta finales del siglo pasado, el
marco legal que posteriormente permitió el despojo de los campesinos residentes allí se esta-
bleció con estas campañas de expropiación a mediados de siglo.
La familia de los Gutiérrez y sus emparentados (los Iglesias, Sandoval, Oreamuno, Cas-
tro, Mora, etc.), tuvo en sus orígenes en Costa Rica a finales de la Colonia, varias de las pro-
piedades más grandes en Guanacaste (la del Tempisque, Santa Rosa, Higuerón, etc.), antes de
convertirse en cafetaleros y dirigir sus esfuerzos hacia una variedad de actividades más cerca-
nas al Valle Central.
Después de la Independencia y de la adhesión del Guanacaste a Costa Rica, se dio lugar
a un complejo proceso de interrelación entre la élite local, la nicaragüense y la costarricense,
que obró paulatinamente a favor de esta última, hasta su triunfo, con ciertas excepciones y va-
riaciones sub-regionales, a principios del siglo o antes.
Por otro lado, parece indudable que en un principio en todas las regiones ganaderas, los
hacendados tuvieron un ingreso mucho mayor del corte de maderas en sus propiedades que de
la ganadería como tal. Casi sin excepción, los principales madereros eran también ganaderos.
No obstante lo dicho hasta aquí, no debe quedar la impresión de que la población resi-
dente en la región no se haya preocupado por el problema agrario, defendiendo su acceso a la
tierra y la subsistencia. Todo lo contrario ocurrió en varias ocasiones, en luchas de reivindica-
ción territorial a escala local. Es más, en algunos de los casos se perfilaron muy claramente las
justificaciones y resultados que corrientemente asociamos con una reforma agraria posterior a
escala nacional, o al menos administrada a nivel nacional.
Respondiendo a estas manifestaciones de resistencia local, tanto los diputados guana-
castecos como colaboradores políticos a nivel nacional se prestaron para defender a los inter-
eses populares en contra del sistema latifundista y sus voceros.
Principal entre los primeros se destaca el diputado Mayorga Rivas, quien fuera el res-
ponsable de la primera ley facultativa de reforma agraria, la número 12 de junio de 1908. El
segundo grupo se redujo básicamente al círculo alrededor de este intrigante y persistente ideó-
logo, don Jorge Volio, desde su curul en la Asamblea Legislativa o Congreso.
116
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
La ganadería:
La ganadería ha sido sin duda, desde la llegada de los europeos, la actividad productiva
característica de la zona. Ha sido capaz de prosperar en condiciones marginales y de producir
un muy alto valor agregado nacional. Por tradición ha engendrado el cariño y la devoción de
las familias criollas, que en esta actividad basaron su cultura, y encontraron la proteína alimen-
ticia, tanto en la carne como en la leche.
Los primeros ganados llegados al Continente Americano fueron de origen español, traí-
dos de España por Cristóbal Colón a Santo Domingo, en su segundo viaje, de donde se exten-
dieron al resto de los países de América. Tomando en cuenta que Cristóbal Colón, al empren-
der su segundo viaje, salió del Puerto de Cádiz, es muy probable que los ganados adquiridos
por él fueran comprados en dehesas aledañas a dicho puerto, por lo que estos ganados fundado-
res han de haber pertenecido a la casta andaluza y fueron traídos tanto para el alimento de su
gente como para iniciar la crianza en América, que luego se propagó en una forma inusitada.
Los ganados traídos por Cavallón y Vázquez de Coronado fueron los primeros en llegar
al Valle Central de Costa Rica, pero, al tomar en cuenta algunos hechos sucedidos anterior-
mente, nos atrevemos a suponer que, tiempo antes, Costa Rica pudo haber recibido ganado en
lo que hoy es la Provincia de Guanacaste. Consideramos la posibilidad de que a Nicoya llega-
ran ganados con sus primeros pobladores españoles. Por otro lado sabemos que los primeros
pobladores de Granada y León, de Nicaragua, vinieron de Panamá, quienes por temor a las
frecuentes tormentas y tempestades que suceden en el mar Pacífico, frente a la comarca Sur de
dicho país, llamado “El Papagallo”, hacían venir sus embarcaciones cargadas con provisiones
y posiblemente ganados, por la ruta más segura, la del golfo de Nicoya; seguían a la isla de
Chira y entraban por la vía del Tempisque, para continuar por tierra hasta las nuevas poblacio-
nes de Granada y León. En consecuencia, los ganados, en múltiples jornadas, atravesaron en
todo lo largo de la península de Nicoya, por sus extensas sabanas naturales, para arribar a la
población de Nicoya; con el objeto de obtener maíz. En el difícil trayecto, por diferentes causas
algunos ganados quedaron rezagados, y así se establecieron los primeros en territorio de Gua-
nacaste, mucho antes de 1561.
El ganado constituyó también un artículo de exportación. En los primeros años de la
industria pecuaria se aprovechaba únicamente para la exportación el sebo, perdiéndose la carne
por falta de consumidores. Luego la carne encontró fácil venta en estado seco, y en esa forma
llegaban al interior de Costa Rica grandes cantidades. También prosperó el comercio del que-
so, manteniéndose este negocio durante muchos años aún después de la independencia.
Pero cuando tomó mayor incremento el negocio de la crianza de ganado, fue a partir de
1601, con el tráfico de mulas a Panamá, al abrir el camino hacia aquella región don Gonzalo
Vásquez de Coronado; a la par de la crianza de mulas se fomentaba la de ganado vacuno.6
El verdadero progreso de la ganadería en zonas calientes
se inició por el cruce con animales superiores por sus
condiciones de gran resistencia para soportar los incon-
venientes del clima cálido. Este cruce fue realizado exi-
tosamente al hacer la importación de la raza india jibosa,
brahma, cebú o sindhi, don Cruz Rojas Bennet y don
Fernando Castro Cervantes, en 1940, logrando producir
animales resistentes al clima y las enfermedades propias
de las zonas bajas, lo mismo que un crecimiento más
118
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
rápido de los animales ya que los criollos necesitaban hasta cinco años para completar su desa-
rrollo, mientras los cruzados a los tres dan el peso para destace. Así también don Fernando
Castro aportó a la ganadería la importación del pasto jaragua.
La instalación de plantas industrializadoras de carne fue base principal para el mante-
nimiento de las actividades de esta industria, pues permitió realizarlas con gran éxito tanto para
el país como para la ganadería nacional.
Con las leyes proteccionistas de 1932 se hizo posible que la producción de carne del
país estableciera el consumo nacional y se produjera un pequeño sobrante para la exportación.
Por lo que ya en el año 1959 se hizo posible la industrialización y el mercado externo.
Ganadería de leche:
La fabricación de queso se inició desde el principio de la era colonial y ha continuado
con grandes variaciones hasta los tiempos modernos. En la estación lluviosa, por haber mejores
pastos, y en la gran mayoría de las haciendas ganaderas de bajura, por estar muy lejanas de la
capital, no obstante la baja producción de las vacas criollas, se hacía necesario ordeñar una
gran cantidad de ellas para llenar la canoa de madera donde se cortaba la leche, para lograr una
regular fabricación. El queso se producía en forma muy primitiva. La leche se cortaba introdu-
ciendo en la canoa de leche el estómago de un ternero recién nacido, el cual había sido prepa-
rado con sal y que servía en siguientes ocasiones, con el mismo fin de cortar la leche. Luego la
cuajada separada del suero se vertía en moldes de madera y se prensaba hasta eliminarle la
mayor cantidad del mismo líquido. Luego en algunos casos se secaba al humo para darle un
gusto especial y con el fin de procurar su mejor conservación.
La industria del queso se ha mejorado notablemente con la producción de magníficas
calidades producidas en las modernas plantas industriales.
La mantequilla es uno de los principales productos derivados de la leche de vaca. En su
confección el sistema ha variado notablemente. En los primeros años, la leche recién cortada se
depositaba en grandes canoas de madera y se dejaba reposar para luego retirar la crema de la
superficie, o sea, se descremaba a mano. Hoy día para tales efectos se utilizan descremadoras
mecánicas que separan la crema de la leche sin pérdida de tiempo. La crema se bate para obte-
ner, por un lado la mantequilla, y por el otro lo que se llama “suero de mantequilla”. Al separar
de la leche la crema, queda “leche descremada”, que se emplea en la alimentación y en la pre-
paración de otros productos secundarios.
En la actualidad, la ganadería de leche y la de doble propósito son las modalidades que
permiten un mejor retorno económico dentro de la actividad pecuaria.
.
El caballo
La caña de azúcar:
La caña de azúcar fue introducida en América por Colón y la isla que hoy se divide en
Haití y República Dominicana fue su centro de expansión en el Nuevo Mundo. En las Antillas
la industria del azúcar fue una empresa capitalista desde el comienzo, pues el azúcar es un pro-
ducto agrícola-industrial cuya elaboración requiere un equipo y una tecnología complicados
para la molienda y cristalización del azúcar, y por tanto una inversión considerable de capital.
Por eso fue necesario desarrollar un método para refinar el azúcar, lo cual aconteció en pleno
desarrollo de la revolución industrial. La demanda constante de productos tropicales en Euro-
pa, particularmente del azúcar, convirtió a las Antillas en el centro de operaciones de las pri-
meras empresas azucareras capitalistas en el Nuevo Mundo.
En Costa Rica la industria azucarera tuvo un desarrollo diferente. La caña de azúcar se
cultiva aquí desde la época de la Colonia: se encontraba por todo el Valle Central en pequeñas
propiedades campesinas como uno de los principales productos de subsistencia junto con el
maíz y los frijoles, además se utilizaba para alimentar el ganado y en la producción de aguar-
diente. Durante esta época el procesamiento de la caña de azúcar se realizaba por medio de
trapiches bastante rudimentarios. No es sino durante lo que va de la segunda mitad del siglo
XX que la industria azucarera adquiere importancia en otras zonas como Guanacaste y Punta-
renas.
En Guanacaste la caña de azúcar fue introducida junto con el café a principios de siglo.
Los primeros ingenios y trapiches aparecen donde había cultivos de café. Ya en 1916 había
unas 500 fincas de café en Tilarán, 30 trapiches procesaban la caña de 500 hectáreas sembra-
das y había dos ingenios: Tempisque en Carrillo y La Mansión en Nicoya. Así nos narra Ca-
brera en 1924:
... la finca del Tempisque, situada a orillas del río, está formada por grandes praderas naturales, de
repastos de pará y guinea, de potreros de gengibrillo y extensos cañales, con aguas abundantes, un ingenio que
produce en la época de la zafra 50 quintales de azúcar por día, donde abundan las leñas de combustible y las
maderas de buena clase, en tablones de un metro en cuadro. La destilería de mieles produce alcoholes para
abastecer las provincias de Guanacaste y Puntarenas. Durante los meses de la zafra se muele sin descanso día y
noche, desde las cuatro de la madrugada del lunes hasta el sábado por la tarde cuando se hace el pago de ope-
rarios de toda la semana.
El número de trapiches en toda la provincia ascendió en 1948 a 247. Para 1954 los in-
genios Tempisque y La Mansión habían desaparecido.
La producción del ingenio del Tempisque, de don Federico Sobrado de la Carrera, en
1910 fue de doscientos cincuentamil kilogramos y en 1915 de trescientos mil kilogramos. La
zafra 1998-1999 se estima en cinco millones de kilogramos de azúcar por el cantón de Liberia.
Existen en Liberia más zonas con vocación para el cultivo de la caña de azúcar, sobre todo en
los distritos Mayorga y Cañas Dulces, con potencial suficiente para instalar otro ingenio con
una capacidad de producción de por lo menos cuatro millones de kilogramos de azúcar.
El arroz
Es este un grano de subsistencia importante en la dieta básica, formando parte de la
conocida fórmula: maíz, arroz y frijoles; no obstante, es sorprendente la relativamente poca
información sobre dicho grano en nuestra investigación, casi tan incierta como la de la papa.
Desde los primeros tiempos coloniales se tiene noticia del arrocillo (Oriza latifolia),
espontáneo en los lugares pantanosos de la costa del Atlántico y del Pacífico. Es una planta
nativa, perenne, en muchos casos casi imposible de distinguir del arroz cultivado.
En la región del Amazonas y Venezuela se emplea por los indígenas del mismo modo
que el arroz verdadero, sin embargo “el arroz” no se usó nunca por nuestros nativos sino por
los colonos españoles y criollos después del siglo XVII.
Llegó a Europa llevado por los griegos, luego pasó al Norte de África, de donde los
árabes lo propagaron a España, de donde su nombre “erúz” se transformó en arroz, conque se
le conoce desde el descubrimiento de América, y como tal en Costa Rica.
Se dice que en Guanacaste se comenzó a sembrar con las semillas que venían sin pilar,
pegados a los petates que servían de empaque del arroz importado de la China.
El Café
También se encuentran (en la cordillera) grandes porciones de terrenos propios para el
cultivo del café, e incluso en el año 1922 el Congreso Constitucional a instancias del Poder
Ejecutivo emitió un decreto promocionando su cultivo, después de haber recorrido la zona el
profesor don Anastasio Alfaro, comisionado por la Cámara de Agricultura de Costa Rica, para
estudiar las condiciones agrícolas necesarias para el cultivo. De su informe se extrae;
“En todo caso la vertiente volcánica del Guanacaste sería una adquisición valiosa para la riqueza del
país, pues el café ha sido siempre nuestra fuente inagotable de prosperidad y debemos ensancharla con cada
hectárea que se presente hábil para su cultivo.
El capital, los brazos y las carreteras vendrán por su curso natural cuando el país manifieste en alguna
forma la voluntad firme y decidida de favorecer esta clase de cultivos, de interesarse por la riqueza pública y
privada, apartando por instantes la vista del ornato y confort de las poblaciones centrales.”
Estas citas nos reflejan claramente el potencial de las faldas de los volcanes para la pro-
ducción de café, condiciones que a pesar de varios intentos por estructurar la producción de
éste por razones obvias no han llegado a feliz puerto.
122
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Es de especial importancia hacer referencia a la historia del río Liberia, como ejemplo
de la obra del hombre para mejorar su entorno: El escaso caudal del hoy llamado Río Liberia,
que en la estación seca diezmaba demasiado sus aguas, fue el primitivo y principal obstáculo
para la formación del poblado y lo manifiesta un documento de 1861 y que firma J. Adán Mon-
tes de Oca. En él hace referencia a la obra realizada por don Juan Rafael Muñoz en 1849 con el
propósito de aumentar el caudal del río Liberia, aportando a éste las aguas de otro manantial
cercano.
También se refiere el señor Muñoz a la solicitud hecha al rey de España por vecinos de
Rivas y del Partido de Nicoya para fundar una villa en un lugar céntrico de este último depar-
tamento y según las indicaciones del lugar es el mismo valle donde hoy está la Ciudad de Libe-
ria; incluso indicaban la existencia de dos ríos en la zona y aunque el primero de ellos tenía
escaso caudal, el otro sí tenía suficiente agua, que era el río Salto y podía traerse el agua desde
el origen de este río ya que era permanente y abundante.
Fue así como el señor Muñoz tomando en cuenta este documento del siglo XVIII, trató
de llevar a cabo la obra y el agua llegó al fin al poblado el día 26 de abril de 1849.
Muy posteriormente en el período legislativo de 1962 a 1966 el entonces diputado don
José Joaquín Muñoz Bustos con ayuda de estimables compañeros logró pasar en el Congreso la
ley que estableció un impuesto sobre el licor producido en la Fábrica Nacional de Licores, cu-
yo producto se destinó a crear un fondo manejado por el Consejo Nacional de Producción con
el fin de procurar solución a problemas que como las precipitaciones lluviosas escasas o exce-
sivas pudieran causar daños a la producción o a las poblaciones. Con dineros de ese origen en
la administración Trejos Fernández, de 1966 a 1970, se iniciaron los trabajos para enriquecer el
caudal del Río Liberia, utilizando corrientes que afluían hace otros cauces. Estos trabajos aún
no concluidos son los que han permitido al Río Liberia mantener en los veranos su caudal para
servir a las necesidades de abastecimiento humano, abrevaderos, lecherías y riego de cultivos y
de pastos.
Posteriormente el señor Muñoz Bustos siendo miembro de la Comisión Regional de
Emergencias, en la administración Monge, se interesó porque con parte de los fondos destina-
dos a esa Comisión, se reactivaran los trabajos de mejora de canales de conducción de agua y
la hechura de otras reparaciones con el fin de que el Río Liberia se mantuviera alimentado por
la corrientes captadas, que de otra manera no afluirían hacia él. Luego, en la administración
del Lic. Rafael Ángel Calderón Fournier, el Lic. José Antonio Muñoz Fonseca, gestionó con el
mandatario la aplicación de dos partidas de cinco millones de colones cada una derivadas de la
llamada P.L. 480 con el propósito de mejorar la provisión de aguas para el Río Liberia y la
Quebrada Santa Inés, ambos proveedores de agua para diferentes menesteres en una extensa
124
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
zona del Cantón de Liberia. Estos dineros fueron aplicados por el Servicio Nacional de Riego y
Avenamiento, en parte para construir una derivación del llamado Río Negro, en la Hacienda
Santa María, de modo que sus aguas enriquezcan los caudales del Río Liberia y de la Quebrada
Santa Inés.
Energía Solar
La región central de Guanacaste es la zona de mayor potencial de radiación solar del
país.
Energía eólica
El viento se ha utilizado en pequeña escala, generalmente por medio de molinos para
extraer agua de pozos situados en terrenos planos.
En 1984, el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), en un esfuerzo por determinar
el potencial eólico del país, contrató los servicios de la Compañía Electrowatt Ingenieros Con-
sultores, los cuales utilizaron los registros del Instituto Meteorológico Nacional, del ICE, y del
Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas, así como nuevas mediciones realizadas para
completar la información existente. Además se utilizó el comportamiento de los vientos de
gran escala en el país, estructura topográfica, la distribución de cultivos sensibles al viento y
observaciones cualitativas de pobladores y empleados del ICE en diferentes zonas del país. De
acuerdo con los resultados del estudio se determinó que casi todo el potencial se encuentra en
las regiones Chorotega y Central.
Es importante destacar que el recurso se encuentra disponible en mayor cantidad duran-
te las horas del día y en los meses más secos del año, lo cual hace atractiva la generación de
electricidad a partir de energía eólica, ya que es en estas ocasiones, cuando se presentan los
picos diarios de demanda eléctrica y disminuye el nivel de los embalses.
Energía geotérmica
Los estudios del potencial geotérmico en Costa Rica fueron iniciados por el ICE en
1959, con asistencia técnica del Servicio Geológico de El Salvador y las Naciones Unidas.
Como resultado de las primeras investigaciones, en 1964 se recomendó estudiar con mayor
detalle las regiones de fumarolas de los volcanes Rincón de la Vieja (Las Pailas) y Miravalles
(Las Hornillas). Sin embargo, debido a la poca experiencia existente en América en este campo
y a que el ICE destinó sus recursos económicos hacia otros proyectos, no fue hasta 1975 cuan-
do resurgió el interés por la energía geotérmica.
Leña
La cuantificación del recurso leña resulta difícil dada la variedad y dispersión de las
posibles fuentes. Las principales fuentes productoras de leña son en orden de importancia: los
charrales y tacotales, los árboles aislados en potreros, las cercas vivas y cortinas rompevientos,
y los desechos provenientes de madereo y aserrío. Es importante acotar que los charrales y
tacotales producen el 60% de la leña en el país, y se utiliza sólo un 2%.
Residuos vegetales
Constituyen todos aquellos desechos o residuos agrícolas concentrados, que son sub-
productos de la producción agrícola; entre ellos cabe destacar: la cascarilla de arroz, el olote de
maíz y el bagazo de caña de azúcar. Estos subproductos se caracterizan por su alto contenido
energético, fácilmente explotable para la producción de calor en el mismo proceso agroindus-
trial. Sin embargo no debe olvidarse que fuera de su sitio de producción, la utilización como
energético se dificulta debido a su baja densidad física (problemas de transporte a usuarios
potenciales).
Cascarilla de arroz
En el proceso de producción del arroz se obtiene un 23% en peso de cascarilla, de la
cual una parte se utiliza como combustible y otra como complemento para la alimentación de
animales. Uno de los principales problemas que se presentan al utilizarla como combustible es
la gran producción de cenizas.
126
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
mundo, las que a corto plazo podrían resultar irrecuperables, negándosele e las futuras genera-
ciones parte del legado conque nos ha obsequiado la naturaleza.
El uso racional del recurso maderero no debe ser confundido con el de “proteccionismo
puro”, sino que más bien debe ser definido en el marco de “desarrollo sostenible”, donde el
hombre como tal, hace uso de los recursos naturales disponibles sin destruirlos sino más bien
aprovechándolos como medio de vida y subsistencia.
Biodiversidad
“He refutado la visión tradicional de la comunidad conservacionista, sólo se preocupan por salvar las áreas
que no han sido destruidas, estamos en el camino de la reconstrucción. Hay que impedir los fuegos, hay que
permitir a las plantas, los animales y al viento trabajar juntos, lo pueden hacer por sí mismos; mientras aún se
tenga a los animales y al viento para dispersar las semillas, el bosque puede ser salvado. En el mundo de la con-
servación existe un punto muerto, si no se hace algo pronto todo estará acabado”.Daniel H. Janzen.
En los últimos años ha tomado mucho auge la influencia del aspecto ecológico en todas
las ramas del saber. Sin embargo, la conciencia ecologista no surge como una moda, sino como
una necesidad de supervivencia de la raza humana. Esto se puede enmarcar dentro de la defini-
ción de desarrollo sostenible, entendido éste como “aquel que satisface las necesidades del
presente sin dañar la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias nece-
sidades”.
Pero no puede consolidarse un manejo de nuestra diversidad biológica con hambre en la
población inmediatamente periférica a los núcleos que mantienen las principales muestras de
esa biodiversidad. Las políticas de descentralización y desconcentración son claves en el pro-
ceso, precisamente si no cuidamos la posibilidad de que nuestros descendientes puedan repro-
ducirse entonces atentamos contra la supervivencia del hombre en la Tierra. No obstante el
problema no es sólo que nos afectamos a nosotros mismos, sino que se ve perjudicado nuestro
entorno y todos los seres que en él viven.
El manejo de la biodiversidad permite que por medio de la Biotecnología se puedan
manipular y mutar las moléculas más pequeñas que conforman a cualquier ser vivo: el ácido
desoxirribonucleico (el ADN).
La biodiversidad o diversidad biológica es la variedad y variabilidad dentro y entre los
organismos vivientes (plantas, animales y microorganismos) y los complejos ecosistemas en
que estos se presentan. Cabe destacar que esta variabilidad va desde un ecosistema hasta la
molécula del ADN.
Las zonas más diversas en términos biológicos se encuentran en el trópico, prueba de
ello es que en una hectárea de bosque tropical puede haber más de 300 especies de árboles,
mientras que en los bosques de todo Norteamérica existen menos de 400 especies. Vivimos en
un punto estratégico entre las masas continentales del norte y del sur, lo mismo que entre los
dos grande océanos, ésto, junto con la variación de relieves y los diferentes climas que se re-
gistran, contribuyen a que poseamos la mayor diversidad biológica en relación con la superfi-
cie. Poseemos cerca del 5% de todas las especies del mundo, casi el doble de la cantidad de
mariposas que hay en el continente africano, 1500 especies de orquídeas (de las cuales casi el
15% son endémicas); hay 20000 especies de plantas, 1149 de vertebrados, entre ellas 850 de
aves y 250 de mamíferos.
128
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
se presentan sanas e hipocristalinas con una composición de forma semejante a la de los estra-
tovolcanes jóvenes; los minerales de alteración hidrotermal faltan por completo.
La tercera zona se localiza al noreste, norte y sur del área protegida y está constituida
por material piroclástico asociado a material volcánico, como lavas y tobas, provenientes de
edificios volcánicos recientes.
Este extenso perímetro congrega una gran diversidad de ecosistemas, en donde se en-
cuentra representado desde el bosque húmedo del Caribe, hasta las zonas más secas del Pacífi-
co de Costa Rica, pasando por el bosque nuboso, el bosque seco, el manglar y las sabanas. Gra-
cias a estas características ecológicas, unidas a una adecuada administración, esta zona repre-
senta un infinito laboratorio natural para las inquietudes y observaciones de la comunidad (in-
vestigadores, turistas y estudiantes entre otros).
Se continúa con el apoyo externo (del gobierno de Japón) que permite desarrollar com-
ponentes específicos en el campo de la restauración en terrenos del corredor biológico Rincón-
Cacao, además de los avances en el campo del mejoramiento genético y la conservación del
germoplasma.
Se fortalece un acercamiento muy productivo con el sector agropecuario, donde gracias
a las facilidades y experiencia acumuladas en la Estación Experimental Forestal Horizontes, se
facilita la coordinación interinstitucional y la puesta en práctica de proyectos conjuntos, inclu-
yendo el cultivo de árboles como componente importante del sector en esta región del país.
El Área de Conservación Guanacaste ha conformado varios programas.
El programa de educación biológica continúa con la atención de los aproximadamente
4000 educandos en los 44 centros educativos que atiende en su programa formal de educación
en los 3 sectores en que se divide su operación: sector húmedo, sector costero y sector seco.
El programa de ecoturismo tiene como propósito facilitar la visita y la exploración de
los diferentes ecosistemas y el patrimonio histórico y cultural del Área e incrementar el cono-
cimiento biológico de los visitantes, sin perturbar el recurso.
El programa de investigación estimula, facilita y aprovecha la investigación científica
básica y aplicada de los organismos y sus interacciones que conforman la biodiversidad aquí
protegida. Se recopila y organiza información con el fin de ponerla en formatos adecuados que
permitan su utilización por diferentes usuarios; investigadores, estudiantes, educadores, turistas
y público en general.
Entre las facilidades con que se cuenta se incluye un Sistema de Información Geográfi-
ca, un Sistema Global de Posición, equipo de digitalización de imágenes y manejo de datos y
en fin una infraestructura intelectual de conocimiento muy especializada.
La información generada por los diferentes procesos están disponibles en formatos
electrónicos (INTERNET, http://www.acguanacaste.ac.cr) y bases de datos convencionales.
El programa de restauración y silvicultura tiene su base en la recopilación de informa-
ción sobre restauración de ambientes degradados y la puesta en marcha de procesos que acele-
ren la restauración natural en sitios que han sido fuertemente perturbados por la actividad
humana, así se ha trabajado, primero en los Parques Nacionales Santa Rosa y Guanacaste (bos-
que seco), y luego en el corredor biológico Cacao-Rincón (bosque húmedo).
En la investigación silvicultural de especies nativas se ha dado énfasis en fortalecer y
generar el conocimiento necesario para usar especies maderables nativas. Se ha trabajado con
más de cuarenta especies de las cuáles se tiene información silvicultural básica para implemen-
tar en la región procesos de reforestación.
Se cuenta anualmente con 40000 plántulas en viveros privados de la comunidad y unas
120 hectáreas en ensayos y plantaciones de caoba, cocobolo, genízaro, guanacaste, laurel, po-
chote y aceituno. La base del programa se localiza en la Estación Experimental Forestal Hori-
zontes, que se proyecta como el más importante centro forestal de la región seca de mesoamé-
rica y cuenta con facilidades para la investigación y la didáctica.
En forma paralela los programas de sectores y de prevención y control de incendios
reafirman la presencia permanente de personal, infraestructura y actividades como un empla-
zamiento productivo diferente al tradicional
Cada Sector es constantemente supervisado por el encargado y está circunscrito por
criterios geográficos y biológicos, Santa Rosa-Pocosol, Naranjo-Nancite, El Hacha, Pitilla,
Orosí, Cacao, San Ramón, Las Pailas, Santa María, Junquillal, San Cristóbal, e Islas Murciéla-
go. Este programa está integrado exclusivamente por personal local que aparte de sus respon-
sabilidades administrativas colabora y brinda apoyo a los otros programas.
134
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
El programa de prevención y control de incendios en el sector seco del Área, tiene co-
mo principal objetivo disminuir estos siniestros por medio de actividades educativas y preven-
tivas (rondas, contrafuegos, reparación de caminos de acceso, reparación y mantenimiento de
equipos y verificación de estaciones de abastecimiento de agua), y medidas de control y liqui-
dación por medio del uso de cisternas remolcadas por tractores, bombas de espalda y otras
herramientas diseñadas para tales efectos; en el ámbito de la detección el Área está organizada
con observatorios estratégicamente localizados (Cerro Pedregal) y patrullas móviles en cons-
tante alerta y comunicación. Gracias a estos esfuerzos el bosque seco se encuentra en camino
hacia la restauración natural y hacia la consolidación de un ecosistema de bosque tropical seco,
completo, sano y estable.
Los trópicos no necesitan préstamos para comprar tractores; necesitan programas que les enseñen
cuándo, dónde y cómo remplazar la mano de obra con animales de tiro, y los animales de tiro con tractores. No
necesitan investigación aleatoria, esotérica o investigación agrícola aplicada, necesitan medios de integración
ya conocidos en el proceso de desarrollar agroecosistemas tropicales de rendimiento sostenido. Los trópicos no
necesitan tanto los alimentos como los medios de evaluación de los recursos disponibles y la generación de sis-
temas sociales que mejoren sus condiciones de vida, con sólo esos recursos, no importa la cantidad. Los trópicos
necesitan expectativas viables. Daniel Janzen.
135
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Tal fue la declaración de Ricardo Lagos, entonces Ministro de Obras Públicas de Chile,
al término de una visita a Japón, donde participó en el encuentro de ministros de la cuenca del
Pacífico sobre infraestructuras, en lo que Chile espera ser parte del desarrollo que se augura
para esa zona.
“No debe existir temor por exportar a cualquier mercado: México, Taiwán, Singapur etc. Cuando se
cuenta con un nicho, un buen producto, etiquetas bien preparadas y una estrategia de mercadeo, es posible pene-
trar a cualquier mercado en el mundo”
María Galindo.
136
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
Alrededor del año mil novecientos treinta, en viaje hacia la América del Sur en busca
de un país en donde establecerse, aterrizaron en Costa Rica los pilotos N.C. Shelton y Kenneth
Poe, volando un “Super Universal Foker” de cinco pasajeros. Dos o tres meses más tarde re-
gresaron con miras de establecerse en el país, pues en aquel entonces no existía aviación local
con fines comerciales. No sucedía así con la aviación internacional pues Panamerican Airways
Co. estaba establecida en el país desde mil novecientos veintinueve, operando desde Chomes,
Puntarenas, especialmente para el servicio postal.
Así, en asociación posteriormente con el señor Fosblado, que viajaba en un “Grost La-
kes” y don William M. Schoenfeld y su señora Gladys Cole Johnson, quienes trajeron un
“Flett” para tales menesteres se iniciaron los primeros vuelos locales de carga a San Isidro del
General, Liberia, Buenos Aires y otros lugares que tenían terrenos con condiciones adecuadas
para que pudieran aterrizar los pequeños aviones. Estos señores se trasladaban los domingos
con sus aviones a las pequeñas poblaciones que contaran con un buen campo para aterrizar,
con el objeto de hacer propaganda y acostumbrar a la gente a viajar en avión.
El señor Erick Murray, gran impulsor de la aviación en nuestro país y amigo personal
de los señores Shelton y Poe, se interesó en establecer una compañía nacional con la debida
autorización del gobierno y así se llega a realizar un viaje a Guanacaste en el que viajaban los
señores Shelton, Poe, Murray y Tobías Carrillo en aquel tiempo ayudante en los hangares y
joven entusiasta por aprender aviación, además de ser uno de los primeros nacionales en traba-
jar con la semiestablecida compañía. Carrillo se quedó en la ciudad de Liberia instruyendo y
explicando a la gente sobre la construcción de campos de aterrizaje.
Por la inseguridad, que según algunos, presentaban los aviones en aquella época, eran
sólo utilizados por el servicio de carga y no fue sino hasta después de varios vuelos, que el
señor Eusebio Arrieta realizó el primer viaje como pasajero desde Santa Cruz hasta San José
inaugurando así el servicio local de pasajeros en Costa Rica. Luego el señor Aristides Baltoda-
no, junto con su familia, hizo uso del mismo servicio para trasladarse del Aeropuerto de Santa
Ana a Liberia en un Foker J.6-5.
Así, el veintinueve de agosto de mil novecientos treinta y dos fue aprobado por el
Congreso Constitucional un contrato con la compañía inscrita como ENTA, que comenzó con
un Flett de cinco pasajeros y un Foker F-14 de ocho pasajeros de tipo “Hit Parasol”, con un
itinerario establecido dos veces por semana ida y vuelta entre San José, Puntarenas, Nicoya,
Santa Cruz, Tempisque, Liberia, Cañas, Tilarán y Las Juntas, aparte de otros una vez por se-
mana a otras zonas. Debido al engrandecimiento de la compañía comenzaron también a traba-
137
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
jar en ella los señores Alejandro Rivera, Jorge Sojo, Guillermo Núñez, Clarence Ross, Santia-
go March, en un proceso de aprendizaje.
La empresa siguió y fue necesario comprar otro avión esta vez un trimotor Foker, cuya
llegada fue todo un acontecimiento y fue utilizada para el transporte entre San José, Limón,
Liberia, Santa Cruz, Puntarenas y Tempisque.
A la altura de estos acontecimientos, llegó al país el piloto nacional Román Macaya,
quien venía de estudiar en los Estados Unidos y efectúo el raid San Francisco San José en un
Curtis Robin, “El Espíritu Tico” y poco después fundó la primera compañía con capital y ad-
ministración puramente nacionales: “Aerovías Nacionales”, pasando a ser una verdadera com-
petencia para ENTA.
Posteriormente una tercera compañía formada por don Tobías Carrillo y don Guillermo
Núñez, EDAC, Empresa de Aerotransportes Costarricenses, se adhirió a esta lista, por medio
de acciones populares que tuvieron muy buena acogida.
En la década de los años cuarenta el país experimentaba un creciente desarrollo y así un
grupo de ciudadanos inspirados en el afán expansionista y con la ayuda del Gobierno de la
República y Panamerican Airways se dieron a la tarea de formar una compañía de aviación con
capital del Gobierno, de Panamerican y de ciudadanos particulares y así el 5 de octubre de
1945 se formó la empresa Líneas Aéreas Costarricenses S.A. LACSA.
Durante ese año y parte del siguiente, los nuevos empresarios se dedicaron a organizar
la naciente empresa y el primero de junio de 1946 se iniciaron oficialmente las operaciones con
un vuelo a Liberia, con dos Douglas DC-3 para 26 pasajeros que cubrían una amplia red local.
En 1947 la empresa se proyectó con los primeros vuelos internacionales a Managua, transpor-
tando especialmente turistas.
En 1949 se dio un empuje a la incipíente flota aérea comprando dos Curtis C-46 para 50
pasajeros, que se unieron a los DC-3 y en ocasiones servían para llevar excursiones a México
con un vuelo de 7 horas. Se estableció un servicio de carga a Miami con excelentes resultados
y se estableció también la ruta para pasajeros, lo mismo que vuelos a México no itinerados.
En marzo de 1950 se abren las rutas a Panamá y en junio a la Habana, poco después se
confirma la ruta a San Salvador, y la de Gran Cayman, donde LACSA creó la Cayman Air-
ways Limited.
Foto LACSA.
El 11 de abril de 1951 fue bautizado un lujoso DC-3 en Liberia con el nombre de “El
Guanacasteco”, siendo el primer avión acondicionado sólo para pasajeros.
Así se compraron dos Convair CV-340 en 1954 para las rutas internacionales.
En 1960 se suspendió el servicio a la Habana y se vendió un Convair para comprar un
Douglas DC-6B para 64 pasajeros y en 1963 se compró el segundo.
138
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
yecto Papagayo está concebido como un gran centro turístico de sol y playa que en su etapa de
culminación llegará a tener en el año 2015 un total de 26450 habitaciones para uso turístico.
La ciudad de Liberia experimentará un notable crecimiento urbano y comercial ya que
será la ciudad de apoyo de este proyecto, donde residirá la mayor parte de la población.
El estudio de actualización del Proyecto del Golfo de Papagayo preparado por el I.C.T.
el año 1995, señala como pronóstico para el año 2000 un estimado de 395000 pasajeros anua-
les que llegarán al Proyecto por vía aérea al Aeropuerto de Liberia. Para Costa Rica, la apertu-
ra y desarrollo de este Aeropuerto Internacional y la efectiva ejecución de todos estos macro-
proyectos de desarrollo turístico tienen la misma importancia que las que tuvieron la apertura
del Aeropuerto Internacional Juan Santamaría y la aprobación de la Ley de Incentivos Turísti-
cos.
Tampoco se deben subestimar las ventajas que se obtienen al tener disponible esta im-
portante infraestructura, por ejemplo en la agroexportación, o en las zonas francas industriales.
La poesía
Las características especiales de la región, condicionan al hombre. El poeta y su rura-
lismo se respira en todos los ámbitos y sentimos en cada verso y en cada estrofa el sopor de su
calor, el polvo de sus pampas y brotan de la tierra, al paso de la cuchilla del arado, un verso
diáfano y cristalino; ella, la poesía, que aunque peca de una rima forzada, de un regionalismo
excesivo, tiene una humildad cuyas pretensiones se ponen de manifiesto en metáforas simples
y sencillas.
Los amores imposibles, las corridas de toros o las bodas pueblerinas son motivaciones
constantes, tanto en la poesía como en las canciones y bombas, suerte de sentencias y refranes
típicamente sabaneros.
La profesión de fe del poeta guanacasteco lleva adherida a su actitud versificadora un
misticismo que nos hace recordar a los simbolismos franceses.
Esta poesía con sus defectos y virtudes, cumple un papel especial e importante en el
gran concierto de las letras americanas, porque en ella está implícito el palpitar de unos pue-
blos cuyo corazón siendo hispánico, tiene un latido chorotega.
La Música
Maestro Jesús Bonilla Chavarría. Q.d.D.g. Ing. Héctor Zúñiga Rovira, Q.d.D.g.
De las transcripciones de los cronistas del siglo XVI, nos queda muy claro, cómo per-
meó la música los rituales y la vida social en La Gran Nicoya, en ellos la recitación dirigía la
atención hacia los dioses estableciendo una comunicación entre el hombre y ellos. En las pla-
zas y templos se hacían fiestas y sacrificios, haciéndose placer a sí mismos y honra a sus dio-
ses, según Gonzalo Fernández de Oviedo, en oportunidad de haber un mitote o fiesta de la re-
colección del cacao. Unas sesenta personas marcaban el compás, el baile comenzó alrededor de
la plaza y los ejecutantes iban en parejas, separadas unas de otras por tres o cuatro pasos. Bai-
laban muy ordenados y terminaban la danza con una gritería, después se retiraban bailarines,
músicos y cantores.
Históricamente se han clasificado varios géneros de música, tipificándola como mágica,
de cacería, guerrera, popular, íntima, profana, humorística, erótica, religiosa, ritual y fúnebre.
Considerando el tipo de danza antiguo y después de las corrientes culturales hispánicas
y africanas e indigenistas del norte el sur y el caribe, nos encontramos con una serie de varia-
dos ritmos, pero siempre impera lo autóctono. En lo que se refiere a la música cultural costarri-
cense, nos encontramos varios aires, danzas, contradanzas, puntos, pasillos, fandangos, tambi-
tos, callejeros, corridos, valses, mazurcas, motivos regionales y fantasías vernáculas con aires
de esta región.
Nos cuenta el periodista don Antonio Zavaleta que hace pocos años en Puntarenas, se
encontró con un viejecito músico que anda ya en los noventa años: este anciano músico guana-
casteco resultó ser, nada menos que uno de los compositores del famoso PUNTO. Hablando,
hablando el viejecito narró así el suceso:
Corría el año 1872. El presidente don Tomás Guardia quiso que Liberia tuviera una buena banda mili-
tar. Ordenó entonces al Comandante del Cuartel de la Ciudad, General don Juan Estrada, que diera los pasos
necesarios a fin de que se cumplieran sus deseos. El General Estrada encargó a su vez al maestro de música del
lugar don Macedonio Dávila, la selección de las personas que se necesitaban para formar la banda militar libe-
riana.
Y aquí vinieron los apuros del maestro Dávila. En Liberia no había más músicos, uno que otro tañedor
de guitarra, acompañante tal vez, de serenateadores lugareños. ¿De dónde escoger a los músicos? Nada, nada...
no había más camino que hacer la banda con gente nueva. Y aquí tenemos que el Maestro Dávila se va una ma-
ñana a la escuela pública acompañado del General, del General Estrada en persona. En la escuela escoge a los
siete alumnos del Cuarto Grado, futuros músicos, que aprenderán el arte bajo su propia dirección. Entre trece y
quince años tenían los muchachos. De la sala de clase fueron a parar ese mismo día a la Comandancia y una vez
allí el General Estrada les dio de alta en el servicio... de las armas, para que aprendieran a ganar batallas de
armonía en los renglones del, pentagrama, bajo la batuta del Maestro Dávila.
144
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
No cuadró a los padres de los muchachos el proceder directo del General Comandante. Pero no había
más que soportar y callar ya que por aquellos tiempos en la Ciudad Blanca, se hacía lo que el General Estrada
ordenaba, y sanseaca... Así fue como se cumplieron los deseos del Presidente Guardia y como, en Liberia se
formó el primer grupo de músicos de la banda militar.
Dos años más tarde aquellos muchachos habían aprovechado el tiempo: uno de ellos, Leandro Cabalce-
ta, tocaba trombón; otro, Patricio Ledezma, era clarinetista y Félix García dominaba los secretos del pistón.
¿Quiénes serían los otros tres muchachos del grupo y qué instrumentos habrían aprendido a tocar?
Una tarde los cuatro músicos se encuentran ociosos en el Cuartel de Liberia: se han juntado para matar
el tiempo y discurren componer una pieza. Admirable y ejemplar manera de aprovechar el ocio. Y los cuatro
inventan, inventan compases, y ritmos; los tararean, los silban, los anotan, quizás; los cambian por otros... Se
ríen, comentan, porque la intención, como de muchachos sanos, es hacer una pieza guanacasteca, alegre, zan-
dunguera, que mueva el alma y que se lleve los pies, como con alas, al baile. Al fin, ya está. Es el Punto Guana-
casteco.
La imperfecta composición musical, hecha a retazos de espontaneidad, fue estrenada una tarde de do-
mingo. “A la gente le gustó”. Nos dijo emocionado el único sobreviviente de los cuatro autores de El Punto.
La música de El Punto se fue popularizando. Se tocaba en los “Belenes” (Nacimientos de la Navidad),
lo mismo que en las festividades de San Caralampio, de San Blas de Nicoya, y del Santo Cristo de Esquipulas, en
la Ciudad de Santa Cruz.
Los viajeros y los arrieros de ganado trajeron su música a la Meseta Central. Se silbaba en las esquinas
y se tocaba en los barrios bajos, en las “pueblas” de Cartago y San José en Río Segundo de Alajuela y hasta en
Puriscal. Al mismo tiempo que se tocaba era bailado. Cada cual le imprimía un ritmo especial: algunos lo baila-
ban como una contradanza, otros, con cierto estilo afrocubano. Los guanacastecos enseñaron a bailar El Punto
a las gentes del interior. Esa danza es ritmo, es vértigo y pasión.
Algunos compositores que han intervenido en la creación musical vernácula son: Jesús
Bonilla, Chavarría, Héctor Zúñiga Rovira, Mario Cañas Ruiz, Ángel Tobías Sanabria Castro,
Sacramento Villegas, Salvador Bonilla, Roberto Belmonte, Agustín Rodríguez, Manuel Rodrí-
guez Caracas, Pasión Acevedo, Medardo Guido, Ramón Loáiciga Aguirre y muchos otros
compositores e instrumentalistas que ya no nos acompañan.
Asimismo, marimberos, quijongueros, guitarristas, violinistas y diversidad de polifacé-
ticos caracteres que hicieron y hacen de la música folklórica un verdadero deleite.
Nuestras danzas son un cruce del coraje del indio, de la gracia y el salero del español y
la nostalgia y la sensualidad del africano. Se puede clasificar en puntos, danzas, contradanzas,
jotas, fandangos, tambitos, pasillos, corridos regionales, cuadrillas, bailes pastoriles, bailes
rítmicos indígenas, rondas y otras.
Generalmente el traje de la mujer consiste en una blusa de gola, acotada y con pliegues;
a la orilla del escote lleva una gola compuesta de vuelitos adornados con encaje, a la orilla
también del mismo escote, una pasacinta, cuya cintita es de color rojo. Antiguamente la blusa
se adornaba con vuelitos del mismo género, bordados, holán o lienzo fino o encaje engomado.
La enagua es larga y plegada de tal manera que se extienda y dé elegancia y gracia al interpre-
tarse las danzas. También se usaba con vuelos circulares en la parte inferior, que la contornea-
ba con gracia.
Además lleva un rebozo de color, puede ser de seda, y que también da mayor vistosidad
a los movimientos. Se adorna la mujer con flores naturales colocadas en el cabello hecho tren-
zas, igual que también en las mismas trenzas se colocan lazos confeccionados con cintas de
colores; en el cuello se colocan collares, cadenas de oro, o gargantillas con un medallón o un
relicario y no faltan en los brazos y las manos anillos y pulseras.
El hombre generalmente vestido de blanco, con un pañuelo de color en el cuello y uno
en cada mano; en la cintura lleva una banda de hilo o de lana y en la cabeza el sombrero de
palma o de lona con ramos de “huelenoche” o veranera, y para complementar la indumentaria
calza caites.
145
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
El folklore:
El grito del sabanero corriendo tras el cimarrón en su brioso caballo o el festivo trajinar
de nuestro criollo abriendo surcos en el campo de labranza.
La naturaleza impregnada de paisajes y celajes es la causa del verso y la canción, Gua-
nacaste tiene pues, una literatura escrita de interés y de caracteres propios.
La arquitectura:
La vida cambió con la llegada del nuevo siglo; así se inauguró la cañería de Liberia, se
organizó la Sociedad de Fomento de Liberia, pero inesperadamente apareció la fiebre amarilla
durante siete meses en el año 1901.
En la década de 1930, el gobierno decidió construir un cuartel en Liberia que reuniera
las mejores condiciones de seguridad para el Comando Norte, encargado de velar por la segu-
ridad en la zona norte del país. Su construcción se realizó en las administraciones de Ricardo
Jiménez Oreamuno (1932-1936) y León Cortés (1936-1940), el objetivo de esta edificación fue
albergar el ejército y con su presencia embellecer la ciudad. Sus planos fueron diseñados por el
arquitecto José María Barrantes y su construcción la dirigió el ingeniero Max Effinger. El
cuartel desde su fundación ha sido la sede de la Comandancia de Plaza de Liberia. Este inmue-
ble es una de las construcciones más sobresalientes de la comunidad, es un hito determinante
del paisaje urbano de Liberia y representa un elemento de la identidad cultural de su población.
La arquitectura liberiana es un elemento más de la identidad de los liberianos. Liberia,
fundada en el año 1769, conserva aún su estructura urbana y arquitectónica original, identifica-
ble en el Casco Antiguo.
Nace como sitio de sesteo en el cruce de caminos importantes, en el trasiego de merca-
dería entre Nicaragua y Castilla de Oro y la Gran Nicoya. La identifican tanto sus habitantes
como los que la visitan, como la Ciudad Blanca, la elegante, otrora, por la blancura de sus ca-
lles y casas; dentro del contexto nacional son pocas las ciudades con ese aire o carácter.
Pero así como su origen evoluciona de Centro Urbano recreativo para los grandes
hacendados a Centro Urbano Administrativo, en las postrimerías del siglo XX con la dinámica
de la Globalización y la apertura de los nuevos mercados, la dichosa Ciudad Blanca queda en
el medio de los grandes desarrollos turísticos de la Región. Por un lado los desarrollos costeros
de sol y arena y pro otro los ecológicos de montaña, lo que ha significado para su imagen ur-
bana un rápido deterioro en pos de implantar nuevas construcciones, sin mediar de previo un
estudio de normalización o reglamentación al respecto, quizá un poco de desconocimiento de
la materia, quizá también debido a los grandes capitales que se movilizan. El hecho es que la
ciudad ha sufrido en los últimos diez años tal deterioro en sus estructuras arquitectónicas y la
intromisión en sus barrios de elementos que le son ajenos y que lejos de dar un aporte, le per-
judican en el sentido de la pérdida de identidad.
Identidad manifestada en la arquitectura de tierra, en adobes, bahareque y madera, las
cuales se encuentran en pie después de más de cien años y de soportar diferentes pruebas sís-
micas, que incluso obras de manufactura más reciente no soportaron.
Materiales y sistemas constructivos ideados con tal maestría y sabiduría que aún hoy
siguen siendo ejemplo de cómo debe construirse, mas, sin embargo, se opta por un mal inter-
pretado modernismo, el cual impone nuevos materiales, sistemas constructivos y normas que
agreden y ofenden las intenciones del ser humano por mejorar su calidad de vida.
Materiales y sistemas constructivos que desaparecen así como sus constructores con
todos sus conocimientos, así como la manufactura de las tejas, otro ejemplo de la gran expresi-
vidad dentro de lo que podría identificarse la arquitectura post colonial; las caleras con todo su
manejo intrínseco, tan comunes en la Ciudad Blanca, debido al requerimiento de este material
para el mantenimiento diario de la arquitectura y su expresión urbana que la calificó de Ciudad
Blanca. La escogencia de la “canilla” o del bambú silvestre para hacer las canastas y poste-
riormente rellenarlas con una mezcla de barro y pasto remojado amasados, el mismo evento de
la construcción donde participaba parte de la comunidad o del barrio. Todo esto desapareció
para dar paso a construcciones simplistas, con más estructura que arquitectura.
148
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
mal de Omar Dengo, quien una vez instalado en el puesto, solicitó la colaboración de los que
habían sido sus discípulos, cuya lista es la siguiente: Adán Guevara Centeno, María Cristina y
María Josefa Acevedo Zamora, Ada Torres, Rosa Baldioceda Rojas, Rafael Rojas Rojas y
Agustín Rodríguez González. Se nombró como Inspectora a doña Estelia Rodríguez de Gam-
boa, como profesor de Francés a don Virgilio Salazar Leiva y Tobías Sanabria Castro como
profesor de Música. Portera: Teresita Viales.
En cuanto al local, se consiguió una casa grande, propiedad de doña Anita de Hurtado y
con mesas, bancos y taburetes que se consiguieron en la comunidad se solucionó el problema
de mobiliario. Abiertas las puertas de la Institución el 11 de abril de 1945, se matricularon para
primero y segundo años, sesenta y tres jóvenes. El dato es exacto. Es conveniente dejar cons-
tancia de la magnífica y desinteresada labor desarrollada por esta primera Junta Administrativa
que a base de esfuerzo, de optimismo y hasta podríamos decir de sacrificio, supo hacerle frente
a todas las dificultades que se presentaron. Sabemos que todo comienzo es difícil.
También es aleccionador hacer referencia a la colaboración ofrecida por el señor Go-
bernador de la Provincia de aquel entonces, profesor Edgardo Baltodano Briceño, que podría-
mos calificar de valiosa y ejemplar, pues con el optimismo que siempre lo caracterizó se dio a
la tarea desde su elevada posición y haciendo uso de su larga experiencia como educador, a
vencer junto con la Junta Administrativa y autoridades de educación, los obstáculos que se
oponían al funcionamiento del nuevo centro docente que tanto necesitaba para su desarrollo la
comunidad guanacasteca y por el cual se había luchado con tanto empeño y entusiasmo.
Pero al fin, el optimismo se impuso y ese primer año de labor fue fecundado en realiza-
ciones, el profesor de Castellano organizó por las noches Centros de Literatura, el de Música
un conjunto coral que se lució en sus presentaciones, el de Educación Física llevó a cabo vela-
das deportivas que siempre se recuerdan, y el de Agricultura habiendo conseguido un lote o
mejor dicho un solar desocupado con la Junta de Educación, sembró y sembró con tanto empe-
ño, que pudo darse el gusto y la satisfacción de poner en una pizarra: “El Instituto de Guana-
caste vende tomate a 40 colones el quintal”, cosa nunca vista en nuestro medio.
Con esas realizaciones el Instituto consiguió dos cosas importantes en el campo de la educación: logró
proyectar su labor a la comunidad y afianzó el espíritu de la Institución. Liberia o mejor dicho, la Provincia de
Guanacaste, ya no podría resignarse a vivir sin un Colegio de Segunda Enseñanza porque los hogares de esca-
sos recursos se habían dado cuenta ante la evidencia , que había llegado la hora y oportunidad para sus hijos
que ya podrían prepararse para hacerle frente a las necesidades de la vida en una forma más digna y provecho-
sa.
Y en los años subsiguientes se operó un aumento de matrícula sobre todo en los grados
superiores de todas las escuelas de primer orden y de todos los cantones de la provincia co-
menzaron a llegar los jóvenes obligando al aumento del número de profesores como era lógico.
La Junta Administrativa adquirió una valiosa propiedad para las instalaciones, en fin, la Insti-
tución comenzó a crecer como el árbol que hunde sus raíces en la tierra en busca de nutrientes
y a elevar sus ramas en busca del azul del cielo, en un vivo ejemplo de elevación.
151
Liberia, mi homenaje a sus pobladores, a mi gente.
Plaza Rodríguez, Acto cultural liderado por el Instituto de Guanacaste, Años sesenta.
Conviene destacar, por otra parte, que cuando se creó el Instituto de Guanacaste, de ninguna
manera se pensó que se trataba de un colegio más dedicado a la fábrica de bachilleres. Se que-
ría un centro de enseñanza que estuviera al servicio del desarrollo y adelanto de la provincia,
de modo que la orientación y planes de estudio no podían de ninguna manera desligarse de las
dos actividades principales de la región; nos referimos a la agricultura y la ganadería.
Y pareciera que la misma redacción escueta del decreto de creación, dejaba en libertad a las
autoridades de educación para ensayar otro tipo de colegio, más acorde con las necesidades y
aspiraciones de las comunidades que se quería favorecer.
El Centro Universitario Regional de Guanacaste (CURG) es una unidad académica plu-
ridisciplinaria y administrativa de la Universidad de Costa Rica, situado en Liberia y con ámbi-
to de influencia para toda la región Chorotega.
Este Centro Universitario abrió sus puertas en 1976 con 263 estudiantes. Según criterio
de la administración la capacidad del Centro haciendo uso de horarios alternos podría ser de
2500 estudiantes, ampliable eventualmente a 7000. Cuenta con 18 aulas acondicionadas para
docencia, más el aula donde trabaja el Jardín Infantil y 10 laboratorios, así como 2 aulas de
proyección en la biblioteca, un auditorio para 60 personas y una piscina semiolímpica.
Actualmente cuenta Liberia entre sus instituciones educativas: 20 de enseñanza primaria, 5
de enseñanza secundaria, tres universidades privadas, tres universidades públicas, y el Instituto Na-
cional de Aprendizaje.
152
Juan Rafael Muñoz Fonseca.
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ANEXO 1:
Listado de los Diputados de la Provincia de Guanacaste. 1826 – 1998
Período Integrantes
CONGRESO 1826-1827. Por Nicoya. Pedro Zamora
El 10 de octubre de 1826 este Congreso acordó que el Partido
de Nicoya tuviese su diputado a esa Asamblea, y desde ese
momento Guanacaste ha tenido representación en ella.
CONGRESO 1827-1828. Por Nicoya Pedro Zamora
CONGRESO 1828-1829. Por Nicoya Vicente Castro Ramírez
CONGRESO 1829-1830. Por Nicoya y Santa Cruz Vicente Castro Ramírez
CONGRESO 1830-1831. Por Nicoya y Santa Cruz Domingo Mattey Goyenaga
CONGRESO 1831-1832. Por Nicoya y Santa Cruz Domingo Mattey Goyenaga
CONGRESO 1832-1833. Por Nicoya y Santa Cruz José Francisco. Peralta del Corral
CONGRESO 1833-1834.Por Nicoya y Santa Cruz José Francisco Peralta del Corral
CONGRESO 1834-1835. Por Nicoya y Santa Cruz. Pedro Carazo Alvarado
(hasta agosto)
y Pedro Mayorga, sustituto.
CONGRESO 1835-1836. Por Nicoya y Santa Cruz Pedro Mayorga
CONGRESO 1836-1837. Nicoya y Santa Cruz Francisco de la Guardia Robles
CONGRESO 1837-1838. Por Nicoya y Santa Cruz Francisco de la Guardia Robles
CONGRESO 1838. Por Nicoya y Santa Cruz, (hasta el 27 de Francisco de la Guardia Robles
mayo)
El régimen constitucional suspendido desde el 27 de mayo de
1838. Después vinieron el Gobierno de don Braulio Carrillo y la
brevísima Administración del general Morazán, hasta que
asumió la jefatura del Estado don José María Alfaro Zamora,
quien nombró como Ministro General al doctor don José María
Castro Madriz, en abril de 1843 ambos convocaron a elecciones
para la II Constituyente
II ASAMBLEA CONSTITUYENTE. Por Guanacaste. Rafael Barroeta
Del 1 de junio de 1843 al 3 de julio de 1844.
CONGRESO 1844-1845. .Por Guanacaste. Manuel Antonio Bonilla Nava
CAMARA DE REPRESENTANTES
CONGRESO 1845-1846. Por Guanacaste. Manuel Antonio Bonilla Nava
CAMARA DE REPRESENTANTES
CONGRESO 1846. Por Guanacaste.
CAMARA DE REPRESENTANTES, Se instaló el 3 de marzo. Manuel Antonio Bonilla Nava
III ASAMBLEA CONSTITUYENTE. Por Guanacaste.
Se instaló el 16 de setiembre de 1646 y suspendió sus labores el Miguel Mora Porras
1º de mayo de 1847.
CONGRESO 1847-1848. Por Guanacaste Manuel Antonio Bonilla Nava
CONGRESO 1848-1849. Por Guanacaste Manuel Antonio Bonilla Nava
CONGRESO 1849-1852. Por Guanacaste Modesto Guevara Láscaris y
Manuel Joaquín Gutiérrez
CONGRESO 1852-1855. Por Moracia Modesto Guevara Láscaris y
Rafael Barroeta Baca
CONGRESO 1855-1858. Por Guanacaste Rafael Barroeta Baca y
Cecilio Quesada (suplente, fue
elegido propietario por San José y
prefirió aquel cargo)
1
CONGRESO 1858-1859. Por Moracia Manuel Antonio Bonilla Nava
(Hasta el 14 de agosto) (elegido también por San José)
IV ASAMBLEA. CONSTITUYENTE. Por Moracia.: Aniceto Esquivel Sáenz,
Se instaló el 16 de octubre de 1859 y suspendió sus labores el 26 Antonio Álvarez,
de diciembre del mismo año Manuel Ramírez y
Francisco Montealegre Fernández
CONGRESO 1860-1862. Por Guanacaste Carlos Carrillo y
Juan Félix Bonilla (suplente)
CONGRESO 1862-1863. Por Guanacaste Juan Félix Bonilla (suplente)
CONGRESO 1863-1864. Por Guanacaste Eustoquio Viales,
Pedro Matarrita
CONGRESO 1864-1866. Por Guanacaste No aparece representación.
CONGRESO 1866-1868. Por Guanacaste Eustoquio Viales y
Pedro Matarrita
CONGRESO 1868. Por Guanacaste Manuel Esquivel y
Manuel María Esquivel.
V ASAMBLEA CONSTITUYENTE. Por Guanacaste Vicente Sáenz Llorente
Aniceto Esquivel Sáenz y
Antonio Álvarez
CONGRESO 1869-1870. Por Guanacaste Juan Estrada,
Manuel Esquivel y
Juan Félix Fernández
VI ASAMBLEA CONSTITUYENTE. Por Guanacaste Víctor Guardia Gutiérrez,
Luis D. Sáenz Carazo y
Manuel Ma. Esquivel S.
CONGRESO 1872-1874. Por Guanacaste Nicolás Sáenz,
Manuel Antonio Bonilla Carrillo y
Carlos Carrillo
CONGRESO 1874-1876. Por Guanacaste Manuel A. Bonilla Carrillo y
Carlos Carrillo.
CONGRESO 1876. Por Guanacaste. Manuel Antonio Bonilla Carrillo y
Hasta el 30 de julio, al anularse la Constitución de 1871. Juan Fernández
CONGRESO 1882-1884. Por Guanacaste Víctor Guardia Gutiérrez,
Aníbal Santos y
Rafael Rivera
CONGRESO 1884-1886 No aparece representación.
CONGRESO 1886-1888 Por Guanacaste Rafael Rivera,
Antonio Alvarado y
Toribio Rojas
CONGRESO 1888-1890 Por Guanacaste Aníbal Santos,
Santos Urbina y
Salvador Santos
CONGRESO 1890-1892. Por Guanacaste Aníbal Santos,
Santiago de la Guardia y
Salvador Santos
CONGRESO 1892 Por Guanacaste Salvador Santos,
Hasta el 31 de agosto. Juan Vicente Bustos,
Rafael Rivera y
Telésforo Ramírez
2
CONGRESO 1894-1896. Por Guanacaste Rodolfo E., Alvarado,
Salvador Santos
y Telésforo Ramírez.
CONGRESO 1896-1898. Por Guanacaste Federico Faerron,
Ramón Castro Fernández
Rodolfo Alvarado y
Salvador Santos
CONGRESO 1898-1900. Por Guanacaste Rodolfo E. Alvarado,
José Joaquín Esquivel y
Federico Faerron
CONGRESO 1900-1902. Por Guanacaste Federico Faerron,
Rodolfo E. Alvarado,
José Joaquín Esquivel y
Francisco Faerron.
CONGRESO 1902-1904. Por Guanacaste Rodolfo E. Alvarado,
José Joaquín Esquivel,
Federico Faerron
Francisco Faerron.
CONGRESO 1904-1906. Por Guanacaste Federico Faerron,
Rodolfo E. Alvarado,
José Joaquín Esquivel y
Rafael Rivera.
CONGRESO 1906-1908 .Por Guanacaste Francisco Mayorga Rivas,
Cleto Bonilla,
Federico Faerron y
Rafael Rivera
CONGRESO 1908-1910. Por Guanacaste Leonidas Briceño
Pablo M. Rodríguez,
Francisco Mayorga Rivas,
Cleto Bonilla,
Rafael Rivera Velásquez,
Miguel T. Jirón.
CONGRESO 1910-1912. Por Guanacaste Aníbal Santos Aguirre,
Francisco Faerron Suárez,
Leonidas Briceño B.
Pablo M. Rodríguez,
Rafael Rivera Velásquez
y Miguel T. Jirón.
CONGRESO 1914-1916. Por Guanacaste Francisco Faerron Suárez, Narciso
Ruiz Alvarado,
Leonidas Briceño Baltodano,
José Joaquín Esquivel Carrillo,
Napoleón Briceño Baltodano
Rafael Briceño
CONGRESO 1916-1917. Por Guanacaste Francisco Mayorga Rivas, Antonio
Álvarez Hurtado, Narciso Ruiz
Alvarado, Francisco Faerron Suárez,
Clímaco Pérez y
Justo Alberto Flores Castillo
3
VII ASAMBLEA CONSTITUYENTE. Por Guanacaste José Joaquín Esquivel Carrillo,
Maximiliano Soto Fernández,
Francisco Faerron Suárez, Manuel
Benito Santos Estrada
Juan Rafael Saborío López.
CONGRESO 1917-1919. Por Guanacaste. CÁMARA DE DIPUTADOS:
SENADOR: José Joaquín Esquivel Carrillo,
Ricardo Coto Fernández Maximiliano Soto Fernández,
Francisco Faerron Suárez,
Manuel Benito Santos Estrada
Juan Rafael Saborío L6pez
4
CONGRESO1934-1936 Por Guanacaste Eusebio Arrieta López,
Aristides Baltodano Briceño,
Félix Hernández Pérez,
Hall Meckbel Caron,
Abelardo Alfaro Arias
y Fabio Carrillo Rosales.
Aristides Baltodano Briceño,
Félix Hernández Pérez,
CONGRESO 1936-1938 Por Guanacaste Hall Meckbel Caron,
Matías Sobrado García,
Abelardo Alfaro Arias,
y Fabio Carrillo Rosales.
CONGRESO 1938-1940. Por Guanacaste Matías Sobrado García,
Adriano Urbina Gutiérrez,
Francisco Vargas Vargas,
Álvaro Cubillo Aguilar,
Ramón Leiva Cubillo,
Florentino Cruz González
y Antonio Cabalceta.
CONGRESO 1940-1942. Por Guanacaste Adriano Urbina Gutiérrez,
Francisco Vargas Vargas,
Álvaro Cubillo Aguilar,
Ramón Leiva Cubillo,
Matías Sobrado García,
Florentino Cruz González
y Antonio Cabalceta.
CONGRESO 1942-1944. Por Guanacaste Matías Sobrado García,
Aristides Baltodano Briceño,
Álvaro Cubillo Aguilar,
Ramón Leiva Cubillo,
Telémaco Espinach Bolívar,
Florentino Cruz González
y Pedro Ferrandino Calvo.
CONGRESO 1944-1946. Por Guanacaste Aristides Baltodano Briceño,
Álvaro Cubillo Aguilar,
Ramón Leiva Cubillo,
Telémaco Espinach Bolívar,
Juan Rafael Muñoz Rovira,
Florentino Cruz González
y Pedro Ferrandino Calvo.
CONGRESO 1946-1948. Por Guanacaste. Juan Rafael Muñoz Rovira,
Ruptura del Orden Constitucional, 8 de mayo de 1948, como Enrique Baltodano Briceño,
resultado del movimiento revolucionario encabezado por don Álvaro Cubillo Aguilar,
José Figueres, al terminar el período constitucional de don Efigenio Vallejo Siles,
Teodoro Picado asumió el poder una Junta de Gobierno, y así Rodolfo Salazar Solórzano,
quedó anulada la Constitución de 1871, que estaba vigente. Florentino Cruz González
y Pedro Ferrandino Calvo.
VIII ASAMBLEA CONSTITUYENTE.
Por Guanacaste Enrique Montiel Gutiérrez.
5
CONGRESO 1949-1953. Por Guanacaste Partido Unión Nacional:
Alberto Flores Orozco,
Hernán Vargas Castro,
Pastor Arrieta Castro,
Pánfilo Quesada Rodríguez,
Rubén Venegas Mora
y Ramón Corrales Pizarro.
Partido Constitucional;
Manuel Rodríguez Caracas.
CONGRESO 1953-1958. Por Guanacaste Partido Liberación Nacional:
Carlos Alberto Salazar Baldioceda,
Eugenio Vargas Ugalde,
Manuel Antonio Mora Rodríguez
e Isaías Morales Obando
Partido Demócrata:
Rafael Hurtado Aguirre
y Sergio Cubillo Aguilar.
CONGRESO 1958-1962. Por Guanacaste Partido Liberación Nacional:
Rosa Alpina Aiza Carrillo, Noel
Hernández Madrigal,
José Ángel Jara Chavarría
y Francisco Espinoza Espinoza
Partido Republicano:
Luis Brenes Gutiérrez
y Francisco Rojas Tenorio
Partido Unión Nacional:
David Hurtado Rivera.
CONGRESO 1962-1966. Por Guanacaste Partido Liberación Nacional:
Danilo Flores Cárdenas,
Constantino Ocampo Alvarado
y Marcos Villalobos Campos.
Partido Republicano:
Álvaro Cubillo Aguilar,
y José Joaquín Muñoz Bustos,
Partido Unión Nacional:
Saúl Cárdenas Cubillo.
CONGRESO 1966-1970. Por Guanacaste Partido Liberación Nacional:
Armando Arauz Aguilar,
Francisco Morales Morales y
Noel Hernández Madrigal.
Partido Unificación Nacional:
Ovidio Murillo Murillo,
Mario Arredondo Calderón
y Pedro Ferrandino Calvo.
6
CONGRESO 1970-1974. Por Guanacaste Partido Liberación Nacional:
Rosa Aiza Carrillo,
Asdrúbal Ocampo Ocampo
y José Bonilla Dib
Partido Unificación Nacional;
Jorge Bonilla Dib,
Rodrigo Brenes González y
Pedro Arauz Aguilar.
CONGRESO 1974-1978. Por Guanacaste Partido Liberación Nacional:
Enrique Montiel Gutiérrez,
Guillermo Vargas Sanabria
y José Angulo Rojas.
Partido Unificación Nacional:
Rolando Rodríguez Varela
y Edwin Viales Marín.
Partido Nacional Independiente:
Luis Ángel Cárdenas Orias.
CONGRESO 1978-1982. Por Guanacaste Partido Unidad:
Álvaro Cubillo Aguilar,
Omar Arrieta Fonseca y
Mario Rivas Muñoz.
Partido Liberación Nacional:
Miguel Ángel Chavarría Méndez
y Ana Ortega Matarrita.
CONGRESO 1982-1986 Por Guanacaste. Partido Liberación Nacional:
Manuel Francisco Rojas Chaves,
Odette Héctor Marín,
y Guillermo Vargas Sanabria.
Partido Unidad:
Rodolfo Brenes Gómez
y Hamilton Ruiz Cascante.
CONGRESO 1986-1990 Por Guanacaste Partido Liberación Nacional:
Víctor Julio Román Méndez,
Antonio Tacsam Lam y
Ángel Marín Madrigal.
Partido Unidad Social Cristiana:
José Joaquín Muñoz Bustos
y Oscar Julio Ávila Solé.
CONGRESO 1990-1994. Por Guanacaste Partido Unidad Social Cristiana:
Solón Chavarría Aguilar,
Emanuel Ajoy Chan
y Alfredo Cruz Álvarez.
Partido Liberación Nacional:
Sigifredo Aiza Campos
y Gladys Rojas Prado.
7
CONGRESO 1994-1998. Por Guanacaste Partido Liberación Nacional:
Luis Alejandro Román Trigo,
José Roberto Zumbado Arias
y G. Humberto Fuentes González,
Partido Unidad Social Cristiana:
Rodolfo Brenes Gómez
y Víctor Eduardo Álvarez Murillo.
CONGRESO 1998 – 2002. Por Guanacaste Partido Unidad Social Cristiana:
Marisol Clachar Rivas,
Emanuel Ajoy Chan
e Irene Urpí Pacheco.
Partido Liberación Nacional:
Manuel Larios Ugalde
y Oscar G. Campos Chavarría.
Fuente:
http://www.asamblea.go.cr/Centro_de_informacion/biblioteca/Otras_publicaciones/For
ms/AllItems.aspx?RootFolder=%2fCentro%5fde%5finformacion%2fbiblioteca%2fOtras
%5fpublicaciones%2fEl%20Poder%20Legislativo%20en%20Costa%20Rica%2c%20segun
da%20edici%c3%b3n%20reformada%2c%201995&FolderCTID=&View=%25,
Correo: Carlos Rodolfo Acuna Gonzalez [acunac@asamblea.go.cr]
8
ANEXO 2:
Listado de los Gobernadores de la Provincia de Guanacaste. 1835 – 1999
1
1882 Enero – Marzo Mariano Castro
1882 Abril José Monge Reyes
1882 Abril – Agosto Manuel Esquivel
1882 - 1885 Setiembre – Mayo Horacio Salazar
1885 Junio – Noviembre Santos Urbina Vega
1885 Diciembre Camilo Mora A.
1886 Mayo Santos Urbina Vega
1886 Junio – Diciembre Federico Faerron
1887 Enero – Agosto Santos Urbina Vega
1887 Setiembre – Diciembre Zenón Castro
1888 No aparece registrado
1889 Octubre – Noviembre Antonio Alvarado
1890 Noviembre Dámaso Centeno
1891 - 1892 Enero – Mayo Carlos Volio T.
1892 Junio – Agosto Santos Urbina Vega
1892 - 1893 Agosto – Enero Federico Faerron
1893 Febrero – Diciembre Víctor Guardia
1893 Abril – Mayo Luis Urbina (interino)
1894 Víctor Guardia
1895 Enero Luis Urbina
1895 Setiembre Víctor Guardia
1895 - 1896 Setiembre – Marzo Dámaso Centeno
1896 Marzo – Diciembre Luis Urbina
1897 Setiembre Víctor Guardia
1897 Octubre – Noviembre Dámaso Centeno
1898 Enero - Marzo Víctor Guardia
1898 Marzo - Diciembre Camilo Mora
1899 - 1900 Maximiliano Alvarado
1900 Junio – Octubre Pedro Quirós
1900 – 1901 Noviembre- Setiembre Dámaso Centeno
1902 Mayo Rómulo González
1902 Mayo (Interino) Dámaso Centeno
1902 - 1903 Junio – Noviembre Diego Chamorro
1903 - 1904 Camilo Mora Aguilar
1905 Enero Maximiliano Alvarado
1905 - 1906 Pablo Rodríguez
1907 Pablo Rodríguez
1907 Mayo Lic. Antonio Álvarez
1908 No aparece registrado
1909 Lic. Antonio Álvarez
1910 No Aparece registrado
1911 No Aparece registrado
1912 No Aparece registrado
1913 No Aparece registrado
1914 - 1916 Francisco Mayorga
1917 – 1919 Alfonso Salazar
1919 Setiembre Francisco Mayorga
1920 Mayo Francisco Mayorga
2
1921- 1924 No aparece registrado
1925 - 1927 Elías Baldioceda
1928 – 1931 Abel Mayorga Rivas
1932 – 1934 Antonio Alvarado Ruiz
1935 Bernardo Chamorro
1936 Salvador Villar Muñoz
1937 Claudio Mora Salas
1937 – 1939 Otoniel Vega Martínez
1940 – 1945 Juan Rafael Muñoz R.
1946 – 1947 Edgardo Baltodano B.
1948 – 1949 Alberto Lorenzo B.
1949 – 1953 Oscar Ruiz Centeno
1953 – 1957 Carlos Alfaro Solano
1958 Otoniel Vega Martínez
1959 Pánfilo Quesada
1960 – 1961 Crisanto Álvarez
1962 Jesús Salazar Cáceres
1963 – 1966 Gerardo Gómez R.
1967 – 1970 Rodolfo Salazar S.
1971 – 1972 Luis Abellán Cisneros
1973 – 1974 Víctor Julio Román
1975 – 1978 Elías Baldioceda R.
1979 – 1980 Julio Borbón Muñoz
1981 – 1982 Víctor Murillo Esquivel
1983 – 1984 lsidro Calvo Gutiérrez
1985 – 1986 Francisco Rojas
1987 – 1989 Alvaro Coronado S.
1990 – 1994 Ligia Zúñiga Clachar
1995 – 1998 Cecilia Trejos Gómez
1999 Santiago Osegueda Rizo
Fuente: