Las migraciones internas consisten en el desplazamiento de la población de una
región a otra, pero dentro de un mismo país. Las entidades que presentan un saldo migratorio positivo, son aquellas en las que la inmigración es superior a la emigración, y por tanto la población crece. Por otra parte, en las entidades con un saldo migratorio negativo la población disminuye, ya que las emigraciones superan a las inmigraciones. En Venezuela, las migraciones internas se han venido intensificando, principalmente debido a la búsqueda de mejor calidad de vida y mayores fuentes de empleo. Por ello, la población venezolana se dirige fundamentalmente hacia tres áreas: las zonas industriales y comerciales (como los estados Carabobo, Aragua y Miranda), las zonas mineras (como el estado Bolívar) y las zonas agrícolas (como los estados Barinas y Portuguesa). Estas áreas constituyen la fuerza de atracción mientras que el medio netamente rural, en sentido general, representa la fuerza de repulsión.
Regiones agropecuarias de Venezuela
La localización de las regiones agropecuarias se fundamenta en las posibilidades
naturales de las distintas áreas del país. En consecuencia de ello, Venezuela posee básicamente seis zonas agropecuarias en las que predominan ciertas actividades económicas de este tipo. Factores como el suelo, la altitud, la temperatura, las precipitaciones, la hidrografía y la humedad determinan la distribución espacial de los diversos cultivos y de la cría de ganado. A raíz de los mencionados elementos, podemos dividir al territorio nacional en tres grandes regiones con actividades agropecuarias características: costa-montaña (dominio de la agricultura de plantación, como café y cacao), los llanos (con predominio de la ganadería, y cultivos mixtos o cereales), y Guayana (dominio de bosques y selvas aprovechados en la explotación maderera y forestal de forma controlada). Además, se destacan las actividades pesqueras desempeñadas a lo largo de las costas del país y en los principales cuerpos de agua del territorio.