Sher, S., Shamberg, M., Devito, D. (productores) y
LaGravenese, R. (director). (2007). Diarios de la calle Jesús Romero Morante [película]. EE.UU.: Paramount Home Entertaiment.
En este comentario se abordan algunos aspectos relacionados con los contenidos de la
asignatura que tienen una importancia mayúscula en la práctica docente de Erin Gruwell, la protagonista de Diarios de la calle. Primero, se señalan algunos problemas a los que se enfrenta Erin en su labor profesional y después, se explica cómo los afronta y qué soluciones encuentra. 1. Dificultades iniciales 1.1 La primacía de las identidades étnicas frente a las identidades de clase El aula 203 reproduce las dinámicas que tienen lugar más allá de los límites de la escuela, donde los jóvenes, como sus mayores, se relacionan únicamente con personas de su colectivo racial, mostrando una actitud de desconfianza y odio frente al resto de grupos étnicos. El instituto Long Beach presenta una estructura tribal pudiendo distinguir, principalmente, cuatro colectivos raciales: los latinos, los afroamericanos, los coreanos y los blancos. Ahora bien, existe una diferencia clave entre las tres primeras tribus de esta lista y la última: la marginación y la pobreza frente al privilegio y la riqueza. Los protagonistas del largometraje muestran una actitud tan habitual como paradójica: la primacía de las identidades étnicas frente a las identidades de clase (Jones, 2012). Las personas y los colectivos con problemas sociales comunes se ven cegados por el odio y no son capaces de interpretar la realidad en términos de desigualdad de clase. Son poco conscientes de que no es la raza, sino la clase social, quien explica la desigualdad social que sufren (Rendueles, 2017). Son numerosas las escenas de la película que reflejan lo anterior. Una de ellas es el comentario de un alumno en el aula señalando que luchan “por el territorio, por la raza, por el respeto”. Otro ejemplo son las rutinas idénticas para salir de fiesta de dos alumnas. En este caso, aunque las acciones que realizan son sencillas, ejemplifican aquello que ocurre en circunstancias más complejas de sus vidas: las similitudes en la forma de vida de estas tribus. Un último ejemplo se observa cuando Eva, una joven latinoamericana, es testigo del asesinato de un joven fruto de la violencia racial y decide encubrir a un miembro de su tribu culpabilizando injustamente a un joven afroamericano ante la policía. En vista de todo lo que precede, es inevitable preguntarse ¿cómo pueden coexistir miradas de la realidad tan desvirtuadas y polarizadas, pero tan sólidas en el ideario de diferentes personas y colectivos? Para responder esta pregunta es pertinente atender al “carácter socialmente construido de la verdad”, esto es, al hecho de que “existen tantas verdades como tribus morales” (Arias, 2017). En la película, esta perspectiva permite a los alumnos justificar acciones que realizan miembros de su tribu y, paralelamente, criticar estas actitudes si las realizan los “otros”. Esta lógica se construye, en parte, a través de las “redes de mente” que facilitan el proceso de reproducción social (Castells, 2009), que se asocia a su vez con la política mediática, presente en la película a través de la similitud que señala Erin Gruwell entre la caricatura en tono despectivo que realiza un alumno a otro y la propaganda nazi por la cual difundían su odio contra los judíos y otros colectivos. 1.2 El odio contra las clases bajas. En segundo lugar, otro de los elementos que se evidencian en la práctica docente de Erin Gruwell es el odio contra las clases bajas (Jones, 2012). Esta actitud es representada a la perfección por la directora de departamento de la escuela y el profesor de la clase “honorable” quienes demonizan a sus alumnos entendiéndoles como una subclase humana, como personas tontas, violentas y poco ambiciosas. Esta forma de mirar a sus alumnos les permite justificar la desigualdad y la individualización social frente a la que no responden como docentes. Desde este punto de vista, la desigualdad disfrazada de meritocracia justifica que no deban existir políticas compensatorias ya que, el esfuerzo está por encima de las circunstancias en el devenir de cada persona. Sin embargo, esta manera de entender la realidad social es injusta y superficial. Por un lado, porque es en gran medida la sociedad como conjunto responsable de ofrecer condiciones de igualdad y de justicia social. Por otro lado, porque las personas se enfrentan a circunstancias muy desiguales en sus vidas, tal y como ejemplifican los alumnos de Erin Gruwell. Muchos de ellos han tenido que enfrentar problemas como los asesinatos, la violencia machista, la desprotección infantil, la mendicidad, los desahucios, la pobreza, los campos de refugiados, los reformatorios, la pobreza, etc. Todas estas circunstancias imponen límites a la libertad de acción y a las oportunidades que tienen estos chicos y chicas y, sin embargo, muchos de sus maestros les menosprecian de manera sistemática y las políticas públicas para revertir estas situaciones son mínimas (Romero y Estellés, 2015; Romero y Louzao, 2017). De hecho, en una conversación de Erin con otro profesor, este realiza una distinción tan simple como descuidada, diferenciando entre aquellos alumnos que quieren recibir una educación y aquellos que no y entendiéndose a sí mismo como víctima del vandalismo de estos “alumnos de segunda”. 1.3 El modelo educativo neoliberal. En el ámbito educativo, la realidad del instituto nos ofrece un panorama desolador. Se trata de un sistema escolar de segregación, productivista y elitista. La segregación escolar se observa claramente a través de los dos itinerarios: la clase de Erin y la clase de los alumnos distinguidos. Una es la clase de los alumnos con peores resultados y con peores recursos materiales en el aula, mientras la otra es la clase de los alumnos excelentes, quienes reciben más recursos. Los alumnos de la clase de Erin son totalmente conscientes de que se encuentran en la clase de los “tontos”, o, al menos, de que sus docentes así la entienden. Además, cabe destacar que no es casual que los alumnos de esta clase pertenezcan, casi en su totalidad, a colectivos étnicos marginados, lo que nos invita a pensar que el programa de integración social del centro es solo un maquillaje que no cambia la cara a este centro. En el instituto Long Beach, los alumnos son entendidos bajo una lógica productivista. Aquellos que no van a ofrecer riqueza al país no merecen que se gasten recursos en su educación. Por esta razón, se opta por recortar el currículum de los alumnos de la clase de Erin, dejando de lado, a menudo ciertas destrezas, conocimientos y prácticas para la ciudadanía (Romero, 2018). Además, el sistema escolar que se nos presenta en la película es el vivo ejemplo del “teaching to the test” y de la rendición de cuentas. En resumen, se entiende la educación como valor de cambio, en lugar de entenderla como valor de uso (Romero y Louzao, 2017). 1.4 La evitación de los problemas sociales en el aula El asesinato de un joven, alumno de Long Beach y víctima de los conflictos raciales, nos ofrece un claro ejemplo de la neutralidad no conflictiva que tanto limita la construcción de ciudadanos críticos y participativos desde la escuela. Tras este suceso, se realiza una reunión de profesores en la que el director señala que la política del centro es no hablar del tema en clase, dando cuenta de la nunca inocente despolitización educativa, de la infantilización que sufren los niños tan a menudo en las instancias escolares y familiares. Por otro lado, los problemas sociales en nuestra vida se presentan de manera multidisciplinar y, sin embargo, la escuela sigue lastrada por el poder de las asignaturas. En este sentido, los compañeros de Erin parecen haber activado un piloto automático por el cual solo se preguntan sobre cómo enseñar y no reflexionar acerca de qué enseñar. 2. Elementos que permiten a Erin mejorar su práctica docente. El éxito de Erin tiene varias razones. Una de las más significativas es que es capaz de desnaturalizar la cultura escolar de la que es participe, observando críticamente los principios educativos que la sustentan, lo que se vincula muy estrechamente con la mejora de la enseñanza (Romero, 2018). Su reflexión acerca de la práctica docente que realiza no se limita a las formas (al cómo educar), sino que aborda también cuestiones de fondo, es decir, el qué educar. Para ello, utiliza además un enfoque multidisciplinar donde convergen competencias de diferente pelaje. A su vez, los problemas iniciales que rodean a Erin en su labor profesional se reducen e incluso se convierten en oportunidades para mejorar su práctica a lo largo de la película. Esta transformación es posible gracias a que Erin es capaz de mirar a sus alumnos como otros docentes no habían logrado, confiando en su capacidad, preocupándose por las circunstancias sociales que les rodean y buscando que se construyan en compañía como ciudadanos críticos, reflexivos y participativos. Consigue convertir el aula en un espacio de transformación social. En primer lugar, hace uso de la perspectiva histórica para poner en duda y hacer reflexionar a sus alumnos sobre sus regímenes de verdad (Romero y Estellés, 2015). En este caso, el odio recíproco que existe entre las tribus se comienza a reducir gracias al símil que encuentra la maestra entre las actitudes de las tribus y las bandas a las que pertenecen sus alumnos y el odio que dio lugar al holocausto nazi. De este modo, hace uso del conocimiento histórico como herramienta para entender mejor el presente y para afrontar el problema social más presente en el día a día de sus alumnos. Su esfuerzo como docente da sus frutos y consigue generar una comunidad en este grupo. En este sentido, Erin Gruwell me ha recordado inevitablemente a la profesora de la cual tuvimos el privilegio de leer un pequeño extracto de sus diarios de maestra. Ambas comparten esa esencia de enfocar la didáctica de las ciencias sociales y la educación para la ciudadanía como un todo conexionado y de defender su manera de entender la educación. También me recuerda a los proyectos curriculares innovadores “Place, Time and Society” y “People Around Us: Social Studies”, ya que buscaban también enfrentar al alumno con los problemas sociales relevantes en el aula (Romero y Estellés, 2015). A través de actividades como el juego de la raya consigue evidenciar que, a pesar de sus diferentes identidades étnicas, las vidas de sus alumnos son muy parecidas y se enfrentan a problemas comunes como la pobreza y la violencia. Esta actividad facilita que sus alumnos sean conscientes de su identidad de clase. Por su parte, el cuaderno de escritura es una iniciativa muy inteligente. Por un lado, permite a los alumnos dar sentido a lo que escriben y mejorar sus competencias literarias. Por otro lado, da la posibilidad a Erin de conocer las historias personales de sus alumnos. La salida al museo del holocausto, la lectura del Diario de Ana Frank y la visita de Miep Gies posibilitan que los alumnos tomen conciencia de la crudeza y el sinsentido del odio y el racismo que está detrás de las identidades étnicas en las que se escudan. Igualmente, el hecho de que su profesora tenga la iniciativa de salir del aula con el grupo y de ofrecerles la posibilidad de hablar de primera mano con víctimas del holocausto convence a muchos de sus alumnos de que su profesora se preocupa por ellos y, al mismo tiempo, les hace conectar emocionalmente con un problema que tanto les limita en sus vidas. Por último, poner en marcha un proceso por el cual los alumnos cuentan sus historias de vida a través del diario de los “Freedom Writers” otorga un protagonismo a los discentes muy poco frecuente en las dinámicas escolares, les da valor como personas y facilita que se construyan como ciudadanos, en el sentido más ambicioso de la palabra. En conjunto, la práctica docente de Erin Gruwell se basa en una educación para la vida que consigue el progreso individual gracias al progreso del colectivo. Bibliografía. Arias Maldonado, M. (2017). Informe sobre ciegos: genealogía de la posverdad. En J. Ibáñez Fanés (ed.), En la era de la posverdad. 14 ensayos (pp. 65-77). Barcelona: Calambur Editorial. Castells, M. (2009). Comunicación y poder. Madrid: Alianza Editorial (fragmentos). Jones, O. (2012). Introducción. En O. Jones, Chavs. La demonización de la clase obrera (pp.9- 21). Madrid: Capitán Swing. Rendueles, C. (2017). ¿Posverdad o retorno de la política? En J. Ibáñez Fanés (ed.), En la era de la posverdad. 14 ensayos (pp. 171-179). Barcelona: Calambur Editorial. Romero, J. (2018). La historia del currículum como fuente para la Didáctica de las Ciencias Sociales. REIDICS. Revista de Investigación en Didáctica de las Ciencias Sociales, 3, 103-118. DOI: https://doi.org/10.17398/2531-0968.03.103 Romero, J. y Estellés, M. (2015). Educación para la ciudadanía y currículum: sus regímenes de verdad en perspectiva histórica. En B. Borghi, F.F. García Pérez y O. Moreno Fernández (eds.), Novi Cives. Cittadini dall’infanzia in poi (pp. 63-76). Bologna Pàtros Editore. Disponible en https://www.researchgate.net Romero, J. y Louzao, M. (2017). Educación para una ciudadanía intercultural y rendición de cuentas. Una mirada desde la historia de las asignaturas escolares. Espacio, Tiempo y Educación, 4(2), 121-142. doi: http://dx.doi.org/10.14516/ete.179