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Relatoría

¿Una epistemología del trabajo social?

Ulises Toledo Nickels

Boris Lima a raíz de la publicación Epistemología del Trabajo Social explica que en trabajo social
existía un vacío respeto a la sustentación científica. Lima creía que se debía a por la larga
predominancia de una concepción pragmática-tecnológica que fue notoriamente negligente en lo
referente a una reflexión rigurosa sobre los fundamentos de la práctica. Cabe destacar que en
Latinoamérica se venía gestando una discusión en los últimos albores del siglo XX sobre explicar el
rol del conocimiento científico en el Trabajo Social.

Sin embargo, la mirada de Lima no es la única que se ha pronunciado respecto al tema, Estela
Gramsci dice que “el trabajo social ha tenido una relación conflictiva con el conocimiento, del cual
la teoría es la expresión sistemática”. Este conflicto se sustenta en que la teoría sería invalida
porque no cumple con la expectativa de identificar la totalidad de los problemas cotidianos esto
quiere decir que la teoría no aporta los conocimientos suficientes que se necesitan en la práctica.
De esta manera se busca justificar la bifurcación entre teoría y práctica. Esta actitud no tiene en
cuenta las teorías que están incluidas cuando el trabajador social que opera define una
problemática social.

En respuesta a este planteamiento Teresa Zamanillo y Lourdes Gaitán nos dicen que pensamiento
y acción son dos conceptos que han preocupado a los trabajadores sociales. Pero para cambiar o
transformar la realidad social hemos de convenir en que es preciso conocer la dirección que se
quiere seguir, a donde se desea llegar. Es necesario también algo más: contar con un
planteamiento teórico que ahorme o de sentido a la práctica.

Por otra parte, hay otro concepto significativo el cual es sistematización del cual nos habla Cecilia
Aguayo, la cual nos define como la construcción de conocimientos a través de la práctica, dejando
de lado el funcionalismo y rescatando los contenidos cognitivos que fluyen desde la experiencia.
Sin embargo, aunque la sistematización sea importante no es suficiente para constituir las bases
de la disciplina.

En cuanto a la definición de epistemología se llega a la conclusión de significa “el fin de la


dictadura del monismo metodológico y la apertura a "programas de investigación" más dúctiles
que apuntan a capturar el "significado" de las acciones sociales, como es el intento de los llamados
métodos "cualitativos" o "fenomenológicos" que desde hace años vienen demostrando adecuarse
muy bien al estudio del ámbito micro social”.

En ese mismo orden de ideas los autores defienden que: "...la posibilidad de constituir cualquier
disciplina de las ciencias sociales en una reflexión profunda y rigurosa se fundamenta en el
requisito indispensable de mantener una permanente  vigilancia epistemológica  sobre la praxis
científica. ara que esto sea posible es necesario que el practicante de la disciplina científica tenga
claro lo qué pretende conocer y cuál es su posición como sujeto de conocimiento porque, en el
proceso de conocer la realidad social, el mismo investigador queda comprendido en el espacio que
pretende conocer.

A raíz de esto surge otra discusión acerca de si trabajo social es una tecnología, siendo así no será
necesario la discusión acerca de la epistemología de trabajo social, sin embargo, si trabajo social se
concibe como una disciplina es ineludible asumir la dimensión epistemológica.

Natalio Kisnerman defiende el enfoque disciplinar de trabajo social. Este autor dice que trabajo
social cuenta con una larga trayectoria en la cual se ha desarrollado innumerable cantidad de
conocimientos, además que es una profesión donde se pone en práctica el contacto con la
realidad social. Además, es una profesión autónoma, con objetivos claros y distintitos. Por lo
tanto, debe ser analizada desde una perspectiva epistemológica que permitirá reubicar el análisis
de la practica profesional. Esta nueva reconstrucción de la epistemología hace que se lleve a cabo
reconstrucciones en el diseño de los planes formativos de las nuevas generaciones de trabajadores
sociales del siglo XXI.

Gaitán y Zamanillo refuerzan esta propuesta de identidad que se debe forjar dentro de la sociedad
de conocimiento, para esto se plantean las siguientes iniciativas

a) Hacer una crítica consciente y reflexiva del poco aprecio que se tiene por la teoría

b) hacer un esfuerzo sistemático y continuado de aplicación de hipótesis

c) ordenar estos estudios en un conjunto formalizado (sistematización).

A partir de los siguientes planteamientos se puede inferir que hay una clara aceptación de la
propuesta programática de una disciplina del Trabajo Social, perteneciente al ámbito de las
Ciencias Sociales. Por lo tanto, se debe revindicar el carácter universitario para la formación de
nuevos profesionales que permitirá avanzar en el proceso por consolidar su una identidad como
disciplina. Ya que el título universitario tiene grandes ventajas simbólicas como control del ingreso
a la ocupación, acredita a quienes están dentro y torna en advenedizos a quienes no lo tienen, es
uno de los diques contra el intrusismo.

La consecuencia de esto el título profesional será "Trabajador Social"  y  la Profesión (y disciplina)


recibirá el nombre de Trabajo Social. Estos cambios de denominación surgen porque la obtención
del grado académico de Licenciado será condición previa al discernimiento del Título Profesional
que será otorgado por las universidades. El cambio de nombre se denomina una resistematización
en donde se pasa de servicio social a trabajo social con el cual se busca profundizar su cualidad
profesional y obtener el reconocimiento público de tal esfuerzo. También se busca establecer
cierto privilegio sobre el área de intervención y conocimiento dando un nuevo sentido a la
profesión donde se adquiere nuevas intencionalidades que apoyan a la construcción de una nueva
identidad.

Por otro lado, la profesión que ha tenido un tránsito histórico de identidad donde ha pasado de la
practica filantrópica, a la asistencia social luego al servicio social y mas tarde a la tecnología social
para por último desembocar en la reconceptualización, pasando de una visión ideologizada y
tecnologizada a una disciplina de la ciencia social. Sin embargo, Natalio Kisnerman dice que esto
no es una etapa lineal, sino que se construye en una sociedad sujeta al cambio.
Trabajo social adopto una identificación antigua pero resignificada en donde más que centrarse en
el problema, puso el énfasis en la realidad donde ese se produce, en el cómo los sujetos vivencian
sus problemas y en el cómo intervienen en la acción superadora de sus situaciones. También se
eliminaron los conceptos que provenían de la medicina, tales como síntoma, diagnóstico,
tratamiento, así como el de cliente. El trabajador social tiene una perspectiva comunitaria y global
y, básicamente, es un movilizador de relaciones humanas para que los actores, logren
organizadamente sus objetivos. No niega la necesidad de atender las urgencias de la pobreza, pero
si entiende que debe ser realizada como una acción de apoyo, de refuerzo, de prevención en un
proyecto más integral.

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