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Subsidio Litúrgico preparado por la Comisión Diocesana de Liturgia de la Diócesis de Maturín para ayudar a las familias en

la Celebración del XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo A), en medio de la pandemia del Coronavirus COVID-19.

No. 30 / Año 2020


Subsidio* Litúrgico preparado por la Comisión Diocesana de Liturgia de la Diócesis de Maturín para ayudar a las familias en
la Celebración del XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo A), en medio de la pandemia del Coronavirus COVID-19.

*Subsidio preparado por el Equipo Base de


la Comisión Diocesana de Liturgia
de la Diócesis de Maturín.
*Revisado y aprobado por S.E.R.
Mons. Enrique Pérez Lavado,
Obispo de Maturín.
Diseño y Diagramación:
MEGA Agencia Creativa, C.A.

@Liturgia.Maturin Liturgia.Maturin@gmail.com

Maturín, Noviembre 2020


En este Trigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo A) la liturgia nos
confronta con nuestra capacidad de poner al servicio del Reino, los talentos, los dones
que el mismo Señor nos ha dado para dar fruto. En esta etapa final del año litúrgico se
nos llama, con urgencia, a estar preparados para el encuentro, cara a cara, con el Señor y
responder con nuestras obras a la llamada del amor.
También se celebra la JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES, que el Papa
Francisco pidió se realice el domingo anterior a la culminación del Año Litúrgico, de
manera «que se manifieste con más autenticidad la celebración de la Solemnidad de
Cristo Rey del universo» (Misericordia et Misera. 7). Este año, inspirada en la cita bíblica
“Tiende tu mano al pobre” (cf. Si 7,32) el Papa Francisco nos hace dos interrogantes
sobre los Pobres en su mensaje de este año: -“¿Cómo podemos ayudar a eliminar o
al menos aliviar su marginación y sufrimiento?” -“¿Cómo podemos ayudarlos en su
pobreza espiritual?” (Mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres 2020, N4); y juntos
debemos dar respuesta.
La Comisión Diocesana de Liturgia ha preparado este Subsidio, que contiene
esquemas celebrativos para el Domingo XXXIII fáciles de seguir, y las indicaciones
para cada celebración, sobre todo en la liturgia de la Palabra, con una gran fidelidad al
espíritu litúrgico-teológico. Esperamos que las familias celebren de manera consciente
y activa, en comunión con las demás familias y pequeñas comunidades, los misterios de
la salvación, así; cuando nos volvamos a reunir en grandes asambleas, pasada esta crisis,
cada familia compartirá las maravillas del señor Resucitado
Pidamos a la Santísima Virgen María, que nos acompañe en esta tarea de ayudar
a los pobres, que no pueden esperar, y unidos en familia y amando sin límites, poner
manos a la obra.

«Como has sido fiel en el poco,


pasa al banquete de tu Señor»
XXXIII DOMINGO DEL
TIEMPO ORDINARIO (Ciclo A)
CELEBRACIÓN DOMINICAL VIVIDA EN FAMILIA

¿QUÉ DEBEMOS PREPARAR?


• Disponer una mesa con un crucifijo, velas, una imagen de la Santísima
Virgen María en un lugar adecuado de nuestra casa, el cual será el
centro de reunión para la oración familiar.
• Lecturas para la celebración tomadas del Subsidio (en físico o digital)
¿CÓMO CELEBRAREMOS?
1. Reunida toda la familia se da inicio a la Celebración: un miembro
de la familia lee la monición de inicio y luego se entona un canto para
dar inicio a la celebración; se hace la invocación trinitaria, se reza el
acto penitencial, el himno litúrgica del Gloria a Dios en el cielo” y la
oración propuesta.
2. Los integrantes de la familia procederán a las lecturas que
corresponden al XXXIII Domingo del T.O. Ciclo A. Culminada la
segunda lectura se canta el Aleluya mientras todos se colocan de pie,
se anuncia la lectura del Evangelio (Del santo Evangelio según S…)
y se procede a la lectura sin signarse. Culminado el Evangelio se dice
“Palabra del Señor”, con su respectiva respuesta.
3. Luego de un momento de silencio meditativo los integrantes de
la familia hacen eco de la Palabra, comparten aquello que más los
interpeló de la lectura, ¿qué luz ha arrojado en su vida? el cabeza de
familia puede guiar también una reflexión general sobre la lectura. Se
considera propicio que, de ser posible, pueda leerse la Catequesis del
Obispo Diocesano para este día, o hacer la lectura de las pistas para la
Lectio Divina incluidas en el subsidio
4. Terminado el tiempo de compartir la Palabra, la familia se coloca
de pie y recita el Credo, sabiendo que se está uniendo a toda la Iglesia
universal que confiesa una única fe.
5. Luego se dirigen peticiones como respuesta a la Palabra proclamada
y al hoy de su vida. Se pide que se guarde al menos unas intenciones
especiales por el Papa, el propio obispo, la Diócesis, la comunidad
parroquial y especialmente por la situación de emergencia que estamos
viviendo por la pandemia del COVID-19.
6. Se culminan las peticiones con el rezo del Padre nuestro. Terminada
la oración dominical en un ambiente de silencio y recogimiento se hace
una oración de comunión espiritual, donde se pida unirse a Cristo y a
todo su cuerpo que es la Iglesia, recordando que la comunión con la
persona de Cristo también se realiza en el encuentro con la Palabra y
en la oración de la comunidad cristiana.
7. El encuentro concluye con el rezo de la oración final, la fórmula de
despedida y el rezo de un Ave María.

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XXXIII DOMINGO DEL
TIEMPO ORDINARIO (Ciclo A)
CELEBRACIÓN DOMINICAL VIVIDA EN FAMILIA

Monición de Inicio:
Un miembro de la Familia se dirige a todos con las siguientes palabras:

Querida familia: A todos Dios nos dio cualidades y aptitudes. Son dones, “talentos” de
todo tipo para que construyamos el Reino de Dios en beneficio de toda la humanidad.
En este Trigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo A, la liturgia
muestra al Señor exigiendo los frutos de esos dones. Es un llamado a nuestra conciencia
–personal y comunitaria- acerca del uso de los bienes que nos fueron confiados.
Pidámosle al Señor que nos conceda la gracia de siempre poner a producir nuestros
talentos para la extensión del Reino. Con el corazón abierto, participemos de este
momento de oración y escucha de su Palabra en familia.

Ritos Iniciales
Canto de Inicio Vienen con alegría
El Padre de Familia o quien presida la celebración inicia con la invocación trinitaria, signándose:
En el nombre del Padre +, del Hijo y del Espíritu Santo
R./ Amén.

Acto Penitencial
Quien preside la celebración invita al acto penitencial que, después de una breve pausa de silencio,
hacen todos juntos una fórmula de confesión general
Hermanos para iniciar dignamente nuestra celebración reconozcamos humildemente
nuestros pecados. (Momento de silencio)
Defensor de tus hermanos: Cuando no tomamos conciencia de nuestros dones y
cualidades.
R./ Señor, ten piedad.
Consuelo de los afligidos: Cuando no creemos en el valor de los pequeños gestos.
R./ Cristo, ten piedad.
Fortaleza de los débiles: Cuando muchas veces somos negligentes y perezosos.
R./ Señor, ten piedad

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Todos dicen
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y
nos lleve a la vida eterna. Amén
Seguidamente todos proclaman el Himno Litúrgico del Gloria:
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso
Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
Oración
De pie. El que preside dice:
Concédenos, Señor, Dios nuestro, alegrarnos siempre en tu servicio, porque la
profunda y verdadera alegría está en servirte siempre a ti, autor de todo bien.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. R./Amén.

Liturgia de la Palabra
PRIMERA LECTURA: Prv 31, 10-13. 19-20. 30-31 [Trabaja con sus hábiles manos.]
Del libro de los Proverbios:
Dichoso el hombre que encuentra una mujer hacendosa: muy superior a las
perlas es su valor.
Su marido confía en ella y, con su ayuda, él se enriquecerá; todos los días de su
vida le procurará bienes y no males.

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Adquiere lana y lino y los trabaja con sus hábiles manos.
Sabe manejar la rueca y con sus dedos mueve el huso; abre sus manos al pobre
y las tiende al desvalido.
Son engañosos los encantos y vana la hermosura; merece alabanza la mujer que
teme al Señor.
Es digna de gozar del fruto de sus trabajos y de ser alabada por todos.
Palabra de Dios. R./ Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 127, 1-2. 3. 4-5


R/. Dichoso el que teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos: comerá del fruto
de su trabajo, será dichoso, le irá bien. R/.
Su mujer como vid fecunda, en medio de su casa; sus hijos, como
renuevos de olivo, alrededor de su mesa. R/.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor: “Que el Señor te
bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén, todos los días
de tu vida”. R/.

SEGUNDA LECTURA: I Tes 5, 1-6 [Que el día del Señor no los sorprenda como un
ladrón.].
De la Primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses:
Hermanos: por lo que se refiere al tiempo y a las circunstancias de la venida del
Señor, no necesitan que les escribamos nada, puesto que ustedes saben perfectamente
que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando la gente esté diciendo:
“¡Qué paz y qué seguridad tenemos!”, de repente vendrá sobre ellos la catástrofe,
como de repente le vienen a la mujer encinta los dolores del parto, y no podrán escapar.
Pero a ustedes, hermanos, ese día no los tomará por sorpresa, como un ladrón, porque
ustedes no viven en tinieblas, sino que son hijos de la luz y del día, no de la noche y
las tinieblas.
Por tanto, no vivamos dormidos, como los malos; antes bien, mantengámonos
despiertos y vivamos sobriamente.
Palabra de Dios. R./ Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 15, 4. 5


R/. Aleluya, aleluya.
Permanezcan en mí y yo en ustedes, dice el Señor; el que permanece en mí da
fruto abundante. R/.

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EVANGELIO Mt 25, 14-30 [Porque has sido fiel en cosas de poco valor, entra a tomar parte en
la alegría de tu señor.].
Del santo Evangelio según san Mateo

E n aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:


“El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a
tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le
dio cinco talentos; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y
luego se fue.
El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros
cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió
un talento hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.
Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus
servidores. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco,
diciendo: ‘Señor, cinco talentos me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he
ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en
cosas de poco valor te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría
de tu señor’.
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: ‘Señor, dos talentos
me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te
felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré
cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y le dijo: ‘Señor, yo sabía
que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo
que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí
tienes lo tuyo’.
El señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no
he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero
en el banco para que, a mi regreso, lo recibiera yo con intereses? Quítenle el talento
y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene
poco, se le quitará aun eso poco que tiene.
Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la
desesperación’”
Palabra del Señor. R./ Gloria a ti, Señor Jesús.
Para la Reflexión: Se recomienda leer la Catequesis de Mons. Enrique Pérez Lavado el XXXIII
Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo A publicada en las medios digitales de la Diócesis de
Maturín o bien, las pistas para la Lectio Divina que a continuación se presenta

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“Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde
no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra”. Estas palabras del
tercer criado de la parábola reflejan bien la actitud de muchos cristianos ante Dios y
su responsabilidad en el Reino de Dios a favor de la humanidad. Para ellos, el Señor
es un amo exigente y arbitrario, que exige agobiantemente y sin medida, y nos hace
sentir esclavos uncidos a un yugo insoportable de mandatos y culpabilidad.
Sin embargo, según la Biblia, Dios no quiere esclavos, sino colaboradores libres
y responsables que se comprometen con el plan de promoción y salvación de lo
humano, con su ser y su hacer, porque, en definitiva, no se trata de un capricho suyo,
sino del propio beneficio de la humanidad.
Ya desde la imagen de Adán en el Génesis (Gen 1,26.28; 2,15), este aparece como
persona que cuida la tierra, su tierra. Y esto corresponde a la realidad y vocación más
profunda del ser humano: se hace, haciendo –porque no nace “hecho”-. Se reconoce,
tiene conciencia de su identidad, haciendo, a través de su actividad consciente y
efectiva. Se encuentra pleno, útil, realizado, haciendo. Y en su hacer, “da de sí”, es
decir: se descubre más grande que sus propios límites o miedos, y “se da”, porque al
hacer, se entrega a sí mismo en beneficio de los demás.
Ser llamado, pues, a la colaboración con Dios en la obra de la creación y la
salvación es un privilegio para el ser humano: encuentra en ello, su dignidad
(colaborador de Dios), su contribución al bien de las personas y de la creación, su
vocación y puesto en la vida.
Quien no vive así, en laboriosidad consciente, filial y fraterna, es, como dice la
segunda lectura, un “ser durmiente”, una vida vegetativa.
Los talentos son nuestras cualidades, habilidades, experiencias… pero sobre
todo, nuestra propia persona como creyentes. Por lo cual, incluso en las circunstancias
de enfermedad o disminución, cuando parece que ya no podemos aportar nada
práctico, nuestra manera de ser en fe, esperanza y amor, es una contribución esencial
y necesaria.
Esta colaboración responsable e ilusionante, a pesar de las dificultades, no
conoce el fracaso. Puede ser que no consigamos resultados visibles, pero sí frutos.
El resultado es exterior al trabajador y depende mucho de las circunstancias sobre
las que no tiene ningún control. El fruto, nace de dentro, tiene una eficacia misteriosa
y transforma, en primer lugar, al que se ha entregado personalmente, a través de su
labor, su ingenio y su tiempo. Lo ha hecho más persona y más hermano; más imagen
e un Dios “que está siempre obrando” (Jn 5, 17) en favor nuestro.
Esta llamada se dirige a todos y no solo a los que tienen grandes responsabilidades.
Es en lo gris de lo cotidiano, donde hay que invertir los talentos. Incluso cuando

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Dios parezca estar, como el señor de la parábola, tan lejos, que nos ha dejado solos e
indefensos en nuestros riesgos. Por ejemplo, en la primera lectura se nos habla de un
modelo de mujer que emplea sus talentos. No se puede quedar en referente de la esposa
y madre. Abarca a toda actividad realizada por mujeres (y también por varones): el
rasgo más importante es que “sabe hacer hogar”, con los de dentro y los de fuera.
Igualmente, el salmo nos habla de un modelo masculino (que sirve también para las
mujeres), de un hombre que ha sabido hacer familia, hogar y ciudad. Necesitamos de
hombres y mujeres así: contemplativos (“los que “temen” a Dios”), que en la acción
cotidiana van trasformando nuestro mundo en hogar con Dios en el centro, como
Dios mismo lo hace, y gracias a Dios, que nos da recursos, horizontes y ganas para
hacerlo.” Fr. Francisco José Rodríguez Fassio, OP Convento de Sto. Domingo “Scala Coeli”
(Córdoba) España

Culminada la reflexión el que preside invita a hacer la profesión de fe


Como respuesta a esta Palabra que nos ha sido proclamada y explicada profesemos
nuestra fe: Creo en Dios…
Oración de los fieles:
A cada intención decimos:
R/ Ayúdanos a dar mucho fruto.
Para que la Iglesia, pueda multiplicar el tesoro del Evangelio que Cristo le ha
confiado. Oremos. R/
Para que se asegure la igualdad de oportunidades educativas para todos y no se
pierda ningún talento. Oremos. R/
Para que los que padecen la tentación de la pereza, la negligencia y el pesimismo
“despierten” y pongan a fructificar los dones recibidos. Oremos. R/
Para que descubramos tu presencia en los hermanos más débiles, especialmente
en todos los ancianos que están en las condiciones más precarias y vulnerables
en nuestro país; y nos sintamos urgidos a atenderles en sus necesidades. Oremos
R/
Para que el Señor multiplique el número de fieles que – abandonando todas
las cosas– se consagren exclusivamente a Él en la vida sacerdotal y religiosa,
Oremos. R/
Para que los que sufren las consecuencias de la pandemia COVID-19: los que han
perdido su empleo, los enfermos y el personal sanitario que les está asistiendo,
puedan sentirse fortalecidos con tu auxilio, Oremos: R/

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Para que a los difuntos, especialmente por los que han fallecido a causa del
COVID-19 en todo el mundo, y particularmente en nuestro país, les concedas el
descanso eterno y a sus familiares el consuelo y la paz. Oremos: R/
Unidos como hermanos, hijos de un mismo Padre dirijámonos a Él con las
palabras que Jesús nos enseñó. Padre Nuestro

Oración de comunión espiritual:


El que preside introduce a la oración siguiente:

Yo creo Jesús mío que estás presente en el Santísimo Sacramento del altar, te amo
sobre todas las cosas y deseo fervientemente recibirte en mi corazón, más al no
poderlo hacer sacramentalmente en este momento te pido vengas espiritualmente
a mi corazón (momento de silencio) y como si ya te hubiera recibido me uno y me
abrazo inmensamente a ti. No permitas Jesús mío que jamás me aparte de ti.
Amén

Oración final:
Padre nuestro, alma del mundo,
Dios de la tierra y Señor del universo,
que te cante la creación por las maravillas que has hecho.
Has ido dejando tu huella en las flores y en los cuerpos,
en la fuente, en el trabajo, en la técnica, en los sucesos...
Que te alabe también nuestra vida
con la palabra y el gesto;
con la responsabilidad puesta a punto
y el testimonio sincero;
con la fidelidad de cada día y el gozo del crecimiento.
Sea toda nuestra historia un paisaje para tu recreo.
Padre, nos has colmado de dones;
nos sumamos a los que impulsan tu Reino.
Gracias por el proyecto que nos confías,
enriqueciéndonos con el Evangelio.
Queremos cumplir tu voluntad.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
El Señor nos bendiga +, nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.
R./ Amén.

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Terminada la celebración y en ocasión a la Jornada Mundial de los Pobres, pidamos la intercesión
de María con las palabras del Papa Francisco:

«La Virgen María conoce de cerca las dificultades y sufrimientos


de quienes están marginados, porque ella misma se encontró
dando a luz al Hijo de Dios en un establo. Por la amenaza de
Herodes, con José su esposo y el pequeño Jesús huyó a otro
país, y la condición de refugiados marcó a la sagrada familia
durante algunos años».
«Que la oración a la Madre de los pobres pueda reunir a sus
hijos predilectos y a cuantos les sirven en el nombre de Cristo.
Y que esta misma oración transforme la mano tendida en un
abrazo de comunión y de renovada fraternidad» (N10).

Dios te salve Maria…


Nuestra Señora de Coromoto… Ruega por Nosotros

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IV Jornada Mundial de los Pobres
“Tiende tu mano al pobre” (cf. Si 7,32).
«El grito silencioso de tantos pobres debe
encontrar al pueblo de Dios en primera línea,
siempre y en todas partes, para darles voz,
defenderlos y solidarizarse con ellos ante tanta
hipocresía y tantas promesas incumplidas,
e invitarlos a participar en la vida de la
comunidad».
Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial
de los Pobres 2020, (N 4)

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