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Diez reglas para un buen estudio:

1. Usa el recuerdo. Después de leer una página, apártate de ella y


recuerda las ideas principales. Aplica poco el resalte y nunca
recurras a esta técnica con pasajes que no hayas fijado primero en
la mente a través del recuerdo. Intenta recordar las ideas
principales al caminar rumbo a la clase o en un aula que no sea
aquella en la cual aprendiste el material. La capacidad de recordar
las ideas en tu interior (generarlas tú mismo) es uno de los
indicadores principales del buen aprendizaje.
2. Pruébate a ti mismo. Hazlo en todos los aspectos, todo el tiempo.
Las tarjetas didácticas son tus aliadas.
3. Fragmenta tus problemas. La fragmentación consiste en
comprender y poner en práctica una solución a un problema, para
que todo venga a la mente de manera rápida. Después de resolver
un problema, ensaya con él. Asegúrate de poder resolverlo a la
perfección, paso a paso. Considéralo como una canción y aprende
a reproducirlo una y otra vez en tu cabeza, de modo que la
información se combine y forme un fragmento terminado al que
puedas recurrir cuando lo desees.
4. Separa la repetición. Reparte el aprendizaje de cualquier tema un
poco todos los días, como hacen los atletas con el ejercicio. El
cerebro es como un músculo: solo puede someterse a una
cantidad limitada de ejercicio a la vez.
5. Alterna diferentes técnicas de resolución de problemas
durante la práctica. Nunca practiques demasiado tiempo en una
sesión aplicando solo una técnica de resolución de problemas;
después de un tiempo, simplemente imitarás lo que hiciste para el
problema anterior. Combina recursos y trabaja en con diferentes
tipos de problemas. Con esto aprenderás la manera y el momento
de usar una técnica. (Los libros generalmente no tienen esta
configuración, por lo que necesitarás hacer esto por tu cuenta).
Después de cada tarea y examen, revisa tus errores, asegúrate de
comprender la razón por la cual los cometiste y vuelve a elaborar
tus soluciones. Para estudiar de manera más eficiente, transcribe a
mano (sin teclado) un problema de un lado de la tarjeta didácticas y
la solución del otro. (La escritura a mano genera en la memoria
estructuras neurales más sólidas que la escritura con teclado).
También puedes fotografiar la tarjeta si deseas cargarla en una
aplicación para estudio en tu teléfono móvil. Formula preguntas
para ti mismo de manera aleatoria en diferentes tipos de
problemas. Otra manera de hacerlo es recorrer tu libro de manera
aleatoria, seleccionar un problema y ver si puedes solucionarlo a la
perfección.
6. Tómate descansos. Es normal no poder resolver problemas ni
interpretar conceptos matemáticos o científicos la primera vez que
se los encuentra. Por esta razón, estudiar un poco todos los días
es mucho mejor que estudiar mucho en un solo momento. Cuando
te sientas frustrado por un problema matemático o científico,
tómate un descanso para que otra parte de tu mente pueda
intervenir y trabajar en segundo plano.
7. Usa cuestionamientos explicativos y analogías
simples. Cuando tengas problemas con un concepto, piensa
¿Cómo puedo explicar esto para que pueda comprenderlo un niño
de diez años? Usar una analogía resultará útil; por ejemplo, decir
que el flujo de electricidad es como el flujo de agua. No te limites a
pensar en tu explicación, dila en voz alta o escríbela. El esfuerzo
adicional de hablar y escribir te permite codificar (es decir, convertir
en estructuras de memoria neurales) en un nivel más profundo lo
que aprendes.
8. Concéntrate. Desactiva por completo los pitidos y las alarmas de
tu teléfono y computadora, y luego activa un temporizador que
mida veinticinco minutos. Concéntrate de manera intencionada
durante esos veinticinco minutos e intenta trabajar con la mayor
diligencia posible. Una vez que transcurra el tiempo, date una
recompensa pequeña y divertida. Unas pocas de estas sesiones en
un día pueden ayudarte considerablemente a avanzar en tus
estudios. Intenta establecer momentos y lugares en los cuales
estudiar (sin mirar tu computadora o tu teléfono) sea lo que hagas
naturalmente.
9. Cómete tus ranas temprano todos los días. Haz primero la
actividad más difícil del día, cuando tu mente esté despejada.
10. Establece un contraste en tu cabeza. Imagina el lugar del
que provienes y contrasta esto con el lugar que anhelas alcanzar
después de estudiar. Publica una imagen o palabras en tu espacio
de trabajo para tener presente tu anhelo. Dirige la mirada hacia
estas cuando sientas que tu motivación decae. Esta tarea tendrá
frutos para ti y para aquellos a quienes estimas.
Diez reglas para el mal estudio

1. Reiteración pasiva de la lectura: es la acción de sentarse


pasivamente y volver a recorrer con la vista una página. A menos
que puedas probar que el material se incorpora a tu cerebro al
recordar las ideas principales sin mirar la página, reiterar la lectura
representará una pérdida de tiempo.
2. Dejar que el resalte te abrume. Resaltar tu texto puede engañarte
al hacerte pensar que incorporas el concepto al cerebro cuando en
realidad solo estás moviendo la mano. Aplicar un poco de resalte
en un punto y otro funcionará; a veces, puede resultar útil para
marcar aspectos importantes. Sin embargo, si aplicas el resalte
como herramienta para la memoria, asegúrate de que aquello que
marques también se incorpore a tu cerebro.
3. Simplemente darle un vistazo a una solución y pensar que
realmente se conoce el procedimiento para obtenerla. Este es
uno de los peores errores que cometen los estudiantes. Debes ser
capaz de resolver un problema paso a paso, sin ver la solución.
4. Esperar hasta último momento para estudiar. ¿Practicarías
apurado a último momento para un evento de atletismo? El cerebro
es como un músculo; solo puede asimilar una cantidad de ejercicio
limitada por tema a la vez.
5. Resolver de manera reiterada problemas de la misma clase
con cuya resolución ya estás familiarizado. La mera resolución
de problemas similares durante tu práctica no implica realmente
que estés preparándote para un examen. Es como pretender
prepararse para un juego de básquetbol practicando únicamente
regates.
6. Permitir que las sesiones de estudio con amigos se conviertan
en sesiones de chat. Revisar con amigos tus métodos de
resolución de problemas y formular mutuamente preguntas sobre
los conocimientos de todos ustedes puede hacer que el
aprendizaje sea más placentero, revelar errores en tu
razonamiento y profundizar la incorporación de conocimiento. Sin
embargo, si las sesiones de estudio en equipo toman un rumbo
relacionado con la diversión antes de que completen el trabajo,
estarás desperdiciando tiempo y te convendrá encontrar otro grupo
de estudio.
7. Omitir la lectura del libro de texto antes de comenzar a trabajar
en los problemas. ¿Saltarías a una piscina antes de saber nadar?
El libro de texto es tu instructor de natación, tu guía hacia las
respuestas. Titubearás y perderás el tiempo si no te dispones a
leerlo. No obstante, antes de comenzar a leer, observa
rápidamente el capítulo o la parte para tener una noción del tema
abordado.
8. No consultar con instructores o compañeros para aclarar
puntos confusos. Los profesores estamos acostumbrados a los
alumnos confundidos que se acercan en busca de orientación;
nuestro trabajo es ayudarlos. Los estudiantes por los cuales nos
preocupamos son aquellos que no acuden a nosotros. No seas uno
de ellos.
9. Pensar que puedes alcanzar un aprendizaje profundo cuando
te distraes constantemente. Cada llamada de atención hacia un
mensaje instantáneo o una conversación implica una merma en la
capacidad cerebral para el aprendizaje. Cada tirón que interrumpa
la atención arranca pequeñas raíces neurales antes de que puedan
crecer.
10. No dormir lo suficiente. En tu cerebro se agrupan técnicas
de resolución de problemas cuando duermes, e incluso se pone en
práctica y se repite lo que incorporas antes de ir a dormir. La fatiga
prolongada permite que en él se acumulen toxinas que alteran las
conexiones neurales necesarias para pensar rápido y bien. Si no
duermes bien antes de un examen, TODO LO DEMÁS QUE
HAYAS HECHO PERDERÁ SU VALOR.

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