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A los 280 de la 1ª

en 1812 y a 42
años
de la última en
1978

Las Constituciones
de España y la Iglesia
La de Cádiz de 1812 es la
primera Constitución
propiamente española, ya que
el Estatuto de Bayona de
1808 no dejó de ser una
“Carta otorgada” marcada por
el sello napoleónico.
La Iglesia y el poder político

El historiador y profesor de la Universidad de Comillas Juan María Laboa escribía muy atinadamente que “la
relación de la Iglesia con el poder político, con el Estado, siempre ha sido difícil y, a menudo, conflictiva. Primero
fue perseguida, después apoyada y protegida, a menudo se confundieron y finalmente se separaron, pero tanto
la confesionalidad como la aconfesionalidad han sufrido sus enfrentamientos y malentendidos. A la Iglesia le ha
gustado siempre imponer sus preceptos, convencida de poseer la verdad, pero a una sociedad adulta hay que
convencerla antes de dirigirla”.
Napoleón coronándose
y Franco bajo palio

Que la Religión es cosa de cada uno y que el Estado no debe entrometerse en ella es una teoría sostenida
por muchos desde hace tiempo en todo el mundo, pero pocas veces conseguida. En el caso español, la
imposibilidad de plasmar una absoluta neutralidad de los poderes públicos respecto de la religión se manifiesta en
la actualidad en el artículo 16 de la Constitución Española del 1978.
Cuadro y fotografía de momentos de la Guerra
Independencia y de la Guerra Civil.

El mismo contexto político en que la Constitución de Cádiz en 1812 se redactó, sumida España en una guerra
contra el invasor francés, a quien se identificaba con el ateísmo y la irreligión, favoreció la identificación de la
nación española consagrada en las Cortes de Cádiz con la religión católica. Y la Constitución de 1978
redactada apenas salido de la dictadura franquista luchaba contra la situación excepcional de absoluta
confesionalidad del Estado.
El Cardenal Tarancón y el Presidente González

La Constitución actual de 1978 sí pudo romper la larga tradición de confesionalidad de España, plasmada ya en
la Constitución de 1812, en cuyo artículo 12 se señalaba, algo premonitoriamente, que “la religión de la nación
española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La nación la protege por leyes
sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra”.
Cuadro del Juramento de las Cortes de Cádiz en 1810 de José Casado Alisal (1865)

La fuerza de la religión ya manifestada claramente en la Guerra de la Independencia tuvo un destacado papel en


las Cortes de Cádiz y los debates encaminados a promulgar la Constitución de 1812. El liberalismo no llegaba,
pues, al extremo de amparar la libertad religiosa, iniciándose así una cadena que continuaría en las constituciones
sucesoras de ”La Pepa”, con la breve interrupción de la Constitución de 1931 y los frustrados propósitos de dos
constituciones que no llegaron a entrar en vigor, la de 1856 y la de la I República.
Congreso de los Diputados Madrid -Tribunal Supremo, Madrid

¿Podremos algún día combatir la brillante teoría de nuestro Tribunal Supremo según la cual para que alguien
pueda ejercer sus derechos sin sufrir discriminación es preciso que otros sacrifiquen sus propios derechos?
Por el momento, parece dudoso. Nuestro pasado de confesionalidad estatal tiene una fuerte proyección en
el presente. Para comprobarlo sólo es precisa una cosa: examinar los Acuerdos establecidos entre el Estado y
las confesiones religiosas judía, musulmana y protestante.Pero hagamos un repaso desde la primera
Constitución del 1812 hasta la última de 1978…
La Constitución de Cádiz 1812

Cardenal Luis de Borbón presidiendo el juramento


de las Cortes de Cádiz
Es propiamente hablando la primera Constitución española porque El Estatuto Real de 1831 no es una Constitución
en sentido estricto, sino una Carta Otorgada, ya que emanaba de la soberanía nacional sino de la soberanía del rey
absoluto. La Constitución de Cádiz nacida el 19 e marzo, fiesta de San José y por ello denominada popularmente “La
Pepa”, establecía un régimen de confesionalidad y exclusividad religiosa. No obstante no cabe duda de que la
Constitución de Cádiz era un paso decisivo en el tradicionalismo de España.
Promulgación de la Constitucion de 1812del pintor   Salvador Viniegra.

Un equipo de historiadores, dirigido por el profesor de la Universidad San Pablo-CEU Francisco G. Conde Mora
lleva años investigando en el Archivo Secreto Vaticano la amplia documentación sobre las Cortes gaditanas y ya
han adelantado que : “Tanto en San Fernando como en Cádiz, la Iglesia estuvo muy presente en la obra
constitucional desarrollada en nuestras tierras, y, por qué no decirlo, en nuestros templos”.
Obispo de Cádiz –Ceuta
Rafael Fornoza

Base del monumento a las Cortes de Cádiz

Cuando se acercaba el bicentenario de la Constitución de 1812 el obispo de Cádiz-Ceuta Rafael Zornoza Boy
afirmaba en la carta pastoral de agosto 2011 titulada “Recordar y celebrar” : “No puede olvidarse, ciertamente,
que algunos eclesiásticos influyentes se alinearon con el grupo llamado reaccionario, defensores del absolutismo
real y que se opusieron con fuerza a algunas de las decisiones de las Cortes, como la libertad de imprenta o la
supresión de la Inquisición, pero, en verdad, lo más florido del Clero ilustrado de la época, apoyó positivamente el
trabajo constitucional y fue verdadero protagonista de este momento señero de nuestra historia moderna”.
Diego Muñoz Torero José Mejía Lequerica
José Nicasio Gallego

Antonio J. Ruiz de Padrón Cardenal Luis de Borbón

Bastaría recordar a algunos clérigos y liberales ilustres como Diego Muñoz Torrero - rector de la Universidad de
Salamanca, José Mejía Lequerica médico y abogado ecuatoriano, el cardenal Luis de Borbón, José Nicasio
Gallego, sacerdote y poeta -adalides de la libertad de imprenta - o Antonio Jesús Ruiz de Padrón, sacerdote
franciscano canario que viajó al naciente Estados Unidos en donde intimó con Franklin y Washington que se erigió
en el ejemplo del catolicismo liberal con su demoledor discurso contra la Inquisición.
Destacado papel de los congresistas americanos

Varios americanos en el cuadro y en el monumentode Cádiz a la Constitución

Vale pena recordar el destacado papel de los diputados hispanoamericanos en las Cortes de Cádiz que podemos
encabezar con la figura del ecuatoriano José Mejía Lequerica (Quito) que junto con Diego Muñoz Torrero
(Cáceres) y Agustín de Argüelles (Asturias, España). Son los tres diputados de más prestigio del Congreso. Otro
americano célebre de aquellas Cortes fue Antonio Larrazábal y Arrivillaga (Guatemala) de donde fue canónigo y
diputado, Vicente Morales Duero (Lima, Perú), abogado y profesor universitario, que representaba en las Cortes
la posición media entre las derechas y las izquierdas americanas.
Otras figuras serían José Miguel Curidi Alcocer, de
Isctacuigtla (México), José Miguel Cordoba, Antonio
Joaquín Páez, Juan José Gureña, y Florencia del
Castillo, cuyo nombre va unido a la gran causa de la
libertad de los indios. Todos estos diputados en las
Cortes de Cádiz contribuirían seriamente a las
independencias de las colonizas americanas y
nacimiento de los nuevos países.

El número de diputados por países era 9 de México,


9 de Perú, 3 de Cuba y 2 cada uno de estos países:
Guatemala, Ecuador, Chile y Argentina sumando en
total 33 diputados y 4 de Nueva España (lo que hoy
día serían los territorios de México y parte de EEUU:
Alta California, Nuevo México, Texas, Louisiana y las
Floridas y Centroamérica e islas del Caribe y los
enclaves españoles de Asia y Oceanía.

Dentro de este Virreinato tenían cierta autonomía la


Capitanía General de Cuba, la Capitanía General de
Guatemala y la Capitanía General de Puerto Rico.
Monumento a la Constitución de Cádiz
El historiador, crítico literario, periodista y gobernador civil de Baleares Melchor Fernández Almagro hizo un
recuento interesante: entre los 308 diputados presentes en las Cortes de Cádiz, procedentes de la península y
los virreinatos americanos figuran: los eclesiásticos con 97 diputados; detrás van 60 abogados y 55 funcionarios
públicos, les siguen 37 militares y 16 catedráticos, y los 43 puestos restantes se los reparten entre propietarios,
comerciantes, médicos y títulos del Reino, que tan sólo eran 3.
Ramón Solís en su libro “El Cádiz de las
Cortes”, aún hoy indispensable pese a ser
publicado en 1958, escribía: “no puede
decirse, como tantas veces se ha afirmado,
que el Congreso gaditano sea anticlerical y
enemigo de la Iglesia; tanto menos cuando
que en la mayoría de las ocasiones surge
del mismo clero el afán renovador en
materia religiosa”.
Papel de la Iglesia en las Cortes de Cádiz

Real Teatro de las Cortes donde en la isla


de San Fernando donde comenzaron las
sesiones de las Corte el 24 de septiembre
de 1810 hasta el 20 de febrero de 1811,
en que se trasladaron a la ciudad de
Cádiz.

Un equipo de historiadores, dirigido por el profesor de la Universidad San Pablo-CEU Francisco G. Conde Mora
lleva años investigando en el Archivo Secreto Vaticano la amplia documentación sobre las Cortes de Cádiz. En
sus primeras conclusiones Conde Mora avanzaba: “Tanto en San Fernando como en Cádiz, la Iglesia estuvo muy
presente en la obra constitucional desarrollada en nuestras tierras, y, por qué no decirlo, en nuestros templos”.
Oratorio de S. Felipe de Neri donde se reunieron las Cortes en Cádiz

Las Cortes de Cádiz se ocuparon ampliamente de los temas eclesiásticos porque “existía un generalizado deseo
de subsanar las deficiencias -como señala Emilio La Parra - inclinándose unos por la acentuación de las formas
tradicionales, optando otros, los más numerosas, por la reforma”. Los había entre el propio clero y porque lo
exigía un sentimiento general del país. Según el hispanista francés investigador del liberalismo Claude Morange,
“más significativas eran para las masas la cuestión del diezmo o la del poder económico de la Iglesia que la
posibilidad de practicar otra religión que la católica, cuestión por así decirlo intempestiva”.
Primera sesión de las Cortes de Cádiz en la isla de León (Cádiz)

Eso explica, a diferencias de otras constituciones contemporáneas, por qué Cádiz no decretó la libertad de culto:
no era una preocupación, como lo era, por ejemplo, la reforma de las órdenes religiosas o, sobre todo, la
Inquisición. Y frente a ello, las diferencias eran más de método - de si era necesaria la aprobación de Roma o no -
que de objeto, lo que no supone que el famosos diputado, el padre Muñoz Torrero, una especie de Abate Sieyès
del liberalismo hispano, compartiera políticas con el religioso oratoriano Simón López García, representante de
los ideales más conservadores.
La Constitución de Cádiz se enfrentaba a
una Iglesia que no comprendía la
evolución de los tiempos, incapaz de
distinguir, entre los privilegios que poseía,
los que eran absolutamente anacrónicos,
de los que resultaban necesarios para su
misión, y los defendió todos a ultranza,
que no aceptaba los derechos de la
conciencia individual, los inconvenientes
y ventajas de la libertad de prensa, que
no admitía una sociedad más autónoma,
progresivamente secularizada, sin que
esto quisiera decir necesariamente
antirreligiosa.

Primera edición de la primer Constitución


española
Las Constituciones de 1837 y 1845

Portada de la Constitución de 1837

Caricatura del carlismo de la revista “La Flaca”, con personajes e ideales: «Dios,
Patria y Rey».
En las constituciones siguientes del “trienio liberal”, de 1837 y de 1845, según las mayorías, la Iglesia fue perseguida
o apoyada según los casos. De ahí la insistencia en evitar la “confesionalidad del Estado” que defenderían los
sectores más liberales e izquierdistas en las constituciones republicanas. La reacción intolerante de los liberales
respondía a anteriores polémicas y posturas antiliberales de la Iglesia. El trienio liberal (1820-23) venía tras el
apoyo incondicional de la Iglesia al absolutismo de Fernando VII. La constitución del 1837 coincidiendo con la guerra
carlista, en la que buena parte del estamento eclesiástico se inclinó a favor del pretendiente.
Regente del Reino, Baldomero Fdez. Espartero

Isabel II jurando la Constitución de 1845

Los liberales no se contentaron con defender sus derechos sino que intentaron asaltar el poder y la presencia
eclesial. Al caer el regente del Reino Baldomero Fdez. Espartero, por el contrario, los moderados decidieron
reorganizar la sociedad según sus principios y criterios, y la constitución de 1845, de clara confesionalidad,
fue la consecuencia, aunque mostrando el esfuerzo de los moderados por conciliar tradición y revolución.
La Constitución de 1845 fue el resultado del esfuerzo de los moderados por conciliar tradición y revolución. La
Constitución de 1868 era plasmación del alma misma de la Revolución de ese año: soberanía nacional, sufragio
universal, Monarquía como poder constituido y declaración de derechos. La Constitución de 1876 es un texto
breve y abierto de 89 artículos, que permite mantener la alternancia de partidos; adopta la soberanía del Rey con
las Cortes; posibilitaba el derecho de asociación; la tolerancia religiosa en la práctica privada de las religiones,
sobre la base del reconocimiento del catolicismo como la religión del Estado; la libertad de imprenta, y la libertad
de enseñanza.
La reina regente M.ª cristina de Habsburgo Jura la Constitución en 1876

A lo largo del siglo XIX, la jerarquía eclesiástica concedió una importancia determinante a las formulaciones y
tratados, a la declaración de principios. Solemnes documentos eclesiásticos condenaron sin paliativos
la separación de la Iglesia y del Estado, tales como las encíclicas “Mirari Vos” de Gregorio XVI y el “Syllabus” de
Pío IX. La obstinación por conseguir o mantener la confesionalidad del Estado  caracterizó las complicadas
negociaciones de 1868, 1876. Sin embargo, en esos mismos años, las constituciones de Bélgica, Holanda o
Estados Unidos, demostraban que la clara separación no empañaba la completa libertad de culto, de asociación,
de propaganda e, incluso en las dos primeras, se mantenía la activa colaboración y la ayuda económica.
Constituciones de 1869, 1876 y 1931

La Constitución republicana de 1931

A lo largo del las constituciones españolas, al menos de las redactadas por diputados progresistas o izquierdistas,
encontramos el propósito de romper con la tradición y modelar una nueva sociedad marcando y fomentando
nuevas opciones y costumbres incluso morales. Así se explica la proliferación de textos tan seguidos y
contradictorios, redactados por mayorías que cambiaban de signo con facilidad. En las constituciones de 1869 y
1876 los principios fundamentales declararon el valor absoluto de la libertad y la urgencia de separar el Estado
de la Iglesia. Para Pi y Margall, la separación Iglesia-Estado, resultaba necesaria tanto para la independencia del
individuo como para la independencia de la Iglesia y del Estado, y actuó en consecuencia.
La Constitución de 1931 recogió las
ilusiones colectivas que suscitó el
cambio de régimen político en España.
La República y la Constitución fueron la
consecuencia inevitable de la dictadura
agotada de Primo de Rivera, que había
dado paso a una solución democrática
que se plasmó en este texto jurídico.

Nuestra historia constitucional recoge


en este texto, por primera vez, un
Estado distinto del unitario que había
existido desde la Constitución de Cádiz
hasta la Restauración de Cánovas. Los
principios políticos que inspiran la
Constitución de 1931 son: la
democracia, el regionalismo, el laicismo
y la economía social.
La Constitución de 1978.

Los “padres de la Constitución” 1ª fila de izda a dcha: Miquel Roca Junyent, Manuel Fraga+, Gregorio Peces-Barba+,
Jordi Solé Turá+. 2ª fila, de pié: Gabriel Cisneros +, José Pedro Pérez Llorca y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón.

Fallecido Franco comenzaría el periodo conocido como la Transición que situamos en 18 de noviembre de
1976 en que las Cortes Españolas aprobaron la Ley para la Reforma Política, iniciando el proceso que culminaría
en la Constitución de 1978. Aprobada la Ley citada, en amplio referéndum el 15 de diciembre de 1976, y con
arreglo a ella se celebraron el 15 de junio de 1977 las elecciones para constituir las Cortes que habrían de
elaborar y aprobar la Constitución hoy vigente, aprobada en el referéndum celebrado el 6 de diciembre de 1978
sancionada por el rey Juan Carlos I el 27 de diciembre .
Primera y última página de la Constitución en el Palacio de las
Cortes Españolas y una edición popular

Durante los meses de elaboración de la nueva Carta Magna (1977-78), el partido mayoritario era la UCD, el clima
era distendido y nadie parecía tener intención de envenenar el tema. Todo cambió cuando se filtró el borrador de
Constitución elaborado por los siete diputados elegidos para ello, en el que se leía “El Estado español no es
confesional”, fórmula negativa tan parecida al “Estado español no tiene religión oficial” de la constitución de la
Segunda República.
La Constitución fruto maduro de la “Transición”

Estos son algunos de los personajes que hicieron posible la difícil y ejemplar “Transición” de la dictadura a la
democracia. El Rey Juan Carlos, Torcuato Fdez. Miranda, Cardenal Vicente Enrique Tarancón, Santiago
Carrilo y Felipe González.
La Iglesia en la Constitución actual de 1978
Supuesto que el objeto de esta presentación era hablar del papel de la Iglesia en las Constituciones
españolas, como venimos haciendo, debemos concluir con unas palabras más sobre el mismo tema en la
Constitución actual del 1978

Misa del Espíritu Santo en S. Jerónimo el Real en los actos de proclamación de Juan Carlos I como rey
de España oficiada por el cardenal Tarancón (27 nov. 1975)

El cardenal Tarancón y otros obispos habían pedido que la Constitución reconociera de alguna manera la
presencia de la Iglesia, indicando, como lo había hecho en su homilía ante el nuevo Rey el 27 noviembre de
1975, aunque los socialistas protestaron airadamente, rechazando el intento, según ellos, de recrear una
confesionalidad solapada.
La práctica actual que desea y cumple:
Ni matrimonio ni divorcio, ni sometimiento ni odio, simple
convivencia respetuosa
La imagen que jamás repitió la Iglesia

El texto final de la Constitución arranca como principio de “la soberanía del pueblo español, constituido en un
Estado social y democrático de derecho”, principio al que al que corresponde la declaración de derechos y
libertades que le sucede, así como al pluralismo de la moderna sociedad española, declara que “ninguna
confesión tendrá carácter estatal”, aunque “los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la
sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás
confesiones”
El rey Juan Carlos saluda al cardenal Tarancón

En el artículo 16 consecuentemente con los textos preliminares y artículos 1 y 2 de la Constitución quedaba


redactado y sancionado de la siguiente manera: “ 1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los
individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento
del orden público protegido por la ley”.
España unida en los artículos 1 y el 2 y nuestra situación actual…

Un país, España y 17 Autonomías (regiones) , cada una con su capital, más dos ciudades autónomas, Ceuta y
Melilla. Gibraltar es un “territorio británico en ultrmar” no reconocido y en discusión.

El Artículo 1 del Título Preliminar de la Constitución de 1978 : 1- “España se constituye en un Estado social y
democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la
igualdad y el pluralismo político. 2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes
del Estado”.
El Articulo 2 dice “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e
indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y
regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
El Rey Juan Carlos I sanciona la Constitución
de 1978. (A su lado - en la foto detalle- la
reina Sofía y el hoy Rey Felipe VI)

“2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias”.
Marcelino Oreja y el Nuncio vaticano Luigi Dadaglio ratifican en Madrid, en diciembre de 1979, los acuerdos sellados en
enero entre España y la Santa Sede. EFE

“3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias
religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la
Iglesia Católica y las demás confesiones”.
La Religión en la Ley Fundamental - Artículo 16 de la Constitución de 1978.

Las Cortes de 1978 declararon la libertad


religiosa e incluyeron un trato especial a la
Iglesia La medida contó con la oposición
socialista y la resignación comunista.El que
sigue es el texto íntegro.

“El Estado español reconoce a la Iglesia católica el derecho a


ejercer su misión apostólica y le garantiza el libre y público
ejercicio de las actividades que le son propias, y en especial las Cuando fuera conseguido este propósito, ambas partes se
de culto, jurisdicción y magisterio. pondrán de acuerdo para sustituir los sistemas de
—Educación: “Los planes educativos en los niveles de Educación colaboración financiera expresada en los párrafos anteriores
Preescolar, Educación General Básica, Bachillerato Unificado de este artículo, por otros campos y formas de colaboración
Polivalente y Grados de Formación Profesional incluirán la económica entre la Iglesia católica y el Estado.
enseñanza de la religión católica en todos los centros de
Educación en condiciones equiparables a las demás disciplinas Dinero público dedicado a la Iglesia católica, clases de
fundamentales. Dicha enseñanza no tendrá carácter obligatorio religión, conciertos educativos y patrimonio. El Gobierno de
para los alumnos. José Luis Rodríguez Zapatero calculó en 2007 que el dinero
—Financiación. El Estado se compromete a colaborar con la público destinado directamente a la Iglesia por varias vías —
Iglesia católica en la consecución de su adecuado sostenimiento la asignación tributaria y la aportación directa, más el pago
económico. El Estado podrá asignar a la Iglesia católica un de profesores de religión en las escuelas y los conciertos
porcentaje del rendimiento de la imposición sobre la renta o el educativos con centros religiosos, y las ayudas a la
patrimonio neto u otra de carácter personal, por el restauración de su patrimonio artístico— sumaba casi 5.000
procedimiento técnicamente más adecuado”. La Iglesia católica millones de euros. La Iglesia, desde que se consignó la
declara su propósito de lograr por sí misma los recursos asignación tributaria para su financiación, ha pasado de
suficientes para la atención de sus necesidades.  recaudar 41 millones en 1988 a 248 millones en 2011”.
España, Estado Autonómico: “indisoluble unidad como Reino Unido”
Mar Cantábrico

FRANCIA
Cordillera Pirineos
ANDORRA

PORTUGAL
Mar Atlantico

Mar Mediterráneo

ESTRECHO DE GIBRALTAR (Británico)

MARRUECOS
La gran novedad de la Constitución de 1978 es el reconocimiento pleno de las Comunidades Autónomas que deja
claramente establecido que “la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los
españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran”.
Reconocimiento aceptado en el referendum de la Constitución aprobada da menos que por el 87% que en su
segundo artículo reconoce que estas autonomías están dotadas de cierta autonomía legislativa con representantes
propios, y de determinadas competencias ejecutivas y administrativas pero siempre dentro de la unidad territorial
indivisible o separable.
Las 8 Constituciones de 1812 a 1978

Constitución Carácter Ideológico Vigencia

De 1812 Progresiva 5 ó 6 años


Estatuto Real 1831 Conservador 3 años No es una Constitución
De 1837 Progresista 8 años
De 1845 Conservador 24 años
 De 1869 Progresista 4 años
De 1876 Conservador 47 años
De 1931 Progresista 8 años
Leyes fund. 1938-1967 Conservador 37 años No es una Constitución
De 1978 Progresista 1978-... 
El Estatuto Real de 1831
y Las Leyes Fundamentales del Reino 1938 a 1977

-El Estatuto Real de 1831 no es una Constitución en sentido estricto, sino una Carta Otorgada, porque no emanaba de la soberanía
nacional sino de la soberanía del rey absoluto. Es una norma puente entre la crisis del Antiguo Régimen y el inicio del Estado Liberal.
-Las Leyes Fundamentales del Reino 1938-1977. No se les reconoce el carácter de Constitución pues no reconocían el principio de
soberanía nacional y por encima de ellas se situaba el poder del general Franco, que eran quien las había promulgado. Es un
conjunto de leyes que establecían el entramado político-institucional del modelo de Estado instaurado por el general Francisco
Franco tras la Guerra Civil Española: La Ley Constitutiva de las Cortes de 1942- Fuero de los Españoles de 1945 que fijaba los
derechos y deberes de los españoles – Ley de Sucesión de la Jefatura del Estado de 1947 que configura España como un reino -Ley
de Principios del Movimiento Nacional de 1958 señala los principios rectores del ordenamiento jurídico - La Ley Orgánica del Estado
de 1967, reforma todas las anteriores y fija los poderes del Jefe del Estado. Ley para la Reforma Política de 1977 fue el instrumento
jurídico que permitió articular la Transición española. La Ley de Reforma Política se sometió a un referéndum el 15 de diciembre
de 1976, obteniendo un respaldo mayoritario entre los participantes. En lugar de romper con la estructura del Estado, utilizaba
mecanismos legales actuales para modificar el sistema, estableciendo los canales para la creación de una monarquía
parlamentaria .

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