Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ESCUELA DE FILOSOFÍA
Introducción------------------------------------------------------------------------------------ iii
Capítulo I Las potencias apetitivas de Santo Tomás
1.1 Nociones generales------------------------------------------------------------------ 4
1.2 El apetito como potencia especial del alma-------------------------------------- 5
1.3 La diferencia entre apetito sensitivo e intelectivo------------------------------- 6
1.4 Sobre la sensualidad----------------------------------------------------------------- 7
Conclusión-------------------------------------------------------------------------------------- 10
Bibliografía------------------------------------------------------------------------------------- 11
INTRODUCCIÓN
Alguna vez hemos escuchado hablar de las potencias por medio de distintos autores
en temas meramente filosóficos. En esta investigación la dedicaremos a las así llamadas
potencias apetitivas, a las cuales les fueron dedicadas las cuestiones 80 y 81 dentro de la
fabulosa obra de Santo Tomás de Aquino, La suma teológica. Es en este contexto en el cual
estudiaremos a estas tan interesantes potencias, tomando como autor al gran filósofo
medieval antes mencionado. La época en la que él escribe su obra es la edad media,
aproximadamente en el año 1260 d.C. Cabe mencionar que Santo Tomás de Aquino ha sido
uno de los más grandes filósofos medievales; es con él donde la escolástica alcanza su edad
de oro. Recibió el doctorado de teología en la Universidad de París y a los 27 años fue
maestro en París. En sólo cuatro años escribe su más grande obra también antes
mencionada.
El objetivo que persigue esta investigación es ofrecer una síntesis de las potencias
apetitivas según Santo Tomás, además de una reflexión sobre la influencia de éstas en el
progreso científico del ser humano. La razón principal del interés en abordar este tema
radica en el hecho de tener una visión del apetito no como algo negativo, sino como
impulsor del progreso científico, ya que se distinguirán dos clases de apetitos, los cuales no
deben confundirse: el sensible y el intelectual.
Para abordar este tema, emplearemos como fuente primaria La Suma Teológica III
[2°], de S. Tomás. Además, nos apoyaremos en fuentes secundarias, como es el
Diccionarios de filosofía de José Ferrater Mora; también recurriremos a algunas obras de
historia de la filosofía, en especial las escritas por Giovanni Reale y Darío Antiseri. En un
marco contemporáneo recurriremos a algunos artículos de revistas que hacen mención
sobre nuestro tema, principalmente de la revista Pensamiento y Cultura, de la Universidad
de la Sabana, editada por la Universidad Autónoma del Estado de México. El método
empleado es el sintético-inductivo, ya que partiremos de conceptos generales e
intentaremos llegar a conclusiones particulares.
CAPÍTULO I
LAS POTENCIAS APETITIVAS DE SANTO TOMÁS
Para comenzar esta síntesis es necesario primero revisar lo que algunos autores han
definido como potencias apetitivas, por eso empecemos con lo que ofrece Ferrater Mora en
una de sus obras la cual nos muestra un concepto tomista propio del siglo XIII, es decir, de
la época medieval1, tomando como fuente principal por supuesto, a la Suma Teológica, y
nos dice:
6
Cfr. ARISTÓTELES, De Anima III lect.14 en: T., AQUINO, S. th. III [2°] q.80, 327.
7
Cf. T., AQUINO, S. th., 326-327.
8
Ibíd. 328.
bienes inmateriales tales como la ciencia, la virtud y otras cosas más, las cuales los sentidos
son incapaces de aprehender. Es así como queda resuelta la diferencia entre los apetitos
sensitivo e intelectivo.9
9
Cfr. T., AQUINO, S.th., 328.
10
Cf. Ibíd. q. 81, 329.
estar sujeto a la razón puesto que las operaciones sensibles no las realizamos a voluntad
propia, sino que son independientes a la razón. La respuesta aclara que sí están sometidas a
la razón por el hecho de que el hombre no se mueve inmediatamente impulsado por los
apetitos irascible y concupiscible, sino que espera la orden superior que emana desde la
razón, por lo tanto, estas dos potencias están sometidas a la razón.11
CAPÍTULO II
11
Cfr. T., AQUINO, S. th., q. 81, 330-337.
EL IMPULSOR DEL PROGRESO CIENTÍFICO HUMANO
Para hablar sobre la influencia de esta potencia apetitiva primero debemos distinguir
qué tipo de apetito es el responsable ya que en el capítulo anterior, en el subtema 1.3 se
trató sobre la distinción entre apetito sensible e intelectivo. Comúnmente se asocia al
apetito con lo carnal, y por consiguiente, se relaciona con las necesidades primarias y
pasiones de tipo sensible-corporal; por lo general no se tiene en mente que el apetito pueda
tener una gran influencia en lo que respecta a lo intelectivo. Como habíamos dicho
anteriormente hay objetos, es decir, apetencias que son de tipo sensitivo y otras que son de
tipo intelectivo; ambas dejan de ser apetencias en el momento en que son aprehendidas por
el hombre, sin embargo las apetencias intelectivas no pueden ser aprehendidas por vía
sensitiva, habíamos mencionado la virtud, la ciencia, la verdad, etcétera.
De hecho, Juan Fernando Sellés menciona que las potencias apetitivas más que
moderar la conducta humana, provocan el deseo de conocimiento, pues de alguna manera
las grandes aportaciones científicas que han surgido a lo largo de la historia de la
humanidad han surgido como un deseo, una apetencia por realizar algo o llevar a cabo
alguna acción aparentemente retadora al intelecto humano. Tan solo basta con analizar el
comportamiento de un científico que trabaja en un proyecto de investigación; no puede
disimular la emoción que experimenta al acercarse más y más a la meta deseada. 12
Podemos afirmar que el científico tiene una apetencia de tipo intelectiva hacia algo
que, de alguna manera se tiene como en potencia de ser aprehendido. Una vez que se
aprehendió, se da el siguiente paso, que es el llevar a cabo el proceso transformador del
mundo, y que llamamos progreso científico humano.
CONCLUSIÓN
12
Cfr. J.F, SELLÉS, «Naturaleza y niveles de los sentimientos», Pensamiento y Cultura 4
(2001) 76-77.
A raíz de este trabajo de investigación, nos queda claro que el alma posee potencias
especiales, una de ellas es la apetitiva. Además, esta potencia está constituida por dos tipos
de apetitos, el sensitivo y el intelectivo los cuales, no deben confundirse. Y finalmente, la
potencia responsable del apetito intelectivo es impulsora de la actividad humana que
llamamos progreso científico; siendo así, cualquier recriminación hacia este tipo de
potencias no puede tener ninguna fundamentación científica.
BIBLIOGRAFÍA
Fuentes secundarias.
FERRATER, J., Diccionario de Filosofía A-D, Barcelona 2001.
REALE G.-ANTÍSERI D., Historia del pensamiento filosófico y científico [I], Barcelona
1988.
SELLÉS, J. F., «Naturaleza y niveles de los sentimientos», Pensamiento y Cultura 4
(2001) 95.