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7el Hombre de Las Ratas
7el Hombre de Las Ratas
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RESÚMENES
Introducción
Comprender una neurosis obsesiva es más difícil que comprender una histeria: el
discurso obsesivo es un dialecto de la histeria, y estos pacientes no suelen someterse al
tratamiento tan fácilmente, haciéndolo cuando los síntomas ya son graves.
Luego de prescribirle la regla de hablar de cualquier cosa, P relata que tenía un amigo a
quien le preguntaba si él no era un criminal y si por ello no lo desprecia, y su amigo le
aseveraba siempre que no era así. Antes, también tenía otro compañero que lo elogiaba
mucho, pero que luego lo rebajó totalmente, cuando pudo usarlo para llegar a su
hermana, que era quien en realidad le interesaba.
B. La sexualidad infantil
Enseguida después de lo anterior, cuenta una escena ocurrida hacia los 4 o 5 años donde
le tocó los genitales a la señorita Peter por debajo de la falda. Desde entonces siente
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deseos intensos por ver mujeres desnudas. Recuerda también que a los 6 años espiaba a
la señorita Lina cuando se desnudaba. Hacia los 7 años recuerda de dicha señorita un
comentario hecho delante de otras personas donde lo menospreciaba en relación con su
sexualidad, y P empezó a llorar.
Cuenta también que tenía erecciones ya a los 6 años y que acudió a su madre para
quejarse. Surgió la idea enfermiza que sus padres sabrían sus pensamientos, cosa
explicable por habérselos declarado sin oírlos él mismo. En esto P ve el comienzo de su
enfermedad. Sentía además que iba a suceder algo malo si veía mujeres desnudas, (como
por ejemplo que su padre moriría), por lo que hacía toda clase de cosas para impedirlo.
Su deseo de ver no tiene al principio carácter obsesivo porque no entró en conflicto con
el Yo, que no lo siente como ajeno, pero algo de ello hay por cuanto a dicho placer
acompaña un afecto penoso: 'cualquier' cosa mala puede suceder. Esta imprecisión es
típica de las neurosis, pero detrás de ella se esconde algo muy preciso: "si deseo ver a
una mujer desnuda, mi padre tiene que morir". Frente a esta idea obsesiva luego
instrumentará medidas protectoras.
Como toda neurosis, presenta aspectos absurdos, como por ejemplo porqué debe morir
el padre si en P aparecen deseos concuspicentes. Más adelante Freud intentará mostrar
que detrás del absurdo se enconde una lógica, sólo comprensible si nos remitimos a las
primeras vivencias traumáticas, conflictos y represiones del paciente, que luego
sucumbieron a la amensia infantil, amnesia que termina en P hacia los 6 años, y por ello
es a partir de dicha edad que comienza la sintomatología.
P cuenta una vivencia que fue su motivo de consulta a Freud. Un capitán, que no le
gustaba por su crueldad, le cuenta un castigo donde sobre el trasero de la persona se le
pone un tarro dado vuelta lleno de ratas, que penetran... "por el ano", completa P. en su
relato.
Siente esto como una fantasía, en la cual se incluye también que dicho castigo lo sufre
una mujer conocida de él a quien admira, así como también su padre (aún cuando éste
había muerto hacía años). De esta fantasía se defiende pensando que será sancionado si
fantasea lo descripto.
Al día siguiente del encuentro con el capitán, relata que alguien retiró por él unos
quevedos que había pedido por correo, por lo que debía reembolsarle el dinero (3,80
coronas). Enseguida pensó: "si devuelvo el dinero se cumplirá la fantasía de las ratas en
la mujer y en mi padre". Frente a este impulso de no devolver el dinero, P implementó
toda una serie de tortuosas acciones destinadas a devolverlo a pesar de todo, es decir,
quería oponerse al impulso de no devolverlo. Sólo en un tercer relato P empezó a aclarar
estos recuerdos.
En la misma sesión expuso también sus argumentos en relación con sus actuales
creencias (hasta sus 14-15 años había sido muiy religioso): "como no podemos conocer
nada del más allá, no arriesgamos nada, por lo tanto, hazlo", que se puede traducir como
creer por las dudas, aunque no por fe.
En la sesión siguiente relata un hecho acaecido a los doce años, cuando le acudió la idea
de que una niña conocida le demostraría amor si a él le ocurría una desgracia: la muerte
de su padre. A propósito de esta IDEA OBSESIVA, hablando con Freud, P se asombra
diciendo que esta muerte no es un deseo sino un temor. Freud le dice que su intenso
amor al padre es la contrapartida del odio reprimido hacia él: conciente e inconciente
son opuestos. Es el mismo amor que impide al odio mantenerse conciente. Este odio no
es, no obstante, destruído pues está unido con una fuente u ocasión, que son los apetitos
sensuales a raíz de los cuales ha sentido al padre como perturtbador, siendo el conflicto
entre sensualidad y amor infantil algo típico; na prematura explosión sensual determinó
una gran contención de ella. El deseo de eliminar al padre como pertubador es muy
antiguo, y anterior al sexto año, que es cuando se instala el recuerdo en forma
continuada. Con esta construcción concluye provisionalmente la elucidación.
En la séptima sesión, P retoma el mismo tema, y dice no poder creer que alguna vez
haya tenido deseos de eliminar al padre. Refiere a continuación una acción criminal que
recuerda haber cometido pero al mismo tiempo no concibe que la haya hecho: fue
cuando disparó contra su hermano, de quien tenía muchos celos por ser el preferido.
Freud arguye que es probable que haya ocurrido lo mismo mucho antes con su padre,
pero no lo recuerda. Lo que sí recuerda son fantasías de VENGANZA contra una dama
que no le correspondía. En todas estas fantasías tambíén aparece el rasgo de la
COBARDIA, que a él le parece horroroso: la venganza y la cobardía son mociones
infantiles, surgidas antes de la aparición de una ética.
Hasta aquí queda relatada la parte expositiva del tratamiento, que abarcó unos once
meses.
Otro ejemplo es una IDEA OBSESIVA: debía adelgazar porque estaba muy gordo, con
lo cual no comía y hacía ejercicios. Tal idea le vino cuando la mujer que él apetecía
estaba en compañía de un primo de nombre Richard (que significa gordo). Como en el
caso del impulso suicida, vemos también aquí un impulso destructivo hacia el primo, del
cual se defendía imponiéndose el autocastigo de adelgazar.
Tales acciones obsesivas en dos tiempos, donde el primero es cancelado por el segundo,
es típico de la neurosis obsesiva, y expresan el amor y el odio, dos mociones de
intensidad casi igual (a diferencia de la histeria, donde se mata dos pájaros de un tiro
incluyendo ambos opuestos en una sola figuración). El paciente no ve la relación entre
ellas y las justifica mediante una RACIONALIZACION.
F. El ocasionamiento de la enfermedad
Por eso, enfermos obsesivos con autorreproches anudan sus afectos a ocasionamientos
falsos, sin comprender el significado de los primeros. Cita Freud el caso de la persona
que no sentía escrúpulos en sus contactos sexuales con señoritas, pues los había
desplazado al aseo de los billetes. Con tal desplazamiento consigue una ganancia de la
enfermedad: puede obtener satisfacción sexual.
Algo del orden de la sexualidad se interponía entre padre e hijo: el padre había entrado
en oposición con el erotismo del hijo, tempranamente despertado. Sus ideas obsesivas
infantiles se ven cuando años después de morir el padre, el hijo experimenta el placer del
coito por vez primera exclamando "Esto es grandioso. A cambio de ello uno podría
matar a su padre". El padre había desaconsejado a su hijo la compañía de la dama que
quería.
P empezó su quehacer onanista hacia los 21 años, poco tiempo después de la muerte de
su padre, pero, avergonzado por ello, lo practicó luego sólo en muy contadas ocasiones,
o sea: había una prohibición pero también podía oponerse a ella.
Luego de fallecido, P fantaseaba con que aparecería su padre de noche: así lo alegraba
pues lo encontraría estudiando, pero también lo desafiaba porque entonces tenía el
impulso de verse en el espejo el pene desnudo. Vemos aquí nuevamente la ambivalencia
hacia el padre, similar a la mostrada en relación con su amada en el episodio de la
piedra.
En base a estos datos, Freud aventura una construcción: de niño, a los 6 años, su padre le
había prohibido el onanismo, lo que acentuó su odio hacia él al perturbarle el goce
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sexual. El paciente recuerda, en efecto, una escena donde su padre le había hecho una
reprimenda y él lo había desafiado e insultado. Ante la magnitud de esa ira, desde
entonces se volvió cobarde, y sentía gran angustia ante situaciones de violencia.
P refiere que su madre recuerda que fue castigado entre los 3 y 4 años por haber mordido
a alguien, presumiblemente a la niñera, aunque ella no le dio una connotación sexual.
Poco a poco el paciente comprendía que se había instalado desde una época muy
temprana una ira contra su padre amado, devenida luego latente. Transferencialmente se
comportaba con Freud como lo había hecho con su padre: lo insultaba, lo apreciaba,
temía que le pegara, etc.
Poco a poco quedó así el camino abierto para comprender la representación de las
RATAS. Recordemos que P había reaccionado violentamente a dos dichos del capitán
checo: la tortura de las ratas, y su reclamación de devolver el dinero a A: algún
contenido inconciente habrá sido tocado.
P se había identificado con su padre, también militar. Las palabras del capitán "Debes
devolver el dinero al teniente A" le sonaron como una alusión a una deuda que una vez
contrajo su padre, y que había quedado impaga. El padre había pedido dinero pues lo
perdió jugando a las cartas ("spielratte" es jugador empedernido o rata de juego).
En cuanto a la representación del castigo con las ratas, ésta despertó pulsiones y
recuerdos varios en el breve intervalo entre el relato de ese castigo y la reclamación del
dinero, y aún después, y que adquirieron varios significados simbólicos. Las ratas
equivalían para P a gusanos, a penes y a hijos. La relación rata=pene lleva a que el
castigo era una repesentación del coito anal, y la relación rata=hijo lleva a pensar que la
rata era una representación de sí mísmo pues él, como las ratas, había mordido a alguien
y era perseguido y castigado por ello. P sintió, cuando el capitán contó el castigo, que
este era su padre que lo amenazaba con el mismo. También hay una relación con la
dama con quien iría a casarse (heiraten) y con quien no podía tener hijos pues había sido
operada de los ovarios.
El castigo de las ratas, donde estas entran en el ano, es una inversión defensiva, una
desfiguración de la entrada de las ratas=penes en el ano, fantasía basada a su vez en dos
teorías sexuales infantiles: que los hijos salen por el ano, y que los varones pueden tener
hijos como las mujeres. P había blasfemado como su padre y su amada, a quienes
amaba. Esto pedía un castigo: imponerse una juramento imposible de cumplir, o sea,
devolver el dinero a A. En el fondo de todo esto parece estar el conflicto entre obedecer
al padre y permanecer fiel a su amada.
Trata Freud aquí algunos caracteres típicos de los enfermos obsesivos: la superstición, la
incertidumbre o duda, la omnipotencia, y la actitud frente a la muerte.
1) Superstición: El paciente P oscilaba entre dos opiniones: cuando surgía una obsesión,
ridiculizaba su credulidad supersticiosa en ella, pero cuando no podía explicar una
compulsión vivenciaba las más raras contingencias que justificaban su crédula
convicción. Entonces, no era y era supersticioso al mismo tiempo, aunque su cultura le
impedía creer en vulgaridades como el número 13, etc, aunque creía en sueños
proféticos o signos premonitorios que, a modo de 'milagros', le permitían anticipar
situaciones que luego efectivamente ocurrían, sólo que por obra y gracia de trampas
mentales.
La superstición es explicable en la neurosis obsesiva: aquí la represión no ocurre por
amnesia sino por desconexión de nexos causales por sustracción de afecto.Tales
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vínculos reprimidos son proyectados en el mundo exterior, adjudicándoles así una virtud
admonitoria.
Para conocer las fuerzas psíquicas que edifican la neurosis de P, debemos remontarnos a
las ocasiones de su enfermedad en la madurez y en la infancia. En la madurez: cuando se
vio tentado de casarse con una muchacha a la que no amaba, evitando decidir sobre ello
y posponiendo para ello todas sus actividades. En la infancia: la oscilación entre la
amada y la otra puede reducirse a la elección conflictiva entre el padre y el objeto sexual
acontecida, según los recuerdos y ocurrencias obsesivas, en la primera infancia.
La relación de P con el padre era ambivalente, lo mismo que la relación con su amada. P
no tenía conciencia concretamente de su hostilidad hacia el padre: en esta represión del
odio infantil hacia el padre encontramos la raíz del desarrollo ulterior de la neurosis.
Sin embargo, ambas corrientes conflictivas (oposición padre-amada, y, por otro lado,
amor-odio dentro de cada una de ellas) no tienen entre sí nada que ver ni por su
contenido ni por su génesis.
Las conductas descriptas de amor y odio son típicas de la neurosis obsesiva, aunque ese
odio sofocado por el amor es también importante en la histeria y la paranoia, por lo que
el problema de la 'elección de neurosis' no pasa por allí.
Freud arriesga una hipótesis: en los casos de odio inconciente, el componente sádico del
amor tuvo un desarrollo intenso que produjo una sofocación prematura y radical, lo que
explica la ternura conciente intensificada como reacción por un lado, y por otro el
sadismo inconciente que sigue produciendo efectos como odio.
Ambas tendencias son intensas y opuestas y el neurótico obsesivo, mediante el uso del
desplazamiento, hace que su incapacidad para decidir vaya extendiéndose cada vez más
a toda su vida. Expliquemos ahora el porqué de la duda y la compulsión.
camino mismo hacia la acción sustitutiva desplazada a algo ínfimo es disputado con
tanto ardor que, casi siempre, aquella acción sólo puede imponerse como una MEDIDA
PROTECTORA en estrecho empalme con un impulsos sobre el que recae la DEFENSA.
Se dan también dos REGRESIONES: del actuar al pensar, y del amor objetal al
autoerotismo.
Las acciones obsesivas resultan de una formación de compromiso entre dos impulsos
que se combaten mutuamente. Se asemejan así a las acciones sexuales autoeróticas,
llegándose así a actos de amor pero, mediante una nueva rergresión, no son dirigidos al
otro objeto de amor y odio sino a acciones autoeróticas como las infantiles.
Pero el pensamiento obsesivo debe ser asegurado contra los empeños disolventes del
pensar conciente, protección que se logra mediante la DESFIGURACION
experimentado por el pensamiento obsesivo antes de devenir conciente. Sin embargo
hay otro medio, el AISLAMIENTO, mediante el cual se interpola un intervalo entre la
situación patógena y la idea obsesiva subsiguiente, lo cual despista la investigación
causal del pensar conciente. Además, el contenido de la idea obsesiva es desasido, por
GENERALIZACION, de sus referencias especiales.