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Papers 85, 2007 13-29

Transnacionalismo. Emergencia y fundamentos


de una nueva perspectiva migratoria
Cristina Blanco F. de Valderrama
Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibersitatea
Departamento de Sociología II
cristina.blanco@ehu.es

Resumen

El desarrollo de nuevas tecnologías en el ámbito de los transportes y de las comunicaciones


tiene grandes repercusiones en la gestación, la duración y las modalidades de los movi-
mientos migratorios internacionales. El abaratamiento de los precios de los transportes, su
mayor rapidez, la incorporación de nuevas tecnologías en la comunicación, la telemática,
etc. posibilitan que, hoy día, cualquier parte del mundo esté «cerca» del resto. Las distan-
cias físicas se acortan, los movimientos se multiplican y el contacto virtual con los otros se
hace posible en cualquier rincón del planeta.
Esta situación tendrá consecuencias no sólo sobre la cantidad de movilidad de gentes
a través de las actuales fronteras, sino también sobre las características mismas de las migra-
ciones y sobre los propios conceptos de «origen» y de «destino», así como sobre sus rela-
ciones a través de las poblaciones migrantes.
Ante las nuevas circunstancias de movilidad, se hace necesario revisar los tradiciona-
les paradigmas de integración de los inmigrantes en las sociedades receptoras. En este con-
texto, destaca la emergencia de una nueva perspectiva o enfoque migratorio: el transna-
cionalismo.
El presente artículo tiene como objetivo presentar las líneas maestras de esta nueva
perspectiva de la mano de los principales sociólogos y antropólogos que defienden su vali-
dez e idoneidad para abordar nuevas formas de movilidad internacional.
Palabras clave: migraciones internacionales, transnacionalismo, comunidades transnacio-
nales, actividades transnacionales, integración.

Abstract. Transnationalism. The emergence of a new migratory approach

The growth of new technologies in the area of the transport and of the communications has
big repercussions in the gestation, duration and modalities of the migratory international
movements. The cheapening of the prices of the transport, their greater rapidity, the incor-
poration of new technologies in the communication, the telematic, etc. They make possible
that today any part of the world is «nearby» of the rest. The physical distances are slow,
the movements multiply and the virtual contact with the others it makes possible in any part
of the world.
This situation will have consequences not only on the quantity of mobility of people
across the current borders, but on the characteristics themselves of the migrations and on
the concepts of «origin» and of «destiny», as well as on their relations among the migrant
populations.
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In the new circumstances of mobility, it becomes necessary to check the traditional


paradigms of integration of the immigrants in the host societies. In this context stands out
the emergency of a new perspective or migratory approach: the transnationalism.
This article present the main lines of this new perspective of the hand of the princi-
pal sociologists and anthropologists who defend its validity and suitability to approach
new forms of international mobility.
Key words: international migrations, transnationalism, transnational communities, transna-
tional activities, integration.

Sumario
Introducción Transnacionalismo como campo
La emergencia de una nueva perspectiva de estudio
migratoria: el transnacionalismo Líneas futuras de investigación
Los conceptos y sus debates En conclusión
Dimensiones y tipologias Bibliografía
Sobre la novedad del fenómeno
transnacional

Introducción
La creciente movilidad internacional es un hecho constatado en un mundo
globalizado como el que nos ha tocado vivir. No sólo las personas se mueven,
también lo hacen los capitales, las empresas, las maneras de hacer, las ideas…
Todo este movimiento creciente tiene su gran aliado en los importantes avan-
ces tecnológicos de los últimos tiempos, por medio de los cuales se consigue
un abaratamiento importante de los transportes, su mayor rapidez, la incor-
poración de nuevas tecnologías en la comunicación, la telemática, etc. Todo
ello hace que, hoy día, cualquier parte del mundo tenga posibilidad de estar
«cerca» del resto. Las distancias físicas se acortan, los movimientos se multi-
plican y el contacto virtual con los otros se hace posible en cualquier rincón
del planeta.
El acortamiento de las distancias físicas posibilita que éstas puedan ser tran-
sitadas con mayor frecuencia que en épocas anteriores; por otro lado, las nue-
vas tecnologías nos habilitan para establecer relaciones virtuales con cualquier
parte del mundo, lo que permite el mantenimiento de lazos y de relaciones
continuas, estables y frecuentes con nuestro país, nuestra familia, nuestros ami-
gos y nuestros compatriotas, aunque hayamos emigrado muy lejos de ellos.
Esta situación, sin duda, tendrá consecuencias no sólo sobre la cantidad
de movilidad de gentes a través de las fronteras actuales, sino también sobre
las características mismas de las migraciones y sobre los propios conceptos de
«origen» y de «destino», así como sobre sus relaciones a través de las poblacio-
nes migrantes.
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Por otra parte, se advierte una tendencia a la concentración residencial de


los inmigrantes en las sociedades receptoras. El proceso de segregación resi-
dencial no es nuevo, pero sí lo son las posibilidades de establecer verdaderas
comunidades de origen en los espacios urbanos de las sociedades de destino,
alentadas por el incremento de relaciones con la sociedad de origen. Esta cada
vez más tupida red de relaciones se alimenta de los viajes frecuentes entre ori-
gen y destino, de las actividades transnacionales que enlazan ambos lados de la
red migratoria y de los contactos virtuales de los migrantes con sus familias,
amigos y compatriotas que se quedaron en origen.
Somos conscientes de que, ante las nuevas circunstancias de movilidad huma-
na en nuestro mundo contemporáneo, se hace necesario revisar los tradiciona-
les paradigmas de integración de los inmigrantes en las sociedades receptoras.
La revisión de los viejos paradigmas de integración debe ir precedida, sin
embargo, por un mejor conocimiento de los fenómenos que los hacen obsoletos,
por lo menos en algunos contextos y situaciones, y que se refuerzan entre sí:
el transnacionalismo como nueva forma de movilidad, por un lado, y la confi-
guración de enclaves étnicos1 como modelo de asentamiento residencial de los
inmigrantes, por otro.
En este artículo pretendemos abordar el primero de ellos, ofreciendo una
aproximación a la nueva perspectiva transnacional de la mano de algunos de los
principales sociólogos y antropólogos que se han hecho eco de lo que consi-
deran un nuevo fenómeno social de consecuencias desconocidas, pero que,
por su novedad, se encuentra en una situación de notable ambigüedad e inde-
finición.

La emergencia de una nueva perspectiva migratoria: el transnacionalismo


Los movimientos y las actividades transnacionales, como las mismas migra-
ciones en general, no constituyen hechos novedosos en la historia de la huma-
nidad y, sin embargo, el transnacionalismo (¿o quizá deberíamos decir la trans-
nacionalidad?) está emergiendo en los últimos tiempos como un auténtico
nuevo fenómeno social y, por ende, como justificada nueva materia de estu-
dio (Portes, Guarnizo y Landlot; 1999: 219).
La aparente paradoja no debe engañarnos; en realidad, no se trata de ocul-
tar bajo nuevos términos viejas realidades explicadas, reinventando, con ello, todo

1. No debe confundirse el enclave étnico con el gueto, a pesar de que ambas figuras constituyen
formas concentradas de residencia de inmigrantes en las sociedades receptoras. Sin embar-
go, el término gueto se reserva para aquellas concentraciones residenciales que son fruto de
procesos de exclusión social generados desde la sociedad receptora hacia las poblaciones
inmigrantes, resultando, con ello, procesos de segregación espacial. Por su parte, el enclave
étnico es una concentración residencial derivada del deseo de los propios inmigrantes de
mantenerse unidos con el fin de preservar su cultura, su identidad y sus formas de desa-
rrollo económico y social, manteniendo, además, vínculos estrechos con las sociedades de
origen (economía étnica en destino, remesas, actividades de codesarrollo, participación polí-
tica en origen, etc.).
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lo ya dicho. La multiplicidad de nuevas formas de relaciones sociales intrínse-


camente unidas al avance de las nuevas tecnologías, de los sistemas de trans-
portes y de las comunicaciones, es un hecho empíricamente contrastado. Como
dirán Portes, Escobar y Walton en un reciente trabajo (2006), el peso de la
evidencia empírica constituye una sólida prueba del carácter novedoso de estas
prácticas (transnacionales) y de su importancia estructural para las regiones
emisoras y para las propias comunidades migrantes.
La nueva perspectiva del transnacionalismo —dirá Caglar— ofrece una
nueva óptica que permite hacer visible la creciente intensidad y extensión de los
flujos circulares de personas, bienes, información y símbolos alcanzados por
las migraciones internacionales. Permite analizar cómo los migrantes constru-
yen y reconstruyen sus vidas de forma simultánea en más de una sociedad
(Caglar, 2001: 607).
Cierto es que, durante la última década del siglo XX, se ha utilizado con
profusión el término transnacionalismo y sus derivaciones transnacionales. Esta
utilización ha sido particularmente profusa en el ámbito de las migraciones
internacionales, hasta el punto de acuñarse un nuevo término, transmigración,
no compartido por todos. Este uso, y a veces abuso, del término transnacio-
nal no siempre ha sido debidamente fundamentado.
Ante la notable ambigüedad, indefinición y/o uso indiscriminado del tér-
mino, algunos autores han rechazado de plano la utilización de este concepto
como descriptor de un fenómeno nuevo2.
En este sentido, Vertovec (2004: 3-4) hace un recuento de las críticas que
usualmente se hacen al enfoque transnacional:

— Confusión conceptual y uso abusivo: utilización del término transnacio-


nalismo como sinónimo de internacional, multinacional, global o diaspó-
rico. Se sugiere también con mucha frecuencia que todos los migrantes
están involucrados en procesos transnacionales.
— Antigüedad / novedad: de esta perspectiva se deriva la idea de que todas
las actividades transnacionales de los inmigrantes son nuevas.
— Búsqueda de la variable dependiente: los investigadores sólo tratan los casos
en los que se encuentran actividades transnacionales, pero no se suele hacer
mención de los casos en los que tales actividades no son encontradas.

2. Es el caso de David Fitzgerald, quien considera que tal término debería ser desterrado de
las investigaciones sobre migraciones internacionales por su inutilidad para describir los
diferentes procesos de adscripción identitaria de los migrantes transnacionales. Él encuen-
tra más útil la diferenciación entre nacionalismo dual y nacionalismo a distancia. Esta dife-
renciación permite superar la negación de las posibilidades de asimilación entre los migran-
tes transnacionales que augura la perspectiva transnacional tal y como se presenta en la
actualidad (Fitzgerald, 2000, 2004). En un artículo reciente escrito con Waldinger,
Transnationalism in Question (2004), insiste en la idea de que, si existe el transnacionalismo,
éste dista mucho de consistir en procesos liberadores y autónomos de la sociedad civil que
construyen espacios sociales independientes de la economía mundial y de la política nacio-
nal.
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— ¿Trans-qué?: no se hacen las debidas distinciones entre los procesos y los


fenómenos trans-nacionales, trans-estatales y trans-locales. En realidad, no
todo es lo mismo.
— Transnacionalismo versus asimilación (o versus multiculturalismo): se esta-
blecen falsas dicotomías entre estos términos, en vez de analizar las verda-
deras relaciones que puede haber entre ellos.
— Determinismo tecnológico: ¿son las formas contemporáneas de migración
transnacional mera consecuencia de las comunicaciones en tiempo real y
del abaratamiento de los transportes?
— No todos los migrantes son transnacionales: hay una gran variedad de prác-
ticas que atraviesan fronteras y no por ello deben ser consideradas trans-
nacionales.
— Limitación generacional: ¿las actuales prácticas transnacionales, serán con-
tinuadas por las siguientes generaciones de inmigrantes?

El propio autor reconoce que estas críticas tienen su fundamento, pero


que, más que negar la existencia del transnacionalismo, evidencian la necesidad
de acotar su uso y definir su contenido.
Así pues, por un lado nos encontramos, en la década de 1990, con una uti-
lización arbitraria y excesiva del término transnacional, que identifica como tal
todo aquello que hasta hacía poco era simplemente «inter-nacional». Por otro
lado, un grupo de científicos sociales se muestran altamente escépticos en rela-
ción con la existencia del transnacionalismo como un fenómeno verdadera-
mente novedoso.
Frente a estas posturas, un nutrido grupo de investigadores, sociólogos y
antropólogos, fundamentalmente, son conscientes de que, bajo el amparo de
la globalización y sus derivados, se están gestando nuevas realidades sociales
que atienden a un denominador común que podría denominarse «transna-
cionalismo»; realidades que difieren de los ámbitos internacional y/o multi-
nacional3 y que, sin duda, tendrán, en un futuro no lejano, implicaciones eco-
nómicas, políticas y sociales verdaderamente importantes4. Conscientes también
de lo etéreo de este «emergente campo social», se apresuran a identificar la
necesidad de trabajar seriamente en torno a él, convirtiéndolo en una verda-
dera área de investigación social. Para ello, son varios los pasos que hay que
dar: identificar el fenómeno, delimitarlo, definirlo, describirlo estableciendo

3. Portes, Escobar y Walton (2006) consideran que las actividades transnacionales que reali-
zan los migrantes y la sociedad civil «desde abajo» (Guarnizo y Smith, 1998) deben distin-
guirse de las internacionales (realizadas por gobiernos e instituciones de carácter nacional
que tienen como base para la acción al Estado nación) y de las multinacionales (realizadas por
organizaciones, iglesias, empresas, corporaciones que operan en diferentes países y cuya
base para la acción es la actividad que ejercen).
4. En este sentido, el texto de Vertovec de 2004, Trends and Impacts of Migrant Transnationalism,
lo dedica a avanzar las posibles implicaciones de este nuevo fenómeno sobre las sociedades
de emisión y recepción de este tipo de migración, tanto en lo que se refiere a las relaciones
sociales, como a las políticas y a las económicas.
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componentes y dimensiones, operacionalizarlo y proceder a su investigación


empírica en cada una de sus manifestaciones (Portes y otros, 1999).

Los conceptos y sus debates


La situación del transnacionalismo como campo de investigación social aún
joven se manifiesta en los intensos debates que atraviesan la literatura en torno
al fenómeno en los últimos quince años. Estas discusiones en el seno de la
comunidad científica, que incluyen la propia existencia del transnacionalismo
como nuevo fenómeno social, son especialmente intensos cuando se avanzan
sus posibles consecuencias sobre las sociedades actuales y el orden social con-
temporáneo. Así, unos consideran que las actividades transnacionales se ubican
en un «tercer espacio» desterritorializado, ajenas a localidades y naciones pre-
existentes y, por lo tanto, con capacidad para erosionar y derrumbar al actual
sistema del Estado nación, al cual trascienden (Kearney, 1991, 1995; Kastoryano,
2002). Algunos incluso van más allá, entendiendo que los migrantes transna-
cionales realizan una labor «liberadora» precisamente por eludir las limitaciones
actuales del statu quo. A nivel más local, esta supuesta ausencia de referentes
sociales específicos de los transmigrantes, según unos, o el mantenimiento y
la perpetuación de la identidad de origen, según otros, son motivos más que sufi-
cientes para temer por la falta de integración de los inmigrantes en las sociedades
receptoras. Esta sensación es especialmente intensa en el contexto norteame-
ricano, donde el proceso de asimilación es entendido por muchos como el
único verdaderamente eficaz para eliminar la discriminación racial y la exclusión
social. Los inmigrantes inmersos en redes y actividades transnacionales, en
continuo contacto referencial y práctico con sus comunidades de origen, ten-
drían verdaderas dificultades para asimilarse en las sociedades receptoras.
Otros, sin embargo, mantienen posturas contrarias, argumentando contra
cada uno de los aspectos anteriormente mencionados: las actividades transna-
cionales no se realizan ajenas a las limitaciones y a las oportunidades de las
localidades y/o naciones de origen y destino, ni pueden evitar las normativas que
organizan las vidas en uno y otro referente local concreto; los migrantes trans-
nacionales, en muchos casos, lejos de contravenir los imperativos económicos,
legales, de dominación… existentes, lo que hacen es perpetuarlos bajo nuevas
formas y condiciones5 (Smith y Guarnizo, 1998). Por su parte, y en referencia
al asedio al Estado nación, algunos autores indican que el transnacionalismo no
acabará con esta manera de organización político-administrativa, si bien obli-
gará a redefinir las relaciones entre Estado y Nación (Kastoryano, 2003). Y en
lo que se refiere al reto que el transnacionalismo plantea a la integración y asi-
milación, algunos autores defienden que el transnacionalismo no es incom-

5. Es el clásico ejemplo de las comunidades chinas y su manera de ejercer actividades econó-


micas en los países de asentamiento, más propias de una economía capitalista del siglo XIX
que de los actuales estados sociales y de derecho de los países desarrollados en que se esta-
blecen.
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patible con la asimilación y que, en cualquier caso, aún generando nuevas


comunidades panétnicas (Werbner, 2002) o comunidades imaginadas (Anderson,
1983), el punto crucial es saber si estos procesos se mantienen en las segun-
das generaciones y en las posteriores, lo cual parece bastante improbable
(Lucassen, 2004).
Éstas son sólo las líneas directrices de los debates generados en los últimos
años por el transnacionalismo, un fenómeno de nuevo cuño sobre el que aún
queda mucho por investigar. No obstante, es necesario empezar a ubicarlo en
sus principales coordenadas conceptuales y metodológicas, tal y como se encuen-
tra en este momento.
La acepción inicial más conocida del término transnacional se debe a las
antropólogas Glick-Schiller, Basch y Szanton-Blanc, quienes, en un trabajo
publicado en 1992, indicaban que la emergencia de espacios sociales transna-
cionales que unen de forma especial las sociedades de origen y de destino de los
migrantes representan una ruptura con el pasado. La desconexión con el ori-
gen ya no es necesaria; antes bien, en el mundo contemporáneo, los «trans-
migrantes» mantienen, construyen y refuerzan múltiples lazos que les unen a
sus lugares de origen, generando, de este modo, verdaderas «comunidades des-
territorializadas». El transnacionalismo sería el conjunto de actividades crea-
das por los migrantes transnacionales que les permiten vivir de forma simultánea
en dos comunidades diferenciadas. Transmigrantes serían, entonces, los inmi-
grantes que cotidianamente viven dependiendo de las múltiples y constantes
interconexiones a través de las fronteras nacionales y cuyas identidades se con-
figuran en relación con más de una nación Estado (Glick-Schiller, Basch y
Szanton-Blanc, 1995).
Así concebido, y en la medida en que el concepto se oponía a los tradicio-
nales modelos de asimilación americanos, el transnacionalismo obtuvo inten-
sas críticas entre muchos científicos sociales. Ante estas reacciones, algunos
investigadores que asumieron el transnacionalismo como una nueva realidad
social emergente, decidieron limitar más y mejor el concepto. Así, Portes,
Guarnizo y Landlot indicaban que era preferible limitar el concepto a ocupa-
ciones y a actividades que requieren contactos sociales regulares y sostenidos
en el tiempo a través de las fronteras nacionales (1999: 219), considerando,
entonces, que los migrantes transnacionales son aquellas personas bilingües que
se mueven con facilidad entre diferentes culturas, frecuentemente mantienen
hogares en dos países y persiguen intereses económicos, políticos y culturales
que requieren su presencia en ambos (Portes, 1996).
Si bien los movimientos migratorios constituyen la base fundamental del
transnacionalismo así entendido, las migraciones no son sinónimo de trans-
nacionalismo. Éste último es un fenómeno que acompaña a una manera par-
ticular de migrar que no necesariamente es universal, ni siquiera en la actuali-
dad. No todos los migrantes son «transmigrantes»; sólo lo son aquéllos que
mantienen relaciones estrechas entre el origen y el destino, con lo que presen-
tan una acusada dualización o bipolarización de sus vidas. Por ello, el hecho
de que se envíen remesas a las familias en origen, o de que se realicen viajes al
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lugar de origen, no constituye, en sí mismo, un rasgo de transnacionalismo.


Se requiere regularidad y mantenimiento en el tiempo de las actividades trans-
nacionales para que éstas tengan efectos reales sobre los sujetos migrantes y sus
sociedades de origen y destino, con lo que se generan, así, verdaderas comu-
nidades transnacionales. De este modo, las actividades que realizan los inmi-
grantes entre sus localidades de origen y destino (económicas, de envío de
remesas, políticas, culturales, comunicativas, financieras…) adquieren un carác-
ter transnacional en sentido estricto cuando éstas son regulares y sistemáticas,
generando un verdadero canal interactivo entre ambos lugares: el espacio trans-
nacional.
El espacio transnacional, según algunos, no constituye un espacio físico terri-
torializado y concreto. Es precisamente la desterritorialización lo que caracte-
riza a las actuales comunidades transnacionales y las diferencia de otros gru-
pos de migrantes más antiguos que también presentan características
transfronterizas, como es el caso de las diásporas6. Otros, como ya hemos indi-
cado anteriormente, consideran que la desterritorialización de las actividades
transnacionales constituye un mito irreal y que, por tanto, los espacios trans-
nacionales se ubican en territorios concretos formados por las localidades o los
países de origen y los de destino que unen las redes transnacionales. Si bien
las prácticas transnacionales se extienden más allá de dos o tres territorios nacio-
nales —comentan Smith y Guarnizo—, ellas se construyen dentro de los lími-
tes de relaciones sociales, económicas y políticas específicas, los cuales man-
tienen a todos unidos por los intereses y los significados que se entienden
compartidos (Smith y Guarnizo, 1998: 13).
No obstante, es posible que ambas versiones sobre la territorialización de los
espacios transnacionales puedan ser compatibles, según el concepto de «espa-
cio» que estemos manejando (territorial o social). Si consideramos al espacio
transnacional como el soporte cuasi físico por el que transitan los bienes, los capi-
tales, los votos, las comunicaciones, las personas…, éste sí puede considerarse
perteneciente a ámbitos locales concretos y, efectivamente, estar sometido a
normas, limitaciones y posibilidades que las sociedades de origen y destino
han establecido para sí. Se trata de una conceptualización del espacio como
soporte práctico de relaciones y actividades que se realizan entre límites terri-
toriales precisos.
Pero hay otras dimensiones del «espacio» que la percepción más práctica
suele no tener en cuenta. Una de ellas es la dimensión simbólica que adquie-
ren las relaciones prácticas entre gentes y lugares, estableciendo lazos de iden-
tidad, afecto, reconocimiento y solidaridad entre ellos. Este enfoque, más social,
queda recogido en la definición que realiza Faist en 1999 sobre espacios socia-
les transnacionales: espacios sociales transnacionales son combinaciones de

6. Las diásporas constituyen uno de los pocos ejemplos de comunidades transnacionales de


gran antigüedad. A diferencia de las comunidades actuales, las diásporas siempre tenían
como referencia un territorio, pasado, presente o futuro, en el que la comunidad dispersa
por el mundo establecía su origen o su razón de ser.
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lazos sociales y simbólicos, posiciones en redes y organizaciones, y redes de


organizaciones que pueden encontrarse presentes en al menos dos lugares geo-
gráfica e internacionalmente distintos (Faist, 1999b: 40).
En su conjunto, hablamos de espacios territoriales a través de los cuales
transitan bienes, símbolos, votos, capital, relaciones sociales, etc., forman-
do verdaderas redes que vinculan a los migrantes con sus comunidades de
origen y sus lugares de asentamiento, posibilitando, con ello, la generación
de espacios sociales transnacionales a los cuales se adscriben comunidades
transnacionales.
El concepto de comunidad transnacional tampoco está demasiado claro,
pues algunos autores entienden por tal el conjunto de personas que quedan
unidas por lazos transnacionales y que pertenecen al grupo de migrantes, a
las comunidades de origen y a las comunidades de destino. Faist escribe que las
comunidades transnacionales que se forman a partir de los movimientos
transnacionales se caracterizan por ser una situación en la cual los migran-
tes, las personas que se quedan en el país de origen y los nacionales de los
países anfitriones, están conectados por lazos sociales y simbólicos densos y
fuertes, los cuales, a través del tiempo y del espacio, configuran redes y circuitos
en los países de origen y destino, teniendo como base la solidaridad (Faist,
1999a: 10).
Otros, sin embargo, se refieren sólo a los grupos de inmigrantes proce-
dentes de un mismo país que se asientan en una misma comunidad de desti-
no, hibridando elementos culturales de las dos comunidades gracias a la circu-
lación constante de bienes materiales, bienes culturales y personas entre ambos
lugares, pero permaneciendo unidos como grupo diferenciado del resto de la
población del lugar de residencia7.
Por último, se podría establecer un concepto de comunidad transnacional
que superara incluso la dualización territorial de origen y destino, incorpo-
rando a la comunidad transnacional a aquellos inmigrantes del mismo origen
que residan en diferentes países, pero que se encuentren interconectados por rela-
ciones virtuales gracias a la telemática y a los medios de comunicación (chats,
foros, páginas web de carácter nacional, emisoras de radio y televisión de
carácter nacional que emiten en diferentes países y generan espacios de comu-
nicación en directo…). Entendemos que este último aspecto, el de la conec-
tividad, ha sido poco desarrollado, por lo que escasamente se ha reparado en sus
potencialidades para conformar grupo y mantener identidades.

Dimensiones y tipologías
Bajo el calificativo de transnacional puede acomodarse una diversidad de acti-
vidades. En su artículo introductorio al volumen especial sobre transnaciona-

7. Este tipo de consideraciones es muy frecuente entre los antropólogos que realizan estudios
de caso. Véase el ejemplo de Zevallos sobre Desplazamiento y transnacionalismo en la cons-
trucción de una identidad cultural andina en los EEUU (2004).
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lismo de la revista Ethnic and Racial Studies (vol. 22, nº 2), Portes y colabora-
dores realizan una primera tipologización de actividades transnacionales basán-
dose en dos dimensiones: el sector en el que se enmarcan y su nivel de insti-
tucionalización. Se llega, así, al cuadro que reproducimos a continuación
(figura 1) y que contiene unos cuantos ejemplos de actividades transnaciona-
les en base a estas dos dimensiones tenidas en cuenta.
Según los autores, existen tres grandes tipos de transnacionalismo según el
sector de la actividad transnacional: el transnacionalismo político, el econó-
mico y el sociocultural.

Sector
Económico Político Sociocultural
— Comerciantes — Comités cívicos de — Competiciones
informales cross- índole del país de deportivas cross-
country. origen creados por country de
— Pequeños negocios inmigrantes. aficionados.
en el país de origen — Alianzas de — Grupos musicales
creados por comités políticos de folclore
emigrantes inmigrantes con actuando en
Bajo

retornados. asociaciones centros de


— Migración políticas en el país inmigrantes.
Nivel de institucionalización

económica circular de origen. — Sacerdotes del país


de larga distancia. — Recaudaciones de de origen visitando
fondos para los a sus fieles en el
candidatos extranjero.
electorales del país
de origen.

— Inversiones — Consulados — Exposiciones


multinacionales en oficiales y internacionales de
el Tercer Mundo. representantes en arte nacional.
— Desarrollo del el extranjero de los — Artistas nacionales
mercado turístico partidos políticos de primer orden
en localizaciones nacionales. actuando en el
Alto

en el extranjero. — Concesión de la extranjero.


— Agencias de bancos doble nacionalidad — Actos culturales
y entidades por los gobiernos regulares
financieras del país del país de origen. organizados por las
de origen en — Inmigrantes embajadas
lugares de elegidos en las extranjeras.
asentamiento legislaturas del país
inmigrante. de origen.

Figura 1. Tipos de actividades transnacionales.


Fuente: Portes, Guarnizo y Landlot, 1999: 222.
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Así, por un lado, contamos con las actividades económicas de los empresarios
transnacionales, que movilizan sus contactos a través de las fronteras en busca
de proveedores, capital y mercados. Por otro lado, se encuentran las activida-
des políticas de partidos oficiales, funcionarios gubernamentales o líderes comu-
nitarios cuyos objetivos son conseguir poder político e influencia en los paí-
ses de origen, en los de destino o en ambos. Por último, existe una tercera
categoría de actividades más amplia que comprende a múltiples iniciativas
socioculturales cuyo principal objetivo es reforzar la identidad nacional en el
extranjero.
Una segunda dimensión, cuya consideración suele resultar muy útil para
la operacionalización del fenómeno y su análisis empírico, es el tipo de actor que
lleva a cabo la actividad transnacional: si se trata de un actor institucional-
mente poderoso (estados y corporaciones multinacionales) o si se trata de ini-
ciativas llevadas a cabo por los propios inmigrantes y sus compatriotas en ori-
gen. Esta dimensión ha sido tratada por Guarnizo como transnacionalismo
«desde arriba» y «desde abajo» según el tipo de actor que lo lidere.
Las actividades transnacionales «desde arriba» son bastante bien conocidas
en el mundo actual, mientras que las realizadas «desde abajo» son el objeto de
estudio más importante por parte de los investigadores del transnacionalismo,
precisamente por su desconocimiento y sus consecuencias futuras.

Sobre la novedad del fenómeno transnacional


Ciertamente a lo largo de la historia han existido actividades transnacionales
importantes, pero, a juicio de Portes, a estas actividades les ha faltado la regu-
laridad, la rutina y la masa crítica que caracterizan a los ejemplos contempo-
ráneos de transnacionalismo. Aun cuando haya podido haber casos de verda-
dero transnacionalismo en épocas anteriores, éstos han sido excepcionales. El
transnacionalismo contemporáneo —dirán los autores— corresponde a un
período diferente en la evolución de la economía mundial y a un conjunto
diferente de respuestas y de estrategias desarrolladas por la gente en condicio-
nes de desventaja ante la lógica dominante. En ello reside la importancia de
su emergencia (Portes, Guarnizo y Landlot, 1999: 227).
A pesar de la no novedad de las actividades transnacionales y de la exis-
tencia previa de ejemplos claros de comunidades transnacionales en épocas
históricas previas, Portes y colaboradores mantienen la idea de que el transna-
cionalismo constituye un nuevo campo de investigación social. Lo que cons-
tituye la verdadera originalidad del fenómeno y, por tanto, justifica su consi-
deración como nuevo tema de investigación, es la elevada intensidad de los
intercambios, los nuevos modos de transacción y la multiplicación de actividades
que requieren viajes y contactos a través de las fronteras nacionales de forma sos-
tenida en el tiempo (Portes, Guarnizo y Landlot, 1999: 219).
Evidentemente, los avances tecnológicos y la globalización han posibilita-
do la multiplicación de los viajes circulares, la conectividad virtual entre las
personas a través de las fronteras nacionales y la realización de actividades
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comerciales, políticas y culturales por encima de los límites fronterizos actua-


les a unos niveles antes nunca conocidos. El proceso de globalización, en el
que se enmarca el transnacionalismo —dirá Doña— refleja la emergencia de
redes interregionales y sistemas de interacción e intercambio. Así, el alcance y
la densidad de su interconectividad global y transnacional construye comple-
jas redes de relaciones entre comunidades, estados, instituciones internacio-
nales, organizaciones no gubernamentales y corporaciones multinacionales
que constituyen el orden mundial. Las interacciones mencionadas han generado
una nueva tendencia en la migración internacional llamada «movimientos
transnacionales» (Doña, 2004).
No parece descabellado pensar que quizá el incremento de esta masa crí-
tica pueda tener implicaciones sociales importantes y diferentes de las que hasta
ahora han tenido los escasos y excepcionales casos de transnacionalismo. La
intensificación del fenómeno (que no universalización todavía) es lo realmen-
te novedoso del transnacionalismo, y las potencialidades de gestación de nue-
vos procesos sociales lo que justifica, a nuestro juicio, la consideración del
transnacionalismo como un nuevo campo de estudio en el área de las ciencias
sociales.

Transnacionalismo como campo de estudio


Es ya nutrida la generación de autores e investigadores que han tomado el
transnacionalismo migratorio como objeto de estudio y se han dedicado a defi-
nir su contenido, a operacionalizarlo y a investigar empíricamente su existen-
cia, sus manifestaciones, tipologías y consecuencias8, generando un campo de
estudio emergente y vigoroso. No obstante, queda aún mucho por hacer, sobre
todo en el ámbito europeo. La proliferación de lazos transnacionales «desde
abajo» a través del mundo —escriben Guarnizo, Portes y Haller— es un fenó-
meno de gran significación y, sin embargo, ha recibido escasa atención en la
literatura sociológica (Guarnizo, Portes y Haller, 2003: 1212). Aún así, hay ya
numerosos estudios empíricos sobre casos concretos de redes, actividades y/o
comunidades transnacionales.
Los estudios empíricos sobre el transnacionalismo contemporáneo han
girado sustancialmente en torno a las dimensiones políticas (Guarnizo, Portes
y Haller, 2003; Landlot, 2003) y económicas (Guarnizo, 2003; Landlot, 2001;
Taylor, 1999; Portes, Haller y Guarnizo, 2002) del fenómeno, mientras que
el debate más ideológico se ha centrado sobre la potencial incidencia del trans-

8. Steven Vertovec, Alejandro Portes, Luis Guarnizo, Thomas Faist, Patricia Landlot, entre
muchos otros. Un caso especial que ejemplifica la importancia de este nuevo campo de
estudio es la creación de un Programa específico de investigación sobre comunidades trans-
nacionales de cinco años de duración (1997-2003) en el seno del Instituto de Antropología
Social y Cultural (ISCA) de la Universidad de Oxford. En este programa, dirigido por
Vertovec, se desarrollaron diversos proyectos de investigación, eventos y publicaciones en torno
a este tema y sus ramificaciones sociales, culturales, políticas, económicas e identitarias.
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nacionalismo en los procesos de integración de estos inmigrantes en las socie-


dades receptoras, esto es, la supuesta dicotomía entre transnacionalismo y asi-
milación (Guarnizo, Portes y Haller, 2003).
El contexto más usual de las investigaciones sobre transnacionalismo es,
sin duda, Estados Unidos, donde se toman como comunidades transnaciona-
les más frecuentes las procedentes de Latinoamérica, si bien también existen
algunos estudios que toman como unidad de análisis las comunidades chinas
(Mitchell, 1993; Ong, 1997). En este contexto, la estrategia investigadora más
frecuente es la de determinar las características del fenómeno más que sus con-
secuencias o implicaciones. Se utilizan tanto metodologías cuantitativas, pro-
pias de la sociología, como cualitativas y etnográficas, más cercanas a la antro-
pología.
En Europa, sin embargo, los estudios sobre transnacionalismo son mucho
más limitados. Conscientes de ello, los responsables de la European Science
Foundation organizaron en junio de 2003, en Portsmouth (Reino Unido), un
workshop exploratorio en torno al transnacionalismo en la Unión Europea. En
el documento publicado tras el evento se reconoce que, mientras en la déca-
da de 1990 los estudios sobre transnacionalismo han girado en torno a las
conexiones sociales globales y transregionales, en la Unión Europea los estu-
dios han permanecido enfocados exclusivamente en los ámbitos comunitarios
de toma de decisiones y en las políticas domésticas nacionales. Europa está
demasiado centrada en el Estado nación. La reunión sirvió, a juicio de sus
organizadores, para mostrar la necesidad de avanzar en este nuevo campo de
estudio que debe abarcar fenómenos que van más allá de la política comunitaria
(ESF, Transnationalism in the European Union, Scientific Report, 2003).
La centralidad del Estado nación en Europa se materializa en la inquietud
que genera la idea de que las actividades transnacionales, y la consiguiente for-
mación de comunidades étnicas de origen extranjero, puedan erosionar el
actual Estado nación. Así, los análisis europeos sobre transnacionalismo giran
más en torno a esta posibilidad que a las propias actividades transnacionales. Los
temas más recurrentes entre los estudiosos europeos son los de ciudadanía,
nacionalismo e identidad étnica, y la preocupación principal es la incidencia del
asentamiento de comunidades étnicas en tierras europeas sobre las identida-
des nacionales europeas y la configuración del Estado nación (la ciudadanía
transnacional de Bauböck, 1994; Soysal, 1994, y Kastoryano, 2002, 2003).

Líneas futuras de investigación


Todo lo expresado anteriormente pretende ser un pequeño ejemplo de la inde-
finición en que actualmente se encuentra el transnacionalismo como objeto
de estudio, lo que no deja de ser una situación propia de un fenómeno nove-
doso y emergente. A pesar de cierta ambigüedad y falta de definición y ope-
racionalización de conceptos, lo dibujado en las páginas precedentes también
da cuenta del gran dinamismo que presenta el estudio del transnacionalismo en
todas sus vertientes y del intenso futuro que le espera como objeto de estudio
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por parte de los científicos y analistas sociales. Algunos autores ya avanzan las
necesidades que deberían cubrirse en la investigación futura del transnaciona-
lismo.
Smith y Guarnizo (1998), por ejemplo, enfatizan las cuestiones metodo-
lógicas desde las que abordar el fenómeno del transnacionalismo. Además de
citar algunos aspectos temáticos que requieren una intensa investigación (como
es el caso de la incidencia de las actividades transnacionales sobre las segundas
y terceras generaciones), los autores inciden de manera especial sobre las nece-
sidades epistemológicas y metodológicas del estudio del transnacionalismo.
Dado el mayoritario enfoque antropológico de los estudios empíricos de caso,
utilizando metodologías etnográficas y cualitativas en el estudio de comunidades
concretas, Smith y Guarnizo estiman necesario reconducir la tendencia, con
el fin de aprehender la complejidad del fenómeno y evitar algunos de los desa-
tinos que ha producido la utilización única y abusiva de las metodologías etno-
gráficas. El reto, entonces, es doble; esto es: integrar determinantes macro y
micro en el análisis, y desarrollar una estrategia de investigación apropiada,
capaz de capturar la complejidad del proceso transnacional (Smith y Guarnizo,
1998: 24).
Según estos autores, tres han sido, hasta ahora, las limitaciones y/o los erro-
res producidos en el estudio del transnacionalismo que deberían ser supera-
dos en el futuro:

— La no utilización, y definición clara, de métodos de investigación adecua-


dos; es necesaria la aproximación a varios niveles: macro, medio y micro.
— La confusión entre lo que son los propios hechos sociales con sus posibles
consecuencias. En muchas ocasiones, se confunden procesos y conceptos,
utilizando de forma intercambiable aquéllos que describen los procesos
(por ejemplo: redes sociales transnacionales) y los que definen resultados
o consecuencias de éstos (por ejemplo: comunidades transnacionales). Esto
significa que se requiere un esfuerzo importante para definir conceptos y
procesos que actualmente están mezclados y confusos, lo cual genera gra-
ves dificultades para la investigación empírica.
— No hay estudios comparativos sistemáticos que permitan extraer conclu-
siones de los estudios de caso. Los autores ponen varios ejemplos de estu-
dios comparativos que serían necesarios: comparar prácticas del mismo
grupo en diferentes contextos locales; comparar prácticas transnacionales en
diferentes grupos que se encuentren en las mismas localidades, o comparar
prácticas transnacionales de inmigrantes en diferentes regiones mundiales.

Por su parte, Vertovec (2004) insiste en la necesidad de abordar en el futu-


ro las consecuencias a diferentes niveles que puede generar el transnacionalis-
mo. Él mismo describe campos de análisis en tres dimensiones básicas a las
que afecta el transnacionalismo: la sociocultural (la reorientación del habitus en
el que se desenvuelven los individuos en las sociedades emisoras y receptoras),
la política (reconfiguración de identidades, fronteras y órdenes establecidos) y
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la económica (influencia sobre el desarrollo). «Éstos y otros procesos


—dirá Vertovec— se producirán en el futuro próximo. Muchas pautas de trans-
nacionalismo migrante y modos asociados de transformación como los cita-
dos se extenderán, se intensificarán y se acelerarán» (Vertovec, 2004: 55). Y
aunque reconoce que las segundas y sucesivas generaciones pueden no man-
tener las orientaciones y las prácticas transnacionales de sus progenitores, indi-
ca que tales prácticas y orientaciones tendrán una influencia decisiva en sus
identidades, intereses y actividades.

En conclusión
Tras esta breve exposición de la situación del transnacionalismo como área de
investigación de las ciencias sociales aplicada a los movimientos migratorios
internacionales, parece claro que existen fundamentos para considerarlo como
un nuevo campo de investigación. Ya en 2003 Alejandro Portes elaboraba unas
conclusiones al monográfico especial de International Migration Review dedi-
cado a la nueva perspectiva transnacional, en las que establece cinco eviden-
cias empíricas de la existencia del transnacionalismo como nuevo campo de
estudio y en torno a las cuales existe un cierto grado de consenso (Portes, 2003:
875-892):

— El transnacionalismo es una perspectiva novedosa, no un fenómeno nuevo.


— El transnacionalismo es un fenómeno de las bases.
— No todas las migraciones internacionales son transnacionales.
— El transnacionalismo inmigrante tiene consecuencias macrosociales.
— El grado y las formas de transnacionalismo varía según los contextos de
salida y recepción.

Entendemos que el transnacionalismo está especialmente relacionado con


los procesos de integración de los inmigrantes en las sociedades receptoras en lo
que se refiere a sus implicaciones, y también especialmente relacionado con
las nuevas formas de asentamiento residencial de carácter étnico. Y es precisa-
mente en estas relaciones estrechas con ambos procesos, de asentamiento resi-
dencial y de integración, fruto de la extensión sin precedentes de las actividades
transnacionales, en donde, a nuestro juicio, reside la verdadera potencialidad
de la perspectiva transnacional.

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